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Padresadolescentes

¿CómoPARA ELenTRABAJO
apoyarlos DEemocionales?
sus necesidades NUEVAS
Guía para acompañar a Adolescentes padres

César Cordero-Fernández 1
Esta guía es un fascículo de la serie “Soy Hombre
Adolescente” del Proyecto Wëm Juvenil, basado en
el trabajo con adolescentes en proceso de paternidad
en coordinación con la Clínica de Adolescentes del
Hospital Calderón Guardia, 2014-2015 y financiado
por la Embajada de Suiza en Costa Rica.

# 7. PADRES ADOLESCENTES: ¿Cómo apoyarlos


en sus necesidades emocionales?

2015© Instituto Wëm. San José, Costa Rica.


Se permite el uso educativo del material, pero no su
reproducción comercial.
Redacción y Diseño: César Cordero Fernández.
Revisión: Elena Alvarado Rodríguez.
Ilustración: Olman Bolaños.
Todos los derechos reservados. © 2015.

La serie “Soy Hombre Adolescente” consiste en varias guías sobre temas vinculados a los
adolescentes varones. Cada fascículo puede ayudar a entender la adolescencia en diferentes
áreas de la vida y formas de relacionarse.
“Padres adolescentes ¿cómo apoyarlos en sus necesidades emocionales?” es una guía breve para
personas adultas que quieren acompañar a los adolescentes varones en procesos de paternidad,
apoyándolos en el sano ejercicio de sus derechos, responsabilidades y ayudándolos a su ade-
cuado proceso de adolescencia en equilibrio con la paternidad.
Padresadolescentes
¿Cómo apoyarlos en sus necesidades emocionales?

GUÍA PARA PERSONAS ADULTAS QUE


ACOMPAÑAN A ADOLESCENTES PADRES
Indice

Presentación.................................................................................................................1
Ser adolescente hombre............................................................................................2
Ser papá: Una ilusión nueva e incomprensible......................................................5
El padre adolescente necesita compañamiento respetuoso...............................6
Comunicación de la noticia del embarazo a los familiares.................................8
Involucramiento durante el embarazo..................................................................11
Participación en el parto..........................................................................................12
Equilibrio entre rol de joven y rol de padre...........................................................13
La relación con la madre de el/la bebé...................................................................15
Preparación para el crecimiento del/a bebé.........................................................16
Participación en la salud del niño/a.......................................................................17
Recomendaciones......................................................................................................18
Padresadolescentes ¿Cómo apoyarlos en sus necesidades emocionales?

Presentación
Este folleto es una guía breve para personas adultas que tienen asignada una función de orienta-
ción y apoyar a muchachos adolescentes que están en proceso de iniciar su paternidad.
Se toman en consideración aspectos en torno a los derechos de los muchachos, sus necesidades e
inquietudes, la relación con la madre de bebé, así como las responsabilidades como padres; todo
ello en aras de favorecer una experiencia satisfactoria en el ejercicio de su paternidad.
No se procura con esta guía informativa censurar o sentenciar al joven en su paternidad o en su
juventud, sino más bien se pretende aportar elementos que puedan ayudarle a integrar la pater-
nidad a su periodo del desarrollo, a sus metas, a su estilo de vida y a la vivencia sana y provechosa
de su adolescencia.
Se genera así un breve compilado de elementos necesarios para acompañarlos en el proceso
pre-natal, así como en el proceso post-parto, brindando la posibilidad de entenderlos mejor, de
apoyarlos en su adolescencia así como en su paternidad, y de poder contribuir al desarrollo de
mejores padres, mejores jóvenes, mejores hombres.
Las experiencias contadas en esta guía, fueron obtenidas en el trabajo continuo con varones ado-
lescentes que asisten a la Clínica de Adolescentes del Hospital Calderón Guardia en el periodo
2014-2015 y realizadas por Psicólogos del Instituto Wëm, del proyecto Wëm Juvenil.

