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Promesas
del

Apocalipsis

Marcelo J. Solís M.
TÍTULO DE LA OBRA: 7 Promesas del Apocalipsis.

Serie 7 de 7

Copyright © 2018 por Marcelo J. Solís M.

Auto-publicación: Por McSolís ®

Email: marcelosolis_2000yahoo.com

San Salvador, El Salvador. C. A.

Las citas bíblicas que se usan en esta obra son de Reina Valera 95 ® de ©
Sociedades Bíblicas Unidas, 1995.

Prohibida la reproducción total o parcial de esta obra, ya sea electrónica,


mecánica, por fotocopia, en audio o por cualquier otro medio, sin el
permiso previo y por escrito del autor.

Primera edición, 2018.

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Marcelo J. Solís M.

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CONTENIDO

INTRODUCCIÓN 5

PRIMERA PROMESA 6
Comer del Árbol de la Vida 7

SEGUNDA PROMESA 20
La segunda Muerte no te Dañará 21

TERCERA PROMESA 31
El Maná y la Piedrecita Blanca 32

CUARTA PROMESA 40
Autoridad Sobre las Naciones 41

QUINTA PROMESA 54
Vestiduras Blancas y el Libro de la Vida 55

SEXTA PROMESA 68
Protección, Esperanza y Fortaleza Divinas 69

SÉPTIMA PROMESA 82
Vencedores como Cristo 83

PALABRAS FINALES 97

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Marcelo J. Solís M.

INTRODUCCIÓN

L as promesas son fragantes y oportunas en todo momento


puesto que vivimos en un mundo lleno de sufrimientos,
amenazas e inseguridades de todo tipo. La mayoría de la
gente vive con temor acerca del futuro, y esto no les permite vivir
con tranquilidad, fe y en paz.
Indudablemente necesitamos cada día las promesas bíblicas. Dios
se propone, por medio de ellas, alentarnos y fortalecernos aun
cuando las circunstancias de la vida que ofrece el mundo sean
verdaderamente caóticas y agobiadoras.
En medio del drama y del dolor humano, en el libro del Apocalipsis
brilla un luminoso rayo de luz de esperanza mediante el cual es
iluminado el corazón de los sufrientes y aguerridos siervos de Dios
que durante toda la historia profética sufrirían los sinsabores por
causa del evangelio de Jesucristo en este mundo de pecado y de
dolor.
7 PROMESAS DEL APOCALIPSIS es una obra con la cual se
pretende fortalecer la fe y la confianza del pueblo de Dios en medio
de los turbulentos vientos de crisis que amenazan al mundo entero.
Se estimula a la fidelidad a Dios a pesar de las pruebas que
sobrevendrán al mundo entero y a conservar la fe hasta el fin. Buscar
el socorro del Dios Todopoderoso, el cual ha prometido “guardarnos
sin caída” hasta su segunda venida en gloria y en majestad.
Autor.

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Primera
Promesa

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Marcelo J. Solís M.

Comer del Árbol de la Vida

“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las


iglesias. Al vencedor le daré a comer del árbol de
la vida, que está en medio del paraíso de Dios”
(Apocalipsis 2:7)

I NICIEMOS CON LA PRIMERA PROMESA diciendo que


aunque estaba dirigida a la Iglesia de Éfeso, la cual estaba
ubicada en una provincia de Roma en el primer siglo, todo su
mensaje es para todas las iglesias de los tiempos apostólicos
representadas por esta iglesia; pero aunque era particularmente
apropiada para ella, se aplica también a los creyentes de todas las
edades.
Recuérdese que la cristiandad de entonces sufría serias pruebas y
persecuciones causadas por el emperador romano e incluso por los
judíos mismos que combatían al cristianismo. Muchos cristianos
murieron a filo de espadas de sus perseguidores, algunos fueron
decapitados y hasta crucificados. La muerte era una sombra muy
oscura que seguía a los cristianos de esos tiempos, por cuanto eran
odiados por todos por causa de Jesucristo y de su Evangelio. El
mismo escritor del Apocalipsis testifica de sí mismo: “Yo, Juan,
vuestro hermano y compañero en la tribulación, en el reino y en la
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perseverancia de Jesucristo, estaba en la isla de Patmos, por causa
de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo” (Apocalipsis
1:9). El Evangelio era la razón por la cual Juan había sido exiliado a
la isla del mar Egeo.
El Espíritu Santo nos habla
Esta promesa es pronunciada por el Espíritu Santo. Nótese que inicia
con la frase: “El que tiene oído oiga lo que el Espíritu dice a las
iglesias” (Apocalipsis 1:7 pp.).
El Espíritu Santo tiene una función primordial en el proceso de la
salvación y en la victoria del cristiano sobre el pecado. Nuestro
amado Jesús nos dijo acerca del Espíritu Santo:
“Si me amáis, guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre y
os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre: el
Espíritu de verdad, al cual el mundo no puede recibir, porque no lo
ve ni lo conoce; pero vosotros lo conocéis, porque vive con vosotros
y estará en vosotros” (Juan 14: 15-17).

Cuando un cristiano ora en el nombre de Jesús (cf. Juan 14:14), debe


hacerlo en el contexto de la obediencia a los “mandamientos” de
Dios (versículo 15) y, como consecuencia, Jesús promete la
presencia del Espíritu Santo en la vida de cada creyente fiel (v. 16).
Jesús, particularmente en este pasaje bíblico, al Espíritu Santo lo
llama “otro Consolador”, siendo que él mismo es el primer
“Consolador” divino en la tierra. Aunque en otras versiones se le
llama: “Abogado” (LPH/NTV; DHH: “el Defensor”, NBE:
“Velador”; NBLH: “el Intercesor”).
Definitivamente los cristianos del primer siglo, así como en todos
los tiempos, necesitaban la presencia de Dios en la tercera persona

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Marcelo J. Solís M.

de la Divinidad. Su presencia inspira confianza y llena el corazón de


esperanza.
Las promesas del Apocalipsis tienen el El Espíritu Santo es la
sello de la presencia del Espíritu Santo, necesidad primordial en
puesto que es Él quien habla a su la vida de todo creyente.
Sin su presencia no
iglesia. Y definitivamente es el “otro
estaremos ni seguros ni
Consolador” que cada creyente tendremos paz.
necesita a su lado para poder atravesar
las adversas circunstancias que el mundo y el enemigo de las almas
se han encargado de hacer sufrir a los verdaderos hijos de Dios.
El Espíritu Santo sigue hablando a los hijos de Dios a través de su
propia conciencia. Bajo distintas circunstancias, Dios sigue
hablándonos. Ahora mismo te está hablando a ti. Lo hace a través de
la Santa Biblia. Lo hace suavemente, para que con tu sensible oído
de la fe lo escuches y te consuele con sus hermosas palabras.
Si hay algo real que no podemos negar es el hecho de que ningún
cristiano experimentará la felicidad plena en este mundo. El mundo
produce aflicciones y pruebas; adversidades y tentaciones. Y no
dejaremos de sufrir hasta que el tiempo no sea más y entremos en el
tiempo de la eternidad de Dios.
El Espíritu Santo es la necesidad primordial en la vida de todo
creyente. Sin su presencia no estaremos ni seguros ni tendremos paz.
Y sabes que me refiero a la paz que únicamente produce el Espíritu
de Dios como su fruto en el corazón del humilde creyente que le da
cabida en su corazón.
Jesús nos ha dicho que en el mundo sufriríamos aflicciones, pero al
mismo tiempo nos ha dicho que confiemos en Él, porque Él ha
“vencido” al mundo.

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Deja que el Espíritu El mundo, que no conoce a Dios ni
Santo, que es el “otro tampoco lo quiere recibir, odia a los hijos
Consolador” te enseñe de Dios, por lo cual, el cristiano y el
“todas las cosas”
mundo no son compatibles. Y esta
porque Él es “el
Espíritu de verdad” realidad es ineludible, porque en primer
lugar, el mundo no es nuestra morada
final, “nuestra ciudadanía está en los cielos” (Filipenses 3:20). Y
también, el mundo odia y persigue al Hijo de Dios con el propósito
final de matarlo. Por eso Jesús dijo: “Si a mí me han perseguido,
también a vosotros os perseguirán; si han guardado mi palabra,
también guardarán la vuestra. Pero todo esto os harán por causa de
mi nombre, porque no conocen al que me ha enviado” (Juan 15: 20-
21).
En esos momentos de pruebas, el fiel hijo de Dios necesita con
mayor urgencia la presencia del Espíritu Santo. El Consolador
divino es como un Padre que cuida y guía a sus hijos; es como un
Maestro que enseña las más sublimes lecciones a sus alumnos. Es el
Espíritu “de verdad” que nos protegerá de todos los engaños finales
que se han profetizado en el Apocalipsis así como en Mateo 24 entre
otros pasajes bíblicos. Necesitamos su permanente presencia que nos
inspire a perseverar hasta el mismo fin aunque el conflicto se torne
con grandes corrientes contrarias a nuestra fe. Necesitamos que el
Espíritu nos hable y nos enseñe “todas las cosas” y nos hará recordar
todas las palabras de Jesucristo (ver Juan 14: 26).
Entre todas las cosas que nos hable y enseñe, el Espíritu Santo nos
pronuncia constantemente las más ricas promesas que registra el
Apocalipsis, las cuales, son gradualmente importantes a medida que
transcurre el tiempo hasta el fin de todas las cosas.
¿Te sientes tentado? Deja que el Espíritu Santo te hable, Él es quien
convence al mundo “de pecado, de justicia y de juicio” (Juan 16: 8).
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Marcelo J. Solís M.

Te sostendrá en el momento más frágil en que te encuentres. No te


dejará solo. Te fortalecerá y te devolverá el gozo de la salvación.
¿Te sientes confundido? Te comprendo. Este mundo te ofrece tantas
alternativas que es fácil perder el rumbo. Deja que el Espíritu Santo,
que es el “otro Consolador” te enseñe “todas las cosas” porque Él es
“el Espíritu de verdad” (Juan 14: 26, 17), que nos guía a toda la
verdad. Con Él no hay confusión ni engaño. Sí, en estos tiempos
donde circulan tantas mentiras del engañador, el Espíritu Santo hará
su tarea fielmente a favor de la verdad en el corazón de los hijos de
Dios.
La promesa del Espíritu
Ahora, lee con atención la promesa fragante del Espíritu:
“Al vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en medio
del paraíso de Dios” (Apocalipsis 2:7).

La promesa es “al vencedor”


Esto demanda entrar en la batalla espiritual y tornarse en un
vencedor. Para ser vencedor hay que pelear y competir. Pero, ¿contra
quién debemos pelear? ¿Contra quienes debo competir?
He meditado mucho en estas preguntas. Y no puedo concluir en otra
cosa más que en lo siguiente:
No puedo pelear contra Satanás, porque definitivamente me vencerá.
Entonces le echo al Príncipe del ejército del Señor, a Miguel, “el
gran príncipe que está” de parte de los hijos de Dios (ver Daniel 12:
1). Y ciertamente, Él peleará mis batallas espirituales contra el
archienemigo de Dios y, lo vencerá. En este caso, el vencedor es
Jesucristo.

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Tampoco puedo caer en el error de competir contra mis semejantes,
porque si ellos me ganan, me sentiré frustrado; si ellos pierden, se
levantará mi ego de modo tal que me crea mejor que los demás, y a
los demás los veré con desdén como si fueran inferiores a mí.

El vencedor Entonces, creo que no debo competir en


heredará todas las nada contra nadie, sino contra mí mismo.
cosas que Dios ha Debo competir contra mis debilidades; debo
prometido. competir contra mis defectos; debo competir
contra mis errores personales. Debo
superarme a mí mismo. Si lo hago de esa manera, creo lograré ser
una mejor persona, un mejor cristiano, pero aun así, no lo lograré si
lo hago sólo. Necesito a Jesús en mi vida y la dirección del Espíritu
Santo. El Señor dijo: “Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que
permanece en mí y yo en él, este lleva mucho fruto, porque
separados de mí nada podéis hacer” (Juan 15: 5).
La mayor victoria es, entonces, vencerme a mí mismo y superarme
en el nombre de Jesucristo. Esta victoria se logra únicamente cuando
nos rendimos y caemos postrado a los pies de Jesucristo. Nuestra
humillación será el primer paso hacia la victoria espiritual. En
cambio, el orgullo, es la raíz de todo mal y la causa principal de las
mayores derrotas espirituales.
El vencedor heredará todas las cosas que Dios ha prometido. Pero el
perdedor, perderá hasta la vida misma. Por supuesto, en este
momento, después de leer esta frase, tú querrás ser un vencedor y no
un perdedor. Si ese es tu deseo, te felicito y te animo en el nombre
del Hijo de Dios a que obtengas la victoria. Pues, el Señor no te ha
llamado a fracasar, sino a vencer en su nombre.

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Marcelo J. Solís M.

Comer del árbol de la vida


Recuerda la promesa: “Al vencedor le daré a comer del árbol de la
vida, que está en medio del paraíso de Dios” (Apocalipsis 2:7).
El “comer” en la Biblia tiene Nuestra humillación será
implicaciones maravillosas. Para el primer paso hacia la
comprenderlas bien, es necesario que victoria espiritual. En
cambio, el orgullo, es la
hagamos un breve recorrido en la
raíz de todo mal y la
historia bíblica de la creación. causa principal de las
mayores derrotas
Cuando Dios creó al hombre y a su
espirituales.
esposa, los puso en el huerto del Edén,
en el paraíso terrenal. En ese huerto, Dios había plantado todo tipo
de árboles frutales, y en medio del huerto Dios plantó el árbol del
conocimiento del bien y del mal, y también el árbol de la vida (ver
Génesis 2: 8, 9).
“Y mandó Jehová Dios al hombre, diciendo: «De todo árbol del
huerto podrás comer; pero del árbol del conocimiento del bien y del
mal no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente
morirás»” (Génesis 2: 16-17).

Como se puede observar, tras el mandato positivo de labrar y cuidar


en 2:15 y de comer de todo árbol del huerto, viene la prohibición o
mandato negativo que pondría a prueba la obediencia humana.
“Comer” era parte de la bendición que Dios había pronunciado en
Génesis 1:28, 29. Y el “no comerás” de 2:17 también, además de ser
un mandato, era parte de la bendición. Comer de los frutos
permitidos por Dios era para vida y conservación o supervivencia.
El “no comer” el fruto prohibido también era para seguir viviendo
ante la presencia de Dios, porque si lo comían, “ciertamente”
conocerían la muerte.

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Lamentablemente, nuestros primeros padres, comieron del fruto que
Dios nunca les permitió comer (Génesis 3:1-6) y de esa forma entró
el pecado con sus funestas consecuencias y finalmente la muerte.

Obedecer a sus mandamientos Sin embargo, Dios, en su divino


significa guardar los diez e infinito amor, no dejó a la
mandamientos, no uno o nueve, humanidad abandonada en la
sino todos. Esto incluye guardar perdición. Creó un maravilloso
el sábado como el verdadero día
de reposo que Dios reclama
plan de salvación, envió a su Hijo
como suyo en el cuarto unigénito al mundo para salvar a
mandamiento de su santa Ley los pecadores (ver Juan 3: 16 y 1
(Éxodo 20:8-11; Isaías 58:13). Timoteo 1:15).
Ahora, Dios quiere que la humanidad entremos en una relación
salvífica con Él. Que creamos al Hijo de Dios y que lo recibamos en
el corazón, y tendremos “vida eterna” (cf. Juan 3:16).
Esta comunión y aceptación del Hijo de Dios en el corazón demanda
un genuino arrepentimiento de nuestros pecados (Hechos 3:19) y
que experimentemos una conversión al Señor nuestro Dios de todo
corazón. Dios desea que le confesemos todos nuestros pecados
(Proverbios 28:13) para alcanzar su misericordia y gracia divinas.
Porque si confesamos nuestros pecados “él es fiel y justo para
perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan
1:9). No importa cuán infieles hayamos sido, Dios siempre es fiel a
su promesa de perdonar. Confiemos en él, porque Dios es “fiel y
justo”.
Esta experiencia de salvación, ciertamente nos llevará al nuevo
nacimiento, al nacimiento espiritual, el “del agua y del Espíritu”
mediante el sagrado bautismo, tal como se lo enseñó Jesús a
Nicodemo en Juan 3:1-8.

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Marcelo J. Solís M.

Y finalmente, Dios desea que aprendamos a vivir en obediencia a


sus mandamientos por causa de la salvación que recibimos por su
misericordia y por su gracia. Esta obediencia debe estar motivada
por amor (Juan 14:15). Obedecer a sus mandamientos significa
guardar los diez mandamientos, no uno o nueve, sino todos. Esto
incluye guardar el sábado como el verdadero día de reposo que Dios
reclama como suyo en el cuarto mandamiento de su santa Ley
(Éxodo 20:8-11; Isaías 58:13).
Ahora, nótese lo que incluye la bendición de guardar el santo sábado.
Dios dijo por medio del profeta Isaías:
“Si retraes del sábado tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y
lo llamas “delicia”, “santo”, “glorioso de Jehová”, y lo veneras, no
andando en tus propios caminos ni buscando tu voluntad ni
hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en Jehová. Yo
te haré subir sobre las alturas de la tierra y te daré a comer la
herencia de tu padre Jacob. La boca de Jehová lo ha hablado” (Isaías
58:13-14, énfasis añadido).

Estos dos versículos nos indican que el sábado es de Dios. Él lo


llama “mi día santo” (v. 13). Y se promete a quien lo guarde con
fidelidad, “subir sobre las alturas de la tierra”, lo cual significa ir al
cielo, al paraíso celestial de Dios, y “comer la herencia de tu padre
Jacob”, lo que interpreto: comer del árbol de la vida “que está en
medio del paraíso de Dios” (Apocalipsis 2:7). De hecho, ese paraíso
de Dios es el Edén restaurado a donde Dios desea llevar a todos sus
redimidos.
Regresemos al Génesis donde se nos narra la experiencia de Adán y
Eva en el paraíso terrenal:
“Luego dijo Jehová Dios: «El hombre ha venido a ser como uno de
nosotros, conocedor del bien y del mal; ahora, pues, que no alargue
su mano, tome también del árbol de la vida, coma y viva para
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siempre». Y lo sacó Jehová del huerto de Edén, para que labrara la
tierra de la que fue tomado” (Génesis 3:22, 23).

