Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
El imperialismo
(La controversia Robinson-Gallagher)
CB .
É©ÜÏÏ©IÍZÜAIL [NUEVA ÜMMCBIÉN
1/1
1/19
ellos surgin'an posteriormente las modernas luchas en con- Fundamentos no europeos del
tra de la dominación foránea. Pero el idioma ha escondido imperialismo europeo.
la esencia. El imperialismo ha sido su auxiliar. Entre ambas
han arbitrado una revolución mundial. El nacionalismo ha Bosquejo para‘una teoría de colaboración
sido la continuación del imperialismo por otros medios.
a.
Ronald Robinson
au-
aah;
31.4
íf‘
s—¿F'é4
,
186 3/1"”9
3/19 187
5
”h“???
sí mismas no necesitaban del imperio. Si lo hubieran he- mente resistida, necesitándose, también en forma continua,
cho, las luchas territoriales de fines del siglo XIX hubieran la mediación nativa para impedir la resistencra o para apla-
tenido lugar en las Américas, donde Europa estaba invir- carla. Los cipayos indios y las recompensas indias, por
tiendo el grueso de sus recursos de exportación económi- ejemplo, conquistaron y guardaron para el ra] la Joya mas
cos y humanos, y no en Asia y Africa. Un país puede co- hermosa de la corona imperial. Por otra parte, China y Ja-
merciar con 'otro y estar interesado estratégicamente en él, pón no proporcionaron igual cantidad .de colaboradores
sin intervenir en su política. No había nada intrínsecamen- que India y, por ende, no pudieron ser SOJuzgados. ,
te imperialista en la inversión extranjera o en la rivalidad A.
Es fácil confundir el origen, del poder que sostema a las
entre las grandes potenciasjEl capital y la tecnología euro- colonias imperiales de‘Asia y Africa. Su colección de armas
pea, por ejemplo, fortalecieron la independencia del Japón yemas“;
4 podría indicar que provino de .Europa. Pero sr ése fuera su
y el Transvaal, al tiempo que debilitaron la egipcia. La gran A. » origen, sólo hubieran constituido tigres de papelzéunqrue
potencialmente el poder estaba en Iiuropa, en realidad solo
—=
rivalidad entre las potencias que dividió a Africa, también >
frenó la repartición del “melón chino” y demoró la divi- una pequeña proporción fue destinada a África o Asia.
sión otomana. Por lo tanto, debería ser cosa conocida que Normalmente la política europea conSIderaba que s1 el, 1m-
el imperialismo desde el principio al fin fue producto de la perio no podía ser cónseguido por las buenas, no valia la
interacción entre las políticas europeas y extraeuropeas. La pena tenerlo. El vigor financiero y la fortaleza miht'ar y ad-
ministrativa del imperialismo se consrguio a traves de la
asi tan- erlgsmw A
expansión europea económica y estratégica tomó la forma ¡E
imperial cuando estos dos componentes operaron con dife- mediación de las élites nativas de los propios paises inva-
didos.
1
rentes propósitos, con un tercer componente no europeo
de colaboración y resistencia interna.2 Tal vez la llave fal- me,“ Por lo tanto, su mecanismo central puede ser encontrado
tante para una teoría más histórica deba buscarse en este en los sistemas de colaboración surgidos en las sociedades
tercer elemento. preindustriales que tuvieron éxito (o fracasaron) en [enlazar
En esta triple interacción el imperialismo se hizo, en Emü-‘Esáwrñzr el nuevo proceso de expansión europea con la_poht1ca so-
cial nativa y en conseguir algún tipo de equilibrio envolven-
e.
gran medida, necesario y practicable; su mecanismo de
control estaba formado por las relaciones entre los agentes te entre ambas.
