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5 consejos litúrgicos y

espirituales para los


ministerios de música y
los coros parroquiales
APOSTOLADO FE CATÓLICAMÚSICA Y ARTE
, ,

MAYO 29, 2018

Escrito por
Lector invitado

En la mayoría de parroquias hay un coro o un


ministerio de música que son los encargados del
servicio litúrgico durante los domingos en la Santa
Misa, sin embargo, el coro o ministerio a veces no
cumple como debe ser su misión de ser músicos
de Dios. A continuación les dejaré 5 consejos,
tanto litúrgicos como espirituales, para
aquellos que le sirven a Dios a través de la
música.
1. Reconocer que somos
instrumentos del Señor

Tal vez nos hemos topado en el coro con algún


cantante o un músico que quiere ser la estrella, el
que salmodie solamente en Pentecostés, o en
alguna otra solemnidad, aquel que siempre quiere
figurar en el coro, que su voz resuene más que la
de los demás, el que quiere hacer solos de guitarra
en la misa, etc…

Para aquellos músicos, les quiero dedicar este


primer consejo que es espiritual: la Santa
Eucaristía, no es un acto en el cual nosotros
demostramos nuestros dotes y talentos a los
demás. Es un sacramento en el cual Cristo se
hace presente, en cuerpo alma y divinidad bajo
las especies del Pan y del Vino.Por lo tanto, la
misa no es un concierto. El centro de la Misa es
Cristo, la estrella es Él.

Para contrarrestar este problema, les recomiendo


la oración de san Francisco de Asís: «Señor hazme
un instrumento de tu paz…» Si buscas la fama, los
aplausos, los fans, estás perdiendo el tiempo.
Inviértelo en algo mejor, aunque no hay nada mejor
que cantarle a Dios.

2. Discernimiento
Como músicos de Dios, debemos discernir todo el
tiempo, tanto en el diario vivir, como en el servicio
litúrgico, para poder cumplir con excelencia nuestra
misión de músicos católicos. Es difícil, pero no
imposible, ser buenos músicos de Dios. Acudir
constantemente a los sacramentos, la lectura diaria
de la Palabra de Dios y el rezo del santo rosario es
de vital importancia espiritual.

El discernimiento para los cantos se da siempre y


cuando se abra el corazón a la acción del Espíritu
Santo antes y durante del servicio litúrgico.
Discernir qué canto hacer para que se relacione
con las lecturas del día, con el Evangelio, con la
reflexión del sacerdote. La pregunta para discernir
los cantos es: ¿qué quiere decirnos el Señor hoy?
No podemos realizar cualquier canto, el primero
que nos llegue, o el que es más bonito. Nada de
eso. Los cantos, han de ser siempre producto de la
inspiración divina en los músicos y no de sus
gustos personales.

Recuerda no convertir la Misa en un concierto,


debes hacer bien tu trabajo, nunca te alegres por
hacer las cosas a medias, planifica siempre los
cantos para el servicio y tampoco critiques algún
canto, porque es muy viejo o el ritmo parece
fúnebre.Recuerda siempre que es Dios quien
habla cantando.

3. Ora y estudia

La oración es el combustible de nuestro


corazón, sin ella, no podemos seguir el camino
en el Señor. Un cristiano que no dedique un
momento de su día a la oración está perdiendo su
batalla espiritual. Debemos orar todos los días,
comunicarnos con Dios en todo lugar y en todo
momento. No buscar excusas, para no orar.
«Quien dice que no ora por falta de tiempo, no le
falta tiempo sino amor» (San Juan Pablo II).

¿Estudiar? sí hay que estudiar, pero… ¿estudiar


qué? Música, liturgia, magisterio de la Iglesia, vida
de santos, hay mucho por estudiar. En el coro, se
debe dar algunas nociones musicales a todos los
integrantes, se debe estudiar el Catecismo de la
Iglesia Católica, el Concilio Vaticano II, el
«Musicam Sacram», entre otros documentos
eclesiales, que hablen sobre la música.

4. No ser superficiales
La misión de los músicos de Dios no es solamente
cantar la misa, la hora santa, los conciertos, etc. El
coro debe enseñar a las demás personas, música y
canto. De igual modo también pueden dar charlas
sobre liturgia y música –según el nivel de formación
que lleven– en otras parroquias a coros o
ministerios que se están iniciando en este hermoso
servicio. Además procurar en realizar visitas a los
ancianatos y hospitales para llevar la alegría del
Evangelio.