Cuando Adán y Eva pecaron, Dios mismo los expulsó del paraíso
terrenal, del huerto del Edén, para que no comieran del árbol de la
vida y vivieran para siempre en su condición pecaminosa y maldita.
Esto significa para mí dos cosas: (1) del fruto del árbol de la vida
NO puede comer ningún pecador en su condición maldita y
condenada. Y, (2) del fruto del árbol de la vida le es permitido comer
sólo a personas que han vencido el pecado.
Por esa razón, la promesa apocalíptica es para los vencedores. Para
los que vencieren el pecado, las tentaciones del enemigo y para
quienes salieren airosos y victoriosos en el gran conflicto.
El árbol de la vida en la Ciudad celestial
En el Apocalipsis se presenta nuevamente el árbol de la vida en la
Nueva Jerusalén. Pero antes de empezar la descripción de éste, se
dice que “no entrará en ella ninguna cosa impura o que haga
abominación y mentira, sino solamente los que estén inscritos en el
libro de la vida del Cordero” (Apocalipsis
Recordemos que la
obediencia de Cristo
21: 27). Jesús dijo a sus discípulos que
acreditada a nuestro debemos regocijarnos de que nuestro
favor es nuestro nombre esté “escrito en los cielos” (Lucas
derecho al cielo, pero 10: 20). Esto significa que los vencedores
su obediencia estarán inscritos en el libro de la vida.
también se nos
imparte o comunica
Pues, para comer del árbol de la vida,
para adecuarnos a la nuestro nombre debe estar inscrito en el
vida del cielo. libro de la vida del Cordero. Porque, “el
que no se halló inscrito en el libro de la
vida, fue lanzado en el lago de fuego” (Apocalipsis 20: 15), que es
“la muerte segunda” (versículo 14). La que sigue a la resurrección al
final del milenio, y constituye la penalidad permanente del pecado,
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que es la eterna exclusión de la presencia de Dios (2 Tesalonicenses


1:9). Los redimidos de Jehová están exentos de esta pena (cf.
Apocalipsis 20: 6, 15).
Juan nos dice:
“Después me mostró un río limpio, de agua de vida, resplandeciente
como cristal, que fluía del trono de Dios y del Cordero. En medio
de la calle de la ciudad y a uno y otro lado del río estaba el árbol de
la vida, que produce doce frutos, dando cada mes su fruto; y las
hojas del árbol eran para sanidad de las naciones” (Apocalipsis 22:
1-2).

Así como al principio, el árbol de la Dios no te ha traído al


vida está en el centro. En el Génesis se mundo para fracasar. Él
encontraba en el centro del jardín de te ha llamado para ser un
Edén; en Apocalipsis, se encuentra en vencedor. A diferencia de
las demás victorias, ésta
medio de la calle de la santa ciudad, la se gana en humildad, de
Nueva Jerusalén. También, ahora, el rodillas, postrado a los
árbol de la vida debe estar en el centro pies de Jesucristo.
de tus propósitos, porque quien llegue
a comer del fruto de vida, vivirá para siempre.
Ahora, es importante saber que para tener derecho al árbol de la vida
es necesario permanecer puro y en obediencia a la ley de Dios.
Leemos en Apocalipsis 22: 14:
“Bienaventurados los que lavan sus ropas para tener derecho al árbol
de la vida y para entrar por las puertas en la ciudad”.

Se lavan las ropas “en la sangre del Cordero” (Apocalipsis 7:14 ú.


p.). Esto representa la justicia (6: 11) de Cristo que se recibe por fe
y se expresa en acciones rectas (19: 7, 8).
Obviamente, para poder comer del fruto del árbol de la vida es
necesario entrar a la ciudad amada celestial. Y para poder entrar a la
17
“El Espíritu y la Nueva Jerusalén, necesitamos estar
esposa dicen: «¡Ven!»lavados y emblanquecidos en la sangre del
El que oye, diga: Cordero. “Pero los perros estarán afuera, y
«¡Ven!» Y el que tiene
los hechiceros, los fornicarios, los
sed, venga. El que
quiera, tome homicidas, los idólatras y todo aquel que
gratuitamente del ama y practica la mentira” (Apocalipsis
agua de la vida” 22: 15). Es decir, los transgresores de la
(Apocalipsis 22: 17).
santa ley de Dios estarán afuera. Porque
“el que dice: «Yo lo conozco», pero no
guarda sus mandamientos, el tal es mentiroso y la verdad no está en
él” (1 Juan 2: 4).
Recordemos que la obediencia de Cristo acreditada a nuestro favor
es nuestro derecho al cielo, pero su obediencia también se nos
imparte o comunica para adecuarnos a la vida del cielo. Esto último
se simboliza con el acto de lavar nuestras ropas “en la sangre del
Cordero” (Apocalipsis 7:14) y purificar nuestra conducta (1 Juan 3:
3), para lo cual nos guiamos por los diez mandamientos de Dios
(Apocalipsis 12:17; 14:12; Juan 15:10; 1 Juan 2: 3, 6).

Una invitación de amor


Si en este momento tienes problemas con los diez mandamientos, y
por alguna razón andas en desobediencia, deseo hacerte la invitación
a que vengas y entregues tu corazón a nuestro amante Salvador.
Jesús no te rechazará, al contrario, desde hace mucho que te está
esperando con los brazos abiertos.
“El Espíritu y la esposa dicen: «¡Ven!» El que oye, diga: «¡Ven!»
Y el que tiene sed, venga. El que quiera, tome gratuitamente del
agua de la vida” (Apocalipsis 22: 17).

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No tienes por qué estar en la lista negra de los que no podrán entrar
por las puertas de la ciudad celestial. Dios no te ha traído al mundo
para fracasar. Él te ha llamado para ser un vencedor. A diferencia de
las demás victorias, ésta se gana en humildad, de rodillas, postrado
a los pies de Jesucristo. Debes caer rendido a los pies de Jesucristo,
humillarte delante de su magnífica presencia y derramar tu corazón
en oración sincera y confesión de tus pecados. “Él es fiel y justo para
perdonar nuestros pecados”. No vaciles en hacerlo. Dios quiere verte
en el grupo de los vencedores. Recuerda la preciosa promesa:
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice
a las iglesias. Al vencedor le daré a comer del
árbol de la vida, que está en medio del paraíso
de Dios” (Apocalipsis 2:7)
¡Qué Dios te bendiga en tu lucha cristiana!

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Segunda
Promesa

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La Segunda Muerte
no te Dañará

“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las


iglesias. El vencedor no sufrirá daño de la segunda
muerte” (Apocalipsis 2:11)

L A MUERTE ES EL DESTINO FINAL DE LOS


PECADORES. La Biblia lo dice en diferentes partes. Ya lo
expresaba de esa manera tanto Pablo como Santiago
respectivamente en Romanos 6: 23 y Santiago 1: 15. Pero en
contraste, Jesús dijo: “Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá
eternamente. ¿Crees esto?” (Juan 11: 26). “No morirá para siempre”
(LPH).
La primera muerte
Si Apocalipsis 2:11 nos habla de “la segunda muerte”, es porque
hay una primera. Y si la promesa es que el vencedor “no sufrirá daño
de la segunda muerte” es que sí existe la posibilidad de que sufra la
primera. Entonces, para comprender este punto, se me hace muy
necesario que analicemos a la luz de la Biblia la naturaleza de la
primera muerte para poder comprender la naturaleza de la segunda
21
La muerte deshace la muerte, y finalmente poder apreciar
interconexión entre el aliento el valor de esta segunda promesa del
divino y los elementos de la Apocalipsis.
tierra, y la persona como ser
viviente deja de existir. Una de las cosas que he aprendido a
lo largo de mis lecturas de la Biblia
es que para poder comprender la naturaleza de la muerte, es
importante remontarnos al origen de la vida.
En Génesis 2: 7, leemos las siguientes palabras:
“Entonces Jehová Dios formó al hombre del polvo de la tierra, sopló
en su nariz aliento de vida y fue el hombre un ser viviente”.

En este versículo se denota la obra de un alfarero (Isaías 29: 16;


Jeremías 18: 4-6), es empleado aquí deliberadamente. El hombre
(heb. ‘adam) es creado del polvo de la tierra (heb. ‘adamah) y no de
materia divina, como en otros relatos contemporáneos de la
creación. Regresará al polvo al morir (Génesis 3: 19). El aliento de
vida insuflado por Dios transforma al hombre del polvo a un ser a
imagen de Dios y dependiente de él de modo permanente (Job 27:
3). “Y fue el hombre un ser viviente” (Génesis 2: 7), el término
hebreo traducido como “ser” significa “vida” o “persona”, no una
identidad inmortal autónoma. En la Biblia el ser humano no tiene
alma, sino que es un alma/ser/persona. La Biblia es coherente en su
planeamiento de la vida y la muerte. Si la vida surgió cuando Dios
formó a los seres humanos de los elementos de la tierra e insufló
vida en ellos, la muerte se describe en términos exactamente
inversos:
“Antes que el polvo vuelva a la tierra como era, y el espíritu vuelva
a Dios que lo dio” (Eclesiastés 12: 7).

La muerte deshace la interconexión entre el aliento divino y los


elementos de la tierra, y la persona como ser viviente deja de existir.
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Es que la muerte desanda la ruta “Todo lo que te venga a


tomada por la creación de Dios mano para hacer, hazlo
(Génesis 2: 7). “Espíritu”, el aliento de según tus fuerzas, porque
vida, aparece 379 veces en el Antiguo en el seol, a donde vas, no
hay obra, ni trabajo ni
Testamento (AT) pero nunca como ciencia ni sabiduría”
entidad inteligente capaz de existencia (Eclesiastés 9: 10).
separada de un cuerpo físico, en lo que
tiene que ver con los humanos. Lo que vuelve a Dios es simplemente
el principio vital impartido por él mismo tanto en los humanos como
los animales (Eclesiastés 3:19-21).
La naturaleza real de los muertos es descrita con las siguientes
palabras:
“Porque los que viven saben que han de morir, pero los muertos
nada saben, ni tienen más recompensa. Su memoria cae en el olvido.
También perecen su amor, su odio y su envidia; y ya nunca más
tendrán parte en todo lo que se hace debajo del sol” (Eclesiastés 9:
5-6).

“Los muertos nada saben”, eso dice la Escritura Sagrada. Se hallan


en un sueño inconsciente y no pueden participar de nada que ocurra
en la tierra ni en el cielo. La Biblia no apoya la idea de un estado
consciente entre la muerte y la resurrección.
El sabio Salomón sigue diciéndonos: “Todo lo que te venga a mano
para hacer, hazlo según tus fuerzas, porque en el seol, a donde vas,
no hay obra, ni trabajo ni ciencia ni sabiduría” (Eclesiastés 9: 10).
Con claridad, incluso, este versículo nos dice a dónde van los
muertos: al seol, o sea al sepulcro. Ahora, deseo que leas
atentamente lo que sigue, siempre describiéndonos la naturaleza de
la muerte:
Salmo 6: 5: “Porque en la muerte no hay memoria de ti; en el seol,
¿quién te alabará?”
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Salmo 88:10-12: “¿Manifestarás tus maravillas a los muertos? ¿Se
levantarán los muertos para alabarte? ¿Será proclamada en el
sepulcro tu misericordia o tu verdad en el Abadón? ¿Serán
reconocidas en las tinieblas tus maravillas y tu justicia en la tierra
del olvido?”
Salmo 115:17: “No alabarán los muertos a Jah, ni cuantos
descienden al silencio”. Los muertos no pueden alabar al Señor,
porque no hay actividad de ultratumba. Los muertos nada saben;
solo duermen aguardando la resurrección (ver Juan 5:28, 29; 11:11,
25).
Salmo 146:4: “Pues sale su aliento y vuelve a la tierra; en ese día
perecen sus pensamientos”. Es decir, deja de estar consciente.
Isaías 38: 18: “Pues el seol no te exaltará ni te alabará la muerte; ni
los que descienden al sepulcro esperarán en tu verdad”.

La Biblia, habla de la primera muerte como un sueño:


Job 14:12: “Así el hombre yace y no vuelve a levantarse. Mientras
exista el cielo, no despertará ni se levantará de su sueño”.
Daniel 12:2: “Muchos de los que duermen en el polvo de la tierra
serán despertados: unos para vida eterna, otros para vergüenza y
confusión perpetua”.
Juan 11:11-15: “Dicho esto, agregó: —Nuestro amigo Lázaro
duerme, pero voy a despertarlo.
Dijeron entonces sus discípulos: —Señor, si duerme, sanará.
Jesús decía esto de la muerte de Lázaro, pero ellos pensaban que
hablaba del reposar del sueño.
Entonces Jesús les dijo claramente: —Lázaro ha muerto, y me
alegro por vosotros de no haber estado allí, para que creáis, pero
vamos a él.

24
Marcelo J. Solís M.

Hechos 7:60: “Y puesto de rodillas, clamó a gran voz: «Señor, no


les tomes en cuenta este pecado». Habiendo dicho esto, durmió”.
1 Corintios 15:51: “Os digo un misterio: No todos dormiremos”
(RVA/RV77).
1 Tesalonicenses 4: 13, 14: “Tampoco queremos, hermanos, que
ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis
como los otros que no tienen esperanza. Si creemos que Jesús murió
y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron en
él”.

La tristeza es normal ante la pérdida de un ser querido, pero la fe


cristiana da esperanza en medio del dolor. Esta esperanza se basa en
la resurrección corporal en ocasión de la Segunda Venida de nuestro
Señor Jesucristo, y no en un traslado del espíritu desencarnado al
cielo en ocasión de la muerte. Entonces, ante la primera muerte, los
que en vida acepten al Hijo de Dios en su corazón, no morirán para
siempre, y aunque todos a su debido tiempo resucitarán, es
importante saber que los que resuciten primero son los muertos en
Cristo para recibir el galardón de la vida eterna.
La primera resurrección: resucitan los justos
En palabras del Señor Jesús, todos los muertos, justos e injustos, no
están en ningún otro lugar más que en el sepulcro. Jesús dijo en Juan
5: 28-29:
“No os asombréis de esto, porque llegará la hora cuando todos los
que están en los sepulcros oirán su voz; y los que hicieron lo bueno
saldrán a resurrección de vida; pero los que hicieron lo malo, a
resurrección de condenación”.

Los muertos duermen en los sepulcros hasta oír la voz del Arcángel,
el Hijo de Dios, vencedor de la muerte, quien los llamará a la vida.
Será una resurrección física al fin de los tiempos. En estos dos

25
versículos se habla de la resurrección para vida y de la resurrección
para condenación. De acuerdo a Apocalipsis 20:4-10, estas
resurrecciones están separadas por mil años. Los escritores bíblicos
a menudo agrupan los sucesos futuros sin distinguirlos claramente
en cuanto a su tiempo.
Por su parte, el apóstol Pablo, escribió:
“El Señor mismo, con voz de mando, con voz de arcángel y con
trompeta de Dios, descenderá del cielo. Entonces, los muertos en
Cristo resucitarán primero” (1 Tesalonicenses 4:16).

La segunda resurrección: resucitan los impíos


Si “los muertos en Cristo resucitarán primero”, entonces los muertos
sin Cristo resucitarán después. ¿Después de qué? Mejor leamos
cómo lo describió Juan en Apocalipsis 20:4-10:
“Vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de
juzgar. Y vi las almas de los decapitados por causa del testimonio
de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la
bestia ni a su imagen, ni recibieron la marca en sus frentes ni en sus
manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años. Pero los otros
muertos no volvieron a vivir hasta que se cumplieron los mil años.
Esta es la primera resurrección. Bienaventurado y santo el que tiene
parte en la primera resurrección; la segunda muerte no tiene poder
sobre estos, sino que serán sacerdotes de Dios y de Cristo y reinarán
con él mil años. Cuando los mil años se cumplan, Satanás será suelto
de su prisión y saldrá a engañar a las naciones que están en los cuatro
ángulos de la tierra, a Gog y a Magog, a fin de reunirlos para la
batalla. Su número es como la arena del mar. Subieron por la
anchura de la tierra y rodearon el campamento de los santos y la
ciudad amada; pero de Dios descendió fuego del cielo y los
consumió. Y el diablo que los engañaba, fue lanzado en el lago de
fuego y azufre donde estaban la bestia y el falso profeta; y serán
atormentados día y noche por los siglos de los siglos”.
26
Marcelo J. Solís M.

Evidentemente, la segunda resurrección, la de los impíos, ocurrirá al


terminar el milenio. Pero resucitarán para experimentar la muerte
segunda.
El siguiente gráfico nos lo explicará mejor de la siguiente manera:
Segunda Venida Todos los redimidos en el cielo Tercera Venida

Milenio
Mil Años o Mil
o Milenio años
Primera resurrección Todos los impíos siguen muertos Resurrección y muerte de impíos

El siguiente gráfico nos explicará los acontecimientos durante el


milenio según lo describe la Biblia:
Acontecimientos del Milenio
Al comienzo del Durante el milenio Al fin del milenio
milenio
Segunda Venida de Reino de los santos con Desciende la santa
Cristo (Apc. 19: 11-21) Cristo en el cielo (Apc. ciudad (Apc.20:9; 21:2)
20:4, 6; Dan. 7:27) con Cristo y los
redimidos (Zac. 14:9)
Se da muerte a los Los santos revisan en el Resurrección de los
impíos (Apc. 19:21; 2 cielo las causas de los impíos o segunda
Tes. 2:7-8) humanos y de los resurrección (Apc. 20:5,
ángeles impíos (Apc. 13).
20:4; Jn. 14:1-3; 1 Cor.
6:2-3; 2 Ped. 2:4; Judas
6.
Resurrección de los Satanás y sus ángeles Satanás es soltado;
justos o primera son atados en la tierra ataque a la santa ciudad
resurrección (Apc. desolada (Apc. 20: 1-3) (Apc. 20: 7-9)
20:4-6; 1 Tes. 4: 16-18)
Los justos son llevados La tierra permanece Juicio y destrucción de
al cielo (1 Tes. 4: 17; Jn desolada y vacía (Is. Satanás y de los impíos
14:1-3) 24:19-22) (Apc. 20: 11-15).
La Tierra es renovada
(Apc. 21:1; 2 Pedro
3:10-14).

27
“Convertíos, volveos deComo lo hemos leído ya en la Santa
Palabra de Dios, la segunda
vuestros ídolos y apartad
vuestro rostro de todasresurrección ocurrirá inmediatamente
vuestras abominaciones” al finalizar el milenio para sentencia
(Ezequiel 14:6).
eterna de los impíos. Resucitarán “para
ser condenados” (ver Juan 5:28-29) a muerte eterna. Esta es la
“muerte segunda”.
Con justa razón, el apóstol Pablo dijo que “la paga del pecado es la
muerte” en Romanos 6:23. Él habla de la muerte eterna como
consecuencia final del pecado. Esto contrasta con la idea común,
pero antibíblica, de que el pecado y la condenación resultan en una
vida o existencia eterna de tormento consciente.
Podemos leer en Mateo 10:28 que el alma no es inmortal. La muerte
mencionada aquí es la pena definitiva por el pecado al fin del tiempo.
Por su parte, el profeta Ezequiel, registra las palabras de Dios: “He
aquí que todas las almas son mías: como el alma del padre, así el
alma del hijo es mía. El alma que peque, esa morirá” (Ezequiel 18:4).
Y más adelante, agrega: “El alma que peque, esa morirá. El hijo no
llevará el pecado del padre ni el padre llevará el pecado del hijo; la
justicia del justo recaerá sobre él y la impiedad del impío recaerá
sobre él” (versículo 20). El alma (heb. Néfesh) es mortal; aquí
equivale a la persona, el individuo. Y para entenderlo mejor, hay
versiones que usan las siguientes palabras en sustitución de “alma”:
“ustedes”, RVC; “persona”, CI/NVI; “ser humano”, DHH; “el que”,
BJ/NBE.
Está claro, entonces, que la muerte eterna es para toda persona que
no logre experimentar la verdadera conversión a Jesucristo mediante
su Evangelio.

