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TESTIMONIOS

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4
Manuel Castilla Ramírez
COMPILADOR

MARTÍN TRITSCHLER
Y CÓRDOVA
UN SANTO NO
CANONIZADO

INSTITUTO DE CULTURA DE YUCATÁN

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C. Patricio Patrón Laviada
GOBERNADOR CONSTITUCIONAL DEL ESTADO DE YUCATÁN

Arq. Domingo Rodríguez Semerena


DIRECTOR GENERAL DEL INSTITUTO DE CULTURA DE YUCATÁN

Lic. Oscar Sauri Bazán


DIRECTOR DE LITERATURA Y PROMOCIÓN EDITORIAL

C. Andrés Silva Piotrowsky


JEFE DEL DEPARTAMENTO DE PROMOCIÓN EDITORIAL

CORRECCIÓN
Lic. Ena Evia Ricalde
PORTADA
Departamento de Promoción Editorial

Martín Tritschler y Córdova, un santo no canonizado


1a. Edición 2006
D. R.© Instituto de Cultura de Yucatán
D. R.© Manuel Castilla
ISBN : 968-9075-02-0
Este libro no puede ser reproducido parcial o totalmente sin
autorización escrita del titular del copyright
HECHO EN MÉXICO

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MARTÍN TRITSCHLER
Y CÓRDOVA
UN SANTO NO
CANONIZADO

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ESPÍRITU Y OBRA PRIMER ARZOBISPO
DEL DE
YUCATÁN:
MARTÍN TRITSCHLER Y CÓRDOVA

El Boletín Eclesiástico de la Arquidiócesis de


Yucatán, creado por Edicto del 8 de diciembre
de 1904 y aparecido en enero de 1905, registró
episodios del diario acontecer de nuestro
Estado durante los primeros cuatro decenios
del siglo XX. En 1943, a un año de la muerte
del último Obispo y del primer Arzobispo de
Yucatán, Martín Tritschler y Córdova, el Boletín
dedicó un número especial para honrar a este
fundador y dar a conocer la vida y obra de
este Prelado a su feligresía.
La importancia de este documento
radica no sólo en que llevó una crónica de los
eventos de la Diócesis, sino que además tuvo
por objeto publicar frecuente y regularmente
las leyes de la Iglesia para su mejor
conocimiento, observación y comunicación con
el Clero.
Al narrarnos la vida de Monseñor
Tritschler y Córdova nos permite conocer el
panorama de los cambios de la vida yucateca

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desde el porfiriato hasta el período
posrevolucionario; este número extraordinario,
dedicado a su memoria, contiene cuadros
biográficos, las crónicas de su sepelio y las
descripciones del Primer Congreso Eucarístico
Diocesano de Yucatán.
Martín Felipe Neri de la Cruz Tritschler
y Córdova nació el 26 de mayo de 1868 en
San Andrés Chalchicomula de la Arquidiócesis
de Puebla y fue bautizado el 27 del mismo
mes; se ordenó sacerdote el 19 de diciembre
de 1891 y por Breve de 28 de julio de 1900,
León XIII lo designa Obispo de Yucatán,
arribando a la entidad un 1º de diciembre del
año 1900.
A principios del siglo XX, Yucatán vivía
un apogeo nunca antes visto: el mercado del
henequén sostenía a la entidad ocasionando
un progreso acelerado, a la par que provocaba
una explotación de la mano de obra
trabajadora del campo. Las haciendas
henequeneras y sus grandes propietarios
controlaban todos los espacios importantes de
la vida: el gobierno, la cultura, la economía, la
educación y la religión.
Martín Tritschler y Córdova se inserta
en este contexto en el que se tejen
enmarañadas alianzas entre los hacendados
henequeneros, pero nada hizo para remediar
el estado de servidumbre injusta en que tenían
algunos católicos de Yucatán a sus indios. La
política del Sr. Tritschler y Córdova fue
excesivamente prudente, pues toleró el estado

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social de los indígenas, que se creía necesario
para guardar el equilibrio económico. Nunca
emprendió reformas radicales, ni su carácter
fue remediar problemas con violencia, sino que
esperaba que por una lenta evolución
consciente, mejorara la situación del jornalero
del campo. Fueron necesarios los golpes
revolucionarios y la violencia de su radicalismo
para acabar con ello.
Durante la gestión apostólica de Martín
Tritschler y Córdova se dio la agonía y muerte
del régimen porfiriano que había gobernado
México durante treinta años y la transfi-
guración del antiguo obispado de Yucatán en
una nueva entidad administrativa: el
Arzobispado, afectado por la revolución política
de 1910 y sus secuelas.
En el periodo porfiriano los nexos
entablados por Crescencio Carrillo y Ancona,
el pasado Obispo de Yucatán, con las altas
esferas del poder elevaron finalmente al grado
de Metropolitana a la centenaria Diócesis de
Yucatán, que estaba supeditada a la de Oaxaca
desde 1891; concedido por el Sumo Pontífice
Pío X, se erigió canónicamente el Arzobispado
de Yucatán el 14 de abril de 1907, con lo que
se conformó la nueva Provincia Eclesiástica por
las Diócesis de Tabasco y Campeche como sus
sufragáneas.

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El recién nombrado Arzobispo, inicia su
gestión inaugurando en la Quinta de San
Pedro un Colegio Seminario,1 construyendo,
restaurando, embelleciendo y reedificando
todos los templos de su Arquidiócesis, y
fundando 42 Colegios, para lo cual hace venir
del extranjero profesores competentes, en su
mayor parte Hermanos Maristas y Religiosas
de Jesús María que elevaron la enseñanza a
la altura de la moderna pedagogía.
Entre las escuelas constituidas se
encuentran: la de Santa Ana, San Rafael
(Telar), San José (Artes y Oficios), el Sagrado
Corazón, San Luis Gonzaga, Nuestra Señora
del Rosario, San Antonio de Padua, y otros
más en Valladolid, Maxcanú, Ticul, Motul y
Mérida. Funda además escuelas para obreros,
la Liga de Acción Social, la Juventud Católica
y cuatro círculos de obreros en la ciudad de
Mérida.
Este orden establecido, que produjo el
progreso de la Diócesis administrada por
Tritschler y Córdova, es roto por el movimiento
revolucionario de 1910 en el interior de la
República y destruido en la región a la llegada,
en 1915, del General Salvador Alvarado. Esta
irrupción violenta de la corriente emanci-
padora que provocaría el saqueo de la Catedral,

1
El Arzobispo Tristchler y Córdova separó el Seminario del Colegio que
conservó el nombre de S. Ildefonso quedando como centro de estudios
para los que no emprendían la carrera eclesiástica.

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obliga al Arzobispo a prevenir mayores abusos
y huir en busca de refugio en la cercana isla
de Cuba el 26 de agosto de 1904.
Durante este exilio forzoso, Martín
Tritschler y Córdova gestiona la publicación
de un importante libro de biografías en el que
se esboza la vida de dos religiosos: Crescencio
Carrillo y Ancona, que como Obispo había
gestionado la designación de Arzobispado a
Yucatán, y del “campeón” de la enseñanza
católica, Norberto Domínguez Elizalde.
También en esta estancia, en la mayor
de las Antillas, el Prelado crea la Beneficencia
Sacerdotal de fines mutualistas, constituyendo
sus fondos con una subvención que le asignó,
las cuotas de los socios y los donativos de
particulares; todo con el afán de fomentar
entre el Clero el espíritu de caridad, haciendo
que todos concurrieran al auxilio de sus
hermanos enfermos, pobres y ancianos. Es
necesario aclarar que si antes no se había
preocupado de ello, fue porque en vísperas de
la Revolución disponían de fondos suficientes,
perdidos en esos últimos años.
Al fin de su exilio retorna a Yucatán, en
el año de 1919. Pasada la avalancha revolu-
cionaria de 1915 y 1916, el Sr. Tritschler y
Córdova se da a la tarea de reconstruir los
templos afectados e inicia la promoción de las
misiones espirituales en todos los pueblos del
Estado, haciendo traer para esto a los RR. PP.
Misioneros del Corazón de María.

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En el transcurso de esta obra evangeli-
zadora le sorprendió nuevamente la represión
anticlerical: la persecución callista. Sin
embargo Monseñor Tritschler y Córdova, en
cuanto a la discusión que generó a mediados
de los años treinta la educación socialista,
adoptó una política de transacción, que sin
admitir esos postulados, hasta donde lo
permitían las condiciones de la imposición
oficial, no presentó sistemáticamente
resistencia alguna a los proyectos educativos
socialistas.
Esta vez decidió no refugiarse en el
extranjero, como lo había hecho en 1915, y
permaneció al frente de la Diócesis hasta que
el 22 de abril de 1927 se le entregó a la policía,
y después de tres días de prisión se le embarcó
en el vapor americano “México”, rumbo a la
Habana.
Dos años después, cuando los convenios
celebrados por el Episcopado Mexicano y la
administración del Licenciado Emilio Portes
Gil permitieron su retorno, el Arzobispo
Tritschler y Córdova salió de la Habana, el 24
de junio de 1929, para desembarcar en
Progreso el 26 del mismo mes, reintegrando a
partir de entonces el culto religioso en
Yucatán.
En 1931 el gobierno de Bartolomé García
Correa redujo a 9 el número de sacerdotes en
el Estado. Monseñor Tritschler y Córdova juzgó
de nuevo conveniente no presentar oposición
sistemática a la ley y se dispuso a acatarla, no

14
sin protestar por el daño que ocasionaba a su
misión. Esta conducta conciliadora movió en
el centro de la nación un polvorín de críticas,
y hubo diarios que tacharon al Sr. Tritschler y
Córdova de cismático y apóstata.
Conociendo la importancia de la buena
prensa y los males que a los pueblos causa la
prensa impía e indiferente, Tritschler y Córdova
aprovechó esta arma para difundir el evangelio
y combatir a los enemigos de Dios y de la
Iglesia católica; fundó La Verdad, el Boletín
Eclesiástico, la Lectura Popular, y compró con
la ayuda de varios caballeros católicos el
decano periódico yucateco La Revista de
Mérida, colocándolo a la altura de los mejores
de la República; también protegió el
Semanario Católico Criterio y otros perio-
diquitos publicados en Mérida y en Motul.
El Congreso Eucarístico ocupa de lleno
los últimos pasos del Sr. Tritschler, hasta la
víspera misma de su deceso, el cual tiene lugar
el 15 de noviembre de 1942.
El Congreso fue propuesto para celebrar
los 400 años de la Fundación de Mérida (1542-
1942); sin embargo los preparativos para
llevarlo a cabo, antes de la muerte del Prelado,
carecían de la libertad necesaria para su
realización de forma oficial y mucho menos
pública. La muerte del Prelado fue un
detonante para el desarrollo exitoso de dicho
Congreso. De hecho, el principal movimiento
espiritual principió a la muerte del Excmo. y

15
Rvmo. Sr. Dr. Tritschler y Córdova, llegando a
ser el Primer Congreso Eucarístico Yucateco
el más grande acontecimiento histórico social,
patriótico y religioso en el Sureste Mexicano.
Tritschler y Córdova cosechó a su muerte
los halagos y elogios que nunca obtuvo en su
atribulada vida puesto aquel Congreso
Eucarístico Diocesano, cuya organización
consumió sus últimos pensamientos, se
convirtió en su primer homenaje luctuoso.
Con esta reedición del número
extraordinario que dedicó el Boletín
Eclesiástico de la Arquidiócesis de Yucatán a
su primer Prelado, el Gobierno del Estado de
Yucatán valora de forma objetiva y sin pasiones
de partido la importancia que desempeñó este
personaje en nuestra historia regional, en
vísperas del centenario de la Arquidiócesis.

Carmen Méndez Serralta


Emiliano Canto Mayén
Mérida, Yucatán, 2006.

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PASTOR EJEMPLAR

El buen pastor da la vida por sus ovejas


Jn 10, 11b

Mons. Martín Tritschler y Córdoba nació al pie


del nevado Pico de Orizaba, en San Andrés
Chalchicomula, y después de su período de
formación sacerdotal en Puebla y en la Roma
Papal, al llegar a esta tierra se identificó con
la tropical planicie yucateca y sus diocesanos,
permaneciendo hasta su muerte como el
sucesor de los Apóstoles entre nosotros. Así
su origen es poblano, su formación romana,
pero es una gloria para Yucatán.
Culto y sabio, el tres veces Doctor con
los máximos honores, en Filosofía, Teología y
Derecho, por la Romana Pontificia Univer-
sidad Gregoriana, era al mismo tiempo sencillo
y accesible, recibiendo por igual a los niños
que a los adultos de cualquier condición social.
Mons. Martín con su carácter prudente
y conciliador inspiraba armonía, impulsando
durante todo su episcopado la evangelización
y progreso de toda la Diócesis.

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Y así estableció el Catecismo Circular
para que la instrucción cristiana llegara hasta
las más pequeñas poblaciones de la Diócesis,
encargándoselas a los infatigables presbíteros
Crescencio A. Cruz y posteriormente a Juan
Pablo Góngora Góngora.
Impulsor de la educación, promovió la
construcción de numerosas escuelas, trajo
varios institutos religiosos dedicados a la
educación, esparciéndolos por toda la
geografía de Yucatán.
Construyó varios importantes templos,
erigiendo nuevas parroquias e instituciones
de apoyo; impulsó el apostolado laical creando
nuevos organismos o trayéndolos de otras
latitudes.
Aprovechando todos los elementos y
argumentos preparados por su antecesor, el
preclaro Obispo Crescencio Carrillo y Ancona,
obtuvo de la Santa Sede la elevación de
Yucatán al rango de Arquidiócesis.
Aunque incruentamente, vivió el
martirio durante las persecuciones que sufrió
toda la Iglesia mexicana al tener que salir al
exilio junto con la casi totalidad de su clero
en varias ocasiones. Fue despojado de la casa
Arzobispal, sufrió el cierre del Seminario y el
saqueo sacrílego de la Catedral, lo mismo que
el cierre de todos los templos católicos.
Sufrió también la expropiación de las
escuelas que tan amorosamente había
impulsado y la expulsión de los religiosos y
religiosas que las atendían.

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Y todas las veces retornó sin rencores,
buscando restablecer la paz y la armonía como
el buen pastor de toda su grey y sin ninguna
distinción de personas. Terminadas las
persecuciones organizó la Arquidiócesis con
los recursos humanos que pudo conseguir.
Obispo de Yucatán a los 32 años,
gobernó su amada Arquidiócesis por 42 años
celebrando sus bodas de oro sacerdotales y
culminando su ministerio episcopal con el
Primer congreso Eucarístico de la Arquidiócesis
de Yucatán, el cual no alcanzó a presidir por
su muerte, días antes de su inicio, suplicando
que nada impidiera la realización de dicho
Congreso.
Por todo esto, en el marco de las
celebraciones del centésimo aniversario de la
elevación de la Diócesis de Yucatán al rango
de Arquidiócesis, al unirme con todos nuestros
diocesanos al homenaje a Mons. Martín
Tritschler y Córdoba, XXXVII Obispo y primer
Arzobispo de Yucatán, agradezco el generoso
esfuerzo de Don Manuel Castilla Ramírez y
del Instituto de Cultura del Gobierno del
Estado de Yucatán, en la reedición en forma
de libro del número extraordinario del boletín
eclesiástico de la Arquidiócesis de Yucatán,
de enero de 1943, dirigido entonces por el
benemérito presbítero Don Leoncio Rivera
Vázquez.

19
El sentimiento de los yucatecos a la
muerte de Mons. Tritschler y Córdoba quedó
extraordinariamente expresado en la siguiente
frase del Lic. Antonio Mediz Bolio: “Si lo
amábamos mucho, él nos amaba más”.

A Dios sea dada la Gloria

+Emilio Carlos Berlie Belaunzarán


IV Arzobispo de Yucatán.

20
Emilio Carlos Berlie Belaunzarán
IV Arzobispo de Yucatán

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PRÓLOGO

Los designios de Dios son inescrutables y


nunca se sabe en qué momento opera la
Divina Providencia para que una criatura
insignificante sea el instrumento que coloque
la primera piedra de un altar –cabe la
posibilidad– en el que algún día, en el año y
en los tiempos de los que solamente Él puede
disponer, porque no tiene ni principio ni fin,
sea venerada la imagen de un santo todavía
no canonizado, que dedicó 42 años de su vida
de santidad terrenal al cuidado de las almas
de la Arquidiócesis de Yucatán.
La criatura insignificante que escribe
estas líneas tuvo el privilegio de conocer muy
de cerca a ese santo no canonizado, que mes
a mes dedicaba parte de su valioso tiempo para
recibir y dialogar con un rapazuelo que lo
visitaba en la casa arzobispal de la calle 57,
precisamente a la hora de la siesta, de un
merecido descanso.
El inoportuno visitante no tenía motivo
para solicitar audiencia al excelentísimo señor
Arzobispo, tan solo el ‘presumirle’ sus buenas

23
calificaciones en la escuela “Nicolás Cámara
Luján”, gracias a la beca que el buen pastor le
había otorgado por petición de don Ramón
Manuel Castilla Rodríguez, padre terreno del
rapazuelo.
Su rostro apacible y su paternal sonrisa
reflejaban en nuestra mente infantil la figura
de un santo, auque no estuviera canonizado.
Así lo corroboraría años después el sacerdote,
escritor y poeta , don Leoncio Rivera Vázquez,
en la extraordinaria crónica del primer
Congreso Eucarístico Diocesano efectuado en
el mes de noviembre de 1942, y que escribió
en su carácter de Director del Boletín
Eclesiástico del Arzobispado de Yucatán, en
su edición especial de enero de 1943.
Paralela a la crónica del magno evento
eucarístico que organizó el primer Arzobispo
de Yucatán, pero que por los designios
inescrutables de Dios no pudo presidir, ya que
falleció días antes cuando el Supremo Creador
lo llamó a su presencia, el Padre Leoncio nos
obsequió la espléndida biografía del
excelentísimo señor don Martín Tritschler y
Córdova.
La humildad, que fue principal virtud
del sacerdote, escritor y poeta don Leoncio
Rivera Vázquez –nos distinguió con sus poemas
que mensualmente nos entregaba para la
revista RECONQUISTA con el seudónimo de
Elerry vehachen–, no lo hace aparecer como
autor de los invaluables documentos ahora
convertidos en este libro que felizmente nace

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en el marco del primer centenario de la Bula
de Su Santidad Pío X, que el 11 de noviembre
de 1906 elevó al rango de Arquidiócesis la
antigua Diócesis de Yucatán.
Al reeditar en forma de libro el número
extraordinario del Boletín Eclesiástico del
Arzobispado de Yucatán, y que fuera publicado
en enero de 1943, consideramos de estricta
justicia adjudicar la autoría de tan relevantes
documentos al Padre Leoncio, a quien
tratamos personalmente como dinámico
sacerdote entregado plenamente al cuidado
de sus feligreses de la parroquia de Tekit, en
nuestros tiempos de presidente diocesano de
la Asociación Católica de la Juventud
Mexicana, en la década de los 50. Nuestro
emocionado recuerdo del sacerdote, escritor
y poeta que enriqueció las páginas románticas
de RECONQUISTA.
Nos permitimos la licencia literaria de
cambiar el titulo del trabajo del Padre Leoncio,
que él puso a su obra, por uno más breve:
“Martín Tritschler y Córdova. Un santo no
canonizado”.
“La ternura y el cariño que nos
manifestara en esta última ocasión –escribió
el Padre Leoncio en vísperas del fallecimiento
del Prelado–, las guardaremos muy en lo
íntimo de nuestra alma, como el perfume de
la más hermosa flor, como sonrisa de un ángel,
como el testamento de un santo”.

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Era urgente y necesaria la aparición de
esta obra editorial a escasas semanas del
primer centenario de la Bula de su Santidad
Pío X, que elevó al rango de Arquidiócesis el
Obispado de Yucatán gobernado por el
excelentísimo Sr. Dr. D. Crescencio Carrillo y
Ancona, en las postrimerías del siglo XIX.
La obra editorial que ahora ponemos en
manos de las instituciones públicas y privadas,
civiles y eclesiásticas, es un documento de
especial relevancia para la historia de Yucatán.
Auque su contenido sea eminentemente
eclesiástico también registra capítulos que
recogen episodios del diario acontecer de
nuestro Estado en las primeras cuatro décadas
del siglo XX.
Escribimos en las primeras líneas de
éste prólogo que los designios de Dios son
inescrutables y que no se sabe en qué
momento opera la Divina Providencia para
encomendar a una insignificante criatura la
importante tarea de entregarles el libro “Martín
Tritschler y Córdova. Un santo no canonizado”,
en el momento oportuno.
El primer Arzobispo de Yucatán grabó
en mi mente infantil la imagen de un Santo,
auque no tuviera en esos momentos ni los
elementos básicos para venerarlo como lo
hacía con otros santos de mi devoción, que
habían pasado por los procesos establecidos
en la Iglesia católica a la que pertenezco.
Tampoco conocía su biografía que ilustrara mi
admiración por el personaje de esta historia.

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Providencialmente, en abril del año
2005, Doña Mercedes Novelo viuda de Tió-
madrina de mi esposa Josefina Gamboa Ojeda,
en la misa de nuestra boda- nos invitó a comer
en su casa de la calle 53.
Al extremo de la mesa observé un altero
de libros, entre los que me llamó la atención
un volumen de pasta gris; lo tomé entre mis
manos y sentí una gran emoción cuando leí
el título: “Vida, muerte y testamento del
Excmo. y Rvmo. Sr. Dr. D. Martín Tritschler y
Córdova. Primer Arzobispo de Yucatán”. Se
trataba, ni más ni menos, de la biografía del
personaje que dejó huella indeleble en mi
mente infantil.
Pedí prestado el libro a Mechita, quien
generosamente me dijo: “Si te gusta y te sirve
te lo obsequio. No podría estar en mejores
manos”.
Al revisar las páginas de tan valioso
documento detecté un dato interesante: el 12
de noviembre de 1906 el Papa Pío X emitió la
Bula que elevó al rango de Arquidiócesis.
De inmediato me propuse buscar un
patrocinador para reeditar la obra literaria del
Padre Leoncio, con la intención de que saliera
a la luz pública en ocasión del primer
centenario de tan relevante hecho histórico.
Cuando estaba a punto de desistir en
esa tarea que me impuse, surgió de nuevo la
Divina Providencia que me conectó con mi
entrañable amigo Félix Rubio Villanueva, a
quien le platiqué el proyecto y sobre la marcha

27
me acompañó a las oficinas del Lic. Oscar Sauri
Bazán, quien en su calidad de Director de
Literatura y Promoción Editorial del Instituto
de Cultura de Yucatán aprobó de inmediato
la iniciativa.
Con el decidido apoyo del Gobernador
Constitucional del Estado de Yucatán, Patricio
José Patrón Laviada; del Director del Instituto
de Cultura de Yucatán, Arquitecto Domingo
Rodríguez Semerena, y del Director de
Literatura y Promoción Editorial, Lic. Oscar
Sauri Bazán, sale a la luz pública el libro
“Martín Tritschler y Córdova. Un santo no
canonizado”.
Sin falsas presunciones y con la
percepción de mi mente infantil, que me llevó
a la fijación de que hablaba con un Santo,
ahora me tomo el atrevimiento de invocar a
Martín Tritschler y Córdova como un santo no
canonizado.
Podríamos adelantar, en el exceso de un
periodista metido a profeta, que este libro que
prolongamos es la primera piedra para la
construcción de un altar dedicado a la imagen
de San Martín Tritschler y Córdova.
Así sea.

Manuel Castilla Ramírez


Mérida Yucatán, 2006.

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NOTAS BIOGRÁFICAS
DEL PRIMER ARZOBISPO DE YUCATÁN
MARTÍN TRITSCHLER Y CÓRDOVA
(MAYO 26 DE 1868-NOVIEMBRE 15 DE 1942)

1
El 27 de mayo de 1868, el campanario de S.
Andrés Chalchicomula, de la Arquidiócesis de
Puebla de los Ángeles, tocaba a vuelo por el
bautismo del pequeñín Martín Felipe Neri de
la Luz, primogénito de D. Martín Tritschler y
Dña. Rosa María Córdova, nacido en la víspera,
a dos cuadras de la iglesia parroquial y del
Parque de los Cedros, en la casa número 10
de la entonces calle de las Damas.

2
Dios regaló a sus padres, corazones llenos de
fe y de caridad cristiana, una brillante aureola
de amatistas, de violetas y de ángeles, porque
a él, futuro Arzobispo de Yucatán, siguieron,
D. Joaquín, honrado comerciante; Dña. Rosa
cuyo nombre cambió por el de María de Jesús,
al desposarse con el Divino Esposo en la Orden
de Religiosas de Siervas de Sgdo. Corazón y

29
de los Pobres; María Dolores, María Luisa y
Guillermo, que murieron muy niños; D.
Alfonso, que llegó a coronar sus estudios en
la Universidad Gregoriana con los grados de
Br. en Teología, Lic. en Filosofía y Doctor en
Derecho Canónico, dedicado a la arquitectura;
D. Guillermo, el menor, actualmente
Arzobispo de Monterrey, entusiasta alpinista,
amenísimo conversador, conocedor inquieto de
la literatura y del arte religioso.

3
No bien aprendió a caminar, consagrólo Dña.
Rosa al servicio de Dios, y apenas mayorcito
sirvió como acólito en la Parroquia de S.
Andrés, al lado de un santo sacerdote, D.
Tomás Mantilla. Era el niño Martín, de ojos
vivarachos donde se reflejaba la paz y
mansedumbre, lleno de vida y de feliz
inteligencia.

4
La cruz de la persecución, que fuera el signo
característico de su vida episcopal, y que uno
de los oradores compendiaría en estas
palabras: “sufrió persecución por la justicia”,
le brindó sus brazos desde su temprana edad.
Comenzó sus estudios en la escuela que en
su tierra natal tenían las beneméritas
Hermanas de la Caridad, expulsadas poco
tiempo después por orden de Lerdo de Tejada,

30
pasó el niño Martín, a la dirigida por el Sr.
Pbro. D. Octavio Mendoza y más tarde, a la
municipal, donde recibió lecciones de D.
Ignacio Chacón, buen profesor y excelente
católico.

5
Martín Tritschler y Córdova contaba 11 años.
En la ciudad de S. Andrés celebraba Dña.
Rosa, el 30 de agosto de 1879, su día de Santo
y su pequeño la festejó en esta vez con la
primera comunión, que recibió en la misma
iglesia parroquial de manos del Sr. Cura D.
Jerónimo Carreón. Cuatro meses después, 31
de diciembre de aquel año, el niño dejaba S.
Andrés y pasaba a Puebla de los Ángeles,
llamado por su tío, el Sr. Cngo. D. Prisciliano
José de Córdova, padrino suyo de pila, quien
lo ingresó en el Seminario Palafoxiano.

6
Como alumno externo durante tres años en
el Palafoxiano, dejó translucir en su mirada y
en su semblante toda la grandeza de su alma.
Y es que en su espíritu había copiado el
pequeño Martín toda la hermosura de su
rincón primero, incrustado entre Tehuacan,
Orizaba, Jalapa, Perote y Puebla y recostado
en las laderas occidentales del nevado Pico de
Orizaba, y cuyo nombre significa rincón de
arena o criadero de esmeralda, donde en la

31
temporada pluviosa, cuando la vegetación
rejuvenece, la campiña de reviste de vigorosos
encinos, oyameles y sabinos, que dan tinte
oscuro al paisaje, y que parecen hacer brillar
más y más lo verde de los trigales y lo amarillo
de las espigas de la cebada, en medio de la
sombra azul de la cordillera, que forma la
poética cañada, que por sus cumbres de
aspecto calizo y árido parece hacer juego con
el volcán perpetuamente cubierto de nieve.

7
Era entonces Obispo de Puebla de los Ángeles,
el Ilmo. Sr. Dr. D. Francisco de Paula Verea y
González. Prendado de la sólida virtud y de
las altas dotes intelectuales del joven de S.
Andrés Chalchicomula, Martín Tritschler y
Córdova, lo designó para ocupar en el Colegio
Pío Latino Americano la beca de la Diócesis
de Puebla, vacante ya por retorno del Sr. Dr.
D. Ramón Ibarra y González. Advertido su tío
de esta determinación, se ofreció obsequioso
a arreglar todo lo concerniente al viaje y costear
todos los gastos. Iba a principiar otra etapa de
la vida de nuestro pequeño Martín.

8
Antes de partir para la Ciudad de los Papas,
fue D. Martín a S. Andrés para despedirse de
su padre y de sus hermanos. Dña. Rosa había
entregado su alma al Creador el 18 de marzo

32
de 1881. Con las lágrimas de dolor y de alegría
a un tiempo mismo, le dio el autor de sus días
el ósculo y el abrazo de despedida; porque se
le separaba el mayor de sus hijos y salía de la
patria que había adoptado como suya y
defendido con valor en los momentos más
difíciles, pero iba muy cerca de su tierra natal,
en busca de mayores luces para ser digno
sacerdote del altar. ¿Quiénes eran D. Martín
y Dña. Rosa.

9
A la edad de 19 años, allá por el año de 1834,
llegó a nuestro país, procedente de Alemania,
D. Martín Tristchler, padre de nuestro
Arzobispo. Era natural de Schwarzenbach, en
la Selva Negra de Alemania, parroquia de
Freidenveiler, distrito de Neustadt, diócesis de
Friburgo en el Gran Ducado de Baden.
Hombre humanitario, venerable filántropo,
hombre de corazón sensibilísimo, debía decir
de él un cronista. Recibió carta de naturaleza,
el 18 de abril de 1844, que le concedió el
Presidente de la República, Gral. D. Vicente
Canalizo, refrenada por el Ministro de
Relaciones D. José María Bocanegra; pues
favorecido por el éxito de sus negocios y
prendado por la hospitalidad del país,
determinó permanecer definitivamente en la
nación y pedir la ciudadanía mexicana. La
Legislatura del Estado de Puebla, por decreto
del 15 de octubre de 1449, declaró a D. Martín

33
ciudadano de aquel Estado, en premio de sus
servicios, pues por defender la patria adoptiva,
en la invasión del 47, fue denunciado y
aprendido por orden de Scott, y juzgado y
sentenciado a la última pena por un consejo
de guerra, el 19 de junio del 47. A Dios gracias,
fue absuelto, para darnos más tarde, en otra
invasión extranjera, pruebas de su ferviente
caridad heroica, al grado tal, que, por hacer el
bien, quedó en la miseria, pero nunca se agotó
la nobleza de su corazón.

10
El 5 de junio de 1867, el Sr. Cura interino de
S. Andrés, D. José María de Jesús Carvajal,
bendecía la unión matrimonial de D. Martín
Tritschler, y Dña. Rosa María Córdova, hija
en segundo matrimonio del teniente D.
Joaquín Córdova García con Dña. María Rosa
Puy. Nació esta niña el 23 de noviembre de
1843, y fue bautizada en la Parroquia de S.
Andrés dos días después, recibiendo los
nombres de Rosa María, Juana, Joaquina de
Jesús, Josefa y Catarina. ¿Hubieran creído el
día de su matrimonio, que andando el tiempo,
serían los padres de dos grandes Arzobispo,
el de Yucatán y el de Monterrey?

34
11
A bordo del vapor francés Ville de St. Nazaire
partió para puerto de Francia del mismo
nombre, nuestro joven estudiante Martín, el
18 de junio de 1883; un mes después, el 18
de julio, con estancia en París de pocos días,
llegaba, henchido de ideales y lleno de
propósitos para sus estudios, a la Ciudad
Eterna, e ingresaba en el Colegio Pío Latino
Americano.

12
Nuestro jovencito Martín en el Pío Latino.. ¡Qué
alegría para él! Poder rezar largamente en la
capilla por las almas que más tarde Dios
quisiera encomendarle. Era el colmo de la
dicha. Sus progresos eran rápidos y su ideal,
el sacerdocio, formaba su sueño constante; sus
amistades las más santas, eran sus
confidentes, con quienes se formaba proyectos
para el porvenir.

13
Sus maestros admiraron su talento y su virtud.
Entre otros, son dignos de especial mención,
el R. P. J. J. Urráburo, el P. Villot (más tarde
Cardenal), el P. Bucceroni y el R. P. Wernz,
más tarde Superior General de la Compañía
de Jesús.

35
14
Una corte esclarecida de prelados, tuvo allá
por condiscípulos y compañeros. Merry del
Val, Excmo. Sr. Dr. Caro, Excmo. Sr. Dr. D.
José Othón Núñez y Zárate, Excmo. y Rvmo.
Sr. Dr. D. Leopoldo Ruiz y Flores, Excmo. y
Rvmo. Sr. Dr. D. Francisco Orozco y Jiménez,
Excmo. y Rvmo. Sr. Dr. D. Juan de J. Herrera
y Piña.

15
Y ahora, retrocediendo un poco pero en la
misma Ciudad de los Papas, hablaremos algo
del Colegio Pío Latino de entonces, tomando
los datos de “Recuerdos de mi vida” del Excmo.
Sr. Arzobispo de Morelia Dr. D. Leopoldo Ruiz
y Flores. Frente a la Colina del Esquilino y
sobre la del Quirinal, al costado del palacio
conocido con igual nombre, se alzaba el
Seminario Pío Latino Americano, antiguo
edifico que había sido el Noviciado de los
Jesuitas, construido por S. Francisco de Borja.
La entrada, como el camino del cielo, nada
tenía de simpático. Un callejón oscuro, a cuyo
pie y hacia la izquierda, un nuevo zaguán deba
acceso a la escalera principal. En el interior,
era el Colegio cómodo, propio para los fines a
que se le había destinado, con una magnífica
huerta tras del edifico de la cual ya había
tomado el Gobierno una parte para abrir la
Vía Nacional y construir el Palacio de la
Exposición Nacional. (Donde quiera se cuecen
abas).

36
16
Muchas veces oímos preguntar a nuestro
amado Padre y Pastor el actual estado de la
Capilla de San Estanislao. Era esta una Capilla
muy devota que se conservaba en el Colegio,
y se llamaba de San Estanislao, porque en ella
murió el Santo siendo Novicio, y era costumbre
entre los estudiantes del Pío Latino visitarla
después de desayunar, besando el pie a una
magnífica escultura que representaba al Santo
Novicio en su lecho de muerte, teniendo en la
mano una pequeña imagen de la Stma. Virgen.

17
Otro hecho que nos narraba con su gracia, es
el del servicio de “ángel”; lástima que nuestra
mala memoria no recuerde los nombres de los
que por él desempeñaron tal oficio. Era
costumbre de los del Colegio, que los nuevos
alumnos pasaran unos ocho días, antes de
vestir el uniforme, aprendiendo de un antiguo
alumno, quien los Superiores señalaban y que
se llamaba “ángel”, las costumbres y usos del
Colegio, el Reglamento, las distribuciones y
todo lo concerniente a la disciplina,
aprovechando además parte de ese tiempo en
visitar los principales templos y monumentos
de la Ciudad. Queremos suponer que en este
tiempo y entre los diferentes templos y
monumentos que visitó el Seminarista Martín,
haría su visita muy especial al de Sta. María
la Mayor, sobre la Colina del Esquilino, y que

37
ante la imagen antiquísima de la Virgen
Santísima que se venera en la capilla del
crucero izquierdo, ofrecería a la excelsa Madre
de Dios que si llegaba a ser sacerdote, ahí iría
a celebrar su primera misa, como lo hiciera
su gran amigo y Hno. Mons. Ruiz y flores.

18
Es de imaginarse cómo contemplarían con
cariño y con respeto la gallardía reverente del
piolatinista Martín, superiores y compañeros
en las salas y ambulatorios del Colegio, con
su sotana negra y suelta, cogida en la cintura
con una faja de lana azul y bonete con borla
también azul; y con qué cariño le dirigirían la
histórica frase que él nos refería: “Martino,
erecto”. Cuántas historietas y anécdotas
quedarán para siempre perdidas en la Ciudad
de los Papas, sobre las baldosas de las calles
que conducen a la Universidad Gregoriana, a
donde diariamente el hijo de Dña. Rosa,
vestido con la SORPRESA, que era un
sobretodo negro de merino que bajaba hasta
el suelo, sin mangas, solamente abrochado en
el cuello y con las fajas sueltas, que caían tras
de cada hombro, sobrero de copa baja y
levantada el ala en tres partes formando un
tricornio, iba con anhelos de la divina ciencia
a recibir sus clases... y sin reparar para nada
en las inclemencias del tiempo.

38
19
Esa Universidad –nos dice Mons. Ruiz y Flores–
es de la Compañía de Jesús desde el siglo XVI
y en ella se estudiaban entonces solamente
las tres facultades de Filosofía, Teología y
Derecho Canónico. El profesorado estaba
formado por eminencias traídas de toda Europa
y los estudiantes, que eran cerca de mil, eran
de todas nacionalidades. En ella, a la temprana
edad de 19 años, el 25 de julio de 1887,
sustentó nuestro seminarista Martín sus
exámenes para el doctorado en Filosofía, con
beneplácito singular de sus Superiores y
alegría muy honda de su espíritu, que ávido
de servir a Dios debidamente, empleaba todo
el ardor de su celo para prepararse en ciencia
y en piedad.

20
Lástima que nuestra memoria no haya
conservado, por negligencia nuestra en
apuntar oportunamente, tantos hechos llenos
de lecciones prácticas, en estos sus años de
seminarista en Roma. Alguna vez, sin
embargo, nos habló del P. Tomas Ghetti, Rector
que fue del Pío Latino, hombre serio pero
accesible y de una rectitud a toda prueba; del
P. Juan Bonanni, P. Ministro o Prefecto
General de disciplina, de familia muy
distinguida y de finos modales; del P.
Espiritual Luis Costa, napolitano, Capellán del
Ejercito antes de entrar a la Compañía, y que

39
desempeñó tan distinguido cargo durante
treinta años, siendo el confesor ordinario de
los alumnos y el encargado de todo lo
concerniente al culto.

21
¡El Cardenal Franzelin!... ¡Cómo se iluminaba
el semblante de nuestro Prelado, cuando en
las horas primeras de la noche, a las caricias
de la brisa y contemplando las palmas de su
residencia episcopal, a los rayos tenues de la
luna, nos hablaba de este insigne varón, cuya
muerte nos relataba terminando siempre con
estas frases: ERA UN SANTO! ¿Quién era el
Cardenal Franzelin? Mons. Ruiz y Flores nos
habla brevemente de él en sus memorias: “En
diciembre de 1886, un grupo de alumnos
hacíamos los Ejercicios Espirituales en
preparación para recibir las sagradas
Ordenes... a medios Ejercicios, el P. Espiritual
nos llamó precipitadamente a la recámara del
Cardenal Franzelin, que había entrado en
agonía. Este Cardenal había sido un profesor
de Teología en la Universidad Gregoriana;
hecho Cardenal por Pío IX, escogió como
residencia el Colegio Pío Latino Americano,
donde llevaba una vida ejemplar de sencillez
y pobreza. Diariamente se le veía a eso de las
seis de la mañana, vestido en todo como un P.
de la Compañía, con su solideo rojo en las
manos, aguardando a la puerta del P.
Espiritual del Colegio, para confesarse y

40
enseguida ir a celebrar. A la hora de su agonía
lo acompañaba el P. Beckx, General de la
Compañía, el Cardenal Maggelia, jesuita
también, el P. Espiritual y los alumnos
mencionados. Era edificante ver en aquel
anciano diciendo con fervor jaculatorias
tomadas del Santo Evangelio, como ésta:
“JESÚS HIJO DE DAVID, TEN MISERICORDIA
DE MÍ”. Fue aquello una lección objetiva de
mucho provecho para los ejercitantes.

22
¡Las vacaciones! El Colegio tenía en Albano
alquilada una magnífica quinta para las
vacaciones; estas eran la de una semana en
Pentecostés y la de dos meses y medio al
terminar el curso escolar. ¿Cuántos recuerdos
guardará esa quinta, que nadie sino el ángel
de la guarda del seminarista Tritschler habrá
escrito en el libro de la Vida? ¡Hacia Albano!
¡A vacaciones! Alegría de la edad! Paseos
inmejorables, dos lagos hermosos, visitar de
pueblos entre senderos sombreados y
bosques... ¡Tres fiesta solemnísimas! ¡El
Rector! ¡El Ministro! ¡Santa Rosa de Lima!... Y
con estos santos motivos, misas solemnes,
velada, globos, música, fuegos artificiales...
¡Años felices que se fueron!

41
23
Y a propósito de fiestas, nos decía el Excmo.
Sr. Tritschler. Las funciones religiosas, los
Ejercicios Espirituales y los sermones, eran
en el Pío Latino la alegría de los seminaristas.
La formación acética y disciplinar del mismo,
es magnífica. –La Semana Santa, la Navidad,
el Patrocinio del Sr. S. José, el Sagrado
Corazón... ¡cuatro fiesta de gran solemnidad!
Pero la de mayor esplendor, la que formaba
como el alma de nuestro entusiasmo en su
preparación y realización, era la de nuestra
Madre, en su inmaculada Concepción. En la
novena de preparación para esta fiesta, lo
mismo que durante todo el mes de María,
acostumbraban los alumnos escribir en una
cedulita de papel, los obsequios espirituales
que ofrecen a María Santísima. ¡Cuán
encantador era ver diariamente después del
ejercicio vespertino, en una santa emulación,
la procesión de alumnos que depositábamos
dicha cedulita en una urna que se encontraba
entonces a la puerta de la Capilla, al pie de
una imagen de la Stma. Virgen! El P. Espiritual
las recogía y clasificaba formando una bella
corona que se leía públicamente para mutua
edificación. ¡Qué grato era a la Virgencita
recibir esta corona, nos decía el Sr. Tritschler,
donde había casos de verdadero heroísmo.

42
24
Va aquí un botón para muestra. Un alumno
de Teología con el fin de ser despreciado,
consiguió de otro el que le rapara toda la
cabeza a navaja, y poniéndose la copa de un
sombrero viejo sobre la misma, fue a la
Universidad Gregoriana, siendo el hazmereír
de todos.
Costumbres semejantes encontramos
nosotros en el Palafoxiano, donde además
llenaba todo entusiasmo y había verdadero
derroche de la laboriosidad espiritual y aun
material, en la Fiesta del Sgdo. Corazón. Típica
es la costumbre en este Seminario la
elaboración de una alfombra de flores y azerrín
en el patio principal de la Casa, donde pasa
en procesión la Imagen del Sgdo. Corazón de
Jesús. Para esta fiesta contribuyen no sólo los
alumnos sino también los exalumnos.
¿Pero nos apartamos de la historia de
nuestro querido Pastor?

