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El Cándido o El optimismo de Francois Marie Arouet, más conocido como Voltaire, fue
escrito en 1759. Narra la historia de Cándido, educado por el maestro Pangloss en un castillo
de Westfalia del cual es expulsado por besar a Cunegunda, la hija del Barón de Thunder-ten-
trock. De su maestro aprendió que todo existe y tiene razón de existir o de ser, es decir,
vivimos en “el mejor de los mundos posibles” (Voltaire, 2) e incluso luego de “ser arrojado
del paraíso terrenal” (Voltaire, 3) tomó este axioma como verdadero. Aún así, es de suma
importancia esta expulsión ya que da el pie para que Cándido se someta a experiencias que
intentarán poner a prueba esta verdad. Aquella expulsión del ‘paraíso’ al mundo terrenal en
donde el mal y el bien se mezclan y entrecruzan relatos es el paso necesario para que el
individuo reflexione y tome más valor a lo hechos que a los dogmas, “es posible que el
público se ilustre a sí mismo, algo que es casi inevitable si se le deja en libertad” (Kant, 2).
Como reflexión personal a través de lo que deja la obra es la mirada del bien y el mal como
una bi-unidad más que una dualidad opuesta, es decir, es el mal inherente al ser humano, pero
esta afirmación no como un referente para resignarse y no hacer nada para mejorar una
comunidad, sino como pie para la reflexión crítica de las instituciones, pero en primera
circunstancia, a nuestro actuar y nuestro papel en sociedad.
Bibliografía
Kant, Inmanuel. “¿Qué es la Ilustración?”.
https://geografiaunal.files.wordpress.com/2013/01/kant_ilustracion.pdf 2007.
Voltaire. Cándido o el optimismo. Barcelona: Círculo de Lectores, 1994.
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Literatura Moderna Europea y Estadounidense
Cristóbal Ignacio Vargas San Martín
Romanticismo
El Romanticismo nace a partir del fracaso sangriento del sueño ilustrado (Paz, 75), y está
marcado por la búsqueda de lo absoluto por parte del ser humano, quién se encuentra solo
frente al mundo. Este mundo es representado por los poetas románticos, quienes concebían
a la poesía como el lugar de la inmortalidad.
Friedrich Holderlin fue un poeta alemán, cuya obra posee elementos clásicos mezclados con
elementos del romanticismo. Él como poeta tiene la facultad de representar el mundo a través
de la romantización, es decir a través del embellecimiento, de los elementos que este posee.
Al Éter, es un poema romántico escrito por Holderlin en donde el hablante lírico se dirige al
Éter, lo cual es considerado por la mitología griega como un elemento más puro que el aire
y más brillante que el cielo, de hecho, Éter puede ser traducido como “aire” o “cielo”. Utilizar
un mito implica mitologización, es decir, un proceso romántico en donde renace la identidad
de una cultura, esto es una Nueva Mitología definida como “radicalmente innovadora en el
sentido de que, lo único que quiere salvar es el antiguo mito en su función de legitimación
trascendente” (Frank, 190).
A pesar de que el Éter no es un dios si es comparado con los dioses y personificado en un
Padre por el hablante haciendo referencia de esto al comienzo del poema: “Tan animoso y
fiel como tú, ¡oh Padre Éter!, ninguno entre los dioses” (v. 1). Esta primera actitud lírica es
apostrófica debido a que el hablante se dirige directamente al Éter y a lo que este hizo antes
de que el hablante naciera.
Ya teniendo en cuenta que Éter no es un dios, sino un elemento y/o sustancia en el espacio,
el hablante lírico expresa que fue vertido en él la “bebida celestial” (v. 4) de este Padre la
cual, como es dicho a continuación, es el “aliento sagrado” (v. 5), es decir lo que da vida a
esta persona; posteriormente especifica que este “néctar” es dado a todos los seres (v. 6-7),
por lo que el Éter da vida a la naturaleza.
Comienza la tercera estrofa con una pregunta retórica “¿No te busca la planta con sus ojos, y
bajo el matorral tiende hacia ti sus brazos tímidos?” (v. 12-13), la cual sirve para reafirmar
lo que se dice anteriormente sobre que al Éter lo “aman los seres” (v. 10); y además hay
presente una personificación, debido a que a la planta mencionada se le atribuyen
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características físicas propias de los seres humanos. Posteriormente es mencionada la semilla
en el proceso de crecimiento para ser planta, la nieve que el bosque se sacude aludiendo al
cambio de estación, los peces que saltan en el río y los animales terrestres; cuyo amor al Éter
“los arrebata y los exalta” (v. 21), este elemento es buscado por estos seres de la naturaleza
a los cuales, como mencioné anteriormente, les da la vida y además como es mencionado
aquí provoca buenos sentimientos. Esta búsqueda refleja el anhelo de la naturaleza por este
elemento, siendo el anhelo una característica del sujeto romántico, personificado en ella
misma.
Pero ¿qué ocurre con la naturaleza en el romanticismo? Un mito es un sistema universal de
representaciones a través del simbolismo, el cual “tiene que partir de una visión de la
naturaleza [...] puesto que la naturaleza es el reino de todo lo real” (Frank, 204). La naturaleza
en la poesía romántica es un elemento fundamental debido a que el poeta la utiliza dotándola
de símbolos y de significados para representar su interioridad.
En la quinta estrofa del poema, tras haber nombrado en la tercera estrofa esos seres, menciona
que el Éter tiene una especie favorita: los pájaros, que ocupan “las eternas mansiones del
Padre. Espacio muy sobrado hay para todos [...] y grandes y pequeños se mueven libremente
en su morada” (v. 27-9), refiriéndose al mundo, al inmenso mundo en el cual el Éter da la
vida y donde el sujeto romántico busca el absoluto de manera incansable. Y es esta especie
su favorita debido a que se encuentra cercana a él en el cielo.
Los favoritos del Éter, es decir, los pájaros; “brindan alegría” (v. 31) al hablante y él también
“anhela el corazón la maravilla de ascender hacia ellos” (v. 32) quien considera su vida
terrestre una patria y la de las aves otra, separando el mundo terrenal del mundo que habita
el Éter: el cielo, donde espera que “Zeus me lleve de esta cárcel al palacio del Éter” (v. 35-
6), continuando con este constante anhelo frente al absoluto del mundo y frente a lo que
puede llamarse un ideal de mundo.
Y es en la sexta estrofa donde se deja entrever la melancolía1 del hablante lírico, pasando a
presentarse una actitud carmínica, donde expresa que andan por la tierra en vano movidos
por el deseo de estar en el reino de Éter, en el cielo. El romanticismo no expresa sentimientos
románticos, sino que embellece o intensifica elementos del mundo, como la naturaleza, los
1
La melancolía es el sentimiento que se da con una dolencia presente, es una eterna carencia.
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Cristóbal Ignacio Vargas San Martín
mitos y los sentimientos; por lo que sentimientos como la tristeza, el anhelo, el dolor, entre
otros, son expresados por el hablante.
En la última estrofa, el hablante lírico expresa que mientras añora llegar al cielo el Padre, que
rige la patria a la que quiere llegar, éste finalmente brinda paz a su corazón y él vive con las
flores que da la tierra. Con este cierre se puede interpretar que se debe morir para lograr estar
Friedrich Hölderlin
Al Éter
Tan amistoso y fiel como tú, ¡oh Padre Éter!, ninguno entre los dioses y los hombres
A las olas del mar nos arrojamos, a esos llanos más libres,
A nuestra quilla; el corazón se regocija ante el poder del dios del mar.