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Trabajo Final – Lecturas en Cs.

Sociales II – Julio Ibarra

La información como cuarta mercancía ficticia en el Capitalismo Cognitivo

La idea de que el mundo está experimentando una nueva modalidad de organización


capitalista, como resultado de una revolución industrial vinculada a la irrupción de
las tecnologías de la información y comunicación, está suscitando en diversos
sectores de la academia y la intelectualidad, la necesidad de retomar textos clásicos
para poder problematizar, caracterizar y conceptualizar un nuevo orden social, que
este trabajo elige denominar Capitalismo Cognitivo1. A partir de los desarrollos de
Polanyi en La Gran Transformación, y de las nociones de mercancías ficticias, este
texto, parte de una hipótesis que desarrollará a lo largo del estudio, que tiene que
ver con considerar la aparición de una cuarta mercancía ficticia, la información,
entendiendo que puede ser clave, para comprender algunos aspectos del nuevo orden
total bajo estudio. Es importante aclarar, que la intención del presente texto, tiene
que ver más con abrir una linea de investigación, que con sacar conclusiones
acabadas pues es ardua la tarea de re-leer a un clásico exhaustivamente y la
naturaleza y extensión de este trabajo dificultan un abordaje de tales características.

Polanyi y la Gran Transformación

Un clásico como la Gran Transformación, no solamente no pierde vigencia ante el devenir del
tiempo histórico, sino que se muestra verdaderamente útil para pensar sucesos que se presentan con
posterioridad, como es el caso del capitalismo cognitivo y que intentará demostrar este texto. Al
igual que muchos autores de referencia, Polanyi pretende responder a la pregunta de por qué surge
el fascismo a mediados de Siglo XX, y se aboca a un estudio exhaustivo de los fundamentos y
orígenes de la llamada sociedad de mercado. En términos generales, podría decirse que la Gran
Transformación es un tratado de deconstrucción de la idea del homo económicus a partir de
elementos antropológicos y sociológicos, desde los cuales articula su teoría de la transformación del
orden social hacia una forma capitalista vinculada a la revolución industrial.

En primera instancia, el autor se aboca a un estudio de los modos de organización de las sociedades
pre-modernas, lo que le permite cuestionar aquella noción teleológica del mercado autorregulado
como devenir natural y evolutivo de las sociedades que tienden a realizar intercambios para
satisfacer el interés de sus individuos. Lo que descubre es que no existen evidencias de que exista
una economía separada de su organización social total, al contrario existen una serie de principios
culturales, religiosos, sociales y de distinto orden, dentro del cual el mercado se posiciona, como
accesorio pero nunca en la historia como central o eje vertebrador.

Así, algunos conceptos que se toman como científicos y base de una teoría económica, como
escasez, eficiencia o moneda como instrumento objetivo de intercambio, en realidad son supuestos
que tienen sentido en una economía de mercado pero que no son universales, lo que conlleva

1 Retomando claramente los desarrollos teóricos que algunas corrientes intelectuales dieron en denominarlo de esa
manera.
usualmente a comprender erróneamente a sociedades no-modernas y, por supuesto, la naturaleza de
la sociedad de mercado.

Es la principal discusión que de algún modo propone Polanyi, conocida como el debate entre
formalistas y sustantivistas; los primeros plantean que el hombre es un ser que "naturalmente"
tiende a cambiar unas cosas con otras, y que por eso -por ejemplo- existen monedas, como
simplificación de tales operaciones y que la historia entonces sería la historia del desarrollo de las
relaciones mercantiles. Los segundos, entre los que se encuentra naturalmente Polanyi, señalan que
la escasez (y por lo tanto el intercambio generalizado como practica natural) es una característica
puntual de las sociedades modernas no de las tradicionales o pre-modernas, por lo que, no es
necesario construir condiciones de eficiencia para mejorar tales intercambios, simplemente por que
tal problema no existe. De allí, que el intercambio y las formas sociales que adquiera dependerá del
todo social y cultural que lo habilite en función de sus características particulares.

