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PREGÓN

Tantas cosas te diría madre,

Que quizás tiempo no tenga,

Tantas cosas que ni ahora,

que tan cerca te tengo,

puedo articular palabras.

Tan solo puedo decirte,

Esperanza te quiero,

te quiero madre del alma,

como quiere la carreta al sendero,

como quiere el sol al atardecer,

y la noche al lucero.

Querida y respetable señora de la Esperanza, queridísima madre; sé que


estoy escribiendo a la mujer más maravillosa del mundo y esto me hace
temblar de regocijo, de amor y sobre todo de respeto.

Buenas noches a toda mi pueblo de la Redondela, amigos, familia, cura


párroco, hermana mayor de mi junta de gobierno, mi primo Salvador,
alcalde de la Redondela, su corporación y demás autoridades presentes.

También quiero dar las gracias a la pregonera del año pasado Ilari Gómez
Orta por sus palabras hacia mi persona, ¡gracias!.

Aquí estoy madre, madre de todos los redondeleros, aquí estoy para
cumplir mi plegaria; esa plegaria que llevo años de silencio, guardando y
viviendo de tantos recuerdos y vivencias que no puedo ni debo dejar pasar
ni un día más para darte las gracias.
A lo largo de este camino para mí dificultoso, pero emotivo e ilusionante,
os habré abierto mi corazón al completo. Con mis modestas palabras, solo
intentaré ser como soy y manifestar la Fe y el amor por nuestra madre de
la Esperanza.Os pido, que por mis lógicos nervios, no tengáis en cuenta
mis fallos y tampoco si a lo largo de mi intervención mi voz se viese
quebrada por la emoción; no es fácil al menos para mí, la tarea que se me
ha encomendado, ser pregonera de la romería de nuestra señora de la
Esperanza y califico esta tarea de dificil, porque siendo sincera me gusta
escribirle a nuestra madre pero, otra es estar aquí delante de un pueblo y
abriros mi corazón.

Hoy vengo madre a mi pueblo y no sé lo que él espera de mí pero, tú si


sabes lo que yo llevo dentro; hoy no he venido a decirte lo que tú ya
sabes, he venido a agradecerte todo lo que me has dado.

He venido a conversar contigo pero, no desde mis adentros secretos, hoy


no tengo secretos o al menos hoy no quiero tenerlos, hoy quiero que mi
pregón sea mi oración en voz alta, hoy mi corazón quiere conversar
contigo a viva voz porque así lo has querido tú.

Vengo a piropearte no sólo con mi voz, también hacerlo con mi mirada


porque prefiero que se me empañen los ojos a que me falten las palabras.

Hoy quiero estar con vosotros en este meditar lleno de emociones, que
para todos es la romería de nuestra Esperanza. Hoy madre quiero romper
mi característico silencio y con mi voz pregonar tu gloria, por eso te pido,
que esta noche me ayudes para que mis palabras sepan transmitir lo que
siente mi corazón, el amor de una hija a su madre. Hoy quiero vencer mis
miedos y publicar en voz alta todo lo que te quiero

Para nosotros tus hijos, solo nos basta mirarte para saber que eres la
alegría de nuestro pueblo, y tiene un nombre Esperanza, Nuestra señora
de la Esperanza, bonito nombre, bellísimo nombre, bendito entre los
nombres, solo preonunciarlo me dice, luz, guía, camino y sobre todo
esperanza.

Cuando estéis derrumbados mirarla a los ojos, hablarle con el corazón en


la mano, llevarla simpre en vuestros corazones, que siempre esté en
vuestros labios. Si la seguís no os extraviaréis, si le rogais no tenéis que
desesperar, si pensais en ella no os perderéis, si la abrazais no os caeréis,
Si os protege nada temáis, si os guía no os fatigaréis; pero también es
cierto que la Fe tiene sus días grises, esos días en que todo se oscurece y
que la cruz pesa demasiado; esos días en los que el viento de la vida nos
golpea y los problemas del día a día nos hace en ocasiones perder el
rumbo.

Cuando eso ocurra no dudemos en acudir a ella Nuestra madre de la


Esperanza, sentemonos ante ella y levantemos la mirada, hagámoslo no
solo con Fé, mirémosla con confianza, como un hijo mira a su madre,
tenemos que hablarle, contarle y pedirle todo lo que nos dice nuestro
corazón, hablemos con ella de nuestras preocupaciones e inquietudes, de
nuestros problemas, yo os aseguro que no nos iremos de vacío, no nos
iremos como hemos llegado.

