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LA CASA ABANDONADA

Cortometraje

Guion literario escrito por:

JESIKA NATHALIA GUERRERO BOTINA


PAULA VIVIANA MAIGUAL MELENDEZ
INGRITH LIZETH TIMANÁ AZA

Grado
9-6

1. EXT. PARQUE LA MINGA. ATARDECER

Andrea y Tatiana están sentadas en el parque de La minga. Parecen


aburridas. Andrea bosteza y Tatiana se ríe de su amiga, al tiempo
que se seca con los dedos el brillo de sudor de su frente. Segundos
más tarde se ponen de pie y caminan lentamente hacia la tienda La
catorce para comprar algo para la sed. En el andén, poco antes de
la entrada de la tienda se encuentran con una señora que les ofrece
helados. Andrea y Tatiana prefieren comprarle a la señora.

SEÑORA
Compren, mijas, helados para el calor.
(Sonríe)

TATIANA
Dos, por favor. A mí uno de fresa…

ANDREA
A mí me da uno de… maracuyá (indecisa)

La señora le entrega a cada una su helado. Mientras Tatiana saca el


dinero, Andrea observa con curiosidad, a la distancia, una casa
abandonada.
SEÑORA
Ahí tiene su regreso. (Sonríe de nuevo)

TATIANA
Muchas gracias, señora… (Sonriendo)

ANDREA
Muchas gracias... (Mirando la casa
abandonada)

SEÑORA
Con mucho gusto, ojalá les quite la sed… y
de lo ricos, hasta la vida… (Sonríe ahora con
curiosa exaltación)

Las dos amigas no prestan mayor atención a las palabras de la


señora. Después de pagarle a la señora los helados y recibir el
regreso, Andrea, con uno de sus índices, le señala a su amiga
aquella casa abandonada. Tatiana hace un gesto, insinuando que
está bien ir a curiosear un poco. Caminan en dirección a la casa.
Mientras caminan, bromean con los helados, untándose las
mejillas con la crema.

2. EXT. FRENTE A LA CASA. ATARDECER

Llegan a la casa. La observan detenidamente, con curiosidad y la


rodean un poco. Andrea toma la iniciativa, se termina lo que
quedaba del helado y empuja una de las alas de la puerta con
precaución. La puerta da un chirrido. Tatiana grita y ríe
nerviosamente.

TATIANA
No la abras más. (Temor, desconfianza)

ANDREA
No seas miedosa. Vamos, miremos qué hay
adentro.

Andrea abre la puerta el espacio suficiente para que las dos puedan
entrar. Tatiana y Andrea dejan caer al suelo los palos de los helados
y siguen adentro.
2. INT. EN LA CASA. ATARDECER

Ingresan hasta el centro de una habitación amplia. Hay cajas viejas,


partes de juguetes, botellas de plástico, tablas y troncos podridos.
Se observa en la pared el rastro sin forma de manchas rojas.

TATIANA
¿Es sangre?

Tatiana jala con fuerza del saco de Andrea.

TATIANA
¿Estás segura que quieres seguir?

ANDREA
Claro que sí, ¿Que nos podría pasar?

Andrea saca su celular, activa la linterna y alumbra hasta el fondo


de la casa. Toma a Tatiana de la mano y sigue caminando más hacia
el interior del lugar. Segundos después, se oye, en la habitación del
fondo, el eco que suele dejar el movimiento de las sillas mecedoras
al moverse. Andrea y Tatiana dan pasos cortos, sigilosos. Llegan al
umbral de la puerta de la habitación de donde llega el ruido que les
llamó la atención.
Andrea y Tatiana, una al lado de la otra, alargan el cuello hasta que
sus cabezas pudieron adelantarse un poco y observar los rincones
de la habitación. Las dos amigas se encuentran al el mismo
momento con la imagen apenas visible de una muñeca que está
sentada en una silla mecedora. La mecedora se mueve, se mueve,
no para de moverse.

MUÑECA
¿Mamá? ¿Mamá?

Andrea y Tatiana dan un salto y gritan desesperadas, de inmediato


dan la vuelta y corren en dirección a la salida de la casa.

TATIANA
¡Corre! ¡Corre!

ANDREA
¡Ten cuidado!
Cruzan apresuradas el corredor y la sala. Ven la salida y justo
cuando están a punto de llegar, el ala de la puerta que está
entreabierta se cierra de un golpe seco y deja en el ambiente la
total oscuridad. Tatiana intenta abrirla, empuja con fuerza desde la
cerradura, pero no lo logra. Andrea empieza a llorar. Tatiana, en
cambio, mantiene un poco la calma y mira a su alrededor. Piensa
en la manera de salir de allí.

ANDREA
¡Vamos a morir!

TATIANA
¡Debemos buscar otra salida!

Se toman otra vez de la mano y comienzan a caminar, casi a tientas,


buscando otra salida. Observan que en otra de las habitaciones hay
una ventana, pequeña y alta, pero con el tamaño suficiente para
salir por ahí. Al llegar a la ventana gritan y piden ayuda.

ANDREA
¡Auxilio! ¡Ayuda! ¡Por Dios, auxilio!

TATIANA
¡Que alguien nos ayude! ¡Alguien que nos
ayude!

Esperan un momento para oír si algún transeúnte ha atendido a sus


gritos. Nada. Afuera sólo había silencio. Nadie las escuchó. De
pronto, empiezan a oír unos pequeños rasguños en la pared, que
poco a poco van haciéndose más fuertes. La habitación está oscura,
así que Andrea prende de nuevo la linterna del celular y dirige la
luz a la esquina de la habitación desde donde se oyen las
raspaduras. Observan que al fondo, en el rincón, se haya el cuerpo
de quien parece ser el de una señora. Está sentada de espaldas y
de repente comienza a llorar.

