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CURSO DE CEREMONIEROS
APUNTES BÁSICOS
Curso de ceremonieros
CURSO DE CEREMONIEROS
ÍNDICE
Página
2. La espiritualidad litúrgica. 6
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Curso de ceremonieros
LA LITURGIA,
MANANTIAL Y CUMBRE DE LA VIDA DE LA IGLESIA
“En Cristo se realizó plenamente nuestra reconciliación y se nos dio la plenitud del culto
divino” (SC 5). Por eso “la Iglesia no ha dejado nunca de reunirse para celebrar el misterio
pascual; leyendo cuanto a él se refiere en toda la Escritura (Lc 24,27), celebrando la
Eucaristía, en la que «se hace de nuevo presente la victoria y el triunfo de su muerte», y
dando gracias al mismo tiempo a Dios por el don inefable (2Cor 9,15) en Cristo Jesús para
alabar su gloria (Ef 1,12) por la fuerza del Espíritu Santo” (SC 6).
“Para llevar a cabo esta obra tan grande, Cristo está siempre presente en su Iglesia,
principalmente en los actos litúrgicos” (SC 7). Está presente de modo especial e inigualable
en el Santo Sacrificio de la Misa.
La liturgia es “El ejercicio de la función sacerdotal de Jesucristo en la que, mediante
signos sensibles, se significa y se realiza, según el modo propio de cada uno, la santificación
del hombre y, así, el Cuerpo místico de Cristo, esto es, la Cabeza y sus miembros, ejerce el
culto público” (SC 7).
En otros términos, por medio de la liturgia se ejerce la obra de nuestra redención 1. “Por
ello toda acción litúrgica, como obra de Cristo sacerdote y de su cuerpo, que es la Iglesia, es
acción sagrada por excelencia, cuya eficacia, con el mismo título y en el mismo grado, no
iguala ninguna otra acción de la Iglesia” (SC 7).
“Realmente, en una obra tan grande por la que Dios es perfectamente glorificado y los
hombres santificados, Cristo asocia siempre consigo a la Iglesia, su esposa amadísima, que
invoca a su Señor y por Él rinde culto al Padre Eterno” (SC 7).
Además, “En la liturgia terrena pregustamos y participamos en la liturgia celeste” (SC
8). Por eso es comprensible que “la liturgia es la cumbre a la que tiende la acción de la
Iglesia y, al mismo tiempo, la fuente de donde mana toda su fuerza. Pues los trabajos
apostólicos se ordenan a que todos, hechos hijos de Dios por la fe y el bautismo, se reúnan,
alaben a Dios en medio de la Iglesia, participen en el sacrificio y coman la cena del Señor”
(SC 10).
Por lo tanto, “De la liturgia, sobre todo de la Eucaristía, mana hacia nosotros, como de
una fuente, la gracia y con la máxima eficacia se obtiene la santificación de los hombres en
Cristo y la glorificación de Dios, a la que tienden todas las demás obras de la Iglesia como a
su fin” (SC 10).
2. «Actuosa participatio»
Para aprovechar la gracia que proviene de las celebraciones litúrgicas no basta cualquier
tipo de participación en ella. Se necesita una «actuosa participatio», es decir, una
participación activa y fructífera.
1
Cf. Sacrosanctum Concilium n. 2.
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«Actuosa participatio» quiere decir participar con toda el alma, con toda la mente, con
todo el corazón aprovechando la gracia que proviene de las celebraciones y permitiendo que
el misterio que se celebra en cada acción sagrada toque y transforme la vida para vivir de
acuerdo con aquello que se celebra, según lo afirma Sacrosanctum Concilium 11:
Sin embargo, para asegurar [la eficacia plena de la gracia que proviene de las acciones
litúrgicas] es necesario que los fieles accedan a la sagrada liturgia con recta disposición de
ánimo, pongan su alma de acuerdo con su voz y cooperen con la gracia divina para no recibirla
en vano. Por ello, los pastores sagrados deben procurar que en la acción litúrgica no sólo se
observen las leyes para una celebración válida y lícita, sino también que los fieles participen
en ella consciente, activa y fructíferamente.