¿Por qué quien de tus hijos te ha mirado y no le has devuelto la


mirada?¿Qué hijos tuyos te ha llamado y no le has escuchado? ¿Quién de
tus hijos te ha cantado y no le has sonreido? ¿Qué hija tuya ha caminado
descalza y tú no le has allanado el camino? ¿A qué hijo tuyo no has
consolado cuando ante tí ha llorado? ¿A quienes de tus hijos cuando se
han arrodillado ante ti, tú no has recibido y atendido?

Querida y respetable señora de la Esperanza, queridísima madre. Sé que


estoy escribiendo a la mujer más maravillosa del mundo y esto me hace
temblar de regocijo, de amor y sobre todo de respeto.

Hace unos años en esta iglesia delante tuya, me propuso Manolo Ramos
ser tu pregonera.

¿Cuál fue mi primera respuesta? ¡Yo No! ¡Yo No! ¡Tú estás loco! Palabras
que salieron de mis labios sin apenas pensarlo; en ese momento un
escalofrío recorrió mi cuerpo, mi corazón se me salía de mi pecho y mis
ojos se inundaron.

¿cuál fue su respuesta? Piénsatelo y no me respondas ahora, dímelo


cuando estés preparada, desde entoces hasta ahora que me lo vuelven a
proponer ¿¡cómo decirte Esperanza NO!? Si mi corazón lo tengo roto
desde ese día, desde entonces me da vergüenza mirar tu cara, tus ojos,
vergüenza por haberte defraudado, vergüenza por no haberte querido.

Pero, ahora digo ¡SI! Porque te lo debo, te debo tanto y tú lo sabes porque
eres la luz de mi camino, en ti encuentro la paz y tranquilidad que
necesito, tú, me has levantado cuando me he derrumbado, siempre me
ayudas a levantarme y a continuar luchando, eres toda Esperanza mía.

El día dos de junio del año pasado iba bajando la cuesta de la Bota, esa
que me pone los pelos de punta y cuando la subo se me inundan mis ojos.

Suena el móvil, un whatsapp, mi primo Salvador Enrique, en el cual me


escribía ¿prima vienes a la presentación del cartel?, me extrañó su
mensaje, mi contestación fue sí, voy llegando.

Me respondió, acabamos de empezar, búscame cuando termine, que te


tengo que dar los recibos de la hermandad, la cual me sorprendió por que
ya los tenía.

Pero, mi corazón me latía más que nunca y le digo a mi marido, mira lo


que me pone mi primo, a mi esto me huele a una encerrona, esto es lo
que creo que estoy pensando.

Al entrar en tu casa Madre, vi como me sonreías y algo en mi interior me


dijo, llegó mi día; ese día tan deseado que me tenía oprimida.

Al terminar la presentación del cartel mi primo me llevó a la casa del cura,


con la excusa de dármelos allí pero, algo me decía aquí está ya, llegó mi
momento.

Entraron todos los de la junta, cerraron la puerta y mi primo le dice a José


Luis, dale tú los recibos, se me acerca y me da un sobre cerrado; ese sobre
tan deseado, me puse a reir de los nervios y le dije estos no son los
recibos, esto es lo que yo creo que es.

Mi corazón se me salía de mi pecho, mis piernas me temblaban, mis


manos sudorosas no sostenían el sobre para abrirlo y mi rostro se cubría
de lágrimas de felicidad y amor que siento por tí Esperanza.
Cuando lo abrí, no lo leí entero, no hacía falta, solo veía en letras grande
mi nombre y que ella confiaba en mí. Mis lágrimas lo decían todo, allí
estabáis todos mirándome, esperando mi respuesta.

Llegó el momento de la pregunta y respondí con un SI que me salió de lo


más profundo de mi corazón. Me abrazaron, me dieron la enhorabuena, y
espero yo también no defraudar a mi pueblo de la Redondela.

Esperanza, sabes que siendo una niña tenía un sueño,un sueño hecho
promesa, una promesa hecha ilusión, una ilusión hecha plegaria, una
plegaria hecha realidad y todo gracias a ti Esperanza.

Mi infancia ha sido buena, soy redondelera orgullosa de mi pueblo, mi


gente por el cual yo araño a cualquiera que lo ofende.

Nací un diecisiete de diciembre de 1975, en una habitación del antigüo


juzgado de Isla Cristina; soy hija de José y Juli, padres trabajadores,
humildes y honrados, donde me han enseñado las vivencias de mi pueblo
mi gente, y quererte Esperanza como te quiero. Soy la mayor de tres
hermanos, la cual estoy orgullosa de ellos; María José y Javier, ellos son
Esperancistas y redondeleros.

