Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
I) PRIMERA PARTE:
Dicho esto, quisiera partir mi exposición mencionando las fuentes que integran el
derecho fundamental al debido proceso, concepto fundamental que engloba, en su
conjunto, las diversas garantías de orden procesal. Que en el plano local se
encuentra configurado en el art. 19, n° 3, de la Constitución chilena; y en el plano
internacional habría que citar la Convención Americana de Derechos Humanos,
especialmente sus art. 8° (garantías judiciales) y art. 25 (protección judicial), como
asimismo, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, particularmente
su art. 14 (garantías judiciales)1.
Desde esta perspectiva y teniendo el concepto del debido proceso o tutela judicial
un carácter universal, lo podemos encontrar consagrado en diversos textos
constitucionales. Así, por ejemplo, la Carta fundamental chilena exige, en su art.
19 n° 3, inciso 6°, que “Toda sentencia de un órgano que ejerza jurisdicción, debe
fundarse en un proceso previo legalmente tramitado, correspondiendo al
legislador establecer siempre las garantías de un procedimiento e investigación
racionales y justos”. Es importante indicar, igualmente, que este precepto distingue
entre proceso y procedimiento, debiendo ser ambos racionales y justos, esto es,
legítimos. Asimismo, en el ámbito Iberoamericano, la Constitución peruana, en
su art. 139, señala que “Son principios y derechos de la función jurisdiccional: 3.
La observancia del debido proceso y la tutela jurisdiccional. Ninguna persona
puede ser desviada de la jurisdicción predeterminada por la ley, ni sometida a
procedimiento distinto de los previamente establecidos, ni juzgada por órganos
jurisdiccionales de excepción ni por comisiones especiales creadas al efecto,
cualquiera sea su denominación”. Igualmente la Constitución española, en su
art. 24.1, a propósito de la protección judicial de los derechos, expresa que “Todas
las personas tienen el derecho a obtener la tutela efectiva de los jueces y
tribunales en el ejercicio de sus derechos e intereses legítimos, sin que, en ningún
caso, pueda producirse indefensión”.
tema se distingue, por una parte, entre el derecho a la jurisdicción o tutela judicial
efectiva de los derechos o intereses legítimos (que tiene su origen en el sistema
europeo continental); y, por otra parte, el debido proceso legal (de origen
anglosajón, Due Process of Law, que consagra las Enmiendas Quinta (1791) y
Decimocuarta (1868) de la Constitución de los EEUU). La pregunta que surge por
si sola es la siguiente: Cuál de estos conceptos se acerca más a nuestra
perspectiva constitucional? En estricto sentido, habría que responder que nuestro
texto constitucional no utiliza ninguno de estos conceptos.
En efecto, como señala en nuestro medio Julián LÓPEZ, el principio del debido
proceso quedó incorporado a la Carta de 1980 de un modo particular, y cuya
discusión se consigna en las Actas Oficiales de las sesiones –de la Comisión de
Estudios de la Nueva Constitución- 101, 102 y 103 (celebradas entre el 9 y el 16
de enero de 1975). Una somera revisión de dichas actas evidencia que los
comisionados entendieron el debido proceso como un principio que comprendía
múltiples otras garantías y consideraron favorablemente la posibilidad de que su
consagración cumpliera una función integradora de los derechos. Buscaron, sin
embargo, la forma de evitar que, junto con el principio, se incorporara a la
Constitución el desarrollo que éste ya tenía en el Derecho de los EEUU. Para
lograr esto, como igualmente indica Julián LÓPEZ, tomaron dos decisiones: “la
primera, fue la de preferir una “expresión escueta” a un catálogo de garantías
procesales mínimas que debieran ser consideradas como integrantes del principio.
La segunda, fue que esa “expresión escueta” no fuera “debido proceso” sino “justo
y racional procedimiento”.
Sin embargo, tan clara como la intención de que el contenido del “procedimiento
racional y justo fuera objeto de un desarrollo posterior de la jurisprudencia, fue la
decisión de que ese desarrollo no se hiciera a través de un proceso de
creación de reglas al modo de la jurisprudencia de los EEUU (en donde, cabe
recordar, la jurisprudencia constitucional de la Corte Suprema Federal se abocó a
la definición de los alcances y contornos del debido proceso, el cual cumplirá, en
ese sistema, una función integradora de los derechos fundamentales de las
personas, a partir de la Enmienda XIV de la Constitución), sino a través del
control de reglas creadas legalmente, por la vía exclusiva del recurso de
inaplicabilidad (que en esa época era de competencia de la Corte Suprema y
actualmente del Tribunal Constitucional). Ello se expresa en la decisión de evitar
que el principio del debido proceso pudiera ser usado como un estándar contra el
cual contrastar la legitimidad de las sentencias, prefiriendo, en cambio, convertirlo
en un estándar de legitimidad de las leyes. Porque si se acuerda que toda
sentencia debe emanar de un proceso legalmente tramitado que sea justo y
racional, se abren las compuertas para interponer un sinnúmero de recursos, que
4
Especial importancia hay que darle a la anterior conclusión, pues “la reforma
procesal penal ha asignado al principio del debido proceso la función de generar
reglas de persecución penal, a través de la jurisprudencia de los tribunales de
justicia, entre las cuales la más importante es la que produce la Corte Suprema a
través del recurso de nulidad”.
