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REPÚBLICA BOLIVARIANA DE VENEZUELA

MINISTERIO DEL PODER POPULAR PARA LA EDUCACIÓN


UNIVERSITARIA
UNIVERSIDAD BICENTENARIA DE ARAGUA
CÁTEDRA: PSICOLOGÍA DEL DESARROLLO I

Prof. ANA BARRIOS

RESUMEN TEORÍA DEL APEGO

Cuarto Trimestre Psicología

Alumna:
Yelitza Pérez C.I. V-11.924.510

Caracas, julio 2019


INTRODUCCIÓN

Tenemos la presentación a grandes rasgos de la postura de dos teóricos. Por


un lado Sigmund Freud, planteaba que el apego “era una consecuencia de la
necesidad de satisfacer diversos deseos, incluyendo el sexual” y, por otro lado,
tenemos a John Bowlby, quien desarrolla en sí la teoría del apego, considerando
que está compuesto de tendencias conductuales y emocionales diseñadas para
mantener a los niños en cercanía física de sus cuidadores primarios durante la
historia de la evolución”. Visto esto, el apego deja de ser una mera consecuencia
para convertirse en un factor fundamental para el buen desarrollo mental y
emocional del niño, puesto que solo a través del apego el niño establece las bases
de la confianza que le da su cuidador primario, que por excelencia es la madre.
APEGO: FORMACIÓN DE VÍNCULOS SOCIALES

El aspecto más importante del desarrollo social que tiene lugar durante la
infancia es la formación del apego. El apego es el vínculo emocional positivo que
se desarrolla entre un niño y un individuo particular y especial. Cuando los niños
experimentan apego hacia una determinada persona, sienten placer cuando se
encuentran con ella y se sienten consolados por su presencia en momentos de
angustia. La naturaleza de nuestro apego durante la infancia influye en cómo nos
relacionamos con otros a lo largo del resto de nuestras vidas (Hamilton,
2000;Waters, Hamilton y Weinfield, y Weinfield, 2000a; Fraley, 2002).
Para comprender el apego, los primeros investigadores estudiaron los
vínculos que se forman entre padres e hijos en el reino animal. Por ejemplo, el
etólogo Konrad Lorenz (1965) observó a gansos recién nacidos, quienes tienen la
tendencia innata de seguir a su madre, el primer objeto en movimiento al que, por
lo general, son expuestos después de nacer. Lorenz encontró que los gansos cuyos
huevos fueron criados en incubadora y que lo veían a él justo después de salir del
cascarón, seguían cada movimiento suyo, como si él fuera su madre.
Él llamó a este proceso impronta: el comportamiento que se da durante un
periodo crítico y que consiste en apegarse al primer objeto en movimiento que se
tiene enfrente. Los descubrimientos de Lorenz sugirieron que el apego estaba
basado en factores determinados biológicamente, y otros teóricos estuvieron de
acuerdo.

Pero la influencia de la impronta no terminaba tras el nacimiento. Lorenz notó


que las crías establecían un vínculo social muy cercano con los humanos a quienes
improntaban, hasta el punto de que, una vez alcanzaban la madurez, intentaban
aparearse con miembros de nuestra especie en lugar de con otras aves de la suya
propia. La impronta parecía ser irreversible.

La impronta es un fenómeno limitado a un pequeño número de especies; no


se da en todos los animales, ni siquiera en todas las aves. No obstante, este
concepto sirvió a Lorenz como base para su hipótesis sobre los patrones fijos de
conducta, que tienen un carácter más amplio, y como piedra angular de sus
aportaciones a la etología en general.

El experimento con los patos no solo explica el comportamiento animal sino


también sirve de referencia para explicar la importancia de que el recién nacido
tenga como primer contacto a su madre. Un bebe humano no seguirá a un animal
porque es incapaz de hacerlo, depende exclusivamente de otro humano, quien debe
ofrecer las garantías necesarias para que el niño sobreviva.

