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Érase una vez un lorito que aprendí a decir una palabra solamente. No
sabemos cuál era esa palabra. Pero se dice que lorito recibía un maní cada
vez que él la decía. El creyó que de esta manera tendrá una visa agradable,
por lo tanto, nunca aprendió otra palabra, vivió comiendo maní.
o Muchas personas que se entrenan para tener un empleo son como el lorito,
aprenden lo que es necesario para obtener un poquito de maní y pasan el
resto de la vida preguntándose porque no consiguen más: no se dan cuenta
de lo que cada persona recibe en esta proporción directa a lo que hace.
Un día sabrás lo mucho que valen tus padres, respétalos, ámalos, cuídalos
y ante todo acepta sus consejos. Dile cuanto los quieres cada vez que
tengas la oportunidad.
Se dinámico en la vida, no te pares con los brazos cruzados. No son las
ideas bonitas las que valen, son las obras que llevas acabo. Los pies no
caminan echan raíces.
No esperes que los necesitados vengan a llamarte: ve tu a visitarlos en sus
tugurios, llévales una palabra de aliento, una sonrisa complaciente, un
pensamiento de amor.