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William Roger Louis

4/0849 Colo y Descolo (Pineau)


19 copias

El imperialismo
(La controversia Robinson-Gallagher)

CB .
É©ÜÏÏ©IÍZÜAIL [NUEVA ÜMMCBIÉN
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ellos surgin'an posteriormente las modernas luchas en con- Fundamentos no europeos del
tra de la dominación foránea. Pero el idioma ha escondido imperialismo europeo.
la esencia. El imperialismo ha sido su auxiliar. Entre ambas
han arbitrado una revolución mundial. El nacionalismo ha Bosquejo para‘una teoría de colaboración
sido la continuación del imperialismo por otros medios.
a.

Ronald Robinson
au-

aah;
31.4

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s—¿F'é4
,

Este trabajo elabora la hipótesis del articulo de 1953 según


el cual el imperialismo es una función politica del proceso
de integración de algunos territorios y en determinados
momentos de la economia internacional. El imperialismo
europeo fue, con frecuencia, tanto o más una función de
la resistencia o colaboración no europeas como lo fue de los
agentes de expansión europea. Por lo tanto, el ensayo es una
investigación de la naturaleza de las crisis y los cambios en las
sociedades no europeas. Robinson intenta formular la im-
plicación de sus estudios previos, analizando la posibilidad

de una teoria general.
El trabajo amplia el modelo previo. Ahora abarca no sólo
el origen del imperio sino también la cuestión de cómo el
dominio colonial fue subsecuentemente mantenido y por
qué, finalmen te,‘ culminó en descolonización. Muestra a las
claras la influencia y los resultados del saber histórico so—
bre Asia y África en la década de 1960. A juicio de Robin-
son, otras estudiosos han confirmado la validez de poner el
acento en los elementos no europeos del imperialismo eu-
ropeo en el articulo de 1953.
Este ensayo apareció «originalmente en el trabajo de Ro-
gen Oven y Bob Sutcliffe (recopiladores), Studies in the
Theory of Imperialism (Longman, 1972) y se reimprime
con autorización del autor, rec opilado res y editor.
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En este volumen se vuelve a rendir homenaje a la terrible estudios de la naturaleza y funcionamiento de los diver-
simetría de las viejas teorías del imperialismo que confun- sos acuerdos de mu tua colaboración, a través de los cuales los
dían las políticas del imperio con laseconomías del capita- componentes europeos extremos y los no europeos mter-
lismo. No obstante, desde que fueron inventadas, la pers- nos cooperaron en'el momento del impacto imperial. Antes
pectiva se ha esfumado y la descolonización ha destrozado de reflexionar 'sobre esta idea, es necesario ubicarla en un e
muchas de sus impenetrables arrogancias eurocéntricas. contexto más amplio.
Una teoría más histórica del trabajo del imperialismo euro-
. peo en los siglos Xlx y XX seria innecesaria. ' -
_
Las viejas naciones, en su mayor parte, se limitaban a ex-
1. Una definición del ¡(Mmmm moderno
plicar la génesis de los nuevos imperios coloniales en base a El imperialismo en lagra industrial es un proceso en donde
las nuevas circunstancias de Europa. Una teóría futura de- los agentes de una sBEiedad en expansión obtienen una ex-
berá explicar, además, cómo un puñado de procónsules lo- cesiva influencia o control sobre la sociedades más débiles,
graron manejar las polimorfas sociedades de Asia y África, mediante la “diplomacia del dólar” y los “cañoneros”, la
y cómo, finalmente, élites nacionalistas comparativamente ' persuasión ideológica, la conquista y dominación o implan-
más pequeñas los convencieron de que se retiraran. tando colonias-con su propia gente en el exterior. El objeto
De todos modos, existe una razón mucho más compulsi- es amoldarlas o remodelarlas a sus propios intereses y a su
va para buscar una síntesis superior a la de los viejos maes- propia imagen. Esto implica una demostración de poder y la
tros. Hoy en día, sus análisis, deducidos de principios bási- transformación de los recursos económicos; pero mnguna
cos más que de una observación empírica, aparecen como sociedad, no importa cuán dominante sea, puede manipular
ideas acerca de la sociedad europea proyectadas hacia afue- civilizaciones densamente pobladas o colonias blancas en
ra más que teorías sistematizadas del proceso imperial co- otros continentes simplemente por el hecho de proyectar
mo tal. Eran como una función de la economia europea, su propia fuerza sobre ellos. La dominación es sólo posrble
industrial y política. Construidas en la creencia de que to- en tanto el poder foráneo es trasladado a los térmmos dela
dos los componentes activos deberían ser eurOpeos, lo que política económica interna. y .
excluía por definición a los elementos vitales no europeos, Históricamente, el imperialismo europeo podría ser defi-
las viejas teo-rias estaban basadas en un gran espejismo. nido Como un acto político reflejo entre dos componentes
Cualquier teoria nueva deberá reconocer que el imperia- europeos y' uno no europeo. De Europa surgió la presión
lismo fue una función tanto de la colaboración o no de económica para integrar a las regiones recientemente colo-
sus víctimas, de sus políticas internas como lo fue de la ex- nizadas y a los antiguós imperios agrarios a la economía 1n-
pansión europea. Las fuerzas expansivas generadas en la dustrial, como mercados e inversiones. De Europa también
Europa industrial debieron combinarse con elementos de surgió el imperativo estratégico de asegurarlos en contra
las sociedades agrarias de otras partes del mundo para ha- de rivales en'la política de poder mundial. Como las teo-
cer que el imperio fuera algo realizable. rías de los viejos maestros), éstas podrían darse por supues-
El objeto de este trabajo es explorar esta primer suposi- tas, a pesar de lo cual eran indispensables al proceso.
ción más realista como base para una nueva propuesta. No
pretende completar Ia teoría anterior. Si hace pensar que las 1
Estas teorías están bien analizadas en D. K. Fieldhouse, The Theory of Ca-
investigaciones del tema pueden tomar un nuevo rumbo. El pitalist Imperialism (Londres, Widenfeldl Nicolson, 1967); cf; Tom Kemp,
nuevo modelo teórico del imperialismo debe basarse en los Theon’e: of ¡mpefialú’m (Londres, Dolsson, 1967).

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[Sin embargo, su importancia ha sido exagerada. Ellas en ’=‘T'¿_n:1:‘-E‘

sí mismas no necesitaban del imperio. Si lo hubieran he- mente resistida, necesitándose, también en forma continua,
cho, las luchas territoriales de fines del siglo XIX hubieran la mediación nativa para impedir la resistencra o para apla-
tenido lugar en las Américas, donde Europa estaba invir- carla. Los cipayos indios y las recompensas indias, por
tiendo el grueso de sus recursos de exportación económi- ejemplo, conquistaron y guardaron para el ra] la Joya mas
cos y humanos, y no en Asia y Africa. Un país puede co- hermosa de la corona imperial. Por otra parte, China y Ja-
merciar con 'otro y estar interesado estratégicamente en él, pón no proporcionaron igual cantidad .de colaboradores
sin intervenir en su política. No había nada intrínsecamen- que India y, por ende, no pudieron ser SOJuzgados. ,
te imperialista en la inversión extranjera o en la rivalidad A.
Es fácil confundir el origen, del poder que sostema a las
entre las grandes potenciasjEl capital y la tecnología euro- colonias imperiales de‘Asia y Africa. Su colección de armas
pea, por ejemplo, fortalecieron la independencia del Japón yemas“;
4 podría indicar que provino de .Europa. Pero sr ése fuera su
y el Transvaal, al tiempo que debilitaron la egipcia. La gran A. » origen, sólo hubieran constituido tigres de papelzéunqrue
potencialmente el poder estaba en Iiuropa, en realidad solo
—=
rivalidad entre las potencias que dividió a Africa, también >

frenó la repartición del “melón chino” y demoró la divi- una pequeña proporción fue destinada a África o Asia.
sión otomana. Por lo tanto, debería ser cosa conocida que Normalmente la política europea conSIderaba que s1 el, 1m-
el imperialismo desde el principio al fin fue producto de la perio no podía ser cónseguido por las buenas, no valia la
interacción entre las políticas europeas y extraeuropeas. La pena tenerlo. El vigor financiero y la fortaleza miht'ar y ad-
ministrativa del imperialismo se consrguio a traves de la
asi tan- erlgsmw A
expansión europea económica y estratégica tomó la forma ¡E