En este sentido, lo que Polanyi plantea es que en realidad toda sociedad para reproducirse y/o
subsistir, tiene determinadas interacciones entre los hombres entre sí y los hombres con la
naturaleza, y en ese camino de garantizar su subsistencia, el mercado es tan solo una de sus
opciones; que inclusive se constituye como una rara excepción a lo largo de la historia de la
humanidad, pues lleva unos pocos siglos en relación a otros modos de organización social.

Desde este lugar, el autor de la Gran Transformación se propone construir algunos tipos ideales para
explicar cómo se organizan las sociedades en función de cómo estructuran las relaciones de
intercambio, partiendo de que la economía no puede pensarse como separada de su orden social
general, sino como incrustada en una totalidad particular que la contiene vinculada a su desarrollo
histórico y cultural. Para el autor entonces existen diversas formas de integrar el proceso económico
para garantizar la reproducción de las sociedades, y en donde las instituciones son fundamentales y
son A) La reciprocidad, en donde grupos sociales simétricamente dispuestos y ordenados
institucionalmente, realizan intercambios entre sí, garantizando su supervivencia y reproducción B)
La redistribución, vinculada a un centro que captura las riquezas en base a ciertos criterios y las re-
distribuye, teniendo a su vez inherentemente una valoración de lo justo. Además en este forma
existen dominantes y dominados, o formas jerárquicas de disposición social y C) El intercambio,
que es la forma típica de la economía de mercado, en donde la integración se vincula a un
mecanismo formador de precios, aunque no necesariamente debe tratarse de un mercado
autorregulado.

Es la interacción de algunas de estas distintas formas de organización del intercambio, la manera en


que Polanyi intenta dar cuenta de lo variado y complejo, que resulta el proceso de incrustación de lo
económico en lo social en términos generales. Desde esta tipología ideal, se puede observar cómo
se organiza el aspecto económico en el todo social, y no de manera separada como supone el
liberalismo económico. Pero además la crítica precedente a la universalidad de los conceptos
económicos, al poner en cuestionamiento la cuestión del mercado autorregulado como organizador
natural de las organizaciones sociales, pone en tensión a la ciencia económica en general, situándola
como una utopía mas que como un corpus teórico cognoscitivo solvente y/o válido.

El mercado autorregulado y las mercancías ficticias

¿Qué es un sistema con Mercado autorregulado? Un sistema económico (y social), controlado,


regulado y dirigido, por los precios de mercado en donde la producción y distribución de bienes se
organiza conforme a este principio. En este esquema, los hombres y mujeres buscan la máxima
ganancia monetaria, como forma inherente de introducirse en él, pues mayores precios implican
mayores ingresos y mejores condiciones para el intercambio. Ora bien, para que los precios
organicen por sí solos al conjunto de la economía, es decir, a la producción y distribución, debe
haber una demanda y oferta para todos los elementos de la industria.

¿Y qué implica un mercado autorregulado? Requiere necesariamente una separación de las esferas
de lo político y lo económico, pero como en realidad, no existe una separación como tal en términos
históricos -pues siempre lo económico forma parte de un sistema particular de organización social-,
para que una economía de merado autorregulado funcione debe desarrollarse una sociedad de
mercado. Esto implica, que el conjunto social se subordine a las lógicas de mercado, incluido el ser
humano y la naturaleza, por eso es que el hombre y la tierra (que no son otra cosa que el ambiente
natural en donde se da la existencia humana) deben convertirse en mercancías, aunque naturalmente
no lo sean, y es aquí en donde estos elementos se convierten en ficticias, pues no existe evidencia en
la historia de las sociedades de que ambas hayan sido consideradas como tal, ni siquiera en el
mercantilismo, y no solamente eso, sino que simplemente no fueron creadas para ello 2. Pero
también el dinero como elemento de intercambio, debe subordinarse a su carácter de mercancía, y
ajustarse en función de la oferta y la demanda. Esto ultimo implica la existencia de mercados para
estos elementos, es decir un mercado de mano de obra, de tierras y de dinero, lo que la economía
clásica ha catalogado como retribución de los factores productivos a partir del Salario, Renta e
Interés.