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Ser adolescente hombre
La Organización Mundial de la Salud (OMS) y la organización para las naciones Unidas (ONU)
define la adolescencia como el periodo del desarrollo entre los 10 y 19 años de edad (OMS, 2013;
CulturaSalud, 2011; SENAME, 2011), aunque varía según las características individuales y grupa-
les donde se desarrolle el joven.
Las características comunes que definen a un adolescente,
los hace enfrentarse a una experiencia de constante
cambio de índole fisiológico, social y psicológico, que es
desconocida para ellos y también parece ser desconocida
para los adultos e incluso para algunas instituciones. El
adolescente ya no es
niño, pero tampoco se
convierte en adulto.
Para entender mejor, se
pueden definirse dos periodos
de la adolescencia: temprana y tardía.
La adolescencia temprana, entre los 10 y los 14 años
se manifiestan los cambios físicos externos y de los
órganos sexuales. Ante ello, los adolescentes toman
mayor conciencia de su identidad sexual y de género,
resaltando su propia apariencia y conducta ante los
demás (Unicef, 2013. p.6), asumiendo estos cambios
como símbolos de ser “hombre” y dejar de ser niño.
Necesitan construir su identidad, definen cosas que
les agradan, actividades en las que quieren estar.
Además, el cerebro experimenta un desarrollo
acelerado de redes neuronales que

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generan resultados sobre la capacidad emocional, física y mental (Johnson, 2009) empezando a
configurarse pensamientos y sentimientos que serán la base para muchas conductas. No obstante,
la investigación de Sara Johnson (2009) sobre madurez cerebral, menciona que en el periodo
posterior, entre los 15 y 19 años o el periodo tardío, el cerebro continúa desarrollándose en el
procesamiento de información analítico y reflexivo, y el muchacho logra discernir entre lo que
quiere o no quiere, entre sus riesgos y un poco en sus responsabilidades, configurando identidad
a partir de los conocimientos sociales, familiares y personales.
Según datos de la Unicef (2006) después de los 15 años de edad con el desarrollo de la capacidad
de evaluar riesgos y tomar decisiones conscientes, el adolescente alardea de su procesamiento
cognitivo y racional, por lo que reduce el temor a las disposiciones de adultos, evidenciando en
ocasiones, autonomía, creer saber lo que hace o se considera preparado para llevar a cabo tareas
de adulto, como trabajo, mantención familiar, o incluso, paternidad.
Es importante entender que el proceso de paternidad en un periodo temprano de la adolescencia
(-15 años) necesita muchísimo cuidado, ya que es recomendable que el joven continúe con los
estudios, seguir conformando su identidad, conocerse a sí mismo y explorar las alternativas que
tiene. Además que no se cuenta con posibilidades para asumir roles socialmente adultos, como el
trabajo o algunas responsabilidades.
Cuando el proceso de paternidad se inicia en la adolescencia tardía (entre los 15 y 19 años de
edad) al igual que en la etapa anterior, debe procurarse el apoyo del muchacho para continuar los
estudios y seguir construyendo una identidad como adolescente varón sin abandonar la acción
de explorar su mundo y conocerse. No obstante, en este periodo el muchacho puede asumir al-
gunas responsabilidades necesarias dentro de su ejercicio de paternidad, como el aporte econó-
mico, las responsabilidades en el embarazo, y la participación emocional y de cuido con su hijo/a.
En esta segunda etapa, el joven puede ser más responsable del cuido de otros (hijo/a), ya tiene
más organizada su identidad y puede generar equilibrio entre su función de padre y su rol como
adolescente.
La adolescencia es el momento evolutivo de la búsqueda del quien soy, aunque en sentido claro
es más un cuestionamiento de “cómo me construyo” (Fierro, 1997). Pero en la adolescencia es de