25
En 1888 recibe en Roma a sus dos hermanos,
Alfonso y Guillermo, que llegan enviados
también por su tío D. Prisciliano, para seguir
los mismos estudios.
El Sr. Tritschler les sirve de Ángel y les
enseña con su ejemplo a caminar por los
senderos de las ciencias y trepar por las
cumbres de la santidad. Y mientras se prepara
para llevar a sus sienes la borla de Teología,

43
allá en la lejana Patria mexicana, en la
hacienda de Amelucan, cercana a Puebla a
las seis de la mañana del 10 de marzo de 1889,
poco después de haber sido propuesto para
obispo de Veracruz, muere D. Prisciliano,
insigne protector de estos tres seminaristas,
dos de los cuales habrían de escribir una
brillante página en la historia de su Patria y
de la Iglesia Mexicana. Cuatro años fue
canónigo de la Catedral de Puebla, y sus restos
se guardan hoy en la capilla de Nuestra Señora
de la Soledad, en la misma Catedral de la
Angelópolis, esperando la resurrección de los
muertos.- Yucatán le envía, agradecido, un
devoto DESCANSE EN PAZ.

26
Ciñe el Exemo. Sr. Tritschler la borla de Doctor
en Teología el 25 de julio de 1891, cuatro años
después y en la misma fecha en que se
graduara en Filosofía. Dos años más tarde y
con fecha 27 de julio, había de erguir sus
sienes con una tercera borla, la de Derecho,
coronando de esta manera su brillante carrera
científica, después de haber estudiado con
gran aprovechamiento, llevándose siempre los
primeros premios, asombrando con razón a
sus mismos maestros como Urráburo, Billot,
De Agustinis, Bucceroni, Lucca y el Insigne
canonista Vernx. Su modestia y su humildad
supieron siempre cubrir con admiración y con
respeto la grandeza de su inteligencia y lo vasto

44
de sus conocimientos….¡Triplemente Doctor
a la temprana edad de 25 años!... Pero ¿no
había él nacido para cosas grandes?... ¿No
acaso lo destinaba Dios para Padre de un gran
pueblo?

27
En la monumental iglesia de S. Juan de
Letrán, cabeza y madre de todas las iglesias
del mundo, con fecha 19 de diciembre de 1891,
el Emmo. Cardenal Parocchi, Vicario de Roma,
mismo que había consagrado obispo al que
después fue Sumo Pontífice Pío X, ordenó de
sacerdote al Excmo. Sr. Tritschler. Esta fecha,
Sábado de Témporas, quedará en las páginas
de la Historia de la Iglesia, escrita con
claridades de gloria inmarcesible. Dio a la
misma Iglesia exclarecidos hijos, que para citar
sólo algunos, de entre los del Pío Latino,
nombraremos a D. Santino M. de Silva
Coutiño, más tarde Arzobispo de Alagoas, en
el Brasil; D. Antonio Monestal, obispo más
tarde de Aldejuelas en Costa Rica; al que fuera
Arzobispo de Oaxaca, en México, D. Othón
Núñez, y el virtuosísimo Cura de Jiquilpan,
en el Estado de Michoacán, México también,
D. José M. Betancourt. ¡Oh inolvidable adsum,
que pronunciara el Excmo. Sr. Tritschler, con
la unción que le caracterizó siempre! y él, que
adivinaba desde entonces la cadena no
interrumpida de sufrimientos, sacrificios y
martirio que esa palabra entrañaba, como la

45
aceptación de la cruz, la ofrenda de toda su
vida, la renuncia de sí mismo… ¿Cuán
devotamente recogerían esta oblación los
ángeles del Cielo, como un nuevo “Ecce ancilla
Domini, fiat mihi secundum verbum tuum”.
He aquí la esclava del Señor: hágase en mí
según tu palabra!
Los que alguna vez han sido testigos de
ordenaciones semejantes, podrán decir que la
ceremonia es más para gustarla en las
intimidades del espíritu, que para narrarse.
Primero la admonición solemne del Pontífice,
sobre las obligaciones que momentos después
habrán de contraer los ordenados; acto seguido
la entrega del cáliz y la imponente imposición
de las manos del Prelado sobre la cabeza de
los candidatos, a los sublimes acentos del “Veni
Creator Spiritus”, Ven, Oh Creador Espíritu,
luego la voz del Pontífice “Recibe la potestad
de celebrar el Santo Sacrificio de la Misa, tanto
por los vivos como por los difuntos”. Instantes
divinos que suben a alturas inconmen-
surables, cuando se abre una página de la
Bondad Divina, con las cariñosas palabras, “Ya
no os llamaré siervos sino amigos” que rubrica
la potestad de perdonar los pecados. Quizá
algún día podamos conocer los sentimientos
que en este acto divino de la ordenación tuvo
el Excmo. Sr. Tritschler; mientras tanto,
pasemos a otros rasgos de su preciosa vida”.

46
28
¡20 de diciembre de 1891! Primera Misa del
Neo-Presbítero D. Martín Tritschler y
Córdova... ¡Primera Misa! Es ofrenda y
sacrificio, oblación y eucaristía, música de
lágrimas e irradiación de amores, reguero de
ilusiones y rosedal de ensueños; sonrisa de
ángeles, íntimo encuentro de dos amigos que
terminan por hacerse UNO: el Verbo hecho
Hombre y el sacerdote. Es el Tabor sobre la
cumbre del Calvario, que tiene como testigos,
no a tres apóstoles que se postran en tierra
llenos de santo miedo, sino a Dios mismo y
las Jerarquías de los Ángeles... ¡Con razón el
Sr. Tritschler escoge para esta hora solemne
el imponente recogimiento de la Basílica de
Sta. María la Mayor! Y ante la Imagen de la
Virgen Santísima, que se dice haberla pintado
S. Lucas, celebra su primera Misa, llevando
en calidad de padrino a su P. Rector, R. P. D.
Nicolás Angelini, como acólitos a sus dos
hermanos D. Alfonso y D. Guillermo, y como
acompañantes más, al joven poblano D. Luis
de la Maza, que más tarde fue Canónigo de la
Catedral de México, y a D. Enrique Angelini,
entonces Cónsul de México en Roma. De su
primera Misa Cantada, fueron testigos los
alumnos del Pío Latino: la celebró en la Capilla
de su Colegio, el 6 de enero de 1892.

47
29
¿Qué mas espera el Sr. Tritschler en Roma?
Ha llegado a las cumbres donde todo saber –
ha dicho alguien– tiene su galardón y donde
las victorias alcanzadas en las aulas son
coronadas de laureles... ¡Sí! Pronto dejará la
Ciudad de los Papas para volver a su Patria.
Pero nosotros no lo dejaremos partir de allá
sin hablar de su encuentro con D. Bosco. ¡Son
tan providenciales los encuentros de los
Santos! Fue –nos narraba el Excmo. Sr.
Tritschler en los últimos viajes de D. Bosco a
Roma: estaba ya bastante gastado, ciego y
enfermo; nos recomendaron que no se le
hablara; sentado en un sillón, nos habló con
su sonrisa y la dulzura y placidez de su
semblante y a cada uno de los que lo visitamos,
nos fue dando como recuerdo una medallita
de María Auxiliadora... ¡Recuerdo que el
Excmo. Sr. guardaba con cariño! Pero ¿quién
era D. Bosco?

30
Nació Juan Bosco en 1815. Fue hijo de
oscuros labriegos piamonteses, pero cristianos
de la mejor cepa. Su vocación fue
extraordinaria. El evangelio VEN y SÍGUEME
del maestro –dice un escritor– lo escuchó a
los nueve años en el silencio de la noche y en
el arrobamiento plácido de un sueño. Durante
diez y ocho años este sueño se renovó no una
sino muchas veces. Juan Bosco sería

48
sacerdote. Estaba ya seguro. ¡Y un sacerdote
siempre circundado de niños! Un providencial
maestro, D. Calosso se le presenta como ángel
del cielo para guiarlo al altar. De su madre
tomó el temple de carácter, el amor a la pureza,
la devoción a la Madre de Dios, el cariño a la
pobreza y el celo por las almas. Y llegó a ser
sacerdote cabal: con caridad, prudencia y celo
en el confesionario, y con eficacia de palabra;
fue apóstol de la pluma y el apóstol de las
Vocaciones. El fue gran explorador de todos
los senderos del bien, el padre de los niños,
el protector y salvador de la juventud y de la
niñez pobre y abandonada... ¡Con razón el
Excmo. Sr. Tritschler llevaba en su espíritu
enclavada la semblanza de este Santo... Y tan
a la letra seguía los pasos de aquel sacerdote
piamontés, Fundador de los Salesianos como
D. Bosco, Fue apóstol de la Prensa y de las
Vocaciones, padre de los niños y protector y
salvador de la juventud, amigo de los
desafortunados y padre de los pobres. ¿Su
campo de actividad? El Seminario y los
Catecismos, el Confesionario y las
Conferencias.

31
Estamos a 30 de agosto de 1893. Después de
diez años de permanencia en Roma, dejando
en su Colegio grandes recuerdos de sus
triunfos, de sus virtudes y brillantes
facultades, de su prudencia en los cargos de

49
Prefecto del Departamento de S. Luis y
Prefecto de la Congregación Mariana: el
sacerdote D. Martín Tritschler y Córdova, deja
la Ciudad de las Colinas, en viaje de retorno a
su Patria. En su recorrido visita Génova, New
York, Chicago; en este lugar se detiene por
algunos días para contemplar la célebre
Exposición del IV Centenario del Descu-
brimiento de América. Se dirige en fin a México
y se presenta en Puebla a su Prelado,
poniéndose con sencillez y con modestia,
incondicionalmente a sus órdenes.

32
Mientras tanto, en la casa Núm. 1 de la antigua
calle de Arcos, hoy 7 Poniente 101, de
Chalchicomula, el buen D. Martín, padre de
nuestro Arzobispo, yacía en el lecho víctima
de grave enfermedad. Sin embargo de los
temores del médico, el hoy anciano alpinista
que en la guerra del 47 enarbolara nuestro
pabellón nacional en la cúspide del nevado
Pico de Orizaba, afirmaba que no moriría sin
ver antes a su “muchacho”. Dios le concedió
esta gracia, porque hubo tiempo que su joven
hijo lo acompañara varios días, lo consolara
en sus últimos momentos y lo auxiliara a bien
morir. El 6 de enero de 1894, un año después
de que D. Martín cantara su Misa en la Capilla
del Colegio Pío Latino, expiraba su padre el
último aliento, a la edad de setenta y nueve
años. Sus restos mortales fueron a unirse con

50
los de su esposa Dña. Rosa, en la iglesia de S.
Juan Bautista, en la misma población.

33
Nuestro joven Martín Tritschler, cumplía sólo
26 años. Sacerdote modesto y sencillo, amable
e ilustrado; poco tiempo después de la muerte
de su buen padre, la Mitra lo llamó a Puebla.
Era entonces Obispo de la Angelópolis el
Excmo. Sr. Dr. D. Melitón Vargas y Gutiérrez;
a sus instancias el Sr. Tritschler entra en las
oposiciones para la cátedra de Filosofía en el
Seminario, y aunque sin previa preparación y
afligido por la reciente muerte de su anciano
padre, obtiene con aplauso universal el más
completo triunfo. Reveló desde luego tal
moderación y prudencia en sus decisiones,
que inspiró en sus Superiores una absoluta
confianza en sus sanas y rectas
determinaciones: de modo que al año
siguiente, fue nombrado profesor de Derecho
Canónico y Director Espiritual del Seminario.

34
Mientras tanto, trasladado de Tabasco, llegaba
a la Mitra de Puebla el Excmo. y Rvmo. Sr. Dr.
D. Perfecto Amézquita Gutiérrez. Nació este
señor en Ciudad Fernández. Estado de S. Luis
Potosí, el 18 de abril de 1835. Fue preconizado
para obispo de Tabasco el 7 de junio de 1896,
consagrado en Guanajuato el 5 de septiembre

51
y trasladado a Puebla el 3 de diciembre del
mismo año. Tomó posesión de esta Diócesis el
4 de marzo de 1897, y murió el 27 de octubre
de 1900.- A su llegada a Puebla de los Ángeles,
conoció bien pronto las esclarecidas dotes del
joven sacerdote Martín Tritschler, y lo nombró
Pro-Secretario de la Mitra y lo hizo secretario
particular suyo. Al lado de varón tan
apostólico, iba encendiéndose más y más en
el alma de nuestro futuro Arzobispo, la llama
de la caridad y se fueron acrisolando mejor
sus virtudes.

35
La estimación que se ganó el Padre Tritschler
fue pronta y completa. Aún después de muchos
años, se le recuerda con cariño, por los que
aún quedan de la entonces ciudad angelo-
politana. Unos hablan de su trato afable y
distinguido, de su vasta ilustración y de su
jovialidad paternal. Hay quienes hacen
remembranzas de los nacimientos que en los
días de Navidad formaba con especial gusto
en su domicilio particular, y que visitaba
mucha gente para adorar al Niño Jesús. Los
Colegios guardan la grata historia de sus
visitas, y los que con él salieron a los días de
campo, la edificación de su conducta y la
dulzura de su conversación amena e ilustrativa.
Aún los bibliógrafos lo recuerdan: hacen
reminiscencias del amor e interés que

52
mostraba por los buenos libros, y el afán en
sus visitas especiales a las bibliotecas.

36
Mientras estos hechos acontecían en la
Angelópolis, en la lejana Diócesis de Yucatán,
el 19 de marzo de 1897, moría el distinguido
historiador, y Prelado culto y enérgico, que
durante los 10 años (1887-1897) gobernara
la Diócesis: Yucatán entero se conmovió a su
muerte, y su fallecimiento no dejó menos de
sentirse por propios y extraños, letrados y
humildes. Las discordias hicieron presa del
Rebaño, que desde luego dividió en dos bandos
a Clero y pueblo, con inmensa amargura de
los hombres de buena voluntad y menoscabo
de la piedad y de la disciplina. ¿Causas? Ante
todo la carencia de Pastor; porque si bien la
Santa Sede designó en 1898 al Sucesor del
Sr. Carrillo, en la persona de Fray José
Guadalupe Alba Franco, O. F. M., quien fue
consagrado el 26 de febrero de 1889, y tomó
posesión de su Diócesis el 30 del mismo mes,
por medio del entonces Vicario Capitular,
Pbro. D. Norberto Domínguez, a quien nombra
su Procurador, Provisor y Vicario General: no
pudo llegar a Yucatán por enfermedad de que
adolecía; la energía desplegada por el Sr.
Domínguez para afirmar la Disciplina
Eclesiástica, y el poco tino y prudencia y
caridad de los Sres. Cngos. Lic. D. Lorenzo
Bosadas y Acosta y D. Mauricio Zavala. El caso

53
asumió gravedad, cuando trasladado el Excmo.
Sr. Alba a Zacatecas, tomó posesión de aquella
Diócesis el 8 de marzo de 1900; pues no
pudiendo continuar el Sr. Domínguez como
Vicario General por el traslado de su
poderdante, sus enemigos movieron
influencias para poner en el Gobierno de la
Vacante, a uno más tolerante ¿Hasta dónde
hubiera pasado este asunto, y qué daños
hubiera causado a la Diócesis? Es de
suponerse que incalculables, si Dios Nuestro
Señor no hubiese enviado en breve un ángel
de paz.

37
Vivos estaban en Roma aún los recuerdos del
Padre Martín Tritschler y Córdova.. ¡Si apenas
siete años hacía que había dejado la Ciudad
de los Papas! Aún perduraban en las aulas
reminiscencias de sus brillantes facultades!
Aún corría la suavidad y la dulzura, el tino y
la prudencia de sus conferencias! Aún no se
había esfumado el perfume de su acendrada
piedad! Él era propuesto siempre como modelo
de estudiantes a los Piolatinistas. Por Breve
de 28 de julio de 1900, el Pontífice de los
Obreros, el inmortal León XIII, nombra al
Padre Tritschler Obispo de Yucatán. Gran
júbilo causó a la Península yucateca este
nombramiento... Con él se anunciaba una
nueva aurora de resurgimiento espiritual y el
fin de las discordias. Bien podría decir

54
entonces, lo que más tarde afirmaba el Emmo.
Cardenal Vives: “El Señor ha regalado a
Yucatán una joya preciosa: vuestro Prelado vale
oro, vale un Perú”.

38
“El 11 de noviembre de 1900, día de S. Martín,
fue consagrado en la Insigne y Nacional
Basílica de Santa María de Guadalupe, por el
Ilmo. Sr. Arzobispo de México, Dr. D. Próspero
María Alarcón, con asistencia de los Ilmos.
Sres. Obispos de Cuernavaca, Dr. D. Francisco
Plancarte y Navarrete, y de Chilapa, Dr. D.
Ramón Ibarra y González, quien más tarde fue
el primer Arzobispo de Puebla. Asistió a la
solemne ceremonia la esposa del Sr.
Presidente de la República, Sra. Dña. Carmen
Romero Rubio de Díaz y el hijo del Gobernador
del Estado de Yucatán, Sr. Lic. D. Francisco
Cantón Rosado, entonces diputado. Fueron
sus padrinos los señores don Octavio
Couttolenc y Don Bernardo Ruiz de Santiago,
de San Andrés Chalchicomula; los licenciados
don Joaquín Valdez Caraveo, don Tomás
Lozano y don Luis García Armora, de Puebla;
don Pedro Hernández y don Rómulo Escudero
de México; licenciados don Néstor Rubio
Alpuche, don Francisco Martínez de Arredondo
y Peraza, el referido Sr. Cantón Rosado, D.
Pedro M. de Regil Casares, representado por
su hermano D. Alfredo, don Miguel Peón
Fajardo y don José Domínguez Peón, de
Yucatán.

55
39
A propósito de la Consagración del Excmo. Sr.
Tritschler, trae Mons. Ruiz y Flores, los
siguientes párrafos en sus “Recuerdos de mi
vida”. Por esos días –nos dice, era a mediados
de 1900– había recibido ya sus Bulas de Obispo
de Yucatán el Sr. Tritschler, y queriendo
consagrase en la Colegiata, me encargó que
le arreglara todo. Acepté con la condición de
que en materia de canto se sometiera a lo que
dispusiera y consintió con gusto.- Arregle con
el P. D. Guadalupe Velázquez que preparara
una Misa y todos los cantos de la ceremonia
en canto gregoriano. Los supieron los Padrinos
del Sr. Obispo y comenzaron a rogarme que
consintiera en que hubiera orquesta y canto
figurado. Me resistí: acudieron los Padrinos al
Sr. Arzobispo Alarcón a quien fácilmente
convencí que las reformas introducidas con
tantos trabajos por el P. Plancarte, vendrían
por tierra, y que sería una inconsecuencia
imperdonable dejar al P. Velásquez con todos
sus preparativos. Finalmente recurrieron al Sr.
Tritschler, quien dos días antes, me suplicaba
diera gusto a los Padrinos. Con la confianza
que el Sr. Tritschler me dispensaba, me atreví
a decirle que se armara de firmeza y dijera a
los Padrinos que yo era incapaz de volver
atrás.- A la hora de la comida, después de la
Consagración que resultó lucidísima, me
felicitaron todos, aún los Padrinos, diciendo
que nunca se hubieran imaginado que el canto
gregoriano fuera tan solemne y tan devoto.

56
40
El 1º. de diciembre de 1900 es una fecha
gloriosa para la Península Yucateca: en ella
llega el ungido del Señor, Mons. Tritschler,
que durante cuarenta y dos años, habría de
derramar a manos llenas abundantísimos
bienes. Deseoso el Prelado de saludar a sus
ovejas, conocerlas y apacentarlas con
saludables y abundantes pastos, apenas
terminan las fiestas de su Consagración, toma
pasaje en Veracruz en el vapor “Orizaba”,
rumbo a la Diócesis, que lo recibe engalanada,
en la fecha citada ya, dando manifiestas
pruebas de regocijo al recibirle en la hermosa
Catedral, tomando desde luego, posesión del
Gobierno Eclesiástico.- Al frente de la
Secretaría de la Mitra, puso al Sr. Pbro. D.
Celestino Álvarez Galán, virtuoso sacerdote
español, radicado en Yucatán. Siete meses
más tarde, a 29 de junio, nombraba Vicario y
Juez de Matrimonios Ultramarinos al Sr.
Domínguez, elevándolo a la dignidad de Deán.
Principiaba desde luego a devolver la paz a la
Provincia Eclesiástica y a las almas, haciendo
honor a su primer saludo: “Pax vovis”, la paz
sea con vosotros.

41
Tan pronto se hizo cargo de la Diócesis, salió
a visita pastoral, con la que se hizo cargo de
las múltiples necesidades de su pueblo,
obligándolo a planear y ejecutar un vasto

57
programa de mejoras que en poco tiempo
renuevan la Diócesis a él confiada. Como una
de sus primeras obras de su episcopado,
promovió las misiones de todos los pueblos de
Yucatán, haciendo traer a los RR. PP.
Misioneros del Corazón de María. Padres,
llenos de celo y revestidos de verdadero espíritu
de sacrificio, que grande bien espiritual
hicieron a la Península. La obra de renovación
propuesta por el gran Prelado, continuaría
interesante y silenciosa, como el manso
arroyuelo que sin ruido fecunda los campos...
Pero “Si el grano de trigo no cayere en el surco,
no dará fruto...” Y Mons. Tritschler había de
ser como el grano de trigo.

42
Mons. Tritschler enferma. Consecuencias de
su visita a pueblos donde existían aguas
contaminadas, en julio de 1901 se vio el Sr.
Tritschler en peligro de muerte. Un ataque de
fiebre amarilla, entonces muy en boga como
enfermedad regional, lo llevó cerca del
sepulcro. El M. I. Sr. Deán Mons. Domínguez,
le administró los últimos sacramentos el 9 de
julio, y todos esperaban, consternados, un
lamentable desenlace; sin embargo, la
Providencia Divina lo reservaba para mayores
empresas y duras pruebas en su santa misión.
Al fin lograron salvarle la vida los señores
doctores D. José Peón Contreras, D. Augusto
L. Molina Solís y D. Andrés Sáenz de Santa
María.

58
43
¡El Sr. Tritschler!... Tiene un amor: el
Seminario... ¿Cómo aparece ante el Seminario
y los seminaristas? Eran el Seminario y los
seminaristas las niñas de los ojos de Mons.
Tritschler.
Para el Seminario y sus seminaristas
eran su cariño inmenso y tierno. Su
preocupación constante estaba enclavada en
esa casita donde habrían de salir año tras año
los ministros de Dios, que guiarían a las almas
por los senderos de la luz y de la verdad... La
necesidad de mayor número de sacerdotes era
palpable; en sus visitas pastorales la sentía
con réplica apremiante: “LA MIES es mucha,
pero los operarios son pocos”. Esta necesidad
le obligó a traer de España buen número de
clérigos para atender numerosas parroquias,
y a proteger sobre todo, con gran generosidad
las vocaciones regionales y enviar a los
estudiantes más aprovechados a seminarios
de mayor altura, para la adquisición de la
ciencia más amplia y fecunda. El Pío Latino,
Castrowille, Puebla, Montezuma, son vivos
testigos del afán del Prelado por la ilustración
de su Clero. En la hermosa Quinta de S. Pedro,
dotada por D. Eduardo González Gutiérrez,
fue inaugurado con toda solemnidad con fecha
15 de septiembre de 1906, el Seminario del
mismo nombre, donde los alumnos podían
disfrutar ampliamente de todas las
comodidades apetecibles, y en cuya huerta
podrían tener frutas en abundancia para las

59
necesidades cotidianas. Desde entonces
arranca la preparación del Seminario del
Colegio, que conservó el nombre de S.
Ildefonso y quedó como centro de estudios
para los que no emprendieran la carrera
eclesiástica. No habrá un solo seminaristas que
no recuerde con cariño especial que le tuviera
el Sr. Tritschler. ¡Vaya que si amaba al
Seminario y se desvivía por los seminaristas!
Semana a Semana hacía su visita al Seminario
Diocesano. En 1916, y no obstante estar
comiendo el pan del destierro, hizo un viaje
especial a Estados Unidos para ver de cerca
de sus seminaristas. Con ayuda del sacerdote
norteamericano, Francis Clement Kelley, gran
amigo de los católicos mexicanos, pudo contar
con varios seminarios para que continuaran
sus estudios los que se hallaban en S. Pedro,
en Mérida. No desaprovechaba ninguna
ocasión para visitar a los de la colonia yucateca
en el Palafoxiano, y en 1941 hizo viaje a
Montezuma, con el fin de inspeccionar el
estado de sus seminaristas. En todas estas
visitas, dejaba una estela inolvidable de
dulzura, de cariño, de cuidado paternal, de
bondad exquisita; atendía todas las súplicas,
trataba en particular de las necesidades
especiales de cada alumno, le hablaba de sus
gustos y miras, se informaba de sus familiares,
derramaba paz y dulcísima calma... Corregía
con prudencia y daba la mano al caído,
alentaba y consolaba. Dos veces al año, en
Navidad y para las Pascuas de Pentecostés les

60
regalaba un buen aguinaldo, que era esperado
con mucho cariño y se le recibía con inusitada
alegría. ¿Podrían no recordarlo los
seminaristas?

44
Y ciertamente lo recuerdan con cariño y
hablan de él con entusiasmo. Está vivo en
nuestra filial imaginación –escribe uno de ellos
desde Montezuma–: estatura mediana, bien
formado, cara oval, y un cerquillo rubio en la
cabeza; ojos limpios y grandes, fulgurantes y
bondadosos; sus movimientos siempre
mesurados; su personalidad toda caracterizada
por una excelente bondad y prudencia. El Sr.
Tritschler era bondadoso, no sólo porque se
ajustó fielmente a las ideas de rectitud y de
justicia, sino también porque fijó el programa
de su vida en la caridad y amor de Dios, la
humildad y sencillez de Cristo... Fue sin duda
no menos bondadoso que prudente; mas no
con la prudencia que conviene a los hijos del
siglo, sino aquella que ensalza a los hijos de
la luz... Nunca escatimó sacrificio alguno en
provecho de sus seminaristas porque intuía
muy bien que aquellos serían los que en el
día de mañana, enseñarán a las almas de Cristo
el camino, la verdad y la vida... Con corazón
paternal se acercaba lo mismo a la dama
distinguida que al humilde campesino de recia
y dura complexión. Todos, el niño y el anciano,
el hombre y la mujer, quedaban encantados

61
de su trato dulce y apacible, humilde,
caritativo y sincero; carácter que emanaba de
una Religión que es santa, pura y divina: la
Religión Cristiana.

45
Hablamos de la inauguración del Seminario
de S. Pedro, y sin duda ninguna será muy
grato recordar las crónicas respectivas, como
gratas reminiscencias de aquellos días de paz
y horizontes límpidos para la religión; sobre
todo, para estímulo de gratitud y amor mayor
hacia al amado Padre Mons. Tritschler, en sus
seminaristas que ahora ocupan una humilde
casita allá en los suburbios de Itzimná en vez
de la Quinta hermosa de S. Pedro que pasó a
las benéficas manos de los que saben cumplir
las disposiciones dictadas “Por orden
Superior”. La tomamos tal cual está publicada
en aquellos días en el Boletín Eclesiástico, y
la cerramos con el pequeño reglamento que
con fecha 8 de diciembre publicará el mismo
Excmo. Señor. Dice así: El día 15 de
Septiembre a las 9½ de la mañana tuvo lugar
la solemne inauguración del Seminario Menor
de San Pedro, en el amplio y magnífico local
de la antigua Quinta San Pedro. A la hora
indicada llegó nuestro Ilmo. Prelado,
acompañado del Ilmo. Sr. Mejía, Obispo de
Tehuantepec y de otras distinguidas personas.
Una vez en la capilla, que estaba adornada
con gusto exquisito y en cuyo altar se

62
destacaba una preciosa imagen de la Purísima,
entonó S. S. Ilma. el Veni Creator, terminado
el cual y recitado un fernorísimo acto de
Consagración al Corazón de Jesús, procedióse
acto continuo a la bendición de la casa por
nuestro Señor Obispo. Al efecto organizóse
una solemne procesión que recorrió todos los
amplios salones y departamentos del
establecimiento; y mientras el clero y alumnos
de ambos seminarios cantaban las Letanías
de los Santos, S. S. Ilma. iba derramando el
agua bendita pronunciando las preces de
rúbrica. Terminada la bendición, los Ilmos.
Prelados, seguidos de todos los concurrentes,
se dirigieron al salón de actos donde el Sr.
Rector del Seminario, Pbro. Eugenio Goñí,
pronunció un hermosísimo discurso, que fue
muy aplaudido. Hizo también uso de la palabra
el Pbro. Sr. Cruz y seguidamente nuestro Ilmo.
Sr. Obispo declaró erigido y abierto el nuevo
Seminario Menor de San Pedro, bajo la
advocación del Príncipe de los Apóstoles. A la
inauguración asistió el V. Cabildo Catedral y
varios Sres. Párrocos y Sacerdotes. La
Dirección del Seminario Menor ha sido
confiada al P. Luis Berenguer, C. M., y son ya
23 los seminaristas que recibirán educación
eclesiástica en el citado centro docente. He
aquí el Reglamento: “1.- El Seminario Menor
tiene por objeto preparar mediante sólidos
estudios de Latinidad, Filosofía y asignaturas
anexas, a los jóvenes aspirantes al estado
eclesiástico, para que a continuación puedan

63
cursar con aprovechamiento en el Seminario
Mayor las clases superiores de Teología y
Derecho Canónico. 2.- El día 15 del presente
mes se instalará, Dios mediante, dicho
Seminario en el amplio y magnífico local de la
antigua “Quinta de San Pedro” sita en el
suburbio de Chuminópolis de esta ciudad;
donde los alumnos, lejos del bullicio de la
población, y respirando aires frescos y
saludables, pueden entregarse por completo
al estudio y a la práctica de las virtudes que
deben adornar a los futuros Ministros del
Señor. 3.- Todos los alumnos serán internos y
sólo se admitirá a los jóvenes que por sus
talentos, piedad, pureza de costumbres y
marcada inclinación al servicio de la Iglesia,
den fundados indicios de vocación al estado
eclesiástico. 4.- Deben además reunir las
siguientes condiciones. A) Ser hijos de legítimo
matrimonio. B) Tener por lo menos 12 años
de edad. C) Haber terminado la instrucción
primaria. D) Disfrutar de buena salud y haber
sido vacunados. 5.- Para arreglar la entrada
de nuevos alumnos, presentarán sus padres
o tutores, en la Secretaría Episcopal, una
solicitud dirigida al Ilmo. Sr. Obispo y
acompañada del certificado del bautismo. En
seguida será presentado el postulante al Sr.
Rector del Seminario, quien cerciorándose de
su instrucción y demás cualidades, informará
de todo al Ilmo. Prelado para que, no
resultando inconveniente, expida, S. Señoría
la orden de admisión. 6.- Cada alumno deberá

64
estar provisto de los objetos siguientes: A) Una
sotana negra que usará en ciertos días y actos
solemnes. B) Una cota de lino para la
asistencia a la Catedral. C) Un traje negro para
cuando salga a la calle en comunidad. D) Dos
ó más trajes sencillos y ligeros para el uso
diario. E) Seis mudas, por lo menos, de ropa
interior y varias toallas. F) Una hamaca con
sus correspondientes sábanas o mantas. G)
Dos o más camisas largas o basta de dormir.
H) Dos pares de zapatos. I) Los útiles
indispensables para el aseo personal, como
jabón, peines, cepillos, etc. 7.- El lavado de
ropa queda a cargo de los padres o tutores de
los alumnos. 8.- El Colegio proporcionará a
cada alumno un pupitre, silla, lavabo y les
resguardará toda su ropa. No necesitarán,
pues, baúles particulares ni se les permitirá
tenerlos en la ropería. 9.- Los alumnos, cuyas
familias residan lejos de la ciudad, deberán
tener aquí algún tutor o encargado para todo
lo que puedan necesitar. 10.- Los domingos y
días de fiesta, permanecerán en el Colegio los
alumnos: sólo en casos extraordinarios
permitirá el Rector a sus parientes o
encargados que los saquen durante algunas
horas del día. 11.- Para que la ociosidad y la
disipación no les hagan perder en poco tiempo
los buenos hábitos adquiridos durante el año,
aunque disfrutarán de dos meses de
vacaciones, sólo pasarán 15 días fuera de la
comunidad. 12.- Los parientes y tutores de
los alumnos podrán visitarlos en los domingos

65
y jueves, de 1 a 3 de la tarde, en el local
destinado al efecto. 13.- La pensión será de
$30 pesos mensuales y además se pagarán
por una sola vez $25 pesos a la entrada del
alumno para el uso de los muebles. 14.-
Cuando se trate de jóvenes adornados de
notables cualidades, pero que por su pobreza
no puedan satisfacer la pensión entera, el
Rector, de acuerdo con el Sr. Obispo, podrá
rebajarla, entrando en arreglos especiales,
siempre que lo permita el estado de los fondos”.

46
Pero si su cariño era tan grade para con el
seminario y los seminaristas, ¿cuál no sería
su amor y su ternura para con sus sacerdotes?
Y de estos, ¿no guardaría especial amor para
con sus Párrocos, sus inmediatos
colaboradores? Nunca en verdad lo vimos obrar
sino con atinada mesura y prudencia pastoral.
Amaba a todos, se informaba hasta de los
pormenores de cada uno de sus sacerdotes, y
en su Residencia Episcopal, tenían todos un
hogar y un plato disponible. Nunca se
exacerbaba, de ningún sacerdote se expresaba
mal, le dolían las críticas de los fieles sobre
algunos, callaba cuando no podía tomar la
defensa de algún culpable, y siempre estaba
con sus manos llenas de misericordia y con
su corazón rebosando caridad... “Mira hijo,
¿qué me dices de esto? ¿Qué piensas hacer
de tal cosa...? “No te gustaría ser como tal o

66
cual sacerdote, tal o cual santo...? Eran sus
fórmulas de hacer descender a las almas de
sus sacerdotes una delicada pero saludable
corrección... Otras veces se informaba de los
trabajos ministeriales: cuéntame hijo, cómo
van tus catecismos, cuántos fieles oyen la Misa
los domingos, cuántas visitas has hecho a tus
pueblos, qué me dices de esta o de aquella
persona? Y siempre terminaba con algún
consejito, que era sendero de luz... ¡Oh
prudencia inalterable, mucho más fecunda de
unidad y de paz que puede imaginarse! Sus
sacerdotes le teníamos confianza y le
hablábamos, mejor que como a Superior, como
a Padre. Los mexicanos, sobre todo, le
deberemos siempre gratitud: qué cariño nos
guardaba, con qué solicitud velaba por nuestro
bien. Recuerdo sus primeras palabras al
recibirme en la Diócesis: “hijo, ahora estás
lejos de tu tierra y de los tuyos, pero yo soy tu
Padre; desde ahora recurrirás a mí en todo;
tenme confianza”. Y en su mesa, con
delicadeza inaudita nos enseñaba hasta los
pormenores de manejar las comidas
regionales, y nos regalaba con los platillos que
sabía nos eran de sumo agrado. Teníamos en
el Sr. Tritschler, todos los sacerdotes, un
verdadero Padre.

67
47
¡El amor a sus sacerdotes!... Cuatro son las
obras que manifiestan este grande amor, a
nuestro modo de ver: Las conferencias
semanales, el Boletín Eclesiástico, la Casa de
Ejercicios y la Beneficencia Sacerdotal.- Las
Conferencias Eclesiásticas: las establece el Sr.
Tritschler; a fin de que se Clero no olvide los
conocimientos adquiridos en el Seminario; él
mismo las preside, primero en su Palacio
Episcopal, después en la Secretaría del
Arzobispado. Semana a semana, se le escucha
con gusto, se le admira y se le quiere; cierra
cada acto de estas Conferencias, resumiendo
él mismo en luminosas disertaciones la
materia en ellas tratada.- El Boletín
Eclesiástico: se crea por el Edicto de ocho de
diciembre de 1904, saliendo el primer número
en enero de 1905. ¿Qué fines persigue el
Boletín? Oigamos a nuestro Prelado en el
Edicto de Publicación: “Uno de los bienes, y
no el menor, que han producido en nuestra
América los Decretos del Concilio Plenario es,
sin duda, la emulación que se advierte en
muchas diócesis por publicar revistas
científico-religiosas que, bajo distintos títulos,
promueven la ilustración del Clero y,
presentándole oportunamente las actas
pontificias y diocesanas, estrecha cada vez más
los vínculos de amor y sumisión que lo unen
con la Santa Sede y con sus respectivos
Prelados.- No el espíritu de imitación servil,
sino la necesidad de que las leyes de la Iglesia

68
sean mejor conocidas y observadas y el deseo
de tener con nuestro venerable y amado Clero
una comunicación más frecuente y regular,
es lo que nos ha movido a promover entre
nosotros la publicación de un Boletín
Eclesiástico”... Y así nació el Boletín
Eclesiástico, que vino a librar a los Párrocos
de la obligación de llevar el Libro de Mandatos
y a avivar el estímulo, bien para mayor celo en
los trabajos ministeriales con la publicación
de las crónicas y reseñas de las funciones
religiosas en las parroquias, bien a ejercitarse
en el periodismo, pues desde luego las páginas
del Boletín quedaron a disposición de todos
los Sres. Sacerdotes, pudiendo ser
colaboradores.- La Casa de Ejercicios: es una
magnífica quinta con celdas acondicionadas
para la temporal estancia de los estudiantes,
hoy en manos del Gobierno, donde los Sres.
Sacerdotes podían tener todas las
comodidades para dedicarse, sin preocupación
de ninguna clase, al estudio de su espíritu,
durante los día señalados al efecto. Estos
Ejercicios Espirituales, los hace el V. Clero
cada año en dos tandas, trayendo para darlos
a sacerdotes bastante recomendables, a veces
Prelados de ejemplarísima vida y sólida
doctrina, cerrándose con la renovación del
juramento de fidelidad al Prelado, después de
substanciosa plática del Sr. Tritschler, y la
entrega del Diploma correspondiente. Era la
mejor circunstancia que, con la prudencia
característica, nuestro amado Padre usaba

69
para corregir algunos defectos, alentar a sus
sacerdotes, avivar las actividades parroquiales,
dulcificar las almas de estos sus amigos de las
amarguras del arduo ministerio. Este amor a
su Clero, y el interés que se tomaba por el
mismo, resplandece más en el destierro.

48
En el destierro no descuida el virtuoso Prelado
ni la ciencia ni la piedad de sus sacerdotes, y
se olvida de sus propias penas para impartir
el bálsamo de su generosidad a las ajenas.
Así, reúne en torno suyo a los exiliados, los
anima y procura buscarles colocación, los
congrega en conferencias familiares todos los
jueves y hace con ellos anualmente los
Ejercicios Espirituales. A todos exhorta a sufrir
por amor a Jesucristo y con palabras dulces
conforta las desgracias... Aún a los pocos
sacerdotes que permanecían en Yucatán,
arrostrando las iras del tirano, escribe con
frecuencia, infundiéndoles ánimo para
continuar sus labores religiosas. Pero no
dejaremos sin número especial la obra
grandiosa de la Beneficencia Sacerdotal,
donde el amor y el cuidado paternal del Sr.
Tritschler desciende hasta pormenores del
orden material, a fin de velar por el decoroso
bienestar de sus sacerdotes.

70
49
La Beneficencia Sacerdotal.- Es una asociación
de carácter exclusivamente eclesiástico, y por
consiguiente subordinada en todo al
Ordinario; de fines mutualistas, pero sin
confundirse con las mutualidades laicas,
basadas en el frío cálculo y movidas por el
interés individual; constituyen su fondo: las
cuotas mensuales de los socios, la subvención
que se digne asignarle el Sr. Arzobispo y los
donativos de individuos particulares, sean
eclesiásticos o seglares, y tiene por objeto
fomentar entre el V. Clero, el espíritu de
caridad y ponerlo en ejercicio, haciendo que
todos concurran con sus cuotas al auxilio de
sus hermanos enfermos, pobres y ancianos.
Actualmente es Presidente de esta Asociación
el Sr. Cura de Santiago, Dr. D. Cayo Castillo
Suárez, y funge como Tesorero el Sr. Pbro. D.
Leopoldo Creollo y como secretario en acción,
el Sr. Pbro. D. Ramiro Canto, en substitución
del Sr. Pbro. D. Jaime Domínguez, nombrado
Párroco de Hunucmá. El Decreto de fundación
fue expedido en la Habana en la casa de los
PP. de la Congregación de la Misión, agosto
15 de 1917. Abrese este Decreto hablado sobre
la preocupación de la Iglesia por el decoroso
bienestar de sus ministros, la necesidad
exigida por los antiguos cánones, de un título
de garantía para la sustentación, en los
ordenandos, y la situación apremiante de
varios sacerdotes que imposibilitados por
enfermedad o por vejez de ejercer el ministerio,

71
quedan expuestos a los horrores de la miseria,
si no se les ayuda en otra forma. Pasa luego el
Sr. Tritschler a exponer la situación de la
Diócesis, y después de asentar la obligación
de inscripción en la Asociación para todo
sacerdote residente en Yucatán, hace
convincentes considerandos para estimular la
inscripción; rinde un tributo de gratitud al celo
ministerial y termina con unas simbólicas
palabras de la Escritura Santa.- Es tan
significativo este edicto de fundación, y lo
consideramos como un monumento de cariño
y de interés paternal del Sr. Tritschler, hacia
el V. Clero, que no resistimos al deseo de
reproducirlo, siquiera sea en la parte que habla
de la Arquidiócesis.

