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POBLACION Y DESARROLLO:
METAS SOCIALES Y LIBERTADES INDIVIDUALES
(REFLEXIONES SOBRE EL CASO ARGENTINO)
SUSANA TORRADO
SERIE INFORMES DE INVESTIGACIÓN
PRESENTACION
Susana Torrado
(CONICET)
Página
1. Introducción 1
2. La cuestión poblacional 2
3. El marco interpretativo 3
3.1. Estilos de desarrollo y dinámica demográfica: los conceptos
3.2. Efectos demográficos de los estilos de desarrollo 7
3.3. Efectos sociales de la dinámica demográfica 10
3.4. Efectos políticos de la dinámica demográfica 12
3.5. Para enmarcar el debate 13
Bibliografía 35
1. INTRODUCCION
El objetivo de este trabajo es exponer algunas reflexiones que permitan iniciar el debate acerca de
la experiencia actual e histórica de la Argentina en materia de políticas de población y estrategias de
desarrollo.
El carácter general con que aquí abordamos esta problemática es deliberado, ya que en el contexto
de este Seminario se han previsto discusiones específicas sobre sus diversos aspectos.
Sin embargo, se apreciará que, desde el título mismo, se está privilegiando el análisis de una
dimensión particular: la de los vínculos de coincidencia o contradicción que se establecen entre las metas
sociales (políticas gubernamentales) y las libertades individuales (derechos humanos) en el curso de los
procesos de desarrollo. Ello es así porque partimos de la premisa de que la búsqueda del equilibrio entre
estos dos términos de la ecuación es la vía que mejor puede enmarcar la discusión sobre los dos objetivos
centrales del Seminario: por una parte, coadyuvar a que en la Argentina se realice un ordenamiento general
de la legislación vigente en el área demográfica; por otra, propiciar que el tema de los derechos individua-
les y las competencias institucionales en materia poblacional se incluya por derecho propio en el próximo
debate sobre la reforma de la Constitución Nacional.
La organización expositiva de este documento responde a dicha premisa. En primer lugar (Puntos
2 y 3), explicitaremos el marco conceptual que guía nuestros razonamientos. En segundo lugar (Puntos 4 a
7), consideraremos, en términos aún abstractos, las diferentes díadas que hay que tener en cuenta al propo-
ner mecanismos de equilibrio para aquellos dos términos de la ecuación. En tercer lugar (Punto 8),
mostraremos sumariamente cómo los fenómenos expuestos hasta ahí en forma abstracta, se verificaron
empíricamente en las últimas cuatro décadas de historia argentina. Por último (Punto 9), esbozaremos
algunas propuestas relacionadas con los objetivos del Seminario, las que sin duda habrán de especificarse y
enriquecerse en el curso de las sesiones subsiguientes.
2. LA CUESTION POBLACIONAL
Para analizar la relación entre políticas de población y estrategias de desarrollo, la noción de
"cuestión social" --clásica en ciencias sociales-- constituye un buen punto de partida.
Podría definirse una cuestión social como un área-problema --socialmente debatida o en conflicto-
- que suscita una toma de posición por parte de los actores sociales relevantes, fundamentalmente en lo que
concierne a las formas de intervención de los poderes públicos para aportar soluciones a la misma. 1/
Así, en una determinada sociedad, la dinámica demográfica se constituye en "cuestión
poblacional", cuando los principales actores sociales (partidos políticos, movimientos sociales,
organizaciones comunitarias, etc.) visualizan su incidencia (actual y/o futura) sobre el logro de objetivos de
desarrollo o de otros objetivos nacionales como un "problema". Surge entonces la idea de que es preciso
promover "soluciones" al mismo, las que necesariamente revisten las formas de políticas públicas encami-
nadas a modificar el curso previsto de aquella incidencia para facilitar el logro de esos objetivos.2/
Por ejemplo, en los países subdesarrollados, la aceleración del crecimiento demográfico que ha
tenido lugar en las últimas décadas, y el proceso de redistribución de la población, aunados a las
dificultades para mantener el ritmo de crecimiento económico, las altas tasas de desempleo, la disminución
relativa de las fuentes potenciales de trabajo y la aparición y proliferación de cinturones de miseria en las
áreas urbanas, han llevado a darle al aumento de la población y a los procesos migratorios el carácter de
1/
Oszlak (483), Bravo-Casas (102).