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suma importancia el factor social de la identificación con los otros. No implica ser otros, si no, ser
como los otros me aprueben y como los otros me acepten.
En la adolescencia de un hombre destacan los estos encargos sociales de que para ser hombre,
no es solamente sentirse como tal, si no, ser reconocido por los demás. Esta idea básica de la mas-
culinidad adolescente, nos puede ayudar a comprender porque el fenómeno de la paternidad de
jóvenes requiere gran apoyo por parte de quienes acompañamos su proceso.
Esta identidad en construcción se confunde, pues esta difundida entre varios deseos de lo que el
muchacho quiere ser (Pérez, 2006). Algunos jóvenes quieren estudiar y ser responsables, pero
la identidad social de sentirse aceptado, lo lleva a desarrollar conductas que van en contra de su
identidad. Así, asume comportamientos como identidades sociales, que lo llevan a tomar riesgos,
a no medir consecuencias y a tomar decisiones precipitadas.
Muchos se arriesgan a realizar acciones que pongan en evidencia el ser hombre, que demuestren
su “masculinidad” y sobre todo, que los demás lo vean. La construcción de masculinidad en la
adolescencia pone al muchacho en situaciones sociales donde se le demanda comenzar a ser el
“hombrecito”, haciendo acciones que lo alejen al ser niño.
La sexualidad en esta etapa juega un papel importante, ya que es cuando la sexualidad es consi-
derada por muchos jóvenes como “algo adulto”, y por lo tanto, practicar esta sexualidad (referida
al coito) los aleja de “ser niños”. Tener prácticas coitales en la adolescencia se vuelve un factor
atractivo, y muchas veces simbolizado como un acto que aleja al adolescente de su infancia. Esto
lo hace sentir “más hombre”, o incluso, ante sus amigos le hace tener más identidad como un
varón, y menos como niño. El joven requiere de una validación por parte de otros varones y lo
que opinen, pues la identidad parece focalizada en la mirada de los otros (Campos y Salas, p 25,
2002).
Esta aprobación de otros, no escapa al tema de la paternidad sin planificación que viven muchos
adolescentes, ya que notamos en los grupos de jóvenes, que algunos simbolizan su paternidad
como una representación de que ya tienen relaciones sexuales y que ya empiezan imaginariamente
a sentirse “hombres”. No obstante esto los pone en un riesgo de asumir conductas que abandonen
su adolescencia y el pleno disfrute de su juventud, siendo remplazado por las conductas adultas.

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Ser papá: Una ilusión nueva e
incomprensible
Parece que desde el machismo, se enseña a muchos varones que
deben de saberlo todo y tener la solución para todo lo que
afronten. La idea de ser papá muchas veces se asume
como algo sencillo y fácil para lo cual no necesitan al-
guna guía.
No obstante, no hay manuales de cómo ser papá, ya
que es una situación que se va construyendo. Es me-
jor conocer la percepción que el joven tiene de su
figura paterna y materna, lo que haya observado en
otros (aprendizaje vicario) o lo que él mismo desea
como hijo y que va a proyectar en el/la bebé.
Escuchando los relatos de los jóvenes sobre el “ser padres”
surgen los temores a no poder cumplir con el modelo de pa-
dre que tienen construido idealmente y que les gustaría ser e incluso algunos mencionan el temor
a cometer los mismos errores de cuido que vivieron con su padre.
Este es un tema no solo de los adolescentes, aunque en esta etapa muchos de los procesos del
adolescente están en oposición a sus figuras de crianza o autoridad, incluyendo aquí conflictos
con figuras paternas.
Ser papá es un proceso, por lo cual podemos ayudarlos a que poco a poco se encuentren con su
forma de ser padres, que se conozcan en sus cualidades y defectos, para que vayan amoldándose
a su rol paterno.
En este sentido, podemos darles espacios para que conversen sobre las emociones ligadas a su
padre, como perdonar muchas de las faltas o de los errores que recuerdan emotivamente.
En muchas ocasiones es conveniente un acercamiento a su padre (o la figura paterna de cuido) o