50
En nuestra amada Arquidiócesis hasta el año
de 1914 no nos habíamos preocupado de estas
obras, porque disponíamos de fondos
suficientes para socorrer a los sacerdotes
pobres, y aún teníamos la satisfacción de
poder atender a su curación albergándolos en
nuestro Palacio cuando caían enfermos. Más
después de las pérdidas que hemos sufrido
en estos últimos años, urge arbitrar otro género
de recursos para hacer frente a la miseria que
amenaza a los sacerdotes a quienes la vejez o
la enfermedad hubieren inutilizado para la
vida activa del ministerio. A este fin, durante
los largos días de nuestro destierro en la

72
Habana nos dedicamos con todo empeño a
estudiar ese problema, y después de haber
examinado las soluciones dadas en otros
países, nos decidimos a promover la formación
de una sociedad eclesiástica que por medio
de cuotas mensuales acopiase los fondos
suficientes para remediar ante todo las
necesidades de los desvalidos y proporcionar
también algunas ventajas muy apetecibles a
todos los socios indistintamente. Esperábamos
reunir así en una sola obra las ventajas de las
mutualidades y las de la beneficencia
caritativa, y creemos poder lograrlo si nuestro
V. Clero se somete dócilmente a los Estatutos
que hemos formado y hoy le presentamos.
Lejos estamos de pretender que sean ellos un
trabajo perfecto, la última palabra en la
materia; pero si confiamos en que, guiada por
ellos la naciente sociedad, podrá crecer y
desarrollarse hasta que la misma experiencia
señale las modificaciones que deban
hacérseles con el tiempo para perfeccionarlos
y darles su forma definitiva.
Nadie debe extrañar que le hayamos
dado resueltamente un carácter obligatorio;
pues sin esta circunstancia sería una de tantas
obras buenas, pero no llenaría su objeto; no
impediría los espectáculos lastimosos que el
Conc. Plen (No. 636) quiere excusar mediante
instituciones como ésta. Abrigamos, por tanto,
la esperanza de que todos, sea cual fuere su
situación económica, acogerán gustosos las
obras y se harán inscribir sin tardanza. ¿Son

73
pobres? ¿No tienen fuertes reservas para el
porvenir?- su propio interés debe obligarlos a
ingresar a la Sociedad.- ¿Tienen, por el
contrario, bienes de fortuna? ¿Ven a la miseria
como un peligro tan remoto, que no valga la
pena de pensar en él, ni tomar, por si acaso,
algunas precauciones?.- Que no confíen in
incerto divitiarum, pues han visto ya disiparse
como el humo las más sólidas y cuantiosas
fortunas. Pero aún suponiendo que no les
amenace ningún peligro y estén asegurados
contra la pobreza, deben considerar que
muchos hermanos suyos se encontrarán en
condiciones muy distintas y que un precepto
ineludible de la caridad cristiana los obliga a
socorrerlos. ¿Cómo cumplirlo? Precisamente la
Sociedad les ofrece el medio más sencillo,
económico y eficaz para que la acción
benéfica de su limosna llegue oportunamente
a los más necesitados: su pequeña cuota
mensual, unidas a las de sus compañeros,
llevará al asilo del anciano o al lecho del
enfermo los recursos que, ahuyentando la
miseria, consolarán al sacerdote atribulado y
darán a los fieles un hermoso ejemplo de
caridad cristiana.
Queremos tener la satisfacción de ser el
primero en contribuir para la obra con un
donativo extraordinario, y al efecto enviamos
la suma de cien pesos. También deseamos que
el primer sacerdote que reciba un socorro
mensual sea el más antiguo y quizás también
el más ameritado de nuestros venerables

74
hermanos, el Sr. Cura D. José Leocadio
Andrade, quien a una edad casi nonagenaria
y después de haber servido con singular celo
y desinterés por más de 60 años una humilde
Parroquia, construyendo dos iglesias y
habiendo renunciando a ventajosísimos
ascensos; fue arrancado por la Revolución del
seno de su amada grey y pasa hoy sus últimos
días en una pobreza que mucho le honra, pero
que no debe quedar inadvertida para la
caridad de sus hermanos.
Sea esta hermosa virtud de la caridad
la que señale todos los pasos de esta obra, la
que anime a todos los sacerdotes a inscribirse
en ella y cumplir fielmente sus deberes, y la
que estimule en particular a los miembros de
la Junta a ejecutar con sus hermanos
necesitados todos los oficios del Buen
Samaritano. Y aunque todos esperen recibir
de ella ventajas temporales, que no se detengan
allí, que miren a Dios y al pueblo: a Dios que
ha prometido el reino de los cielos a quien en
su nombre diere a un sediento UN VASO DE
AGUA FRESCA; Y AL PUEBLO DE QUIEN
ANUNCIÓ JESUCRISTO: IN HOC COGNOSCENT
HOMINES QUIA DISCIPULI MEI ESTIS, SI
DILECTIONEM HABUERITIS AD INVICEM.

51
Pero el amante Prelado que tanto amor
manifestó por el Seminario y hacia los
sacerdotes, ¿qué cariño no profesaría a la

75
Santa Sede, al Vicario de Cristo, al Padre
Santo? Era un cariño que rayaba en devoción.
Respetaba al Padre Santo en la persona del
Metropolitano, del Delegado Apostólico, en sus
Encíclicas y en cuantos documentos emanaban
de sus manos, ofreciendo continuamente
oraciones públicas y privadas por su bien
temporal y espiritual, sobre todo en las fechas
principales de su vida. Vela porque sus
mandatos se cumplan con toda fidelidad y
enciende ese amor y esa devoción en el alma
de su rebaño. Es por eso que se embarca
rumbo a Oaxaca, el 8 de diciembre de 1904, y
con respeto y devoción rinde informes a su
Metropolitano, el Excmo. Sr. Gillow, a cuya
jurisdicción correspondía entonces la Diócesis
de Yucatán, retornando el 31 de diciembre del
mismo mes. Y es lo mismo que lo mueve a
rendir homenajes de amor y devoción al
Excmo. Sr. Delegado Apostólico de S. S. en la
República Mexicana, D. Domingo Serafini,
Arzobispo de Espoleto, el 21 de Enero de 1905,
aprovechando las pocas horas que permaneció
en el puerto de Progreso el Vapor Monterrey
de la Línea Ward, que lo llevaba a Nueva York,
para de allí embarcarse a Italia. Y por los
mismo, es el primero de los Obispos de
Yucatán, que en pleno episcopado, hizo una
visita a Roma, para llevar la ofrenda del amor
y de la fe de su Diócesis a los pies del Vicario
de Cristo en su Visita ad Limina Apostolorum,
saliendo el 6 de mayo de ese año a bordo del
Vapor Habana, volviendo el 2 de diciembre del

76
citado año. Sin duda ninguna que es grato
recordar aquella visita del Excmo. Sr. Delegado
Apostólico, que honró a nuestros mayores, de
los que aún algunos viven; así como la crónica
de aquella entrevista al Padre Santo, cuando
Yucatán besó piadosamente el pie del Vicario
de Cristo por medio de su Prelado.

52
21 de enero de 1905. Visita del Excmo. Sr.
Delegado Apostólico a la Ciudad de Mérida.
“El 20 por la tarde el Sr. Obispo Diocesano
trasladóse a Progreso donde pernoctó, dando
allí las oportunas órdenes para el recibimiento
de Monseñor, mientras que una comisión
compuesta de los Sres. D. José Rosado
Dorantes, Dr. Hernández y D. Ángel Salazar,
con la cooperación del Sr. Cura de la parroquia,
se ocupaba desde la víspera en preparar lo
necesario. A las 7 de la mañana del 21, que
amaneció despejadísimo, tomó puerto el
Monterrey é inmediatamente nuestro Ilmo.
Prelado se dirigió a bordo en el remolcador
Neptuno que la Agencia de la casa armadora
puso galantemente a disposición de S. S. I.
Tan pronto como el vapor fue admitido a libre
práctica el Sr. Obispo y las personas de su
comitiva transbordaron al Monterrey en cuyo
portalón esperaba ya el Excmo. Sr. Delegado,
quien, después de los saludos y presentación
que de sus acompañantes hizo nuestro Ilmo.
Prelado, se embarcó junto con ellos en el

77
remolcador, que al momento desatracó
haciendo rumbo al muelle fiscal. Allí acudieron
a recibir a S. E. muchas personas de la mejor
sociedad de Mérida y Progreso entre los que
recordamos haber visto a los Sres. D. Ángel
Salazar, D. José Rosado, D. Rafael Peón, D.
David Casares, D. José Domínguez Peón, D.
Manuel Pasos, D. Arsenio R. Caballero, D.
Manuel Casares Escudero, D. Eulalio Casares,
D. Trinidad y D. Audomaro Molina, D.
Bernardo y D. Florencio Cano, D. J. M.
Martínez de Arredondo, D. Justo Daniel
Peniche, D. Pedro M. de Regil, D. Aurelio
Portuondo, Dr. José Jesús Castro y otros cuyos
nombres sentimos no recordar. También fue
a Progreso a ofrecer sus respetos a S. E. y darle
la bienvenida una comisión del V. Cabildo
compuesta por los Sres. Penitenciario, Dr. D.
Luciano Pérez, Canónigo Bruno M. Ávila, Cura
del Sagrario Pbro. Lic. D. Pablo Ortiz. Del
muelle trasladóse Monseñor Serafini a la
estación, seguido de numeroso séquito que
había ido a recibirle, subiendo todos a un tren
especial, que partió inmediatamente, llegando
a esta ciudad a las 10 ½ a. m. Al entrar el tren
en agujas, la banda de música del Estado batió
marcha y las campanas de la Catedral y demás
templos de la ciudad, echadas a vuelo,
anunciaron la llegada de tan ilustre huésped.
El andén de la Estación de Mejorada veíase
invadido por multitud de personas
pertenecientes a todas las clases sociales,
habiendo llamado extraordinariamente la

78
atención de S. E. la compostura, aseo y hasta
la pulcritud de los individuos de la clase obrera.
Monseñor Serafini acompañado de nuestro
Ilmo. Prelado ocupó un elegante carruaje de
la propiedad de la señora viuda de D. Ernesto
Regil, en el que hizo su entrada a la ciudad,
seguida por larga fila de carruajes particulares
ocupados por distinguidas personas.
Numeroso gentío se agrupaba en las calles del
tránsito y muchas casas particulares lucían
vistosas colgaduras. En la Catedral, atestada
de gente, el V. Cabildo y Clero de la ciudad
esperaban a S. E. quien hizo su entrada por
la puerta principal, dirigiéndose, bajo palio,
al presbiterio. Revestido el Excmo. Sr.
Delegado de las insignias episcopales y
ocupados por él y el Prelado diocesano sus
tronos respectivos, el M. I. Sr. Deán de la S. I.
C., previa la Exposición de S. D. M., entonó
solemne Te Deum, que fue cantado por nutrido
coro de voces con acompañamiento de órgano,
habiéndose ejecutado la hermosa partitura a
tres veces del maestro valenciano Ubedes
Montes. Terminado el canto del himno
ambrosiano y cantadas las preces de rúbrica,
el Sr. Deán dio la bendición con el Santísimo,
verificándose acto seguido la Reserva.
Monseñor Serafini, acompañado del Sr.
Obispo, del V. Cabildo, del Clero y numeroso
pueblo, dirigióse entonces al palacio episcopal,
en cuyo salón del trono tuvo lugar solemnísima
recepción.- Nuestro Ilmo. Prelado en elocuente
y sentido discurso dio la bienvenida a S. E. en

79
nombre del clero y pueblo yucatecos. Con feliz
oportunidad hizo resaltar S. S. Ilma. la
circunstancia de haber sido esta península de
Yucatán la primera tierra mexicana que recibió
la luz de la fe católica, haber sido esta la
primera diócesis que se fundó en México, su
adhesión inquebrantable y tradicional hacia
la Santa Sede y la sumisión y respeto con que
aquí son recibidos y acatados los mandatos
del Romano Pontífice. En sentidas y breves
frases que conmovieron profundamente a los
circunstantes suplicó al Excmo. Sr. Delegado
que cuando a los pies de S. Santidad fuese a
darle cuenta del resultado de su misión en
esta República, le hiciese presente de una
manera especial el respeto filial y profunda
veneración del Prelado, Clero y fieles de la
diócesis de Yucatán a la sagrada persona del
Papa Pío X, inpetrando para todos la Bendición
Apostólica.- En breves palabras dichas en
correcto castellano, contestó S. E. diciendo:
que agradecía, sobremanera las señaladas
muestras de afecto que recibía del pueblo
yucateco; alabó grandemente la fe y la piedad
de los católicos meridanos y prometió que, tan
pronto tuviese la dicha de ser admitido a besar
los pies de S. Santidad, le pediría para todos
una bendición especial. Seguidamente
pasaron a ofrecer sus respetos y besar el anillo
pastoral todos los miembros del V. Clero y
demás concurrentes al acto, a los que nuestro
Ilmo. Sr. Obispo iba sucesivamente
presentando. Terminada la recepción, que

80
duró buen espacio de tiempo, S. E. fue
obsequiada con un modesto y familiar
almuerzo ofrecido por el Obispo diocesano.-
Tras un corto descanso, Monseñor Serafini,
siempre acompañado de nuestro Ilmo. Prelado,
hizo una breve visita al Seminario, Colegio
Teresiano y al Sr. Gobernador del Estado,
dirigiéndose luego a la estación para tomar el
tren de las 3 p. m. A despedirlo a la estación
fueron muchos caballeros y personas de
distinción, algunas de las cuales acompañaron
hasta Progreso, llegando S. E. a bordo del
Monterrey a las 4½ p. m. siendo despedido
allí por el Obispo diocesano, sus familiares, el
caballeroso D. Ángel Salazar y el párroco de
Progreso, nuestro particular amigo el P.
Blanco.

53
Dejando en el Gobierno del Obispado al M. I.
Sr. Vicario General y Deán entonces de la
Catedral, D. Celestino Álvarez Galán el [¿?]
de mayo de 1905, S. S. Ilma. emprendió viaje
a Roma, para la Visita ad Limina Apostolorum.-
el 28 de Junio a las 11¾ de la mañana, fueron
recibidos en audiencia particular por S.
Santidad nuestro Ilmo. Prelado y los yucatecos
residentes entonces en Roma. La audiencia
tuvo lugar en el escritorio particular de Pío X
y a ella asistieron, además del Ilmo. Sr. Obispo
y su Capellán, D. Ignacio Peón y familia, D.
Manuel Domínguez Elizalde y señora, los

81
señores D. Pedro y D. Alfredo de Regil, los
alumnos del Colegio Pío Latino Americano,
señores Penicho y Vázquez, el joven Alfredo
Escalante y Peón y una familia de Guadalajara.
El Santo Padre, con la bondad que le
caracteriza, iba preguntando al Sr. Obispo
sucesivamente por cada una de las personas
que el acompañaban y a todas ellas los bendijo
la infinidad de cruces, rosarios y medallas, etc.,
que cada una llevaba. El niño Alvarito
Domínguez presentó al Papa el óbolo que el
Sr. Obispo llevaba como ofrenda de la Diócesis
de Yucatán y el joven Alfredo Escalante le
ofreció un solideo nuevo, comprado a las
Religiosas que tienen el encargo de fabricarlos
para el Santo Padre, quien tuvo la amabilidad
de ponérselo entonces mismo, obsequiando
el que llevaba puesto al joven Escalante. Antes
de terminarse la audiencia, el Sr. Ignacio Peón
solicitó de S. Santidad una bendición especial
para todos los socios de las Conferencias de
San Vicente de Paúl y sus familiares.- El
mismo día 28, por la noche, estando ya
nuestro Ilmo. Obispo en su alojamiento recibió
del Vaticano una fotografía de S. Santidad con
expresiva dedicatoria, de puño y letra del Santo
Padre; distinción honrosa que seguramente
habrá llenado de consuelo el corazón de S. S.
I.- Dice así la dedicatoria: “Venerabili fratri
Martino Tritschler y Cordova Episcopo
Jucatanensi, cujus praeclara in eclesiam
merita nobis sunt probe perspecta
benebolentiae Nostrae testem Apostolicam

82
Benedictionem peramanter impertimus. Ex
Aedibus Vaticanis die 28 junii 1905.- PIUS PP.
X.- Pero a nuestro Prelado reservaba S. S. Pío
X una grata nueva, que para Yucatán fue un
honor y distinción muy grande.

54
Por Bula del 11 de noviembre de 1906, “QUUM
REI SACRAE PROCURATIO” pasó Yucatán a
ser Arzobispado. El Soberano Pontífice Pío X
encargó la ejecución de esta Bula de erección
al Excmo. Sr. Delegado Apostólico en la
República Mexicana, Monseñor José Ridolfi,
facultándole para que la ejecutase por sí
mismo o por otra persona constituída en
dignidad eclesiástica nombrada por él. Y no
siendo posible al Excmo. Sr. Delegado
Apostólico venir a Mérida, nombró con fecha
18 de marzo de 1907, al Excmo. Sr. Dr. D.
Carlos de J. Mejía, demisionario de
Tehuantepec, como subdelegado para el efecto
correspondiente. Este Sr. Subdelegado, erigió
canónicamente el Arzobispado de Yucatán el
14 de abril del mismo año, publicando con
esa fecha el Edicto de Promulgación, cuyo
tenor es el siguiente: “NOS el Dr. D. Carlos de
Jesús Mejía, Obispo dimisionario de
Tehuantepec, y Subdelegado Apostólico para
la Erección del nuevo Arzobispado de
Yucatán.- Alos Ilmos. y Rvmos. Señores
Arzobispo Electo de Yucatán, Doctor Don
Martín Tritschler y Córdova; Obispo de

83
Tabasco, Doctor Don Francisco Campos y
Ángeles; Obispo de Campeche, Doctor Don
Francisco Mendoza, y al M. I. Sr. Deán y
Cabildo de Yucatán y Tabasco, al Venerable
Clero Secular y Regular, y a todos los files de
esta nueva Provincia Eclesiástica, hacemos
saber: Que hoy día 14 de Abril del año del
Señor de mil novecientos siete, a las nueve y
media de la mañana, quedó canónicamente
erigido el nuevo Arzobispado de Yucatán,
según el tenor del Decreto expedido por nos
al ejecutar, con autoridad Pontificia, la Bula
de S. Santidad, el Señor Pío X, que comienza
“QUUM REI SACRAE PROCURATIO” de fecha
once de Noviembre de mil novecientos seis.-
En consecuencia.- Primero.- La Catedral de
Mérida y sus Cabildos quedan elevados a la
Categoría de Meropolitanos.- Segundo.-
Forman la nueva Provincia Eclesiástica la
antigua Diócesis de Yucatán, elevada a
Metrópoli y las Diócesis de Tabasco y
Campeche como sus Sufragáneas,
declarándolas desligadas y exentas del
Derecho Metropolítico del Arzobispado de
Antequera.- Tercero.- Por designación de Ntro.
Santísimo Padre el Papa Pío X, seguirá
ocupando la Sede de Yucatán con el carácter
de Arzobispo, el Ilmo. Señor Doctor Don Martín
Tritschler y Córdova a quien por lo mismo
debéis respeto, sumisión y obediencia.-
Cuarto.- Que según el tenor de la Bula de
Erección a nadie le es permitido infringir o
con temerario atrevimiento oponerse a lo

84
mandado. Y, si lo que Dios no permita, alguno
presumiera atentar contra esto, sepa que
incurre en la indignación de Dios
Todopoderoso y de los bienaventurados
apóstoles Pedro y Pablo.- Dado en Mérida de
Yucatán, a los catorce días del mes de Abril
del año de mil novecientos siete, firmadas por
Nos, selladas con nuestro sello y refrendadas
por nuestro Secretario ad hoc.- Este nuestro
Edicto se fijará por término de tres meses en
los lugares y forma de costumbre, tanto en
esta ciudad de Mérida como en la de S. Juan
Bautista de Tabasco y Campeche; y la
Autoridad Eclesiástica cuidará de remitir copia
suya a todas y a cada una de las Parroquias
del nuevo Arzobispado.- † Carlos de Jesús,
Obispo Dimisionario de Tehuantepec y
Subdelegado Apostólico ad hoc.- Por mandato
de S. Señoría Ilustrísima, Pbro. Eugenio Goñi,
Secretario ad hoc.- ¿Quién había hecho las
gestiones conducentes ante la Santa Sede?

55
En una carta pastoral del Sr. Tritschler,
fechada el 14 de abril de 1907, informaba
cómo fue elevado Yucatán a la dignidad
arquiepiscopal. Decía: “Cabe a nuestro Ilmo.
predecesor de santa y feliz memoria, Dr. D.
Crescencio Carrillo y Ancona, amante como
pocos del engrandecimiento de su patria, la
gloria de haber dado los primeros pasos para
la realización de este gran pensamiento. Sólo

85
que, movido por sentimientos de humildad y
noble desinterés, pedía en sus preces que la
gracia se otorgase para después de sus días.
Murió este digno Prelado cuando mucho se
esperaba todavía de su celo y vasta ilustración,
y murió sin que sus preces hubiesen obtenido
una resolución favorable; pero su justo y
hermoso ideal había echado raíces en el alma
de los buenos yucatecos, y tarde o temprano
tendría que germinar. Entre tanto, algunas
otras ciudades de la República, quizás con
menos títulos que la nuestra, habían
alcanzado la dignidad de Metrópoli, lo cual
avivaba nuestros ardientes deseos. Por fin, en
el año de 1905, mientras Nos cumplíamos con
el grato deber de la visita ad limina,
prolongando nuestro viaje hasta la tierra
santificada por la presencia visible de nuestro
Señor Jesucristo, en esta ciudad bastaba la
invitación hecha por nuestro M. I. Sr. Deán
Lic. Celestino Álvarez G., para que el M. I. y V.
Cabildo juntamente con el V. Clero y los más
notables miembros del laicato católico,
firmasen una bien redactada exposición para
solicitar del Santo Padre la anhelada gracia.-
Al volver nuevamente a Roma de regreso de
los Santo Lugares, tuvimos noticia de las
gestiones hecha por nuestros diocesanos, y
aun se Nos permitió examinar el expediente
en la Congregación de Negocios Eclesiásticos
extraordinarios, donde no sólo hicimos nuestra
la petición, sino que la apoyamos con nuevas
razones. Suele acontecer en esta clase de

86
negocios, por más que medien personas de
amplio y elevado criterio, que surjan
oposiciones y competencia, toda vez que la
elevación en dignidad de una persona o
sociedad trae consigo de ordinario alguna
limitación de los derechos o preeminencias de
otras; y se necesita no poca diplomacia para
que salga avante el proyecto. Sin embargo, en
nuestro caso es para Nos sumamente grato
manifestaros que todo procedió de la manera
más natural y llana, sin encontrar obstáculos
entre los propios ni oposición de los extraños.-
El Excmo. Sr. Delegado Apostólico Monseñor
José Ridolfi, a cuya consulta pasó el asunto,
se dignó dictaminar en sentido favorable, lo
cual, aun cuando fuese acto de mera justicia,
no por esto dejaría de obligar nuestra gratitud.-
Cabe aquí además hacer una respetuosa y
sentida mención del Ilmo. y Rvmo. Sr.
Arzobispo de Oaxaca, Dr. D. Eulogio G. Gillow,
a cuya jurisdicción pertenecía como
sufragánea esta Diócesis, desde el año de
1891. Habiéndosele pedido, no sólo su
dictamen, sino también su consentimiento,
tratándose como se trataba de sustraer de su
vasta jurisdicción metropolitana nada menos
que tres obispados; S. Señoría contestó de la
manera más favorable, declarando justa y
debida la elevación de Yucatán a Arzobispado,
y en consecuencia, pronunció el Santo Padre
la última palabra accediendo en todo a nuestra
petición. Poco más de quince años permaneció
Yucatán como sufragánea de Antequera, y en

87
ese lapso de tiempo más de una vez
experimentó la influencia benéfica del celo y
prudencia que adornan a su dignísimo
Metropolitano; y vosotros todos, venerables
hermanos y amados hijos, recordaréis con
gratitud el viaje que emprendió a esta ciudad
para traerle en difíciles circunstancias
palabras eficaces de paz y de concordia. Al
separase Yucatán junto con sus dos
sufragáneas Tabasco y Campeche, de la
Metrópoli, conservarán como precioso fruto de
la unión cristiana de mentes y voluntades que
siempre reinó entre los Prelados de la
Provincia, los decretos del Concilio
Antequerence, el primero de los celebrados
en México en el pasado siglo, y notable a todas
luces por la abundancia, oportunidad y justicia
de sus prescripciones”.- No faltaba más que la
investidura arquiepiscopal, el Palio. El dos de
febrero de 1908 se la confería el Excmo. Sr.
Dr. D. Francisco Mendoza, Obispo de
Campeche, celebrando este de Pontifical en
la Catedral de Mérida, con asistencia de los
Excmos. Sres. Doctores D. Francisco M.
Campos, Obispo de Tabasco y D. Carlos de J.
Mejía, de Tehuantepec, y de numerosísima
concurrencia.

56
Debimos sujetarnos simplemente a esbozar la
vida del gran Prelado Yucateco sujetos a las
palabras del Lic. Herrera y Lasso; pero antes

88
queremos hablar de dos amores más que
llenaban el alma de Mons. Tritschler: el amor
a la Virgen de Guadalupe y el amor a la Patria.
Mons. Tritschler era un Prelado Guadalupano
y un gran patriota. ¿Un Prelado Guadalupano?
En la Pastoral que dirige a sus diocesanos con
ocasión del Centenario de la Independencia,
tiene este hermoso párrafo: “Acudid así mismo
a la intercesión de nuestra tierna Madre y
Patrona la Sma. Virgen en su advocación de
Guadalupe, para que ella, que ha sido para el
pueblo mexicano lábaro de la Independencia,
centro de unión y Ancora de esperanza, le
obtenga del Señor en la nueva centuria esos
mismos beneficios y con ellos la paz y la
prosperidad de toda la Nación.- Bien se
recuerda que al ser nombrado Obispo de
Yucatán deseó consagrarse y de hecho fue
consagrado en la Insigne Nacional Basílica de
Sta. María de Guadalupe, poniendo en manos
de la Reina de los mexicanos el Gobierno de
su Diócesis. Procuró recomendar el culto
respectivo y respaldó eficazmente la fundación
de las congregaciones guadalupanas. Son de
él las siguientes palabras, que tomamos en la
citada pastoral: “Si bien el pueblo yucateco
siempre se ha gloriado de ser muy amante de
la Sma. Virgen María; con todo, pena nos da
el confesarlo, no se advierte en los fieles
respecto de su advocación de Guadalupe una
devoción tan general e intensa como la que
existe en las Diócesis del centro; lo cual tiene
su explicación histórica en el aislamiento y

89
falta de comunicaciones que había entre la
antigua colonia de Yucatán y el Virreinato de
la Nueva España. Hoy, empero, que se ha
dejado oír la voz del Vicario de Cristo (se refiere
a la carta de S. S. Pío X al Episcopado, que
con fecha 23 de febrero de 1910 enviara con
motivo de la Conmemoración de la
Independencia y en la que encomendaba
ardientísima devoción a la Madre de Dios, en
su advocación de Guadalupe), siguiendo
además los impulsos de nuestro corazón, os
exhortamos, venerables hermanos y amados
hijos, a acogeros bajo el manto protector de la
Santísima Virgen de Guadalupe, a fomentar
su culto público y privado, a invocarla en
nuestras necesidades y amarla con afecto
verdaderamente filial... En modo especial
recomendamos al activo Sr. Cura de San
Cristóbal que en su magnífica iglesia dedicada
por la piedad del Ilmo. Sr. Padilla y Estrada, a
nuestra Señora de Guadalupe, establezca y
fomente una de dichas congregaciones (se
refería a las entonces establecidas en Catedral
y en el Jesús) haciendo ver a los fieles las
numerosas indulgencias que les están
concedidas.- A fin de inculcar desde sus tiernos
años a los futuros ministros del Señor esta
santa devoción hemos dispuesto que en la
capilla de nuestro Seminario que
próximamente bendeciremos se erija un altar
a nuestra celestial Patrona. A los Sres. Curas
y Capellanes en cuyas iglesias se veneren sus
santas imágenes les encarecemos que cuiden

90
la conservación de estas y fomenten su
saludable culto entre los fieles; y a los que no
posean esa prenda bendita, que procuren
adquirirla, dedicándole si posible fuere un
altar... “Antes de recibir el Palio, hace una
visita a la Basílica; no desaprovecha ocasión
para visitar a la Reina del Tepeyac. El 12 de
junio de 1930 va de nuevo a impetrar la ayuda
de la Virgencita del Tepeyac en el gobierno de
su rebaño. En la misma Basílica verifica la
consagración como Obispo de S. Luis, de su
hermano D. Guillermo, el 22 de abril de 1931.
El 10 de diciembre del mismo año, preside
una peregrinación de yucatecos para asistir a
las grandes solemnidades del IV Centenario
de la Aparición Guadalupana, celebrando el
5, día reservado a la Arquidiócesis. Al Tepeyac
va a celebrar la Pontifical de Yucatán el 12 de
julio de los años de 1935, 1936, 1937, 1941
(Años de sus Bodas de Oro sacerdotales) y
1942, sin que haya faltado a las festividades
de la inauguración de las obras de ampliación
y ornato de la Basílica, en 1938. Su última
misa, el 14 de noviembre de 1942, la celebró
en el Altar de la Virgen de Guadalupe de su
Santa Iglesia Catedral.

57
¡Mons. Tritschler patriota... Alguien
ciertamente se reiría de nuestro acerto. Lea,
por favor, las Pastorales de nuestro llorado
Pastor. Aquí nos basta reproducir algunos de

91
los párrafos de aquella que arriba citamos.
Dicen: “... juzgamos oportuno fijar el punto
de vista desde el cual debemos considerar el
Centenario de la Independencia Nacional,
explicando cómo y por qué el Episcopado, el
Clero y los fieles católicos, debemos celebrar
un suceso que parece pertenecer tan sólo al
orden civil. Lo hacemos en los mismos
términos con que los Prelados reunidos en
Oaxaca, con motivo del IV Congreso Católico
Nacional, cerramos la Pastoral Colectiva que
dirigimos a nuestros respectivos diocesanos...
justo es que, no sólo como ciudadanos, sino
también como católicos, nos aprestemos a
celebrarlo con el mayor entusiasmo. Se ha
pretendido más de una vez divorciar los
sentimientos religiosos de los patrióticos a tal
grado, que según los partidarios de esta
doctrina debieran mirarse los unos como
absolutamente extraños en cuanto a los otros
se refiere; mas esto que en cualquier otra
nación fuera injusto, lo sería con mayor razón
en la nuestra. Como la religión ennoblece y
santifica los principales actos de la vida del
hombre, su nacimiento con el bautismo, su
adolescencia con la recepción de la Sgda.
Eucaristía y la virilidad con el matrimonio; así
suele ennoblecer y santificar también a las
naciones. Ella en efecto meció la cuna de
nuestra nacionalidad, sacando de la barbarie
y purificando con las aguas del bautismo a los
antiguos pobladores del Anahuac; ella suavizó
sus costumbres con las doctrinas del Evangelio;

92
ella bendijo el enlace de dos razas que
parecían destinadas al exterminio recíproco.
Debido a su inspiración surgieron grandiosos
monumentos que son objeto de orgullo para
los propios y de admiración para los extraños;
en sus aulas se formaron generaciones de
sabios y de ella salieron casi todos los héroes
de la Independencia... Sobre los motivos
generales que todos los católicos mexicanos
tenemos para celebrar con actos religiosos el
Centenario, cabe a nuestra Diócesis el honor
de poder alegar uno muy particular. En
Yucatán verificóse la Independencia sin
efusión de sangre: una asamblea de notables
reunida en Mérida el 15 de octubre de 1821,
declaró que la antigua colonia de los Montejo
quedaba emancipada definitivamente de
España y que se incorporaba al nuevo Imperio
Mexicano; y fue el anciano y V. Obispo D.
Pedro Agustín de Estévez y Ugarte, entre los
concurrentes, la persona que con su gran
prestigio y autoridad dio más peso a tan
importante resolución, calzándola con su
firma. De ahí que este ilustre Pastor tan
respetado ya por su gran ciencia y virtudes, a
la vez que amado de todos por la dulzura de
su carácter, se conquistara más aún la
veneración general y continuara al frente de
su grey, contribuyendo no poco a calmar las
perturbaciones a que la inexperiencia juvenil
arrastra a los pueblos recién emancipados...”
Pero ciertamente que el patriotismo no está
en frases bonitas en el papel, sino que es una

93
virtud del hombre, por lo cual, libre de
egoísmos y conveniencias, busca el bienestar
de la patria, cooperando con las autoridades y
conciudadanos, a levantar el nivel moral e
intelectual del pueblo, poniendo como base
la mutua inteligencia, procurando en todo la
armonía y la paz, aún a fuerzan de sacrificios
de la propia existencia, si es necesario.- Por
eso la obra de Mons. Tritschler siempre se
considerará como obra patriótica en sumo
grado, pues a nadie está oculto el espíritu de
sus actividades, encerradas en las palabras ya
citadas del Lic. Herrera y Lasso: “Sufrió
persecución por la justicia... levantó templos...
fundó colegios...” Principiemos por lo último.

58
Mons. Tritschler fundó colegios. “Levanta el
nivel intelectual y moral de su Diócesis” –
escribe el P. Eustacio Fernández, “dedicando
su talento y la caridad inagotable de su
corazón, hasta privarse él de lo necesario, al
sostenimiento y desarrollo de colegios y
escuelas donde la niñez se formara recta y
sabiamente en los principios cristianos y luego
fueran ciudadanos honrados, inteligentes y
útiles a la Patria. Hace venir del extranjero
competentes profesores que eleven la
enseñanza a la altura de la moderna
pedagogía”. Estos competentes profesores
fueron en su mayor parte, Hermanos Maristas
y Religiosas de Jesús María, a quienes la

94
cultura de Yucatán deberá guardar perenne
gratitud. ¡Cuarenta y dos colegios! ¿Quién
puede calcular los sacrificios que para su
sostenimiento hubo de hacer el celoso
Prelado? Los HERMANOS MARISTAS. Estos
beneméritos religiosos han sido los
abanderados de la enseñanza cristiana, que
secundando los deseos de Mons. Tritschler
llevaron a las ciudades y pueblos de la Diócesis
de Yucatán, la semilla civilizadora de la
ilustración y la fe. Varias generaciones
deberán su ciencia a los colegios de Santa Ana,
S. Rafael, (Telar), San José (Artes y Oficios),
Sagrado Corazón, San Luis Gonzaga, Nuestra
Señora del Rosario, San Antonio de Padua, y
otros más en Valladolid, Maxcanú, Ticul, Motul
y Mérida. Con razón guardó siempre grande
cariño para estos Hermanos, y aprovechó todas
las circunstancias para manifestárselo. “Yo sé
que el Sr. Arzobispo de Yucatán quiere mucho
a los Maristas, afirmaba en febrero de 1942 el
Nuncio S. S. en Cuba, Mons. Jorge Caruana,
y lo comprendían así, aún los alumnos de sus
colegios; así lo manifestó uno de ellos, Héctor
Figueredo, en su discurso de salutación al Sr.
Tritschler;.. “Aún no he acabado de enumerar
los motivos de nuestra alegría. Nos hemos
enterado, Excmo. Sr. Arzobispo, que con la
invitación de Mons. Arteaga a su Congregación
(24 de febrero de 1942), recibisteis ruegos
encarecidos para que aceptaseis confortante
habitación en el Palacio Arzobispal, donde
recibiríais seguramente, más homenajes que

95
entre nosotros, debidos a vuestra alta
dignidad; donde no os perturbarían nuestros
ensordecedores gritos, donde la paz, la
quietud, la tranquilidad, no se verían
interrumpidos sino con oportunos y
halagadores paseos, visitas y obsequios... Y no
obstante todo eso, sabemos que respondisteis
al hoy Mons. Arteaga, mañana nuestro Excmo.
y Rvmo. Sr. Arzobispo,: “Acepto con sumo
gusto la invitación. Iré el día 20 D. M. Nada
me será más grato que asistir a vuestra
Congregación. Contad con el continuo
concurso de mis humildes oraciones y pobres
sacrificios. Mucho agradezco el ofrecimiento
que me hacéis de vuestro Palacio Arzobispal,
mas, para hospedarme, ya tengo la casa de
mis Hermanos y en el Colegio “Champagnat”
de la Víbora me tendréis a vuestra disposición”.

59
En esta obra civilizadora le sorprendió la
persecución religiosa; sobre todo, la que hirió
en lo íntimo de su alma al amante Prelado: la
persecución callista. Ya que en esta ocasión
los perseguidores de Dios y destructores de la
Patria, atacaron directamente a la niñez, con
el antinatural y antisocial artículo 3º., que
establecía la educación socialista, que venía a
rematar la obra de disolución del laicismo
escolar llevado ya, desde varios años atrás, que
produjo no otra cosa sino una generación
impregnada de indiferentismo religioso, de

96
falta de carácter y llena de egoísmos. El
Episcopado Mexicano, en una Carta Colectiva
de fecha 12 de enero 1926, aparte de otros
documentos anteriores normalizaba la
actuación de los católicos en relación con dicha
enseñanza, asentando cuatro principios
fundamentales, seguidos de normas concretas
respectivas, que será grato recordar aquí, para
explicar la actitud en aquellos tiempos, de
algunos señores sacerdotes. Dice la Carta
Colectiva en esta parte: “PRINCIPIOS
FUNDAMENTALES.- PRIMERO.- Ningún
católico puede ser socialista, entendiendo por
Socialismo el sistema filosófico, económico o
social que en una u otra forma no reconoce
los derechos de Dios y de la Iglesia, ni el
derecho natural que todo hombre tiene a
poseer los bienes que ha adquirido con su
trabajo o heredado legítimamente, o que
fomente el odio y la lucha injusta de clases.-
SEGUNDO.- Ningún católico puede aprender
o enseñar el Socialismo, ni cooperar
directamente a que se aprenda o enseñe, pues
contiene muchos errores condenados por la
Iglesia.- TERCERO.- Ningún católico puede
suscribir declaraciones o fórmulas según las
cuales haga constar que admite, aunque sea
aparentemente, la educación socialista, pues
esto sería obrar en contra de lo que dicta su
propia conciencia.- CUARTO.- Ningún católico
puede admitir el naturalismo pedagógico y la
educación sexual, pues son errores gravísimos
que traen consigo funestas consecuencias.-

97
NORMAS: A) Padres de familia: 1ª.- No pueden
poner a sus hijos en ningún Colegio y Escuela
que enseñe el Socialismo, lo admita o aparente
admitirlo; pecan mortalmente y no pueden ser
absueltos si no los sacan de tales
establecimientos o si sinceramente no
prometen sacarlos. Lo que se dice de los
padres de familia entiéndase también de los
que hacen sus veces. 2.- Los padres de familia
tiene obligación gravísima en conciencia de
enseñar a sus hijos, o hacer que se les enseñe,
la Religión; y si ellos mismos ignoran algo o
dudan, deben cuanto antes puedan aprender
lo que ignoran y salir de dudas. Sirve mucho
para esto la asistencia de los sermones e
instrucciones religiosas, y la lectura de libros
especiales que tratan de Religión y de las
publicaciones semanales dedicadas a este
objeto. 3.- En el caso de la madre, hechas todas
las diligencias debidas, no logre convencer a
su esposo, y este persista en que sus hijos
asistan a los Colegios o Escuelas a que no
deban concurrir, puede ser absuelta, siempre,
que por otra parte haga todo lo posible por
instruir bien a sus hijos en Religión,
deshaciendo los errores que hayan oído. 4.-
Hasta la fecha no hay ninguna excomunión,
pues debido a las circunstancias anormales
por que atravesamos no se puede hacer la
amonestación canónica que el caso requiere.
Pero, aunque no haya excomunión hay un
pecado muy grave que a todo trance debe
evitarse.- B) Para los Profesores: 1.- De ninguna

98
manera pueden los Profesores exponerse a
perder su fe, ni sembrar en el alma de los
niños el error o la duda, ni ser causa de que
los padres de familia, fiados en ellos manden
a sus hijos a Colegios o Escuelas que no
deben. 2.- Pueden dar su clase en todos los
Colegios o Escuelas siempre que no se vean
obligados a firmar que aceptan la enseñanza
socialista o a enseñar positivamente algún
error. Lo que se dice de los Profesores se
entiende también de los Directores y de
aquellos profesores que simultáneamente son
una u otra cosa en las Escuelas o Colegios. C)
A los alumnos. 1.- Si se gobiernan a sí mismos
o en una u otra forma pueden imponer su
voluntad, no deben asistir a Colegios o
Escuelas que acepten la enseñanza socialista.
2.- Si acuden, porque los obligan sus padres
o tutores deben`oponerse, y en caso de ir,
deben darles cuenta del mal y de errores que
pretenden enseñarles en dichas Escuelas o
Colegios, y deben también poner todos los
medios que estén a su alcance para aprender
bien su Religión, defenderla y practicarla. D)
A los Sacerdotes: 1.- Todos, pero
especialmente los Sres. Párrocos y los
Directores Espirituales y Confesores, tiene
grave obligación de instruir a sus respectivos
fieles y de formarles con toda sinceridad y
claridad la conciencia. 2.- Con todo empeño y
constancia den a conocer a los fieles nuestras
normas, que no son otras que las mismas que
enseña y sostiene en todas partes nuestra

99
Santa Madre la Iglesia Católica. 3.- Válgase
de las organizaciones de la Acción Católica, a
la cual, como dice su Santidad Pío XI, de una
manera especial le incumbe el trabajar por la
enseñanza de la niñez y de la juventud;
ayúdense de las obras ya establecidas, o
establézcanlas donde no las haya, dedicadas
a la instrucción religiosa: particularmente
funden todos los Centros Catequísticos que
les sea posible, y preparen para esto en la
debida forma a los catequistas. 4.- Difundan
cuanto puedan las publicaciones dedicadas a
la instrucción religiosa, haciéndoles ver a los
mayores de edad la grave obligación que tienen
de instruirse sólidamente en la Religión y que
sean instruidos todos los que de ellos
dependan y por lo mismo recomiéndenles que
compren dichas publicaciones, no esperando
que se las obsequien.
Sin embargo Mons. Tritschler, en
relación con esta campaña contra la educación
socialista, adoptó una política de transacción,
que sin admitir esos postulados, hasta donde
lo permitían las condiciones de la imposición
oficial, tan amante del bien de los ciudadanos
y del engrandecimiento de la Patria (?), no hizo
resistencia sistemática a esos proyectos
educativos. Pero ya se puede adivinar lo mucho
que sufriría su corazón de padre de la niñez y
juventud yucateca... ¡Y en verdad que era
Padre de la adolescencia! Cómo se nota –
decían los extraños– que Mons. Tritschler es
un autentico apóstol de nuestros días,

100
caracterizado por el amor y atenciones a la
juventud!

60
Pero en tanto que procuraba la formación
intelectual, iba plasmando las almas con los
rígidos lineamientos de la moral cristiana,
siendo su ideal la propagación de la Doctrina
Cristiana, en todos los sectores de la sociedad,
sobre todo la doctrina de la Iglesia referente a
la Sgda. Eucaristía, cuyo Misterio de Amor
llenaba el alma del Prelado, hasta desbordarse
en dulcísimos éxtasis de amor eucarístico. Y
así decía el 8 de diciembre de 1906: “Aunque
según la Instrucción Clementina no debiera
predicarse durante las Cuarenta Horas, sin
embargo, en atención a la gran necesidad, que
nuestro pueblo tiene de oír la palabra de Dios,
recomendamos que se hagan cortas pláticas
sobre la Sgda. Eucaristía, explicando este gran
Misterio, inculcando a los fieles un grande
amor y confianza a Jesús Sacramentado y
haciéndoles ver la diferencia que existe entre
el culto de latría, que le es debido y el que
corresponde a las imágenes de los Santos...”
Y ¿cómo no había de trabajar por llevar la fe a
todas partes y conservarla, si demasiado sabía
él lo que ella es para el orden social? En su
Pastoral ya citada de fecha 14 de abril de 1907,
hay estos hermosos conceptos: “Los
numerosos códigos que forman las modernas
legislaciones podrán cambiarse, sin que vacile

101
el edificio social; pero si se pretende remplazar
el Evangelio por otra religión o, lo que es peor,
arrancarlo de los pueblos, dejando en su lugar
el vacío del ateísmo, careciendo de base, se
estremecerá y tarde o temprano, tendrá que
caer estrepitosamente por tierra... Por
consiguiente, el trabajo por la conservación
de la fe y de las virtudes cristianas es una
obra no sólo meritoria ante Dios, sino
altamente patriótica”. Quien tenía estos
sentimientos tan íntimamente arraigados en
su alma ¿qué no haría por la enseñanza del
Catecismo? Mons. Tritschler fue el Padre de
niñez de los catecismos, y el bienhechor y
apoyo singular de los catequistas.

