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Capítulo 4

La dialéctica de Proudhon
confrontada con la de Marx

Para resumir nuestros análisis de la doctrina proudhoniana y sus relacio-


nes con la de Marx, el mejor metodo parece consistir en la confrontación de
las concepciones de la dialéctica de ambos autores.
Al exponer las dos dialécticas•, no podremos evitar algunas repeticiones
que. sin embargo, nos esforzaremos por reducir al maximo e introducir ele-
mentos nuevos.
' Proudhon, como ya habíamos señalado, era extremadamente hostil a la
dialéctica hegeliana, criticando tanto su fondo como sus aplicaciones. Esta
hostilidad ha inspirado de hecho toda su obra. sobre todo en las obras de su
madurez. ''La antinomia no se resuelve; se trata del vicio fundamental de
toda la filosofía hegeliana. Los dos ténninos de que se compone la antinomia
oscilan ya sea entre ellos. sea con otros ténninos antinómicos, lo cual condu·
ce a nuevos resultados" (De la Justice, vol. IV. pág. 148). "Los términos anti-
nómicos no se resuelven, de la misma manera que los polos opuestos de una
pila eléctrica no se destruyen. El problema consiste en encontrar, no su
fusión. que vendría a ser su muerte, sino su equilibrio sin cesar inestable,
variable según el desarrollo mismo de la sociedad" (Théorie de la Propríhé.
pag. 52). El equilibrio inestable entre los dos términos "no nace de un tercer
término. sino de ~u acción reciproca". En pocas palabras. ''la fórmula
hegeliana sólo es una triada por el buen placer o el error del maestro, que
cuenta tres términos allí donde únicamente existen dos. y que no se ha dado
cuenta de que la antinomia no se resuelve. sino que implica. o bien una oscila-
ción, o bien un antagonismo susceptibles solamente de equilibrios. A partir de

' En mi libro Oíalecliqul! el Sociologie, pi.~. 96·1 56. Flammarion. París. 1962. ya di un
análisis más d~lallado: pero en lo que concierne a Proudhon. he debido imroducir aquí algunas
reformas y correcciones con relación a mi lulo publicado.
118 Proudhon y Marx: una confrontación

este punto de vista. todo el sistema de Hegel estaria por rehacer" (De la Jusri·
ce. vol. l. págs. 28-29).
La síntesis de Hegel "suprimiendo" y manteniendo a la vez la tesis y la
antítesis (aujheben : aquí se encuentra el error de los traductores utilizados
por Proudhon. que tambien dicen "absorbente") es gubernamental. Es. añade
con mucha delicadeza, "anterior y superior a los términos que une". Es.
señala Proudhon, la que conduce a Hc1;el "a la prepo?encia del E ~tado" y "al
restablecimiento de la auto ridad". (La Pornocratie. Obras póstumas). " Hegel
concluía con Hobbes en el absolutismo guberna mental. en lu omn ipot~ n cia
del Estado y en la subalternización del indi~·iduo y de los grupos. Ignoro si,
para esta parte de su filosofia, Hegel conservó en Alemania algun partic.lario.
Pero sólo puedo afirmar que hablar de esta forma ... 's deshon rar la filosofía"
(Guerre et Paix, 1861).
A la dial~ctica hegeliana. Proudhon ópone otra. la suya. No se trata úni-
camente de una dialéctica antinámica. negativa, antitética, que re~.:haza toda
síntesis. Se trata de un método dialectico que se propone buscar la diversidad
con todos sus detalles. Ahora bien, la diversidad con todos sus detalles sola-
mente puede comprenderse por medio de la experiencia. En este sentido. el
método dialéctico de Proudhon se aproxima al empirismo dialél·tico, y t:l.l
como ya hemos señalado. conduce a una experiencia que siempre se renueva.
y que desemboca en un pluralismo que, en Proudhon. deviene cada vez más
realista. Deduce por etapas y con una creciente claridad. que el movimiento
dialéctico es, en primer Jugar. el movimiento de la misma realidad !;OCial y
sólo ur. método para seguir l:1s sinuosidades je este movimiento. Cada vez se
da más ~.:ucnta de que las complementar iedades, las impliczciones mült iples y
las reciprocidadtli de p::rspcctivas también son tan reales como las rolarizll-
ciones y tan indispensables como los procedimientos dialécticos. como el
establecimiento de las antinomias. Pero el empiri ~mo y el realismo dialecticos
de Proudhon poseen sus limites. Lo que busca por medio ele su dialé~.:tica, ''la
reconciliación universal por la contradicción universal". se cfectua con equili·
brios. A pesar del reconocimiento de su inestabilidad y la llamada a nuevos
esfuerzos, a veces las an tinomias ~e completan y se equilibran demasiado fá-
cilmente. recubriendo a menudo por medio de ~ u inflación a !o~ demás moví·
mientes y pro<:ed imientos di a lécti~.:os.
D e este modo. y a pesar de todos los presentimientos que tiene Pro udhon
de la extrema complejidad del movimíentCI dialéctico. propio de la realidad
social y de la rluralidad de los procedimientos dialécticos necesarios para
estudiarlo en el interior de su variedad y diversidad, no evita el error siguien-
te: su dialéctica desemboca a veces en un pluralismo tan ordenado . tan inte
g rado y tan equilibrado . que se sospecha que esta integración y este equili b;~o
han sido preparados de antemano y preconcebidos.
La dialectica de Proudhon confrontada con la de Marx JJ9

11

Y:1. en su primera obra. De la Célébration du Dimanche. Proudhon decla-


ra que su método consiste en "buscar equilibrios dentro de la diversidad",
proponiéndose desvelar todas las diversidades efectivas y, después de haber
impulsado hasta el fondo esta descripción. estudiar la posibilidad de integrar
estas díversídade~ en conjuntos, en totalidades múltiples, pero donde podrían
equilibrarse las diversidades del mismo género. Esto condace, por una parte,
a totalidades no jerárquicas, donde se excluye toda "subaltemízacíón de los
elementos que la componen" y. por otra parte, a una pluralidad de totalida-
des. entre las cuales pueden buscarse igualmente equilibrios.
Este punto de vista se desarrolla con mayor precisión en /.a Création de
l'Ordre dans 1'/lumanité. Proudhon habla de "la intuición de las diversidades
y de las totalizaciones dentro de su división". Estas diversidades. así como
estas "totalizaciones" (este ti:rmino ha sido adoptado recientemente por Sar-
tre. que no parece conocer su ongen), son irreductibles. "Existe una indepen-
dencia de los diversos órdenes de series y la imposibilidad de una ciencia uni-
versal... La multiplicidad de los puntos de vista se impone", de la misma for-
ma que se impone la multiplicidad de las agrupaciones dentro de la realidad
social. así como la pluralidad de los conjuntos sociales donde se encuentran
integrados. "Resolver la diversidad actual en una identidad, es abandonar la
cuestión", tal como lo hicieron Shelling y Hegel.
La busca de las diversidades y la de su integración en las totalidades don·
de se equilibran. podrían evocar el panarmo11ísmo de Leibniz, cuya dialectica
se reducía al estudio de "la unidad dentro de una variedad impulsada al már.i·
mo". En efecto, Krause y A!lrcns (de los cuales fue discípulo Darimon, un
amigo de Proudhon) concebían el método dialéctico como una "vía aseen·
dente de análisis que se termina por medio de una intuición de totalidades de
las variedades". Pero Proudhon, que conocía bien a Leibniz y lo citaba a
menudo, toma todas las precauciones necesarias. tanto en La Création de
f'Ordre como en De la Justice dans la Révolution et dans l'Eglise, para opo·
ner su dialéctica, que concibe a la vez como movimiento de la realidad social
y como método a todo armonismo. Protesta contra la idea leibniziana de un
nrden trascendente y contra su idea optimista de una annonía preestablecida
entre mónadas irreductibles. "El orden" o, más exactamente. la coherencia
dentro de la multiplicidad de los conjuntos, sólo se realiza gracias a Jos peno- .
sos esfuerzos de la humanidad y a través de las antinomias de grupos y de
clases. Uno de los principales aspectos de esta lucha prometeica consiste en
el hecho de que "la marcha de la sociedad se mide sobre el desarrollo de la
120 Proudhon y Marx: una confrontación

industria y la perfección de los instrumentos" (pág. 242). Lo que falla a Leib·


niz. según las observaciones de Proudhon en De la Justice. no es únicamente
la pluralidad efectiva de los conjuntos y la señal de lo humano que llevan,
sino también las antinomias insolubles que son las únicas que pueden condu-
cir a la verdadera irreductibilidad y a un pluralismo consecuente.
la dialéctica proudhoniana se precisa más todavía en los dos volúmenes
de las Contradíctíons Economiques ( 1846). En primer lugar. Proudhon se
esfuerza por hacer que esta dialectica sea tan realista como posible. El meto-
do de las antinomias debe aplicarse no sólo a las doctrinas y a las ideas, sino
con mayor razón a las realidades sociales que las engendran y que se encuen-
tran ellas mismas en movimiento dialéctico, lo cual se verifica en particular
en sus manifestaciones económicas. Proudhon ya insistía en Premier Mémoi·
re sur la Propriéte, sobre la imposibilidad de comprend::r la vida económica
sin seguir su movimiento dialéctico real. Recordemos sus fórmulas: "La pro-
piedad es el producto espontáneo de la sociedad y la disolución de la socie-
dad ... La propiedad es el precio del trabajo y la negación del trabajo... La
propiedad es la libertad y la propiedad es un robo". "La propiedad es la instí·
tución de la justicia y la propiedad es un robo". Trata por consiguiente de la
misma forma la propiedad y el Estado : fuera de un marco social preciso, úni·
ca mente son abstracciones perniciosas que causan el mayor perjuicio al hom·
bre, a los grupos, a las clases y a las sociedades, y los conducen a alienacio·
nes: y tomados como elementos relativos y móviles, en el interior de un con·
junto social en movimiento, se encuentran en perpetua transformación y pue-
den modificarse enteramente y participar en equilibrios imprevistos.
Otro aspecto del movimiento dialéctico propio a la realidad social es el de
las [11erzas colectivas. Estas fuerzas colectivas son irreductibles tanto a las
fuerzas individuales como a la suma de estas, ya que los esfuerzos interpreta-
dos en un grupo, en una clase o en una sociedad, producen fuerzas centupli-
cadas. Ahora bien. estas fuerzas colectivistas pueden llegar a ser destructo-
ras, Qpresoras y amenazar la existencia de la sociedad y, sobre todo. su ímpe-
tu creador. Estas fuerzas unicamente se convertirán en fuerzas productivas y
creadoras por medio de la afirmación del elemento antinómico constituido
por la '' razón colectiva" que dirige las fuerzas colectivas y lucha contra sus
abusos. Pero la razón colectiva en sí misma. separada de las fuerzas colecti·
vas. sólo es una quimera pero más peligrosa que la razón individual. Además.
se afirma una dialéctica entre la "razón colectiva" y las ideas e ideales colec-
tivos (de la misma forma que entre la "conciencia colectiva" y la "razón
colectiva", de lo cual Proudhon no se da cuenta). Lo que constituye la trama
efectiva de la realidad social. cuya dialectica no se reduce de ninguna manera
a las antinomias. es el movimiento dialéctico entre las fuerzas colectivas. la
ra1.ón colectiva, las ideas y los ideales colectivos. sus interpretaciones y sus
luchas que se renuevan sin cesar y. por último, su proceso de "totalización".
La dialéctica de Proudhon confrontada con la de Marx 121