28
Marcelo J. Solís M.

La voluntad de Dios
Sin embargo, es importante contestar la pregunta: ¿Cuál es la
voluntad de Dios para con la humanidad? Dejemos que él mismo
nos responda en Ezequiel 18:32:
“Porque yo no quiero la muerte del que muere, dice Jehová, el
Señor. ¡Convertíos, pues, y viviréis!”

El corazón del mensaje de Dios a su pueblo es que se convierta: que


regrese a él y siga sus instrucciones. Su deseo para toda la
humanidad es que todos vivan. Dios, nos llama a cambiar de
mentalidad, actitudes y prácticas.
Aunque el mensaje se escribió para el “Echad de vosotros todas
Israel antiguo, sus palabras siguen vuestras transgresiones
teniendo significado para toda la con que habéis pecado, y
humanidad de hoy en día: “Convertíos, haceos un corazón nuevo
y un espíritu nuevo. ¿Por
volveos de vuestros ídolos y apartad qué moriréis, casa de
vuestro rostro de todas vuestras Israel?” (Ezequiel 18:31).
abominaciones” (Ezequiel 14:6).
“Por tanto, casa de Israel, yo os juzgaré a cada uno según sus
caminos, dice Jehová, el Señor. Convertíos y apartaos de vuestras
transgresiones, y no os será la iniquidad causa de ruina” (Ezequiel
18: 30).
“Diles: Vivo yo, dice Jehová, el Señor, que no quiero la muerte del
impío, sino que se vuelva el impío de su mal camino y que viva.
¡Volveos, volveos de vuestros malos caminos! ¿Por qué habéis de
morir, casa de Israel?” (Ezequiel 33:11).

Este es el llamamiento de amor que Jehová hace a todos los


pecadores. Sin embargo, aunque la voluntad de Dios consiste en que
no muramos, sino que recibamos la vida eterna, él no obliga esto a
nadie. Porque si después de recibir este llamado, el impío resiste a
29
la invitación de Dios, y la rechaza, entonces, “morirá por su maldad”
(Ezequiel 3:19).
Para vivir una vida nueva, significativa y diferente, Dios ofrece a los
creyentes un corazón nuevo y un nuevo Espíritu, pero necesitan
personalmente aceptar esos dones. Por eso leemos en Ezequiel
18:31:
“Echad de vosotros todas vuestras transgresiones con que habéis
pecado, y haceos un corazón nuevo y un espíritu nuevo. ¿Por qué
moriréis, casa de Israel?” (Ezequiel 18:31).

También, debemos permitir que Dios obre en nuestro corazón.


“Y les daré otro corazón y pondré en ellos un nuevo Espíritu; quitaré
el corazón de piedra de en medio de su carne y les daré un corazón
de carne, para que anden en mis ordenanzas y guarden mis decretos
y los cumplan, y sean mi pueblo y yo sea su Dios” (Ezequiel 11:19-
29; cf. 36:25-28).

Dios no quiere que sufras “daños de la segunda muerte” que es la


muerte eterna. Por eso, tiernamente te llama a que le entregues tu
vida a él conforme a su llamamiento divino. Y por favor, no olvides
la promesa:
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice
a las iglesias. El vencedor no sufrirá daño de la
segunda muerte” (Apocalipsis 2:11).
¡Bendiciones!

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Marcelo J. Solís M.

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Tercera
Promesa

32
Marcelo J. Solís M.

El Maná y la
Piedrecita Blanca

“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las


iglesias. Al vencedor le daré a comer del maná
escondido, y le daré una piedrecita blanca y en la
piedrecita un nombre nuevo escrito, el cual nadie
lo conoce sino el que lo recibe” (Apocalipsis 2:17)

L AS PROMESAS APOCALÍPTICAS a medida que avanzan


cobran intensidad e importancia. Están orientadas a que
nuestra atención sea dirigida hacia la eternidad, al mundo
nuevo, a la vida eterna. Y quien medite en ellas agudamente recibirá
fortaleza espiritual y se afirmará más su fe en Aquel que es fiel en lo
que promete, porque Él nunca falla.
¿Qué pasaría si escucharas la voz del Espíritu de Dios?
Una vez más el Espíritu habla. Y quien presta atención a las palabras
del Espíritu, no tendrá oídos para escuchar las necedades e
insensateces del mundo. El que tiene oído y corazón sensibles a la
voz del Espíritu, ninguna voz extraña le será tan atractiva ni
encontrará tanto deleite como en la voz que da instrucciones para

33
vida eterna. Es que cuando el La Biblia dice que el maná
Espíritu de Dios nos habla hay paz y era como “una cosa menuda,
verdadera seguridad. redonda, menuda como
escarcha sobre la tierra”
Si las personas prepararan su (Éxodo 16: 14).
corazón para escuchar más al
Espíritu de Dios, sus vidas serían distintas pero no inferiores.
Escalarían a una nueva dimensión espiritual. Su conducta alcanzaría
la excelencia. Serían cristianos más gozosos y productivos en la obra
misionera. Trabajarían con mayor entusiasmo por la causa del Señor.
Evidentemente, necesitamos escuchar constantemente la voz del
Espíritu Santo. En Apocalipsis tiene las más fervientes promesas que
no sólo sirven de consolación, sino también de paciencia y
esperanza. Por eso, el apóstol Pablo, refiriéndose a las Escrituras
inspirada por el Espíritu Santo, dijo: “Las cosas que se escribieron
antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la
paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza”
(Romanos 15: 4).
Entonces, veamos la promesa del Espíritu a las iglesias que registra
la Escritura en Apocalipsis 2:17:
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al
vencedor le daré a comer del maná escondido, y le daré una
piedrecita blanca y en la piedrecita un nombre nuevo escrito, el cual
nadie lo conoce sino el que lo recibe”.

Básicamente, esta promesa tiene dos elementos: (1) comer del maná
escondido y, (2) recibir una piedrecita blanca con un nombre nuevo
escrito en ella.

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Marcelo J. Solís M.

Comer del maná escondido


Si nos remontamos a la historia del maná, nos daremos cuenta que
una porción de maná se mantenía “escondida” frente al Arca del
pacto como un recordativo de cómo Dios alimentó a su pueblo con
pan del cielo en el desierto (ver Éxodo 16: 1-36).
¿Cómo era el maná?
La Biblia dice que el maná era como “una cosa menuda, redonda,
menuda como escarcha sobre la tierra” (Éxodo 16: 14). “Al verlo,
los hijos de Israel se dijeron unos a otros: ¿Qué es esto? Porque no
sabían qué era. Entonces Moisés les dijo: Es el pan que Jehová os da
para comer” (v. 15).
Comer el pan del cielo era un privilegio. Pero se requería seguir las
reglas con que Moisés había instruido al pueblo. .Así mismo, para
comer del maná, hay que saber y seguir las reglas que Dios nos da
mediante su Palabra.
Después de hacer una lectura cuidadosa del texto citado, en la
experiencia de los israelitas con el maná, encuentro valiosas
lecciones para el crecimiento de mi vida espiritual, las cuales, a
continuación, compartiré en este momento con usted, amable lector:
El maná es proporcionado por Dios; no por hombre alguno. Así
mismo, la promesa del Apocalipsis 2: 17 respecto del maná, dice:
“le daré a comer del maná escondido”. Dios es quien alimentó a su
pueblo en el desierto. Dios es quien provee a nuestras necesidades
diarias. También es Dios quien nos dará a comer del “maná
escondido”, según su promesa.
En una circunstancia tan desfavorable como la del desierto, los
israelitas tenían que depender totalmente de Dios. Nosotros, bajo

35
cualquier adversidad hemos de recordar que la mano del
Todopoderoso siempre actuará a nuestro favor.
Muchas veces nos quejamos de nuestros infortunios y de los
momentos de pruebas que pasamos en esta vida. Es normal que nos
desesperemos cuando no hay fe en la intervención del Invisible.
Pero, si tan solo tuviésemos presente en nuestro corazón la
permanente presencia de Dios,
“El que tiene oído, oiga lo que el
nuestras fuerzas no Espíritu dice a las iglesias. Al
flaquearían, nuestro corazón vencedor le daré a comer del maná
no se agobiaría, nuestra mente escondido, y le daré una piedrecita
no se tornaría negativa y blanca y en la piedrecita un nombre
nuestra esperanza siempre nuevo escrito, el cual nadie lo
conoce sino el que lo recibe”.
estaría en Jehová, de quien
viene toda ayuda y socorro
celestial.
El maná fue un alimento que mantuvo con vida a los hijos de Israel
en el desierto. Era verdadero “pan del cielo” (Éxodo 16:4, cf. 16: 15
úp.). Así mismo, en el desierto de nuestro peregrinaje, entre tanto
nos dirigimos a la Canaán celestial, Dios nos alimenta
constantemente con su Palabra, la Santa Biblia.
Si tan sólo dedicáramos una hora cada día para el estudio de la
Palabra de Dios y a reflexionar sobre todo aquello que Dios nos
comunica por medio de los escritos sagrados, tendríamos mayor
vitalidad espiritual y sobreviviríamos ante los ataques siniestros del
enemigo de las almas. No cederíamos jamás a las tentaciones de
Satanás y nuestra experiencia espiritual sería verdaderamente
enriquecedora.
Muchas personas perecen por falta de la Palabra de Dios en sus
corazones. Muchos están cada vez más débiles porque no están
nutriendo sus almas con la Santa Palabra que da vida a quienes la
36
Marcelo J. Solís M.

estudian con devoción. La Santa Biblia alimenta el espíritu de los


hijos de Dios. Fortalece el alma y vigoriza el intelecto. La Biblia,
realmente es una verdadera necesidad en la vida de todo cristiano.
Necesitamos el alimento divino, el maná del cielo, una porción cada
día durante todos los días de nuestro peregrinaje mientras estamos
siendo dirigidos por el buen Pastor hasta la Canaán celestial.

Jesús dijo: “Escudriñáis las El maná Dios lo envió del cielo


Escrituras, porque a vosotros ospara los israelitas, pero ellos
parece que en ella tenéis la vida
mismo debían salir de sus casas
eterna, y ellas son las que dana recoger la porción diaria de
testimonio de mi” (Juan 5:39).
maná que necesitaban. De igual
manera, Dios nos ha dado su Santa Palabra, a nosotros nos toca
recibirla con gozo y leerla “todos los días de nuestra vida” (ver
Deuteronomio 17:19).
Los israelitas, cada día, debían salir a recoger la porción de maná
para suplir sus necesidades de ese día. Nosotros, los hijos de Dios
necesitamos cada día, muy de mañana, de ser posible, desde antes
que salga el sol y se derrita el maná espiritual, recoger la porción que
necesitamos para ese día.
Cuando desde muy temprano buscamos a Dios y su Palabra nuestras
vidas recibirán la bendición del cielo con mayor frescura. Siempre
he pensado que el mejor momento para pasar en comunión con Dios
y su Palabra es cuando es el mejor momento para dormir. Porque
todos duermen y todo está en quietud, y en quietud y en silencio se
escucha con mayor claridad la voz de Dios Todopoderoso.
Así como en el pasado, los israelitas recogían el maná por la
madrugada antes de que saliera el sol y recogían una porción que
comía cada uno para ese día, nosotros también debemos aprender
que el pan espiritual que es la Palabra de Dios, debemos recibirlo
muy de mañana cada día. Esto es, a saber, la devoción personal de
37
cada día de todos los días. Es aconsejable acercarnos a Dios a esas
horas de la madrugada, cuando todo está tranquilo, con la mente
fresca y descansada. Es que el mejor momento para orar es cuando
todos duermen y existe silencio y tranquilidad.
Cuando un hijo del Señor se levanta muy temprano a alimentar su
espíritu con la Palabra de Dios no hace más que robustecer su
espiritualidad, adquiere las energías necesarias para enfrentar las
demandas del día y vencer las tentaciones de Satanás. Su vida
espiritual está revitalizada y su mente más clara con la luz de la
verdad. Entonces, es necesario comer el alimento espiritual que Dios
ha preparado para cada uno todos los días.
A través de este milagro, Dios quería darse a conocer. “Acercaos a
la presencia de Jehová” (Éxodo 16:9) era el llamado de Moisés al
pueblo. Y este es el verdadero propósito del Maná. También para
que el pueblo por la mañana viera “la gloria de Dios” (v. 7; cf.
versículo 11). Al darles de comer en el desierto, Dios se quería dar
a conocer. Pues al parecer, los israelitas, en ese momento, por sus
murmuraciones, tenían un concepto equivocado de Dios. Creían que
el Señor los había sacado de Egipto para matarlos de hambre en el
desierto. Pero Dios dijo: “… por la mañana os saciaréis de pan. Así
sabréis que yo soy Jehová, vuestro Dios” (Éxodo 16: 12).
Existen muchas personas que no tienen un concepto correcto de
Dios. Han malinterpretado su carácter y definitivamente no lo
conocen. La mejor manera para conocer a Dios es por medio de su
Santa Palabra, la revelación de Dios. Mediante la reverente lectura
de la Santa Biblia podremos conocer mejor a Dios, su propósito para
con sus hijos y para con la humanidad entera.
Jesús dijo: “Escudriñáis las Escrituras, porque a vosotros os parece
que en ella tenéis la vida eterna, y ellas son las que dan testimonio
de mi” (Juan 5:39).
38
Marcelo J. Solís M.

Se ha dicho que el nombre es Definitivamente, el propósito del


una forma de representar el estudio de las Escrituras es
carácter. Si esto es así, conocer la máxima revelación, a
entonces, este cambio de
Jesucristo, nuestro Salvador. Sin
nombre, tiene que ver con el
cambio total del carácter de los embargo, puede suceder también,
hijos de Dios. Por eso la como a los dirigentes religiosos
promesa es únicamente a los judíos de la antigüedad,
vencedores. A los que investigaban las Escrituras del
vencieren, incluso, sus propias
Antiguo Testamento, pero no
debilidades y defectos de
carácter, y dejan a Jesucristo reconocieron al Mesías cuando
reinar supremo en sus vino. Es posible leer las Escrituras
corazones. sin ningún provecho, si la leemos
por motivos incorrectos. La Biblia
debe ser leída para conocer a Dios y su plan de salvación. El
propósito del estudio de la Biblia es conocer a nuestro Salvador.
La Piedrecita Blanca
La promesa incluye recibir de Jesús una “piedrecita blanca y en la
piedrecita un nombre nuevo escrito, el cual nadie lo conoce sino el
que lo recibe” (Apocalipsis 2: 17 úp).
En los tribunales de la antigüedad, los jueces usaban una piedrecita
blanca para votar por la absolución de un reo, o una negra para votar
por su culpabilidad.
Sobre el nombre nuevo:
Encontramos en las Escrituras sagradas muchas referencias y
promesas de Dios para sus redimidos.
“Yo les daré lugar en mi casa y dentro de mis muros, y un nombre
mejor que el de hijos e hijas. Les daré un nombre permanente, que
nunca será olvidado” (Isaías 56:5).

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“Entonces verán las naciones tu justicia y todos los reyes tu gloria;
y te será puesto un nombre nuevo, que la boca de Jehová te pondrá”
(Isaías 62:2).
“Y dejaréis vuestro nombre por maldición a mis escogidos. Jehová,
el Señor, te hará morir, y a sus siervos llamará por otro nombre”
(Isaías 65:15).

También, Apocalipsis 3:12, que es una de las siete promesas que


analizaremos en este libro, dice:
“Al vencedor yo lo haré columna en el templo de mi Dios y nunca
más saldrá de allí. Escribiré sobre él el nombre de mi Dios y el
nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual
desciende del cielo, con mi Dios, y mi nombre nuevo”.

Se ha dicho que el nombre es una forma de representar el carácter.


Si esto es así, entonces, este cambio de nombre, tiene que ver con el
cambio total del carácter de los hijos de Dios. Por eso la promesa es
únicamente a los vencedores. A los que vencieren, incluso, sus
propias debilidades y defectos de carácter, y dejan a Jesucristo reinar
supremo en sus corazones.
¿Dejarás que Cristo reine supremo en tu corazón ahora?

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Marcelo J. Solís M.

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Cuarta
Promesa

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Marcelo J. Solís M.

Autoridad Sobre
las Naciones

“Al vencedor que guarde mis obras hasta el fin, yo


le daré autoridad sobre las naciones; las regirá con
vara de hierro y serán quebradas como un vaso de
alfarero; como yo también la he recibido de mi
Padre. Y le daré la estrella de la mañana”
(Apocalipsis 2:26-28)

L A CUARTA PROMESA define con claridad quién, en primer


término, es un vencedor: “Al vencedor que guarde mis obras
hasta el fin”. Realmente, si esta es una forma de identificar a
un vencedor, entonces, merece prestarle mucha atención a esta frase.
“Al vencedor que guarde mis obras hasta el fin”
En su sermón profético, Jesús incluyó dos declaraciones clave para
comprender la frase anterior.
Jesús dijo:
“Y por haberse multiplicado la maldad, el amor de muchos se
enfriará. Pero el que persevere hasta el fin, este será salvo” (Mateo
24: 12-13).