61
En su vista Pastoral, era su encanto reunir a
los niños para enseñarles él mismo la doctrina;
nada mejor le recreaba que la turba de
chiquillos aprendiendo el catecismo. Se
informaba del número de niños y de
catequistas; proveía a las necesidades de estos
centros y alababa siempre la conducta de las
almas piadosas que cooperaban con su Párroco
en al campo, en los pueblos de la jurisdicción
parroquial; favorecía con especial cariño de
vocaciones que más sobresalían en el campo
catequístico; alentaba y premiaba... ¡Su amor
al catecismo era tanto, cuanto la evalorización
que tenían las almas! ¡Amaba tanto a las
almas!... Por Decreto de 5 de febrero de 1922,

102
aprobaba los Estatutos de la Obra del
Catecismo de la Arquidiócesis de Yucatán, que
tiene por objeto, difundir por todos los medios
posibles el conocimiento y la práctica de la
Religión, valiéndose principalmente de la
enseñanza del Catecismo. Comprende dos
ramas o instituciones distintas pero
subordinadas entre sí bajo la autoridad del
Prelado Diocesano, a saber: la Comisión
Diocesana del Catecismo y la Cofradía de la
Doctrina Cristiana. El Decreto de Aprobación
dice así: Nos el Dr. D. Martín Tritschler y
Córdova, por la gracia de Dios y de la Santa
Sede Apostólica Arzobispo de Yucatán.- Por
cuanto es necesario para el orden y buen éxito
de la enseñanza de la Doctrina Cristiana, que
tanto Párrocos como los Catequistas tengan
normas fijas a qué atenerse; habiendo
examinado Nos mismo los presentes Estatutos
de la Obra de Catecismo, hallándolos muy
adecuados a ese objeto, hemos venido en
aprobarlos, mandando, con fundamento en lo
dispuesto por el canon 1336, que a ellos se
sujeten todos los Catecismos establecidos ya
y los que en adelante se fundaren en
cualquier iglesia o capilla del Arzobispado.-
Dado en nuestra residencia arzobispal de
Mérida, el 5 de febrero de 1922, fiesta de S.
Felipe de Jesús.- Para una idea de lo que son
estas dos obras, trasladamos aquí los artículos
de estos Estatutos, donde se explica la
naturaleza y fin de ambas.

103
62
Comisión Diocesana del Catecismo.- 3.
Componen esta Comisión el Director general
del Catecismo, los Párrocos de la ciudad y las
demás personas que designe el Ilmo. Sr.
Arzobispo, quien será el Presidente nato de la
misma.- 4. Uno de los vocales a quien designe
su Sría. será el Secretario y a la vez tesorero,
mientras el movimiento de fondos no exija el
nombramiento de un tesorero especial.- 5. La
Comisión debe promover y fomentar la
instrucción religiosa por todos los medios que
estén a su alcance, principalmente por los
siguientes: a) establecimiento de centros
catequísticos en toda la Diócesis; b) misiones
catequísticas; c) función de escuelas
superiores o cursos de catecismo para preparar
buenos catequistas; d) certámenes o
concursos; e) congresos o asambleas; f)
conferencias religiosas; g) publicaciones
catequísticas.- 6. Tendrá además a su cargo la
dirección superior y la vigilancia de la
instrucción religiosa que se imparta en toda
la Diócesis. A este fin podrá reglamentar dicha
enseñanza y vigilarla por medio de los
inspectores o visitadores que designe, ya
ordinarios ya extraordinarios, sobre todo en
tiempo de exámenes.- 7. Es también de la
incumbencia de la Comisión expedir diplomas
que acrediten la idoneidad de los catequistas,
cerciorándose antes de sus conocimientos por
medio de exámenes o del testimonio de los
Párrocos y dignatarios de la Cofradía. Al

104
expedir estos títulos se tendrá muy en cuenta,
además de la instrucción, la conducta moral y
religiosa del candidato.- 8. La Comisión
celebrará juntas ordinarias cada dos meses por
lo menos en los días que desde el principio
del año fije el Ilmo. Sr. Arzobispo; y
extraordinarias siempre que lo disponga su
Señoría. El Director general del Catecismo
recordará a su Señoría el día de la junta y
citará a los vocales desde la víspera.- 9. El
Secretario llevará el libro de actas, el de
cuentas, un registro de los diplomas que
expida y los demás libros y documentos que
requiera en delante de la buena marcha de la
Obra.- 10. La Cofradía de la Doctrina Cristiana
tiene por objeto organizar al elemento seglar
para que coopere con el Clero parroquial en
la importantísima labor de la instrucción y
educación religiosa del pueblo por medio del
Catecismo.- 11. Tiene su Centro en Mérida
en la iglesia que designe el Ilmo. Sr.
Arzobispo.- 12. Además de la Cofradía Central
de Mérida se establecerán Cofradías o
Asociaciones parroquiales en todas las
cabeceras de Parroquia, y con dependencia de
estas, catequismos filiales en los pueblos de
visita, y catequismos rurales en las haciendas,
procurándose así que la influencia de la
Cofradía llegue a todos los ámbitos de la
Diócesis.- 13. Podrán ser admitidos en la
Cofradía todos los fieles desde los 14 años de
edad, siempre que sean de buena vida y
costumbres. Habrá dos clases de socios:

105
ACTIVOS, que formarán parte de las juntas o
al menos trabajarán como catequistas, y
HONORARIOS o BIENHECHORES, que
ayudarán con sus limosnas.- 14. Para que una
persona sea cofrade, se necesita que haya sido
admitida en la asociación inscribiendo su
nombre en el registro; y para que además gane
las indulgencias, deberá cumplir sus
respectivos deberes, según que sea socio activo
u honorario.- 15. Siendo las Señoras quienes
más se prestan para trabajar en el Catecismo,
las Cofradías estarán ordinariamente
integradas por ellas. Sin embargo, los Sres.
Curas harán cuanto puedan por reunir grupos
de catequistas varones y en tal caso formarán
dos juntas separadas, de las cuales una
atenderá en la instrucción de los niños y la
otra en la de las niñas. Nunca habrá juntas
directivas mixtas de ambos sexos. Esto no
obstante, en los lugares donde sólo exista la
Cofradía de Señoras, podrá recibir como socios
BIENHECHORES a los fieles del otro sexo.-
16. A todos los socios se les dará una cédula
de inscripción firmada por el Director local.-
17. La Cofradía depende del Ordinario
diocesano ya directamente, ya más bien
mediante la Comisión Diocesana del
Catecismo.- 18. Las insignias y emblemas de
la Cofradía son las siguientes: 1) Un estandarte
sencillo a dos colores, rojo y blanco.- 2) Una
medalla que representa al Niño Jesús,
pendiente de una cinta de los mismos colores
rojo y blanco. Esta cinta será sencilla para los

106
socios en general y ancha para los dignatarios
de la Cofradía. 3) El monograma de Jesús que
ocupará el centro del sello si lo hubiere. 19.
Donde los socios bienhechores sean muy
numerosos, se distribuirían en coros de a diez
con una celadora que cobre las cuotas.

63
Siguiendo esta labor que nacía del amor hacia
el catecismo, no dejaremos este punto sin
enumerar otras obras importantes. Publicó un
folletito, conteniendo las oraciones de un buen
cristiano, con los mandamientos de Dios y de
la Iglesia, y una ligera explicación de los
Misterios de nuestra fe, para aquellos pobres
que, no pudiendo dedicarse a un estudio
especial del catecismo, sobre todo ya personas
de edad, al menos pudieran leer, dadas las
circunstancias, las oraciones y doctrina allí
encerrada. Con motivo de sus Bodas de Oro
Sacerdotales, dio como regalo y el mejor
recuerdo que ideó, un folletito con
explicaciones más amplias sobre los
Sacramentos de mayor frecuencia y, otros
deberes del cristiano. Fundó y fomentó el
Catecismo de Verano, para aprovechar el
tiempo de vacaciones de los niños, a fin de
que mediante los centros catequísticos de los
suburbios, pudieran tener instrucción
religiosa, ya que por la distancia o por apatía
de los padres de familia, nunca asisten al
catecismo parroquial. Los frutos fueron

107
abundantes, y él mismo visitaba durante ese
tiempo varios de los centros, donde sus
sacerdotes y catequistas explicaban un
programa simultáneo de catecismo e Historia
Sagrada, que él mismo ideó y publicó. Pero
los Sres. Curas de las Parroquias foráneas,
guardarán siempre el recuerdo de la eficaz
ayuda que recibían en su jurisdicción de las
catequistas del “Catecismo Circular”, que
amaba con especialísimo afecto, ya que nadie
como él, avaloraba el espíritu de apostolado y
de sacrificio de estas buenas almas, que
abandonando su hogar, y muchas veces sin
esperar comodidad alguna, se iban a los
pueblos a misionar en este campo hermosos
del catecismo. Después de algunos años de
trabajo, y en vista de los frutos cosechados, a
fin de darle mayor auge y mejor impulso, S.
E. R. publicó, con fecha 26 de mayo de 1941,
el siguiente Reglamento: “1. Las catequistas
deben estar persuadidas que desempeñan un
oficio santo, meritorio o íntimamente
relacionado con la salvación de las almas, y
así procurarán disponerse a él con el estudio
constante de la Religión y con la práctica de
las virtudes cristianas, pues ambas cosas
deberán enseñar a los niños de palabra y con
el ejemplo.- 2. Si esto debe decirse de todas
las catequistas, con más razón se aplicará a
las que vayan como misioneras a los pueblos,
donde las gentes, instigadas por la natural
curiosidad, serán todas ojos y oídos para
juzgarlas.- 3. Deben considerar las catequistas

108
como un deber muy principal el estudio de la
Doctrina, puesto que nadie da lo que no tiene,
y ellas deberán enseñarla muchas veces por
sí solas, sin la dirección inmediata del
sacerdote; por lo cual, las que estén en Mérida
esperando su turno, asistirán a las
explicaciones que se les den y las que trabajen
en los pueblos dedicarán diariamente un
espacio de tiempo a preparar muy bien la
lección del día.- 4. Irán dichas catequistas en
grupos de dos o más, de las que una fungirá
como Directora, y permanecerán en cada lugar
aproximadamente veinte días, dando un curso
de catecismo a los niños y jóvenes que no
hubiesen recibido aún la Primera Comunión,
hasta prepararlos lo mejor posible para tan
sublime acto.- 5. Se hospedarán en alguna
casa honrada, no muy distante de la iglesia
sin cambiar su hospedaje, mientras no lo exija
alguna razón muy poderosa.- 6. Se abstendrá
de concurrir a las novenas, velorios y reuniones
semejantes, que suele haber en los pueblos,
con ninguna de la sobriedad y demás virtudes
cristianas, y por regla general no saldrán de
noche, a no ser que deban concurrir al Rosario
o a algún acto religioso en la iglesia.- 7. Serán
muy discretas en el hablar, excusándose de
tomar parte en murmuraciones, chismes o
críticas, sobre todo si se refieren a los señores
Sacerdotes.- 8. Para conservar el buen espíritu
normalizarán sus ejercicios de piedad,
procurando hacer diariamente la meditación
por la mañana, la lectura espiritual y el rosario;

109
si bien este último lo rezarán de preferencia
en la iglesia y con el pueblo, si les fuere fácil.-
9. Hallándose muchas veces en lugares que
carecen de sacerdote, se verán privadas por
necesidad de la comunión y tal vez de la misa
dominical; pero Dios les recompensará este
sacrificio, soportado por caridad para con los
pobre niños, procurando ellas suplir la falta
de tales auxilios con la comunión espiritual y
otras prácticas piadosas.- 10. Uno de sus
primeros cuidados será buscar en el pueblo
algunas señoras o señoritas piadosas y de
alguna institución que las ayuden en el trabajo
catequístico. Y después de haber conocido bien
sus aptitudes y celo por la doctrina,
procurarán inducir a las más aptas a que
prosigan después la obra mediante el
Catequismo semanal.- 11. También cuidarán
de enseñar los cánticos del Catecismo a un
grupo de catequistas y niñas, a fin de atraer
por este medio, mayor concurrencia a la
Doctrina.- 12. Si la asistencia de los niños a
la Doctrina no fuere suficiente, se tomarán el
trabajo, molesto pero muy eficaz, de ir en
compañía de alguna de las auxiliares a
invitarlos de casa en casa.- 13. Las lecciones
serán dos veces al día, si fuere posible, o al
menos una vez, en horas compatibles con los
deberes escolares de los niños, y durarán una
hora o poco más.- 14. Una vez organizadas las
lecciones, después del tercer día, inscribirán
a todos los niños de Primera Comunión y
perseverantes (separadamente) en un libro

110
especial, anotando su edad y filiación y si están
bautizados o confirmados.- 15. En cada lección
darán los niños de memoria alguna parte del
texto, de suerte que durante la misión
aprenderán cuando menos todo el Catecismo
Breve; y además se les explicará, por orden la
doctrina, siguiendo el método propuesto por
el folleto No. 181 de la Sociedad E. V. C.- 16.
Se procurará que al menos en los últimos tres
días esté presente el señor Cura ú otro
Sacerdote que examine a los niños para
decidir quiénes serán admitidos a la Primera
Comunión, los confiese cuando menos una
vez, les dé la Sagrada Comunión y les reciba
la renovación de las Promesas del Bautismo.
Siempre que fuere posible, esta renovación se
hará por la tarde, explicándoles previamente
su significado e importancia, y se agregará el
acto de consagración a la Santísima Virgen
María; y si hubiere reserva, se terminará todo
con la Bendición Eucarística.- 17. Aunque el
objeto principal de esta obra es la instrucción
religiosa de los niños, deben procurar las
catequistas aprovechar su tiempo instruyendo
también a los adultos, al menos con una
lección diaria que podrá darse después del
Rosario rezado sencillamente.- 18. En los días
de fiesta que ocurran durante la misión, si no
tuvieren Misa, harán con el pueblo por la
mañana el Ejercicio Piadoso prescrito por el
Excmo. Sr. Arzobispo para los lugares que
carecen de sacerdote y lo recomendarán
mucho, repartiendo algunos cuadernitos entre

111
los principales fieles para que continúen
rezándole todos los domingos a una hora fija
y conveniente.- 19. Antes de terminar cada
curso, aprovecharán los conocimientos e
influencia que hubiesen adquirido sobre la
gente para revivir o iniciar algunas
Asociaciones Piadosas, como el Apostolado de
la Oración o las Conferencias de San Vicente,
dejando así una obra piadosa, que con el
Catecismo, reorganizado también por ellas,
perpetúe en el pueblo los beneficios del
Catequismo Circular. Ya se entiende que para
todo esto procederán de acuerdo con el Sr.
Cura.- 20. A fin de cada curso presentarán un
informe acerca del fruto obtenido, anotando
el número de asistentes, de comuniones, etc.,
y refiriendo los hechos edificantes más
notables.- Aprobamos nuevamente el
preinserto Reglamento para que sea fielmente
observado por las personas que sean enviada
a los pueblos a prestar sus servicios en el
Catequismo Circular.- Tal fue la obra
catequística de Mons. Tritschler. Dejó en sus
circulares Reglamentos y Estatutos, senderos
de luz para esta obra que lleva la
evangelización de los pueblos, y por
consiguiente el progreso, la civilización y el
engrandecimiento de la Patria, y que está tan
llena de indulgencias, tanto para los que
enseñan como para los que aprenden la
Doctrina Cristiana. Y ya que de indulgencias
hablamos, juzgamos provechoso consignarlas
en el siguiente número.

112
64
Indulgencias concedidas a los fieles que se
dedican a enseñar o aprender la Doctrina
Cristiana. El S. Pontífice Paulo V., por Breve
del 6 de Octubre de 1607 concedió:
INDULGENCIA DE SIETE AÑOS a los
profesores, que en los días de fiesta lleven a
sus discípulos al Catecismo y se lo enseñen:
INDULGENCIAS DE CIEN DÍAS a los mismos,
siempre que en los días feriados expliquen la
dicha Doctrina en sus propias escuelas;
INDULGENCIA DE CIEN DÍAS a los padres y
madres de familia, cada vez que en sus propias
casas enseñen la Doctrina Cristiana a sus
hijos, criados o servidores; INDULGENCIA DE
CIEN DÍAS a los fieles que por espacio de media
hora estudien el Catecismo para enseñarlo o
para aprenderlo. El Sumo Pontífice Clemente
XII, el 16 de Mayo de 1736 concedió:
INDULGENCIA DE SIETE AÑOS Y OTRAS
TANTAS CUARENTENAS a los adultos cada vez
que habiendo comulgado tomen parte en la
piadosa práctica del Catecismo, cuando se les
enseña a los niños en las iglesias u oratorios.
INDULGENCIA PLENARIA en los días de
Navidad, Pascua de Resurrección y S. Pedro y
S. Pablo, a los adultos que asiduamente
concurren al Catecismo para enseñarlo o
aprenderlo. Condiciones: la Confesión, la
Comunión y rogar a Dios por las intenciones
del Santo Padre.- El Sumo Pontífice Pío IX,
por Rescripto de la S. Congregación de
Indulgencia de 18 de Julio de 1877 concedió:

113
INDULGENCIA DE TRES AÑOS en cada una
de las fiestas de la Sma. Virgen a los fieles de
cualquier edad, que acostumbren reunirse en
las escuelas o en las iglesias parta aprender
la Doctrina, con tal de que se confiesen en
dichas fiestas; é INDULGENCIAS DE SIETE
AÑOS si además recibieren la Sda. Comunión.
(Traducido de la RACCOLTA. Roma, 1898. Pág.
558).

65
Otro punto importante, para todo buen patriota,
es la cuestión social. El Sr. Tritschler, en la
Carta Colectiva del Episcopado Nacional, que
firmara juntamente con los Excmos. y Rvmos,
Sres. Arzobispos y Obispos, asentaba estas
palabras, fijando la amplitud de la misión
divina de la Iglesia: “...La Iglesia tiene como
fin enseñar a los hombres la práctica del bien
por el cumplimiento de sus deberes; el deber
se impone también en las manifestaciones de
la vida cívica, política y económica; luego
cuando menos en esos casos tiene el derecho
de enseñar los principios y las doctrinas que
normen la conducta del hombre como
ciudadano y elemento integrante de una
sociedad humana”. Y el 30 de Abril de 1941,
en otra Carta Pastoral Colectiva, leemos estas
palabras: “...la Iglesia en México, –como
consta en la segunda Dieta de Zamora–, ha
pedido el establecimiento de Consejos
permanentes de Conciliación; ha deseado que

114
existan Comisiones de Arbitraje obligatorio con
espíritu de justicia y con anhelos de un
mejoramiento integral de la sociedad que
puedan determinar todas las medidas
necesarias para el mayor auge económico y
la mejor cooperación de las diversas clases
sociales... La paz social es el fruto de la
cooperación de las diversas clases sociales,
efecto de la coordinación de las fuerzas vivas
del país, resultado de la elevación de la
inteligencia dentro de la órbita social; para
lograrlo es necesario la cooperación de
grandes y pequeños que, saturando su espíritu
de anhelos de justicia y caridad, reconstruyan
la sociedad sobre bases firmes e inyecten en
sus prójimos ideales más elevados y nobles”...
Se celebraba el Cincuentenario de la Encíclica
Rerum Novarum, y la firma de Mons. Tritschler
estaba en esta Pastoral. Sin embargo, “triste
es confesar” –dice el historiador yucateco D.
J. Rubio Mañé– “que a pesar de la justicia
social que pedía León XIII en su famosa
Encíclica Rerum Novarum” (y el esfuerzo del
Episcopado Mexicano, demostrado en sus
Dietas, Congresos y Pastorales, agregamos
nosotros) “nada se hizo para remediar el estado
de servidumbre injusta en que tenían algunos
católicos de Yucatán a sus indios. Fueron
necesarios los tremendos golpes de la
revolución, la violencia de su radicalismo, para
que despertaran cuando los males ya no
tuvieran remedio. La política del Sr. Tritschler
fue excesivamente prudente tolerando aquel

115
estado social de los indígenas, –pero nunca
aprobándolo–, que se creía necesario para
guardar el equilibrio económico de Yucatán.
Nunca pretendió reformas radicales, ni su
carácter fue remediar problemas con violencia,
sino que esperaba que por una lenta evolución
consciente mejorara la situación del jornalero
de campo. Nunca tomó el látigo para fustigar
a los detentadores, pero sí empleó algunas
veces la palabra evangélica en tono dulce y
paternal”. Y quedarán como una de las glorias
más puras de su pontificado la fundación de
las obras sociales en beneficio del obrero, de
las cuales se esperaban tántos bienes, si la
revolución no las hubiera ahogado en su cuna:
funda escuelas para obreros, la Liga de Acción
Social, la Juventud Católica y cuatro círculos
de obreros en la ciudad de Mérida. Y hay que
advertir que la asociación juvenil católica,
fundada con elementos de la base obrera de
Mérida, fue la primera que hubo en la nación
mexicana; fundación del 19 de abril de 1908,
que se debió al interés personal del Sr. Pbro.
D. Crescencio A. Cruz y al apoyo decidido del
Sr. Tritschler.- La obra de A. C. que tanto
recomendó S. S. Pío XI en México tuvo magnífico
campo en Yucatán, desarrollándose su labor
con éxito en todos los campos de sus
actividades. El Sr. Tritschler dióle su protección
y como fruto de ella, desde 1935, se observa
en la Arquidiócesis un renacimiento radiante
de la fe católica”. Y aquí queremos hacer notar,
como una buena prueba de patriotismo, la

116
conducta conciliadora que observó en todos los
casos Mons. Tritschler y ningún Gobierno
Federal ni del Estado podrá alegar y quejarse
de oposición sistemática a las leyes; protestó
racionalmente siempre que juzgó conveniente,
toleró otras ocasiones, calló en muchas... Y
respecto de los Sres. Gobernadores del Estado,
es justo recordar, que a cada cual, al subir al
poder, les enviaba sus cartas de felicitación y
enhorabuena, con deseos de la mejor armonía
en las mutuas relaciones, sin intereses de
ninguna clase.

66
Y quien respaldaba con su firma en la Pastoral
Colectiva de 22 de enero de 1909 estos
pensamientos: “¡Cuán doloroso es ver
católicos, por otra parte recomendables, que
no tienen escrúpulo de cooperar con su dinero
al sostenimiento de la mala prensa,
suministrando al enemigo de Dios y de su
Patria los medios de subsistencia de que tánto
carece la buena prensa!: ¿podía descuidar en
su Diócesis la propaganda a favor de la buena
prensa? De ninguna manera. “Nada menos que
una cruzada” –decía Mons. Tritschler–
“aunque incruenta y sin comparación menos
costosa, se requiere en nuestros días para
defender a la Religión y a la Patria de los
nuevos enemigos que la combaten con la
pluma, cruzada en la cual todos deben toma
parte: quien con sus talentos y su pluma;

117
quien con sus generosos auxilios y los más
con sus pequeñas suscripciones y activa
propaganda... Y como es un deber de la prensa
católica poner en claro los pérfidos proyectos
de las sectas, ayudar y secundar la acción de
los sagrados Pastores, defender y estimular
las obras católicas; así también es un deber
de los fieles el sostenerla eficazmente, ya sea
negando y retirando todo auxilio a la mala
prensa, ya cooperando cada quien según sus
fuerzas, a darle vida y prosperidad”.
Conociendo, pues, la importancia de la buena
prensa y los males incalculables que a los
pueblos causa la prensa impía e indiferente,
aprovecha esta arma para difundir el bien y
combatir a los enemigos de Dios y de la Iglesia;
funda La Verdad, el ya citado Boletín
Eclesiástico, la Lectura Popular, y compra con
la ayuda de varios caballeros católicos el
periódico decano La Revista de Mérida, que
coloca a la altura de los mejores de la
República, protegió el Semanario Católico
Criterio y otros periodiquitos, publicados en
Mérida y en Motul. Pero tiempo es ya que
pasemos a otro campo de actividades.

67
“Construyó templos” –nos decía el Lic. Herrera
y Lasso. Y a la verdad: “Difícilmente se hallará
una Iglesia de Yucatán” –nos dice D. J. Rubio
Mañé– “que no haya experimentado durante
el gobierno del Sr. Tritschler alguna obra de

118
reparación o embellecimiento. Dotado de un
alto sentimiento artístico que cultivó desde su
juventud en Italia, país clásico del arte,
restauró, embelleció y reedificó todos los
templos de su Arquidiócesis”. En 1902 fija su
atención el Sr. Tritschler en la Catedral:
cambia el orden antiguo del Coro Alto para el
órgano, que contrata con una de las mejores
casas constructoras de Alemania, Wagner y
Levien Sucs., y emprende la construcción del
citado Coro, en armonía con la arquitectura
de la Catedral. Hace poner la balaustrada de
mármol, con su puerta de bronce para el
presbiterio y coro de canónigos, contratándola
con una importante casa italiana y la sillería
la encomienda al artista yucateco D. Donato
Pech Cambranes, que las hace con maderas
preciosas de los bosques regionales. Pone a
cargo del pintor italiano D. Benedicto Barone
la ornamentación, y en manos del maestro
yucateco D. Santiago Escalante Lara, la
dirección de las construcciones arquitec-
tónicas. En abril de 1902 se terminaron los
trabajos con un costo total de $63,000.00.
Bendice el templo de la parroquia de
Oxkutzcab, siendo párroco D. Antonio Piñeiro.
En 1906: la iglesia de Kinchil, el 11 de enero;
la de Monjas de Mérida; el 18 de febrero; el
templo parroquial de Acanceh, el 28 de abril.-
En 1907, bendice las obras de reconstrucción
de Candelaria, Mérida, el 13 de enero; las obras
de reedificación de la iglesia Parroquial de Peto,
el 15 de marzo; las obras de reparación del

119
templo parroquial de Motul, el 16 de julio.-
En 1908: la iglesia de la Hda. Tekit, el 4 de
febrero; el 9 del mismo mes consagró la iglesia
de Lourdes; el 12 de marzo bendijo la iglesia
de Pisté. El 13 de octubre y el 11 de diciembre
de 1909, bendijo las iglesias de Chicxulub y
de Calotmul, respectivamente... Y así
podríamos ir recorriendo los años y los
pueblos, donde no hallaremos un solo templo
o capilla que no hayan recibido mejoras por lo
menos, durante el gobierno de Mons.
Tritschler. Pasada la avalancha revolucionaria
de 1915 y 1916, sobre todo, vuelve el Sr.
Tritschler a emprender su labor reconstructiva;
de sus 4 años primeros, sólo deja la revolución
ruinas; pero el celo por la casa de Dios le
devora, y principia con tenacidad sus trabajos.
Reconstruye y ornamenta su Sta. Iglesia
Catedral abriendo sus ventanas y sus puertas
que se hallaban tapiadas, hacia el pasaje de
la revolución, dotándola de un nuevo órgano,
erigiendo altares e instalando un nuevo
sistema de alumbrado y equipo de
magnavoces. Y su obra reconstructiva se
extiende a otras parroquias y templos como lo
pueden comprobar Santa Ana, Santa Lucía,
S. Sebastián, S. Cristóbal, Tekax, Progreso, etc.

68
Pero si levanta, embellece y reconstruye
templos, va renovando, a manera que aumenta
el número de sus sacerdotes, el servicio

120
parroquial en varias partes. Nombra Párrocos
de Muna, Cansahcab, Tekit, Oxkutzcab, y
tiene el grande regocijo de lograr en 1941 la
reanudación del culto católico en el Territorio
de Quintana Roo, después de muchos años
de ausencia de sacerdotes, porque las
autoridades lo impedían. Además, para
procurar el debido decoro y ornato de la casa
de Dios, que había de promover grandemente
la piedad de sus queridos hijos, fundó la
benéfica Obra de los Tabernáculos, el 30 de
noviembre de 1902. Tiene por objeto distribuir
ornamentos y vasos sagrados entre las iglesias
pobres de la Arquidiócesis; y de esta obra
benemérita, nos dice el Sr. Cura D. Arturo
Peniche y Rubio, con fecha 31 de diciembre
de 1916, estas palabras: “Una de las fiestas
más brillantes y hermosas celebradas por esta
benéfica institución, fue la gran Exposición
de ornamentos y objetos religiosos que tuvo
lugar en Mérida, con motivo de la imposición
del sagrado Palio al virtuoso y celoso Prelado,
Director y Fundador de los Tabernáculos.
Durante los 14 años (hoy diríamos 42) que
lleva de existencia esta obra de celo, ha dotado
a un gran número de iglesias de todo lo
necesario para el culto divino, con el fin de
que los sagrados Misterios se celebren con el
debido decoro y santidad”.- Pero este gran
Prelado, que amó así a su Arquidiócesis, y le
dejó tantos recuerdos de cariño y predilección,
no estuvo en lecho de rosas. La cruz fue el
distintivo característico de su vida pastoral;

121
amarguras sin cuento, destierros y
persecuciones tuvo que vivir y llorar. Pasemos
a este último aspecto de su preciosa vida.

69
“Sufrió persecución por la justicia...” El 6 de
enero de 1914, se aclamaba en todo el país a
Jesucristo como Rey de todas las naciones. A
la súplica que dirigieran a S. S. Pío X los
miembros del V. Episcopado Mexicano, sobre
la aclamación de Cristo Rey, principiando por
México, e indicando que la mejor manera de
hacerlo sería la de coronar en todos los templos
la imagen del Sagrado Corazón, poniéndole a
los pies la inscripción “Cristo Rey”, respondió
benignamente por medio de una carta a los
Obispos Mexicanos, concediéndoles lo que
pedían para Cristo Rey, peor advirtiendo que
la corona y centro habían de ponerlos a los
pies de la imagen y no en la cabeza y manos
de la misma, porque sólo así se expresaba la
idea de Cristo, Rey de Reyes y Señor de los
que mandan. Y la ceremonia se llevó a cabo
en la fecha arriba mencionada con toda la
solemnidad que el caso ameritaba. Cristo, por
su parte, recibió el homenaje y accedió a
reinar, dirigiendo a México la invitación muy
suya: “el que quiera venir en pos de Mí,
niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame”.
La revolución pronto alzó bandera y por ende
las persecuciones a la Iglesia en México, y a
cuanto oliera a catolicismo. ¿Escaparía Mons.

122
Tritschler de esta avalancha de la Revolución?
Él también era vasallo de Cristo Rey, y a él
igualmente estaba dirigida la invitación del
Maestro Divino. En agosto de 1914, llegaban
a Yucatán noticias alarmantes de la revolución
iniciada por Venustiano Carranza, Francisco
Villa y Emiliano Zapata. Pronto –se decía–
llegaría un jefe de las armas enviado por los
revolucionarios para encargarse del gobierno
e implantar medidas radicales. Se hablaba de
secuestros y ultrajes, de depredaciones y
matanzas. El Sr. Tritschler, prudentemente
resolvió salir del país, a fin de no ser víctima
de algún abuso, y así, en compañía del Sr.
Obispo Mejía y algunos sacerdotes, en el vapor
americano “Esperanza”, salió rumbo a la
Habana, el 23 de agosto de ese año,
desembarcando en Cuba el 26 siguiente,
donde los PP. Paules le brindaron generoso
hospedaje en su casa, anexa a la iglesia de
Ntra. Sra. de la Merced. Era prácticamente el
primer destierro, del que se libró hasta el año
de 1919 en que retornó a su Arquidiócesis
llegando a Progreso el 12 de mayo, a bordo
del vapor americano “San Jacinto”. ¿Qué
penas amargaron el corazón de nuestro Padre
en su vida de destierro?

70
Pocos días después de la salida del Sr.
Tritschler se establece en Yucatán el régimen
revolucionario; el Ingeniero y Teniente Coronel

123
D. Eleuterio Ávila, llega como Gobernador y
Comandante Militar del Estado. ¿Qué hace?
Es yucateco, aunque había radicado muchos
años en México: ¿será tolerante en la
implantación de ciertas medidas y respetará
a los católicos? Sí por cierto. Pero por desgracia
de nuestra pobre Patria, había principiado con
estas revoluciones un método nuevo de
formación de héroes; en lo adelante, nadie
podrá contarse en tan honroso número, sin
que haya manchado sus manos con crímenes
y atropellos, o desterrado inofensivas religiosas
y encarcelado Obispos, o asesinado sacerdotes,
o cerrado escuelas católicas, derruido templos
o dañado de alguna manera a la Iglesia y a los
católicos, siquiera sea con el prurito de
“cumplir órdenes superiores”. Así que muy
pronto Mons. Tritschler se entristece por la
extradición de los sacerdotes españoles, y pesa
sobre él el préstamo forzoso de $25,000, como
parte de los ocho millones de pesos que se le
arrancan a los yucatecos. ¿Nada más? El 19
de marzo de 1915 entró a Mérida el Gral.
Salvador Alvarado, que después de ahogar en
sangre el movimiento de Abel Ortiz Argumedo,
quedó como Gobernador y Comandante
Militar. Persiguió con saña a los católicos en
Yucatán; expropió el Palacio Episcopal y el
Seminario de San Pedro, cerró colegios y
escuelas católicas, expulsó a numerosos
sacerdotes sacándolos de su tierra como si
fueran vulgares facinerosos y protegió a la
horda de salvajes que con furia iconoclasta

124
entraron a la Catedral la noche del 24 de
septiembre de ese año y “posesionados del
hermosos templo colonial” –nos dice el P. Pérez
Elizagaray “se desgranaron por sus amplias
naves... bajaron imágenes de los retablos
seculares, ejemplares grandiosos de
Arqueología Sagrada; destruyeron
confesionarios artísticos y de preciosas
talladuras... y formaron hogueras!- Abrieron
la Cámara Sagrada, sacaron al Justo y lo
arrojaron por el suelo!...” El 1º de mayo de
1916, se repite idéntica escena en las demás
iglesias de Mérida, con verdadera furia
satánica, y la persecución sigue en los años
de 1916 y 1917. Los sacerdotes son
atropellados, se clausuran los templos
quedando reducido el culto católico a sola la
iglesia de San Juan Bautista, en Mérida. Aun
los sepulcros son profanados, y unos son
incinerados y otros sirven para terraplenar las
calles... ¿Esto fue todo? A esta persecución de
los enemigos de la iglesia, se une contra el
Prelado la ingratitud de uno de los sacerdotes,
D. Ramón S. Verdejo, español de gran cultura
pero de pésima conducta, quien arremete
contra su bondadoso protector y bienhechor
compasivo, acusándolo de haber abandonado
el rebaño que le había sido encomendado. Este
pobre sacerdote, ya tenía cuentas pendientes
en varias diócesis de México, y aún de España,
donde había sorprendido la caridad paternal
de varios señores Obispos ¿No hubo manera
de endulzar el corazón amargado de este
amado Pastor?

125
71
Ante todo, creemos que fue consolador para
Mons. Tritschler, saber que su pueblo, en
medio de la persecución se mantenía adicto y
fiel, y que desoyó los cargos del P. Verdejo y
se aprestaba a enviarle calurosa felicitación
en sus Bodas de Plata Sacerdotales, uniéndose
a sus hermanos en el exilio. Y a la verdad:
para Mons. Tritschler que imparte consuelos
y socorros, a los desterrados que acuden a él,
católicos y no católicos, yucatecos y de otros
Estados Mexicanos; que funda en la Capital
de Cuba una Junta de Socorros para
Mexicanos, y que establece, con la cooperación
de los Prelados Mexicanos los cultos
mensuales a la Santísima Virgen de
Guadalupe, con le objeto de vivificar la fe de
los desterrados: adquiere muy alta posición
en la Habana, y prueba de ello es la solemne
función del 20 de diciembre de 1916 en la
hermosa iglesia de Nuestra Señora de la
Merced, en la que, muchos cubanos y los
desterrados residentes allá, en mutua unión,
celebran con Mons. Tritschler los veinticinco
años de su ordenación sacerdotal. Muy claro
habla el hermoso Álbum que se publicó con
esta ocasión, y sólo nos permitimos aquí
trasladar las palabras del M. I. Cngo. D.
Santiago G. Amigño, en el Boletín Eclesiástico
que dirigía: “La fiesta preparada por la Colonia
Mexicana que llora en el destierro las
aventuras de su patria, fue un homenaje
verdadero de veneración y cariño al Arzobispo

126
de Mérida, que lo merece en justicia por lo
que trabajó en su Arquidiócesis y por lo que
padece en la proscripción”.

72
Con vítores y aplausos recibió el pueblo al
amado Prelado, el 12 de mayo de 1919. Una
inmensa muchedumbre lo esperaba en la
antigua estación de Mejorada, volvía de su
destierro, y lejos de encontrar indiferencia,
encuentra vivas demostraciones de alegría.
Después de solemnísimo Te Deum en la
Catedral, fue al provisional alojamiento que
en Paseo Montejo se le preparó en casa de D.
Pedro M. de Regil. Poco tiempo después se
instaló en la casa No. 474 de la calle 56
iniciando la obra de reconstrucción de su
Arquidiócesis azotada en gran manera por la
vorágine de la impiedad. Al frente de la Mitra
en calidad de secretario, pone al entonces
solamente sacerdote, Lic. D. Manuel Loría
Rosado, hoy, M. I. Sr. Vicario Capitular.
¿Comenzaba una era de paz? De ninguna
manera. Recia y larga lucha habría de
continuarse; pero antes de esbozar este
calvario de Mons., terminemos este número
con una rectificación. Al hablar de las causas
de las discordias habidas a la muerte del Sr.
Carrillo, asentamos ésta: el poco tino,
prudencia y caridad de los Sres. Cngos. D.
Lorenzo Bosada y Acosta y... proposición
incompatible con lo que nos hallamos en esta

127
parte de nuestros apuntes, a saber: a la
muerte del Sr. Vicario Álvarez Galán, acaecida
el 13 de enero de 1916, el Sr. Tritschler
nombra para sucederle y conducir de cerca
los problemas eclesiásticos al M. I. Sr. Cngo.
Bosada y Acosta, ganándose la estimación
cariño y gratitud del Prelado desterrado, por
su fidelidad, tino y prudencia, en estos días
más negros de la persecución Alvaradista, y
aún los VV. sacerdotes que quedan de esos
tiempos hablan de él con respeto y admiración:
“prestó grandes servicios a la Iglesia”, nos dice
uno de ellos. Rogamos que, se tome nuestra
afirmación en el número 36 como ligereza en
nuestro juicio al consultar los autores de que
disponemos, y acepta nuestra rectificación en
lo que sea justicia, ocupe el M. I. Sr. Cngo. el
lugar que le corresponde por su abnegación,
firmeza y fidelidad.

73
En octubre de 1921 trasladó el Excmo. Sr.
Tritschler su residencia a la casa número 459
de la calle 57; casa que fue testigo de todas
las penas que de entonces hasta su muerte
anegaron su corazón paternal. Este año triunfó
el partido de la revolución socialista,
posesionándose del gobierno del Estado D.
Felipe Carrillo Puerto, quien contesta de una
manera descortés y agria a las proposiciones
del Sr. Tritschler sobre una mutua inteligencia
para armonizar las relaciones entre el gobierno

128
civil y el eclesiástico, al tomar el mando el 1º.
de febrero de 1922. Al año siguiente, a 12 de
diciembre, Mons. Tritschler, por gracia especial
de la Santísima Virgen se libra de ser
asesinado por el citado Gobernador, que
despechado por no lograr la defensa de Mérida
contra la rebelión de sus tropas a favor de la
revolución que dirigiera D. Adolfo de la Huerta,
resolvió retirarse haciendo antes una vil
matanza de varios personajes entre los que se
contaba el Sr. Arzobispo, sin más razón que
el odio a su posición social. Al medio día
entraban los rebeldes a la plaza de Mérida y
el sonado Gobernador hubo de huir
precipitadamente.- Entre tanto llegó el año
veinticinco, y el pueblo yucateco activó los
preparativos para celebrar con entusiasmo y
cariño las Bodas de Plata de su Episcopado.
El Gobierno del Estado, entonces en manos
de D. José María Iturralde Traconis, concedió
amplias libertades para los festejos. El santo
Obispo de Veracruz Dr. D. Rafael Guisar
Valencia dio con este motivo una fructuosísima
misión en Catedral y el Excmo. Sr. Obispo de
Huajuapan de León, Dr. D. Luis María
Altamirano y Bulnes ilustró la fe del pueblo
católico de Mérida, con una serie de
conferencias. En la víspera, 10 de noviembre,
mientras en la plaza de Mejorada toca piezas
la banda del 32 Batallón, cedida por el Jefe
de la Zona Militar, Gral. D. Anatolio B. Ortega,
numerosísima manifestación de católicos
recorriendo las calles, vitorea el Prelado y

129
numerosa concurrencia deja atestado los
salones y los patios de la morada Arzobispal y
la ciudad entera luce a fiesta revistiéndose de
luz y de alegría. El 11 se abrió con incontables
comuniones a las que sigue solemnísima Misa
Pontifical, con asistencia de los Prelados
citados ya y de los Excmos. Sres. Dr. D.
Francisco González A. y Dr. D. Carlos de J.
Mejía y se cerró con brillante velada que en
honor del Sr. Tritschler tuvo lugar en el Peón
Contreras. Allá del Vaticano, en consideración
a los méritos del Sr. Arzobispo, llegaba la
noticia de la concesión del título de Asistente
al Solio Pontificio.- Era un poquito de miel al
corazón de nuestro Padre, en preparación –
Dios lo sabía– de nuevas amarguras, cárceles
y destierros...

