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Ahora bien, es interesante destacar a otro gran pensador de nuestro tiempo Michel
Foucault, quien realiza una lectura interesantísima de la literatura. Propone a grandes
rasgos que la literatura es un aparato ideológico que produce subjetivaciones. Dice: “la
literatura ha incidido en la constitución de la subjetividad moderna, pues la literatura como
medio de comunicación produce efectos de poder en la conformación y modificación del
campo informativo de los hablantes de una lengua”. Esto quiere decir que la literatura o la
obra literaria moldea el pensamiento y los modos de relacionarse de una persona frente a
determinada realidad. Esto puede entenderse desde un punto de vista negativo y positivo.
En lo negativo, podríamos mencionar la desafortunada y patética lectura que realizó Hitler
de Nietzsche y sus desastrosos efectos o los consejos “seudo-terapéuticos” que genera, en
masa, la lectura de pilar sordo, subsumiendo al individuo a una aparente positividad. En lo
positivo al ya mencionado Kafka, Stevenson y sus reflexiones éticas que comprometen al
lector a una reflexión interna sobre su moralidad (dr. Jekill y mr. Hyde). Joseph Conrad
(corazón de las tinieblas) quien nos permite realizar un viaje hacia lo profundo de los límites
humanos que exceden la racionalidad, etc. Con todo, sea positivo o negativo, la literatura
como forma de comunicación social, subjetiva, modela pensamientos, formas de vida y
culturales, por lo que ella cumple una función social que no debemos soslayar.
Respecto de la libertad y su relación con la literatura sólo me basta citar la siguiente frase
poética de un gran amigo de Roberto Bolaño, Mario Santiago: “Si he de vivir, que sea sin
timón y en el delirio”.