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DEFENSA DE LA VERDADERA HUMILDAD ENSEÑADA EN LA VERDADERA IGLESIA CATOLICA

2019

"Catecismo de la Iglesia Católica:

Se equivoca quien dice que "la humildad y la humillación, el servicio a los demás" por sí
mismos son el "camino de Jesucristo".

El verdadero camino de Jesucristo hacia la verdadera humildad y la verdadera caridad es


"humillarnos ante Dios" en arrepentimiento del pecado y en la adoración del Padre al "bajar
al agua con Jesús para resucitar con Él, renacer del agua y del Espíritu para convertirnos en el
hijo amado del Padre en el Hijo ".

Después de "humillarnos ante Dios" y adorarlo, entonces "el servicio a los demás" fluye de
nuestro arrepentimiento del pecado, la humillación ante Dios y el amor a Él.

FRAY NELSON MEDINA DICE:La falsa humildad frena la obra de Dios

Le dice Pedro: ¡Señor!, ¿Tú lavarme a mí los pies? Respondió Jesús: lo que yo hago, tú no lo
entiendes ahora; lo entenderás después. Insiste Pedro: jamás me lavarás Tú los pies a mí.
Replicó Jesús: si yo no te lavare, no tendrás parte conmigo. Se rinde Simón Pedro: Señor, no
solamente los pies, sino también las manos y la cabeza. Ante la llamada a una entrega total,
completo, sin vacilaciones, muchas veces oponemos una falsa modestia, como la de Pedro…
¡Ojalá fuéramos también hombres de corazón, como el Apóstol!: Pedro no permite a nadie
amar más que él a Jesús. Ese amor lleva a reaccionar así: ¡aquí estoy!, ¡lávame manos, cabeza,
pies!, ¡purifícame del todo!, que yo quiero entregarme a Ti sin reservas.

SAN BERNARDO DE CLARAVAL:

LOS GRADOS DE SOBERBIA EN ORDEN DESCENDENTE

I. La curiosidad, que lanza los ojos y demás sentidos a cosas que no le interesan.

II. La ligereza de espíritu, que se manifiesta en la indiscreción de las palabras, ahora


tristes, ahora alegres.

III. La alegría tonta, que estalla en risa ligera.

IV. La jactancia que se hace patente en el mucho hablar.

V. La singularidad, que en todo lo suyo busca su propia gloria.

VI. La arrogancia, por la que uno se cree más santo que los demás.

VII. La presunción que se entremete en todo.


VIII. La excusa de los pecados.

IX. La confesión fingida, que se descubre cuando a uno le mandan cosas ásperas y duras.

X. La rebelión contra el maestro y los hermanos.

XI. La libertad de pecar.

XII. La costumbre de pecar.

Sin Juzgar a la persona de quien se habla pero nadie puede aprobar esta conducta y se debe
orar para que el jerarca que no practique la reverencia a Dios y falta asi a la humildad
primero con Dios cambie en esto, es nuestro deber orar por esta persona pero es un
escandalo y mal ejemplo ante toda una iglesia esta conducta:

Nunca antes en la historia del catolicismo un papa sano se negó repetidamente a arrodillarse
frente a la Sagrada Eucaristía y, mientras tanto, se arrodilló espontáneamente para besar los
pies de los políticos sudaneses.
Para poner esto en perspectiva, imagine que el Papa Juan Pablo II, antes de estar enfermo,
se hubiera negado repetidamente a arrodillarse frente a la Sagrada Eucaristía, pero mientras
tanto se arrodillara espontáneamente para besar los pies de Mikhail Gorbachov, el
presidente Ronald Reagan o un político musulmán.

La falta de humildad es también negación de la verdad.

Aqui unos horrores dichos por un jerarca de la iglesia católica que al decirse públicamente nos
obligan a muchos a explicitar que estos son errores que deben denunciarse y corregirse:

Aqui los errores mencionados en numero romano y debajo el porque son errores y que es lo
que se debe creer a la luz de la verdad justificación canónica y doctrinal en la verdadera fe
catolica:

I. Una persona justificada no tiene la fuerza, con la gracia de Dios, para llevar a cabo las
exigencias objetivas de la ley divina, como si alguno de los mandamientos de Dios fuera
imposible para los justificados; o como si significara que la gracia de Dios, cuando produce la
justificación en un individuo, no produce invariablemente y por su naturaleza la conversión de
todo pecado grave, o no es suficiente para la conversión de todo pecado grave.

[Concilio de Trento, sesión 6, canon 18: «Si alguno dice que los mandamientos de Dios son
imposibles…para observar incluso al hombre justificado y establecido en la gracia, que sea
anatema» (DH 1568).
Ver también: Génesis 4:7; Deuteronomio 30:11-19; Eclesiástico 15:11-
22; Marcos 8:38; Lucas 9:26; Hebreos 10:26-29; 1 Jn. 5:17; Zosimus, 15º (o 16º) Sínodo de
Cartago, canon 3 sobre la gracia, DH 225; Félix III, 2º Sínodo de Orange, DH 397; Concilio de
Trento, Sesión 5, canon 5; Sesión 6, canon 18-20, 22, 27 y 29; Pío V, Bulla Ex omnibus
afflictionibus, Sobre los errores de Michael du Bay, 54, DH 1954; Inocencio X, Constitución Cum
occasione, Sobre los errores de Cornelius Jansen, 1, DH 2001; Clemente XI,
Constitución Unigenitus, Sobre los errores de Pasquier Quesnel, 71, DH 2471; Juan Pablo II,
Exhortación apostólica Reconciliatio et paenitentia 17: AAS 77 (1985): 222; Veritatis
splendor65-70: AAS 85 (1993): 1185-89, DH 4964-67.]