74
“Al subir Calles al poder” –dice Recuerdos de
mi Vida– “todo era de temerse, pero pasó un
año sin dar muestras de su anticlericalismo,
y de repente en febrero de 1926, comenzó por
aplicar esos artículos sin estar reglamentados,
y así con la mayor arbitrariedad y crueldad
ordenó la expulsión de los sacerdotes
extranjeros y siguieron después las leyes
reglamentarias que trastornaron toda la
República hasta llegar a la suspensión del
culto en los templos el día 31 de julio en que
entraba en vigor esa ley, la más injusta. Para
preparar el terreno comenzó Calles por obligar

130
a los Gobernadores a que expidiera decretos
limitando el número de sacerdotes en cada
Estado, arbitraria e inconstitucionalmente”.-
En Yucatán, el 22 de febrero de 1926, el
Gobernador Torre Díaz expulsaba por órdenes
recibidas del Centro, a todos los sacerdotes
españoles que habían vuelto, y al siguiente
día clausuraba los colegios católicos abiertos
en 1921; en los primeros días de agosto del
año citado, las autoridades ocupaban los
templos, sustrayéndolos del culto y
entregándolos a juntas de vecinos.- Esta vez,
el Sr. Tritschler permaneció abnegadamente
al frente de su rebaño, no obstante insistencias
en contrario, hasta que, el 22 de abril de 1927
D. Humberto Monforte lo sacó de su residencia
entregándolo al Jefe de la Policía D. Alfredo
N. Pierce, quien con lujo de fuerza lo llevó a la
Inspección, y después de tres días de cárcel
con toda clase de incomodidades e
incomunicado, violentamente se le embarcó
en el vapor americano “México”, rumbo a la
Habana, sin permitirle siquiera comunicarse
con algunas personas que los despiden
solamente con sus pañuelos que agitan, al
zarpar el mencionado vapor. Mientras el
Prelado permanece en el destierro, lleno de
inquietud por la falta de culto en sus templos,
gobierna la Mitra el Sr. Vicario D. Enrique
Pérez Capetillo. Varios sacerdotes fueron
reducidos a prisión y enviados al destierro por
el delito de celebrar en las casas particulares;
no descansaron las autoridades civiles un

131
momento en perseguir cualquier
manifestación de fe católica. Al fin, los
convenios celebrados por el Episcopado
Mexicano y el gobierno del Lic. Emilio Portes
Gil, permitieron el retorno de los Prelados; el
Sr. Tritschler, en compañía del Sr. Obispo de
Campeche D. Francisco González Arias y del
Secretario de la Mitra, Lic. D. Manuel Loría
Rosado, sale de la Habana el 24 de junio de
1929, y desembarca en Progreso en la semana
del 26... Se encuentra con la multitud que
invade las calles y aguarda impaciente. Llenan
las personas, puertas, balcones y ventanas;
las campanas tocan a fiesta, hay lluvia de flores
a su paso, aclamaciones de júbilo y por la
noche la ciudad entera sabe a fiesta... Fue la
bienvenida más grandiosa que Mons. Tritschler
recibiera de su grey ¡El 29 de junio volvía el
culto religioso! ¿Para ya jamás eclipsarse? En
1931 se redujo a 9 el número de sacerdotes,
por el gobierno de Bartolomé García Correa.
Mons. Tritschler juzgó conveniente no
presentar oposición sistemática a la ley y se
dispuso a acatarla, no sin protestar por el daño
que se ocasionaba a su misión. Esta conducta
conciliadora movió en el centro de la nación
un polvorín de críticas y hubo Diarios que
trataron al Sr. Tritschler de cismático y
apóstata... ¡criterio que llegó a dominar, –nos
consta– aun entre eclesiásticos y seminarios!
¿Qué sentiría el amante Pastor de la grey
yucateca, ante esa crítica infundada y ligera?
Calló y oró; pronto el cielo se iluminó,

132
desapareciendo los nubarrones de la
maledicencia, quedando limpísima la conducta
del Prelado para las páginas de la Historia de
la perseguida Iglesia Mexicana. Él, que en la
Capital de Cuba precisaba, cómo el gobierno
del Gral. Calles pretendía someter a la Iglesia
a una imposición de esclavitud al Estado,
abogó siempre en los años de cruenta lucha
por la libertad religiosa en México, por una
conciliación con el Gobierno de México,
honrosa para los derechos de la Iglesia y que
se evitase que nuestra patria continuara en el
estado de anarquía religiosa y aconsejaba
fijarse que en México siempre triunfan
aquellos movimientos que cuentan (¡qué
vergüenza!) con al poyo decidido de
Washington; apoyo imposible de obtenerse
(muy cierto) para la revolución “cristera” por
más esforzado valor que desplegaran sus
héroes... Una nueva ráfaga intermitente de
persecución religiosa, cierra en 1934 todos los
templos de Mérida y del interior del Estado
con excepción de Tekax; pero todo vuelve a lo
normal en 1935.

75
La proximidad de sus Bodas de Oro
Sacerdotales trajo a Yucatán un gran
renacimiento de fe católica. Con este motivo
llegaron a México los Excmos. y Rvmos. Sres.,
Dr. D. Guillermo Tritschler y Córdova,
Arzobispo de Monterrey y hermano de nuestra

133
Prelado; Dr. D. Pío López, Obispo de Veracruz
y los sufragáneos, Dr. D. Vicente Ma.
Camacho, Obispo de Tabasco y Dr. D. Alberto
Mendoza y Bedolla, Obispo de Campeche.
Igualmente nos visitan celosos misioneros del
Corazón de María, de la orden de S. Francisco
y de la Congregación del Espíritu Santo, que
con sus trabajos alargaron la vida de Nuestro
Pastor. Grandiosas festividades se celebraron
en las poblaciones de Tixkokob, Izamal, Espita,
Hoctún, Umán, Ticul, Valladolid y otras
poblaciones, teniendo lugar solemnes
pontificales. En Mérida fue agasajado el Sr.
Tritschler con numerosas comuniones,
Pontificales solemnísimas y actos de amor filial
públicos y solemnes. Pasadas las fiestas
jubilares, determina dar amplio campo a las
labores por el Congreso Eucarístico,
publicando el Edicto de convocación el 5 de
abril de 1942, poco después de instalada la
Junta Organizadora. El Congreso Eucarístico
ocupa de lleno los últimos pasos del Sr.
Tritschler, hasta la noche del 14 de noviembre,
o mejor dicho: hasta momentos antes de
expirar, pues son sus últimas palabras: “Por
ningún motivo se suspendan las actividades
del Congreso Eucarístico”; instantes más tarde
pasaba a mejor vida; era el 15 de noviembre
de 1942.

134
76
A NÉCDOTAS Y RASGOS D E LA VIDA DE M ONS .
TRITSCHLER

A las cuatro de la tarde del sábado 17 de


noviembre de 1900, procedente de la capital
de la República, llegó el Sr. Cngo. Lic. D.
Manuel Acevedo, hombre de pocas palabras,
de criterio recto, justo y severo; llegaba después
de haber asistido a la Consagración Episcopal
del Sr. Tritschler. Va a visitarlo su amigo el
Dr. Sáenz de Santamaría, y después de un
efusivo saludo, la conversación recae sobre la
Consagración del nuevo Obispo; terminó su
relato el mencionado Sr. Canónigo –nos dice
el Dr. Santamaría, –con estas memorables
palabras “Te va a gustar, se parece al señor
Gala”. Un alumno del seminario tuvo la
“audacia inconcebible”, cuando circuló en
Mérida la noticia de que la Diócesis de Yucatán
había dejado de ser huérfana, y al conocer el
nombre del nuevo jefe de la Iglesia, de dirigir
una carta al V. Prelado pidiéndole que trajera
a Yucatán, a un hermano suyo que, en la
mayor pobreza, sin recursos para el viaje se
encontraba en Puebla. Unas horas después
de recepcionado el Sr. Tritschler, mandó
preguntar al Seminario por un estudiante
llamado Crescencio A. Cruz. Fue ante él y le
dijo: “Tu hermano, hijo mío, está allí. Lo he
traído como me lo pediste”. En los primeros
días del mes de mayo de 1911 tomó pasaje

135
Mons. Tritschler en el vapor americano
“Mérida” con destino a Europa. Cuando ya se
acercaba el buque a Nueva York, la noche del
11 al 12 de dicho mes, chocó con otro y se fue
a pique en poco tiempo. Mientras todos los
pasajeros luchaban por alcanzar cuanto antes
los salvavidas, Mons. Tritschler y su hermano
D. Guillermo, permanecían serenos
impartiendo absoluciones a los que lo pedían,
siendo los últimos en abandonar la nave
minutos antes de hundirse totalmente.- El 30
de marzo de 1908 murió el Sr. Arzobispo de
México, Ilmo. Sr. Dr. D. Próspero María
Alarcón y Sánchez de la Barquera: la Mitra es
propuesta al Sr. Tritschler, y la designación la
apoya el mismo Presidente de la República D.
Porfirio Díaz. El 25 de marzo de 1923 murió
el Sr. Arzobispo de Puebla de los Ángeles, Dr.
D. Enrique Sánchez Paredes: como en 1908,
es propuesto el Sr. Tritschler para ocupar la
misma Arquidiócesis de su tierra natal, donde
quizá podía haber hallado Gobiernos más
tolerantes para su misión. En ambas ocasiones
declina tan alto honor, pues considera un
deber imprescindible continuar como pastor
del rebaño yucateco, quedándose en esta tierra
que había adoptado como suya.

136
EXTRA DEL BOLETÍN ECLESIÁSTICO

VIDA, MUERTE Y TESTAMENTO DEL


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84

137
AL PASTOR EXCELSO

Parece que fue ayer, cuando a tus manos


la Diócesis llevaba
la ofrenda de su amor y te cantaba…
¡Nos llamabas entonces tus hermanos!
y todo sonreía
con celajes de gloria y de poesía.

Parece que fue ayer… Aún no ha muerto


la exultación de entonces;
cuando a fiesta tocaran nuestros bronces
y su aroma te diera nuestro huerto,
por tu cincuentenario
de vida como UNGIDO DEL SANTUARIO.

Después de aquella fiesta –grata fiesta–


donde batimos palmas
a ti, manso Pastor de nuestras almas,
de patriarcal semblante y de modesta
y angelical mirada,
de bondad y cariño perfumada;

Después de aquellas horas y esos días


de rosas y de estrellas
que dejando pasaste con tus huellas
por los pueblos y humildes rancherías,
que proclamar con gusto
supieron ¡ah! tu sacerdocio augusto:

138
Cuán duro nos parece –casi incierto–
creer que ya has pasado
tú, el amante Pastor, el buen Prelado,
y que por ti, Señor, tocan a muerto
las torres y espadañas,
y se enlutan ciudades y cabañas…
Aún en casa, donde tú viviste,
(de multiformes salas,)
se miran, Padre, prelaticias galas;
la fuente charla y el jardín se viste
de rosas como antaño;
nada ha cambiado, si exceptúase el año.

Tu Capilla también, aunque entreabierta,


se guarda reverente;
el auto mismo que te fue obediente,
llevándote del pobre hasta la puerta,
o hasta el enfermo o viuda,
te aguarda siempre y te promete ayuda.

Y hasta se cuenta que en las noches blancas,


a la sonrisa bruna
de los luceros y apacible luna,
te ven llevando tus miradas francas
del termómetro al lado,
que aún existe en la pared colgado.

¡Parece que fue ayer! cuando a tu diestra


cantábamos tu gloria…
¡Cómo roba sus páginas la historia,
dó lo vano del mundo se demuestra!...
Mas aunque ya moriste,
vives, sabemos, en el bien que hiciste.

139
Tú vives en la sombra del santuario,
allí cabe tus templos,
donde escritos quedaron tus ejemplos,
y vives en tu augusto Seminario;
tú vives, siempre el mismo,
dondequiera se enseñe el catecismo.

por eso el “BOLETÍN”, aunque enlutado,


viene a rendirte honores;
viene a pagarte las divinas flores
que a Yucatán trajera tu Cayado;
y en él te ofrece el Clero
la grata ofrenda de su amor sincero;

Y en él te jura proseguir tu senda


buscando la concordia
regalando doquier misericordia,
y estar allí donde ninguno tienda
la compasiva mano,
siendo del pueblo el buen Samaritano.

Mérida, Yuc., enero de 1943.

140
BOLETÍN ECLESIÁSTICO
DEL ARZOBISPADO DE YUCATÁN

PUBLICACIÓN BIMESTRAL

IV ÉPOCA ENERO
1943 NÚMERO EXTRAORDINARIO 1943

SUMARIO:
Fotografía y Cuadros Biográficos del Excmo. y
Rvmo. Sr. Arzobispo de Yucatán, Dr. D. Martín
Tritschler y Córdova.- DEL VATICANO.-
Dedicatoria.- Nuestro Propósito.- Detalles
Previos.- 15 de Noviembre.- PARTE PRIMERA:
CRÓNICA FUNERAL: Traslado del féretro a la
Sta. I. Catedral.- Triduo Fúnebre.- Honras de
Pontifical.- Sepelio.- PARTE SEGUNDA: BREVE
CRÓNICA DEL PRIMER CONGRESO
EUCARÍSTICO DIOCESANO DE YUCATÁN: Actos
Preparatorios.- Junta y Comisiones.- Días y
Triduos Eucarísticos.- Movimiento Espiritual.-
Movimiento Económico.- Música Sacra.- La
Apertura del Congreso.- Cuatro días de gloria
en Yucatán.- Clausura del Congreso.- Actos
Complementarios.

141
INDICADOR:
DIRECTOR:
PBRO. LEONCIO RIVERA MARTÍNEZ

ADMINISTRADOR:
PBRO. LEOPOLDO CREOGLIO

142
NUESTRO PROPÓSITO

El ocho de diciembre, 50o. aniversario de la


Definición Dogmática de la Inmaculada
Concepción de María, se publicaba el Edicto
Episcopal que anunciaba al M. I. Sr. Deán y
V. Cabildo y Clero de la Diócesis, la creación
del Boletín Eclesiástico.
“No el espíritu de imitación servil, decía
en él S. E. R., sino la necesidad de que las
leyes de la Iglesia sean mejor conocidas y
observadas y el deseo de tener con nuestro
venerable y amado Clero una comunicación
más frecuente y regular, es lo que nos ha
movido a promover entre nosotros la
publicación de un BOLETÍN ECLESIÁSTICO”.
En enero de 1905 veía la luz pública el
primer número del Boletín, que a través del
pontificado todo del Sr. Tritschler, habría de
mantener la unidad, la armonía, el cariño y la
disciplina entre el Pastor y el Clero, viviendo
las vicisitudes de la persecución y de las
revoluciones, de las cárceles y los destierros.
En él están los recuerdos de sus
actividades; en él palpita la historia de sus
viajes, siempre en beneficio de su amada
Diócesis; en él vivirán siempre el movimiento
DIOCESANO y parroquial de esta península,
que recibió en la persona del gran Prelado,
un Ángel de paz, y un paño de lágrimas.En
enero del año de 1942, ppdo., fuimos
honrados con el nombramiento de Director del
Órgano Oficial de la Arquidiócesis. Entonces,

143
leímos en la Circular 184, todas las vicisitudes
por que ha atravesado; pero sobre todo,
comprendimos los nobilísimos fines que tiene
este Boletín y lo arduo de la misión que se
nos encomendaba. ¿Llevar la crónica de una
Diócesis? ¿Escribir algunos datos biográficos
de tantos sacerdotes ejemplares que han
regado con sus sudores y con sus lágrimas las
semillas que en el surco arrojaran sus trabajos
ministeriales? ¿Sacar un cuadro de honor de
los que aún van con el Pastor cuidando la Viña
del Señor? Todo esto nos llevó a honda
meditación de nuestro cargo, y mientras tanto,
a pesar de nuestra situación económica,
procuramos despertar interés por el Boletín
en su Cuarta Época, sacando algunas gráficas
y aumentando el número de páginas para
darle mayor amplitud.
Nos preparábamos a hacer del número
de noviembre y diciembre, un número
dedicado al Excmo. Sr. Arzobispo, con motivo
del día de su Santo, cuando Dios Nuestro
Señor lo llevó a su reino, el 15 de noviembre
de 1942. Desde luego determinamos sacar algo
extraordinario que llevara al Prelado que tanto
nos quiso y nos honró con varias comisiones,
nuestro amor: algo que fuera digno del
Fundador de este BOLETÍN ECLESIÁSTICO y
de su huérfano rebaño. No basta, a nuestro
juicio, una proyectada Corona Fúnebre, ni un
Álbum Eucarístico. El Boletín habría de
ponerse a la cabeza de ambas obras y guardar,
muy en su corazón, para llevarla al V. Clero y

144
a los fieles todos, la historia de su Padre. La
idea fue acogida por el Ilmo. y Rvmo. Sr.
Vicario Capitular, quien nos autorizó a
emprender nuestros trabajos.
No es una Historia la que presentamos;
simplemente son cuadros biográficos, en su
mayoría copiados aquí y allá, con las crónicas
del Sepelio del Primer Arzobispo de Yucatán,
nuestro amado Pastor y Padre, y la de su obra
máxima: el primer Congreso Eucarístico
Arquidiocesano.
Y así entramos a la realización de los
deseos del Prelado difunto, de conservar en
las páginas del Boletín Eclesiástico las
biografías de su Clero. Principiemos con el
Padre, en pos del cual, formándole una
espléndida corona, irán los hijos. Reciba el
Excmo. Sr. Tritschler nuestras páginas escritas,
no con arte, sino a impulsos del cariño, como
la mejor prueba de nuestra gratitud, por el
amor y el cariño que personalmente nos
manifestó desde la mañana del 7 de enero de
1937 en que nos presentamos a su Residencia,
hasta la noche del 14 de noviembre de 1942,
en que a la luz de su escritorio y sin más
testigos que nuestros ángeles de guarda, nos
despedimos, hasta un segundo encuentro,
donde no habrá lugar ciertamente a Boletines
ni reseñas.

145
DETALLES PREVIOS

Abrigaba el Excmo. Sr. Tritschler en lo hondo


de su espíritu, la idea grandiosa de un magno
Congreso Eucarístico. ¡La Eucaristía era el
alma de su vida! Pero él, que obraba siempre
con exquisita prudencia y tino, se limitaba a
comunicar dicha idea, mientras la iba
bosquejando y madurando con todos sus
detalles, ora a este o a aquél sacerdote, ora a
un fiel o a otro; pero con tal convicción de
realizarla, que parecía saborear sus delicados
frutos, haciendo que sus oyentes vivieran como
reales ya, esos instantes de glorias
eucarísticas.
Asistió con gran devoción al Congreso
Eucarístico Diocesano de Campeche y al
Parroquial de Ciudad del Carmen; leyó con
sumo interés las crónicas de otros Congresos,
en las Diócesis de nuestra Patria y aún de los
Internacionales; meditó y oró.
Llegó una fecha gloriosa para la Ciudad
de Mérida: la fecha conmemorativa de su
fundación; era también el año en que para las
páginas de su propia vida sacerdotal se
cumplirían los cincuenta años a partir de su
primera Misa, allá en la Basílica de Santa
María la Mayor, Roma…. Supo con tristeza que
el Gobierno local impedía la conmemoración
gloriosa de la fundación de la Ciudad de los
Montejo, y que sus, organizadores habrían de
conformarse con muy poca cosa; rehusó
primero, llevado de su modestia, y aceptó más

146
tarde, en vista de que redundaría en gloria
del sacerdocio católico, las fiestas que Clero y
pueblo le preparaban con motivo de sus Bodas
de Oro Sacerdotales. Pero desde entonces, y
para darle al Congreso Eucarístico un lugar
especial, y no un mero número de los festejos
de sus Bodas de Oro, fijó para la celebración
del Congreso Eucarístico, el año de 1942,
señalando desde esos días los fines del mismo:
“dar a Dios gracias por los beneficios
concedidos a nuestros hogares”, diría en su
Edicto de Convocación, “familias y sociedad en
general, durante los cuatro siglos que lleva de
fundada esta ciudad de Mérida. Darle gloria y
vasallaje, en correspondencia al llamado a la
fe que con dicha fundación nos hiciera,
dándonos con ella la base de una civilización
cristiana, que merced a su asistencia y
protección hemos podido conservar, a pesar
de las conmociones civiles y de las
persecuciones que ha sufrido la Iglesia.-
Pedirle perdón por las muchas ofensas hechas
a su Divina Majestad…Implorar la paz, no sólo
para nuestro Estado y nuestra Patria, sino
para el mundo entero, que hoy sufre los
horrores de esta guerra, verdaderamente
mundial y la más desoladora de cuantas
registra la Historia”.
Pasadas las fiestas de su Áureo Jubileo
Sacerdotal, y entrado ya el año de 1942, a las
8.30 p. m. del 24 de marzo del mismo año
ppdo., implorada la ayuda del Cielo, nuestro
Excmo. Prelado instalaba la Junta

147
Organizadora del Primer Congreso Eucarístico
Diocesano de Yucatán, entre puros
eclesiásticos, quedando el mismo Sr. Arzobispo
como el alma de todas las reuniones y
decisiones que desde entonces se tomaran.
Todos los viernes, a las ocho de la noche,
se tenían las reuniones ordinarias
esbozándose, desde la primera, cinco de las
Comisiones, que serían encabezadas, como
presidentes de las mismas, por los Sres.
sacerdotes integrantes de la Junta, a saber:
Comisión de Estudios: Presidente, el M. I. Sr.
Cngo. D. Juan Arjona Correa; Comisión de
Propaganda, Sr. Cura D. Crescencio A. Cruz;
Comisión de Hacienda, Presidente, Sr. Pbro.
D. Arturo Arias Luján; Comisión de Jornadas,
Presidente, Sr. Cura D. Joaquín H. Ricalde;
Comisión de Música, Presidente, Pbro. D.
Jaime Domínguez Rivero. Como Presidente
efectivo de la Junta Organizadora, quedó el
M. I. Sr. Cngo. D. Manuel Loría Rosado, y como
Honorario, el M. I. Sr. Cngo. D. Enrique Pérez
Capetillo; en calidad de Secretario, quedó el
Pbro. Leoncio Rivera Vázquez.- Poco después
se nombró la Comisión de Publicidad:
Presidente, Pbro. D. José I. Pérez. El R. P. Diez
de Urdanivia, en un principio, quedó agregado
a la Comisión de Estudios.
El 5 de abril se publicó el Edicto de
Convocación (Boletín Eclesiástico, pág. 21); se
encomendó la letra del Himno al Excmo. Sr.
Obispo de Tabasco, Dr. D. Vicente Camacho,
y a México, por intervención del R. P. Diez de

148
Urdanivia, se mandó a hacer el diseño y más
tarde el grabado respectivo del Escudo Oficial
del Congreso.
Mientras se iba cristalizando la ideal del
Congreso entre la gente del pueblo, el Excmo.
Sr. Arzobispo, fue a la Capital de la República,
a implorar auxilio de la Morenita del Tepeyac
en la fiesta de la Arquidiócesis, y al mismo
tiempo a pedir la colaboración de la Colonia
Yucateca, allá radicada, nombrando entre la
misma una Comisión especial, de la que
hablaremos a su tiempo.
En esta ocasión, no dejó olvidados a los
seminaristas de Montezuma ni a los de Puebla,
a quienes visitó, alentó y consoló; si bien, entre
ellos mismos encontró algunas amarguras:
dos de ellos en Puebla, salían del Seminario;
uno, en Montezuma… ¡La mies es mucha y
los Operarios pocos! Debía de decir al regresar
a su Arquidiócesis…y entre los que
consideraba ya como mis futuros colabo-
radores, algunos encuentro decididos a
abandonar el Seminario; a otros, indecisos.
Sea por Dios.
Con gran entusiasmo y cariño asistió a
la repartición de premios de fin de Curso del
pequeño Seminario Menor que tiene allá en
la encantadota casita de Itzimná. El mismo
estuvo sonriente al escuchar el Informe
Rectoral y luego, entusiasmado, con el corazón
rebosante de alegría, distribuyó los premios y
aprovechó la reunión de sus hijos, para hablar
del Congreso Eucarístico, ya próximo. ¡Era el
30 de julio!

149
Estamos en el mes de agosto. Circulan
ya las oraciones por el éxito del Congreso; con
entusiasmo, pero dejando siempre mucho que
desear, se vienen celebrando desde el mes de
junio los Días Eucarísticos en Catedral, S.
Cristóbal, S. Sebastián, Santiago Apóstol,
Santa Ana e Itzimná, Tercera Orden, Lourdes,
Mejorada, S. Juan, Sta. Lucía, etc…
Las Normas Generales han encontrado
eco en las Parroquias del interior del Estado,
y varias Comisiones Parroquiales principian a
instalarse; pero ¡ay!... en algunos lugares, el
Párroco sólo cuenta para integrarlas, con su
persona, su Vicario y algunas viejecitas
piadosas y algún sacristán refunfuñón.
Valladolid, Espita y Progreso van a la
vanguardia… Espita, no solamente manda sus
programas para el archivo de la Junta, sino
las crónicas de las festividades Eucarísticas.
El Sr. Tritschler las lee con detención y se
complace en el éxito. El Tesorero, gracias a la
laboriosidad desplegada por D. Pedro Regil y
algunas otras personas de la Comisión, va en
aumento y promete salvar todas las
necesidades; muy poco se espera de las
Alcancías pro Congreso, que se han colocado
en los templos, entre las cuales son dignas de
nombrarse, las de Catedral, S. Cristóbal,
Santiago, Mejorada e Itzimná.- Los temas para
la predicación eucarística dominical llegan a
las Parroquias, pero en muy pocas se explican,
debido a la forma que revisten, que para la
mayoría resultaron insípidos... ¡lástima

150
deveras! Sin embargo, la musicalidad de la
enseñanza eucarística se escuchó, de labios
de casi todos los Sres. Curas y Capellanes,
con aquella sencillez y belleza encantadora del
sacerdote popular, que busca a sus ovejas y
se adapta a su rebaño, con los pastos de la
predicación evangélica...
El P. Ricalde recorre varias Parroquias,
donde instala Comisiones, orienta las
existentes, predica y administra los
sacramentos... ¡Es el Presidente de la Comisión
de Jornadas! y hay necesidad de llevarlas a
cabo por los pueblos del interior del Estado.
Va a Hoctún, a Valladolid, a Espita, a Tizimín,
a Tekax, a Izamal, a Umán, a Muna, etc...
¡Cómo hubiera deseado bilocarse, para poder
satisfacer los llamados que de las Parroquias
recibe!
No obstante el movimiento que se nota,
hay algo que ensombrece la frente del
Prelado... ¿Llegará a realizarse el primer
Congreso Eucarístico de Yucatán?...
Toca ya a su fin el mes de agosto; vamos
ya andando la segunda quincena. Varias cartas
han ido a la Diócesis de Tabasco inquiriendo
la letra del Himno Oficial del Congreso; el
escudo aún no está; el programa, solicitado
ya por los fieles, aun por los del interior de la
República, aún no se le da forma definitiva...
¡y el Congreso habrá del celebrarse del 18 de
noviembre (noche de apertura) al 22 del
mismo mes!

151
Al fin una carta de Tabasco... ¿el
himno?... ¡no! Unas dos estrofitas, y la noticia
de que el Prelado que lo ha de escribir se
encuentra enfermo... Inmediatamente salta la
figura de Méndez Plancarte, del católico D.
Alfonso Junco... ¡Lástima que desde un
principio se hubiera rechazado la idea de un
Concurso... ¿Qué tiempo queda ya? De una
manera privada presentó el que esto escribe
una letra improvisada: “Señor” le dice al
Prelado, que medita en lo que habrá de hacer,
mientras llega la hora de la reunión de la
Junta: es viernes; “He escrito estos versitos,
haber qué dice V. E. R. de ellos”... Los lee con
gusto (siempre fue benévolo leyendo mis
composiciones) y como consolado me dice
sonriendo: “eres atrevido, así me gusta; y en
esta vez, has salvado a tu Padre de un
verdadero compromiso; me gusta esta letra y
ella, estoy seguro, se aprobará; voy a escribir
inmediatamente al Sr. Obispo de Tabasco que,
pues está enfermo, no quiero darle más
molestias sobre este asunto”... Una nueva
lectura y agregó: “creo que no te molestará
que se nombre un jurado para darle algunas
pinceladas. “De ninguna manera Señor, le
dije; es una improvisación casi, y creo que
tendrá sus fallos”. Por la noche, se propone
en la reunión de la Junta, después de leídos
los sextetos del Sr. Camacho, y se nombran:
al Sr. Mediz Bolio, al R. P. Diez de Urdanivia y
al P. José Inés Pérez para que en el próximo
domingo, reunidos los tres, señalen algunas

152
correcciones que deban hacerse a la letra del
Himno, que desde luego se aprueba como
oficial.
¿Y la música?
Se abre un Concurso, al que son
invitados, el R. P. Serafín Ramírez, F. O. M.,
el P. Vázquez, el joven organista Reyes Pinto,
el maestro Ayala y el autor de la letra, y se
señala el 15 de septiembre para el cierre del
Concurso: ¡poco menos de un mes!
¡Mes de septiembre!
Qué tristezas no trae al Prelado! A esas
fechas están en sumo fervor y entusiasmo los
ejercicios militares! ha salido la ley del Servicio
militar obligatorio. Todas las mañanas se
llenan las calles de hombres y de jóvenes que
se entrenan en las maniobras respectivas. ¡El
16 de septiembre será celebrado con un
magno desfile!
¿Y el Congreso?
La Comisión de música nada ha hecho.
Los cánticos populares que a esa fecha habrían
de ensayarse ya, aún se duermen en sus
laureles. ¿Habrá de ensayarlos el P. Escalante,
ahora? ¿Pero esa colección, la conoce el
pueblo?
El 14 de septiembre llega la música del
P. Serafín; ya existe para entonces una más
en el archivo de la Junta Organizadora. El P.
Vázquez ha dado su excusa oportunamente...
¿Quiénes formarán el Jurado? Se designaron
con anticipación como Presidente al Sr. Pbro.
D. Pastor Escalante y, a la Srita. Yolanda Pinelo

153
y los maestros D. José Rubio Milán y D. Emilio
Puerto Molina. Del Jurado, aunque no tan
completo, porque el P. Escalante por esos días
se encontraba enfermo, sale aprobada la
música del P. Serafín. ¡Está ya el Himno Oficial
del Congreso! También el escudo ha llegado.
Sobre la tierra de los mayas, vivificada por la
sangre heroica de Castilla y la religión católica,
que es la Religión de España, esplendorosa
derramará la Hostia Consagrada sus rayos de
luz, que fecundarán los pueblos de la
Arquidiócesis con la sabia de la fe y las llamas
del amor.
Admiración, aclamación, adoración,
confesión de fe: cuatro actos sublimes de un
pueblo que canta con sus recuerdos y su
historia de IV siglos las grandezas de su Dios:

Hostia Santa, Blancura divina,


Yucatán te proclama a una voz;
y ante ti reverente se inclina,
Cristo, Rey Inmortal, Cristo Dios.

La Junta Organizadora, al fin, edita una


colección de cantos populares que intitula
HIMNARIO EUCARÍSTICO; meses antes había
designado a D. Emiliano Gil Manzanero, en
obio a mayores dificultades y atrasos,
subdirector de la Schola del Congreso, y con
todo empeño se ensayaban a esta fecha las
Misas de Perosi, Solemne a tres voces y
Pontifical, y se organizaba mejor el estudio de
la MISA CHORALIS de Refice; con fechas 10 y

154
12 de septiembre, habíanse publicado y
remitido ya las cartas invitación a Prelados y
V. Clero del interior de la República, de la
Habana, y Estados Unidos y al Excmo. Sr.
Obispo de Belice. ¿Aceptarían honrarnos con
su presencia? El Congreso se abriría el 18 y
ocuparía los días 19, 20, 21 y 22 de noviembre!
La apertura del Curso del Seminario de
1942-1943 y la visita de Tekax, llevan unas
gotas de miel al corazón del Prelado, lleno de
amargura por las noticias de recientes
fallecimientos de amigos y Hnos. suyos. Cómo
gozaba, contándonos el número de
seminaristas nuevos: “ya son suficientes en
número, nos decía: son ocho, diez, doce...” Y
nos los principiaba a enumerar y nos describía
las ocurrencias de este y de aquél. Y luego
surgían sus planes: “dentro de un año,
vendrán cuatro nuevos sacerdotes, y luego, sin
interrupción, me llegarán uno o dos cada año;
con esto me conformo; podré, no sólo conservar
el número de mi Clero, sino aumentarlo.
Pondré Párrocos en... (seguía aquí una lista
de pueblos, antes cabeceras de Parroquia, hoy
subordinados a otras por escasez de
sacerdotes). Y nos hablaba el Prelado con
cariño y entusiasmo... A su regreso de Tekax,
su corazón palpitaba de gozo: más de un
centenar de niños habían recibido la primera
comunión; amor y cariño había encontrado
entre sus hijos de aquella jurisdicción; había
sondeado bien el celo y el desinterés del Sr.
Cura, y el anhelo que tiene por embellecer
los templos de su jurisdicción.

155
Pronto una nubecilla ensombreció con
mayor tristeza la frente del Pastor.
El 16 de septiembre se celebró, según
programa, con un desfile magnífico,
imponente, al decir de los Diarios; y ahora se
perfilaban los planes para el 20 de noviembre,
con un desfile superior, nunca visto, non plus
ultra.
Y ese día 20, era nada menos que el
segundo día del Congreso. El programa de las
fiestas del Congreso continuaba en el bufete,
sin ninguna mano amiga que le diera los
últimos perfiles y lo sacara al público, que
ansioso lo solicitaba; de los Prelados invitados,
sólo uno, el Sr. Altamirano, había respondido
favorablemente, posponiendo galantemente
sus compromisos contraídos; el Excmo. Sr.
Betancourt, que en unión de cuatro sacerdotes
proyectaba asistir, se veía imposibilitado por
falta de aviones cupo. Los demás Prelados, muy
atentos ciertamente en contestar y en desear
éxito a nuestro Congreso, nos dejarían solos,
si se exceptuaba a los sufragáneos. ¿Las
invitaciones se habían despachado demasiado
tarde? ¿Por la falta de dinero, o por
compromisos muy especiales, se negaron los
Excmos. Sres. a colaborar con el Prelado
Yucateco? Todo puede ser. Pero también es
verdad que el Excmo. Sr. Tritschler ofreció, nos
consta, pasaje a algunos, después de lo cual
también se excusaron.

156
Pero el impedimento mayor, para los
últimos detalles, era la fiesta de la Revolución;
ella quitaría brillo, nada menos que al segundo
día del Congreso. ¿Se anticiparía o se
pospondría la celebración del mismo? Tal fue
la pregunta en una de las reuniones de la
Junta Organizadora. Las opiniones fueron
encontradas... ¡Si estaban de por medio ya las
invitaciones remitidas, y casi todas
contestadas! ¿Y si por un cambio, la presencia
del bondadoso Arzobispo de Morelia iba a ser
imposible?
Este bondadoso Prelado, a quien la
Arquidiócesis vivirá agradecida siempre,
respondió favorablemente al telegrama que le
enviara el Excmo. Sr. Tritschler. El Congreso
se abriría definitivamente el 25, y se celebraría
el 26, 27, 28 y 29 de noviembre; una semana
era pospuesto a la fecha primera... ¡Y el Excmo.
Sr. Arzobispo de Morelia asistiría!
No habríamos que preocuparnos por
más.
A terminar el programa.
La Comisión de Ornato de Catedral y la
Comisión de luz y adornos de calles y casas
para los días del Congreso, trabajaban con
entusiasmo. El maestro Mena empleaba su
tiempo todo y a todos sus operarios en la
construcción del altar del Congreso. Las
misiones principiaban en Santa Ana, Itzimná
y S. Cristóbal. Una nueva comunicación a
Prelados y sacerdotes llevaba la noticia del
cambio de las fechas...

157
¡Pero cuanto todavía faltaba! Sobre todo
fervor, piedad... ¿Piedad? ¡Todo, casi todo!...
La Propaganda se había dormido. Los mismos
Diarios locales, callan el movimiento pro-
Congreso. Apenas si dan cabida a este
programita de Días Eucarísticos o aquella
croniquilla; pero ¡qué escondida y cuán
insípida! ¡Al mismo Semanario Católico hay
que pagarle planas extras! ¡pero qué pobre
material!!! ¡qué propaganda tan sin alma.
¿Volantes? ¿Hojas del Tesoro Espiritual?
Duermen en las sacristías o en los
despachos de las Parroquias, si no es que aún
descansan sobre la alfombra del olvido en la
habitación del Comisionado.
Entre el pueblo, casi se ignora la idea
del Congreso. Unas Cuarenta Horas, más
lúcidas, mucho más concurridas, cabe las
naves de la Sta. Iglesia Catedral, donde habrán
muchos sacerdotes y algunos Prelados... ¡A eso
se reduce todo un Congreso Eucarístico!
Alguien tal vez pensó, que como accesorios
estarían los juegos de azar y aún las jaranas.
¡Estamos en pleno octubre!
¡Un mes más, y habremos llegado a la
fecha del Congreso!
¿Visitantes?
El Excmo. Sr. Arzobispo de Morelia; el
Excmo. Sr. Obispo de Tabasco, el Excmo. Sr.
Obispo de Campeche, representantes del M.
I. y V. Cabildo de Guadalajara, Morelia y
Puebla; D. José Rubio Mañé, D. Joaquín
Herrera y Lasso, el P. Rubio y Contreras...

158
¿Otros Prelados? ¡No hay esperanzas!
¿Número más crecido de sacerdotes?
¡Imposible!
¿Libertad para los actos oficiales y
públicos del congreso? ¡Mucho menos!
Se estaba gestionando la consecución
de garantías, pero lo único que ciertamente
se sabía era, que esas gestiones costaban
dinero y más dinero, sin fruto de ninguna
clase, por lo que mira al Gobierno Federal.
Era verdad que las gestiones se llevaban a
efecto? Lo cierto es que, en vista de
posibilidades de conseguir que asistieran
algunos Prelados extranjeros, se obtuvo una
disposición de la Secretaría correspondiente,
para la Oficina de Migración, ordenándole que
diera todas las facilidades para la entrada y
salida de dichos Prelados. ¡Claro! Si habían
de tener su papelaje en regla, nada de
extraordinario que se mostraran tan
bondadosas nuestras Oficinas! ¡Esto si que
resultaba un verdadero triunfo.
Pero ¿no se lograban algunas libertades
del Gobierno local?
La furia iconoclasta de otros tiempos y
el odio jurado de la masonería a la Iglesia,
rodeado con simulación de amistad al actual
Gobernador del Estado; el temor servil que en
los tiempos modernos reviste a muchas de
nuestras autoridades: nos hizo suponer desde
luego lo infructuoso de solicitud alguna,
aunque de por medio estaban los hechos

159
reales de la libertad tolerada en otras partes
de nuestra República, en casos como el de
Yucatán.
Muy vivos estaban los recuerdos de los
Congresos de Chihuahua y Monterrey; y en
esos días se hablaba muy a lo vivo, y la prensa
alardeaba por ello de una era nueva de paz y
armonía y de libertades entre la Iglesia y el
Estado, de S. Miguel el Grande.
No por esto se dejó de intentar algún
acercamiento y pedir, no garantías, que bien
sabemos que no se pueden conceder, mientras
duren nuestras legislaciones ateas, sino
tolerancia.
El mismo Prelado personalmente lo
intentó.
Estamos ya en el mes del Congreso.
Quedará muy viva en la memoria la
entrevista del Excmo. Sr. Tritschler con el Sr.
Gobernador, en su casa particular, con fecha
del domingo 8 de noviembre de 1942, a las
diez de la mañana. Esta entrevista se había
solicitado unos seis días antes para el Palacio:
después de un largo silencio que al Prelado,
hiciera sufrir bastante, largo silencio de cuatro
días, un telefonema llevó la noticia del lugar,
fecha y hora.
¡Cómo se hablarían es este día, mejor
que con palabras, con el fulgor de la mirada,
el Padre y el hijo! Porque el Sr. Tritschler lo
era de manera muy especial del Gobernador
del Estado: había sido este, alumno de su
pequeño Seminario; le había dado la gracia

160
de la Confirmación; había bendecido su unión
matrimonial... ¡La mirada pacífica del Padre
de la Grey Yucateca, cómo conmovería el
corazón del Gobernador... Frente a frente el
Padre y el hijo! El Padre solicitando del hijo
una gracia: tolerancia para los actos públicos
del primer Congreso Eucarístico de Yucatán.
Prometer no cuesta. Y en esta ocasión
se prometería.
El Congreso Eucarístico podría tener
mucho lucimiento, pero sin contravenir a las
leyes de la Carta Magna, podría disponer del
Campo Deportivo de Itzimná, que es de
propiedad privada, y en él llevar a cabo la
Comunión de los niños y la procesión y... La
Hostia Consagrada podría levantarse cabe el
manto azul de la tierra de los mayas y bendecir
a su pueblo, a los cuatro vientos... ¡libertad!,
¡tolerancia!
A esta alegría del Prelado, se unió la
noticia de que el Excmo. Arzobispo de la
Habana, asistiría al fin, con algunos
sacerdotes más...
Sobre la Sta. Iglesia Catedral se
levantaría una inmensa cruz blanca, radiante
de luz y de gloria, a cuyos pies, con las fechas
conmemorativas del IV Centenario, se podría
leer: PRIMER CONGRESO EUCARÍSTICO
ARQUIDIOCESANO.
Pero la vida del Prelado Yucateco, era
vida de cruz y de martirio, y esa cruz y esa
sangre de martirio habría de acompañarle
desde la infancia, hasta los últimos momentos
de su vida.

161
No ha pasado un solo día desde la
entrevista, y el cielo se ensombrece, los
horizontes se nieblan, la claridad se acaba, la
alegría muere.
El Gobernador se desdice. Es la noticia
que llega. No puede ya conceder ninguna
tolerancia; todos los actos del Congreso
habrían de verificarse en el interior de los
templos.
Nosotros creemos que, en vista de las
dificultades hasta acá descritas; previendo el
amante Pastor el fracaso del Congreso
Eucarístico, que él mismo ideara, planeara y
estaba llevando a sus últimos detalles; en los
momentos sublimes de su oración pastoral,
teniendo como testigos a los ángeles custodios
de la Ciudad y de la Arquidiócesis, ofrecería a
Dios el sacrificio de su vida en cambio de un
triunfo real, imperecedero, único en la historia
de Yucatán: el triunfo de la divina Eucaristía.
La oración y la plegaria que en esos
momentos emplearía, la podremos encontrar
escrita en el Libro de la Vida.
En lo alto de los cielos, Dios; la víctima
que se ofrece, triste hasta entonces, se levanta
de su oración fortalecida, como Cristo en el
Huerto de Getcemaní...
Sin duda el ángel de la consolación ha
bajado. Una voz, tal vez escuchó que le dijera,
ACEPTADO; y esta aceptación cumbre de amor
y de fe lo llena de fortaleza.

162
Gracias a la ayuda eficaz del Oficial
Mayor de la Curia, el P. Creollo, el Excmo. Sr.
Arzobispo ha terminado de delinear el
programa; hace ya ocho días que está en los
talleres tipográficos; antes del 15 de noviembre
habrá ya visto la luz pública... ¿Será verdad?
Mientras tanto llega el Santo Prelado.
En la víspera, el colegio de la 64 le regala
un hermoso y significativo bouquet de
comuniones, por la mañana; en la noche, los
hombres lo felicitan en su Residencia, y en
su honor ensayan, varios por primera vez, el
Coro del Himno Oficial del Congreso.