Nosotros ofrecemos siempre el mismo Cordero, y no uno hoy y otro mañana, sino siempre el
mismo. Por esta razón el sacrificio es siempre un solo […] También nosotros ofrecemos ahora
aquella víctima, que se ofreció entonces y que jamás se consumirá3.
2
Ibid., 114 y 115.
3
S. JUAN CRISÓSTOMO, Homilías sobre la carta a los Hebreos, 17,3: PG 63,131.
4
JUAN PABLO II, Ecclesia de Eucharistia, 11.
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¿Creo verdaderamente en este misterio? ¿Creo y vibro de emoción al darme cuenta que
el sacrificio del altar hace presente el sacrificio de la cruz? ¿Qué significa en mi vida esta
realidad de fe?
Respecto a la Eucaristía, al maestro de ceremonias le corresponde disponer todo de tal
manera que se alcance la plena participación activa, consciente y fructífera de la asamblea5.
5
Cf. Institución general para el uso del Misal Romano (tercera edición típica), nn. 18 y 20.
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LA ESPIRITUALIDAD LITÚRGICA
La historia, que es “maestra de vida”, da cuenta de que, “Durante los primeros siglos
del camino de la Iglesia, la liturgia nutría la vida espiritual de los cristianos; no existía otra
espiritualidad más allá de proveniente de la celebración de la Eucaristía, de los sacramentos
y de la liturgia de las horas”6.
Así por ejemplo, las catequesis mistagogicas de algunos padres de la Iglesia como
San Ambrosio (De mysteriis), San Cirilo de Jerusalén , San Agustín (Sermones para la vigilia
pascual y para el tiempo pascual), San Juan Crisóstomo (Catequesis bautismales), Teodoro
de Mopsuestia (Catequesis bautismales), San León Magno y San Gregorio Magno,
constituyen un testimonio elocuente de que, durante los primeros siglos de historia cristiana,
los creyentes alimentaron su vida espiritual principalmente de la liturgia.
Aunque es verdad que, según afirma el Concilio Vaticano II, “la participación en la
sagrada liturgia no abarca toda la vida espiritual”7, hoy como ayer, sólo abrevando de las
fuentes de la liturgia como manantial de la gracia, es posible la vida espiritual. ¿Por qué?
Porque “[…] a través de la liturgia, principalmente a través de los sacramentos,
nuestra vida se injerta en la vida misma de Dios”8 pues, mediante “[…] la liturgia, Cristo,
nuestro Redentor y Sumo Sacerdote, continúa en su Iglesia, con ella y por ella, la obra de
nuestra redención”9, la cual llevó a cabo mediante su encarnación, pasión, muerte,
resurrección y ascensión a los cielos.
Podemos afirmar con Salvatore Marsili que la liturgia “[…] es la fuente y el método
de la espiritualidad propia y original de la Iglesia […]”10porque nos pone en comunión directa
con el mismo Dios.
Ahora bien, Si la espiritualidad es comunión con Dios y la liturgia es fuente primaria
de esta comunión con Dios, entonces la participación en ella requiere de una espiritualidad
propia, es decir, de una espiritualidad litúrgica, que, en términos generales puede definirse
como el conjunto de disposiciones y actitudes que el creyente necesita para vivir consciente,
fecunda y activamente las celebraciones litúrgicas, de modo que su participación en ellas lo
configure cada vez más con el misterio pascual de Cristo y esa configuración se manifieste
en todos los ámbitos de su existencia.
6
J. J. FLORES, Traducir en la vida el misterio pascual. Apuntes para una espiritualidad litúrgica, Paulinas,
Madrid 1992, 11.
7
CONCILIO VATICANO II, Constitución sobre la sagrada liturgia Sacrosanctum Concilium, núm. 12.