de la expansión externa y sus “colaboradores” internos en
la economía política no europea. Sin la colaboración vo-
2. La idea de élites colaboradoras o mediadoras
luntaria o forzada de sus élites gobernantes no podían ser
transferidos los recursos económicos, ni protegidos los in- Como los agentes de la civilización industrial de gran esca-
tereses estratégicos, ni cambiados los contenidos de las reac- p la invadieron las sociedades agrarias de pequeña escala, el
ciones xenofóbicas o de la resistencia tradicional. Y sin la 1,t
l atractivo de lo que la gran sociedad tenía para ofrecer en co-
colaboración nativa, llegado el momento, los europeos no mercio, capital, tecnología, apoyo diplomático o mrl’l’tar, o
podrían haber conquistado y dominado sus imperios no eu- el temor a su venganza, despertaba a “colaboradores nati-
ropeos. Desde un comienzo, la dominación fue continua- vos en funciones tanto políticas como económicas. Debe
hacerse notar que el término‘no está usado en sentido pe-
2
Cfi la primera formulación en J. Gallagher y Robinson,“The Imperialism of yorativo. Desde el punto de vista de los. colaboradores me-
Free Trade", Economic History Review (marzo 1953), 5-6. diadores, los invasores importaban una fuertealternativa
de riqueza y poder, que si no podría exclulrse, debia ser
188 4/1" 9
4/19
189
explotada con el fin de preservar o mejorar la posición de colecciones amorfas de individuos. De allí que los términos
las élites nativas en el poder tradicional. Como lo demues- en los cuales tuvo lugar la colaboración fueron criticos en
tran, entre muchos otros ejemplos, los casos de Japón des- cuanto a determinar no sólo las modalidades politicas y
de 1858 hasta 1867 3 y de Buganda desde 1886 hasta 1900,4 económicas de la expansión europea sino tambien la opor-
si la élite gobernante elegía la resistencia existía, general- tunidad de sus agentes de lograr influencra, ejercer control,
mente, una contraélite que optaba por la Colaboración, o promover cambios y contener la reaccron xenofobrca. .
viceversa. Al mismo tiempo, los negociados de colaboración Dos sistemas interconectados formaron el mecanismo
no eran y no debían ser demasiado unilaterales pues deja- de colaboración: uno consistente en acuerdos entre los
ban de ser efectivos. Laslélites sociales de África y Asia, agentes de la sociedad‘industrial y las élites natryas, logran-
colaboradoras o no, que formaron parte de la gran mayoría do su colaboración; ypl otro, conectando estas elites con la
de los Compañeros involuntarios del imperialismo, debie- rigidez de los intereses y las instituciones locales. Los cola-
ron mediar con el extranjero en pro de sus instituciones boradores debían cumplir una serie de funcrones en el sec-
tradicionales y constitutivas. Las concesiones tor “moderno” y además “encuadrarlas” con otra serie
demasiado
drásticas en áreas que afectaban los sentimientos naciona- más decisiva en la sociedad'nativa. El tipo de acuerdo posr-
les, socavarl'an las bases de su autoridad, reduciendo
a cero ble en uno, determinaba el tipo de acuerdo posrble en el
sus convenios con Europa. La ironía de los sistemas de co- otro. Cuando los colaboradores tenían éxrto al resolveres-
laboración yacr'a en el hecho'de que a pesar de que los inva- tas complejas ecuaciones socioeconómicas -—como lo hizo
sores blancos imponían su influencia sobre las élites gober- el moderno samurai de Japón— el progreso era casi mila-
nantes, aquéllos no podían hacer nada sin la mediación de groso; cuando fracasaban, Como los mandarmes chmos y
éstas. Aunque las negociaciones eran desiguales, debían los pashás egipcios, tarde o temprano el resultado era la
re-
conocer intereses mutuos e interdependencia si querían catástrofe.