DÍA DE S. MARTÍN

El cielo de la naturaleza parece en esta vez


llevar muy adentro de su espléndido azul, un
alma mucho más noble e hidalga que la de los
hombres... ¡Hace honor a la tristeza del Pastor,
llenándose de melancolía y derramando
silenciosas lágrimas...! Poca es la concurrencia
a la Misa de comunión general, que celebra el
Excmo. Señor en el altar de la Guadalupana
de su Sta. Iglesia Catedral... Pocas visitas
después; un almuerzo muy íntimo de la familia
clerical, tarde lluviosa y una cena de ilustres
caballeros, poco concurrida: es el programa
de este histórico día para el Prelado y para la
Arquidiócesis.

163
¡Viernes trece! La primera audición de
Música Sacra del Congreso se verifica. El
mismo Excmo. Señor aprueba el saludo que
llevamos al pueblo de Yucatán a través de las
impalpables ondas de la radio, y servicio de la
X.E.M.Q.
¡Se levanta ya el alba del primer
Congreso Eucarístico Diocesano de Yucatán..!
¡Claridad del alba! Creciendo siempre, llegará
a revestirse de las púrpuras de la aurora, hasta
encenderse con toda la brillantez del oro que
derrama la luz del día.
¡14 de noviembre! Día de entusiasmo y
de alegrías. Llegan a manos del Prelado los
primeros ejemplares del Programa del Primer
Congreso Eucarístico Diocesano de Yucatán..
Sonríe nuestro Padre... ¡En su compañía está
el P. Cruz!... Está también el P. Ricalde!!...
Cuando nos presentamos nosotros, el Prelado
nos saluda con gusto y cariñosamente nos da
un programa: toma hijo, guárdalo como
recuerdo”. Y nos da un ejemplar de los más
hermosos... ¡Los que llevaban sus ángeles y
escudos revestidos de oro! ¿En qué fecha, que
recordemos, vimos más alegre y sonriente a
este Padre bondadoso, que tanto nos quisiera?
¿Alguien sospechaba –él lo sabía– que su
misión en la tierra tocaba a su fin?...
A las 5 de la tarde, lo encontramos en
su Confesionario.
Como sábado, habrá de pasarse varias
horas derramando absoluciones sobre sus
hijos que las pidan. ¡Cuántos recuerdos de

164
amor pastoral y de misericordia no quedarán
en el silencio de esa caja de martirio pues se
llama Confesionario! ¡Cuántas almas deberán
su salvación a los consejos que allí escucharon
y las llamadas paternales que recibieron allí!
Por la noche, serena y majestuosa y de
aire señorial, es la semblanza del Prelado al
llegar a su Residencia Episcopal.
“Hijo, dice al P. Arias, “di una vueltecita
al parque con el fin de ver cómo está la cruz
del Congreso y la iluminación de Catedral,
pero nada vi”¸ Él estaba pendiente de los
detalles: días antes había pasado por el
Montejo, y designado el lugar y forma del altar
de la Bendición y gustado la fecha grandiosa
de las últimas horas del primer Congreso.
Todo había concluido. “El programa ha
salido un poco tarde”, nos diría en su último
sermoncito, “pero muy a su tiempo; está ya el
Himnario y se verifican los ensayos; viene al
fin uno de los obispos americanos; los fondos
son suficientes... Un tanto me preocupa el
silencio de México (se refería al Lic. que
tramitaba la consecución de alguna libertad)”
y me ha disgustado bastante la bochornosa
conducta del Sr. Gobernador... Pero todo saldrá
muy bien, aunque muy de acuerdo con nuestra
manera de ser en Yucatán... Hijo trabaja con
empeño, que no te entre nunca la soberbia;
ayúdanos con todos tus esfuerzos al éxito del
Congreso...”

165
Fue la última vez que nos hablara... La
ternura y el cariño que nos manifestara en
esta última ocasión, las guardaremos muy en
lo íntimo de nuestra alma, como el perfume
de la más hermosa flor, como sonrisa de un
ángel, como el testamento de un santo.

166
PARTE PRIMERA

MUERTE Y SEPELIO
DEL PRIMER ARZOBISPO DE YUCATÁN
EXCMO. Y RVDMO. SR. DR.
D. MARTÍN TRITSCHLER Y CÓRDOVA

Del domingo 15 al miércoles 18 de noviembre


de 1942

QUINCE DE NOVIEMBRE

“Vale oro; vale todo un Perú”. Era la alabanza


que de nuestro Prelado hacía en Roma uno
de los Emmos. Cardenales.
Y sin adulación de ninguna clase,
después de cuarenta y dos años de
episcopado, la Arquidiócesis de Yucatán, no
podría encontrar forma ni más graciosa ni más
sublimemente significativa, que la del
Cardenal: Vale oro; vale todo un Perú.

167
Pero en esta mañana, silenciosa y
cenicienta, el Prelado amanece indispuesto, y
la ciudad muy en breve habrá de avalorar la
vida y las obras de su Pastor con más justiciado
precio, cual se sabe hacer sobre un tesoro,
cuando se ha perdido.
Corren... vuelan las horas, y una a una
las Misas se celebran. ¡Es domingo! ¿Llegará
el Prelado a la Sta. Iglesia Catedral? La
asamblea de los fieles así lo espera. ¿Les
hablará de S. Alberto Magno? del Grano de
Mostaza, en cuyas ramas se posan las avecillas
de los cielos? de la propagación de la Palabra
Divina...? ¡Todo puede ser! Y su palabra
descenderá a sus almas con suavidad
encantadora, como perfume de flores, como
sonrisa de un ángel ¡Es tan tierno escuchar el
“MIS QUERIDOS HIJOS”!...
Pero la Misa de seis sale y la inquietud
entre los fieles comienza... El que la celebra
no es el Prelado, y todos con la mirada
interrogan el motivo de la ausencia. Alguien
les ha dicho que en la Misa de cinco se pidió
orar por la salud del Pastor y Padre. ¿Será
verdad que se encuentra enfermo?... Es la
pregunta que se hacen las almas, conteniendo
un suspiro, y agobiadas por las extrañas
pulsaciones de su corazón... ¿Un presagio? No
es nada. “Rueguen, hermanos” –dice el
celebrante– “por el Prelado que amaneció
indispuesto”...Y se ruega en todas las Misas
siguientes, y se preguntan unos a otros y hay
comentarios sobre el Congreso y sobre las

168
Misiones que principiarán por la noche; y
alguien hay que lamenta la enfermedad del
Prelado, como el acabóse del Congreso
Eucarístico.
Mientras tanto, en la Residencia
Arzobispal ha cesado por algunos instantes la
inquietud. El prelado, indispuesto desde las
cuatro de la mañana, ha entrado en reposo;
¡duerme! Los facultativos se retiran y nuestro
P. Arias puede presentarse a sus labores
dominicales.
“Se ha controlado el mal” –nos dice el
familiar al llamarlo por teléfono; “está ya
durmiendo, y nos ha recomendado el doctor
que se le deje tranquilo, que no se le
interrumpa”: son las 10:30 a. m. Media hora
más tarde el P. Ricalde pasa un recado: “El
Señor ordena que por ningún motivo se
interrumpan los preparativos del Congreso;
que todo se lleve a cabo de acuerdo con el
programa; que su enfermedad no haga
cambiar absolutamente nada”... –Y de cuenta
propia agregaba: “aunque suceda lo máximo,
de que Dios nos libre”. ¿Era que el Prelado se
agravaba?
Lentos eran los minutos de esa hora
decisiva; las oraciones por la salud del Prelado
seguían subiendo al Cielo, con perfumes de
piedad y de cariño. Pero el Cielo había
aceptado el sacrificio de la vida del Padre y del
Pastor, y no tardaría ya en realizarse.
Los que un día se regalaron con su visita;
los Profesores y alumnos de Champagnat,

169
escribieron: “Cómo se nota que Mons. Martín
Tritschler es un auténtico apóstol de nuestros
días, caracterizado por el amor y atenciones a
la juventud!” Y el momento de despedirlo es
descrito en su Revista con características
encantadoras: “Sencillo” –nos dice– “cariñoso,
amable fue el acto de despedida, primero de
los Hermanos y después de los alumnos,
quienes, no menos que sus Profesores, lo
vieron salir abstraídos, apenados al ver alejarse
quien había conquistado sus corazones”.
¿Qué puede decir el pueblo yucateco,
de la despedida última del Pastor, que durante
cuarenta y dos años le prodigara no otra cosa
sino cariño y amor?
¡15 de Noviembre! Fecha de lágrimas y
de tristezas! La Campana Mayor de la Catedral,
que había desgranado sus melodiosas voces
para cantar a gloria, riega a las 12.30 de este
día, sus notas, tocando a funeral... ¡La viudez
de la Arquidiócesis es un hecho!
El Prelado ha muerto. Su alma, mientras
queda su cuerpo aún con la semblanza
señorial de Padre y de Pastor, va a presentarse
a su Creador. Lleva como cortejo a todo un
coro de ángeles, que se han levantado del pie
de los altares, donde esa mañana se ha
ofrecido el Cordero Inmaculado. En el Libro
de la Vida han escrito ellos mismos la historia
de sus obras: Ordenaciones, Misas,
Sacramentos, catequesis, Conferencias,
actividad social católica, Obra de los
Tabernáculos, Colegios, Visitas a las

170
Parroquias; sin faltar las penas y trabajos:
persecuciones, cárceles, destierros...; penas
interiores, llevadas en silencio, encubiertas
con la dulzura de su paternal sonrisa...
¡Cuántas páginas habrá, en la historia del
Excmo. Sr. Tritschler, para nosotros
desconocidas!
El médico quedó estupefacto al conocer
el fallecimiento.
Fue un golpe terrible para toda la
Arquidiócesis, especialmente para los pobre,
y... ¡para los niños!

EL SEÑOR HA MUERTO

La noticia se propagó con la velocidad que


correspondía al amor que se le tenía: el
teléfono y el telégrafo funcionaron por una
hora entera: la Radio llevó la noticia en alas
de sus hondas a los más apartados lugares,
mientras desfilaba una multitud recogida y
desolada ante los despojos del que minutos
antes era el Arzobispo de Yucatán, y que
sonreía aún y parecía tan solo adormecido.
El V. Clero, Religiosos y Religiosas,
niños y madres de familia, caballeros y gente
humilde: cayeron de rodillas y se abismaron
en su desgarradora y sublime resignación.
Hay muertes más famosas y más útiles
que largas existencias.

171
El hombre está acá abajo para hacer algo
hermoso y cuando puede de un golpe realizar
una perfección sublime, ha cumplido su
destino.
Es por eso que cuando Dios ve en una
oblación tanta belleza, que la hace más rica
que todo el resto de una vida, la acepta
complacido y deposita su precio en el tesoro
de los mundos.

LA IDEA DEL CONGRESO EUCARÍSTICO

Ante la Capilla ardiente, que seriamente


cristiana se levanta, la idea del Congreso
Eucarístico cobra toda su belleza y
grandiosidad. ¡Ella es el precio de una vida! ¡y
de qué vida! Y en tanto que los fieles desgranan
sus rezos y plegarias, y desfilan ante el Prelado
difunto los seminaristas y los niños: el V.
Cabildo en pleno, decide realizar con
entusiasmo y con cariño la obra máxima del
difunto.
Es la última voluntad del Padre! El
Testamento original que deja a su
Arquidiócesis.
La Sta. Iglesia Catedral y los templos se
pusieron de luto; la ciudad entera, llevó a sus
puertas el símbolo de duelo. La sociedad
entera respondió: los espectáculos públicos se
suspendieron; la Cámara de Comercio invitó
a sus componentes a entornar sus puertas en
señal de duelo, y hasta la retreta dominical

172
fue suspendida, que hasta en las altas esferas
habría de lamentarse la muerte del Prelado.
Por turnos se establecieron las guardias
de honor ante el cadáver: Santa Ana y San
Sebastián, el Sagrario e Itzimná, Santiago
Apóstol y San Cristóbal, hicieron acto de
presencia, según el turno respectivo, a las altas
horas de la noche; la Adoración Nocturna hizo
escuchar los sentimentales ecos de su voz a
las veintidós horas, entonando el Oficio de
Difuntos. Desde la una de la mañana del 16
de noviembre, en la Capilla Arzobispal, los
Sres. Sacerdotes celebraron en sufragio del
alma del Pastor.

HACIA LA CATEDRAL

Con el Ritual respectivo, se despiden los restos


mortales del Excmo. Sr. Tritschler, de la que
fuera su Residencia Arzobispal, a las cuatro
de la tarde del 16 de noviembre: el ceremonial
está a cargo del M. I. Sr. Cngo. Lic. D. Manuel
Loría Rosado. Están presentes las más altas
personalidades del V. Clero, el Seminario en
pleno, los Caballeros de Colón, las cuatro
ramas de la Acción Católica y el contingente
bien nutrido de las Asociaciones piadosas. Una
bien nutrida valla forma la multitud que llena
las calles, 57 poniente hasta la 54, donde,
tomando la misma 54 llega hasta la 59
poniente, y de allí doblando sobre la 60 Sur,
principia a penetrar en la Santa Iglesia

173
Catedral, que ya es insuficiente para
contenerla.
¡Millares de personas voluntariamente
han acudido a la manifestación de duelo,
perfumado de cariño, hacia el Padre espiritual
de sus almas!
Comienza el triunfo del Prelado, que se
coronará con una apoteosis sin precedente.

EL PUEBLO VALIENTE ANTE EL DOLOR

¡Para cuándo el ejercicio de un derecho! Los


Sacerdotes y los seminaristas se dejan caer la
indumentaria eclesiástica; luce gloriosa la Cruz
Precesional; los acólitos quiebran la nota
funeral con sus hopas encarnadas y cotas
blancas... ¡El dolor cristiano, va revestido de
valentía y de pundonor! ¡La fuerza de un
pueblo que hace respetar con la corona de
espinas sobre las sienes, es algo sublime, algo
digno de una epopeya!
El Féretro va camino a la Catedral: el
recorrido, semeja el paso de un héroe; héroe
del cristianismo que se recoge sus laureles en
el silencio del sufrimiento y del martirio.
¡Martín Tritschler!... El Padre que se viera
despojado de su Palacio Episcopal, de su
Seminario de S. Ildefonso, de su Casa de
Ejercicios, de sus Colegios y sus templos... ¡Es
él! El pueblo lo recibe con sus rezos y sus
lágrimas, con su admiración y con su cariño,
y obliga a confesar a los que lo encarcelaron y

174
lo injuriaron y lo calumniaron y lo enviaron
dos veces al destierro: “Todos lo aman y lo
siguen”... para concluir en el recinto de su
hogar, y en fuerza de la voz de su conciencia,
aunque con los humos de ateísmo o de
incredulidad: “este, fue un verdadero Padre”.
Las campanas, entre tanto, tocan a
muerto.
En el Presbiterio bajo de la Sta. Iglesia
Catedral, soberbio e imponente, se levanta un
túmulo, que lleva por remate las insignias
pontificales; en el centro sobre fondo negro,
dorada cruz, abre sus brazos, y el Maestro
Divino, sonríe entre los cirios que hablan con
sus lenguas de fuego las palabras del amor...
Sobre el túmulo hánse colocado ya los
despojos del primer Arzobispo de Yucatán, que
conducidos por su Clero, con las salvas y
saludos del cuerpo de los Scouts, ha pasado
por penúltima vez la nave central de su
suntuosa Catedral.

TRIDUO FÚNEBRE

Tres días consecutivos consagró el pueblo


católico de Yucatán a despedir con solemnes
actos de Culto, oraciones y visitas al Excmo.
Sr. Tritschler.
Los Excmos. Sres. Obispos de la
Provincia Eclesiástica, Dr. D. Alberto Mendoza
y Bedolla y Dr. D. Vicente Camacho, en
compañía de algunos sacerdotes de su V.

175
Clero, nos hicieron el honor de acompañarnos
en estos días de duelo, y enjugar con su cariño
las abundantes lágrimas que brotaran, más
que de los ojos, del corazón.
Día y noche levantóse al Cielo la oración
de los sacerdotes y de los fieles, en sufragio
del alma del V. Prelado, a través de seguidas
Misas y Rosarios.
Solemnes Honras de Vestuario tienen
lugar los días 16 y 17, a las ocho de la mañana.
Los niños que formaran la predilección
del Prelado, toman parte muy especial en el
duelo de estos días: sobre el túmulo de su
amante Padre colocan las místicas florecillas
de sus comuniones... ¡Pasan de cinco mil!
Ante el túmulo desfila todo el pueblo;
gente de alta sociedad y gente humilde; unos
oran, otros sollozan; los más, enmudecen, que
para los grandes sufrimientos del espíritu,
nada más halagador que el mutismo de los
labios.
Uno a uno, van llegando de sus
Parroquias todos los Sres. Sacerdotes, que
pasan largas horas contemplando a su
Prelado, que parece decirles desde lo alto de
su féretro: “Ecce qui amababat te”.
El cable lleva con urgencia la noticia a
Roma. Y el Vicario de Cristo, desde la Colina
del Vaticano, el bondadoso Pontífice Pío XII,
se une a la pena del pueblo Yucateco, y lo
bendice con cariño.
Amanece ya el 18 de noviembre.

176
Es tiempo de que los venerados restos
del Prelado difunto, descansen ya en la tierra
yucateca, que tanto amó.
Pero antes, sus cariñosos hijos, con la
liturgia de la Iglesia, Madre cariñosamente
amante, habrán de tributarle un homenaje
espléndido como devoto.

SOLEMNÍSIMAS HONRAS PONTIFICIALES

Cedemos la palabra a “DIARIO DE YUCATÁN”


Los Excmos. Sres. Obispos de Campeche y de
Tabasco, el V. Cabildo Metropolitano, el V.
Clero de la Arquidiócesis y el pueblo católico
de Yucatán, consagraron el día de ayer a
despedir, con solemnes actos de Culto,
oraciones y visitas, al Primer Arzobispo de
Yucatán y Asistente al Solio Pontificio, Excmo.
Sr. Dr. D. Martín Tritschler y Córdova, cuyos
despojos permanecieron expuestos a la
veneración de sus hijos espirituales, en la Sta.
Iglesia Catedral, hasta una hora antes de que
partiera el cortejo hacia la Necrópolis.

LAS PRIMERAS CEREMONIAS RELIGIOSAS

Desde la primera hora del día –como en los


dos anteriores– levantóse al Cielo la oración
de los sacerdotes y de los fieles, en sufragio
del alma del V. Prelado, a través de seguidas
misas y rosarios. Aquellas siguieron

177
celebrándose hasta mediodía, y éstos y las
guardias de feligreses continuaron hasta la
hora misma del sepelio.

LAS IMPONENETES EXEQUIAS DEL PONTIFICAL

Minutos después de las 8, los acólitos


ocuparon la parte posterior del comulgatorio
en Catedral, de frente al ara y al túmulo. A
poco, penetró al bajo Presbiterio la procesión
de seminaristas, quienes se situaron en las
sillas anteriores de los Coros, seguida de los
Excmos. Sres. Obispos de Campeche y de
Tabasco, aquél, revestido de Capa Magna
morada, y éste de manteleta. Luego marchaba
el V. Cabildo Metropolitano, encabezado por
el Sr. Deán de la Catedral, y, por último, casi
todos los miembros del Clero Secular y
Regular. La profusión de cirios alrededor del
impresionante túmulo, al fondo la gran cortina
negra de la Cruz dorada, y los eclesiásticos,
seminaristas y acólitos de severas vestiduras,
formaban, frente a las atestadas naves, un
cuadro de imponente luto.
El Dr. D. Alberto Mendoza y Bedolla,
revestido de Amito, Alba, Cíngulo, Cruz
Pectoral, Manípulo, Estola, Tunicela,
Dalmática, Casulla fúnebre y Mitra Blanca,
ofició en la indulgenciada ceremonia de
Pontifical, auxiliado por el Pbro. Asistente M
I. Sr. Cngo. Lic. D. Juan Arjona Correa, de
Capa Pluvial, y por los Diáconos respectivos.

178
Uno de ellos era el Sr. Pbro. D. José de Jesús
López Ortega.

EN LOS COROS

En el Evangelio tomaron asiento, por su orden,


el Excmo. Sr. Dr. D. Vicente M. Camacho; y
los M. I. Canónigos D. Manuel Loría Rosado y
Mons. Enrique Pérez Capetillo; y en el de la
Epístola, los M. I. Sres. Deán y Arcediano, Lic.
D. Manuel Casares Cámara y D. José Servelión
Correa, respectivamente, y el Canónigo D.
Martín Palmira Lavalle, Vicario General de
Campeche. El Clero Regular estuvo
representado: en la segunda silla del Coro del
Evangelio, por los PP. de la Compañía de Jesús
y de la Orden de Paulinos, y, del otro lado, y
también en la segunda fila, el V. Clero Secular
de la Arquidiócesis.
Fue Maestro de Ceremonias el Pbro. Lic.
D. Arturo Arias Luján, y en el Presbiterio Bajo,
dirigió las evoluciones el Sr. Cura Lic. D.
Hernán Ricalde Sansores.

EN EL CORO DEL ÓRGANO

Bajo la dirección y con ejecución del notable


organista D. Jesús Estrada, el coro del Sr.
Emiliano Gil Manzanero entonó, acompañado
del órgano, la misa de requien de Vicenz
Galler, a dos voces iguales, precedida de
hermosa marcha fúnebre.

179
EL DESARROLLO DE LA CEREMONIA

Sin que los bronces mayores y menores del


templo máximo de la Arquidiócesis callaran
un momento sus dobles, desarrollóse la
ceremonia de Pontifical: al Sanctus, mientras
la masa humana se ponía de hinojos,
penetraron al Presbiterio los abanderados de
gremios y agrupaciones, quienes se
encontraban en el pasillo central de la gran
nave, en valla sostenida por los lobatos scouts.
Cuando la campanilla anunció la proximidad
del momento más solemne de la ceremonia,
oyóse un toque de atención, lanzado por
vibrante corneta, y en el minuto mismo de
Consagrar, sólo hablaron las campanas...

LA SENTIDA ORACIÓN FÚNEBRE

Terminadas las exequias, el Sr. Cura D.


Crescencio A. Cruz, de austero manteo negro,
ocupó la sagrada cátedra, y, dirigiendo la
mirada al altar, imploró en voz alta las luces
del Espíritu Santo, para “desempeñar, siquiera
muy modestamente, la ennoblecedora misión
que el V. Cabildo tuvo a bien
encomendarme...”
“Venimos, mi Sr. Arzobispo –comenzó
diciendo con los ojos, velados por la emoción,
puestos sobre el túmulo–, a depositar un
ósculo de adiós en el que fue Padre, fue
hermano y fue amigo del pueblo yucateco.
Vengo a recibir tu última bendición...”

180
Luego, con la frase a veces inflamada
por el entusiasmo del recuerdo imborrable, y
otras entrecortadas, por la remembranza de
una escena, de una actitud o de un gesto de
su amado Señor, el Padre cruz recorrió de
manera firme, breve y completa, la luminosa
existencia del Excmo. Sr. Arzobispo, desde su
nacimiento en San Andrés Chalchicomula,
hasta sus días de arzobispado. La sencillez que
caracteriza la verba llana del apreciable
sacerdote y orador sagrado, fue el molde en
que, ante la emocionada concurrencia, virtióse
la reseña de la admirada y conocida ruta que
trazó sobre la tierra, con sus virtudes, el Dr.
Tritschler. Del relato de los hechos que
consignan ya los libros y los periódicos, el
Padre Cruz pasó, insensiblemente, a ocuparse
del aspecto espiritual, del matiz cristiano de
la existencia del V. Prelado, después de hacer
ligero bosquejo –anexo a los rasgos biográficos–
de la incansable actividad y del celo cristiano
del Dr. Tritschler y Córdova.
Con gran naturalidad, el Sr. Cura de
San Cristóbal habló de sí mismo: era un
estudiante del Seminario cuando circuló en
Mérida la noticia de que la entonces Diócesis
de Yucatán había dejado de ser huérfana,
porque S. Santidad había designado al
sustituto del Excmo. Sr. Dr. D. Crescencio
Carrillo y Ancona. Al conocer el nombre del
nuevo Jefe de la Iglesia, aquel muchacho tuvo
“la audacia inconcebible”, de dirigir una carta
al V. Prelado, pidiéndole que trajera a Yucatán

181
a un hermano suyo que, en la mayor pobreza,
sin recursos para el viaje se encontraba en
Puebla. Con los ojos puestos en medio siglo
atrás, el orador dijo: el día que llegó el Ilmo.
Sr. Obispo designado por S. S., hubo para
recepcionarlo una imponente ceremonia de
júbilo, que yo presencié. Unas horas después:
el Excmo. Dr. Tritschler y Córdova mandó
preguntar al Seminario por un estudiante
llamado Crescencio A. Cruz. Fui ante él, y me
dijo: “Tu hermano, hijo mío, está allí. Lo he
traído, como me lo pediste...”
El Padre Cruz no pudo resistir más al
relatar la hermosa remembranza, y,
ahogándose con las lágrimas que brotaban de
sus ojos, exhaló un profundo sollozo,
mientras, extendiendo los brazos hacia el
túmulo decía: ”¡Mi Padre, mi señor...!”
Hubo una pausa imponente.
Repuesto apenas, el sacerdote siguió
hablando de lo mucho que amaba a su Prelado,
a quien acompañó en los ratos de dolor, en
las amarguras y sinsabores de la vida, y
también en los momentos de júbilo, de alegría,
como aquél –hace un año– en que el Padre
Cruz, desde el púlpito mismo en que estaba
hablando, pidió una ovación para el Dr.
Tritschler, cuando este atravesaba –revestido
de Capa Magna y después de celebrar el
Pontifical– por el mismo sitio en que ayer
estuvo el túmulo, el día de su Áureo Jubilo
Sacerdotal...

182
“Su último gran acto –dijo el Padre Cruz–
fue preparar el Primer Congreso Eucarístico
Diocesano, y sus últimas palabras, al Sr. Cura
D. Hernán Ricalde, fueron: “Hijo mío, que por
nada se suspenda el Congreso Eucarístico...”
“Así murió mi Señor, mi Padre!”,
exclamó el Padre Cruz cuyos sollozos no le
permitieron decir más que: “Señor, dame tu
bendición, tu última bendición...”
El sacerdote cayó de hinojos en el
púlpito, mientras silenciosas lágrimas se
producían en todos: lloró el Sr. Obispo de
Campeche, desde el faldistorio; lloraron los
Sacerdotes en el Presbiterio y en los Coros;
lloraron los seminaristas y los acólitos; lloraron
los hombres, las mujeres y los niños, y, en lo
alto lloraron su llanto de plata y de bronce las
campanas...
Allí más alto aún Él dijo:
“Bienaventurados los que sufren persecución
por la justicia, porque de ellos es el Reino de
los Cielos...”

RESPONSOS Y MISAS

El V. Cabildo, presidido por los Excmos. Sres.


Obispos de Campeche y de Tabasco, ofició
Solemnes Responsos en torno al túmulo, y,
terminadas las ceremonias, continuaron las
misas y guardias en las últimas horas en que
el cuerpo del V. Prelado estuvo expuesto en la
Santa Iglesia Catedral.

183
SEPELIO DEL PRIMER ARZOBISPO DE YUCATÁN

Graves, austeros, pensativos, los hombres de


todas las clases sociales se preparaban a
conducir los restos mortales del Excmo. Sr.
Tritschler a la última morada que pueden dar
los hombres: el cementerio.
Desde el rico industrial hasta el
modesto artesano; hombres de letras y pobres
obreros: hicieron acto de presencia.
El sepelio no pudo efectuarse por la
mañana del 18: hubo que verificarlo por la
tarde en vista de que numerosa comisión den
empleados de los Bancos y del comercio, lo
solicitaron. ¡Ellos querían estar presentes!
Deseaban no perder la última jornada de su
Padre sobre la tierra.
No pocos se preguntaban intrigados,
¿qué es esto, que pone en movimiento a toda
una compacta muchedumbre, que resulta algo
extraordinario?
Mujeres del pueblo con flores en la
mano; caballeros con los ojos enrojecidos por
el llanto; los Sres. Sacerdotes, consternados
como por una desgracia pública... ¡Ah, si no
hubiera sido por las lágrimas que corrían de
tantos rostros, se hubiera creído un cortejo
de solemne fiesta!
No parecía un entierro. Más semejaba
una marcha triunfal para una entrada en el
Cielo. “In paradisum.”

184
Son las 2.30 de la tarde... La Catedral
está repleta, y en las calles adyacentes se
principia a mover una ola incontenible de
personas.
En la Nave Central de la Iglesia Catedral
están los Boy-Scouts de México en Yucatán,
desempeñando magnífico papel en esta
ceremonia luctuosa, conteniendo a la
muchedumbre; imponente es la valla de
estandartes, banderas y gallardetes enlutados;
la Banda del Estado, cedida galantemente por
el Sr. Gobernador, también está preparada,
aunque sin revestir carácter oficial, para llorar
al Arzobispo fallecido sus notas de tristeza a
través de sus marchas fúnebres; los niños
silenciosos y entristecidos, aunque sin avalorar
toda la grandeza de la pérdida, forman también
aquí principalísimo cortejo, ¡si ha muerto el
cariñoso padre de la niñez yucateca! ¡y pronto
sus despojos habrán de descansar bajo la
tierra que amara tanto! Quieren dirigir por
última vez el fulgor de su mirada, con la que
llevarán al ataúd el beso cariñoso de sus
almas, al pasar y rodear la Plaza de la
Independencia.
¡Las tres de la tarde! Todos inmóviles,
silencio impresionante: bajan del imponente
túmulo de la Catedral el ataúd del primer
Arzobispo de Yucatán. Lloran unos, rezan
otros, suplican los de más allá... Severa caja
mortuoria con los emblemas de la alta
jerarquía del desaparecido, recibe los despojos
del Padre, que en manos de sus sacerdotes y

185
a los acordes de la marcha fúnebre se dirige a
la puerta mayor de la Catedral, la que
traspasará para ya no más volver.
“Yo soy la resurrección y la vida...” ¡Cuán
hondamente significativas se oyen estas
palabras! “Todo el que vive y cree en mí, no
morirá eternamente”... “Dale, Señor el
descanso eterno, y luzca para él la sempiterna
luz”... El M. I. Sr. Deán de la Santa Iglesia
Catedral despide a quien fuera su Prelado, en
la puerta mayor, a donde lo reciben de manos
de los Sres. Sacerdotes, los familiares y amigos,
para colocarlo a la vista de la multitud, sobre
mesa especial, donde habrá de escuchar aún
la voz de su pueblo, que ahora más que nunca,
ha sentido que lo ama.
El Lic. Mediz Bolio, interpreta, el
primero, el sentimiento popular, dice:

SEÑORES Y SEÑORAS:

He aquí lo que la muerte nos ha dejado de


quien fuera preclaro Arzobispo, modelo de
cristiano y espejo de caballero. Sencilla, noble
y generosa, como su vida, fue su muerte.
Tránsito hacia el cielo, con la sencillez de los
justos, con la nobleza de los grandes, con la
generosidad de los santos.
Si le amábamos mucho, él nos amaba
más. En casi medio siglo, hizo de su vida
donación permanente, en servicio de Dios, para
provecho nuestro y su corazón, desbordante de
caridad para nosotros, fue siempre manantial
purísimo de luz y de bendición.

186
No veremos ya su venerable figura plena
de serenidad y de fe, acogiéndonos en su
paternal regazo. No escucharemos ya sus
palabras de unción y de paz. No serán, no,
Dios no lo quiso, sus próceres manos las que
eleven triunfalmente el Misterio Eucarístico
sobre los cuatrocientos años de nuestra ciudad.
Pero su amor ha sido nuestro. Fueron por
nosotros y para nosotros sus esfuerzos, sus
anhelos, sus oraciones y sus sacrificios. Y su
pensamiento, su voluntad firme, su corazón de
santo, protegiéndonos hasta después de la
muerte, harán resonar en breve, en todas las
almas y por todos los ámbitos de esta tierra,
más suya que la suya misma, el triunfo del
Divino Misterio del Amor. Acaso, por los
inescrutables designios de la Providencia, fue
menester el sacrificio de su vida, para
alcanzarnos esa dádiva singular y
extraordinaria.
Pronto una loza nos separará hasta de
sus mortales despojos. Pero es tan honda la
huella de su paso, es tan grande el caudal de
sus virtudes y, sobre todo, ha sido tanta su
caridad para nosotros, que su recuerdo,
saturado de verdadera gloria, como es la que
se funda en la Bondad y el Amor, flotará
siempre sobre esta ciudad episcopal, que hoy
llora la ausencia de tan ilustre Pastor. Y
debemos llorar, llorar abundantemente. Que
vibren de dolor todas las fibras de nuestro ser,
porque, en lo humano, es el dolor el único
homenaje digno para quien nos amó tanto.

187
Una columna de más de cien metros –
cuatro en fondo– constituyó el contingente de
señores que, poco antes de que el ataúd llegara
a la esquina de la 61 y 62, dirigidos por D.
Joaquín Mier y Terán, pasó a engrosar las filas
anteriores al féretro. De modo que, el gran
contingente de niños, jóvenes y señores, ocupó
más de tres cuadras, a la vanguardia del
Cortejo, que fue encabezado por una banda
anónima de tambores con las cajas enlutadas,
que durante el trayecto hasta el Cementerio
dio redobles fúnebres.

LA PRESIDENCIA DEL DUELO

A un paso del ataúd marcharon durante todo


el trayecto, presidiendo el duelo, los Excmos.
Sres. Obispos de Campeche y de Tabasco,
sufragáneos de la Arquidiócesis. Unos metros
delante del féretro iba un seminarista
portando, cubierta de crespones, la Santa
Cruz Procesional.

LOS CONTINGENTES FEMENINOS

Después del paso del ataúd por la esquina de


la 61 con la 60, se desprendió un centenar de
abanderadas, para encabezar la división
femenina de retaguardia. Eran ellas las
representantes de todos los comités
parroquiales y de todas las secciones de la J.

188
C. F. M. y de la U. F. C. M., presididas
respectivamente, por la Srita. Lucía Alonso
Fajardo y por la Sra. Carmen Castillo de Mena.
En lugar preferente entre ellas se contó la
Srita. Eugenia Olivera, presidenta general de
la J. C. F. M., quien vino a Mérida hace días
con motivo del Congreso Eucarístico, y asistió
a todos los homenajes al Cadáver del Excmo.
Sr. Arzobispo. El Prof. Miguel Peniche Alcocer
presidió las evoluciones de este sector y de
las señoras y señoritas en general, quienes
cerraron la inconmensurable columna. Un hilo
de nieve –las niñas de las escuelas y catecismos
vestidas de blanco– se deslizó, bajó de la 61
orienta al paso del cortejo y se unió a él, entre
las abanderadas de la A. C. y las damas en
general. La parte femenina de la columna
ocupó cerca de seis cuadras, en total, la
longitud del cortejo puede calcularse en más
de un kilómetro.

IMPONENTES DOBLES

Mientras se movía el cortejo, las campanas de


todas las parroquias y capellanías de Mérida,
y las de no pocas poblaciones del interior del
Estado, doblaron; Ferrocarriles Unidos de
Yucatán hicieron funcionar por varios minutos
los silbatos de sus locomotoras.
La urbe entera, fuera de las calles por
donde pasó el cortejo y de las adyacentes,
mostró aspecto de imponente soledad, tristeza
y duelo.

189
QUIENES LLEVARON EL FÉRETRO

Católicos, desde los más encopetados hasta


los más humildes obreros descalzos, sin faltar
los jóvenes estudiantes, etc., etc., tuvieron a
su cargo la conducción del féretro, en hombros,
hasta las puertas de la Necrópolis. Para el
efecto, cada cien metros –en las 20 primeras
cuadras–, formábanse en el centro de la calle
cuatro parejas de señores dispuestos de dos
en dos, ambas filas frente a frente, para
esperar su turno, y reemplazar a los anteriores.
Después de los deudos y amigos muy
allegados que recibieron el estuche en la
Puerta del Perdón, se hicieron cargo de él
múltiples brigadas, entre las que anotamos las
siguientes: Sres. Manuel Mier y Terán, Felix
Lejeune, Manuel Vega Ibarra, Gonzalo Torre,
Félix Fitzmaurice y A. Cámara; Guillermo Bull,
Camilo Correa Espinosa, Antonio Díaz Nicoli,
Luis A. Rivero, Luis Bros y Jesús Guillermo
Rivero; Ernesto Peniche Cordero, José
Guillermo, Gonzalo Castaldi, Víctor Puerto,
Cornelio Aranda, Augusto Puga y Emiliano Gil
Manzanero; Álvaro y José Domínguez Juanes,
Lic. Víctor M. Correa Rachó, Manuel y Ramón
Tato M., Joaquín Espinosa L. de M., Víctor
Aznar y Antonio Menéndez Romero; Enrique
Cámara Peón, Dr. Luis Fernández Fuentes,
Francisco Rosado de la Espada, Isidro
Garabana, Fernando Ponce G. Cantón y Víctor
Vales Guerra; Nehme M. Francis, Jorge
Mafud, Elías A. Cuaik, Alfredo Abimerhi,

190
Fernando Rukos, Tomás Abdala y Antonio
Dzib; Alberto Paredes S., Gregorio Cárdenas,
José A. Rodríguez, Nicolás Fajardo, Manuel
Álvarez y Reinaldo Briceño, para no apuntar
sino algunas de las primeras, pues sería
imposible hacerlo con todas. Los gremios del
Señor de las Ampollas, entre otros los de
Albañiles, Cabulleros y Ferrocarrileros,
tuvieron sus respectivos turnos para sostener
el ataúd.

BRONCES Y CRESPONES

El duelo de las lágrimas hacían pareja con el


doble de los bronces; hasta los crespones de
las casas semejaban llanto. ¿Por qué?
Responde un soneto de José B. Sarlat:

De los bronces el lúgubre tañido,


los crespones que flotan en la altura,
revelan el dolor y la amargura
de Yucatán, por su Pastor querido.

Por su Padre común, sabio y prudente,


que largos años le marcó el sendero
con su virtud de Apóstol verdadero,
y con su luz, cual faro refulgente.

Las lágrimas que ruedan silenciosas


y la oración que se levanta al Cielo,
emblemas son, de nuestro amargo duelo
que le ofrendamos cual sublimes rosas.

191
Ruega por Yucatán, Pastor amado,
hoy que gozas del premio merecido
a los que viven como tú has vivido,
y llegan ante el trono del Increado.

BAJO EL ARCO DE SAN JUAN

Cuando la aglomeración de la columna


estrangulada, al llegar a ese estrecho sitio, era
más asfixiante, detúvose el cortejo, y el Sr.
Víctor M. Suárez Molina, desde el balcón de
una residencia particular, frente al ataúd, leyó
emocionada oración fúnebre, formando
imágenes en torno a las virtudes del Prelado.
Dijo:
“El tañido solemne y grave de los bronces
difundiendo su voz por los espacios, mientras
el Sol majestuoso llegaba al cenit de su diaria
marcha, llevó a todos los hogares de Yucatán
la nueva del más negro luto: el dolor inmenso
de la pérdida de su queridísimo y venerado
Pastor.
Un dolor que fue inmenso, como inmensa
fue también, en correspondencia, la conmoción
que produjo.
Todo Mérida, como Yucatán, al unísono,
ha llorado a los pies de ese cuerpo exánime,
en una demostración pública de duelo de que
no hay ejemplo otro en nuestra historia.
Su muerte, empleando las palabras de
Tásito, «entristeció a sus amigos y no fue
indiferente para los extranjeros ni para los
desconocidos».

192
Y es que el doctor don Martín Tritschler y
Córdova no fue simplemente un Jefe
Eclesiástico; fue el Padre Espiritual, el Padre
de Corazón de todos los yucatecos.
Padre de Corazón! He aquí el nombre
que más cabe al preclaro varón cuyos restos
hoy acompañamos hasta el sepulcro.
¡De corazón! Qué corazón más lleno de
riqueza el suyo! Corazón resumante de amor
y de bondad ingentes!
Corazón acrisolado de virtudes, corazón
lleno de fe, de piedad intensa, de ferviente
celo por su diócesis, corazón henchido de ese
amor que se asocia al dolor humano y lo
perfuma con su ternura y participa de las
amarguras y de las lágrimas de quienes gimen
y quienes sufren.
No esperéis, señores, que os haga aquí
una descripción de las obras ni de la vida del
Pastor Yucateco, vida digna de los más grandes
panegiristas.
Pretender tampoco puedo, tejer con mis
palabras corona digna de ese corazón y de
esa alma, abiertos a la bondad, a la
generosidad, y a la caridad de Cristo.
“Para una virtud, para un corazón como
éste”, decía el gran orador Mascarón en las
exequias de un príncipe y capitán de Francia,”
no tiene la tierra coronas: el laurel y la oliva
juntos no forman una bastante bella para una
frente tan noble; sólo con la mano de Dios es
con la que debe ser coronada virtud tan
perfecta”.

193
Con qué justicia, con qué acierto podrían
aplicarse estas palabras al Pastor de la grey
yucateca, aquí yacente!
No hay palabras, señores, para elogiar
ese corazón.
Se ha hecho su biografía como hombre,
se podrá hacerla más amplia, más completa;
pero no se ha hecho, no se podrá hacer nunca
la biografía de su corazón, de ese corazón,
pleno en su acción cotidiana, de pequeñas
excelsitudes, que hacen un todo tan grande!...
tan grande!...
Se necesitarían palabras de unción
celestial, para describir su corazón.Se
necesitaría, para pintar bien sus virtudes, tener
un corazón capaz de desarrollarlas como él, y
un alma capaz de encenderse en llamas de
amor y caridad como aquellas en que ardía
su corazón.
Cuanto la elocuencia pueda producir de
pomposo y magnífico tendría un eco vacuo e
indigno al lado del perfume de sus virtudes.
Abstengámonos pues, de esos elogios
que sólo caben cuando se trata de muertos
cuyas virtudes o cuyas obras es necesario
exaltarlas para que su noticia o su recuerdo
surjan en la mente de quienes al orador
escuchan.
Sus virtudes, la belleza de su corazón
no son de esas. Brillan, son patentes sin
necesidad de exaltarlas.