La irrupción de la maquina y el sistema fabril, hizo necesaria la generalización de estos tres


elementos como mercancía, puesto que tenían una importancia vital en la organización del nuevo
sistema económico, aunque no fuesen mercancías, era necesario considerarlas ficticiamente como
tal para que funcione como principio organizador de la industria. Así fue como -para Polanyi-, la
sociedad humana se convirtió en accesorio del sistema económico y consigo, la fe ciega en el
progreso y la revolución industrial produjeron una gran transformación social.

Ora bien, esta rara excepción de la historia, en donde el hombre y la naturaleza se someten como
mercancías institucional y socialmente, representan -para Polanyi- una potencial catástrofe humana,
que no sólo en el plano teórico necesita de una intervención que proteja a las sociedades de una
autodestrucción, sino que es lo que efectivamente ha sucedido y sucede en el capitalismo industrial,
que se ve permanentemente sujeto a dos movimientos, de destrucción y protección. En particular, el
autor demuestra que en el epicentro de la formación social capitalista, existieron una serie de
medidas protectoras, para que -por ejemplo- los trabajadores no sufrieran una catástrofe y sea una
sociedad entera aniquilada.

De esta manera no sólo existe una ficción vinculada a la idea de hombres-mercancía o naturaleza-
mercancía, sino que la noción misma de mercado autorregulado termina por ser más una utopía o un
ideal a alcanzar, que una realidad concreta y palpable, lo que le da un carácter religioso al orden
social capitalista e industrial. El Estado así, se ve sometido por un lado a ésta dialéctica, pues en el
plano del orden subjetivo, sus políticas, siempre deben ser impulsoras del desarrollo de un mercado
autorregulado y no para su entorpecimiento -por ejemplo en el sistema de precios-, pero a su vez en
el plano material debe proteger al conjunto social de su progresiva auto-aniquilación.

Lo que se tiene entonces, es que por un lado, la Gran Transformación de la sociedad moderna
además de una transformación productiva vinculada a la revolución industrial, tiene como
característica la construcción de un relato o una ficción vinculada a la idea de mercado
autorregulado como estadio natural de la evolución y progreso histórico de las sociedades. Se

2 Esta última expresión es del autor, del que podría deducirse que contiene una visión cristiano-humanista, pues para
él ambas entidades fueron creadas por Dios, para vivir en armonía.
construye así un mito, que permite organizar al conjunto social en torno a ciertos ideales como el
libre mercado y la eficiencia económica, y a ciertos conceptos en apariencia científicos, como el
homo económico, la moneda como instrumento objetivo de intercambio, y la escasez como
problema a resolver por el sujeto histórico moderno.

Con todo, lo que se necesita para la construcción de tal orden, es lisa y llanamente convertir en
mercancías todos los elementos que intervienen en la industria inclusive al ser humano, la
naturaleza y el dinero, y construir mercados en donde a partir del juego de oferta y demanda estos
puedan intercambiarse como bienes. La sociedad así se convierte en una sociedad de mercado, y el
conjunto social se subordina a las leyes de la misma, dando inicio a la llamada Gran
Transformación de la modernidad.

Por último, como propuesta de comprensión de la dimensión económica de las sociedades, Polanyi
construye unos tipos ideales desde los cuales se puede pensar como ésta se incrusta en el orden
social general, y que son Reciprocidad, Redistribución e Intercambio. Con todos estos elementos, y
a la luz del nuevo capitalismo, es que se intentará identificar como en este nuevo contexto pueden
estar surgiendo nuevas mercancías ficticias y nuevos relatos que den origen a una nueva gran
transformación en el Siglo XXI.