lle- , _
varlas a cabo. Cuando no se les daba a los mediadores
sufi- A pesar de que los mediadores permanecran integrados a
cientes cartas para entrar en el juego, menguaba la autori- la sociedad local, en su doble papel, raramente formaron
dad con su propio pueblo, produciéndose grandes crisis un único grupo de interés o un sector moderno umfrcado
en
donde las potencias expansionistas debían elegir entre dentro de esta sociedad. Las mutuas rivalidades en el seno
dis-
minuir sus exigencias o intervenir para promoverlos en de aquélla dejaban a un lado sus intereses
for- comunes como
ma directa. Tampoco sería posible para ellos, en un futuro intermediarios. Por eso los sistemas de colaboracron tendran
como gobernantes, lidiar con sociedades sojuzgadas a ser conjuntos de funciones mediadoras aisladas y disper-
como
sas en la sociedad nativa, más que funciones de grupos so-
3
Véase especialmente W. G. Bmdey, Great Britain and the Opening ciales unificados dentro de ellas. Esta diferenciación entre
of Ja-
pan, 1834—1858 (Londres, Luzu, 1951) y Select document: onJapaneu
Fo-
papeles mediadores y grupos es sencilla en cuanto a que el
reign Policy, 1853-1868 (Londres, Universidad de Oxford, 1955); A.
M. Craig, mismo grupo, en ocasiones tambien se alraba, pero en otras
Choshu in the Meijí Restorau'on (Cambridge, Universidad de Cambridge,
M. B. Jansen, Sakamoto Ryoma and the Ma'ji Restomts'an
1961); se opom'a a los imperialistas. El vuelco de los aliados du-
(Universidad de
Princeton, 1961). rante una crisis era, con frecuencia, asombroso.
4 D. A. Low, Buganda in Modem La eficiencia de este «sistema estaba claramente en pro-
Hktory (Londres, Weidenfeldl and Nicol-
són, 1971), cap. l ; M. Twaddle, “The Bakungu Chiefs of Bupnda
Under Bri- porción al monto de riqueza y poder europeos Inyertrdos
tish Colonial Rule, 1900-1930", Journal of Aficm History,
“The Muslim revolution in Buganda” Instituto londinese
10,2 (1969), y en él. Esto determinó el peso de las funcrones orientadas
de estudios del Com- externamente dentro de la sociedad nativa. Cuando las ac-
5/‘19
monwealth, periódico seminario (no publicado), 1971.
190 5/19 191
tividades externalizadas se encontraban en proporciones in- ción probó ser estable y efectiva.6 Consecuentemente, el
feriores a las tradicionales, los colaboradores naturalmente dominio colonial se inmiscuyó en Afroasia en forma cada
adjudicaban mayor importancia a sus papeles tradicionales vez más directa y extendidamente, a medida que intentaba
que a los mediatorios. Cuando más elevados eran los recur- construir y sostener-la cooperación nativa; en tanto q,ue, en
sos provenientes de Europa, menos dependía el imperialis- los dominios blancos cuanto más cOnfiables se volvran los
mo de la mediación nativa. En Argelia, Kenya y las Rhode- mecanismos de colaboración, más 'retrocedía el control co-
sias, hasta la década de 1950, por ejemplo, las políticas na- lonial.
tivas estaban estranguladas por la presencia de una minoría Casi podría decirse que los diferentes convenios .de cola-
de colonizadores blancos. Por lo tanto, el control imperial boración o mediación dEfinen el actual trabajo del imperia-
podía prescindir en un alto grado de la cooperación nativa; lisrno, al punto de causar impacto en un momento determi-
pero no podía ser sostenido sin el consentimiento de los nado. Es por eso que é‘l estudio de los mrsmos parece ofrecer
colonos. Tiempo después, aun en estos casos especiales, una visión más amplia de los factores involucrados que la
los mediadores nativos se hicieron más necesarios al domi- que nos da el análisis unilateral de las fuerzas europeas.
nio colonial en la medida en que crecía la prganización del Los elementos para este análisis podrían ser tomados del
nacionalismo africano. En las colonias de Africa occidental
donde no existían colonizadores blancos, los mediadores
caso del solitario misionero de Londres y las, tribus Tswana,
eran siempre vitales para sus gobernantes. La necesidad de que ilustra el mecanismo en su forma más debil y del de los
intermediarios variaba también de acuerdo a las fuerzas mi- colonizadores blancos del siglo XIX, que lo muestra en su
litares disponibles y la voluntad del gobernante de utilizar a más oderosa.
