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El eclipse
de la fraternidad
Crítica
~
Barcelona
""'
IV
'" ' EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
Angeles Lizón y Ana Lizón, hijas del exilio, que llevan e1J el corazón la
Segunda República española, apoyaron desde el comienzo Widea de escribir
este libro con un entusiasmo tan contagioso, que no sabría como agradecér
Prólogo
de Ciencia y Tecnología.
lado contra su condición de mero prolegómeno. Parte de ese crecido material
es lo que ha acabado convirtiéndose en el presente libro.
Todas las traducciones de las citas son mías, salvo cuando se da el nom
"......-
, 12 EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
PRÓLOGO 13
Para empezar, y poc motivos que espero le resulten claros al lector en los ca
~"L~<.<:~.l1::lH~~>, en efecto -la urbana, no menos que la rural-, '!.?quería
pítulos 11 y ID del presente libro, a diferencia del europeo o c:ierTheroamerica
no, no t,llYº,~IJ.;C:P,ll~liC~llismo revolucionario norteamericano -tampoco el quedarse fue_ra.A~}~ n_~~~._~E~ed~5i!i!'psgIl1et.igapor la revQh,ici§!1, no
quéríáseguir permaneciendo en el mundo subcivil en que la tuvo inveterada
democrático de ]efferson- necesidad alguna de la divisa'·;<fraternidad». Lo
mente confinada la sociedad señorial del Antiguo Régimen. Quería ingresar
que acaso contribuya a expIlcar, por ejemplo, la visión candorosamente psi
plenamente en el ámbito de la loi civil, y quería acabar también con el des
cologizante que ofrecía Rawls de la «fraternidad» en su Teoría de la justicia:
potismo de la loi de famílle subcivil, no sólo con el de la loi politique supra
civil. También ella, toda ella -pequeños artesanos pobres, trabajadores
En comparación con la libertad y la igualdad, la idea de fraternidad ha tenido
asalariados urbanos, aprendices, jornaleros, domésticos de todo tipo, cria
un lugar menor en la teoría democrática. Está concebida para ser unconcept9
dos, campesinos sujetos a varias servidumbres-, q~e!ía elev~rse de pleno <ie
políticamente menos específico, que I!0 define por sí mismo ninguno de los de
recho a la condición de una vida civil de libres e iguales. Y esa pretensión de
rechos democráticos, sino que canaliza más bien determinadas actitudes men
tales y formas de conducta, sin Jas cuales perderíamos de vista los valores ex
universalizar la
libertad republicana, rotundamente manifestada en el mo
presados por esos derechos. 2 -; mento mismo en qúé la revofuci6ÍÍ' se aprestaba a dar los golpes definitivos
que iban a acabar políticamente en Francia con la configuración señorial, tu
telar y paternalista característica de la sociedad civil europea del Antiguo Ré
La divisa~Libertad, Igualdad, Frat~midad» $e asomó por vez primera a
gimen, esa pretensión de elevar también a la {canáíia~ a la plena condición
la historia universal el 5Ae giciembre de 1790. La acuñó Robespierre en un
g~ ciuqaqanos, es 10 que desde 1790 se expresó1ri Europa y en la América
célebre discurso ante la Asamblea Nacional, defendiendo los derechos del
que había heredado el tipo de sociedad viejo~,q!.oIt~,de la colonización espa
hombre y del ciudadano contra el sistema censitario que pretendía aplicarse
ñola y portuguesa con la\metáfora de la <\.fraternidad>~.3
a la Guardia Nacional. En el proyecto de ley alternativa con que Robespierre
Que esa pretensión se sirviera de una rrietafofáconceptual procedente del
concluía su discurso, se disponía que «todos» los ciudadanos mayores de 18
ámbito de la vida familiar es cosa que no pilede sorprender, si se pondera de
años -y no sólo los ricos-- serían, de derecho, inscritos en la Guardia Na
bidamente el hecho de que «la familia era la célula de base de la sociedad del
cional de su comuna; que esos guardias nacionales serían las únicas fuerzas
Antiguo Régimen».4 Y «familia» -del latín famuli: esclavos, siervos- se
armadas empleadas en el interior, y no el ejército heredado del viejo régimen;
guía denotando, como en la Edad Media, no sólo el núcleo restringido de pa
que, en caso de agresión exterior, competería a los ciudadanos en armas, y
rentesco, sino el amplio, y aun amplísimo, conjunto de individuos que, para
sólo a ellos, el defenderse. y que, finalmente, llevarían sobre el pecho yen sus
estandartes estas palabras: vivir, dependían de un señor, entendido como pater familias. El medievalista
Niermeyer, por ejemplo, ha llegado a recopilar no menos de nueve sentidos
en que podía entenderse la palabra familia; todos sin excepción apuntan a re
«Libertad, Igualdad, Fraternidad»
laciones de dominación y dependencia, de subalternidad respecto de un señor
patriarcaJ.5
El diputado Robespierre, que venía luchando desde hacía meses contra la
distinción, aprobada en cámara, entre «ciudadanos activos» (capaces de pa
3. Morelos, el insurgente antiabsolutista mexicano que no consiguió entusiasmarse con las
gar un censo) y «ciudadanos pasivos» (pobres), volvía ahora a la carga, y reformas promovidas desde las Cortes de Cádiz, expresó con gran claridad su rechazo a las
nada menos que en punto políticamente tan sensible como el carácter de cla mismas sirviéndose precisamente de la metáfora fraternal; el lazo fraternal, la elevación a la
se de la futura Guardia Nacional. dignidad civil de (casi) todos, que proponían las nuevas Cortes españolas, sólo mentidamente
También en 1790, el otro gran portavoz del ala democrática -plebeya alcanzaba a los habitantes de las colonias: "Las Cortes de Cádiz han asentado más de una vez
de la revolución, Macat, había expresado con suprema claridad el problema: que los americanos eran iguales a los europeos, y para halagarnos más nos han tratado de her
manos, pero si ellos hubieran procedido con sinceridad y buena fe, era consiguiente que al mis
mo tiempo que declararon su independencia hubieran declarado la nuestra y nos hubieran de
Ya vemos perfectamente, a través de vuestras falsas máximas de libertad y de jado en libertad para establecer nuestro gobierno, así como ellos establecieron el suyo.» Citado
vuestras grandes palabras de igualdad, que, a vuestros ojos, no somos sino la por Silvio Zavala, Apuntes de historia nacional: 1808-1974, F.C.E., México, 1999, p. 39.
canalla. 4. Véase voz «Familles», en el Dictionaire de [,Ancien Régime, Lucien Bély, dir., PUF, Pa
rís,1996.
2. John Rawls, A Theory ofJustice, Oxford Univ. Press, Oxford, 1971, p. 125. 5. Éstos: 1) conjunto de siervos que dependen de un señor; 2) conjunto de dependientes de
diversas categorías que dependen de un señor; 3) conjunto de dependientes de diversas catego-
y si se repara bien en el hecho, por ejemplo, de que hamo lIega-a signifi enseñoreadas de las distintas naciones --domésticas de sus reyes-, también
car en el latín degenerado de la Edad Media 'dependiente', 'siervo', 'vasallo' los distintos pueblos de la tierra, emancipados de esa tutela segmentante, se
(y de aquí 'homenaje': el que tributa el vasallo a su señor), se comprenderá hermanarían alegres: eso fue la Weltbürgertum ilustrada, la República cos
también que los grandes ideales de humanidad de la Ilustración europea die mopolita.
ciochesca se expresaran igua.lmente córiiriei<Íforas conceptuales procedentes El genuino símbolo de la Ilustración europea que fue el Himno a la ale
de la vida «familiar». gría de Schiller (1786), convertido por Beethoven en canto revolucionario,
Que la Ilustración sea por encima de todo la aspiración al título de «ma no podía expresarlo de un modo más feliz: ¡Al/e Menschen werden Brüder!,
yoría de edad», según lo expresó con singular eficacia Kant, la exigencia, esto todos los seres humanos, todos, de cualquier raza, sexo, confesión religiosa o
es, de «emanciparse» -jotra metáfora de la vida familiar!- deiiitelas que condición social, todos llegarán a ser hermanos, en la medida en que, adul
despótfcamente[i;antienen en la minoría de edad, es algo que sólo cabal toS, se emancipen de las tutelas señoriales y patriarcales. No era una efusión-
mente puede entenderse en todo su significado cuando se ha comprendido el sentimental; Schiller y Beethoven pusieron letra y música al núcleo del pro
contexto histórico de un anden régime europeo -y por transplaute, iberoa grama emancipatorio ilustrado.
mericano- que mantenía al grueso de su población humilde en variadas si De modo que con su exigencia de «fraternidad» el ala democrática ple
tuaciones de dependencia patriarcal. Kant mismo, como Rousseau, como beya de la Revolución francesa no hacía sino expresar políticamente en 1790
Fichte, como casi todos los grandes nombres de la Ilustración europea, han el ideario de la Ilustración europea dieciochesca: pues incoada en ese ideario
sido «familiares» ellos mismos en algún momento de sus vidas, es decir, de estaba la pretensión de que el conjunto de las «clases domésticas» accedieran
pendientes, en calidad de preceptores, de algún señor europeo. El amor frus a la mayoría de edad. Robespierre y Marat exigían, ahora políticamente, que
trado por Diotima, la hija del-y, por lo tanto, sujeta al- señor del que H61 los miembros de esas clases se hermanaran como ciudadanos de pleno dere
derlin fue «familar», llevó a la locura al poeta. Y el «familiar» Hegel se sintió cho de una nación emancipada, para hermanarse luego con el resto de pue
al punto hermano de la criada Marianne cuando leyó la homónima comedia blos emancipados de la Tierra. Y en eso fueron consecuentes hasta el final: a
de Marivaux. diferencia de la Gironda partido de la guerra y de las conquistas territo
Pues «emanciparse» -librarse de la tutelapaterna- es «hermanarse»: riales, el partido defensor de la esclavitud en las colonias-, nunca habría de
emancipado de la tutela de mi señor no sólo podré ser hermano de todoslos concebir el Partido de la Montaña a la República francesa sino como una
«menores» que compartían ya cotidianidad conmigo bajo la misma tutela se parte integrante y hermanada de la República cosmopolita. Por eso no quie
ñorial; podré ser, además, hermano emancipado de todos aquellos que esta re tampoco Robespierre en 1790 que la Guardia Nacional se constituya con
ban bajo la tutela y la dominación -dominación viene de domus: de nuevo, propósitos de guerra en el extranjero: la defensa de la patria, en caso de agre
juna metáfora famíliar!- de otros patriarcas. La parcelación señorial de la sión del despotismo monárquico extranjero, la quiere reservar a los ciudada
vida social en el Antiguo Régimen impide el contacto con ellos; caído ese ré nos en armas.
gimen, todas las «clases domésticas», antes segmentadas verticalmente en ju Ese es el verdadero origen de la consigna de «fraternidad», inexplicable
risdicciones y protectorados señoriales y patriarcales, se unirían, se fundirían si no se entiende su arranque histórico en la lucha contra la sociedad señorial
horizontalmente como hermanas emancipadas que sólo reconocerían un pro del Antiguo Régimen europeo. Algo parecido podría decirse sobre Iberoamé
genitor: la nación, la «patria» (jotra metáfora conceptual familiar!). rica: pues allí fue trasplantada por los «conquistadores» españoles y portu
Pero la ola de hermanamiento no se detiene aquí; es contagiosa. En el gueses una sociedad colonial bastante parecida en su configuración señorial
sueño ilustrado, caídos no sóloIos'señoríos, destruida no sólo la sociedad ci a la viejoeuropea. Pero Norteamérica, como dijo una vez Mariátegui, no fue
vil del Antiguo Régimen, sino también las despóticas monarquías absolutas «conquistada», sino «colonizaJa».Las colonias norte~ímericanas llegaron a
conocer -iY cómo!-la esclavitud en las grandes haciendas algodoneras del
sur, pero no el inmenso gradiente de servidumbres, patronazgos y clientelis
rías que se encuentran en un dominio señorial; 4) conjunto de tributarios de la Iglesia que go mos granfamiliares característicos de la América española y portuguesa. De
zan de un estatuto particular; 5) conjunto de ministeriales y dependientes de orden inferior que aquí, como ya sugerido, que la consigna de fraternidad no tuviera necesidad
dependen de un señor; 6) vasallos libres, ministeriales y dependientes de orden inferior que de
penden de un señor; 7) dependientes de orden inferior; 8) conjunto de habitantes de un mo de arraigar en la tradición política republicana de EE. UU.
nasterio, comprendidos los monjes; y 9) una única pareja de no libres. Véase Alain Guerreau, y tal vez eso, su propia y distinta tradición, sirva en parte para explicar
El feudalismo,]. Lorente, trad., Crítica, Barcelona, 1984, p. 209. no sólo el malentendido de Rawls, sino también otro malentendido que pro-
~ ,.. "...-.
PRÓLOGO 17
16 EL ECLIPSE DE LA FRATl::RNIDAD
cede de algunas autoras feministas noneamericanas o australianas para mí aniquilando de raíz la capacidad de éstas, como potencias feudales privadas,
tan estimables como Carol Pateman, quien sostuvo en un artículo que ha he para disputar con éxito a los poderes públicos el derecho a definir el bien pú
cho época que la fraternidad~era una divisa machista, en la medida en que blico. Los republicanos independentistas noneamericanos no tuvieron que
sólo pretendía una incorporación a la sociedad civil de los padres de familia expropiar a los monasterios católicos, como Eduardo VIII en la Inglaterra de
-ricos y pobres-. 6 Es cuando menos sorprendente que una filósofa de su ta finales del XVI; no tuvieron, como Cromwell en el XVII, que estabular sus ca
lento y de su honradez científica cite nada menos que a Locke como ~I in ballos en las catedrales de las iglesias reformadas inglesas; no tuvieron que
ventor de esa nueva forma de patriarcalismo sofisticado que consistitl¡a en expulsar a los jesuitas, como Luis XIV en la Francia del siglo XVII y Carlos III
hermanarse igualitariamente todos los hombres, manteniendo en cambio su en la España del XVIII; no tuvieron que expropiar y redistribuir las tierras se
jetas a las mujeres. Pues difícilmente podría ocurrírsele a Locke, teórico puro ñoriales de la Iglesia galicana, como los revolucionarios franceses del XVIII;
donde los ha ya de la vida «civil», una metáfora conceptual igualitaria que, ni tuvieron tampoco, para lograr la tolerancia, que desamortizar y vender los
partiendo del ámbito cognitivo doméstico desembocara en el dominio-térmi bienes de la Iglesia católica, como Mendizábal y Juárez en la España y en el
no de la vida civil pública. Ese tipo de metáforas igualitarias sólo se le pue México del siglo XIX; ni tuvieron, como la República helvética en 1848, que
den ocurrir o a las mujeres o a los domésticos subalternos. Y en efecto, si se convenir en precepto constitucional la prohibición del establecimiento de la
repasan los dos tratados de Locke invocados por Pateman como prueba prin Compañía de Jesús en su territorio.
cipal de cargo contra.el machismo d~ la"«fr.a~(!r!lidad», ¡la metáfora no se ha y tal vez por eso resulte hoy también, incluso entre personas cultas, más
lla ni una sola vez! ' difícil de entender en Norteamérica que en Europa o en Iberoamérica el pre
Fue precisamente una mujer, Aspasia, la gran dirigente del partido de los ciso significado político que el logro de la tolerancia tenía para un Locke o
pobres en la democracia plebeya ática, la que por vez primera usó esta metá para un Voltaire: no la inacción, no la no interferencia de los poderes públi
fora. Y las plebeyas de la extrema izquierda democrática agrupadas en los cos en las querellas y desencuentros de la sociedad civil, sino, al revés, una ac
clubes jacobinos de mujeres republicanas --como la actriz Claire Lacombe tivísima interferencia -no arbitraria- que tenía como propósito la destruc
siguieron esa tradición de la democracia antigua, y no pusieron menos ardor ción de la raíz económico-institucional de cualquier poder privado capaz de
en la defensa de la «fraternidad» y de la abolición de toda loi de famille que disputar con éxito a la república el derecho a definir el bien público.
los mismísimos Marat y Robespierre. 7 El movimiento popular democrático Pero el hecho de que las colonias norteamericanas no conocieran la pro
fraternal desencadenado en Francia a partir de 1790 cumplió con creces las piedad señorial y el poder temporal de las Iglesias -que habían sido ya des
viejas aprensiones de Aristóteles, temeroso de que una democracia radical truidos tiempo ha en la metrópoli-; el hecho de que los revolucionarios in
llevara a la gynaicocratía. al predominio de las mujeres en la pólis y a la des dependentistas del Norte no tuvieran que empeñarse en esa labor, aún
trucción del «buen}) orden doméstico en el oikos. pendiente en el continente europeo y en Iberoamérica, de activismo público
Yo no encuentro otra explicación al hecho de que dos filósofos políticos destructor de las grandes esferas de poderes privados; el hecho de que a lo
de la solvencia de Rawls y Pateman tengan malentendidos tan graves con la sumo se le planteara allí a la joven República septentrional el problema de
«fraternidad» que el hecho de que pertenecen a una tradición política muy respetar, y hacer que se respetaran entre sí, las diversas iglesias y sectas cris
distinta de la europea y la iberoamericana. tianas procedentes del viejo continente -muchas de ellas, perseguidas en Eu
Tampoco hay un claro paralelo norteamericano al gran movimiento ropa por heréticas-8 que en toda libenad se fueron estableciendo en ultra
preilustrado y postilustrado laicizante que, en Europa y en Iberoamérica, mar; el hecho, en una palabra, de disponer de esa ventaja inicial, hizo del
tuvo que construir la tolerancia y la neutralidad del Estado contemporáneo laicismo republicano norteamericano un instrumento de mucho menores
mediante una obra de destrucción del poder terrenal de las diversas iglesias, momento y radicalidad que"Íos que llegó a alcanzar la vigorosa ola laicizan-
te europea y aun iberoamericana.
6~ Carole Pateman, «The Fraternal Social Contract», reproducido en John Keane, comp., y no es seguramente exagerado decir que la Europa del siglo xx no
Civil Society and the State, Univ. of Westminster Press, Londres, 1998. ya, en buena medida, la del XIX- debe al impulso del movimiento ilustrado
7. Pero no hubo que esperar al movimiento democrático plebeyo jacobino. Baste recordar, laicizante, antipatriarcalista y fraternizador que viene del ala demócratico-re
por ejemplo, que la logia francmasona más prestigiosa de París, fundada en 1776 por Lalande,
se llamaba precisamente «Logia de las Nueve Hermanas», y sus igualitarios estatutos «frater
nales», además de los noblemen, gentlemen and workingmen prescritos por la Constitución 8. Una de ellas, los cuáqueros, fundó durante la época colonial la ciudad de Filadelfia, que
masónica de Londres en 1723, admitían también a mujeres. quiere decir «fraternidad" en griego.
