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Cámara Civil y Comercial (Sala II) de Azul. Daño punitivo.

Cuantificación. Consumidores. Cláusulas abusivas. FALLO.


Con fecha 28 de agosto de 2018, la Cámara Civil y Comercial (Sala II) de Azul en
la causa N° 63.121, “O., María del Rosario c/ AMX Argentina (Claro) S.A. s/ Daños y
Perjuicios”, declaró que constituye una práctica abusiva y vulneratoria del deber de
información y del trato digno y equitativo del consumidor la imposición de requisitos para
dar de baja el servicio de telefonía celular y condenó a pagar una multa civil (daño
punitivo o sanción pecuniaria disuasiva) de $ 1.200.000
- Claro S. A. (AMX Argentina) actuó con grave menosprecio de los derechos de la
actora porque: incurrió en una ilicitud en contra del deber de información al no comunicar
anticipadamente al usuario cuál era el trámite de cancelación del servicio; requirió que el
consumidor comunique por carta postal indicando el número y las razones de baja de la
línea; no dio curso al trámite porque no estaba cancelado un saldo remanente por
cancelación del precio más bajo cobrado o bonificado sólo si permanecía durante 24
meses; interpeló a la actora de modo improcedente, dos veces, intimando la
regularización del pago, por medio de dos estudios jurídicos distintos, omitiéndose
indicar el monto (el usuario debía comunicarse con la empresa) y sin individualizar quién
era el reclamante, salvo “Gestión por mora de Claro”.

- La “bonificación” del servicio no es real porque opera sólo si el cliente se mantiene


cautivo durante dos años y deviene irrazonable que deba integrar el cargo bonificado si
la rescisión obedece a causas que no les son imputables.La antijuricidad de tales
cláusulas se desprende claramente no sólo de las disposiciones del CCCN sino también
del argumento interpretativo que provee el art. 10 quáter LDC, vigente a partir del año
2016, que expresamente dispone “Prohibición de cobro. Prohíbase el cobro de preaviso,
mes adelantado y/o cualquier otro concepto, por parte de los prestadores de servicios,
incluidos los servicios públicos domiciliarios, en los casos de solicitud de baja del mismo
realizado por el consumidor ya sea en forma personal, telefónica, electrónica o similar”.
Por ello la conducta negocial de Claro resultó ilícita.

- La notoria y grave inconducta negocial de Claro resulta vulneratoria del deber de


información y del trato digno y equitativo de la actora, conculcatoria de su libertad de
contratar, porque la sometió, con notorio perjuicio, a una madeja de condiciones
contractuales, trámites de baja del servicio, requerimientos de pago inusuales (por la
falta de identificación del titular y monto de la deuda exigida) en franca contraposición

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con la conducta propia de un proveedor serio y responsable (arts. 42 CN, 1, 2, 3, 8, 10, 10
bis, 37, 52 bis, 53 LDC; arts. 984 a 989; 1061 a 1067, 1092 a 1095, 1096 a 1099 y concs.
CCCN; Resolución 26/2003; doctrina art 10 quáter LDC).

- No puede operar en contra del consumidor la falta de prueba certera derivada


de la conducta de la demandada que no colaboró en el proceso y del perito cuyo trabajo
resultó insuficiente (arts. 384 y 474 C.P.C.). La demandada por encontrarse en mejores
condiciones técnicas, fácticas y jurídicas (arts. 3 y 53 LDC) debió, como lo manda la ley,
colaborar en el esclarecimiento de los hechos, aportando diligentemente la
documentación e información, especialmente la de descargo, por lo que no es atendible
la postura esgrimida en el escrito de contestación de agravios cuando sostiene que “no
existe prueba alguna que de cuenta que los importes percibidos por mora fueran
ilegítimos, inexistentes o indebidos”. Acreditada la percepción indebida de cargos por
parte del proveedor (configuratoria de daño punitivo) le corresponde probar que con
dicha conducta no obtuvo un lucro indebido de los consumidores, cosa que no hizo, e
impidió (con la información suministrada) que el perito lo haga (arts. 375, 384 C.P.C.C.;
arts. 3 y 53 LDC).

- La suma por daños punitivos de $ 1.200.000 tiene entidad para cumplir su doble
función sancionatoria y preventiva, en los términos de los arts. 8 bis y 52 bis LDC,
atendiendo a la magnitud y gravedad de la maniobra de la demandada y a que su falta de
colaboración en el proceso para determinar la cuantía de la ganancia no puede redundar
en perjuicio del consumidor.
- En autos, al haberse producido el inédito supuesto de donación de los montos de
condena por daños punitivos a entidades no gubernamentales vinculadas con la
protección del consumidor, se desmantela por completo el principal argumento de la
tesis opuesta (que ya reiteré que no comparto) de que el destino de la suma por sanción
y disuasión al consumidor viola el principio de la reparación plena y produce el
enriquecimiento del consumidor (art. 52 bis LDC). Ello sin perjuicio de la conveniencia de
“lege ferenda” de un destino mixto o colectivo o el que el juez fije fundadamente.

- Los daños punitivos consisten en adicionar al dañador un "plus" de condenación


pecuniaria sancionando su grave inconducta, lo que repercutirá con efectos
ejemplificadores con relación a terceros. Se trata de una condenación adicional a la
estrictamente resarcitoria, que se impone al dañador con carácter esencialmente
sancionatorio y disuasivo, autónoma de la indemnización, cuya cuantificación y destino

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debe resultar de la ley, respetando los principios de razonabilidad y legalidad, y que rige
en caso de daños graves causados con culpa grave o dolo.

- Las penalidades deben respetar las garantías constitucionales del debido proceso
y el derecho de defensa. Además, no han de ser excesivas. La multa resultará excesiva
cuando, en el singular proceso en el que se la aplica, exorbita o rebasa el quantum que la
finalidad de la sanción aconseja a fin de disuadir de conductas futuras.

- Las notas tipificantes según el art. 52 bis LDC son las siguientes: se trata de una
condenación que es distinta y diferente del resarcimiento del daño; por eso se la vincula
con las funciones de prevención y punición de la responsabilidad civil; su finalidad
esencial es prevenir y punir graves inconductas del dañador; son de origen legal, por lo
que se requiere de norma expresa que los regule; la determinación del destino es un
aspecto librado esencialmente al arbitrio legislativo; son de carácter excepcional por lo
que requiere que sus presupuestos subjetivos y objetivos estén tipificados: dolo o culpa
grave, “grave menosprecio hacia los derechos ajenos” en la terminología de los proyectos
de reforma, y una conducta antijurídica del dañador que revista entidad y significación.

- Más allá de la conveniencia de que el destino del daño punitivo sea mixto, el art 52
bis no vulnera el principio de la reparación plena del daño ni produce un enriquecimiento
sin causa de la víctima porque se trata de una pena civil.

- La multa civil es constitucional si cumple los requisitos de legalidad (es decir


existencia de norma expresa que la regule, y que en el caso resulta del art. 52 bis LDC),
razonabilidad y proporcionalidad y que se asegure el derecho de defensa y del debido
proceso, porque la condenación pecuniaria “no infringe preceptos constitucionales
porque no resulta comprendida por las garantías propias del Derecho Penal ”.

- Los intereses se devengan a partir de la fecha de ocurrencia del hecho, que es a


partir de la cual se produjeron los efectos nocivos del acontecimiento que origina la
condenación pecuniaria disuasiva.

SENTENCIA.

Causa nº: 2-63121-2018


“OLACIREGUI. MARIA DEL ROSARIO C/ AMX ARGENTINA (CLARO) S.A. S/ DAÑOS Y

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PERJUICIOS"
JUZGADO EN LO CIVIL Y COMERCIAL Nº 3 - TANDIL

Sentencia Registro nº: ............. Folio: .............

En la ciudad de Azul, a los 28 días del mes de Agosto del año Dos Mil Dieciocho, reunidos
en Acuerdo Ordinario los Señores Jueces de la Excma. Cámara de Apelación en lo Civil y
Comercial Departamental, Sala II, Doctores Jorge Mario Galdós, María Inés Longobardi
y Víctor Mario Peralta Reyes, para dictar sentencia en los autos caratulados: “O., María
del Rosario c/ AMX Argentina (Claro) S.A. s/ Daños y Perjuicios” (Causa N° 63.121),
habiéndose procedido oportunamente a practicar la desinsaculación prescripta por los
arts. 168 de la Constitución Provincial, arts. 263 y 266 del C.P.C.C., resultando de ella que
debían votar en el siguiente orden: Dr. Galdós - Dra. Longobardi - Dr. Peralta Reyes.
Estudiados los autos, el Tribunal resolvió plantear y votar las siguientes:
-C U E S T I O N E S-
1ª.- ¿Es justa la sentencia apelada de fs. 635/654?.
2ª.- ¿Qué pronunciamiento corresponde dictar?.
-V O T A C I Ó N-
A LA PRIMERA CUESTIÓN, el Sr. Juez Dr. Galdós, dijo:
I.- María del Rosario O. promovió demanda resarcitoria de daños y perjuicios contra
AMX Argentina S.A. (Claro) por incumplimiento contractual, con fundamento en la Ley
del Consumidor 24.240 –en adelante LDC- reclamando las sumas de $ 311 por daño
material; $ 35.000 en concepto de daño moral; y por daños punitivos solicita que se fije la
cuantía máxima admitida legalmente ($ 5.000.000), o la que se determine judicialmente,
procediendo a la donación del 95% del monto total a percibir a distintas entidades y
asociaciones civiles, las que enumera. Por su lado el Dr. Lucas Sanz, letrado patrocinante
de la actora, también donó el 75% de sus honorarios de los cuales el 80% será destinado
a la Asociación Civil de Usuarios y Consumidores de Tandil y el 20% restante a la Oficina
Municipal de Información al Consumidor, también de Tandil. Funda su pretensión en
diversos incumplimientos contractuales de la demandada, que –afirma- en el marco de
un contrato de consumo con cláusulas abusivas pretendió el cobro indebido de créditos
improcedentes sometiendo a la actora a un trato humillante y vergonzante, todo ello
cuando solicitó la baja telefónica del servicio con fundamento en su pésima prestación.
La accionada opuso excepción de prescripción y al contestar la demanda resistió la
pretensión.

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Sustanciado el proceso, a fs. 635/654 se dictó sentencia que rechazó la excepción de
prescripción opuesta por AMX Argentina S.A., desestimó el planteo de
inconstitucionalidad del art. 52 bis de la Ley 24.240 (daños punitivos), admitió la
demanda y condenó a la accionada a pagar la suma de $ 1.035.372, con costas a la
perdidosa. Dispuso que la suma de condena devengue intereses a la tasa pasiva que paga
el Banco de la Provincia de Buenos Aires en sus operaciones de depósito mediante el
sistema Banca Internet Provincia, desde la fecha del ilícito (29/03/2010) y hasta la de su
efectivo pago.
Para así decidir, y en lo sustancial, el pronunciamiento de grado sostuvo que el
contrato de servicio telefónico de la línea 02293-15507620 celebrado entre las partes
constituye un contrato de consumo, con cláusulas predispuestas por el proveedor, y
destaca que la demandada no acompañó dicho instrumento denominado “Solicitud de
Servicio”, pese a haber sido intimada. Tras ello analizó la excepción de prescripción, que
desestimó. Tuvo por acreditado que el 29 de Marzo de 2010 la actora solicitó en forma
telefónica la cancelación del servicio, siéndole informado en dicha oportunidad que debía
abonar los cargos pendientes hasta cumplir los dos años de vigencia del contrato. Esa
fecha –dice- debe computarse como inicio del plazo prescriptivo puesto que allí se
consumó la primera conducta abusiva. Menciona que el art. 50 de la Ley 24.240 señala
que el plazo de prescripción de tres años se refiere a las acciones judiciales basadas en
derechos e intereses reconocidos en el Estatuto del Consumidor, admitiéndose para la
acción civil resarcitoria el plazo decenal de prescripción de diez años del art. 4023 del
Código Civil porque rigen los plazos más favorables al consumidor previstos en las leyes
generales o especiales que se aplican a cada supuesto de que se trate. A ello añade que
la presentación administrativa promovida por la actora en Junio de 2011 tiene efectos
interruptivos del curso de la prescripción de conformidad con lo dispuesto por el art. 50
de la ley citada. En consecuencia, y con esos fundamentos, desestimó la excepción
opuesta. Paso seguido analiza si la demandada incurrió en incumplimiento contractual,
en los términos de la Ley de Defensa del Consumidor, lo que constituye el fundamento
de la pretensión resarcitoria y punitiva. De ese modo y bajo la denominación
“incumplimiento del deber de información” sostuvo que las partes coinciden que en
virtud de la solicitud de servicio suscripta por ambas, la actora era titular de la cuenta nº
139124549 la que estaba asociada a la línea nº 2293507620, activada a partir del 01 de
Septiembre de 2009, con un equipo marca Motorola W5 POC WH 2 mega con un abono
de $ 75,89 por mes, más impuestos, recordando que la accionada omitió acompañar la
“solicitud de servicio” que constituye el contrato que vinculó a las partes y en el que se
encuentran detallados los derechos y deberes recíprocos. Señala que dicha omisión

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importó sustraer al contrato del control judicial, lo que también conlleva la presunción de
que no estaba redactado en doble ejemplar. El contrato, según lo adujera la demandada,
incluía la venta del equipo cuyo precio había sido bonificado parcialmente mediante el
llamado “subsidio remanente” que constituía uno de los ítems que se encontraba impago
por la actora al momento de solicitar la baja del servicio. A ello añade que los requisitos
descriptos por la demandada para dar de baja constituyen una transgresión al deber de
información que establece el art. 4 de la LDC cuya ausencia o deficiencia puede provocar
una aceptación viciada de error y determina la nulidad del acto en los términos de los
arts. 926, 927 y 928 del Código Civil. Concluye que en el caso de autos se trataba de un
negocio jurídico complejo y que el procedimiento y condiciones para la baja del servicio
no cumplimentaron el señalado deber de información por parte del proveedor, por lo que
resulta evidente que asumió una conducta reprochable. Luego continuó con el acápite
que denomina “cláusulas abusivas” mencionando que la demandada explicó que para
acceder a la baja del servicio la actora debía previamente cumplir con dos requisitos que
consistían –en primer lugar- en el envío de una carta postal al Apartado Especial nº 2 CP
X5000ZAA conteniendo los datos personales del titular y otra información y –en segundo
lugar- en el pago de los cargos pendientes incluyendo “cargos de activación” y/o
“subsidio remanente” todo ello con la finalidad, siempre según lo alegado por la
demandada, de corroborar la identidad del titular y su manifestación inequívoca de
concluir la relación así como también proteger al usuario de que ningún tercero usara su
línea telefónica. Con relación al pago previo pretendido AMX Argentina S.A. sostuvo que
ello no implicaba un costo de la baja sino que, dependiendo de la antigüedad del
contrato, se tornaban exigibles determinados cargos que se iban amortizando con el
transcurso del tiempo y que condicionaban la permanencia del cliente en la compañía por
un plazo no menor a veinticuatro meses. Por ello si se producía la resolución o rescisión
del contrato por cualquier causa el cliente debía abonar el 100% del valor del cargo de
activación y del subsidio remanente si la cancelación acaecía durante los 12 primeros
meses del plazo y del 50% si ocurría en los últimos doce meses del período. A
continuación la sentencia de grado considera que el envío de la carta por parte de la
actora constituye una práctica abusiva que carece de fundamento. Además ello no se
compadece con la cantidad de líneas y equipos telefónicos y planes que la demandada
ofrece a través de su plataforma web por lo que de conformidad con el art. 10 ter de la
LDC el proveedor debió haber previsto un sistema similar para la baja del servicio. El trato
equitativo impone que si la actora contrató el servicio en forma personal en un local
comercial bien podría utilizarse el mismo sistema para solicitar la baja. Añade que la
exigencia al usuario de exteriorizar los motivos por los cuales solicita el cese de la

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prestación constituye una práctica abusiva porque induce al cliente a creer que la baja
sólo procede en caso de que la proveedora lo justifique imponiéndole en caso contrario
la obligación de mantener un servicio que no le satisface, que no quiere o que no puede
seguir manteniendo. Igualmente al no haberse acompañado la copia del contrato ni
contar la actora con un ejemplar no puede concluirse que O. no hubiere dado
cumplimiento a los plazos contractuales o que conociera anticipadamente los requisitos
ya que ello le fue informado recién cuando se comunicó telefónicamente con el centro de
atención al cliente, con posterioridad a la suscripción del contrato. Añade que también
constituye una práctica abusiva el pago previo de los conceptos adeudados cuyo objeto
no es otro que el de retener indebidamente al usuario cobrándole rubros que sólo
adquieren virtualidad cuando se pretende la baja del servicio. Se configura así una
conducta abusiva persistente y Claro no pudo justificar la legitimidad de las deudas que
detalló en la contestación de demanda porque –como lo anticipó- no acompañó copia del
contrato que constituye el fundamento de las facturas reclamadas. Además esa misma
parte aclaró que cedió las deudas que supuestamente tenía la actora a un fideicomiso
cuyo beneficiario gestionó a través de distintos estudios jurídicos su recupero, por lo que
resulta evidente que si el motivo para negar la baja obedecía a la cesión de la deuda esa
conducta resultaba ilícita y abusiva. Por lo demás ante la falta de pago la empresa
siempre puede ocurrir a la vía judicial. Finalmente dice que la facultad del proveedor de
informar a las bases de datos financieros que el cliente es moroso, sin que ello genere
responsabilidad a Claro, resulta abusiva y nula porque contiene una dispensa anticipada
de responsabilidad violatoria del art. 37 incs. a y b LDC. Se suma a ello que la página web
señalada a fs. 80 como fuente de la cláusula contractual ha sido retirada u ocultada al
acceso público por lo que tampoco pudo cotejarse su contenido. Luego bajo el título
“comportamiento intimidatorio” el pronunciamiento de grado señala que la pretensión
reiterada de realizar gestiones de cobro en forma sucesiva y simultánea a la negativa a
cancelar la línea importa un verdadero acoso intimidatorio transgrediendo el art. 8 bis de
la Ley de Defensa del Consumidor. Acota que no obstante el desacuerdo de la actora con
la modalidad de rescisión impuesta unilateralmente evidenció de modo claro y
contundente su decisión de dar de baja al servicio de forma definitiva pagando $ 183,
según se desprende de fs. 62, 315, 316, 322/325, como lo reconociera la demandada a fs.
340. Pero, y a pesar de ello, Claro le dio trámite de “suspensión de la línea por pérdida”
dándole de baja en forma provisoria el 11 de Julio de 2011, que es la fecha de notificación
de la apertura de la instancia administrativa en la Oficina de Información al Consumidor
de Tandil. Prosigue afirmando que los sucesivos reclamos de la actora, la reiterada
negativa de la demandada, los requerimientos por vía epistolar y por mail, condujeron a

