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Introducción
e. Prevención de la Demencia
Tal como se mencionó en el módulo I, el abordaje para las personas mayores y el de las personas
mayores con demencia considera buenas prácticas que son comunes a ambos grupos, y es por ello
que aunque este capítulo está enfocado en el manejo integral de personas con demencia,
entregando ejemplos en dicho contexto, sus aproximaciones son altamente beneficiosas e
implementables en el abordaje de otros síndromes geriátricos y cuadros clínicos encontrados en
las personas mayores.
→ Por lo tanto, le invitamos a tomar esta base como compatible con personas mayores frágiles
y/o con presencia de síndromes geriátricos, ya que un profesional que logra brindar un manejo
adecuado e integral a una persona con demencia, probablemente tendrá la habilidad para
acercarse de buena forma a otros síndromes geriátricos mediante el adecuado uso de la VGI.
1. Generalidades
2. Abordaje centrado en la persona
3. Abordaje
4. Recomendaciones generales para situaciones cotidianas y algunos síndromes geriátricos
5. Demencia en personas jóvenes o Personas jóvenes con demencia
6. Inclusión
7. Buen Trato y Lenguaje
8. Calidad
• Por otra parte, las personas con demencia son diagnosticadas en diferentes momentos de
la condición y difiriendo también en su evolución, tanto en el deterioro funcional y
cognitivo así como también en la manifestación de síntomas psicológicos y conductuales
asociados a la demencia.
• En esa misma línea vemos que la trayectoria de una persona no será condicionada solo
por factores médicos o clínicos, sino que será el resultado de múltiples interacciones de la
persona como un todo con su entorno. Es por ello que dos personas no experimentarán de
igual forma el vivir con demencia. El impacto en la persona y su familia de esta condición,
será condicionado en gran medida por del contexto en el cual se desenvuelven y su
historia previa. Por ello el apoyo entregado debe ser ajustado a las características
individuales de las personas y sus entornos, reconociendo y respetando sus derechos,
cultura y biografía. (ADI,2016)
• Es así como el enfoque centrado en la persona se considera de utilidad para brindar una
adecuada atención y acompañamiento a las personas con demencia y sus entornos. Dicho
enfoque implica considerar a la persona como un individuo único con cualidades,
fortalezas, historia de vida, personalidad, y se orienta a identificar y satisfacer necesidades
cambiantes, considerando los valores y preferencias de la persona y su entorno, poniendo
al sujeto como el principal foco de la atención y no al cuadro clínico (demencia en este
caso) en sí.
Estos objetivos además son acordes a las recomendaciones de la OMS en cuanto a la salud de las
personas mayores y, por ende, tienen que ver con un enfoque que no difiere de lo que como país
debiésemos ser capaces de entregar a nuestros mayores sobre todo a aquellos con necesidades
más complejas como lo es en el caso de las personas con demencia.
La Tabla 1, resume los objetivos generales hacia donde debiesen apuntar los planes y el
acompañamiento a personas con demencia, ajustándose a las necesidades de cada etapa:
Tabla 1.
Maximizar condición de salud general mediante prevención de factores de riesgo, pesquisa y abordaje de síndromes
geriátricos, manejo de comorbilidad y evitando complicaciones y nuevos eventos agudos.
Como veremos en este capítulo y en los siguientes apartados, son múltiples los aspectos en los
cuales se puede influir en una persona con demencia y su entorno de manera que puedan convivir
de la mejor manera con la condición, no solo ellos sino también los equipos y la sociedad en su
conjunto. Esto implica la articulación de diferentes actores y el uso de variadas estrategias.
Las estrategias de intervención dirigidas a la atención de las personas con demencia y su entorno,
pueden clasificarse en dos amplias categorías:
• farmacológicas y
• no farmacológicas (psicosociales).
• Por lo tanto, el médico debe conocer dichas herramientas y saber dar la orientación y
directrices iniciales a la familia independiente que derive a otro profesional para que
brinde intervenciones más acabadas según lo que se requiera. De la misma forma otros
profesionales deben conocer aspectos de uso seguro de fármacos, pesquisa de síndromes
geriátricos y signos de alerta en salud entre otros.