18 EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
PRÓLOGO 19
volucionaria de la Primera República francesa la desaparición en sus leyes ci
viles de cuando menos los más lacerantes vestigios del imperativo cristiano mundo subcivil de las clases domésticas, hizo a la vez muy difícil no conceder,
paulino de sujeción de la mujer al varón. 9 No de todos, por supuesto. Pero ni ya fuera retóricamente, a las mujeres --clase doméstica por excelencia, ricas o
en la República de México ni en ningún país democrático europeo habría pobres, en el viejo régimen- atributos de ciudadanía y «hermandad»:
sido posible que en la segunda mitad del siglo xx un alto tribunal de justicia Estaréis allí, vosotras, jóvenes ciudadanas, a quienes la victoria habrá de ofre
sentenciara, Como hizo la Corte Suprema del Estado de Ohio, todavía en ceros también muy pronto hermanos y amantes dignos de vosotras. Allí esta
1970, que la mujer es: «como mucho, un sirviente superior de su mairido»,1O réis, vosotras, madres de familia, cuyos esposos e hijos levantan los trofeos a la
Ni, dicho sea de paso, resultaría siquiera concebible en Europa\--o en República sobre los escombros de los tronos. ¡Oh mujeres francesas!: ¡amad la
México-- que asociaciones de padres cristianos fundamenta listas lograran, libertad comprada al precio de su sangre! ¡Serviros de vuestro imperio, a fin de
como en EE. UU., imponer en las escuelas públicas, sentencia judicial me que se extienda el de la virtud republicana! ¡Oh mujeres francesas: sois dignas
diante, la enseñanza de doctrinas creacionistas en pie de igualdad con la en del amor y del respeto de la Tierra! 12
señanza de la teoría darwinista de la evolución biológica. Si hubiera que describir con un solo dato las muchas diferencias existen
Por motivos parecidos, y salvando, claro está, todas las distancias, resulta tes entre EE. UU. y la Europa de hoy, un dato sólo, pero que revelara inme
difícil imaginar a un filósofo europeo o iberoamericano que, disponiendo del diatamente una importante divergencia que ha contribuido en el siglo xx a
talento analítico, de la cultura histórica y de la radicalidad y profundidad en la que sus respectivas tradiciones y experiencias políticas democráticas, ya ini
convicción democrático-republicana que sin duda hay que suponerle a Rawls, cialmente dispares, siguieran separándose, me quedaría con éste: los trabaja
y queriendo iluminar el concepto de las personas en la posición original del dores asalariados norteamericanos -los descendientes de los antiguos famu
contrato, hubiera procedido en 1971 a servirse de la metáfora de los «padres li- trabajan hoy, de promedio, nueve semanas más al año que sus hermanos
de familia»,l1 Mas no por diferencias graves de apreciación respecto del valor europeos, y no a cambio de salarios mayores. l3
de la causa feminista, sino por una diferencia de tradición político-cultural:
precisamente la dimensión antipatriarcalistade la fraternidad rev(Jlucionaria 12.. Robespierre, «Rapport presenté au nom du Comité de Salut public, 18 floréal an Il»,
~19Qea"-<:~~tri'~uyó' lo suro a' fíini~iai'lª:lra-dI~I~~ d~rTI~~~!i~i,"~~~~_de 7 de mayo de 1794. Recogido en la Discours et rapports a la Convention, Union Générale d'E
imágenes y metaforas patriarcales. El demócrata revolucionario Jefferson-en ditions, París, 1965, pp. 281-282. (Los énfasis añadidos son míos.) Todavía a mediados del XIX
cuya"tradíCíon'est:rRawIs- quería una democracia radical de pequeños pro resonaban en las mujeres de la democracia social revolucionaría europea los ecos de esta fra
ternidad democrática radical prometida también a las mujeres en 1792. Así, en las Memorias
pietarios, padres de familia. Por eso, durante la gran campaña electoral que le de una de las más famosas republicanas del 48, Malwida von Meysenbug, puede leerse: «Una
llevó en 1800 a la Presidencia de EE. Uv., fue repetidamente acusado por to tarde, de regreso de un paseo solitario, encontré mi casa en grado de superlativa excitación.
dos los conservadores de jacobino y ateo, Pero precisamente el jacobino Ro ¡Habían llegado las noticias de la Revolución parisina del 24 de febrero [de 1848]. Mi corazón
bespierre -asimismo partidario de una democracia radical fundada en la pe desbordaba de alegría. La Monarquía, derribada; la República, proclamada; un gobierno pro
queña propiedad campesina- no pudo servirse de ese tipo de metáforas, visional que contaba con un famoso poeta y con un simple obrero entre sus miembros ... iY las
grandes consignas de "Libertad, Igualdad, Fraternidad" volvían a inscribirse en las banderas
todavía adheridas al mundo mental de la propiedad patriarcal. Pues el mismo del movimiento». (Malwida von Meysenbug, Aus den Memoiren einer ldealistin, Verlag der
giro mental que tan expeditamente permitió convertir en ciudadanos de pleno Nadon, s. d. (primera edición de 1869), p. 150. Yen el prólogo, declara: «Resolví consagrar
derecho -y, por lo tanto, en (,hermanos»- a los pobres pertenecientes al estas Memorias a las hermanas, más dichosas, que, llegado el día, podrán desarrollarse en el
aire libre de unos derechos reconocidos ... Mi nombre está de más, con sólo que me lleve a la
9. «La mujer aprenda en silencio, con toda sujeción. Porque no permito a la mujer ense tumba la certeza de que la mujer dejará de ser un fetiche, una muñequita o una esclava, para
ñar, ni tomar autoridad sobre el hombre, sino estar en silencio». Pablo, Tim. 2, 11-12. (Según trabajar en unión con el hombre, y como un ser humano consciente y libre, en la realización de
la traducción de don Cipriano de Valera.) la vida en familia, en la sociedad, en el Estado, en las ciencias y en las artes, es decir, en la rea
10. y la legislatura del Estado de Georgia aprobó en 1974 una ley estatal que definía al lización de lo ideal en la vida de la humanidad». (Ibid., pp. 10-11)
marido como «cabeza de familia», con la «mujer sujeta a él; la existencia legal de ella ... se fun 13. Según estadísticas del Bureau of Labor norteamericano. El número de horas trabaja
de con la del marido, excepto cuando la ley la reconozca separadamente, o bien para proteger das al año por los asalariados norteamericanos se incrementó en 184 entre 1970 y 1992: la po
la, en el propio beneficio de ella, o bien por motivos de preservación del orden público». Am blación trabajadora trabajaba en 1992 unas cuatro semanas y media más que 1970, por un sa
bas citas proceden del interesante estudio de Joan Hoff, Law, Gender & Injustice. A Legal lario real medio parecido, y muchas veces, inferior. (Véase Juliet Schor, The Overworked
History of U.S. Women, New York Univ. Press, Nueva York, 1991, p. 281. American, Basic Books, Nueva York, 1992. Yeso explica en parte el hecho de que el uno por
11. Metáfora que con razón indignó a las escritoras feministas norteamericanas. Véase A 100 más rico de la población norteamericana haya conseguido hacerse con el setenta por 100
Theory ofJustice, op. cit., p. 128. de toda la riqueza generada por la economía estadounidense desde 1975. Véase Robert Frank,
Luxury Fever, Simon & Schuster, Nueva York, 1999.
20 EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD 21
PRÓLOGO
Ningún dato más revelador que éste del hecho de que no llegaran a cua E~te libro es una¡re~~::p~&E~.~~~, d.e1a tradición ~ocialis~ay Narra una
jar en la vida política de EE. UD. el tipo de partidos y organizaciones obreros histona contada muc1l:as veces, pero nunca desde un punto de VIsta que trata
de inspiración socialísta que han determinado, en cambio, la vida política eu de entender la tradición socialista como terca continuadora, una y otra vez de
ropea contemporánea. 14 rrotada, de la pretensión democrático-fraternal de civilizar el entero ámbito
La tradición democrática europea -y buena parte de la iberoamerica de la vida so.¡;jal: de erradicar el despotismo heredado de la vieja loi de fami
na- ha sido profundamente marcada por la experiencia del vigorosq desa ll~ -el despotismo patriarcal doméstico, no menos que el despotismo del pa
rrollo en su suelo, a partir de la segunda mitad del de partidos y 4e mo trón sobre el trabajador-,15 y de erradicar el despotismo burocrático-estatal
vimientos obreros socialistas, en el amplío sentido de esta palabra, que irtcluye heredado de la vieja loi politique de-l~s Estados monárquicos absolutistas mo
al anarquismo, al comunismo y al laborismo. Piénsese lo que se quiera de esos dernos. y sostiene que esa lucha sigue viva. Y ~ue el futuro está abierto.
movimientos, no es posible entender nada de la particular tradición democrá -. Escrito desde el lado de la¡fiíosofía polítiéai el libro partió de una perple
tica europea sin entender cabalmente el significado histórico del socialismo ja insatisfacción, parecida a hi"que tan bien ha'iabido expresar recientemen
obrero, el cual determinó en Europa desde el acceso al sufragio universal mas te, desde el lado de la historiografía profesional, la historiadora francesaFlo
culino (y luego, tras la Gran Guerra, y progresivamente, también al femeni rence Gauthier con este interrogante:
no), hasta la constitucionalización de la empresa capitalista, pasando por la
legislación social, el comportamiento y la forma de organizarse del entero ¿Por qué los historiadores de la revolución no se plantean ya estos problemas?
abanico de los partidos políticos, la caída de las monarquías absolutistas o ¿Cómo han llegado a ignorar, a olvidar, a despreciar el hecho de que la revo
meramente constitucionales, o la evolución misma del parlamentarismo. lución en Francia, de 1789 a 1795, fue una revolución de los derechos del hom
El socialismopolí!ico -y también el anarquismo- arrancó en Europa bre y del ciudadano? ¿Por qué la historia de la revolución se ha separado en el
de la mano de l~ democracia republícana heredera del ideario fr~te-iºIiad~r siglo XX de la filosofía de la revolución?16
jacobino. Marx y Engels mismos presentaron en su Manifiesto de 1848 al co
munismo como un ala de esa democracia social revolucionaria. Por esa fecha Me temo que yo tampoco tengo una respuesta que sirva para explicar por
eran miembros de la Asociación Internacional de "Demócratas Fraternos», qué, a su vez, la filosofía política contemporánea ha llegado a pensar que po
que había sido fundada en Londres por el obrero cartista Julian Harney, el
15. La lucha democrático-fraternal por la civilización del ámbito de vigencia de la loi de
22 de septiembre de 1845 (aniversario de la Primera República francesa). La
famílle sé'enconrró con una nueva realidad cuando el desarrollo del ca
Revolución de febrero de 1848 derribó en Francia a la monarquía constitu pitalismo industrial escindió irreversiblemente las funciones productiva y reproductiva de ese
cional orleanista, y un gobierno provisional comPllestonuclearme!l!e de ,~e ámbito, tradicionalmente unido, y separó la institución (productiva) de la empresa capitalista
mócratas sociales neojacobinos (Ledru Rollírí)y socialistas que se llamaban y la institución (reproductiva) del hogar familiar modernos. El socialismo político nació con esa
"fraternales» (louis Blanc) proclamó la Segunda República fra_n_<;e.sa con la escisión. Y llevan razón muchas críticas feministas de la trad'i~ión socialista cuando insisten en
pretensión de realizar cumplidamente el tercer vlllor republicanpQ.ly!QaJto: el -1a oarcialidad de la misma al concentrar el grueso de su fuego democrático contra la institución
de la empresa capitalista, desatendiendo a menudo la dominación subcivil en la
de la fraternidad. Cuando la llamada República4~Jª . frª!el]li~ad fracasó, t:l institución (reproductiva) de la familia contemporánea. Pero tal vez deberían recordar también
i9~ªr_i~ ,r~voíucionario fraternal, esa estrena rutilante que había venido do~ la unilateralidad con que tantas valiosas luchadoras feministas de clase media y alta hicieron a
minando l~-~~~~a-deri-pofítica democrática radical europea durante déca su vez lo contrario en el pasado, y particularmente en los países en los que no había arraigado
das, y que había servido al «cuarto estado» (los trabajadores pobres) para sólidamente la tradición democrático-fraternal continental. La señora Pankhurst, alma del gran
emanciparse políticamente del «tercero» (los burgueses) desde 1790, guedó movimiento de las sufragistas británicas antes de la primera guerra mundial, pretendió en 1918
la reintroducción del sufragio censitario, sólo para ricos, hombres y mujeres; la señora Susan
eclipsada: su más legítimo heredero, el movimiento obrero de inspiración so
Anthony, con razón considerada una heroína de la lucha por los derechos de las mujeres nor
Ciáiista,-apenas pareció acordarse de ella, salvo en momentos de particular, y teamericanas en el siglo XIX, dijo que se dejaría «cortar un brazo antes de que los sucios negros
a veces, enigmático simbolísmo. tuvieran sufragio y las mujeres no»; y la gran Elisabeth Cad y Stanton habló en contra de con
ceder el sufragio a ,dos africanos, los chinos y los extranjeros ignorantes en cuanto pisan nues
tra tierra». Véase A. Kraditor, The Ideas of the Woman Suffrage Movement 1890-1920, Nor
14. Hubo un interesante Partido Socialista en EE. UU., dirigido por el emigrante de origen ton, Londres, 1965, pp. 84-85.
español, Daniel de León. Llegó a tener en la TI Internacional incluso más importancia antes de 16. Florence Gauthier, Triomphe et mort du droit naturel en Révolutíon. 1789-1795
la Gran Guerra que los partidos laboristas de Gran Bretaña o de Australia. Pero, por motivos 1802, PUF, París, 1992, p. 10. Agradezco a mi viejo amigo Joaquín Miras que me llamara la
que habrá ocasión de ver en este libro, prácticamente desapareció después de 1918. atención sobre este importante libro de Florence Gauthier.
22 EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
Error gravísimo, por lo demás. Pues pesa tanto la tradición, que incluso Dem?fobia, después de 1848
cuando aparece algo radicalmente nuevo en política, si de verdad aspira a una
perspectiva de futuro, si quiere ser de verdad nuevo --en vez de epidérmica
erupción pasajera, o ridícula tormenta en un dedalito de fluidos acadétnicos-,
se sabe obligado a recordar el pasado, el mejor pasado. Un nuevo y ya maduro
partido de izquierda, acaso el más interesantemente nuevo y maduro del mun
do, ganó hace pocos meses las elecciones presidenciales en Brasil, el país de ma
yor peso demográfico de toda lberoamérica. Su nombre no es otro que Partido
de los Trabajadores. Y en el breve pero retóricamente interesante discurso de
toma de posesión que su candidato, Lula --el primer trabajador industrial que UANDO DECIDí ESCRIBIR ESTE LIBRO -hace ya casi diez años- un cole
accede en toda América a tan alta magistratura-, ha pronunciado ante la cá
mara de la República, por dos veces se ha acordado de la fraternidad. Una, rin C ga extranjero más culto históricamente de lo que suele ser normal entre
los filósofos políticos me espetó asombrado: «¿Sobre la "fraternidad", y
diendo tributo a la memoria de la lucha de la población trabajadora brasileña:
siendo español? ¡Qué valiente!».
Intuyo que escribir sobre «fraternidad», el valor olvidado de la tradición
y yo estoy aquí, en este día soñado por tantas generaciones de luchadores que republicano-revolucionaria moderna, resulta hoy bastante menos atrevido en
vinieron antes que nosotros, para reafirmar mis compromisos más profundos
el ambiente académico establecido que hace dos lustros, cuando campaba
y esenciales, para reiterar a todos los ciudadanos y ciudadanas de mi País el sig
por sus respetos la fantástica idea de que el reino de la política mora en el pri
mer círculo del infierno de Dante: en el de lá' indiferenzza, en el del p~ro in
nificado de cada palabra dicha en campaña, para imprimir al cambio un ca
rácter de intensidad práctica, para decir que llegó la hora de transformar el
Brasil en la nación con la que la gente siempre soñó: una nación soberana, dig terés piopio~goísta. Que el amor y el odio, que el cielo, el purgatoríó y las
na, consciente de su propia importancia en el escenario internacional, y al mis zonas más abisales del infierno son también territorio de la política es cosa
mo tiempo, capaz de abrigar, de acoger, de tratar con justicia a todos sus hijos. que hoy, si no por descontada, se da por suficientemente admitida de nuevo
hasta en las torres marfileñas más celosamente defendidas de la opinión pú
y otra, para resaltar la unidad intergeneracional e intergenérica del démos: blica. Mudanzas del tiempo; ventajillas del escritor tardígrado.
Pero el hecho de escribir en el país campeón de las guerras «fratricidas»
Los hombres, las mujeres, los más viejos, los más jóvenes, están hermanados en c()nt<:~I2~.~ánea~~rmag~se.
un mismo propósito de contribuir a que el país cumpla su destino histórico de Agustín de Foxá, en la que sin duda es la mejor novela escrita desde el ban
prosperidad y de justiciaY do de los vencedores sobre la guerra civil española de 1936-1939, ofrece el si
guiente retrato de los manifestantes que celebraban por los barrios distinguidos
Yo me daría sobradamente por satisfecho, si lograra instilar en mis posi de Madrid, el 14 de febrero de 1936, el triunfo electoral del Frente Popular:
bles lectores europeos e iberoamericanos al menos el presentimiento de que
para hacer una filosofía política decente, o más en general, para pensar políti Pasaban las masas ya revueltas; mujerzuelas feas, jorobadas, con lazos rojos en
camente, necesitan tener desde luego en cuenta su propia tradición política. las greñas, niños anémicos y sucios, gitanos, cojos, negros de los cabarets, ri
zosos estudiantes mal alimentados, obreros de mirada estúpida, poceros, maes
ANTONI DOMENECH tritos amargados y biliosos. Toda la hez de los fracasos, los torpes, los enfer
Vulpellac, 22 de septiembre de 2003 mos, los feos; el mundo inferior y terrible, removido por aquellas banderas
siniestras. J
17. «Discurso de posse do presidente Luiz Inácio Lula da Silva», pronunciado ante el Con
1. Madrid de corte a checa, El Mundo Ediciones, Madrid, 2001, p. 210.
greso Nacional del Brasil el 2 de enero de 2003.
",","
72 EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
co, del estrecho nudo que en la teoría política y jurídica republicana recibida
(democrática y antidemocrática) ligaba la libertad de los singuli con las bases 3
,....
74 EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA 75
La vida de una aldea, un pueblo, una parroquia, una ciudad con mercado y su
§9 LA SOCIEDAD CIVIL DEL VIEJO RÉGIMEN EUROPEO Hinterland, todo un condado, podía desarrollarse en torno a la casa grande y
su parque. Sus salones de recepción, jardines, establos y perreras eran el centro
sentido Qolítico más característico que cabe atribuir a la elusiva consig de la vida social local; su despacho, el centro donde se negociaban las tenencias
na política revolucionaria de «fraternidad» a partir de 1790 -ya se explicó en agrarias, los arrendamientos de minas y edificios, y un banco de pequeños aho
el prólogo- es éste:(la plena incorporación a una sociedad civil republicana de rros e inversiones; su propia explotación agrícola, una exposición permanente
de los mejores métodos agrícolas disponibles ... su sala de justicia, el primer ba
libres e iguales de quienes vivían por sus manos, del pueblo llano del va~jo ré
luarte de la ley y el orden; su galería de retratos, salón de música y biblioteca,
gimen europeo) Y éste, el pueblo «propiamente dicho», como se decía enton el cuartel general de la cultura local; su comedor, el fulcro de la política loca!.3
ces, estaba compuesto por una miríada de individuos excluidos en distintos
grados de la vida civil, y socialmente regimentados bajo una gran variedad de Así, en los oficios artesanales urbanos, anteriores al pleno desarrollo de
formas de dominación y de dependencia de terceros: campesinos acasillados, la manufactura, y luego, de la industria moderna, se observaban vínculos pa
yunteros, aparceros, jornaleros, obreros asalariados, lacayos, criados, oficia triarcales que, en un sentido que más adelante se verá, se conservaron hasta
les, aprendices, etc. Y, claro está, por un sinfín de pequeños artesanos y merca bien avanzada la industrialización:
deres completamente dependientes de los gastos y favores de la Corte y de los
caprichosos fastos de la nobleza y del alto clero: botoneros, plateros, silleros, Los oficiales y aprendices estaban organizados en cada taller del modo que me
calceteros, tundidores, carpinteros, freneros, maestros de coches, herreros, es jor acomodaba al interés del maestro artesano; la relación patriarcal en que se
paderos, sastres, jubeteros, alfareros, guarnicioneros, cordoneros, doradores, hallaban con su maestro daba a éste doble poder: por un lado, influencia sobre
etc. Sin olvidar a los preceptores y otros «familiares» de los grandes señores,l la entera vida de los oficiales; y por el otro, dado que para los oficiales que tra
por no hablar del mundo verdaderamente inferior de la pícara canalla que, por bajaban con el mismo maestro constituía éste un vínculo real que los mantenía
decirlo con Lope (La inocente Laura), no tenía «por no buscar», ni servía «por no unidos frente a los oficiales de otros maestros, al tiempo que les separaba de
mentip>, fabricándose así una ilusión de independencia mucho más engañosa ellos, les unía al orden existente por el interés que ellos mismos tenían en llegar
aún que la de otros grupos sociales radicalmente excluidos de la sociedad civil a ser maestros. 4
señorial del viejo régimen (los judíos, por señalado ejemplo).