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que O. no tuviera más alternativa que pagar todo lo que constituye un obrar antijurídico
con el único objeto de seguir presionando al usuario de obtener cargos indebidos, a los
que se les añade las reiteradas comunicaciones a la Organización Veraz. Tan es así que
cuando la actora extravió su teléfono celular al no obtener respuesta del centro de
información al cliente concurrió a un centro de atención personalizada donde le
informaron que había una deuda pendiente de $ 61 que debía abonar para readquirir su
línea y luego darle de baja. En conclusión considera reiteradamente menoscabados los
derechos al consumidor por violación de los arts. 4, 8 bis, 10 y 10 ter de la Ley 24.240. La
sentencia ahora recurrida señala que la accionada también vulneró los arts. 59, 62 y ccs.
de la Ley 27.078 “Argentina Digital”. En lo atinente a los daños resarcibles la condena por
el detrimento material alcanza a $ 311 que es el total que tuvo que desembolsar para dar
de baja el servicio y que comprenden: $ 183 depositados en la cuenta bancaria; $ 28
correspondiente a una carta certificada; $ 100 en concepto de gastos y movilidad para
asistir a las audiencias ante la OMIC; $ 61 que es la suma reclamada en la ampliación de
demanda cuyo pago es reconocido por la demandada. En lo relativo al daño moral lo
cuantifica en $ 35.000 atendiendo a los padecimientos que debió soportar O. como
consecuencia del trato humillante, la ausencia de información adecuada, la existencia de
cláusulas abusivas, las dificultades para dar de baja al servicio, el trato intimidatorio, la
necesidad de acudir al trámite administrativo por ante la OMIC de Tandil en el que se
condenó a la accionada, las amenazas de inicio de acciones judiciales y la comunicación
a la Organización Veraz. Tras ello la sentencia dispuso que se descontara la suma de $
2.000 fijados en concepto de daño directo en sede administrativa. En lo atinente al daño
punitivo se desestimó su declaración de inconstitucionalidad porque se trata de
sanciones civiles que no se encuentran alcanzadas por los principios del derecho penal
resultando suficiente que no sean excesivas y que se respeten las garantías del derecho
de defensa y del debido proceso. Constituye una pena privada impuesta a título
preventivo y sancionatorio. Por otro lado el derecho argentino reconoce otras penas
privadas o el agravamiento de la responsabilidad por dolo entre otros supuestos que no
merecen objeciones constitucionales. En la determinación de la cuantía del daño punitivo
y para justificar la suma fijada de $ 1.000.000 tuvo en cuenta los incumplimientos
contractuales y las conductas abusivas señaladas precedentemente, a lo que se añade la
condena administrativa a pagar $ 2.000 en concepto de daño directo más $ 2.000 de
multa que no sólo la actora no canceló sino que aún con posterioridad persistía en su
conducta de pretender percibir distintos rubros. A ello añade que la demandada no
acompañó el contrato pese a que fue intimada, y planteó la nulidad de la notificación,
obligando a la actora a cursar una nueva intimación al domicilio real, a pesar de lo cual

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luego se negó infundadamente a cumplir con lo ordenado. Más adelante, y para
ejemplificar la conducta dilatoria de AMX Argentina S.A., señala que se demoró
incausadamente en la producción de la prueba pericial, la que concluyó omitiendo
entregar los libros contables para su peritaje con fundamento en la confidencialidad de
la información relativa a sus clientes. En ese sentido la sentencia detalla las distintas
contingencias suscitadas en la producción de dicha prueba pericial que resultó fallida. A
los fines de cuantificar el monto en concepto de daño punitivo el decisorio hizo
consideraciones respecto a que la desinformación deliberada de la demandada intentaba
maximizar su utilidad, por lo que si se multiplica este proceder por el número de clientes
que dice tener su conducta reprochable redunda en el aumento de su rentabilidad.
También se tuvo en cuenta que en sede administrativa local se dedujeron trescientas
cincuenta denuncias en el año dos mil catorce y que entre los años 2012 a 2014 se
impusieron sanciones económicas por la Dirección Provincial de Comercio que oscilaron
entre $ 2.000 y $ 50.000. Por todo lo expuesto se condenó a AMX Argentina S.A. a pagar
las sumas mencionadas precedentemente. Finalmente y en lo relativo a la donación de
la suma de condena de los daños punitivos, y en atención a que el escrito judicial no
cumplimenta los requisitos del art. 1542 del Código Civil, se desestimó esa pretensión y
la del letrado de donar parte de sus honorarios, sin perjuicio de lo cual que ello debía
tenerse presente en el momento de concretarse el pago.
Contra dicho pronunciamiento ambas partes dedujeron recursos de apelación, los
que fueron fundados a fs. 660/672 vta. y fs. 694/715, obrando las contestaciones a fs.
678/687 vta. y fs. 717/737 respectivamente. A fs. 746 se pasan las actuaciones en Vista al
Sr. Fiscal General Departamental, glosándose su dictamen a fs. 747/750 vta.
La actora expresó agravios a fs. 662/673. En su pieza impugnativa la recurrente se
refiere inicialmente a los antecedentes del caso y concentra sus críticas en la insuficiencia
de la cuantía fijada en concepto de daño punitivo. Formula una enfática defensa del
instituto y cita minuciosamente los antecedentes dogmáticos que justifican que en este
caso se otorgue una suma muy elevada a fines de atender a las particularidades del caso
y de dictar una sentencia ejemplificadora atento a la gravedad de la inconducta de la
demandada. Manifiesta, en síntesis, que la sanción fijada -confrontada con las ganancias
obtenidas- no cumplen la función disuasoria ni desbarata las ganancias de la demandada.
Los daños punitivos cumplen una función preventiva y sancionatoria y que en ciertas
ocasiones –como en el caso de autos- la carga de la prueba en cabeza de la actora puede
convertirse en diabólica. Partiendo de los requisitos que para fijar la cuantía de la sanción
prevén los arts. 49 y 52 bis LDC considera que la sentencia omitió ponderar los cobros
indebidos que percibió la accionada como ganancias obtenidas ilegalmente y reclamadas

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en el escrito de demanda. Los daños punitivos procuran evitar o disminuir la actitud
desaprensiva del proveedor de servicios, desbaratar su accionar repulsivo y compensar
con una mínima sanción económica la ganancia económica obtenida en perjuicio del
consumidor, teniendo en cuenta el alcance social, la capacidad patrimonial del dañador
y la magnitud del hecho. Por ello entiende que resulta absurda la valoración de la prueba
que condujo a otorgar la suma de $ 1.000.000, para lo que computa varios elementos: el
beneficio económico percibido por el dañador; la situación patrimonial del infractor y su
participación en el mercado; su accionar doloso y el grado de intencionalidad; los
antecedentes por sanciones y reincidencia, postulando incluso la aplicación de una
fórmula matemática para la determinación final del monto de condena. Con relación al
primer punto (beneficio económico obtenido por el ganador) señala que sólo de una de
las bocas de recupero la demandada habría percibido ilegítimamente la suma de $
5.610.000 entre los años 2010 y 2015, según los movimientos informados por el Banco
Nación y correspondientes a la cuenta corriente en la que la actora, en representación de
la demandada, depositó el importe reclamado, por el estudio de cobranzas denominado
“V/N”. En tal sentido se refiere a las probanzas obrantes en el expediente relativas a la
intimación extrajudicial de “V/N” por el cobro de la deuda de Claro y a los depósitos
efectuados en la cuenta corriente, atendiendo al informe del Banco Nación que indica
distintos pagos por terceros y conceptos tales como: “depósito cuenta Claro”;
“honorarios Claro”; “pago Claro”; “acuerdo Claro”; “estudio Claro”, etc., en los términos
de las constancias obrantes a fs. 55, fs. 62, fs. 315, fs. 322/323, fs. 496/497, añadiendo que
la accionada no respondió la carta documento en la que se intimó que manifestara si diez
de las personas que realizaron esos depósitos eran clientes de la empresa. Acota que al
responder el escrito de demanda la accionada reconoció que cedió la cartera de cobro a
un fideicomiso y, pese al esfuerzo en contrario de “AMX Argentina S.A.”, está acreditado
que “V/N” y “GSA Collections” efectuaron los cobros por cuenta de Claro Argentina
mediante diferentes medios como “Pago Fácil” o “Sepsa S.A.” (Servicio Electrónico de
Pago Sociedad Anónima”) (cf. fs. 533, 535, 540). Tras ello, y respondiendo a la pregunta
que se formula de qué vínculo existe entre SEPSA, GSA Collections y AMX, aduce que
“Servicio Electrónico de Pago Sociedad Anónima” y “Pago Fácil” constituyen las bocas
de cobro de todo el país del dinero que deposita GSA por orden de AMX. Afirma que GSA
Collections percibió por orden y cuenta de AMX a través de las bocas de cobro de SEPSA
la suma de $ 94.155.619,28. Posteriormente, y de los comprobantes de pago agregados
en el expediente, infiere que “el nº de cuenta 139124539” es el mismo utilizado por “V/N”
y por “GSA Collections” deduciendo que ese importe consignado anteriormente
corresponde a cobros exclusivos para la cuenta corriente de AMX Argentina. Más

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adelante formula otras consideraciones tendientes a recalcar la magnitud de la
operatoria y a tener por acreditado que la mecánica descripta resulta de la correlación
entre los números de cuenta en los que la actora abonó cargos y honorarios y las
restantes constancias del expediente. El segundo elemento de ponderación para la
cuantificación del daño punitivo se refiere a la situación patrimonial de la demandada y
su participación en el mercado la que en el año 2010 tenía veinte millones de clientes,
según su propia publicidad. La accionada se negó a presentar balances y a dar cuenta de
sus estados contables y en un expediente tramitado en otra jurisdicción se tuvo por
acreditada la descomunal capacidad económica de la empresa demandada, líder en
telefonía móvil en nuestro país, con ganancias netas en el año 2010 de $ 1.471.125.356, y
cuya facturación total ese mismo año fue de $ 10.324.987.193. Acota que realizando un
cálculo matemático la suma de daños punitivos pedida de $ 5.000.000 representa lo
facturado por la demandada en cuatro horas. Más adelante se refiere, en el denominado
tercer punto, a lo que califica accionar doloso de la demandada. En tal sentido la empresa
no acompañó el contrato base ni acreditó ninguna diligencia en la atención al
consumidor. Tanto es así que AMX continuó con su ardid tendiente al cobro de acreencias
indebidas luego de la intimación de fs. 55 efectuada por “V/N”, de promovido el
expediente ante la OMIC (fs. 208), e incluso de cursar a fs. 56 otra intimación realizada
por “GSA”. Tras ello analiza la cantidad de los requerimientos formulados por la
demandada a fines de compeler coercitivamente en forma dolosa el pago de acreencias
indebidas. Afirma que en un período que identifica remitió 2.489.199 avisos de “carta
aviso documentada” como la enviada a la actora, por lo que si hipotéticamente se
computa la suma de $ 5 como cobro indebido (ni siquiera los $ 183 que en primer
momento reclamó a la demandante) la suma total por ese concepto alcanza los $
12.000.000. Enfatiza que esa suma ascendería a $ 774.140.889 si en vez de $ 5 se
computara como cobro indebido el monto de $ 183 que pagó la Sra. O.. Por otro lado se
detiene en lo que denomina el artilugio del que se vale AMX para coaccionar a los usuarios
a través de informes de riesgo crediticio. Si bien a fs. 284 “Veraz S.A.” manifestó que no
informó negativamente sobre la actora, a fs. 374 aclaró que efectivamente O. fue incluida
en la base de datos por AMX en el año 2012, luego de que esa empresa reconoció, a fs.
329, que la actora pagó la deuda. De allí, y con base a otras consideraciones adicionales,
pone de relieve cómo la demandada se valió de una actitud descomedida toda vez que
se aprovechó de la dificultad para judicializar un reclamo por $ 183 (supuesto
configurativo de los denominados micro daños) sino que también dilató la instancia
administrativa ante la OMIC y ni siquiera pagó la multa que se le impuso. Añade, siempre
para calificar de dolosa la conducta de Claro, que después de que la actora cumplió con

11
un requisito improcedente (solicitar la baja del servicio en carta suscripta de puño y letra
por el usuario) se le denegó la cancelación de su número telefónico alegando que no se
observaron los requisitos exigidos, los que omite mencionar, vulnerando así otra vez su
deber de información. En el denominado cuarto punto el apelante hace referencia a los
antecedentes por sanciones y reincidencias, y menciona que en el año 2014 se efectuaron
ante la OMIC de Tandil 350 denuncias y que en la Dirección Provincial de Comercio
registra numerosas multas (aproximadamente diez) por montos que oscilan entre los $
2.000 a los $ 50.000. Concluye afirmando que la demandada no cumplió con la carga de
la prueba de demostrar que el monto de daño punitivo solicitado resulta desajustado.
Finalmente sostiene que si se aplicara una fórmula matemática para cuantificar ese daño
se arribaría a una suma cercana a $ 35.000.000 computando como variables: un usuario
en un universo de mil (ni siquiera de uno de entre 2.489.199 usuarios que se encuentran
en situación análoga); calculando en el 100% la probabilidad de condena por daño
punitivo; estimando en $ 35.372 la compensación por daños y perjuicios. De allí infiere
que aún el valor máximo que prevé la ley de $ 5.000.000 deviene marcadamente
insuficiente para cumplir una función disuasoria y sancionatoria por su conducta dolosa.
A fs. 694/715 expresa agravios la demandada. En dicha pieza impugnativa cuestiona
en primer lugar el rechazo del planteo de prescripción criticando que se haya computado
como fecha de inicio el 29 de Marzo de 2011 en que la actora solicitó en forma telefónica
la cancelación del servicio cuando debió tomarse el mes de Marzo de 2010, que es la fecha
en la que O. manifestó (incluso al absolver posiciones) que se iniciaron los inconvenientes
que motivaron los ulteriores reclamos. Luego señala que no resulta de aplicación el plazo
decenal del art. 4023 del Código Civil sino que conforme la jurisprudencia debe acudirse
al plazo de tres años previsto en el art. 50 de la Ley 24.240. También se disconforma con
la alegación de la sentencia de que los reclamos administrativos hubieran interrumpido
el plazo de la prescripción porque sostiene que los efectos suspensivos –y no
interruptivos- radican en nuevas infracciones en otras nuevas relaciones jurídicas
distintas las que constituyen reincidencia. Es decir, en suma, debe tratarse de un reclamo
administrativo nuevo. A ello se añade la independencia de la acción administrativa de la
judicial. Por consiguiente sostiene que desde Marzo de 2010 a la fecha de iniciación de la
demanda 07 de Agosto de 2014 transcurrió holgadamente el plazo de tres años que
prescribe el art. 50 de la Ley 24.240. El segundo agravio se denomina “inexistencia de un
daño real y resarcible e inexistencia de incumplimiento del deber de información (art. 4
LDC)”. Afirma que no se probó que la conducta de esa parte fuera abusiva al requerir el
envío de una nota firmada a una casilla postal y el pago de los conceptos bonificados al
contratar el servicio, es decir el cargo de activación y el subsidio de comprar el equipo a

12
un precio inferior al de mercado con la condición de mantenerse como cliente durante
veinticuatro meses. Aduce que la sentencia se funda sólo en presunciones, deja de lado
que la actora reconoció la suscripción de un contrato, el que se presume que leyó, que no
puede alegar su propia torpeza, que no puede soslayarse que el servicio se contrató el 1
de Septiembre de 2009 y que sólo restaban seis meses para completar la amortización lo
que explica que la suma debida era sólo de $ 30. Sostiene que en el momento de solicitar
la baja se informaron detalladamente los pasos a seguir y que cuando envió la carta postal
gratuita lo hizo sin abonar los cargos adeudados. De allí y a partir de $ 30 la actora
construye un entramado que lo que procura es su enriquecimiento sin causa. Dice que en
la página web se encuentran publicados todos los términos y condiciones de la
contratación del servicio y que si bien a la fecha se han modificado los procesos
informáticos, hace ocho años el trámite consistía en enviar una mera nota a un apartado
postal gratuito y cancelar los importes adeudados como consecuencia de la rescisión
anticipada y aún no amortizados. Rechaza que no se haya cumplimentado con el art. 10
ter de la Ley 24.240 ya que el servicio fue contratado el 01 de Agosto de 2009 por escrito,
mediante un formulario de solicitud que preveía estos requisitos, los que estaban en la
página web; ello no sólo no era abusivo sino que estaba autorizado por la Comisión
Nacional de Comunicaciones que es la autoridad de contralor. Acota que la prohibición
de previo pago para requerir la baja receptada en el art. 10 quater de la Ley 24.240 está
vigente a partir de la Ley 27.265 desde el 17 de Agosto de 2016. Por consiguiente no hay
conducta abusiva ya que el marco regulatorio actual no regía en el año 2010, en el
contexto de las condiciones acordadas. La propia actora manifestó que en Marzo de 2010
se contactó con el Servicio de Atención al Cliente y que tardó un año y dos meses en
enviar la solicitud de baja el 23 de Mayo de 2011, omitiendo cumplir con el pago de los
conceptos adeudados y devengados como consecuencia de la rescisión anticipada del
contrato, lo que efectivizó recién en una tercera oportunidad cuando recibió una
intimación emitida por un estudio jurídico que gestionó el cobro. Destaca que cumplió
con el deber de información previsto en el art. 4 de la Ley 24.240 ya que cuando pidió
formalmente la baja del servicio el 08 de Junio de 2011 se le reiteró por tercera vez los
requisitos que debía cumplimentar y su solicitud no pudo ser procesada por no haber
saldado los cargos pendientes. De allí deduce que la sentencia es arbitraria porque la
actora adoptó una conducta injustificada, al no ajustar su comportamiento a los términos
contractuales y abonar sólo al ser intimada por un estudio jurídico. En el tercer agravio
afirma que no hay ninguna conducta intimidatoria atribuible a AMX lo que no puede de
ningún modo deducirse de la cesión de parte de la cartera de morosos a un tercero (“GSA
Collections S.A.”). Enfatiza que reclamar el cobro de lo adeudado no es intimidatorio y

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que es absolutamente razonable que procure el recupero de la deuda. En el cuarto
agravio cuestiona la aplicabilidad de la Ley 27.078 que no estaba vigente al momento de
suceder los hechos. En el quinto agravio controvierte la condena a restituir en concepto
de daño material la suma de $ 311 correspondientes a los gastos pendientes y requeridos
para procesar la baja del servicio y de supuestos y no acreditados gastos de movilidad y
envío de carta certificada. No hay ningún fundamento para el reintegro de dicho monto
el que resulta de la deuda omitida pagar por O., quien consintió todo lo actuado al haber
efectuado dicho pago sin protesta ni reserva. Recalca que recién a partir del 2016 está
vigente la prohibición de exigir el pago previo para dar de baja el servicio. En el sexto
agravio impugna la procedencia y cuantía fijada por daño moral toda vez que cumplió
con los términos contractuales y fue la actora quien discrecionalmente intentó la
cancelación del servicio de modo arbitrario. Concluye señalando que no resulta
indemnizable cualquier inquietud o perturbación. En el séptimo agravio desglosa en
varios subtítulos la procedencia y existencia del daño punitivo rechazando su
cuantificación por resultar desproporcionada, infundada y contraria al derecho. Parte de
la base de que está ausente el presupuesto previo que es el incumplimiento por cuanto –
reitera- su parte se ajustó a los términos del contrato, los que la actora reconoció, y que
las exigencias para darle de baja entonces requeridas eran perfectamente legítimas.
También pone el foco en la negligencia de la actora al enviar la carta documento pidiendo
la baja al año de haber formulado las consultas y sin pagar los cargos pendientes. No
existe, por lo tanto, un incumplimiento grave de AMS S.A. ni dolo directo o eventual. Tras
ello señala que además la suma de condena resulta desproporcionada y falta de
razonabilidad incurriendo en un exceso de punición toda vez que no concurren los
requisitos legales para su admisibilidad. Explica que, en síntesis, no medió
incumplimiento toda vez que AMX informó adecuadamente suministrándole a la actora
todos los datos necesarios para dar de baja el servicio; no existe grosera negligencia o
dolo eventual de su parte ni ningún grado de reprochabilidad ya que no vulneró ninguna
norma legal o contractual. Pone de relieve la falta de razonabilidad y correspondencia
entre los rubros resarcitorios por daño patrimonial y moral ($ 35.311) y el daño punitivo
otorgado en $ 1.000.000. Tras ello analiza con detenimiento un antecedente
jurisprudencial de este Tribunal y efectúa un resumen o síntesis de montos otorgados por
este concepto por otros tribunales provinciales los que oscilan entre $ 10.000 y $ 20.000.
En el octavo agravio señala que se ha vulnerado el principio “non bis in idem” al admitir
daños punitivos que tienen la misma naturaleza punitiva o sancionatoria que la actuada
en sede administrativa por ante la OMIC de Tandil. En el noveno agravio señala que los
intereses por daños punitivos no deben correr desde la “fecha del ilícito” como lo calificó

14
la sentencia, sino a partir del momento de que la sentencia quede firme y resulte exigible
porque recién desde entonces podría constituirse en mora. Formula otras
consideraciones y pide se revoque la sentencia apelada haciendo reserva del Caso
Federal.
A fs. 750 último párrafo se pasa la cuestión a definitiva y firme el proveído que hizo
saber el orden de la votación (cf. fs. 751) el expediente se encuentra en condiciones de ser
resuelto.