El coro también debe ayudar en la organización de


procesiones en Semana Santa, las novenas
decembrinas, las fiestas patronales entre otras
actividades parroquiales. El coro o ministerio no
solo canta la Misa los domingos.
5. Cantar al Señor, más que
con la voz, con la vida misma

Cantemos al Señor el cántico del amor

«Cantad al Señor un cántico nuevo, resuene su


alabanza en la asamblea de los fieles. Se nos
exhorta a cantar al Señor un cántico nuevo. El
hombre nuevo sabe lo que significa este cántico
nuevo. Un cántico es expresión de alegría y,
considerándolo con más atención, es una
expresión de amor. Por esto, el que es capaz de
amar la vida nueva es capaz de cantar el cántico
nuevo. Debemos, pues, conocer en qué consiste
esta vida nueva, para que podamos cantar el
cántico nuevo. Todo, en efecto, está relacionado
con el único reino, el hombre nuevo, el cántico
nuevo, el Testamento nuevo. Por ello el hombre
nuevo debe cantar el cántico nuevo porque
pertenece al Testamento nuevo

Nadie hay que no ame, pero lo que interesa es cuál


sea el objeto de su amor. No se nos dice que no
amemos, sino que elijamos a quien amar. Pero,
¿cómo podremos elegir, si antes no somos
nosotros elegidos? Porque, para amar, primero
tenemos que ser amados. Oíd lo que dice el
apóstol Juan: El nos amó primero. Si buscamos de
dónde le viene al hombre el poder amar a Dios, la
única razón que encontramos es porque Dios lo
amó primero. Se dio a sí mismo como objeto de
nuestro amor y nos dio el poder amarlo. El apóstol
Pablo nos enseña de manera aún más clara cómo
Dios nos ha dado el poder amarlo: El amor de Dios
dice ha sido derramado en nuestros corazones.
¿Por quién ha sido derramado? ¿Por nosotros,
quizá? No, ciertamente. ¿Por quién, pues? Por el
Espíritu Santo que se nos ha dado.

Teniendo, pues, tan gran motivo de confianza,


amemos a Dios con el amor que de él procede. Oíd
con qué claridad expresa San Juan esta idea: Dios
es amor y quien permanece en el amor permanece
en Dios, y Dios en él. Sería poco decir: El amor es
de Dios. Y ¿quién de nosotros se atrevería a decir
lo que el evangelista afirma: Dios es amor? Él lo
afirma porque sabe lo que posee.

Dios se nos ofrece en posesión. Él mismo clama


hacia nosotros: «Amadme y me poseeréis, porque
no podéis amarme si no me poseéis.»

¡Oh, hermanos! ¡Oh, hijos de Dios! Germen de


universalidad, semilla celestial y sagrada, que
habéis nacido en Cristo a una vida nueva, a una
vida que viene de lo alto, escuchadme, mejor
aún, cantad al Señor, junto conmigo, un cántico
nuevo. «Ya lo canto», me respondes. Sí, lo cantas,
es verdad, ya lo oigo. Pero, que tu vida no dé un
testimonio contrario al que proclama tu voz.

Cantad con la voz y con el corazón, con la boca y


con vuestra conducta: Cantad al Señor un cántico
nuevo. ¿Os preguntáis qué alabanzas hay que
cantar de aquel a quien amáis? Porque, sin duda,
queréis que vuestro canto tenga por tema a aquel a
quien amáis. ¿Os preguntáis cuáles son las
alabanzas que hay que cantar? Habéis oído:
Cantad al Señor un cántico nuevo. ¿Os preguntáis
qué alabanzas? Resuene su alabanza en la
asamblea de los fìeles. Su alabanza son los
mismos que cantan. ¿Queréis alabar a Dios? Vivid
de acuerdo con lo que pronuncian vuestros labios.
Vosotros mismos seréis la mejor alabanza que
podáis tributarle, si es buena vuestra conducta».

De los Sermones de San Agustín, obispo (Sermón


34, 1-3.5-6; 41, 424-426).

Por último, les comparto una oración de san


Ignacio de Loyola:

«Señor, enséñame a ser generoso; enséñame a


servirte como mereces: a dar y no contar el costo,
luchar y no hacer caso de mis heridas, trabajar y no
hacer caso de mis heridas, trabajar y no buscar
descanso, desgastarme y no pedir recompensa,
más que conocer que hago tu voluntad. Amén».

Jhan Sayago. Músico católico, Venezuela.

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