La proteica variedad de casi todas esas for!l1~~!:!.t:~~Il:!!!!!!~i.~!!..I.!:!~1?en- En la América española y portuguesa, cuyas sociedades coloniales repro
-ºen!-:!!1 tenía, sin embargo, algo en común, el patriarcalismo paternalista, de dujeron en gran medida allí la sociedad civil del viejo régimen europeo,s pue
rivado, según Peter Laslett, de la «importancia central de la unidad domésti de observarse el mismo tono patriarcal que cubría la entera vida social. Una
ca». Ésta contribuyó a la reproducción de actitudes y relaciones patriarcales de las descripciones más plásticas que yo conozco es este retrato que Alexan
y paternales que se difundieron por la totalidad de la vida social, confiriendo der Marchant ofrece del senhor de ingenho en el Brasil colonial:
al conjunto de la misma lo que Edward P. Thompson ha llamado, más cau
telosamente que Laslett, un tono o «matiz patriarcal».2 Dirigiendo su propiedad en beneficio de sus intereses particulares, su seguridad
y su conveniencia, realizaba al mismo tiempo muchas de las funciones propias
Así, en el campo inglés del siglo XVIII, se puede encontrar la siguiente
del Estado. Era el juez, pues zanjaba las disputas y querellas entre sus depen
descripción de la «unidad doméstica» del gentleman terrateniente:
dientes. Era el policía, pues mantenía el orden entre un gran número de perso
nas, muchas de las cuales eran esclavos suyos. Era la Iglesia, ya que incluso
1. A Lope de Vega lo presenta su mejor biógrafo como «un criado más de la Casa de Alba, nombraba al capellán, normalmente algún pariente cercano con o sin forma
asalariado a razón de cuatrocientos ducados anuales». (Luis Astrana Marín, Vida azarosa de ción religiosa, para que cuidase a su gente. Era la asistencia pública, pues aten
Lope de Vega, Juventud, Barcelona, p. 139.) Y él mismo no debía de sentirse otra cosa
cuando, años después, entró como «familiar» al servicio del duque de Sessa: « y a sabéis --es
cribe al duque- cuánto os amo y reverencio, y que he dormido a vuestros pies como un perro» 3. Citado por Edward P. Thompson, op. cit., p. 34.
(citado por Astrana, p. 166). Dos siglos después, también Rousseau y Kant, y el grueso de la 4. Marx y Engels, Deutsche Ideologie (1845-1846), en Marx-Engels Werke (MEW), vol.
Ilustración alemana tuvieron experiencias como «familiares» de y menos grandes se 3, Dietz, Berlín, 1969, p. 51-52. (El énfasis añadido es mío.)
ñores. 5. «La vieja Edad Media castellana, ya superada o en trance de superación en la Metró
2. Laslett, The world we have lost, Penguin, Londres, 1965; Thompson, Costumbres en se proyectó y se continuó en estos territorios de las Indias». Véase J. M. Ots Capdegui, El
común, J. Beltrán y E Rodríguez, trads., Crítica, Barcelona, 1995. Estado español en las Indias, El Colegio de México, México, D.F., 1941, p. 17.
11""" 79
78 EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA
alto funcionario, no era visto como «cabeza, justificada por sí misma, del declarar a la propiedad privada un derecho natural imprescriptible (es decir,
cuerpo social» (como, según Gierke, veía el antiguo derecho germánico al políticamente intocable) generó inmediatamente c;los tiROS deQ!Qble.mas: uno
monarca),lO sino como un servidor público, como un mero agente fiduciario que, ciertamente, afectaba al conjunto del tercer estado (burgueses y pueblo
los ciudadanos libr~, entendidos éstos en calidad de fideicomitentes, y llano), y otro que afectaba exclusivamente al pueblo llano.
por lo mismo, capaces, como todos los fideicomitentes, de pedir cuentas y ®El primer problema tiene que ver con el hecho de que ese artículo hacía
exigir a voluntad resultados tangibles a sus fideicomisos. 11 Eso planteaba po~ imposible remodelar la vieja sociedad civil del Antiguo Régimen, fundada en
tencialmente la necesidad de no constituir aparatos de Estado independ~entes buena medida en instituciones de propiedad privada, como los dominios y
y separados de la sociedad civil, separación que era vista como la esencia del las jurisdicciones señoriales o los asentamientos, los cargos burocráticos he
«monarquismo», como la cumplida expresión del «despotismo del ejecuti~ reditarios, las patentes y los monopolios concedidos arbitrariamente por la
vo». Todos los funcionarios públicos han de ser revocables, dice Robespie~ monarquía absolutista, instituciones, todas ellas, no sólo anacrónicas, diga
rre, «sin otro motivo que el derecho imprescriptible que tiene el pueblo de re~ mos, desde el punto de vista del rendimiento económico y de la «riqueza de
vocar a sus mandatarios». la nación» (muy visiblemente, en la agricultura, las propiedades «vincula
Pero es comprensible que esos cuatro rasgos de la antigua libertad repu~ das» y las «amortizadas»), sino incompatibles con una sociedad civil de li
blicana no interesaran del mismo modo al «pueblo llano» y al «pueblo bur~ bres e iguales. Precisamente, los burgueses revolucionarios ingleses del siglo
gués». Para el pueblo llano eran la promesa de la plena incorporación de to~ XVII pudieron imponerse políticamente atacando sin ~~.JIl. ientos buena par
dos a una nueva sociedad civil de libres e iguales (recíprocamente libres) y de te de esos arcaicos institutos de propiedad privada. Y~')no hizo sino ex
una vida social sin dominación ni interferencias patriarcales. Mientras que presar esa realidad histórica cuando se negó a tratar de la propiedad privada
para los burgueses eran la esperanza de su incorporación a una nueva socie~ como un «derecho natural» políticamente intocable, cualesquiera que fueran
dad civil de libres e iguales que disolviera las rigideces, las segmentaciones, las circunstancias.
los privilegios y las barreras arancelarias del viejo régimen, así como de una Otra forma, menos metafísica -menos iusnaturalista-, de ver eso es
vida política nueva, en la que el poder estuviera sujeto a su control fiducia~ darse cuenta de que Locke (siguiendo aquí la tradición del republicanismo
rio, en uno u otro grado. antiguo) no aceptó nunca una distinción entre «sqciedad civil» y «sociedad
La escisión del «tercer estado» se hizo palpable desde el primer momento, olítica» o EstadoY Pero los reunidos en la Asamblea de 1789 tenían el pre
cuando en 1789 la Asamblea Nacional aprobó ~on el enérgico voto en con~ cedente de@nfesquieyquien por vez primera había hecho una distinción
tra de Robespierre-la división entre ciudadanos «activos» (ricos, con dere entre loi civile y loi politiqueY El significado político meramente defensivo
cho a sufragio) y ciudadanos «pasivos» (los pobres, privados de sufragio). Eso de esa distinción, realizada bajo una monarquía absolutista sin fisuras apa
era incompatible con la indivisibilidad de la personalidad libre, porque esta
blecía diferencias de grado en la capacidad jurídica de los ciudadanos. 12. Recuérdese cuán importante es para Locke la definición del magistrado (del monarca),
La otra diferencia importante, estrechamente relacionada con la prime como un mero trustee, como un fideicomiso de los miembros libres de la sociedad, y por lo tan
ra, tenía que ver con el derecho de propiedad. En la primera Declaración de to, estrictamente obligado, como en toda relación iusprívada fiduciaria, a mantener siempre la
Derechos Humanos L Ciudadanos de 1789 se establecía (artículo 2) que la confianza de los fideicomitentes. (Locke, Two Treatises of Government, Libro 2, capítulo
~iedad»~era ~de~~ho -:;-ªLl!r;¡)~~~:<-imp;~~~ripti1;¡~;;-,-y-pOr-i~ tanto, XIX.) y cuán importante es para él la definición del oder le islativo ~el único poder supre
mo, al que todos los demás deben estar subordinados, ---como un poder estrictamente fidu
«sagrado». Esto era una originalidad respecto de la tradición iusnaturalista
.Q.y!Q, deponible sin más que la voluntad de los representados: «siendo el legislativo sólo un
revolucionariaDni Locke en el siglo XVII, ni Kant en el xVIII~por ejemplo, poder fiduciario para actuar según ciertos fines, permanece aún en el pueblo un poder supremo
consideraron nunca la propiedad como un «derecho natural»)- Ahora bien, ~rE-.J_emQ.~I:.oa!g:rar (!t!e.&i.s.!¡¡1i~0}.cua!l~()Je_1',!!_€C~e_.9..ue:_e:1_Ie:gjs!.~!i~q_'!¡::t.~~_~()I!!.r.·ariame!.!!.t:._~ ___ _
.~col!fÜll1za~1l él deposit~da..». (Libro 11, capítulo XIII.) La idea de una «democracia directa»,
10. Gierke, Geschichte des deutschen Kiírperschaftsbegriffs, op. cit., p. 55. corrientemente atribuida a Rousseau, y a través de él, a la izquierda jacobina, en realidad
11. Incluso la institución de la dictadura está concebida por el republicanismo romano arranca de aquí, de la concepción republicana fiduciaria del poder. Los cargos políticos no son
como una «comisión»: en condiciones extremas de guerra civil el Senado del «pueblo romano» «sino una comisión, un empleo, en e! cual, simples servidores del [pueblo] soberano, ejercen en
(que es el fideícomitente) proclama por seis meses en calídad de fideicomiso a un dictator para nombre de éste e! poder de! que se les ha hecho depositarios, y [el pueblol puede limitar ese po
que se haga cargo de la situación. Sobre la diferencia entre las dictaduras republicanas «comi der, modificarlo o recuperarlo cuando le venga en gana». (Rousseau, Le Contra! Social, Libro
sarias» y las modernas dictaduras absolutistas «soberanas», véase Cad Schmitt, Die Diktatur, I1I, capítulo l.)
Dunker & Humblot, Berlín, 1928, particularmente los capítulos 1 y 4. 13. Esprit des lois, Libro 26, capítulo 15.
L
111""""
80 EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA 81
rentes, era manifiesto: asignando la «libertad» a la esfera «política», y la pro promulgando una <<ley marcial» destinada a reprimir como sediciosas las re
piedad, a la esfera «civil», ·ontesquieu l tiempo que arrancaba a la liber vueltas de los desposeídos, provocadas por una crisis de subsistencias. Y
tad del ámbito del individuo (regalañ o a al monarca), sentaba la posibilidad unos meses después, la famosa «Ley Le Chapelier», que continúa la ley mar
de un conflicto entre la ley del interés privado y un concepto de «libertad» cial, prohibiendo esta vez expresamente también las huelgas y «las coalicio
circunscrito al orden estatal absolutista, y resolvía ese conflicto expulsando a nes que pudieran formar los obreros para lograr un aumento del precio de la
la loi po/ítique de la esfera de una loi civil encargada de ordenar y proteger jornada de trabajo». En su preámbulo, la ley declara que:
todas las propiedades y todos los derechos adquiridos (los de las nuev.s cla
ses medias burguesas, ciertamente, pero también los de la nobleza y los del Habrá de permitirse, sin duda, a todos los ciudadanos el derecho de reunión;
_ alto clero).14 pero no se debe permitir a los ciudadanos de determinadas profesiones reunir
(i) Pero el segundo problema afectaba sólo al pueblo llano, compuesto de se a fin de defender sus pretendidos intereses comunes.
- desposeídos, de gentes sin propiedad alguna (obreros, jornaleros, aprendices,
oficiales, campesinos acasillados), y de gentes diversas (aparceros, pequeños ¿Cuáles eran esas «determinadas profesiones»? La ley las recita expresa
artesanos o mercaderes dependientes de la Corte o de los dominios señoriales, mente:
etc.) que, aun poseyéndola, no les bastaba para asegurar una existencia social
autónoma y seguían dependiendo crucialmente del arbitrio, más o menos pa Todo agrupamiento tumultuoso compuesto de artesanos, obreros, aprendices,
triarcal, de terceros para vivir. Para todos ellos, el problema de la propiedad jornaleros, o excitados por ellos, contra el libre ejercicio de la industria y del
se presentaba a menudo en su forma más cruda, como un elemental problema trabajo ... será considerado atropamiento sedicioso ...
de subsistencia: un movimiento acaparador de los propietarios del grano, y la
consiguiente subida del precio del pan (en el que gastaban más de la mitad de AqUÍ vemos dibujarse ya claramente un enfrentamiento entre la libertad
sus ingresos), podía significar la muerte por inanición; un poderoso cliente pa igualdad de los burgueses (<<libre ejercicio de la industria y del trabajo») y la
triarcalmente disgustado por cualquier motivo, o -aterrado por el cariz que libertad-igualdad de los desposeídos, y en general, de los dependientes. Ro
iba tomando la revolución- «fugado» financieramente a la City de Londres, bespierre se ha percatado muy tempranamente de ese conflicto. 15 Cuando en
y el pequeño negocio se iba al traste. Y la solución se presentaba a todas estas su famoso discurso parlamentario de 5 de diciembre de 1790 acuña la divisa
gentes del modo más perspicuo:Úa revolución tenía que poner también las ba «Libertad, Igualdad, Fraternidad», lo hace, como se recordará,16 en un tema
ses materiales de su personalidad jurídica libre, o por decirlo con Robespierre, tan sensible como el de la composición social de la Guardia Nacional (encar
tenía que garantizar a todos el «derecho de existencia». gada de la represión de acuerdo con la ley marcial): todos, también los des
El primer problema, el que afectaba a los burgueses, es el que se plan poseídos, deben poder formar parte de la Guardia Nacional. En abril de
tearon centralmente los termidorianos, después de derrocar a Robespierre, y 1791, da ya por consumada la fractura del tercer estado:
el que trataron de resolver -sin éxito-- con una República de «gentes ho
nestas», es decir, de propietarios burgueses. El segundo problema, el que :t Las leyes, la autoridad pública, ¿acaso no han sido establecidas para proteger
a la debilidad contra la injusticia y la opresión? ... Pero los ricos, los hombres
afectaba al pueblo llano, es el que planteó Robespierre desde el comienzo, y
el que trató de resolver, después de la proclamación de la Primera Repúbli
ca, el 22 de septiembre de 1792, con su Constitución de 1793.
¡ poderosos han razonado de otro modo. Por un extraño abuso de las palabras,
han restringido a ciertos objetos la idea general de propiedad; se han llamado
a sí mismos los únicos propietarios; han pretendido que sólo los propietarios
15. Marx interpretó malla posición de Robespierre ante la «Ley Le Chapelier», y tras él,
§10 EL SIGNIFICADO POLíTICO DE LA FRATERNIDAD EN 1790 y el grueso de la historiografía marxista posterior. En realidad, como ha mostrado la his
toriografía actual, Robespierre captó perfectamente desde el comienzo el carácter de clase de la
Muy tempranamente, el 21 de octubre de 1789, la Asamblea Cons Ley Marcial y de la Le Chapelier». (Véase Florence Gauthier, Triomphe et mort du droit
tituyente contesta a un memorial de agravios presentado por el pueblo llano naturel en Révolution, PUF, París, 1992, pp. 102-103, libro del que proceden todas las citas de
Robespierre, mientras no se diga otra cosa.) Desde el primer momento, pues, la democracia ro
bespierriana representó a un «cuarto estado», claramente escindido del tercero. Robespierre no
14. Véase Otto Kirchheimer, Funktionen des Staats und der Verfassung, Suhrkamp, fue un "burgués».
Frandort, 1972, p. 227. 16. Véase el prólogo.
P""'" 83
82 EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA
son dignos del nombre de ciudadanos; han llamado a su interés particular in entre loi politique y loi civil. Y tampoco aceptó la concepción de Montes
terés general... quieu de la división de poderes (con un poder judicial incontrolable e irrevo
cable por la voluntad popular). En eso no hay diferencias a recia bies con el
En 1 792 --en vísperas de acceder al poder-, es todavía más consecuente: ala democrático-plebeya de la Revolución francesa. Pero ef erso (como la
entera tradición histórica republicana) ~ªcel'taba la se~.!1d~_~inci~~j':l.
Si todos los hombres fueran justos y virtuosos; si la codicia no se viera nunca mO~ªu~~M_2nte~~jeu entre loi civil y loi df!1t!.milJ:.f!.. Si la distinción entre <dey
tentada de devorar la sustancia del pueblo; si, dóciles a la voz de la razqn y de
p~lítica» y <dey civil» (entre Estado y sociedad civil) le permitió a Montes
la naturaleza, todos los ricos se consideraran a sí mismos como los ecónomos
quieu defender el interés privado y la propiedad privada de las ingerencias de
de la sociedad, o como los hermanos del pobre, podría no reconocerse otra ley
sino la de la libertad más ilimitada; mas si es verdad que la avaricia puede es
la monarquía absolutista (al precio de privar a los individuos de libertades
pecular con la miseria, y la tiranía misma, con la desesperación del pueblo; si políticas), esta última distinción -tradicionalmente republicana- entre <<ley
es verdad que todas las pasiones declaran la guerra a la humanidad doliente, civil» y <dey de familia» le permitía defender de la posible ingerencia de la
¿por qué no habrían las leyes de represar esos abusos? ... ¿Por qué no habrían «ley civil» a toda la gama concebible de despotismos patriarcales, sin omitir
de ocuparse de la existencia del pueblo, después de haberse ocupado tanto el más extremo:
tiempo de los placeres de los grandes y del poder de los déspotas?
!) La esclavitud está, por lo demás, en oposición tanto con el derecho natura
De momento, ya sabe que los burgueses ricos ni son los ecónomos de la J como con el derecho civil. ¿Qué ley civil podría impedir la huida de un escla
sociedad, ni los hermanos de los pobres. ~JI' vo, si precisamente el esclavo esta.', fU.era de la sociedad [civil], y por lo tanto,
y en 1793 -va aprendiendo-, es ya completamente consecuente. La ninguna ley civil le concierne? N() Ruede ser retenido, sino por una ley de fa-
República debe asegurar, a todos, los «medios de existif», todos deben tener I milia, es decir, por la ley del amo}? , "
una propiedad suficiente para no tener que pedir permiso a otros para sub
sistir: A diferencia de los republicanos antifederalistas norteamericanos, Ma
rat, Robespierre o Saint Just difícilmente podían aceptar tampoco esta se
¿Cuál es el primer fin de la sociedad? Mantener los derechos imprescriptibles gunda distinción del barón de Secondat. Porque el grueso de la base social de
del hombre. ¿Cuál es el primero de esos derechos? El de existir.~a primera ley la democracia plebeya jacobina era el «pueblo propiamente dicho» de la vida
social es, pues, la que asegura a todos los miembros de la sociedad los medios social del Antiguo Régimen europeo, es decir, los que, además de estar inve
de existir; todas las demás se subordinan a ésta; la propiedad no ha sido insti teradamente excluidos de la vida civil (como los judíos o los protestantes), es
tuida, ni ha sido garantizada, sino para cimentar aquella ley; es por lo pronto taban sometidos, de una u otra forma, en uno u otro grado, a la loi de fami
para vivir que se tienen propiedades. Y no es verdad que la propiedad pueda jk, a la dominación patriarcal-patrimonial, lo que incluía al grueso de los
jamás estar en oposición con la subsistencia de los hombres.:)
grandes nombres de la Ilustración europea: Rousseau, Schiller, Kant, Mo
zart, Fichte, Hegel, Horlderlin, todos conocieron la dolorosa experiencia del
Podría decirse, y se ha dicho: es el equivalente, del otro lado del Atlánti
«preceptof», todos fueron «familiares», famuli, domésticos de alguna fami
co, de la democracia de pequeños propietarios jeffersoniana. Pero de este
lia patricia; muchos de ellos se reconocieron en el famoso drama de Lenz,18 y
lado del Atlántico, una democracia de pequeños propietarios tenía que lidiar
no pocos -Hegel, desde luego 19- debieron de identificarse con la rebelión
en serio, destruyéndolo de raíz, con el complejo socio-institucional del Anti
de la criada Marianne dramatizada por Marivaux.
guo Régimen: con su aparato burocrático monárquico-absolutista (al que los
De aquí la extraordinaria fortuna de la consigna robespierriana de
revolucionarios europeos querían diluir en la sociedad civil), con sus arcaicos
«Fraternidad» como complemento de la «Libertad» y la «Igualdad». Nun
institutos de propiedad privada, o con la Iglesia católica que, en su faceta de
ca una divisa política ha expresado de modo más feliz y colmado para sus
gran potencia feudal, nunca, ni siquiera bajo los rigores del absolutismo bor
bónico francés, dejó de disputar a las autoridades públicas el derecho de de
finir el bien público.