II.- 1.- En primer lugar corresponde determinar el derecho aplicable. En efecto y


dado que los hechos acontecieron con anterioridad a la entrada en vigencia del nuevo
Código Civil y Comercial (1/8/2015), rigen -por regla- las disposiciones del régimen
anterior, salvo los efectos no consumidos de las situaciones jurídicas constituidas
anteriormente y las normas más favorables al consumidor en las relaciones de consumo.
Por ello, el caso queda comprendido en el ámbito del Código Civil, sin perjuicio de la
aplicación del Cód. Civ. y Com. en lo relativo a las normas imperativas o supletorias del
consumo, lo que constituye una excepción al régimen, y de las nuevas normas como
pauta interpretativa del sistema anterior Con relación a ello “el principio de aplicación
diferida, prolongada o de ultraactividad en materia de contratos y de normas dispositivas
significa que se sigue aplicando el Código anterior, salvo dos supuestos: que las nuevas
normas sean imperativas (o sea cuando no son disponibles por los particulares) y que en
las relaciones de consumo se trate de normas más favorables al consumidor” (Galdós,
Jorge M., “El art 7 CCCN y algunas reglas de derecho transitorio en materia de
responsabilidad civil” RC D 5/2016).

Kemelmajer de Carlucci expresa que “las leyes de protección de los consumidores,


sean supletorias o imperativas, son de aplicación inmediata. La norma tiene clara
raigambre constitucional y está estructurada sobre la base de una razonable aplicación
del principio protectorio propio del Derecho del Consumo, que el CCyC recoge no sólo en
los artículos 1096/1122 sino que extiende a otros ámbitos específicos, como, por ejemplo,
los contratos bancarios (arts. 1384/1389); el cementerio privado (art. 2111) y el tiempo
compartido (art. 2100)” (cfr.aut cit “La aplicación del Código Civil a las relaciones y
situaciones jurídicas preexistentes”, segunda parte, Ed. Rubinzal-Culzoni, Santa Fe 2016,
pág. 60/61; Heredia, Pablo “El derecho transitorio en materia de contractual”, en Revista
CCyC, año 1, N° 1, págs. 3, 14). Añade la autora citada que “en mi opinión, la norma no
dispone la aplicación retroactiva de la nueva ley sino su aplicación inmediata. Fundo mi
posición en las palabras de la ley …” (conf. aut. y ob. cit., pág. 61) y en “la diferencia entre
retroactividad con inmediatez … cuando la ley disponga expresamente su aplicación
retroactiva, es procedente siempre que no se violen garantías constitucionales. Así –

15
concluye- la incorporación de esta excepción en el último párrafo del art. 7 del CCyC pone
a la legislación argentina al día con las tendencias más modernas, pasando a ser las leyes
posteriores de efecto inmediato en su aplicación a las relaciones contractuales, pues
éstas ya no responden al viejo criterio de las leyes supletorias, sino a las imperativas que
dominan el derecho del consumo y de allí su aplicación inmediata …” (conf. aut. cit., en
Galdós, Jorge M., con la colaboración de Blanco Gustavo H., “El art. 7 CCyC y el derecho
transitorio en la responsabilidad civil (en la primera etapa de implementación del Código
Civil y Comercial)” en Moisset de Espanés, Luis, “Derecho transitorio en el nuevo Código
Civil y Comercial”, Ed. Advocatus, Córdoba, 2016 p. 292). Señalan Freytes y Cafferata que
“cuando el art. 7 del CCyC se refiere a las normas supletorias más favorables al
consumidor en la relación de consumo, no sólo está haciendo referencia a las normas
específicas de Defensa del Consumidor –que, por vía general, revisten carácter
imperativo-, sino también a las normas de carácter supletorio, contenidas en el título
referido a los contratos en general, como en la regulación específica de cada uno de los
tipos particulares del contrato previstos en el CCyC, en tanto y en cuanto ese contrato en
particular, revista el carácter de contrato de consumo en los términos del art. 1093 del
CCyC. Coadyuva a esta interpretación, no sólo la amplia hermenéutica del régimen
jurídico de los contratos de consumo, sino también el principio de interpretación más
favorable al consumidor, contenido en el art. 1094 del CCyC” (cfr. Freytes, Alejandro
Enrique y Cafferata, Juan Manuel “La aplicación de la ley en el tiempo y los contratos” en
“Derecho transitorio en el nuevo Código Civil y Comercial”, Luis Moisset de Espanés
(Dir.), Ed. Advocatus, Córdoba 2016, págs. 356/357).

2.- Corresponde ahora abordar la desestimación de la excepción de prescripción


opuesta por AMX Argentina S.A. (Claro), la que deberá ser confirmada.
Ciñéndome a lo necesario para resolver, el primer tema de discrepancia consiste en
determinar cuál es el plazo de prescripción: el de tres años del art. 50 LDC o el más
favorable al consumidor de diez años previsto en el art. 4023 CC, ya que en autos no se
configuró una cuestión de derecho transitorio (de las reguladas en el art. 2537 CCCN, que
resulta imperativo; art. 7 CCCN).
Los hechos litigiosos, y determinantes de la responsabilidad de la accionada, radican
en el incumplimiento del deber de información y en la vulneración del trato digno y
equitativo de la actora, María del Rosario O., cuando pretendió darle de baja al servicio
de telefonía celular contratado con AMX Argentina S.A. (Claro) (art. 8 bis, 10 ter, 10
quáter, 32, 40, y concs. LDC; arts. 1092 a 1095; 1096 a 1099; 1100 a 1103 CCCN).
La sentencia de grado consideró que la acción no estaba prescripta, computando
como fecha de inicio del plazo el día 29 de Marzo de 2010 (fecha en la que la actora

16
manifestó que efectuó telefónicamente el primer reclamo de cancelación del servicio y
que aclara que por error de tipeo se consignó 29 de Marzo de 2011) y de aplicación el
plazo decenal del art. 4023 CC porque resulta más favorable al consumidor en los
términos del art 50 LDC. En efecto, entiende que este artículo, según el texto vigente al
momento de los hechos (años 2010/2011 y ss. texto de la ley 26.361 del año 2008, que
modificó la ley 24.240 del año 1993) establece el plazo de prescripción de tres años, con
excepción de la existencia de plazos más favorables al consumidor, por lo que siendo que
la acción resarcitoria de derecho común tenía un plazo de diez años (art. 4023 CC), éste
era el régimen aplicable: diez años del CC y no tres años LDC ( arts 50 LDC y 4023 CC).
Además tuvo en cuenta que en el mes de junio de 2011 la actora promovió acciones
administrativas “interruptivas del plazo de prescripción”.
El tema del plazo de prescripción antes de la reforma del CCCN había generado
disputas interpretativas, sobre la base de la hermenéutica del art. 50 LDC entonces
vigente. El texto anterior, que regía al momento de los hechos, correspondía al art. 50 en
la redacción dada por la ley 26.361 (vigente a partir del año 2008 y que modificó el texto
originario de la ley 24.240 LDC de 1993) y decía que las sanciones administrativas y las
acciones judiciales prescribían a los tres años, “salvo la aplicación de la norma más
favorable al consumidor cuando las leyes generales o especiales fijen plazos distintos”.
Agregaba que “la prescripción se interrumpirá por … el inicio de actuaciones
administrativas o judiciales”. La cuestión había generado dos opiniones: la que sostenía
que siempre rige el plazo especial del art. 50 por constituir ley especial y que para la acción
de daños ese plazo se extendía a 10 años, conforme el art. 4023 CC, criterio que siguió la
sentencia apelada. Sin embargo, en la actualidad, el art. 50 LDC fue modificado por la ley
26.994 que sancionó el CCCN y que limitó el plazo de prescripción de tres años del art. 50
a las sanciones, quedando- en general y por regla- el plazo de las acciones judiciales
sometidos al régimen general de tres años del art. 2561 CCCN (conf. “La aplicación de la
prescripción del art. 50 LDC y el principio ‘pro consumidor’”, en Stiglitz, Gabriel –
Hernández, Carlos A., “Tratado de Derecho del Consumidor”, Tomo IV, pág. 93; Stiglitz,
Rubén – Compiani, Fabiana, “La prescripción en el contrato de seguro y La Ley de
Defensa al Consumidor”, La Ley 26/2/2009).
La redacción de la norma aplicable, art. 50 LDC según ley 26.361 del año 2008, era
la siguiente: “Las acciones judiciales, las administrativas y las sanciones emergentes de
la presente ley prescribirán en el término de tres (3) años. Cuando por otras leyes
generales o especiales se fijen plazos de prescripción distintos del establecido
precedentemente se estará al más favorable al consumidor o usuario. La prescripción se
interrumpirá por la comisión de nuevas infracciones o por el inicio de las actuaciones

17
administrativas o judiciales”. Se advierte con referencia al texto anterior que además de
incluirse a las acciones judiciales, se deja a salvo el plazo más favorable para el
consumidor resultante de la ley general o especial.
En este contexto: debe determinarse si se aplicaban los tres años del art 50 LDC,
según texto ley 26.361 o, interpretando esa norma, el art. 4023 CC ya que la acción
resarcitoria reenviaba al plazo de diez años del CC (art. 4023 citado). Reitero, como
argumento adicional, que ahora y a partir del nuevo CCCN, el plazo de tres años del art.
50 LDC rige sólo para las sanciones y el plazo general de prescripción es el del art. 2561,
también de tres años y coincidente con aquél.
Si se adopta la solución de la sentencia, y se toma como fecha de arranque del plazo
el mes marzo de 2010 (aspecto sobre el que no coincido), habiéndose radicado la
demanda el 6 de Agosto de 2014 (fs. 92 vta.) y aún sin computar ningún supuesto de
suspensión ni de interrupción, la acción resarcitoria y punitiva no está prescripta (art.
4023 CC al que reenvía en el caso el art. 50 LDC, según ley 24.999 del año 2008).
Empero arribo a parecida solución por otros argumentos. La actora recurrente alega
que la fecha de arranque del plazo precriptivo, debe ser el día 15 de Mayo de 2011, fecha
de rechazo de Claro del reclamo iniciado el 29 de Marzo de 2010. Conforme los hechos
aducidos, la negativa de la actora y el principio ·iuria novit curia” corresponde considerar,
atento los propios dichos de Claro al contestar la demanda, que la línea fue cancelada el
11 de Julio de 2011, habiendo sido previamente suspendida desde el 29 de Marzo de 2011
(en realidad, y según los propios términos de la actora, de Marzo de 2010; arts. 34 inc. 4
y 163 inc. 6 C.P.C.). Al tratarse de un supuesto de daño continuado, en el que la
demandada debía dar curso a peticiones y reclamos del usuario, el plazo no puede
supeditarse a la conducta discrecional del proveedor sino que corresponde considerar la
fecha en el que se cerró (aún parcialmente) el entramado relacional suscitado entre ellos,
y que para el caso lo es el 11 de Julio de 2011, conforme la admisión procesal de Claro de
fs. 127. Como se desprende de su propio relato no procedió a cancelar antes el servicio
por entender que la Sra. O. no había cumplimentado los requisitos convenidos. De modo
que el vínculo no se había extinguido hasta -al menos- esa fecha en la que recién quedó
expedita la acción resarcitoria. La solución final no variaría si se tomara la fecha de inicio
que afirma la actora, el 15 de Mayo de 2011, data en la que la demandada rechazó el
reclamo inicial (fs. 719). Y ello porque la promoción del trámite administrativo por ante la
OMIC Tandil en Junio de 2011 (conf. fecha del despacho de fs 17 en la que se convoca a la
demandada a una audiencia de conciliación, librándose la cédula el 4 de Julio de 2011)
opera con “efectos interruptivos” (art. 50 LDC según texto ley 26.361). Si a ello se añade
que recién el 21 de Septiembre de 2012 se dictó la resolución administrativa que impuso

18
a Claro una multa de $ 10.000 y un daño directo de $ 2.000, y que si bien la demanda
judicial fue radicada el 19 de Agosto de 2014, con fecha 9 de Abril de 2014 se inició la
mediación judicial obligatoria prevista por la ley provincial 13.951, con cierre el 29 de
Mayo de ese año (conf. acta fs. 64) no cabe dudas que la acción resarcitoria y punitiva no
está prescripta (art. 50 LDC).
Señalo brevemente que mientras exista pendencia de respuestas o resoluciones de
una de las partes de la relación de consumo no puede considerarse que comienza a correr
el plazo de prescripción, por lo que no corresponde computar la fecha del primer reclamo
(29/3/2010) sino -cuanto menos- la data que la propia demandada reconoce como de
“cancelación del servicio” (11/7/2011, fs. 127), interrumpida por la promoción de la
instancia administrativa en Junio de 2011 hasta la notificación de esa resolución fechada
el 21 de Septiembre de 2012. Es que hasta entonces la acción no estaba expedita y
dependía de la conducta contractual de Claro quién, en caso contrario, podría mantener
vigente la situación de indefinición hasta hacer vencer el plazo prescripto (arts. 3947,
3956 y concs. CC).
3. a) Es improcedente el agravio de la demandada, procurando la revocatoria del
pronunciamiento que declaró la responsabilidad civil de Claro, por haber infringido el
deber de información y el de trato digno, equitativo y no discriminatorio (art. 42 CN; arts.
8, 10, 10 bis, 10 ter, 10 quáter, 52 bis y concs. LDC; arts. 1096 a 1099, 96, 964, 984, 1092,
1094, 1095, 1100 y concs. CCCN). El núcleo argumental que sustenta mi razonamiento es
el siguiente (art. 3 CCCN):
- Los arts. 1096 a 1098 CCCN (derivados del art. 42 CN en su correlación con el art. 8
bis y, para lo que aquí interesa, los arts. 10 y 10 bis LDC, según texto ley 24.999 y doctrina
del art. 10 quáter según ley 27.265 del 17/8/2016) consagran una responsabilidad objetiva
y de resultado, conforme lo explica Kemelmajer de Carlucci, que imponen al proveedor
la carga de la prueba de la ruptura total o parcial del nexo causal (Kemelmajer de Carlucci,
Aída, “Prácticas abusivas en los contratos de consumo” Sup. Esp. Nuevo Código Civil y
Comercial de la Nación. Contratos 2015 (febrero), 25/02/2015, 237,Cita Online:
AR/DOC/392/2015; arts. 1721, 1722, 1723 y concs. CCCN).
- Claro no demostró que para dar de baja al servicio telefónico actuó de modo
razonable, previsible y regular conforme la pauta de comportamiento que fluye del
standard de “buen proveedor profesional”, que debe asegurar y garantizar condiciones y
trato digno a los consumidores y usuarios (arts. 729 y 1097 CCCN), en el trípode de la
confianza del consumidor en las marcas y productos que elige y adquiere, buena fe
negocial y expectativa de cumplimiento porque el proveedor está en mejores
condiciones fácticas y jurídicas de organizar la prestación eficaz del servicio (arts. 9, 10,

19
11, 12, 1061, 1062, 1066, 1067, 1094, 1095, 1119, 1120, 1121, 1122; arts. 3, 2do. párr. “in
fine”, 8, 19, 37 incs. a) y b) y 53 LDC). La demandada, por el contrario, asumió en el
proceso una conducta reticente y de falta de colaboración, lo que fortifica que deba
recaer sobre ella la carga de la prueba de la eximente: la legitimidad de todo el trámite
que impuso a la actora para dar de baja el servicio telefónico.
- Este extremo fáctico no sólo no se cumplió sino que con la prueba directa y la
presuncional (art. 163 inc. 5 CPC y 53 LDC, que consagra la carga dinámica de la prueba)
se acreditó que se tipificó un trato indigno, en los términos del art. 1097 CCCN que remite
a los Tratados de Derechos Humanos de los arts. 1 y 2 CCCN, colocando a la Sra. O. en
condiciones vergonzantes e intimidatorias, cercenando su libertad de contratar (arts. 724
a 729, 1099 y concs. CCCN). Ello se corrobora con la aplicación analógica de la conducta
ahora prescripta en los arts. 10 ter y 10 quáter LDC, aplicable como regla de
interpretación porque éste último corresponde a la ley 27.265 que no estaba vigente en
los años 2010 y 2011 y con lo dispuesto por la Resolución 26/2003 de la Secretaría de
Comercio (Anexo arts. e inc. III, y h).
La autora citada señala que el Código Civil y Comercial amplía el art. 52 bis LDC “con
base en principios claros: trato digno, trato equitativo, no discriminatorio, protección de
la dignidad de la persona, tutela de la libertad de contratar, con lo cual se alcanza un
espectro de situaciones amplio que la jurisprudencia, la doctrina o la legislación especial
pueden desarrollar" (Kemelmajer de Carlucci, Aída, “Prácticas abusivas en los contratos
de consumo” Sup. Esp. Nuevo Código Civil y Comercial de la Nación. Contratos 2015
(febrero), 25/02/2015,).
3. b) La conducta reprochable y antijurídica de la empresa radica, en esencia, en dos
aspectos: en el procedimiento o trámite para dar de baja al servicio, y en la conducta
negocial desplegada, primero, ante los reclamos de la actora, luego en sede
administrativa y finalmente en el proceso para atender y resolver los requerimientos del
consumidor y aceptar la rescisión del servicio pedida por la Sra. O..
Con relación al primer punto, y sintetizándolo, la sentencia de grado consideró que
AMX Argentina S.A.: 1) vulneró el deber de información al omitir acompañar el contrato
que contendría la cláusula que determina unilateralmente las condiciones de cese del
servicio; 2) que los requisitos formales que debía observar la actora constituye una
práctica abusiva: enviar una carta postal con los datos del titular, indicando número de
línea a cancelar, número de cuenta y razones de la baja; y pagar los saldos adeudados y
el costo remanente proporcional del descuento por la contratación del servicio. Es que
originariamente al contratar se convino un precio con descuento que está sujeto a que el
usuario permanezca durante dos años como cliente y en el supuesto de que, por cualquier

20
causa, se cancelara el servicio deber abonar la diferencia proporcional del monto del
descuento; 3) comportamiento intimidatorio reclamando el cobro por vía de reclamos
remitidos por estudios jurídicos, información del estado de deuda al sistema informático
Veraz y la conducta unilateral de Claro que dio curso al trámite como “suspensión de línea
por pérdida” (pese a que la actora accedió a pagar $ 183 para liberarse), manteniendo la
vigencia del contrato y generando nuevos costos adicionales (arts. 19 y 37 LDC).
En este contexto entiendo, en primer lugar, que es correcta la conclusión acerca de
la vulneración del deber de información y que las condiciones impuestas unilateralmente
por Claro para dar de baja al servicio tipifican una práctica abusiva que conculcó la
obligación de garantizar condiciones de atención y trato digno y equitativo, limitando
incausadamente la libertad de contratación de O. (arts. 42 CN; 1097, 1098, 1099, 1, 2, 3,
8 bis, 10, 10 bis, 37, 53 y concs. LDC).
Frente a la manifestación de la actora de que desconocía los requisitos para
gestionar y obtener el cese de la prestación del servicio telefónico, los que le fueron
informados cuando se comunicó telefónicamente en Marzo de 2010 para pedir la referida
cancelación (admisión fs. 67 vta.; reconocimientos de la demandada a tenor de las
posiciones 1º, 3º, 6º, 7º, 8 de fs. 355/356, conforme lo dispone el art. 409 CCP que
establece que las posiciones importan afirmaciones y reconocimiento para el ponente),
Claro debió acompañar el contrato suscripto entre consumidor y usuario, instrumentado
en la “Solicitud de Servicio”, para acreditar la razonabilidad del trámite y poder valorar el
contexto bajo el cual se imponía el pago de descuentos en el precio, los que perdían
vigencia porque la usuaria pretendió rescindir el contrato antes de los dos años. Claro no
acompañó el instrumento ni en sede administrativa ni en sede judicial y ni siquiera trajo
una “Solicitud” estándar o modelo para inferir de ella e interpretar en su conjunto el
sistema de prestación del servicio (arts. 1061 a 1067 CCCN). Esto importa la afectación
del deber de información que recae en el proveedor profesional (arts. 42 CN; 1, 2, 3, 8, 10,
10 bis LDC). Rigen las reglas y principios de los arts. 984 a 989 CCCN y se advierte el
disfavor normativo cuando el proveedor no entrega la documentación aplicable a la
contratación telefónica (art. 985), lo que no deja de ser abusiva al restringir
irrazonablemente los derechos de la actora (art. 988) por estar autorizada
administrativamente. Con ello doy respuesta al agravio de la demandada que sostiene la
licitud de los requerimientos (que mencionó pero no acreditó documentalmente) por
estar aprobada por la autoridad de aplicación (arts. 3, 37, 53 y concs. LDC).
Recuerdo que este Tribunal recientemente se pronunció sobre el deber de
información, incumplido en el caso toda vez que no se probó que se hubiera convenido
un precio diferenciado por la cancelación anticipada del servicio ni acordado los

