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sabiduría

Thich Nhat Hanh nació en Vietnam en 1926. Ha dado clases en la


Universidad de Columbia y la Sorbona e incluso llegó a ser nominado por
Martín Luter King Jr. para el Premio Nobel de la Paz en 1967. A día de
hoy, y después de haber sobrevivido a un derrame cerebral en el 2014,
lleva una vida más relajada en una una comunidad budista cerca de
Burdeos que él mismo fundó en 1982.
Escritor infatigable y transmisor de la filosofía zen budista, llama la
atención ante todo la profunda sencillez con las que sus mensajes
llegan a conquistarnos. En libros como Hacia la paz interior, El corazón
de las enseñanzas de Buda o El milagro del mindfulness nos transmiten
conceptos, ideas y principios donde lo doctrinal se entremezcla con
la sabiduría y la propia psicología.

Veamos por tanto algunas de esas lecciones, retazos de una sabiduría


llena de matices y bellezas que siempre nos sirve de inspiración.
1. La amabilidad puede cambiar el mundo
«La fuente del amor está en nosotros y podemos ayudar a otros a darse
cuenta de que la felicidad está a su alcance. Basta una palabra, una
acción y un pensamiento para reducir el sufrimiento de otra persona y
darle alegría».
La Universidad de Michigan y la Universidad de Tohoku, en Japón,
realizaron un estudio en el 2006 donde quedaba demostrada esta
relación. Así, las personas con actitud abierta y positiva que
promueven actos amables en su entorno más cercano, crean
siempre cambios muy beneficiosos en los demás. Mejoran el ánimo,
crean lazos de confianza y alivian pesares y preocupaciones.

Si fuéramos capaces de practicar todos en el día a día el sano ejercicio


de la amabilidad y el respeto, tal y como señala el propio Thich Nhat
Hanh, podríamos cambiar el mundo.
2. Amor consciente, amor que favorece la libertad del otro
«Debes amar de tal manera que la persona que amas se sienta libre».
El maestro vietnamita nos lo dice bien claro: amar a alguien es
ofrecerleatención, una presencia capaz de hacer germinar al otro
como si fuera la más hermosa flor. Ahora bien, esa atención plena
hacia nuestros seres queridos debe favorecer a su vez un crecimiento no
opresivo, un afecto que impulse hacia la libertad, que extienda sus raíces
hacia la plenitud y sus pétalos a la iluminación.
Así, y según nos explica en sus libros y lecciones, lo mejor que
podemos ofrecer al mundo es ese amor auténtico que cuide y
respete a todas las especies de este planeta por igual, una energía
noble y bienintencionada que revierta en el propio cosmos.

3. Sé consciente del sufrimiento ajeno


«No evites el contacto con el sufrimiento. No pierdas la conciencia de la
existencia de esta realidad en el mundo. Encuentra maneras para estar
con aquellos que están sufriendo por todos los medios, incluyendo el
contacto personal, las visitas, imágenes, el sonido…».

Estas palabras, pronunciadas por Thich Nhat Hanh en uno de sus


discursos, evidencian ese compromiso activo ante quienes sufren que
tanto lo definen. A su vez, llama la atención la necesidad de que seamos
conscientes de ello en todos los sentidos: viendo el dolor ajeno,
sintiéndolo e incluso escuchándolo.

Porque quien sufre tiene rostro, quien lo pasa mal lo demuestra con sus
actos y su voz Aún más, quien sufre puede estar cerca de nosotros,
justo a nuestro lado y a veces ni siquiera lo escuchamos. Por tanto,
seamos conscientes de esa realidad tan recurrente en nuestro día a día.
4. Puedes manejar el miedo
«El miedo nos mantiene enfocados en el pasado o preocupados por el
futuro. Si podemos reconocer nuestro miedo, podemos darnos cuenta de
que en este mismo momento estamos bien. En este momento, hoy,
todavía estamos vivos, y nuestros cuerpos están trabajando
maravillosamente. Nuestros ojos aún pueden ver el hermoso
cielo. Nuestros oídos todavía pueden escuchar las voces de nuestros
seres queridos»
Esta reflexión del maestro vietnamita es sin duda una de las más bellas,
acertadas y sabias. No solo habla del miedo, habla del afrontamiento y
de saber ir más allá de esa emoción útil, pero a menudo mal gestionada,
que tanto limita nuestras vidas. El temor debe favorecer nuestra
supervivencia no detenerla.
Por ello, no hay nada mejor que apreciar el momento presente para
darnos cuenta de algo muy simple: estamos vivos, la vida continua y
tenemos la capacidad de seguir adelante en compañía de los
nuestros, en sintonía con un mundo del que seguimos formando parte
íntima y valiosa.
Para concluir, algo que llama la atención en la filosofía de Nhat Hanh es
esa habilidad para combinar una gran variedad de enseñanzas
provenientes del zen tradicional con distintas corrientes del budismo y la
psicología moderna. Todo armoniza, todo encaja y todo inspira en
él. Por ello, sus aportaciones, consejos y reflexiones nos son siempre tan
comprensibles como válidas para favorecer nuestro crecimiento personal.
El maestro vietnamita es una leyenda viva cuyo legado jamás se
extinguirá

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