fora: Bechllanalandia, durante la década de l840 y 1850,
la coerción como sustituto de la colaboración. El elemento
militar en el imperialismo francés en el norte y oeste de el misionero era el único agente de la expansión europea. A
Africa5 en el período que precedió al surgimiento del na- pesar de que sus recursos espirituales eran enormes, np pa-
cionalismo africano, a menudo los hizo menos dependien- recía tener ni a las grandes potencias m a la economia m-
tes de los mediadores que los británicos, situación que re- dustrial a sus espaldas. Su evangelio carecía por completo
flejaba los diferentes recursos expansivos de un territorio de significado para los jefes Tswana y sus famrhas, que sa-
continental con un gran ejército de una isla que dependía bían que destruiría tanto su religión como su autgndad.
por su seguridad europea de una gran armada. Mientras le permitían enseñar, le asrgnaban a este sector
moderno” de un solo hombre los distintos papeles de jefe
A lo largo de la era imperial, las economías invertidas en
de irrigación, jefe del cuerpo de defensa, annero, agente
África y Asia, con excepción de la India, fueron escasas,
comercial y diplomático encargado de las relaciones con el
arañando apenas la superficie social o interrumpiendo la
resto del mundo. Tenía poca recompensa en las almas. Ha-
implacable continuidad de la historia nativa. Los sistemas
cia la década de 1870 clamaba por ¡el poder imperial desde
de cooperación en esas regiones permanecieron comparati—
el Cabo para reforzar el lado europeo del convenio con mas
vamente inefectivos e inestables. En las colonias blancas, ,
recursos materiales.
donde las ganancias europeas eran mayores, la colabora-
4‘
'
6 Pm ver un ejemplo que podía obtener el capi-
5
A. S. Kenya Forstner, “Myths and realities of African resistence”,Hi:tofi- extremo de la colnbomelón
. _
cal Pm": 1969 (Asociación histórica canadiense, 1969) y The Conquest of tal inglés fuera del imperio formal en la política chilena desde 1 879 a 188.3, nn
du Western Sudan. A Study in French Military lmpen'alism (Cambridge, Uni- hacer evidente la intervención política, véase J. R. Brown, The Frusu-stion of
versidad de Cambridge, 1969). Chile’s nitrate imperialista", Jaume! ofPacific History (noviembre, 1963).
.131 mazdismó' de colabóracïón y las teorías'más ampïías' del imperialismo. Sé hifi-973311 pzegunáa
Burma Ia ¿víscusíán surgiergm varias duda; acerca ¿de "la jeïqfión’entre el cual se poda: ¡dgnfiqxar y definir ¿2 ¿amic ’rálbiíva a?
1:183:13:15; ”3113??e Éplaboraáozas?
{auxilio ¿e "’__¿claboza;c:án” con una tearïá genera! def :mp’enalmn‘ófïïna ¿e rfiof'¿'¿
N, ,cgiga; aÍ’:a ‘23 texto ¿e 3952725072 Eos 27215203 "salía???-
¿filas Isa 7ejiríó a La áfz’rmación de Robinson de que si ímfiériaíisnw 19m una ’ poca orientación ¡habre ¿Litio? Su
a ¿o largo ¿gl texto; a veces Izáblaba
fúncio'n de ias pólíáícm'íntgmasrdeí mundo nmeuropeó; ¿Impíicaba él_ con ïïeïfauïa {12112553 ¡357.3517 ¿e ¿fases
#2}: dé 1;;151233 gine-Étíï‘unqrhvïce: a los yan. ie'rmz':
¿51:0 que ¡95 gaita: Estaban más o menos sometido; al imgzeríalixmo- de acuer- a) colabor'ízdore:
en ¿Ïïfmáa de sus 15111516125: ecbnómíca:
do a la naíuraieza de su sistema poííréso, o que-Ia; forma como ef imperia- 50661165D Robin , . eïum "arman: .-
.ï:co :1 ¿no que su
¿mago no firetena‘z’a ¿a? una teoría-
lismo operaba en cada paísániíz’vidual dependía de. la. naiuzaleza__de .su
siiama política? En ”Questa; Robinson dijo que; ¿n sierto seníido Smió . maga ¿231252.3 51‘32???ÏasïÏ’LZ‘Ïï'Ï’ É”¿gamrei'ïaüabï m”
-a’caba¿ía : de???