8
C. JEAN-NESMY, Espiritualidad del año litúrgico, Herder, Barcelona 1965, 18.
9
Catecismo de la Iglesia católica, núm. 1069.
10
S. MARSILI, “Principi di spiritualità liturgica”, en: I segni del mistero di Cristo. Teologia liturgica dei
sacramenti, Roma 1987, 505.
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Sólo a través de la fe, infundida por Dios como virtud teologal en el bautismo, y
asumida libremente por el cristiano como opción fundamental, el mismo Dios otorga la
capacidad para creer con firmeza que en la liturgia Cristo renueva continuamente la obra de
la redención.
Por eso, en la participación litúrgica se hace realidad aquello que Santo Tomás de
Aquino dice en la Secuencia de Corpus Christi, refiriéndose, concretamente, a la Eucaristía:
“Lo que no comprendes y no ves, lo atestigua una fe viva, fuera de todo el orden de la
naturaleza. Lo que aparece es un signo: esconde en el misterio realidades sublimes”.
Se requiere fe para vivir las acciones litúrgicas, que necesariamente implican un
abandono libre, pero total y sin reservas, a Dios que se revela y se hace presente en el misterio
celebrado.
Así pues, la liturgia sólo puede ser vivida desde la dinámica de la fe.
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Curso de ceremonieros
Sabiendo que, “Cuando se leen en la Iglesia las Sagradas Escrituras es Dios mismo
quien habla a su pueblo, y Cristo, presente en su Palabra quien anuncia la Buena nueva” 11,
en la vivencia de las celebraciones litúrgicas necesitamos desarrollar una escucha atenta,
dócil y humilde de la Escritura.
Se requiere trabajar para que nuestro corazón pueda purificarse y disponerse cada vez
más para la escucha silenciosa, y al mismo tiempo activa y fecunda de la Palabra, recibida
con espíritu de fe y en comunión con la Iglesia, a fin de que esa Palabra, que es proclamada
y anunciada con fuerza particular en la liturgia, sea escuchada, acogida, creída y guardada en
el corazón, para convertirse, cada vez más, en sustento y vigor de la fe, “[…] alimento del
alma [y] fuente límpida y perenne de vida espiritual”12.
Este espíritu eclesial, que tiene múltiples manifestaciones, debe hacerse patente
cuando participamos en la liturgia, pues ella es celebrada por la Iglesia, con la Iglesia y en la
Iglesia.
En el ámbito litúrgico, la comunión con la Iglesia ha de manifestarse particularmente
en dos aspectos esenciales:
11
Instrucción general para el uso del Misal Romano, núm. 9.
12
CONCILIO VATICANO II, Constitución dogmática sobre la divina revelación Dei Verbum, núm. 21.
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Curso de ceremonieros
El contacto vivo con los misterios divinos enciende y fortalece el ardor apostólico.
Quien mediante la participación en la vida litúrgica de la Iglesia crece en la comunión
con Dios, no puede sino verse impulsado a transmitir, por una moción casi incontenible,
aquello que escucha y experimenta del misterio de Dios.
a) La liturgia es fuente de gracia, pero para vivirla con auténtico provecho espiritual es
necesaria una profunda espiritualidad.
b) Los sacerdotes y futuros sacerdotes necesitamos cultivar una sólida espiritualidad
litúrgica, entendida como el conjunto de actitudes de la mente y del corazón que nos
ayudan a aprovechar la gracia que deriva de los sacramentos.
c) La espiritualidad litúrgica ha de conducirnos a la celebración, cada vez más consciente,
activa, contemplativa y fecunda, de la liturgia, de una “[…] liturgia abierta a las mociones
del Espíritu que crea la comunión profunda con Dios y con los hermanos”13, que hace de
13
S. MARSILI, “Principi di spiritualità liturgica”, en: I segni del mistero di Cristo. Teologia liturgica dei
sacramenti, 505.