Existen diferentes definiciones para el enfoque centrado en la persona. Para fines de este capítulo
se hará mención a los 4 pilares que según Dawn Broker son claves para este en contexto de la
demencia (ADI, 2016):
2. Valorar a la persona con demencia como un individuo, apreciando que tiene una
historia única, personalidad e historia de vida que afectarán su respuesta y
manifestación de los síntomas de la demencia.
Ocupaciones/ roles
Personalidad Motivaciones
Influencias
Preferencias
Cognición
Comunicación
• Una persona se siente irritada cada vez que se le baña en ducha. Puede ser explicado
porque en su juventud ella vivía en el campo y se bañaba por partes o porque es muy
pudorosa y le da vergüenza.
• Una persona que trabajó de panadero, y se levantó toda su vida a las 3 de la mañana,
puede levantarse en la noche y vestirse para trabajar, e insistir en que está atrasado.
3. Abordaje
Dado que el curso de la condición se puede ver influenciado por diferentes factores, es importante
un seguimiento y controles regulares con su equipo de atención primaria con intención de
identificar cambios en cognición, funcionalidad y comorbilidad, poniendo atención en aparición de
síndromes geriátricos, así como también evaluar y manejar la aparición de síntomas psicológicos y
conductuales, pesquisando además la aparición de nuevas necesidades. Esta atención se debiese
gatillar al momento del diagnóstico y mantenerse luego a lo largo del seguimiento, incluyendo los
aspectos que se identifican en el documento “Abordaje” que puede descargar desde la plataforma
del curso.
Pese a que el abordaje del presente curso se ha focalizado en una mirada geriátrica dada la alta
prevalencia en este grupo etario y las ventajas de este abordaje para lograr una mirada integral,
existe un grupo de personas que pueden presentar demencia de diferente tipo a edades más
jóvenes.
• Se suele utilizar el término personas jóvenes con demencia para señalar a aquellos con inicio
antes de los 65 años. Ya sea enfermedad de Alzheimer, demencia frontotemporal, vascular,
secundaria a alcohol, TEC, patologías médicas u otras, existiendo en este grupo una mayor
proporción de demencia frontotemporal y demencia secundaria a consumo de alcohol en
comparación con el grupo de personas mayores.
• Se encuentran además en este grupo personas con condiciones específicas como, por ejemplo
Síndrome de Down, las cuales tienen mayor riesgo de presentar demencia tipo Alzheimer a
edades más tempranas.
Una persona joven con demencia puede tener un contexto diferente al de una persona mayor,
siendo más frecuente que tenga un trabajo, una familia joven, mejor condición física y
compromisos económicos como hipotecas o pagos de estudios superiores de los hijos, y
dificultades con niños pequeños o jóvenes que se puedan sentir rebelados, enojados, asustados o
dejados de lado.
→ Por tanto, dado que las necesidades e intereses pueden ser diferentes al de una persona
mayor, el enfoque centrado en la persona también tendrá su rol para poder brindar un
abordaje adaptado a las necesidades de la persona y del entorno.
6. Inclusión
Ya hemos mencionado que es relevante que las personas con demencia y sus familias puedan
seguir participando de actividades comunitarias que sean de su interés y vinculados a las distintas
redes de apoyo.
• Las comunidades amigables con las personas con demencia apuntan a formar y fomentar
comunidades que visualicen y consideren las necesidades y aspiraciones de las personas
con demencia (PcD) junto a sus cuidadores.
• Ambas iniciativas son interesantes ya que demuestran que todos podemos aportar de
diferentes formas y desde distintas instancias para hacer entornos más amigables con las
personas con demencia y bueno, con cualquier persona.
• Quizás el pensar que la comuna, pueblo o localidad en la cual nos desempeñamos sea
amigable con las personas con demencia sea un paso mayor, pero cualquier paso que
demos nosotros y nuestros equipos, así como también nuestras comunidades suman
esfuerzos y hacen que no se vea tan lejano o imposible. Ya que la mayor limitante para los
cambios son las personas y la primera, nosotros mismos.