43
“Perseverancia hasta el La maldad impera por todas partes de
fin”, este es el lema de los
este mundo, que es malo y perverso,
verdaderos siervos de aun dentro de las iglesias. Porque
Dios, pese a las pruebas a Satanás se ha empeñado en traer
las que tendrán que ser
sometidos.
miseria, sufrimiento y dolor. La
injusticia y el sufrimiento de los
inocentes son realidades incomprensibles en la mayoría de los casos.
La mentira, la apostasía y el error están dentro de las religiones
populares del mundo. Le acompañan el fanatismo y el libertinaje que
han estropeado el pensamiento correcto respecto de Dios y de su
Ley. Como consecuencia, muchos viven confundidos y sumergidos
en el mar de engaños que inunda el pensamiento del cristiano
moderno.
Estas son razones por las que muchas personas débiles en la fe se
han dejado arrastrar por las corrientes frías del descontento y del
escepticismo. Están, paulatinamente, perdiendo la fe y el amor, y
aún la esperanza en su Señor. Cada vez, la mentalidad moderna se
vuelve más indiferente a la espiritualidad y a la fe. Muchos están
anegando sus mentes de materialismo o del fanatismo religioso. Y
peor aún, muchas personas se están apartando de Dios sin apartarse
de sus iglesias en las que profesan fe, pero en realidad, sus actos
niegan esa fe que creen tener. Como dijo el apóstol Pablo: “niegan
su eficacia” con sus comportamientos irreverentes y desobedientes
a la Ley santa de Dios.
Y aún hay cosas peores que acontecerán. Sucesos malos y malas
acciones de parte de los entenebrecidos corazones de las personas
que viven en este mundo.
Sin embargo, en medio de las turbulentas aguas de la maldad que
inunda los corazones de quienes no se consagran en obedecer a Dios
y dejan de creer en el Único que es poderoso para “guardarlos sin
44
Marcelo J. Solís M.

caída” (Judas 1: 24), hay un remanente de Dios en esta tierra que,


ciertamente saldrá triunfador en el nombre de Jesucristo. Son
aquellos de los que el profeta de Patmos dijo: “Aquí está la
perseverancia de los santos, los que guardan los mandamientos de
Dios y la fe de Jesús” (Apocalipsis 14: 12).
Como sabemos, este último pasaje está relacionado con el remanente
de Apocalipsis 12:17 y con el conflicto final de Apocalipsis 13.
Éstos santos desarrollarán “paciencia” y serán perseverantes en el
contexto del sufrimiento (Apocalipsis 13: 9-10). Podría también
decirse que guardan pacientemente el regreso de Cristo. Ellos
guardan los mandamientos de Dios. Esta es una cualidad esencial
del verdadero pueblo de Dios en el tiempo del fin. También tienen
la “fe de Jesús”. La “fe de Cristo”, por la cual reciben la justicia
(aprobación divina, cf. Filipenses 3:9), y que consiste en dócil
“confianza” en él (Efesios 3:12, donde del griego tiene lit. “la fe de
él”). Algunos entienden que son las doctrinas que Jesucristo sostuvo
y enseñó durante su ministerio terrenal.
“Perseverancia hasta el fin”, este es el lema de los verdaderos
siervos de Dios, pese a las pruebas a las que tendrán que ser
sometidos.
Una avalancha de pruebas y persecución espera a los fieles del Señor
en el último tiempo. Serán sometidos a pruebas difíciles y duras.
Serán confrontados con la tortura y la muerte misma. Se encontrarán
en una situación en la que tendrán que decidirse entre servir a Dios
en fidelidad a sus mandamientos y morir, o abjurar de su fe y violar
el pacto con su Dios y salvar su vida terrenal. Aunque los débiles de
fe claudicarán, los verdaderos hijos de Dios, los vencedores, los
fieles perseverarán hasta el fin. Es, entonces, que las palabras de la
promesa cobran mayor significado para quienes guarden las obras
de Dios hasta el fin.

45
“Al vencedor que guarde mis obras hasta el
fin, yo le daré autoridad sobre las naciones; las
regirá con vara de hierro y serán quebradas
como un vaso de alfarero; como yo también la
he recibido de mi Padre. Y le daré la estrella
de la mañana” (Apocalipsis 2:26-28).
La recompensa de los fieles
Jesús ha prometido: “Yo le daré autoridad sobre las naciones; las
regirá con vara de hierro y serán quebradas como vaso de alfarero”.
Las naciones están gobernadas por mentes impías. La superpotencia
mundial, es decir, Los Estados Unidos de Norteamérica, quien tiene
la hegemonía actual, actuará con sus legislaciones contra la libertad
de conciencia imponiendo leyes que violen la libertad de culto,
estableciendo una ley dominical. Pronto, se dará a conocer a todas
las naciones un Nuevo Orden Mundial, en el cual todos los países y
religiones del mundo se unan como un solo cuerpo y juntos luchen
contra la sagrada y divina Ley del cielo. Cuando esto ocurra, el
pueblo de Dios será perseguido y sometido a pruebas terribles que
no ha experimentado jamás.
La hegemonía de las naciones viene a través de una cadena histórica
desde la antigüedad. Y esto ha sido así, porque el hombre quiere
gobernar al hombre; naciones hacen guerras para someter a otras
naciones.
De acuerdo con las profecías dadas a Nabucodonosor mediante su
sueño en Daniel 2, se presenta un cuadro histórico-profético de estas
hegemonías mundiales, a saber: Babilonia, Medo-Persia, Grecia y
Roma. Del último imperio, ocurriría una división de diez naciones
(Europa Occidental), de las cuales, más tarde, de entre ellas surgiría
un poder extraño: político-religioso, que en su hegemonía y
46
Marcelo J. Solís M.

desarrollo, derribaría a tres potencias de entre las diez, alcanzando


una grandeza sublime, de tal modo que llegaría a blasfemar contra
el mismo Dios y perseguir al pueblo santo de Dios durante un
período de 1260 años (que van desde el 538 d.C. hasta 1798 d. C.).
De acuerdo con las profecías de Daniel (7) y Apocalipsis (13), este
poder político-religioso sufriría una herida mortal (en la Revolución
de Francia, 1798), pero más adelante se recuperaría, y haría obras
asombrosas ante la vista de todos
los moradores de la tierra. Mientras Cuando desarrollemos el
su herida mortal está sanando, sentido de esperanza en el
reino eterno, no pondremos
habría surgido una superpotencia
más nuestra vista en las cosas
mundial (Los Estados Unidos de terrenales, sino en las
Norteamérica) que en su primera celestiales; no nos
etapa manifestaría una apariencia preocuparemos más por las
mansa como la de un cordero, pero cosas temporales de este
mundo, sino de las cosas
en su etapa final hablaría como un
eternas del mundo nuevo. No
dragón (dragón, símbolo del pondremos nuestra esperanza
diablo). A través de su influencia y en ningún gobierno o nación
poder, dictará leyes civiles terrenal, sino en el Reino
nacionales mediante las cuales le eterno de Dios.
infunda aliento a la imagen de la
primera bestia que tuvo su herida mortal y revivió, le concedería
hegemonía y mandaría que todos adoren a la imagen de la primera
bestia apocalíptica. Mientras tanto, el pueblo de Dios sufrirá
horrendas pruebas en esta crisis final que se avecina. Las naciones
seguirán en pos de la bestia y se unirán en una confederación
mundial y lucharán contra Dios y su pueblo (llámesele
“Armagedón” según las declaraciones del Apocalipsis).
Pero la profecía del sueño del rey Nabucodonosor no termina allí.
Sino, más bien, él miró en su sueño, que una piedra, sin intervención
humana, fue desprendida de un enorme monte, la cual dio con

47
ímpetu contra la estatua en sus pies, logrando derribar y pulverizar
la estatua majestuosa que representa a todas las naciones del mundo
a lo largo de la historia. Y a partir de allí, la piedra se transforma en
un gran monte. Es el monte de Dios, que representa a su reino
sempiterno que les será concedido “a los santos del Altísimo”.
El texto bíblico dice:
“En los días de estos reyes, el Dios del cielo levantará un reino que
no será jamás destruido, ni será el reino dejado a otro pueblo;
desmenuzará y consumirá a todos estos reinos, pero él permanecerá
para siempre, de la manera que viste que del monte se desprendió
una piedra sin que la cortara mano alguna, la cual desmenuzó el
hierro, el bronce, el barro, la plata y el oro. El gran Dios ha mostrado
al rey lo que ha de acontecer en lo porvenir; y el sueño es verdadero,
y fiel su interpretación” (Daniel 2: 44-45).

Los hijos de Dios recibirán la heredad de Jehová, el reino que


permanecerá para siempre.
Cuando desarrollemos el sentido de esperanza en el reino eterno, no
pondremos más nuestra vista en las cosas terrenales, sino en las
celestiales; no nos preocuparemos más por las cosas temporales de
este mundo, sino de las cosas eternas del mundo nuevo. No
pondremos nuestra esperanza en ningún gobierno o nación terrenal,
sino en el Reino eterno de Dios.
Cuando Jesús venga en la gloria celestial, los reinos de este mundo
serán quebrados como un vaso de alfarero. Entonces la roca dará su
golpe desmenuzador contra la estatua de la profecía. Y los hijos de
Dios entrarán en el reino que nunca jamás será derribado ni
entregado a otro pueblo.
¿Por qué afanarse por la política de un gobierno terrenal? Si Dios ha
prometido darnos “autoridad sobre las naciones”, nos conviene,

48
Marcelo J. Solís M.

entonces, hacer campaña al “Allí no habrá más noche; y no


Gobierno de Dios y no a ningún tienen necesidad de luz de
gobierno humano o partido lámpara ni de luz del sol, porque
Dios el Señor los iluminará y
político terrenal. No me refiero
reinarán por los siglos de los
a que no tienes que ejercer tu siglos” (Apocalipsis 22: 5).
derecho en las votaciones. Me
refiero a politizar tus esfuerzos. Como hijos de Dios, debemos
esmerarnos por promover más el Reino de Dios. Si allí es donde
tenemos nuestra verdadera herencia y felicidad, ¿por qué no
empeñarnos en promover el Reino de la gloria? Su cumplimiento
está cerca. Debemos creerlo, esperarlo y amarlo. Debemos orar
todos los días: “¡Vénganos tu Reino!”, porque este es nuestro anhelo
más acariciado y nuestra más dulce esperanza adventista.
“La estrella de la mañana”
El Señor nos ha prometido “la estrella matutina”. ¿A qué se refiere
con “estrella de la mañana”? Para comprenderlo mejor, amable
lector, lo invito a leer los siguientes textos bíblicos:
“Lo veo, mas no ahora; lo contemplo, mas no de cerca: saldrá
estrella de Jacob, se levantará cetro de Israel, y herirá las naciones
de Moab y destruirá a todos los hijos de Set” (Números 24:17).
“Yo, Jesús, he enviado mi ángel para daros testimonio de estas
cosas en las iglesias. Yo soy la raíz y el linaje de David, la estrella
resplandeciente de la mañana” (Apocalipsis 22: 16).

De acuerdo a estos textos bíblicos, “la estrella de la mañana” es el


mismo Jesucristo. Y de parte de Jesucristo, los vencedores recibirán
su propia luz (la luz de Jesucristo). Así lo describe el profeta Daniel:
“Los entendidos resplandecerán como el resplandor del firmamento;
y los que enseñan la justicia a la multitud, como las estrellas, a
perpetua eternidad” (Daniel 12:3).

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Estos sabios tendrán luz espiritual y una vida radiante. Por esa razón,
el profeta Isaías, hablando de la restauración y de la gloria futura de
Sion, registró las siguientes palabras inspiradas:
“¡Levántate, resplandece, porque ha venido tu luz y la gloria de
Jehová ha nacido sobre ti! Porque he aquí que tinieblas cubrirán la
tierra y oscuridad las naciones; mas, sobre ti amanecerá Jehová y
sobre ti será vista su gloria. Andarán las naciones a tu luz y los reyes
al resplandor de tu amanecer” (Isaías 60: 1-3).

Nótese bien las palabras: “amanecerá Jehová” y “resplandor de tu


amanecer”. Lo que da a entender que esa luz es la “estrella de la
mañana”.
“Jehová es mi luz y mi salvación,
Esta profecía, a la luz del resto ¿de quién temeré? Jehová es la
del libro de Isaías, se cumplirá fortaleza de mi vida, ¿de quién he
en “los tiempos de la de atemorizarme?” (Salmo 27: 1).
restauración de todas las
cosas” (Hechos 3: 21). Dios mismo será la luz perpetua de todos los
justos. Así como las tinieblas simbolizan la ausencia de Dios, la luz
es símbolo y manifestación de su presencia.
“El sol nunca más te servirá de luz para el día ni el resplandor de la
luna te alumbrará, sino que Jehová te será por luz eterna y el Dios
tuyo te será por resplandor. No se pondrá jamás tu sol ni menguará
tu luna, porque Jehová te será por luz eterna y los días de tu luto se
habrán cumplido” (Isaías 60: 19-20).

Estos versículos son parte de la descripción de una Nueva Jerusalén


en Apocalipsis 21:23:
“La ciudad no tiene necesidad de sol ni de luna que brillen en ella,
porque la gloria de Dios la ilumina y el Cordero es su lumbrera”.

50
Marcelo J. Solís M.

Acerca de la ciudad celestial, el versículo 11 dice que “tenía la gloria


de Dios y su fulgor era semejante al de una piedra preciosísima,
como piedra de jaspe, diáfana como el cristal”.
Y sobre la tierra nueva, se nos dice:
“Allí no habrá más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara
ni de luz del sol, porque Dios el Señor los iluminará y reinarán por
los siglos de los siglos” (Apocalipsis 22: 5).

Ahora bien, para poder ver y gustar del resplandor de su gloriosa


presencia, necesitamos acá en la tierra, recibir su luz divina y
reflejarla al mundo entero por nuestra predicación y testimonio.
Por eso se nos dice:
 “Vosotros sois la luz del mundo” (Mateo 5:14).
 “Te he puesto para luz de los gentiles” (Hechos 13: 47).
 “Ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz” (Efesios 5:8).
 “Resplandecéis como luminares en el mundo” (Filipenses 2:15).
 “Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día; no somos de
la noche ni de las tinieblas” (1 Tesalonicenses 5: 5).

Como se puede observar a través de estos pasajes bíblicos, recibir


“la estrella de la mañana” demanda una responsabilidad misionera
de iluminación del mundo con la gloria del Evangelio de Jesucristo.
Si Cristo habita en nuestros corazones, será imposible no darlo a
conocer para iluminar el corazón de las personas que aún no le han
conocido.
Realmente son dos acontecimientos. Uno consecuente del primero:
Se recibe la luz de Dios, es decir, la presencia de Jesucristo en el
corazón. Luego, se comparte esta maravillosa y radiante luz con los
que aún moran en tinieblas espirituales.

51
Jehová es la luz eterna
“Jehová es mi luz y mi salvación, ¿de quién temeré? Jehová es la
fortaleza de mi vida, ¿de quién he de atemorizarme?” (Salmo 27: 1).
“Porque contigo está el manantial de la vida; en tu luz veremos la
luz” (Salmo 36: 9).
“Porque sol y escudo es Jehová Dios; gracia y gloria dará Jehová.
No quitará el bien a los que andan en integridad” (Salmo 84: 11).
“Tú, enemiga mía, no te alegres de mí, porque aunque caí, me
levantaré; aunque more en tinieblas, Jehová será mi luz” (Miqueas
7: 8).
“Su resplandor es como la luz. Rayos brillantes salen de su mano;
allí está escondido su poder” (Habacuc 3: 4).
“Este es el mensaje que hemos oído de él y os anunciamos: Dios es
luz y no hay ningunas tinieblas en él” (1 Juan 1: 5).

Jesucristo es la luz del mundo


“El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz; a los que moraban
en la tierra de sombra de muerte, luz resplandeció sobre ellos”
(Isaías 9: 2; cf. Isaías 42: 6; Mateo 4: 16; Lucas 1: 79).

La llegada del Mesías se corresponde con la llegada de la luz que


disipa las tinieblas. En Isaías, la luz traída por el Mesías se relaciona
con la liberación del cautiverio y el exilio (ver Isaías 42: 16; 49: 6;
58: 8; 60: 1, 19, 20).
“En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres… La luz
verdadera que alumbra a todo hombre venía a este mundo” (Juan 1:
4, 9).

Es importante tomar en cuenta que se usa la “luz” como una


metáfora de la revelación especial.

52
Marcelo J. Solís M.

“Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo, el que
me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”
(Juan 8: 12).

Como tal (Juan 1: 4, 5; Isaías 60: 1-3) Jesús pone al descubierto el


pecado (Juan 8: 1-11) y otorga visión física y espiritual (Juan 9: 1-
7, 39-41).
“Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz,
es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del
conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2
Corintios 4:6).

Cristo es la luz de la nueva creación (Juan 5:17; 1: 4-5).


“Por lo cual dice: Despiértate, tú que duermes, y levántate de los
muertos, y te alumbrará Cristo” (Efesios 5: 14).

Jesucristo ilumina el alma con “la luz del evangelio de la gloria de


Cristo” (2 Corintios 4: 4). Para un hijo de Dios, “las tinieblas van
pasando” porque “la luz verdadera ya alumbra” (1 Juan 2: 8).
La luz verdadera ha sido prometida:
Al obediente…
“… y sobre tus caminos resplandecerá la luz” (Job 22: 28).
“Luz está sembrada para el justo y alegría para los rectos de
corazón” (Salmo 97: 11).

Al recto…
“Resplandeció en las tinieblas luz para los rectos; es clemente,
misericordioso y justo” (Salmo 112: 4).

53
Al justo…
“La senda de los justos es como la luz de la aurora, que va en
aumento hasta que el día es perfecto” (Proverbios 4: 18).

Al benevolente…
“¿No es que compartas tu pan con el hambriento, que a los pobres
errantes albergues en casa, que cuando veas al desnudo lo cubras y
que no te escondas de tu hermano? Entonces nacerá tu luz como el
alba y tu sanidad se dejará ver enseguida; tu justicia irá delante de ti
y la gloria de Jehová será tu retaguardia” (Isaías 58: 7-8).

A la iglesia del futuro en la eternidad…


“No se pondrá jamás tu sol ni menguará tu luna, porque Jehová te
será por luz eterna y los días de tu luto se habrán cumplido” (Isaías
60: 20).

A todos los fieles seguidores de Cristo Jesús…


“Otra vez Jesús les habló, diciendo: Yo soy la luz del mundo, el que
me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida”
(Juan 8: 12).
“El que ama a su hermano, permanece en la luz y en él no hay
tropiezo” (1 Juan 2: 10).
“Pero el que practica la verdad viene a la luz, para que se ponga de
manifiesto que sus obras son hechas en Dios” (Juan 3: 21).

Jesucristo ilumina el alma con Entonces, la luz es una promesa


“la luz del evangelio de la para los hijos de Dios. “La estrella
gloria de Cristo” (2 Corintios de la mañana” Jesús dará a sus
4: 4). Para un hijo de Dios, fieles de todos los tiempos. Y esta
“las tinieblas van pasando”
porque “la luz verdadera ya
es una hermosa promesa para el
alumbra” (1 Juan 2: 8). “vencedor”, que alienta el
corazón.
54
Marcelo J. Solís M.

Necesitamos recibir esa promesa fragante. Cristo mismo es la


“estrella de la mañana” que nos alumbra el corazón, y que iluminará
la tierra prometida a los justos.
Y para no olvidar, entonces su maravillosa promesa, leámosla
nuevamente en voz alta:
“Al vencedor que guarde mis obras hasta el fin,
yo le daré autoridad sobre las naciones; las regirá
con vara de hierro y serán quebradas como un
vaso de alfarero; como yo también la he recibido
de mi Padre. Y le daré la estrella de la mañana”
(Apocalipsis 2:26-28).

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Quinta
Promesa

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Marcelo J. Solís M.