2/
González (400).
"cuestión".
También en los países industrializados se ha operado un hecho semejante en relación al lento, nulo
o negativo crecimiento vegetativo y al agudo envejecimiento demográfico que el mismo conlleva, hechos
que son consecuencia de la drástica y abrupta disminución en los niveles de la fecundidad.
En suma, en la medida en que los hechos y fenómenos poblacionales trascienden hacia los
diversos ámbitos de la sociedad y adquieren la dimensión de problemas sociales, la cuestión poblacional se
ubica en el nivel de las prácticas políticas. Entonces, las diversas propuestas de solución revisten la forma
de indicaciones acerca del tipo de acciones que deben ser desarrolladas por el Estado.
3. EL MARCO INTERPRETATIVO
3/
Pinto (passim).
4/
CELADE (passim), Correa (passim).
Así, dentro del sistema capitalista, la relación entre un estilo de desarrollo y la formación y
funcionamiento de mercados trabajo regionales y su articulación en un mercado nacional se establece,
principalmente, a través de los factores estructurales (entre otros: las formas sociales y técnicas de
organización de la producción y su respectiva capacidad de absorción de mano de obra; la estructura y
dinámica demográfica, etc.) que regulan la demanda y la oferta de fuerza de trabajo al nivel local. Pero
también se establece a través de las políticas públicas que inciden sobre la transformación de dichos
factores en el curso del tiempo.
Por ejemplo, en este proceso, además de la expansión y formas de penetración del capital en
ciertos sectores y áreas geográficas de producción, revisten un rol fundamental las políticas que desarrolle
el Estado para facilitar o reorientar la actividad de las empresas de acuerdo a los objetivos generales de su
estrategia económica, sobre todo aquellas que repercuten directamente sobre la demanda y la oferta de
trabajo en contextos regionales rurales y urbanos. Entre éstas pueden citarse: las políticas económicas (de
precios, crediticias, impositivas, etc.) que inciden sobre la incorporación de determinada de tecnología
dentro de las empresas; las políticas regulatorias de la contratación de mano de obra en diferentes regiones
y sectores de actividad (salarios, estabilidad en el empleo, beneficios sociales, etc.); las políticas
regulatorias de los mercados de tierras en las áreas de producción agropecuarias (propiedad de la tierra,
contratos de arriendo, etc.); las políticas regulatorias de la localización de actividades industriales en las
áreas urbanas (incentivos directos, facilitación de economías externas a través de la inversión pública en
infraestructura, etc.); las políticas de localización geográfica de las actividades estatales; etc. En suma,
políticas que, por el lado de la demanda, pueden afectar el volumen y características de la contratación de
mano de obra en las empresas que se ven favorecidas por la estrategia de desarrollo vigente y que, por el
lado de la oferta, contribuyen a poner en disponibilidad la mano de obra inserta en unidades de producción
marginales o subordinadas a esa estrategia.
En segundo lugar, los estilos de desarrollo implican, por definición, la implementación de
determinadas políticas públicas (tales como fijación del nivel de los precios y los salarios; instrumentos
impositivos; medidas redistributivas del ingreso a través de la facilitación de servicios públicos --
educativos, médicos, recreativos u otros--; el otorgamiento de facilidades para acceder a la vivienda; las
prestaciones sociales; etc.) que repercuten en forma directa en las condiciones de vida de los diferentes
grupos, social y espacialmente definidos, que interactúan en la sociedad.