Hacia una nueva organización capitalista

La creciente automatización de los procesos productivos haciendo sustituible el trabajo vivo en una
escala cada vez mayor y los niveles de concentración del capital a escala global, generaron en un
sector de la intelectualidad italiana de fines de los 70’, preguntarse sobre la naturaleza de las
transformaciones del sistema capitalista, indagando sobre la posibilidad de una mutación hacia una
nueva modalidad organizativa.

Con una tradición marxista explícita, el llamado obrerismo italiano, en una re-lectura de Los
Grundrisse encuentra en el fragmento sobre las máquinas, algunas pistas sobre el devenir del modo
de acumulación y producción capitalista. La categoría fundamental se encuentra en lo que Marx
(1967) denominó General Intellect, señalando que llegado un momento del proceso de
acumulación de capital, el valor objetivado en la maquina (capital fijo) llegaría a un punto tal que la
misma sería capaz de producir prescindiendo del trabajo vivo, convirtiéndose en una gran
maquinaria global, momento en que no será sino la ciencia y el conocimiento social general la
fuerza productiva inmediata (Rodríguez y Sánchez 2004). En tal situación, la ley del valor trabajo
perderá vigencia y el hombre se convertirá en un productor de valor permanente, no ya en el espacio
físico de la industria sino en el devenir de su quehacer cotidiano (Marx 1967)

Con estos principios generales, es que un conjunto de intelectuales se ha abocado el estudio de esta
nueva modalidad organizativa del sistema económico y social, a la que se ha denominado
mayoritariamente Capitalismo Cognitivo. Uno de los referente mas importantes que toma esta
investigación es Moullier Boutang por su desarrollo en torno a la idea de un nuevo modo de
acumulación de capital en el cual el objeto de la misma es a su vez la fuente de producción de
valor: el procesamiento de enormes volúmenes de información, la acumulación de conocimiento y
la producción de innovación (Boutang 2007)

Lo que se tiene entonces, es que han revolucionado los elementos técnicos de la sociedad industrial
(Kranzber, 1985), en un largo proceso de transición hacia el interior del capitalismo, que trae
consigo mutaciones tan radicales como las que señalaron el paso del capitalismo mercantil
esclavista y absolutista al capitalismo industrial asalariado y “democrático”. El elemento disruptivo
claramente son las tecnologías de la información y comunicación (TICs), dentro de las cuales puede
considerarse al conjunto convergente de tecnologías de la microelectrónica, la informática
(hardware y software), las telecomunicaciones, la opto-electrónica e inclusive la ingeniería genética,
-en el sentido de, decodificación, manipulación y reprogramación final de los códigos de
información de la materia viva- (Castells, 2004) las cuales, al transversalizar al conjunto de las
actividades económicas y sociales que lleva a cabo cualquier sociedad moderna, modifica su
estructura de costos, la naturaleza de los medios de producción y consigo -lógicamente- la
reproducción del conjunto social.

En este sentido, como toda revolución técnica, el cambio compete a toda la economía: el sector
primario, conformado por las actividades económicas relacionadas con la transformación de los
recursos naturales en productos primarios ya esta viéndose modificada -por ejemplo-, por una
creciente manipulación genética de alimentos, con un horizonte de producción artificial. El sector
secundario que reúne al conjunto de la actividad manufacturera, se encuentra en un proceso en el
que el reemplazo del trabajo manual por maquinarias es cada vez mayor gracias a los procesos de
automatización y robotización, vinculados al desarrollo de la microelectrónica. En relación al sector
terciario asociado a la producción de servicios, es quizás el que mayores alteraciones viene
sufriendo en la actualidad, a partir de softwares, aplicaciones y redes sociales que facilitan el
mejoramiento de servicios ya existentes y la creación de nuevas facilidades.

Así, el sistema económico, casi mecánicamente, va generando nuevas condiciones de reproducción


social a partir de las modificaciones en la esfera productiva; esto es, al modificar las condiciones
de producción, produce cambios en la organización del trabajo y del capital, y consigo un
sinnúmero de nuevas realidades económicas, que habilitan nuevos fenómenos sociales.