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a su madre para poder iniciar un proceso de mejoramiento de la relación, que puede facilitarle al
adolescente un mejor ejercicio de su paternidad. Si no tenemos rencores o riñas con los padres,
no repetiremos esos rencores con los hijos/as.
Al ser una nueva ilusión el nacimiento de un hijo, es conveniente hacer un manejo adecuado de
esa ilusión. Muchos jóvenes han comentado sentirse tan alegres que desesperan en el manejo
de lo económico, en el exceso de actividades con su hijo/a, o abandonan su propio autocuidado.
En ocasiones parece muy adecuada la entrega del padre al 100%, pero eso puede llevar a conflic-
tos con él mismo, puede afectar su estado emocional y no queremos un padre frustrado, cansado,
estresado o con baja autoestima.
Entonces le podemos guiar en aspectos como el ahorro (que considere no necesario y básico), el dis-
frute de sus actividades personales (reducidas en tiempo, pero igualmente provechosas), metas, su
propia alimentación (equilibrando su dieta saludable) y su tiempo de recreación y ocio.
Esto no reduce el cariño y dedicación que puede tener el adolescente padre, si no que más bien le ge-
nera un adecuado equilibrio entre el hijo/a y él mismo (y la madre si tuvieran una relación afectiva).
Hay que recordar que este papá sigue siendo una persona menor de edad, con derechos a desa-
rrollarse plenamente en el ámbito sociocultural, afectivo, académico y fisiológico, y requiere del
apoyo del adulto para lograrlo.

El padre adolescente necesita


compañamiento respetuoso
Existen muchas razones por las cuales surgen los embarazos en adolescentes. Muchas ocasio-
nes los jóvenes inician su vida sexual sin una guía adecuada, sin conocer sobre planificación,
métodos anticonceptivos o responsabilidades sobre un hijo/a. En ocasiones no saben manejar
adecuadamente los impulsos y deseo sexual, por lo que repentinamente actúan con base en las
sensaciones sexuales que experimentan.
En nuestro país existen comunidades que limitan el acceso a información sobre derechos sexua-

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les y reproductivos, bajo la falsa creencia de que acelera el inicio de las relaciones sexuales, lo que
hace a los adolescentes carecer de información sexual adecuada y aprender a tomar decisiones.
(La Nación, octubre de 2013)
La experimentación es una búsqueda constante en los adolescentes y la vivencia de la intimidad
sexual que ha sido “prohibida” o censurada, significa para algunos muchachos, algo fascinante
que pueden experimentar y desafiar. Tomar el riesgo de hacer lo que les prohíben resulta de ma-
yor interés para algunos muchachos y si la sexualidad es censurada para muchos, transgredir esa
prohibición se convierte en un factor emocionante para muchos.
En otros casos, el adolescente junto con la muchacha toman decisiones apresuradas sobre formar
una relación y tener un/a hijo/a, aunque son pocas las veces donde hay una planificación en esta
edad.
Estas y otras razones serían puntos por los cuales algunos embarazos en la adolescencia surgen
como situaciones no esperadas. Logramos distinguir con ellos tres posibilidades:
1. El varón planificó con su compañera el embarazo, sin pensar en posibles consecuencias.
2. El varón no tenía en sus planes ser papá a esa edad, pero asume su responsabilidad.
3. El embarazo surge inoportuno, generando conflictos entre la madre y el joven, muchas ve-
ces sin asumir responsabilidades.
En los grupos con jóvenes padres que se ha trabajado, la paternidad joven y adolescente se inicia
sin un previo planeamiento dentro del proyecto de vida del muchacho. Esto genera varias reaccio-
nes a nivel psicológico y emocional, y se ven implicadas varias áreas de su masculinidad al incluir
la paternidad como parte de su identidad. Por ello el joven requiere apoyo para re-organizar su
vivencia en cuanto a su economía, vida académica y familiar, y puede demandarle al muchacho
cambios ante los cuales no tiene la preparación adecuada para ser padre.
Por ello es necesario e importante, un acompañamiento adecuado por parte de personas adultas
que puedan guiar y orientar sus emociones, no desde la obligatoriedad, el acusamiento o el man-
dato, si no desde la empatía, el respeto, el apoyo, la responsabilidad y ayudándole a que sea feliz
de su rol de padre.