En tercer lugar, una estrategia de desarrollo puede incluir también, de manera explícita, políticas
de población, es decir, medidas que tratan de influir de manera directa y deliberada sobre el
comportamiento demográfico de los individuos y las familias. 5/ Entre ellas se cuentan: las políticas
tendientes a incidir sobre la formación de las uniones y sobre el comportamiento reproductivo (por
ejemplo: impuestos discriminatorios según el estado civil o el tamaño de la familia; subsidios por
nacimiento; asignaciones familiares; otorgamiento de facilidades para acceder a la vivienda de acuerdo al
número de hijos; etc.); las políticas orientadas a influir sobre el volumen, las características y la dirección
de las corrientes migratorias, tanto internas como internacionales (por ejemplo: planes de colonización y de
asentamientos humanos; medidas regulatorias de la entrada y permanencia de extranjeros en el territorio
nacional y de la emigración de nacionales; etc.).
Por último, también por definición, es evidente que cada estilo de desarrollo comporta
mecanismos ideológicos y jurídico-políticos específicos (tales como: contenido de la educación; medios de
comunicación de masas; instituciones sociales y religiosas; legislación; eventualmente, prácticas
represivas; etc.), por medio de los cuales las fuerzas sociales que logran imponer su propia estrategia de
desarrollo al conjunto social tratan de inducir, en las diferentes clases y estratos sociales, los com-
portamientos que consideran adecuados para la consecución de sus objetivos. Esto, por otra parte, puede
5/
Este tema será desarrollado más adelante (Punto 5).
verse favorecido u obstaculizado, en cada caso, por la existencia de determinadas configuraciones
culturales.
Se acepta que tales aspectos de los estilos de desarrollo tienen necesariamente por resultado la
producción y reproducción de un tipo particular de diferenciación social y regional en el seno de la
sociedad. En otras palabras, cada estilo de desarrollo comporta, por un lado, una determinada
estratificación de grupos sociales diferenciados y jerarquizados en términos de su forma de inserción en la
producción económica, de sus condiciones de vida y del tipo de relaciones político-ideológicas que los
vincula con las fuerzas sociales dominantes; por otro lado, la existencia de diferencias regionales, en
términos de las mismas variables, a lo largo del territorio nacional. A su vez, esta diferenciación social y
regional se traduce en comportamientos demográficos diferenciales de los individuos y las familias, los
que, a nivel agregado, determinan el nivel y fluctuaciones de la dinámica demográfica nacional.
- la mortalidad debería ser el resultado --agregado-- del derecho que tiene cada individuo a gozar
del más alto nivel de salud física y mental alcanzable en su sociedad;
- las migraciones internacionales de los nativos de un país constituyen la suma de eventos en los
que se ejerce el derecho individual de irse de y volver a su país de origen, en el momento deseado.
Las distintas soluciones con que se ha encarado este problema serán analizadas más adelante.
Antes, no obstante, para poder aquilatar adecuadamente dichas propuestas de solución, conviene
numerar los principales derechos humanos que la comunidad internacional juzga indispensable asegurar
a los individuos y a las familias en materia de comportamientos demográficos (esta lista no es
exhaustiva). 6/
Nupcialidad
-Derecho a unirse en matrimonio, legal o consensual, cuando se ha alcanzado una edad mínima
apropiada (se recomienda que los países establezcan una edad mínima al casamiento que asegure
la madurez biológica de ambos cónyuges para formar una familia, sobre todo, a fin de proteger los
derechos de las mujeres).
- Derecho a unirse en matrimonio por libre consentimiento.
- Derecho a que los fundamentos para disolver una unión por separación, divorcio o anulación, y los
derechos y obligaciones que se derivan de dicha disolución sean iguales para ambos sexos.
Fecundidad
- Derecho a que los individuos y las parejas determinen libre y responsablemente el número y
espaciamiento de sus hijos.