Y. 1 5.: r:
¿a impíicar ambas cosas. La; primera impíicacíón em”un_coroíárío a la ;;,. ¿y y- J ‘ 0535:7223,y 4., 1. ua:esen.53r res 5'” -
gl creía em posible avanmfozlí; :‘ásíl
Si =finicáón del'impeïialísmo ¿ada por ¿Z ya antes} en ¿agua mantenía que .
:iázïjrznínís. ffs gue
uduïlgkfir- gamma; eran los coiaíaomdoreï. En mucho: ¿236:
mv sistema capitalista'no zm; ínízerantemente' imperialista» en ¿aciamamcnim ¿ping grups; ¿“me coma coleáciones ¿ra
(:g‘vïb1'0‘“gïiW7€rzfísác 'u, 1: {”7" bw“ CN! ”¡pam/K hdívév Mz aïcunas m“
Éïíïílieofïfontfaïlosen ¿mi ¿e genoma; ri:-
_ dzfaygnteífïïïlfijug ¿2,255321 sido Zieaados a caíabomz
{055;}. Sinamïiïfiïgo, también .Za iniaresaíza mostrar qn'eïonda tale: reía-
“En.
.Ïpüjj
Cl qfla ane: eran imperiaíisiaj, el grada. ¿a imperialismq (con lo que quería 26:3; 35,115??? :2 2m ¿fiagzfijï-e;jmi'iáïíïaneaeuromfiéaíuáéïfib (ie-sus 50
locales ¿ue tfaíájaiínngïmogjïság ¿“o ¿GS 1314155113305
h
.Í
after
¡.¡ mía: lasvfarmv'zï ¿afluencia poïíiicqmí como aqueíla influenciv ¡P
— ¡emo (¿cami
.1”. A ' . ÉTÜPSTCiÜnaáfln
' es
JQ
Z tro "u‘r‘ a”“Z SW
Md “¡11
di mmm:
r'u
18119
18/19
NOTAS . ¡G'Afrím ami the ï’icwriam; R. Robinson y 3'. Gallagher, “The African i’árzïe
tien“, Th: New Crasnórs'dge ¿ladera History, 2-21, i952; cf. C. Wi Newbun', “Vícto-
‘1 Estas teorías se endusmran muy bien anaiízacïas por D. X. Fieldhouse, Tfie- ñans, rápublicags anti .Lhc sintética ¡'35 West Africa”, [1337.3421 o'f .rífrz'ccn’fz’üzóiy, 3,
Th;ory of Capiáalín Impgrínls'sm,_ Ed. Weídenfdd 8: Nimïsom Londres, 3957; cf. 1962; I‘Eewbury y Kmr-Forsmer, “French policy :md the crígías oí 33:5 scraríïhíc
59.1"om Kemp, Theorics of._¡mperialum. Ed. Datsun, hndrea 196?. ,
of the 39:52 Africa", K_ah3'j»ïo;‘slncr, '27}: Cangussá of {fue Wzsizm 836517,, E. Ste-
3 Ci. su {arma} ción más temprana en J. Gallagher}; R. Robmson, ‘The ímpe- Esas, “Laternínetcenth expansion ana" th: attack en the theory ci ecsnomic 5351:6253-
' }ism”, Hist. jcu'mal, .. 12, 1969. - r
¡gniism oí free nada”. Econ. Hifi. Run, mana—de 1953, p}; 5n5. 1
— En paziïmflar,"véase, W: G. Beasiey, Gras; Es'ízaígz ¿ná ¿31570355212325 o,51 A japan, 17 E. R. Ï.«,Üwan, Cüiíozz
_ and the EgJ""‘P**-'13mwm*,
,.__.. , 1320-191'í3' Üxíord Um
358, Ed. Luna, Londres, ‘1951, y Salar: Doasmmzs- ,
on _ apague Forezgn P9- vcr‘szïy E’ressa Loncres, 29%; G. 332:, Lam! ¿267mm ir: .¿{aa’cm Egypt 5803-
“'3Í858A. Ü:'*Qïd Ümvarsíty :ress, Londres,1195¿s; Á. 5'.- srsízg Chosfiu ¡:1
1
_ Nuava 'rYC‘R, 13’f . .8. Es’íï'HOlt, Palïsimi and ' Social Change i}: Áïódám 53535,".