Tres veces sales al año señora, abril, junio y agosto.

Amanece el día de abril con los cánticos de los pájaros y el silvido de un


cohete, palmeras en las puertas y un replicar de campanas donde nos
dicen Nuestra señora nos espera, nuestra señora nos pide ayuda, donde
nos dice que su hijo bendito se le ha perdido en el camino, ayudémosla a
encontrarlo, como una madre deseperada recorre las calles de nuestro
pueblo. Mirarlo allí está, va asomando su cuerpecito por la esquina de la
calle como una madre desesperada corre al encuentro de su hijo. De la
emoción de abrazar a su hijo cae tres veces, pero no le importa, ella
quiere tenerlo cuanto antes en sus brazos y no soltarlo jamás.

En agosto, sales de reina con tu hijo, maravilla del mundo que llevas
reclinado en tus brazos, su sonrisa, su caricia y su abrazo se quedan
impresos a fuego en tu corazón de Madre para siempre. Dios te hizo en un
molde de diamante y rubies, después de crearte rompió el molde. Le
saliste hermosísima, adornada de todas las virtudes, con sonrisa celestial,
donde tus costaleros te pasean por tu pueblo, donde tú le curas sus
heridas, consuela sus penas, enjuagas sus lágrimas, suavizas todo y
sobretodo perdonas todo. Puertas y ventanas abiertas, balcones
engalonados, donde Manolo Ramos quiere alcanzarte y te lanzan nubes
de pétalos convirtiendo la calle San Sebastian en una gran alfombra
multicolor.

Por fin llega el mes de junio, mes deseado por todos los redondeleros,
donde llevo un año señora desojando mi almanaque, vivo soñando tu
camino, me está llamando al sendero, un replicar de campanas y cohetes
hacia el cielo. Las veces que me despierto y paso las noches en vela,
soñando con el camino para ir a tu vera. Se va llenando de aromas las
lindes de los caminos, el aire lleva la copla a refugiarse en los pinos. Ya
vuelan mis pensamientos por verte de pastora, por esos caminos de
arena, esa noche de luna, de estrellas y escalofríos.

Recuerdo que cuando chica no quería estudiar, lo tenía muy claro, quería
trabajar; iba a las campañas de fresas, por la tarde al campo de Remijo con
mi tía Florencia a despesonar fresas por cuenta, así ganaba algo de dinero
para poder alquilar mi caballo junto a mis amigas Cristi, Anto, María José y
Ana Aurora.

Porque desde pequeña yo sentía devoción hacia tí, sentía como me


llamabas para que fuera a tu vera pero, las arenas me pesaban y el asfalto
me quemaba. Mis padres, como era menor de edad me hacían una
autorización para poder trabajar en Abengoa, hotel donde mi tía Blanca
estaba de encargada; allí trabajaba de camarera, servía desayuno,
almuerzo y cena, donde siempre llevaba la raja de mi falda rajada porque
mis pasos se aceleraban para que nadie me llamara la atención, así ganaba
dinero para acompañarte en tu caminar.

Buscaba trabajo para que no me faltara, entre trabajar en Taray, la


cooperativa de mi pueblo, donde allí me llevé unos añitos trabajando,
manipulando fresas... y aportaba también algo en mi casa.

Llegó el momento, donde mis padres me propusieron sembrar unas


fresas, un trabajo sacrificado y constante; sembramos el campo de mi
abuelo, la siguiente campaña de mi tía Flore y al final alquilamos uno más
grande con una cuadrilla de personas, donde formabamos una bonita
familia. Había momentos de satisfacción y decepción, pero siempre nos
aferrabamos a tí Madre, donde nos dabas fuerzas para seguir adelante.

Recuerdo las romerías de mi infancia, cuando era un domingo de ída y


vuelta, donde se tiraba una manta en el suelo, buscabamos la sombra de
los pinos y con un trozo de pan y chorizo pasabamos la romería. Mi padre
nos hizo un remolquito con unos tablones y unas ruedas de bicicleta, lo
enganchaba en su moto y nos metía a mis hermanos y amí y nos llevaba al
recinto romero. Allí nos reuniamos con la familia, que bien nos lo
pasabamos. Mi tío Salvador a cambio de comida y bebida nos traía unos
burros de alquiler que había en el recinto. Mi madre y mi tía Flore se
montaban con los vestidos remangados, pero tardaban poco tiempo, con
las risas se caían para los lados y el burro con la carencia volvía con el
gitano.