La nueva realidad, el mercado de la información

La dinámica de la información hoy

Resulta útil hacer un breve paneo respecto a la valoración y funcionalidad que la información
alcanza hoy en la realidad concreta como insumo o materia prima, en este capitalismo cognitivo. El
rol estratégico de los datos para la agregación de valor de los distintos productos, hace que sea
necesario poner bajo la lupa, las dinámicas y las dimensiones que toma la producción cotidiana de
información.

En este sentido, pareciera que las principales fuentes con las que cuenta el conjunto de la economía
provienen del sector de servicios, fundamentalmente de las interacciones online de los usuarios en
distintos aplicativos, softwares, redes sociales y sitios web. Lo que está en proceso de desarrollo
entonces es un mercado de la información vinculado a la registración masiva de datos producidos
por cada individuo en su interacción permanente con la Web, tanto en los motores de búsqueda,
publicaciones en redes sociales, conversaciones cotidianas, utilización de mapas, como cualquier
aplicativo específico que utilice cada usuario en función de sus necesidades. El resultado es que
cada actividad social tanto individual como colectiva, del espacio privado como público termina
siendo producción masiva de materia prima susceptible de ser utilizada por quienes detenten los
datos mencionados. Así, el famoso big data3 no es otra cosa, que un insumo relativamente novedoso
con el que se puede dar curso a un proceso productivo radicalmente distinto a aquel inherente al
paradigma tecnológico previo.
3 Big Data es el almacenamiento de toda la información de los usuarios provenientes de sus múltiples interacciones
online, que le pertenecen a los prestadores de los servicios que visitan en la web. Para mayor información puede
visitarse el siguiente articulo http://www.revistaanfibia.com/ensayo/hacete-amigo-del-big-data/
Por ahora la mayor utilidad de tal insumo se ve reflejada en la consecución de una hipereficiencia
de mercado en la personalización de la publicidad digital, a través del procesamiento de datos a
gran escala gracias a un conjunto de operaciones matemáticas que posibilitan una estratificación
detallada de las características de cada usuario de la red. Es quizá una de las razones por las que
Google y Facebook, se encuentran ya entre las diez corporaciones de mayor capitalización bursátil
en el mundo, algo totalmente inesperado hace unos pocos años. Estas dos empresas acaparan el
70% de la publicidad digital a escala planetaria, lo que constituye una verdadera potencia teniendo
en cuenta que en la actual economía de mercado, los costos de publicidad representan entre el 15 y
25% del total de la producción.

Pero un cambio de semejantes características no puede estar exento de conflictos y tensiones de


diversa índole, ¿cuáles son las implicancias, en este nuevo contexto, de considerar a la información
como una materia prima o un bien económico? La situación puede analizarse en dos planos
complementarios uno de orden cultural y otro estructural. Respecto al primero indudablemente que
existe un tensión de índole moral respecto a la propiedad y uso de la información, puesto que,
disponer de datos que atañen al quehacer privado de los individuos constituye una violación de
derecho innegable en un estado moderno republicano.

Por su parte, en una sociedad basada en una cultura del consumo, además de un hipotético ahorro en
publicidad y una mayor eficiencia de mercado para ofrecer ciertos productos a quienes
efectivamente lo demanden, la posibilidad de crear necesidades con un grado de personalización tan
específico adquiere dimensiones problemáticas desde un punto de vista ético. La utilización de tal
información por parte de organismos estatales, también resulta problemático desde el punto de vista
de la privacidad de la información; no han sido pocas las acusaciones que han recibido las nuevas
corporaciones de la comunicación y la información, respecto al acceso que se les ha permitido a los
gobiernos a cambio de regulaciones favorables a su expansión. Las revelaciones sobre la Red de
Vigilancia Mundial que denunció el ya célebre Edward Snowden, en la que revelaba cómo la
Inteligencia del Gobierno de Estados Unidos espiaba a líderes y personalidades del mundo a partir
de los datos provistos por las corporaciones de la información y la comunicación, dan cuenta de las
enormes implicancias de concebir la información como un bien.