“ >7-
Rexomüm; Harvard U .. ersíty 15:55,; Cambnége, 35-3.55, ' .; Mi, 3.- .{ord D3. , y P.css, Londres, 117.38.
fu- .
. ,
mato Ryóma ami ¿las ¿Msíjí Restaratícrnz‘ïúumït Un? eM '
_ , 'ÏS‘ A. Hóutaní, ¿rabia É‘Ízwght ¿.1 ¡ha Libcmlflgc, Oxford Unívarsíty This, Len-
'1 D. A. Law, Bugcrua ¿.1 Making: A..ix1my, Ed. Weiáezfád &- .
'
M. Twaá ie, “The Bahungu Chiefs af Buganda vacía: 7 áres; 1962; S. G . Haiti, ¿{rabia Natiarzaíúm, Univsrsi'ty of Czïííaïsía’ 1333, "¿erite-
icy,‘ T2362. ¿ -‘
fiGÏíQñD’Ï'Ióm al ¿{Aki/Jan Hísmïy;110472,13 9533:; _ _ :qplw
_ ‘aej Muslim . ( 'ÏÏ _:a ‘v'éase‘fifrísa' 5312i ¿hai/"2': ‘ú'vía?¿,"díí.; ‘c pf’zv’.’ r ,
usamia’fl Institute 65— Gemmanwaalm StuciíuScmmar P733791? {sm Duhlscnr, 1; P’Q Para 2135:1135 ejemgfles ¿a sistemas incïíos, véase Tha Enlarge“: of Indian Na-
fïonaïixm', Cgïnbïídge Ünívgrsïty Praia: 3963; R. Fïïíïtnbeïg, Gun-¿w Districz, 2733-
¿karlïa-Forstuer, "Mïiihs ¿mi reun€320tj‘&ïnca:1-mzsmïce“; ÏNFFCTÏW" 38258: ¿z 52:};o of Inca! injíuáncg ¿md “mimi authwity in. Sauih india. 01:59?
. ¡959, 'Éhs Canadáan Historica? Associafien, 1969; gi Tiaggomïgcíá of ‘án; Wes. Univ'e Et}; Presa, Londres, 1965; j. Ei. Bracmfisiéí 55€: Confïïsá in a Pluraí 3015235,
w c. Sudan: ¡Í Sáuáy'z'n ¿772224.71 Mfiíiary Imperiafism, Cambncge Qm‘ínrsuy Press; mendez}: century Bengcí, University of Caïííornia Press, Berkeíe'f, 1968; G. johnson, .
7 Cambádges 1969- _ “1),“ ."’ 5. ¡ _'A>¿‘ __ ¿.1
> ““04 , '¿_,.’f
%’_ . '.- indica política; 1895-1965, tesis ¿estatal de .la Universidad de «Cambridge, 1955?;
5 Uh ejempíg extremo del tipo a; cciaboración qu; :2 capgxas. mgms Eqnsegmg en para cjgmpïos de micropüííúca de crisis, véase S. B. Chaudhutïl Civü’Rtácïlíw.,
4 .
n'ísts mia estaban fuera'de' Si: imparíor farmai; se pued}: ver mila. pai'kifca 531313213
,ïhe Ina'mn 3421:5735“; yf E. Stokes, “Rural :evok in the Great Rebcïlícíz ’of 1857 ZnI
¿amic 18’29! hasta 1883* sin.u se. haya. producída‘ ‘Ïn"? zqtegvanmcp chi-¡cz amarga. Ïndia”, Híít.‘-jáumzz¿, EL E2: 4, 1969. f -
, “The ímstmïion af Nitmte {Jhüe’s'rmpcnánm’ï Joan-pa; of Pam:
, ' , .-
' 31 Ei ejempïa efií'ñomafio de G. Bakheít: British aa’mínísswsían 5nd Safina-es;
Viembre. cie 1953‘ , _ .