17. Esprit des lois, Libro 15, capítulo 2.
El ala republicano-democrática de la Revolución norteamericana (no los 18. Fue célebre a finales del XVlIl el drama de Lenz El preceptor, en el que se describe ca
federalistas que, en palabras de Jefferson, eran en la práctica «monárqui ricaturescamente la condición servil de los preceptores.
cos») siguió a Locke en su negativa a distinguir, a la manera de Montesquieu, 19. Véase Jacques D'Hondt, Hegel, C. Pujol, trad., Tusquets, Barcelona, p. 78.
bases sociales todo un ideario político y un entero programa de acción. (Ni oficiales, las mujeres, todos quienes, para vivir, necesitan depender de otro,
nunca consigna política alguna ha sido tan malinterpretada por una poste pedirle permiso) no sea excluida de la nueva vida civil libre que prometió la
ridad decididamente resuelta a ignorar las circunstancias históricas que la Revolución en 1789:[que nadie domine a nadie, que nadie necesite «depen
alumbraron.) der de otro particular» para poder subsistir~
Por lo pronto, con el grito de «¡fraternidad!», el ala democrático-plebe La «fraternidad» es a partir de 1790 la consigna que unifica programáti
ya de la Revolución francesa concretaba en programa político de combate camente las exigencias de libertad e igualdad de las muy heterogéneas pobla
para el pueblo trabajador el ideal ilustrado de «emancipación» (otra metáfo ciones trabajadoras -esa «bestia horizontal», secularmente semiadormila
ra, cognitivamente gemela, procedente del ámbito familiar): que «to\:los los da- del Antiguo Régimen. 21 Gracias al programa democrático-fraternal
hombres sean hermanos», la exigencia del gran poema de Schiller parcial robespierriano, la «bestia horizontal» vivió por unos años la experiencia de
mente musicado luego por Beethoven en la Novena Sinfonía quiere decir que una horizontalidad conscientemente política, conscientemente emancipada
todos se «emancipan» de las tutelas señoriales en que secularmente vivía seg de los yugos señoriales y patriarcales que la venían segmentando vertical
mentado el grueso de las poblaciones trabajadoras del Antiguo Régimen eu mente, y se constituyó políticamente, si así puede decirse, en «cuarto esta
ropeo; quiere decir que todos, por formularlo con otra celebérrima metáfora do», políticamente independizado del «tercero»,
cognitivamente gemela acuñada por Kant --ese admirador de Robespierre-, «Emanciparse» llegó entonces a significar para el pueblo llano "herma
que todos, digo, abandonen la «mi.!!91iªE.~_~Q?d»/o narse>' horizontalmente, sin barreras verticalmente dispuestas. Emancipados
Cuando Marat desafía los «falsos conceptos de igualdad y libertad» por de la tutela del señor o del patrón, no sólo se podía ser "hermano'> de todos
que tratan de enmascarar el hecho de que quienes los proponen «nos siguen los «menores'> que compartían cotidianidad bajo la misma dominación pa
viendo como la canalla», está exigiendo que la «canalla» (los desposeídos, triarcal-patrimonial; se podía llegar a ser también hermano emancipado de
los campesinos acasillados, los criados, los domésticos, los trabajadores asa todos quienes estaban bajo la tutela y la dominación de otros patronos. La
lariados sometidos a un «patrón'>, los artesanos pobres, los aprendices, los segmentante parcelación señorial de la vida social europea en el Antiguo Ré
gimen estorbaba al contacto horizontal del pueblo llano:
1 20. Cuando Kant trata de reflexionar sobre la tríada axiológica de la Revolución france ... he aquí a la especie humana dividid~\en manadas de ganado, cada una con ,
sa, tiene una interesante vacilación a la hora de traducir fraternité. En el manuscrito prepara
torio de su trabajo «Sobre el dicho común: esto puede valer en teoría, pero no para la prácti
su jefe, que la guarda, para devorarla~ / I
ca» (1793), se aprecia que, al poner sobre papel la tríada robespierriana «Libertad, Igualdad y
errlpu:za por traducirla casi literalmente al alemán. Luego, deja entre paréntesis Caído ese régimen era el ideal-, todos los individuos pertenecien
«Fraternidad.. (vertida al alemán, por Verbrüderung, 'fraternización'), poniendo sin paréntesis tes a las clases domésticas y subalternas, antes separadas y fragmentadas en
weltbürgerliche Einheit (unidad cosmopolita). Y se apresura a aclarar qué entiende por tal: gremios de oficios, jurisdicciones, dominios y protectorados señoriales -in
«Selbstandigkeit [independencia, autonollÚaJ, en la que ésta se presupone sin contrato». La vacila cluidos los eclesiásticos-, se unirían,&e fundirían como hermanos emanci
ción de Kant, revela lo siguiente: que él, un republicano clásico, no está completamente dispues
pados que sólo reconocerían un progenitor: la nación, la patria)
to a conceder plena ciudadanía a criados y mujeres, ni a nadie que dependa de otro particular, tal
vez por no creer -como sí creyeron Marat y Robespierre-- en la posibilidad de una sociedad en
y la ola de hermanamiento tampoco se detenía aquí: destruidas no sólo
la que nadie dependa de otro para vivir. El movimiento de fraternización tiene que ser «sin con las sociedades civiles señoriales, sino las despóticas monarquías absolutas en
trato», porque contratos propiamente dichos sólo pueden cerrarlos los sui iuris, los libres que señoreadas de las distintas naciones -domésticas de sus reyes-, también los
son libres precisamente porque no dependen de nadie para subsistir. Kant vacila, pues, a la hora distintos pueblos de la tierra, emancipados de esa tutela dinástica segmen
de dar el último paso políticamente consecuente con los ideales de la ilustración, el paso a la de tante de la humanidad, se hermanarían alegres: ese era el sentido de la Welt
mocracia que sí han dado ya los jacobinos en París, y que consiste en: elevar a la sociedad civil,
en conceder plena ciudadanía a todas las clases domésticas (potencialmente, pues, también a las
bürgertum ilustrada, de la República cosmopolita (que nada tiene que ver
mujeres), incorporándolas, como se formulaba entonces, al gran contrato entre libres e inde con el cosmopolitismo liberal posnapoleónico del XIX); Y así lo tradujo a po
pendientes que es la sociedad civil, garantizándoles simultáneamente el efectivo «derecho de
existencia» mediante una redistribución a gran escala de la propiedad. El borrador de la formu
0.
I
lación kantiana puede verse en el Nachlass. Me ha resultado muy iluminadora la interpretación Véase E. P. Thompson: Costumbres en común, op. cit., p. 81: «Puede que la chusma¡
que hace de este punt~~to~en su trabajo «J:l repl!!:>licanismQ.d~. Kªnt», ponen no destacara por una impecable conciencia de clase; pero los gobernantes de Inglaterra no al
cia presentada en el Seminario Internacional sobre Repulicanismo, Democracia y Mundo Mo , bergaban la menor duda de que era una bestia horizontal •.
lítica concreta la democracia jacobina: la guerra revolucionaria de la nación !re <<ley política» y <<ley civil>,. Los magistrados Y los funcionarios públicos
libre francesa tenía que ser puramente defensiva. son meros agentes fiduciarios de la ciudadanía (del «pueblo soberano»); y
Apenas dos semanas después del triunfo del movimiento democrático ro por lo mismo, tienen que rendir cuentas y poder ser revocados sin otro moti
bespierrista del 10 de agosto de 1792, el diputado Gaudet apela a todos los vO que el de la voluntag-º<clJ?Q..eblo soberano, articulado en una ~ºcie"dad ci
amigos de la «fraternidad universal»: vil de libres e iguales (en tanto que recíprocamente libres); y por lo mismo,
24
;;n unos ciudadanos más, hermanados con el resto.
Considerando que aun si no nos podemos permitir esperar a que los hont.l?res Sin embargo, la democracia jacobina va más allá en este punto que el re
\leguen algún día a formar, ante la ley como ante la naturaleza, una sola ra: publicanismo inglés del XVII. Pue~ por ejemplo, ~~sl!!Y_<i.dels.ontrol.!!.:
milia, una sola asociación, no por ello a los amigos de la libertad, de la fra dudado de la ciudadanía a un misterioso poder, al que llamó foederative po
ternidad universal les debe resultar menos cara una nación que ha proclama -;;;:~ediante el cual la autoridad política de la nación retenía una capacidad
do su renuncia a todas las conquistas, y su deseo de fraternizar con todos los T~~areable para fijar las relaciones con las potencias extranjeras, para decla
pueblos. 23 rar la guerra y para gobernar las colonias. 2s ti'ara la democracia jacobina, en
cambio, un tal poder destruiría, por lo pronto, la fraternidad interna desha
Quien todavía recordara las palabras de Robespierre pronunciadas el 2 ciendo la relación fiduciaria con una parte del poder político y reconstruyen
de enero de 1792 contra la política internacional activamente belicista de bri do el «despotismo monárquico del eiecurt~o»; y enseguida, arruinaría la fra
sotins y girondinos (antecedente principal del expansionismo militar napo
ternidad universal de los pueblos}
leónico), no pudo sorprenderse de la encarnizada resistencia popular encon Pero el punto verdaderamente decisivo de la «fraternidad» democrá:
trada unos años después por las tropas «libertadoras» de Napoleón en la rica jacobina, lo que la convierte en una innovación política radical respecto
España tiranizada por el absolutismo de Fernando VIL Pues la hermosa de la entera tradición histórica republicana (incluso de la democrática) es su
«profecía filosófica» (Kant) ilustrada la había traducido Robespierre a exac 1:~tic~n.cia ª.acepta~Ja.haº~_tual distinci(m entre «lex civi}', y «ley de familia>?
ta predicción política: Pues por lo mismo que <<fraternidad» quiere decir universalización de la li
bertad/igualdad republicana, quiere decir también: elevación de todas las cla
El más vicioso de los gobiernos hallará un poderoso apoyo en los prejuicios, en
ses «domésticas» o civilmente subalternas a una sociedad civil de personas
los hábitos, en la educación de los pueblos. El despotismo deprava el espíritu
de los hombres hasta hacerse adorar y hasta tornar a la libertad sospechosa y
plenamente libres e iguales. Lo que implica: allanamiento de todas las barre
espantable por lo pronto. La más extravagante de las ideas que puede nacer en ras de clase derivadas de la división de la vida social en propietarios y despo
la cabeza de un político es creer que basta que un pueblo entre a mano arma seídos. Lo que implica: una redistribución tal de la propiedad, que se asegu
da en un pueblo extranjero para que éste adopte sus leyes y su constitución. re universalmente el «derecho a la existencia'}. Garantizar ese derecho
Nadie quiere a los misioneros armados, y el primer consejo que dan la natura a todos es para Robespierre, según se ha visto, la «primera ley socia},>, a la
leza y la prudencia es rechazarlos como a enemigos. que todas las demás «están subordinadas».
Digámoslo así: en el programa democrático-fraternal jacobino no sólo se
Así pues, en resolución, la metáfora conceptual de la «fraternidad» arti liquida la distinción político/civil -el despotismo monárquico-, sino que
culaba en una sola palabra, inmediatamente comprensible en su significado potencialmente se liquida también la distinción entre ley civil y ley de fami
político para la generalidad del pueblo llano, todo el ideario programático d~ lia, con lo que queda amenazado de raíz también el despotismo patriarcal.
la «democracia» en EurQllik. Que se puede resumir en estos dos puntos: Todo es sociedad civil. Ahora bien, «familia» viene de famulí, siervos. Y la
fraternidad implica potencialmente la entrada en la «ley civil», es decir, la
1) En la mejor tradición del repl!blicanismo antiguo, la democracia re bertad/igualdad de todos los domésticamente subalternos: esclavos, criados,
publicana jacobina, como la coeva democraa~-~~p~blicana antifederalista «clientes>', oficiales, aprendices, obreros sometidos a «patrón» ... y ¡mujeres!
norteamericana y como los «hombres de la Commonwealth» ingleses del si
glo XVII (Milton, Sydney, Locke),no ac~~t.!lJ!:l_4i2!:!!:tsión montesquieuana en 24. Nótese la fuerza normativa de la metáfora, pues ¿qué mejor agente fiduciario, en la
vida privada, que el propio hermano?
23. Discurso del diputado Gaudet, 26 de agosto de 1792. Citado por Gauthier, Triomphe 25. Para una apreciación de esto, véase Antoni Domenech, De la ética a la política, Críti
et mort... , op. cit., p. 208. ca, Barcelona, 1989, pp. 242-253.
26. Véase C. L. R. James, The Black jacobins. Toussaint Louverture and the San Domin
28. Les 470 dépéches des ambassadeurs de Venisse au doge. 1786-1795, París, Laffont,
go Rervolution, Vintage Books, Nueva York, 1989.
27. Miguel Barnet, Biografía de un cimarrón, Ariel, Barcelona, 1968, p. 138. 1997, p. 305. (El énfasis añadido es mío.)
91
"'" 90 EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA
Ayuntamiento, adonde se han dirigido para exigir justicia. Hasta este sexo
y es verdad: no fue sino hasta casi el final de su corta vida que el Inco
quiere tomar en París una parte activa en la rebelión para no parecer inferior
rruptible pareció comprender la inexorable lógica con la que la (raternité
alotro. 29 -como programa democrático de plena y universal civilización de la vida
social, económica, familiar y política- tenía que traer consigo la cumplida
Un año después, en la Fiesta de las Federaciones del 14 de julio de 1790, emancipación de las mujeres.
las mujeres se hicieron notar también. Michelet describe el evento con su elo Pero acabó comprendiéndola, y cabalmente. Merece atención este pe
cuencia habitual: queño extracto de su gran discurso de mayo de 1794:
La mujer está mucho más interesada en informarse y en prevenir ... ¿Las crefois Estaréis allí, vosotras, jóvenes ciudadanas, a quienes la victoria habrá de ofre
en el hogar? ... Llamadas o no, tomaron del modo más activo parte en lasAÍes ceros también muy pronto hermanos y amantes dignos de vosotras. Allí esta
tas de la Federación. En no sé qué pueblo, se habían reunido los hombres en un réis, vosotras, madres de familia, cuyos esposos e hijos levantan los trofeos a la
gran local, a fín de dirigir un llamamiento colectivo a la Asamblea Nacional. i Repúblíca sobre los escombros de los tronos. ¡Oh mujeres francesas!: ¡amad la
Ellas se acercan, escuchan, entran, húmedos los ojos de lágrimas: también libertad comprada al precio de su sangre! ¡Serviros de vuestro imperio, a fin de
quieren estar. Entonces, se les leyó el escrito; ellas se sumaron de todo corazón. que se extienda el de la virtud republicana! ¡Oh mujeres francesas: sois dignas
Esta profunda unión de la familia y de la patria penetró todas las almas de un del amor y del respeto de la Tierra!l1
sentimiento desconocido ..lO
..... '
ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA 93
92 EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
iuris, en la que todos fueran «ciudadanos activos», yen la que la autoridad glesa y superación de una loi politique in-civil mediante la instauración de la
política no tuviera oportunidad de separarse de la vida civil, reconstruyendo República; sufragio universal masculino; derecho universal a la existencia;
el aparato burocrático del «despotismo monárquico», sino que se allanara al anulación de todas las leyes marciales; potencial superación de una loi de fa
papel de mero agente fiduciario del pueblo soberano. Una sociedad civil en la mille in-civil (lo que incluyó la efectiva abolición de la esclavitud y el inci
que todos tuvieran asegurado su «derecho a_la existencia», sin necesidad de piente reconocimiento cívico-fraternal de las mujeres); renuncia completa a
dependencias patriarcales o neopatriarcales. Democracia era, pues, «frater las guerras ofensivas de conquista. Todo eso fue barrido.
nidad», y fraternidad, «democracia». La llamada libertad económica y un derecho ilimitado de propiedad (que
Precisamente contra esa pretensión pancivilizatoria de la democracia fra lo mismo impedía, por ejemplo, interferir legislativamente en la actividad sa
ternal se sublevaron las fuerzas sociales y políticas que dieron el golpe de Jls boteadora de los acaparadores de grano que regular jurídicamente las condi
tado antijacobino el9 de Termidor de 1794. Y no se anduvieron con redÍtos ciones en que prestaban su trabajo los que se veían obligados a mendigarlo a
en la manifestación de sus objetivos. En 1795, el termidoriano Boissy d' An- . los «propietarios») fueron establecidos el 24 de diciembre de 1794. Y el mi
glas, expresando inmejorablemente el programa de los antirrobespierranos nistro del interior, Roland, que acababa de aplaudir un decreto rebajando en
triunfantes, hacía esta lúcida defensa del sufragio censitario: un cuarenta por 100 los salarios, no se privaba de declarar:
Tenemos que ser ~obern.§l_d..?~.porJ.<:?s.II!~i()re~; los mejores son los más instrui Todo lo que un gobierno sabio puede y debe hacer en materia económica es
33
dos y los más interesados en el mantenimiento de las leyes. Ahora bien; des afirmar que no intervendrá jamás.
contadas algunas excepciones, no hallaréis hombres así sino entre quienes go
zan de alguna propiedad, los cuales adhieren al país en la que ésta se halla, a f.,La Constitución de 1795 abolió el sufragio universal} Y no se limitó a
las leyes que la protegen, a la tranquilidad que la conserva, y deben a esa pro reintroducir el sufragio modestamente censitario de 1789, que sólo exigía
piedad y a la holgura que ella proporciona la educación que los ha hecho ca a los ciudadanos activos un aporte fiscal equivalente a tres jornadas de tra
paces de discutir, con sagacidad y precisión, sobre las ventajas y los inconve bajo. Boissy d' Anglas propuso elevarlo a cincuenta jornadas. Pero, al final, la
nientes de las leyes que determinan la suerte de la patria ... Un país gobernado Convención termidoriana decidió elevarlo a doscientas. ¡Con la seguridad de
por los propietarios está en el orden social; uno gobernado por los no propie
los propietarios no se juega!
tarios [la democracia] es el Estado de ~tllr<l~za.. La guerra revolucionaria defensiva fue transformada en guerra expan
sionista de conquista. Y precisamente a la vuelta de su expedición conquista
y su colega, el diputado termidoriano Dupont de Nemours expresó lo dora a Egipto dio Napoleón el golpe de Estado el 18 de Brumario (2 de di
mismo, tal vez con mayor requinta miento metafísico, pero con no menor ciembre de 1799) que acabó con el Directorio termidoriano, inaugurando un
profundidad política: «consulado», todavía nominalmente republicano.