Hay Esperanza, sólo un año no te acompañé en tu recorrido y tú sabes por


qué. Te acompañé en el silencio, en la lejanía, veía como te perdías en el
camino, pero ahí iban tus hijos, mi pueblo que es lo que más quiero.

Ese recorrido que me trae tantos recuerdos, tantas vivencias vividas, a una
persona que era el cabecilla de tu romería; pero sé que él sigue tu camino,
pendiente de todo, pendiente tuya. Él en su caballo sigue dirigiéndote
Esperanza, en el buen camino, un camino de risas y alegrías, un camino de
devoción y plegarias.

Esa misma semana de tu romería llegó muy contento a mi casa, muy


contento le dijo a mi madre, su tía Juli, tita mi madre te está esperando
para ir a comprar el costo de la romería. Nos fuimos a casa de mi tía Flore,
allí salía él, con un bocadillo de chorizo en las manos muy contento, dondé
acarició la barriga de mi hermana embarazada. Iba a ver tu camino
Esperanza, él quería como cada año de tu recorrido, todo perfecto, él no
quería que nada te pasara.

Ese fue su último camino, un camino que hizo con su hijo, en el cual llegó
un poco defraudado. Decía que las ramas de los pinos te darían en tu
hermosa cara y las raíces de los pino borrarían tus pisadas.
Ese fue su último camino, ese camino que lo recorría con tanta ilusión y
esperanza. Desde entonces me llevo preguntando ¿por qué te lo llevaste
madre mía? Porque aquel fatídico quince de junio de 2004 fue el peor de
nuestras vidas; ya no lo veríamos más, ya no guiaría a esos caballistas en
tu romería, ya no dirías más prima arreglame el sombrero. Un sombrero
que lo arreglaba cada año, porque él quería ir perfecto en tu romería;
siempre recordaré sus consejos, siempre me decía prima una mujer jamás
se quita el sombrero, ni delante de la virgen que más quiero.

Nuestra caseta ya no es la misma, nos falta esa chispa que él desprendía


pero, seguimos adelante, intentando pasarlo en unión y armonía.

La caseta se sigue llamando “Los mismos y algunos más”, los mismos


porque aquí estoy yo intentando estar a tu vera Esperanza y algunos más,
porque siempre viene gente nueva a la caseta; gente que es lo que a él le
gustaba, que hubiera gente en ella, que no les faltara las tapas ni las
cervezas a la gente de fuera. Ahora, sus hijos Jesús y Jairo siguen su
camino, los dos son caballistas y romeros, pero mi Jesús es como el padre,
que no falte de nada en la caseta, pendiente de todo detalle.

Orgullo de hijos dejó en esta vida, porque nuestra Esperanza decidió


llevárselo junto a ella en estos días de romería. Para algunas ya no existe
la romería, se ponen malas cuando escuchan los cascos o el relincho de un
caballo, ni para su madre ni para su tía Juli, como la quería, como lo
quería, que no le faltara su cerveza ni su chorizo cuando venía todos los
días. La quería como una madre, ella como su hijo, su hijo mayor, mi
hermano mayor, el que me protegía en romería. Siempre estará en
nuestros corazones, unos corazones rotos por el dolor y el recuerdo
vivido. Unas romerías inolvidables, donde estaba toda la familia unida.

Para mí la romería es lo más bonito que hay, el convivir con los amigos, la
familia, donde conoces gente nueva, donde conocí al que es mi marido, el
padre de mis hijos.

Ellos son hermanos de esta hermandad, con cinco meses se colocaron su


primera medalla y hicieron su primer camino. Ese año fue una locura con
ellos, nos dejaron una caravana para los utensilios de ellos y así yo no me
movería de tu vera Esperanza. Fuimos el centro de atención de algunas
casetas, porque con un barreño de agua, allí los metía por momento. Así
pasaron mis hijos sus primeros años romeros y ahora me dicen ¿mamá
por qué lloro cuando la veo si yo no quiero llorar?

Es tan grande la devoción que sienten hacia tí, que no se lo pueden


explicar. Mis hijos son leperos, aunque ellos no lo quieran, pero llevan en
su sangre, sangre redondelera. Desde chico te llamaban “la guapa” y
ahora eres la única que a ellos la sangre le altera.

Mi Julia lo expresa con el corazón y sus lágrimas de sentimiento, mi Miguel


Ángel es más tímido pero, te quiere como cualquier redondelero.