El lenguaje con el cual nos desempeñemos tanto con la persona con demencia y su familia como
dentro del equipo y en la comunidad debe ser inclusivo y desestigmatizante ya que muchas veces
a través de nuestra conducta y lenguaje como proveedores de salud podemos hacer más difícil la
vivencia de las personas y sus familias. Por tanto, este debe ser: adecuado,
→ acucioso,
→ respetuoso,
→ inclusivo,
→ empoderador y
→ no estigmatizante.
Por otra parte la utilización de términos erróneos como demencia senil, deterioro psicoorgánico o
DOC, entorpecen la adecuada comunicación con usuarios y profesionales de la salud, acrecientan
mitos y no deben ser utilizados.
La Tabla 3, que puede descargar desde el ícono, muestra ejemplos de términos que se debiesen
preferir en relación al trato o interacción con personas con demencia y cuáles deben ser evitados,
esto con la intención de contribuir a una disminución del estigma asociado a esta condición.
Al igual que en otros ámbitos de la atención de salud es clave poder brindar una atención
de calidad y tener indicadores que den cuenta de los resultados de esta.
A modo de ejemplo, se exponen los estándares de la Sociedad Escocesa de Alzheimer que dan
cuenta del tipo de cuidado y lo que ello se espera implique en las personas con demencia (Tabla 4)
y, posteriormente, en la tabla 5 se presenta un listado de aspectos que de acuerdo a la American
Medical Association se considera deben ser evaluados o brindados en el seguimiento de una
persona con demencia con una frecuencia al menos anual de las diferentes prestaciones.
Brindar una atención de calidad a las personas con demencia requiere que pensemos
diferente: de la demencia, de las personas mayores y de nuestro rol como
proveedores de salud.
Entendiendo que nuestra intervención y la forma de hacer las cosas puede cambiar la vida de
otros y para ello debemos capacitarnos y adquirir nuevos conocimientos, desarrollar habilidades
prácticas pero, por sobre todo, entender que somos agentes de cambio y que de cada uno
depende poder brindar la mejor atención y para ello es fundamental comprender a esa persona
que tenemos en frente, su contexto, cultura y necesidades. Considerando que no hay usuarios más
importantes que otros sino personas con necesidades más o menos complejas y es nuestro deber
poder identificarlas y ejecutar las actividades que estén a nuestro alcance siguiendo buenas
prácticas, considerando dentro de estas la gestión de recursos desde una manera proactiva y
eficaz.
Cierto es que el esquema de atención quizás no permita realizar todas las evaluaciones en un
mismo momento, pero sí planificar y generar una línea de trabajo que garantice la mirada e
intervención multidimensional considerándose además a cada uno como parte de un equipo en el
cual en conjunto se deben realizar las diferentes prestaciones de forma complementaria y sin
duplicar ni burocratizar.
Por otra parte, será fundamental el tener siempre en mente el contexto en el cual cada uno se
desarrolla como profesional y la población a la cual se atiende. Ya que no es el mismo contexto el
convivir con una condición en una caleta al norte de Chiloé que en una comuna de la capital y las
intervenciones que realiza el equipo de una ronda de posta rural en el sur no será lo mismo que lo
del CESFAM de una ciudad de una región o de otra.
1. Generalidades
2. Consideraciones técnicas y supuestos teóricos
3. Estrategias específicas dirigidas a personas con demencia
4. Estrategias específicas dirigidas a cuidador familiar
1. Generalidades
De este modo, las estrategias psicosociales constituyen una categoría muy amplia de acciones.
Ejemplos de intervención psicosocial para personas con demencia y sus cuidadores familiares son
la estimulación cognitiva, el entrenamiento y apoyo a cuidadores, la estimulación sensorial, el
ejercicio y la actividad física, las actividades personalizadas y la terapia ocupacional, la adaptación
del ambiente físico y la comunicación, psicoterapia, uso de música y actividades artísticas, por
mencionar algunas (Olazarán et al., 2010)
Las estrategias psicosociales deben tener un beneficio verificable, ya sea en la persona con
demencia, su cuidador familiar, o ambos. Debe garantizarse que su utilización traerá mayores
beneficios que efectos negativos.