1a esclavitud fue reestablecida en 1802 por el «cónsul» Napoleón en las
Es evidente que los propietarios, sin cuyo permiso nadie podría en el país con
seguir alojamiento y manutención, son los ciudadanos por excelencia. Ellos colonias.
son los soberanos por la gracia de Dios, de la naturaleza, de su trabajo, de sus Regresó una monarquía, más o menos constitucional, en 1804, cuando
inversiones y del trabajo y de las inversiones de sus antepasados. 32 el «cónsul» se proclamó «emperador».
y por último, derrotado militarmente Napoleón en 1815, las potencias
Éste era el núcleo del problema fundamentaL Y el que explica que el monárquicas europeas impusieron de nuevo a Francia la monarquía bor
enérgico propósito termidoriano de contentarse con establecer una Repúbli bónica.
ca de meros propietarios -répub/ique des honnetes gens- se despeñara a Sin embargo de todo eso, y a pesar incluso del regreso de las fuerzas so
toda velocidad por los derrotaderos de una contrarrevolución radical. Todo ciales del Antiguo Régimen con la restauración absolutista de Luis XVIII y
lo que había sido establecido por la democracia jacobina desde ellO de agos Carlos X, pervivió firmemente, como eco lejano y pervertido de la democra
to de 1792: supresión de la realeza y de la monarquía constitucional a la in cia fraternal, la <<llueva» igualdad civil que habían moldeado los codes napo
leónicos. En un sentido que más adelante se verá, nadie podía ya echar de la
32. Ambas citas proceden de Georges Lefebvre, Les Thermidoriens-Le Directoíre, Ar
mand Colín, París, 1957, cap. XI. (El énfasis añadido es mío.) 33. Citado por H. Guíllemin, SUence aux pauvres, Arléa, París, 1996, p. 101.
sociedad civil a los descendientes de las viejas clases «domésticas>, del Ancien realizar actos y negocios jurídicos (contratos civiles) a partir de su «propie
Régime. La nueva sociedad civil burguesa, que llevaba la impronta de los ra dad».36 Eso les arrancaba, ciertamente, de la loi de {amille del Antiguo Régi
cionalizadores códigos napoleónicos, estaba aquí para quedarse. men, les sacaba del ámbito «doméstico», y los convertía en cierto sentido en
El nuevo orden posnapol~ónico puede, para lo que aquí interesa, carac miembros de pleno derecho de, y enteramente incorporados a, la nueva so
terizarse con dos trazos: 1) Re~!!1!!E§, con una peculiar redefinic~ón que sal ciedad civil burguesa de «libres» e «iguales». Hasta aquí la nueva loi civil.
vaba las apariencias republicanas,la dife~~_J.l~i':l~~~í!.~{~i civ~!J..loi de (amille. ¿Qué hay de la innovadora loi de {amille posnapoleónica y de la relación de
y 2) restauró, con una peculiar redefinición de todo punto incompatible cOñ ésta con la reformada loí civil?
la tradición histórÍca republicana, lª-º!~!~~!~ eng~}.Qj_ ciyjLY...!E.íP.9Hti!l!!e. Se trata de un punto crucial para entender el orden social y político que
Por ahora, sólo nos entretendrá el primer punto. se impuso en el primer tercio del XIX. Porque los códigos civiles napoleónicos
Lo primero que hay que tener en cuenta es la enorme transformación que construyeron jurídicamente el ámbito que Montesquieu y la tradición repu
había experimentado el «pueblo llano», le menu peuple, con la revolución. blicana -no los propios códigos- habían llamado loi de {ami/le (el oikos, el
Gracias a las expropiaciones de las tierras «vinculadas» de la nobleza y de las domus) por modo tal que, a la vez que rehacían la estructura de poder de la
propiedades «amortizadas» de la Iglesia, llevadas a cabo por el ala democrá familia propiamente dicha mitigando el despotismo patriarcal, regulaban in
tico-plebeya de la revolución,34 una buena parte de los antiguos campesinos directamente la estructura de poder de la unidad productiva, de la incipiente
acasillados, jornaleros y aparceros se conviertieron en métayeurs, en propie empresa capitalista.
tarios rústicos pequeños y medios: éstos quedaron incorporados «fraternal Ahora, los desposeídos, que ya empezaban a llamarse «proletarios», ade
mente» a la nueva sociedad civil posrevolucionaria por su condición de pro más de poseer su propia fuerza de trabajo, y con ella, de ingresar como neó
pietarios. Y Napoleón los mantuvo en esa condición, y aun la afirmó y la fitos en la nueva sociedad civil burguesa, entraban también en posesión de lo
hizo irreversible. (Por eso acabaron siendo una de las bases de sostén social que habían poseído tradicionalmente los veteranos de la sociedad civil del
más firmes del bonapartismo.) Antiguo Régimen, los hon; patres {amiliae: una familia propia, el gobierno
Pero a comienzos del siglo XIX, naturalmente, seguía habiendo en Fran soberano de la mujer y de los hijos: ¡se acabó el ius prima noctis! Es verdad
cia «desposeídos» que, por repetir la formulación de Dupont de Nemours, que el nuevo derecho de familia napoleónico suavizó el despotismo patriar
necesitaban «pedir permiso» cada día a los propietarios «para conseguir alo cal tradicional y concedió más derechos civiles a las mujeres, particularmen
jamiento y manutención». y su número crecía imparable, a lomos de la inci te a las solteras mayores de edad y a las viudas, que sus equivalentes funcio
piente revolución industrial~ Pues bien, central en la rearticulación napoleó nales coetáneos en la common law anglosajona. PeroOa mujer casada siguió
nica de loi civil y loí de {amille fue la ficción jurídica, de acuerdo con la que siendo parte de la personalidad jurídica del varón, y por lo mismo, en un sen
los desposeídos varones eran también «propietarios libres»: propietarios, por tido nada metafórico, posesión del mismo. 3;
lo pronto, de su fuerza de trabajo, y habilitados, como todos los demás pro
pietarios, con una igual capacidad jurídic.a -con una igual «Iibertad»- para
36. Eso rompía la tradición republicana clásica, para la cual el trabajo asalariado era una
forma de esclavitud a tiempo parcial, o como dice Aristóteles (1'01., 1260A-B) «una especie de
34. Desde sus comienzos, la revolución había prometido al campesinado la remoción de
esclavitud limitada» (o gar banausos technítes aphorismene tina echei douleian). Lo mismo que
todos los derechos feudales. Sin embargo, deudora aún de la distinción entre loi civil y loi po
Aristóteles pensaban los juristas republicanos romanos de quienes se sujetan voluntariamente
litique (y del carácter «sacro» del derecho de propiedad), no se atrevió de entrada a la expro
mediante la locatio conductio operarum, el contrato de servicios o alquiler de su propia fuerza
piación sin compensaciones de las tierras de la nobleza y de la Iglesia, sino que se limitó a ofre
de trabajo: así, por ejemplo, Cicerón, De or.,
1, XII «<Sobre los trabajos viles y deshonrosos»),
cer a los campesinos sometidos la posibilidad de que rescataran su libertad y las tierras que
dice: «Es bajo y servil el [trabajo] de los jornaleros, y de todos aquellos a quienes se compra, no
venían trabajando inmemorialmente por una cantidad igual a ¡treinta anualídades de censos!
sus artes, sino su trabajo, porque en éstos su propio salario es un título de servidumbre». Pues
(La abolición real y radical de todo el complejo de derechos feudales no se llevó a cabo sino en bien, los eodes napoleónicos diluyeron la diferencia, crucial para la tradición iuscivil republi
julio de 1793 gracias a los robespierrianos «terroristas» del Comité de Salud Pública, sobre cana histófÍca, entre el sospechoso contrato de servicios y el mero contrato de obra (locatio
todo Saint-Just y Couthon.)
conductio opera) entre ciudadanos plenamente libres.
35. Por cierto que, como ha mostrado recientemente el historiador Larry Neal (The Rise 37. Para convencerse de eso, basta con observar que países europeos tan civilizados como
oLf~n_a~cj!!L ft!PJ!aH~~ 1n~!.1!.,!!.!.f}!l!!.! Ca1!.!!_aLME.:!<_'!.t~_~n __thf!. ~8!:...!2LB!:.<!so..n, Cambridge, la propia Francia, o como España, en los que la personalidad jurídica autónoma de la mujer
1990), uno de los impulsos decisivos a la Revolución industrial que se desarrolló en el cambio hace muchos afios que se reconoció, han mantenido, sin embargo, hasta hace muy pocos años
de siglo vino de las fugas masivas de capitales que, procedentes de las clases acomodadas fran una legislación penal que !!(}s~[\si4er.aI:J.'!.cltCI.it:(}.!ª-.,::i2!~~~!!~~Ia..11l.l.líer clt:l1lr()cI~LIl1<l!rirnC!l1io,
cesas aterrorizadas por la revolución, recalaron en los institutos financieros británicos. Len !~~!_r.'!.~~.!(}dl!.r.~.h~t:.a)~92. El reconocimiento expreso de la personalidad jurídica de
Todo eso había ganado con los codes napoleónicos el varón desposeído. industrialeS) Su compleja y ramificada vida social anterior -lo ue ~-
Sin embargo, forzado como estaba a traficar «libremente» con su fuerza de ~ha contribuido a llamar la «economía moral», o lo que obesp~~_~ lla
trabajo para poder subsistir, caía necesariamente él mismo bajo una novísi~ mó en su día la «economía política popular»- se trocó allí en dos realidades
ma e inopinada loi de famille cuando, después de contratar libre y «civil~ institucionales bastante simples: la realidad del mercado de trabajo, por la
mente» el alquiler de su mano de obra, cruzaba el umbral de la fábrica (o del que estaban forzados a competir, en el plano de la loi civil, con otros com
taller, o del comercio, o de la oficina bancaria, o del tajo, o de la f~ca rústi~ pañeros de desgracia a la hora de aceptar un precio para su fuerza de traba
ca) y quedaba sometido al despotismo sin brida del propietario prclpiamente jo; y, en el plano de la novísima loí de famille, la realidad de la disciplina ab
dicho. La <<libertad económica», o la <<libertad industrial» o la <<libertad de solutista de la fábrica, por la que se veían forzados a someterse, durante
empresa» -todos esos nombres recibió- tenía sólo la apariencia de loi civil; largas horas de extenuante e insalubre prestación de servicios, a las órdenes
en realidad, era una nueva loi de famille que heredaba institucionalmente, de superiores jerárquicos, siempre bajo la mano de esos dinámicos propieta
adaptándola funcionalmente a las modernas condiciones de la incipiente so~ rios burgueses para los que se había acuñado la nueva -y muy reveladora
ciedad capitalista industrial, el inveterado autoritarismo de un oikos, de un metáfora militar de «capitanes de industria», y a los que con metáfora nada
domus o de un dominio señorial. Los códigos napoleónicos, a la vez que in~ casual -y no menos reveladoramente- se les seguía reconociendo como
corporaban a los varones desposeídos a la vida civil de los libres e iguales, les «patrones». Así se constituyeron las primeras generaciones de la clase obre
entregaban al arbitrio de «patronos» que podían comportarse, dentro de su ra industrial contemporánea, a la que se llamó «proletariado» porque, como
propiedad, como verdaderos monarcas absolutos. Dígase así: la plena liber~ los proletarii de la antigua Roma, no tenía otra cosa que ofrecer sino su fuer
tad de contrato napoleónica, al excluir de la loi civil a la incipiente empresa za de trabajo y (la de) su prole. 38
privada capitalista, la construía jurídicamente por vía rodeada como una ins~ Álvarez Buylla, por reducirnos a un ejemplo nuestro, expresó insupera
titución social en la que el poder se ejercía absolutistamente por parte del blemente en su informe sobre la minería hullera asturiana de 1861 el ente
propietario o de sus agentes, como un ámbito abandonado a una viejísima loí ro espectro de cuestiones a que respondía en este punto el orden posnapo
de famille. leónico: la destrucción de las bases tradicionales de existencia social de las
Los codes napoleónicos venían a adaptarse estupendamente a las necesi poblaciones, la ficción jurídica de que, aun sin bases de existencia indepen
dades de la Revolución industrial acontecida en Europa entre finales del siglo diente, se puede ser civilmente «libre», y la expedita afirmación de que esa
XVIII y el ecuador del XIX, período en el que cambió completamente la com nueva <<libertad», que les pone en un plano de igualdad contractual con el
posición del «pueblo llano» de las sociedades preindustriales o protoindus~ propietario, es coextensiva con la subalternidad dentro de la empresa. Se
triales.[De ser un fenómeno más o menos secundario en los albores del Anti quejaba el reformador Álvarez Buylla del prejuicio que a la incipiente in
guo Régimen, el trabajQ_ <<libre» asalariado se convirtió en una realidad dustria minera causaba el hecho de que los obreros empleados fueran tra
sociológica que cobraba cada vez mayor peso. Un proceso secular proteico bajadores «mixtos», esto es, no completamente desprendidos de las faenas
que incluye la parcelación de la tierra y la emancipación campesina de sus agrícolas tradicionales, no plenamente desarraigados de modos de vida tra
ataduras serviles, la disolución de séquitos feudales y de monasterios, el robo dicionales, todavía con un pie en las labores y en las comunidades agríco
de ejidos, de tierras y de bosques comunales, la abolición de los gremios o la las. Y auguraba que la industria minera asturiana sólo podría llegar a ex
desamortización de los bienes eclesiásticos, cristalizó en unas pocas décadas, pandirse:
que acaso han representado el mayor y más drástico cambio que la vida so
cial y económica ha registrado en la historia universal: centenares de millones ... a medida que los habitantes de la clase obrera se vayan acostumbrando a la
de personas fueron arrastradas a un gigantesco movimiento migratorio, des subordinación necesaria en empresas formales y duraderas, y Ileguen a prefe
prendidas del campo, de la aldea, de la pequeña ciudad, de la familia, de ve
cinos y de amigos, del paisaje originario de sus ancestros, de la parroquia y 38. La Revue Encyc/opedique daba en su número de abril de 183 siguientes defini
de la comunidad, para ser arrojados, como forasteros, a los grandes centros ciones académicas de proletario y burgués en un artículo firmado por Reynau . «Llamo "pro
letarios" a los hombres que, produciendo toda la riqueza de la nación, no poseen para vivir
sino el jornal asalariado de su trabajo -trabajo, además, que depende de causas fuera de su al
la mujer en EE. DU. fue muy tardío, y en cualquier caso, se produjo bastante después de que las cance-. Llamo "burgueses" a todos los hombres a cuya voluntad está sometido y encadenado
corporaciones empresariales obtuvieran ese reconocimiento en la década de los setenta del si el destino4{{Q~0l¿tariÜ»:C;tado po~ Hen~iGuillemin, La premiere résurrection de la Répu
gloxlx. bliq;e~G;-llimard, París, 1967, p. 30.
Todo eso había ganado con los codes napoleónicos el varón desposeído. il1dustrialeS) Su compleja y ramificada vida social anterior -l~~'p'
Sin embargo, forzado como estaba a traficar «libremente» con su fuerza de ~ha contribuido a llamar la «economía moral», o lo que@obesp'~~~lla
trabajo para poder subsistir, caía necesariamente él mismo bajo una novísi mó en su día la «ec{)llomía política popular»- se trocó allí en dos realidades
ma e inopinada loí de famille cuando, después de contratar libre y «civil institucionales bastante simples: la realidad del mercado de trabajo, por la
mente» el alquiler de su mano de obra, cruzaba el umbral de la fábrica (o del que estaban forzados a competir, en el plano de la loi civil, con otros com
taller, o del comercio, o de la oficina bancaria, o del tajo, o de la fÍI\ca rústi pañeros de desgracia a la hora de aceptar un precio para su fuerza de traba
ca) y quedaba sometido al despotismo sin brida del propietario proplamente jo; y, en el plano de la novísima loi de famille, la realidad de la disciplina ab
dicho. La «libertad económica», o la «libertad industrial» o la «libertad de solutista de la fábrica, por la que se veían forzados a someterse, durante
empresa» -todos esos nombres recibió-- tenía sólo la apariencia de loí civil; largas horas de extenuante e insalubre prestación de servicios, a las órdenes
en realidad, era una nueva loi de famille que heredaba institucionalmente, de superiores jerárquicos, siempre bajo la mano de esos dinámicos propieta
adaptándola funcionalmente a las modernas condiciones de la incipiente so rios burgueses para los que se había acuñado la nueva -y muy reveladora
ciedad capitalista industrial, el inveterado autoritarismo de un oikos, de un metáfora militar de «capitanes de industria», y a los que con metáfora nada
domus o de un dominio señorial. Los códigos napoleónicos, a la vez que in casual -y no menos reveladoramente- se les seguía reconociendo como
corporaban a los varones desposeídos a la vida civil de los libres e iguales, les «patrones». Así se constituyeron las primeras generaciones de la clase obre
entregaban al arbitrio de «patronos» que podían comportarse, dentro de su ra industrial contemporánea, a la que se llamó «proletariado» porque, como
propiedad, como verdaderos monarcas absolutos. Dígase así: la plena liber los proletarií de la antigua Roma, no tenía otra cosa que ofrecer sino su fuer
tad de contrato napoleónica, al excluir de la loi civil a la incipiente empresa za de trabajo y (la de) su prole. 38
privada capitalista, la construía jurídicamente por vía rodeada como una ins Álvarez Buylla, por reducirnos a un ejemplo nuestro, expresó insupera
titución social en la que el poder se ejercía absolutistamente por parte del blemente en su informe sobre la minería hullera asturiana de 1861 el ente
propietario o de sus agentes, como un ámbito abandonado a una viejísima loi ro espectro de cuestiones a que respondía en este punto el orden posnapo
de famille. leónico: la destrucción de las bases tradicionales de existencia social de las
Los codes napoleónicos venían a adaptarse estupendamente a las necesi poblaciones, la ficción jurídica de que, aun sin bases de existencia indepen
dades de la Revolución industrial acontecida en Europa entre finales del siglo diente, se puede ser civilmente «libre», y la expedita afirmación de que esa
XVIII y el ecuador del XIX, período en el que cambió completamente la com nueva «libertad», que les pone en un plano de igualdad contractual con el
posiciórr: del «pueblo llano» de las sociedades preindustriales o protoindus propietario, es coextensiva con la subalternidad dentro de la empresa. Se
triales{De ser un fenómeno más o menos secundario en los albores del Anti quejaba el reformador Álvarez Buyl1a del prejuicio que a la incipiente in
guo Régimen, .t'!ltrabajo_ «libre» _ilsalariado se convirtió en una realidad dustria minera causaba el hecho de que los obreros empleados fueran tra
sociológica que cobraba cada vez mayor peso. Un proceso secular proteico bajadores «mixtos», esto es, no completamente desprendidos de las faenas
que incluye la parcelación de la tierra y la emancipación campesina de sus agrícolas tradicionales, no plenamente desarraigados de modos de vida tra
ataduras serviles, la disolución de séquitos feudales y de monasterios, el robo dicionales, todavía con un pie en las labores y en las comunidades agríco
de ejidos, de tierras y de bosques comunales, la abolición de los gremios o la las. Y auguraba que la industria minera asturiana sólo podría llegar a ex
desamortización de los bienes eclesiásticos, cristalizó en unas pocas décadas, pandirse:
que acaso han representado el mayor y más drástico cambio que la vida so
cial y económica ha registrado en la historia universal: centenares de millones ... a medida que los habitantes de la clase obrera se vayan acostumbrando a la
de personas fueron arrastradas a un gigantesco movimiento migratorio, des subordinación necesaria en empresas formales y duraderas, y lleguen a prefe
prendidas del campo, de la aldea, de la pequeña ciudad, de la familia, de ve
cinos y de amigos, del paisaje originario de sus ancestros, de la parroquia y 38. La Revue Encyclopedique daba en su número de abril de 18~guientes defini
de la comunidad, para ser arrojados, como forasteros, a los grandes centros ciones académicas de proletario y burgués en un artículo firmado po~~ «Llamo "pro
letarios" a los hombres que, produciendo toda la riqueza de la nación, no poseen para vivir
sino el jornal asalariado de su trabajo -trabajo, además, que depende de causas fuera de su al
la mujer en EE. UU. fue muy tardío, yen cualquier caso, se produjo bastante después de que las cance-. Llamo "burgueses" a todos los hombres a cuya voluntad está sometido y encadenado
corporaciones empresariales obtuvieran ese reconocimiento en la década de los setenta del si el destin9~4;{1'I'OiejaI'io». Citado por Henri Guillemin, La premiere résurrection de la Répu
glo XIX. bUque, Gallimard, París, 1967, p. 30.
1
98 EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA 99
rirla por su propio interés a su antigua independencia y libertad natural, que en propietarios, fiándolo todo, pues, al éxito de la autonomía y de la posición de
esta clase de industria no es ventajosa. 39 poder de ellos y sólo de ellos. 40
La aparición de un protoderecho laboral como rama del derecho civil na Hay, sin embargo, un detalle decisivo que escapó a la aguda mirada de
poleónico, que daba plena capacidad para realizar actos y negocios jurídicos Max Weber. Aun comprendiendo cabalmente, contra la ilusión liberal aca
a los trabajadores desposeídos, y la consiguiente regulación «civil» del mer démica corriente, la naturaleza de las relaciones de poder en el mercado de
cado de trabajo no podían camuflar el hecho de que los grandes contingen trabajo y en el interior de la empresa capitalista, se le escapó un elemento
tes del nuevo proletariado contemporáneo, exactamente igual que los merce T muy importante de las mismas. Pues Weber cree que:
narií de los intersticios del mundo antiguo -signatarios de malfamados
contratos civiles de servicios- estaban en situación de semilibertad, «volun La comunidad del mercado no conoce formalmente la coacción directa a través
tariamente» obligados a someterse a disciplina ajena: coacti volunt. de la autoridad personal ... En la base de la organización capitalista, convierte
En su conocido trabajo sobre «Libertad y coacción en la comunidad de las relaciones de sumisión personal y autoritaria efectivamente existentes en la
derecho}),~presentó el problema con gran claridad. En su forma «empresa» capitalista en objetos de «tráfico del mercado de trabajo». El va
general: ciamiento de todos los contenidos emocionales normales que acompañan a las
relaciones autoritarias no impide, sin embargo, que el carácter autoritario de la
El desarrollo de relaciones jurídicamente ordenadas hacia la sociedad del con coacción prosiga, y bajo ciertas circunstancias, aumente. 41
trato, y del derecho mismo a la libertad contractual, particularmente hacia una
autonomía habilitante reglamentada con esquemas jurídicos, suele hoy carac El joven Marx cometió un error parecido:
terizarse como decrecimiento de los vínculos de sujeción y como aumento de la
libertad individualista ... Pero eso no puede derivarse en absoluto del mero de Con la manufactura cambió al mismo tiempo la relación del trabajador con
sarrollo de las formas jurídicas ... Pues por grande que sea la variedad de los quien le daba trabajo. En los gremios existía la relación patriarcal entre los ofi
esquemas contractuales permitidos e incluso la capacitación formal para crear ciales y el maestro; con la manufactura apareció en su lugar la relación de di
contenidos contractuales a voluntad independientemente de todos los esque nero entre el trabajador y el capitalista; una relación que en el campo y en las
mas oficiales, en modo alguno permite que esas posibilidades formales sean pequeñas ciudades mantuvo tonos patriarcales, pero que en las grandes ciuda
efectivamente accesibles a todo el mundo. Lo impide, sobre todo, la diferen des propiamente manufactureras pronto perdió casi por completo el tinte pa
ciación -garantizada por el derecho- de la efectiva distribución de la propie triarcal. 42
dad.
