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Recuerdos de una haecceidad

Gilles Deleuze & Felix Guattari, extraído del Mil Mesetas, Capitalismo y Ezquizofrenia. Editorial Pre-Textos,
DEVENIR-INTENSO, DEVENIR-ANIMAL, DEVENIR-IMPERCEPTIBLE..., paginas 264-268.

Un cuerpo no se define por la forma que lo determina, ni como una sustancia o un sujeto determinados, ni por los órganos
que posee o las funciones que ejerce. En el plan de consistencia, un cuerpo sólo se define por una longitud y una latitud: es
decir, el conjunto de los elementos materiales que le pertenecen bajo tales relaciones de movimiento y de reposo, de
velocidad y de lentitud (longitud); el conjunto de los afectos intensivos de los que es capaz, bajo tal poder o grado de
potencia (latitud). Tan sólo afectos y movimientos locales, velocidades diferenciales. Corresponde a Spinoza haber puesto
de manifiesto esas dos dimensiones del Cuerpo, y haber definido el plan de Naturaleza como longitud y latitud puras. Latitud
y longitud son los dos elementos de una cartografía.

Existe un modo de individuación muy diferente del de una persona, un sujeto, una cosa o una sustancia. Nosotros reservamos
para él el nombre de haecceidad24. Una estación, un invierno, un verano, una hora, una fecha, tienen una individualidad
perfecta y que no carece de nada, aunque no se confunda con la de una cosa o de un sujeto. Son haecceidades, en el sentido
de que en ellas todo es relación de movimiento y de reposo entre moléculas o partículas, poder de afectar y de ser afectado.
Cuando la demonología expone el arte diabólico de los movimientos locales y de los transportes de afectos, señala al mismo
tiempo la importancia de las lluvias, granizos, vientos, atmósferas pestilentes o polucionadas con sus partículas deletéreas,
favorables a esos transportes. Los cuentos deben implicar haecceidades que no son simplemente ordenamientos, sino
individuaciones concretas válidas por sí mismas y que dirigen la metamorfosis de las cosas y de los sujetos. Entre todos los
tipos de civilización, Oriente tiene muchas más individuaciones por haecceidad que por subjetividad y sustancialidad: así,
el haíku debe implicar indicadores como otras tantas líneas flotantes que constituyen un individúo complejo. En Charlotte
Bronté, todo se expresa en términos de viento, las cosas, las personas, los rostros, los amores, las palabras. Las "cinco de la
tarde" de Lorca, cuando el amor acaba y surge el fascismo. ¡Qué terribles cinco de la tarde! Se dice: ¡qué historia! ¡qué
calor! ¡qué vida!, para designar una individuación muy particular. Las horas del día en Lawrence, en Faulkner. Un grado de
calor, una intensidad de blanco son individualidades perfectas; y un grado de calor puede componerse en latitud con otro
grado para formar un nuevo individuo, como en un cuerpo que tiene frío aquí y calor allá según su longitud. Helado
flameado. Un grado de calor puede componerse con una intensidad de blanco, como en ciertas atmósferas blancas de un
verano caluroso. De ningún modo es una individualidad instantánea, que se opondría a la de las permanencias o duraciones.
La efemérides contiene tanto tiempo como un calendario perpetuo, aunque no se trata del mismo tiempo. Un animal no vive
necesariamente más que un día o una hora; y a la inversa, un grupo de años puede ser tan largo como el sujeto o el objeto
más duradero. Se puede concebir un tiempo abstracto igual entre las haecceidades, y los sujetos o las cosas. Entre las
lentitudes extremas y las rapideces vertiginosas de la geología o de la astronomía, Michel Tournier destaca la metereología,
en la que los meteoros viven a nuestro ritmo: "Una nube se forma en el cielo como una imagen en mi cerebro, el viento
sopla como yo respiro, un arco iris cabalga sobre dos horizontes, el tiempo que necesita mi corazón para reconciliarse con
la vida, el verano pasa como pasan las vacaciones de verano". Pero, ¿acaso es un azar si esta certidumbre, en la novela de
Tournier, sólo puede tenerla un héroe gemelar, deformado y desubjetivado, que ha adquirido una especie de ubicuidad? 25.
Incluso cuando los tiempos son abstractamente iguales, la individuación de una vida no es la misma que la individuación
del sujeto que la lleva o la soporta. Y no es el mismo Plan: plan de consistencia o de composición de las haecceidades en
un caso, que sólo conoce velocidades y afectos, plan completamente distinto de las formas, de las sustancias y de los sujetos
en el otro caso. Y no es el mismo tiempo, la misma temporalidad. Aión, que es el tiempo indefinido del acontecimiento, la
línea flotante que sólo conoce las velocidades, y que no cesa a la vez de dividir lo que ocurre en un déjálá y un pasencorelá,
un demasiado tarde y un demasiado pronto simultáneos, un algo que sucederá y que a la vez acaba de suceder. Y Cronos,
que, por el contrario, es el tiempo de la medida, que fija las cosas y las personas, desarrolla una forma y determina un sujeto.
Boulez distingue en la música el tempo y el no tempo, el "tiempo pulsado" de una música formal y funcional basada en los
valores, y el "tiempo no pulsado" para una música flotante, flotante y maquínica, que sólo tiene velocidades o diferencias
de dinámica.26 En resumen, la diferencia no se establece en modo alguno entre lo efímero y lo duradero, ni si-quiera entre
lo regular y lo irregular, sino entre dos modos de individuación, dos modos de temporalidad.