Que bonito ser mujer, madre cuando se nace redondelera, cada vez que
pares a un hijo a tí Esperanza te lo llevan, para cuando sean mayores en tu
paso ellos se metan, llorando rotos de amores te pasean y te llevan hasta
tu iglesia.

Nuevamente el quince de junio del año pasado vuelve a marcarse en


nuestro calendario, un día que no existía en nuestros calendarios, un día
tan doloroso y angustioso que, no queremos recordarlo; pero nos
aferramos a tí madre, te suplicabamos que nos lo cuidaras, que nos lo
devolvieras, que todo quedara en una pesadilla pasajera. Ahora hace un
año de aquella pesadilla, donde más que nuca te seguiremos pidiendo
fuerzas para seguir este camino; también te tengo que dar las gracias
Madre, por habernos puesto en nuestro camino a una persona que siendo
de otro país, nos ha devuelto la alegría a nuestra casa, después de mucho
tiempo de ruego y plegaria que te hicimos durante unos años. Nos
devolviste esa pieza del puzle que nos arrebataron de nuestro lado.

Ella es una persona muy religiosa, que se ha volcado en nuestra romería y


en nuestras fiestas como una redondelera más; aunque aún no sea capaz
de colocarse un traje de gitana ni una flor.

Como digo yo, la romería para mí comienza el día de la presentación del


cartel. Esa misma semana, comenzamos con la reunión para ver que hay
que llevar, que no puede faltar y sobre todo, recordar los ratos del año
pasado y que además es una excusa fantástica para vernos y disfrutar de
nuestra amistad que año tras año hacemos juntos el camino junto a ella.
Ya se van abriendo los roperos, vamos sacando los trajes y sombreros, los
campos están floridos, las amapolas en el trigal, ya me siento intranquila
soñando con tu caminar; los botos ya se limpiaron y las sillas de montar y
las lonas de las casetas se vuelven a mirar.

Campanitas de plata quisiera ser como dicen las sevillanas, que mayor
privilegio hay que el de ir junto a tí Esperanza y acompañarte al son de
sevillanas, toques de flauta, tambor o al compás de unas palmas bien
tocas. Nuestra romaría está llena de sonidos, desde el crujir de la carreta
al silvido de un cohete, desde el replique de las campanas al choque de
unas herraduras sobre la carretera; sonidos que para muchos son ruídos
pero, para mi es un reclamo que me acelera el pulso y me anuncia que
estamos en la semana más grande del año.

De olores está llena la vida, algunos nos traen grandes recuerdos a la


memoria, el olor de arreos recien estrenados, el olor a la polvora recien
quemada, el olor a pinar y caminar; para los redondeleros estos olores
que vengan de donde vengan o sean percibidos, lo único que se nos viene
a la cabeza es la romería de la Esperanza, la fiesta más importante de
nuestro pueblo, también.

La sensibilidad del papel de seda nos recuerda la fragilidad de la vida, el


roce de la piel de unos botos o unos sajones nos transporta sin darnos
cuenta a la semana más esperada de junio.

Todos los años tengo un nudo en mi estómago, un nudo de sufrimiento,


no quiero que nadie falte en la caseta, que estemos todos pero, también
entiendo la economía de cada uno. Mi hermana empieza con los suspiros,
no sabe como decirme Mari, este año no puedo; saben que los quiero a
todos por delante, desde el último hasta el primero. Y les digo yo, si este
año hay que comer pan y chorizo se come, pero aquí os quiero.

La noche antes, los nervios no me dejan dormir, me levanto y me voy al


coto para ver que todo está perfecto; allí me encuentro con mi pueblo, mi
gente y se me llena mi corazón de alegría. Siempre me encuentro allí, mi
cuñado José, donde charlamos y nos decimos ¡que buena romería vamos a
pasar!
Llega el viernes por la mañana, despierta con repliques de campanas y
cohetes hacia el cielo a un pueblo redondelero; se abren las cortinas del
azul del cielo, gorriones volando que viven todo un año entero en el
paseo, porque ellos saben que se acerca la hora, que las ramas de sus
árboles, las farolas y bancos se vestirán de gala, que ese día no les
pertenecen, que serán abordados por todo un pueblo.

Llega la tarde-noche, se escucha los tacones de las gitanillas y el griterío


de los chiquillos, ya tu hijo señora se pone nervioso, se te sale de los
brazos porque quiere irse a jugar con ellos, ya todo se revoluciona, todo
en torno a tu templo; se abren las puertas, ahí estás tú con tu imagen
serena de señora y con una sonrisa que regalas a tus redondeleros.