En un estudio clásico, el psicólogo Harry Harlow le dio a bebés chimpancés


la oportunidad de abrazar a una “madre” de alambre que daba comida o a un
chimpancé suave y cálido de tela de felpa pero que no daba comida Su
preferencia fue clara: los bebés chimpancés pasaban la mayor parte del tiempo
colgados de la madre de felpa, aunque realizaban visitas ocasionales a la madre
de alambre para alimentarse. Harlow sugirió que la preferencia por la madre suave
y cálida les daba contacto de consuelo (Harlow y Zimmerman, 1959; Blue, 2002).

El trabajo de Harlow ilustra que la comida, por sí sola, no es la base del


apego. Puesto que la preferencia de los chimpancés por las “madres” suaves de
felpa se desarrolló algún tiempo después del nacimiento, demostrando poco apoyo
a la existencia de un periodo crítico para la formación del vínculo entre las madres
humanas y sus bebés inmediatamente después del nacimiento.
El primer trabajo sobre apego humano, que continúa teniendo una enorme
influencia, lo realizó el psiquiatra británico Joh Bowlby (1951). Desde el punto de
vista de Bowlby, el apego se basa principalmente en la necesidad de seguridad y
salvaguarda del bebé, su motivación genéticamente determinada para evitar a los
depredadores. Conforme se desarrollan, los infantes aprenden que un individuo en
particular les brinda la mayor seguridad, lo que finalmente lleva al desarrollo de una
relación especial con ese individuo, que por lo general es la madre. Bowlby sugirió
que esta relación singular con el cuidador primario es cualitativamente diferente de
los vínculos formados con otros, incluyendo al padre, sugerencia que, como
veremos más adelante, ha sido fuente de desacuerdo. De acuerdo con Bowlby, el
apego ofrece un tipo de base. Conforme los niños se vuelven más independientes,
pueden pasear progresivamente más lejos de su base de seguridad.
La psicóloga del desarrollo Mary Ainsworth, sobre la base de las ideas de Bowlby,
ideó una técnica experimental ampliamente usada para medir el apego (Ainsworth
et al., 1978). La situación extraña de Ainsworth consiste en una secuencia de
episodios por etapas que representan la intensidad del apego entre un niño y (por
lo general) su madre. La “situación extraña” sigue este patrón de ocho pasos:

1. La madre y el bebé entran en una habitación desconocida.


2. La madre se sienta, dejando que el bebé explore libremente.
3. Un adulto extraño entra en la habitación y conversa primero con la madre y
después con el bebé.
4. La madre sale de la habitación, dejando al bebé solo con el extraño.
5. La madre regresa, saluda y consuela al bebé y el extraño se va.
6. La madre vuelve a irse, dejando solo al bebé.
7. El extraño regresa
8. La madre regresa y el extraño se va.

Las reacciones de los infantes a los diferentes aspectos de la situación extraña


varían enormemente, dependiendo de la naturaleza de su apego hacia la madre.
Los niños de un año de edad, por lo común, muestran uno de cuatro patrones
principales: apego seguro, evasivo, ambivalente o desorganizado-desorientado.

Apego Seguro: cuando el niño disfruta de los juguetes en presencia de su


madre, pero detiene su exploración cuando ella abandona la sala es fácil observar
que estos niños se alegran de la proximidad de la madre y que recuperan la
tranquilidad y la exploración cuando ella regresa. Para muchos este patrón indica
que la madre es percibida como una base segura desde la que explorar el mundo.

Apego Inseguro Evasivo o Evitante: supone el patrón inverso al apego


seguro. A estos niños no parece causarles ansiedad la salida de la madre y tampoco
tienden a saludarla cuando regresa. Por tanto, su reacción no es muy distinta a la
que muestran ante el extraño y los únicos signos externos de ansiedad surgen
cuando se les deja solos.

Apego Inseguro Resistente o Ambivalente: los niños exhiben un alto nivel


de ansiedad incluso en compañía de la madre. Su abandono de la sala es
contestado con gritos y protestas, y cuando ella vuelve se muestran muy enfadados.
Para los especialistas este comportamiento revela cierta ambivalencia entre una
tendencia a buscar su proximidad y otra opuesta a rechazarla.

Main y Solomon (1986, 1990) describieron un cuarto tipo de apego, conocido


como apego desorganizado o desorientado. Los niños que se incluyen aquí tienen
una conducta difícil de describir. Su comportamiento es inestable y contradictorio y
no parece responder a ninguna organización lógica. Este patrón atípico es más
frecuente en niños que han sufrido alguna experiencia de maltrato. Se cree que el
temor y la falta de coherencia que expresan estos niños responden a las reacciones
imprevisibles y atemorizantes del adulto.

