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EGO, ESENCIA Y TRANSFORMACIÓN. ANTONIO PACHECO.

Reseña de Jàcob Garcia Rueda.


Una observación preliminar sobre la forma antes de hablar del contenido. Considero una
pena que el texto no haya sido convenientemente revisado antes de su publicación. Leído
con ojo profesionales (soy licenciado en filología y me he dedicado unos años a la
traducción y revisión de textos de distinta índole) el libro adolece de un vocabulario
reiterativo y de una sintaxis a menudo mal construida que dificulta su lectura fluida.
Respecto al contenido general, es muy interesante, pero aquí también hecho a faltar cierta
capacidad de síntesis que hubiera evitado las ideas redundantes que aparecen repetidas de
capítulo en capítulo.
El libro deja adivinar la persona extraordinaria que había detrás del texto, su afán por
enseñar y ayudar, su espíritu abierto y vital. Su lectura abre el apetito de otras semejantes,
y esta es una de sus principales virtudes.
Presento a continuación el resumen de algunas de las ideas que más me han resonado.
1. EGO Y PERSONAJES INTERNOS.
El ego o personalidad está constituido por una serie de personajes internos con los que
nos identificamos. Algunos personajes son aceptados socialmente, son nuestras máscaras
más frecuentes. Y tendemos a reprimir los que no son aceptados. Nuestra psique queda
fragmentada, múltiples yoes en lugar de un gran yo permanente.
Desde el paleolítico, los seres humanos han usado disfraces y máscaras para desinhibirse
y liberarse (ceremonias, danzas, carnaval…).
Gurdjieff recomienda la autoobservación para reconocer nuestros yoes y poder tomar
cierta distancia de ellos y contactar con nuestro verdadero yo.
2. Algunos personajes según distintos pensadores:
Gurdjieff. distingue el cerebro intelectual, emocional e instintivo y propugna el
equilibrio de los tres.
Freud.
Super yo: contenidos sociales, la moral aprendida y a represión de los impulsos
inaceptables socialmente.
El yo: el principio de realidad, sopesa y satisface los impulsos del ello de manera
adecuada.
El ello: impulsos y deseos elementales, hambre, instinto sexual y agresión.
Eric Berne.
Padre: distingue el padre protector y el padre crítico.
Adulto
Niño: distingue el sumiso, el rebelde y el niño libre.
Karpman. El salvador, perseguidor y víctima.
Perls.
El perro de arriba (opresor, moralista, represivo). Lleno de virtudes, ejemplar y
autoritario, siempre tiene la razón. “tú debieras y tú no debieras”. Exigencias y amenazas
“si no haces esto, no serás querido…”
El perro de abajo (oprimido, sumiso, rebelde, astuto). Defensivo, adulador, bebé llorón.
Hábil y astuto.
Psicosíntesis. El niño, amigo, amante, padre, maestro, médico, funcionario…
Jung. La sombra: contenidos de la psique inaceptables socialmente, aunque a veces
puedan tener una utilidad vital.
Eneagrama.
9 personalidades dominadas por una pasión: El enojo, orgullo, engaño, envidia, avaricia,
miedo, glotonería, exceso y pereza.
Y un estilo de pensamiento: resentimiento, halago, vanidad, melancolía, mezquindad,
cobardía, planificación, venganza e indolencia.
3. Los personajes y los 3 centros.
Los personajes con los que nos engañamos, interpretamos la realidad y miramos el
mundo. La conducta de estos personajes es automática y previsible (enojado, resentido,
miedoso, celoso, envidioso, melancólico, angustiado, romántico, controlador,
manipulador, juez, moralista, exigente, mentiroso, desvalorizador…).
Nuestras batallas interiores, que a menudo se proyectan en el exterior como batallas con
los demás, acabarían si trabajamos para reconocer, integrar y transcender nuestros
personajes.
4. Personajes y polaridades. Equilibrio
Un personaje con un personaje muy controlador no acepta a quien se muestra espontáneo.
Un perfeccionista rechaza a los desordenados o quienes comenten errores, porque se niega
a sí mismo cualquier error.
Nos identificamos con un de los polos y negamos el otro.
3 principios, según Gurdjieff: activo, pasivo y neutrlizante o también Santa Afirmación,
Santa Negación y Santa Reconciliación.
Se trata de ver los dos polos e integrarlos, encontrando un punto de equilibrio entre ambos.
Una persona reprimida, puede pasar a una espontaneidad y desinhibición desbordada.
Una persona que tiene un juez interno muy severo, puede pasar a vivir el polo de la
indulgencia. Cuando vive y conoce ambos extremos, es más fácil trabajar la
desidentificación y encontrar el punto medio de equilibrio.
5. UNIDAD E INTEGRACIÓN.
Cuando nos expandimos, contactamos con el amor, la alegría o la sabiduría natural.
Cuando nos contraemos, contactamos con el miedo, la rabia, el dolor o la tristeza. En la
expansión, nos abrimos, es más fácil comprender y contactar con los demás, nos sentimos
más unidos con el mundo. En la contracción, nos cerramos, es difícil que nos demos
cuenta de lo que sucede, perdemos el contacto con el otro y nos sentimos separados.
Contracción y expansión son el movimiento natural de todos los seres. Nada es estable y
todo se mueve como un péndulo que oscila de un polo al otro. Lo importante es ser
conscientes y aceptar lo que sucede. No podemos controlarlo todo.
6. TRABAJANDO CON LOS PERSONAJES.
Etapa 1. Autoobservación y reconocimiento.
¿Qué personajes hemos desarrollado más, cuáles consideramos más aceptables y cuáles
