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Taller 4.1 4.

VERDAD AMARGA

Yo no quisiera ve lo que he mirado


a través del cristal de la experiencia
el mundo es un mercado en que se
compran honores, voluntades y
conciencias
Amigos, es mentira no hay amigos,
la amistad verdadera es ilusión,
ella cambia, se aleja, desaparece
son los giros que da la situación.

Amigos complacientes solo tienen


aquellos que disfrutan de ventura y calma
pero aquellos que abate el infortunio
solo tienen tristezas en el alma.
Si estamos bien nos trata con cariño,
nos buscan. Nos invitan, nos saludan;
más si acaso caemos solo por
cumplimiento nos saludan.
En este laberinto de la vida
donde todo domina la maldad,
todo tiene su precio estipulado,
amores, parentesco y amistad.
El que nada atesora nada vale,
en toda reunión pasa por necio,
y por más nobles que sus hechos
sean solo alcanzan la burla y el
desprecio.
Lo que brilla no más tiene lugar,
aunque brille por oro lo que es
cobre, pero lo que no perdonan en
la tierra es el atroz delito de ser
pobre.
La estupidez, la necesidad, el crimen,
puede tener su puesto señalado; las
llagas de defecto no se ven si las
cubren un tesoro bien contado.

Nada en lo humano es perfecto, puro


y santo, todo se halla con impuro
entremezclado el corazón mismo
con ser tan noble cuantas veces se
encuentra enamorado.
Existe la amistad yo no lo niego,
pero siempre en conjunto defectuoso;
hay rasgos de bondad en el malvado,
hay rasgos de maldad en lo virtuoso.

A nadie habrá de herir lo que asi


digo, porque ceñido a la verdad
estoy me dieron a librar hiel y
veneno, hiel en recompensa doy.
Pero si peco con mis palabras
tosca, de estas líneas oscuras
y sin nombre, doblando las
rodillas en el polvo, pidió

perdón a Dios, jamás al


hombre.

AUSENCIA

Dichoso aquel que de aislamiento


sabe y sabe distanciarse más y más;
al que ha volado como vuela el ave
sobre mundo y mares más allá.
Dichoso así: cuando en el alma
lleva grandiosos lampos de su
propia acción, al que puede sentir
la amarga pena y el ultraje servil
y la traición.
Aquel que lleva su conciencia ilesa, aunque amargo
lleve su corazón; y sufre en silencio la tristeza de decir
a su patria último adiós.
Dichoso aquel que al
despedirse deja sus humanos
esfuerzos en acción y que
en obras su espíritu refleja
porque las pudo hacer y otro no.
¿Qué importa que los viles
callejeros despedacen sus
glorias y sus honores; si
vilmente s quedan
pordioseros sangrando
su propio corazón…?
Anonimo

.06/07/201906/07/2019 9:03 a. m.

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