- En la planificación de su fecundidad, los individuos y las parejas tienen el derecho a la educación, la
información y el acceso a los métodos anticonceptivos que les sean aceptables, cualquiera sea su
sexo, edad, estado civil u otro tipo de status. Estos derechos conciernen tanto a la prevención de
embarazos no deseados, como al tratamiento de la esterilidad o subfertilidad involuntarias.
Mortalidad
- Cada ser humano tiene derecho a la vida.
- Cada ser humano tiene derecho a gozar del más alto nivel de salud física y mental alcanzable en el
6/
United Nations (passim).
contexto de la sociedad que vive.
- El almacenamiento creciente de armamento nuclear y convencional constituye una amenaza para el
derecho a la vida.
- El derecho a la vida implica el derecho a vivir en un medio ambiente no contaminado.
- Debe reconocerse a los seres humanos el derecho a morir con dignidad y a ejercer su autoridad sobre la
continuación de un tratamiento médico en situación de enfermedad terminal. Al mismo tiempo, es
esencial establecer prevenciones efectivas para salvaguardar dicho derecho ante cualquier
amenaza proveniente de otras personas o instituciones.
Migraciones internas
- Todo ser humano posee el derecho de libertad de residencia y de movimiento dentro de las fronteras de
su propio país.
Migraciones internacionales
a) Para los países
- Se reconoce que el control de la entrada de extranjeros en un determinado país constituye un elemento
fundamental de su soberanía nacional.
b) Para todos los individuos
- Derecho a buscar y obtener asilo si es objeto de persecución.
- Derecho a irse de un país, incluido el suyo propio.
c) Para los nativos de un país
- Derecho a retornar al propio país sin que medie ningún obstáculo.
d) Para los inmigrantes legales
- Derecho a la reunificación de su familia, a la libertad de residencia y de movimiento y a la libertad de
trabajo, dentro del país en el que ha sido legalmente admitido.
e) Para los inmigrantes ilegales o indocumentados
- Derecho a que la irregularidad de su situación sea establecida por un juez (a fin de evitar que puedan ser
objeto de acciones policiales arbitrarias).
- Derecho a ser protegidos contra la explotación a la que los expone la vulnerabilidad de su situación en
los mercados laborales.
- En el caso de que un Estado ejerza su inalienable derecho a expulsar a inmigrantes ilegales o
indocumentados, en el intertanto, dicho Estado tiene la obligación de proveer a sus necesidades
básicas y a tratarlos en forma compatible con la dignidad humana.
Hasta aquí, los más importantes preceptos internacionales. Ahora bien, ¿cómo se compatibiliza en
la práctica el respeto de este conjunto de libertades individuales, con la necesidad de alcanzar las metas
demográficas que los gobiernos consideren indispensables para asegurar el bienestar global de la sociedad?
8/
Miró et al. (20). Sobre esta problemática puede consultarse
también Cabrera (passim) y Tabah (passim).
9/
Bravo-Casas (91).
10/
Leridon (93).
11/
Leridon (96).
6. POLITICAS DE POBLACION Y DERECHOS HUMANOS
Un segundo punto a dilucidar es el de los límites que los gobiernos deben respetar al accionar en
materia demográfica.
En efecto, una vez aceptada la legitimidad de las políticas explícitas de población, deben
considerarse los métodos o medidas (recomendaciones, incentivos, desincentivos, coerción, etc.) a través
de los cuales se tratará de alcanzar las metas deseadas.
Se plantea entonces una cuestión completamente diferente a la del punto anterior: la de la
legitimidad de las formas de intervención de un gobierno en pos de la consecución de metas poblacionales.
Para facilitar la exposición, analizaremos este último tema limitándonos al ejemplo de las políticas
de fecundidad.
