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¿Puede el mundo ver a Jesús en mí?

El propósito de Dios para su pueblo Israel era convertirlo en un pueblo especial. Las palabras
que usa al hacer el pacto con ellos, son: me SER. Y el pueblo responde con HACER.

5 Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi pacto, vosotros seréis mi especial
tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda la tierra. 6 Y vosotros me seréis un
reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las palabras que dirás a los hijos de Israel.
8 Y todo el pueblo respondió a una, y dijeron: Todo lo que Jehová ha dicho, haremos.
Éxodo 19:5-8

Dios quiere que seamos SU PUEBLO para luego hacer sus grandes obras:

5 Mirad, yo os he enseñado estatutos y decretos, como Jehová mi Dios me mandó, para


que hagáis así en medio de la tierra en la cual entráis para tomar posesión de ella. 6
Guardadlos, pues, y ponedlos por obra; porque esta es vuestra sabiduría y vuestra
inteligencia ante los ojos de los pueblos, los cuales oirán todos estos estatutos, y dirán:
Ciertamente pueblo sabio y entendido, nación grande es esta. 7 Porque ¿qué nación
grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Jehová nuestro Dios en
todo cuanto le pedimos? Deuteronomio 4:5

Al experimentar la salvación llegamos a SER. La Biblia enseña claramente que somos salvos por
la gracia divina mediante la fe en Jesucristo (Juan 5:24; Rom. 3: 22-26; Efe. 2: 4-9) aparte de
nuestras obras (Rom. 3: 21, 28; 4: 6; Gál. 2: 16).

Su expiación en la cruz aseguró nuestra salvación y nada puede ser añadido a ella de nuestra
parte (Rom. 3: 25; 5: 8; Heb. 9: 28). Sin embargo, las buenas obras o EL HACER juegan un papel
inalterable, inamovible e irremplazable en la vida cristiana.

El agradecimiento motiva todo lo que hacemos. Aunque somos salvos únicamente por la
abundante misericordia de Dios por medio de la fe, la fe nunca permanece sola. La fe es la raíz y
las obras son el fruto; la gracia es la causa de nuestra sumisión al Señor, y debido a la gracia le
obedecemos y guardamos su ley.

En medio del Conflicto Cósmico entre el bien y el mal, a Dios le interesa lo que HACEMOS. Con
lo que los hijos de Dios hacen, honran o deshonran el nombre de Dios.
11 y Jehová dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo me ha de irritar este pueblo? ¿Hasta cuándo
no me creerán, con todas las señales que he hecho en medio de ellos? 12 Yo los heriré de
mortandad y los destruiré, y a ti te pondré sobre gente más grande y más fuerte que
ellos.
13 Pero Moisés respondió a Jehová: Lo oirán luego los egipcios, porque de en medio de
ellos sacaste a este pueblo con tu poder; 14 y lo dirán a los habitantes de esta tierra, los
cuales han oído que tú, oh Jehová, estabas en medio de este pueblo, que cara a cara
aparecías tú, oh Jehová, y que tu nube estaba sobre ellos, y que de día ibas delante de
ellos en columna de nube, y de noche en columna de fuego; 15 y que has hecho morir a
este pueblo como a un solo hombre; y las gentes que hubieren oído tu fama hablarán,
diciendo: 16 Por cuanto no pudo Jehová meter este pueblo en la tierra de la cual les
había jurado, los mató en el desierto. Núm. 14: 13-20

Dios había elegido a la nación para que fuera el medio de realizar su propósito de salvar a todo
el mundo (PP. 28-32). Al aumento de privilegios acompañaba el aumento de responsabilidades.
Era necesario, en primer lugar, que Dios fuera santificado a la vista de su pueblo, mediante un
arrepentimiento y una reforma, antes de que pudiera ser santificado a la vista de los paganos.
El Nombre de Dios había sido profanado entre los paganos por la vida inconsecuente de su
pueblo profeso. La restauración de Israel vindicaría el nombre de Dios entre los paganos. En ese
momento, se demostraría con toda claridad que Yahweh no era como los débiles dioses de los
paganos, sino que es omnipotente (Deut. 28: 58; Mal. 1: 11).

58 Si no cuidares de poner por obra todas las palabras de esta ley que están escritas en
este libro, temiendo este nombre glorioso y temible: JEHOVÁ TU DIOS, 59 entonces
Jehová aumentará maravillosamente tus plagas y las plagas de tu descendencia,

11 Porque desde donde el sol nace hasta donde se pone, es grande mi nombre entre las
naciones; y en todo lugar se ofrece a mi nombre incienso y ofrenda limpia, porque
grande es mi nombre entre las naciones, dice Jehová de los ejércitos.