Sales a hombros de los redondeleros los que más te quieren, los que te
van meciendo con los cantes, plegarias y rezos; no les importan el peso en
los cuerpos, porque llevan en sus pechos otro más hondo y se ofrecen a
llevarte porque saben que les calmarás todos sus pesares, te van llevando
y en cada paso que dan desponjan sus penas.

Ya estás en el paseo Madre, para recibir de cada flor un pensamiento, de


cada ramillete una plegaria que mostraremos ante tí, y se te nota en tu
cara que estás contenta, así nos miras con ojos de Madre
respondiéndonos con tu sonrisa, que esto es lo que tú quieres, esto es lo
que tu deseas; es estar al lado de tu gente, tus hijos, para cobijarnos y
protegernos.

Trás un año de espera, despertamos los redondeleros, dejando huérfanos


de medallas nuestros cabeceros, suenan los tamboriles y los cohetes en el
cielo, los redondeleros la acompañaremos por carretera, arena y pinos.

Cohetes al cielo anuncian al pueblo que los redondeleros nos ponemos en


camino, que un año más acudimos al encuentro de nuestra pastora divina.
Fieles a nuestra cita acudimos a sus pies, el recogimiento se vuelve fiesta,
a la voz del boyero. Ya estás en la carreta vestida de pastora con tu
pamela de amapola; tienes una nueva mirada, una nueva sonrisa porque
sabes que tu pueblo te lleva de romería. Los bueyes ansiosos dan el
primer tirón de la carreta, suenan las primeras sevillanas, los redondeleros
tocamos las palmas, el tamboril abre paso mientras muchos nos alejamos
entre risas y cantes, otros llorarán ahogando la pena de no poderte
acompañar.

Las calles de mi pueblo se vuelven triste y algunas miran en la misma


dirección, esa que no pueden tomar. Se va la carreta, se va nuestra
Esparanza, las esquinas se llenan de suspiros y lágrimas. Entre risas y
palmeteos los redondeleros empezamos a caminar, el pueblo va
quedando atrás, aunque muchos de los que no irán acompañarán a
nuestra Esperanza hasta quedarse en el barrio viéndola alejar.

Antes hacia tu camino a caballo, ahora lo hago andando porque quiero


sentir lo que sienten mis pies en tus pisadas; me cuelgo tu medalla con ese
cordón oscurecido de tus caminos, que durante un año, cada noche en mi
cabecera le confieso y lo que siento en mi pecho durante su romería y ella
a través de mis ojos, sabe lo que siento y vivo y por ella.

En el camino voy cerquita tuya, donde lee mis labios y nos contamos
nuestras penas; yo le abro mi corazón, entonces descubre lo que hay
dentro de él y lo que de verdad siento dentro de él. Los niños te
acompañan y juegan a ser el mejor caballista, las niñas se recogen el pelo
y se lo adornan con flores del camino. ¡Qué tendra nuestro camino, que
año tras año lo repite los peregrinos, peregrinos de fuera, peregrinos
queridos porque nuestra Esperanza acoge a todos sus hijos.

Aquí compartimos la bota al boyero, la copita al amigo y un sitio en la


mesa para el peregrino, porque donde comen tres comen cuatro, así
somos los redondeleros.

Las vivencias del camino marcarán la senda en sus vidas, algunos andarán
despacito el camino con humildad tras la carreta en el silencio, otros irán
dibujando recuerdos por cada paso del camino. Hay momentos que no se
pueden explicar; el ir caminando con un amigo al lado de tu carreta y de
pronto, surge esa conversación, esas confidencias o simplemente abres tu
corazón en ese camino, yendo andando por tus arenas rodeada de arte,
sentimientos, y eso es lo que hace el camino especial a un redondelero.
Esos momentos que aunque estás sola con tus sentimientos, en tu
promesa ves que no estás sola, están tus hermanos andando contigo el
mismo camino, rezando y llorando contigo, riendo y disfrutando de una fé
y un sentimiento. Es un camino de calor, un camino polvorido, pero todos
vamos en tu camino.