-Finalmente, hay que destacar que en el proyecto de ley de 2012 (Boletín 8197-
07), que establece el nuevo Código Procesal Civil y en lo que sin duda
constituye una de las innovaciones más importantes que contempla el Código, se
reemplaza el actual recurso de casación en el fondo, por un recurso
extraordinario a través del cual se fortalece el rol del Corte Suprema como
máximo tribunal de la República encargado de preservar los derechos
fundamentales y de dar coherencia y unidad a los 24 criterios de decisión de los
tribunales del país. La Corte podrá avocarse al conocimiento de un asunto siempre
que concurra un interés general que haga necesaria su intervención y ello con
base en un sistema amplio de tipificación de causales que justifiquen ese interés
general.
Art. 405.- Objeto. El agraviado por una sentencia podrá ocurrir excepcionalmente
ante la Corte Suprema con los propósitos que en este Título se señalan y
cumpliéndose los requisitos que se indican, para solicitarle que se avoque al
conocimiento del asunto por estimarse afectado un interés general.
II) SEGUNDA PARTE: Notas sobre los elementos del debido proceso en la
jurisprudencia del Tribunal Constitucional de Chile
Sentencia rol 478, de 8 de agosto de 2006 (en el mismo sentido, roles 429,
433, 596, 791 y 806):
8
“El Director, con autorización del juez de letras en lo civil de turno del
domicilio del contribuyente, podrá disponer el examen de las cuentas
corrientes, cuando el Servicio se encuentre efectuando la recopilación de
antecedentes a que se refiere el artículo 161 N° 10 de este Código. El juez
10
38º. Que, por otra parte, también debe precisarse que no sólo el juez debe
resolver “con el solo mérito de los antecedentes que acompañe el Servicio”,
sino que, además, el afectado por la decisión judicial que autoriza la medida
carece, de acuerdo con la propia disposición, de la facultad de interponer
cualquier recurso oportuno para enervar la resolución del juez que permite
el examen de sus cuentas corrientes;
“entre las bases del debido proceso, aludidas por el constituyente como las
garantías de un procedimiento y una investigación racionales y justos, se cita
generalmente el principio de contradicción o bilateralidad de la audiencia,
comprensivo del conocimiento oportuno de la acción, el derecho a formular las
defensas y de rendir y controvertir las pruebas.
Sentencia rol 478, de 8 de agosto de 2006 (en el mismo sentido, roles 429, 433,
596, 791 y 806):
“En este sentido, este derecho fundamental, que incluye entre sus
elementos esenciales el acceso a la jurisdicción, es definido por los especialistas
como “aquel que tiene toda persona a obtener tutela efectiva de sus derechos e
intereses legítimos ante el juez ordinario predeterminado por la ley y a través de
un proceso con todas las garantías, sin dilaciones indebidas y en el que no se
produzca indefensión” (Gregorio Cámara Villar, en Francisco Balaguer Callejón y
otros, “Derecho Constitucional”, tomo II, pág. 215, Ed. Tecnos, Madrid, 2005). Este
derecho incluye el libre acceso a la jurisdicción, el derecho a obtener una
resolución acerca de la pretensión deducida, el derecho a la ejecución de las
resoluciones judiciales, la interdicción de la indefensión y el derecho al debido
proceso, con la plena eficacia de todas las garantías que le son propias.”
principio en tanto “trato de inocente”, por ello para el Tribunal “importa la obligación
de considerar al imputado como si fuera inocente, reduciendo las limitaciones y
perturbaciones en sus derechos al mínimo indispensable para el cumplimiento de
los fines del proceso”.
En la Sentencia rol 1373, se razonó que “si la decisión judicial sólo puede recaer
sobre una solución legítima; para ser aceptable desde el punto de vista jurídico y
atribuirle validez, es evidente que la motivación de la sentencia es esencial. Ella es
la justificación –no la explicación- de la resolución; se trata de un discurso cerrado,
de clausura: una vez dictado el fallo, debe contener todos los requisitos de la
justificación, no pudiendo ser variado o modificado”.
III) CONCLUSIONES