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nuestra vida una ofrenda agradable al Padre, que nos impulsa al apostolado y al servicio
y nos sostiene en la esperanza escatológica.
d) Por lo tanto, la formación litúrgica en el seminario debe cuidar el decoro, la forma, pero
ante todo, el fondo, la vivencia profunda del misterio celebrado, lo cual mira a la
transformación de la vida.
e) El maestro de ceremonias, disponiendo diligentemente todo aquello que se refiere a las
celebraciones litúrgicas y coordinando la participación de los distintos miembros de una
asamblea litúrgica, presta un invaluable servicio para ayudar a la comunidad en el
fortalecimiento de la espiritualidad litúrgica y el aprovechamiento de la gracia que
proviene de las celebraciones sagradas.
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Curso de ceremonieros
Los maestros de ceremonias tienen como misión particular velar sobre todos los
detalles y pormenores que faciliten celebraciones litúrgicas debidamente preparadas, dignas,
decorosas y, sobre todo, profundamente vividas y aprovechadas espiritualmente por la
comunidad eclesial.
Dada la trascendencia de este servicio, se requiere que los ceremonieros posean un
adecuado conocimiento de la liturgia y de la espiritualidad litúrgica (y si no lo tienen se
empeñen por adquirirlo), conozcan y manejen con pericia los libros litúrgicos, posean
capacidad organizativa, tengan una mirada aguda y analítica para atender los múltiples
detalles que requiere la preparación de una celebración; sean previsores, con capacidad de
respuesta pronta y eficiente y, al mismo tiempo, desarrollen una gran capacidad de diálogo y
de trabajo en equipo, a fin de facilitar la comunión y la corresponsabilidad con todos aquellos
que participan en cada celebración litúrgica.
Téngase presente que la liturgia es, por antonomasia, fuente de gracia, manantial y
cumbre de la vida cristiana.
Por eso, el maestro de ceremonias no es un simple «director» u «organizador» de las
celebraciones; no es tampoco un «custodio» de las rubricas, entendidas desde una perspectiva
reduccionista y no desde su aspecto teológico, espiritual y pastoral.
El ceremoniero es, ante todo, un promotor de la espiritualidad litúrgica, que la vive
en profundidad y que ayuda a la comunidad a que también ella la viva con verdadero fruto
espiritual.
Por eso es necesario que el ceremoniero, y con él toda la comunidad, comprenda que
la preparación y celebración de la liturgia debe cuidar el decoro y la forma, pero por encima
de todo, la participación activa y fructífera por parte de la comunidad para que ésta «tenga
vida y la tenga en abundancia» (Cfr. Jn 10,10).
14
Ceremonial de los obispos, n. 34. Ver también el resto del número 34 y los números 35 y 36.
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Curso de ceremonieros
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1. Antes de la celebración
II. Si hay intención de la Misa se debe avisar al presidente. Conviene que la hoja de
intenciones se coloque en un lugar visible cerca de la página donde se encuentra el saludo
litúrgico, pues la intención debe anunciarse inmediatamente después del saludo litúrgico y
antes del acto penitencial.
III. Acordar con el presidente si se omitirá algún canto dentro de la celebración y avisarlo
oportunamente al coro.
IV. Ponerse de acuerdo con el coro sobre los cantos que serán utilizados, por ejemplo, si se
utilizará alguno de los esquemas del tercer formulario penitencial, si habrá gloria, si habrá
credo (cantado o recitado), si se omitirá algún canto (sobre todo en los tiempos de adviento
y cuaresma), etc.
V. Corroborar que todos los libros litúrgicos estén debidamente preparados (lecturas,
oraciones, prefacio, bendiciones especiales [si las hubiera], etc.) según las indicaciones del
calendario litúrgico, que previamente se han dialogado con el presidente.
VI. Verificar que las preces que se dirán en la celebración estén en la carpeta para el
presidente de la celebración y en la carpeta para el lector.
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Curso de ceremonieros
VIII. En las eucaristías solemnes verificar, en coordinación con el segundo ceremoniero, que
todo el servicio del altar esté presente, de lo contrario tomar decisiones pertinentes.