Ello requiere algunas precisiones conceptuales:
a) Planificación familiar
Este término designa los comportamientos de los individuos y las parejas tendientes a determinar
el número y espaciamiento de sus hijos. El "derecho a la planificación" familiar es, por lo tanto, un
derecho individual que garantiza la libertad de procreación. Consiste, como mínimo, en tener
asegurado el acceso a los métodos anticonceptivos modernos.
b) Política de fecundidad
Este término designa las acciones gubernamentales tendientes a incidir sobre los comportamientos
de individuos y parejas relacionados con el número y espaciamiento de sus hijos. Dichas acciones
pueden configurar una política antinatalista (disminución del número y mayor espaciamiento de
los hijos) o una política pronatalista (aumento del número de hijos). El término "control de la
natalidad" designa, por lo tanto, una acción pública que puede respetar o no la libertad de
procreación (generalmente dicho término se reserva para designar políticas antinatalistas pero, en
rigor, podría aplicarse también a las pronatalistas).
Ahora bien, las formas de intervención de las que puede servirse el Estado para ejecutar su política
de fecundidad revisten una multiplicidad de medidas, de carácter directo o indirecto.
Siguiendo una propuesta 12/ que clasifica las mismas según su "orden de aparición" histórico,
pueden citarse los "tipos" de medidas que se enumeran de seguido.
a) Legislación
Normas legales de carácter restrictivo y/o coercitivo (por ejemplo, en el caso de una política
pronatalista, interdicción del acceso a los métodos anticonceptivos modernos; en el de una política
antinatalista, fijación de un número máximo de hijos por mujer) o de carácter permisivo (por
ejemplo, norma constitucional que estipule la libertad de procreación cualquiera sea la orientación
de la política de fecundidad).
b) Programas voluntarios
Acciones gubernamentales que parten del supuesto de que, en el seno de la población, existe una
demanda (por ejemplo, la de planificación familiar) que no puede ser satisfecha sin la ayuda
pública (se establecen entonces servicios de prestación de métodos anticonceptivos en los centros
públicos de salud, pudiendo estas acciones corresponder a una política de fecundidad neutra,
antinatalista o pronatalista).
c) Campañas de información y de educación
Parten del supuesto de que es necesario crear una demanda (por ejemplo, en el caso de una política
12/
Chasteland (98 y ss.).
antinatalista, la de planificación familiar), para lo cual es preciso la intervención pública (se
utilizan entonces los medios modernos de comunicación para persuadir a la población que adopte
los comportamientos demográficos deseados por el gobierno).
13/
Para confeccionar el Cuadro 1 se partió de una propuesta
original que figura en Chasteland (105). Sin embargo, se
introdujeron en la misma diversas modificaciones de fondo.
14/
Chasteland (106).
criterios y objetivos que corresponden al largo plazo). Objetivos que, por otra parte, ni siquiera pueden ser
conscientes para los individuos. 15/
En este último caso, cuando un gobierno, en búsqueda del bienestar general, se fija como deseable
una meta demográfica que no coincide con los deseos actuales de los individuos, por lo que su consecución
requeriría un cambio más o menos rápido de comportamientos, ¿qué medidas puede legítimamente utilizar
para acelerar la aceptación de sus objetivos por parte de los individuos y las parejas? ¿Cuán lejos puede
llegar un gobierno en el camino que va desde la abstención hasta la coerción?
La comunidad internacional especializada en cuestiones poblacionales se ha pronunciado clara y
reiteradamente sobre esta disyuntiva. 16/ Así, las recomendaciones vigentes estipulan:
a) que los individuos y las parejas tienen el derecho humano de determinar libre y responsablemente
el número y espaciamiento de sus hijos (libertad de procreación);
b) que la libertad de procreación debe ser respetada, aun cuando la suma de los comportamientos
individuales se traduzca, a nivel social, en una dinámica demográfica de signo diferente a la
deseada por el gobierno; 17/
c) que el respeto a la libertad de procreación comporta no solamente la eliminación de obstáculos,
sino también la provisión, por parte del Estado, de los métodos idóneos para efectivizar dicha
libertad;
d) que el uso de incentivos tendientes a modificar el comportamiento reproductivo de la población
constituye una práctica gubernamental legítima, siempre y cuando, paralelamente, el gobierno
respete y viabilice el ejercicio de la libertad de procreación;
e) que el derecho a la libertad de procreación convierte en intrínsecamente ilegítimo cualquier
método o acción gubernamental de índole coercitiva;
f) que es aconsejable que los gobiernos expliciten su política de fecundidad en el contexto
de su estrategia de desarrollo global, ya que esta práctica contribuye al bienestar de la población.