Vestiduras Blancas y el
Libro de la Vida

“El vencedor será vestido de vestiduras blancas, y


no borraré su nombre del libro de la vida, y
confesaré su nombre delante de mi Padre y delante
de sus ángeles” (Apocalipsis 3: 5)

E STA PROMESA TIENE RELACIÓN con la Justificación y


la Santificación y la Glorificación por la fe. Y aunque se ha
hablado mucho de estos temas, deseo manifestar que nunca
caducará la importancia de ellos para los seres humanos ni para Dios.
En la experiencia de la salvación, como pecadores miserables,
necesitamos la gracia redentora del Salvador.
La condición natural del ser humano
Dios creó al hombre y a la mujer perfectos. La santa pareja del Edén
fue hecha a imagen y a semejanza de Dios, es lo que nos dice la
revelación bíblica en Génesis 1: 27.
Pero al mismo tiempo, Dios los creó con el don del libre albedrío.
Seres inteligentes, capaces de tomar sus propias decisiones y sufrir
o gozar sus consecuencias o recompensas respectivamente. Por eso
Dios, los puso en el huerto del Edén, para que lo labraran y lo
57
cultivaran. El Señor les había dado, entonces, la orden de disfrutar y
comer de todos los frutos de los árboles del huerto excepto el fruto
del árbol del conocimiento del bien y del mal. Si desobedecían,
entraría el pecado, el sufrimiento, la desgracia y finalmente la
muerte. Por lo tanto, la bendición de la vida de Adán y Eva era
condicional a la obediencia por fe a su Creador. Si deseaban
mantener esa bendición de eternidad y felicidad tenían que creer y
obedecer siempre a las palabras del gran Jehová.
La historia bíblica nos revela que, entrando Satanás como intruso en
el Edén, intervino contra el plan de Dios lanzando sus ataques a la
inmaculada pareja, seduciéndolos y haciéndolos caer en
desobediencia contra el Creador (ver Génesis 3).
Desafortunadamente, Adán y Eva desobedecieron a Dios y pecaron.
A partir de entonces, entró la desgracia, el dolor, el sufrimiento y la
muerte en nuestro mundo. Nunca fue éste el plan de Dios. Pero así
ocurrió.
La tendencia natural del hombre es pecar. Como pecadores, vivimos en
rebelión contra nuestro Dios, con una vida contaminada por el virus
maligno del pecado. Todos somos pecadores, condenados a la muerte.
Somos vendidos al pecado.

Cuando Adán y Eva pecaron se escondieron de la presencia de Dios


porque en su maldita condición no soportaban la magnificencia
divina ante ellos. Además, se vieron desnudos y avergonzados el uno
del otro. Por lo cual decidieron ceñirse hojas de higuera como
delantales, pero este atuendo no les ayudaría de mucho. Hasta que
Dios mismo, en su infinita misericordia, los buscó y los vistió con la
ropa que ellos necesitaban. Este atuendo lo recibieron por la gracia
y misericordia de Dios, no porque lo merecían.

58
Marcelo J. Solís M.

“Dios es bueno y para siempre es su misericordia”. Se compadeció


de la primera pareja humana después de su caída y les presentó un
maravilloso plan de salvación. Por su parte, ellos, debían creer en la
promesa de su Creador. Debían acariciar la bienaventurada
esperanza de la llegada del Mesías Redentor (ver Génesis 3: 15).
Esto es Justificación por la fe.
La pareja del Edén fue justificada por La vestidura blanca es lo
la fe en su Salvador. Se dejaron poner que nos confiere el
la vestimenta que Dios les otorgó. Dios derecho a estar delante de
mismo hizo un sacrificio a favor de la presencia misma del
Señor Todopoderoso.
ellos, y ellos decidieron confiar
plenamente en su Redentor.
En la experiencia de la salvación, exactamente eso es lo que
necesitamos hacer nosotros los pecadores. Dios está dispuesto a
concedernos su perdón y cubrirnos con su manto de justicia.
Ahora bien, ¿qué sucede con el castigo merecido cuando Dios nos
otorga su gracia y perdón?
“Cuando Dios perdona al pecador, le condona el castigo que merece
y lo trata como si no hubiera pecado, lo recibe dentro del favor
divino y lo justifica por los méritos de la justicia de Cristo. El
pecador sólo puede ser justificado mediante la fe en la expiación
efectuada por el amado Hijo de Dios, que se convirtió en un
sacrificio por los pecados del mundo culpable. Nadie puede ser
justificado por ninguna clase de obras propias. Puede ser liberado
de la culpabilidad del pecado, de la condenación de la ley, del
castigo de la transgresión sólo por virtud de los sufrimientos, muerte
y resurrección de Cristo. La fe es la única condición por la cual se
puede obtener la justificación, y la fe implica no sólo creer, sino
confiar” (Mensajes Selectos, tomo 1, p. 456).

59
Vestiduras blancas; ropas celestiales
Ahora, analicemos de cerca la quinta promesa de Apocalipsis.
“El vencedor será vestido de vestiduras blancas, y
no borraré su nombre del libro de la vida, y
confesaré su nombre delante de mi Padre y delante
de sus ángeles” (Apocalipsis 3: 5).

Pensemos que el vencedor es aquella persona que obtiene la victoria


sobre el pecado por los méritos de Jesucristo.
Nosotros, como humanos pecadores, no podemos luchar ni vencer
al pecado. El pecado es un mal espiritual introducido en nuestro
mundo y es letal para el ser humano y para toda la creación
contaminada. Somos seres humanos incapaces de luchar y vencer al
pecado. Pero si nos aferramos a la gracia de Jesucristo, a su poder y
a su misericordia, la victoria es segura. Porque es Cristo quien
justifica al pecador, y no el pecador a sí mismo.

Como ya hemos dicho, estas Recibir las vestiduras blancas es


vestiduras blancas recibir la justicia de Cristo sobre la
representan la justicia de nuestra. Esa vestidura blanca
Cristo. Recibirlas es poseer representa la pureza del alma y los
la condición de un justo ante
caracteres limpios del pecado
la vista de Dios. Esta justicia
viene de Jesucristo. gracias a la sangre expiatoria del
Hijo de Dios. La vestidura blanca es
lo que nos confiere el derecho a estar delante de la presencia misma
del Señor Todopoderoso.
Nos convienen las vestiduras blancas que nos ofrece el Señor en
Apocalipsis 3: 18. Son de parte de él y no de otro. Él dice: “Por tanto,
yo te aconsejo que de mí compres… vestiduras blancas para vestirte,
y que no se descubra la vergüenza de tu desnudez”.

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Marcelo J. Solís M.

Estas vestiduras blancas les fueron concedidas a los fieles mártires


del Señor, tal como se registra en Apocalipsis 6:11.
“Entonces se les dieron vestiduras blancas y se les dijo que
descansaran todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el
número de sus consiervos y sus hermanos que también debían ser
muertos como ellos”.

Como ya hemos dicho, estas vestiduras blancas representan la


justicia de Cristo. Recibirlas es poseer la condición de un justo ante
la vista de Dios. Esta justicia viene de Jesucristo. En el mensaje a “la
iglesia en Sardis” (3: 1), Jesús le dice: “Pero tienes unas pocas
personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán
conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas” (Apocalipsis 3:
4). Esto significa que le han sido fieles al Señor todo el tiempo.
En Apocalipsis 4: 4 vemos también a los veinticuatro ancianos con
vestiduras blancas.
“Alrededor del trono había veinticuatro tronos, y en los tronos vi
sentados a veinticuatro ancianos vestidos de ropas blancas, con
coronas de oro en sus cabezas”.

Acerca de estos veinticuatro ancianos no diré mucho sino más bien


que ellos probablemente son representantes de la humanidad
redimida (véase Mateo 27: 51-53; Efesios 4:8).
Por otro lado, encontramos una escena distinta, una gran multitud de
redimidos con vestiduras blancas.
“Después de esto miré, y vi una gran multitud, la cual nadie podía
contar, de todas las naciones, tribus, pueblos y lenguas. Estaban
delante del trono y de la presencia del Cordero, vestidos de ropas
blancas y con palmas en sus manos” (Apocalipsis 7: 9).

Finalmente, hablando de la Nueva Jerusalén, la Ciudad santa y


celestial, en Apocalipsis 19: 8, el profeta Juan, nos dice:
61
“Y a ella se le ha concedido que se vista de lino fino, limpio y
resplandeciente. (El lino fino representa las acciones justas de los
santos)”.

Sin embargo, hemos de considerar que la Babilonia apocalíptica, a


la que se identifica en el Apocalipsis como “la madre de las rameras
y de las abominaciones de la tierra”, también usa en su atuendo “lino
finísimo” (Apocalipsis 18: 16). Pero lo usa como una fachada
cristiana para engañar a la humanidad (Apocalipsis 16:14).
Volviendo a las vestiduras blancas, como símbolo de la justicia de
Cristo, observemos los siguientes pasajes bíblicos cómo nos
presentan el “manto de justicia” que debemos tener los hijos de Dios.
“Iba yo vestido de justicia, cubierto con ella; como manto y diadema
era mi rectitud” (Job 29:14).
“Así mismo vestiré de salvación a sus sacerdotes y sus santos darán
voces de júbilo” (Salmo 132: 16).
“Despierta, despierta, vístete de poder, oh Sion; vístete tu ropa
hermosa, oh Jerusalén, ciudad santa; porque nunca más vendrá a ti
incircunciso ni inmundo” (Isaías 52: 1).
“En gran manera me gozaré en Jehová, mi alma se alegrará en mi
Dios; porque me vistió con vestiduras de salvación, me rodeó de
manto de justicia, como a novio me atavió y como a novia ataviada
con sus joyas” (Isaías 61: 10).
“Y habló el ángel, y mandó a los que estaban delante de él, diciendo:
Quitadle esas vestiduras viles. Y a él le dijo: Mira que he quitado de
ti tu pecado, y te he hecho vestir de ropas de gala” (Zacarías 3: 4).

Como se puede comprender, esas vestiduras de gala son las que el


Señor nos ofrece a cambio de las viles que tenemos los pecadores.
Dios, en su misericordia, está más interesado en quitarnos nuestros

62
Marcelo J. Solís M.

pecados y vestirnos con su Necesitamos santificarnos a la


justicia y amor a fin de que obediencia de la verdad, y nuestros
seamos salvos. nombres permanecerán inscritos en
el libro de la vida del Cordero. Pero
El libro de la vida si es lo contrario, seremos
borrados. Dios anhela vernos
El Señor, además de prometer entrar con las vestiduras blancas a
al vencedor vestiduras las moradas celestiales y en el mar
blancas, también promete a los de cristal, recibir las coronas de la
vida eterna.
vencedores NO borrar sus
nombres del libro de la vida (Apocalipsis 3: 5).
Lo cual significa que, los vencedores descritos en la iglesia de Sardis
son cristianos cuyos nombres ya se inscribieron en el libro de la vida.
Esto ocurre en el mismo momento en que les son quitadas sus ropas
viles y son vestidas con ropas blancas de justicia celestial, es decir,
cuando son justificados por la fe.
El apóstol Pablo, declara que la ciudadanía de los fieles de Dios está
“en los cielos, de donde también esperamos al Salvador, al Señor
Jesucristo” (Filipenses 3: 20). Es que el libro de la vida registra el
nombre de todos los redimidos del Señor, así como se hacía con los
nombres de los ciudadanos en la antigüedad. La ciudadanía significa
tener escrito los nombres en “el libro de la vida”. Pero si el cristiano
se deja vencer por el enemigo, su nombre será borrado y pierde la
ciudadanía celestial. Esta promesa, por lo tanto, es únicamente para
los vencedores. Lo que indica que la teoría de “salvos, siempre
salvos” no encontraría sustento en esta declaración de Jesús.
Para ilustrar este hecho, cuando los israelitas habían pecado contra
Jehová Dios, en el desierto, Moisés oró a Jehová pidiéndole que los
perdonara. Le dijo con las siguientes palabras:

63
“Te ruego que perdones ahora su pecado, y si no, bórrame del libro
que has escrito. Jehová respondió a Moisés: Al que peque contra mí,
lo borraré yo de mi libro” (Éxodo 32: 32-33).

Los grandes pecadores descritos en el Apocalipsis son aquellos que


sigan en pos de la bestia y la adoren, en vez de adorar “al que hizo
los cielos, la tierra, el mar y las fuentes de las aguas” (Apocalipsis
14:6-7). Apocalipsis 13: 8 nos informa:
“La adoraron todos los habitantes de la tierra cuyos nombres no
estaban escritos desde el principio del mundo en el libro de la vida
del Cordero que fue inmolado”.
“La bestia que has visto era y no es, y está para subir del abismo e
ir a perdición. Los habitantes de la tierra, aquellos cuyos nombres
no están escritos en el libro de la vida desde la fundación del mundo,
se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será” (Apocalipsis
17: 8).

No obstante, con los vencedores de Apocalipsis 3: 5 no sucederá así.


Cristo dice: “No borraré su nombre del libro de la vida”. En otras
palabras, estos son los “que perseveren hasta el fin” y serán “salvos”
para la gloria de Dios.
En el momento solemne en que todos hemos de comparecer ante el
tribunal de Cristo, y se lea la bienaventurada lista de los nombres del
libro de la vida, allí estará el nombre de todos los vencedores del
Señor. Sus nombres, serán pronunciados con mucha satisfacción y
grande alegría por nuestro amado Jesús. Por eso dice: “Y confesaré
su nombre delante de mi Padre, y delante de sus santos ángeles”
(Apocalipsis 3: 5 ú. p.).
Veamos más de cerca el libro de la vida:
En el contexto de la gran persecución contra el pueblo de Dios que
se describe en Daniel 12, aquellos cristianos que deserten de las filas
64
Marcelo J. Solís M.

del Señor y pasen a engrosar las En el libro de la vida está inscrito


filas de la oposición, se tornarán el nombre de todos aquellos que
malos, sanguinarios y cruentos colaboran en la obra del Señor
como los misioneros, que aunque
enemigos del Pueblo de Dios.
son ignorados en muchos de los
Pero las Escrituras dicen: casos por la mayoría, Dios los
“¡Pon maldad sobre su tiene en grande estima ante sus
registros sagrados y divinos. El
maldad y no entren en tu
libro de la vida hoy, contiene el
justicia! ¡Sean borrados del nombre de muchas personas
libro de los vivientes y no desconocidas. En el cielo
sean inscritos con los recibiremos muchas sorpresas.
justos!” (Salmo 69: 27-28).

Con claridad se nos dice que este tipo de personas pierde su


salvación. No se santificaron en obedecer a Dios sus mandamientos,
antes bien, se volvieron en enemigos contra la ley de Jehová. Dios
le había dicho a Moisés: “Al que pecare contra mí, a éste raeré yo de
mi libro” (Éxodo 32: 33).
Por el otro lado, el ángel Gabriel explicó a Daniel lo siguiente:
“En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de
parte de los hijos de tu pueblo. Será tiempo de angustia, cual nunca
fue desde que hubo gente hasta entonces; pero en aquel tiempo será
librado tu pueblo, todos los que se hallen inscritos en el libro”
(Daniel 12: 1).

Para cuando se levante Miguel, la etapa del juicio que emplea libros
o registros (Daniel 7: 10) ya habrá terminado y lo que restará será
aplicar los veredictos favorables o desfavorables que describen
Daniel 12: 2; Mateo 25: 31-46 y Apocalipsis 22: 11, 12).
Necesitamos santificarnos a la obediencia de la verdad, y nuestros
nombres permanecerán inscritos en el libro de la vida del Cordero.
Pero si es lo contrario, seremos borrados. Dios anhela vernos entrar

65
con las vestiduras blancas a las moradas celestiales y en el mar de
cristal, recibir las coronas de la vida eterna.
Con justa razón, el Señor dijo a sus discípulos:
“Pero no os regocijéis de que los espíritus se os sujetan, sino
regocijaos de que vuestros nombres están escritos en los cielos”
(Lucas 10: 20).

Estos son los libros que han de usarse en el juicio (cf. Daniel 7: 10;
Malaquías 3: 16-18; Filipenses 4: 3; Apocalipsis 3: 5 y 20:12).
Desde los tiempos de Pablo, se registra que ya los nombres de los
cristianos fieles estaban inscritos en el libro de la vida.
“Así mismo te ruego también a ti, compañero fiel que ayudes a estas
que combatieron juntamente conmigo en el evangelio, con Clemente
también y los demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el
libro de la vida” (Filipenses 4: 3).

Aunque ahora estén en el anonimato, muchos fieles de Dios tienen


sus nombres inscritos en el libro de la vida. Allí está el nombre de
todo hijo humilde de Dios que trabaja y colabora en la predicación
del Evangelio eterno. Allí está el nombre de las fieles ancianas que
perseveran en oración y en obediencia al Señor. El humilde diácono
que sirve con corazón sincero al Dios eterno tiene registrado su
nombre en el libro de la vida del Cordero. Allí está el nombre del
fiel pastor que predica la Palabra de Dios con tanta fidelidad y cuida
del rebaño del Señor, y a su tiempo, cuando venga el Príncipe de los
pastores, le dará su galardón eterno. Ese es el libro en donde están
inscritos —en los cielos— los nombres de la congregación de “los
primogénitos” (Hebreos 12: 23). Allí está el nombre de aquel
humilde hijo de Dios que aunque sus obras no sean públicas a favor
del Evangelio, pero contribuye con la causa de Jesucristo con amor
y sacrificio. En el libro de la vida está inscrito el nombre de todos
66
Marcelo J. Solís M.

aquellos que colaboran en la obra del Señor como los misioneros,


que aunque son ignorados en muchos de los casos por la mayoría,
Dios los tiene en grande estima ante sus registros sagrados y divinos.
El libro de la vida hoy, contiene el nombre de muchas personas
desconocidas. En el cielo recibiremos muchas sorpresas. Porque esté
nuestro nombre inscrito en el libro de la vida debemos regocijarnos
ahora. Esto debe producirnos el mayor gozo cristiano. ¡Aleluya!

Las promesas de Dios son fieles y verdaderas. Su Palabra se cumplirá.


Confiamos en sus fragantes promesas. En ese día glorioso, que lo
compararemos como la mañana gloriosa de la resurrección de los justos,
nos encontraremos con nuestros seres amados que nos ha arrebatado la
muerte. Pero lo más importante, nos encontraremos cara a cara con
nuestro amante Salvador Jesucristo. ¡Amén!

El día de la glorificación
Con claridad, las Escrituras nos señalan que es necesario vivir en paz
con todos y en santidad, sin las cuales nadie verá al Señor el día en
que él aparezca en la gloria de su Padre y en la gloria de sus santos
ángeles.
La santificación, así como la justificación, es una experiencia
necesaria en el plan de salvación de los hijos de Dios. Ambas
ocurren por medio de la gracia de Cristo y las recibimos por la fe en
el Señor Todopoderoso. Así mismo, por la fe, creemos que
recibiremos también la glorificación cuando Cristo se manifieste en
gloria y en majestad.
Vuelvo a las palabras escritas por el apóstol Pablo:
“Pero nuestra ciudadanía está en los cielos, de donde también
esperamos al Salvador, al Señor Jesucristo. Él transformará nuestro
cuerpo mortal en un cuerpo glorioso semejante al suyo, por el poder
67
con el cual también puede sujetar así mismo todas las cosas”
(Filipenses 3: 20, 21).

