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Arte romántic

El término romántico se aplica con sentido descriptivo a un cierto tipo de arte, literatura y
música, principalmente de principio del Siglo XIX, que comparte una serie de
características: individualismo, emoción abierta, dramatismo y afinidad con la naturaleza.

El poeta Baudelaire lo define como “intimidad, espiritualidad, color, aspiración hacia el


infinito, expresados por todos los medios que permite el arte”. En ese sentido se le suele
compara con su término opuesto, ‘clasicismo’, que por lo general se suele referir, en este
contexto, a la tradición ‘académica’.

Durante el siglo XVIII, la tendencia denominada ‘neoclasicismo’ se planteó, como es


sabido, como una recuperación (revival) de los valores clásicos de las artes plásticas y de la
arquitectura. Ese concepto implicaba tanto al arte de la Antigüedad Clásica, especialmente
su escultura y su arquitectura, como a los artistas de los Siglos XVI y XVII que se habían
inspirado en aquellos modelos. De todas formas, la diferencia entre ‘clasicismo’ y
‘romanticismo en el arte no queda en absoluto clara, teniendo en cuenta que algunos artistas
considerados propiamente ‘románticos’ como Constable o Turner, se inspiraban a su vez
declaradamente en modelos clásicos. Un ejemplo muy ilustrativo de esto es el cuadro del
pintor romántico inglés Turner titulado ‘Dido construyendo Cartago’ (1815), directamente
emparentado con ‘El embarque de la Reina de Saba’ (1648) [véase], del artista barroco
francés Claude el propio Turner exigió que ambos cuadros fuesen exhibidos juntos en la
National Gallery de Londres. En la obra del francés nos encontramos con una composición
rigurosamente organizada, ‘clásica’ hay una perspectiva simple con un único punto de fuga.

El lienzo está dividido en cinco partes, formando una trama en la que se distribuyen tanto
las arquitecturas como el horizonte. A Turner, por el contrario, como buen ‘romántico’, no
le preocupa tanto la exactitud de las proporciones en si cuadro los puntos de fuga son
múltiples, y la artificiosa utilización de la luz consigue transmitir la sensación de un
ambiente opresivo y humano al mismo tiempo, cosa que no ocurre en el lienzo de Claude,
ni tampoco se pretende.

Por otro lado, resulta prácticamente imposible delimitar el momento exacto en que acaba el
‘neoclasicismo’ y da comienzo el ‘romanticismo’, y hay autores (Goya, Beethoven,
Schubert, Boullée, Blake, etc.) que fácilmente podrían adscribirse a ambos períodos de
manera indistinta. En este sentido, Robert Rosenblum opta por subdividir el período
‘neoclásico’ en varias tendencias artísticas en función de las temáticas que se pueden
observar en cuadros y esculturas:
a) Neoclásico horrendo: El arte como vehículo para expresar los impulsos más
arrebatadamente románticos; tiene mucho que ver con los primeros escalofríos del horror
‘gótico’ que sacudió el arte británico de la década de 1770.
b) Neoclásico erótico: se recrean algunos aspectos del imperio de Venus que ya habían
explorado los artistas del Rococó, tanto placenteros como trágicos.
c) Neoclásico arqueológico: Reconstrucción lo más fidedigna posible de escenas históricas
o legendarias de la Antigüedad clásica. Las modalidades 1a y 3a tuvieron su continuidad en
la época ‘romántica’, aunque con las consabidas variaciones. Así, por ejemplo, el
Romanticismo tendió más a imitar la Edad Media que la Antigüedad.

Arte bizantino
El arte bizantino es una expresión artística que se configura a partir del siglo IV,
fuertemente enraizada en el mundo helenístico y oriental, como continuación del arte
paleocristiano. Desde sus primeros momentos, Bizancio se consideró como el continuador
natural del Imperio Romano.

En 395 Teodosio dividió entre sus hijos Arcadio y Honorio el Imperio romano; dejando a
Arcadio el Imperio de oriente. Este hecho va a dar origen al que será el Imperio bizantino,
que tiene ya como capital a Constantinopla, ciudad fundada por el emperador Constantino.
Debido a su privilegiada situación y a la caída del Imperio romano de occidente en poder de
los bárbaros, pronto será la capital cultural por excelencia en el mundo occidental. Así nace
el arte bizantino como confluencia de los estilos griegos, helenísticos, romanos y orientales.