Ni Marx ni Weber parecían muy dispuestos a registrar que un elemento
y en particular: importante en la relªci§!1_c!~l.!.r:.<3.baiador industrial con su "patro!!Q» era pre
cisamente el «contenido el!!ociona!» potencialmente vehiculado por la cate
El derecho formal de un obrero a suscribir un contrato cualquiera con cual- gorización cognitiva de esa relación --civilmente regulada en la esfera de in
empresario no significa, en la práctica, para quien busca trabajo, la me tercambio del mercado de trabajo, pero autoritariamente regida dentro de la
nor libertad en la configuración de sus propias condiciones de trabajo, ni le ga unidad productiva- en términos de metáforas procedentes de la vida «sub
rantiza, en sí misma, ninguna influencia sobre las mismas ... El resultado de la civih, es decir, familiar. Y no sólo en la era del «capitalismo industrial libe
libertad contractual es, pues, primordialmente: la apertura de la oportunidad rah> de la primera mitad del siglo XIX, el dinamismo de cuya vida económica
de trasladar astutamente al mercado, y sin traba jurídica alguna, las propieda
des de bienes, sirviéndose de ellas como medio para lograr poder sobre otros.
Los interesados en el poder del mercado son los interesados en tal ordenación 40. Max Weber, «Freiheit und Zwang in der Rechtsgemeinschaft», en Soziologie, Univer
jurídica. Sobre todo en su interés está, en particular, la creación de máximas ju sal-Gesehiehtliehe Analysen, Politik, De J. Winckelmann, comp., Kroner Verlag, Stuttgart, pp.
rídicas habilitantes que generen esquemas de acuerdos válidos, esquemas for 76-77. Weber anticipó en parte un resultado que, años más tarde, habría de valerle el Premio
malmente utilizables por todos, pero que en realidad sean sólo accesibles a los Nobel de Economía a Ronald Coase. Para la concepción de la empresa capitalista como un ám
bito substraído a las relaciones de mercado y en el que rigen relaciones de autoridad, véase el ar
tículo clásico de Ronald H. Coase, «The Nature of the Firm», Economica 4 (1937), p. 366 Y ss.
39. Citado por Adrian Schubert, Hacia la revolución. Orígenes del movimiento obrero en 41. Loe. cit., p. 79.
Asturias, 1860-1934, Crítica, Barcelona, 1984, p. 36. 42. Deutsehe ldeologie, MEW, vol. 3, p. 56.
100 EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA 101
se caracterizaba por la concurrencia entre empresas í'!.&_~9asJamil~~~§~ un ámbito --el familiar- al que, por «privado», se le niegan ya de entrada
queñas y medi~'!~s. connotaciones políticas en absoluto. 45
En un importante estudio empírico, al que los sociólogos y los politólo Sea ello como fuere, es lo cierto que la incorporación de la muchedum
gos todavía no han prestado la atención que merece, el científico cognitivo bre proletaria a la nueva sociedad civil, cumplida en las primeras décadas de
~eorge Lakoff a mostrado convincentemente hasta qué punto las metáforas la Revolución industrial, se realizó en no despreciable medida según esquemas
fami iares permean y moldean el discurso político contemporáneoS Lakoff patriarcalistas heredados de la vida social «preindustrial». No importaba
sostiene, por ejemplo, que el modelo metafórico que ancla constructivamen que millones de mujeres y niños fueran arrebatados a sus hogares y pasaran
te el discurso político de la derecha norteamericana actual -los «conserva a engrosar, como asalariados, las filas del «factor trabajo» en las grandes,
" dores»- gira en torno de la categoría radial del «Padre de Familia Estricto», medianas y pequeñas empresas del pujante sector industrial, y en sus aleda
\ q "
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~) -.
mientras que la metáfora que organiza y vertebra cognitivamente a la .iz:. ños; sólo los padres de familia de esos hogares ingresaban en la sociedad ci
\ quierda -a los que, siguiendo una idiosincrasia particular del léxico político vil. El arraigo de este modo tradicional de entender la familia afectaba hasta
norteamericano de la segunda mitad del siglo xx, llama <<liberales»- es la de a las incipientes estadísticas sobre las profesiones y el trabajo de la población.
los «Padres Nutrientes». Aquí interesa sólo que, en el modelo del Padre de Fa Parecía, por ejemplo, irrelevante el hecho de que, mientras el padre de fami
milia Estricto, las relaciones laborales son concebidas de acuerdo con una lia fuera picador o barrenero en una mina, la esposa trabajara en un taller
submetáfora que Lakoff, después de bautizarla como <~~compensa del Tra como tejedora de seda; la familia, toda, era considerada como «minera». En
bai~:, describe así: la Estadística General de Francia de 1856, a la hora de justificar la partición
estadística de la población por profesiones, se plantea el siguiente problema:
• El patrono es una autoridad legítima.
• El empleado está sujeto a su autoridad. ¿Qué número de individuos hace vivir, directa o indirectamente, a cada profe
• Trabajar es obedecer las órdenes de quien emplea. sión en Francia? Resulta que la estadística de todas las profesiones contiene no
• El salario es la recompensa que el empleado recibe por obedecer a quien le sólo a los jefes de familia que la ejercen, sino también a todas las personas para
emplea. las cuales este jefe de familia es un medio común de existencia. 46
• El patrono tiene derecho a dar órdenes, y a castigar al empleado por deso
bían accedido, ciertamente, como propietarios de su fuerza de trabajo, a la La idea-fuerza democrática del discurso republicano de Hubertine Au
sociedad civil, lo que les había convertido en auténticos «padres de familia», dert ante la asamblea de los «ciudadanos-proletarios» es que no puede exi
con todas las capacidades jurídicas a que eso habilitaba. Pero se les escapaba girse fundadamente el «acceso a la libertad» -es decir, el allanamiento de las
a ojos vistas el monopolio de la dominación doméstica: las esposas e hijos de barreras de clase, fortificadas por lo que Max Weber llamaba la «efectiva
los flamantes nuevos «padres de familia» proletarios no eran sólo sus famu distribución de la propiedad»-, sin exigir al propio tiempo la igual libertad
li; empezaban a ser crecientemente también los famuli de los «patronos» in civil de las mujeres: o todos son igualmente libres -o todos se sacuden de en
teresados en someterlos a la disciplina neodoméstica de la fábrica, del taller, cima el yugo de la loi de famille-, o los burgueses podrán seguir afirmando
de la mina o de la explotación agrícola. La necesidad -pues de verdadera tranquilamente que ellos son <<los superiores de los obreros y de las mujeres».
necesidad se trataba- de redondear los míseros ingresos familiares con la La plena ciudadanía que prometió la democracia fraternal revolucionaria
asalarización de la propia mujer y de los propios hijos era vista por las pri significaba la universalización de la libertad civil, la liquidación lo mismo de
meras generaciones del proletariado industrial como una violación más -y la loi politique que de la loi de fami/le, y por lo tanto, y potencialmente, el fin
particularmente dolorosa- de la propia autonomía e independencia, como de todas las relaciones sociales de dependencia, también las de los patriarcas
la entrega a la potestas de los patronos de aquello «propio» que uno más con sus famuli. Y lo que Hubertine Audert está diciendo ante los congresis
ama, es decir, como una especie de derecho de pernada renovado -en el me- tas -proletarios y ciudadanos- es que es normativamente inconsistente
de los casos-;47 o como forzada cesión a otro particular de la propia so quejarse del patronazgo de los burgueses -y de las relaciones de dependen
beranía privada recién adquirida -en el peor-o El primer sindicalismo fue, cia y de ilibertad que van con ese patronazgo-, y al propio tiempo, empe
en consecuencia, un enemigo acérrimo de la incorporación de la mujer al ñarse en ser el "patrón» de la mujer, en sujetarla y mantenerla dependiente.
mercado de trabajo (y a la sociedad civil, y a la vida política), y ciego o mio Eso sería a lo sumo «compadreo universal», no universal fraternidad.
pe para los infortunios de la doble dominación a que andaban sujetas las mu Pues en un sentido muy profundo y decisivo, perfectamente captado por
jeres proletarizadas. la formulación de Hubertine Audert, mujeres y proletarios quedaron en una
No es hasta finales del siglo XIX que empiezan a oírse en el movimien situación semejante dentro de la sociedad civil posrevolucionaria. Piénsese,
to obrero voces como ésta, verdaderamente extraordinaria, de Hubertine por ejemplo, en los «dramas de mujeres» anteriores a la Revolución france
Auclert: sa. El tema literario predilecto en Romeo y Julíeta- era el de la inven
dificultad con que se enfrentaban las mujeres núbiles de clase alta a la
o las mujeres son las iguales de los obreros y de los burgueses, o los burgueses hora de elegir esposo, dependientes como eran, en la sociedad señorial y en
son, como ellos mismos afirman, los superiores de los obreros y de las muje la del Antiguo Régimen, de un padre que arreglaba matrimonios según las
res. Sabed, ciudadanos, que no podéis sino basaros en la igualdad de todos los conveniencias familiares. Los códigos civiles napoleónicos, y el nuevo dere
seres para exigir fundadamente vuestro acceso a la libertad. Si no asentáis
cho de familia que trajeron consigo, las liberaron de esa antigua servidumbre
vuestras reivindicaciones sobre la justicia y el derecho natural, si vosotros, pro
ex ante respecto de su padre-patrón. Pero no las emanciparon de la servi
letarios, queréis conservar también privilegios, los privilegios de sexo, yo os
pregunto: ¿qué autoridad tenéis para protestar contra los privilegios de clase? Q..umbre ex 1!.ost respecto del marido libremente elegido. Y Balzac elaboró
... La mujer es, como el hombre, un ser libre y autónomo ... Estos atentados a como nadie -y abrió a la literatura contemporánea, a Stendhal, a Flaubert,
la libertad de la mujer hacen de ella, al tiempo que la sierva, la eterna menor, a T olstoi, a Theodor Fontane, a ClarÍn- el motivo de la mujer madura. En
la mendiga que vive a expensas del hombre. Nuestra dignidad nos hace pro La femme de trente ans, de modo superlativo y monográfico. Pero recurre
testar contra esta situación humillante. 48 una y otra vez en su obra la mujer que, no obstante gozar ya civilmente del
derecho de elegir marido, cesa una vez casada en todo derecho, y sepultada
viva en el hogar, se le agostan las esperanzas, y se extingue ella misma so
47. Para la percepción, por parte de los varones proletarios de la segunda mitad del XIX, cialmente, sabiéndose sujeta ya de por vida al albur ya la infelicidad de la do
de! trabajo asalariado femenino como "derecho de pernada» de! patrono, véase la interesante minación marital. 49
investigación de M.-V. Louis, Le Droit de cuissage. France, 1860-1930, Les Éditions de I'ate
!ier, París, 1994.
48. Informe de Hubertine Audert alllI Congreso Nacional Obrero, Marsella, 1879. Cita 49. ~ con la aguda sensibilidad que siempre le caracterizó, se planteó en On Li·
do por Rebérioux, Dufrancate! et al., «Hubertine Auclert et la question des femmes a l'''im berty, como es de sobra conocido, el problema que presentaban, desde e! punto de vista de la
morte! congres" (1879»>, en Romantisme, n.o 13-14 (1976). libertad, los contratos matrimoniales. Sólo que en vez de abordar el problema por e1ladode la
104 EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA 105
Protestas como la de Hubertine Auclert empezaron, en efecto, a ser escu Los primeros esfuerzos de la revolución habían destruido esta gran institución
chadas en el movimiento obrero a partir de finales del siglo XIX. Pero voces de la monarquía; ella fue restaurada en 1800. No son, como tantas veces se ha
como la suya, las hubo desde mucho antes. En los momentos de crisis, de dicho, los principios de 1789 en materia de administración los que han triun
quiebras revolucionarias, de motines de subsistencia, de insurrecciones, 0, fado en esa época y después, sino, al contrario, los principios del Viejo Régi
como en las antiguas saturnales y en los carnavales medievales, de interrup rnen .. :'il
ción circunstancial del orden social establecido,s° las mujeres y toda la «ca
nalla» subcivil salían a flote, redefinían los ámbitos de privacidad, ocupaban La restauraClOn completa del despotismo monárquico-absolutista en
la vida y los espacios públicos, allanaban barreras, disolvían nudos de domi Francia después del Congreso de Viena de 1815 tal vez pudo ser acogida con
nación y de ilibertad. y ese inveterado activismo civil de las mujeres, desple relativa indiferencia por las nuevas clases de propietarios rurales a las que
Napoleón había confirmado en sus títulos revolucionarios de propiedad, y a
gado por lo magnífico durante la Revolución francesa -gran saturnal neo
las que Luis XVIII y Carlos X no se atrevieron a expropiar en beneficio de los
pagana-, es parte sustancial de lo que la práctica de la democracia jacobina
«legítimos propietarios» aristocráticos o eclesiásticos. Pero no fue cierta
entendió por «fraternidad».
mente acogida con simpatía por los burgueses urbanos, por los propietarios
de bienes muebles. La revolución había sido un exceso, sí. Y ciertamente,
§ 13 ORDEN POSNAPOLEÓNICO y REGRESO como dijo madame de Stael en 1816, resultó intolerable que:
DEL «DESPOTISMO MONÁRQUICO»
Las gentes de la clase obrera llegaran a imaginar que el yugo de la dispari
Hasta aquí el modo en que el orden napoleónico había restaurado, re dad de fortunas podía dejar de pesar sobre ellos.52
modelándola, la articulación entre loi civil y loi de famille. Ya se ha dicho que
también restauró la diferencia radical entre una esfera «pública» de lo «po T ermidor y Napoleón habían puesto las cosas en su sitio, habían insti
lítico» (en la que regiría la vieja loi politique) y la esfera «privada» de 10 tuido bien la grávida realidad del «yugo de la disparidad de fortunas». Pero
«civil». O dicho sin jerga, el orden napoleónico restauró el despotismo polí el precio que la restauración absolutista quería hacer ahora pagar a todos por
tico-administrativo del Viejo Régimen, un aparato de Estado separado e in la conservación de ese benemérito yugo era excesivo. Tener de nuevo enci
dependizado de la sociedad civil, y más o menos incontrolable por ella. Bas ma el otro, el viejo yugo de una loi politique de todo punto incontrolable, no
ta recordar que ni siquiera en pleno Terror dispuso la Primera República era precisamente plato de gusto para el grueso de los dinámicos «capitanes
revolucionaria francesa de un cuerpo profesional de policía para darse cuen de industria». ¿Por qué habían de ir de la mano uno y otro yugo? Estamos
ta, en contra de un prejuicio históricamente ignaro, de que la tradición esta hablando de un pequeño o mediano fabricante o comerciante, patrono de un
talista y administrativamente centralista de la Francia contemporánea no tie grupo de trabajadores, a la mayoría de los cuales conocía personalmente. De
ne nada que ver con la herencia de la revolución, sino con la pervivencia de un hombre de nuevo agobiado por la arbitrariedad de la policía y de los fun
estructuras del Antiguo Régimen, estructuras que Napoleón contribuyó deci cionarios reales. Temeroso e inseguro, porque, en cualquier momento, un
sivamente a restaurar. Tocqueville lo vio con gran perspicacia: edicto real o un decreto gubernamental pudiera, por motivos imprevisibles,
llevarle a la ruina. La libertad y los derechos del pueblo eran para él no un
dominación (como habría que abordar el problema de un contrato de sumisión .libremente» objeto de disputa o elucubración académicas, sino una necesidad que brota
consentido: una imposibilidad republicana), lo enfocó desde el punto de vista de la intrínseca ba de su vida cotidiana. Anhelaba una Constitución, seguridad jurídica y
pcoblematicidad de los «co!!tratos de por vista». protección de la persona y de la propiedad. Desde luego no tenía mucha sen
50. .El carnaval posee un carácter universal, es un estado peculiar del mundo: su renaci sibilidad para <das rosas y los perfumes» -justo reproche, pues, el de la
miento y renovación en los que cada individuo participa ... Las tradiciones de las saturnales so
brevivieron en el carnaval de la Edad Media, que representó, con más plenitud y pureza que
boheme dorée-, ni en general para cosas que reputaba poco útiles: detesta
otras fiestas de la misma la idea de renovación universal ... la idea subsistía y se la con ba una presión fiscal destinada a sostener los fastuosos gastos de la monar
cebía como una huida provisional de los moldes de la vida ordinaria ... La fiesta se convertía en
esta circunstancia en la forma que adoptaba la segunda vida del pueblo, que generalmente pe
netraba en el reino utópico de la universalidad, de la libertad, de la igualdad y de la abundan 51. L'Ancien Régime et la Révolution, en el volumen de obras de Tocqueville preparado
cia». Mijail Bajtin, La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento, J. Forcat y C. Con por Lamberti y Mélonio, Robert Laffont, París, 1986, p. 989.
coy, trad., Barral, Barcelona, 1971, pp. 11-15. 52. Citado por H. Guillemin, Silence aux pauvres, op. cit., p. 29.
l1'l'I""
106 EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA 107
quía, de la Iglesia -más ávida de dinero que nunca, ahora que era pobre--, en otros países del continente, pero sí en Francia, la Revolución de febrero
de la burocracia absolutista, de los banqueros de la Corte, de la vieja aristo reunió por última vez a los herederos del «tercer estado». El «pueblo pro
cracia recrecida y del ejército. Tampoco veía la utilidad de que sus hijos va piamente dicho» estaba ahora compuesto mayoritariamente por un proleta
rones, en vez de prepararse para sucederle en el negocio, dejaran sus vidas en riado industrial de trabajadores urbanos; el campesinado posnapoleónico es
el campo de batalla al servicio de los intereses dinásticos de los Borbones, los taba en buena medida compuesto ahora por pequeños y medios propietarios
Hohenzollern, los Habsburgos, los Romanov o aun los Bonapartes y los Ha agrarios; y entre las antiguas capas medias urbanas dominaba ahora sobre
nover: el servicio militar obligatorio le parecía una canallada. Y aunque en todo la figura del burgués-tipo, un industrial pequeño o mediano. Esos tres
general no creía que sus trabajadores estuvieran preparados para gozar del básicos componentes del antiguo «pueblo», tan patentemente remodelados
derecho de sufragio, ni había olvidado en absoluto la angustiosa experiencia por la Revolución industrial y por el orden civil posnapoleónico, tenían gra
de la canalla robespierrista insurrecta de 1792, podía aún tender a verles ves motivos de insatisfacción con los esquemas liberal-doctrinarios de Luis
como parte de la familia --era el "patrón-, y en lo esencial, de nuevo, con Felipe y de su omnipotente ministro Guizot (el padre intelectual del esque
los mismos intereses políticos inmediatos que él. Ese es el bugués-tipo que dio ma). Pero el denominador común era mucho más pequeño de lo que dieron
origen al liberalismo doctrinario europeo-continental de la primera mitad del a entender las heroicas ilusiones que llevaron al gobierno provisional salido
XIX. Estaba en general satisfecho con el nuevo orden civil napoleónico; no le de la insurrección de febrero a proclamar en junio la Segunda República
disgustaba en absoluto tampoco -ahora que la institucionalización del de francesa, la llamada República «fraternal».
recho de propiedad estaba hecha conforme a sus intereses-, la estricta sepa Los «burgueses» querían sobre todo controlar el poder político de un
ración entre [oi civil y [oi politique; pero consideraba pendiente de resolver el modo menos indirecto y mediado que el que les ofrecía la monarquía mera
problema de la articulación entre ambas, el de la adecuada relación de la nue mente constitucional orleanista: querían que prevalecieran sus intereses de con
va sociedad civil pos revolucionaria con el Estado. junto (no sólo los de la alta burguesía financiera que giraba en torno de la
Las posibilidades que se ofrecían a la vista para encarar este problema Bolsa de París); y querían una política exterior agresiva, que les permitiera
eran tres: el modelo español de 1812 (una monarquía meramente constitu competir en pie de igualdad, por lo pronto, con la expansionista burguesía
cional), el modelo de la monarquía hanoveriana en Gran Bretaña, sobre todo industrial británica (no la medrosa política internacional de Luis Felipe, más
la posterior a 1832 (una monarquía plenamente parlamentaria), y el modelo atenta a la supervivencia dinástica de los Orléans que a los intereses <<nacio
norteamericano de una República diseñada institucionalmente con un pode nales» de la pujante industria francesa).
