A medida que el ser humano va envejeciendo se produce de forma
paulatina un deterioro de la condición física que progresivamente va afectando a las actividades de la vida diaria, si al envejecimiento se suma el sedentarismo el deterioro se verá acelerado con el consecuente impacto en la calidad de vida del adulto mayor. De acuerdo con lo anterior daremos respuesta a los siguientes interrogantes: ¿Conoce los cuidados que debe tener un adulto mayor?, ¿Quiénes deben ser sus cuidadores de una persona de edad avanzada? .Teniendo en cuenta nuestro punto de vista, el conocimiento de los expertos en el tema, la ética del cuidador, mostraremos que el cuidado de los adultos mayores en el hogar es responsabilidad de todos.
Una preparación adecuada en estas tareas es necesaria pese que a
priori no le demos la importancia que merece, lo que hace muy conveniente la contratación de personas especializadas en su asistencia. Las personas mayores poseen una avanzada capacidad para superar las dificultades y su experiencia vital compone una fuente de sabiduría que debemos saber aprovechar. Todas esas “batallitas” que nuestros abuelos nos cuentan se podrían calificar de hazañas en lugar de historietas anticuadas. No debemos pues dejar sin consideración sus conocimientos, al contrario de eso, debemos ayudarlos a desarrollar sus capacidades y evitar así trastornos psicológicos que puedan afectar tanto a su salud, como en última instancia a la salud del conjunto de personas que lo rodean. Al fin y al cabo, las personas mayores también son nuestro futuro.
Diferentes estudios coinciden en que las familias que se encuentran
al cuidado de ancianos presentan un desgaste físico y emocional constante que implica una cantidad de tiempo y esfuerzo dedicado al cuidado que se suma a las actividades diarias del cuidador. Ello repercute en el desarrollo normal de las actividades laborales, privaciones al cónyuge, a los hijos y reducción de la vida social. La vida del cuidador primario se organiza en función del adulto mayor enfermo, buscando que las actividades de cuidado sean compatibles con las acciones de la vida cotidiana. Cuando se cuida a mayores con enfermedades crónico-degenerativas, todo el horario de vida (laboral, familiar, ocio, etc.) se adapta en función del enfermo que se atiende. Tal y como lo señalan diferentes investigaciones al respecto de la designación de los cuidadores encontramos en los discursos de personas que han sido entrevistadas sobre el tema la confirmación de que es la mujer la encargada de asumir las actividades de cuidado en la salud/enfermedad, específicamente en el cuidado en el hogar de enfermos ancianos. En muchas ocasiones, las familias no pueden prestar la suficiente atención a sus mayores. Otras veces, cuando si les es posible, el desconocimiento de los cuidados adecuados y conductas aconsejables con los ancianos provoca en los familiares situaciones de presión y angustia que desembocan a la vez en fuertes problemas psicológicos para el núcleo familiar y en peor de los casos y/o el maltrato del adulto mayor, bien sea por acción u omisión. El cuidado proporciona tanto subsistencia como bienestar y desarrollo. Abarca la indispensable provisión cotidiana de bienestar físico, afectivo y emocional, a lo largo de todo el ciclo vital de las personas. Junto a los aspectos “materiales”, se encuentra el relacionado al desarrollo del vínculo afectivo con las personas cuidadas. En el interior de la familia, estas tareas involucran simultaneidad de roles y responsabilidades, que para ser captados requieren considerar conceptos como los de dirección y gestión, no fácilmente traducibles en estimaciones de tiempo, intensidad o esfuerzo (Durán, 2003).
La especificidad del trabajo de cuidado es la de estar basado en lo
relacional, ya sea en el marco de la familia o por fuera de ella (Pérez Orozco, 2006). En el marco de la familia, su carácter a la vez obligatorio y desinteresado le otorga una dimensión moral, así como emocional, debido a que involucra también las emociones que se expresan en el seno familiar, al mismo tiempo que contribuye a construirlas y mantenerlas (Letablier, 2001). Se trata de una tarea más frecuentemente realizada por mujeres, ya sea que se mantenga dentro de la familia o que se exteriorice por la forma de prestación de servicios personales.
También es claro las pocas o nulas ayudas que reciben las
cuidadoras en sus actividades, pues se designa al cuidado como una obligación que deben cumplir, pareciendo una acción invisible, que debe realizarse, sin dar el crédito, el reconocimiento o las ayudas necesarias a la cuidadora principal. Estas características nos permiten ubicar a las cuidadoras como un grupo vulnerable a la sobrecarga, al estrés, a la exclusión, a la marginalidad y al olvido social. “Todos somos responsables de evitar situaciones de maltrato, mediante un trato humanizado, digno y respetuoso a estos seres, enriquecidos con el don de la sabiduría y la experiencia, y que en el pasado eran visionados como el tesoro, la trascendencia más importante de cada cultura o pueblo: nuestros ancianos”, señaló Borja. (Enfermera del hospital del norte-Barranquilla) BLIBIOGRAFIA
Organización Mundial de la Salud (OMS). Cara a cara con la
enfermedad crónica. 2005. Consultado en URL: http://www.who.int/features/2005/chronic_diseases/es/index.ht ml. 13/Abril/2008, GMT+1.
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filial. En: Robles L, Vázquez F, Reyes L, Orozco I. Miradas sobre la vejez. Un enfoque antropológico. México: Ed. Plaza y Valdés; 2006. p. 247-298.
Crespo M, López J. El estrés en cuidadores de mayores