Desde comienzos del siglo V se va creando un lenguaje formal artístico propio y


diferenciado del que se mantiene en el Imperio de Occidente. Más tarde, en la época de
Justiniano I (527-565) se inicia la primera etapa específicamente bizantina: es la Primera
Edad de Oro que comprende los siglos VI y VII, es la etapa de formación del arte bizantino
en sus aspectos formales.

Después del período de la lucha de los iconoclastas, aunque pobre en monumentos,


comienza, en torno al año 850, el arte bizantino medio o Segunda Edad de Oro que perdura
hasta el año 1204, cuando Constantinopla es conquistada por los cruzados; en esta época
esencialmente se consolidan los aspectos formales y espirituales del arte bizantino; es la
verdadera etapa creadora y definidora de la estética bizantina. Después del dominio
europeo, con la dinastía de los Paleólogos, se da paso a la Tercera Edad de Oro que se
centra en el siglo XIV y que finaliza con la toma de Constantinopla en el año 1453.
Después, el arte bizantino florece en los países eslavos, Rusia y sureste de Europa,
transmitiéndose hasta nuestros días a través del Monte Athos. El arte bizantino se dividió
en cuatro grandes etapas:

 Primera Edad de Oro Bizantina: 527 - 726, año en el que aparece la querella iconoclasta. La
época dorada de este arte coincide con la época de Justiniano.
 La querella iconoclasta se prolongó entre los años 726 - 843 y enfrentó a los iconoclastas
contra los iconódulos y fue tan violenta que produjo una crisis artística acentuadísima,
especialmente en el arte figurativo.
 Segunda Edad de Oro Bizantina: 913 - 1204, momento en que los cruzados destruyen
Constantinopla.
 Tercera Edad de Oro Bizantina: 1261 - 1453, cuando los turcos toman Constantinopla.
ARTE GRIEGO

El Arte Griego marca un referente para la civilización occidental que perdurará


hasta nuestros días. Los modelos griegos de la antigüedad son tenidos como
clásicos y los cánones escultóricos y los estilos arquitectónicos han sido
recreados una y otra vez a lo largo de la historia de Occidente.

PINTURA
Para hablar de la pintura griega es necesario hacer referencia a la cerámica, ya
que precisamente en la decoración de ánforas, platos y vasijas,cuya
comercialización era un negocio muy productivo en la antigua Grecia, fue donde
pudo desarrollarse este arte.

Al comienzo los diseños eran elementales formas geométricas -de ahí la


denominación de geométrico que recibe este primer período ( siglos IX y VIII a.
C. )- que apenas se destacaban sobre la superficie.

Con el correr del tiempo, éstas se fueron enriqueciendo progresivamente hasta


cobrar volumen. Aparecieron, entonces, los primeros dibujos de plantas y
animales enmarcados por guardas denominadas "meandros". En un próximo
paso, ya en el período arcaico ( siglos VII y VI a. C. ), se incluyó la figura
humana, de un grafismo muy estilizado. En medio de las nuevas tendencias
naturalistas, ésta cobró mayor importancia al servicio de la representaciones
mitológicas.

Las escenas se organizaron en franjas horizontales paralelas que permitían su


lectura girando la pieza de cerámica. Con el reemplazo del punzón por el pincel
los trazados se volvieron más exactos y detallistas. Las piezas de cerámica
pintadas comienzan a experimentar una notable decadencia durante el clasicismo
(siglos IV y V a. C.) para resurgir triunfantes en el períodohelenístico (siglo III),
totalmente renovadas, plenas de color y ricamente decoradas.

 ESCULTURA
Las primeras esculturas griegas (siglo IX a. C.) fueron pequeñas figuras humanas
hechas en materiales muy maleables tales como la arcilla, el marfil o la cera. No
fue hasta el período arcaico (siglos VII y VI a. C.)que los griegos comenzaron a
trabajar la piedra. Los motivos más comunes de las primeras obras eran sencillas
estatuas de muchachos (kouros) y muchachas (korés). De formas lisas y
redondeadas, estas figuras plasmaban en la piedra una belleza ideal.
Estas figuras guardaban una gran similitud con las esculturas egipcias que habían
servido de modelo. Con la llegada del clasicismo ( siglos V y IV a. C. ), la
estatuaria griega fue tomando un carácter propio y abandonó definitivamente los
primitivos patrones orientales. Gracias al estudio de las proporciones se pudo
copiar fielmente la anatomía humana y los rostros ganaron definitivamente en
expresividad y realismo.