La dialéctica entre fuerzas colectivas, razón colectiva, ideas e ideales


colectivos, se realiza dentro del esfuerzo colectivo productivo y creador
manifestándose particularmente en el trabajo y en su movimiento hacia la
desalienación. El mito de Prometeo, al que Pro udhon hace alusión con insis-
tencia, tanto en Les Contradictions Economiques como en De la Justice. se
aplica esencialmente a la dialéctica del trabajo que, según las circunstancias,
unas veces es la mayor alegria y otras veces el mayor sufrimiento, ya que el
trabajo es a la vez el instrumento de la liberación del ho mbre y la amenaza
constante de su esclavitud. He aquí por qué el esfuerz.o de Prometeo, acom·
pañado de un sufrimiento infinito, es el símbolo del trabajo. Por una parte, el
hombre es demiurgo. "El trabajo, análogo a la acti vidad creadora. es la emi-
sión del espíritu...• es el triunfo de la libertad.'' Por otra parte, el trabajo se
convierte en una pena sin límites cuando se encuent ra completamente esclavi-
zado y alienado.
La alienación amenaza sin cesar el trabajo. Esta amenaz.a es mucho más
pesada cuando "el hombre muere del trabajo", ya que "trabajar. es gastar su
vida", y la alegria procurada por el trabajo nunca es pura. La dialectica inhe-
rente al trabajo se torna trágica cuando "la organiz.ación del trabajo" está
impuesta a los trabajadores desde arriba, ya sea por la voluntad de propieta·
rios holgazanes (feudales y curas), por la de los pat ronos privados y sus
coaliciones (feudalidad industrial), o por la del Estado y sus funcionarios
burócratas. Las antinom ias propias del trabajo no pueden resolverse com-
pletamente, pero la revolución social les puede arrebatar lo q ue poseen
particularmente de agobiantes. instituyendo la autogestión obrera, funda-
mento de la democracia industrial destinado a planificar de una forma
descentralizada la economía y, a continuación, a limitar el Estado completa-
mente transformado.
El movimiento dialéctico real de la sociedad, de la economía y del traba
jo, exige un método. no únicamente para estudiar e~tas realidades dentro de
todas sus sinuosidades. sino igua lmente para combatir los errores doctri nales
comunes al individualismo de la economía política clásica y al estatismo eCO·
nómico. Los extremos se tocan, señala Proudhon. El individualismo y el esta·
tismo llegan finalmente a los mismos resultados y parten de las mismas pre·
misas. E l estatismo hegeliano y c:l estatismo comunista (Proudhon dirige sus
esfuerzos. tal como sabemos, a los panidarios de " la comunidad de los bie-
nes" de !>U tiempo) disuelven la sociedad en el Estado, haciendo desaparecer
la diversidad en una unidad trascendente, y la pluralidad de los grupos dentro
de la centralización. De este modo. únicamente terminan por ver en las totali-
dades sociales un individuo ampliado, distinguiéndose del individualismo
agrandando al indh·iduo. Ya que la voluntad del Estado reemplaza todo
vínculo social. el esratismo económit:o es meramente un superindividualismo.
122 Proudhon y Marx: una corrfroncación

La misma demostración es válida para el individualismo. Este olvida que,


" fuera de la sociedad, el hombre es una materia explotable, un instrumento, a
menudo un mueble incómodo e inútil, pero no una persona". De esta forma,
el individualismo. "preparado para sacrificarlo todo a la persona, en realidad
la mata y llega al mismo punto que el estatismo''. De donde "el plagio perpe-
tuo y reciproco entre individualismo y estatismo". que viene a ser " la conde·
nación irrevocable de ambos". Sólo la dialectica consigue. al revelar la inca-
pacidad de Jos dos adve rsarios para comprender las totalidades sociales
reales, señalar este hecho. T ambién es ella quien manifiesta "que la negación
sistematica de la propiedad está concebida bajo la influencia directa del per-
juicio de la propiedad. y (que) es la propiedad quien se encuentra en el fondo
de todas las teorías comunistas". Recordemo~ las fórmulas de Proudhon que
ya hemos citado: "El propietario-Estado no tiene entrañas, ni remordimien-
tos. Es un ser caprichoso. que actúa en el circulo de su idea, de la misma
mane ra que la muela dentro de su rotación aplasta el grano". "Se tr~ua del
monopolio elevado a la segunda potencia." "No se remedia la rabia aunque
todo el mu ndo muerda ... Es falso que aun haciéndola propiedad del Estado,
la propiedad se convierta en sociaL" Al luchar contra estas concepciones
erróneas, la dialéctica desvela la identidad de los términos siguientes: propie-
dad absoluta, poder ilimitado. dictadura. "El estatismo económico es la glori-
ficación de la policia. "
En resumen. el método dialéctico no sirve únicamente para revelar el
embrollo de las antinomias y por ello la diversidad de las totalidades sociales
reales y la de los elementos que se encuentran integrados; sino que permite
igualmente desvelar algunas ilusiones, es decir, demostrar que existen contra-
dicciones que sólo son aparentes y no reales, como, por ejemplo, la opo~ición
entre individualismo y estatismo. ·
Lo que se puede reprochar a Proudhon es el carácter demasiado rígido y
1
demasiado abstracto de sus anáií~is. No siempre precisa en qué marcos
sociales concretos plantea el problema.de la estatización de la economía. que
puede tener diferentes sentidos y, en algunos casos. únicamente representar
una etapa. Además, a veces falta en sus análisis la dimensión histórica. De
este modo. el capitalismo de Estado. la tecnocracia y el comunismo no se en-
cuentran diferenc iados. lo cual ha provocado esta o bjeción irritada de Mli rx,
de que ''Proudhon únicamente ve en las relaciones sociales reales unos prin·
cipios y unas categorías". Esta critica sólo es exacta parcialmente en lo con-
cerniente a la discusión de las diferentes doctrinas contenida en las Contradic·
lions Economiques. pero es totalmente injusta con respecto al conjunto del
pensamiento de Proudho n. ya que esta concibe la dialéctica tanto como
movimiento real de la sociedad que como método. Mejor aún. no reduce toda
la dialéctica a las antinomias, sino que eo1treve igualmente las complementa ·
ricdadcs. las implicaciones mutuas y las reciprocidades de perspectivas.
La dialéctica de Proudhon confrontada con la de Marx 123

Nuestr:l interpretación encuentra su confirmación en De la Justice dans


la Révo/ution et dans I'Eglise ( 1858) y La Guerre ella Paix ( 1861 ). En la pri-
mera obra quizá pueda aparecer el temor de que Proudhon haya abandonado
la dialéctica en favor de un racionalismo de la justicia. Temor verdaderamen-
te injustificado, ya que, por otra parte. es precisamente en esta obra donde la
dialéctica de Proudhon. tal como ya hemos visto. ~e~ orienta no sólo hacia un
realismo rr.á~ consecuente, sino hacia un relativisrno y un empirismo más
profundizados. así como hacia la superación de la reducción de la dialéctica
de las antinomias. Mucho ante~ que Marx. Proudhon une la dialéctica a la
práctica .~ocia/ y la hace entrar en contac:o con el pragmatismo. no como
doctrina. sino en tanto que manifestación de la vida social cotidiana. Quienes
finalmente se revelan como el centro del movimiento ~ialéctico real y suscitan
la interpretación de la dialéctica en tanto que método que conduce a expe-
riencias que siempre se pueden renovar. son la práctica del trabajo y la prác-
tica tevolucionaria.
La dialéctica proudhoniana demuestra que. en la re,didad social. la liber-
tad y el determinismo social se in:erpretan, se completan. se implican y se
polarizar. de diferentes forma~. La~ manifestaciones más concretas de la
libenad colectiva, así ~-omo individual, son las revueltas y las revoluciones
que pueden triunfar o fracasar, pero que, en todos los cases, no tienen nada
que ver con el progreso automático y no dan ninguna seguridad contra la
posibilidad de decadencia y de degeneración. E1 movimiento dialéctico entre
!a lihenad y el determinismo en la realidad social revela que esta no puede
existir sin las acciones. los esfuer1.0s y !as incesantes luchas que rompen con-
tinuamente los equilibrim (equilibrios racionale~ inventados por Proudhon.
comprendidos). Sea comlJ sea, Marx ve sin razón alguna a Proudhon como
"un caballero del libre albedrío'' abstracto, mientras que Proudhon busca
precisamente estudiar el funcionamiento de la libertad humana en el interior
de la realidad social. Lo que es cierto. es que su dialéctica le conduce a hacer
resaltar las limitaciones del determinismo sociológico con mayor énfasis que
Marx. para quien el determinismo es. por otra parte, mucho menos riguroso
de lo que habitualmente se piensa. ·
También es en De la Justice dans la Ré1•olurion el l't:gliu, donde Proud-
hon expone con mayor claridad la complejidad del movimiento dialéctico real
~n que r..erzas colectiva:>, acción. trabajo. derecho. reglamentaciones
sociales. justicia, ideas e ideales y razón colectiva, se encuentran en proceso
de interpretaciont!s variadas que pasan por medio ée la complementariedad,
ia implicación mutua, la polarización dentro de antinomias, y la reciprocidad
de perspectiva~; en definitiva, su estudio exige la aplicación de los procedi-
mientos correspondientes al método dialéctico. Si se añade la tesis pragmati-
ca de Proudhon, según l¡¡ cual la idea nacida de la acción debe volver al pun-
to de partida sin lo cual degeneraría. se concibe de una forma dialectica; de
La dialéctica de Proudhott confrontada con la de Marx 123