Para los tiempos del apóstol Pablo, los primeros cristianos gentiles
eran personas ajenas a su propio medio, rechazados por casi todas
las culturas. No podían tener ciudadanía entre Israel terrenal, la cual
se accede a través de la circuncisión (cf. Filipenses 3: 5, 6), ni la de
Roma, por nacimiento poder político o dinero. ¡No! Pero el apóstol
los conforta con las palabras inspiradas, asegurándoles que “nuestra
ciudadanía está en los cielos”. Y así es. Esta es la realidad para todos
aquellos cuyos nombres están inscritos en el libro del cielo de Dios.
Ese día glorioso, cuando Cristo vuelva, seremos transformados en
un abrir y cerrar de ojos, a la final trompeta… los muertos en Cristo
resucitarán primero con sus cuerpos transformados. Todos habremos
de recibir un cuerpo glorificado, semejante al “cuerpo glorioso de
nuestro Señor Jesucristo”.
Nuestros languidecentes cuerpos ya no estarán ni enfermos, ni
viejos. Los dolores de los años y el cansancio de la vida de pecado
habrán terminado. “Todas las cosas serán hechas nuevas”.
Recibiremos la perfección y la vida eterna. También, tendremos una
perfecta conformidad con la soberana voluntad de Dios.
En ese día glorioso, las Escrituras sagradas nos hablan de la
resurrección corporal de los muertos justos:
“Tus muertos vivirán; sus cadáveres resucitarán. ¡Despertad y
cantad, moradores del polvo! Porque tu rocío es cual rocío de
hortalizas, y la tierra entregará sus muertos” (Isaías 26: 19).
“Os digo un misterio: No todos moriremos; pero todos seremos
transformados, en un momento, en un abrir y cerrar de ojos, a la
final trompeta, porque se tocará la trompeta, y los muertos serán
resucitados incorruptibles y nosotros seremos transformados, pues

68
Marcelo J. Solís M.

es necesario que esto corruptible se vista de incorrupción y que esto


mortal se vista de inmortalidad. Cuando esto corruptible se haya
vestido de incorrupción y esto mortal se haya vestido de
inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra que está escrita:
Sorbida es la muerte en victoria. ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?
¿Dónde, sepulcro, tu victoria?” (1 Corintios 15: 51-55).

Las promesas de Dios son fieles y verdaderas. Su Palabra se


cumplirá. Confiamos en sus fragantes promesas. En ese día glorioso,
que lo compararemos como la mañana gloriosa de la resurrección de
los justos, nos encontraremos con nuestros seres amados que nos ha
arrebatado la muerte. Pero lo más importante, nos encontraremos
cara a cara con nuestro amante Salvador Jesucristo. ¡Amén!

69
Sexta
Promesa

70
Marcelo J. Solís M.

Protección, Esperanza
y Fortaleza Divinas

“Por cuanto has guardado la palabra de mi


paciencia, yo también te guardaré de la hora de la
prueba que ha de venir sobre el mundo entero para
probar a los que habitan sobre la tierra. Vengo
pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome
tu corona. Al vencedor, yo lo haré columna en el
templo de mi Dios y nunca más saldrá de allí.
Escribiré sobre él el nombre de mi Dios y el
nombre de la ciudad de mi Dios, y mi nombre
nuevo” (Apocalipsis 3: 10-12).

E N ESTA SECCIÓN SE PRESENTAN tres promesas. Una


para cumplirse en la tierra, y las otras en el cielo. La primera
es para asegurar protección divina de las fuerzas malignas de
este mundo, y la segunda para fortalecer la esperanza en la Venida
del Señor con su galardón eterno. La tercera promesa nos hace
recordar la garantía de recibir el nombre de Dios impregnado en
nuestro carácter, porque seremos semejantes a él, porque “le
veremos tal y como él es” (1 Juan 3: 2). Son promesas que van
ligadas la una de la otra. Son inseparables y consecuentes a la vez.

71
Como en otras ocasiones se ha dicho, las promesas de Dios son
condicionales, fieles y verdaderas. Ninguna de ellas quedará sin
cumplimiento, porque Fiel es el que las prometió. Nosotros, creemos
y confiamos en el Dios Todopoderoso. “Cielos y tierra pasarán”,
pero su Palabra “no pasará”. Estas palabras son “ciertas y
verdaderas”.
“Te guardaré de la hora de la prueba”
“Por cuanto has guardado la palabra de mi
paciencia, yo también te guardaré de la hora de la
prueba que ha de venir sobre el mundo entero para
probar a los que habitan sobre la tierra. Vengo
pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome
tu corona. Al vencedor, yo lo haré columna en el
templo de mi Dios y nunca más saldrá de allí.
Escribiré sobre él el nombre de mi Dios y el
nombre de la ciudad de mi Dios, y mi nombre
nuevo” (Apocalipsis 3: 10-12).

Meditar en estas promesas divinas nos fortalece en medio de las


pruebas y nos ayuda a confiar en la Mano del Todopoderoso.
Nos gusta leer la parte que dice: “Yo… te guardaré de la hora de la
prueba que ha de venir sobre el mundo entero para probar a los que
habitan sobre la tierra”. Pero no debemos omitir el “también”, lo cual
implica la condición de esta promesa, que consiste en: “por cuanto
has guardado la palabra de mi paciencia”.
El Señor espera que guardemos su Palabra. Guardarla es ponerla en
práctica y obedecerla. Existen muchas personas que creen en las
letras de la Biblia pero no confían lo suficiente como para
obedecerlas o practicarlas. A estas personas les llamo “cristianos
teóricos”. Pero en realidad Dios desea “cristianos prácticos”. Son los

72
Marcelo J. Solís M.

que la Biblia les llama, “oidores olvidadizos”. Dios quiere hacedores


de la Palabra. No sólo oidores.
La falta de práctica de la Palabra de Dios, en especial, de los
Mandamientos del Señor, nos ha acarreado una crisis espiritual
dentro del cristianismo. Existe un conformismo y adormecimiento
espiritual letales que están llevando a muchas almas a la perdición
eterna.
La crisis espiritual actual ha acarreado más mundanalismo dentro de
las iglesias. La mente de los cristianos se ha secularizado tanto que
ahora es más común escuchar temas de psicología moderna que la
misma Palabra de Dios desde muchos púlpitos de las iglesias
contemporáneas. De hecho, ya existen cristianos que el escuchar la
Palabra pura con el mensaje divino les ofende. El Testimonio directo
ha sido como un látigo para muchos debido a sus comportamientos
mundanos que no armonizan con los principios de la Biblia.
En mi experiencia personal, he conversado con cristianos de otras
confesiones religiosas acerca de los Diez Mandamientos y del Día
de reposo. Como resultado, muchos terminan enojados conmigo al
presentarles la vigencia de la Ley de Dios y del sábado para
guardarlos.
Sobre el día de reposo, Dios dice: “Acuérdate del sábado para
santificarlo” (Éxodo 20: 8); el mundo dice: “Olvídate del sábado”.
Dios dice: “acuérdate”; Satanás dice: “olvídate”. ¿A quién
obedeceremos, al final de cuentas? ¿Quién nos juzgará? ¿A quién
rendiremos cuenta? Jehová Dios es nuestro Señor. A él debemos
obedecerle por la gracia de su Hijo amado Jesucristo.
El cuidado de Dios protege a los de Filadelfia (Apocalipsis 3: 10)
del gran tiempo de angustia que vendrá al fin de los tiempos. Las

73
evidencias bíblicas de la existencia de ese gran tiempo de angustia
los presentan los siguientes textos bíblicos:
“Entonces uno de los ancianos habló, diciéndome: Éstos que están
vestidos de ropas blancas, ¿quiénes son y de dónde han venido? Yo
le dije: Señor, tú lo sabes. Él me dijo: Estos son los que han salido
de la gran tribulación; han lavado sus ropas y las han emblanquecido
en la sangre del Cordero. Por eso están delante del trono de Dios y
lo sirven día y noche en su templo. El que está sentado sobre el trono
extenderá su tienda junto a ellos” (Apocalipsis 7: 13-15).
“En aquel tiempo se levantará Miguel, el gran príncipe que está de
parte de los hijos de tu pueblo. Será tiempo de angustia, cual nunca
fue desde que hubo gente de entonces; pero en aquel tiempo será
librado tu pueblo, todos los que se hallen inscritos en el libro”
(Daniel 12: 1).
“Porque habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habido desde
el principio del mundo hasta ahora, ni la habrá” (Mateo 24: 21).
“Inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol
se oscurecerá, la luna no dará su resplandor, las estrellas caerán del
cielo y las potencias de los cielos serán conmovidas” (Mateo 24:
29).

Claramente se puede percibir la realidad futura de un gran tiempo de


angustia. Acerca del inicio del tiempo de angustia, leemos la
siguiente explicación:
El comienzo “del tiempo de angustia” mencionado entonces no se
refiere al tiempo cuando comenzarán a ser derramadas las plagas,
sino a un corto período precisamente antes que caigan, mientras
Cristo está en el santuario. En ese tiempo, cuando se esté terminando
la obra de la salvación, vendrá aflicción sobre la tierra, y las
naciones se airarán, aunque serán mantenidas en jaque para que no
impidan la realización de la obra del tercer ángel.

74
Marcelo J. Solís M.

En ese tiempo, descenderá la “lluvia tardía” o refrigerio de la


presencia del Señor para dar poder a la voz fuerte del tercer ángel, y
preparar a los santos para que puedan subsistir durante el plazo
cuando las siete postreras plagas serán derramadas (Primeros
escritos, pp. 85, 86).

Realmente, el mundo está convulsionando. Cada vez hay más


angustia. Las naciones se están volviendo más anárquicas
paulatinamente. El tiempo de angustia va en aumento. Nosotros,
mientras todo esto ocurre, debemos estar velando y preparándonos
espiritualmente mediante un cristianismo práctico y una relación
viviente con Dios. No hay tiempo para perder, ni siquiera para estar
como las diez vírgenes de la parábola, durmiendo, los
acontecimientos finales descritos en Mateo 24 así como en las demás
escrituras proféticas están llegando a su fin. El espíritu de guerra
cada vez está más agitado en el mundo. Las guerras de gente
armadas, incluso, contra gente desarmadas, así como está ocurriendo
en algunos países como en Venezuela y en Nicaragua. El aumento
“Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te
guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo entero
para probar a los que habitan sobre la tierra. Vengo pronto; retén lo
que tienes, para que ninguno tome tu corona. Al vencedor, yo lo haré
columna en el templo de mi Dios y nunca más saldrá de allí. Escribiré
sobre él el nombre de mi Dios y el nombre de la ciudad de mi Dios, y mi
nombre nuevo” (Apocalipsis 3: 10-12).

del vandalismo y el crimen organizado. La corrupción política y los


asesinatos e injusticias de la tierra, todos juntos, aumentan el terror
y la desesperación. Muchos creen que ya no se podrá vivir más
tiempo en esta tierra. Y tienen razón. Cristo ha de venir pronto a
liberar a sus fieles hijos de todas estas pruebas que ocurren y van en
aumento cada día hasta el mismo final de la historia.

75
Tanto la Biblia como los libros escritos por Elena G. de White, nos
hablan de la realidad futura en cuanto al tiempo de angustia.
Debemos prepararnos para estos acontecimientos. Ciertamente todo
esto ocurrirá, pero el pueblo de Dios será “guardado” de la hora de
prueba “que ha de venir sobre el mundo entero”.
Estamos en vísperas del tiempo de angustia y nos esperan
dificultades apenas sospechadas. —Joyas de los Testimonios 3:306
(1909).
Nos hallamos en el mismo umbral de la crisis de los siglos. En rápida
sucesión se seguirán unos a otros los castigos de Dios: incendios e
inundaciones, terremotos, guerras y derramamiento de sangre. —La
Historia de Profetas y Reyes, 208 (1914).
Tiempos tormentosos están delante de nosotros, pero no profiramos
una palabra de descreimiento o desánimo. —Servicio Cristiano
Eficaz, 169 (1905).

La forma más segura en que debemos prepararnos para el gran


tiempo de angustia es guardando la Palabra de Dios. El Señor nos
repite constantemente: “Por cuanto has guardado la palabra de mi
paciencia, yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de
venir sobre el mundo entero para probar a los que habitan sobre la
tierra” (Apocalipsis 3: 10).
La protección de Dios es segura, porque “Dios es nuestro amparo y
fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Salmo 46: 1).
Además, Dios no permite que enfrentemos más de lo que podemos
soportar. Por eso Jesús dijo a sus discípulos: “Aun tengo muchas
cosas que deciros, pero ahora no la podéis sobrellevar” (Juan 16: 12).
“No os ha sobrevenido ninguna prueba que no sea humana; pero fiel
es Dios, que no os dejará ser probados más de lo que podéis resistir,
sino que dará también justamente con la prueba la salida, para que
podáis soportarla” (1 Corintios 10: 13).
76
Marcelo J. Solís M.

“Pues en cuanto él mismo padeció siendo tentado, es poderoso para


socorrer a los que son tentados” (Hebreos 2: 18).

La promesa de la protección divina es segura. Dios la cumplirá.


Ninguna de sus promesas ha fallado ni fallará.
En cuanto a las pruebas, realmente Jesús, pronto vendrá
en este mundo todos somos nuevamente a buscar a sus
probados. Existen muchos pasajes redimidos. Pronto, aquellos
de la Biblia que lo confirman. cuyas vidas está escondidas en
Cristo, recibirán en sus cabezas
En el Salmo 17: 3 dice que Dios la brillante y refulgente corona
prueba el corazón del hombre. de la vida y resplandecerán con
la gloria del Redentor en el
Estas pruebas Dios las permite reino de Dios.
como un proceso de refinamiento
y purificación. Por eso en Zacarías
13: 9, leemos:
“A este tercio lo meteré en el fuego, lo fundiré como se funde la
plata, lo probaré como se prueba el oro. Él invocará mi nombre, y
yo lo oiré. Yo diré: Pueblo mío, y él dirá: Jehová es mi Dios”.

También, en Malaquías 3: 3, leemos:


“Él se sentará para afinar y limpiar la plata: limpiará a los hijos de
Leví, los afinará como a oro y como a plata, y traerán a Jehová
ofrenda en justicia”.

Acerca de la prueba final, también se puede leer en 1 Corintios 3:


13:
“La obra de cada uno se hará manifiesta, porque el día la pondrá al
descubierto, pues por el fuego será revelada. La obra de cada uno,
sea la que sea, el fuego la probará”.

Sin embargo, podrán venir tormentas, fuego y una gran prueba, pero
los que guardan la Palabra de Dios, permanecerán firmes y fieles.
77
“Todo aquel que viene a mí y oye mis palabras y las obedece, os
indicaré a quién es semejante. Semejante es al hombre que, al
edificar su casa, cavó y ahondó y puso el fundamento sobre la Roca;
y cuando vino una inundación, el río dio con ímpetu contra aquella
casa, pero no la pudo mover porque estaba fundada sobre la roca”
(Lucas 6: 47, 48).

Por lo cual, Dios demanda fidelidad a su Palabra, así como Moisés


fue fiel a Dios (ver Números 12: 7). Fue la fidelidad de Caleb lo que
lo llevó a heredar la tierra prometida (Números 12: 24). Seamos,
pues, como los siete mil israelitas, “cuyas rodillas no se doblaron
ante Baal y cuyas bocas no lo besaron” (1 Reyes 19:18). Seamos
hombres y mujeres como lo fue Hanani y Hananías, “hombre de
verdad y temeroso de Dios” (Nehemías 7: 2). Convirtámonos a
nuestro Padre celestial, como lo fue Timoteo a Pablo: “hijo amado y
fiel en el Señor” (1 Corintios 4: 17). A los pastores, los exhorto, a
mis compañeros de milicia, aprendamos de “Epafras, nuestro
consiervo amado, que es un fiel ministro de Cristo para vosotros”
(Colosenses 1: 7), también seamos fieles ministros como lo fueron
Tíquico y Onésimo, “amado y fiel hermano” (Colosenses 4: 7-9).
Permanezcamos fieles en las filas del Señor Todopoderoso, aunque
se nos vengan pruebas y tribulaciones, porque en el gran tiempo de
angustia, las antagónicas y diabólicas fuerzas del maligno, se unirán
y “pelearán contra el Cordero, y el Cordero los vencerá, porque es
Señor de señores, y Rey de reyes; y los que están con él son
llamados, elegidos y fieles” (Apocalipsis 17: 14).
El gran seductor de las almas, usará una fuerza política-religiosa que
“con lisonjas seducirá a los violadores del pacto; pero el pueblo que
conoce a su Dios se esforzará y actuará. Los sabios del pueblo
instruirán a muchos; pero durante algunos días caerán a espada y a
fuego, en cautividad y despojo. En su caída serán ayudados con un
pequeño socorro, y muchos se juntarán a ellos con lisonjas. También

78
Marcelo J. Solís M.

algunos de los sabios caerán para ser depurados, limpiados y


emblanquecidos, hasta el tiempo determinado; porque aun para esto
hay plazo” (Daniel 11: 32-35).
Ante las terribles pruebas a las que serán sometidos todos los
hombres en esta tierra, en el tiempo de angustia, “el pueblo que
conoce a su Dios se esforzará y actuará”. Históricamente, el pueblo
de Dios ha resistido a las usurpaciones papales y mantuvieron una
fe viva, como por ejemplo los valdenses, los albigenses y otros.
“La verdadera iglesia no sólo se distingue porque el pueblo de Dios
reacciona contra el pecado resistiendo la tentación, sino, lo que es
más, porque lleva adelante un programa positivo de acción en favor
del Altísimo. El cristianismo no puede ser pasivo. Cada hijo de Dios
tiene una misión que cumplir” (Comentario Bíblico Adventista del
Séptimo Día, tomo 4, pág. 899).

Para los fieles de Dios, no importarán ni las pruebas, ni el tiempo de


angustia ni las persecuciones, “los sabios del pueblo instruirán a
muchos” en el evangelio eterno, con la Palabra de Dios y en los Diez
Mandamientos.
Y tal como ocurrió en el pasado, en la Edad Media, así mismo, el
pueblo de Dios, sufrirá persecuciones horribles, y sin embargo, Dios
levantará hombres y mujeres, valientes e intrépidos, para dar
testimonio de sus convicciones y de la verdad eterna, aunque serán
objetos de odio destructor final. Pero Dios, que es fiel a sus
promesas, “los guardará en la hora de la prueba que ha de venir sobre
todo el mundo”.