21
requisitos para su tramitación (el envío de una carta postal indicando, entre otros
recaudos, la razón por la cual se solicita el cese). Se sostuvo que “el deber de información
correlacionado con el efecto vinculante de la publicidad (arts. 4, 5, 7, 8, 8 bis, 19 y cc., Ley
24.240), tiene anclaje en el art. 42, Constitución Nacional, y en el art. 53, Constitución de
la Provincia de Buenos Aires. El deber de información veraz y adecuada del proveedor,
tiene por finalidad hacer conocer las características y condiciones del producto a fines de
poner al consumidor en situación paritaria para que, conociendo acabada y
detalladamente sus propiedades, decida libremente si lo adquiere. La ley consumerista
dispone que el proveedor debe informar sobre "las condiciones de comercialización" de
los bienes y servicios (art. 4, Ley 24.240). Esta expresión supone aludir a "las condiciones
contractuales bajo las cuales se ofrece y/o formaliza el negocio, puesto que en esa fase la
información deberá estar referida a todas aquellas circunstancias relativas a la prestación
en sí, y a las condiciones económicas y jurídicas de acceso al producto o servicio, habida
cuenta de que en este caso tiene el propósito de facilitar la emisión de un consentimiento
esclarecido, informado y por tanto plenamente eficaz" (con sus citas y remisiones, CCC,
Sala II, Azul - 05/06/2018, “Barcelonna, María Paula y otro/a vs. Naldo Lombardi S.A. y
otro/a s. Daños y perjuicios”).
Pese a que con lo expuesto se abastece la conclusión a la que arribo (art. 3 CCCN),
dado que la demandada describió los requisitos impuestos a O., y sin ánimo de
extenderme, parece conveniente transcribirlos según lo explicó en sede administrativa
en oportunidad de efectuar su descargo. Dijo así: “es importante mencionar que para
realizar la cancelación definitiva de la línea era necesaria una solicitud expresa por parte
de la titular, la cual se hace por medio de envío de una carta documento al apartado
postal Nº 2 C.P: X5000ZAA donde se debe expresar los datos personales del titular, el
número de celular a cancelar, el número de cuenta asignado, y los motivos por los cuales
se solicita la baja del mismo. Es importante mencionar que en la SDS (Solicitud de
Servicio) firmada por el cliente se establece que la baja de la línea tendría costo o no,
dependiendo de la antigüedad de la misma, la cual establece que se bonifica el cargo de
la activación del servicio, condicionado a la permanencia del cliente en la compañía.
Como así también tendrá un costo adicional correspondiente, este costo al subsidio
remanente de equipo, dicho concepto es un beneficio (descuento) que se le otorgó al
cliente con la adquisición de un equipo, este se divide en cuotas que se amortizarán
siempre y cuando la línea se encuentre en las mismas condiciones de compra” (sic. fs.
243). En la expresión de agravios la demandada admite a fs. 699 vta./700 que “la actora
decidió unilateralmente dar de baja el servicio …” (mediante el envío de una carta postal
con fecha 23/5/2011) y que en esa oportunidad “se negó a abonar los conceptos

22
adeudados y devengados como consecuencia de la rescisión anticipada del contrato”, y
que “recién abonó los cargos una vez que recibió la intimación emitida por el estudio
jurídico que gestionó la cobranza de la cartera de morosos”.
Esos requerimientos resultan antijurídicos. En sentido concordante con lo dispuesto
por la resolución de la OMIC Tandil sancionatoria de Claro, señalo que la “bonificación”
del servicio no es real porque opera sólo si el cliente se mantiene cautivo durante dos
años y deviene irrazonable que deba integrar el cargo bonificado si la rescisión obedece
a causas no imputables a él. Y la antijuricidad de tales cláusulas se desprenden
claramente no sólo de las ya citadas disposiciones del CCCN sino también del argumento
interpretativo que provee el art. 10 quáter LDC, vigente a partir del año 2016, que
expresamente dispone “Prohibición de cobro. Prohíbase el cobro de preaviso, mes
adelantado y/o cualquier otro concepto, por parte de los prestadores de servicios,
incluidos los servicios públicos domiciliarios, en los casos de solicitud de baja del mismo
realizado por el consumidor ya sea en forma personal, telefónica, electrónica o similar”
(sic.). Si bien es cierto, como lo afirma la demandada, que dicha norma no estaba vigente,
su contenido sobreviniente revela su antijuricidad intrínseca toda vez que motivó que el
legislador impusiera esa prohibición. También se alega que la mecánica de baja obedecía
a la tecnología vigente en el año 2010/2011 que no es la actual. Ello tampoco es de recibo
porque no se trata de imponer o pretender que en la época en que sucedieron los hechos
se pudiera dar de baja accediendo a una página web, cómo ahora lo prescribe (de modo
harto sencillo) la Resolución 316/2018 de la Secretaría de Comercio que instauró “la
obligatoriedad a los proveedores de servicios que posean formas de contratación por vía
telefónica, electrónica o por cualquier otro medio similar, de constituir una base de datos
de obtener la baja con un simple “Clik”.
La demandada recurrente soslaya la prohibición expresa que regía entonces ya que
la Resolución 26/2003 de esa Secretaría disponía que eran entre otras, cláusulas abusivas,
las que de “cualquier manera condicionan el ejercicio de los derechos del consumidor”,
“supediten el ejercicio de la facultad de resolución contractual por el consumidor a la
previa cancelación de las sumas adeudadas al proveedor” (arts. a), e) puntos I y II, f), h).
Por consiguiente la conducta negocial de Claro resultó ilícita (conf. Centanaro, Ivana C.,
“Baja del servicio en las relaciones de consumo, modalidad prevista por la Resolución
316/18 de la Secretaría de Comercio del Ministerio de Producción de la Nación”, en
MJD13610). Así se pronunció la jurisprudencia al expresar que “la cláusula encierra una
restricción al derecho del consumidor pues si bien la empresa no cobra el cargo de
bonificación, si por cualquier causa el contrato se extingue antes del año, el pago del
cargo se hace exigible por medio de porcentajes. Este criterio y sus razones, en particular

23
su relación con el cargo bonificado, no surgen de modo explícito y, además, esa cláusula
no supera el test de razonabilidad que exige el orden jurídico vigente. Así las cosas, la
cláusula y su alcance debe ser interpretado de conformidad con los artículos 3 y 37 inc. b)
de la ley 24.240. Cabe recordar que el art. 3 de la citada ley establece que ‘en caso de
duda, se estará siempre a la interpretación más favorable para el consumidor’. Por su
parte, el art. 37 inc. b) dispone que se tendrán por no convenidas ‘Las cláusulas que
importen renuncia o restricción de los derechos del consumidor o amplíen los derechos
de la otra parte’ y que ‘La interpretación del contrato se hará en el sentido más favorable
para el consumidor (.). Cuando existan dudas sobre los alcances de su obligación, se
estará a la que sea menos gravosa” (conf. Cám. Apel. Cont. Adm. y Tributario de la Ciudad
Autónoma de Buenos Aires, Sala I, 10/3/2011, “CTI PCS S.A. – CTI Móvil c/ GCBA s/ otras
causas con trámite directo ante la cámara de apelaciones”; Trib. cit., “AMX Argentina
S.A. c/ DGDYPC s/ recurso directo sobre resoluciones de defensa al consumidor”),
condenatoria de la aquí actora.
Además y con relación a la tramitación y gestión de la cancelación, se configuraron
nuevos comportamientos antijurídicos al omitir darle de baja al servicio y en cambio
cursar el 23 de Mayo de 2011 el pedido como “suspensión de línea por pérdida”, lo que
generaba un costo adicional, aspectos puestos de relieve por la sentencia. En efecto, en
aquella oportunidad la actora pagó $ 183.- y luego, como quedaba un cargo pendiente, $
122,50.- el 8 de Junio de 2011, dando de baja en forma provisoria el 11 de Julio de 2011,
fecha de notificación del reclamo ante la Oficina de Información al Consumidor de Tandil.
Todo ello, destacado en la sentencia y no rebatido en el escrito de agravios, resulta de la
copia del recibo glosado a fs. 62, de los informes del Banco Nación de fs. 315/316, 322/327,
del expediente administrativo obrante en fotocopias a partir de fs. 217/218 y 243 vta. (art.
384 CPC). Además, en el informe agregado por la demandada, y en el que responde
parcialmente la reiteración de la intimación a expedirse sobre ciertos puntos, Claro
reconoce que según sus registros “ el día 4/6/2011 se tomó contacto con la titular y se le
informó que para la cancelación debía verse registrado el pago de la deuda de la cuenta”
(lo que constituye una practica abusiva) y la titular informó que el pago estaba hecho pero
no lo probó (imponiendo la carga de la prueba a la actora). Luego “la titular toma
contacto con área de atención al cliente el 30 de Julio 2014 manifestando haber realizado
el pago y solicitando libre deuda … Según registros el cliente abonó los $ 122,50 finales
el 8/6/2011 y $ 61 finales el 2/10/2014 dejando la cuenta sin deuda” (sic. informe fs.
340/341). Ello se corresponde con lo que en Primera Instancia se calificó de
comportamiento intimidatorio al ser interpelado el pago por vía extrajudicial el 15 de
Mayo de 2011 sin identificar el monto adeudado y requiriendo que el cliente se dirija a

24
una dirección o teléfono para “regularizar su situación”, en misiva suscripta por “Claro.
Gestión de Clientes en Mora”, sin exhibir ni firma ni identidad del empleado o funcionario
de la empresa requirente, indicándose sólo que pertenecía al “Estudio: V/N” (fs. 55).
Luego el 22 de Septiembre de 2011 se repite la intimación, incluso es idéntico el
“formulario” o modelo de intimación, pero esta vez para regularizar había que dirigirse a
otro domicilio, en Mar del Plata al “Estudio: GSA Collections SA” (fs. 56). El requerimiento
formal data recién de fecha 17 de Noviembre de 2011, mencionando el cargo del gerente
requirente y el monto de $ 61 adeudados, cuando en Junio de 2011 obra copia de la
reiteración de un fax cursado por la actora demostrando el pago de la suma exigida
originariamente de $ 183.
No obstante estos avatares la actora figura en el registro Veraz como morosa en el
servicio de telefonía celular desde el “12/2011”, cuando ya había pagado $ 183, deuda
informada telefónicamente porque -como se dijo- las dos primeras interpelaciones no
indicaban el monto, y recién el reclamo de pago de $ 60,07 de fs. 67 de Noviembre de
2011 identifica la deuda liquidada. En palabras de la resolución administrativa de la OMIC
Tandil: ”el incumplimiento contractual es manifiesto por cuanto la empresa denunciada
no procesó la baja del servicio pese a haber abonado la denunciante las sumas
“supuestamente adeudadas” (sic. fs. 50 vta.).
Todo lo expuesto destaca la notoria y grave inconducta negocial de Claro,
vulneratoria del deber de información y del trato digno y equitativo de O., conculcatoria
de su libertad de contratar, a quién se sometió, con notorio perjuicio, a una madeja de
condiciones contractuales, trámites de baja del servicio, requerimientos de pago
inusuales (por la falta de identificación del titular y monto de la deuda exigida) en franca
contraposición con la conducta propia de un proveedor serio y responsable (arts. 42 CN,
1, 2, 3, 8, 10, 10 bis, 37, 52 bis, 53 LDC; arts. 984 a 989; 1061 a 1067, 1092 a 1095, 1096 a
1099 y concs. CCCN; Resolución 26/2003; doctrina art 10 quáter LDC).
En un reciente pronunciamiento se explicó claramente la ratio del art 8 bis LDC, en
su conexión con el art. 52 bis: “La exigencia de condiciones de atención y trato digno
apunta a la situación subjetiva, al respeto del consumidor como persona que no puede
ser sometida a menosprecio o desconsideraciones, ni mortificaciones como desarrollo de
la exigencia de trato digno del art. 42 de la CN, algunos de cuyos casos son hechos ilícitos
en sentido lato del art. 1066 del CC como en los reclamos extrajudiciales o dolosos como
en la discriminación (ver Kiper, Claudio M. en Picasso-Vázquez Ferreyra, “Ley de Defensa
del Consumidor …”, t. 1, págs. 122 a 148; Kemelmajer de Carlucci, Aída, “Prácticas
abusivas …” cit. y Tobías, José W, “Persona, derechos personalísimos y derecho del
consumidor” en Picasso-Vázquez Ferreyra, “Ley de Defensa del Consumidor Comentada

25
y Anotada””, Buenos Aires, La Ley 2011, t. 1, 91, 114). Se trata de considerar, a la vez, la
dignidad del consumidor como la conducta específicamente desarrollada por el
proveedor que se conoce habitualmente como “mal trato” que permite imponer las
sanciones del art. 52 bis originados en el aprovechamiento por la parte más fuerte que es
el proveedor (Junyent Bas, Francisco y otros, “Ley de defensa del consumidor:
comentada, anotada y concordada”, Buenos Aires, Errepar, 2012, pág. 107, las comillas
son del original; Lorenzetti, Consumidores, 2ª ed., Santa Fe, Rubinzal-Culzoni, 2009,
págs. 149 y 233 e Iturbide, Gabriela A., “Reflexiones sobre el trato equitativo y digno en
la relación de consumo”, pto. 3, elDial-DCB6A del 1-6-07) o eventualmente a conductas
que son claramente dolosas como se ha entendido ocurre en el caso de la discriminación
(ver CNCiv., Sala H, c. 35.876/14 “P., D. N. c. General Paz Hotel S.A. s. daños y perjuicios”
del 16-12-16 con la disidencia parcial de la Dra. Abreut de Begher quien entendió no
debidamente probado el factor agravado en ese caso, Voto de la mayoría del Dr. Racimo;
CNCiv., Sala A, 17/10/2017, “M., M. S. y Otro c/ Organización de Servicios Directos
Empresarios s/ Daños y Perjuicios”, Citar: elDial .com – AAA3E0).
Por lo expuesto propicio al acuerdo la confirmación de esta parte del fallo,
atendiendo a las cuestiones esenciales sometidas a consideración, prescindiendo de
analizar todos los argumentos invocados que no resultan necesarios para decidir (vgr.
aplicación de la ley 27.078).
III.- Procederé a analizar los agravios relativos a la procedencia y cuantificación de
los daños resarcibles
1.- El rubro daño material fue admitido por la suma de $ 311, el daño moral por $
35.000 y el daño punitivo por $ 1.000.000, condenándose en total a pagar $ 1.035.372.
Señalo que ese monto total y sin perjuicio de los agravios para cada rubro, está
consentido (el total asciende a $ 1.035.311 y el daño material resulta ligeramente inferior
a la sumatoria de cada ítem: $ 183; $ 28; $ 100; $ 61 y correspondientes a las sumas
depositadas y a la estimación del costo de una carta certificada y gastos de movilidad
para asistir a las audiencias).
Sólo la demandada cuestiona la procedencia y cuantía del daño patrimonial y moral.
Y ambos deben ser desestimados.
En lo atinente al daño material, globalmente considerado, el agravio dice que la
sentencia omite fundar porqué se debe reintegrar el pago, consentido por la actora, y
derivado de la cancelación anticipada del servicio.
El fundamento no puede ser receptado ya que, además de haber sido considerada
ilegítima la conducta consistente en efectuar esos cobros, y por consiguiente el crédito
que se reclamó, la demandada no probó (ni siquiera intentó hacerlo): cuál era el costo

26
total del servicio contratado; cuál era el “descuento” o “bonificación” por acceder al plan
de 24 meses, cuál era el saldo adeudado, cómo liquidó el supuesto “prorrateo” de la suma
pendiente por haber “caído” el plan. No explicó, detalló o aclaró la causa ni la legitimidad
de los créditos cobrados ni de sus cuantías, por lo que su agravio debe ser rechazado (arts.
724, 727, 729, 730 in c y concs). Más aún: demostrada la ilicitud del comportamiento
negocial de Claro en la percepción incausada de saldos omitidos explicar y detallar por
provenir de cláusulas abusivas, insertas en el contrato o “Solicitud de Servicio” omitido
acompañar (en sede administrativa y en este proceso) se “tienen por no convenidas” las
que supuestamente conferían el derecho de cobro por cancelación (art. 985 CCCN),
aplicando el principio protectorio del consumidor (arts. 987, 1094, 1095 y concs. CCCN;
arts. 3, 10 ter, 37, 53 y concs. LDC).
Tampoco resulta atendible el cuestionamiento del daño moral y del monto de
condena.
Los avatares y padecimientos sufridos por la actora no se tratan, como se afirma en
el agravio, de las contingencias propias del mundo de los negocios, sino que no cabe
dudas que la afectación anímica y espiritual de la Sra. O. reviste entidad suficiente en
relación causal adecuada con la serie de incumplimientos y afectaciones irrogados por
Claro: no darle de baja al servicio, exigirle enviar una carta postal, exigirle pagar un saldo
por cancelación anticipada que resultó sorpresivo y abusivo; reclamar dos veces por carta
remitida por dos departamentos distintos de gestión por cobro, reclamar por carta
documento, otorgar el trámite de suspensión del servicio en lugar de su cese, no asistir a
la audiencia conciliatoria fijada en el expediente administrativo (aunque luego se
efectuaron ofrecimientos de acuerdos extrajudiciales que la actora no aceptó), todo ello
constituye un soporte fáctico suficiente para alterar y modificar disvaliosamente la esfera
extrapatrimonial de la demandante (arts. 522 y 1078 CC; art. 1741 CCCN; art. 40 LDC).
En el caso y tratándose de una cuestión derivada de una relación de consumo el
incumplimiento de la accionada conlleva "per se" la presunción de molestias,
incomodidades, aflicciones padecidas por la actora (arts. 1, 2, 3, 4, 5, 6, 8, 8bis, 10 bis, 13,
17, 18, 37, 38, 40 y concs. L.D.C.; arts. 1066, 1067, 1078, 1083 y concs. Cód. Civ.; art. 1741
y concs. CCCN; este Tribunal, causa nº 62.827, 05/06/2018, “Barcelonna, María Paula y
otro/a vs. Naldo Lombardi S.A. y otro/a s. Daños y perjuicios”).
2.- El daño moral tiene carácter resarcitorio aunque a veces encubiertamente suele
contener -erróneamente a mi juicio- un "plus" como sancionador de la inconducta del
dañador (conf. mis trabajos "Daños a las personas" RRCyS 2005-35; "Nuevos daños a las
personas en la sociedad de riesgo" en libro Homenaje al Profesor Jorge Mosset Iturraspe,
Santa Fe, Ediciones UNL 2005, p. 159). Lorenzetti puntualiza que se asiste a una notable