Nuestra interpretación encuentra su confirmación en De fa Justice dans


la kévolutírm et da11s rF.glise ( 1858) y l.a Guerre et la Paix ( 1861 ). En la ¡>ri-
mera obra qui;:á pueda aparecer el temor de que Proudhon haya abandonado
la dialéctica en favor de un racionalismo de la justicia. Temor verdaderamen-
te injustificado, ya que. por otra parte, es precisamente en esta obra donde la
dialéctica de Proudhon, tal corno ya hemos visto, Sf: orienta no sólo hacía un
realismo más consecuente, sino hacia un relativismo y un empirismo más
profundizados, así como hacia la superación de In reducción de la dialéctica
de las antinomias. Mucho antes que Marx, Proud!10n une la dialéctica a la
práctica social y la hace entrar en contac:o con el pragmatismo, no como
doctrina. sino en tanto que manifestación de la vida social cotidiana. Quienes
iinalmente se revelan como el centro del movimiento dialéctico real y suscitan
la interpretación de la dialéctica en tanto que método que conduce a expe-
riencias que siempre se pueden renovar, son la práctica del trabajo y la prác-
tica revolucionaria.
La dialéctica proudhoniana demuestra que, en la realidad social, la liber-
tad y el determinismo social se interpretan, se completan. se implican y se
polarizar. de diferentes formas. Las manife,;taciones más concretas de la
libertad colecti\'a, así como individual, son las revueltas y las revoluciones
que pueden triunfar o fracasar, pero que. en todos los casos. no tienen nada
que ver con el progre;:;o automático y no dan ninguna seguridad contra la
posibilidad de decadencia y de degeneración. El movimiento dialéctico entre
la libertad y el determinismo en la realidad social revela que esta no puede
existir !>in la~ acciones. los esfuerzos y !as incesantes lucha~ qae rompen con-
tinuamente los equilibrio~ (equilibrios racionale~ inventados por Proudhon,
comprendidos). Sea como sea. Marx ve sin razón alguna a Proudhon como
"un caballero del libre albedrío" abstracto. mientras que Proudhon busca
preci-;amente estudiar el funcionamiento de la libertad humana en el interior
cie la realidad social. Lo que es cierto, es que su dialéctica le conduce a hacer
resaltar las limitaciones del determinismo sociológico con mayor énfasis que
Marx. para quien el determinismo es, por otra parte. mucho menos riguroso
de lo que habitualmente se piensa.
Tamhien es en De la Justice da>!s la Révo/ulion et l'Eg/ise, donde Proud-
hon expone con mayor claridad la compiejidad del movimiento dialéctico real
~n que f¡;er7.as colectivíls. ílCCÍÓn, trabajo. derecho. reglamentaciones
soci:;.les. justicia, ideas e ideales y razón colectiva. se encuentran en proceso
de interpretaciones variadas que pa~an por medio de la complementariedad.
la implicación mutua. la polarización dentro de antinomias, y la reciprocidad
de perspecti"a~: en definitiva. su estudio exige ia aplicación de los procedi-
mientos correspondientes al mérodo dialéctico. Si se añade la tesis pragmati·
ca de Proudho>~. según la cual la idea nacida de la acción debe volver al pun-
to de partida sin lo cual degeneraría. se concibe de una forma dialéctica: de
124 •dhon y Marx: una confronta ción

este modo, es preciso notar la riqueza de las perspectivas que ha abierto sin
proseguirlas siempre, o incluso teniendo (;Onciencia de todas las consecuen·
cias que podrían desprenderse.
La orientación de la dialéctica proudhoniana hacia el rea lismo y la expe·
riencia recibe una confirmación en /.a Guerre et la Paix (1861). Según
Proudhon. la guerra sería meramente el término genérico que designa todo lo
que es lucha. acción y virilidad, sin las cuales la vida social es imposible. de la
misma manera que son imposibles. en particular, la revolución y el trabajo.
Bajo las diferen tes formas del régimen capitalista, la guerra (o lucha de cla·
ses} es a la vez externa e interna. Bajo el régimen de la "democracia indus·
tria)". toma el carácter de tensiones y de equilibrios entre el Estado y la
democracia industrial planificando la economía de una forma descentraliza·
da. Lo mismo pasa entre las empresas y las profesiones. que incluso bajo el
régimen de colectivismo descentralizado se encuentran en competición de
productividad. La guerra cambia de caracter, pero no desaparece.
Sin embargo. al mismo tiempo que mantenía estas posiciones en su obra
sobre El principiofederalivo (1863) y en su libro póstumo sobre La Proprié·
té, Proudhon no resiste a la tentación de utilizar s u dialéctica para conseguir
equilibrios racionales y más bien estabilizados que corresponden a su ideal
social. Insiste. es verdad, una vez más, sobre el hecho de que "el m undo
social y el mundo moraL.. reposan en una pluralidad de elementos
irreductibles...". Mejor todavía. pone en evidencia la constatación según la
cual el método dialéctico está obligado, dentro de la variedad de sus procedí·
mientas, a seguir las sinuosidades de las tensiones entre los grupos, las profc
siones, las comunas libres y sobre todo y ante todo el Estado y la sociedad
económica, incluso cuando esta toma el carácter de una democracia indus·
tria! y del colectivismo descentralizado después de la revolución social. F.l
''choque de poderes d el cual se puede abusar'', sigue siendo por consiguiente
válido para un Estado transformado y para una propiedad federativa atribuí·
da a una organización económica planificada autónoma después de la desa·
parición de los patronos. Es preciso oponer un conjunto a otro. si se quiere
evitar una nueva esclavitud. De este modo, la libertad religiosa unícamente se
ha podido adquirir gracias a una pluralidad de Iglesias que venía a limitar el
Estado. Para P roudhon este es el camino a tomar para combati r. en la socie-
dad de mañana, por una parte. las tendencias que se dirigen hacia el estatis-
mo económico y, por otra, hacia la anarquía económica.
Según Proudhon. la única solución para poner fin definitiva mente a la
esclavitud humana es el feder alismo. que significa igualmente tanto la reali7.a ·
ción de la dialéctica como movimiento real de la socied2d y como método.
Este federalismo está concebido a la vez como federalismo político que equili-
bra al Estado desde el interior, y como federalismo económico que refuerza
la unidad de la sociedad planificada. estando e~;ta basada sobre una propie-
La díuléctica de Proudhon confrontada con la de Marx 125

dad fedcralizada que pertenece a la vez al conjunto de la sociedad economi·


ca. a cada región. a cada empresa y a cada trabajador. Es de esta forma que
las an tinomias en busca de ~u equilibrio siempre termi nan por predo minar
sobre las complementariedades, las im plicacio nes mutuas y las reciprocida·
des de perspectiva.
Se experimenta cierta angustia y cierta perplejidad ante esta realización
de la dialectica proudhoniana. cuyo complejo movimiento se encuentra ame-
nazado por los equilibrios, que no siempre evitan una estabilización racionali·
zada en el federalismo. Pero para ser justo con respecto a P roudhon. es preci-
so conveni r que si exi~te e~ta orientación dogmática de su dialéctica, sólo es
un hito. y que la dialéctica de los diversos aspectos de la re alidad social. la de
la propiedad. la de la libertad y de l determinismo y. por último, la de las
re volucione$. en pan icular la de la lucha de clases (sin la cual la democracia
ind ustrial no puede triunfar). todas estas dialecticas resaltan claramente en
todas las obras de Proudhon. desde la primera hasta la última: De la Capaci·
té Polítique des Classes Ou~·rfl•res. En esta P roudhon se sirve de la energía
revolucionaria y de la fuerza creadora de estas clases para hacer nacer una
democracia industrial. Estos m últiples movimientos dialécticos se encuentran
muy alejados de los "equilibrios" más o meno:; artificiales, y corresponden
más todavía a los dram as efectivos que se plantean en la realidad social.

Ahora es preciso resumir nuestras críticas concernientes a la dialectica


proudhoniana.
l. Debemos constatar. en primer lugar, que esta dialéctica, a pesar de su
carácter negativo. complejo y antitetico. sigue siendo una dialéctica ascen-
dente. Y lo es en el sentido que abre una vía que conduce, según Proudho n, a
la posibilidad de realizar un ideal social preciso: liberar el hombre, los gru pos
y toda la sociedad de sus esclavitudes, y desal ienar en lo posible el trabajo
gracias al establecimiento de una estructura pluralista y federalist a. en que la
democracia política y la democracia industrial se limiten y se completen. y
donde la Justicia y el derecho triunfen sobre el poder y sobre todas las demás
reglamentaciones sociales. Ciertamente, según el mismo Proudhon. esta
dialéctica prepara la via a la intervención de la libertad creadora implicando
el riesgo de luchas encarnizadas y de revoluciones que pueden fracasar y
degenerar. Es preciso reconocer a Proudhon sus sabias reservas. pero se debe
constatar que, a pesar de todos sus esfuerzos, no evita el escollo de la dialécti·
c a ascendente según la cual la intervención de la libertad colectiva y de las
revoluciones le parece imposible. Ahora bien. nos parece legiti mo preguntar·
nos si una dialéctica puede ser ascendente sin presuponer de entrada. e inde·
pendientemente de toda dialéctic!l. una escala estable de valores. entre los
;:uales el de la misma lihertad colectiva predomina sobre el determinismo. En
126 Pmudhon y Marx: una confrontación

otras palabras, ¿las presuposiciones dogmáticas son inevitables antes de


rec urrir a la dialf.ctica?
Una dialéctica consecuentt:rnente negati va en el plano del método sólo
puede ser una ordalia de depuración p.:rpetua de los conceptos. que conduce
a su fragmentación y a una renovación de los esfuerzos para penetrar en las
profundidades de lo real. En este sentido, la di:Jiéctica úni cament~: puede
desembocar en nuevas experiencias. Tanto si se trata de un movimiento
dialéctico real como del método dial~ctico, no es por medio de la dialéctica
que se podrá llegar a una vida social mejor. La dialéctica solamente puede
servir para mostrar los errores del dete rminismo. en particular del determi nis-
mo sociológico. erro res que ofrecen a la libertad humana la ocasión de pene-
trar en la realidad social. Pero, según su orientación y las circunstancias. la
libertad tanto pued~ servir al mal como al bien.
2. En segllndo lugar, la dialéctica proudhoniana permanece apologética.
Se trala de la apo logía de los equilibrios. "del balanceo" de las !lntinomias . de
su integración en los conjuntos no jerárquicos, de la equivalencia de las fuer ·
zas colectivas, de los valores transpersonales y personales, de la libertad de
los individuos y de los grupos, de los diferentes géneros de federalismo. de la
copropiedad federalista a la vez colectiva e individual y de la democracia
industrial y política. Ahora bien, todos estos elementos reales. todos estos
principios morales y jurídicos. y todas estas técnicas de organización (q ue
pueden ser válidas para estructuras sociales de un cierto tipo sin serlo para
otras o coyunturas sociales). no son el resultado de un analisis dialéctico
imparcial destinado a demoler todos los dogmatismos y a relativiz.ar todos
los datos, todos los principios y todas las técnicas. Son aceptados por Proud-
hon antes de toda dialéctica. lo cual únicamente sirve a menudo para
exponerlas, hacerlas explicitas y justificarlas. Es de este modo que, a pesar de
todo su esfuerzo para hacer de su dialéctica tan compleja, relativista y diver-
sificada como la realidad social en todas sus sinuosidades, no evita el escollo
de lo demasiado bien equilibrado, de Jo demasiado arreglado. de lo demasia-
do integrado, puesto que preconcibe. En la dialéctica proudhoniana, la lucha
dc:~c sperada ent re lo apologético y !o empirico termina en una victoria, aun-
que sólo fuera precaria , de lo apologético.
3. El tercer y ultimo reproche que debemos dirigir a Proudhon conciernr.
a la inflación de las antinomias, nacida tanto de la confusión entre contradic-
to ri os y contrarios, como de la confusión entre antinomia y tensión. Esta
inflación es mucho más flagrante cuando el mismo Pro udhon hace presentir
la multiplicidad de los hitos y de los procedimientos dialécticos. cuando opo-
ne. como antinómicos, la sociedad y la propiedad pri vada. el maquinismo y
la competencia, el Estado y la sociedad económica, las fuerza s colectivas )' la
razó n colectiva. la justicia y el ideal, el poder y el derecho >'· por último. la
libertad humana y el determinismo social, y nos lleva hacia la polarización de
La dialéctica de Proudhon confrontada con la de Marx 127