La conducta de los israelitas y la desgracia que la acompañó deshonraron a Jehová ante los
paganos, quienes naturalmente entendieron que si el Dios de Israel no podía hacer nada más
por sus seguidores, no era mejor que los ídolos” (Jer. 14: 9).
9 ¿Por qué eres como hombre atónito, y como valiente que no puede librar? Sin
embargo, tú estás entre nosotros, oh Jehová, y sobre nosotros es invocado tu nombre;
no nos desampares.

Los paganos considerarían a Jehová meramente como el Dios nacional de los Israelitas, o un
dios más.
¿Qué hace Dios cuando su pueblo no HACE y deshonra su nombre?

19 Los dispersé entre las naciones, y quedaron esparcidos entre diversos pueblos. Los
juzgué según su conducta y sus acciones. 20 Pero, al llegar a las distintas naciones, ellos
profanaban mi santo nombre, pues se decía de ellos: “Son el pueblo del Señor, pero han
tenido que abandonar su tierra”. 21 Así que TUVE QUE DEFENDER MI SANTO NOMBRE,
el cual los israelitas profanaban entre las naciones por donde iban. 22 »Por eso,
adviértele al pueblo de Israel que así dice el Señor omnipotente: “Voy a actuar, pero no
por ustedes, sino por causa de mi santo nombre, que ustedes han profanado entre las
naciones por donde han ido. 23 Daré a conocer la grandeza de mi santo nombre, el cual
ha sido profanado entre las naciones, el mismo que ustedes han profanado entre ellas.
Cuando dé a conocer mi santidad entre ustedes, las naciones sabrán que yo soy el
Señor. Lo afirma el Señor omnipotente.
“No lo hago por vosotros/ Voy a actuar, pero no por ustedes”.
Por causa de su santo nombre, el Señor iba a restablecer a su pueblo (cf. Exo. 32: 12-14; Núm.
14: 13-20).
12 ¿Por qué han de hablar los egipcios, diciendo: Para mal los sacó, para matarlos en los
montes, y para raerlos de sobre la faz de la tierra? (Exo. 32: 12-14).

Cuando la gente a nuestro alrededor vea el poder y la belleza de la gracia transformadora de


Dios en nuestras vidas, tendrán sed de una relación similar con Dios. Las buenas obras hacen
que nuestro testimonio sea efectivo (Hech. 1: 8); hace que nuestra historia sea relevante. Las
acciones significativas son instrumentos poderosos a favor de la evangelización para cumplir la
obra de Dios, su misión y visión.

¿Cuál es la función de las buenas obras?

1. Nuestras buenas obras no funcionan para nuestra salvación (nuestra justicia es como
«trapo de inmundicia», Isa. 64: 6) pero su función es para la salvación de los demás.
La gente no puede ser atraída hacia Dios y seguirle a menos que sus seguidores
demuestren y muestren sus virtudes en sus vidas. Jesús subraya: «Así alumbre vuestra
luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro
Padre que está en los cielos» (Mat. 5: 16) y “manteniendo buena vuestra manera de vivir
entre los gentiles; para que… glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar
vuestras buenas obras”. (1 Ped. 2: 12), y de nuevo: «En esto conocerán todos que sois
mis discípulos, si tenéis amor los unos por los otros» (Juan 13: 35).

2. Nuestras buenas obras tienen la función de revelar la calidad de nuestra relación con
Dios.
Una falsa amistad no puede durar. Nuestro comportamiento habla más fuerte que las
palabras en cuanto a si nuestra fe está viva o muerta (Sant. 2: 14, 17-20, 26). Nuestro
comportamiento es un termómetro que muestra la realidad de nuestro adventismo. En
nuestro comportamiento se ve si Dios es verdaderamente el Señor de nuestras vidas. Es
también una manera para que nuestros ojos se abran a fin de darnos cuenta si nuestras
confesiones de fe concuerdan con nuestras acciones. Jesús proclama: “¿Por qué me
llamáis, Señor, Señor, y no hacéis lo que yo digo? (Lucas 6:46) «Vosotros sois mis amigos
si hacéis lo que yo os mando» (Juan 15: 14). Juan ha declarado poderosamente que
todo aquel que afirma que ama a Dios, «pero odia a su hermano, es mentiroso» (1 Juan
4:20). Santiago lo lleva al nivel práctico y argumenta que no ayudar a la gente
necesitada prueba que esa fe es vacía, muerta e inútil (Sant. 2: 17, 20). “Así también la
fe, si no tiene obras, es muerta en sí misma”.

3. Nuestras buenas obras tienen la función de hacernos personas agradables y fáciles de


vivir (Rom. 12: 9-21; Gál. 6: 2; 1 Ped. 2: 11-12).
20 Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed, dale de
beber; pues haciendo esto, ascuas de fuego amontonarás sobre su cabeza. 21 No
seas vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal.