194
Yo siento que aún en ese mismo féretro
en que su corazón yace, tiembla y se conmueve
de guardar tal tesoro, y hasta me parece verlo
rodeado de un nimbo de luz santa, de una luz
cordial que quiere llegar hasta nosotros e
iluminar nuestra ruta al Señor.
En el Apocalipsis, ese libro que es un
himno fúnebre, triste como la última
palpitación de la naturaleza, como el último
rayo de luz, dice Jesucristo: “Yo vengo, como
un ladrón” (Cap. III. V. 3) Él ha obrado conforme
a su palabra, ha venido a sorprendernos, a
robárnoslo cuando lo veíamos más lleno de
ilusiones, cuando a nosotros el más grande
goce nos embargaba, cuando él preparaba
llorando de júbilo, el Congreso Eucarístico,
cuando vivía los momentos más exquisitos de
su vida.
El Señor vino como un ladrón a
quitárnoslo cuando más lo necesitábamos, a
comprobar una vez más la fragilidad de las
humanas ilusiones exigiendo a ese corazón el
sacrificio mayor que podría hacer, el
arrancarle la vida, cuando llegaba al cenit de
su obra.
¡Señor! Señor! Le has exigido a vuestro
siervo Martín el holocausto inmensa de su vida
en momentos como éste. Vuestra omnipotencia
puede, cuando así lo quiere. Dadnos pues, la
recompensa a ese sacrificio! Que su inmolación
no sea estéril! Señor! No frustréis sus
esperanzas. Haced descender vuestra gracia,
no como una gota, sino como una inundación

195
de rocío que cual la llovizna del alba sobre
las flores y el follaje, haga reverdecer el
corazón de todos los yucatecos la fe y la
caridad, el amor y la bondad de que fuera
paradigma ese excelso corazón de perfume
inmarcesible!
Sus obras viven, pero sobre sus obras
vive su corazón eternamente grabado en el
pecho de sus feligreses!
–Señor! Haced que esa luz que para
irradiar de su mortaja, ese sentimiento que nos
embarga, sea el abono que fertilice el campo
propicio de nuestros corazones para que en
ellos sea ubérrimo el fruto del próximo
Congreso!
¡Señor! Señor! Que no sea estéril el
sacrificio de ese corazón excelso!
¡Su corazón!
¡No es posible dejar de recordarlo! Sus
obras viven; pero sobre sus obras vive su
corazón grabado eternamente en el pecho de
sus feligreses.
Su corazón deja en nuestro recuerdo un
grande ejemplo, lecciones eternas que no serán
perdidas para su grey. Tal parece quererlo
confirmar así esta misma grande y solemne
manifestación. Este pueblo aquí congregado
que llora.
Llorémosle, si, como decía un orador en
ocasión de la muerte de su ilustre predecesor
en la Mitra, y mientras cantamos aquí con el
corazón transido de pena y los ojos arrasados
en amargas lágrimas: Bienaventurados los

196
muertos que mueren en el Señor!... los ángeles
del cielo, extendiendo sus alas, más blancas
que el ampo de la nieve, y más luminosas que
el astro del día, cantarán en la gloria, con
acentos nunca oídos: Bienaventurados los vivos
que viven en el Señor!”

EL CUERPO CONSULAR

Estuvo representado por los Sres. Pedro G.


Quevedo, de la República de Cuba; Manuel
Mier y Terán, de Guatemala: Lic. Primitivo
Casares Cámara, de San Salvador; Antonio
Díaz Nicoli, de Honduras, y Félix Lejeune, de
Noruega.

LA POLICÍA

Bajo las órdenes del Jefe de Cuerpo Sr. Fermín


Pacheco Larrondo, cerca de cincuenta Agentes
del Departamento de Tránsito, motociclistas y
de a pie, cuidaron del orden durante la
imponente manifestación.

FLORES Y VOLANTES

¡Emocionantes recuerdos de innúmeros actos


de amor y de cariño, de un pueblo ferviente
ahora, ante los despojos de su Padre! ¡Amor y
cariño que se deshoja en aromadas flores sobre

197
el venerado ataúd! Flores que llueven de los
balcones de las casas, primero, y después
desde lo alto de los cielos, arrojadas por dos
pájaros de acero que cariñosamente
acompañan con sus evoluciones simbólicas la
marcha del cortejo, como aclamando la entrada
triunfal de un héroe.
¡Flores!... Son después mensajes del
Pastor y Padre, que recuerda a sus hijos la
obra del Congreso Eucarístico... Multitud de
volantes se desprenden de los senos de las
naves aéreas, que llueven sobre la multitud
con multicolores y multiformes leyendas
eucarísticas...
¡Momentos emocionantes! ¡El cortejo a
las puertas del Cementerio!... dentro, millares
de personas, desbordante multitud... ¡Silencio
profundo! Y luego, verdades que a las almas
descienden, doblegándolas a la gracia de una
muy pronta resurrección; penúltima oración
fúnebre que lleva como portada semblanza de
una portada evangélica... ¿Qué dice?
“La vida de Jesús de Nazareth, en la
Palestina, fue una fuente de inagotables
dulzuras que irradiaba el Hijo de Dios, que
fomentó y predicó el bien sobre la tierra”.
Saludado desde los primeros años de
su vida como Salvador del género humano,
llegado que hubo el tiempo de su pública
manifestación entre los humanos, Jesús de
Nazareth, fue visto en las poblaciones de
Judea, andar humilde, sencillo, pronunciando
en todas partes palabras de paz y de amor,

198
infundiendo en todos los corazones el bálsamo
de la fe y de la resignación cristiana.
El eco de sus dulcísimas palabras resonó
lo mismo en las campiñas que en las ciudades;
las auras de los campos refrescaron su divina
frente cuando recorría afanoso pueblos y villas
evangelizando a los pobres, congregando a su
alrededor a los niños, curando a los enfermos,
anunciando a todos el advenimiento de su
Padre celestial.
Fue crucificado, y su sangre fructificó
en millones de seres que continuaron su santa
doctrina; por doquier surgieron cantando la
Gloria de Dios, mártires y apóstoles, Vírgenes
y Santas...
También a este rincón de la Patria
mexicana llegó un peregrino: tuvo por norma
la bondad, amó y se hizo amar; amó a los niños
y los amó a todos, lo mismo fue para los pobres
que para los ricos; fue su vida para todos, llena
de cariño, y sólo pedía a cambio, caridad, que
es amor para los demás.
Desde los primeros momentos que pisó
el solar yucateco, cultivo con esmero esta
nuestra tierra tan árida, e hizo brotar flores
de ella; con santa sabiduría fue fundando día
a día colegios, cocinas gratuitas para los
pobres, iglesias reedificadas; su actuación
pausada en todo, sirvió para que el hogar
yucateco sobreviviera a los embates de las
doctrinas disolventes y de la cizaña de la
calumnia, su amplio criterio administrativo
para con la Iglesia en Yucatán, hizo que se

199
reorganizara después de la persecución
fundando centros católicos, velando por su
muy amado Seminario y sosteniendo
trabajosamente la imprenta y el periódico
católico.
Hace muy pocos días que la sociedad se
estremeció con la muerte de este noble varón
que es nuestro Excelentísimo Prelado, cuyos
despojos están aquí adelante. Ya no volveremos
a ver su figura llena de bondad, volverse a los
niños para darles por primera vez el pan de la
vida eterna, y con sencillez sublime narrarles
las Parábolas; ya no volveremos a ver levantar
sus manos llenas de dádivas para todos,
dándonos su bendición, ya no lo volveremos a
ver atravesar las anchas naves de nuestra
Catedral con su porte principesco; ya los
campos del Mayab no volverán a ver su figura
en sus jiras pastorales, ni el campesino sentirá
el consuelo de sus palabras.

* * *

Padre mío: cuando ya miro los pocos pasos


que quedan para que tu cuerpo repose en la
tierra que tanto amaste, pienso en los grandes
designios de Dios que quiere que tus obras
fructifiquen con dolor, el dolor de este pueblo
que hoy te pierde para siempre!
El señor Arzobispo, al morir, quedó sin
ver la festividad que con tantos trabajos había
organizado: el Congreso Eucarístico: Sin

200
embargo, él veía en los yucatecos, frialdad:
disposición que no es la conveniente para
recibir al Sacramento del amor... veía: que no
estaba preparado el pueblo para la visita del
mismo Dios hecho carne.
Cuando el ángel de la muerte se
acercaba, sus últimas palabras fueron
dedicadas al Congreso, y en ese instante
presenció la gloria de su festividad; vió elevarse
la Hostia en el solar de nuestros mayores y
vió las bendiciones que Dios tributaba a
nuestra tierra, a esta tierra que él tanto quiso,
y sus ojos que tanto nos miraron, vertieron
lágrimas de alegría al contemplar tanta
realidad; mientras tanto, Nuestro Señor, que
lo había revestido con los dones de su
Omnipotencia, lo recibía allí en el cielo con
los brazos abiertos, y la excelsitud toda se
regocijaba.
Tú, señor, que tanto nos amaste, bendice
el Primer Congreso Eucarístico Diocesano de
Yucatán, que vamos a emprender... Ahora, con
un motivo más, podremos decir diariamente:
Padre nuestro, que estás en los cielos...
Los seglares se despiden de su amado
Padre; los sacerdotes vuelven a tomarlo sobre
sus hombros hasta el Mausoleo
correspondiente, donde por última vez
escucha la palabra de sus hijos:
“Rindo un tributo de gratitud, respeto y
cariño al Amado Pastor”.

201
Después de contemplar el grandioso
homenaje de cariño y veneración que le
tributaron todas las clases sociales, no puedo
menos que reafirmar mi profunda convicción
de que Dios Nuestro Señor lo escogió como
víctima expiatoria para la salvación de Yucatán,
a quien consagró toda su vida, tanto en los
días de paz, como en los de persecución
religiosa.
Su muerte, en estos omentos de
ansiedad, desorientación, odio y muerte, ha
sido el haz luminoso que nos enseña el
derrotero de un nuevo amanecer... ha sido el
triunfo del espíritu sobre la materia, de los
valores morales sobre los materiales, el triunfo
de lo eterno, de lo inmutable, que se epilogará
solemnemente por el Primer Congreso
Eucarístico, voluntad postrera del Padre
ausente, en la que, la fe de un pueblo incapaz
de contenerse, se desbordará en toda su
pujanza, para rendir la pleitesía al Dios
Eucarístico, a la Hostia Santa, de Blancura
Infinita, Cristo Jesús. La fe y el espíritu de
todo un pueblo habrá de conmover, –lo
esperamos así– profundamente hasta la roca
impasible del corazón incrédulo, y llenará de
júbilo el hidalgo solar yucateco en el que late
todavía el alma inmortal de la verdadera
Hispanidad: historia, tradición y costumbres.
Colocamos sobre su tumba, su escudo
arquiepiscopal, donde para siempre fulja con
caracteres indelebles, el lema de su vida:
“CARITAS NUMQUAM EXCIDIT”.

202
ÚLTIMOS INSTENTES EN EL CEMENTERIO

¡Silencio emocionante! ¡Contemplación


devota!...
¡Hasta al Mausoleo acompañan las
oraciones de la Iglesia! Solemne, devoto,
impregnado de lágrimas, se oye al M. I. Sr.
Cngo. Lic. D. Manuel Loría Rosado,
bendiciendo la tumba: “Oh Dios, en cuya
Misericordia descansan las almas de los fieles
difuntos: dígnate bendecir esta sepultura y
darle en tu Ángel un santo custodio: y absuelve
al alma de aquel cuyo cuerpo aquí sepultamos
de todas las reliquias del pecado, a fin de que
en tu compañía y la de tus Santos, goce
eternamente. Por Jesucristo Nuestro Señor.
Así sea.

* * *

Rasgó los aires un vibrante y emotivo toque


de queda, y allá a lo lejos se escucharon de
nuevo los silbatos de las locomotoras de los
ferrocarriles y el doblar de las campanas:
lentamente, en esos instantes, se hacía
descender a la tumba el cuerpo del Excmo. y
Rvmo. Sr. Dr. D. Martín Tritschler y Córdova,
primer Arzobispo de Yucatán: eran las 17 hs.
29 ms. del 18 de noviembre de 1942.
Desde la altura, las estrellas
contemplaban la multitud de fieles, que
parecía inmóvil, y sin deseos de volverse a sus

203
hogares. Si cabe la loza fría de la tumba,
estaban los despojos de su Padre... ¡Quizá
muchos envidiaron a la noche constelada que
sería siempre feliz, derramando a diario sus
sonrisas de oro, sobre la tumba, desde
entonces venerada.

* * *

¡Dale señor el descanso eterno y luzca


para él la luz perpetua... ¡Descanse en paz!
Fue la despedida última de más de
cuarenta mil almas del Yucatán católico, como
con ansias de pagar al Excmo. Sr. Tritschler
sus palabras de saludo, al llegar a nuestras
playas: LA PAZ SEA CON VOSOTROS”
¡DESCANSE EN PAZ!

204
PARTE SEGUNDA

PRIMER CONGRESO EUCARÍSTICO


DIOCESANO DE YUCATÁN

26 – 27 – 28 – 29 de noviembre de 1942

¿CÓMO FUE EL PRIMER CONGRESO EUCARÍSTICO


DIOCESANO EN YUCATÁN?

Fue el Primer Congreso Eucarístico Yucateco,


el más grande acontecimiento histórico, social,
patriótico y religioso en el Sureste Mexicano
en estos últimos tiempos y creemos que de
todos los tiempos. Fue el testamento de un
Padre que al ausentarse para siempre nos
indicó su deseo de llevarlo a cabo. Fue la
explosión sublime de la fe de un pueblo como
fuego de un volcán que ha venido gestándose
durante cuatrocientos años.

205
Los que tuvimos el privilegio de verlo,
nunca podremos olvidar aquella noche
inaugural en que las torres de Catedral como
dos puñales de fuego se clavaban en la
constelada obscuridad. Aquellas tiernas y
penetrantes palabras de Mons. Camacho:
“Padre nuestro que estás en los cielos:
hemos perdido a nuestro padre que está
pidiendo por nosotros... Nunca podremos
olvidarlo aquellos miles de niños que
invadieron el Círculo Bancario: Diez mil besos
subieron al cielo aquella mañana para posarse
en el anillo pastoral de Mons. Tritschler allá
en los cielos. Aquellas aglomeraciones de gente
en Catedral y en los templos para purificar
sus almas en el Sacramento de la Penitencia:
se calcula en unas cuarenta mil personas las
que en esos días lo hicieron. Y luego, aquellas
interminables comuniones desde la media
noche hasta el medio día... Las cuatro
solemnes Pontificales que por mucho tiempo
no volveremos a tener... Aquellos cantos
corales, nutridos y armoniosos como cantos
de legiones de ángeles. Las tres Asambleas
Solemnes, en que varones ilustres en el bien
hablar hicieron vibrar en la Catedral las naves
con su verbo glorioso y fecundo. Las animadas
Sesiones de Estudio con sus conclusiones, que
han de ser para nuestra tierra senderos de
luz... Aquella Noche de los Hombres,
impresionante como ninguna, en que formaron
valla para confesarse hasta las cuatro de la
mañana. Y luego la apoteosis final, divina, que

206
rompiendo el molde de nuestros deseos, fue
una avalancha de la imaginación más
milagrosa, cristalizada en el tiempo y en el
espacio. Todo esto y mucho más ¿quién lo
puede olvidar?
Pero tomemos nuestra narración de más
atrás.

JUNTA Y COMISIONES

A raíz de la instalación de la Junta


Organizadora, de que hablamos en los
Detalles Previos, fueron surgiendo las
Comisiones, que para no nombrar sino las
principales, citaremos cinco.
La Comisión de Arbitrios, encabezada
por el P. Arturo Arias Luján, como Presidente,
con paso lento pero seguro, desarrolla su
programa previamente delineado y aprobado
en las reuniones de la Junta. Ante todo, quedó
integrada por las siguientes personas: Sr. Lic.
D. Rafael Mediz Bolio, D. Joaquín Peón, D.
Pedro Regil, D. Víctor M. Suárez Molina y la
Sra. Dña. Paz Ibarra de Fitzmaurice. Formó
una lista de escogidas personas para reunir
entre las mismas la más alta cantidad a modo
de suscripción, e ideó la instalación de las
Alcancías y la designación del día Pro-
Congreso. Pudo reunir lo indispensable para
sufragar todos los gastos, debido a la
generosidad, en un principio bastante
problemática, de nuestro pueblo católico, y
aún del no católico, en buena parte. No

207
dudamos que en el Álbum Oficial del Congreso
puedan darse sobre este punto detalles
enteramente completos. Paralelamente a esta
Comisión, funcionó en México otra, con igual
fin, integrándola los Sres. J. Ignacio Rubio
Mañé, D. Manuel Zapata Casares y D. Jenaro
Rodríguez, la que remitió cerca de un millar
de pesos, que con sus donativos llegaron a
formar las siguientes personas: D. J. Ignacio
Rubio Mañé, Dña. Teresa Molina de Casasús,
D. Francisco A. Casasús, D. Antonio de
Ibarrola, D. Jorge Rubio, D. José Cervera Lara,
D. Agustín Vales Guerra, D. Humberto Peniche
Evia, Dña. Cristina Millet de Vales, D. Esteban
Ailloud Peón, D. Alonso Duarte, D. Héctor
Manzano, D. Rafael Rivero Rivas, D. Jenaro
Rodríguez, Dr. D. Julio Molina Font, Lic. D.
Manuel Zapata Casares, etc.
La Comisión de Ornato de la Catedral,
a las órdenes del Presidente mismo de la
Junta Organizadora, Sr. Cngo. Lic. D. Manuel
Loría Rosado, planeó y mandó diseñar y sujetó
a la aprobación respectiva, lo que sería el Altar
del Congreso, encargándose de la ejecución
del mismo plan el maestro Mena, con costo
de poco más de tres mil pesos; así como
adornos secundarios que hicieron bonito juego
en los días gloriosos del Congreso Eucarístico.
La Comisión fue integrada por la Srita. Alicia
Torre Espinosa, el Hno. D. José Santana, D.
Ernesto Cámara y las Sritas. María Cámara,
Esther Peniche, y María Dolores Maldonado.

208
La Comisión de Ornato de casas y de
iluminación de calles en los días del Congreso,
pasó a la U. F. C. M., la que instaló su Comisión
integrándola con las siguientes socias: Carmen
Castillo de Mena, Sritas. Alicia Torre Espinosa,
Ana María Medina y Fidelia Rivas, y las Sras.
Julia Cámara de Juanes, Olga Ancona de
Gamboa, Paz Ibarra de Fitzmaurice, Rosario
Novelo de F., Elvira Castellanos de Urcelay y
Dña. María Cantón de Ponce.
La Comisión de Estudios, que estuvo
integrada por el M. I. Sr. Cango. D. Juan
Arjona Correa, R. P. D. Alberto Díez de
Urdanivia y Pbro. Lic. D. Ramiro Canto, se fijó
con toda oportunidad en los temas que
habrían de desarrollarse en las Asambleas de
Estudio, así como tuvo a bien insinuar los
correspondientes a las Asambleas Solemnes
del Primer Congreso Eucarístico Diocesano de
Yucatán. Con fecha 10 de junio dirigía una
comunicación muy especial a algunos Sres.
Sacerdotes de la Diócesis, rogándoles se
dignaran aceptar los temas que en la misma
comunicación se mencionaban y se
clasificaban en puntos; se fijó en la Iglesia del
Jesús (Tercera Orden) para la celebración de
las Sesiones de Estudio, y en la Catedral, para
las Asambleas Solemnes, delineando y
publicando oportunamente el programa y
Reglamento que habrían de regir en aquéllas.
¿El programa? Hélo aquí:

209
PRIMER DÍA

La Eucaristía y el Precepto Pascual, Sr. Cura


Dr. D. Cayo Castillo Suárez.
La Misa Dominical. –Sr. Cura D. Remigio
Carvajal.

SEGUNDO DÍA

La Eucaristía y los Niños. –Sr. Pbro. D. Pastor


Escalante Marín.
La Eucaristía y la Modestia Cristiana. –
Sr. Pbro. D. José de Jesús López Ortega.

TERCER DÍA

La Eucaristía y la Raza Indígena. –Sr. Pbro. D.


Leoncio Rivera Vázquez.
La Eucaristía y los Enfermos. –Sr. Pbro. D. José
Inés Pérez.
¿El Reglamento? Contiene 7 artículos,
que a la letra dicen:

Art. 1.- La Presidencia de honor la ocuparán


los Excmos. Prelados asistentes. La
Presidencia efectiva la tendrá el Excmo.
Sr. Arzobispo de Yucatán o en su
defecto, la persona que él designe para
el caso.
Art. 2.- Las asambleas se abrirán con la
recitación del “Veni Sancte Spiritus” y
la Oración Oficial del Congreso.

210
Art. 3.- En la Primera Asamblea, el Excmo. Sr.
Arzobispo de Yucatán, declarará
oficialmente abiertas las asambleas del
Congreso y se dará lectura al presente
Reglamento que regirá durante las
mismas.
Art. 4.- El orden de las asambleas será el
siguiente:

a.- Declarada abierta la sesión por el


Excmo. Sr. Presidente, después de las
preces de costumbre, y leída el acta
de la sesión anterior, pasará a la
tribuna el Ponente a quien le
corresponda el turno ya señalado para
leer su trabajo.
b.- El Ponente, autor del tema, tendrá
como máximum, el espacio de una
media hora para dar lectura al mismo,
a fin de que quede tiempo suficiente
para la discusión de las Conclusiones.
c.- En seguida los Congresistas que
deseen hacer uso de la palabra en pro
o en contra de las Conclusiones
presentadas por el orador, se
inscribirán ante los Secretarios de la
Asamblea.
d.- Se procederá a la discusión de las
Conclusiones. El turno en que hablen
los Congresistas será el orden de su
inscripción ante los Secretarios.
e.- Después de que hayan terminado de
hablar los Congresistas inscritos en

211
contra de la Conclusión presentada,
el autor de la misma podrá defenderla.
Pero, tanto éste como los Congresistas,
no deben excederse en el uso de la
palabra el tiempo de 10 minutos, y no
podrán hablar más de una vez sin
permiso especial del Excmo. Sr.
Presidente de la Asamblea.
f.- Terminada la discusión de cada
conclusión, se procederá a la votación,
no secreta, sobre estas tres cuestiones:
¿se aprueba la conclusión? ¿se
rechaza? ¿se modifica?
Si resulta la votación por la
modificación, el autor de la misma la
modificará incontinenti y la someterá
de nuevo a la votación.
Antes de terminarse cada sesión,
el primer Secretario dará lectura a las
Conclusiones aprobadas por la
Asamblea en esa sesión.
Art. 5.- Queda prohibido aplaudir a los
oradores que tomen la palabra en estas
Sesiones de Estudio.
Art. 6.- Se terminarán las Asambleas con las
preces de costumbre y con el canto del
Himno Oficial del Congreso.
Art. 7.- Este Reglamento queda sujeto a las
modificaciones que se juzguen
convenientes en la práctica.

212
La Comisión de Propaganda, Jornadas
Eucarísticas y Publicidad. Las sumamos en una
por brevedad de estos nuestros apuntes y ya
que caminaron tan de la mano, que en
algunos casos se fundieron.
Encabezados por los Sres. Curas D.
Crescencio A. Cruz, D. Joaquín H. Ricalde y
por el Sr. Pbro. D. José I. Pérez, trabajaron
desde luego con ahínco, aunque volvemos a
señalar aquí la falta de respaldo que hubo de
parte de la Prensa en asuntos de publicidad.
Multitud de volantes, hojas del tesoro,
programas, etc., vieron la luz pública, y aunque
con algún retraso, sí, no fuera de propósito,
invadieron camiones y ferrocarriles con
numerosos cartelones y letreros alusivos y
visitaron el comercio y recorrieron la ciudad e
invadieron los pueblos. Por lo que a los DÍAS
EUCARÍSTICOS Y JORNADAS toca, se hizo del
dominio público la distribución que de ellos
se hiciera. Para recuerdo de esos días gloriosos
en que el pueblo se enfervorizaba por el triunfo
de Cristo Eucaristía; y por boca de los niños y
de los ancianos, de los justos y aún de los
pecadores, rogaba por el éxito del Congreso,
recitando las oraciones oficiales y entonando
cánticos, dejamos consignados, dejando los
detalles específicos al Álbum del Congreso, los
programas de los unos y de las otras; programa
que con muy ligeras modificaciones se realizó
con entusiasmo, aunque –lo repetimos–
dejando siempre, en un principio, mucho que
desear.

213
DÍAS EUCARÍSTICOS Y JORNADAS EUCARÍSTICAS

¡Día Eucarístico!
Un día íntegro en que los fieles pueden
adorar a S. D. M. expuesto solemnemente en
su Sacramento de Amor...
¡Cuántas gracias por lucrar! ¡Cuántas
bendiciones qué recibir! ¡Cuántos misterios de
la gracia para ser hallados!
Se celebraron en la Ciudad Episcopal
de junio a agosto de 1942.
Principia con estos días de gloria la Sta.
Iglesia Catedral, el domingo 7 de junio; le
siguen, domingo a domingo, S. Cristóbal, S.
Sebastián, Santiago, y Sta. Ana, Itzimná, El
Jesús, Lourdes, Mejorada, S. Juan, Monjas,
S. José y Sta. Lucía... Y el celo del Párroco o
Capellán hace prodigios en la confección de
sus programas y en sus Horas Santas, y en la
administración de los Sacramentos.
¡Jornadas Eucarísticas! Son ellas más
amplias. En algunas Parroquias tienen hasta
sus sesiones de estudios y sus Veladas
Eucarísticas y sus misiones... y.. ¡es el celo
del pastor de las almas que corre en busca de
la oveja descarriada y va por valles y laderas y
barrancos y praderas y por montes y
cañadas...!
¡Cuánto afán por enfervorizar al pueblo!
¡Cuántos sudores por amor de las almas!
¡Y sin embargo..! ¡Cuánta frivolidad se
encuentran los Párrocos...! ¡Cuánta
indiferencia!

214
Estas Jornadas –llamémoslas así– van
del 6 de septiembre al 8 de noviembre. Y en
ellas toman parte los pueblos todos del
interior del Estado... Y allá va nuestro P.
Hernán a predicar, explicar, a administrar
Sacramentos...
Ignoramos qué modificaciones hubo en
el programa de estas Jornadas; dejamos al
cronista del Álbum la exactitud en esta parte.
Baste a nosotros presentar el plan ideado y
afirmar, porque nos consta, que en varias
partes se verificó al pie de la letra.

SEPTIEMBRE

Días
6.- Parroquias de Peto con peregrinación de
Tekax; SOTUTA y HUNUCMÁ, con
peregrinación de Santiago de Mérida.
13.- Parroquia de HOCTÚN, con peregrinación
de Mérida; de ESPITA con peregrinación
de Tizimín; y de MAXCANÚ con
peregrinación de Umán y Halachó.
20.- Parroquias de TEKAX con peregrinación
de Mérida y Oxkutzcab; de MOTUL con
peregrinación de Tixkokob, Cansahcab y
Temax.
27.- Parroquias de TICUL con peregrinación
de Oxkutzcab y Tecoh; de CONKAL con
peregrinación de Mérida; de TEKANTÓ
con peregrinación de Izamal y Cacalchén
y del Sagrario de Mérida.

215
OCTUBRE

Días
4.- Parroquias de VALLADOLID; de UMÁN con
peregrinación de Mérida; de TECOH con
peregrinación de Ticul y Acanceh.
11.- Parroquias de ACANCEH con
peregrinación de San Cristóbal de Mérida,
Hoctún y Tecoh; de OXKUTZCAB con
peregrinación de Tekax y Ticul; de
CANSAHCAB con peregrinación de
Tixkokob, Motul y Temax.
18.- Parroquias de IZAMAL con peregrinación
de Mérida, Hoctún, Tekantó y Tella; de
MUNA con peregrinación de Umán y Ticul;
de TIXKOKOB con peregrinación de
Cansahcab, Motul, Conkal, Tixpehual,
Cacalchén y Tekantó.
25.- Parroquia de TIZIMÍN con peregrinación
de Espita.

NOVIEMBRE

8.- Parroquias de TEMAX con peregrinación


de Motul y Cansahcab; de CACALCHÉN con
peregrinación de Izamal, Tekantó, Hoctún,
Tixcocob, Euán y Tixpehual.

Cuánto desearíamos ocuparnos también aquí


de la Comisión de la Velada y de la Comisión
de la Exposición Litúrgica, a cuyo frente estuvo
el R. P. D. Alberto Díez de Urdanivia, S. J.,
mas nos vemos obligados a pasar por alto sus

216
actividades, esperando mejor suerte para el
Álbum del Congreso. Nuestro Boletín es
bastante insignificante, de una parte; y de otra,
el R. P. Díez de Urdanivia guardó mucha
reserva en sus actividades respectivas, lo que
nos da el temor, si tocamos este punto, de
darle al bulgo demasiado crédito, en perjuicio
de futuras páginas de historia religiosa en
Yucatán, o de herir la respetable modestia de
este Padre... La violeta es tanto más bella y
perfumada, cuando más escondida se
conserva.

MOVIMIENTO ESPIRITUAL Y ECONÓMICO

De lo dicho, puédese ya colegir que el principal


movimiento espiritual principió a la muerte
del Excmo. y Rvmo. Sr. Tritschler. Causó su
muerte un verdadero resurgimiento. ¡Fue la
resurrección del espíritu! Para muchas almas,
la causa eficaz de su acercamiento a Dios.

Misas Oídas 30854507


Comuniones Sacramentales 4005916
Comuniones Espirituales 17914105
Rosarios 422017
Vía Crucis 1081
Preces por el éxito del Congreso 35803712
Visitas al SantísiMO 1069770
Lectura Espiritual 12513
Adultos catequizados 105
Primeras Comuniones 6065

217
Enfermos visitados 36911
Legitimación de matrimonios 315
Sermones oídos 3994
Jaculatorias 59164129
Otras obras buenas 11691501

Cuando el Álbum del Congreso Eucarístico se


imprima, se conocerá con más exactitud la
gallardía de este ramillete; aún no han llegado
los resúmenes completos de las Parroquias del
interior del Estado.
En cuanto a la parte económica,
ninguna queja podremos lanzar. El pueblo se
mostró generoso... ¡Dios nuestro Señor nos
tendió su Mano, y los caudales se
multiplicaron suficientemente... ¡Treinta y
cinco mil pesos! ¿Cifra sorprendente? Cuando
se publique el estado general de las cuentas,
se apreciará mejor en lo que vale esta cantidad,
y cómo nos ayudó en la magnífica obra del
Congreso.

MÚSICA SACRA

De acuerdo con las sugerencias que a la Junta


Organizadora pasó el Sub-Director de la
Schola del Congreso, D. Emiliano Gil
Manzanero, se verificaron dos recitales de
música sacra, desde la Sta. Iglesia Catedral,
con la valiosa cooperación de la Srita. Yolanda
Pinelo y el Maestro José de J. Estrada, como
organistas, tomando parte, con desinterés

218
absoluto, la Sra. Alicia López de Llergo de Vega
y la Srita. Guadalupe Álvarez R., las que
cantaron en el recital primero, el Alleluja de
Mozart, y el Ave María de Schubert; el
numeroso contingente del Colegio Montejo,
grupo de acólitos de la Sta. Iglesia Catedral, y
la Schola del Congreso.
¡Trece de noviembre!
¡Primer recital! ¡Exactamente las 8.30
p. m.! Las largas frases de figuración amplia,
que nos trae un saludo del Canto Gregoriano
y de la polifonía clásica del siglo XVI, en
nuestro Himno Oficial, habla al pueblo de
Yucatán a través de la Estación X.E.M.Q., como
el despertar de una mañana límpida de
primavera; revela sentimientos de admiración,
aclamación, reverencia, amor y fe... La voz de
los hombres se une a la de los niños, y de
esta manera “SENEX CUM JUNIORIBUS”,
cantan las alabanzas del Señor.
Luego del Himno Oficial, enviamos un
saludo al pueblo de Yucatán; saludo que el
Prelado bondadoso nos aprobara, con
entusiasmo y con cariño:
“Hemos resuelto convocar y de hecho
convocamos en Nombre de Dios, a todos
nuestros amados diocesanos, para que con
todo celo, piedad y entusiasmo, celebremos en
este año del Cuarto Centenario de la Fundación
de Mérida, el primer Congreso Eucarístico
Diocesano de Yucatán, señalando con este fin
la segunda quincena del mes de noviembre...”

219
Tales fueron, católicos de Yucatán, las
palabras de vuestro Pastor y Padre, el 5 de
abril del año en curso.
Solemne FIAT de solemnidades
eucarísticas, que bañó con la luz del
entusiasmo y con las claridades de la
esperanza en triunfos y victorias, el corazón
de vuestros cenotes, la vastedad de vuestras
playas y el azul de vuestro cielo; como el cielo
igualmente azul de vuestras almas y las
inmensurables playas de vuestro espíritu y el
corazón inmenso de vuestras ansias.
¿Un Congreso Eucarístico? Os
preguntásteis.
Y vuestra mirada, a través de las
crónicas luminosas de la Historia, se pasearon
por las avenidas de Buenos Aires, Dublín y
Chicago y contemplaron erguirse vigorosa la
espiritualidad de esas naciones, a los pies de
la blancura transparente y divina de una
Hostia Consagrada.
¿Un Congreso Eucarístico? Repetísteis.
Y en el fondo de vuestra alma, la idea
del Congreso Eucarístico, descendió para
llenarlo todo, con suavidad insospechable,
como las lágrimas doradas del sol en la
arboleda, y como el perfume de las flores sobre
las alas de los vientos.
Un Congreso Eucarístico, os dijísteis a
vosotros mismos: es una extraordinaria y
triunfal manifestación del Culto a la Sagrada
Eucaristía, al mismo tiempo que un centro
oficial de estudios importantísimos, donde el

220
elemento teológico, ora eclesiástico, ora seglar,
estudia la doctrina de la Iglesia acerca del
augusto Misterio del Sagrario y propone
medios sociológico morales para la
regeneración de la sociedad, tomando base en
esa divina Fuente, Surtidor de vida, de
bienestar y de progreso.
Ha llegado el alba de estas fiestas
eucarísticas; pronto se alcanzará la aurora,
que en ascendente marcha, habrá de
transformarse en la claridad majestuosa de
fúlgido día... ¡de un día eucarístico!... ¡De
cuatro días de gloria!
Pueblo de Yucatán, que arrancas tu
historia de cristianismo, de una raza pujante
y épica, porque fue creyente, porque fue
eucarística: la noble España, ¡despierta! Haz
honor a tu pasado.
El prelado que te ama; el Prelado que
se sacrifica por tu bien: te invita con voz más
apremiante, a prepararte a la resurrección de
tu pasado de cuatrocientos años.
Pueblo noble, pueblo hidalgo, pueblo
leal: los sarcófagos de tus antepasados se
abren, exuberantes de vida cristiana y en amor
y fe sobre la Eucaristía, y los huesos venerados
de tus MAYORES, solemnemente te dicen en
estos momentos de trascendencia histórica:
“Sobre la moderna sociedad, imbuida de
indiferentismo religioso, carcomida de
costumbres paganizadas y materialistas, en sus
sentimientos terrena y apóstata en su ideal:
raza nuestra, levántate, medita y canta:

221
Majestad de mis Dios escondida
del Sagrario en la pobre mansión:
¡Sacramento de Amor! ¡Pan de Vida!
Yo te adoro con fe y devoción!...

¿Era un hecho el Primer Congreso


Eucarístico de Yucatán?
Los cantos salieron espléndidos; el
órgano emocionó a las multitudes que
escuchaban desde las radios. El Himno
coreado por los niños, electrizó los espíritus...
¿Qué faltaba? Alguien agregaría aquí sin
mentir: una víctima, un holocausto. De
acuerdo. Y esa víctima, ese holocausto, sería
nada menos que el Excmo. Sr. Tritschler,
mismo que ideara y planeara y arreglara hasta
en sus últimos detalles esta arrobadora en
sumo grado, manifestación eucarística, que
habría de levantarse sobre el ara de su propio
cuerpo.
El Excmo. Sr. Tritschler muere dos días
después de esta primera audición.
La segunda, tiene lugar el 23 del mismo
mes de noviembre.
No había ya duda. El Congreso sería una
realidad sin precedentes. En los primeros
números de su programa se preveía magnífico,
estupendo, maravilloso, divino... Habíamos ya
visto la peregrinación infantil que en el
Santuario de Nuestra Reina y Madre Santa
María de Guadalupe, había levantado sus
manecitas inocentes y sus plegarias
encantadoras, y sus sonrisas, frescas, límpidas

222
y puras, implorando éxito para el Congreso;
habíamos contemplado la maravillosa
conquista de almas en las misiones previas,
allí cerca del féretro del primer Arzobispo de
Yucatán... Habíamos observado las lágrimas
fervorosas de muchos penitentes y
sorprendido indecibles sacrificios de las almas
piadosas, que pedían al cielo una
manifestación inmensa, jamás vista en la
historia de Yucatán; manifestación de
Misericordia y de Poder, en cambio de la
amargura con que había Dios mismo visitado
sus corazones... Y Dios iba llevando hacia sí a
las almas, ora con motivo de la bendición de
las Mejoras del Santuario de Guadalupe, ora
por medio de la Exposición Litúrgica.
Dondequiera, la fisonomía amable del Padre
y Pastor difunto, aparecía atrayente,
cautivadora, invitando a sus hijos hacia los días
de gloria del Congreso Eucarístico.
Nada puede realizarse en Yucatán sin
hacer reminiscencias del Excmo. Sr. Tritschler.
Se le mira al contemplar a los niños, se le
encuentra al visitar los templos, se le escucha
en la predicación, se le haya en la obra
catequística; ¡están sus huellas santas,
dondequiera existe algo que se una con
Yucatán católico!
¡Los niños!
Magnífico pórtico del Congreso
Eucarístico fue la Peregrinación de los niños
al santuario de Guadalupe (San Cristóbal) el
sábado 21 de noviembre. Poco antes de las

223
tres de la tarde comenzaron a aparecer por
todas las bocacalles de la plaza, largas filas
con sus respectivas catequistas. En un
momento se vió el amplio templo henchido de
niños y fue un prodigio de habilidad hacerlos
entrar a todos. Se calcula en más de tres mil
los que tomaron parte en esa inolvidable
ocasión. Hasta de Chuburná llegaron en
camión especial unos 65 chiquillos. Si no lo
hubiéramos visto, no lo hubiéramos creído.
Todos los más pequeños rincones del
templo fueron aprovechados.
Tres misterios, del Rosario, con los que
imploran éxito para el Congreso, piden el
eterno descanso del Excmo. Sr. Tritschler que
tánto amara a los niños, e impetran de Dios
ayuda muy especial para el Ilmo. Sr. Vicario
Capitular; todo esto con el canto del Himno
Oficial y otros motetitos, y la Bendición con el
Santísimo, constituyen esta jornada infantil,
cuyas valiosas oraciones no pudieron menos
que agradar a Dios.
Domingo 22 de noviembre. Otra
reminiscencia, nueva llamada para el
Congreso del Excmo. Sr. Tritschler: la hace el
R. .P. D. Joaquín Sáenz de Arriaga, desde la
cátedra sagrada, con ocasión de la bendición
de las mejoras en la Iglesia de San Cristóbal.
A las cuatro de la tarde de ese día, el M.
I. Vicario Capitular, hace la bendición,
acompañado del M. I. Sr. Cngo. D Juan Arjona
Correa y de otros distinguidos Sres.
Sacerdotes. Por supuesto, que en esta vez

224
tampoco falta el Himno Oficial del Congreso,
que entusiasma a las multitudes y hace que
las almas sueñen en la realidad de un sonado
triunfo de la Eucaristía. Y se ha dicho de paso
que, gracias a la actividad y perseverancia del
Sr. Cura D. Crescencio A. Cruz y de todos los
parroquianos que han colaborado con él, así
como a las generosas ayudas pecuniarias que
de casi todos los yucatecos han recibido, hoy
puede admirarse esta obra de reconstrucción.
Es necesario visitar dicho templo para
poder formarse una idea de esta grande cuanto
hermosa, obra hecha en la casa de la Madre
de Dios..
A las cinco de la tarde de este mismo
día, se inauguró la Exposición Litúrgica en una
céntrica casa de la ciudad, en donde, en salas
especialmente preparadas para el caso, se
exponían preciosos ornamentos, vasos
sagrados y otros objetos adquiridos por la
OBRA DE LOS TABERNÁCULOS y que serían
distribuidos después del Congreso entre las
Parroquias más pobres de la Arquidiócesis.
¡Sueño dorado del Excmo. Sr. Tritschler!
Por eso es que, al abrirse el segundo
recital de música sacra, pudimos con entera
confianza asegurar un éxito rotundo a nuestro
Primer Congreso Eucarístico.
Este recital se elevaba al cielo llevando
en el perfume de sus notas la tristeza de la
Arquidiócesis huérfana, pero el Padre ausente,
podría recibir las primicias de una resurrección
pujante de amor y de fe. El Himnos del

225
Congreso resultó vibrante e imponente;
melancólicos, el Pastoral y Adagietto Cantabile
como el Preludio y Fuga en Re Mayor, de Bach;
revelan pena las dos composiciones y el Coral
No. 3 de César Franck; nostálgico fue el Canto
Triste de Permentier, triste y a un tiempo
mismo, varonil y ferviente, surge la Sinfonía
de Louis Vierne y sabe a resignación
impregnada de dolor profundo, el Libera me
Domine, del Maestro Perosi...
Y desde la Radio, hablamos con nuestro
Prelado describiéndole la realidad ya próxima
de su Congreso, presentándole unas cuantas
estrofas, que intitulamos:

TÚ SOÑABAS EN ESO

Martín, Padre clemente,


que llevaste en la senda de tu vida
corona de dolor sobre la frente:
mira cuánta es tu Grey, toda rendida,
cual nunca se haya visto,
dispuesta a proclamar a Jesucristo.

Al pensar que te fuiste


en vísperas de fiesta tan grandiosa,
se me ocurre creer que te ofreciste
para hacerla, muriendo, luminosa,
y siendo esta la traza,
caíste como el grano de mostaza.

226
Y ha brotado y crecido
sobre la tumba el árbol misterioso
que a su sombra congrega, enardecido
de amor a Jesucristo, a un pueblo mozo,
que ayer rezaba quedo
y al doblar sus rodillas sentía miedo.

La Hostia Santa y pura


de tu pueblo ya en breve victoriada,
se alzará majestuosa hacia la altura...
¡Tú podrás dirigirle una mirada,
como oír a tus hijos
aclamarla con santos regocijos!

¡Tú podrás –lo querías–


triunfadora pasearla por los valles
de esa patria de eternas alegrías:
que en el mundo no puede ir por las calles,
en fuerza de las leyes,
el Señor que hizo el mundo, y creo a los Reyes.

¡Tú podrás bendecirnos


con las manos divinas del Maestro!...
¡y una vez y otra más,... podrás decirnos
que eres, más que ayer, hoy ¡todo nuestro!
¡y entrar dentro del alma
llenándola de amor... de paz... de calma...!