elementos que tanto pueden ser complementarios. implicados mutuamente. o


que tienden hacia la reciprocidad de perspectivn como contrarios )'. con
mayor razón. antinómicos.
Tal como ya !o hemos indicado. en algunas fases del capitalismo. por
ejemplo, el maquinismo y la competencia no son contradictorios. sino
complementarios. De la misma manera. el Estado y la sociedad económica
pueden polarizarse o completarse. implicarse mutuamente o entrar en reci-
procidad de perspectivas. La~ fuerzas colectivas y la conciencia colectiva
sólo son contradictorias cuando el trabajo no ha empezado a desalienarse.
Los demás aspectos de la realidad social tienden mas bien hacia relaciones de
implicación mutua, de ambigüedad. de complementariedad o de reciprocidad
de perspectivas. El poder y el derecho son a menudo más contrarios que con-
tradictorios, y pueden encontrarse dentro de relaciones de implicación
mutua. Lo mismo ocurre, con más evidencia todavía, para con el determinis-
mo social y la lilxrtad humana, que comportan numerosos grados, y donde
siempre son posibles diferentes hitos dialécticos.
La inflación de las antinomias y de sus polarizaciones representan un
serio obstaculo para hacer triunfar las visiones más profundas de Proudhon.
Este pluralista no ha sabido conducir hasta el fin sus propias alusiones a la
multiplicidad de los aspectos del movimiento dialéctico real y de los procedi-
mientos áialéctl'cos necesarios para seguir sus recovecos. Su dialéctica se
encuentra de este modo a veces extrañamente desarmada para penetrar en
las profundidndes de la realidad social, y de su dimensión histórica en
particular. En esto residen los limites de la dialéctica proudhoniana.
Sin embargo, la doctrina social de Proudhon ha ejercido una gran
influencia en la Primera Internacional, en la Comuna de 1871 y, por último.
en el movimiento sindical francés de principios del siglo xx. a través del
sindicalismo revolucionario. Es una prueba de que la dialéctica de Proudhon
posee meritos ciertos, y que, a pesar de algunas inconsecuen~.:ias, fue mucho
mas realista de lo que se podría creer.
Pero antes de estudiar en nuestra conclusión algunos aspectos de la
influencia real del pensamiento de Proudhon sobre el movimiento obrero. y
en particular sobre la Comuna de 1871. quisiéramos recordar brevemente en
qué la dialéctica de Marll se distingue de la de Proudhon y cómo ambas se
complementan en ciertos aspectos.
128 Proudhon y Marx: una confrontación

lii

LA DIALÉCTICA EN KARL MARX

Aunque Marx no renuncia a las síntesis en su dialéctica. y aunq ue una


\·incu lación de esta con el pluralismo social faltará a sus consideraciones. se
presenta finalmente menos dogmático que Proudhon. ya que tiene un sentido
histórico más agudo. En efecto, las síntesis dialécticas de Marx se iden tifican
preferentemente con los hitos históricos por una pane, y con las crisis revolu·
c ionarias por otra. Realizandose amba~ dentro de esfuerzos colectivos que
crean y recrean al hombre y la sociedad, readaptando las relaciones sociale~
a las fuef7:as productivas, se manifiestan en las luchas de dascs. Al igual que
Pro udhon, Marx, como veremos, no evita ni la dialéctica ascendente. ni la
inflación de las antinomias. Pero permanece más cerca de la rea lidad social
que Proudhon, gracias al recurso co nstante a la colabo ración entre sociología
e historia. D e donde sus expresiones, por otra pane ambiguas y poco a fort u·
nadas, de " historiogra!ia con base materialista", de " materialismo práctico''
n de "nuevo materialismo". Engels agravó todavía más el error por sus
fórmulas todavía más falsas de ''materialismo dialéctico" y de ' 'materialismo
económico". Pero al mismo tiempo que mantenía su dialéctica dentro de lo
conc reto, el historicismo sociológico de Marx ameoaza a veces con
comp rometerla. en la medida en que esta dialéctica no escapa a la tentació n
de recaer del saber históriro dentro de la filosofía de la historia y de a1ribuir a
las clases sociales en lucha "destinos histórico s" cercanos a los que 1legel
atribuía a las naciones y a los Estados.
Ahora intentaremos exponer lo más brevemente posible la dia léctic<t de
M arx1 , para someterla seguidamente a una corta apreciación critica.
l. El primer mérito de la dialéctica de Marx es el de presentarse comu
antidogmatica. y d e buscar excluir toda posición filosófica previa, tal como el
espi ritualismo, el mate rialismo, el rac ionalismo, el escepticismo e. incluso. el
moralismo. Marx escribe que "en la práctica social" "el materialismo y el
espiritualismo pierden su oposición ". Su dialéctica se esfuen:a en hace r
sobresalir lo que es relativo, perecedero, ~·ariab/e, y por último tenso. Tod:n ·ia
de un a forma más clara que la de Proudhon, la dialéctica de M arx pretende
se r completamente reaiista, lo cual no impide incluir en es:a realidad el es·
fuerzo, la acción, los significados. la "conciencia real''. las obra$ de civiliLa·
ción, las ideologías y, por último, la libenad.

' Par:. más delnlles. ver cni libro Dialeclique el Sociologie. pags. ll R · ~~ . l'aris. >~ 2.
La dialéC'tica de Proudhon confrontada con la de Marx 129

El realismo dialéctico de Marx implica una doble orientación ya presentí·


da intensamente por Proudhon. En primer lugar. el movimiento dialéctico es
un movimiento real, caracterizando la realidad social en su totalidad, y los
fenómenos sociales. así como sus expresiones. Pero este realismo dialéctico
representa al mismo tiempo un método para tomar conciencia del movimien-
to social real, estudiarlo y seguir sus sinuosidades. De este modo. la dialéctica
se convierte igualmente en un método de investigación, y nos podemos pre-
guntar si Marx ha reflexionado suficientemente sobre el hecho en que las mis-
mas relaciones entre la dialéctica como movimiento real y la dialéctica como
método deben ser diall!clizadas de la misma forma. es decir, que tanto puede
existir entre ellas correspondencia (complementariedad, implicación mutua.
reciprocidad de perspectivas) como diferencia (ambigüedad y polarización).
No obstante. bajo este doble aspecto de la dialéctica concebida como
movimiento real y como método, Marx se acerca tanto como Proudhon al
empirismo dialéctico que conduce a una experiencia con nuevas siquosidades
y con hitos imprevisibles e inesperados de la realidad social. A decir verdad.
las "síntesis dialécticas" que Marx evoca son preferentemente los resultados
de los esfuerzos. de las invenciones y de las creaciones de la voluntad huma-
n3, tanto colectiva como individual, que se expresan a través de las luchas y
los conflictos de clases y de grupos, a través de las tensiones entre las fuerzas
productivas y las relaciones de producción (a condición de que estas síntesis
no se transformen en una visión escatológica del futuro).
2. De este modo, llegamos al segundo elemento positivo de la dialéctica
de Marx: su concentración exclusiva sobre la realidad social. sobre la reali-
dad histórica en particular, y tanto sobre lo humano colectivo como lo indivi-
dual. Proudhon, que se había propuesto el mismo fin, no consiguió integrar
completamente la dialéctica de las ideas y de las doctrinas dentro del moví-
miente de la realidad social. Marx, por el contrario, insistió de tal manera
sobre esta integra~ión, que podemos recelar de él, al ver en las obras de civili-
zación. en las ideas y en las doctrinas, unicamente proyecciones, epifenóme-
nos de la realidad social o. en el mejor de los casos, ideologías. Sin embargo,
no era esta su intención. En efecto, Marx se asemeja mas bien a Saint-Simon.
el cual consideraba las obras. las ideas y Jos valores como partes integrantes
de los fenómenos sociales totales y de los actos totales que los producen.
Marx admite que las mismas ideologías se encuentran comprendidas dentro
de un movimiento dialéctico, el cual, al mismo tiempo que le da una eficacia
r~lativa en la realidad social. le otorga una parte de veracidad.
3. El tercer elemento positivo de la dialéctica de Marx, y segun nuestra
opinión, el mas importante, es el descubrimiento de que el movimiento dialéc·
tico real implica una multiplicidad de orientaciones posibles que se pueden
observar r.n la realidad social. Se pueden distinguir siete:
130 Proudhon y Marx: una corifrontación