Sucede lo mismo con la manipulación genética en la producción de alimentos o la introducción de


microchips en materia viva con alguna funcionalidad específica, en ambos casos la producción de
un insumo (material) genera, directa o indirectamente, la reproducción de otro igualmente
importante como es la información (inmaterial), el cual posibilitará un perfeccionamiento
permanente y una creciente innovación técnica. O como ocurre también, con la utilización del Big
Data para campañas políticas como públicamente se supo en Estados Unidos y recientemente en
Argentina para lograr una estratificación de los votantes y la identificación de sus demandas y sus
deseos ¿Cuál es el límite ético en la utilización de la información? ¿Quiénes la utilizan y para qué?

El conflicto moral, que se vincula necesariamente a lo cultural entra en contacto aquí con sus
fundamentos estructurales. Este segundo aspecto, quizá vaya a las causas mas profundas del nuevo
fenómeno, por lo que, retomar a Karl Marx puede ser de utilidad para comprender las tensiones que
acontecen detrás de escena. Decía en Contribución a la Economía política “Al llegar a una
determinada fase de desarrollo las fuerzas productivas materiales de la sociedad chocan con las
relaciones de producción existentes o, lo que no es más que la expresión jurídica de esto, con las
relaciones de propiedad dentro de las cuales se han desenvuelto hasta allí, convirtiéndose así en
trabas para las nuevas formas de desarrollo productivo”.
Pareciera ser que las tensiones mencionadas, no son sino un correlato de la incompatibilidad de las
formas jurídicas que adquirió la sociedad actual por un determinado desarrollo material de las
fuerzas productivas, con las formas que demanda el nuevo proceso en transición. Dicho en otros
términos, se necesita un nuevo orden social, un nuevo corpus jurídico que legitime los
requerimientos del llamado capitalismo cognitivo, principalmente en relación a los derechos de
propiedad de la información vinculados al espacio privado e intimo de los individuos. Lo que está
en juego es quizá una de las garantías republicanas mas importantes del estado moderno, el de la
plena libertad de acción en los espacios no-públicos.

La mercancía ficticia del Siglo XXI, la información

¿Cuáles son las implicancias conceptuales de considerar al ser humano, la tierra y el dinero como
mercancías? En términos polanyianos, existen tres dimensiones a abordar: la primera de ellas
intenta dar cuenta, de lo excepcional del hecho de pensar a tales elementos como bienes utilizables,
puesto que no ha habido sociedad alguna que las haya considerado como tal, fue la sociedad de
mercado la que institucionalizó esta situación. En segundo lugar, para identificar la necesidad de
construir una subjetividad que genere un ideal utópico y un corpus teórico de carácter
aparentemente científico, que permita ordenar un todo social bajo la égida de sus necesidades -es
decir, del mercado-. Pero además, tenía un tercer propósito que tiene que ver con la dinámica de
funcionamiento de auto-destrucción que impone esta consideración, y que debe ser protegida por las
instituciones estatales, en pos de su supervivencia, y que -paradójicamente- habilita
sistemáticamente la legitimidad de los discursos utópicos de la sociedad de mercado, cuando el
sistema tiene problemas de funcionamiento. Con todos estos elementos, ¿se puede pensar la
información como mercancía ficticia para comprender algunos elementos del capitalismo
cognitivo?

Información como mercancía: Con algunas de las consideraciones del apartado anterior resulta
evidente que la información se ha convertido en una mercancía, que le permite a los procesos
productivos del capitalismo cognitivo, acumular capital, incrementar productividades y obtener
ganancias, es decir, funcionar en base a los principios de mercado. En un sentido polanyiano
también, pareciera obvio, considerar que se trata de una mercancía ficticia, pues, los quehaceres
cotidianos del ser humano en su permanente interacción social con otros, jamás han sido
considerados materia prima de procesos productivos. Aunque no haya una investigación que
respalde esta afirmación, pareciera lógico, afirmar que es un fenómeno particularísimo del
capitalismo cognitivo. Y es una mercancía ficticia, porque al igual que lo sucedido otrora con
elementos como la naturaleza, el ser humano y el dinero, la información es el motor de la nueva
máquina industrial vinculada a ordenadores, teléfonos inteligentes y dispositivos de similares
características.

