El Régimen General de Trabajo Asociado surge desde el año de 1989 con la
expedición de la Ley 79 de 1988; posteriormente los Decretos 1333 de 1989 y 468 de 1990 reglamentaron y le brindaron una plataforma propia y de avanzada a ésta modalidad de trabajo personal; sin embargo, desde un comienzo las Otas (Organizaciones de Trabajo Asociado) y más específicamente las PCTA (Precooperativas de Trabajo Asociado) y CTA (Cooperativas de Trabajo Asociado) se crearon sin el cumplimiento a cabalidad de las características que dictaban las normas y que les imprimían a éstas empresas asociativas su naturaleza propia especial y diferenciadora de otro tipo de empresas y asociaciones, aún en el sector solidario cooperativo. La corriente más influyente fue la de hacer uso de la figura de Cooperativas de Trabajo Asociado con fines de evitación, no necesariamente evasión, de pagos parafiscales y de seguridad social, y de afectar el pago del salario mínimo vital y otros amparos constitucionales con el propósito de: además de tercerizar o realizar un outsourcing de mano de obra, competir con otros proveedores y ofrecer servicios, obras o productos con costos inferiores a los que podrían asumir otras entidades oferentes; simultáneamente, los mismos empresarios o contratantes de las Cooperativas de Trabajo Asociado, en su gran mayoría, fomentaron la creación de estos entes, presionando cada vez más para que sus “tarifas” fueran más “competitivas”, claro está, tendiendo a la baja, pues de lo contrario, perdían el contrato. Lo anterior obligó necesariamente a que todas las empresas asociativas omitieran desarrollarse empresarialmente y sobre todo “asociativamente”, esto es, olvidaron la importancia de generar indicadores empresariales y asociativos, de cuyo balance dependería siempre de que las Precooperativas y Cooperativas de Trabajo Asociado fueran auténticas –no perfectas- empresas asociativas que reúnen el trabajo personal de sus asociados para su propio beneficio o el de terceros.
¿Cómo funcionan las cooperativas de trabajo asociado?
Las cooperativas de trabajo son uno de los recursos más utilizados para facturar sin ser autónomo, ya que puede abaratar muchos costes a los emprendedores o freelance que no poseen un gran volumen de trabajo y no les conviene darse de alta en el RETA. Esta opción se utiliza mucho en trabajos audiovisuales, traducciones y sectores en los que se realizan actividades que no son habituales. Las personas que pertenecen a las cooperativas de trabajo asociados son consideradas socios y trabajadores, a la vez. Por ello, cada trabajador recibirá una nómina con el dinero correspondiente a las facturas que haya realizado, descontando el dinero correspondiente a los gastos de la cooperativa, la Seguridad Social e impuestos ¿Cómo facturar por cooperativas de trabajo asociado? Esta opción te permite emitir facturas a tus clientes sin darse de alta como autónomo. La facturación de todos los trabajadores que pertenecen a una cooperativa de trabajo asociado corre a cargo de la propia cooperativa. Sin embargo, el trabajador no cobrará el importe de una factura, hasta que el cliente no le pague la factura a la cooperativa. La gestión de estas cooperativas de facturación es muy sencilla. Los trabajadores entregan sus facturas a la cooperativa de trabajo asociado, y estos son dados de alta en el Régimen General de la Seguridad Social, los días durante los que se ha realizado el trabajo y cobran el importe neto. En este caso, para pasar una factura esporádica, los trabajadores son considerados trabajadores temporales, o también llamados, asociados. Sólo son socios de la cooperativa durante los días que dura su actividad y están dados de alta en la Seguridad Social. Una de las cuestiones que más se plantean los trabajadores autónomos y emprendedores es la de si merece la pena darse de alta como autónomo o facturar a través de cooperativas de facturación para freelance, ya que dependiendo del volumen de trabajo que poseas puede ser conveniente, o no, pagar los impuestos que genera cada una de las opciones.
Tipos de cooperativas de trabajo asociado
Podemos encontrar una clasificación de cooperativas de trabajo, según la naturaleza y los objetivos por los que se crean cada una de ellas.
Cooperativas de impulso empresarial
Este tipo de cooperativas de trabajo son las más utilizadas para gestionar el trabajo de los jóvenes emprendedores. En ellas se promueve el éxito empresarial de cada uno de los socios que participan en esta sociedad. En ellas se realizan actividades de promoción y orientación con el objetivo de mejorar las capacidades empresariales y las habilidades de cada uno de los socios en el sector en el que se mueven.
Cooperativas de interés social
Este modelo de cooperativas de interés social se plantea con objetivos de ayuda a la sociedad. En ellas se plantean todo tipo de actividades que faciliten la integración laboral de los sectores sociales con mayores problemas a la hora de entrar al mercado de trabajo. Podemos encontrar que el trabajo de estas cooperativas está realizado por personas dependientes, con discapacidad, afectadas por la violencia de género o cualquier otro colectivo con menos facilidades en el mundo laboral. Cooperativas de transporte Estas cooperativas reúnen a trabajadores relacionados con el sector del transporte de personas, mercancías, o cualquier otro producto legal que pueda ser susceptible que trasladar de un lugar a otro y por el que se pueda obtener alguna renta o beneficio. Los vehículos utilizados pueden ser propios de la cooperativa o aportados por algunos de sus socios.