Nos vamos acercando al cabezo Santa Brigida, que estampa tan bonita,
donde se ve todo tu pueblo bailando en tu compañía, pasamos el camino
de la Zurrera hasta llegar a tu pozo de la jeza, tu pozo vendecido, donde es
bautizado los nuevos peregrinos que se estrenan ese año haciendo el
camino. Allí son bautizados con un nombre relacionado con el camino, un
nombre que llevarán siempre sonsigo; los cantes, bailes y sonidos del
camino de los que han sido testigos del bautizo se van, por tanto
trasladándose de nuevo en tu camino; llegamos a Urbasur, allí recordamos
tu primera romería y te rezamos, seguimos andando, nos metemos en el
camino, ese camino de pinos, sol y marismas; que estampa tan bonita,
donde los pinos te abrazan con cariño, donde llevas un sendero en el cual
guías a tus peregrinos. La tarde va cayendo y el sol del atardecer va
pegando en tus mejillas, mejillas sonrojadas del calor del camino; nos
acercamos a la playa donde los caballistas por respeto a tí se afilan de lado
a lado con sus sombreros en las manos, donde te tiran piropos y alagos. Ya
estás en tu playa, ya suenan las olas del mar, que se van calmando al verte
llegar. Te meten en el agua, el agua se vuelve cristalina y en ella se refleja
tu cara divina; te cantamos la salve por los marineros que ya no están, que
estampa más bonita, una estampa donde el momento es único, donde los
corazones allí presentes laten más fuerte que nunca, donde se quedan
grabadas en las retinas de los ojos allí presentes, ese momento que sólo
los redondeleros tenemos el privilegio; la mar de fondo, los rayos del sol
pegándote en tus mejillas, la subida de las arenas, esa subida donde Saúl
altera los bueyes; tranquilo Saúl, deja descansar a los bueyes que aquí
está su pueblo para llevarla hasta el cielo.

Vámonos para tu ermita, donde pasas por las casetas abiertas, donde en
ellas te piden salud para volver a ellas.Rifamos tu pendón, el pendón que
todo el mundo espera tener en sus casas para hablarte, rogarte y sobre
todo rezarte.

Dentro de tu ermita te esperan mis primos Tomás y Lolo, para cantarte a


la más bella, canciones sacadas del corazón, de sus puños y letras, donde
dejan en silencio a todo un pueblo con sus bellas voces. Ya estás dentro de
tu ermita, tu ermita está a rebosar, pero me encuentro contigo; cualquier
rinconcito vale para rezarte, buscaré tu mirada, el sosiego que me serena
el alma, notaré como se detiene el tiempo, mientras te cuento sin
palabras cuanto te quiero. En mi alma quedará grabada tu mirada serena,
porque tú me miras con dulzura, directo a mi corazón.

Ya van llegando tus caballistas, ya se va formando el revuelo, donde


empiezan los empujones y pérdidas de sombreros; casetas abiertas,
gitanillas bailando donde algunos nos disponemos a saborear los manjares
que con esmero se ha estado preparando; pero sobre todo nos
disponemos a compartirlo entre familiares y amigos,que disfrutemos de
este encuentro con todos ellos, que disfrutemos de abrazos, amistad,
porque estas horas que tenemos por delante, son horas de comer pero,
sobre todo son horas de convivir, porque esta celebración que es nuestra
romería es una ocasión única para unirnos, a pesar de nuestras diferencias
y crecer con nuestras peculiaridades.

Ya el domingo despertó y abrió sus ojos; lo primero que hago al llegar es


visitarte madre Mía. Mi corazón se acelera conforme me acerco a tu
ermita, deseosa e impaciente por verte, estar contigo y poder ofrecerte mi
primera oración. Atravieso el umbral de tu puerta y tu mirada va a mi
encuentro antes que mis pasos, y acercándome me encuentro con tu
mirada dulce y serena con la media sonrisa con la que me recibes; me
dices y me agradeces que esté aquí contigo . No madre, gracias a tí, por
permitirme un año más poder estar aquí contigo; un año más estoy aquí
ante tí, con mi palpitación incontenida, con mi oración temblorosa y con
mis lágrimas irreprimibles.

¡Qué guapa estás Madre de la Esperanza! Con que mimo y con que cariño
te ha vestido y perfumado tu camarista. Es el momento de la fiesta
religiosa, en tu honor madre, hermosa ceremonia romera.

Terminada la fiesta religiosa nos disponemos a volver a las casetas y visitar


las amistades para convivir con ellas .

Domingo por la tarde, llegan a mi caseta Manolo Ramos y Florentina con


la excusa de ver los cuadros de nuestra Madre. Me dicen mírala bien y me
suelta la pregunta, queremos que formes parte de nuestra nueva junta de
gobierno. De nuevo una propuesta tan alagadora y a la vez tan
responsable. No podía decir que no, otra vez no podría defraudarte
Madre, nuevamente me estabas pidiendo mi ayuda, cosa que no podía
negarme.

