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El gasto público forma parte de la actividad financiera de los entes públicos, que puede

definirse como la actividad dirigida a la obtención de ingresos y a su aplicación o gasto. Tal


actividad está justificada por la ineludible necesidad que tienen los entes públicos de disponer
de recursos económicos para el cumplimiento de sus fines.
Sin embargo, estos entes tienen la obligación de rendir cuentas de los caudales públicos
utilizados en su gestión, tanto en lo relativo a su destino como al cumplimiento de los
principios de eficiencia, eficacia y economía, para lo que se establece una multiplicidad de
controles.
Esta obligación se corresponde con el derecho que tiene el ciudadano a exigir la rendición de
cuentas. El artículo 15 de la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de
1789 consagra el “derecho de la sociedad a pedir cuentas de su gestión a todo agente
público”.
El control del gasto público examinará la observancia de los principios orientadores del mismo,
consagrados en el artículo 31.2 de la Constitución española (CE) que señala que “El gasto
público realizará una asignación equitativa de los recursos públicos, y su programación y
ejecución responderán a los criterios de eficiencia y economía”.
Este precepto constitucional se encuentra incluido en la Sección 2ª (De los derechos y
deberes de los ciudadanos), del Capítulo segundo (Derechos y libertades) del Título I (De los
derechos y deberes fundamentales), lo que pone de manifiesto la importancia que la
Constitución da a una adecuada gestión de los fondos públicos. En este sentido, el artículo
53.1 del texto constitucional señala que “Los derechos y libertades reconocidos en el Capítulo
segundo del presente Título vinculan a todos los poderes públicos”.

Civilidad. Sociabilidad, urbanidad. Orden. Colocación de las cosas en el lugar que les
corresponde. Concierto, buena disposición de las cosas entre sí. Urbanidad. Comedimiento,
atención y buen modo. Cortesía. Demostración o acto con que se manifiesta la atención,
respeto o afecto que tiene alguien a otra persona.

• Se refiere al trato entre dos o más personas —a la forma en la que


interactúan entre sí, a cómo conviven y se tratan unas a otras.

Existen sinónimos que son suficientes para entender el significado de


civilidad: cortesía, amabilidad, urbanidad, cordialidad, buena educación,
respeto y otras más.
• También, civilidad está muy ligada al concepto de educación y
conocimiento —de donde resulta que “ignorancia” sea prácticamente uno
de sus antónimos. Un ignorante, se piensa, será alguien que tenga un
comportamiento grosero y vulgar.

El respeto es uno de los valores morales más importantes del ser humano, pues es
fundamental para lograr una armoniosa interacción social. Una de las premisas más
importantes sobre el respeto es que para ser respetado es necesario saber o aprender a
respetar, a comprender al otro, a valorar sus intereses y necesidades. En este sentido, el
respeto debe ser mutuo, y nacer de un sentimiento de reciprocidad.

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