a) Se trata. en primer lugar, de la dialéctica de las síntesis revo luciona-


rias.
b) Seguidamente, de la dialéctica entre las fuerzas productivas, las rela -
ciones de producción. la toma de conciencia, las obras de civilización y las
ideologías. Esta dialéctica la podemos designar, según nuestra propia
terminología. como la dialéctica de los escalones más profundos de la reali-
dad sociaL
e) En tercer lugar, de la dialéctica de las clases sociales y de S'J lucha, de
los cambios de su papel, de su numero y de sus divisiones internas.
d) Después. de la dialéctica de las alienaciones, que toman sentidos y
formas diferentes y se encuentran particularmente reforzados bajo el régimen
capitalista.
e) Se llega a la dialéctica de la vida económica en general y de la econo-
mía capitalista en particula r.
j) U no de l0s aspectos de esta es la dialéctica entre las sociedades en ta n-
to que totalidades, y sus economías en tanto que sectores de estas totalidades.
lo cual puede conducir igualmeute a una dialéctica entre ciencia económica y
sociología.
g) La dialéctica del movi mien to his tórico acaba de coronar el edificio.
Esta dialéctica tiene tendencia a englobar a todas las demás dialécticas pero
provoca, sin embargo. en el mismo Marx, una dialéctica entre sociología y
saber hí~tórico o ciencia de In historia.
Marx no ha diferenciado siempre esto s múltiples movimientos dialécticos
toda vez que la diali:ctica histórica es para él la sintesis de todas las demás.
Sin embargo, ha dado suficientes indicaciones para permitirnos constatar que
la mayoría de estas dialécticas no se cubren por completo.
A pesar de esto, existe un punto importante que Marx no ha considerado
y esta omisión debilita lo que ha descubierto o más bien ha presentido. ¿Sí el
movimiento dialéctico real puede comprometerse en diferentes direcciones.
no sería necesario recurrir a diferentes procedimientos dialécticos para
estudia rlos y seguirlos dentro de su variación? Ciertamente, los movimientos
dialécticos reales son anterio res a las vías y a lo~ medios que permiten
descu brirlos y estudiarlos; sin embargo, seria i:ladmisible reduci.- todos los
procedimientos operatorios utilizables por ti método dinléctico a uno solo: el
de la antinomia o de la po larización entre los contradictorios. que en princi-
pio se encuentra acompañado de su unificación o de su "superación" dentro
de las síntesis.
Por ejemplo, si para esludiar la dialéctica de las revoluciones se impone el
procedimi~nto de polarización, para estudiar la dialéctica de los aspectos de
la realidad social los procedimientos mas ind icados son. en cambio. la re la-
ción existente de comp!ementaríedad, de ímpiicación mutua. de ambigüedad
y de reciprccidad de perspectivas. Además, la dialéctica de las clases
La dialéctica de Proudhon confrontada con la de Marx /JI

sociales. en la medida en que no se trata únicamente de dos clases. sino de


varias (lo cual se comprueba a menudo en los aná,isis concretos de Marx.
donde menciona cinco o seis clases y numerosas "fracciones" en el interior
de las clases). exige la aplicación. al lado de la polarización, de relacionar
dialecticamente complementaridad o ambigüe.1ad. Este ultimo procedimien-
to. en particular. se presenta como necesario cuando se trata de fracciones de
clases susceptibles de constituir nuevas clases. Sólo los procedimientos
dialécticos de reciprocidad de perspectivas o de implicación mutua se encuen-
tran excluidos aquí. a causa de que el carácter de una clase es de ser
irreductible a cualquier otra. Desde este punto de vista, Proudhon presintió
mejor que Marx la pluralidad de los procedimientos dialécticos.
Los diferentes sentidos que toma en Marx el concepto de alienación y que
recubren los diversos movimientos dialécticos reales deberían exigir igual-
mente, para su estudio, una multiplicación de los procedimientos dialécticos.
De este modo, las susodichas "alienaciones", que en si mismas no poseen
nada de negativo. tales como: a) la objetivización; b) la autonomía de lo
social: e) su estructuración; d) y. por ultimo, su organización, a condición de
que permanezca democrática, piden mucho más para estudiar sus cambios,
procedimientos tales como relacionar implicación mutua o reciprocidad de
pers-pectivas con la esrontaneidad del fenómeno social total subyacente, que
un recurso al procedimiento de polarización. En cambio, las alienaciones
negativas. tales como: a) la servidumbre a las organizaciones de dominación;
b) la proyección y la pérdida del control d~ si mismo; e) y, por último, la
"desrealización"l. exigen ante todo, para estudiar sus movimientos, el recur·
so al procedimiento dialéctico de polarización.
La variedad de los procedimientos dialécticos se impone igualmente para
estudiar las relaciones entre economía y estructura social. El mismo Marx lo
reconoce implícitamente, él que siempre tiende a exagerar la implicación
mutua e incluso la reciprocidad de perspectivas entre ambas.

De este modo, las constataciones que acabamos de hacer sobre la dife-


rencia que existe en Marx entre su descubrimiento de una multiplicidad de
movimientos dialécticos dentro de la realidad social y su reconocimiento de
principio de un solo procedimiento operatorio para estudiarlos, d:ferencia que
lo conduce, al igual que Hegel y Proudhon. a una verdadera inflación de las
antinomias, nos permiten precisar los defectos de su dialéctica.
l. El primer error esencial de su dialéctica es, ai igual que la de Proud-
hon, no haber profundizado suficientemente el problema de la relación entre
la dialéctica en tanto que movimiento real de la humanidad, de la sociedad y

' Ver en relación al concepto de la alienación en Marx mi Vocation dt! la Sociofogit!. vol. 11.
2.• ed.: pl!gs. 2~3 y sigs y pág . .!21. 1963.
132 Proudhon y Marx: una confrontación

de la realidad histórica, y los procedimientos dialécticos que permiten


estudiarlos. Ahora bien. tal como ya hemos indicado, esta relación es en sí
misma dialéctica. Aunque Marx haya hecho alusión a esta distinción entre
dialéctica como movimiento real y dialéctica como método de investigación,
no lo puso de relieve.
2. EL segundo error de la dialéctica de Marx. más grave todavía que el
primero. y que se encuentra además en el origen de este, es de permanecer
con una dialéctica ascendente, igual a la de todos los dialécticos que lo prcce·
dieron.
Si para Platón La dialéctica es un método que permite llegar a la intuición
de las ideas eternas, si para los representates de la teología negativa es una
ordalia preparatoria a la intuición mística, si para Fichte y para Proudhon es
un esfuerzo de La sociedad y de La humanidad (idéntico a la acción moral de
Prometeo) que conduce a la creación por medio del trabajo, en Marx, a pesar
de su riguroso realismo, la dialéctica sigue siendo siempre la ascensión de la
humanidad. destrozada y dolorida, hacia la :salud definitiva. La dialéctica
ascendente de Marx, aunque menos moralizante que las de Fitche y de
Proudhon, conduce, sin embargo, mucho más hacia el sueño de un paraíso
, terrestre donde todas las dificultades y tensiones propias a la vida social deja-
rán de existir para siempre. Gracias a la dialéctica histórica, la dialéctica
ascendente de Marx es una marcha triunfal a través de las revoluciones,
hacia una humanidad desalienada por fin de todas sus servidumbres y
reconciliada consigo misma.
3. De este modo, llegamos al tercer error que imputamos a la dialéctica
de Marx: el de ser además de una dialéctica ascendente. una dialéctica apo/o -
géiica . Es la apología de la segunda fase del comunismo, la apología de la
sociedad sin clases, La apología de la desaparir.ión del Estado, La apología del
desvanecimiento de todo temor y de todo obstaculo y ia apología de la armo-
' ' nia perfecta sobre la tierra. Es la apología del fin de la hisroria: la dialectica
reali~ta de Marx termina púes J>t>rUn'ancaro1ogiu, donde se réúnen La anun-
ciación profética de la salud y el fin de la historia. Es preciso insistir sobre el
hecho de que la dialectica ascendente y apologética de Marx. a pesar de todo
el realismo desplegado en el camino, sólo sirve finalmente para probar lo que
ya se habia planteado implícitamente por adelantado, a saber, que el ideal
terrestre edificado por el proletariado no tardará en realizarse.
;¡ Desde este punto de vista, la dialéctica de: Proudhon es más realista que
la de Marx, ya que en su busc¡¡ de los va riados :quilíbrios entre las antino-
mias. incluso en la futura sociedad. siempre presupone una inestabilidad de
esta. es decir, nuevos problemas a resoiver, problemas imprevisibles. Por con ·
siguiente. para finalizar, la dialéctica de Proudhon y la de Marx. al igual q ue
sus contribuciones respectivas en todos los campos, más bien se completan
que se contradicen. :i
Conclusión

La influencia
de Proudhon y de Marx
sobre el movimiento obrero real

Para terminar este libro, confrontaremos las influencias de Proudhon y


de Marx sobre el movimiento obrero real.
Proudhonianos y marxistas se e]lfrentaron por primera vez en la Primera
Internacional de los Trabajadores, cuya existencia fue, por otra parte. de cor·
ta duración. La Asociación Internacional, que empezó con el encuentro de
obreros delegados de diferentes países, cuando la Exposición Internacional
de Londres. en 1862, fue fundada oficialmente en 1865 y disuelta en 1872,
tan sólo siete años después de su nacimiento. Su primera reunión tuvo lugar
en Ginebra en 1866. El memorial inaugural fue redactado por Marx. pero
este tuvo en cuenta las posiciones de los representantes franceses. que eran
todos proudhonianos moderados. y se encontraban encabezados por el obre·
m Tolain. La sección francesa se organizó a principios del año 1865 y fue
· dirigida en primer lugar por Tolaín, Fribourg y Limousin. Los do~ primeros
habían firmado el"manifiesto de los sesenta". que fue condenado por Proud-
hon en De la Capacité Politique des Classes Ouvril>res, por su extrema
moderación. Entre los demá~ miembros dirigentes que se unieron a los funda-
dores. es preciso citar a Malon y a Varlin. que será uno de los miembros más
influyentes de la Comuna y una de sus víctimas más valerosas en la sangrien·
ta liquidación de la Comuna por los versalieses a fines de mayo de 1871.
Varlin fue quien contribuyó esencialmente a la orientación izquierdi~ta de la
sección francesu de la Internacional. Ahora bien. aunque Marx mantiene
correspondencia con Varlin y le testimonia su estima. el izquierdismo de la
sección francesa se encuentra sobre todo orientado hacia la síntesis de
Proudhon y del anarquismo revolucionario de Bakunin. El primer Congreso
de la Internacional tiene Jugar en Ginebra, del 3 al 18 de septiembre de 1866.
siendo dominado por los proudhonianos, sostenidos por les partidarios de
Bakunin. Al no haber podido participar en este Congreso. Marx ordenó a sus
partidarios. "para no crear disenciones'', :nsistir sobre la reivindicación de la
134 Proudhon y Marx: una confrontación