imperial cuando estos dos componentes operaron con dife- mediación de las élites nativas de los propios paises inva-
didos.
1
rentes propósitos, con un tercer componente no europeo
de colaboración y resistencia interna.2 Tal vez la llave fal- me,“ Por lo tanto, su mecanismo central puede ser encontrado
tante para una teoría más histórica deba buscarse en este en los sistemas de colaboración surgidos en las sociedades
tercer elemento. preindustriales que tuvieron éxito (o fracasaron) en [enlazar
En esta triple interacción el imperialismo se hizo, en Emü-‘Esáwrñzr el nuevo proceso de expansión europea con la_poht1ca so-
cial nativa y en conseguir algún tipo de equilibrio envolven-
e.
gran medida, necesario y practicable; su mecanismo de
control estaba formado por las relaciones entre los agentes te entre ambas.
de la expansión externa y sus “colaboradores” internos en
la economía política no europea. Sin la colaboración vo-
2. La idea de élites colaboradoras o mediadoras
luntaria o forzada de sus élites gobernantes no podían ser
transferidos los recursos económicos, ni protegidos los in- Como los agentes de la civilización industrial de gran esca-
tereses estratégicos, ni cambiados los contenidos de las reac- p la invadieron las sociedades agrarias de pequeña escala, el
ciones xenofóbicas o de la resistencia tradicional. Y sin la 1,t
l atractivo de lo que la gran sociedad tenía para ofrecer en co-
colaboración nativa, llegado el momento, los europeos no mercio, capital, tecnología, apoyo diplomático o mrl’l’tar, o
podrían haber conquistado y dominado sus imperios no eu- el temor a su venganza, despertaba a “colaboradores nati-
ropeos. Desde un comienzo, la dominación fue continua- vos en funciones tanto políticas como económicas. Debe
hacerse notar que el término‘no está usado en sentido pe-
2
Cfi la primera formulación en J. Gallagher y Robinson,“The Imperialism of yorativo. Desde el punto de vista de los. colaboradores me-
Free Trade", Economic History Review (marzo 1953), 5-6. diadores, los invasores importaban una fuertealternativa
de riqueza y poder, que si no podría exclulrse, debia ser
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explotada con el fin de preservar o mejorar la posición de colecciones amorfas de individuos. De allí que los términos
las élites nativas en el poder tradicional. Como lo demues- en los cuales tuvo lugar la colaboración fueron criticos en
tran, entre muchos otros ejemplos, los casos de Japón des- cuanto a determinar no sólo las modalidades politicas y
de 1858 hasta 1867 3 y de Buganda desde 1886 hasta 1900,4 económicas de la expansión europea sino tambien la opor-
si la élite gobernante elegía la resistencia existía, general- tunidad de sus agentes de lograr influencra, ejercer control,
mente, una contraélite que optaba por la Colaboración, o promover cambios y contener la reaccron xenofobrca. .
viceversa. Al mismo tiempo, los negociados de colaboración Dos sistemas interconectados formaron el mecanismo
no eran y no debían ser demasiado unilaterales pues deja- de colaboración: uno consistente en acuerdos entre los
ban de ser efectivos. Laslélites sociales de África y Asia, agentes de la sociedad‘industrial y las élites natryas, logran-
colaboradoras o no, que formaron parte de la gran mayoría do su colaboración; ypl otro, conectando estas elites con la
de los Compañeros involuntarios del imperialismo, debie- rigidez de los intereses y las instituciones locales. Los cola-
ron mediar con el extranjero en pro de sus instituciones boradores debían cumplir una serie de funcrones en el sec-
tradicionales y constitutivas. Las concesiones tor “moderno” y además “encuadrarlas” con otra serie
demasiado
drásticas en áreas que afectaban los sentimientos naciona- más decisiva en la sociedad'nativa. El tipo de acuerdo posr-
les, socavarl'an las bases de su autoridad, reduciendo
a cero ble en uno, determinaba el tipo de acuerdo posrble en el
sus convenios con Europa. La ironía de los sistemas de co- otro. Cuando los colaboradores tenían éxrto al resolveres-
laboración yacr'a en el hecho'de que a pesar de que los inva- tas complejas ecuaciones socioeconómicas -—como lo hizo
sores blancos imponían su influencia sobre las élites gober- el moderno samurai de Japón— el progreso era casi mila-
nantes, aquéllos no podían hacer nada sin la mediación de groso; cuando fracasaban, Como los mandarmes chmos y
éstas. Aunque las negociaciones eran desiguales, debían los pashás egipcios, tarde o temprano el resultado era la
re-
conocer intereses mutuos e interdependencia si querían catástrofe.
lle- , _
varlas a cabo. Cuando no se les daba a los mediadores
sufi- A pesar de que los mediadores permanecran integrados a
cientes cartas para entrar en el juego, menguaba la autori- la sociedad local, en su doble papel, raramente formaron
dad con su propio pueblo, produciéndose grandes crisis un único grupo de interés o un sector moderno umfrcado
en
donde las potencias expansionistas debían elegir entre dentro de esta sociedad. Las mutuas rivalidades en el seno
dis-
minuir sus exigencias o intervenir para promoverlos en de aquélla dejaban a un lado sus intereses
for- comunes como
ma directa. Tampoco sería posible para ellos, en un futuro intermediarios. Por eso los sistemas de colaboracron tendran
como gobernantes, lidiar con sociedades sojuzgadas a ser conjuntos de funciones mediadoras aisladas y disper-
como
sas en la sociedad nativa, más que funciones de grupos so-
3
Véase especialmente W. G. Bmdey, Great Britain and the Opening ciales unificados dentro de ellas. Esta diferenciación entre
of Ja-
pan, 1834—1858 (Londres, Luzu, 1951) y Select document: onJapaneu
Fo-
papeles mediadores y grupos es sencilla en cuanto a que el
reign Policy, 1853-1868 (Londres, Universidad de Oxford, 1955); A.
M. Craig, mismo grupo, en ocasiones tambien se alraba, pero en otras
Choshu in the Meijí Restorau'on (Cambridge, Universidad de Cambridge,
M. B. Jansen, Sakamoto Ryoma and the Ma'ji Restomts'an
1961); se opom'a a los imperialistas. El vuelco de los aliados du-
(Universidad de
Princeton, 1961). rante una crisis era, con frecuencia, asombroso.
4 D. A. Low, Buganda in Modem La eficiencia de este «sistema estaba claramente en pro-
Hktory (Londres, Weidenfeldl and Nicol-
són, 1971), cap. l ; M. Twaddle, “The Bakungu Chiefs of Bupnda
Under Bri- porción al monto de riqueza y poder europeos Inyertrdos
tish Colonial Rule, 1900-1930", Journal of Aficm History,
“The Muslim revolution in Buganda” Instituto londinese
10,2 (1969), y en él. Esto determinó el peso de las funcrones orientadas
de estudios del Com- externamente dentro de la sociedad nativa. Cuando las ac-
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monwealth, periódico seminario (no publicado), 1971.
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tividades externalizadas se encontraban en proporciones in- ción probó ser estable y efectiva.6 Consecuentemente, el
feriores a las tradicionales, los colaboradores naturalmente dominio colonial se inmiscuyó en Afroasia en forma cada
adjudicaban mayor importancia a sus papeles tradicionales vez más directa y extendidamente, a medida que intentaba
que a los mediatorios. Cuando más elevados eran los recur- construir y sostener-la cooperación nativa; en tanto q,ue, en
sos provenientes de Europa, menos dependía el imperialis- los dominios blancos cuanto más cOnfiables se volvran los
mo de la mediación nativa. En Argelia, Kenya y las Rhode- mecanismos de colaboración, más 'retrocedía el control co-
sias, hasta la década de 1950, por ejemplo, las políticas na- lonial.
tivas estaban estranguladas por la presencia de una minoría Casi podría decirse que los diferentes convenios .de cola-
de colonizadores blancos. Por lo tanto, el control imperial boración o mediación dEfinen el actual trabajo del imperia-
podía prescindir en un alto grado de la cooperación nativa; lisrno, al punto de causar impacto en un momento determi-
pero no podía ser sostenido sin el consentimiento de los nado. Es por eso que é‘l estudio de los mrsmos parece ofrecer
colonos. Tiempo después, aun en estos casos especiales, una visión más amplia de los factores involucrados que la
los mediadores nativos se hicieron más necesarios al domi- que nos da el análisis unilateral de las fuerzas europeas.
nio colonial en la medida en que crecía la prganización del Los elementos para este análisis podrían ser tomados del
nacionalismo africano. En las colonias de Africa occidental
donde no existían colonizadores blancos, los mediadores
caso del solitario misionero de Londres y las, tribus Tswana,
eran siempre vitales para sus gobernantes. La necesidad de que ilustra el mecanismo en su forma más debil y del de los
intermediarios variaba también de acuerdo a las fuerzas mi- colonizadores blancos del siglo XIX, que lo muestra en su
litares disponibles y la voluntad del gobernante de utilizar a más oderosa.
fora: Bechllanalandia, durante la década de l840 y 1850,
la coerción como sustituto de la colaboración. El elemento
militar en el imperialismo francés en el norte y oeste de el misionero era el único agente de la expansión europea. A
Africa5 en el período que precedió al surgimiento del na- pesar de que sus recursos espirituales eran enormes, np pa-
cionalismo africano, a menudo los hizo menos dependien- recía tener ni a las grandes potencias m a la economia m-
tes de los mediadores que los británicos, situación que re- dustrial a sus espaldas. Su evangelio carecía por completo
flejaba los diferentes recursos expansivos de un territorio de significado para los jefes Tswana y sus famrhas, que sa-
continental con un gran ejército de una isla que dependía bían que destruiría tanto su religión como su autgndad.
por su seguridad europea de una gran armada. Mientras le permitían enseñar, le asrgnaban a este sector
moderno” de un solo hombre los distintos papeles de jefe
A lo largo de la era imperial, las economías invertidas en
de irrigación, jefe del cuerpo de defensa, annero, agente
África y Asia, con excepción de la India, fueron escasas,
comercial y diplomático encargado de las relaciones con el
arañando apenas la superficie social o interrumpiendo la
resto del mundo. Tenía poca recompensa en las almas. Ha-
implacable continuidad de la historia nativa. Los sistemas
cia la década de 1870 clamaba por ¡el poder imperial desde
de cooperación en esas regiones permanecieron comparati—
el Cabo para reforzar el lado europeo del convenio con mas
vamente inefectivos e inestables. En las colonias blancas, ,
recursos materiales.
donde las ganancias europeas eran mayores, la colabora-
4‘
'
6 Pm ver un ejemplo que podía obtener el capi-
5
A. S. Kenya Forstner, “Myths and realities of African resistence”,Hi:tofi- extremo de la colnbomelón
. _
cal Pm": 1969 (Asociación histórica canadiense, 1969) y The Conquest of tal inglés fuera del imperio formal en la política chilena desde 1 879 a 188.3, nn
du Western Sudan. A Study in French Military lmpen'alism (Cambridge, Uni- hacer evidente la intervención política, véase J. R. Brown, The Frusu-stion of
versidad de Cambridge, 1969). Chile’s nitrate imperialista", Jaume! ofPacific History (noviembre, 1963).