79
Prometió venir pronto
“Vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu
corona” (Apocalipsis 3: 11).

La Biblia a veces presenta la Segunda Venida como muy próxima al


tiempo en que fue escrita (ejemplo Apocalipsis 22: 12); el hecho es
que no podemos saber cuándo ocurrirá (Hechos 1: 7) y debemos
estar siempre expectantes (Mateo 25:13).
La corona de la vida eterna se la había prometido a los vencedores
de Apocalipsis 2: 10, cuando dice: “No temas lo que has de padecer.
El diablo echará a algunos de vosotros en la cárcel para que seáis
probados, y tendréis tribulación por diez días. ¡Sé fiel hasta la muerte
y yo te daré la corona de la vida!”.
La corona de la vida es el premio o trofeo de los vencedores. De
hecho, en Apocalipsis 3: 11, la corona es una garantía para quienes
retienen la fe y perseveran en ella hasta la Segunda Venida de
nuestro Señor Jesucristo.
Tristemente, muchos, que no se han santificado en la obediencia de
la verdad, pronto tendrán que abandonar la fe, porque el diablo
mismo los sacará de las filas del Señor. Todos los violadores del
pacto serán seducidos y engañados con lisonjas. Sin embargo, los
hijos fieles de Dios permanecerán firmes y fieles al Señor hasta el
fin. Por eso dice: “Pero el pueblo que conoce a su Dios se esforzará
y actuará” (ver Daniel 11:32). Éstos fieles son los que perseverarán
hasta el fin; son los que retienen lo que tienen y no se dejarán
arrebatar por nadie su premio supremo, que es la corona de la vida
eterna.
Jesús, pronto vendrá nuevamente a buscar a sus redimidos. Pronto,
aquellos cuyas vidas está escondidas en Cristo, recibirán en sus

80
Marcelo J. Solís M.

cabezas la brillante y refulgente corona de la vida y resplandecerán


con la gloria del Redentor en el reino de Dios.
Apocalipsis, termina con esta promesa. Habla sobre la pronta venida
de Jesucristo. Así es como la Biblia termina, hablándonos del
cercano retorno de nuestro Salvador. El Señor dice:
“¡Vengo pronto! Bienaventurado el que guarda las palabras de la
profecía de este libro” (Apocalipsis 22: 7).
“¡Vengo pronto!, y mi galardón conmigo, para recompensar a cada
uno según sea su obra” (22:12).
“El que da testimonio de estas cosas dice: Ciertamente vengo en
breve” (22: 20).

En otras palabras, lo que el Señor nos está diciendo es: “estoy a


punto de llegar” (LPH).
Fortaleza en la permanente presencia de Dios
El Señor Dios Todopoderoso, ha prometido fortalecer a los débiles.
Después de que los santos de Dios, debilitados ante el gran tiempo
de angustia, Dios mismo les ha prometido, si vencieren, en hacerlos
“columna en el templo de mi Dios y nunca más saldrá de allí”
(Apocalipsis 3: 12 pp).
En cierto modo, el Señor está prometiéndole al vencedor un lugar de
honra en su reino venidero.
Sobre este versículo, el Comentario Bíblico Adventista nos informa:
Columna en el templo. Una “columna” en sentido metafórico es, por
supuesto, parte de un “templo” metafórico, figurado. En el NT la
palabra que se traduce “templo” (naós) generalmente se refiere al
santuario interior, que comprende los lugares santo y santísimo y no
a todo el conjunto de edificios que constituían el antiguo templo. Por
lo tanto, esta promesa significa que el vencedor ocupará un lugar
81
permanente e importante en la presencia de Dios. También se usa la
palabra “columna” en sentido metafórico en Gálatas 2: 9; 1 Timoteo
3: 15. —Comentario Bíblico Adventista del Séptimo Día, tomo 7,
pp. 775, 776.

Al recibir el nombre de la ciudad, la Los vencedores nunca


Nueva Jerusalén, puede entenderse saldrán de la presencia de
que el cristiano victorioso es Dios deliberadamente como
ciudadano de la Nueva Jerusalén y lo hizo Lucifer, antes bien,
que tiene derecho a vivir en ella.
“nunca más saldrán de allí”.
En esta vida aún queda la posibilidad de “salir fuera”, pero en la vida
futura nadie querrá salir.
El “nombre de mi Dios”, de la ciudad y
el nombre nuevo de Cristo
La promesa dice:
“Al vencedor lo haré columna en el templo de mi Dios y nunca más
saldrá de allí. Escribiré sobre él el nombre de mi Dios y el nombre
de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del
cielo, con mi Dios, y mi nombre nuevo” (Apocalipsis 3: 12).

Estos vencedores, que vivirán en la presencia de Dios


permanentemente, como columnas del templo, hablando
figurativamente, se les impregnarán el nombre de Dios, de la santa
ciudad y el nombre nuevo del Cordero.
Acerca del nombre de Dios, las Escrituras señalan que hay poder en
su santo nombre.
“Por la fe en su nombre, a este, que vosotros veis y conocéis, lo ha
confirmado su nombre; y la fe que es por él ha dado a este esta
completa sanidad en presencia de todos vosotros” (Hechos 3: 16).
“Has sufrido, has sido perseverante, has trabajado arduamente por
amor a mi nombre y no has desmayado” (Apocalipsis 2: 3).
82
Marcelo J. Solís M.

“Después miré, y vi que el Cordero estaba de pie sobre el monte de


Sion, y con él ciento cuarenta y cuatro mil que tenían el nombre de
él y el de su Padre escrito en su frente” (Apocalipsis 14: 1).
“Verán su rostro y su nombre estará escrito en sus frentes”
(Apocalipsis 22: 4).

En este caso, el nombre de Dios refleja su personalidad y su carácter.


Esta promesa significa que los vencedores recibirán la huella o la
impresión permanente del carácter de Dios; la imagen de su Creador
será plenamente restaurada en ellos. Serán también plenamente
propiedad de Dios como lo manifiesta el nombre divino, como señal
de propiedad que se les aplica.
Al recibir el nombre de la ciudad, la Nueva Jerusalén, puede
entenderse que el cristiano victorioso es ciudadano de la Nueva
Jerusalén y que tiene derecho a vivir en ella. Por eso, Apocalipsis
22: 14, nos dice:
“Bienaventurados los que lavan sus ropas para tener derecho al árbol
de la vida y para entrar por las puertas en la ciudad”.

El tercer nombre escrito en la columna simbólica es el nuevo nombre


de Cristo. Por medio de Cristo, el vencedor recibe el carácter divino
representado por el nombre. Solo en virtud de que Dios se hizo
hombre en Jesucristo, puede el hombre ser restaurado nuevamente a
la imagen de Dios. Esto se lleva a cabo por el don de la vida y el
carácter de Cristo que se imparten al creyente.
“Con Cristo estoy juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive
Cristo en mí; y lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del
Hijo de Dios, el cual me amó y se entregó a sí mismo por mí”
(Gálatas 2: 20).

Recibir el nombre de Cristo es recibir la confirmación de que es


nuestro Dueño. Le pertenecemos para siempre.
83
Séptima
Promesa

84
Marcelo J. Solís M.

“Vencedores como Cristo”

“Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz


y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él
conmigo. Al vencedor le concederé que se siente
conmigo en mi trono, así como yo he vencido y me
he sentado con mi Padre en su trono. El que tiene
oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”
(Apocalipsis 3: 20-22).

L AS MÁS HERMOSAS PROMESAS de la Biblia,


definitivamente, las encontramos en el Apocalipsis. En estos
dos capítulos (2 y 3) se encuentran esas promesas fragantes y
hermosas. Ahora, vemos la última de las siete promesas
apocalípticas con una hermosa invitación de Jesucristo al corazón
del ser humano. Cristo quiere, realmente llegar a lo más profundo de
nuestro corazón y cambiar nuestra vida.
Un llamado de amor
“Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta,
entraré a él y cenaré con él y él conmigo” (Apocalipsis 3: 20).

No sé desde cuánto tiempo, pero ciertamente el Señor está allí


afuera, al otro lado de tu puerta cerrada, llamando. Tu casa es tu

85
Las personas orgullosas son muy corazón. Y tu puerta está
desagradables y tienen más enemigos que cerrada con llave, y
amigos. Los orgullosos humillan e nadie la puede abrir,
intimidan. Su presencia, para algunos,
solamente tú.
tiene efectos de pánico. Los orgullosos son
egoístas, no piensan en las necesidades Por su parte, Jesús tiene
ajenas, y siempre miran las cosas para sí
la puerta de su casa
mismos. Son insensibles y casi nunca
desarrollan una sensibilidad humana ante abierta para que tú
las necesidades de los demás. entres. Es la puerta de la
gracia y de la salvación.
La salvación es por la gracia de Jesús y está al alcance de todas las
personas. Jesús es nuestro amante Salvador.
Él dice:
“Yo conozco tus obras. Por eso, he puesto delante de ti una puerta
abierta, la cual nadie puede cerrar, pues aunque tienes poca fuerza,
has guardado mi palabra y no has negado mi nombre” (Apocalipsis
3: 8).

Esa puerta está en el cielo, y está abierta para que entres. Pero la
puerta de la tierra está cerrada, y es la puerta de tu corazón.
La séptima promesa del capítulo tres del Apocalipsis fue dada a la
iglesia de Laodicea, la cual representa el último período de la iglesia
en esta tierra antes de la Segunda Venida, es decir, representa el
período de la iglesia de nuestro tiempo. Por lo cual, eso significa que
es un mensaje y una promesa directamente para nosotros, que
vivimos en este último tiempo de la historia de este mundo.
Los laodicenses tenían un serio problema. Aunque ellos eran ricos y
prósperos económicamente, eran muy pobres espiritualmente. Pero
lo peor no era eso, sino que no reconocían su miseria espiritual y
tampoco sabían que estando en esa condición habían caído en el

86
Marcelo J. Solís M.

desagrado del Señor. El Pero lo peor de la gente egoísta y


orgullo en su corazón era el orgullosa es que han despojado a
mayor problema de sus Dios de sus vidas y han cerrado la
puerta de su corazón. Dios está fuera
vidas.
de sus vidas. Tienen una vida sin
El orgullo nunca ha sido Dios y sin el amor en su corazón.
bueno para nadie. El orgullo
dejó que se pervirtiera el corazón de Lucifer en los atrios celestiales.
Por el orgullo se han cometido los mayores males de la tierra. La
gente orgullosa nunca será capaz de reconocer sus errores ni mucho
menos pedir perdón por ellos. El orgulloso siempre agrede, en las
discusiones no le gusta perder y siempre cree tener la razón, aunque
por lo general está equivocado. Las personas orgullosas son muy
desagradables y tienen más enemigos que amigos. Los orgullosos
humillan e intimidan. Su presencia, para algunos, tiene efectos de
pánico. Los orgullosos son egoístas, no piensan en las necesidades
ajenas, y siempre miran las cosas para sí mismos. Son insensibles y
casi nunca desarrollan una sensibilidad humana ante las necesidades
de los demás. Quien no piensa en las necesidades ajenas y tampoco
es sensible ante el dolor del prójimo es que su corazón está lleno de
orgullo y egoísmo. Pero lo peor de la gente egoísta y orgullosa es
que han despojado a Dios de sus vidas y han cerrado la puerta de su
corazón. Dios está fuera de sus vidas. Tienen una vida sin Dios y sin
el amor en su corazón.
Por naturaleza, el hombre es orgulloso (pecador) y para que esta fea
mancha del carácter no destruya su vida, Cristo está allí afuera de la
puerta de su corazón llamando. “Yo estoy a la puerta y llamo”, dice
el Señor. Él insiste. No se da por vencido. Está interesado en cambiar
tu vida, tu corazón. Jesús quiere que abras la puerta de tu corazón.
Está llamando a tu puerta con insistente amor y misericordia. Él está
allí, a la espera de tu respuesta. Quiere entrar a tu vida y llenarte de
su vida. El Señor sabe que no puedes luchar contra el pecado tú solo.
87
Él sabe que tú lo necesitas a él. Y por eso ha venida a tu ayuda y no
te quiere dejar a la desventura. Él siempre ha estado pendiente de ti,
porque siempre te ha cuidado y te ha conducido hasta la lectura de
estas palabras para que comprendas que el Señor te está buscando.
Deja de vivir sin Dios. Tu vida no será igual si le dejas entrar a tu
corazón. Vas a tener una luz que ilumine tu interior. Tendrás el pan
del cielo que sacie tu alma; y el agua de la vida que colme tu sed. No
tienes por qué seguir solo. El Señor quiere estar contigo desde ahora
y para siempre. Su voluntad es hacerte en un vencedor, tal como lo
describe el Apocalipsis.
Para que todo esto ocurra en tu vida debes hacer lo que él dice en
Apocalipsis 3: 20:
“Si alguno oye mi voz”
“Y abre la puerta”
¿Quieres escuchar a Dios? Te está llamando. Pero, ¿cómo distinguir
su voz en un mundo turbulento y bullicioso en donde suenan muchas
otras voces? La forma más segura de escuchar la voz de Jesús es por
medio de su Palabra: la Biblia. Cada vez que abras sus páginas será
como si se abrieran los labios del Señor para hablarte directamente
a ti. Ésta es su Santa Palabra que da vida y luz. Déjala resplandecer
en tu corazón.
“Siéntate en mi trono”
Al momento de escuchar la voz de Jesús, ábrele. Dale una
oportunidad al Señor en tu vida. No te dejes vencer por la maldad de
este mundo y del pecado. Con Cristo podrás ser un vencedor. Y mira
lo que sigue diciéndonos el Señor:

88
Marcelo J. Solís M.

“Al vencedor le concederé que se siente conmigo en mi trono, así


como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono”
(Apocalipsis 3: 21).

El trono de Dios fue codiciado por Lucifer desde tiempos


inmemoriales. Porque el trono e un lugar de prestigio y autoridad.
En un trono se sienta el Rey y el Soberano; en un trono se sienta un
rey para juzgar y regir con autoridad.
La Biblia nos habla acerca del trono en varios textos bíblicos:
“Estuve mirando hasta que fueron puesto tronos y se sentó un
Anciano de días. Su vestido era blanco como la nieve; el pelo de su
cabeza, como lana limpia; su trono, llama de fuego, y fuego ardiente
las ruedas del mismo. Un río de fuego procedía y salía delante de él;
miles de miles lo servían, y millones de millones estaban delante de
él. El Juez se sentó y los libros fueron abiertos” (Daniel 7: 9, 10).

En este sentido, el trono es el de un Juez. Pero en el versículo


siguiente, al parecer, el trono denota grande autoridad y soberanía
en un reino eterno.
“Miraba yo en la visión de la noche, y vi que con las nubes del cielo
venía uno como un hijo de hombre; vino hasta el Anciano de días, y
lo hicieron acercarse delante de él. Le fue dado dominio, gloria y
reino, para que todos los pueblos, naciones y lenguas le sirvieran; su
dominio es dominio eterno, que nunca pasará; y su reino es un reino
que nunca será destruido” (Daniel 7: 13, 14).

Podemos apreciar en estos dos versículos que una persona como un


humano se aproxima al trono de Dios en el cielo para recibir el reino
eterno de Dios sobre el planeta Tierra. “En los días de estos reyes, el
Dios del cielo levantará un reino que no será jamás destruido, ni será
el reino dejado a otro pueblo; desmenuzará y consumirá a todos estos
reinos, pero él permanecerá para siempre” (Daniel 2: 44).

89
¿Puede usted imaginarse sentado Esta persona tiene que ser
en el trono celestial que Dios Cristo, el divino Hijo de Dios.
tiene para usted? Y no sólo un La Biblia dice: “Pero Jesús
trono, también la corona de la callaba. Entonces el Sumo
vida eterna, con ropas blancas y
con una piedrecita blanca en la
sacerdote le dijo: —Te conjuro
cual tenga su nombre nuevo. por el Dios viviente que nos
¿Puede imaginarse cómo será ese digas si eres tú el Cristo, el Hijo
día ante la presencia del mismo de Dios—. Jesús le dijo: —Tú lo
Salvador Jesucristo? ¡Oh, cuánto has dicho. Y además os digo que
anhelo que ese día llegue y poder
contemplarlo cara a cara!
desde ahora veréis al Hijo del
hombre sentado a la diestra del
poder de Dios y viviendo en las nubes del cielo” (Mateo 26: 63-64).
“El centurión y los que estaban con él custodiando a Jesús, al ver el
terremoto y las cosas que habían sido hechas, llenos de miedo
dijeron: —Verdaderamente este era el Hijo de Dios” (Mateo 27: 54).
“Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios” (Marcos 1: 1).
Jesús habló de sí mismo como “Hijo del hombre” y que regresará a
la tierra para establecer su reino eterno. “Porque el Hijo del hombre
vendrá en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces pagará
a cada uno conforme a sus obras” (Mateo 16: 27). “Jesús les dijo: —
De cierto os digo que en la regeneración, cuando el Hijo del hombre
se siente en el trono de su gloria, vosotros que me habéis seguido,
también os sentaréis sobre doce tronos, para juzgar a las doce tribus
de Israel” (Mateo 19: 29).
Por sí misma, la expresión “hijo de hombre” puede referirse a un ser
humano ordinario (Ezequiel 2: 1, 3, 6, 8), pero la persona de Daniel
7 es especial. Cuando Cristo venga a la tierra por segunda vez su
reino ya estará determinado en cuanto a sus integrantes:
“Cuando el Hijo del hombre venga en su gloria y todos los santos
ángeles con él, entonces se sentará en su trono de gloria, y serán

90
Marcelo J. Solís M.

reunidas delante de él todas las naciones; entonces apartará los unos


de los otros, como aparta el pastor las ovejas de los cabritos. Y
pondrá las ovejas a su derecha y los cabritos a su izquierda. Entonces
el Rey dirá a los de su derecha: Venid benditos de mi Padre, heredad
el Reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo,
porque tuve hambre y me distéis de comer; tuve sed y me distéis de
beber; fui forastero y me recogisteis; estuve desnudo y me vestisteis;
enfermo y me visitasteis; en la cárcel y fuisteis a verme. Entonces
los justos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te vimos
hambriento y te alimentamos, o sediento y te dimos de beber?
¿Cuándo te vimos forastero y te recogimos, o desnudo y te
vestimos? ¿O cuándo te vimos enfermo o en la cárcel, y fuimos a
verte? Respondiendo el Rey, les dirá: De cierto os digo que en
cuanto lo hicisteis a uno de estos mis hermanos más pequeños, a mí
lo hicisteis. Entonces también dirá a los de la izquierda: Apartaos de
mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles,
porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me
disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo
y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis.
Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿cuándo te
vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo o en la
cárcel, y no t servimos? Entonces les responderá diciendo: De cierto
os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeñitos,
tampoco a mí lo hicisteis. Irán éstos al castigo eterno y los justos a
la vida eterna” (Mateo 25: 31-46).
“El que es injusto, sea injusto todavía; el que es impuro, sea impuro
todavía; el que es justo, practique la justicia todavía, y el que es
santo, santifíquese más todavía. ¡Vengo pronto!, y mi galardón
conmigo para recompensar a cada uno según sea su obra”
(Apocalipsis 22: 11-12).