Se introdujo el concepto de "contrapposto", posición por la cual la escultura se


apoyaba totalmente sobre una pierna, dejando la otra libre, y el principio del
dinamismo cobró forma en las representaciones de atletas en plena acción.
Algunos de los grandes artistas del clasicismo fueron Policleto, Mirón, Praxíteles
y Fidias, aunque tampoco se puede dejar de mencionar a Lisipo, que intentando
plasmar las verdaderas facciones del rostro, logró los primeros retratos.

Durante el período helenístico (siglo III a. C.) se enfatizaron y sofisticaron las


formas heredadas del clasicismo. Así, producto de esta recepción, surgieron
obras de inigualable monumentalidad y belleza, como "El coloso de Rodas", de
treinta y dos metros de altura. Cabe aclarar, que tanto por su función religiosa
como decorativa, la escultura se hallaba estrechamente ligada a la arquitectura.
Así lo evidencian los trabajos estatuarios de las fachadas, columnas e interior de
los templos.

 ARQUITECTURA
El templo fue, sin lugar a dudas, uno de los legados más importantes de la
arquitectura griega a occidente. Era de una forma bastante simple: una sala
rectangular a la que se accedía a través de un pequeño pórtico (pronaos) y cuatro
columnas que sostenían un techo bastante similar al actual tejado a dos aguas. En
los comienzos éste fue el esquema que marcó los cánones.

Del perfeccionamiento de esta forma básica se configuró el templo griego tal y


como hoy lo conocemos. En sus comienzos, los materiales utilizados eran el
adobe para los muros y la madera para las columnas. Pero a partir del siglo VII
a.C. (período arcaico), éstos fueron reemplazados por la piedra, lo que permitió el
agregado de una nueva hilera de columnas en el exterior (peristilo), y con lo que
la construcción ganó en monumentalidad.

Entonces surgieron los primeros órdenes arquitectónicos: el "dórico", al sur, en


las costas del Peloponeso y el "jónico", al este. Los templos dóricos eran más
bien bajos y macizos. Las gruesas columnas carecían de base y el fuste era
acanalado. El capitel, muy simple, terminaba en una moldura llamada equino.
Las columnas sostenían un entablamiento (sistema de cornisas) compuesto por un
arquitrabe (zona inferior) y un friso de tríglifos (decoración acanalada) y
metopas.

La construcción jónica, de mayores dimensiones, descansaba sobre una doble


hilera de columnas, algo más estilizadas, también de fuste acanalado y con un
sólido basamento. El capitel culminaba en dos gráciles volutas y los frisos se
hallaban decorados con relieves. Más adelante, en el período clásico ( siglos V y
IV a. C. ), la arquitectura griega arribó a su máximo apogeo. A los dos órdenes ya
conocidos se sumó el "corintio", con su típico capitel terminado en hojas de
acanto.

Las formas se estilizaron aún más y se agregó una tercera hilera de columnas. El
Partenón de Atenas es la más clara ilustración de este brillante período
arquitectónico griego.

En tiempos de la dominación helénica (siglo III a. C.) la construcción, que


conservó las formas básicas del clasicismo, alcanzó el punto máximo de la
fastuosidad. Columnas de capiteles ricamente ornados sostenían frisos trabajados
en relieve de una elegancia y factura insuperable.

ARTE ROMANO

Roma es la capital de una de las mayores civilizaciones de la historia, en mayor o menor


medida ha tenido influencia sobre el desarrollo de todos los rincones de Europa hasta
nuestros días. Roma fue fundada en el 753 a.C. como una monarquía y el Imperio Romano
de Occidente cayó más de mil años más tarde en el 476 d.C. El crecimiento cultural y
territorial de Roma durante ese periodo fue notable lo cual dio lugar al desarrollo de un
arte, el romano, similar al griego en un principio y con características propias conforme
avanzó su historia. En este artículo procedemos a analizar el arte romano.