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Este simple episodio,7 que se repitió con ciertas varian- en favor de la colaboración politica y económica con Lon-
tes en todas las regiones que el misionero pisaba por prime- dres. Los convenios colaboracionistas probaron ser fáciles
ra vez en el África negra, ilustra la tendencia a la colabora- de conseguir y mantener en tanto la sociedad comercial
ción, en ausencia de medios económicos suficientes para fuera beneficiosa/a ambas partes y en tanto los colonos
desviar a los agentes de la expansión europea hacia los ser- fueran autorizados a manejar sus propios negocios internos.
vicios de la sociedad tradicional. Por un lado, la élite de Su pan se mantecaba en la madre patria. Exportador e im-
Tswana estrechó el convenio para explotar a los europeos portador, banquero y estibador, granjero, pastor y arriero,
con el propósito de fortalecer su posición en la política tra- _ todos en la colonia votaban por los políticos que respeta-
dicional; por el otro, neutralizaron sus efectos potencial- ron los acuerdos de mantener abiertos los mercados de ex-
mente destructivos, frustrando a la larga los objetivos euro- portación y el ingreso de capitales. El desempleo y la de-
peos. El misionero fue concebido para un papel europeo. rrota en las próxima; elecciones eran el castigo para quien
El que realmente desempeñó le fue asignado y definido por los trasgrediera. En tales condiciones se hacía innecesario el
la sociedad de Tswana. control imperial directo pues podía provocar reacciones
nacionalistas nada ventajosas. La cooperación imperial se
consiguió principalmente mediante la atracción económica
3. El colonizador blanco: el prefabricada colaborador ideal - a través de los procesos normales de la política interna de
la propia colonia. Existi'an intereses económicos suficientes
En el otro extremo está el caso del colonizador blanco con
para mantener la alianza política.
el poder de una economía industrial detrás de sí, transplan-
Por supuesto que esta construcción platónica es dema-
tando las actitudes e instituciones europeas que lleva en su
siado buena para ser históricamente cierta por completo,
cabeza. Él era el colaborador prefabricado ideal, pero ¿cuál
aun en Australasia; pero cuanto más elevada la síntesis,
fue el mecanismo por el cual Gran Bretaña arrojó a estos
menor la detallada precisión histórica. El modelo colonial
útiles satélites económicos sobre continentes a miles de mi?
blanco también tenía sus problemas ocultos y también po-
llas de distancia?
día fracasar. Hay'algunos pernos y tuercas delicados para
En Australia, Nueva Zelandia y, en menor grado, en
agregar a los casos de Canadá y Sudáfrica que no encajan
otras partes del mundo, la colaboración política surgió co- directamente con el cla’sico requerimiento de dependencia
mo producto de la'dependencia económica. Si bien es cier- económica. Los canadienses tenían una alternativa. de co-
to que la adopción de la cultura nativa jugó también un im- mercio externo con Estados Unidos. Tanto la colonia cana-
portante papel a lo largo de la mayor parte del siglo, estos
diense como la sudafricana tuvieron hasta la década de
países no tuvieron otra alternativa que Gran Bretaña como
1890 un pequeño sector importador-exportador y un gran
fuente de capital, mercado de exportación, inmigrantes y
sector de subsistencia. La pequeña minoría de canadienses
protección. En sus primeras etapas de desarrollo, la inver-
‘ sión metropolitana preseleccionó a los inmigrantes econó- franceses y la gran mayoría de africanistas en Sudáfricapro-
venientes d-e la raza europea preindustrial tenían razones
micos de la colonia y gobemaron la dirección y velocidad
de su crecimiento. Consecuentemente, el sector importa-
históricas para rechazar el imperialismo británico y ningún
vínculo comercial estrecho con él. No obstante, en Canadá
dor-exportador dominante, determinó la política colonial
después de 1847, los canadienses franceses temerosos de
7 los “yanquis”, hicieron todo Io posible para sujetar política-
Véue A. Dicha, Missionary imperialirm in Bechuanaland, 1826-1890, (Uni«
versidad de Cambridge, tesis de doctorado en filosofía, 1 968). mente a sus colonias al imperio, en contra de la influencia
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de Estados Unidos. El nacionalismo canadiense y la contra
sector importador-exportador hacia el interior con la sufi-
atracción del capital, los mercados y las leyes británicas, hi- ciente rapidez como para inducir a los habitantes a coope-
cieron todo lo demás para generar la colaboración entre f rar económicamente.
Gran Bretaña y las colonias canadienses. En vista. de estas dificultades con los nacionalistas colo-
En el mecanismo colonial sudafricano de las primeras niales, los intentos institucionales y los fracasos tempora-
tres cuartas partes del siglo XIX, los acuerdos comerciales rios, el mecanismo de asociación comercial en las colonias
con Gran Bretaña parecen haber atraído al Cape Dutch blancas transformó el poder económico externo en coope-
a cooperar política y económicamente con los sudafrica- ración política interna, Sirvió para lograr el “despegue” fi-
nos de habla inglesa, pertenecientes al sector importador- nal de estas colonias. Á: medida que sus economías se diver-
exportador y con la conexión imperial. Si no, hubiera tenido sificaban, aumentó la formación de capital propio y, por
que hacerlo con los Trekboers republicanos no colabora- ende, se aflojaron los lazos de dependencia económica con
cionistas del Transvaal y del Estado Libre de Orange. Des- Gran Bretaña. En cuanto a sus sectores importadores-ex-
pués de 1887 , un accidente geológico dio alos transvaalistas portadores, en Ia medida en que disminuía su importancia
el control político del sector importador-exportador debido en relación a la economía interna, las élites colaboracionis:
a las minas de Witwatersrand; y sus empresarios ingleses tas'asociadas a ellos perdieron la influencia que poseían so-
politicoecOnómicos, separados de sus colaboradores de bre los movimientos nacionalistas en la política colonial.
Cape Dutch, perdieron el control sobre Sudáfrica, cla'man- Pero a esa altura, el sistema de colaboración ya había cum-
do venganza en la misión Jameson Raid; la guerra de Boer plido con su tarea; las excolonias blancas -Estados Unidos
y la reacción nacionalista africana siguieron a esto.8 A par- y América Latina, junto con los “dominios” británicos— se
tir de este caso queda claro que si los grandes intereses eco- habían tranSformado en expansionistas por derecho propio
nómicos llegan a chocar con los puntos débiles, pueden en ejercicio de su “destino manifiesto”.
derribar, así como construir, un sistema de colaboración
colonial. Otros ejemplos del mismo tipo se dieron en Ar-
gentina entre 1828 y 18529 y en Uruguay enla primera 4. Colaboración en Afroasía: la fase ex tema o informal
mitad del siglo En ambos casos el marco de unificación
‘ política era demasiado inmaduro para contener
el choque A pesar de que muchos victorianos creyeron en un princi-
que 'los’intereses politicoeconómicos ’entre los porteños pio que el modelo colonial blanco serviría, es necesario un
del sector imp ortador—exportador y los gauchos del interior. modelo totalmente distinto Áfnca y Asia. Sus
Consecuentemente, hasta la segunda mitad del siglo los para expec-
tativas de que el libre comercio y el cristianismo converti-
porteños no pudieron extender la influencia política del n’an a los rajás otomanes, a los cómerciantes del Levante,a
los mandarines chinos, a los bramanes de la India y a losje-
8Ve'ase R Robinson, J. Gallagher y A. Denny,Afi-ica and the Victorians, the fes africanos en colaboradores europeizados, trabajando
oficial mind of smpen'ah'sm (Londres, MacMillan, 1961), capítulo 3, 7, 14. para modernizar sus “religiones reaccionar-ias” y sus “de-
9H. S. Fems, Gran Bretaña y Argentina. op. cita; T. F. MacGann, Argenti- rruidos" imperios, no se verían plasmadas.
na, the United States and the Intemmen'can System, 1880-1914 (Cambridge, Desde la década de 1820 a la de 1870, Europa intentó,
Mass. Harvard Univ. Press. 1957). Edición en español: T. F. MacGann,Argentí—
na. Estado: Unidos y el sistema intemmeficano, 1880-1914, Buenos Aires, Eu-
en lo que podría llamarse su etapa externa o informal, in-
deba. Véase tambiénj. F. Rippy, “The British investment ‘boom’ of tye l880’g ducir desde afuera a los regímenes afroasiáticos a colaborar,
¡ri Latin America”,Hispanic American Historical Review (mayo, 1949). y, a través del comercio, convencer a sus gobernantes de
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abolir los monopolios comerciales, disminuir los impuestos China se hallaba en plena crisis demográfica. La burocracia
y abrir sus puertas al “Imperialismo de libre cambio”.1° mandarina se veía desafiada por la amplia revolución cam-
Posteriormente, en recompensa a los préstamos, o frente a pesina, de los Tai-pings12 y musulmanes; en su intento de
las bocas de armas de alta velocidad, se vieron forzados a sofocarlos el gobierno central perdió su poder entre la clase
liberalizar sus instituciones políticas, legales y fiscales para media. Lo usaron para defender el orden tradicional en
procurar libertad de acción a sus “clases productivas” y en contra de los esfuerzos de los. colaboradores por reformar
colaboración comercial con Europa, para volver a tener las instituciones chinas desde arriba. El imperialismo de li-
bre cambio posibilitó a los comerciantes europeos, en los
poder. Pero de hecho, estas “clases” pocas veces lograron
puertos o ciudades abiÉÉrtos al comercio extranjero y en so-
tener éxito. Al igual que los planificadores del desarrollo
contemporáneo, los economistas clásicos sobreestimaronel ciedad con los comergiantes chinos, tomar posesión delas
poder de los intereses económicos para revolucionar la so- ramas fluviales y marítimas del comercio chino interno;
ciedad oriental. pero el régimen de Manchú rechazó el capital y los ferroca-
A corto o largo plazo el resultado fue el desastre en to- rriles europeos de modo que el sector importador-exporta-
das partes, menos en Japón e India, ya bajo el Rajá blanco. dor apenas hizo mella en la vasta e introvertida economía
En Japón, después de 1869, el samurai occidental derrocó interna. Cuando en 1898 K’ang Yu-wei intentó volver a
al Shogunate, modernizó peligrosamente sus instituciones centralizar el gobierno de Manchú y sustituir la educación
casi feudales y, sacando partido del nacionalismo neotradi- occidental por la confuciana, imitando a los japoneses, la
cionalista, calculó cuidadosamente los acuerdos con el Oes- burocracia tradicional y la clase media vetaron todos sus
te para proteger su independencia sobre la base de “país decretos. Y cuando entre 1895 y 1900 las potencias euro-
rico, ejército poderoso”. Hacia 1914, estos colaboradores peas rivales trataron de introducir por la fuerza capital y
japoneses habían conseguido lo que sólo los colonizadores ferrocarriles en la sociedad, la dramática reacción xenofó-
blancos parecían poder lograr: tuvieron éxito en transfor- bica de los boers los detuvo, bloqueándolos en la embajada
mar las fuerzas de expansión occidentales en términos de de Pekín. 13
política interna. Mediante la adaptación de técnicas e insti- Desde el período de la reforma conservadora de la déca- '
tuciones al estilo europeo lograron controlarlas de tal mo- da de 1860 y 1870 hasta la abortada recentralización militar
do que fortalecieron en lugar de destruir al gobierno japo- de Fuan Shi-K’ai enla década de 1900, los modemizadores
nés, trabajando para el Japón y no para el imperialismo. 11 y colaboradores nativos del, régimen Manchú permanecie-
En contraste, el mecanismo colaboracionista en China ron prisioneros de las irnpenetrables unidades confucianas
trabajó superficialmente. Debe admitirse que la irrupción que conectaban al estrato inferior de la burocracia con la
europea de mediados del siglo XIX fue desfavorable ya que clase media provincial y el campesinado. 14
12
F. Michael, The Taips'ng Rebellion (Seattle, Universidad de Washington, 3
1° Véase Gallagher y Robinson, “Imperialism of Free Trade”, op ein, 1953; volúmenes, 1966).
B. Semmel, The rise of fi'ee Trade Imperialsïrm (Cambridge, Universidad de l3
E. S. Wehrle, Britain, China and the antimisss'onary Riots: 1891-1900 (Univ-
ümbridge, l 970). A. G. L. Shaw, recopilados, Great Britain and the Colonia.
versidad de Minneapolis, 1966); Paul A. Cohen, China and Christiam'ty the
1815-1865 (Londres, Methuen, 1970); D.C.M. Plan, me, Trade. . . , OP.
mr'uíonary Movement and the Growth of Chinese Anfifoms‘gnímr 1860-18 70.
dt. y “The Imperialism of Free Trade: Some reservations”, Economs’cal Histo-
rical Review (1968). (Cambridge, Massachusetts, Universidad de Harvard, 1963).
1 1 Véase E. o. Rischaver, J. Fairbank, y A. M. Craig, East Ass'a: the Modem 14' Véase M. C. Wright, The Las: Stand of Chinese Conservats'sm: The T’ungg
Mjbmm'on (Cambridge, Massachusetts, Universidad de Harvard, 1965). . ‘ Chs'h Restomtion. 1862-1874 _(Nueva York, Universidad de Stanford, 1966).
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198
Éste había sido alguna vez un sistema imperial de con- élites tradicionales.15 Los reformadores de Tanzimat inten-
trol del campesino que se había convertido en un sistema taron hacerlo mucho más que los chinos. Tenninaron ha-
de desafío popular que cancelaba los acuerdos colaboracio- ciéndolo mucho peor. La reacción tradicionali‘sta de Hami-
nistas de Pekín con el‘Oeste. En este caso, las ideas moder— dian de panislamismo y panturquismo después de 1876 fue
nas, las técnicas militares, el capital y las instituciones, no mucho más imperiosa. Si los colaboradores turcos resulta-
podían ser transformadas bajo ningún punto de vista en ron finalmente ‘inefectivos, los, políticos y banqueros euro-
peos fueron ampliamente culpables. A «
términos, de proceso polític0 interno. Los ferrocarriles .fue-
ron proyectados demasiado tarde como para reimponer el
control de Pekín 5 la artillería moderna, los buques de gue-
'l