‘ naiíanaiísm; “sisi: ¿iostoraï inédita, Universidad ¿e Cambri ge, 195€; véasa
Sachs: Fri "donar? Í‘mperíaïísm is“; Bacfsucnaïafig ‘“-' ' Mm aïsFuahzm, lmfinmizsm ara—¿í Nano-mmm 2:: ik: Sudan, zord
, Un}: rsíd’ae de Cambridge, 3258. 4 .
R, Robigsca, j. Gafiaghcr 3' .A‘ Ïütn‘nv‘,
' 4%,!"n
' un.
”ad of imperialíxm. EL Míam'xíüan.
ïjníva'HH’
‘,.»;
'
3525 Inter--
Smbsédge,
”Mi";2 of L‘ae
¿eníaíism
1'; ' sanas, Ed. Ïíutchinsen, Londras, 1973; 2%,. "H. lví.
¿{ping Reik; 3 val. írkxeane {eri}, The P
4 . ¿253.5 of Naííw Adminászraáíon in Nigeria, Saíecíed Documents 29004947, Quiera"
mata» y. _ . 7 ‘
_»1‘ , Walsh, Bniazsz, Cama ¿mi ms Ániímígrísnáryu'Ïïioifï 3331:2326) dm un: ersíty Press, 1955; DE Austin; Politics in Ghana, IQÉGJQGÜ, Oxíorá Ünízersív
“¿‘érsíïy of ‘Minneapoíis 2:55; 1955;.Ï‘au1 21%., Gahan; Sfiïnaand Chfzsímízsfjïï‘ f? :Press, 2954; D. A‘. Law y R. Pratt, Bugma'a- cami Britisá Quay-Rúa, Oxford
Missionm'y ¿{Mamani amé A Srawíh sf Güímar; ¿Hilscïálgïlm'n 1860-1810, Har- Umversítyfress, 1966. 7 . ' Ï,
- 4
vaxáé Universítï Press. Cambridge, ‘as:._ 1953. . :3 T. C). Ranger, “Conneciíans bazween 'pzimajrzesisïancfz’
. y movtmems ami me,
¡ri-Véase, M. G. ”Wright, The L.“ Shanti ofCfimese Conservamm: ¿”ias T‘ugagu ¿c172 mass nationaïísm in east and centra? Áíáca’fi Journal o! African Hisíoï’nl, xx,
Y CMÍE: Raflorasion, [852.-18M. Stan!" “si Uaívarsiáy Prrgs, Nueva. York, 1,9552 ¡33553113. 3 y 4, 1358; B. Stokes, “¿Europeaa administration and African'politicaï sys’itzms,
15' VéaseLR, H. Davíson, Eéjorm ¿n Üitoman Emgvin,_185?9-I876, Pnncqt Lan}- 1893—1897.”. Conferencia sobre ¿a Historia de Africa {36:12:31, Lusaka, 1963; D.
f3 0
m
¿rs—ii}¡3,85'5’1953331, R, F 1k y R. L. Chambers, Beginning’o)‘ Madcmïzatmn Áflucïrcí, "The, politics of rural mobilísafion Sn Noriïn Africa”, fcumai Mati.
Áfr.
¿ha ¿ïi'íááíe‘ïasg The h’inéucm}: Century, Universiíy af Chicago Press, 2968, 331441195" 12‘ 1969: M. Lonsáaïe.' “Airiwn mlitics. in Western Kang-2.: it: ¡ea-
dcrsgtp, _e ¿pd _ is", tgzbaje inéciíïo para e! Seminarie de Historia de laÏCa-
ganadaá» Bntámcq ás: ¡a bnïvenjáad ¿e Cambridge, 196?, y "Decoïcnisaúcn in
3.5651 Last Afnca", Saramago de stozsa de la. Gomnnidaú Británica, i971.
34 Fieldkóusg: ep sit. É‘á‘ezïatï of Capitalín ¡mgcriaíísmxn
pp, 293.9%,_ =
19/19
19/19