La principal influencia del arte romano es sin duda el arte griego. Cuando la República
conquistó Grecia, se adquirieron numerosos conocimientos de la civilización helenística
tanto en el terreno sociopolítico como en el artístico y cultural. El centro del arte griego era
la belleza, exaltaba a los dioses y buscaban la perfección en sus obras, cuanto más se
acercara a la naturaleza, más bonitas parecían, los temas solían ser en su mayoría religiosos
o mitológicos.

Los romanos se desmarcaron de esta tendencia griega y exaltaron a los propios hombres.
Bustos, esculturas de gobernadores y políticos, retratos de emperadores y arcos triunfales o
columnas conmemorativas con relieves que narran las batallas. Este cambio radical en la
temática de las obras es el rasgo que distingue el arte griego del romano.
El siglo II d.C. fue el denominado Siglo de Oro del Imperio Romano, durante este periodo
5 magníficos emperadores gobernaron Roma y la hicieron crecer en todos los aspectos,
incluido en el artístico. El arte romano, fue más variado e incluso moderno que el arte
griego y es por ello que tuvo mayor influencia en el arte del Renacimiento y la Edad Media.
Otro de los rasgos distintivos del arte romano es su practicidad, las obras de arte se
diseñaban y se creaban siempre para cumplir una función.

Debido a este carácter práctico los romanos desarrollaron enormemente la arquitectura,


llevaban a cabo verdaderas obras de arte arquitectónicas que sin embargo tenían siempre
una utilidad. El arco y la bóveda siempre jugaron un papel predominante en los edificios
romanos.

Además de la arquitectura, la pintura romana también tuvo gran importancia, y las


esculturas, sobre todo en forma de bustos o relieves en las columnas de la ciudad también
son destacables. Sin embargo, la cultura romana no acaba en el terreno artístico, el derecho,
la sociedad y la organización con la que se regía Roma son todavía referencias para la
civilización occidental actual.

Arte gótico
Arte gótico es la denominación historiográfica del estilo artístico que se desarrolló en
Europa Occidental durante la Edad Media tardía, desde mediados del siglo XII hasta la
implantación del Renacimiento (siglo XV para Italia), y bien entrado el siglo XVI en los
lugares donde el gótico pervivió más tiempo. Se trata de un amplio período artístico, que
surge en el norte de Francia y se expande por todo Occidente. Según los países y las
regiones se desarrolla en momentos cronológicos diversos, ofreciendo en su amplio
desarrollo diferenciaciones profundas: más puro en Francia (siendo bien distinto el de París
y el de Provenza), más horizontal y cercano a la tradición clásica en Italia (aunque al norte
se acoge uno de los ejemplos más paradigmáticos, como la catedral de Milán), con
peculiaridades locales en Flandes, Alemania, Inglaterra y España.1

El arte gótico propiamente dicho coincide en el tiempo con la plenitud y la crisis de la Edad
Media.

Si su predecesor, el arte románico, reflejaba una sociedad ruralizada de guerreros y


campesinos, el gótico coincide con el resurgimiento de las ciudades, donde se desarrollaron
la burguesía y las universidades, y con la aparición de nuevas órdenes religiosas
(monásticas como los cistercienses y mendicantes como los franciscanos y los dominicos).
También se acentuaron los conflictos y la disidencia (revueltas populares, herejías,
desarrollo y crisis de la escolástica,2 Cisma de Occidente); culminando en los pavorosos
espectáculos de la peste negra y la guerra de los Cien Años, un mundo tan cambiante que
solo puede entenderse en términos de una mutación fundamental (para la historiografía
materialista, la transición del feudalismo al capitalismo).

Puntillismo
El puntillismo es una técnica artística que consiste en hacer una obra mediante el uso de
diminutos puntos. Aparece por primera vez en 1884,[cita requerida] encabezada por el pintor
neoimpresionista Georges Seurat, al que le siguieron artistas como Henri-Edmond Cross y
Vlaho Bukovac. Este procedimiento consiste en poner puntos de colores puros en vez de
pinceladas sobre la tela. Este fue el resultado de los estudios cromáticos llevados a cabo por
Georges Seurat (1859-1891), pintor francés, quien en 1884 llegó a la división de tonos por
la posición de toques de color que, mirados a cierta distancia, crean en la retina las
combinaciones deseadas. Otro de los más importantes artistas puntillistas fue Paul Signac,
participante junto con Seurat y otros neoimpresionistas en la Société des Artistes
Indépendants (1884), todos ellos seguidores del puntillismo o divisionismo.