Digamos para finalizar, que, mutatis mutandi, los razonamientos precedentes son aplicables por
extensión al conjunto de la política de población de un determinado gobierno.
Es decir que, por naturaleza, las políticas de población deberían ser sistémicas, multisectoriales,
discriminantes, incentivadoras y de largo plazo.
Ahora bien, para que sea posible una intervención gubernamental de índole tan compleja, se
requiere, como mínimo, que la sociedad haya, sino solucionado, por lo menos abordado los siguientes
"problemas":
a) promover un debate político que permita aunar el consenso social indispensable para la
prosecución de grandes metas en el largo plazo;
b) establecer un marco adecuado de instrumentación de la acción pública, el que sólo puede ser
provisto por la planificación económica y social global;
c) mantener un encuadramiento legislativo que asegure el respeto a los derechos humanos;
d) organizar un ámbito de competencias institucionales específicas dentro del Estado, que sea capaz
de asumir la complejidad de esta problemática.
18/
Para una visión más amplia de esta problemática, véase Novick
(passim).
19/
La descripción de las tendencias actuales y futuras de la
dinámica poblacional argentina se presenta en otro documento
preparado para este Seminario. Véase Torrado, 1990
(passim).
20/
Este tema está desarrollado en otro documento preparado para el
Seminario, véase Torrado (1988, 16 a 19).
atenta contra la eficacia de las políticas y, en algunos casos, contra el principio de equidad social.
e) Rigen algunas normas legales (relativas, por ejemplo, a la fecundidad y a las migraciones
internacionales) que son coercitivas desde el punto de vista de la libre determinación de
comportamientos y atentatorias por lo tanto de la vigencia de los derechos humanos.
f) No existe actualmente una instancia gubernamental que trate de coordinar --o por lo menos detectar--
los efectos demográficos no deliberados del conjunto de las políticas públicas que se ponen en
marcha, ni, aún menos, una instancia que trate de reflexionar sobre estos problemas con miras a la
acción pública deliberada de largo plazo.
Debe lograrse un consenso político generalizado para derogar toda norma coercitiva
relacionada con fenómenos demográficos que esté actualmente en vigencia. Esta propuesta no se deriva del
deseo de racionalizar la formulación y ejecución de políticas de población, sino de la simple reivindicación
del respeto a los derechos humanos. En tal sentido, la decisión sobre este punto es independiente de
cualquier consideración de índole demográfica.
Es preciso compatibilizar la Constitución Nacional con las realidades de nuestra actual dinámica
demográfica. En efecto, la Constitución de 1853, hoy vigente, fue elaborada en un momento en el que la
inmigración europea se percibía como el fenómeno fundante de la joven sociedad argentina, y es por ello
que alude con exclusividad a ese fenómeno. Si se reforma nuestra Carta Magna sería preciso incorporar
explícitamente en su parte doctrinaria los derechos individuales y sociales 21 / referidos al conjunto de los
fenómenos demográficos: nupcialidad, fecundidad, salud (mortalidad), migraciones internas y migraciones
internacionales. De igual manera, la nueva Constitución debería definir y explicitar las atribuciones de los
diferentes poderes del Estado en lo que respecta a la formulación de políticas de población. A nuestro
entender, tales atribuciones deberían corresponder al Poder Legislativo Nacional. De esta manera se
lograría un doble objetivo: por un lado, permitir una mayor participación ciudadana en el establecimiento
de metas poblacionales; por otro, evitar que la política demográfica se establezca de hecho (como ha
ocurrido reiteradamente en el pasado reciente), a través de instrumentos jurídicos de nivel inferior al de una
Ley o, incluso, a través de simples instrumentos administrativos.