roso sesgo favorable a los propietarios. Los «campesinos» no simpatizaban tampoco con la monarquía orleanis
Con la Revolución de julio de 1830, el «tercer estado» francés pareció ta. Por lo pronto, porque seguían siendo más o menos leales a la memoria del
por un momento recuperar la unidad, pues fue el «pueblo» todo el que de Emperador, que había afianzado con los codes su condición de propietarios
rrocó la monarquía neoabsolutista de Carlos X. Efímeramente, sin embargo: y miembros de pleno derecho de la sociedad civil posrevolucionaria. Pero,
las honnétes gens no se arriesgaron esta vez a experimentos audaces. Des agobiados por las deudas y por las hipotecas, odiaban sobre todo el predo
tronados los borbones, vino con Luis Felipe de Orleans, rey-ciudadano, una minio, bajo Luis Felipe y Guizot, de una oligarquía financiera extremada
monarquía meramente constitucional. El resultado global fue la «oligarquía mente codiciosa. Sus rencores y sus insatisfacciones, pues, eran, como los de
isonómica» característica del liberalismo histórico decimonónico, a saber: la burguesía, de orden eminentemente «político».
una sociedad civil posnapoleónica; un monarca constitucionalmente em embargo, el nuevo proletariado industrial, y en general, los trabaja
bridado; un Parlamento de honoratiores, elegido por un sufragio censitario dores asalariados urbanos, tenían, además de todos esos, otro motivo funda
rigurosísimo (sólo tenía derecho a voto el dos por 100 de la población mas mental y específico de queja: no les satisfacía la peculiar articulación que el
culina adulta); un aparato judicial independiente, heredado de la administra orden posnapoleónico había instituido entre loi civil y loi de famille. Su insa
ción absolutista y reclutado, obvio es decirlo, entre gens de bien (nunca entre tisfacción política con la monarquía constitucional venía básicamente del he
gens de rien); y por último un gobierno que no era responsable ante el Parla cho de que ésta se presentaba como paladina de una loi de famille que, de
mento, sino sólo ante el monarca constitucional, el cual podía, si quería, den fensora a ultranza de los derechos sagrados de la propiedad privada y de la
tro de los límites marcados por la Ley Fundamental, hacer caso omiso de los «libertad industrial», convertía al «patróa>- en un monarca absoluto dentro
debates y de las mayorías parlamentarias. de la empresa capitalista. La monarquía podía ser muy constitucional (o,
Ese esquema liberal-doctrinario es lo que entró en quiebra en 1848. No como en Inglaterra, incluso parlamentaria), pero, dentro de la empresa, el
111"'"
108 EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA 109
patrón era un monarca absoluto, no embridado «constitucionalmente»: el entonces una suerte de ciudadela amurallada en el interior de la sociedad, una
trabajador, una vez cruzado el umbral de la fábrica, no tenía, cuando lo te ciudadela de la que todos los demás derechos constituían las defensas avanza
nía, otro derecho que el de irse (y morirse de hambre). Y la «libertad indus das; no le alcanzaban los golpes; ni siquiera trataba seriamente de tocársela.
trial» o «económica», la promesa gubernamental de no interferencia en los Pero hoy, que el derecho de propiedad no aparece sino como el último resto de
contratos libremente cerrados en la esfera -visible- regida por la loi civil un mundo aristocrático destruido, cuando se halla solo al frente, aislado privi
tenía esta consecuencia en la esfera -semioculta- regida por la loi de fami legio en medio de una sociedad nivelada, hoy, que no está ya a cubierto, detrás
de muchos otros derechos más contestables y más odiados, hoy ya no es lo mis
/le: el trabajador podía ser despedido en cualquier momento a discreción del
mo: a él sólo le toca sostener a diario el choque directo e incesante de las opi
patrono o de sus agentes, sin indemnización ni explicación de tipo alguno; no niones democráticas ... Muy pronto, la lucha política se entablará entre los que
tenía cobertura de paro; no tenía vacaciones pagadas; los mecanismos de poseen y los que no poseen; el gran campo de batalla será la propiedad, y las
promoción laboral dentro de la fábrica estaban enteramente al arbitrio del principales cuestiones de la política discurrirán sobre las modificaciones más o
patrono o de sus agentes; tampoco estaban reconocidos dentro de la empre menos profundas que habrá de sufrir el derecho de los propietarios. 53
sa el derecho de asociación (sindical o política), ni la libertad de reunión, ni
siquiera la de expresión; la huelga estaba penalizada, y cuando acabó des pe Este paso de Tocqueville ilumina del modo más agudo el hecho de que el
nalizándose, todavía por mucho tiempo se mantuvo la responsabilidad civil socialismo político que entró inopinadamente en escena como un auténtico
del huelguista, etc. vendaval en 1848 ~l «fantasma que recorre Europa»-, lo hizo sin solu
Es natural que para muchos trabajadores europeos del primer tercio del ción de continuidad con la tradición democrático-revolucionaria de 1792:
siglo XIX educados en la tradición democrático-fraternal robespierriana (fe desbaratadas las «defensas avanzadas» de los privilegios aristocráticos, sola
rozmente reprimida y difamada, pero nunca extinguida), la sacrosanta pro y desguarnecida la propiedad en medio de una sociedad civil ahora "nivela
piedad privada y la «libertad industrial» que iba con ella fueran creciente da», igualada y emponzoñada por «la enfermedad democrática de la envi
mente vistas como el último reducto de los privilegios absolutistas del dia»,54 tenían necesariamente que prosperar y difundirse
Antiguo Régimen destruidos por la revolución. La democracia "política»
-la liquidación del sufragio censitario liberal y la universalización del dere teorías económicas y políticas que tendían a hacer creer a la multitud que las
cho de voto-, significaba para ellos, exactamente igual que en el mundo miserias humanas eran obra de las leyes, y no de la Providencia, y que se podía
antiguo, el control del poder político por parte del «pueblo llano», y merced suprimir la pobreza cambiando la base de la sociedad. 55
a él, la "civilización» de la /oi politique, es decir, la interferencia "política»
en la «libertad industrial», la regulación «política» del derecho de propie Esas teorías no eran peligrosas en sí mismas: el «socialismo», el «comu
dad, el fin, en fin, del despotismo monárquico empresarial y la realización nismo», como ideales arcádicos de utopistas bienpensantes, jamás inquieta
integral del programa democrático fraternal prometido por la Primera Re ron seriamente a nadie antes de 1848. Inquietante era la "democracia», esto
pública, sólo mentidamente cumplido por el orden civil igualitario posna es, la tradición democrático-revolucionaria, la tradición que venía de Robes
poleónico. Sobre ese fertilizante crecieron las ideas socialistas que habrían pierre y de los montagnards: gegen Demokraten he/fen nur So/daten, "con
de irrumpir vigorosamente con voz propia en el escenario político precisa tra los demócratas no valen sino soldados», era un dicho común en los terri
mente en 1848. torios alemanes de mediados del XIX; rimillas y refranes pegadizos por el
Unos pocos meses antes de que estallara la Revolución de febrero, Toc estilo los hubo en Francia, en Alemania, en Inglaterra, en España, en toda
queville había anticipado lúcidamente la nueva situación: Europa. 56 Pero ni en Francia, ni en Alemania, ni en ningún otro país europeo
La Revolución francesa, que abolió todos los privilegios y destruyó todos los
53. Paso citado por el propio Tocqueville en su libro de memorias, escrito con posteriori
derechos exclusivos, ha permitido que subsistiera uno, y de modo ubicuo: el de
dad a la Revolución de 1848. Véase Souvenirs, en el volumen de obras de Tocqueville editado
la propiedad. Es preciso que los propietarios no se hagan ilusiones sobre la so por Lamberti y Mélonio, op. cit., p. 733.
lidez de su posición, que no se imaginen que el derecho de propiedad es un va 54. Souvenirs, op.cit., p. 762.
lladar infranqueable, sólo por el hecho de que, hasta el día de hoy, no ha sido 55. ¡bid.
franqueado. Pues nuestra época no se parece a ninguna otra. Cuando el dere 56. Auguste Blanqui -el más genuino representante a mediados del XIX de la tradición re
cho de propiedad no era sino el origen y el fundamento de muchos otros dere publicano-democrática francesa-, por su parte, expresaba con su lapidario estilo habitual la
chos, se defendía sin esfuerzo, o por mejor decir, no se veía atacado; formaba misma idea, desde el otro lado de la barricada: «derrocar por la fuerza una sociedad que sólo
o EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA 111
podemos hallar antes de 1848 parecidas alertas in angustiis respecto del «so ¿Por qué es indigno este pueblo de vivir en libertad? Tal vez la mejor res
cialismo» yel «comunismo». El «socialismo» yel «comunismo» sólo se hi puesta la diera Auguste Blanqui, replicando al tribunal que acabaría conde
cieron temibles políticamente cuando aparecieron fundidos o aliados con la nándolo a larga pena de cárcel por su participación en la insurrección de
tradición republicana de la democracia revolucionaria;57 y el acaecimiento de nio de 1848 contra el timorato gobierno provisional republicano salido de la
esa fusión es lo que lúcidamente anticipa el texto de Tocqueville que estamos Revolución de febrero:
comentando. 58
Se puede decir que el 1848 francés presenta la siguiente situación: los ... no se trataba de resucitar una República de espartanos, sino de fundar una
burgueses (lo que Tocqueville llamaría los propietarios de clase media, es de República sin ilotas. 6o
cir, la parte del «tercer estado» en posesión sobre todo de capital mueble)
quieren libertad «política,) para ellos e igualdad «civil» napoleónica uni Una República sin ilotas quiere decir no sólo una República sin relacio
versal, pero les aterroriza, en cambio, que la posible universalización de la nes de subordinación civil (sin patroni y sin «clientes»), sino, más radical
libertad «política» --es decir, la igualdad de libertades políticas que es la de mente aún, una República que ha abolido toda loi de famille, una Repúbli
mocracia- abra la vía hacia una nueva libertad civil que, a sus ojos, lleva a ca sin esclavos ni semiesclavos, sin pobres a merced de los propietarios, sin
todo tipo de desmanes, a la subversión de la sociedad civil misma, a la des trabajadores sometidos al capricho absolutista más o menos arbitrario de
trucción de la autoridad en la fábrica, a la sublevación de las clases subalter los patronos. Pero una República sin ilotas, piensa Tocqueville, es incompa
nas, a la puesta en cuestión de los derechos de propiedad, a la quiebra, esto tible con la «libertad política», es decir, con una República puramente «po
es, de toda relación de dependencia civil tácitamente cimentada en la pervi lítica» (no «social»). De aquí que un pueblo que aspire a salir de su condi
vencia de la loi de famille. En un diálogo con su colega Jean-Jacques Ampere ción de ilotas --es decir, a la abolición de toda loi de famille, y a la plena
historiador, hijo del famoso físico-, el muy liberal Tocqueville, habi libertad cívico-política- sea para él un pueblo «incapaz e indigno de vivir
tualmente tan contenido, pero consciente ahora como ninguno de las ame en libertad».
nazas, no puede sofocar un estallido emocional: Aunque él lo desconozca, T ocqueville tiene a sus espaldas una larga y ve
nerada tradición de pensamiento político que ha presentado las cosas de este
Usted no comprende lo que está pasando .. , Usted llama a esto [la Revolución modo. Aristóteles, por ejemplo, consideró que los experimentos democráti
de 18481 el triunfo de la libertad: no es sino su última derrota. Yo le digo a us cos radicales de gobierno efectivo de los pobres libres tenían, entre otras, pé
ted que este pueblo, tan ingenuamente admirado por usted, acaba de demos
trar que es incapaz e indigno de vivir en libertad. 59
simas consecuencias para el buen orden de la vida doméstica: los esclavos se
insolentaban (anarchía te doulou; doulou anesis), los hijos se desmadraban,
y las madres dejaban de ser sumisas al padre de familia y propietario, para
por la fuerza se mantiene». Citado por Samuel Bernstein, Blanqui y el blanquismo, D. Sacris ejercer sobre la vida doméstica del oikos un femenil despotismo (gynayco
tán y J. M. López, trads., Siglo XXI, Madrid, 1975, p. 374. kratía) a todas luces deplorable. 61 De modo parecido, y salvando la distancia
57. En un sentido muy preciso, el arranque del marxismo, políticamente hablando, signi de más de dos milenios, Tocqueville llegará a pensar que el régimen «políti
ficó esa fusión. El escrito de Marx contra Proudhon, la Miseria de la filosofía (1847) es, a pe co» republicano es difícilmente viable en condiciones de sufragio universal en
sar de su engañosa apariencia de obra sobre todo teórica, un astuto golpe publicístico contra el una Francia cuyo pueblo bajo se ve estimulado por ese mismo régimen a po
apoliticismo del socialismo proudhoniano, al tiempo que una rehabilitación «socialista» de la
vieja tradición republicana revolucionaria. En el Manifiesto Comunista (1848), por lo demás,
ner en cuestión los derechos patrimoniales. El ideal -irrealizado en el mun
y como se recordará, se presenta al «comunismo» como parte integrante del movimiento do antiguo- que Burckhardt había descubierto en Tucídides, el ideal de una
rico de la democracia revolucionaria europea. «oligarquía isonómÍca», el ideal que los liberales doctrinarios habían tratado
58. En realidad, Tocqueville llega a decir que el fracaso de la Revolución de febrero de de poner por obra bajo la monarquía del «rey-ciudadano» Luis Felipe de Or
1848 se debió en buena medida a que esa fusión entre «democracia» y «socialismo» no cuajó: leans, y que ahora, fracasada la monarquía constitucional, ensayaron como
«Los socialistas eran los más peligrosos, porque respondían más exactamente al carácter de la
un second best liberal con una República puramente «política» -burgue
Revolución de febrero, y a las únicas pasiones que encendió esa revolución; pero eran gente
más de teoría que de acción, y para subvertir la sociedad a su antojo, habrían tenido necesidad sa-, pero no «social» -sin ilotas-, se revelaba con todos sus riesgos en me
de la energía práctica y de la ciencia de las insurrecciones que sólo poseían a satisfacción sus co
frades [los republicanos de la democracia social revolucionaria]», Souvenirs, op. cit. p. 786.
60. Citado por Samuel Bernstein, op. cit., p. 203.
59. Contado por el mismo Tocqueville en sus Souvenirs, op. cit., p. 765.
61. Aristóteles, PoI., 13l3B; 1319B.
",..
112 EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA 113
dia Europa, y señaladamente, en Francia. El camino a la dictadura del tercer jornaleros, los varios tipos de trabajadores asalariados urbanos, simple
Bonaparte que fue ellI Imperio estaba expedito. mente estaban -como los judíos- fuera de la sociedad civil del Antiguo Ré
En su genial análisis del golpe de Estado de Luis Bonaparte, Marx llegó gimen. 63 La masa inmensa, desposeída, y por lo mismo, carente de libertad
a la misma conclusión: civil de quienes vivían por sus manos bajo el Antiguo Régimen estaba políti
camente encuadrada en el tercer estado como apéndice y aun --en el caso de
.. .la derrota de los insurrectos de junio (de 1848) había preparado, allanado, el los trabajadores urbanos- como clientela social moderna de los modernos
terreno en que podía cimentarse y erigirse la República burguesa; pero, al mis patroni que eran los burgueses europeos. La obra de demolición de «dere
mo tiempo, había puesto de manifiesto que en Europa ... en países de vieja ci chos exclusivos» y de "privilegios» que acometió la revolución y que, a su
vilización, con una formación de clase desarrollada, con condiciones modernas
manera, sancionaron los codes napoleónicos provocó la incorporación en
de producción y con una consciencia intelectual, en la que todas las ideas se ha
llan disueltas por un trabajo secular, la República no significa en general más
masse de quienes se ganaban el pan con el sudor de su frente a la sociedad ci
que la forma política de la subversión de la sociedad civil burguesa y no su for vil posrevolucionaria. A eso es a 10 que Tocqueville, a veces -cuando reca
ma conservadora de vida, como, por ejemplo, en los Estados Unidos de Norte tado-, llama «democratización» de la sociedad civil, y otras, suelto y desa
américa, donde, si bien existen ya clases, éstas no se han fijado todavía, sino poderado, sociedad civil emponzoñada por la epidemia «democrática de la
que cambian constantemente y se ceden unas a otras sus partes integrantes, en envidia».
movimiento continuo; donde los medios modernos de producción, en vez de La epidemia tenía como vector de contagio un esquema de inferencia que
coincidir con una sobrepoblación crónica, suplen más bien la escasez relativa se había convertido en auténtico virus cognitivo, engolosinado de las mentes
de cabezas y brazos, y donde, por último, el movimiento febrilmente juvenil de inferiores de las "clases inferiores», incapaces, por lo visto, de entender la
la producción material, que tiene un mundo nuevo que apropiarse, no ha deja clara diferencia termidoriano-napoleónica entre la vieja y la nueva igualdad
do tiempo ni ocasión para eliminar el viejo mundo espiritual. 62 civil, entre la vieja y la nueva libertad: entre la igualdad civil republicana de
los «antiguos» (que precisamente exigía reciprocidad en la libertad, suspen
sión de toda loi de (ami/le en las relaciones entre libres) y la de los «moder
§ 14 LA QUIEBRA DE LA SOCIEDAD CIVIL POSREVOLUCIONARIA
nos» (que precisamente necesitaba mantener una esfera aparte, regida por la
loi de (amille); entre la <<libertad de los antiguos» (que exigía la independen
Se puede decir: 1848 mostró por vez primera de forma inconfundible, vi cia y la autonomía) y la «libertad de los modernos» (perfectamente compati
sible para todo el mundo, y del modo más revelador en Francia, la escisión ble con la dependencia respecto de otro particular). El malhadado esquema
irreversible del «tercer estado», gran protagonista de las gestas revolucio cognitivo de inferencia era más o menos éste.
narias de 1789 y, todavía, de 1830. La escisión tenía su raíz más profunda Si todos los varones adultos eran iguales civilmente, si todos habían ac
-pero bien visible- en la «cuestión de la propiedad». Por usar la fértil me cedido igualmente a la sociedad civil, ¿por qué no habrían de ser iguales tam
táfora de Tocqueville: la sociedad civil del Antiguo Régimen era como un bién políticamente? Es decir, ¿por qué no el sufragio universal, por qué no la
complejo sistema de defensas avanzadas (los «derechos exclusivos» y los libertad política para todos, ricos y pobres?
«privilegios»), en el corazón de cuyo recinto amurallado se hallaba segura la La Segunda República concedió la igualdad política. Pero, entonces, si
ciudadela interior de los derechos de propiedad. La burocracia y toda la es eran iguales civilmente y libres e iguales políticamente, ¿por qué no también
tructura administrativa de las monarquías y los principados absolutistas cu libres civilmente de modo plenario, a la «antigua»? ¿Por qué tenían que se
raban de ese sistema avanzado de protección; los burgueses, propietarios, so guir dependiendo de otro para vivir? ¿Por qué tenían que seguir «alienados»
bre todo, de capital mueble, vivían instalados en la ciudadela interior, pero civilmente (alieni iuris), si parecían ser ya sui iuris políticamente?
no cómoda u holgadamente, sino claustrofóbicamente agobiados por las in y con ese mortífero juego de inferencias, de impecable e implacable lógi
terferencias arbitrarias e imprevisibles procedentes de las murallas de prime
ra línea y de sus centinelas. Los campesinos sujetos a distintas servidumbres,
63. Por eso pudo decir sin avilantez ni exageración Michelet que la revolución los hizo por
vez primera «hombres» y «ciudadanos», que con ella «nacieron» como tales: «Esos millones de
62. El18 Brumario de Luis Bonaparte, cito por la magnífica traducción castellana que ha hombres, ayer siervos, hoy hombres y ciudadanos, despertados en un solo día de la muerte a la
bía hecho el fallecido Octavi Pellisa, Ariel, Barcelona, 1968, p. 24. (La cursiva es del propio vida, neonatos de la revolución ... ». Jules Michelet, Histoire de la Révolution Franyaise, op. cit.,
Marx.) vol. 1, p. 343.
,.,...