En efecto, habría que evitar una conciliación demasiado simple, como si por un lado hubiera sujetos formados, del tipo
cosas o personas, y por otro, coordenadas espacio-temporales del tipo haecceidades. Pues poco concederéis a las
haecceidades si no os dais cuenta de que sois una de ellas, de que no sois nada más que eso. Cuando el rostro deviene una
haecceidad: "era una curiosa mezcla, el rostro de alguien que simplemente ha encontrado el medio de acomodarse al
momento presente, al tiempo que hace, a esas personas que están presentes"". Sois longitud y latitud, un conjunto de
velocidades y lentitudes entre partículas no formadas un conjunto de afectos no subjetivados. Tenéis la individuación de un
día de una estación, de un año, de una vida (independientemente de la duración), -de un clima, de un viento, de una niebla,
de un enjambre, de una manada (independientemente de la regularidad)-. O al menos podéis tenerla, podéis alcanzarla. Una
nube de langostas traída por el viento a las cinco de la tarde; un vampiro que sale de noche, un hombre-lobo que sale con la
luna llena. Pero no hay que pensar que la haecceidad consiste simplemente en un decorado o en un fondo que situaría a los
sujetos, ni en apéndices que fijarían al suelo las cosas y las personas. Todo el agenciamiento en su conjunto individuado
resulta ser una haecceidad; se define por una longitud y una latitud, por velocidades y afectos, independientemente de las
formas y de los sujetos que solo pertenecen a otro plan. El lobo, o el caballo, o el niño dejan de ser sujetos para devenir
acontecimientos, en agenciamientos que son inseparables de una hora, de una estación, de una atmósfera, de un aire, de una
vida. La calle se compone con el caballo, de igual modo que la rata que agoniza se compone con el aire, y el animal y la
luna llena se componen juntos. A lo sumo se distinguirá las haeceeidades de agenciamientos (un cuerpo que solo es
considerado como longitud y latitud), y las haecceidades de inter-agenciamientos que señalan también las potencialidades
de devenir en el seno de cada ageciamiento (el medio de cruzamiento de las longitudes y latitudes). Pero las dos son
estrictamente inseparables. El clima, el viento, la estación, la hora, no son de otra naturaleza que las cosas, los animales o
las personas que los pueblan, los siguen, duermen o se despiertan en ellos. Hay que leer todo seguido el animal-caza-a-las-
cinco. Devenir-tarde, devenir-noche de un animal, bodas de sangre. ¡Las cinco es este animal! ¡Este animal es este lugar!
"El perro flaco corre por la calle, ese perro es la calle”, exclama Virginia Wolf. Así hay que percibir. Las relaciones, las
determinaciones espacio-temporales no son predicados de la cosa, sino dimensiones de multiplicidades. La calle forma parte
tanto del agenciamiento caballo de ómnibus como del agenciamiento Hans en el que ella inicia el devenir-caballo. Todos
somos las cinco tarde, o bien otra hora, y mejor dos horas a la vez, la óptima y la pésima mediodía-medianoche, pero
distribuidas de forma variable. El plan de consistencia sólo contiene haecceidades según líneas que se entrecruzan. Las
formas y los sujetos no pertenecen a ese mundo. El paseo de Virginia Woolf entre la muchedumbre, entre los taxis, -pero
precisamente el paseo es una haecceidad-: Mrs Dollaway ya nunca mas dirá "soy esto o soy aquello, él es esto, es aquello”.
“Se sentía muy joven, y al mismo tiempo terriblemente vieja" rápida v lenta, ya ahi y aún no, "penetraba como una cuchilla
a través de todas la cosas, al mismo tiempo estaba fuera de ellas y miraba, (...) siempre le parecía que era muy peligroso
vivir, incluso un solo día. Haecceidad, niebla, luz cruda. Una haecceidad no tiene ni principio ni fin, ni origen ni destino;
siempre está en el medio. No esta hecha de puntos, sólo esta hecha de líneas. Es rizoma.