TATIANA
Dejémosla ahí, no nos importa quién sea (En
susurro)

ANDREA
Cómo se te ocurre, debemos ayudarla, mira
que parece ser una anciana. (Con la voz
firme)
Andrea toma una vez más la iniciativa y se acerca lentamente hasta
la esquina de la habitación donde se encuentra la señora, que no
para de llorar. Tatiana mantiene la distancia y observa cómo
Andrea extiende su brazo y con los dedos roza, levemente, el
hombro de la anciana.

ANDREA
Señora, ¿se encuentra bien?

El cuerpo de la anciana, pequeño y amontonado en el piso, con un


movimiento lento se incorpora hasta ponerse totalmente de pie.
Su ropa está maltrecha y sucia. Luego, empieza a girar su rostro,
aún más lento, carraspea la garganta y empieza a reír. La risa es
cada vez más intensa y macabra y termina llegando hasta todos los
rincones de la casa.

ANCIANA
¿Les gustaron los helados? (Luego silencio)
Ojalá sí porque será lo último que probarán
en sus vidas.

La anciana termina de girar la cabeza. Su rostro parece de cera


derretida, su nariz es enorme, chueca y las cuencas de los ojos
están vacías. Tatiana y Andrea llenan la casa con sus gritos y
comienzan a correr sin percatarse de un objeto de importante
tamaño que estaba tendido en el piso. Las dos amigas tropiezan y
caen al suelo.

TATIANA
¡Prende la maldita linterna!

ANDREA
¡Perdí el celular! ¡Ayúdame a buscarlo!

Las manos de ambas se mueven por el aire y el piso. Los dedos de


las dos amigas sienten una sustancia viscosa que se les pega en la
piel de las manos. Al fondo la anciana caminaba muy lentamente,
arrastrando sus pies. La anciana no paraba de reír y toser. De
pronto, la mano de Andrea se topa con el celular. Lo agarra entre
los dedos y con las manos temblorosas intenta encenderlo.

ANDREA
¡Ya! ¡Lo encontré!
TATIANA
¡Prende la linterna! ¡Rápido!

Andrea activa la linterna, levanta el celular a la altura de su rostro


y se da cuenta que sus manos y ropa están manchadas de una
sustancia que reconoció, era sangre. Tatiana intenta limpiarse en
su ropa, pero es inútil. En los rostros de las dos amigas se observa
el terror. Se preguntan entre señas por el origen de la sangre. La
anciana, mientras tanto, ya está a pocos metros de ellas. La anciana
no para de reír.

ANCIANA
¿Por qué corren? ¿Por qué están asustadas?
¿Quieren otro heladito?

Tatiana es la primera que observa a su lado el cuerpo de una


persona muerta que está boca abajo y mojada en sangre. No grita.
Víctima del pánico, con sus manos cubre su boca. Andrea, por su
parte, y al advertir también la presencia del cuerpo ensangrentado,
lleva sus manos a la cabeza y restriega su cabello.
Sin embargo, con un valor que Tatiana desconoce en ella, de
rodillas, avanza hasta el cuerpo. Lo mira y queda atónita. Le da
vuelta, haciendo uso de todas sus fuerzas y se percata que a la cara
le faltan los ojos y que sus labios han sido cortados, dejando una
boca amplia. Adentro de la boca del cadáver, se alcanza a ver el
palillo de un helado.
Andrea arroja el celular, toma con fuerza la mano de su amiga y
sale corriendo, una vez más, hasta la puerta de salida. Llegan a ella
y mientras piden ayuda a Dios, con sus manos y pies proporcionan
sendos golpes desesperados a la puerta. Todo parece inútil hasta
que ésta, por milagro, cede y se entreabre un poco. Las dos amigas
se miran mutuamente. Un gesto de alegría se alcanza a dibujar en
los rostros de las dos jovencitas. La luz del afuera que entra por la
abertura les devuelve la esperanza.
Tatiana lleva su mano a la cerradura para abrir por completo la
puerta. Andrea toma del hombro a su amiga.

ANDREA
¡Nos salvamos!

TATIANA
¡Gracias a Dios!
Las dos amigas no se percatan que un cuchillo se alza detrás de
ellas. La anciana empuña el arma con la fuerza de una fiera y
propina la primera herida en la espalda de Andrea, con tal precisión
y potencia que Andrea deja salir un grito desgarrador y cae de
rodillas al suelo. El cuchillo, manchado con la sangre de Andrea se
alza de nuevo y vuelve a hundirse, en esta oportunidad, en el cuello
de Tatiana, quien ya ha abierto una buena parte de la puerta.
Luego vienen dos, tres cortes más en distintos lugares de los
cuerpos y las dos amigas caen, tendidas por completo.
De los dos cuerpos empiezan a salir varios hilos de sangre que poco
a poco van encharcando el suelo. La anciana mira a las dos
jovencitas, arroja el cuchillo y mira sus manos ensangrentadas.
Ahora sonríe calladamente, termina de abrir la puerta y camina
hasta traspasarla.

3. EXT. FUERA DE LA CASA. ATARDECER (CERCA A LA NOCHE)

Da el primer paso fuera de la casa y su rostro ya no es el de una


anciana deforme, si no el de una señora de mediana edad, con
mejillas sonrojadas y mirada tranquila. La señora recoge dos palos
de helado, ajusta su falda y camina en dirección a un cajón de
icopor que reposa en el andén, justo afuera de la tienda La catorce.
Sus manos están limpias, su cabello muy bien peinado y su ropa no
presenta ninguna muestra de suciedad.

FIN

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