jornada de ocho horas y sobre la libertad sindical, lo cual debía recoger una
aprobación unánime. lgualml!nte, en el Congreso de Lausana (1867). los
proudhonianos, que por otra parte son cada vez más revolucionarios. siem·
pre predominan sostenidos por los partidarios de Bakunin.
Desde J 867 hasta la Comuna de 1871, la crisis económica engendra una
serie de huelgas. Marx, llegado clandestinamente a Francia, en 1869. consta-
ta que el movimiento obrero supera a !os proudhonianos. En realidad, este
movimiento los conduce cada vez más hacia el extremismo. La evolución de
Varlin es, desde este punto de vista. muy caract~ristica. Las ideas de Proud -
hon. de Blanqui y de Bakunin, se combinan en su pensamiento, pero se sigue
manteniendo alejado del marxismo. En los Congresos de Bruselas ( 1868) y
de Basilea (1869). Marx todavía cuenta con pocos partidarios. No obstante,
todos los delegados se ponen de acuerdo sobre el principio de la colectiviza-
cién de los medios de producción.
En Francia sólo existían en este momento dos marxistas: P. Lafsrgue.
yerno de Marx, y L. Frankel. Lafargue a o pudo tomar parte rn la Comuna
de París, pucll vivía en Burdeos: pero fue a París por algunos días con el fin
de tomar contacto con la Comuna, lo cual le valió una severa condena. de la
que se escapó gracias al exilio, del que volvió despues de la amnistía de 1880.
Su misión tenía por fin organizar en Burdeos, de la misma forma que se había
intentado en muchas ciudades de Francia, Comunas análogas a la de París.
Se intentó en Saint-Etienne y sobre todo en Lyon, pero fracasaron . En cuanto
al otro marxista, el húngaro Frankel, debía jugar un importante papel en la
Comuna.
En el curso de Jos dos años que precedieron a la Comuna y que marcan el
apogeo de la Primera Internacional en Francia, los proudhonianos. despues
de haber descubierto el caracter revolucionario del proudhonismo y com-
prendido finalmente la posición efectiva de Proudhon. intentan combinar. en
un momento propicio, la revolución social y la revolución política; entonces
es cuando se afirman como los auténticos dirigientes del movimiento obrero.
El gobierno imperial intenta dos procesos a la sección francesa de la Interna-
cional. Sus dirigentes son condenados a penas de prisión. pero la sección,
disuelta por dos veces, se reconstituye inmediatamente cada vez. En este
momento, y sobre todo despues de la caída del imperio, impuesta por la
revuelta obrera del 4 de septiembre de 18 70, la sección francesa de la Inter-
nacional cuenta con más de 300.000 obreros.
Sin embargo, seria dificil afirmar, con los adversarios de la Comuna y
tambien con algunos historiadores influidos por ellos. que la Internacional
obrera fuese la principal causa de la Comuna. La propaganda oficial de los
versaUeses, encabezados por Thiers. presentaba la Comuna de París como
una intriga tramada en el extranjero por aventureros que residían en Londres.
La i'lfluencia de Proudhon y de Marx 135

Ahora bien, nada es mas cieno que el siguiente hecho: desde el 4 de septiem-
bre de 1870, el Comité central de la Internacional con sede en Londres, y en
particular Karl Marx, ponían a los obreros franceses en guardia contra una
"insurrección prematura". La sublevación del31 de octubre de 1870. en que
los obreros y los guardias nacionales invadieron la sala de sesiones del
gobierno de Defensa Nacional en el Ayuntamiento. no hacia mas que aumen-
tar las aprehensiones de Marx y de Engels. Consideraban que la clase obrera
francesa no estaba madura para una revolución social. M~trx solamente acep-
tó la Comuna de Paris después de que se instituyera y, dedicándole su prime-
ra apología. silenció el hecho de que la mayoría de la Comuna se componía
de proudhonianos y de blanquistas. Todas las medidas administrativas, eco-
nómicas y políticas tomadas por la Comuna se inspiraban en Proudhon.
La sección francesa de la Internacional, junto con el Comité republicano
de los veinte distritos de Paris (septiembre de 1870- mayo de 1871), influen-
ciado por la sección y sostenido por los guardias republicanos rebelados. fue·
;on las principales fuerzas organizadas de la Comuna. apoyadas esencial-
mente en los obreros de París. Sin embargo, la causa principal de la Comuna
reside en una coyuntura unica: el sitio de París por el ejército aleman que cer-
caba la capital desde el 19 de septiembre de 1870. la falta de víveres y la na.
grl\nte injusticia de su repartición. el armisticio con Alemania aceptado el 28
de enero de 1871 en condiciones inauditas, el carácter ultrarreaccionario de
la Asamblea Constituyente reunida en Versalles y, por ultimo, la política
directamente provocadora de Thiers. J. Favre y J. Ferry con respecto a la
clase obrera, fueron los verdaderos factores de esta explosión social que fue
la Comuna de París.
No es sorprendente que, en estas condiciones, la Comuna sólo durara
setenta y tres días: del 18 de marzo al28 de mayo de 1871. Una de las cosas
que debería sorprender son todas las medidas que la Comuna consiguió
tomar dentro del cono plazo que se le impartió. Estas medidas, así como la
existencia misma de la Comuna -primer ejemplo del comienzo de una
revolución social-, tuvieron inmensas repercusiones sobre el movimiento
obrero y sus adversarios en el mundo entero. Lenin todavía se encontraba
obsesionado por el advenimiento de la Comuna.
Además. esta primera tentativa de organización del poder proletario jugó
el papel de un verdadero mito en el sentido soreliano de llamada a la acción.
Hasta tal punto. que Lenin, en un debate publico en que tanto sus panidarios
como sus adversarios !e pedían si el gobierno soviético podía durar mucho
tiempo. respondió en sustancia que todavía no lo sabía, pero que al menos
duraría, contribuyendo de esa forma a crear un mito -que, al lado de la
Comunu, y más quizá que la Comuna. se grabaría para siempre en la memo·
ria de la clase proletaria del mundo entero.
136 Proudhon y Marx: una rot¡frontación

En estas condiciones, es partil:ularmente interesante analizar el espíritu


de la Comuna, y las medidas por medio de las cuales ha intentado realizarlo.
El 18 de marzo, el Comité Central de la Guardia Nacional decidió y consi-
guió llevar los cañones sobre la colina de Montmartre con el fin de defenderse
contra los versalleses y los alemanes. El 19 de marzo anunció para el 26 las
elecciones al Consejo Municipal de la ciudad de París y encargó al Comité de
los veinte distritos la organización de estas elecciones. Al mismo tiempo. fue-
ron nombrados delegados en los diferentes servicio:. ministeriales. militares o
administrativos: Varlin y Jourde en las Finanzas. Eude en el de Guerra.
Vaillant en el Interior, etc. De este modo, la primera célula del Comité Ejecu-
tivo provisional de la Comuna se constituyó y empezó a reunirse en el ayun-
tamiento.
El 23 de marzo. tres días antes de las elecciones, el Comité Central expu-
so claramente, en su manifiesto, sus fines: realizar una revolución comunal.
base de la revolución social: ''Hemos reivindicado la emancipación de los tra·
bajadores y la delegación comunal es la garantía... La autonomía de cada
comuna quita (al poder) todo carácter opresivo. ¿Qué hemos pedido? La
organización del crédito, del cambio y la asociación con el fin de asegurar al
trabajador el valor integral de su trabajo". El tono tar. proudhoniano dP. este
manifiesto no puede escapar a nadie. La Comuna se instaló el 28 de marzo,
después de que hubieron votado 229.000 parisinos (sobre 488.500 inscritos;
muchos de estos habían abandonado París). El discurso inaugural fue pro·
n•mciado por un viejo amigo de Proudhon, Bes/ay, que se convenirá a cont;-
nuación en el delegado de la Comuna en el Banco de Francia. Entre los elegí-
dos (70 miembros), hay 25 obreros, de ellos 13 miembros de la Internacional
y el resto intelectuales, algunos de los cuales (C. Longuet -el futuro yerno de
Marx, el pintor Coubet, los e;;critores J. Valles, Clément. Grousset. cte.)
entraron en la Comuna cuando se realizaron las elecciones complementarias
de 16 de abril. El resto de esta asamblea, bastante heterogénea, la com-
ponían anesanos, empleados y pequeños comerciantes.
"La declaración del pueblo frances" leída el 19 de abril en el Ayunta-
miento y aprobada unánimemente por la Comuna. estaba redactada por dos
proudhonianos notorios, P. Denis y De/ese/use. Su contenido coincide total-
mente con las ideas de Proudhon: "La autonomía absoluta de la Comuna se
extiende a todas las localidades de Francia y teniendo por límites unicamente
el derecho de intervención igual para todas las demás comunas adheridas al
contrato, cuya asociación debe asegurar la unidad francesa". Por consiguien·
te, federalismo total. de donde el nombre de "federados" dado a todos los
partidarios de la Comuna, y el derecho de los electores de revocar a sus
representates. Para generalizar, la finalidad de la Comuna es ''poner fin al
viejo mundo gubernamental y liberal, al militarismo, al funcionarismo, a la
explotación. a la esclavitud de los monopolios y a los privilegios a los que el
La ir¡fluencia de Proudhon y de Marx 137

proletariado debe su servidumbre, y la patria sus desgracias y sus desastres".


Cuando los asuntos van de mal en peor, la Comuna radicaliza sus fórmulas y
sus medidas. Entre las fórmulas, retendremos: "La revolución que tiene como
fin hacer desaparecer el poder en si, comporta la abolición del Estado y de
todo organismo del cual es la encarnación suprema", porque este texto repre·
senta una síntesis del proudhonísmo y del marxismo. En cuanto a las medí·
das tomadas por la Comuna, es preciso distinguir las nuevas iniciativas y las
medidas lle autodefensa.
Las nuevas iniciativas están todas guiadas por la hostilidad contra la
burocracia, el funcionarismo, el ejército permanente, la ense1ianza confesio-
nal y, por ultimo, contra toda subvención a los cultos religiosos. La Comuna
considera a los funcionarios, incluso a los más altos, como delegados
temporales cuyos salarios no deben sobrepasar los de los obreros especiali-za-
dos. Tiende a iguala; al máximo todos los salarios. contrariamente a lo que
debía produírse luego en la Unión Soviética. Aquí había ciertamente una par-
te de utopía; sin embargo. Marx aprueba sin reserva esta tendencia en su
apología de la Comuna. conten!da en el 111 Memorial de la Asociación lnter·
nacional de los Trabajadores, que constituye La Guerra Civil en Francia.
Las medidas económicas tomadas por la Comuna están guiadas por el
mismo espíritu y también por las circunstancias. La Comuna suprime tempo-
ralmente todos los alquileres para poder igualarlos en el futuro. Devuelve gra-
tuitamente a todos los interesados los objetos empeñados en los montes de
piedad y reembolsa a todos aquellos que sus prendas empeñadas habían sido
vendidas. Decreta un moratorio gen~ral de tres años para todas las deudas.
Intenta organizar el crédilo graruito tan apreciado por Proudhon. Prohibe
todas las multas y todas las deducciones infligidas a los obrero3 en las fábri-
cas. Confisca todas las empresas industriales privadas, abandonadas por su~
patronos. Delega sus representantes en el Banco de Francia, pero no se atre·
ve a confiscar los fondos inmediatamente. y vacila hasta mayo, algunas
semanas antes de su fin. lo cual fue un error. La Comuna busca desarrollar al
máximo posible la asistencia pública y democratizarla. Prohíbe el trabajo de
noche, incluso en las panaderias, y favorece las cámaras sindicales. Tasa y
controla los precios de todos los artículos.
Una de las grandes preocupaciones de la Comuna. y en la que quizá se
desenvolvió con mayor éxito, fue la reorganización de la enseñam.a. Vaillant,
delegado de la Instrucción Pública, convocó a los padres de los alumnos de
las escudas primarias para estudiar con ellos las reformas a emprender. La
enseñanza religiosa fue suprimida. Se organizaron escueias de enseñanza t~c­
níca y profesional. Se proclamó el principio de la gratuidad de la enseñanza
de todos los grados. La federación de los artistas se encargó de administrar
todos los teatros. La Biblioteca Nacional se reorganizó y se abrió a todos.
nombrando como director a Elíseo Reclus.
/38 Proudhon y Marx: 11na cor¡frontadón