Como veis el mes de junio del año pasado, llegó pegando fuerte en mi
almanaque, señalando días claves. Día dos me propusieron ser tu
pregonera, de la más grande, día quince día donde nos arrebatan los
hombres de mi casa, día treinta me proponen de nuevo formar parte de la
junta de mi hermandad de la Esperanza. Sueños cumplidos y sueños que
no debieron de existir. Conforme se aproxima la hora, todo tu pueblo se
va arremolinando en torno a la ermita y a lo largo de todo el recorrido
para seguir cantándote, para seguir lanzándote ¡Vivas! Para seguir
diciéndote ¡guapa! Para hacerte romera con tu pueblo. Con los años
comprendí que no era tal procesión, si no que la virgen de la Esperanza
tenía ganas de salir a dar un paseo por los caminos y sus hijos la
acompañamos, en filas sino apiñados en torno a la carrtera donde va
nuestra Esperanza. La tarde noche va cayendo, especial, brillante,
emotiva, imborrable. Tarde en que tu madre te hace peregrina y te vienes
con nosotros porque quieres que continuemos de celebración, hacer
Madre el camino de vuelta acompañándote, emocionándonos cuando
entramos en el pueblo junto a tí; son para mí de los momentos también
más hermosos y emocionante. Si toda la romería es hermosa, cuanta
vitalidad, una explosión de alegría y el reencuentro con tu pueblo, son
emociones más intensas.

¿Cuántas oraciones? ¿cuántos hombres cargados de promesas? ¿cuántos


pasos descalzos? ¿cuánta fé de un pueblo hacia a tí Madre?

Así de gozosa entras Madre al pueblo, tus hijos te esperan orgullosos para
pasearte en ellas. Entra lentamente en la calle iglesia, toda engalonada,
redondeleros alumbrando tu entrada con antorchas, gitanillas bailando,
conforme nos adentramos en ella la noche va avanzando y se va haciendo
dueña, pero las luces encendidas y las luces de sus faroles hacen, si cabe
más bella la estampa y así poco a poco vamos llegando a tu casa. Se hace
cada vez más dificil el caminar y el querer y casi no poder tocarte aunque
sea de forma ligera tu manto. Llegando a tu iglesia rompen a vuelo tus
campanas anunciando tu llegada ¡qué aquí ya no cabe ni un alma! En la
puerta y en su interior se siguen agolpando tus hijos, para seguir dándote
la bienvenida.

Ya con tus últimos esfuerzos entras en tu iglesia, seguro que llegas bien
cargada de alegría y agradecimiento, llena de peticiones, súplicas y
rogativas. Madre ya estás en tu pueblo, aquí estamos tus hijos esperando
que nos seque las lágrimas, esperando que nos sigas regalando tu amor;
ese amor tuyo, generoso, desinteresado, ese amor fuerte que aguanta y
que resiste, ese amor de Madre que sin pedir nada a cambio das la vida.

Los nervios se acercan, cantamos las últimas salves, los últimos vivas, todo
va llegando a su fin. Tu carreta nuevamente subió al cielo y todo tu pueblo
se abraza, lloran dándote las gracias a tí Esperanza, reina de todos los
redondeleros por regalarnos esta romería, este sueño hecho realidad para
algunos. Con palmas y vivas nos despedimos de tí y vamos ideando la
próxima romería; mi oración en voz alta podría haber sido mejor o
sencillamente distinta pero, en ello he puesto toda mi ilusión,
sentimiento, dedicación y amor por mi gente, por mi pueblo que sois
vosotros y por supuesto por nuestra virgen de la Esperanza. Ella nos
acompañará hasta el final de nuestros días, mientras tanto será nuestra
Esperanza que nos ilumina el día a día, Esperanza en las inquietudes y
preocupaciones, Esperanza en nuestros miedos y temores, Esperanza en
nuestras enfermedades y dolores, Esperanza de nuestro sin sabores, en el
trabajo, Esperanza también para sanar nuestro orgullo y vanidades.

No dejemos de levantar la mirada hacia ella, busquemos respuestas


mirando en la fe, siempre la encontraremos, a veces nos responde con el
silencio pero, aprendamos a escucharla.

Atrás dejamos otro año más de romería y vivencias llenas de ilusión,


vivencias que se hacen más intensas en nuestros corazones. Hoy tú has
querido, Reina Madre, que mi corazón hablara, porque tú eres la culpable
de esta fe y de su llama. Muchas gracias a todos

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