La respuesta a la separación

La respuesta a la separación es según lo descrito por Bowlvy:

1. Cuando vuelve la madre, el niño se enfada con ella, o le niega el saludo y


hace como si no la viera.

2. El niño se muestra muy exigente con su madre o con las personas que le
cuidan; pide atención todo el rato, quiere que todo se haga a su manera, tiene
ataques de celos y tremendas rabietas.

3. Se relaciona con cualquier adulto que tenga a mano, de una forma superficial
pero aparentemente alegre.

4. Apatía, pérdida de interés por las cosas, movimientos rítmicos (como si se


meciera él solo), a veces dándose golpes con la cabeza.

No obstante, existe un factor que hace que unos niños soporten la separación
mejor que otros es, y esto es la previa con su madre, es decir el vínculo de la diada.
Muchas personas catalogan a los niños como manipuladores porque lloran tras la
separación y esta situación se ve más cuando las madres tienen que dejarlos en las
guarderías. Sin embargo, una madre vinculada sabe que al volver a ver a su hijo
tendrá que compensar afectivamente al niño para que pueda soportar la separación
del día siguiente.

Es fundamental entender que “irse a otra habitación es para el niño una


separación, porque no sabe a dónde se ha ido su madre. Tardará varios años en
comprender que mamá está en la habitación de al lado y que por tanto no se ha
ido”.

Interacciones que provocan apego: el papel de la madre y del padre

Las madres y el apego

La sensibilidad hacia las necesidades y deseos de sus hijos son la marca


distintiva de las mamás de los infantes con apego seguro. Una madre así tiende a
estar consciente del estado de ánimo de su hijo y toma en cuenta los sentimientos
de éste al interactuar con él. También es responsiva durante las interacciones cara
a cara, le da alimentación “según lo demanda” y es cálida y afectuosa con su bebé
(Ainsworth, 1993; Howes, Galinsky y Kontos, 1998; Thompson, Easterbrooks y
Padilla-Walker, 2003).

No es simplemente el hecho de responder de cualquier forma a las señales


de sus bebés lo que diferencia a las madres de niños con apego seguro e inseguro.
Las madres de infantes seguros tienden a brindar el nivel adecuado de respuesta.
De hecho, la investigación ha demostrado que las madres que son excesivamente
responsivas tienen la misma probabilidad de tener hijos con apego inseguro que las
madres que responden por debajo de lo esperado. En comparación, las madres
cuya comunicación implica una sincronía interactiva, en la que los cuidadores
responden a los bebés apropiadamente y tanto el cuidador como el bebé
manifiestan una correspondencia en sus estados emocionales, tienen más
probabilidad de lograr apegos seguros (Belsky, Rovine y Taylor, 1984; Kochanskya,
1998; Hane, Feldstein y Dernetz, 2003).

Los padres y el apego

Hasta ahora apenas hemos mencionado a uno de los protagonistas clave en


la crianza de un niño: el padre. De hecho, si se revisan las primeras teorías e
investigaciones sobre el apego, se encontrarán pocas menciones acerca del padre
y de sus posibles contribuciones en la vida del infante (Russell y Radojevic, 1992;
Tamis-LeMonda y Cabrera, 1999).

Por lo menos existen dos razones para esta omisión. Primero, John Bowlby,
quien elaboró la primera teoría del apego, sugirió que hay algo de único en la
relación entre madre e hijo. Él creía que la madre estaba equipada biológicamente
de forma única para brindar el sustento para el niño y concluyó que esta capacidad
llevaba al desarrollo de una relación especial entre las madres y sus hijos.

En segundo lugar, la investigación inicial sobre el apego estuvo influida por


las perspectivas sociales de la época, que consideraban “natural” para la madre ser
el principal cuidador, mientras que el papel del padre consistía en trabajar fuera de
casa para mantener a su familia.