227
Ha crecido la albura
de la luz transparente y tempranera,
¡y en el seno del alma la ternura!...
¡Es la aurora que prende por doquiera!
¡tierna aurora del día
que aclama a la sagrada Eucaristía!
Si antaño sonreías
al mirar complacido nuestros planes,
y amoroso el trabajo bendecías
con que te honraban ¡ay! nuestros afanes:
¡cuán justo es que creamos
que reirás porque a Cristo proclamamos!

¡Tú soñabas en eso!


A Yucatán quisiste de rodillas
en esta magna fiesta del Congreso,
semejando varias florecillas
en oración regadas
del Altar del Señor junto a las gradas.

Y hablaste del portento


de un pueblo que revive a la opulencia
de la fe en el divino Sacramento,
y moriste llevando esa creencia,
y ese pueblo, a tu cita,
a la fe de sus padres resucita.

¡Ah! Yucatán que llora


su viudez y orfandad a un tiempo mismo:
al contemplar la Hostia Redentora
recobra su valor y su heroísmo
y canta, adora y piensa
que ocultar ya su fe, es vil vergüenza.

228
E irguiéndose, bendice
tu Cayado y tu Nombre y tu memoria,
y se siente católico y te dice:
vamos, Padre, a llevarte hasta la gloria
la ternura de un beso,
celebrando entusiastas tu Congreso.

¡24 DE NOVIEMBRE!

La hora se aproxima. La inauguración del


Congreso Eucarístico habría de verificarse el
25 de noviembre. La Junta Organizadora se
da cita hasta pasado el Congreso. No se
necesitan ya fórmulas, hay que obrar con el
entusiasmo de la hora presente.
Allá lejos, dondequiera se supo la
celebración del Congreso Eucarístico, a falta
de asistencia personas, los Excmos. Sres.
Arzobispo y Obispos, y nuestros hermanos en
el sacerdocio, oraban por un éxito completo
para la obra máxima del Excmo. Sr. Tritschler.
“Por lo menos” –nos decía un Prelado–
“estaré espiritualmente presente con todos mis
diocesanos en los actos del Congreso, por cuyo
éxito, para la mayor gloria de Dios Nuestro
Señor y por el bien de las almas, elevo
fervientes plegarias al Cielo”.
Otro, nos escribía: “Hago fervientes votos
porque el culto que se tribute a Jesús
Eucaristía en los días del Congreso, resulte
esplendoroso, y porque los diocesanos de
Yucatán reciban en cambio, una lluvia
abudantísima de gracia y de bendiciones”.

229
“Desde este rincón” –se nos decía desde
Cuba, “pediré y haré pedir a otros por el éxito
más rotundo del Congreso”.
Con estos votos y oraciones; y con la
intercesión de nuestro Prelado más allá en los
Cielos, pasamos de la alborada a la aurora del
Primer Congreso Eucarístico Arquidiocesano.

SOLENE INAUGURACIÓN DEL PRIMER CONGRESO


EUCARÍSTICO DE YUCATÁN

Son las 12 hs., 10 ms.! Sacerdotes y fieles están


emocionados en el campo de aterrizaje. Un
hermoso trimotor de la Pan American Airways,
NC-30.012, desciende con gallardía y muestra
a los presentes un cariño presente de la
Habana para honrarnos en la celebración de
nuestro Congreso Eucarístico... ¿Es? Nada
menos que el Excmo. Sr. Arzobispo de la
Habana, Dr. D. Manuel Arteaga y Betancourt,
acompañado del M. I. Sr. Cngo. de su Catedral,
Dr. D. Alfredo Llaguno, y del minorista D.
Ángel Valentín Fernández y del Caballero del
Santo Sepulcro, Dr. D. Gabriel Ángel
Amenábar. Una hora más tarde, nuevas
emociones, crece el entusiasmo, hay aplausos
y ¡vivas!... Llega el Douglas ordinario de la C.
M. A. De él descienden tres insignes Prelados:
El Excmo. Sr. Arzobispo de Morelia, Dr. D. Luis
Altamirano y Bulnes, el Excmo. Sr. Obispo de
Tabasco, Dr. D. Vicente Camacho, y el Excmo.
Sr. Dr. D. James H. Walsh, Obispo Titular y

230
Superior General de los Misioneros de
Ossiming; damos igualmente la bienvenida a
los MM. II. Sres. Capitulares que en honrosa
representación nos envían, los MM. II. y
preclaros Cabildo de Guadalajara, Morelia y
Puebla de los Ángeles:
Lic. D. Narciso Aviña Ruiz, D. Fernando
Ruiz Solórzano, D. Juan B. Buitrón y D.
Alfredo Freyría y Córdova. Hay saludos y
recuerdos, reminiscencias y esperanzas...
“Estoy” –dice el Excmo. Sr. Arzobispo de
la Habana– “gratamente impresionado al
abrazar a mis antiguos amigos del Clero y
seglares que han venido a esperarme;
emocionado, recordando al inolvidable y
venerable amigo Mons. Tritschler, y
convencido de que el mejor tributo a su
memoria ha de ser celebrar de la manera más
piadosa el Congreso Eucarístico, su última obra
de amor a Jesucristo”.
Poco después de la una y media de la
tarde, en automóviles especiales eran
conducidos nuestros ilustres visitantes a sus
respectivas residencias temporales.
Era el miércoles 25 de noviembre. ¿Se
inaugurará el Congreso Eucarístico? Creo que
ya nadie pudo tener en ello la menor duda.
Cuatro prelados ilustres en nuestra compañía,
Capitulares insignes, oradores de nota,
animación popular... Y por la noche, a las
primeras horas, el cariñoso Prelado de
Campeche, con numerosa peregrinación,
venía a colmar nuestra alegría y entusiasmo.

231
Las campanas de la Catedral tocan a
gloria: los programas del primer día del
Congreso corren en las páginas de los dos
diarios de la Ciudad de los Montejo;
resplandeciente de luz, y aureolada de
blancura se alzaba la Catedral, clavando en la
inmensidad azul de las estrellas sus agujas
luminosas, y presentando al pueblo una
hermosa Cruz, que con la fulguración de sus
luces, parecía recorrer la historia de
cuatrocientos años y decir a las multitudes,
SURSUM CORDA, arriba los corazones; pero
elévense para caer de rodillas a los pies de la
Hostia Sacrosanta. 1542-1942.- PRIMER
CONGRESO EUCARÍSTICO DE YUCATÁN.
Fuera, la ciudad de fiesta, parece
desafiar las luces siderales y gritarles: “Los
cielos y la tierra cantan la gloria de Dios”; pero
algunas veces, como en ésta, la tierra también
sabe entonar himnos de luz al igual que los
mundos siderales. –Filas interminables de
faroles y focos, escudos sobre puertas y
ventanas, banderitas con los colores
pontificios... Todos forman una espléndida
diadema para la urbe, que semejan una novia
engalanada para solemnes desposorios...
Luego, multitudes que se agolpan a las puertas
de la Catedral, como olas que amenazan
hacerla naufragar.
Dentro, un mar de cabezas, descollando
sin dejar ya cupo alguno, extraordinaria
iluminación, guirnaldas de limonaria y flores,
escudos del Congreso engalanando las

232
columnas, y en el fondo, el Altar Mayor,
realzando sobre una cortina blanca
engalanada de púrpura, que semejaba un
tronco real, sobre el que podía leerse
emblemática inscripción: ECCE PANIS
ANGELORUM...
¡Momento emocionante! El Órgano
Monumental desgrana sus notas sobre la
multitud, que se pone de pie. Entre la valla de
banderas y gallardetes, sostenida por los
Scouts, van penetrando por la puerta del
Sagrario hasta tomar la Nave Central, en una
fila jerárquica, los Prelados, los Sres.
Canónigos, el Clero Secular y Regular, los
seminaristas, los acólitos... ¡Oh, qué
imponente desfile religioso!
Sigue un silencio elocuente, y luego la
voz del M. I. Sr. Vicario Capitular, desde la
cátedra sagrada, lleva, entre reminiscencias
de dolor y velámenes de emoción, un saludo
de bienvenida a los Congresistas, y luego,
sigue la invocación solemne al Espíritu Santo,
para levantarse después, entre nubes de
incienso y regueros de luz y plegarias, la Hostia
del Congreso. ¡Ah! sigue a continuación la
palabra tierna y emocionante del Excmo. Sr.
Obispo de Tabasco: “Unas cuantas palabras
voy a deciros en esta noche, en que al igual se
ha hecho en otras muchas partes del mundo,
celebramos la apoteosis de Jesucristo. Pero la
nuestra tiene una significación especial: es
una petición de misericordia, un grito de
esperanza, de fervor y acción de gracias, por

233
la celebración del centenario de la fundación
de nuestra Ciudad. ¿Quién es el único
superviviente de la fundación de Mérida? Los
niños se hicieron hombres, los hombres se
hicieron viejos, y estos polvo, conservándose
únicamente Dios, que desde entonces, desde
el día primero de la existencia de nuestra
Ciudad, se haya presente en la Hostia
Consagrada” ...
Siguió luego una paráfrasis de la
Oración Dominical, que dejó cautivado al
auditorio. Y en medio de una profunda
emoción, que lleva misterioso silencio por todos
los ámbitos de la Catedral, brota un caluroso
y vibrante, varonil y valiente, enérgico y
sencillamente sublime, un cántico, un grito
de fe, el CREDO, para desbordarse después
en entusiasmo que electriza, al escucharse el
Himno Oficial del Congreso.
El Primer Congreso de Yucatán era una
hermosa realidad.
Su Apertura escribía ya una página
brillante de historia religiosa en Yucatán.
Sobre todo, parecía moverse la silueta
principesca del Excmo. Sr. Tritschler, y con
gracia llena de ternura y en medio de una
sonrisa apacible y subyugadora, parecía
decirnos: ¡Bien! ¡Bien!... Así lo había soñado,
mis queridos hijos”.

234
ESTAMOS YA EN EL CONGRESO EUCARÍSTICO

Misas de media noche con comuniones de


muchedumbres incontables. Desde las cuatro
hasta las doce de la mañana, los Sres.
Sacerdotes, que celebran por turno el Santo
Sacrificio de la Misa. Los confesionarios con
filas de fieles que buscan la gracia para sus
almas; confesores que pasan derramando
absoluciones día y noche, olvidados de sí
mismos...; cánticos y plegarias, incienso y
lágrimas de ternura, luz y regocijo de los hijos
de Dios...
Todo esto ¡ah! vemos en estos cuatro
días de gloria, en que a lo dicho se suman
cuatro solemnísimas pontificales que celebran
respectivamente: el Excmo. Sr. Obispo de
Campeche, Excmo. Sr. Obispo de Tabasco,
Excmo. Sr. Arzobispo de Morelia y el Excmo.
Sr. Arzobispo de la Habana, mientras la
Schola, con la dirección del insigne Profesor y
Maestro de Órgano D. José de Jesús Estrada,
que cuenta con la ayuda del organista D.
Guillermo Pinto y Reyes, ejecuta la Misa
Solemne de Perosi, la Pontifical del mismo
Autor y la Misa Choralis de Refice.
Contingentes del Colegio Montejo, acólitos de
la Catedral, niñas de los Colegios del Sgdo.
Corazón, de S. Cosme, de la 60 y de
Chuminópolis, haciendo un total de
cuatrocientas voces infantiles, desempeñan la
parte del pueblo, en la última misa citada.

235
¡Cuánto diéramos por seguir paso a paso
todos los detalles diarios! Reservamos esto, sin
embargo, para las gloriosas páginas del Álbum
del Congreso.
Onda impresión dejaron en nuestra
alma la comunión de los niños en el Bancario,
los sermones de las Pontificales, y los oradores
de las Asambleas Solemnes; creemos que serán
un documento histórico las conclusiones de
las Tres Sesiones de Estudio en el Jesús, y es
sencillamente subyugadora la obra de la
gracia en la noche de los hombres, e
inenarrable, divina la estela del recuerdo que
ha dejado en nuestro espíritu la solemnísima
clausura de nuestro Congreso Eucarístico.
Nada de esto pasaremos por alto, siquiera sea
someramente.

LA COMUNIÓN DE LOS NIÑOS

S. Tarcisio y Sta. Inés, patronos de este primer


día del Congreso, han de regalar a nuestra
historia una cautivadora página de actividad
infantil. Habrámosla con las impresiones de
nuestro estimado P. José I. Pérez:
La mañana es fresca y limpia con esa
limpieza y frescura inofensiva de las mañanas
tropicales. Todos los camiones de la ciudad y
numerosos automóviles atestados de niños
parten de todos los rumbos de la ciudad
semidespierta para converger en la glorieta de
Justo Sierra. Los sonidos de sus claxons, el

236
monótono ruido de los motores y la bulla
infantil nos hacen saltar del lecho,
recordándonos el acontecimiento del día:
estamos ya en el Congreso Eucarístico.
Rápidamente nos trasladamos al Círculo de
Empleados Bancarios y el inusitado
espectáculo que se nos presenta, es para
compensar cualquier esfuerzo madrugador.
Las siete mil sillas puestas la noche anterior
están totalmente ocupadas y largas hileras de
niños y de niñas siguen entrando entre la valla
de Scouts colocada desde la puerta. Mons.
Vicente Camacho devotamente arrodillado
delante del altar se prepara al Incruento
Sacrificio. Este altar estaba levantado a la orilla
de los estanques, en el plano alto a donde
conduce la escalinata, al oriente de los courts
de tennis. Un gran crucifijo y seis candeleros
de plata dominaban la altura. Ya se acercan a
los diez mil niños los que alegran el alma y la
vista, cuando el Excmo. Sr. Camacho sube al
altar. El momento es sencillamente
impresionante. Detrás del crucifijo el sol
comienza su ascensión matinal. Como un
murmullo dulcísimo del mar, llenan el
ambiente las notas del Himno Eucarístico:
“¡Hostia Santa, blancura divina, Yucatán te
proclama a una voz...” Ayudan a la Santa Misa
el M. I. Sr. Cngo. Lic. D. Juan Arjona Correa y
el Sr. Pbro. D. Felipe Arjona. A las primeras
palabras del Inmenso Sacrificio un vibrante
toque de corneta rasga la atmósfera. El Excmo.
Sr. Dr. D. James H. Walsh y numerosos
sacerdotes rodeaban el altar.

237
“En todo sacrificio hay una víctima, aquí
la víctima es el mismo Hijo de Dios...” iba
explicando el P. Cordero S. J. y su voz se iba
multiplicando y repartiendo por medio de los
altoparlantes colocados por todo el Campo
Eucarístico.
Turnándose con el P. Cordero, el P.
Escalante se dirige por medio de los
micrófonos para entonar distintos cantos
eucarísticos que la infantil concurrencia corea
con todo entusiasmo. Y así oímos: “Bendito
mil veces”, “Oh Jesús, oh Buen Pastor”,
“Cantad, cantad, la Patria se arrodilla”, “Qué
viva mi Cristo, que viva mi Rey...” Hay en el
alma una intensa sensación de dulzura y de
esperanza, de fe y de amor...
Llega el momento solemne de la
Elevación, todo el mundo se arrodilla. Delante
del sol, se levanta en las manos pontificales la
Hostia Consagrada; vibra de nuevo el clarín y
subyuga a las almas el peso infinito de la
Divinidad.
¡La Comunión! Tierna y delicada llega a
nuestros oídos la palabra del Excmo. Sr.
Camacho: “¿No queréis, mis amados niños,
enviar a nuestro Padre, a nuestro amadísimo
Prelado desaparecido, un abrazo con todo el
fervor de vuestros corazones? ¿No deseáis
veros con él en el cielo gozando de la Majestad
de Dios? En este instante que con el corazón
puro y el alma limpia vamos a recibir a
Jesucristo: ¿podríais ofenderle con el pecado?
No, antes, Señor, morir que ser enemigo tuyo...

238
¿Verdad, niños, que sí? ¡Levantad las manos
en señal de asentimiento...” –Diez mil
manecitas responden con entusiasmo! –El
Prelado continúa: “Todos tenemos en la planta
de la mano la señal de María, ¿la veis? Es el
símbolo de la pureza infinita”. ¿Verdad que
deseáis besar las plantas de nuestra Madre
amantísima?... Besadlas, pues” Y los niños
besan las plantas de las manos, y luego envían
desde sus sillares un cariñoso beso al anillo
pastoral de Mons. Tritschler allá en el cielo,
para esperar diez mil Hostias Blancas que
repartidas por 18 sacerdotes van a posarse a
sus candorosos labios y a perderse en la
blancura de sus almas, mientras sonreía el
sol y los ángeles emocionados escribían el
primer triunfo del Congreso.

LOS SERMONES DE LAS PONTIFICALES

Cuarenta y cinco minutos nos deleitan el M.


I. Sr. Cngo. D. Fernando Ruiz Solórzano,
Secretario de la Sgda. Mitra de Morelia,
disertando con elocuencia admirable sobre el
Amor Divino, tomando como tema un versículo
del Capítulo I de Malaquías: “Yo os he amado,
dice el Señor, y vosotros habéis dicho: ¿qué
prueba nos habéis dado de vuestro amor?” “En
estos días gloriosos del Congreso Eucarístico
de Yucatán” –decía– necesitamos abrir los ojos
del corazón, para que podamos ver con
claridad meridiana el incomparable Misterio

239
de la Eternidad; este Misterio de la
Encarnación de un Dios, que hiciera exclamar
al Apóstol S. Pablo: La locura del Amor, del
Amor hasta el sacrificio...” Cierra su pieza
oratoria, haciendo un dulce recuerdo del
Prelado ausente, por quien llora Yucatán.
Toca su turno al R. P. Julio Vértiz, S. J.
¡Es la segunda Pontifical! A ninguno de los
oradores se habrá de escapar la noble figura
de Mons. Tritschler, y al R. P. Vértiz, menos...
¡Si él lo vió por última vez, implorando la
salvación de su pueblo allá en la Basílica de
Santa María de Guadalupe, en el día de la
Arquidiócesis! Después de pasar sobre su
auditorio este amable recuerdo, muestra a
Jesús en la tremenda sencillez de su amor,
cuando tomando el cáliz en la postrera noche
de su vida mortal, –decía– “Bebed todos, esta
es mi sangre, el cáliz de la nueva alianza, la
que va a ser derramada por vosotros, en
remisión de los pecados, y cuando hagáis estas
cosas, cada vez que bebáis, será en memoria
mía”.
Tuvo laudatorios trozos para Yucatán,
como los siguientes: “Esta región de misterio
y de leyenda vive, de la fascinación de un
misterio oriental, que en época apenas
accesible de la Historia, hizo brotar del suelo
los gigantescos testimonios de una raza
enérgica, cuales son los Castillos de Chichén
Itzá y de Uxmal... Región de potencia y de
hidalguía, donde aún parecen resonar los
cascos del corcel de Montejo el Mozo... Una

240
mañana viéronse aparecer las majestuosas
naves castellanas... En la sublime Isla de
Cozumel tuvo lugar la sublime ceremonia del
Sto. Sacrificio de la Misa, el 6 de mayo de 1518:
fecha fausta en los anales de Yucatán y en los
anales del Nuevo Mundo: Cristo pedía un altar
y Yucatán se lo ofreció. Ahora que se celebran
los cuatrocientos años de vida que tiene,
Yucatán vuelve a ofrecerse nuevamente como
altar, para que descienda sobre él su Divina
Majestad... El Yucatán de ahora, bajo la égida
del progreso moderno, ha sabido conquistarse
un lugar de honor sobre el concierto de las
naciones.”
Las Parábolas evangélicas de las Bodas
del Hijo del Rey, que nos narra S. Mateo en el
Capítulo XII, dio tema el M. I. Sr. Cngo. de la
Catedral de la Habana, Dr. D. Alfredo Llaguno,
quien se posesionó de su auditorio, hablando
de Mons. Tritschler, tan apreciado y de gratos
recuerdos en su Patria, a donde siempre se
dirigió seguro de cordial acogida. “Esta
Parábola encierra” –decía el orador– “en breves
palabras, toda la historia de este Sacramento
de los Sacramentos. Pues se refiere a un
Banquete peculiar, el Banquete único, el
Banquete Sagrado. Sagrado, he dicho: porque
sagrado es el templo donde ordinariamente y
con mayor frecuencia se celebra; sagrado
porque lo administra el sacerdote; sagrado
porque aún la choza más humilde en que se
celebre en caso de necesidad imperiosa, se
convierte en el palacio más regio, ya que a

241
ella entra el que es Rey de reyes y señor de
los señores...” Continuó engarzando las
sublimes verdades de la Iglesia sobre esta
Parábola, constituyendo su pieza oratoria, un
verdadero y preciado homenaje, como lo
insinuara al principio, de amor y filial cariño,
como arrullo de palmeras, de todo Cuba a
Jesús Sacramentado.
Despierta el domingo 29 de noviembre.
¡Último día del Congreso!
Dulce, cariñosa, cautivadora, aparece en
la Sagrada Cátedra la fisonomía del Excmo.
Sr. Arzobispo de Morelia. Siempre se le oye
con agrado: ¡encierra tal majestad y milagro
el acento de su verbo!... En esta ocasión, el
agrado y simpatía se centuplican, recordando
el grandísimo aprecio y cariño que le profesó
el Excmo. Sr. Tritschler y el agradecimiento
que debemos mostrarle siempre porque fue el
primero de los Prelados que aceptó compartir
con nosotros nuestras fiestas eucarísticas,
llenado de gozo e corazón de nuestro Prelado.
“Digno es el Cordero” –nos dice con estas
palabras del Apocalipsis– “que ha sido
sacrificado por nosotros, de recibir poder y
divinidad, sabiduría y fortaleza”.
Magistralmente analiza, haciendo una
magnífica descripción de este pasaje
apocalíptico, el Divino Sacramento como
Misterio de fe y amor, y con una oportunidad
pasmosa va insertando en su brillantísima
oración, textos bíblicos, que quedan luciendo
como perlas sobre terciopelo finísimo. Nos

242
habla después de nuestro amadísimo Prelado,
aplicándole las palabras de Jesús hablando
de su Pasión: “Si el grano de trigo no callere
en el surco y muriese, no dará fruto”. Nuestro
Prelado –decía– bajó para siempre a la tierra,
regando ese sepulcro todo el pueblo yucateco
con sus lágrimas de orfandad, para hacer
florecer la gloria inefable de este Congreso”.
Terminó dirigiéndose con todo el pueblo a
Jesús Sacramentado, para decirle
tiernamente: “Señor creeos en Ti, te adoramos
y te ofrecemos nuestro corazón hecho pedazos;
aviva nuestra fe y nuestro amor, para que
luego podamos cantar con tus ángeles y tus
Santos el himno de la inmortal Jerusalén:
Digno es el Cordero que ha sido sacrificado
por nosotros, de recibir poder y divinidad,
sabiduría y fortaleza”.

LAS ASAMBLEAS SOLEMNES.


LAS SESIONES DE ESTUDIO

El Altar Mayor está cubierto con una hermosa


cortina morada, sobre la que se dibuja un
símbolo eucarístico: el cáliz con una hostia.
En el Alto Presbiterio, siete grandes sillas, en
las cuales toman asiento las dignidades
prelaticias, dejando vacía la central, que
hablará siempre de un Padre ausente... Allá
en el Coro Bajo, los Sres. Sacerdotes,
seminaristas y acólitos, y la imponente tribuna
desde la cual derramarán la cadencia

243
luminosa de su verbo, insignes oradores...
Luego, multitudes que emocionadas cantarán
y escucharán devotas... ¡No hay un solo lugar
libre, en todo el ámbito de la soberbia Catedral!
Primero pasa la divina figura de Jesús
de Nazareth como el Eterno Perseguido;
perseguido en su Persona, perseguido en su
Iglesia, perseguido en su Sacerdocio,
perseguido en su Eucaristía... Siempre
llevando su regia túnica con la púrpura de su
propia Sangre y sobre la frente una corona de
espinas; pero siempre victorioso, de manera
que su Imperio, va dejando tronos derruidos,
coronas de reyes hechas pedazos, poderosos
que yacen en el olvido: mientras Él, a veces
perseguido aún de los suyos, es siempre la
Resurrección y la Vida, e invita a las multitudes
a acercarse a Él, pero tomando sobre sus
hombros su respectiva Cruz, para cantar en
su compañía, mientras llega el despertar del
Cielo, el himno sublime de la sangre... ¡de la
sangre de amor! El orador sustituye la
ausencia, bastante sentida, del Sr. Cura de
Texpelucan, Puebla, D. José Rubio Contreras.
¿Quién podrá olvidar la palabra sencilla
y modesta, a la par que fecunda en su doctrina;
la palabra del modesto como sabio historiador
yucateco, J. Ignacio Rubio Mañé? En la
primera de sus ilustradas conferencias nos
habla de las “Primeras Misas en la Nación
Mexicana”, la que concluye, después de un
verdadero derroche de erudición histórica,
diciendo: “Creo que en Campeche se celebró

244
la primera Misa a fines de marzo de 1517,
atribuída al P. Alonso González, Capellán de
la expedición de Hernández de Córdova. A.
Cozumel le corresponde la segunda Misa, pero
tiene el privilegio de haberse levantado allí el
primer templo cristiano del Territorio Nacional,
en mayo de 1519...” En su segunda
Conferencia, en la última Asamblea Solemne,
salvando los valladares del tiempo y del
espacio, pasó ante nuestra vista la epopeya
cristiana de los humildes PP. Franciscanos,
con toda sus sencillez y grandiosidad, al
desarrollar el tema, “Las Primeras Misiones
en Yucatán”.
Estamos en la segunda de las Asambleas
Solemnes. El Excmo. Sr. Obispo de Tabasco
nos deleitó con su palabra cálida y
convincente. Nos habla de la deuda infinita
que contrajo la humanidad en el paraíso, para
pagar la cual era completamente insolvente.
Fue la Bondad Divina –nos dice el orador– la
que se ofreció a saldar esta deuda con el precio
de la Sangre preciosísima del Verbo hecho
Carne, estableciendo de nuevo la paz entre el
Cielo y la tierra... Desarrollando
admirablemente su tema, LA EUCARISTÍA Y
LA PAZ, dejando a su auditorio conmovido ante
las vivas imágenes que presenta, primero en
torno del mísero pesebre del Niño Dios, a
cuyos primeros vagidos, los ángeles cantan,
“Paz en la tierra a los hombres de buena
voluntad”, y después, siguiendo a la Hostia
Sacrosanta, que como emblema deífico de paz,

245
se eleva en toda la redondez de la tierra,
doquiera las manos consagradas del sacerdote
la levanten en el Misterio Augusto del Altar
cristiano. Termina con una invitación a la
comunión frecuente y deja que los millares
de almas que lo escuchan reflexionen
seriamente: Nutrámonos del Pan de Vida
Eterna” –dice–. “La paz propia, en el corazón y
en el hogar, dependen de nosotros; es este
Pan de Vida, el que puede concedernos dicha
paz, cuando congregados en torno del Cordero,
cantemos el eterno Hosanna...”
Nos habla de la Eucaristía y la Iglesia,
el Lic. D. Manuel Herrera y Lasso, quien en
substancioso párrafo nos deja resumida toda
su pieza oratoria. “Dice Renán que el mundo
vive de tres milagros: el milagro religioso de
Judas, el milagro de la filosofía y el arte
helénico y el milagro del Derecho Romano.
La fórmula debe simplificarse: el milagro es
romano, y consiste en la propagación del
cristianismo, al cual se incorporaron en el
transcurso del los siglos, la filosofía y el arte
helénicos y el Derecho de la vieja Roma”.
En el Álbum del Congreso, esperamos
poder presentar al público, las piezas oratorias
de estas Asambleas Solemnes, de las que sólo
damos aquí una ligera idea. Allá también
encontrarán, la conferencia del R. P. Julio
Vértiz, S. J. sobre la Eucaristía y el Sacerdote
Católico.

246
Mientras tanto, ¿qué pasaba en el
Jesús? Se asentaban las siguientes
conclusiones que habrían de ser norma
fecunda de futuras actividades religioso
sociales.
1. Dése al fomento de vocaciones
sacerdotales la mayor importancia posible, y
trabájese continuamente por crear en los
acólitos y perseverantes de los Catecismo, una
marcada afición al Sacerdocio. Exítese a los
Sres. Párrocos, Vicarios y Capellanes de las
iglesias, que fomenten entre sus acólitos el
deseo de ser sacerdotes, y de ser posible, envíe
cada Párroco cada año o dos, un nuevo
estudiante al Seminario.- 2. Establézcase en
cada Parroquia una competente escuela de
catequistas y fórmese y adiéstrense
centenares de ellos para utilizar su servicio
anualmente en la Campaña de la Comunión
Pascual.- 3. En toda Campaña Pascual, grávese
lo más indeleblemente que se pueda en la
memoria del pueblo católico, el Dogma de la
Presencia Real de Cristo en la Eucaristía, e
incúlquense profundísimamente la obligación
grave de la Comunión Pascual.- 4. Hágase
anualmente, en su oportunidad, activísima
Campaña Pro-Comunión Pascual, por medio
de misiones eucarísticas, sermones
conferencias, anuncios, volantes, etc.- 5.
Donde no pueda haber Misa por falta de
sacerdote, incúlquese al pueblo que no por
eso queda dispensado de sus deberes para con
Dios, debiendo hacerlo en la mejor forma

247
posible rezando las oraciones que obran en el
cuadernito mandado a publicar por el Excmo.
Sr. Tritschler, Arzobispo de Yucatán,
advirtiendo, sin embargo, que no se comete
pecado por no hacer la práctica indicada.- 6.
Que se promueva la celebración de estudios
para sacerdotes, en este año, dedicados
exclusivamente a los problemas y organización
de la adolescencia y juventud masculina.- 7.
Que la Sección de Madres de Familia de la U.
F. C. M., tenga en este año social un curso
sobre pedagogía familiar, especialmente
eucarística.- 8. Que se establezcan en las
Parroquias e Iglesias, Misa y Hora Santa
especialmente para adolescentes. Aquella, a
lo menos un domingo cada mes; ésta, los
primeros viernes a la salida de clase.- 9
Ruéguese a la Comisión Diocesana de I. R.,
tenga a bien disponer que el curso de este
año, en nuestra Diócesis, sea sobre la
Eucaristía, matizándola según la mentalidad
y las necesidades de cada rama de la Acción
Católica.- 10. La pureza de la Eucaristía pide
especialmente en la juventud la modestia
cristiana.- 11. Sugiérese como medio para
defenderla y resguardarla, la formación de la
Liga de la Decencia Cristiana, cuyas
prescripciones, todos los cristianos deberán
hacer suyas, no desvirtuando de palabra o de
obra su laudable labor, y en cuyos trabajos
deben franca y decididamente cooperar la A.
C., las Asociaciones Confederadas y las
Congregaciones Piadosas.- 12. Procurar a la

248
Raza Indígena una instrucción catequística
razonada, dándole un conocimiento de la vida
de N. S. Jesucristo, según el texto de los
Santos Evangelios.- 13. Llevar a la raza
indígena, no sólo el conocimiento, sino el
sentimiento del amor de Cristo, manifestado
en la Eucaristía, hablándole en su propia
lengua.- 14. Dedicar cada año una semana,
v.gr. la que antecede a la Cuaresma, para que
los Párrocos de la Diócesis procuren el
cumplimiento pascual de los enfermos de la
parroquia.- 15. Inculcar al pueblo por medio
de la predicación, especialmente a los socios
de la A. C., la nobleza y necesidad del
apostolado eucarístico en los enfermos.- 16.
Pedir a la Autoridad Eclesiástica de la Diócesis,
prosiga las cuestiones de Mons. Tritschler,
para que vuelvan a Yucatán las Siervas de
María.
Una aclamación entusiasta acogió la
última conclusión, que recogieron
cuidadosamente para perfumar sus actas los
secretarios de estas sesiones, Pbro. D. José
de Jesús López Ortega y el Lic. D. Alberto
Molina García. Mientras allá en la altura,
parecía sonreír Mons. Sr. Tritschler, y se
sentía orgulloso de su pueblo, que atento y
devoto había llenado el Jesús durante las
horas de estas tres Sesiones de Estudio del
Primer Congreso Eucarístico Diocesano de
Yucatán.

249
LA NOCHE DE LOS HOMBRES

La Providencia –dice nuestro P. José I. Pérez–


había sido inmensamente bondadosa con
nosotros hasta entonces; pero lo que vino
sobre Yucatán desde esta noche inolvidable
del 28 de noviembre, fue algo sencillamente
inefable, como si en un alarde divino de
generosidad y misericordia, esta Providencia
hubiera querido ahogarnos volcando por
completo la cornucopia de sus gracias más
escogidas. La ciudad, como una doncella de
alma pura que toma de súbito una firme y
seria determinación de consagrarse a Dios, se
vistió de un inmenso aspecto de piedad. Algo
misterioso vagaba por las calles y saturaba a
las almas bajo las miradas apacibles de las
estrellas de aquella noche serena. Todo
invitaba a llegarse a los brazos de Dios. Y los
hombres correspondieron a esta invitación con
una generosidad sin precedente en Yucatán.
Llenaron los templos y se alinearon en filas
interminables al lado de los confesionarios,
pudiéndose ver el saco del burgués confundido
entre las camisas remendadas de los obreros,
con aquella sublime democracia que practica
la Iglesia, para quien todos cabemos en el dulce
apelativo de hijos... Todavía a las cinco de la
mañana del domingo se podían ver a los
últimos grupos, que después de varias horas
de espera, llegaban a volcar por fin sus
miserias a los pies del ministro de Dios. ¡Más
de cinco mil hombres comulgaron en aquella
mañana del domingo 29, en la Catedral!

250
LA SOLEMNE CLAUSURA DEL CONGRESO EUCARÍSTICO

“Rompiendo los moldes más exigentes del


deseo, situados en el ápice de los ensueños,
el Primer Congreso Eucarístico Yucateco,
clausuró sus trabajos con la más grandiosa e
inolvidable manifestación de fe que registran
los anales de Yucatán.
Tarde de dominical, dulce y serena;
adornos eucarísticos blanco y oro; hombres y
mujeres de todas las clases sociales; canastillas
de flores, cirios y farolillos de doscientos
angelitos de carne y hueso, que en silenciosa
y devota banda se dirigen al Paseo Montejo;
un trimotor evolucionando y dejando caer una
lluvia de rosas; las campanas de la ciudad
lanzadas a vuelo... Y luego, la Hostia
Sacrosanta en su custodia de oro y de
esmeraldas, en las manos consagradas del
Excmo. Sr. Dr. D. James Walch, subiendo al
automóvil ricamente engalanado….. Y
después, luciendo emblemas religiosos,
multitud de automóviles, en cuyo seno iban
las dignidades prelaticias, el V. Clero Secular
y Regular de toda la Arquidiócesis... Y allá, a
los lejos, 25 lobatos con sus bicicletas
adornadas con los emblemas del Congreso,
más de cien bicicletas, cuarenta motocicletas
y una brigada gallarda de la Asociación de
Charros... Lluvia de flores, de cánticos y de
plegarias. Y mientras la tarde caía lentamente
dando al ambiente la suavísima dulzura de
un templo ojival, en el Paseo Montejo, que en

251
toda su larga historia no había visto cosa igual,
entraba su Divina Majestad entre la gama de
las Asociaciones piadosas, y triunfalmente fue
cruzando la Avenida, hasta llegar a la
GLORIETA DE LA EUCARISTÍA... Allá en la
altura, parece dibujarse la fisonomía de Mons.
Tritschler, y decirnos con la suavidad de su
sonrisa, AQUÍ ES, señalándonos la desde
entonces histórica casa del Lic. D. Bernardo
Cano, sobre la cual abría sus brazos una
Majestuosa Cruz iluminada, y la leyenda de
“Viva Cristo Rey”.
Hacen alto los automóviles; vibran las
notas del Himno Oficial; el Excmo. Sr. Walsh
pasa bajo el dosel que sostienen seis señores
sacerdotes, hasta dejar su rico tesoro sobre el
altar sencillo pero elegante, que adornado con
ricos jarrones y candelabros, se alzaba en el
mismo sitio que señalara el Excmo. Sr.
Tritschler para la Clausura del Congreso.
Los cirios y farolillos encendidos, en la
obscuridad de la noche semejaban reflejos de
estrellas sobre un mar que traía y llevaba un
oleaje de plegarias y de cánticos sagrados. De
pronto, de los altoparlantes se desprende como
vajada del cielo la dulce y elocuente palabra
del Arzobispo de Morelia. Evoca la palabra del
Divino Peregrino de Emaús y el suave reclamo
de sus discípulos que encantados de su
palabra y presencia, le decía: “Quédate con
nosotros, Señor, que ya anochece”. Y Jesús
accedió...

252
Así también el pueblo de Yucatán,
engolosinado con la amable presencia de
Jesús en el Congreso, le pide que
permanezca, y Jesús no puede menos de
acceder.

* * *

Siguen después ¡Vivas! Para Jesús


Sacramentado y para el Santo Padre y para el
M. I. Sr. Vicario Capitular, que entusiasmada
corea la multitud, y luego un conmovedor
“descanse en paz” por el alma de Mons.
Tritschler...

* * *

Desde la vista derecha del corredor, dominando


la multitud de cincuenta mil almas, solemne
y lentamente, el Excmo. y Rvmo. Sr. Arzobispo
de Morelia, traza tres cruces en el espacio con
la Hostia Sacrosanta, que se reflejan en la
noche como tres ósculos divinos sobre el
pueblo yucateco que se arrodilla reverente y
silencioso... Estalló como una urgente
expansión de las almas, el Himno del
Congreso:

Hostia Santa, Blancura divina:


Yucatán te proclama a una voz,
y ante Ti reverente se inclina,
Cristo, Rey Inmortal, Cristo Dios...

oportunamente expresivo como nunca...

253
* * *

Hay después palabras de agradecimiento, de


saludo y de felicitaciones... “Luz cohete que
asciende... Ruta de fuego que rasga el seno
de la noche... Explosión luminosa que hace
vibrar toda la arquitectura de los cielos... Luego
el silencio y la noche reanudan el romance de
la armonía; pero en la niña de los ojos palpita
por un buen rato el éxtasis del Tabor, y el
alma acurrucada no se atreve siquiera alentar,
para no romper los giros de un ensueño...
¡Cómo se vienen a la mente las palabras de
Simón Pedro: “Señor, bueno es que nos
quedemos aquí...” Al fin lentamente la
multitud se empieza a dispersar llevando en
el alma el suave sabor celestial del PRIMER
CONGRESO EUCARÍSTICO DIOCESANO DE
YUCATÁN”.

COMPLEMENTARIAS

Dos días después de esta solemnísima


Clausura del Primer Congreso Eucarístico
Arquidiocesano de Yucatán, oraban junto a
una tumba, el Ilmo. Sr. Vicario Capitular y los
dos Vicarios Cooperadores del Sagrario
Metropolitano: era la tumba venerada del
Excmo. Sr. Tritschler... Oraban, mientras la
tarde iba muriendo entre celajes de púrpura...
Silenciosas lágrimas cayeron, mezcladas con
plegarias y esperazas... ¡La obra del Congreso

254
Eucarístico estaba consumada; el testamento
del Padre ausente, se había nimbado de la
más completa y espléndida realidad.
Allá, junto a las playas del mar,
recibiendo cariñoso a la clase trabajadora del
pueblo, se levantaba un templo, el día anterior
apenas consagrado al servicio de Dios. Habíase
celebrado en la Quinta del Olvido, un banquete
de despedida, en que en la intimidad de la
familia sacerdotal, hubo palabras de cariño y
gratitud mutuos, entre ilustres Prelados y Sres.
Capitulares que nos visitaran y honraran con
su compañía, y el Clero de la Arquidiócesis.
Aún se gustaba la ternura de la música de la
Velada Fúnebre y se recordaban las brillantes
frases del Lic. Herrera y Lasso: “Sufrió
persecución por la justicia... Levantó templos...
Fundó Colegios...”, resumiendo así la obra toda
de la vida episcopal del Excmo. Sr. Tritschler.
Allá en la altura, aún parecía dibujarse
la cariñosa y dulce semblanza del Excmo. Sr.
Arzobispo de Morelia, y la amable del Excmo.
Sr. Obispo de Tabasco y la de todos nuestros
generosos visitantes, que momentos antes se
habían despedido de nosotros para volar hacia
sus campos de actividad ministerial.
Y flotaba en nuestro espíritu el perfume
de gratitud hacia el bondadoso Obispo de la
Diócesis de Campeche, que con una
peregrinación de más de cinco mil personas
nos viniera a honrar en los días de nuestro
Congreso y a unir su llanto al nuestro para

255
regar la tumba de nuestro amado Padre y
Pastor, por cuya alma también elevó fervientes
súplicas al Cielo.
De lo austero de la tumba venerada,
parecía levantarse la voz, tierna y cautivadora,
mansa y prudente, de Mons. Tritschler, para
decirnos: “Volver a Cristo es la única esperanza
y el tesoro que os ha quedado, mis queridos
hijos. El equilibrio social, base de la armonía
entre vosotros y el único cimiento firme en el
que puede asentarse la verdadera paz, sólo se
puede conseguir educando el corazón dentro
de los cánones de una religión que preconiza
el amor al prójimo y que norma con rígidos
lineamientos la conciencia... Sed Felices, mis
queridos hijos, sabe el arco iris de paz con
que se adorna vuestro cielo, y que brotando
de esta tumba va a enclavarse, después de
abrazar vuestra ciudad capitalina, allá en la
Casita de la Eucaristía, frente a la glorieta que
habéis bautizado con el mismo nombre...
Llevad mi último mensaje, como fruto del
Primer Congreso Eucarístico que os dejé en
herencia:

FECUNDAD LA TIERRA DE CARIDAD


CRISTIANA...
AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS...

256
ÍNDICE

págs.

ESPÍRITU Y OBRA DEL PRIMER ARZOBISPO DE YUCATÁN:


MARTÍN TRITSCHLER Y CÓRDOVA 9

PASTOR EJEMPLAR 17

PRÓLOGO 23

NOTAS BIOGRÁFICAS DEL PRIMER ARZOBISPO


DE YUCATÁN MARTÍN TRITSCHLER Y CÓRDOVA 29

ANÉCDOTAS Y RASGOS DE LA VIDA DE


MONS.TRITSCHLER 135

EXTRA DEL BOLETÍN ECLESIÁSTICO 137

BOLETÍN ECLESIÁSTICO DEL ARZOBISPADO DE YUCATÁN 141

PARTE PRIMERA
MUERTE Y SEPELIO DEL PRIMER ARZOBISPO
DE YUCATÁN EXCMO. Y RVDMO. SR. DR.
D. MARTÍN TRITSCHLER Y CÓRDOVA 167

257
págs.

PARTE SEGUNDA
PRIMER CONGRESO EUCARÍSTICO DIOCESANO DE YUCATÁN 205

258
259
Este libro se terminó de imprimir en
noviembre de 2006 en los talleres
IMPRESOS JORGERIK calle 40 no. 413 x29 y 31
col. Jesús Carranza, Mérida, Yucatán, México.

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