rechazamos? Seleccionar los 2 o 3 más significativos. Hacer un retrato de cada uno, de la
manera más aséptica posible (una mirada regresiva, revisando la actuación del personaje
a lo largo de la vida, puede ayudar).
¿Qué pensamientos, emociones y acciones se generan desde nuestros personajes?
No se trata de analizar ni interpretar sino de acercarnos a lo que pensamos, sentimos y
cómo actuamos.
Tipos de pensamientos: analizar, interpretar, juzgar, desvalorar, buscar causas, planificar,
acusar, justificar, reflexionar, imaginar, recordar, obsesionarse…
Tipos de emociones: alegría, amor, enfado, celos, angustia, miedo.
Gestos, posturas, voz, tensión muscular, movimientos y expresiones.
Practicar la meditación activa, en lugar de pretender descansar la mente, observar y dejar
pasar los pensamientos, sin apegarse ni rechazarlos, diciéndonos: esto es un pensamiento,
pero no soy yo. O bien podemos ponerle una etiqueta: este es un pensamiento
desvalorizante, pero eso no soy yo. Esta práctica se puede hacer mientras descansamos,
paseamos, escuchamos… el proceso de autoobservación es una actitud ante la vida. Con
la práctica, se hace cotidiano, un hábito natural que no supone esfuerzo, porque se trata
simplemente de estar atento a lo que está sucediendo. Es una práctica de pura atención a
uno mismo. Reconocer nuestra realidad, cómo somo en este momento de la vida, aunque
nos duela, es básico. Ver y reconocer.
Etapa 2. Aceptación.
Ante determinados pensamientos o emociones que no nos gustan, podemos tratar de
negar, justificar o desconectarnos de lo que sucede.
Pero no se trata de poder aceptarlo todo, sino de darnos cuenta de qué cosas podemos
aceptar y cuáles no.
La aceptación es una forma de unirse a lo que es, es descanso, paz interior, no lucha y no
esfuerzo. y el rechazo es una forma de oponerse y separarse de lo que es, implica esfuerzo,
lucha, oposición y una pérdida de contacto de la realidad tal y como es. Pero, basta con
observarlo, permaneciendo en contacto con lo que sentimos, observando el fluir de mis
pensamientos y emociones.
Etapa 3. Integración.
Integrar es traer los pensamientos, emociones, personajes, recuerdos y experiencias al
campo de mi conciencia y reconocerlos.
No se trata de si es bueno o malo, aceptable o no, simplemente es y forma parte de mi.
Puedo tratar de ver mi realidad con ojos de compasión y benevolencia.
Etapa 4. Transformación.
Podemos dialogar con nuestros personajes, ver en qué medida son útiles o destructivos,
qué ventajas e inconvenientes me generan.
Una transformación consciente podría darse cuando una personaje con un personaje muy
crítico, puede pasar al otro extremo y prohibirse criticar. Pero tal vez no sea necesario
desprenderse del personaje, sino comprenderlo, aceptarlo y moderarse en la crítica,
procurando que sea oportuna y útil, tanto para mí como para el otro.
Es importante desarrollar un yo observador que ve el juego de los personajes sin tener
que hacer nada. No se trata de luchar contra los personajes ni de eliminarlos. Se consigue
poco con esa actitud, excepto un sufrimiento innecesario. Pero si veo mis personajes con
benevolencia, es más fácil que se produzca un desapego natural y sin esfuerzo.
7. Actuar los personajes conscientemente.
Puedo representar conscientemente, incluso exagerar algún personaje. P.e. si soy
perfeccionista, me pongo a ordenar la casa, biblioteca, cocina, papeles, poniendo atención
a mis pensamientos, sensaciones y acciones automáticas. Si soy resentido, puedo
sentarme a rumiar mis resentimientos un tiempo cada día.
Se trata de parar toda acción para vivir mis personajes y hcerme más consciente de mis
automatismos.
Relato de un alumno que experimenta con su personaje consumista: siento un cosquilleo
en el vientre, un impulso ansioso de salir a la calle a comprar un nuevo modelo de
miniordenador. Entro en una tienda, me muestran varios modelos, los toco, me explican
sus prestaciones, pregunto el precio. Soy consciente del irresistible impulso de comprar,
pero le digo al vendedor, me lo voy pensar.
Salgo a la calle y pienso que ya tengo varios ordenadores y no necesito otro, pero sigue
el impulso. Entro en otra tienda, miro varios modelos, esta vez con el dinero preparado
para comprarlo. Pero repito la frase, me lo voy a pensar, y me voy.
Así visité varias tiendas durante 2 horas. Volví a casa caminando lentamente. Me sentía
triste, abatido, pesado, con pocas energías, vacío. Mi personaje consumista trataba de
llenar ese vacío. Sentí nauseas, me decía, esto es lo que hay, me siento triste, vacío y sin
energía. Sentía mi cuerpo contraído, me costaba respirar, mi pecho era como una tabla
rígida y mi abdomen una bola pesada.
Déjate descansar en eso, me dije. Llevé la atención a mis pies, mi cuerpo y mi respiración
mientras caminaba. Al cabo de unos minutos, sentí el impulso de caminar más rápido. A
medida que caminaba me iba energetizando y soltando la tensión. Mi mente empezó a
despejarse y me sentía contento.
Llegué a casa satisfecho y me senté a meditar. Mi mente se aquietó y experimenté el gozo
de la calma. Comprendí que estar consciente de lo que sucede, sin oponerme, me ayuda.
Que mis personajes son una manera de llenar el vacío, con acción, esfuerzo y tensión.
Siento que descansar en ese vacío, conectar con mi cuerpo y aceptar las cosas es un
camino para reconectarme conmigo.

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