Por lo tanto, el juicio celestial que determina los destinos de los


hombres (Daniel 7: 9-14) transcurre antes de la Segunda Venida de
Cristo.

91
“En medio del cielo vi volar a otro ángel que tenía el evangelio
eterno para predicarlo a los habitantes de la tierra, a toda nación,
tribu, lengua y pueblo. Decía a gran voz: ¡Temed a Dios y dadle
gloria, porque la hora de su juicio ha llegado! ¡Adorad a Aquel que
hizo el cielo y la tierra, el mar y las fuentes de las aguas!”
(Apocalipsis 14: 6, 7).

Obsérvese que Daniel 7: 13 hace una distinción entre dos de las


Personas de la santísima Trinidad: Cristo, el Hijo, se aproxima al
“Anciano de Días”, que tiene que ser Dios el Padre.
Entiéndase, pues, que “trono” se refiere a juicio y a reinado. Cuando
Jesús promete a los vencedores de Apocalipsis 3: 21 sentarse en
tronos celestiales, es, seguramente por las dos mismas razones que
ya se ha mencionado: juicio y reinado. Es un juicio vindicatorio y un
reinado celestial durante mil años.
El mismo libro describe la recompensa final de los redimidos
durante el milenio de la siguiente manera:
“Vi tronos, y se sentaron sobre ellos los que recibieron facultad de
juzgar. Y vi las lamas de los decapitados por causa del testimonio
de Jesús y por la palabra de Dios, los que no habían adorado a la
bestia ni a su imagen, ni recibieron la marca en sus frentes ni en sus
manos; y vivieron y reinaron con Cristo mil años” (Apocalipsis 20:
4).

Apocalipsis 20: 4 contiene una importante vislumbre de lo que


ocurre en el cielo después de la Segunda Venida. Se trata del juicio
durante el milenio en el cual participarán los redimidos, quienes
juzgarán a los impíos. Realmente será un enorme privilegio sentarse
en los tronos celestiales y juzgar. Aunque la decisión final ya habrá
sido tomada por el Juez del universo, sin embargo, por cuestión de
vindicar el carácter de Dios, permitirá que los santos redimidos se
sienten en tronos celestiales a juzgar a los impíos. Pero también, al
92
Marcelo J. Solís M.

final del versículo cuatro se dice que reinarán “con Cristo” durante
ese período en el cielo.
El apóstol Pablo, escribió:
“¿No sabéis que los santos han de juzgar al mundo? Y si el mundo
ha de ser juzgado por vosotros, ¿sois indignos de juzgar asuntos
tan pequeños? ¿No sabéis que hemos de juzgar a los ángeles?
¿Cuánto más las cosas de esta vida?” (1 Corintios 6: 2-3).

Por lo cual, siéntase enormemente privilegiado todo hijo de Dios. El


Señor ha prometido darte esa facultad si te conviertes en un vencedor
espiritual.
¿Puede usted imaginarse sentado en el trono celestial que Dios tiene
para usted? Y no sólo un trono, también la corona de la vida eterna,
con ropas blancas y con una piedrecita blanca en la cual tenga su
nombre nuevo. ¿Puede imaginarse cómo será ese día ante la
presencia del mismo Salvador Jesucristo? ¡Oh, cuánto anhelo que
ese día llegue y poder contemplarlo cara a cara!
¿Cómo debemos vencer? “Ellos lo han vencido por
medio de la sangre del
Esta pregunta es demasiado Cordero y de la palabra del
importante como para dejarla testimonio de ellos, que
pasar por apercibido. En el menospreciaron sus vidas
mundo, las personas tienen una hasta la muerte”
idea errónea de lo que es vencer. (Apocalipsis 12: 11).
Mientras que los paganos e
incrédulos creen que un vencedor es el más fuerte y agresivo; en las
filas del Señor no es así. El vencedor será, incluso, el más débil y
humilde que aprenda a confiar en la mano del Todopoderoso.

93
El Señor dice:
“Al vencedor le concederé que se siente conmigo en mi trono, así
como yo he vencido y me he sentado con mi Padre en su trono”
(Apocalipsis 3: 21).

Pero la pregunta sigue siendo de valor para nosotros: ¿cómo


debemos ser vencedores?
El Señor nos responde: “Así como yo he vencido…”. Esto significa
que debemos analizar cómo venció Cristo.
Durante su estadía en la tierra, el Señor Jesús tuvo que enfrentar
múltiples pruebas y tentaciones de Satanás. Constantemente era
asaltado, pero nunca vencido por los fieros ataques del archienemigo
de Dios.
En Mateo cuatro se encuentra uno de los ataques más feroces que
hay sufrido. Ocurrió precisamente en el desierto.
“Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser
tentado por el diablo. Después de haber ayunado cuarenta días y
cuarenta noches, sintió hambre. Se le acercó el tentador y le dijo:
—Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en pan. Él
respondió y dijo: —Escrito está: “No solo de pan vivirá el hombre,
sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.
Entonces el diablo lo llevó a la santa ciudad, lo puso sobre el
pináculo del templo y le dijo: —Si eres Hijo de Dios, tírate abajo,
pues escrito está: “A sus ángeles mandará cerca de ti”, y “en sus
manos te sostendrán, para que no tropieces tu pie en piedra”. Jesús
le dijo: —“Escrito está también: “No tentará el Señor, tu Dios”.
Otra vez lo llevó el diablo a un monte muy alto y le mostró todos los
reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: —Todo esto te daré
si postrado me adoras. Entonces Jesús le dijo: —Vete, Satanás,
porque escrito está: “Al Señor tu Dios adorarás y sólo a él servirás”.
94
Marcelo J. Solís M.

El diablo entonces lo dejó, y Esta es la voluntad de Dios,


vinieron ángeles y lo servían nuestra santificación. Dios
(Mateo 4: 1-11). quiere que le rindamos a él
la gloria y la alabanza por
También, en Juan 16: 33, leemos: su grandeza y por su poder.
Jesús es el que justifica al
“Estas cosas os he hablado para
pecador y es el Justo. Su
que en mí tengáis paz. En el amor se perfecciona en
mundo tendréis aflicción, pero verdad en todo aquel que le
confiad, yo he vencido al mundo”. abre su corazón y lo deja
entrar a su vida.
Como se puede apreciar en la lectura
anterior, Cristo venció a Satanás aferrando su fe en la Palabra de
Dios. Es que en la Palabra de Dios hay poder. Si quieres ser un
vencedor debes aferrar todas tus creencias y convicciones a la Santa
Palabra de Dios. Ante cada tentación, Cristo le recetó al diablo una
escritura de la Biblia. Así mismo, nosotros podemos vencer. Ante
cada tentación, para vencer, debemos decir en consigna un versículo
de la Biblia que nos inspire a confiar más en nuestro Redentor.
También, el Apocalipsis menciona cómo es que vencerán los fieles
de Dios ante los turbulentos tiempos y pruebas que han de venir.
“Ellos lo han vencido por medio de la sangre del Cordero y de la
palabra del testimonio de ellos, que menospreciaron sus vidas hasta
la muerte” (Apocalipsis 12: 11).

Acá se presenta un método para vencer a Satanás. Los hijos de Dios


vencen por su fe en la sangre del Cordero, en su muerte y en su
resurrección, que los libera del temor de la muerte y los hace capaces
de presentar un testimonio valiente.
Cuando el Hijo de Dios murió en la cruz, Satanás creyó haberlo
vencido. Pero en realidad fue al revés. Porque Jesús, con su muerte
venció al pecado y con su resurrección venció a la muerte. Satanás
ha sido vencido y ya está condenado para el fuego eterno.
95
En el caso de la última batalla, el Apocalipsis una vez más describe
la victoria de Cristo junto con su pueblo.
“Los diez cuernos que has visto son diez reyes que aún no han
recibido reino; pero recibirán autoridad como reyes por una hora,
juntamente con la bestia. Éstos tienen un mismo propósito:
entregarán su poder y autoridad a la bestia. Pelearán contra el
Cordero, y el cordero los vencerá, porque es Señor de señores y Rey
de reyes; y los que están con él son llamados, elegidos y fieles”
(Apocalipsis 17: 12-14).

Estos “llamados, elegidos y fieles” son el pueblo de Dios. Juan dice


que Jesús “nos hizo reyes y sacerdotes para Dios su Padre”
(Apocalipsis 1: 6; cf. 5:10). Se trata de los siervos de Dios, sus
colaboradores. Es el “pueblo que conoce a su Dios, que se esforzará
y actuará” (Daniel 11: 32). Estos son los vencedores de Apocalipsis
3:21 que se sentarán con Cristo en su trono, y que su método de
vencer es el mismo de Jesús: “así como yo he vencido y me he
sentado con mi Padre en su trono”, dijo el Salvador.
La victoria es sobre el pecado, la tentación y sobre uno mismo.
Debemos vencernos a nosotros mismos, a nuestro orgullo, nuestras
pasiones carnales y humillarnos ante la majestuosa presencia de
nuestro Dios. En esta guerra espiritual se obtiene la victoria de
rodillas rindiéndonos a los pies de Cristo. Es entregándole nuestra
vida y nuestro corazón a él. Es quebrando nuestro orgullo y
depositando todo nuestro amor y corazón a Dios.
Estoy seguro de que si hoy decides rendirte ante Jesús, él te levantará
con nuevas fuerzas para vencer el mal con el bien. También te
aseguro que si hoy lo dejas entrar en tu corazón, tu vida será
diferente y mejor. Habrás experimentados el nuevo nacimiento sin
el cual nadie entrará al reino de Dios (ver Juan 3:1-6). Si humillas tu
corazón ante el Todopoderoso obtendrás la victoria en este gran

96
Marcelo J. Solís M.

conflicto espiritual. Si te entregas a Dios sin reserva alguna toda tu


vida estará escondida en Cristo y estarás seguro para la vida eterna.
Esta es la voluntad de Dios, nuestra santificación. Dios quiere que le
rindamos a él la gloria y la alabanza por su grandeza y por su poder.
Jesús es el que justifica al pecador y es el Justo. Su amor se
perfecciona en verdad en todo aquel que le abre su corazón y lo deja
entrar a su vida.
El Espíritu sigue hablándonos
para que seamos vencedores
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias”
(Apocalipsis 3: 22).

Sí. El Espíritu Santo sigue comunicándose con su pueblo. Y estoy


seguro que si has leído todo este libro hasta aquí atentamente, de
alguna manera especial el Espíritu de Dios te ha hablado también.
El Espíritu Santo intercede y llama. La Biblia dice que junto con su
la Esposa del Cordero, la Nueva Jerusalén celestial, el Espíritu Santo
nos llaman a la fuente verdadera de agua limpia y cristalina de vida
eterna:
“El Espíritu y la Esposa dicen: ¡Ven! El que oye, diga: ¡Ven! Y el
que tiene sed, venga. El que quiera, tome gratuitamente del agua de
la vida” (Apocalipsis 22: 17).

La salvación es gratuita. La obediencia es una respuesta de amor de


los redimidos del Señor. Pero la salvación sigue siendo gratuita por
el poder de la gracia de Cristo, nuestro Salvador.
“Gocémonos, alegrémonos y démosle gloria, porque han llegado las
bodas del Cordero y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha
concedido que se vista de lino fino, limpio y resplandeciente. (El

97
lino fino representa las acciones justas de los santos)” (Apocalipsis
19: 7, 8).
“Y yo, Juan, vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del
cielo, de parte de Dios, ataviada como una esposa hermoseada para
su esposo” (Apocalipsis 21: 2).
“Entonces vino a mí uno de los siete ángeles que tenían las siete
copas llenas de las siete plagas postreras y habló conmigo, diciendo:
Ven acá, te mostraré la desposada, la esposa del Cordero. Me llevó
en el Espíritu a un monte grande y alto y me mostró la gran ciudad,
la santa Jerusalén, que descendía del cielo de parte de Dios. Tenía
la gloria de Dios y su fulgor era semejante al de una piedra
preciosísima, como piedra de jaspe, diáfana como el cristal”
(Apocalipsis 21: 9-11).

Esta es la ciudad anhelada de los hijos de Dios, en la cual mora la


justicia. Esta es una bella promesa, para los vencedores. Pero los
vencidos, no entrarán en ella. Y, ¿quiénes serán los vencidos? La
Biblia responde:
“Pero los cobardes e incrédulos, los abominables y los homicidas,
los fornicarios y hechiceros, los idólatras y todos los mentirosos
tendrán su parte en el lago que arde con fuego y azufre, que es la
muerte segunda” (Apocalipsis 21: 8).

¿Únicamente quién recibirá la promesa de la herencia eterna de


Dios? La Biblia dice:
“El vencedor heredará todas las cosas, y yo seré su Dios y él será mi
hijo” (Apocalipsis 21: 7).

¡Atrévete a ser un vencedor en el nombre de Jesucristo!

98
Marcelo J. Solís M.

PALABRAS FINALES

C
OMO HEMOS VISTO, el Apocalipsis no es un libro de
tragedias ni de catástrofes, como lo cree la mayoría de las
personas. Es un libro de esperanza, de consuelo y de
fragantes promesas. Este libro contiene las promesas más
hermosas que se puedan leer en la Biblia. Y sólo quienes aprecien el
valor de las promesas de Dios contenidas en el Apocalipsis serán
capaces de permanecer firmes y de pie aun en medio de las más
terribles pruebas que tendrán que pasar los seres humanos sobre la
tierra.
En estas promesas Dios demuestra su comprensión, su compasión y
el cuidado hacia su más valioso tesoro en esta tierra, que es la iglesia.
Y aunque no deja en secreto los acontecimientos caóticos que
tendremos que sufrir en este planeta, nos proporciona las más
sublimes promesas para que aprendamos a confiar en él.
En medio de todo el drama humano, con sus funestos sucesos que
no hacen más que acrecentar el dolor, el sufrimiento y el
derramamiento de sangre, Cristo Jesús está en medio de su iglesia
para protegerla y otorgarle la victoria.
Las palabras proféticas de Daniel 11: 32 se vuelven más valiosas en
este contexto: “pero el pueblo que conoce a su Dios se esforzará y
actuará”. La actitud de la iglesia del Señor en medio de la crisis
venidera será una actitud positiva, llena de confianza en su amante
Salvador; será una actitud de dependencia de la mano del
Todopoderoso.

99
Ahora, para repasar y no olvidar, te transcribo las siete promesas que
hemos analizado en este libro:
Primera promesa:
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al
vencedor le daré a comer del árbol de la vida, que está en medio del
paraíso de Dios” (Apocalipsis 2: 7).

Segunda promesa:
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. El
vencedor no sufrirá daño de la segunda muerte” (Apocalipsis 2: 11).

Tercera promesa:
“El que tiene oído, oiga lo que el Espíritu dice a las iglesias. Al
vencedor le daré a comer del maná escondido, y le daré una
piedrecita blanca y en la piedrecita un nombre nuevo escrito, el cual
nadie conoce sino el que lo recibe” (Apocalipsis 2: 17).

Cuarta promesa:
“Al vencedor que guarde mis obras hasta el fin, yo le daré autoridad
sobre las naciones; y las regirá con vara de hierro y serán quebradas
como un vaso de alfarero; como yo también la he recibido de mi
Padre. Y le daré la estrella de la mañana. El que tiene oído oiga lo
que el Espíritu dice a las iglesias” (Apocalipsis 2: 26-29).

Quinta promesa:
“El vencedor será vestido de vestiduras blancas, y no borraré su
nombre del libro de la vida, y confesaré su nombre delante de mi
Padre y delante de sus ángeles. El que tiene oído, oiga lo que el
Espíritu dice a las iglesias” (Apocalipsis 3: 5, 6).

100
Marcelo J. Solís M.

Sexta promesa:
“Por cuanto has guardado la palabra de mi paciencia, yo también te
guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el mundo
entero para probar a los que habitan sobre la tierra. Vengo pronto;
retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. Al vencedor
yo lo haré columna en el templo de mi Dios y nunca más saldrá de
allí. Escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la
ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo,
con mi Dios, y mi nombre nuevo. El que tiene oído, oiga lo que el
Espíritu dice a las iglesias” (Apocalipsis 3: 10-13).

Séptima promesa:
“Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta,
entraré a él y cenaré con él y él conmigo. Al vencedor le concederé
que se siente conmigo en mi trono, así como yo he vencido y me he
sentado con mi Padre en su trono. El que tiene oído, oiga lo que el
Espíritu dice a las iglesias” (Apocalipsis 3: 20-22).

Y para concluir con todo lo dicho hasta aquí, deseo citar lo que Elena
G. de White, escribió acerca de la naturaleza de las promesas
divinas:
Toda promesa de Dios tiene ciertas condiciones. Si estamos
dispuestos a hacer su voluntad, toda su fuerza nos pertenece.
Cualquier don que nos prometa se encuentra en la promesa misma.
“La semilla es la palabra de Dios” (Lucas 8:11). Tan ciertamente
como se encuentra la semilla del roble en la bellota, se encuentra el
don de Dios en su promesa. Si recibimos la promesa, recibimos el
don (La Oración, pág. 372).

Así que, amigos y hermanos, consiervos de Dios, los invito a que


nos alistemos en las filas de los vencedores, en la de los que
“guardan los mandamientos de Dios y tienen la fe de Jesús”.

101
Procuremos mantenernos firmes en la fe. Perseveremos hasta el fin
y veremos la gloria de Dios manifestarse en nuestra vida.
Nuestro Señor Jesucristo muy pronto volverá a esta tierra, y es de
grande importancia y urgencia que permanezcamos velando y
preparándonos para ese portentoso acontecimiento.
Que el mismo Dios que estuvo con Daniel en la fosa de los leones,
esté con nosotros en el gran tiempo de angustia.
¡Maranatha!
El Señor Jesús volverá pronto.

“¡Amén! ¡Ven, Señor Jesús!”

“La gracia de nuestro Señor Jesucristo


sea con todos vosotros. Amén”
(Apocalipsis 22: 21).

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Marcelo J. Solís M.

Serie 7 de 7
1. 7 Promesas del Apocalipsis
2. Las 7 Bienaventuranzas del Apocalipsis
3. 7 Semblanzas de Jesús en el Apocalipsis
4. Las 7 Iglesias del Apocalipsis
5. Los 7 Sellos del Apocalipsis
6. Las 7 Plagas del Apocalipsis
7. Las 7 Trompetas del Apocalipsis.

“La gracia de nuestro Señor Jesucristo


sea con todos vosotros. Amén”
(Apocalipsis 22: 21).

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