Existen diversas áreas en las que las estrategias psicosociales tienen potenciales resultados
(Prince, Comas-Herrera, Knapp, Guerchet, & Karagiannidou, 2016). En la persona con demencia,
puede mencionarse:
• Calidad de vida
• Síntomas ansiosos
• Síntomas depresivos
• Autoeficacia
• Uso de recursos comunitarios de apoyo.
• Entre otros.
La Tabla 6 resume los énfasis que las intervenciones psicosociales pueden tener considerando tres
etapas de progresión de la enfermedad. Debe considerarse siempre la eminente naturaleza
progresiva de los trastornos neurocognitivos.
Las intervenciones psicosociales pueden tener uno o más componentes o modalidades en las que
se entregue a las personas con demencia y/o cuidadores, pudiendo ser de carácter grupal o
individual, y en formato unicomponente (o unimodal) o multicomponente. A continuación, la
Figura 1 muestra una clasificación general de las intervenciones psicosociales, según
componentes.
Figura 1.
La evidencia actual señala que las intervenciones individuales tienen mejores resultados. No
obstante, se resalta que el principio central es la personalización de las intervenciones a
problemas particulares y definidos.
Para asegurar una adecuada aceptabilidad, adherencia, y resultados, se sugiere considerar los
siguientes aspectos técnicos para el diseño, implementación, y evaluación de estrategias
psicosociales (Oyebode & Parveen, 2016):
Existen sustentos teóricos diversos para las estrategias psicosociales. Estos permiten definir las
dimensiones que serán abordadas y los resultados esperados en ellas. El supuesto teórico de base
para toda estrategia psicosocial es la relación interdependiente entre la persona con demencia,
su ambiente físico-social y las características del cuidador familiar.
En cuidadores familiares, existen teorías que orientan los procesos de cambio en las personas,
particularmente en situaciones relacionadas con salud.
Pueden referirse:
De manera específica a demencia, Gitlin & Rose (2016) plantean niveles de preparación, a través
de una jerarquía de etapas de nivel de apresto para ejercer el apoyo y cuidado, determinados por
el grado de aceptación y conocimiento de la patología, y la disposición a buscar nuevas soluciones
a los problemas cotidianos por parte del cuidador familiar (CF). Cada etapa determinará
actividades de capacitación y educación particulares.
A nivel de la persona con demencia, las estrategias psicosociales buscan beneficios en áreas como
la funcionalidad en actividades de la vida diaria, la cognición, síntomas neuropsiquiátricos, calidad
de vida y eventos adversos o riesgos ambientales, entre otros (Farrand, Matthews, Dickens,
Anderson, & Woodford, 2016).
a. Estimulación cognitiva
b. Ejercicio físico
d. Validación
Ejemplo de validación:
- Persona con demencia: Lo que pasa es que esa caja, que usted ve ahí, está llena de malas
palabras que dejaron los políticos alguna vez (inquieta, algo agresiva, indica caja vacía).
- Profesional: Ah, entiendo. Mire, voy a sacar la caja de aquí mejor para que no moleste. ¿Le
parece? (saca la caja de la oficina) ¿Está mejor así?
- Persona con demencia: Ahora sí pue, mire’ que hay que poner orden.
e. Orientación a realidad
→ Implica la modificación del ambiente físico, ajustando las demandas cognitivas y físicas
que el ambiente presente para las personas, promoviendo su participación independiente,
segura y satisfactoria. Sugerido en etapas de progresión leve, moderada y avanzada. Esta
intervención debe realizarse idealmente a través de visitas domiciliarias, e implica la
negociación entre la familia y el prescriptor de las modificaciones (Struckmeyer & Pickens,
2015).
i. Música
a) Servicios de respiro
b) Orientación en el uso de otros recursos comunitarios de apoyo
c) Información y educación
d) Capacitación y entrenamiento
e) Grupos de apoyo y psicoeducación
a) Servicios de respiro
Se basa en la provisión de apoyo formal domiciliario y/o en centros de día (Neville,
Beattie, Fielding, & MacAndrew, 2015), que posibiliten a los CF contar con tiempo
protegido para descanso y llevar a cabo otras actividades no vinculadas al cuidado de su
familiar con demencia.
c) Información y educación
Implica la entrega de información para aumentar la comprensión sobre las características
de la patología y temas asociados.