Características

Este movimiento, dentro de las coordenadas del postimpresionismo, parte también de la


imagen de la naturaleza, es decir, del mismo motivo que los impresionistas, pero para ellos
serán unas leyes físicas y fisiológicas muy determinadas las que caractericen la esencia de
la pintura. Su material de reflexión serán, sobre todo, los escritos de Charles Blanc y, de un
modo más radical los impresionistas, los tratados científicos de Chevreul, Sutter, Rood y
otros.

Gracias a ellos, el puntillismo vio abierto ante sí un campo en el que su tarea habría de ser
la aplicación metódica de sus conocimientos y la reconciliación de los rígidos principios del
dibujo con los principios ópticos intuidos por los grandes coloristas. La mente lógica y
reflexiva de estos pintores pedía la reducción del instinto al orden, del impulso al cálculo,
reduciendo a lo esencial, no solo los temas de la vida moderna o el paisaje, sino también el
método impresionista de presentarlo De hecho, la declaración de Charles Blanc («El color,
que está controlado por leyes fijas, se puede enseñar como la música»), publicada por
primera vez en 1865 en su conocida Gramatica Ades arts du dessin, resume perfectamente
la actitud de los puntillistas ante las posibilidades expresivas del arte e indica su programa.
Según esto, al igual que existen relaciones matemáticas entre los tonos musicales, hay
relaciones físicas entre los colores, que pueden demostrarse en el laboratorio y llevarse a
efecto en el estudio. Con el fin de estudiar con más detalle la interacción de los colores y
sus complementarios, algunos puntillistas confeccionaron un disco en el que reunían todos
los matices del arco iris, unidos unos a otros mediante un número determinado de colores
intermedios.

En su paleta también utilizaban el blanco mezclado con los colores primarios, lo que les
permitía obtener una multitud de tonos que iban de un color con una ligera presencia de
blanco hasta un blanco casi puro. El disco se completaba de manera que los matices puros
se concentraban en torno al centro, desde donde iban desvaneciéndose hacia el blanco hasta
llegar a la periferia.

Los experimentos físicos habían probado también que la mezcla de colores los ensucia y
desemboca finalmente en el negro. Por ello, la única mezcla capaz de producir el efecto
deseado es la mezcla óptica, que se convierte así en el factor predominante de su ejecución.
Tras haber reunido por separado en sus telas los elementos individuales de color presentes
en la naturaleza, el pintor asignaba a la retina del espectador la tarea de unirlos de nuevo.
La técnica de pinceladas de los impresionistas no permitía la exactitud matemática que
necesitaban los puntillistas para aplicar su sistema con pleno rendimiento.

Mediante la adopción de minúsculas pinceladas en forma de punto lograron acumular,


incluso sobre superficies reducidas, una gran variedad de colores y tonos, cada uno de los
cuales se correspondía con uno de los elementos que contribuía a la apariencia del objeto. A
una distancia determinada esas partículas diminutas se mezclan ópticamente y el resultado
tenía que producir una intensidad de colores mucho mayor que cualquier mezcla de
pigmentos.

En este sentido, sus estudios de luz y color sobrepasan los realizados por cualquiera de los
impresionistas, pero también se encontraron con mayores dificultades. Con más
conocimientos y un ojo más disciplinado, tenían que hallar todos los matices del espectro
luminoso, así como un modo de iluminar u oscurecer un matiz dado en relación con los
contrastes simultáneos producidos por los colores que le rodeaban. Una de las obras más
notables en ese sentido es Tarde de domingo en la isla de la Grande Jatte de Seurat.

A pesar de lo aparentemente acertado de la denominación de puntillismo, sobre todo en lo


que se refiere a la técnica de este grupo, ni Seurat ni Signac la aceptaron nunca y ambos
condenaron y evitaron rigurosamente este término a favor del de divisionismo, que
abarcaba mejor todas sus innovaciones.

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