La teoría de gravedad de Newton provee una brillantemente exitosa explicación
del movimiento del planeta y hoy guía a las sondas espaciales en viajes de mil millones de millas a través del sistema solar. En cambio, en campos gravitacionales muy fuertes, las desviaciones de la teoría de Newton se hacen evidentes. Aquellas desviaciones están correctamente descriptas por la teoría general de relatividad, una radical teoría de gravedad diferente propuesta por Einstein en 1916 que describe la gravedad como un efecto geométrico resultante de la curvatura del espacio y tiempo causado por la presencia de materia. Los objetos que se mueven bajo la influencia de la gravedad siguen los caminos más rectos posibles en esta curva de espacio-tiempo. Por décadas la única evidencia orbital para la teoría de Einstein fue un muy ligero cambio en la orbita de mercurio. Las diferencias entre la gravedad einstenian y newtonian se volvió sustancial solo en regiones donde el escape de la velocidad se aproxima a la velocidad de la luz, el cual no pasa en nuestro sistema solar. Sin embargo, recientemente los astrofísicos han descubierto estrellas colapsada extraordinariamente densas cuyas propiedades deben ser explicadas usando relatividad general. En el extremo relativista general están los agujeros negros, objetos de tal densidad que el escape de velocidad excede al de la luz, haciendo imposible que nada escape de su agarre gravitacional. Los agujeros negros con varias veces la masa del Sol han sido identificados provisionalmente en algunos sistemas estelares binarios, y los agujeros negros masivos – un millón o mas de masa solar- se cree que se esconden en los centros de muchas galaxias, incluyendo nuestra propia. La relatividad general también predice la existencia de las ondas gravitacionales. Literalmente ondula en el tejido del espacio y el tiempo, estas ondas pueden ser generadas en violentas explosiones estelares y pueden ser detectadas por las vibraciones que ellas inducen en objetos masivos. La detección indirecta de ondas gravitacionales ya ha ocurrido. Al analizar los cambios en el movimiento de un pulsar en una orbita cercana a otro objeto Joseph Taylor y Russell Hulse demostraron que el púlsar está perdiendo energía al ritmo que resultaría de la emisión de las ondas gravitacionales. A pesar que la relatividad general es matemáticamente compleja, esta basada en una simple observación que, antes de Einstein, parecía una coincidencia. La ley universal de gravitación establece que la fuerza atractiva entre dos partículas depende de sus masas. La segunda ley de Newton, establece que la fuerza necesaria para producir una aceleración dada es proporcional a una masa de objeto. ¿Por qué la misma propiedad, la masa, que determina la atracción hacia otros objetos, también determina la respuesta de un objeto a las fuerzas aplicadas?
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