• La agresión física
• Gritos
• Inquietud motora
• Agitación
• Vagabundeo (caminar sin propósito o rumbo, y sin control)
• Comportamientos culturalmente inadecuados, desinhibición sexual, y arrebatos
verbales
• Ansiedad
• Apatía
• Ánimo depresivo
• Alucinaciones e ideas delirantes
La explicación de estos síntomas ha tenido una evolución que ha permitido ampliar las
intervenciones para su prevención y abordaje, estableciendo la intervención no farmacológica
como la primera línea terapéutica. Actualmente se postula que los SPCD son un resultado de la
interacción entre la persona y su ambiente físico y social (Gitlin et al., 2016; Regier & Gitlin, 2017),
según los supuestos que se exponen:
• La persona con demencia tiene una tolerancia al estrés menor, por lo que puede
reaccionar de forma inadecuada o excesiva a los estímulos externos.
• La persona con demencia tiene capacidades que muchas veces no le permiten responder
bien a los estímulos externos o a lo que los demás le piden.
• Las otras personas, incluyendo cuidadores, influyen también a través del trato que les
brindan y del cómo se comunican con ella (por ejemplo, un cuidador que no acepta la
enfermedad y al observar la conducta actúa con negación, tratando de forzar a la persona
a cambiar su conducta, puede lograr con ello hacerla más intensa).
Entonces, los SPCD se producen a partir de la interacción entre la persona con demencia, su
ambiente y su cuidador(a). Por ende, el cuidador debe considerarse una herramienta terapéutica
para prevenir la aparición de SPCD y para abordarlos (Figura 2).
→ Al evaluar a una persona con demencia, una acción relevante es pesquisar síntomas
neuropsiquiátricos, según ha sido referido en capítulos anteriores.
→ La entrevista con el cuidador o familia informará de las situaciones diarias en las que la familia
y la persona enfrenten SPCD.
• La actividad física, ejercicio y realizar actividades durante el día ayudan a reducir la ansiedad,
la agitación, las alteraciones del sueño, y las conductas motoras sin propósito como el
vagabundeo (caminar de un lugar a otro sin una intención determinada).
• Establecer rutinas diarias y semanales, con actividades que involucren autocuidado, conexión
social, descanso y ocio. Establecer rutinas facilita el ajuste de la persona, reduciendo la
demanda de adaptación y los nuevos descubrimientos. En caso que las rutinas deban
modificarse (por ejemplo, visitas, celebraciones, etc.), es recomendable preparar a la persona,
anticipando la información y los ambientes progresivamente, así como también evaluar
anticipadamente las condiciones de estos de modo que la actividad a realizar sea lo más
placentera.
• Mantener ambientes ordenados, tranquilos, sin ruido excesivo, ayudan a prevenir apatía,
agresividad.
• Verificar que la persona tenga sus necesidades básicas satisfechas. En caso que se piense que
la persona tenga frío, hambre, calor, querer ir al baño, esto debe facilitarse, previniendo que
se gatille un síntoma que enmascare la necesidad.
• Es importante que la persona duerma lo suficiente, evitando siestas excesivas, y tratando que
durante el día tenga mayor actividad.
• Limitar la ingesta de bebidas estimulantes como el café y el té, y únicamente durante el día
hasta el almuerzo.
• Implementar rutinas diarias con actividad física, actividades significativas, y rutina de sueño.
• Reducir los nuevos descubrimientos en el día, es decir, que la persona tenga una rutina de
actividades, personas y lugares, lo más conocidos e invariable posibles, reduciendo el estrés
que puede generar a la persona los descubrimientos diarios del ambiente, o la incertidumbre
que puede generar el no recordar qué hay en cada pieza o lugar, o detrás de cada puerta.