Y no es el mismo, lenguaje, o al menos el mismo uso del lenguaje.... En segundo lugar, el nombre propio no indica en modo
alguno un sujeto: por eso nos parece vano preguntarse si su operación se parece o no a la nominación de una especie, según
que el sujeto sea considerado de otra naturaleza que la Forma que lo clasifica, o sólo como el acto último de esa Forma, en
tanto que límite de la clasificación 29. Pues si el nombre propio no indica un sujeto, tampoco un nombre puede adquirir un
valor de nombre propio en función de una forma o de una especie. El nombre propio designa en primer lugar algo que es
del orden del acontecimiento, del devenir o de la haecceidad. Y los militares y los metereólogos tienen el secreto de los
nombres propios, cuando los ponen a una operación estratégica, o a un tifón. El nombre propio no es el sujeto de un tiempo,
sino el agente de un infinitivo.

Señala una longitud y una latitud. Si la Garrapata, el Lobo, el Caballo, etc., son verdaderos nombres propios, no es en razón
de los denominadores genéricos y específicos que los caracterizan, sino de las velocidades que los componen y de los afectos
que los satisfacen: el acontecimiento que ellos son de por sí y en los agenciamientos, devenir-caballo del pequeño Hans,
devenir-lobo del Salvaje, devenir-garrapata del Estoico (otros nombres propios).

En tercer lugar, el artículo y el pronombre indefinidos no son indeterminados, como tampoco el verbo en infinitivo. O más
bien sólo carecen de determinación en la medida en que se los aplica a una forma a su vez indeterminada, o a un sujeto
determinable…Nosotros creemos, por el contrario, que el indefinido de la tercera persona, ÉL, ELLOS, no implica ninguna
indeterminación desde ese punto de vista, y ya no relaciona el enunciado con un sujeto de enunciación, sino con un
agenciamiento colectivo como condición. Blanchot tiene razón cuando dice que el SE y el ÉL —se muere, él es
desgraciado— no ocupan en modo alguno el lugar de un sujeto, sino que destituyen todo sujeto en provecho de un
agenciamiento del tipo haecceidad, que lleva o libera el acontecimiento en lo que tiene de no formado y de no efectuable
por personas ("les sucede algo que sólo pueden recuperar si se desprenden de su poder de decir yo")32. El ÉL no representa
un sujeto, sino que diagramatiza un agenciamiento. No sobrecodifica los enunciados, no los trasciende como las dos
primeras personas, sino que, por el contrario, les impide caer bajo la tiranía de las constelaciones significantes o subjetivas,
bajo el régimen de las redundancias vacías. Las cadenas de expresión que articula son aquellas en las que los contenidos
pueden ser agenciados en función de un máximo de circunstancias y de devenires. "Llegan como el destino..., ¿de dónde
vienen, cómo han llegado hasta aquí...?" — Él o se, artículo indefinido, nombre propio, verbo en infinitivo: UN HANS
DEVENIR CABALLO, UNA MANADA LLAMADA LOBO MIRAR EL, SE MORIR, AVISPA ENCONTRAR ORQUÍ-
DEA, ELLOS LLEGAN HUNOS. Anuncios por palabras, máquinas telegráficas en el plan de consistencia (una vez más,
habría que pensar en los procedimientos de la poesía china y en las reglas de traducción que proponen los mejores
comentaristas)33.
Notas del texto original:
24 A veces se escribe ―eccéite‖, derivando la palabra de ecce, he aquí. Es un error, puesto que Duns Scoto ha creado la palabra y el concepto a
partir de Haec, ―esta cosa‖. Pero es un error fecundo, puesto que sugiere un modo de individuación que no se confunde precisamente con el de una
cosa o un sujeto.