21/
Vanossi (9).
Se haga o no en el contexto de una Reforma Constitucional, es preciso redefinir por
completo la actual organización del Estado en lo que concierne a la política demográfica. Para ello sería
necesario delimitar con claridad un ámbito institucional con competencias y composición apropiadas para
asegurar las características intrínsecas de las políticas de población (particularmente su naturaleza
multisectorial).
El ámbito institucional u organismo que en definitiva se cree (por ejemplo, una "Comisión o
Consejo Interministerial" de carácter permanente) tendría la misión de formular, ejecutar y evaluar las
políticas de población del gobierno, respetando las atribuciones pertinentes de los distintos Poderes del
Estado.
Dentro de este curso de acción, resultaría extremadamente potente la creación de un "Instituto
Nacional de Población", como existe actualmente en la mayor parte de los países desarrollados y subdesa-
rrollados. Su misión sería la de centralizar toda la actividad de investigación científica y técnica relevante
para el diagnóstico y pronóstico de la dinámica demográfica y para la formulación, ejecución y evaluación
de políticas de población. Para crear este Instituto (que debería funcionar dentro de la misma Secretaría de
Estado a la que pertenezca el INDEC), en un primer momento, bastaría con reagrupar y reorganizar, dentro
de un sólo ente, diversas actividades de investigación demográfica que existen hoy, de manera dispersa, en
distintos sectores de la Administración Nacional.
a) es preciso explicitar los criterios en base a los cuales se postula la deseabilidad de un mayor creci-
miento demográfico (bienestar social, equidad social, goepolítica, etc.);
b) si se postula la necesidad de un mayor crecimiento demográfico, es necesario establecer a través de
qué componentes del mismo se prefiere actuar: la natalidad-fecundidad y/o las migraciones
internacionales;
c) si se decide que es conveniente crecer operando sobre la fecundidad, es preciso enumerar las medidas
pronatalistas (de carácter necesariamente incentivador, si se respeta la libertad de procreación) que se
propone implementar, las que deberán tomar en cuenta las notables diferencias de comportamiento
reproductivo propias de los grupos social y regionalmente definidos que coexisten hoy en la
Argentina;
d) si se decide que es conveniente crecer operando sobre las migraciones internacionales, es esencial
proponer políticas realistas, que tengan en cuenta los siguientes hechos: i) que el continente europeo
(donde se originó el grueso de nuestra inmigración antes de 1930) carece en la actualidad de potencial
emigratorio; ii) que la inmigración proveniente de países limítrofes responde en lo esencial a una
demanda de mano de obra no satisfecha por la población nativa, en nuestras economías regionales; iii)
que la recepción de flujos inmigratorios debe realizarse asegurando a toda la población (nativa y
extranjera) niveles equiparables de bienestar;
e) si no se deseara crecer (o si fracasaran las políticas recién mencionadas), es preciso preparar a la
sociedad para hacerse cargo del ineluctable envejecimiento demográfico (una alta proporción de
población anciana implica, no sólo una alta carga de inactivos, no sólo un alto costo para la previsión
social, sino también la oferta de servicios sociales apropiados en términos de vivienda, geriatría
médico-social, asistencia social, recreación, etc.);
f) por último, el deseo de mantener o modificar las actuales pautas de distribución espacial de la
población argentina debería constituir un aspecto explícito de las propuestas de política económica a
nivel nacional y regional.
Como se aprecia, en el campo de las políticas de población, la Argentina tiene pendiente un debate
cuya agenda constituye todo un desafío.
BIBLIOGRAFIA
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