5. El carácter de la colaboración afroasíátíca


rra y los préstamos provocaron una resistencia popular ca-
da vez más profunda; de modo que el régimen de Manchu Algunas de las razones por las cuales los mecanismos de co-
continuó derrumb ándose hasta su caída en la revolución de laboración afroasiáticos funcionaron en forma diferente de
1911. los sistemas coloniales blancos, son obvias a partir de estos
En las sociedades musulmanas del imperio otomano, ejemplos. Las economías afroasiáticas, por diferenciarse
Egipto y Túnez, los regímenes colaboraciom'stas fueron en muy poco de sus instituciones sociopolíticas, eran más o
un principio más exitosos que en China. En las décadas de menos invulnerables alas jugadas del mercado internacio-
1850 y 1860 el libre comercio internacional y la inversión nal. Las barreras institucionales para contener la invasión
de capitales había hecho una considerable impresión en sus económica probaron ser infranqueables; la reforma econó-
economías a través de la forzada colaboración de gober- mica era objeto de veto político por parte del conservado-
nantes tradicionales y la asociación comercial de las clases rismo social; como resultado, el sector importador-exporta-
urbanas del Levante. Los gobernantes hicieron grandes es- dor significó normalmente un pequeñísimoi incremento
fuerzos por modernizar su ejército y armada y por explo- para la sociedad tradicional, lo que demostraba que los co-
tar los ferrocarriles con la finalidad de fortalecer su in- laboradores comerciales eran muy pocos e incapaces de ob-
fluencia en las provincias rebeldes o de conquistar otras tener poder.
nuevas. Pero el régimen otomano consistía en una autocra- En las colonias blancas, la economía internacional traba-
cia musulmana militar centrada en Turquía, que gobernaba jó utilizando métodos e instituciones neoeuropeos que im-
a un iinperio multinacial quebrantado por nacionalistas es- posibilitaban al sector importador-exportador, transfor-
clavos, cristianos de Armenia y disidentes árabes. Un puña- mando el poder económico británico en colaboración polí-
do de turcos cosmopolitas, la mayoría de ellos en el ejérci- tica colonial con el imperio. En la mayoría de los ejemplos
to —fuente principal de modernizadores de los Estados mu- afroasiáticos los intentos institucionales le confirieron una
suhnanes— trataron de secularizar la constitución y otorgar muy escasa importancia al desarrollo industrial como para
a los no musulmanes igual representación e igualdad de que éste pudiera dar poder al mecanismo. La presión polí-
oportunidades dentro del régimen. Las reformas decretadas tica externa debía suplir la falta de poder económico-de la
por Resid Pasha en 1839 y por Midnat y Huseyin Avni des- política nativa, antes de que pudiera obtenerse una medida
pués del golpe de 1876 en Constantinopla, al igual que a 15
Véase R. H. Davison, Reform in‘th'e Ottomm Empire, 1839-1876, (Univer-
las de K’ang Yu-wei en la China de 1898, fueron ahogadas sidad de Princeton, 1965);W. R. Folk y R. L. Chambers, Beginning: ofModer-
desde un comienzo por las reacciones xenofóbicas de las m'zatian in the Middle East, the Níneteenth Century (Universidad de Chicas),
1968).
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200
de colaboración económica. Consecuentemente, la fuente 6. El asentamiento ¡mp erial
principal de colaboradores afroasiáticos no estaba en el sec-
tor importador-exportador sino entre las oligarquías no co- Por cierto, un derrumbre de este tipo era el imperativo que
merciales gobernantes y las élites terratenientes. Nuevamen- existía detrás dela ocupación británica de Egipto .en 1882
te, los términos del acuerdo bajo el imperialismo de libre- y, por ende, de gran parte de la subs1guiente rivalidad que
cambio les permitió diversificar los recursos económicos impulsó la división de Africa. 15 Luego de la imposicion del
con el objeto de mantener el statu quo, en recompensa por libre comercio en 1841, el sector importador egipcro, basa-
proteger la empresa europea y como una medida de alianza do en el algodón, creció asombrosamente bajo el manejo
política. de comerciantes del Levante y europeos." Como cranea-
Como era de esperar, tarde o temprano estos regímenes traños a la sociedad nativa, su éxito comercial les permitia
orientales de colaboración cayeron en la corte de fracasos corromper y explotaï‘Ï pero no reformar o dirigir ellregimen
internacionales, como lo hicieron el sultán otomano y el je- político. El jedivato nuevamente hizo uso de capital fora-
dive egipcio en 1876, la bahía de Túnez en 1867 y el impe- neo para proyectos de prestigio, militares, y otros proposr-
rio Manchú en 1894. Uno por uno se convirtieron en man- tos no productivos, deslizándose hac1a la_ bancarrota en
zana de la discordia entre las potencias europeas, sujetas a 1876. Europa impuso, entonces, controles fmancreros dras-
una interferencia foránea cada vez mayor para reformar el ticos y reformas constitucionales sobre el Jedive Ismail en
mango de sus asuntos internos políticos financieros. recompensa por futuros préstamos que lo aleJaban de la éli-
A esta altura, Europa había obligado a sus' colaboradores te gobemante. Cuando se resistió al control para volver a
internos a hacer jugadas muy importantes con escasos ele- obtener su popularidad, Gran Bretaña y Francra lo depusre-
“ mentos. Sus demandas estaban alejando a ron, instalando a Tewfik en su lugar. Como resultado, ha-
su régimen de la cia 1881 el jedivato colaborador había perdido el control
lealtad de las élites tradicionales que otrora las apoyaran
de la poh'tica nativa respecto a una reaccrón neotradicional
-—ya fueran terratenientes turcos o chinos, líderes confucia-
encabezada por Orabi y sus coroneles, líderes religiosos
nos o inusulmanes— hasta que finalmente, la xenofobia po-
musulmanes y terratenientes, cabalgando sobre una ola po-
pular y los neotradicionales se levantaron, demostrando su
s pular de sentimientos antiextranjeros.18 Enfrentados al co-
impotencia.
lapso, Gran Bretaña y Francia tenían dos PPSlbflldafkÉS
La importancia del imperialismo de librecambio desde pelear sus intereses comerciales y estratégicos en el pais, o
adentro y desde afuera, resquebrajó su influencia en— la po-
lítica interna. En diferentes momentos este tipo de crisis
destruyó los sistemas de, colaboración de tipo informal en 16 Afiica and the Victorians, R. Robinson y J. Gallagher; “The afriean pani-
la mayor parte de Asia y África, y, a medida que se derrum- tion", The new Cambridge Modem History, XI l962;cf1 C. W. Nenbury y Ka-
nya Forsmer, “French policy and the origine of. . .” op. cm; Kanye Foruna,
baban, las potencias europeas" se veían obligadas a cambiar The Conquer: of. . . , op. cit., Stoker, “Late nineteenth-century expansion ¡nd
su modo de expansión, pasando del imperialismo de libre the stack on the theory of economic imperklism”, 12, 1969.
cambio a la ocupación y el dominio colonial. En las dos úl- 17 E. . Own Cotton and the Egypmm' Economy (Londle e, Universidad de
timas décadas del siglo xrx y la primera del siglo xx fue OxforlclÏIIQGQ); c. Baer, Land Reform ¡n Modem Egypt. 1300-1950 (Nnevn
Egypt, Univer-
York, 1962); PM. Holt, Political md, Social change ¡n Modem
este componente no europeo de la expansión europea el lidad de Oxford, 1968).
-
que necesitó, con mucha frecuencia, de la extensión de los 18 A. Hourani, Arabic Thought in the Liberal Age (Londres, Universidad de
imperios coloniales. Oxford, l 962); S. G. Haím, Ambic Nationalum' (Berkeley, Universidad de Cali-
fornia, 1962).
202 ‘11/1'9
11/19 203
los pedazos y reconstruir el mecanismo de colabo- plomática, exigieron exclusivas esferas de influencia, pre-
recogervolcando
ración tendiendo la concesión china de los ferrocarriles de Pekín,
su propio peso en la política interna de
Egipto. 19 en recompensa a los préstamos foráneos; Gran Bretaña y
Sin embargo, fue la crisis en el gobierno egipcio, provo- Alemania se unieron necesariamente a la división para sal-
cada por demandas de mayor colaboración más. que la riva- var sus intereses.
lidad en Europa, lo que primero enfrentó a Gran Bretaña y La reacción antiextranjera a la creciente intervención
a Francia compitiendo por las ventajas de los nuevos acuer- imperialista que había precipitado la ocupación británica
dos; y fue la falta de colaboradores egipcios confiables, de Egipto, sirvió para detener la ocupación de China. La re-
más que cualquier tipo de temor a Francia o a cualquier .belión de los Boxers.en el 1900 llevó a los rusos a ocupar
creciente interés en Egipto, lo que trajo a los soldados in- Manchuria, del mismo modo en que la rebelión de Orabi
‘ gleses
al Canal de Suez en 1882, permaneciendo aJlí hasta condujo a los británicos a ocupar Egipto. Esta resistencia
1956. popular china, junto con la alianza anglojaponesa de 1902