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Comunicación de la noticia del
embarazo a familiares
Afrontar activamente la noticia, muchas veces inesperada de la paternidad de un adolescente o
joven en la familia es uno de los aspectos importantes para que el joven pueda desempeñar ade-
cuadamente su rol paterno.
Hemos podido observar que el muchacho que vive rechazo o acusación por parte de su familia,
puede empezar a ver el embarazo como
algo negativo, como algo que le ge-
nera problemas y que lo aisló de
su familia. Y por ende, puede
culpar inconscientemente a su
hijo/a por este rechazo que le
dan sus familiares, o incluso,
ver al bebé como un error.
Sin embargo, involucrar a la
familia poco a poco es funda-
mental para el sano rol del mu-
chacho. Los jóvenes que tienen el apoyo y acompañamiento de la familia tienden a sentirse orgu-
llosos y satisfechos de su nueva etapa en su adolescencia o juventud.
Cuando se logra que la familia apoye al muchacho en su inicio de paternidad, la toma de deci-
siones va a requerir esfuerzo por parte de todos. Podemos citar algunas de las decisiones más
frecuentes:

La vivienda del muchacho y de el/la bebé: Es conveniente para todo adolescente padre,
tener el apoyo de su familia ante su paternidad. Conviene que el muchacho pueda ver su situa-
ción como una etapa de cambios y no como un castigo o un error.

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Lamentablemente, vemos casos donde muchos jóvenes son expulsados de sus hogares y se ven
obligados a trabajar para rentar una vivienda.
Conociendo lo complicado que podría resultar para ellos su inesperada situación, la búsqueda de
una vivienda, implica cambios en los que el muchacho posiblemente no está preparado y por eso
el apoyo de su familia es fundamental.
Es necesario que la familia contribuya a la vivienda del joven, o en determinados casos, ayudarles
a conseguir un lugar óptimo para su situación.
Ley para la protección de los derechos de los adolescentes (Unicef, 2000) menciona que los ado-
lescentes tienen derecho a vivir en familia y no ser separarlos de sus padres o de los familiares con
los que convivan (Artículo 23) y tener un pleno y armónico desarrollo de su personalidad en el
seno de la familia (Artículo 11). Por tanto es conveniente procurar este derecho para los mucha-
chos y que el ambiente en el que viva le permita desarrollarse como joven y como padre.

La situación económica: es responsabilidad de la familia apoyar al joven, no solo con su


situación, si no en lo que requiere para colaborar con respecto al cuido del embarazo y lo nece-
sario para contribuir en el cuidado del/la bebé. El apoyo económico para el adolescente incluye
la mantención de necesidades básicas de alimentación, habitación, educación, vestimenta, salud,
entre otros (Unicef, Artículo 11).
Se espera que el adolescente pueda continuar con sus estudios y su desempeño como adolescen-
te por lo que trabajar una jornada completa no suele ser lo más conveniente para el muchacho.
Sin embargo, muchas veces la familia no puede apoyar al 100% la nueva inversión económica
que necesita el joven. En estas situaciones el joven puede conseguir un empleo que debe estar
de acuerdo a la normativa laboral costarricense de las personas menores de edad. Con ello podrá
obtener dinero y cubrir la parte que le corresponde en el embarazo y cuido del/la bebé.
Ojalá que esta actividad no le limite al 100% otras áreas de su vida y juventud, y que la(s) familia(s)
apoye (n) esta nueva etapa del joven.