27
expansión del concepto de daño moral tanto en su contenido como en la titularidad de la
acción, incluyéndoselo en una noción más amplia de daño a la persona como lesión a
derechos fundamentales de raigambre constitucional (Lorenzetti Ricardo, "El daño a la
persona", LL 1995-D-1012; aut. cit. "La lesión física a la persona. El cuerpo y la salud. El
daño emergente y el lucro cesante", Rev. de Der. Priv. y Com., Nº. 1, "Daños a las
personas", p. 103). El daño moral se concibe considerando el interés jurídico susceptible
de ser reparado toda vez que el derecho no protege los bienes en sí mismos o en
abstracto sino en cuanto idóneos para satisfacer necesidades (intereses) patrimoniales o
extrapatrimoniales que resultan frustrados a raíz del hecho dañoso (conf. "El daño moral
colectivo. Su problemática actual" en "Derecho Ambiental y Daño" -Director Ricardo L.
Lorenzetti- pág. 253; Bueres, Alberto J., "El daño moral y su conexión con las lesiones a
la estética, a la sique, a la vida de relación y a la persona en general", Revista de Derecho
Privado y Comunitario, p. 237; Boragina, Juan, "El Daño" en "Derecho Privado"
(Homenaje a Alberto Bueres), pág. 1138; Calvo Costa, Carlos, "Derecho de las
obligaciones" T. 2 p. 239). El daño moral es el que conculca intereses extrapatrimoniales
dignos o merecedores de tutela jurídica, que lo convierten en injusto o inmerecido para
la víctima (cf. Morello, Augusto M., "Indemnización del daño contractual", pág. 180; esta
Sala, causa nº 57.218, "Rossi...", cit.).
De su clásico y más reducido ámbito, restringido inicialmente al "precio del dolor",
ahora se difunde la noción del "precio del consuelo" -receptado por el art. 1741 CCCN-
esto es al resarcimiento que "procura la mitigación o remedio del dolor de la víctima a
través de bienes deleitables (por ejemplo escuchar música) que conjugan la tristeza,
desazón, penurias" (Iribarne, Héctor P., "De los daños a la persona" págs. 147, 577, 599
pág. 401; aut. cit. "Ética, derecho y reparación del daño moral" en anotación a fallo en ED
112-280; aut. cit. "La cuantificación del daño moral" Revista de Derecho de Daños Nº. 6
"Daño Moral" p. 197). La jurisprudencia viene receptando esa interpretación señalando
que "se atiende no sólo al dolor sino a todas las aflicciones, preocupaciones y pesares a
los que el dinero puede compensar en cierta medida, reemplazando en el patrimonio
moral el valor que del mismo ha desaparecido" como medio de "obtener
contentamientos, goces y distracciones para reestablecer el equilibrio de los bienes
extrapatrimoniales" (Cám. Nac. Civ., Sala F, 12/3/2004, "García, Ramón Alfredo c/
Campana, Aníbal s/ daños y perjuicios", voto Dra. Elena Highton de Nolasco elDial
AA1F9C; Cám. Nac. Civ., Sala F, 3/8/2004, "T., V. O. y ots. c/ M. C. B. A. s/ daños y
perjuicios", RRCyS 2004-1238, entre otros).
El daño moral consiste "no sólo en el dolor, padecimiento o sufrimiento espiritual
del individuo", sino también en la "privación momentos de satisfacción y felicidad en la

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vida del damnificado -víctima o reclamante- y que en definitiva influyen negativamente
en la calidad de vida de las personas" (Highton, Elena I. - Gregorio, Carlos G. - Álvarez,
Gladys S., "Cuantificación de Daños Personales. Publicidad de los precedentes y
posibilidad de generar un baremo flexible a los fines de facilitar decisiones homogéneas
y equilibradas", Revista de Derecho Privado y Comunitario 21, Derecho y Economía, pág.
127; conf. mis trabajos "Afección al Espíritu de la Persona. Legitimados para reclamar el
daño moral" en "Estudios de Derecho Privado Moderno. Homenaje al Dr. Julio César
Rivera", Ed. L. L., Bs As 2012 pág. 145; "Los daños a las personas en la jurisprudencia de
la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires", Revista de Derecho de
Daños 2009-3-245; "Cuánto" y "quién" por daño moral" en "Homenaje a los Congresos
Nacionales de Derecho Civil (1927-1937-161-1969). Academia de Derecho y Ciencias
Sociales de Córdoba Ed. Advocatus, Córdoba 2009-T. III pág. 1659; esta Sala, causa nº
57.218, 13/06/2013, "Rossi...", “Barcelona” cit. anteriormente).
La doctrina analizada, siguiendo la jurisprudencia de la Corte Nacional (C.S. 12/04/11
"Baeza Silvia c/ Buenos Aires, Pcia. de"; conf. "El daño moral (como "precio del consuelo")
y la Corte Nacional " RCyS2011-VIII, 176) ha sido reiteradamente aplicada por este
Tribunal (esta Sala causas N° 54530, 23/08/11 "Torres Elsa c/ Bustingorry, Alejandro";
N°55314, 20/10/11 "Orradre Oscar c/ Reble Luis"; N° 55146, 04/10/11 "Dumerauf Hugo c/
Diario El Popular").
Por lo expuesto y teniendo en cuenta que la suma conferida a la actora (apelada por
alta) le permitirá acceder razonablemente a bienes deleitables (vgr. hacer un viaje,
adquirir un electrodoméstico de confort) me pronuncio por la confirmación de la
sentencia (arts. 522 y 1078 CC; art. 1741 CCCN).
3.- Dos acotaciones finales. La sentencia autorizó a descontar la suma de $ 2.000
fijada en la resolución administrativa como daño directo (art. 40 bis LDC) del monto final
de daño moral y material y ordenó adicionar intereses a la tasa Pasiva-Digital del Banco
de la Provincia de Buenos Aires para las operaciones de depósito a treinta días, desde la
fecha del ilícito (fijado el 29/3/201) y hasta el efectivo pago.
IV.- Ahora me ocuparé de los daños punitivos.
1.- La sentencia de grado desestimó el planteo de inconstitucionalidad del art. 52
bis LDC y atendiendo a la gravedad de los incumplimientos determinó en $ 1.000.000 el
daño punitivo, rechazando el pedido de su donación y el de los honorarios del letrado de
la actora, destinados a distintas entidades vinculadas con la defensa del consumidor, sin
perjuicio del destino que ambos, actora y su letrado, puedan asignarle al momento de su
percepción.

29
La demandada cuestiona la procedencia de la multa civil, señala que no se
configuraron los presupuestos de admisibilidad, y luego embate contra el monto, el que
considera exorbitante, carente de proporcionalidad y razonabilidad y que incurre en
exceso de punición, afectando el principio non bis in idem, solicitando que los intereses
se devenguen desde la fecha de mora en el pago que se determine en la sentencia y no
desde la producción del hecho porque recién es exigible con la sentencia definitiva. Cita
jurisprudencia que refiere a los montos fijados en otros casos y por otros tribunales.
La actora, desplegando un importante esfuerzo argumental, y a partir de diversas
consideraciones sobre la forma de cálculo y la base computable, atendiendo a que puede
inferirse del expediente la suma millonaria que Claro ganó como consecuencia de éstas
prácticas abusivas, solicita se eleve la condena al máximo de $ 5.000.000 que prevé la ley
24.240. También cita jurisprudencia aplicable, conforme precedentes de otros
tribunales.
2.- Analizaré, en primer lugar, la evidente y notoria procedencia de la sanción
pecuniaria disuasiva, a partir de su configuración y de los presupuestos subjetivos y
objetivos necesarios, y luego su cuantía, acudiendo también a lo decidido anteriormente
por el Tribunal y a consideraciones teóricas formuladas desde otro lugar (CCiv. y Com.
Azul, Sala II, 11/6/2013, "Rossi, Laura V. c/ Whirlpool Argentina S.A." RCyS 2013-IX, 99;
CCiv. y Com. Azul, Sala II, 5/4/2017, “Dabos, Marcos Alberto c/ BBVA Banco Francés S.A.
s/ Daños y Perj. Del./Cuas. (Exc. Uso Aut. y Estado)”; CCC, Sala II, Azul - 05/06/2018,
“Barcelonna, María Paula y otro/a vs. Naldo Lombardi S.A. y otro/a s. Daños y perjuicios”;
Galdós, Jorge M., (con la colaboración de Gustavo Blanco y Maria Eugenia Venier), “Los
daños punitivos en la Ley de Defensa del Consumidor”, en Stiglitz, Gabriel y Hernández,
Carlos, “Tratado de Derecho del Consumidor”, Ed. La Ley Bs. As., 2015, Tomo III, p. 259;
y “Otra vez sobre los daños punitivos”, SJA 2016/06/08-1; JA 2016-II; “Los daños
punitivos. Su recepción en el Código Civil de 1998. Primeras aproximaciones”, RCyS,
1999-23; “Daño moral colectivo. Daños punitivos y legitimación procesal activa”, RDD
Nro. 6-Daño Moral, p. 133; “La sanción pecuniaria disuasiva ambiental”, Revista de
Derecho Ambiental julio/Septiembre 2012 nº 31 p 86; LLamas Pombo, Eugenio Mayo,
Galdós Jorge M., “Daños punitivos. Diálogos de Doctrina” LL 2011-E-1155).
Las objeciones y cuestionamientos de Claro en contra de la sanción pecuniaria
disuasiva (como la denominaban los arts. 1714 y 1715 del Anteproyecto de CCCN) o daño
punitivo o multa civil como lo designa el art. 52 bis LDC, así como los restantes reproches
constitucionales, no son de recibo, conforme lo resuelto por la mayoría de la doctrina y
jurisprudencia e incluso la doctrina legal de la Suprema Corte (confirmando el “leading

30
case” de CCiv. y Com. de Mar del Plata, Sala II, 27/5/2009, “Machinandiarena Hernández
c/Telefónica de Argentina”, LL 2009-C-647; SCBA 6/11/2012 LLBA 2012,1175).
3.- Sostuve antes que los daños punitivos consisten en adicionar al dañador un "plus"
de condenación pecuniaria sancionando su grave inconducta, lo que repercutirá con
efectos ejemplificadores con relación a terceros. Se trata de una condenación adicional a
la estrictamente resarcitoria, que se impone al dañador con carácter esencialmente
sancionatorio y disuasivo, autónoma de la indemnización, cuya cuantificación y destino
debe resultar de la ley, respetando los principios de razonabilidad y legalidad, y que rige
en caso de daños graves causados con culpa grave o dolo (conf. trabajos citados supra).
Se sostiene, en opinión que comparto, que "las penalidades deben respetar las
garantías constitucionales del debido proceso y el derecho de defensa. Además, no han
de ser excesivas. La multa resultará excesiva cuando, en el singular proceso en el que se
la aplica, exorbita o rebasa el quantum que la finalidad de la sanción aconseja a fin de
disuadir de conductas futuras" (cf. Hernández, Carlos y Sozzo, Gonzalo, “La constitución
judicial de los daños punitivos. Antecedentes y funciones de la figura en Argentina", RDD,
"Daño punitivo", 2011-2-368).
López Herrera afirma que los daños punitivos participan de la naturaleza de una
pena privada, representan una expresión clara de la función preventiva y sancionatoria
de la responsabilidad civil y se caracterizan porque si bien no son una indemnización,
constituyen una reparación (reparar significa “desagraviar, satisfacer al ofendido” y
“remediar o precaver un daño”); agrega que son accesorios de la indemnización, de
carácter excepcional y tienen un elemento objetivo agravado (cf. López Herrera,
Edgardo, “Daños punitivos en el Derecho argentino. Art. 52 bis, Ley de Defensa del
Consumidor”, JA 2008-II-1198, p. 1202). Para Colombres constituyen “una herramienta
tendiente a disuadir las prácticas de conductas desaprensivas por parte de los actores
económicos, castigando las mismas, al enviar a pagar a quien resulte afectado por las
consecuencias de dichas prácticas, una suma en concepto de multa civil, la cual se
adicionará a la fijada en concepto de resarcimiento del daño” Colombres, Fernando M.,
“Los daños punitivos en la ley de defensa del consumidor”, LL 2008-E-1159). Mosset
Iturraspe afirma que “la multa civil es una especie de sanción represiva, aflictiva, en
cuanto impone una privación patrimonial” (arts. 21 Cód. Penal y 1004 Cód. Civ.) que no
atiende al daño causado, lo que es propio de la responsabilidad civil, organizada en
interés de los particulares, víctimas de un daño (cf. Mosset Iturraspe Jorge,
“Responsabilidad por daños” Parte general Tº. I Ed. Rubinzal-Culzoni, Santa Fe, 1998, ps.
359, 362 y 404). Los daños punitivos –dice Wajntraub- tal como son legislados en el
régimen de defensa de los consumidores “consisten en un adicional que puede

31
concederse al perjudicado por encima de la indemnización de los daños y perjuicios que
pudiera corresponder. De esta forma se aprecia su propósito meramente sancionatorio”
(cf. Mosset Iturraspe, Jorge y Wajntraub, Javier H., “Ley de defensa del consumidor”,
Rubinzal-Culzoni Editores, Santa Fe 2008, p. 279).
Es decir, el daño punitivo importa una condena “extra” que se impone ante una
conducta que se aparta gravemente de aquellos niveles de precaución deseables
socialmente (cf. Irigoyen Testa, Matías, “¿Cuándo el juez puede y cuándo debe condenar
por daños punitivos?”, RCyS 2009-X, 16; Vázquez Ferreyra, Roberto, “La naturaleza
jurídica de los daños punitivos”, RDD, Daño punitivo, 2011-2, Rubinzal Culzoni Editores,
p. 11). En este sistema –opinan Rinessi y Rey- se entiende por daños punitivos el
mecanismo por el cual se condena a pagar una indemnización que busca reparar la
violación a los derechos constitucionales de los ciudadanos, ocasionada ya sea por
funcionarios del gobierno o por los particulares. Son las sumas de dinero que los
tribunales exigen pagar con el fin no de indemnización compensatoria, sino como una
sanción con fines ejemplarizantes (cf. Rinessi, Antonio J. Y Rey de Rinessi, Rosa,
“Naturaleza jurídica del daño punitivo”. RDD, 2011-2 “Daño punitivo”, p. 117).
Kemelmajer de Carlucci sostiene “que “los punitive damages” se conceden para
sancionar al demandado (el sujeto dañador) por haber cometido un hecho
particularmente grave y reprobable con el fin de disuadir o desanimar acciones del mismo
tipo” (cf. Kemelmajer de Carlucci, Aída, “¿Conviene la introducción de los llamados
“daños punitivos” en el derecho Argentino?” en Separata de la Academia Nacional de
Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires. Anticipo de Anales-Año XXXVIII Segunda
época – Nº. 3).Para Centenaro “consisten en una multa civil que el consumidor puede
obtener y cuyo importe no guarda relación con el daño que ha sufrido” (cf. Centanaro,
Esteban, “Contrato y relación de consumo: actualidad en torno a las últimas
modificaciones legislativas”, p. 391 en Conte Grand, Julio y De Reina Partiére Gabriel,
“Estudios de derecho civil con motivo del Bicentenario” ED, Buenos Aires, 2011).
Las notas tipificantes según el art. 52 bis LDC son las siguientes: se trata de una
condenación que es distinta y diferente del resarcimiento del daño; por eso se la vincula
con las funciones de prevención y punición de la responsabilidad civil; su finalidad
esencial es prevenir y punir graves inconductas del dañador; son de origen legal, por lo
que se requiere de norma expresa que los regule; la determinación del destino es un
aspecto librado esencialmente al arbitrio legislativo; son de carácter excepcional por lo
que requiere que sus presupuestos subjetivos y objetivos estén tipificados: dolo o culpa
grave, “grave menosprecio hacia los derechos ajenos” en la terminología de los proyectos
de reforma, y una conducta antijurídica del dañador que revista entidad y significación

32
(CCiv. y Com. Azul, Sala II, 11/6/2013, "Rossi, Laura V. c/ Whirlpool Argentina S.A." RCyS
2013-IX, 99; CCiv. y Com. Azul, Sala II, 5/4/2017, “Dabos, Marcos Alberto c/ BBVA Banco
Francés S.A. s/ Daños y Perj. Del./Cuas. (Exc. Uso Aut. y Estado; CCC, Sala II, Azul -
05/06/2018, “Barcelonna, María Paula y otro/a vs. Naldo Lombardi S.A. y otro/a s. Daños
y perjuicios”; trabajos cit supra).
En la doctrina se postulan tres criterios: el que sostiene la inconstitucionalidad de la
norma, sea en general o, en particular, con específica relación al destino conferido al
consumidor; la tesis intermedia que se refiere a su procedencia restrictiva sólo en caso de
ilícitos lucrativos; y, finalmente, la que se pronuncia por su constitucionalidad y
procedencia (la que desarrollaré atendiendo a los agravios), que es la prevaleciente
(postura de la mayoría de la doctrina de Zavala de González, Pizarro, Moisá, Rubén
Stiglitz y Gabriel López Herrera, Chamatroupos, Alvarez Larrondo, Sozzo, Hernández,
Irigoyen Testa, Rinessi, Vazquez Ferreyra, entre otros - conf obs cits supra-). Ello a partir
de una “lectura correctora” del texto legal, ya que existe coincidencia acerca de los
defectos de técnica legislativa que exhibe el citado art 52 bis. De este modo se
pronunciaron los más importantes congresos jurídicos nacionales (entre otros más XII
Jornadas Bonaerenses de Derecho Civil, Comercial, Procesal y Laboral de Junín en 2009,
en Homenaje a la memoria del Dr. Augusto Mario Morello, en
www.cadjj.org.ar/documentos/Jornadas XXIII Jornadas Nacionales de Derecho Civil
celebradas en Tucumán en 2011; Conclusiones de las XXIV Jornadas Nacionales de
Derecho Civil. UBA 2013 -Comisión 8 Derecho del Consumidor-).
La postura favorable, que es la recogida expresamente por el fallo apelado y que la
demandada impugna, y con cuyos fundamentos daré respuesta a sus agravios, parte del
presupuesto de que la responsabilidad civil cumple tres funciones: prevenir, reparar,
sancionar. Esta tesis, ya admitida y desarrollada por el Tribunal, sostiene que la pena es
pública o privada según atienda al interés social o al particular y lo sea a favor de la
víctima, de la sociedad o de terceros; de ellas la multa es la pena pecuniaria por excelencia
que afecta al patrimonio del infractor. Se trata, en síntesis, de una sanción económica
para prevenir y reprimir infracciones o delitos que afecten al orden social (cf. Galdós Jorge
M., “La responsabilidad civil (parte general) en el Anteproyecto”, La Ley, 2012-C-1254).
El objeto de castigo es la conducta del infractor (cf. Zavala de González, Matilde,
“Función preventiva de daños”, LL 2011-E-1116; y “Relevancia Cuantitativa del daño”
RCyS, 2012-II-95). Por eso, y más allá de la conveniencia de que el destino del daño
punitivo sea mixto, el art 52 bis no vulnera el principio de la reparación plena del daño ni
produce un enriquecimiento sin causa de la víctima porque se trata de una pena civil. Se
acota que en la pena media identidad ontológica (en el precepto y en la sanción) y en la

33
estructura de la norma civil y de la penal y que la distinción entre sanción civil y sanción
penal obedece a circunstancias dogmático-contingentes establecidas por el legislador,
quien determina su naturaleza (cf. Moisá Benjamín, “Los llamados "daños punitivos" en
la reforma a la Ley Nro. 24.240”, RCyS, 2008-871; López Herrera, Edgardo, “Daños
punitivos en el Derecho argentino”, Art. 52 bis, Ley de Defensa del Consumidor, JA, 2008-
II-1198 y “Los daños punitivos: naturaleza. Tipos. Jurisprudencia comparada. Análisis
económico. Aplicación al derecho del consumidor”, Bs. As., Ed. Abeledo Perrot, 2008, p.
304). Por lo demás la multa civil “está desprovista de los principios, normas y garantías
del derecho penal. Las penas pecuniarias que se mandan a pagar en concepto de daños
punitivos no constituyen sanciones penales sino civiles y quedan, por lo tanto, al margen
de esas garantías” (cf. XVII Jornadas Nacionales de Derecho Civil, Santa Fe 1999;
Kemelmajer de Carlucci, Aída “¿Conviene la introducción de los llamados “daños
punitivos” en el derecho Argentino?”, cit.). En las citadas XXIII Jornadas Nacionales de
Derecho Civil se concluyó que “las instituciones que determinan condenas pecuniarias
implican una función de prevención general que se adiciona a la función de prevención
especial”. En definitiva: la sanción pecuniaria disuasiva es una pena, de naturaleza civil,
totalmente aplicable al derecho argentino y “una interpretación razonable de la norma
(art. 52 bis LDC) exige su adecuación a los principios informadores del Derecho Privado y
el resguardo de los derechos constitucionales” (cf. XXII Jornadas Nacionales de Derecho
Civil- V Congreso Nacional de Derecho Civil. Córdoba, 2009, XII Jornadas Bonaerenses de
Derecho Civil, Comercial, Procesal y Laboral en Homenaje a la memoria del Dr. Augusto
Mario Morello. Comisión número 1-Derecho Civil-"Prevención y reparación del daño al
consumidor", Posición 15 A, de la mayoría, en www.cadjj.org.ar/documentos/Jornadas).
4.- En su momento y desde otro lugar me pronuncié por la constitucionalidad de la
multa civil que cumpla con los requisitos de legalidad (es decir existencia de norma
expresa que la regule, y que en el caso resulta del art. 52 bis LDC), razonabilidad y
proporcionalidad y que se asegure el derecho de defensa y del debido proceso, porque -
reitero- la condenación pecuniaria “no infringe preceptos constitucionales porque no
resulta comprendida por las garantías propias del Derecho Penal …”. En las XVII Jornadas
Nacionales se decidió por unanimidad que: “las penas privadas no están alcanzadas por
las garantías constitucionales propias del proceso penal (v.gr. non bis in idem, prohibición
de autoincriminación, personalidad de la pena, etc.). Es preciso, en cambio, que ellas no
sean excesivas y que resulten respetadas las garantías constitucionales del debido
proceso y del derecho de defensa”. Ello así porque las mencionadas penas privadas
“abastecen los principios de legalidad y del debido proceso; afianzan el rol preventivo y
sancionador de la responsabilidad civil, confiando en la prudencia y razonabilidad