II. Un creyente cristiano puede tener pleno conocimiento de una ley divina y elegir
voluntariamente romperla en un asunto serio, pero no estar en un estado de pecado mortal
como resultado de esta acción.

[Concilio de Trento, sesión 6, canon 20: «Si alguno dice que un hombre justificado, por muy
perfecto que sea, no está obligado a observar los mandamientos de Dios y de la Iglesia, sino
que sólo está obligado a creer, como si el Evangelio no fuera más que una promesa absoluta
de vida eterna, sin la condición de que se observaran los mandamientos, que sea anatema»
(DH 1570).
Ver también: Mc 8,38; Lc 9,26; Heb 10,26-29; 1 Jn 5,17; Concilio de Trento, sesión 6, cánones
19 y 27;
Clemente XI, Constitución Unigenitus, Sobre los errores de Pasquier Quesnel, 71, DH 2471;
Juan Pablo II, Exhortación apostólica Reconciliatio et paenitentia 17: AAS 77 (1985):
222; Veritatis splendor, 65-70: AAS 85 (1993): 1185-89, DH 4964-67.]

III. Una persona puede, mientras obedece una prohibición divina, pecar contra Dios por ese
mismo acto de obediencia.

[Ps. 18:8. Ver también: Eclesiástico 15:21; Concilio de Trento, sesión 6, canon 20; Clemente XI,
Constitución Unigenitus, Sobre los errores de Pasquier Quesnel, 71, DH 2471; León
XIII, Libertas praestantissimum, ASS 20 (1887-88): 598 (DH 3248); Juan Pablo II, Veritatis
splendor, 40: AAS 85 (1993): 1165 (DH 4953)].

IV. La conciencia puede juzgar verdadera y correctamente que los actos sexuales entre
personas que han contraído un matrimonio civil entre sí, aunque uno de ellos o ambos estén
sacramentalmente casados con otra persona, a veces pueden ser moralmente correctos, o
requeridos, o incluso ordenados por Dios.

[Concilio de Trento, sesión 6, canon 21: «Si alguien dice que Jesucristo fue dado por Dios a los
hombres como un redentor en quien han de confiar, pero no también como legislador a quien
han de obedecer, sea anatema», DH 1571.
Concilio de Trento, sesión 24, canon 2: «Si alguno dice que es lícito que los cristianos tengan
varias mujeres al mismo tiempo, y que esto no está prohibido por ninguna ley divina, que sea
anatema», DH 1802.
Concilio de Trento, sesión 24, canon 5: «Si alguien dice que el vínculo matrimonial puede ser
disuelto por herejía o dificultades en la convivencia o por la ausencia voluntaria de uno de los
cónyuges, que sea anatema», DH 1805.
Concilio de Trento, sesión 24, canon 7: «Si alguien dice que la Iglesia está equivocada por
haber enseñado y por seguir enseñando que, de acuerdo con la doctrina evangélica y
apostólica, el vínculo matrimonial no puede ser disuelto por adulterio de uno de los cónyuges
y que ninguno de los dos, ni siquiera el inocente que no ha dado motivo de infidelidad puede
contraer otro matrimonio durante la vida del otro, y que el marido que despide a una esposa
adúltera y se casa de nuevo y la esposa que despide a un marido adúltero y se casa de nuevo
son ambos culpables de adulterio, que sea anatema.», DH 1807.
Ver también: Salmo 5:5; Salmo 18:8-9; Eclesiástico 15:21; Hebreos 10:26-29; Santiago. 1:13; 1
Jn. 3:7; Inocencio XI, Proposiciones condenadas de los laxistas, 62-63, DH 2162-63; Clemente
XI, Constitución Unigenitus, Sobre los errores de Pasquier Quesnel, 71, DH 2471; León XIII,
encíclica Libertas praestantissimum, ASS 20 (1887-88): 598, DH 3248; Pío XII, Decreto del Santo
Oficio sobre la ética de la situación, DH 3918; Concilio Vaticano II, Constitución
pastoral Gaudium et spes, 16; Juan Pablo II, Veritatis splendor, 54: AAS 85 (1993): 1177;
Catecismo de la Iglesia católica, 1786-87].

LA HUMILDAD NOS ABRE LAS PUERTAS DEL CIELO PADRE SANTIAGO MARTIN:

https://www.youtube.com/watch?v=kFhqFteTDjM

MONSEÑOR ROBERTO SIPOLS SOBRE LA HUMILDAD:

https://www.youtube.com/watch?v=ALpNTi0sRmU

LA VIRGEN MARIA HABLA DE LA HUMILDAD:

https://www.youtube.com/watch?v=ZGUtGSeIbnE

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