Varios factores han llevado a descartar este punto de vista. Uno es que las
normas sociales han cambiado y los padres han comenzado a asumir un papel más
activo en las actividades de crianza de sus hijos. Y algo aún más importante, a partir
de las investigaciones, se ha vuelto cada vez más claro que, a pesar de que las
normas sociales que han relegado a los padres a un papel secundario en la crianza
de los hijos, algunos infantes forman su relación inicial primaria con el papá (Volling
y Belsky, 1992; Lewis y Lamb, 2003).

Además, varias investigaciones han demostrado que las expresiones de


cuidado, calidez, afecto, preocupación y apoyo por parte de los padres son
extremadamente importantes para el bienestar emocional y social de los niños. De
hecho, algunos tipos de trastornos psicológicos, como el abuso de sustancias
tóxicas y la depresión, se relacionan más con el comportamiento paterno que con
el materno (Tamis-LeMonda y Cabrera, 1999, 2002; Veneziano, 2003; Parke, 2004).

Los vínculos sociales de los bebés van más allá de sus padres, en especial
conforme crecen. Por ejemplo, un estudio encontró que aunque la mayoría de los
infantes forman sus primeras relaciones primarias con una persona, alrededor de
dos terceras partes de ellos tienen relaciones múltiples y era difícil determinar cuál
apego era el primario. Más aún, para cuando los infantes tenían 18 meses, la
mayoría había formado relaciones múltiples. En resumen, los infantes desarrollan
apegos no sólo con sus madres, sino con una variedad de personas (Rosen y Burke,
1999; Silverstein y Auerbach, 1999; Booth, Kelly y Spieker, 2003)
GLOSARIO TÉRMINOS BÁSICOS

Apego. Vínculo emocional positivo que se desarrolla entre el niño y un individuo


particular.

Modelo de regulación mutua. Modelo en el que los infantes y padres aprenden a


comunicarse sus estados emocionales y a responder de forma apropiada.

Patrón de apego ambivalente. Estilo de apego en el que los niños muestran una
combinación de reacciones positivas y negativas hacia sus madres; manifiestan
mucha angustia cuando su madre se va, pero a su regreso buscan contacto
estrecho con ella, al tiempo que pueden golpearla y patearla.

Patrón de apego desorganizado-desorientado. Estilo de apego en el que los


niños muestran un comportamiento inconsistente y a menudo contradictorio, como
aproximarse a su madre cuando regresa, pero sin mirarla; son los niños que se
apegan de forma menos segura.

Patrón de apego evasivo. Estilo de apego en el que los niños no buscan la


proximidad con su madre; después de que la madre se va, parecen evitarla cuando
regresa, como si estuvieran enojados por su comportamiento.

Patrón de apego seguro. Estilo de apego en el que el niño usa a su madre como
base y se siente a gusto cuando ella está presente; cuando ella parte, el niño se
inquieta y se aproxima a ella en cuanto ésta regresa.

Situación extraña de Ainsworth. Secuencia de episodios por etapas que ilustra la


intensidad del apego entre el niño y (por lo común) su madre.

Socialización recíproca. Proceso en el que los comportamientos de los infantes


invitan a los padres y cuidadores a dar más respuestas, lo que a la vez suscita más
respuestas de los infantes.
CONCLUSIÓN

El concepto fundamental de la Teoría del Apego es la Base Segura, no solo


en términos físicos sino psíquicos. La Base segura es personificada por el cuidador
primario y es sumamente importante porque de ella depende la seguridad y
confianza del niño. La teoría del apego es la base científica para argumentar a favor
de lo que se conoce como crianza con apego y también crianza respetuosa. Nos
ayuda a entender las respuestas emocionales del bebe frente a su madre, porque
no la busca solo por la necesidad de alimentarse sino por búsqueda de afecto y
protección, entre otras cosas. Nos ayuda también esta teoría a tener argumentos
para rechazar las posturas que promueven el desapego incluso desde el
nacimiento, ya que se sugiere a la madre a dejar a su niño en una cuna y privarlo
de sus brazos para que no se acostumbre.
FUENTES CONSULTADAS

Craig, Grace J. y Baucum, Don. (2009). Desarrollo Psicológico. Pearson Educación,


México.

Robert S., Feldman, (2008). Desarrollo en la infancia. Pearson Educación, México.

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