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Es interesante como los cambios sociales que se van presentando en la sociedad generan
también cambios en el sistema educativo de los países, para muestra un botón; En los países
de la OCDE, entre 1950 y finales de la década de los sesenta, el número de estudiantes en
todos los niveles educativos -y especialmente en el superior- aumentó de forma acelerada,
mientras que el gasto público aumentó a una tasa media superior al 10 %anual (Emmerij,
1974).
Después de la Segunda Guerra Mundial se observo una transformación del papel social de
la educación, observable tanto en el comportamiento de la demanda - crecimiento y
diversificación cualitativa- como en el de la oferta de educación. Se trataba de una profunda
transformación cultural de la misma idea de educación que modificó las pautas de inversión
pública y privada.
Parsons es prácticamente el único autor funcionalista que desciende al nivel del aula para
identificar la correspondencia casi perfecta que se establece en la escuela como subsistema
social y la sociedad como sistema orgánico integrado y equilibrado de relaciones sociales.
Sus tesis al respecto se concentran en un famoso artículo, «La clase como sistema social»,
publicado en 1959. En él Parsons concede a la institución escolar las funciones de
socialización y de diferenciación claves para el equilibrio del sistema de relaciones sociales
(Jerez Mir, 1990, pág. 351). Situación que aun en nuestros tiempos prevalece, la escuela
sigue siendo un elemento importante de transformación y posición social de los individuos,
a mayor estudio mayor posibilidades de conseguir un buen trabajo y lograr las condiciones
de bienestar para sus familias.
El trabajo de Parsons, en definitiva, proporciono las bases sociológicas fundamentales de
una sociología funcionalista de la educación que ignorará en sus estudios los procesos
escolares que están implícitos en las investigaciones sobre la igualdad de oportunidades y
la movilidad social.
1) La educación puede ser considerada como cualquier otra forma de capital físico, es decir,
como una inversión que proporciona una tasa de rentabilidad determinada.
2) Denison (1965), por su parte, a partir de comparaciones internacionales demuestra que
existe una relación positiva entre el desarrollo económico y las tasas de escolarización en
todos los niveles educativos.
3) Los individuos están en disposición de conocer el rendimiento que pueden obtener de su
inversión educativa.
4) Pero la educación no es beneficiosa solamente desde el punto de vista del avance
tecnológico y del crecimiento económico. Al margen de beneficios poco tangibles como la
reducción de la criminalidad o las mejoras como la reducción de la criminalidad o las
mejoras de las relaciones sociales debidas al aumento del nivel cultural de la población
(Becker, 1964), la inversión en educación tiene importantes efectos redistributivos.
2.4. El funcionalismo reformista: educación e igualdad de oportunidades.
El estudio de Blau y Duncan es una buena ilustración del tipo de investigaciones sobre
igualdad de oportunidades a través de la educación que con datos que explican la mitad (o
menos) de la varianza tiende a ofrecer conclusiones políticamente bien orientadas.
Podemos referirnos al estudio de Jencks Inequality, como al primer indicador crítico con el
reformismo educativo. El principal resultado del estudio de Jencks es la demostración de la
separación entre las distribuciones de las posiciones educativas y las de los estatus
ocupacionales y de los ingresos. Se afirma que las reformas escolares por lo tanto de poco
sirven para facilitar la movilidad social, ya que factores como· el origen social familiar o la
«suerte» explican más varianza en los ingresos o en los estatus ocupacionales que el nivel
educativo.