En la división de China, en esferas de influencia euro- y la derrotaJaponesa en Rusia, equilibró la balanza de po-
peas desde 1895 hasta 1902, el fracaso de la colaboración der oriental, evitando la ocupación imperialista de China.
“a puertas abiertas” basada en un régimen oriental, juega, La rueda de colaboración había descrito un círculo com-
nuevamente, un papel de gran importancia. Las fuerzas que pleto, suficiente al menos, para reestablecer el sistema in-
lo vencieron —crisis financiera, intensificación de la inter- ternacional de puertas abiertas, aunque no para salvar al
vención foránea y reacción antieuropea— eran asombrosa- régimen de Manchú de sus propios súbditos.
mente parecidas a aquellas que derrocaron al jedivato: pero
la secuencia y combinación chinas fueron diferentes. La 7. La colaboración afroasíática y la no colaboración bajo el
victoria japonesa sobre China y la indemnización de guerra dominio colonial.
impuesta en 1894, llevó a la bancarrota el régimen Man-
chú, haciéndolo por primera vez dependiente de los présta- Si bien la teoría eurocéntrica no tiene en cuenta el papel
mos europeos. Lo que precipitó la crisis fue una alteración crucial de los sistemas de colaboración en la transición des-
en' la balanza de poder de la región oriental más que la riva- de el imperialismo externo al asentamiento, también exage-
lidad europea. En última instancia, esa alteración surgió del ra la ruptura con los procesos de colaboración'previOs que
asalto de la modernización revolucionaria de Japón a la re- involucra el dominio colonial A primera vista, lo que pare-
sistencia reaccionaria china a las reformas modernas. Fue- ce haber ocurrido fue que el poder colonial había volcado
ron estos factores esencialmente no europeos los que cla- todo su peso en la política nativa que ahora Juzgaba inter-
maron por la acción imperialista europea. Las conquistas namente.
japonesas amenazaron los intereses estratégicos rusos en el Pero éste no fue el modo en que lo vieron los procónsu-
norte de China. La derrota ggManchú presagió el colapso les. Los gobiernos europeos, aun con las colonias, insistie-
del régimen nativo. Rusia, con Francia como aliada, sintió e ron en una política de compromiso limitado en cuanto al
la necesidad y vio la oportunidad de tomar medidas alter- uso de hombres y dinero metropolitano. La fuerza de la
nativas para asegurar sus intereses en el imperio Celestial. cual disponían los colonizadores parecía muy pequeñaen
Habiendo expulsado a los japoneses mediante presión di- comparación con las posibilidades de descontento y suble-
vación. Existía cierta renuencia al envío de refuerzos, pues-
19 Véase Africa and the Victoñans, capítulo 4. to que la necesidad de los mismos era considerada como
204 12H9
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demostración de incompetencia. La coerción resultaba cara de, de las modernas, era jugar con las injusticias y acusar a
y contraproductiva, excepto en emergencias, y todos sa- los procónsules de tener visiones equivocadas: .
bían que no había fuerza suficiente que lograra contener la Estaban seguros en tanto las élites tradicronales y el
política nativa por mucho tiempo. , campesinado se rehusaran a ser politizados por'los llama-
Ya sea _que los agentes oficiales del imperialismo trabaja- dos “agitadores”. Por ende, cuanto menos proconsules m-
ran desde adentro o fuera de las sociedades afroasiáticas, terfirieran con las autoridades e instituciones tradicionales,
necesitaban hacerlo de igual manera a través de los colabo- más seguros estaban; y cuanto más intentaban transformar-
radores nativos y de procesos políticos. Su propio poder los en formas modernas, más difícil se ponía la ecuación de
era limitado. Era suficiente para manipular pero no para colaboración. a;
abolirlos. La esencia de la autoridad gobernante debía ser En la India20 y en África hasta 1947 existía abundancra
.
extraída en gran parte de sus súbditos. Es por eso que el de colaboradores nativos. Había de diversos tipos: algunos
dominio colonial representaba una reconstrucción de la co- eran activos, pero la mayoría eran élites tradicionales; algu-
laboración. Esta forma de imperialismo funcionó aún más nos colaboraban a nivel central, otros en lo administrati-
que .en sus primeras manifestaciones externas, como una vo, también eclesiásticamente, o en la esfera educativa.
función de las políticas no europeas. Desde el punto de vista europeo el secreto de un sistema
De todos modos, la ocupación del territorio tornó a las existoso residía en la variedad de posibilidades y combina-
viejas ecuaciones de colaboración mucho más fáciles de ciones. Se ha dicho con cierta frecuencia que ésta era una
resolver. Con el auspicio del gobierno en sus manos los política de dividir y reinar. En realidad, el dominio era po-
procónsules podían realizar mejores negocios con las élites sible porque sus súbditos estaban divididos socralmente y
nativas y hacerlos cumplir. También tuvieron la posibilidad no podían unificarse. El funcionario europeo negociaba
de formar una pequeña y moderna élite de colaboradores y con los colaboradores tradicionales con mayor facilidad
establecer con ella una relación de autoridad subordinada. porque sus intereses yacían en las políticas regionales y en
El régimen colonial alteraba el contexto en el cual trabaja- '
las actividades tradicionales, por cuanto estaba dedicado
ban las entidades políticas nativas. Sin embargo, como su principalmente a laspoli'ticas centrales y a las actividades
poder para mantener ese contexto dependía de la sumisión, modernas. Los gobernantes tenían un ampho campo de ac-
su habilidad para reformarlos fue muy débil. ción, sin tener que enfrentarse con los líderes nativos de es-
A pesar de que los objetivos del dominio colonial eran, en- tablecimientos sociales, religiosos y políticos; y fue por eso
tre otros; un buen gobierno y un desarrollo moderno, su queumuchos pactos de colaboración tomaron la forma de
prinier interés lo constituía el control. Los incentivos y re- acuerdos tácitos de no interferencia mutua y mutuo apoyo
compensas a los colaboradores eran en parte comerciales
pero, principalmente, gubernamentales; las propinas de tra- 2° t e s de sistemas de la India, véase A. Seal, The em»
bajo, honores, contratos, servicios sociales y todos los favo- mera};m sdüm (Universidad de Cambridge, 1968);R. Frykenbesg,
res que pudieron darse o quitarse alo largo delrterritorio Gustar NM“. 1788-1848: s history oflocal Masones and «sin! «¡today
administrado, políticas fiscales y educativas. Los gobeman- ¡n sms ¡un (Londres, han» de ls Universidad de Oxford, 1965); J. n.
Broomfleld, El!“ come: ü a Hard Society. Mandala csphuy Rangel, Ber-
stes las, distribur'an con el objeto de conservar la mayor par- keley. Universidad de California, 1868): G. Johnson. “Indian politics: ¡895-
te de los elementos políticos de la dependencia de su lado. 1905"
i (Universia de Csmbrldgs. ¡ssh de doctoudo en filosofís,
La táctica de los exponentes, ya sea que provinieran como lss ¡ero n sn
196923:e
tias del derrumbe véase 8. B. Chsvdhusi, Civil {taba
en un principio de la élites tradicionales o, como más tar- :1: Mi?» niguna: y s. States, "¡inn! molt in theGrest Rebehonof' ¡357
in India", 12,4, (1969).
206 13/19 '207
entre el gobierno Colonial y la sociedad nativa. En la India, para llegar a la política nativa, pues sólo ellos poseían una
el foco político nativo era provincial; en África, era nor- organización potencialmente apta para unificar ciudad y
malmente local o tribal. La naturaleza minúscula de las campo, tribu con tribu, en un levantamiento popular masivo.
unidades tradicionales y su carácter indiferenciado, hacían De allí que el trato implícitamente acordaba que la admi-
posibles habitualmente, tales acuerdos. Por su parte, los co- nistración ejercerr'a el patrocinio en favor de los elementos
laboradores se dedicaban a explotar la riqueza, prestigio e antimahdistas a cambio de su apoyo; en tanto su creciente
influencia derivados de la asociación con el gobierno colo- prestigio fortalecr'a la defensa mutua en contra de un po-
nial para aumentar su séquito tradicional o mejorar sus sible renacimiento del fanatismo mahdista.
nuevas .oportunidades. Por estas razones la colaboración, Después de 1924, los gobernantes realinearon sus ecua-
como bien la entendieron los gobernantes coloniales, podía ciones de colaboración" para hacer frente a la emergencia,
ser.un Juego peligroso. Significaba entregar algunas de sus en el amotinamientoade “White Flag” gestado por una mi-
mejores cartas a súbditos potencialmente todopoderosos. noría radical proegipcia en la pequeña élite moderna de
Sl como resultado un grupo de colaboradores se volvía de- Sudán. En este país, al igual que en la India y en otras par-
masrado poderoso, se le quitaba el patrocinio y se le entre- tes del África Negra, no fue a la élite moderna radical co-