• Disponer los objetos que la persona use diariamente cerca de él/ella para facilitar que acceda
a estos, los reconozca.
• Privilegiar mayor actividad y contacto social durante la mañana y primera parte de la tarde, de
modo de favorecer rutinas más tranquilas al momento del anochecer.
→ Ante la presencia de cualquier SPCD que se quiera modificar, la conducta de primera línea es
mantener la calma, esperar, y observar la conducta, en tanto no exista riesgo en la seguridad
de la persona y los demás. Debe evitarse actuar impulsivamente y en descontrol, intentando
lograr la extinción inmediata de la conducta. La persona con demencia necesita que el control
provenga del medio externo.
En el manejo ambiental del SPCD, pueden ser utilizadas las siguientes estrategias (Cherry, Hahn, &
Vickrey, 2009; Olazarán et al., 2010):
Validar
Implica no negar ni oponerse a lo que la persona hace, piensa, o dice, sino que “volverse
parte” de lo que está pasando para intentar conseguir un resultado diferente. Esta
aproximación plantea que la persona se comporta de cierto modo porque puede necesitar
algo y el contenido de la conducta es experimentando por ella como real. Al intentar la
extinción inmedita de la conducta, puede generarse más ansiedad y estrés y hacer que el
problema de conducta se potencie o se genere otro.
La persona con demencia puede tener necesidades de orientación (en quién es, quiénes
son los otros, dónde está, qué fecha es). Lo primero es comprender que no hace estas
preguntas para molestar, sino porque está tratando de satisfacer una necesidad. Por ende,
entregar esta información a la persona puede ser de utilidad para modular la situación.
La memoria biográfica y de largo plazo suele conservarse de mejor forma que la memoria
de los recuerdos inmediatos, por lo que es probable que a la persona con demencia le
resulte agradable hablar de su historia, o de su pasado. Esto le proporciona una sensación
de dominio que nos permitirá reducir su ansiedad y cambiar el foco hacia otra situación o
actividad.
• Paso 4: Hacer cambios para modificar las conductas y los factores que las gatillen.
Es importante reiterar que estos lineamientos deben ser considerados dentro de un plan
personalizado de manejo de síntomas.
• En cuanto a qué fármaco utilizar, en qué circunstancia y qué recomendaciones seguir, será
tratado en el capítulo de herramientas farmacológicas y prescripción segura.
Aun cuando no existe tratamiento curativo para la Enfermedad de Alzheimer ni para las otras
causas de demencia (con la excepción de algunas escasas etiologías que eventualmente podrían
ser revertidas al menos en forma parcial), existen fármacos en una categoría denominada
tratamiento específico para demencia que incrementan los niveles de acetilcolina o modulan los
de glutamato y producen beneficios cognitivos, los que junto a agentes que contribuyen a
controlar algunos SPCD, constituyen herramientas farmacológicas que, sumadas a las medidas
psicosociales a las que hizo referencia el capítulo anterior, contribuyen a atenuar la progresión de
la demencia, retrasando el empeoramiento de los síntomas y brindando bienestar, independencia
y dignidad a los pacientes.
Los tratamientos farmacológicos en contexto de demencia tienen como objetivo mejorar los
síntomas cognitivos, conductuales y psicológicos y su prescripción se realiza en función del estado
general de salud, antecedentes mórbidos, el nivel de severidad de la enfermedad, la tolerancia
previa a medicamentos y las condiciones psicológicas y socioeconómicas del entorno familiar
disponible.
Para intentar retardar o detener la progresión del proceso degenerativo están en diferentes fases
de desarrollo un sin número de moléculas con los más variados mecanismos de acción
farmacológica, pero hasta la fecha solo hay dos clases de drogas aprobadas y en uso:
Por otra parte, síntomas de trastornos de la percepción, del contenido del pensamiento, del ánimo
y de la conducta ocurren frecuentemente en pacientes con demencia.