IX. Si se utiliza la plegaria eucarística I se deberá pedir, antes de que inicie la procesión, que
suban al presbiterio al menos cuatro concelebrantes.
XI. Ayudar al sacerdote que presidirá la celebración a revestirse con los ornamentos sagrados
(si por alguna razón los sacristanes mayores no lo hicieran).
XIII. Marcar el inicio de la procesión con alguna expresión que ayude a los participantes a
disponerse para ella, como por ejemplo: «Vayamos con alegría al encuentro del Señor»,
«Procedamos en paz», «Caminemos al encuentro del Señor», etc.
2. Durante la celebración
II. Acercar al presidente el atril con el Misal Romano en la página de la invocación inicial y
del saludo litúrgico.
I. Si no hay diácono, indicar con una discreta señal al presbítero que debe proclamar el
evangelio, si es que se olvidó de ello.
II. Acercar el atril al presidente si lo utilizará para colocar allí la homilía cuando la lleva
escrita.
III. Acercar el atril al presidente para que inicie y concluya la oración de los fieles.
IV. Retirar el atril una vez que ha concluido la oración de los fieles.
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Curso de ceremonieros
I. Colocar sobre el altar el atril para el Misal Romano y el Misal Romano en la página donde
se encuentra el ofertorio.
II. Acompañar al presidente durante la incensación, si se trata de una Misa solemne, siempre
y cuando no haya diácono(s).
III. Cambiar las páginas del Misal Romano durante toda la plegaria eucarística en todos los
momentos necesarios.
IV. Señalar con discreción al presidente de la celebración las partes de la plegaria eucarística
que debe decir – si hubiese necesidad de ello–. De lo contrario es mejor concretarse a ir
cambiando las páginas del Misal.
I. Cuando lo requieran las circunstancias, indicar al presidente qué píxide de las que están
sobre el altar debe tomar para distribuir la Sagrada Comunión y en qué lugar ha de colocarse
para dar la comunión.
II. Acercar al presidente el atril y el Misal Romano o el Ordinario de la Misa para que recite
la oración post-comunión.
III. Retirar el atril y el Misal una vez que el presidente ha dicho la oración post-comunión.
3. Después de la celebración
II. Ayudar al presidente a retirarse los ornamentos sagrados, si es que no lo hacen los
sacristanes.
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Curso de ceremonieros
1. Antes de la celebración
II. Verificar, en coordinación con el primer ceremoniero, que todo el servicio del altar esté
presente, de lo contrario tomar decisiones pertinentes.
2. Durante la celebración
I. Al llegar al altar indicar a los miembros del servicio del altar y a los concelebrantes la
genuflexión al Santísimo y la reverencia al altar y, si fuera necesario, indicarles hacia dónde
deben dirigirse y en dónde deben ubicarse una vez hecha la veneración del altar.
II. Verificar que, habiendo llegado al presbiterio, los miembros del servicio del altar ocupen
los lugares que les corresponden.
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Curso de ceremonieros
II. Verificar que los ceroferarios y los ministros de naveta y de incensario se vayan
preparando para ejecutar su función una vez que haya comenzado a cantarse el salmo
responsorial.
I. Verificar que los acólitos (o diáconos, si los hay) preparen los dones en tiempo y forma.
II. Estar al pendiente de que los ministros de incensario y naveta se acerquen oportunamente
al presidente una vez que han sido presentados los dones.
IV. Estar al pendiente de que los ceroferarios y los ministros de naveta e incensario se
coloquen durante el canto del sanctus al pie del altar para realizar las funciones que les
corresponden a partir de la consagración.
V. Supervisar que los ministros que han de acercar el micrófono y el Ordinario de la Misa a
los concelebrantes, lo hagan en tiempo y forma.
I. Verificar que los ceroferarios vuelvan a su lugar una vez que se ha reservado el Santísimo
Sacramento.