Todas estas medidas fueron sostenidas por "clubs populares" que empu-
jaron a la Comuna a las más radicales medidas de socialización. Fueron
probablemente estos clubs, así como las violencias ejercidas por los versalle-
ses, que fusilaron a todos los communards que caían en sus manos y cogían
rehenes que sufrían la misma suerte o se encontraban bajo esta terrible
amenaza. que condujeron a la Comuna a una medida que más tarde se reveló
como nefasta: se trata de la organización de un Comité de Salud Pública, el
cual cometió grandes errores bajo la inspiración de blanquistas jacobinos. A
pesar de su reorganización, el 9 de mayo, es decir, menos de tres semanas
antes de la caída, no evitó masacres colectivas y arbit rarias. La Comuna pro-
puso al gobierno de Versalles un cambio de rehenes, al frente de Jos cuales se
encontraba el arzobispo de P arís. Thíers rechazó este cambio y 64 rehenes
fueron fusilados antes de la caída de la Comuna. Una de las víctimas fue
Chaudcy. el antiguo secretario de Proudhon, que había permanecido en
París. pero q ue no participó en la Comuna: no es que le fuera hostil, pero
había desaprobado la sublevación de la guard ia nacional en octubre de 1870
y era. por esta razón, mal visto por los miem bros de la Comuna. Fue deteni-
do por un comisario de policía dudoso, que se apropió de sus economías. lo
cual provocó la dimisión del delegado "communard'' en la prefectura de poli-
cía. Rigault. C haudey fue pues simplemente una víctima de las circunstan-
cias, pero su ejecución, cuatro días antes de la caída de la Comuna, acreditó
la leyenda sostenida más tarde por el marxismo oficial. de que los proudho-
nianos más allegados personalmente a P roudhon habían sido hostiles a la
Comuna. Lo cual es completamente falso, ya que algunos de los amigos mas
íntimos de Proudhon. como Belsay, Deslec!use y Denis. fueron miembros de
la Comuna. e incluso delegados del gobierno 11ue instituyó. Además, en su
libro La Vérité sur la Commune, Bcslay hace su apología.
A quien me preguntara: ¿Si Proudhon hubiese vivido. hubiera participa-
do en la Comuna? -lo cual, dada su edad, habría sido muy posible, ya que
mu rió a los 56 años en tnero de 1865, y tan sólo hubiera tenido 61 a ños en el
momento de la Comuna- respondería que me es evidentemente imposible
afirmar cuáles habrían sido sus reacciones directas. Sin embargo, si se tiene
en cuenta que la conducta de Proudhon en la Constituyente de 1848 fue
ultrarrevolucionaria, y si se relee De la Capacité Politique des Classes Ou-
\'ri~res -con su llamada a la separación total de estas clases y de la burgue-
sía. y su predicción demas iado optimista de la in minente desaparició n de esta
última-. la participación de P roudhon en la Comuna viene a ser muy
probable. En este caso, habría sido ciertamente su jefe. Todas las medidas
tomadas por la Comuna se orientan en el sentido de las ideas de Proudhon,
excepto en el Comité de Salud Pública debido a la influencia del blanquismo.
No hay duda alguna que P roudhon habría combatido el blan4uismo con
La inj1ue11da de Proudhon r de Marx 139

todas sus fuerzas, y verosímilmente su prestigio habría contribuido a limitar y


a reducir esta tendencia. Proudhon, entonces, habría mueno valerosamente
con los demas "communards" y su cuerpo sería inhumado con los de tantas
víctimas. ante el "Muro de los Federados". en el cementerio del Pere-
Lachaise. Si esto se hubiera producido. 'las doctrinas de Proudhon hubieran
conocido cíenamente una repercusión mayor y una influencia más profunda
todavía de las que han tenido hasta ahora.
Quisiera señalar un hecho curioso. Unos años después de la caída de la
Comuna. Marx primero y luego Engels (este ultimo con mas detalles). se
dedicaron a demostrar que el fracaso de la Comuna significó el fin del proud-
honismo, reconociendo de este modo implícitamente la predominante
inliuencia de Proudhon sobre la Comuna. Pero se rcYelaron como malos pro-
fetas, ya que el pensamiento de Proudhon resucitó con el nuevo impulso
tomado en Francia por el movimiento obrero después de 1880. sobre todo
desde el desarrollo del sindicalismo. y del sindicalismo revolucionario en
particular.
Estos son. para terminar, lo~ diversos aspectos de esta influencia que
debemos estudiar.
Después del aplastamiento de la Comuna -millares de fusilados. de dete-
nidos y de emigrados-. y a pesar de la prohibición legal de toda asociación
obrera (ineficaz despues de la amnistía de 1880). el movimiento obrero se
reanuda en Francia. Al lado del Partido obrero frances, encabezado por los
marxistas P. Lafargue y J. Guesdes. y del Partido socia/isla re1•olucionario
de tendencia blanquista. teniendo como jefes a Vaillant y Allemane. Brousse
constituye un Partido obrero posibilísta. representando un proudhonismo
moderado. Broussc es el primero en proponer una síntesis entre las concep-
ciones de Proudhon y de Marx. encontrándola en una autonomía de los serví·
cios públicos descentralizados. gracias a la cual los medios de producción
atribuidos al F..stado proletario serían administrados efectivamente por los
mismos interesados. pero no profundiza estas ideas, que además compromete
por su oportunismo. El socialista belga C. de Paepe primero y Jaures más
tarde (que tanto contribuyó a la unificación del partido socialista francés.
sección francesa de la Internacional Obrera 119051. de donde el término
actual de SFIO). desarrollaron una síntesis más profunda de Proudhon y de
Marx. síntesis a la cual nos referiremos más adelante.
Señalemos antes que donde es preciso buscar la repercusión de la influen-
cia proudhoniana es sobre todo del lado del movimientiJ sindical. Después
que la ley de 1884 (bajo la iniciativa del gobierno Waldeck-Rousseau) hubo
reconocido la legalidad d~ los sindicatos. se fundó la Confederación General
df!l Trabajo en 1895. Al mismo tiempQ se con~tata un rápido desarrollo de la
Federación de Bolsas de Trabajo, que vio la luz bajo el impulso de Pclloutier
140 Proudhon y Marx: una COf!{rontación

en 1893. Ambas organizaciones. influidas igualmente por el proudhonismo,


se encontraron, sin embargo, durante casi diez. años compitiendo. Si la Fédé-
ration des Bourses du Travail se inspiró en el proudhonismo revolucionario
combinado con la influencia de Bakunin (de donde la expresión de
anarcosindicalismo), la CGT se inclina primero hacia un proudhonismo
moderado. La unidad de la$ dos organizaciones se realizó en el Congreso de
Montpellier en 1902.
Es en este momento cuando el sindicalismo revolucionario domina la
CGT durante doce años para disgregarse a comienzos de la Primera Guerra
Mundial. en 19 14, al mismo tiempo que dejaba profundas huellas tanto en
Francia como en los demás paises. El sindicalismo revolucionario es a la vez
un movimiento obrero real que se manifiesta ruidosamente en Francia y una
doctrina que se considera original, y !o es en parte; se trata de una modifica-
ción del proudhonlsmo de izquierda adaptado a la~ circunstancias.
El sindicalismo revolucionario se da una cs.~rta en el Congreso de Amicns
( 1906). La carta de Amiens, que rechaza todo contacto con la burguesía. el
Estado e incluso los partidos políticos. que predica la acción directa, la huel-
ga general y una revolución permaner.te en las fábricas y en el país., fue vota -
da por 830 votos contra 8. Su autor se llamaba G riffuhles, secretario general
de la CGT. y fue el mayor jefe del sindicalismo revolu<:ionario en tanto que
movimiento real. Me acuerdo de una conversación que tuve con un amigo ín-
timo de Griffuhles en 1925. mientras que empezaba a redactar mi tesis princi-
pal de doctorado de estado en Letras, L 'ldée du Droit Social, en que el pen ·
samiento de P roudhon juega un gran papel. Mi interlocutor me decía: " Sabe
que sin el sindicalismo revolucionario, el público en general y los medios
obreros habrían o lvidado a P roudhon". Parcialmtnte es verdad. aunque en
1920 haya aparecido una obra colectiva, Proudhon et Notre Temps (escrita
por proudhonianos moderados y ccn prefacio de Bouglé) que, evidenciando
los esfuerzos realizados en Gran Bret3.ña y en Alemania para organizar legal·
mente la representación obrera en las fábricas. hablaba de la "tesurrección de
Proudhon" y de " el momento de ~u desquite". Sin emb~rgo, estos autor:s. así
como los supervivientes del sindicalismo revolucionario. olvidaban la imluen-
cia de Proudhon sobre la constitución de la autogestión obrera de base al
comienzo de la Revolución Soviética, inOuencia que debía pro longarse en
1950 por medio de l desarrollo y la profundización de la aut ogestión obrera
en Yugoslavia a partir de 1950.
Pero volvamos a la doctrina del !.indicalismo revolucionario en Francia.
Aquí es preciso distinguir la doctrina elaborada en el fuego de los combates
por los dirigentes efectivos de este movimiento y las ttorias de Sorel y Berth,
los cuales únicamente eran intelectuales que se inspiraban en los acontecí·
mientes. Los instigadores d el sindicalismo retu vieron sobre todo de Proud·
La i'lfluenda de Proudhon y de Marx 141