Nuestro estilo de vida debe ser alegre, positivo y por lo tanto contagioso. La obediencia
a Dios y las acciones constructivas hacen que nuestro adventismo sea atractivo,
haciendo que sea emocionante y agradable para otros vivir con personas tan
cuidadosas. Es un placer vivir con gente cariñosa y amable. Los cristianos adventistas
deben ser conocidos por su bondad, consideración, sensibilidad y compasión. Cuando
conocemos a Cristo, todos debemos reconocerlo y ver la diferencia: nuestro cónyuge,
hijos, amigos, colegas, estudiantes, vecinos, gente en los centros comerciales,
autobuses, trenes o aviones, e incluso nuestros perros y gatos. La gracia de Dios, su
Palabra y su Espíritu cambian a los creyentes de maneras tan perceptibles que es bueno
y deseable vivir con nosotros debido a nuestras actitudes positivas y a la paz y alegría
que nos rodea (Gál. 5: 22). Así como Dios nos sirve, debemos servir; así como Dios es
desinteresado, debemos ser desinteresados; así como Dios es misericordioso, debemos
ser misericordiosos; así como Dios perdona, debemos perdonar; y así como Dios nos
anima, debemos animar a otros. Santiago lo dice en términos prácticos: «La religión
pura y sin macha delante de Dios el Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas
en sus tribulaciones y guardarse sin macha del mundo» (Sant. 1: 27). Los profetas lo
explican de maneras muy significativas. Por ejemplo, el profeta Zacarías proclama: «Así
habló Jehová de los ejércitos: Juzgad conforme a la verdad; haced misericordia y piedad
cada cual con su hermano; no oprimáis a la viuda, al huérfano, al extranjero ni al pobre,
ni ninguno piense mal en su corazón contra su hermano» (Zac. 7: 9-10). El apóstol Pablo
lo expresó con estas palabras: «con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con
paciencia los unos a los otros en amor» (Efe. 4: 2).

4. Nuestras buenas obras tienen la función de mantener y hacer crecer nuestra relación
con Cristo (1 Cor. 10: 31; Col. 1: 10).
La oración diaria, el estudio regular de la Biblia, el testimonio, el ayuno, la dadivosidad
sistemática, el diezmar, una dieta saludable, la mayordomía y la participación en la
adoración son hábitos significativos que nos ayudan a disfrutar de una buena vida
espiritual. Cuanto más nos comprometamos en la adoración del sábado, más nos
dedicaremos a trabajar para Dios durante la semana. Cuanto más disfrutemos de la
presencia de Dios en la vida, más alegremente explicaremos a los demás acerca de su
bondad y sus poderosas obras. Esta variedad de buenas acciones es vital para
desarrollar la disciplina en la vida porque por medio de los hábitos cotidianos se
construye la disciplina. La disciplina es crucial ya que sin ella no hay sabiduría, éxito,
felicidad o crecimiento espiritual (Prov. 1: 7; 3: 11; 5: 23; 10: 17; 12: 10; 13: 18; 15: 32;
19: 20; 25: 28). El autocontrol es un fruto del Espíritu (Gál. 5: 22), por lo tanto, cultivar el
autocontrol y la disciplina es una señal de que el Espíritu de Dios está obrando en
nosotros.
5. Nuestras buenas obras tienen la función de traer una profunda satisfacción y hacer
felices a quienes las realizan.
Nuestra inteligencia emocional crecerá. El buen trabajo no solo afecta a las personas
que nos rodean, sino que tiene una influencia muy positiva en nosotros, en nuestros
sentimientos y en nuestro pensamiento. La buena conducta y las acciones nos hacen
alegres. El apóstol Pablo correlaciona ese aspecto con el dar cuando enfatiza la
declaración de Jesús a los ancianos en Éfeso: «más bienaventurado es dar que recibir»
(Hech. 20: 35). Las emociones afirmativas surgen de apoyar a otros y ayudarlos. Crear
una sonrisa en el rostro o en el corazón de una persona produce alegría, paz y regocijo
que dan salud a toda persona. Trabajar por los demás fortalece la felicidad de nuestro
propio bienestar relacional y social. Sentimientos de gratificación y aprobación son los
resultados.

Contemplando su amor, y espaciándonos en él, absorbiéndolo, es como llegamos a


participar de su naturaleza. Lo que es el alimento para el cuerpo, debe serlo Cristo para
el alma. El alimento no puede beneficiarnos a menos que lo comamos; a menos que
llegue a ser parte de nuestro ser. Así también Cristo no tiene valor para nosotros si no le
conocemos como Salvador personal. Debemos alimentarnos de él, recibirle en el
corazón, de tal manera que su vida llegue a ser nuestra vida. DTG 353.3

4 Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. 5 Recuerda, por tanto, de dónde
has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; Apoc. 2:4-5

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