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occidente”. Digo “nuestro”, porque siempre hemos contado la historia del arte europeo, y a
veces nos olvidamos que Colombia tiene también una historia del teatro, pero ese es tema
esto hace que sea complejo hablar del mismo, por ello, ahora realizaré un breve ruido
intelectual para hablar de algo que siempre hablan mejor los estetas o los historiadores,
porque nosotros los artistas, nos la pasamos (al menos eso quiero creer), creando.
Seguir el rastro de la historia del teatro contemporáneo; y sí, tiene historia; es como seguir
decir, a las preguntas del alma. De allí surge el tremendo Fausto de Goethe, que Marlowe
Todo el teatro de mediados del siglo XIX hasta principios del XX destaca por el
que en la pintura, el teatro “romántico” exaltará la naturaleza, incluso lo hará el género del
melodrama.
La “descentralización” del teatro, consiste en la pérdida de lo que llamaremos (aún en
nuestros días) estilos, tales como: realismo, naturalismo, teatro simbolista, teatro
metafísico, incluso esotérico y teosófico, con autores como Paul Claudel y Maurice
Maeterlinck. El tan esperado y aun in-entendido siglo XX que ha tenido una gran
Lee Strasberg, entre otros. Lo que sigue aquí es historia y es aún más ruido intelectual.
Ahora hay que preguntarse por nuestro teatro, que es una mezcla del teatro de occidente
(algo bueno tuvo que haber dejado la conquista). Nuestro teatro no es (como insisten
lenguaje ancestral, que remite a una antigua medida del hombre: la escala reducida a la
partida del teatro es el encuentro de presencias. En esa medida basta con decir que el teatro
contemporáneo es el que sucede en el ahora, el que nos atañe, es un teatro que no acepta ser
Hay teatro de sobra en lo contemporáneo porque está sucediendo, más también opera su
una dimensión de peligrosidad de la que el cine carece: el actor puede morir ante nuestros
Dicho así, el teatro parece un discurso de resistencia a las nuevas derechas y la expansión
progresos que serán como siempre desiguales entre un país y otro, en los
Y es que el teatro funciona precisamente de esta manera, tiene el empeño de generar eso
que llaman los estetas “conexión rizomática”, entre los actuantes y los que espectan, de tal
modo que el teatro se convierte en como lo llama Dubatti “un convivio” donde las
diferencias y las singularidades no están sometidas a los mandatos igualadores de las
exigencias globalizadoras.
Algunos afirman que el teatro es un arte caduco para la américa latina, pero su dinamismo y
alternativas. Si derechas con sus síntomas de senilidad están tomando el poder y se hace
américa.
teatro no es un collage, somos hijos del mestizaje y eso hace que nuestro arte teatral venga
del Asia y también de las estepas, de los palacios rusos, de las avenidas norteamericanas, de
los ritos iniciáticos de las culturas toltecas, de la Persia antigua, de la España en su edad del
oro, de gitanos y cantaoras africanas y más. Nuestra pregunta es la pregunta presente por la
identidad universal.
Navegamos aguas de un teatro joven, nuestros remos son lenguajes afilados, las palabras de
nuestro teatro son armas y actos de resistencia. Intentamos descubrir quiénes somos
mientras entendemos el siglo XX que pasó. ¿Y el siglo XXI? ¿es ese el siglo que viene?
¿está sucediendo? Hay que prepararse porque nunca dejaremos de preguntarnos y nunca
dejaremos de hablar de eso del “teatro contemporáneo”. En tiempos como los que vivimos,
los más mercantiles de la existencia de la historia del arte, hacer teatro se convierte en un
Siempre que exista el deseo de crear, de preguntarse por el ser, existirá el teatro.