gaba a otro. mo tal a quien temían los gobernantes coloniales. Era más
.
De esta forma, los administradores europeos estaban que nada a la combinación del descontento urbano con los
srempre en la política de sus súbditos aun cuando no llega- movimientos populistas del campesinado y las tribus rura-
ran a entenderlo en su totalidad. La colaboración como ba- les a través de una alianza entre las élites urbanas modernas
se del dominio colonial queda claramente ejemplificada en y las rurales tradicionales. Prevenir este peligro fue el obje-
.la forma de trabajar del raj indio y del “dominio indirecto” tivo principal de los sistemas indirectos de control de la co-
deAfrrca. Aqur' cabía un ejemplo: el de la administración laboración en todo el imperio británico en el período entre
británica en el Sudán angloegipcio.21 Después de derrotar ambas guerras mundiales.
a los-gobemantes mahdistas en 18'98 con tropas y dinero La política indirecta de dominación de sir John Maffey
egrpcros, los británicos controlaron esta dependencia hasta en el Sudán desde 1927 a 1933 confirió prestigio oficial,
1.924 a través de funcionarios egipcios y sudaneses subor- poderes y patrocinio a los jefes y cabecillas tradicionales de
dmados, en colaboración con “celebridades” antimahdis- los pueblos y tribus como “autoridades locales nativas”. Su
tas. Los acuerdos de Kitchener y Wingate fueron diseña- objeto era fortalecer su lealtad a la administración colonial
11053.,“
primera instancia, para impedir el resurgimiento y su influencia sobre las comunidades rurales locales, evi-
politico y‘ la rebelión del movimiento mahdista. Fue por tanto,pde este modo, que los agentes radicales urbanos o
eso que aron su administración a los intereses de la or- neomahdistas lograran encender la llama de la política nati-
den musu/lmana rival de Khatmia,‘a los musulmanes orto— va de origen popular. Los acuerdos de domino indirecto
doxos de Vlama y a los jeques y-jefes antimahdistas de las servían a tres propósitos: fortalecr'an la departamentaliza-
areas rurales. Desde el punto de vista británico, el Khatmia ción local y étnica, alzando de este modo barreras a‘la agi-
ylas organrz’aciones'mahdistassociorreligiosas eran las llaves tación anticolonial a escala nacional; estrechaban la in.
'
,
'
v .r V fluencia de las élites rurales sobre los campesinos y tribus
para evitar la posibilidad de esfuerzos radicales por disten-
21
El ejemplo esta tomadmde G. Bakheit'. “British administration
i and Suda ne.
a - .
se nationalum" (no publicado, tem de doctorado en filosofía, Universidad de derla, y reducfan al minimo el contacto entre “graduados”
(.kmbndge. 1966); véase también M. Abd-al-Rabim, Impm'alism and Nationa-
lum m the Sudan (Londres, Universidad de Oxford, 1967).
._ en la administración central y las sociedades rurales provin-
208 ciales.
14/19 209
Mientras tanto, en la política de las élites modernas de las to con los neomahdistas y graduados radicales, y llevando
ciudades de Kartum, Omdurman y el Obeid, los acuerdos al Khatmia a una oposición con los británicos, ala vez que a
coloniales de colaboración mantuvieron a la mayoría de una alianza con los graduados extremistas.
los “graduados” en oposición a la minoría radical. El tér- Los dos grandes partidos nacionalistas sudanesessurgen
mino “graduado” significaba un hombre que había comple- de todos estos cambios en la política de colaboracron im-
tado al menos su educación primaria en inglés. Casi todas perial; una vez logrado el acuerdo de hacer un frente unido
estas élites modernas del Sudán pertenecían al servicio ci- de no colaboración con el gobierno colonial, pudieron en
vil. Su sociedad sindical, posteriormente Congreso Nacional 1956 persuadir a los británicos de que abandonaran el te-
de Clubs de Graduados, al igual que el anterior Congreso rritorio. Cada partidozízombinaba elementos de la pequena
Indio, estaba más interesado en mejores oportunidades élite moderna con una organización religiosa, neotradicro-
profesionales que en la organización masiva en contra del nal, musulmana. Cuándo el nacionalismo dejó de ser un
dominio colonial. El desalojo de funcionarios egipcios y de simple y pequeño movimiento elitista,.logrando alrarse a
oficiales del ejército después de 1924 les proporcionó más las fuerzas populares religiosas de la historra.sudanesa,‘l.a
y mejores trabajos. revolución se hizo posible tanto como imposrble el domi-
Después de 1933; el sistema de colaboración debió ser nio colonial.
reorientado una vez máslpara enfrentar la amenaza del neo- '
Las conclusiones a deducirse del ejemplo sudanés son va-
mahdismo. No sólo se expandr'a su organización rural, sino lidas para la mayor parte de las dependencias de dominio
que su líder, sir Abdel Rahman el Mahdi, estaba mejorando colonial de Afroasia. Su organización, política y caracter
sus relaciones cón el leal Khatmia, mediante la influencia fueron más o menos determinadas por la necesidad de des-
sobre los graduados urbanos. pertar la colaboración nativa y resquebrajar la oposrcrón.
Para impedir esta conjución de discanfonnes urbanos y En el mismo sentido, el imperialismo como forma de domr-
rurales a través dela organización religiosa neomahdista, cl nación colonial fue una función menor de la sociedad euro-
nuevo gobernador, sir George Symes, abandonó el control pea, pero una función mayor de la política nativa. Los
indirecto para fortalecer a los mahdistas en apoyo alos gra- cambios de colaboración fracasaban siempre que un ele:
duados. Esta nueva táctica les ofrecía la sudanización del ïnento colaborante, fuera de la élite moderna y neotradi-
servicio civil, educación más elevada, consultas sobre políti- cional, se volvr'a demasiado—poderoso o insatisfecho, y, por
cas a seguir con el Congreso de Graduados y, finalmente, sobre todo, cuando un elemento mayor de la política colo-
“Sudán para los sudaneses”. Hasta 1940 tuvo éxito en su nial,22 cooperante o en oposición, amenazaba con umrse a
plan 'de tener a los graduados moderados en el control del una" élite urbana seguida por una masa rural.
Congreso, y en evitar una alianza entre este último y los mo-
vimientos políticos religiosos neomahdistas que podían poli-
22 Para encontrar ejemplos africanos véase: M. Pemam, Native Administration
tizar a la población rural.
¡n Nigeria, (Universidad de Oxford, 1936), y Lugwd, 2 volúmenes (Londres,
Después de 1940, la marcha de la sudanización demos- Collins. 1956-1960); J. D. Hargreaves “West African States and the Europea:
tró ser muy lenta; 'El Congreso, dividido entre alianzas Conquest”; J. E. Flint, “Nigeria: the colonial experience from_1880 to 19l4 ,
religiosas neomahdistas y Khatmia, fue captado por los gra- en Colonialüm ¡n Africa, 1870-1960, ED. L. H. Gann y P. Dprgnan,.l (Umver
- duados radicales demandando el derecho de autodetermina- ¡(hd de Cambridge, 1970);].«M. Lonsdale, “Political association rn western
Kenya" y otros articulos en Protest and Powen'n Black Africa, ed. R. I. Rot-
ción para Sudán después de la guerra. Como resultado, en berg y A. A. Maxrui. (Nueva York, Universidad de Oxford, 1970.); Lonsdale,
* 1941 los gobernantes coloniales “Some origina of African nationalism in East Africa", Joumal Afncan ¡factory
intentaron un acercamien- 9, l, (1968);T. Ranger, “African reactions to the imposition of colonial rule
210 15/19 211
8. No colaboración y descolom'zación ambos papeles. Pero cuando el partido se convertía en go-
El nacionalismo anticolonial de las pequeñas élites moder- bierno de la nación, su función como representante de los
nas debía ser trasladado a términos más amplios de política intereses neotradicionales entraba en conflicto con su pa-
neotradicional nativa antes de que pudiera desafiar y de- pel de agente de desarrollo de la nación en su conjuntoslpa