Construcción de subjetividad:Aunque más como resultado de en un ejercicio reflexivo que de un


trabajo científico, con los elementos esbozados, podría pensarse la segunda consideración en torno a
los efectos de pensar a la información como una mercancía ficticia, y que tiene que ver con la
construcción de una subjetividad utópica -nuevamente al igual que con la sociedad de mercado- que
permita legitimar las necesidades del proceso social en conformación. Es quizá, lo que sucede, con
los grandes relatos de los “enormes beneficios” del desarrollo de las nuevas tecnologías, que
además de construir nuevas necesidades, nuevas facilidades, nuevos deseos, nuevas formas de
interacción social, etc., producen discursos que dan un lugar central a las innovaciones tecnológicas
como revoluciones, que modificarían todas las dimensiones de la vida social de los individuos
facilitando su existencia.
Aunque todavía en un plano hipotético, y entendiendo de que se trata un campo inmenso que
difícilmente pueda abordarse en un trabajo de estas características, el carácter neutro de los grandes
datos en particular y de la tecnología en general podría ir un mismo sendero. Esto es, así como las
otrora incuestionables leyes de mercado, en su carácter “científico”, en donde, nociones como
escasez, eficiencia, beneficios etc., se mostraban como formas naturales de organización social,
puede identificarse una construcción hegemónica de la idea de que la tecnología no tiene un
trasfondo ideológico y una configuración social de relaciones de poder tras de sí, sino que se trata
simplemente de dispositivos del progreso económico de las sociedades del mundo.

Una dinámica de funcionamiento particular: En un plano de mayor complejidad, queda


preguntarse, si así como la sociedad de mercado fue posible a partir de la construcción subjetiva de
las tres mercancías ficticias mencionadas, es posible pensar que una sociedad de la información 4,
sólo es o sería posible, si se considera a la información como una mercancía. A grandes rasgos,
pensar en una sociedad de la información, significaría considerar que, al igual en una sociedad de
mercado, el conjunto de elementos sociales se subordina a una lógica vinculada a los usos del
elemento ordenador principal, en este caso de la información. Esto implicaría pensar en una
sociedad posterior a la de mercado, aunque no por ello ajena los elementos fundantes de ésta última,
como la ganancia, la eficiencia, etc. Pero para mantenernos en una lógica polanyiana, esto llevaría a
una lógica de la autodestrucción de la privacidad, pues -como sucede con la sociedad de mercado-,
hacer mercancías para fines con los cuales no fueron creados, llevaría a una situación de catástrofe
por lo menos en términos teóricos-abstractos. Así, si la información es inherente a toda actividad
humana, si ésta puede registrase permanentemente a través de los dispositivos tecnológicos, y la
misma es una mercancía que permite una explotación económica, entonces pareciera lógico pensar
en una situación de pérdida absoluta de la privacidad.

Los efectos de la misma indudablemente que son perjudiciales para un orden social que tiene como
uno de sus valores principales la inviolabilidad del espacio privado5, lo que lleva a una necesidad de
intervención para frenar con tales procesos de auto-aniquilación (de la privacidad, claro). Esto
llevaría a pensar una regulación en permanente contradicción, que habilite los procesos productivos
del capitalismo cognitivo y a la vez proteja a los usuarios de esta invasión a la privacidad. Un
ejemplo de esto podría ser, el interrogatorio que debió responder la autoridad máxima de la
compañía Facebook, Mark Zuckerberg en los últimos meses en el Congreso de EEUU, en el cual
debió contestar, acerca de los usos de la información de los ciudadanos estadounidense, tras
conocerse que los mismos habían sido utilizados en campañas políticas. En un plano temporal de
análisis mas prolongado, podrían citarse los innumerables juicios por los derechos de privacidad,
que las distintas empresas de innovación de difusión de contenido cultural en internet, debieron
enfrentar, y que no son otra cosa, que una expresión de esta nueva situación social.