34
judicial. Además el exceso en la punición está contrarrestado por el ‘activismo judicial’ y
por el principio de razonabilidad, que serán árbitros idóneos para impedir “la
desnaturalización de los efectos de la multa civil” (cf. Galdós Jorge M., “Los daños
punitivos. Su recepción en el Código Civil de 1998. Primeras aproximaciones”, RCyS,
1999-23). Se argumenta que “nuestra propia Corte Suprema de Justicia de la Nación,
intérprete último de la Constitución recurrentemente viene sosteniendo que con relación
a las sanciones no penales (…) no rigen estrictamente las garantías del proceso penal
receptadas por los tratados internacionales y nuestra Constitución Nacional” (cf. Moisá,
Benjamín, “Los llamados “daños punitivos” en la reforma a la Ley Nro. 24240”, RC y S
2008-271). De modo parecido se afirma que la sanción pecuniaria disuasiva es una pena
pero que no hay obstáculo para su aplicación en el derecho argentino toda vez que la
pena no es sólo propia del derecho penal ya que existen otros institutos de esa naturaleza
en el derecho civil (cf. Nallar, Florencia, “Los daños punitivos en el Proyecto de Código
Civil y Comercial de la Nación”, RDPC 2012-3- 471, Proyecto de Código Civil y Comercial
–II- p. 471). Mosset Iturraspe afirma que “la multa civil es una especie de sanción
represiva, aflictiva, en cuanto impone una privación patrimonial” (arts. 21 Cód. Penal y
1004 Cód. Civ.) que no atiende al daño causado, lo que es propio de la responsabilidad
civil, organizada en interés de los particulares, víctimas de un daño (cf. Mosset Iturraspe,
Jorge, “Responsabilidad por daños” Parte general, Tº. I Ed. Rubinzal-Culzoni Editores,
Santa Fe, 1998, p. 359, 362 y 404).
Por lo demás, recuerda Trigo Represas la existencia en nuestro derecho de
“supuestos emparentados con los daños punitivos”: las “astreintes” (art. 666 bis Cód.
Civil), la cláusula penal (art. 656 Cód. Civil), los intereses punitorios o sancionatorios (arts.
622 Cód. Civ. y 565 Cód. Com.) y la temeridad procesal (arts. 45 CPC Bs. As. y CPC Nac.;
cf. Trigo Represas Félix A. en Cazeaux Pedro N. – Trigo Represas Félix A. “Derecho de las
Obligaciones”, 3ª. Ed. aumentada y actualizada, Ed. Platense, La Plata, 1996, Tº. V p. 930;
aut. cit. “Daños punitivos” en “La responsabilidad-Homenaje al profesor Dr. Isidoro
Goldenberg”, dir. Atilio A. Alterini y López Cabana Roberto M., Ed. Abeledo-Perrot, 1995,
p. 283).
Se acota que se presenta un “revival de la pena privada” y el derecho civil “no debe
temer la introducción de la noción de pena cuando esta sirve a los otros fines del derecho
de daños, fundamentalmente, a su finalidad preventiva” (cf. Kemelmajer de Carlucci,
Aída, “¿Conviene la introducción de los llamados daños punitivos en el derecho
argentino?”, cit. p. 13, Nº. 4 y p. 59 Nº. 3). Incluso quienes participan del criterio de que la
multa civil representa una sanción penal admiten su procedencia si se respetan las
garantías del debido proceso y si se individualizan y describen claramente sus requisitos

35
(cf. Sánchez Costa, Pablo, “Los Daños punitivos y su inclusión en la Ley de Defensa del
Consumidor”, LL 2009-D-1113). Álvarez Larrondo emplaza la pena privada del art. 52 bis
LDC en la “compleja y particular problemática del derecho del consumo que crea un
sistema reparador propio de una rama del derecho específica, que se aparta del régimen
civil y que crea sus propios institutos acorde a la realidad negocial, social y económica de
ese sector” (cf. Alvarez Larrondo, Federico M., “La consistencia de los daños punitivos”,
LL 2009-B-1156).
Resulta también ilustrativo recordar la clásica clasificación de sanciones civiles
resarcitorias y represivas formuladas por Arauz Castex (cf. Arauz Castex, Manuel,
“Derecho Civil-Parte General”, Bs. As., 1968, Tº. II, p. 382 y ss.), con relación al Código
Civil, que la doctrina recogió (cf. Mosset Iturraspe, Jorge, “Responsabilidad por daños”
Parte General, Tº. I cit. p. 359, nota 6), e incluso mantiene y actualiza (cf. Trigo Represas
Félix en Cazeaux Néstor y Trigo Represas Félix, “Derechos de las obligaciones”, Ed.
Platense, 1994, Tº. IV, p. 462, Nº. 2399). En la sanción civil represiva la conducta es
consecuencia de la infracción de un deber jurídico consiste en un hecho diferente a la
conducta debida, mientras que en las resarcitorias es igual o equivalente a ese deber
inobservado. Agrega que en “el derecho civil la mayor parte de las sanciones son
resarcitorias; pero las hay también represivas, tanto en materia patrimonial como de
familia. Es erróneo pensar que las sanciones represivas son exclusivamente propias del
derecho penal. En derecho civil también las hay, y nada tienen de anómalo ni de
inconciliable con los caracteres generales de la materia”. De allí concluye sistematizando
las sanciones represivas extrapatrimoniales –vgr. pérdida de la patria potestad (art. 307
Cód. Civ.), corrección del hijo por el padre (art. 278) -entre otras– y de las patrimoniales
(vgr. pérdida de la vocación hereditaria por indignidad (art. 3291/96), revocación de la
donación por ingratitud (art. 1858), “nemo auditur ...” (vgr. pago - art. 795; dolo recíproco
-art. 1047-; juego prohibido -art. 2063-; entre otras)” (cf. Arauz Castex, Manuel,
“Derecho Civil-Parte General” cit., Tº. II p. 384 Nº. 1683; Trigo Represas, “Derechos de las
Obligaciones”, Tº. IV, p. 462 cit.).
En conclusión, y con palabras del Congreso Nacional de Derecho Civil del año 2009:
“La sanción o punición de ciertos ilícitos contractuales o extracontractuales mediante la
imposición de penas privadas no es ajena a nuestro derecho vigente, y se manifiesta en
institutos como la cláusula penal, los intereses punitorios, sancionatorios, astreintes,
entre otros” (cf. XVII Jornadas Nacionales de Derecho Civil: conclusiones. Santa Fe, 23 a
25 de setiembre de 1999. Comisión n. 10: Derecho privado comparado. Las penas
privadas, JA 2000-I-1035).

36
5.- La multa civil, daño punitivo o sanción pecuniaria disuasiva del art. 52 bis LDC
constituye- en síntesis- una suerte de pena privada, afín a otros institutos, a los que no se
le aplican los principios del derecho penal. Requiere – eso sí- de norma expresa que la
regule y le confiera el marco legal de procedencia que asegure los derechos de defensa y
del debido proceso, procurando la razonabilidad de la sanción para no caer en exceso de
punición. Por lo demás, los actuales arts. 1714 y 1715 CCCN constituyen valiosas
herramientas normativas para evitar el exceso de punición, morigerando o reduciendo la
acumulación exorbitante de sanciones (supuesto que no se verifica en autos). El exceso
de punición que se procura evitar lo podrá constituir un supuesto —no necesariamente
muy frecuente— en el que respecto del mismo hecho se activen reacciones jurídicas de
distinta naturaleza. Por ejemplo, un hecho ilícito da origen a una causa penal (y en ella se
dispone el pago de una multa), y a otra administrativa o de otra índole. En tal caso, el juez
que tiene que evaluar la sanción disuasiva debe tener en cuenta el resultado derivado de
esa superposición de condenaciones pecuniarias, debiendo computar la incidencia final
de la sanción civil. Para ello puede seguir dos caminos: reducir la sanción o, como
alternativa última, dejarla sin efecto en forma total (arts. 1714 y 1715 CCCN). El caso de
excesiva punición más frecuente podrá constituirlo la acumulación de una multa
administrativa fijada por la autoridad de aplicación del consumo, la que deberá
contemplarse a fines de la cuantificación del monto final, supuesto que no se verifica en
autos atendiendo a la escasa incidencia del monto otorgado por la resolución de la OMIC
Tandil (fs. 48/53, $ 20.000). Por lo demás la carga de la prueba del exceso de punición
incumbe al legitimado pasivo porque es quién está en mejores condiciones de informar u
acreditar las restantes condenaciones impuestas.
En general la jurisprudencia se pronunció por la constitucionalidad del instituto,
afirmándose que la punición del derecho del consumo no tiene la misma estructura que
la sanción penal (TS Córdoba, 10/5/2016, “Defilippo Daría c/ Parra Automotores”, RCyS
2016 (septiembre), p. 83. ver también: CCiv. y Com., Sala I, Mercedes, 28/06/2016,
“Lespade, Carlos Matías vs. Telecom Personal S.A. s. Daños y perjuicios por
incumplimiento contractual”, voto Dr. Ibarlucía; CCiv. y Com. Azul, Sala II, 11/6/2013,
"Rossi, Laura V. c/ Whirlpool Argentina S.A." RCyS 2013-IX, 99; CCiv. y Com. Azul, Sala II,
5/4/ 2017, “Dabos, Marcos Alberto c/ BBVA Banco Francés S.A. s/ Daños y Perj. Del./Cuas.
(Exc. Uso Aut. y Estado)”.
6.- Antes de ocuparme de los elementos subjetivos y los objetivos, y a propósito
de la constitucionalidad, no pueden dejar de mencionarse dos precedentes recientes y
relevantes. En efecto, la Cámara Nacional Civil, Sala A (integrada) admitió por mayoría
la constitucionalidad del art 52 bis y condenó a una empresa de medicina prepaga por

37
haber negado reiteradamente las prestaciones para la rehabilitación de un niño con
discapacidad, asumiendo “un obrar grosero y rayano con el dolo contractual”. En minoría
el Dr. Li Rossi sostuvo que no se configuraban los presupuestos (la empresa no demostró
un desinterés de entidad para que se imponga la multa civil) y en disidencia parcial el Dr.
Picasso, con adhesión del Dr. Zannoni, declaró la inconstitucionalidad del art. 52 bis,
porque los graves defectos constitucionales no son superables por una interpretación
correctora del texto legal (cf. CNCIV, Sala A, 17/10/2017, “M., M. S. y Otro c/ Organización
de Servicios Directos Empresarios s/ daños y perjuicios”, elDial.com - AAA3E0 (voto Dres.
Molteni, Li Rosi (en disidencia parcial), Sebastián Picasso (en disidencia parcial), Zannoni
(en disidencia parcial), Fernando Racimo, Calatayud e Iturbide. Se otorgaron $ 250.000
para cada coactor). El voto de Zannoni hizo hincapié en la improcedencia de que todo el
monto se destine a la víctima. Los distintos y fundados votos de la mayoría (de los Dres.
Molteni, Racimo e Iturbide), correlacionaron el art. 52 bis con el art. 8 bis LDC, que tutela
la dignidad del consumidor y cuya infracción determina una responsabilidad objetiva,
mediante una interpretación correctora apoyada en el art 42 CN, diferenciando los tipos
penales de la multa civil. Se concluyó (en lo sustancial) que el “art. 52 bis vinculado tanto
con el resto de la ley 24.240 como con la relevante introducción de la protección al
consumidor exigida al legislador por el art. 42 de la CN no tiene obstáculos
constitucionales cuando se considera que la multa civil solo resulta aplicable en aquellos
supuestos de conductas de gravedad desplegadas en el incumplimiento legal o
contractual en una relación de consumo”. Adhiero a ésta postura.
Otro importante antecedente se registra en la jurisprudencia tucumana en el que
por mayoría se admitió la pretensión por la presencia de una pila alcalina en una botella
cerrada, cuantificando la sanción pecuniaria disuasiva en $ 500.000. La minoría (voto del
Dr. Moisá) se pronunció en contra del destino privado de la multa, entendiendo que sólo
puede ser público, y declaró de oficio la inconstitucionalidad del art 52 bis y dispuso que
la mayor parte se destine a una entidad benéfica ($ 1.000.000) y a la víctima ($ 100.000)
como incentivo de conducta (cf. CCiv. y Com. de San Miguel de Tucumán, (Provincia de
Tucumán), Sala II, 27/07/2017, “Esteban, Noelia Estefanía c/ Cervecería y Maltería
Quilmes S.A.I.C.A.G. S/ daños y perjuicios”, (Expte. Nº 917/12)" – Citar: elDial.com -
AAA123 (voto de la mayoría de las Dras. Amenabar y Leone Cervera con disidencia del
Dr. Moisá).
Mencioné ambos precedentes para remarcar que salvo la opinión –calificada por
cierto- del Dr. Picasso, los restantes y únicos casos en los que se decretó la
inconstitucionalidad obedecían a un supuesto que en autos, por sus singularidades, no se
presenta: el destino del daño punitivo al consumidor (voto Dres. Zannoni y Moisá) ya que

38
aquí se configuró el peculiar caso de donación por parte de la beneficiaria a distintas
entidades relacionadas con la defensa del consumo e incluso, el letrado de la actora Dr.
Lucas D. Sanz, también donó parcialmente sus honorarios a similares entidades. Se
configura un singularísimo caso que describe un autor: “los demandantes y sus abogados,
ambos en su rol ciudadano y, por lo tanto, como agentes o motores del cambio social,
tienen a disposición la alternativa de la oferta de donación de un porcentaje para
garantizar el destino mixto de la condena por daños punitivos que obtengan. Lo ideal
sería que la liberalidad referida se destine a entidades benéficas o hacia fines sociales o
comunitarios (cf. Chamatropulos, Demetrio A., “Soluciones posibles para la escasa
aplicación de los daños punitivos en Argentina”, LL 06/08/2013, 1; La Ley 2013-D, 1079 -
Cita Online: AR/DOC/2780/2013).
7.- Queda explicado entonces que en autos, al haberse producido el inédito
supuesto de donación de los montos de condena por daños punitivos a entidades no
gubernamentales vinculadas con la protección del consumidor, se desmantela por
completo el principal argumento de la tesis opuesta (que ya reiteré que no comparto) de
que el destino de la suma por sanción y disuasión al consumidor viola el principio de la
reparación plena y produce el enriquecimiento del consumidor (art. 52 bis LDC). Ello –y
obiter dicta- sin perjuicio de la conveniencia de “lege ferenda” de un destino mixto o
colectivo o el que el juez fije fundadamente.
En consecuencia, corresponde tener presente, para el momento de pago, la
donación efectuada por la actora y su letrado, la que aún cuando no reviste las
formalidades legales, tiene entidad suficiente para evidenciar claramente que la Sra. O.
no percibirá la totalidad del daño (art. 52 bis LDC). Por eso, y en el momento del pago,
deberá previamente realizar dicha donación y distribuirse la suma de condena del modo
siguiente: un 45% a la “Asociación Civil de Usuarios y Consumidores de Tandil”; un 25%
a la “Oficina Municipal de Información al Consumidor de la Ciudad de Tandil”; un 15% a
“Proconsumer”; un 5% a la “ACUBA”; un 5% a la “A.D.D.U.C.” y un 5% a la “Fundación
Energizar”.
Igualmente corresponderá atender a la manifestación de voluntad del letrado Dr.
Sanz quien se pronunció por la donación de sus honorarios de la siguiente forma: 80% a
la “Asociación Civil de Usuarios y Consumidores de Tandil” y 20% a la “Oficina Municipal
de Información al Consumidor” de la ciudad de Tandil.
8.- Contrariamente a lo aducido por la demandada, en autos no concurre exceso
de punición o punición irrazonable porque el monto de condena está comprendido en la
escala legal ($ 5.000.000), no se sancionó dos veces por un mismo hecho (vulneración
alegada del principio non bis in idem) la cuantía de la multa administrativa ($ 10.000, que

39
Claro no pagó) fue tenida en cuenta para adicionar al daño punitivo de $ 1.000.000, por
lo que en la práctica el monto global llegaría a $ 1.010.000 y porque el daño directo fijado
en sede administrativa ($ 2.000) se autorizó a descontar de los daños moral y patrimonial,
aspecto que quedó firme (arts. 260 y 261 CPC).
En estos autos Claro, en conducta que no resulta aislada como se desprende de otros
antecedentes judiciales (cf. Cám. Apel. Cont. Adm. y Tributario de la Ciudad Autónoma
de Buenos Aires, Sala I, “AMX Argentina S.A. c/ DGDYPC s/ recurso directo sobre
resoluciones de defensa al consumidor”, Exp. 49990/2015-0, cit supra), actuó con grave
menosprecio de los derechos de O. porque: incurrió en una ilicitud en contra del deber de
información al no comunicar anticipadamente al usuario cuál era el trámite de
cancelación del servicio; requirió que el consumidor comunique por carta postal
indicando el número y las razones de baja de la línea; no dio curso al trámite porque no
estaba cancelado un saldo remanente por cancelación del precio más bajo cobrado o
bonificado sólo si permanecía durante 24 meses; interpeló a la actora de modo
improcedente, dos veces, intimando la regularización del pago, por medio de dos
estudios jurídicos distintos, omitiéndose indicar el monto (el usuario debía comunicarse
con la empresa) y sin individualizar quién era el reclamante, salvo “Gestión por mora de
Claro”; luego se intimó un monto por carta documento, identificándose el requirente;
pese a la reiteración por fax del pago del monto informado por teléfono a la actora ($ 183)
no se canceló el servicio y se gestionó como “suspensión de línea”; informó a Veraz la
condición de deudora de O.; no acompañó el contrato o “Solicitud de Servicio” ni un
modelo o ejemplar típico para valorar la razonabilidad de las cláusulas; fue sancionada en
sede administrativa no habiendo acreditado que pagó ni el daño directo ni la multa por
infracción a los arts. 3 y 37 LDC; adoptó en el proceso una conducta de falta de
colaboración ya que, primero, respondió de modo incompleto el requerimiento judicial
en el que se le pidió que se pronuncie sobre diversos puntos sin informar los datos
esenciales (cantidad de usuarios, de líneas, de montos cobrados, de gestión en mora,
etc., etc.) que hubieran suministrado elementos de ponderación muy importantes para
la determinación y cuantificación del daño punitivo. En ese sentido el responde del oficio
de fs. 320, el nuevo requerimiento de fs. 321, ordenado a fs. 328 y la respuesta de fs.
340/341, resultan elocuentes y todo ello constituye una presunción fuerte y grave en
contra del proveedor, de naturaleza procesal (art. 163 inc. 5 CPC), consumerista (arts. 3º
2da parte in fine, 8 bis, 37, 53 y doctrina del art. 10 quáter; Resolución 26/2003 de la
Secretaría de Comercio (Anexo arts. e inc. III, y h) y de derecho privado
constitucionalizado (arts. 1097 a 1099, 1 y 2, 1094 y 1095, 985, 987 y concs. CCCN).
Lo expuesto pone de relieve la entidad y gravedad de la inconducta de Claro ya que

