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Las virtudes y los valores están presentes desde los inicios de la humanidad,
siempre han existido y siempre existirán. Valores como la bondad, la
responsabilidad, la fidelidad, la sinceridad, la honradez, o virtudes como la
prudencia, la justicia, la esperanza … siempre serán objetivos a los que el ser
humano tenderá, algo que buscará para ser feliz y hacer felices a los demás.
Para llegar a las virtudes tiene que existir el valor como hábito adquirido en la
persona. Santo Tomás define la virtud como un “hábito operativo bueno". Por lo
tanto, las virtudes son un tipo de cualidades estables, y por eso son hábitos y no
meras disposiciones o cualidades transeúntes.
La virtud permite al hombre hacer una obra moral perfecta y le hace perfecto a él
mismo.
El objetivo de una vida virtuosa consiste en llegar a ser semejante a Dios. (S.
Gregorio de Nisa, beat. 1), (Cat. 1803)
Para orientar a una familia cristiana en las virtudes y valores en los que educar a
sus hijos, iremos paso a paso y comenzaremos por describir las virtudes cardinales
(prudencia, justicia, fortaleza y templanza) y las virtudes teologales (fe, esperanza
y caridad), para pasar después a los valores o virtudes humanas, como la
sinceridad, la responsabilidad, la laboriosidad, el respeto, etc.
VIRTUDES CARDINALES:
La prudencia es la luz que dirige todos nuestros actos para llegar a Dios. La
prudencia ayuda al hombre a poner atención a la voz de su conciencia, en vez de
poner atención a lo que siente.