25 MICHEL TOURNIER, Les météores, Gallimard, cp. XXII, ―L’âme déployée‖ (trad. cast., ed. Plaza y Janés).

26 PIERRE BOULEZ, Par volonté et par hasard, págs. 88-91 (―los fenómenos de tempo son fenómenos que no se pueden introducir
en una música calculada de forma puramente electrónica, mediante una dura-ción expresada en segundos o en minisegundos‖).

27 RAY BRADBURY, Les machines à bonheur, Denoël, pág. 67 (trad. cast., ed. Edhasa, colecc. Minotauro).

28 G. GUILLAUME ha propuesto una concepción muy interesante del verbo, en el que distingue un tiempo interno, englobado en el ―proceso‖, y
un tiempo externo, que remite a la distinción de las épocas (―Epoques et niveaux temporels dans le système de la conjugaison française‖, Cahiers
de Linguistique structurale, Canada, 1955). A nosotros nos parece que estos dos polos corresponden, uno al infinitivo-devenir, Aiôn, el otro
al presente-ser, no sólo según su naturaleza, sino según los matices de sus modos y tiempos. Salvo ―devenir‖ y ―ser‖, que corresponden a cada uno de
los dos polos. En su estudió sobre el estilo de Flaubert, PROUST muestra cómo el tiempo del imperfecto en Flaubert adquiere el valor de un
infinitivo-devenir (Chroniques, Gallimard, págs. 197-199) (trad. cast., Ensayos Literarios, ed. Edhasa).

29 Sobre el problema de los nombres propios (¿en qué sentido el nombre propio está fuera de los límites de la clasificación y es de otra naturaleza, o
bien, en última instancia, formando todavía parte de ella?) cf. GARDINER, The Theory of Proper Names, Londres, y LÉVI-
STRAUSS, La pensée sauvage, cap. VII.

30 Ya hemos encontrado este problema, relativo a la indiferencia del psicoanálisis respecto al empleo del artículo o el pronombre indefinidos, tal y
como lo utilizan los niños: en Freud, y todavía más en M. Klein (los niños que analiza, y especialmente el pequeño Richard, hablan en términos de
―un‖ ―se‖ ―las personas‖, pero M. Klein fuerza increíblemente la cosa hasta hacerles decir locuciones familiares, posesivas y personales). En el
dominio del psicoanálisis, nos parece que sólo Laplanche y Pontalis han entrevisto el papel tan particular de los indefinidos, y han protestado contra
toda reducción in-terpretativa demasiado precipitada: ―Fantas, originaire...‖, Temps modem n.° 215, abril 1964, págs. 1.861, 1.868.

31 Cf. la concepción personalista o subjetivista de E. BENVENISTE:Problèmes de linguistique générale, cap. XX y XXI (especialmente págs.
255, 261) (trad. cast., ed. Siglo XXI.)
DEVENIR-INTENSO, DEVENIR-ANIMAL, DEVENIR-IMPERCEPTIBLE... 311

32 Los textos esenciales de MAURICE BLANCHOT son válidos como una refutación de la teoría de los ―conectadores‖ (embrayeurs) y de la
personología en lingüística: cf. L‟entretien infini, Gallimard, págs. 556-567. Y, sobre la diferencia entre las dos proposiciones ―soy desgraciado‖ y
―es desgraciado‖, o bien ―muero‖ y ―se muere‖, cf. La part du feu, págs. 29-30, y L‟espace littéraire, págs 105-155, 160-161 (trad. cast., ed.
Paidós). Blanchot muestra en todos esos casos que el indefinido no tiene nada que ver con la ―banalidad cotidiana‖, que estaría más bien relacionada
con el pronombre personal.

33 Por ejemplo, FRANÇOIS CHENG, L‟écriture poétique chinoise, ed. du Seuil: su análisis de lo que llama ―los métodos pasivos‖ pág. 30
sig.

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