40
exhibe una mecánica u operatoria comercial abusiva, que se aprovecha y se beneficia con
la sumatoria de pequeños daños, ya que la probabilidad -como en el caso- de demandar
por daño material por la suma de $ 311 es ínfima. Y ahí radica el núcleo de la práctica
censurable que debe ser sancionada de modo disuasivo teniendo también en cuenta: en
el año 2014 se registraron en la Omic Tandil 350 denuncias contra AMX (fs. 288), el doble
de la segunda empresa más denunciada; que en el período 2012/Junio 2015 la Dirección
Provincial de Comercial aplicó al menos 10 sanciones administrativas por distintas
infracciones, por $ 20.000; $ 5.000 (por reclamo telefónico de deuda no informada, que
se pagó y no pudo determinarse el destino); $ 2.000; $ 20.000; $ 40.000 (por cobro de
línea que funcionaba defectuosamente); $ 10.000; $ 10.000; $ 50.000; $ 15.000; $ 10.000;
$ 35.000 (ver oficio fs. 425/462 de la citada Dirección Provincial).
El elemento objetivo del daño punitivo consiste en una conducta que produzca un
daño grave, que supere un piso o umbral mínimo y que le confiera, por su trascendencia
social, repercusión institucional o por su gravedad, una apoyatura de ejemplaridad. En
anterior oportunidad adherimos a que esa conducta debía erigirse en “repugnante”,
“indignante”, “antisocial” (cf. XVII Jornadas Nacionales de Derecho Civil-Santa Fe 1999.
Ver López Herrera, Edgardo, “Los daños punitivos: naturaleza. Tipos. Jurisprudencia
comparada. Análisis económico. Aplicación al derecho del consumidor”, Bs. As., Ed.
Abeledo Perrot, 2008, p. 304 y Moissat, Benjamín, “Los llamados “daños punitivos” en la
reforma de la Ley 24240”, RC y S, 2008-271). Ello para cumplir con las dos finalidades
primordiales del instituto: disuadir (prevenir) y sancionar (castigar).
9.- La praxis judicial revela que la culpa es irrelevante como factor subjetivo de
adjudicación de responsabilidad (cf. CCiv. y Com., Salta, sala I, 13/4/2011, "P., D.H. c.
Telecom Personal S.A.", con nota aprobatoria de Ondarcuhu, José I., "Los daños
punitivos vienen marchando en la jurisprudencia nacional", LL 2011-C, 123; CCiv. Com. y
Minería, General Roca, 26/3/2010, "Ríos, Juan Carlos c. Lemano S.R.L. Altas Cumbres",
RCyS, 2010-225; CCiv. y Com. Mar del Plata, sala 2, 27/5/2009, "Machinandiarena
Hernández, Nicolás c. Telefónica de Argentina", La Ley, 2009-C, 647). Un interesante
precedente que se expidió en este sentido de exigir el elemento subjetivo agravado (cf.
CCiv. y Com. de 3a Nominación de Córdoba, 17/04/2012, “Teijeiro (o) Teigeiro, Luis
Mariano c. Cervecería Y Maltería Quilmes S.A.I.C.A. y G. s/abreviados-otros” (por la
presencia de un envase de gel íntimo en una bebida), RyS 2012-V, 160, elDial.com -
AA75AF; con notas de Chamatropulos, Demetrio Alejandro, “Daños punitivos sí, daños
punitivos no”, La Ley 03/05/2012, 3; La Ley 2012-C, 63, Cita Online: AR/DOC/2047/2012;
Nallar, Florencia, “Procedencia y cuantificación de los daños punitivos”, LL 31/05/2012, 6;
La Ley 2012-C, 432, Cita Online: AR/DOC/2839/2011; Picasso, Sebastián, “Objeto extraño

41
en una gaseosa y los "daños punitivos", LL 25/06/2014, 5; La Ley 2014-D, 24, Cita Online:
AR/DOC/2140/2014), mencionó varios pronunciamientos concordantes que aplicaron la
sanción pecuniaria teniendo en cuenta la culpa agravada. Por ejemplo: se decidió que el
instituto es procedente si existió “un abuso de posición de poder del proveedor que
evidencia un “menosprecio grave de derechos individuales y de incidencia colectiva” (cf.
CCiv. y Com. de Mar del Plata, Sala II, 27/5/2009, “Machinandiarena Hernández
c/Telefónica de Argentina”, LL 2009-C-647); “graves inconductas de los proveedores de
bienes y servicios” (cf. CCiv. y Com. Rosario, Sala II, 29/7/2010, “Rueda, Daniela c/Claro
Amx Argentina S.A.”, LL 2010-f-397); “una conducta particularmente grave” (cf. CCom.,
26/4/2011, “Fasan, Alejandro c/Volkswagen S.A. de Ahorro para fines determinados”); un
“daño causado con malicia, mala fe, grosera negligencia” (cf. CCiv. de 1ª Nominación de
Córdoba, 27/10/2011, “Navarro, Mauricio c/Gilpin Nash David Iván”); "culpa grave o dolo,
negligencia grosera, temeraria, actuación cercana a la malicia" (cf. CCiv. y Com. Azul,
Sala II, 11/6/2013, "Rossi, Laura V. c/ Whirlpool Argentina S.A." RCyS 2013-IX, 99; CCiv. y
Com. Azul, Sala II, 5/4/2017, “Dabos, Marcos Alberto c/ BBVA Banco Francés S.A. s/
Daños y Perj. Del./Cuas. (Exc. Uso Aut. y Estado)”. En un importante precedente judicial,
ya citado, (cf. voto de la mayoría del Dr. Racimo, en el que se describen numerosos
antecedentes, CNCiv., Sala A, 17/10/2017, “M., M. S. y Otro c/ Organización de Servicios
Directos Empresarios s/ Daños y Perjuicios”, Citar: elDial .com – AAA3E0); se sintetizaron
varios antecedentes sosteniéndose que se exige ”conducta grave o grosera negligencia”
(cf. CNCivil, Sala B, 14013/14, “A., J. M. c. Banco Itaú Argentina S.A. y otro s. Habeas Data”
del 19-6-14); dolo o culpa grave (cf. CNCiv., Sala B, 07/02/2014, “C. B., M. S. y otro c. S.,
N. J. s. daños y perjuicios”); menoscabo al derecho del consumidor por no proporcionarle
un trato digno (cf. CNCiv., Sala C, C. 300.325, 10/07/2012, “G., R. A. c. Plusmar SA s. daños
y perjuicios”); conducta grave o grosera negligencia (cf. CNCiv., Sala C, C. 28.805/12,
04/12/2014, “I. M., R. c. C. S., J. y otros s. daños y perjuicios”); graves inconductas (cf.
CNCiv., Sala D, C. 39.750/13, 08/06/2015, “S., C. c. Valmed Organización Médica del
Instituto Panamericano de Salud S.A. s. daños y perjuicios”); supuestos de particular
gravedad (cf. CNCiv., Sala E, 15/11/2012, “P., H. D. y otro c. Coviares S.A. s/daños y
perjuicios”); graves inconductas (cf. CNCiv., Sala G, 18/11/2009, “C. P., M. c. Bank Boston
NA s. daños y perjuicios”); menosprecio grave (cf. CNCiv., Sala G, C. 99.192/11,
27/04/2015, “G., L. B. c. C.A.S.L.A. s. daños y perjuicios”); culpa grave (cf. CNCiv., Sala H,
C. 606.945, 10/12/2012, “S. M., M. L. c. Telecentro S.A. s. daños y perjuicios”, CNCiv., Sala
K, C. 3.264/10, 8/10/2015, “A., J. J. c. Empresa General Urquiza S.R.L. s. daños y
perjuicios”); hechos graves configurativos de dolo (cf. CNCiv., Sala H, C. 35.876/14,
16/12/2016, “P., D. N. c. General Paz Hotel S.A. s. daños y perjuicios”); circunstancias de

42
gravedad (cf. CNCiv. Sala I, c. 90.611/10, 11/3/2014, “Colonia S.A. c. Banco Comafi S.A. s.
daños y perjuicios”); supuestos de particular gravedad (cf. CNCiv., Sala J, 26/8/2011, “C.
J. O. c. Banca Nazionale del Lavoro y otros”); grave incumplimiento (cf. CNCiv., Sala K,
C. 13.926-09, 4/5/2017, “P., O. R. c. Cienfuegos S.A. y otro s. daños y perjuicios”);
conducta grave (cf. CNCiv., Sala K, C. 2.484/12, 25/11/2016, “D. C., J. M. y otros c. Galeno
Argentina S.A. s. daños y perjuicios”); graves inconductas (cf. CNCiv., Sala L, c.
15/11/2012, “S., K. P. c. Confira S.A. s/daños y perjuicios”, La Ley Online
AR/JUR/69382/2012); conducta desaprensiva e irresponsable (cf. CNCiv., Sala L, c.
15/11/2012, “S., K. P. c. Confira S.A. s/daños y perjuicios”, La Ley Online
AR/JUR/69382/2012); una conducta “extra” que se aparte gravemente de aquellos niveles
de precaución deseables socialmente (cf. CNCiv., Sala F, c. 526.897); una conducta
disvaliosa con un propósito deliberado de obtener un rédito con total desprecio de la
integridad o dignidad del consumidor (cf. CNCom., Sala B, 18/5/2016, “G. I., T. c. Swiss
Medical S.A. s/ordinario”, RCyS 2016-XI, 89).
En palabras de las Jornadas Nacionales de Derecho Civil de 2009: “los daños
punitivos proceden únicamente en casos de particular gravedad, que trasunten
menosprecio por derechos individuales o de incidencia colectiva, abuso de posición
dominante y también en los supuestos de ilícitos lucrativos, con la finalidad de
desmantelar plenamente sus efectos”. Se retomaron aquí las opiniones ya anunciadas en
el año 1999 cuando se afirmó, por mayoría, que “conviene limitar la aplicación de penas
privadas a casos de particular gravedad, caracterizados principalmente por el
menosprecio a los derechos del damnificado o a intereses de incidencia colectiva y a los
supuestos de ilícitos lucrativos”. Se añadió que “es necesario que medie reproche
subjetivo en la conducta del sancionado” (cf. Jornadas Nacionales de Derecho Civil:
conclusiones. Santa Fe, 23 a 25 de setiembre de 1999.Comisión n. 10: Derecho privado
comparado. Las penas privadas, JA 2000-I-1035; también “Terceras Jornadas
Marplatenses de Responsabilidad Civil y Seguros” celebradas en Mar del Plata en
Octubre de 2012).
10.- La suma de condena de $ 1.000.000 no es alta, y accediendo parcialmente al
agravio de la actora debe ser elevada a $ 1.200.000 en total (comprensivo de la multa
administrativa no pagada) considerando los parámetros valorativos previstos por los
arts. 8 bis y 52 bis “gravedad del hecho y demás circunstancias del caso” (art. 52 bis LDC),
(interaccionados con la pauta interpretativa que resulta de los arts. 1714 y 1715 del CCCN).
También puede acudirse, como lo afirma la actora, a la aplicación analógica de los
criterios que el art. 49 LDC prevé para las sanciones administrativas: perjuicio resultante
de la infracción, posición del proveedor en el mercado, cuantía del beneficio obtenido,

43
intencionalidad, reincidencia, gravedad de los riesgos o de los perjuicios sociales
producidos por la infracción. Y porque la conducta obstruccionista de Claro impidió la
determinación pericial y técnica de la cuantía del daño.
Para explicar esto, primero me referiré al agravio de la actora y después fundaré el
incremento del monto, con sustento en la postura omisiva de la demandada para evitar
la determinación precisa de los daños.
El actor sobre este punto efectúa un desarrollo argumental muy esforzado
tendiente a elevar el monto a $ 5.000.000 y procurando la aplicación de una fórmula
matemática. Ante la ausencia de prueba pericial en contrario o de cálculos actuariales
practicados por especialistas, considera varios datos e información incorporada al
proceso y la analiza de manera de llegar a inferir que correspondería condenar por una
suma millonaria, superior a los $ 5.000.000 del tope legal. De ese modo arriba a cuantías
muy elevadas, computando en lo sustancial y en síntesis: el número de usuarios
adheridos al sistema, los montos informados por el Banco Nación a partir del año 2010
sobre las sumas presuntamente recuperadas ilegítimamente de una de las bocas de
cobro o recupero, las actividades cumplidas por las empresas V/N y GSA Collections
cobrando mediante SEPTA o Servicios Electrónicos de Pagos S.A. la gestión en mora,
entre otros muchos elementos de ponderación que detalla en el escrito de agravios, junto
con la referencia a antecedentes jurisprudenciales (agravios fs. 717/737).
Reitero, sin dejar de reconocer el ingente esfuerzo de la actora, que no
corresponde ingresar al examen de la cuantía del monto a partir del criterio que propone
porque no se sustenta en conclusiones técnicas certeras, avaladas por peritos o
especialistas sobre la base de cálculos fundados, lo que en autos no puede ser suplido por
conclusiones que no están corroboradas por procedimientos científicos. Esa razón, es
decir la ausencia de elementos específicos, también torna inconveniente utilizar una
fórmula matemática, aún con valor indicativo u orientativo.
Así la actora cuestiona el monto receptado por la a quo en concepto de daño
punitivo, atribuyéndole no haber merituado, valorado y considerado la prueba
producida, afirmando que el monto de la sanción fijado en contraposición con las
ganancias obtenidas no va a desbaratar el negocio en que se encuentra incursa la
demandada (fs.641vta. y fs.643 primer párrafo). Entiendo que esta crítica de la apelante
no es de recibo puesto que en autos no ha sido posible producir prueba de peritos o
especialistas que, sobre la base de fundamentos científicos, permita esclarecer –aun
aproximadamente- las ganancias obtenidas por la empresa demandada a través de las
prácticas abusivas que reseñé precedentemente. Si bien es cierto que, como lo señalaré
luego, dicha imposibilidad obedece a la falta de colaboración de la demandada, al no

44
haber aportado diligentemente la documentación e información que resultaba necesaria
para la dilucidación de la cuestión litigiosa (art.34 inciso 5, c) y d) del Cód. Procesal;
art.163 inciso 5, segundo párrafo, del CPCN, aplicable analógicamente).
Pero esta carencia probatoria no permite convalidar los cálculos realizados por la
actora en su escrito recursivo, los cuales son meramente conjeturales y sin sustento
técnico en las constancias de la causa, puesto que las bases sobre las que los mismos se
asientan no están referidas, en forma concreta, a los beneficios económicos percibidos
por la demandada mediante la ya analizada operatoria comercial abusiva. Así puede
observarse que el primero de los cálculos efectuados consiste en el detalle de los
importes percibidos por el estudio de cobranzas V/N, a través del Banco Nación, durante
los años 2010 a 2015 (fs. 644/644 vta.). Pero lo cierto es que de dichas constancias no
surge que las informadas percepciones de dinero hubieran obedecido –en su totalidad- a
la ilegítima práctica negocial que motivó la demanda de autos, ya que bien pudieron
haber tenido su causa en otras cobranzas legítimas y ajenas a la operatoria que nos ocupa
(arts.163 inciso 5, 375, 384 y ccs. del Cód. Proc.).
Lo mismo cabe decir con respecto a los importes percibidos por la demandada a
través de la firma GSA Collections, mediante las bocas de cobros comúnmente
denominadas Pago Fácil, cuya titularidad es de la empresa SEPSA o Servicio Electrónico
de Pagos S.A. Y así afirmó la actora que, a través de este mecanismo, la demandada
percibió la abultada suma de $ 94.155.619,28 (fs.644vta./645), aseverando más adelante:
“No dudamos tampoco que dichos importes fueron percibidos de manera ilegítima, por
deudas inexistentes, por montos indebidos (vgr. Cargo por baja anticipada; cargo por
bonificaciones) o incluyendo conceptos y gastos que le son trasladados al consumidor
(Vgr. Gestión de cobranza)” (fs.645vta., último párrafo). Pero esta aserción es,
precisamente, la que no se encuentra probada, pues al igual que en el caso analizado en
el párrafo anterior, no es posible determinar si el abultado monto indicado por la apelante
obedece a la ilegítima práctica que generó la condena de autos, o si, por el contrario,
tiene su causa en la operatoria regular y legítima derivada de la prestación del servicio de
telefonía móvil. También son inaudibles las referencias a las ganancias netas obtenidas
por la demandada mediante su facturación (fs.646vta.), por cuanto se trata de una
cuestión completamente ajena a la aquí debatida (arts.163 inciso 5, 375, 384 y ccs. del
Cód. Proc.).
Corresponde igualmente desestimar otro cálculo traído en la expresión de agravios
sobre la base de las cartas de aviso documentada que envió la demandada a través de la
firma Urbano Express (fs.651/652). En este punto se efectúa un cálculo de probabilidades
sobre bases hipotéticas, suponiendo que sólo una pequeña cantidad de usuarios podría

45
haber obtenido una condena resarcitoria de daños y perjuicios que se estima en un monto
sin sustento en los datos de autos. Más no repara en que lo verdaderamente relevante y
decisivo es que en la causa no existe ningún elemento que permita dejar entrever, aunque
sea aproximadamente, las sumas de dinero efectivamente percibidas por la demandada
a través de la práctica abusiva sometida a juzgamiento (citados arts.163 inciso 5, 375, 384
y ccs. del Cód. Proc.).
Sin embargo no puede soslayarse que el cálculo pericial no se pudo concretar por
causas que no son imputables a la diligente conducta procesal de la actora, sino que
provienen del déficit e insuficiencia del informe pericial del contador Rubén H. Faure (que
no permite llegar a una conclusión sólida y contundente) y fundamentalmente de la
conducta omisiva de Claro. En el escrito de demanda se efectuó un ofrecimiento
probatorio detallado solicitándose numerosos pedidos de informes: a entidades
bancarias para que se denuncien los depósitos efectuados en cuentas de la accionada, a
empresas de cobro de servicios, a empresas de envíos de correspondencia, a la propia
demandada para que informe la cantidad de abonos, de abonos en mora y los remitidos
al área de gestión por cobro en mora, el detalle de la cartera de morosos en todo el país,
la sumas percibidas por cobro de deudas en mora y cantidad de líneas en estado de
suspensión por robo o pérdida. Luego, se pidió prueba pericial para determinar los datos
mencionados, es decir- en lo sustancial- la cantidad de abonos, cantidad de abonos en
mora, sumas percibidas por esos conceptos en el área de gestión de cobro, procurando
determinar el monto percibido por Claro por rescate de líneas en mora (fs. 67/91).
Esa prueba fue consentida por la accionada quién al contestar la demanda guardó
silencio y ofreció otra prueba pericial (fs. 123/146).
El primer perito designado, que fue removido por no presentar su informe en
tiempo, hizo saber que la demandada no le permitía acceder a la documentación
alegando que estaba impedida de hacerlo por estar comprendida en la “ley de
confidencialidad” (509 y 550), el mismo argumento que utilizó para no acompañar en este
expediente el mismo informe requerido por vía de oficio (fs. 340/341), lo que no resulta
atendible por no ser aplicable la ley de Protección de Datos Personales 25.326 (son los
mismos datos que Claro informó al Veraz). Luego la pericia practicada por el contador
Rubén Faure, pese a que en alguna manera cumple con ciertos requisitos formales,
adolece de falta de claridad y precisión como para extraer datos convincentes acerca de
la cantidad y montos de la deuda en mora por los conceptos requeridos y sobre el monto
anual percibido por el “Área de Cobranzas” en concepto de rescate de deudas/pasivos y
morosos (fs. 576) lo que no fue informado al perito (fs. 570, intimación fs. 573/574, informe
fs. 575/576, explicaciones fs. 596/599, requerimiento de la actora de explicaciones de fs.