Reflexiones finales

El presente texto se propuso hacer dialogar algunos desarrollos teóricos de la Gran Transformación
con el proceso de reconfiguración capitalista contemporáneo que algunos autores denominan
capitalismo cognitivo. Teniendo en cuenta, que en este nuevo orden económico y social el
conocimiento y la información se convierten en el principal insumo de un nuevo paradigma
tecnológico, la investigación intentó abrir una linea de investigación anclada en una lógica
polanyiana de considerarla una mercancía ficticia, que, como resultado de una transformación en
4 Observe que se diferencia de la idea de capitalismo cognitivo, de alguna manera, se trata de la misma diferencia
entre capitalismo industrial y sociedad de mercado aunque con una rigurosidad conceptual menor o por lo menos no
desarrollada.
5 Entiéndase que se habla del Estado Moderno y sus garantías constitucionales vinculadas a los derechos
individuales.
curso, podía asemejarse a los procesos descritos por el autor en la configuración capitalista
industrial. Describiendo en una primera etapa los postulados de Polanyi y sus lógicas de
razonamiento, en una segunda, la naturaleza de la reconfiguración capitalista y en tercer lugar, el rol
de la información en la actualidad de los procesos productivos, es que se llego a la útlima fase del
trabajo en la que se pude desarrollar la idea de la información como mercancía ficticia y sus
implicancias.

Aunque muy acotado en su desarrollo por los límites en la extensión del texto, el trabajo se abocó
finalmente a abrir una linea de investigación en torno a considerar la información como mercancía
ficticia en el capitalismo cognitivo. En este sentido, por la naturaleza de la información y sus usos
en el sistema económico actual, se postuló que claramente se trata de una mercancía ficticia puesto
que representa un hecho histórico particular en relación a otros procesos sociales. Además, el hecho
de que se trate del motor de los procesos productivos contemporáneos, refuerza la hipótesis
planteada pues se asemeja mucho a las lógicas polanyianas en su identificación como bien ficticio.

En un segundo momento, se procedió a considerar si -al igual que con la sociedad de mercado-, la
necesidad de construir una utopía en torno a un orden vinculado al uso de la información como eje
social vertebrador, podría estar sucediendo en la configuración de una sociedad de la información,
para lo cual, se esbozaron algunas ideas tendientes a afirmar esta hipótesis, al considerar que la
neutralidad de la tecnología, de los datos procesados y del desarrollo de innovaciones, esconden en
su idea de progreso una disposición de relaciones de poder.

Finalmente, se indagó si la tendencia autodestructiva de la sociedad de mercado que señala Polanyi,


-como resultado de considerar mercancías a elementos que no fueron creados para tal fin-, podría
replicarse en una sociedad de la información, para lo que se arriesgó, que probablemente suceda con
la privacidad de los individuos al dar cuenta de las lógicas de acumulación de capital y de obtención
de ganancias de los modelos de negocios del capitalismo cognitivo. En este sentido, se ensayó una
idea similar en torno al doble movimiento que plantea el autor de aniquilación y protección, pero
ahora con la cuestión de la privacidad, dando cuenta, de algunos hechos sociales que se sucedieron
en el último tiempo en algunos tribunales y congresos, que fueron cuestionando la naturaleza de los
negocios y la violación del espacio privado de los individuos o los derechos de autor.

Queda decir, que indudablemente ha quedado corto el abordaje del fenómeno, pues hay muchos
elementos que quedaron fuera que probablemente pudieron dar mas consistencia al análisis
realizado, sin embargo, esta primera linea de análisis puede ser útil para retomar a los clásicos con
seriedad como una herramienta esclarecedora del pasado sino también de lo que se viene

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