114 EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA 115
ca republicana «antigua», quedaba tocado el «derecho de propiedad», iner- . prudentes, elegidos de tal suerte que los obreros elegirían listas de patronos
memente expuesto ahora al embate de una crecida marea de «opinión demo para cumplir la función de árbitros, y viceversa. 65
crática».64
El ominoso fracaso de ese gobierno-una coalición de demócratas repu
El lema sin duda más repetido en los primeros meses de la Revolución
blicanos «neojacobinos» como Ledru Rollin, republicanos moderados «neo
de 1848 -de febrero a junio-, el motivo emblemático del gobierno pro
girondinos» como Lamartine y socialistas como el propio Blanc-, tan com
visional surgido de la insurrección de febrero fue: fraternidad. Del modo
prometido con el tercer valor de la tríada republicana francesa, se ha
más explícito, el ministro de trabajo de ese gobierno, el socialista Louis
presentado a menudo como causa directa de la conversión del otrora enérgi
Blanc, inspirador de los famosos ateliers parisinos -una especie de coo
co motivo de la fraternidad en una divisa políticamente volandera e insus
perativas, públicamente subvencionadas, que daban empleo al proletaria
tancial. Pero en la desaparición de la «fraternidad» como consigna política
do parisino en paro-, identificaba su socialismo con una visión ingenua
de combate hay razones un poco más profundas que el mero fracaso tragicó
-desprovista del realismo social de Robespierre- de la «fraternidad» re
mico de un gobierno dimitido entre estrépitos de risa -de las gens de bien
publicana:
y caudales de sangre -de las gens de rien.
La «inundación democrática» de la sociedad civil por parte de las anti
Como en 1792-1794, la voluntad de realizar la fraternidad se manifiesta en los
distintos dominios en los que el mantenimiento de discriminaciones sociales guas «clases domésticas» hizo visible por vez primera en 1848 -y de un
choca con las convicciones democráticas. Pero esta vez las medidas toma modo aún más definitivo en 1871-la irreversible escisión del tercer estado,
das van derechas al objetivo y son seguidas de efectos inmediatos: al menos en la inviabilidad de que una sociedad civil moldeada por los códigos napoleó
lo que atañe al sufragio universal y a la supresión de la esclavitud en las colo nicos pudiera constituirse como sociedad libre y hermanada, sin nuevos pri
nias. Asimismo, se procura robustecer los derechos de la mujer ... Hay un do vilegios, sin barreras de clase -ni, potencialmente, de género-, con sólo
minio en el que la voluntad de reconciliación entre individuos y grupos, entre una adecuada política «social» por parte de un gobierno bien intencionado.
clases sociales, incluso, de intereses encontrados aparece claramente. Los cua Todavía atemorizado por el recuerdo de la insurrección de junio de
rentayochescos han imaginado, no sin cierta ingenuidad simpática, que po 1848, el Tocqueville patriarca vuela a ras de suelo:
drían dirimir los conflictos entre capital y trabajo con comisiones de hombres
Por los mismos sitios de los que nos creíamos los amos, hormigueaban los ene
64. Que el intento de universalizar --de extender a todos los individuos-los valores re migos domésticos; rodeaba París una atmósfera de guerra civil... 66
publicanos de libertad lleva implacablemente a la «democracia» -al gobierno popular-, y
ésta al cuestionamiento de las relaciones sociales «alienadas» de dependencia económica de El Tocqueville político y escritor otea el horizonte con mirada aquilina:
unos particulares respecto de otros, lo sabían ya los pocos republicanos modernos que habían
simpatizado con el denostado ideal antiguo de la «democracia» como gobierno de los pobres. Vi la sociedad partida en dos: los que nada poseían, unidos en una común co
Entre esos pocos se cuenta Ferguson, quien dejó dicho: «En la democracia los hombres deben dicia [sic]; quienes poseían algo, en una angustia común. Se acabaron los lazos,
amar la igualdad, deben respetar los derechos de sus conciudadanos, deben unirse por los la se acabaron las simpatías entre las dos clases: imperaba por doquier la idea de
zos comunes de simpatía al Estado. Al presentar sus pretensiones personales, deben contentar una lucha inevitable e inmediata. 67
se con el grado de consideración que pueden proporcionarles sus cualidades medidas equitati
vamente, en comparación con las de sus rivales; deben trabajar por el bien público sin La «fraternidad», pues, o la apariencia de ella ingenuamente pretendida
esperanza de beneficios; deben rechazar todo intento de crear una dependencia personal". por el gobierno provisional salido de la Revolución de febrero, se había aca
Adam Ferguson, Un ensayo sobre la historia de la sociedad civil (edición original de 1767), J. bado. Si acaso, se reencarnaba en una existencia mostrenca en el interior de
Rincón Jurado, trad., Instituto de Estudios Políticos, Madrid, 1974, p. 83. (El énfasis añadido
cada uno de los dos bloques de clase hostilmente polarizados. Tocqueville
es mío.) Un siglo antes, Harrington, en una colección de aforismos publicada póstumamente (A
System of Politics), definió así democracia: «Cuando un pueblo no puede vivir por sí mismo, el habla por el suyo:
gobierno es una monarquía o una aristocracia; cuando un pueblo puede vivir por sí mismo,
el gobierno puede ser una democracia» (Aforismo 1,14). Y en el aforismo 1,16 se dice: «Cuan En el campo, todos los propietarios, cualquiera que fuese su origen, sus ante
do un pueblo que puede vivir por sí mismo» -es decir, sin depender de otros- «imagina que cedentes, su educación, sus bienes, se habían acercado unos a otros, y no pa
puede ser gobernado por otros sin depender de esos gobernantes, no estamos ante el genio del
pueblo; estamos ante el error del pueblo». (Citado por J. G. A. Pocock, Politics, Language & 65. Marcel David, Fraternité et Révolution Fran¡;aise, Aubier, París, 1987, pp. 281-282.
Time, Essays on Political Thought and History, The University of Chicago Press, Chicago, 66. Souvenirs, op. cit., p. 810.
1989, p. 112. 67. [bid., p. 783.
r
116 EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA 117
redan sino formar una sola clase social; las viejas querellas de opinión, las an vil pos napoleónica por los descendientes de las antiguas «clases domésticas»,
tiguas rivalidades de casta y de fortuna se perdieron de vista. Se acabaron los seguía habiendo «siervos» sometidos a una implícita loí de famille. Y que el
celos y los orgullos entre el campesino y el rico, entre el gentilhombre y el bur hecho de que esos «siervos» se mostraran ahora peligrosamente dispuestos al
gués; en su lugar, confianza mutua, deferencia y benevolencia recíprocas. La
asalto de la «ciudadela interior» de la propiedad privada era motivo bastan
propiedad, para todos los que disfrutaban de alguna, se había convertido en
una especie de fraternidad. Los más ricos eran como los mayores, los de menor
te para que empezaran a alzarse voces -inteligentes y moderadas ¡ni más fal
fortuna, como los menores; pero todos se consideraban hermanos, con idénti taba!- que exigían la liquidación del orden posnapoleónico y el renovado
co interés en la defensa de la común herencia. 68 arredilamiento de la chusma mediante una explícita loí de famille que res
taurara las viejas relaciones, expresamente in-civiles, de servidumbre. Sólo
Nada es tan revelador de que el programa fraternal de la Primera Re
eso comenzaba a parecer a muchos compatible con
pública de 1792, enfática pero superficial e irrealistamente reintentado en la
rar el orden mismo de la sociedad. Para decir la verdad, no fue una lucha
política (en el sentido que habíamos dado en el pasado a esta palabra), sino un
La fraternidad, todavía capaz, cuando puesta por obra en 1790, de «alla
combate de clase, una suerte de guerra servil. 69 nar todo obstáculo»,72 no podía ya allanar aparentemente en 1848 el «gran
obstáculo» del nuevo proletariado urbano. Para ser justos con Michelet, hay
«Guerras serviles» llamaron los romanos a las guerras de esclavos, a la que añadir en seguida que el historiador no considera «obstáculo» al prole
represión manu militari de insurrecciones como la protagonizada por Espar tariado urbano decimonónico porque sienta especial odio, o miedo, o me
taco en el siglo 1 antes de nuestra era. La calificación de guerra civil se reser nosprecio hacia él-lo contrario se aproximaría más a la verdad-, sino por
vaba para las luchas armadas entre ricos y pobres, pero todos ciudadanos que es consciente del temor que el mismo ha llegado a suscitar en la nueva
-todos miembros de la sociedad civil-, luchas bastante habituales en las úl burguesía industrial, muy distinta de la ilustrada burguesía dieciochesca:
timas décadas de la República.
vos» y los «privilegios» que constituían la «defensa avanzada» del orden so
cial; revela que, tras décadas de «inundación democrática» de la sociedad ci 70. Ibid., p. 770.
71. Míchelet, La Révolution Franrraise, op. cit. vol. 1, p. 345.
72. Loe. cit., p. 324: "La fraternité a aplani tout obstade, toutes les féderations vont se
68. Ibid., p. 776. (El énfasis añadido es mío.) confédérer entre elles, l'union tend a Punité».
69. [bid., p. 806. (El énfasis añadido es mío.) 73. Loe. cit., p. 346.
l
ESPLENDOR Y ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD REPUBLICANA 119
118 EL ECLIPSE DE LA FRATERNIDAD
Aquella burguesía, la de 1789, estaba más dispuesta, esto es, a drater esta cascada de insultos a las mujeres que osaron participar activamente en la
nizar>, con el pueblo bajo que la nueva burguesía industrial de mediados del fiesta democrático-fraternal de junio de 1848: otros autores, tal vez más ga
siglo XIX. Todavía en 1830, no se apreciaban en el demos fracturas patente, lantes que el aristócrata francés, han llamado cosas peores que sudoríficos
manifiestamente irreparables, y la nueva sociedad civil posrevolucionaria, marimachos a las mujeres que se han atrevido a ingresar «fraternalmente» en
con todo y a pesar de todo, se ofrecía aún a la vista de algunos en la Europa la esfera civil, a exigir su libertad plena, a salir de la loi de famille. Antes y
continental como hogar de posible confraternización democrática, como un después de Tocqueville. Pero siempre -yeso es lo notable- en circunstan
espacio en el que podían allanarse, sino todas, muchas barreras de clase; cias en las que alguna convulsión político-social extraordinaria llevaba a las
1848 puso fin a esas ilusiones republicanas en Europa. Tal es el diagnóstico mujeres a una situación tal, que la dominación patriarcal y la dominación pa
de Miche1et. trimonial resultaban amenazadas de consuno. Esas circunstancias tuvieron
y a juzgar por el modo con que el moderado Tocqueville se emplea a siempre que ver con la aparición de regímenes o de grandes movimientos po
fondo contra la fraternité de la Segunda República no le faltaba razón a Mi líticos democráticos en el sentido tradicional aristotélico de esta palabra
chelet. Véase, si no, el frío sarcasmo con que describe la Fiesta de la Concor -hoy casi perdido, pero todavía conservado por Tocqueville-, es decir, ten
dia celebrada en París en junio de 1848, bajo el gobierno provisional revolu dentes a dar el poder a los ciudadanos pobres, y con él, un viso de asomo fe
cionario de la Segunda República: menino a la vida civil pública.
Ya tuvimos ocasión de ver cómo se quejaba Aristóteles de que el régimen
Ese día, el pueblo pareció entrar voluntariamente en la ficción de su felicidad, público de democracia radical de los varones pobres libres atenienses trajera
dejando por un momento de lado la memoria de sus miserias y de sus odios; es consigo la quiebra de la dominación masculina privada en el oikos, convir
tuvo animado, sin ser turbulento. El programa había dicho que tenía que rei tiendo a éste en una gynaicokratía, en una plaza de mando femenino. Pero el
nar una confusión fraternal. Y hubo, en efecto, una extrema confusión; pero juicio de Aristóteles resulta de una indulgencia angelical, si se compara con
no desorden. Gente extraña, somos los franceses: no podemos prescindir de la las horrísonas invectivas que la boheme dorée dedicó a los descendientes de
policía cuando vivimos en buen orden, y así que entramos en revolución, la po quienes -sometidos, o no, a una loi de famille- tenían en común el haber
licía parece prescindible. El espectáculo de alegría popular transportaba tam sido radicalmente excluidos de la vida civil prenapoleónica: a los judíos, a los
bién a los republicanos moderados y les llevaba a una suerte de enternecimien
proletarios, y naturalmente, a las mujeres.
to ... Delante de nosotros, primero desfilaron unas muchachas vestidas de
Las mujeres volvieron a ser particularmente activas en la nueva insurrec
blanco. Había por lo menos trescientas que llevaban su vestido virginal, pero
de modo tan viril, que podría habérseles tomado por muchachos vestidos de
ción de las antiguas clases domésticas que proclamó la Comuna de París en
chica oo. Una de ellas, mayor, se destacó de sus compañeras y, plantándose ante 1871. Se significaron especialmente las «amazonas de la Comuna», malfa
Lamartine, recitó un himno a su gloria; poco a poco, se animó a hablar de tal madas como petroleuses, las trabajadoras parisinas supuestamente responsa
suerte, que adquirió un aspecto alarmante y púsose a realizar contorsiones ho bles de incendios de fincas urbanas de ricos. Un amigo de Tocqueville, el con
rripilantes. Nunca me había parecido el entl;lsiasmo tan vecino de la epilepsia, de Gobineau, que andando el tiempo habría de convertirse en uno de los
y sin embargo, el pueblo quería que Lamartine la besara. Ella le presentó dos «clásicos» del racismo contemporáneo, se declaró entonces
robustas mejillas chorreantes de sudor, que él besó con la punta de los labios y
con harto desgaire. 74 profundamente convencido de que no hay un solo ejemplo en la historia de
época o de pueblo algunos de la locura furiosa, del fanático frenesí de estas
No debe atribuirse meramente a la conocida misoginia de Tocqueville 75 mujeres. 76
Las mujeres que se entregaron a la Comuna -y fueron muchas- no La necesidad generalmente sentida por el pobre de saquear la fortuna del rico,
sino una ambición: elevarse por encima del hombre, exagerando sus vicios., y si preciso es, de matarle. ¿Qué es el trabajador? El obrero al que pagarnos, y
Fueron malignas. Desde lo alto de los púlpitos de las iglesias convertidas en. que no trabaja. so
clubes, velos quitados y voces chíllonas ... exigían su ,<lugar bajo el sol, sus d~"
rechos ciudadanos,la igualdad que se les niega», y otras reivindicaciones inde Del otro lado de la barricada, el fracaso de la Revolución de 1848 en
cisas. 77
toda Europa, y ellos demócratas «sociales» y los socialistas «fraternales» de
la Segunda República francesa, conllevó también el final de la fraternidad
En fin, después de la cruentísima masacre de los communards insurre¿ como divisa políticamente usadera. La democracia «social» revolucionaria,
tos, Dumas hijo, con rencor necrófilo apenas concebible, sentenció: sedicente heredera del partido de la Montaña de Robespierre, se extinguió
con ella, lo mismo que el «socialismo fraternal" de Louis Blanc. El socialis
Nada diré de sus mujerzuelas, por respeto a las mujeres a las que semejan mo y la democracia venideros no podrían ya pasar por alto que la irrupción
cuando están muertas. 78
en la vida cívico-política de la muchedumbre proletaria y de una potente bur
guesía industrial llevaba inexorablemente a una escisión de clase de la socie
Dicho sea de paso: que la plena incorporación de las mujeres revolucio
dad civil posnapoleónica, a una ruptura de la misma insuturable con consig
narias, como la inteligente marxista Elisabetta Dmitrieva --elegante recupe
nas o remedios milagreros.
radora tardía de la fraternidad jacobina- o como la heroína anarquista
Por eso el asalto político a la antaño «ciudadela interior» del derecho de
Louise Michel, encontró terreno suficientemente abonado en el ambiente ge
propiedad, ese último y decisivo vestigio, si hay que creer a Tocqueville, de
neral del París insurrecto de la primavera de 1871 puede verse tanto en la ex
los «privilegios y los derechos exclusivos» del desaparecido mundo aristo
trema misoginia de los escritores enemigos de la Comuna, como en la entre~
crático, tendría que ensayar otros programas de acción que, a lo sumo, y
gada ginofilía de los poetas revolucionarios:
desde luego por vías rodeadas, trataran de rescatar el hermoso núcleo nor
Cuando se haya destruido la infinita servidumbre de la mujer, cuando ella viva mativo democrático contenido en el ideal de fraternidad de la Primera Re
por ella y para ella, restituida por el hombre -hasta ahora abominable-, ella pública: «civilizar'> la loi politique y «civilizar» la loi de famille; destruir la
también será poetisa. ¡La mujer descubrirá lo desconocido! ¿Diferirán sus «excrecencia parasitaria del aparato del Estado»8\ y destruir todo vínculo
mundos ideales de los nuestros? Ella descubrirá cosas extrañas, insondables, subcivil (<<familiar» ) de servidumbre y dominación.
repelentes, deliciosas; nosotros las tornaremos, nosotros las comprendere Lo que para el incipiente socialismo marxista estaba a la orden del día no
mos?9 era ya la plena incorporación de las clases domésticas a la vida político-civil,
sino la superación de toda sociedad civil fundada en la apropiación privada
Sea ello como fuere, el esquema liberal-doctrinario de una oligarquía iso de los medios de existencia social: pues el avance incontenible de la indus
nómica, la remotamente posible ilusión de fraternidad, de civilización de la trialización y de las tecnologías productivas que iban con ella, la destrucción
entera vida social, que pudiera haberse incorporado a la sociedad civil pos de las economías campesinas «naturales» -yen general, del grueso de la
napoleónica se había disipado: esa es la feraz semilla plantada por la jeunes «economía moral» popular-, la desaparición de las bases de existencia eco
se dorée del último tercio del siglo XIX. Y sembraba en terreno bien abonado nómica del pequeño artesanado urbano y rural, la creciente importancia de
desde 1848. las economías de escala, etc.; todo eso tornaba imposible o sumamente pro
«¿Qué es la Fraternidad?», se pregunta un panfleto que las gentes de bien blemático el programa que la democracia revolucionaria había defendido
hicieron circular por París luego de que el general Cavaignac masacrara a los desde los tiempos de Solón (gea anasdesmos, creon apokopé, 'redistribución
insurrectos de junio de 1848. He aquí la respuesta: de la tierra, cancelación de las deudas'), programa que Jefferson y Robes
pierre tradujeron al mundo contemporáneo con sus exigencias de universa
80. Extraído de un «Catecismo republicano», un opúsculo que hacía ludibrio de los idea
77. M. Du Camp, Les Convulsíons de París, vol. IV, Hachette, París, 18897 , p. 330. les republicanos, y que la derecha hizo circular profusamente por el París amigo del orden des
78. A. Dumas, Une lettre sur les choses du ¡our, Michel Lévy, París, 1871, p. 16. pués de dimitido el gobierno provisional. Citado por H. Guillemein, La premiere résurrection
79. Arthur Rimbaud, Carta a Paul Demeny de 15 de mayo de 1871 (en plena efervescen de la République, Gallimard, París, 1967, p. 465.
cia communarde), en Rimbaud, Oeuvres, Classiques Garnier, París, 1960, p. 348. 81. Marx, en El18 Brumario.
versales. Esa cómoda abstracción de los conflictos de clase, esa sentimental ni
velación de los contradictorios intereses de las clases, esa ilusoria elevación por IECISÉIS AÑOS DESPUÉS, en los Estatutos provisionales de la recién fun
encima de la lucha de clases, la fraternité, fue el verdadero santo y seña de la
Revolución de febrero. Sólo por un malentendido estaban las clases divididas,
D dada Asociación Internacional de Trabajadores (AIT), Marx volverá a
hablar de fraternidad. El fracaso de los últimos lustros, a que la I Internacio
y Lamartine bautizó el 24 de febrero al gobierno provisional: «un gouverne nal obrera tenía que poner fin, se debía en gran parte a
ment qui suspende ce malentendu terrible qui existe entre les différentes e/as
ses». El proletariado parisino se disipó en los goces de esa generosa embriaguez la falta de una federación fraternal entre las clases obreras de los diferentes
de fraternidad. 82 países. l
La estrella de la fraternidad se eclipsaba. En el memorial inaugural de la AIT de 1864, Marx hacía el siguiente ba
lance de los años transcurridos desde la derrota de la Revolución europea de
1848:
Después del fracaso de las revoluciones de 1848, todas las organizaciones par
tidarias y todos los periódicos de la clase obrera fueron oprimidos con la mano
de hierro del poder, los más avanzados hijos del trabajo huyeron en desespera
ción hacia la República transatlántica, y el efímero sueño de la emancipación
se desvaneció ante una época de febril industrialismo, marasmo moral y reac
ción política.2