46
604/606 y responde de fs. 610). Se advierte que la pericia mencionada, a fs. 575/576, se
apoyó en el “informe de gestión” que le proveyó la empresa, se refirió a algunos puntos
pero (reitero) no indicó el monto del área de cobranzas por no ser suministrado por la
demandada y, salvo lo relativo a la línea de O. que sí detalló a fs. 596/599, a fs. 610 no dio
explicaciones satisfactorias a los requerimientos de la actora de fs. 604/606. En suma: no
aportó nada que esclarezca el volumen de los créditos en mora. Por eso su pericia no
cumple con rigor científico con la finalidad técnica que la determinó, no pudiendo
inferirse de ella con solidez argumental conclusiones acerca del beneficio (o no)
económico de la empresa como resultado de la operatoria descripta (arts. 384 y 474
C.P.C.), por lo que no cabe asignarle valor convictivo debiendo -en este aspecto- ser
dejada de lado. Expresa Camps que “la valoración de la eficacia probatoria de la prueba
de peritos debe hacerse aplicando las pautas objetivas que brinda el art. 474 del ritual:
competencia, principios científicos en los que se funda, concordancia con las reglas de la
sana crítica y su correlación con las demás probanzas que la causa ofrezca; es un
elemento de convicción para poder decidir, y para apartarse del mismo deben mediar
razones serias y fundadas, argumentos científicos de mayor peso” (Camps, Carlos
Enrique “Código Procesal Civil y Comercial de la Provincia de Buenos Aires”, Tomo II, Ed.
Lexis Nexis, 2004, pág. 185). Por su parte, Quadri señala que “lo esencial en el dictamen
es su fundamentación…no puede quedar in pectore del experto sin posibilidad de que las
partes y el juez conozcan los fundamentos de su dictaminar, es que, en ausencia de
fundamentación, el juez no podrá valorar la prueba, ni efectuar un examen crítico del
resultado al que se arriba” … “se colige que el dictamen no puede limitarse a explicitar
interpretaciones subjetivas del actuante, o sus opiniones personales, prescindentes del
necesario sustento científico” (cfr. Quadri, Gabriel H. “La prueba en el proceso Civil y
Comercial”, Tomo II, Ed. Abeledo-Perrot (2011), págs. 1323/1324). La casación provincial
expresó que “así como no es imperativo, ni obligatorio, pues ello convertiría al perito –
auxiliar del juez- en autoridad decisoria dentro del proceso, la obligatoriedad de dar
razones suficientes para evitar que el apartamiento represente el ejercicio de su sola
voluntad, constituye para el juzgador el límite de su ejercicio de ponderación de la
prueba” (S.C.B.A., Ac. 53.849, sent. del 16/11/93 “Nelson Roca de Eiras…”; Ac. 54.702,
sent. del 29/8/95, “Bucich…”, E.D. 166-503; J.A 1996-II, 693; Ac. 68.468, sent. del 26/10/99
“López Montero…”; Ac. 71.624, sent. del 15/03/00 “Anríquez…”; Ac. 74.696, sent. del
19/02/02; Ac. 77.700, sent. del 30/4//03 "Banco Credicoop…”; Ac. 93078, sent. del 6/9/06
“C.R…”; esta Sala causa 46.266, sent. del 30/12/03 “Anido…”, causa N° 56041 sent. del
08/05/12 "Bugna..."; causa N° 61.359, del 11/4/17 “Puñet…”, entre otras).

47
En consecuencia, no puede operar en contra del consumidor la falta de prueba
certera derivada de la conducta de la demandada que no colaboró en el proceso y del
perito cuyo trabajo resultó insuficiente (arts. 384 y 474 C.P.C.). La demandada por
encontrarse en mejores condiciones técnicas, fácticas y jurídicas (arts. 3 y 53 LDC) debió,
como lo manda la ley, colaborar en el esclarecimiento de los hechos, aportando
diligentemente la documentación e información, especialmente la de descargo, por lo
que no es atendible la postura esgrimida en el escrito de contestación de agravios cuando
sostiene que “no existe prueba alguna que de cuenta que los importes percibidos por
mora fueran ilegítimos, inexistentes o indebidos” (sic., fs. 679; arts. 3, 17, 53 LDC; 1094,
1095, 985 y concs. CCCN). En este sentido, acreditada la percepción indebida de cargos
por parte del proveedor (configuratoria de daño punitivo) le corresponde probar que con
dicha conducta no obtuvo un lucro indebido de los consumidores, cosa que no hizo, e
impidió (con la información suministrada) que el perito lo haga (arts. 375, 384 C.P.C.C.;
arts. 3 y 53 LDC).
La información a la que me refiero no es la correspondiente a los cargos indebidos
cobrados sobre la línea de la actora Nº 2293507620, que se encuentran detallados en las
explicaciones que el perito brindó a fs. 596/599, sino al conjunto de clientes de la
demandada, que permitirían determinar cuantitativamente los efectos económicos de la
irregular actuación del proveedor a los fines de fijar un monto del daño punitivo, que
cumpla con su función disuasoria (art. 52 bis LDC). Por ello, no habiendo la demandada
aportado a este proceso elementos probatorios que permitan determinar la cuantía del
lucro obtenido por AMX Argentina (Claro) S.A., propicio al acuerdo aumentar el monto
de condena a $ 1.200.000, en las mismas condiciones que la fijadas en la instancia de
grado (art. 52 bis LDC).
Tengo para ello particularmente en cuenta que el Ministerio Público Fiscal no se
disconformó con el monto (fs. 747/750 vta.), que la conducta dilatoria de Claro no puede
beneficiarla y, finalmente, que en caso de que en el futuro (por encontrarse en trámite o
se sustancie otro proceso) se reitere el juzgamiento del mismo hecho deberá computarse
la cuantía aquí fijada. Así lo mandan los arts. 1714 y 1715 CCCN, aplicables al art. 52 bis
LDC, que prescriben la punición excesiva o irrazonable.
11.- La demandada enumera antecedentes, incluso de éste Tribunal, en los que se
condenaron a pagar sumas inferiores. Empero, y sin perjuicio de la singularidad de este
caso, acoto que los montos más recientes fueron más elevados: vgr. se fijó en $ 200.000
por violación del deber de información y por publicidad engañosa acerca de las calorías
consumidas en los seis aparatos de aire vendidos (CCC, Sala II, Azul - 05/06/2018,
“Barcelonna, María Paula y otro/a vs. Naldo Lombardi S.A. y otro/a s. Daños y

48
perjuicios”); $ 80.000 por la demora en la restitución del capital indebidamente cobrado
(cf. esta Cámara, Sala I, causa nº 62.808, 22/05/18, “Tolosa Díaz …”); $ 50.000 por frustrar
la expectativa de contar con un automóvil 0 km. (cf. esta Cámara, Sala I, causa nº 63.156,
05/06/18, “Paulo …”); $ 100.000 a un laboratorio por continuar comercializando en el
mercado un fármaco sin advertir al público sus contraindicaciones (cf. CNCiv., sala G,
25/09/2012, “Lund, Norma c/ Laboratorio Phoenix S.A.I.C.F.”, La Ley 2012-F, 177; RCyS,
2012-XI, 55); $ 1.000.000 al banco que abrió una cuenta corriente no operativa sin
consentimiento del cliente, efectuó débitos, inició reclamos y lo informó como deudor de
alto riesgo (cf. Cám. Apel. C. y C. Sala II, Bahía Blanca, 28/08/2014, “C., M. C. vs. Banco
de Galicia y Buenos Aires S.A. s. Nulidad de acto jurídico”, Rubinzal Online, Cita: RC J
6793/14); $ 90.000 a una empresa de telefonía celular que suspendió el servicio a un
usuario que se encontraba en el exterior, facturó rubros relacionados a internet fuera del
país, e incumplió el deber de información del servicio de “roaming” (cf. Cám. Apel. C. y C.
Mar del Plata, sala III, 04/08/2014, “G. L., A. A. c. Amx Argentina S.A.”, LLBA, 2014,
9/9/2014); $ 280.000 a una empresa de telefonía celular por cobro indebido del cargo de
gestión de cobranza (cf. Cám. 6ª Apel. C. y C. Córdoba, 26/03/2015, “Raspanti, Sebastián
c. AMX Argentina S.A. s/ ordinario – otros – recurso de apelación, Cita online:
AR/JUR/3759/2015); $ 150.000 a una compañía de seguros por reparación no satisfactoria
del automóvil (cf. Cám. Apel. C. y C. Mar del Plata, sala III, 09/12/2015, “Vignolles, María
de los Ángeles c. San Cristóbal Seguros Generales”); $ 270.000 a una entidad bancaria
por la acreditación parcial de depósitos efectuada en cajero automático y trato
descomedido al cliente (cf. Cám. 1ª Apel. C. y C. Bahía Blanca, Sala 1, 6/10/2016,
“Castaña, María Alejandra c/ Banco Credicoop Cooperativo Ltdo. s/ Daños y Perjuicios”);
$ 127.725,78 a una compañía aseguradora por negar injustificadamente el siniestro y la
indemnización con ánimo de beneficiarse (conf. Cám. C. y C. Necochea, 20/10/2016, “M.
Elena c/ Nación Seguros”); $ 150.000 por información errónea de saldo deudor de tarjeta
de crédito que impidió al actor obtener un crédito personal (cf. Cám. Apel. C. y C. Bahía
Blanca, Sala 1ª, 20/04/2017, "Peri, Daniel Alberto c/ Banco Supervielle S.A. y otro s/ daños
y perjuicios" RCYS2017 – VIII, 159 Cita Online: AR/JUR/9748/2017); $ 101.666,09 a una
empresa de transporte público que después del accidente en el que resultó lesionada una
pasajera mostró una actitud dilatoria y especulativa frente a su reclamo y quebrantó el
deber de trato digno al consumidor (cf. Cam. Apel. C. Y C. Mar del Plata, Sala II – “Curry,
Paula Vanesa c. Transportes Automotores Plusmar S.A. y otros s/ daños y perjuicios”,
27/04/2017, Cita Online: AR/JUR/24667/2017); $ 500.000 para la empresa telefónica que
cambió sin el consentimiento del cliente el plan que éste contratara (cf. Cámara 6ª. de
Apelaciones en lo Civil y Comercial de Córdoba, 09-03-2017, “Gallardo Quevedo, Jesica

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Paola c. Movistar de Telefónica Móviles Argentina SA s/ ordinario - cobro de pesos -
recurso de apelación” - LA LEY 18/09/2017, 4, con nota de Carlos E. Tambussi, RDCO 285,
975 y RDCO 285-975, Cita Online: AR/JUR/11228/2017); $ 280.000 por cobro indebido del
cargo de gestión de cobranza (cf. Cám. 6ª Apel. C. y C. Córdoba, 26/03/2015, “Raspanti,
Sebastián c. AMX Argentina S.A. s/ ordinario – otros – recurso de apelación”, Cita online:
AR/JUR/3759/2015); $ 500.000 al cliente que compró tres cajas de sorrentinos que
estaban en mal estado según los análisis bromatológicos y que exhibía dos fechas de
vencimientos diferentes y superpuestas (cf. Cám. Nac. Apel. Com. Sala B, 10-03-2016,
“B., J. R. c/ Coto S.A.”, Cita Online: RC J 2039/16, Rubinzal Culzoni); $ 100.000 (por
mayoría) por la conducta discriminatoria de no permitir ingresar a un hotel alojamiento
a una pareja del mismo sexo (cf. Cám. Nac. Apel. Civil, Sala H, causa nº 35876/2014,
12/12/2016, “P., D. N. c/ General Paz Hotel S.A. 419 s. Daños y perjuicios”, Cita online: RC
J 760/17, Rubinzal Online); $ 250.000 (por mayoría) para cada uno de los dos actores por
la negativa de la empresa de medicina prepaga a cumplir con las prestaciones del niño
con discapacidad (cf. C. N. Civ., Sala A, 17/10/2017, “M., M. S. y Otro c/ Organización de
Servicios Directos Empresarios s/ daños y perjuicios”, elDial.com – AAA3E0 cit.); $
500.000 por la presencia de una pila en una botella cerrada (cf. C. Civ. y Com. De San
Miguel de Tucumán, (Provincia de Tucumán), Sala II, 27/07/2017, “Esteban, Noelia
Estefanía c/ Cervecería y Maltería Quilmes S.A.I.C.A.G. s/ daños y perjuicios", -Expte. Nº
917/12- Citar: elDial.com – AAA123); $ 100.000 por supuesto parecido -preservativo en
una gaseosa- (cf. C. Civ. y Com. 8ª Nom., Córdoba, 08/03/2018, “Atay, Manuel José c.
Embotelladora del Atlántico S.A. s/ ordinario – otros”, Cita on line: AR/JUR/2336/2018, en
RCyS 2018-VI-96).
Digo, de paso, que el monto más alto que registra la jurisprudencia corresponde a la
Cámara de Junín que acudió al máximo legal en un supuesto de contaminación ambiental
(cf. CCiv. y Com., Junín, 9/11/2015, “Décima, Julia Graciela y otros c. Productos de Maíz
S.A. (Ingredion Argentina SA), LL 2016-A , 136), se cuantificó en $ 5.000.000, reduciendo
la condena de grado de $ 7.200.000, admitiéndose el pago fraccionado en cuotas.
En conclusión: la suma de $ 1.200.000 tiene entidad para cumplir su doble función
sancionatoria y preventiva, en los términos de los arts. 8 bis y 52 bis LDC, atendiendo a la
magnitud y gravedad de la maniobra de la demandada y a que su falta de colaboración
en el proceso no puede redundar en perjuicio del consumidor.
V.- La demandada solicita que los intereses por daños punitivos se liquiden a partir
de la fecha de mora que se fije en la sentencia y no desde la fecha del hecho. Si bien es
cierto que una postura pregona que por la falta de iliquidez los intereses corren a partir
de la fecha del vencimiento del plazo fijado por la sentencia, la mayoría sostiene que la

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“falta de liquidez no impide la configuración de la situación jurídica de mora del deudor
porque no es exigible normativamente la liquidez para la constitución en mora, y también
la deuda ilíquida es apta para generar la mora del deudor, pues sólo se requiere respecto
de ella que llegue a liquidarse ulteriormente. Además se evita que el deudor pueda
enriquecerse indebidamente a expensas del acreedor, invocando la mentada iliquidez”
(Molina Sandoval, Carlos A. - Pizarro, Ramón D. “Los daños punitivos en el derecho
argentino” DCCyE 2010 (septiembre), 01/09/2010, 65, Cita Online: AR/DOC/5372/2010).
Estos autores propician que se compute como fecha de arranque la de la demanda en la
que el actor hace valer sus derechos. En parecido sentido una postura se inclina por la
fecha del primer requerimiento (en el caso por carta documento: Cámara Nacional de
Apelaciones en lo Comercial, Sala F, 23-feb-2017, “Palazzo Mauro y otros c/ Peugeot
Citröen Argentina S.A. y otros s/ ordinario”, en MJJ108773).
Otra, adhiere al criterio de la demandada de la firmeza de la sentencia (Cámara de
Apelaciones en lo Civil y Comercial de Mar del Plata, Sala Segunda, 3-sep-2015,
“Desiderio Daniel Darío c/ MAPFRE Argentina de Seguros S.A. s/ daños y perjuicios”, en
MJJ94417; Cámara de Apelaciones de Comodoro Rivadavia, Sala A, 15/09/2017, “Paz,
Jorge Alberto c. Volkswagen de Argentina S.A. s/ sumarísimo”, Cita Online:
AR/JUR/62506/2017).
Sin embargo este Tribunal anteriormente acudió al criterio general, aplicable al
resarcimiento de daños, de que los intereses se devengan a partir de la fecha de
ocurrencia del hecho, que es a partir de la cual se produjeron los efectos nocivos del
acontecimiento que origina la condenación pecuniaria disuasiva (cf. este Tribunal, causa
nº 57.494, 11/6/2013, "Rossi, Laura V. c/ Whirlpool Argentina S.A.", RCyS 2013-IX, 99 y
causa del 05/06/2018, “Barcelonna, María Paula y otro/a vs. Naldo Lombardi S.A. y otro/a
s. Daños y perjuicios” CNCIV. Y COM. FEDERAL, SALA I – “Mondelli, Juan Ignacio y otro
c. Aerolíneas Argentinas S.A. s/ incumplimiento de contrato” • 01/10/2015- Cita Online:
AR/JUR/64482/2015).
Con relación al pedido del Fiscal General de que se considera la conveniencia de un
registro de juicios, y sin perjuicio de compartir esa inquietud, su solución es de fuente
normativa y excede las facultades del Tribunal.
Las costas de la Alzada deben ser impuestas a la demandada vencida ( art 68 CPC).
Así lo voto.
A la misma cuestión los Señores Jueces Dres. Longobardi y Peralta Reyes, votaron
en igual sentido, por los mismos fundamentos.
A LA SEGUNDA CUESTIÓN, el Sr. Juez Dr. Galdós, dijo:

51
Atento a lo acordado al tratar la cuestión anterior, demás fundamentos del
Acuerdo, citas legales, doctrina y jurisprudencia referenciada y lo dispuesto por los arts.
266, 267 y concs. del CPCC, se resuelve: 1) Confirmar en lo sustancial la sentencia
recurrida en lo que ha sido objeto de recurso y agravio, aumentando el monto de
condena de daños punitivos que se eleva a $ 1.200.0000 y debiéndose tener presente,
para el momento de pago, la donación efectuada por la actora y su letrado, la que aún
cuando no reviste las formalidades legales, tiene entidad suficiente para evidenciar
claramente que la Sra. O. no percibirá la totalidad del daño (art. 52 bis LDC). Por eso, y
en el momento del pago, deberá previamente realizar dicha donación y distribuirse la
suma de condena del modo siguiente: un 45% a la “Asociación Civil de Usuarios y
Consumidores de Tandil”; un 25% a la “Oficina Municipal de Información al Consumidor
de la Ciudad de Tandil”; un 15% a “Proconsumer”; un 5% a la “ACUBA”; un 5% a la
“A.D.D.U.C.” y un 5% a la “Fundación Energizar”. Igualmente corresponderá atender a la
manifestación de voluntad del letrado Dr. Sanz quien se pronunció por la donación de sus
honorarios de la siguiente forma: 80% a la “Asociación Civil de Usuarios y Consumidores
de Tandil” y 20% a la “Oficina Municipal de Información al Consumidor” de la ciudad de
Tandil. 2) Imponer las costas a la demandada perdidosa (arts. 68 y 69 del C.P.C.C.). 3)
Diferir la regulación de honorarios para la oportunidad del art. 31 de la Ley 14.967 (SCBA,
I-73016 del 08-11-2017, “Morcillo...”).
Así lo voto.
A la misma cuestión los Señores Jueces Dres. Longobardi y Peralta Reyes votaron
en igual sentido, por los mismos fundamentos.
Con lo que terminó el Acuerdo, dictándose la siguiente:
-S E N T E N C I A-

Azul, 28 de Agosto de 2018.-

AUTOS Y VISTOS:

CONSIDERANDO:

Por todo lo expuesto, atento lo acordado al tratar las


cuestiones anteriores, demás fundamentos del Acuerdo, citas legales, doctrina y
jurisprudencia referenciada, y lo dispuesto por los arts. 266, 267 y concs. del C.P.C.C., se
resuelve: 1) Confirmar en lo sustancial la sentencia recurrida en lo que ha sido objeto de
recurso y agravio, aumentando el monto de condena de daños punitivos que se eleva a
$ 1.200.0000 y debiéndose tener presente, para el momento de pago, la donación
efectuada por la actora y su letrado. Por eso, y en el momento del pago, deberá

52
previamente realizar dicha donación y distribuirse la suma de condena del modo
siguiente: un 45% a la “Asociación Civil de Usuarios y Consumidores de Tandil”; un 25%
a la “Oficina Municipal de Información al Consumidor de la Ciudad de Tandil”; un 15% a
“Proconsumer”; un 5% a la “ACUBA”; un 5% a la “A.D.D.U.C.” y un 5% a la “Fundación
Energizar”. Igualmente corresponderá atender a la manifestación de voluntad del letrado
Dr. Sanz quien se pronunció por la donación de sus honorarios de la siguiente forma: 80%
a la “Asociación Civil de Usuarios y Consumidores de Tandil” y 20% a la “Oficina Municipal
de Información al Consumidor” de la ciudad de Tandil. 2) Imponer las costas a la
demandada perdidosa (arts. 68 y 69 del C.P.C.C.). 3) Diferir la regulación de honorarios
para la oportunidad del art. 31 de la Ley 14.967 (SCBA, I-73016 del 08-11-2017,
“Morcillo...”). REGÍSTRESE. NOTIFÍQUESE por Secretaría y DEVUÉLVASE.

JORGE MARIO GALDÓS


PRESIDENTE
CAMARA CIVIL Y COMERCIAL
SALA II

MARÍA INÉS LONGOBARDI VICTOR


MARIO PERALTA REYES
JUEZ JUEZ
CAMARA CIVIL Y COMERCIAL CAMARA
CIVIL Y COMERCIAL
SALA II SALA
II
ANTE MÍ

CLAUDIO MARCELO CAMINO


SECRETARIO
CAMARA CIVIL Y COMERCIAL
SALA II

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