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a) Si se utiliza la plegaria eucarística I se deberá pedir, antes de que inicie la procesión, que
suban al presbiterio al menos cuatro concelebrantes.
b) Cuando no haya diácono en la celebración, normalmente el concelebrante que quede
sentado a la izquierda del presidente de la celebración se encargará de proclamar el
Evangelio. Pero si por alguna razón lo olvidara, el ceremoniero se lo recordará
discretamente.
c) Es necesario manejar con cuidado y maestría el atril del Misal Romano para evitar caídas
del Misal.
d) Evitar a toda la costa estar preparando el Misal Romano, la Liturgia de las horas o las
carpetas de las preces mientras se proclaman las lecturas de la palabra de Dios o mientras
se lleva a cabo la homilía. Los pormenores de la celebración deben revisarse antes de la
misma, a fin de que el ceremoniero no se distraiga ni distraiga a la asamblea litúrgica y a
los concelebrantes.
e) Procurar que los movimientos y desplazamientos en el presbiterio sean ágiles, pero al
mismo tiempo discretos y reducidos a lo estrictamente necesario (¡no conviene moverse
de un lado para otro cuando no exista necesidad de ello!).
f) Cuando hay sacerdotes invitados, sobre todo si ellos no conocen el presbiterio de la
capilla del seminario, el ceremoniero debe estar muy atento para ofrecer al presidente,
con discreción, pero también con firmeza y claridad, las indicaciones que pueda necesitar
para el buen desarrollo de la celebración, sobre todo acerca de la entrada y la salida de la
Misa, los desplazamientos en el presbiterio, la recitación de la plegaria eucarística (para
permitir a los concelebrantes 1 y 2 recitar la parte de la plegaria que les corresponde) y
la distribución de la comunión. Convendría que, sin agobiar con exceso de indicaciones
al sacerdote invitado, se le comuniquen los aspectos arriba señalados, en la sacristía antes
del inicio de la celebración.
g) Turiferario y naveta no deben de olvidar que cuando el Diacono está presente, es el
encargado de presentarle al presidente la naveta en los diferentes momentos que se
requiere, así como de entregarle el turiferario una vez que se le ha colocado el incienso.
h) Para la incensación del presidente que se realiza después de presentar e incensar los
dones, el altar y la cruz durante el ofertorio, el primer ceremoniero se coloca de lado
izquierdo del turiferario; posteriormente será el segundo ceremoniero quien acompañe al
turiferario a incensar a los concelebrantes y a los fieles.
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Curso de ceremonieros
a) La impuntualidad;
b) La improvisación;
c) La falta de atención y el descuido;
d) El nerviosismo;
e) Los movimientos y desplazamientos grotescos o innecesarios en el altar;
f) Estar organizando aspectos de la celebración cuando ésta ya se encuentra en curso;
g) Estar acomodando los separadores de los libros litúrgicos durante la celebración;
h) Cuchichear con otros servidores del altar;
i) La falta de firmeza o de claridad en las indicaciones;
j) Maltratar los libros litúrgicos. No se deben pegar etiquetas ni separadores al Misal
Romano (ni al castellano ni al latino).
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Curso de ceremonieros
ORDINARIO DE LA MISA
Ritos iniciales
Liturgia de la Palabra
Liturgia eucarística
Prefacios
Plegaria eucarística I o Canon Romano
Plegaria eucarística II
Plegaria eucarística III
Plegaria eucarística IV
Rito de la comunión
Rito de conclusión
Bendiciones solemnes
Oraciones sobre el pueblo
Ordinario de la Misa en la que sólo participa un ministro
Apéndice al ordinario de la Misa:
Plegaria eucarística de la Reconciliación I
Plegaria eucarística de la Reconciliación II
Plegarias eucarísticas que pueden emplearse en las Misas para diversas circunstancias:
Forma I
Forma II
Forma III
Forma IV
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Curso de ceremonieros
MISAS COMUNES
Común de la dedicación de una Iglesia
Común de la Santa María Virgen
Común de Mártires
Común de Pastores
Común de Doctores de la Iglesia
Común de Vírgenes
Común de Santos y Santas
MISAS RITUALES
I. Para los sacramentos de la iniciación cristiana:
1. Para la elección o inscripción del nombre
2. Para los escrutinios del Catecumenado
3. Para el bautismo
4. Para la confirmación
5. Para la primera comunión
II. Para la unción de los enfermos
III. Para el viático
IV. Para conferir las Sagradas Órdenes
V. Para la celebración del Matrimonio
VI. Para la bendición de un abad o de una abadesa
VII. Para la consagración de las vírgenes
VIII. Para la profesión religiosa:
IX. Para la institución de lectores o acólitos
X. Para la dedicación de una iglesia y de un altar
MISAS VOTIVAS
1. De la Santísima Trinidad.
2. De la Divina Misericordia
3. De Nuestro Señor Jesucristo, Sumo y Eterno Sacerdote
4. Del misterio de la Santa Cruz
5. De la Sagrada Eucaristía
6. Del Santísimo Nombre de Jesús
7. De la preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo
8. Del Sagrado Corazón de Jesús
9. Del Espíritu Santo
10. De la Santísima Virgen María
11. De los santos Ángeles
12. De san Juan Bautista
13. De san José
14. De todos los santos apóstoles
15. De los santos Pedro y Pablo, apóstoles
16. De san Pedro, apóstol
17. De san Pablo, apóstol
18. De cualquiera de los Santos Apóstoles
19. De todos los santos
MISAS DE DIFUNTOS
I. EN LAS EXEQUIAS
II. EN EL ANIVERSARIO
III. DIVERSAS CONMEMORACIONES
IV. DIVERSAS ORACIONES POR LOS DIFUNTOS
1. Por el Papa
2. Por el Obispo
3. Por un presbítero
4. Por un diácono
5. Por un religioso
6. Por un difunto que ha trabajado al servicio del Evangelio
7. Por un joven difunto
8. Por un difunto que falleció después de una larga enfermedad
9. Por quien murió repentinamente
10. Por los esposos difuntos
11. Por los propios padres
12. Por los hermanos, parientes y bienhechores
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Curso de ceremonieros
APÉNDICES
ÍNDICES
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Curso de ceremonieros
a) Para la entrada y la salida de laudes y vísperas solemnes se llevan cruz alta y ciriales.
b) Al llegar al presbiterio, se hace primero genuflexión al Santísimo Sacramento (excepto
quienes llevan la cruz alta y los ciriales) y después reverencia al altar.
c) Quien preside la celebración dice “Señor abre mis labios” desde la sede después de que
ha besado el altar.
d) Al momento de incensar al Presidente durante el cántico evangélico, el ceremoniero
acompaña al turiferario colocándose de su lado izquierdo.
e) Cuando se inciensa a los files, el ceremoniero acompaña al turiferario colocándose a su
lado izquierdo de frente a los fieles, a fin de evitar cruces o choques al terminar la
incensación.
f) Para la salida de la celebración, al pie del presbiterio se hace primero genuflexión al
Santísimo y después reverencia al altar.
a) En los momentos en los cuales el servicio llega y sale durante la exposición quien
porta el turiferario no hace genuflexión.
b) El servicio del altar se desplaza a la sacristía a las 22:15 hrs. para renovar el carbón
del incensario y salir de nuevo a la nave de la capilla junto con el sacerdote que dará
la bendición.
c) El incensario y la naveta se ofrecen estando de pie quienes los portan, a menos que
quien expone el Santísimo se encuentre arrodillado. Una vez colocado el incienso en
el incensario y entregado el incensario a quien incensará, todos se arrodillan.
d) Es necesario estar atentos al momento en que se necesita colocar y retirar el paño de
hombros sobre el presbítero que da la bendición con el Santísimo Sacramento.
e) Después de la reserva del Santísimo Sacramento y del canto mariano, el acólito que
haya hecho la catequesis antes de la exposición, lee el Evangelio de la Misa del día
siguiente.
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