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¿Qué tipo de líder eres y qué tipo de

líder quieres ser?


De acuerdo con Dacher Keltner, profesor de psicología de la
Universidad de California, Berkeley, existe un fenómeno denominado
“la paradoja del poder” la cual demuestra que las personas escalamos
gracias a virtudes y cualidades como empatía, colaboración, apertura
y justicia, sin embargo, en cuanto experimentamos el poder y
disfrutamos de una posición privilegiada, estas mismas cualidades
comienzan a desaparecer.

Estudios demuestran que las personas en posiciones de poder dentro


de una empresa son tres veces más propensas que aquellas en
puestos de menor rango, a tener actitudes como: levantar la voz,
insultar, interrumpir a sus colaboradores y realizar múltiples tareas
durante una reunión.

¿De qué manera impacta esta actitud de los líderes en el clima de la


organización y la productividad de los colaboradores? Según una
encuesta realizada a 800 colaboradores y gerentes a lo largo de 17
industrias, cerca de la mitad de los entrevistados que reportaron ser
tratados de manera grosera en el trabajo, aceptaron haber reducido
deliberadamente sus esfuerzos y la calidad de su trabajo como
respuesta.

¿A qué se debe que el poder corrompa la actitud de los líderes? Alfred


Adler, médico y psicoterapeuta austriaco, y fundador de la escuela de
psicología individual, definió el síndrome de superioridad como una
consecuencia de un previo complejo de inferioridad mal resuelto.
Quien no siente la "inferioridad", no precisa exhibir su "superioridad";
por otra parte, quien es claramente superior, es así percibido por los
demás, sin requerir una manifestación mayor.

Para Adler lo que mueve al hombre es su voluntad de poder. En


contraste para Viktor Frankl, psiquiatra y neurólogo también austriaco
y fundador de la logoterapia (terapia del sentido), más allá del poder,
el principal motor del hombre es su voluntad de sentido, es decir el
deseo del hombre para hallar y realizar un sentido, un fin y expresar
su auto-trascendencia.

Aquí tres claves para ser un líder con auto-trascendencia:

1. Reconoce el valor en todas las personas


El problema con los líderes “enfermos” de poder, es que se olvidan de
ver y tratar a sus colaboradores como lo que son: personas. Los ven y
los hacen sentir como un número más, un medio para llegar a las
metas y objetivos.

De acuerdo con la logoterapia, cada persona es un ser único e


irrepetible y por lo tanto irremplazable, no cometas el error de aplicar
métodos y estrategias generales para relacionarte con todos tus
colaboradores, cuando lo que se requiere es tener un trato
personalizado de acuerdo a las características de cada individuo.

2. Respeta su libertad y fomenta su responsabilidad

Otro síntoma de los líderes “enfermos” de poder es su necesidad de


control e incapacidad para confiar y delegar. Creen que si ellos no
están involucrados las cosas no funcionarán.

Lo anterior trae como consecuencia mayores cargas de trabajo para el


líder y frustración y falta de compromiso por parte de los
colaboradores.

Para Frankl la persona define en cada momento, se auto determina,


se auto define: lo que quiere ser, lo que tiene que hacer por sí mismo.

3. No busques el poder sino la auto-trascendencia

El poder es muy efímero. La gente no te recordará por tu cargo, pues


en una empresa muchas generaciones han pasado y pasarán por ese
mismo puesto.

Por lo que realmente serás recordado es por la diferencia que


marcaste, lo que creaste, lo que aportaste y la manera en que
cambiaste la historia de la empresa y de las personas que la integran.

Desde el enfoque logoterapéutico, el hombre auto-trasciende cuando


ama y sirve a otros, se entrega a una causa, se orienta hacia los
valores y está consciente de que existe un fin último, un propósito más
profundo.

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