hon que "el taller debe reemplazar al gobierno'' y que la democracia indus
tria! debe ser instituida por los mismos obreros. Pero, para realizarla, añaden,
es preciso una acción directa fuera de toda forma legal, acción que solamente
puede ser ejercida por Jos sindicatos y sus celulas en el i.nterior de las fábri·
cas. Su principal medio es la huelga: !as huelgas parciales y la huelga gene·
ra/. Es en este punto cuando el sindicalismo revolucionario se distingue esen·
cialmente de Proudhon al mismo tiempo que Jo evoca. Las celulas sindicales
en las fábricas y las empresas que estos autores identifican sin razón con Jos
co;1sejos obrt"ros de control y de gestión, les parecen ser la base de la futura
sociedad. Además. confian en "minorías acti\'as" capaces de tomar la inicia·
tiva tanto de la "revolución final" como de la ";evolución permanente", coti-
diana. Esta idea ciertamente no diría nada a Proudhon. Sería preciso añadir a
esta orientación del sindicalismo revolucionario un antimilitarismo indigna-
do, el rechazo en términos violentos de todo un ejército permanente y un
pacifismo radical que se desvaneció bajo el golpe de los acontecimientos de
1914.
Lo que Sorel en sus Réjlexions sur la Violence ( 1908) y Berth, en Les mé-
faits des lntellectuels (19 14), añadieron a la doctrina del sindicalismo revolu-
cionario, Fue primero la idea del milo llamando a la acción y representando
una especie de síntesi~ entre algunas ideas de Proudhon y de Bergson. Esta
idea de la importancia del mito debía ejercer ~u influencia sobre Lenín. Y la
de la prevención contra los intelectuales, tan querida a Berth, no tuvo reper-
cusión en Francia. pero fue utilizada al principio de la Revolución Rusa, para
condenarla más tarde ...
Señalemos. para terminar nuestras reflexiones sobre el sindicalismo
revolucionario en Francia y sobre la influencia parcial que Proudhon ejerció
sobre el. que en tanto que movimiento real, su importancia no se mide por el
número de adheridos a la CGT de la época (tan sólo el 5% de las masas tra·
bajador&s), sino por los participantes a las huelgas, que Fueron muy elevado!\:
9.500.000 en 1906. y 4.800.000 en 1910, por ejemplo.
En el mismo momento en que en Francia el sindicalismo revolucionario
se desarrollaba de una forma ruidosa, J ean J aures se con venia, a pesar de su
lucha con los partidarios de Guesdes, en el jere indiscutible del Partido
Sociali~ta Unificado ( 1905-14). Al mismo tiempo que desaprobaba la acción
directa preconizada por el sindicalismo revolucio!lario, reconocía lo bien fun-
dado de la independencia del sindicalismo con respecto a los pattidos politi·
cos y el papel cte los sindicatos y de sus célulr.s, no sólo bajo el régimen
capitalista. sino también como base de la gestión industrial en la sociedad del
futuro.
Quizá bajo la influencia del sociali!\ta belga C. de Faepe. del que profun·
dizó su!l sugestiones, J aurés se reconcilió con Proudhon y sobre todo con sus
142 Proudhon y Marx: una C'onfronración

primeras memorias sobre la propiedad. Intentó una síntesis entre Marx y


Proudhon, proponiendo que la propiedad de los medios de producción sea
atribuida a un Estado colectivista. pero que la posesión efectiva de estos
medios sea dada a los obreros administrimdose ellos mismos. Por consiguien·
te. se pronuncia por un colectivismo descentralizado. fundado sobre la auto·
gestión obrera, pero sin pronunciar este término. De esta forma se compren ·
derá mejor por qué L. Jouhaux. en aquel momen to secretario general de la
CGT. pudo decir en su discurso en los funerales de J aurés. vícti ma de un
odioso atentado en vísperas de la guerra de 19 14. que el sindicalismo re vo lu·
cíonario únicam:nte se encontraba distante de Jau res por los medios y de
ninguna manera por el objetivo final.
Se vuelven a encontrar algunos aspectos del proudhonismo (bien conoci-
dos en Rusia) en la orientación del partido socialista re vo lucio nario que se
dirigía sobre todo a los campesinos; su rama de extrema izquierda no sólo
sostuvo enteramente la revolución soviética. sino que participO en el primer
gobierno de los scviets. Ahora bien, la ir.fluencia combinada del sindicalismo
revolucionario francés y del proudhonismo a secas, jugó un cierto cometido
en la formación de los ~oviets de base que después de la Revolución de Octu ·
bre tomaron el poder en las fábricas y las empresas, doude reali1.aron la auto
gestión obrera. Más tarde. algunas ideas de Proudhon penetraron incluso en
el segundo programa del Partido Comunista adoptado en marzo de 191 8 y
hasta en los discursos de lenin contra el gobierno provisional de Keren sky
en 1917. En uno de estos discursos, Lenin prodamó especialmente: "No a la
colectivización y a la planificación sin autogestión obrera de base". Pero.
durante la guerra civil. los soviets de base fueron suprimidos bajo la instancia
conjugada de Stalin y de Trotsky. El X Congreso del Partido Comur.istc:.
(mayo de 1921) condenaba la oposición obrera de Chlapnivcov que exigía el
restablecimiento de la autogestión, ana tema tizada entonces en tanto que
'' desviación anarquista pequeño burguesa"... lo cual apuntaba directamente
al proudhonismo. Ha sido preciso esperar el XXll Congreso del Partido
Comunista (1961) para que se vuelva a hablar de ''la autogestión de las
masas'' y para que se dibujaran los signos de una ev0lución. por otra parte
lenta. hacia la autogestión obrera. Vemos que la idea proudhoniana de una
democracia industrial·agrícola es tenaz. Si en la Unión So\'iética. actualme n
te tan sólo se ha realizado en los koljoces campesinos. domina, sin que el
gobierno se dé cuenta, y a partir de 1950, en In organización de la indu$tria
en Yugosla via.
En Occidente. el horroroso peligro de la tecnocra.:ia al se rvicio de los
trusts y de los cartels privados. nacionales o internacionales, tecnocracia que
asegura la influencia de estos últimos sobre el Estado v ~u Administración.
hace de gran actualidad el problema de la aulogestión obtera. Cien años des
La influencia de Proudhon y de Marx /43

pués de su muerte, la actualidad de Proudhon se impone tanto en el Este


como en el Oeste. Es. creo. el mayor homenaje que se le podría rendir.
En tanto que sociólogo y doctrinario social, Proudhon no es tan sólo un
tmp<>rtante e indispensable eslabón entre Saínt·Simon y Marx. sin el cual este
último sería imposible. sino mucho más. Los pensamientos de Proudhon y de
Marx se completan y se corrigen mutuamente. No se excluyen jamás. incluso
cuando se contradicen. Ciertamente. las diferentes tentativas de síntesis han
fracasado hasta ahora por no haberse elevado al niwl de estos dos hermanos
enemigos. Pero todavía no se ha pronunciado la ultima palabra. Esta síntesis
se encuentra mucho más avanzada en la realidad de los hechos que en la doc·
trina. Sin embargo, estoy C(lnvencído de que una nueva concepción que no se
hará esperar superara a la vez a Proudhon y a Marx, con el fin de unirlos.
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Luís B')rJa.f)Qrteren lll Brumaríoa, Lur. San Sebastián, 1973.
e-v~
b-;
.,lo
o~
__.....
.,.

Esta obra. es1;rita con motivo de la celebraci611 del centenario


de la muerte de Proudhon. tiene como finalidad confrontar a este
con Marx. no solamente en su calidad de sociólogos. e incluso
no solamente como doctrinarios poiíticos y sociales. sino también
en su ¡nfluen-:;ia real sobre el movimiento obrero. influen~ia tan
orofunda hov como ayer. Por ayer se entienae la 'Revolución
de 1848. la constituciór. je la Primera Internacional por Marx
en 1865· 72. cuando marxistas y proudhonianos. guiados por
Bakul)in. lucharon firmemente. y por último la Comuna de París
1::11 la que prE,dominó. sin que Marx se diese cuenta. ta influen·
cía d>3 los proudhonianos. Ef~ctiv!lmente. en su escrito La gu~rra
civil e!' Francia. Marx aprobó todas las medidas tomadas poí
la Cc'lluna. sin preci,;ar en dónde se habían inspirado. Empe-
zando por Bakunin. no han escaseado los esfuc~zos para recon-
ciliar a Proudhon y Marx. rec:onciliación que han intentado los
~;ocialistas franceses. desde Brousse a .Jaurés. y los 5ocialístJs
belgas. tiesde Caesar de PdeJ?e hast<l Vandervelde. Habría que
seguir esra línea doctrinal or u ra n B rotaña a partir de una época
mtís reciente. ele Sidney y Bec.tríz Webb ·-los teóricos del labo-
rismo a ,[!rincipios ne nuestro siglo--, pasando por el llorado
G. D. H . .._ole -uno de los principales inspiradora!> deí Guiíd So-
citliism, f!n boga en G~<tn Bretaña allá por los añns 1918·25-, y
termimmdo por un importante r!!presentante de la soci:.~logiél po-
lltica y uno de los líderes del laborismo. Haroln Laski. fallecido
en 1950. En Occidente. el temib!e peligro de la tecnocracia al
servicio de los trusts y de l;,¡s cartels pr,vados. nacionales o in-
ternacionales -tecnocracia que parece gar3ntizar el do'minio de
estos últimos sobrE:: el EstacJo y su Administración--, actualiza
el problema de la au1oges1i6n obrera. Cien años después de su
muerte. la actualidad cie Proudhon se ¡mpone tanto en el Este
como en Occrdente. Este es el mayor homenaje que se le podía
rendir. Como soci61Cigo y doctrinario social. Pro~Jdhon no sólo
es un P.slabón import::tnte e indispensable entre Saint-Simon y
Marll. sin el cual Marx sería imposible: es rrwcho más. Las ideas
de Proudhon y las de Marx so complementan y se corrigen rnu-
t:Jamente. Jam;!ls se excluyen. ni siquiera ~uando se r.onrradicen.

Georgij Davidovich Gurtvitch na.:ró er• 1894 rm Novorossrisk l.'dcr de :a sor:io-


loyía e:itrucrural fue j)rofesor ~" la$ Uni\;ersic1ades dt~ l Or')Sk, Pr?I~Ja tshashhrf,JO
v ;ol emigrar a Franr.ia de la Sorbora de Paris. Sus teorias par\e:l p( ru:.,;alment"
de M a•·• v du Protodt,on. co" aportaciones originales Q~e e>puso en una socio·
logia esttucrur(1/, d~ unH' audif~nciit en los medios ooiversi!arios Enrrc sus obras.
destacar La edfld pmseme v la ir!IM rf.-J ,¡,,,t:l,u ~uci;rl 1.1931 ). Socintogi.l 1iel
dere~"'' ('•9421 Dererminismos .wr;iales '{ libeftart numann 0955) TrillildU de
.mr:i<rlo_q;,, i 1958) y Di~:~léctica y socin!ngía ( 19621. Falleció eo·, Paros en 1 96!'1

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