rrumbar el sistema colaboracionista imperial y erigir un sis- experiencia de la década de 1960 muestra que la concrhacron
tema rival de no colaboración.23 Tenían que reagrupar en entre amb os papeles y el problema que involucraba la cola-
contra del imperialismo los mismos elementos políticos boración social neotradicional, no es actualmente más sen-
que hasta entonces habían estado ordenados del lado impe— cillo para algunas naciones de lo que lo fue para los anti-
rial. En las sociedades preindustriales éstas eran, necesaria- guos colonizadores. "‘ï
mente, unidades preponderantemente neotradicionalistas,
religiosas, sociales y étnicas. En ese sentido, todos los mo- 9. Conclusión
vimientos nacionales que lograron la independencia eran
funciones de las políticas neotradicionales organizadas en La teoría de. colaboración sugiere que en cada etapa, desde
forma de modernos partidos políticos. Cada uno de ellos el imperialismo externo hasta la descolonización, el trabajo
era, esencialmente, una confederación de intereses neotra— del imperialismo estaba determinado por los Sistemas nati-
dicionales locales, étnicos, religiosos y de estatus, maneja- vos de colaboración que conectaban sus componentes eu-
dos por una pequeña élite moderna. El partido, al igual que ropeos y afroasiáticos. Era tanto o más una funcron de la
el régimen colonial que lo precedió, cambió el contexto en el política afroasiática que de la política y economia europea.
cual operaban estos intereses sociales, integra'ndolos a nue- En un principio, dependía de la presencra o ausencia de
vos lineamientos. A medida que el partido se convertía en colaboradores nativos efectivos, y el carácter de la soc1edad
una función de ellos, ellos, a su vez, pasaban a ser fun- nativa de si las invasiones imperialistas de Africa y Asia era
ción del partido colonial; era relativamente fácil conciliar o no practicables. En segundo lugar, la transrcrón de una
fase del imperialismo a otra, estaba gobernada por la nece-
sidad de reconstruir o mantener un sistema de colabora-
in East and Central Africa” en Colombüsm in Africa, 1870-1960, I; J. Tliffe,
Tanganyka under German rule, 1905-1912 (Prensa de la Universidad de Cam- ción que se derrumbaba. En muchos casos, la destrucción
bridge, 1969); M. Twaddie, Y‘Tribalism in Eastern Uganda”, en Tradition and de un sistema de colaboración nativo necesitaba una mter-
Mnsüión in East Africa, ed. P. H. Gulliver, (Londres, Hutchinson, 1968) y vención imperial más profunda que llevaba a un asenta-
West Afiican Resistence (Londres, Hutchinson, 1971); A. R. M. Kirk Greene,
ed, The Mnciples of Native Administration in Nigeria Selected Documents
miento imperial. .
1900-1947 (Universidad de Oxford, 1965); D. Austin, Politicsin Ghana, 1946- En tercer lugar, la elección de la colaboración nativa de-
1960 (Universidad de Oxford, 1964). D. A. Low y R. Pratt, Buganda and terminaba, más que cualquier otro factor, la organizacron
British over-rule (Universidad de Oxford, 1960).
y carácter del gobierno colonial; en otras palabras, sus po-
líticas territoriales y económicas, administrativas y consti-
23
T. 0. Ranger, “Connections between ‘primary resistance’ movements and
modern mass nationalism in east central Africa” Journal of African History,
IX, 3 y 4, 1968; E. Stokes, “European administration and African History and tucionales, eran, en su mayor parte, institucionalizaciones
African political System, 1891-1897", Conferencia de la Historia de Africa de las alianzas políticas nativas que lo sostenían.
Central, Lanka, 1963; D. Ashford, “The politics of rural mobilisation in En cuarto lugar, cuando los gobernantes coloniales ha-
bían eliminado a los colaboradores nativos, o éstos elegían
North Africa”, Journal of Modem African Studies, 7, 2, (1969), JM. Lom-
(hle “African politics in western Kenya: its leadership, scale and focus (no pu-
blicado) Universidad de Cambridge, Seminario de historia del Commonwealth, irse, o bien' eran obligados a hacerlo. Sus oponentes nacio-
1971). , nalistas en la élite moderna, tarde o temprano aceptaban
212 16/19 213
separar los elementos políticos nativos del régimen colo- cer Mundo en las décadas de 1970 y 1980. El marco inter-
nial hasta que, finalmente, formaban un frente unido de no nacional ha variado mucho: desde el imperialismo a la m-
colaboración en contra de aquél. Desde aquí, la transfor- dependencia formal de toda ayuda extranjera. De'todos
mación de colaboración en no colaboración, determinaba modos, la importancia del marco externo para decrdir su
ampliamente el proceso de descolonización. Por último, suerte es marginal. Sus posibilidades de estabilidad depen-
como los movimientos anticoloniales surgi’an como coali- den de las políticas internas y de la colaboracron entre las
ciones de no colaboración dentro de las ecuaciones colabo- élites modernas y neotradicionales. Es éste el. factor que
racionistas del gobierno colonial y la transferencia de po- parece determinar si serán realmente independientes o. per-
der, los elementos y caracteres de los partidos nacionales manecerán víctimas del “neocolonialismo”. Los nac1pna-
y gobiernos afroasiáticos en la primera época de la inde- listas de Asia y África, al derrocar regímenes coloniales
pendencia proyectaban una especie de espejo, imagen de la ¿hasta qué punto nd‘realínearon simplemente las unidades
colaboración bajo el imperialismo. tradicionales y neotradicionales de la politica nativa sobre
David Fieldhouse ha llamado a la idea general que sub- una base temporaria? ¿Hasta dónde tuvieron éxrto a través
yace en este análisis “teoría periférica”.24 Más apropiado de la organización partidiaria nacional, en. uruficarlas y
es lo que podría llamarse una “aproximación excéntrica” transformadas permanentemente? Los nacmnalistas son
al imperialismo europeo. Utilizando una figura geométrica, más “representativos” de las entidades históricas de lo que
se podría decir que existía un círculo eurocéntrico de estra. jamás lo fueron los gobernantes coloniales, y losllideres na—
tegia industrial haciendo diversas intersecciones con círculos cionales tienen las posibilidad de jugar su politica más a
centrados en las implacables continuidades de la historia fondo y organizada mejor. Es precisamente porque los na-
afroasiática. El imperialismo, en especial en esta etapa, no cionalistas son más “representativos” de las umdades neo-
era precisamente una función específica de algún círculo. tradicionales que pueden estar en gran peligro de convertir-
Era, en ciertos aspectos, excéntrico a ambos. Debería des- se en sus propios prisioneros políticos, mucho mas que'sus
tacarse que las crisis afroasiáticas que atraían al imperialis- predecesores. La experiencia de la década de 1960 sugiere
mo, con frecuencia no eran producto de fuerzas europeas que los nacionalistas frecuentemente realmearon estas uni-
sino deicambios autónomos ‘en las políticas internas de dades en forma negativa en lugar de transformarlas posm-
Asia y Africa. Haciendo una analogía mecánica, el imperia- vamente.
lismo era, en algún sentido, el “centro de graveda ” o re- La cuestión de las décadas de 1970 y 1980 puede llegar
sultante de ambos círculos. Por ende, las motivaciones y a probar lo contrario.
formas del imperialismo eran de colaboración, no colabo-
ración, mediación y resistencia de las diversas interseccio-
nes de ambos círculos. Es por eso que no resulta tan sor-
prendente que los dirigentes y agentes europeos, al igual
que sus víctimas, consideraran al imperialismo como un
proceso inevitable y casual fuera de todo control.
Lo que aún no se ha obtenido es una respuesta adecuada
a la crítica cuestión de evaluar las probabilidades del Ter-
24 Fieldhoune, num ofcapihzlixtlmpefialísm, xv, ¡93.4_
214 17/19 215
cpíáboracíón. Oámï pregímiéá' se
:2;cnpringo’d;’}a centramfií me":
. El afecto
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7 n:

.131 mazdismó' de colabóracïón y las teorías'más ampïías' del imperialismo. Sé hifi-973311 pzegunáa
Burma Ia ¿víscusíán surgiergm varias duda; acerca ¿de "la jeïqfión’entre el cual se poda: ¡dgnfiqxar y definir ¿2 ¿amic ’rálbiíva a?
1:183:13:15; ”3113??e Éplaboraáozas?
{auxilio ¿e "’__¿claboza;c:án” con una tearïá genera! def :mp’enalmn‘ófïïna ¿e rfiof'¿'¿
N, ,cgiga; aÍ’:a ‘23 texto ¿e 3952725072 Eos 27215203 "salía???-
¿filas Isa 7ejiríó a La áfz’rmación de Robinson de que si ímfiériaíisnw 19m una ’ poca orientación ¡habre ¿Litio? Su
a ¿o largo ¿gl texto; a veces Izáblaba
fúncio'n de ias pólíáícm'íntgmasrdeí mundo nmeuropeó; ¿Impíicaba él_ con ïïeïfauïa {12112553 ¡357.3517 ¿e ¿fases
#2}: dé 1;;151233 gine-Étíï‘unqrhvïce: a los yan. ie'rmz':
¿51:0 que ¡95 gaita: Estaban más o menos sometido; al imgzeríalixmo- de acuer- a) colabor'ízdore:
en ¿Ïïfmáa de sus 15111516125: ecbnómíca:
do a la naíuraieza de su sistema poííréso, o que-Ia; forma como ef imperia- 50661165D Robin , . eïum "arman: .-
.ï:co :1 ¿no que su
¿mago no firetena‘z’a ¿a? una teoría-
lismo operaba en cada paísániíz’vidual dependía de. la. naiuzaleza__de .su
siiama política? En ”Questa; Robinson dijo que; ¿n sierto seníido Smió . maga ¿231252.3 51‘32???ÏasïÏ’LZ‘Ïï'Ï’ É”¿gamrei'ïaüabï m”
-a’caba¿ía : de???
Y. 1 5.: r:
¿a impíicar ambas cosas. La; primera impíicacíón em”un_coroíárío a la ;;,. ¿y y- J ‘ 0535:7223,y 4., 1. ua:esen.53r res 5'” -
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uduïlgkfir- gamma; eran los coiaíaomdoreï. En mucho: ¿236:
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(:g‘vïb1'0‘“gïiW7€rzfísác 'u, 1: {”7" bw“ CN! ”¡pam/K hdívév Mz aïcunas m“
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a los uso: refzgaows y 306231263.
31:8 - Á 2*

18119
18/19
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