→ Es por ello que el presente capítulo abordará generalidades de estos fármacos, además de
hacer mención al tratamiento específico para demencia.
a. Agentes anticolinesterásicos
Dado que lesiones que afectan las vías colinérgicas centrales producen deterioro en el
aprendizaje y memoria y que estudios postmortem de pacientes con EA demostraron pérdida
de neuronas colinérgicas en el septum y núcleo basal de Meynert, nació la hipótesis de que
incrementando la transmisión colinérgica central podría resultar de utilidad en la EA. Los
inhibidores de colinesterasas inhiben la degradación de la acetilcolina a nivel del espacio
sináptico permitiendo prolongar su interacción con receptores específicos. Por la hipofunción
colinérgica asociada, también se recomienda su uso en demencia por cuerpos de Lewy y
secundaria a enfermedad de Parkinson.
• Se utiliza por vía oral, una vez al día, titulando de 5 a 10 mg en cuatro semanas.
• Puede usarse en todas las etapas de severidad de la EA y sus beneficios cognitivos son
similares a los de otros anticolinesterásicos.
→ Sus efectos adversos más frecuentes son: diarrea, náuseas, insomnio, cefalea, mareos y
pesadillas.
→ Debe tenerse en consideración que estos fármacos son un apoyo adicional a las estrategias
psicosociales y manejo global, que como se mencionó en capítulos anteriores constituye la
base de la intervención, y por lo tanto lo que se busca es un efecto sumatorio o
complementario.
→ A la fecha no existe diferencia de eficacia entre estos 3 fármacos y, por tanto, la elección
dependerá de las características propias del paciente y del fármaco.
→ Dado que los efectos en cognición, síntomas cognitivos y deterioro en funcionalidad son
modestos (Evidencia A) se deben trabajar las expectativas de personas con demencia y
familiares, que debiesen apuntar a atenuar la progresión de la enfermedad.
→ En casos en los que se asuma que la demencia está progresando a una velocidad equivalente
a estar sin tratamiento, se puede evaluar discontinuar de forma paulatina y observar
respuesta.
c. Otros procognitivos
d. Antidepresivos
• Pueden ser utilizados para manejar sintomatología depresiva la cual se puede manifestar
en una persona con demencia con ánimo depresivo, pérdida del apetito, insomnio, fatiga
o irritabilidad, además de la presentación clásica de ánimo depresivo y anhedonia.
• Se debe preferir aquellos fármacos con mejor perfil de seguridad en personas mayores
(sertralina, escitalopram, mirtazapina, citalopram, duloxetina y venlafaxina) pero estando
atentos a riesgo de caídas e interacción con otros fármacos.
• En el caso de citalopram se debe poner atención a riesgo de prolongación del QT con dosis
de citalopram mayores a 20 mg al día.
• Cabe destacar que en caso de indicar cualquier fármaco con efecto sedante se deben
extremar las medidas para evitar que la persona pueda presentar caídas durante la noche
y/o incluso durante el día. Siendo recomendable el que un tercero supervise las levantadas
nocturnas en caso de existir de modo de evidenciar si existe inestabilidad de la marcha y/o
es necesario realizar alguna adecuación ambiental.
e. Antipsicóticos
Por tanto los antipsicóticos pueden tener un rol en el abordaje de las siguientes situaciones:
En cuanto a los antipsicóticos que tienen algún grado de sustento para ser utilizados en personas
con demencia en contexto de las situaciones ya mencionada, la Tabla 8 hace referencia a ellos y a
sus principales efectos adversos.
• Se debe destacar que otros fármacos de uso común en nuestro medio como clorpromazina y
periciazina (neuleptil®), etc., no tienen ningún sustento para su uso en contexto de SPCD en
personas con demencia.
• Por otra parte, cabe mencionar que los antipsicóticos no son herramientas de utilidad en
contexto de manifestaciones como: vagabundeo, aislamiento social , pobre autocuidado,
inquietud motora, queja de memoria, fallas atencionales o indiferencia al entorno, agresividad
motora o verbal que no representa un riesgo, nerviosismo, falta de cooperación y ansiedad
leve. Y por ende, no están indicados en dichas situaciones.
