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se encuentran estas mujeres y hombres que se hallan en constante riesgo y son vulnerables ante
la sociedad. Siendo totalmente propensas a extorsiones y trata de blancas. La despenalización de
la prostitución significa un beneficio para los proxenetas, los traficantes y la industria del sexo.
La violencia que sufren las mujeres es una parte intrínseca de la prostitución y de la explotación
sexual. Los proxenetas utilizan la violencia por diferentes motivos y con diferentes propósitos. La
violencia era utilizada para iniciar a algunas mujeres en la prostitución y para derrumbarlas y
vencerlas con el objetivo de que realizaran los actos sexuales. Después de la iniciación, en
cualquier momento, la violencia es utilizada con el fin de gratificar a los proxenetas, como una
forma de castigo, para amenazarlas e intimidarlas, para ejercer la dominación de estos, para exigir
conformidad, para castigar a las mujeres por presuntas “infracciones”, para humillar a las mujeres
y para aislarlas y recluirlas.
La principal función de un gobierno debería ser la protección de los ciudadanos y la defensa de sus
derechos, la despenalización de la prostitución conlleva a la inseguridad de las mujeres y hombres
que trabajan en este sector, siendo así expuestos a los peligros que esta profesión conlleva, así de
esta manera las personas que se encuentran a favor de la prostitución están siendo inconscientes
y no piensan en la seguridad de estos ciudadanos que se encuentran con la vulnerabilidad de sus
derechos, al tener un trabajo indigno.
Muchas personas que se encuentran a favor de la prostitución piensan que las mujeres deciden
ejercer la profesión por gusto, pero muchos estudios han demostrado lo contrario, esta decisión
no es tomada en un día, ni tampoco por satisfacción, al contrario, es la última opción, esa elección
es más una “estrategia de vida”, las mujeres trabajan sufriendo, sintiéndose forzadas, llenas de
remordimientos y tienen una identidad negativa sobre sí mismas. Un número significativo de ellas
afirmó que, si pudieran, dejarían el trabajo sexual. Más que consentir, una mujer prostituta accede
a la única opción que está a su alcance. Su conformidad deriva del hecho de tener que adaptarse a
las condiciones de desigualdad que son establecidas por el consumidor que le paga a ella para que
haga lo que él quiera.