• Como parte de dicho seguimiento, se debe evaluar siempre si es factible discontinuar o reducir
dosis de antipsicóticos así como también si es necesario mantener o cambiar. En caso de
discontinuación se recomienda hacerlo siempre de forma paulatina, disminuyendo a la mitad
de la dosis cada dos semanas y manteniendo vías de comunicación en caso de dudas.
f. Hipnóticos
• Hipnóticos como la zopiclona (3,25 a7,5 mg) o el zolpidem (5mg) pueden ser utilizados en
contexto de insomnio de conciliación. Teniendo precaución en relación a potencial aumento
de riesgo de caídas y sedación.
• Otros fármacos a tener presente en contexto de demencia son los análgesicos, que
deben ser considerados parte del manejo de comorbilidad así como ante sospecha de
dolor o disconfort que pueda manifestarse como SPCD.
Existen ciertos aspectos que deben ser considerados para lograr una prescripción segura en
personas mayores, los cuales se mencionan en la tabla 9. Por otra parte, a modo de resumen,
en la tabla 10 se recalcan algunas consideraciones a tener presente en relación al abordaje
farmacológico de SPCD en personas con demencia.
3. Prescribir el menor número de fármacos posibles y con siempre con un claro objetivo
terapéutico. No dar medicamentos sin tener un diagnóstico.
4. Considerar siempre que el síntoma evaluado pudiese ser consecuencia de una RAM
5. No utilizar medicamentos sin un beneficio claro. Recordar que a veces “ menos es más
o mejor”
6. Comenzar con dosis inferiores a las habituales para adultos e incrementarla de forma
progresiva y lenta.
Tabla 10. Lineamientos para el enfrentamiento farmacológicos de SPCD en personas con demencia
e. Prevención de la Demencia
Factores de riesgo
En el caso de los desórdenes cognitivos de las personas mayores, cada etiología de demencia se
relaciona con sus propios factores de riesgo y protección, aunque varios de ellos son compartidos
por entidades que pueden ser clínicamente muy diferentes.
A modo de ejemplo: factores de riesgo vascular tales como hipertensión arterial o diabetes
mellitus se asocian de manera consistente con mayor riesgo de desarrollar no solo
demencia vascular o demencia mixta, sino que también enfermedad de Alzheimer (EA).
En relación a factores de riesgo heredables, debe mencionarse que hay dos variedades de inicio de
la EA, la temprana o la tardía, siendo mucho más frecuente la forma esporádica o de comienzo
tardío y donde el gen de mayor influencia para esta población es el APOE, de modo que
específicamente un genotipo homocigoto APOEε4, inhabitual, incrementaría hasta 10 veces la
probabilidad de desarrollar EA.
Factores protectores
La influencia positiva del estilo de vida saludable estaría basada, por una parte
en la reducción del riesgo vascular y del estrés y por otra, en el desarrollo de
mecanismos biológicos como el de reserva cognitiva, referido a la habilidad
potencial del cerebro para la reorganización sináptica y la consecuente
compensación por estrategias cognitivas alternativas.
Entonces, cuando se exploren posibles estrategias preventivas que pudieran minimizar el riesgo de
desarrollar una demencia en población adulta cognitivamente sana (prevención primaria), por
razones obvias deberán considerarse programas que intenten de manera enérgica controlar los
factores de riesgo y a su vez amplificar todos aquellos factores que podrían servir de protección.
Estrategias preventivas
Por otra parte, numerosos estudios observacionales han sugerido que tanto la actividad
intelectual (estimulación cognitiva) regular y adaptada individualmente como la actividad física,
aeróbica y a lo menos de moderada intensidad y frecuencia, serían beneficiosas para la estructura
y la función cerebrales.
→ En síntesis, una pequeña reducción en múltiples factores de riesgo, en contexto que las
demencias son condiciones multifactoriales, podría sustancialmente reducir el riesgo global lo
cual sería muy importante tanto a nivel individual como poblacional.