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Los estudios del muchacho:
El derecho a la educación en las
personas menores de edad es
una prioridad y las instancias
gubernamentales deben ase-
gurar que el adolescente pa-
dre continúe con sus estudios.
Para ello, es importante que
quienes orienten las decisio-
nes del muchacho, le ofrezcan
opciones académicas que se ade-
cúen a la realidad presente y lo in-
centiven a continuar su desarro-
llo como ser humano.
La familia puede apoyar al mu-
chacho para que no abandone
sus estudios. Lamentablemente
muchos jóvenes abandonan porque
no reciben ninguno de los anteriores
apoyos por parte de su familia. Recorde-
mos que la familia también es familia del nuevo bebé, por lo tanto el apoyo al joven es de suma
importancia.
Los adolescentes tiene derecho a que se les de la educación que por su madurez y circunstancias
especiales requirieran para su pleno desarrollo (Unicef, Articulo 32). Las circunstancias de pater-
nidad no deben exonerar al muchacho de recibir la educación que necesita.

Sus actividades como adolescente joven: El joven adiciona a su vida la paternidad, pero
continúa siendo un joven. Algunas familias censuran completamente la adolescencia del mucha-

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cho y le interrumpen su sano desarrollo. El papel de la familia es conveniente en este punto, para
que el joven logre equilibrar sus actividades, ver que sus padres le apoyan en su entretenimiento
y recreación, así como le orientan en sus responsabilidades y derechos como padre.
Es un derecho de los adolescentes tener una vida digna, garantizarles la satisfacción en varias
áreas, donde se incluye procurar la adecuada salud, donde también se incluye la recreación
(Unicef, Artículo 11).

Involucramiento durante el embarazo


Es conveniente involucrar a los jóvenes al reto de ser hombres que asuman su embarazo en el
cual serán padres. Esto quiere decir que en un inicio debe motivárseles a la aceptación, no solo
de la idea de ser padre, si no del proceso de embarazo, sus ilusiones y sus cambios en las activida-
des a realizar. Para ello, ayudarle a que diga “es-
toy embarazado” es una forma de sentir que
realmente él es, al igual que su compañera,
responsable y cuidador de ese embarazo.
Así mismo, existen varias emociones que
un muchacho experimenta, en este pe-
riodo y ante las cuales necesita un acom-
pañamiento adecuado:
Preocupación económica por el he-
cho de que la masculinidad socialmen-
te se enfoca únicamente en el hombre
como el proveedor.
Temor a no cumplir con las deman-
das sociales que le piden las familias, las
personas cercanas y otras instituciones.
Por ejemplo, abandonar su vida comple-
ta, su diversión, sus planes o metas.

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Sensación del duelo al abandonar actividades de adolescente o joven que le representaban
ante su grupo de pares.
Ilusión por su ejercicio de la paternidad, el amor y las ganas de ver a su bebé.
El cuestionamiento de su padre interno, las emociones sentidas por su padre con respecto a
su posición como hijo.

Es importante apoyar al joven sin señalarle sus nuevas responsabilidades como un castigo, como
una consecuencia negativa o como responsabilidad ante el error. Puede que el embarazo haya
sido una condición no planificada, y no por ello debe ser considerada como un error, ni como una
obstrucción de proyectos de vida.
Podemos ayudar a que el padre joven desde este momento se desprenda de su idea de culpa ante
el embarazo, no recordarle sus responsabilidades con mala intención, si no desde lo divertido y lo
gratificante que puede ser empezar su paternidad.
Para ello es necesario desprendernos de todos los prejuicios alrededor de la paternidad adoles-
cente, los prejuicios hacia el concepto de adolescencia y acercándonos a hablarles con empatía,
cariño y con respeto.
Con ello podemos ayudarle a que se involucre activamente en las citas médicas de la madre de
bebé, cursos de preparación al nacimiento, ser parte del proceso de selección del nombre del/la
bebé, entre otros aspectos necesarios del embarazo, donde él tiene derechos de participar.

Participación en el parto
La asistencia del padre adolescente a la sala de partos, es actualmente una de las peticiones de
muchas adolescentes embarazadas, que quieren que el padre de bebé les de apoyo en el momen-
to del nacimiento.
Pero, ¿qué implica esto para los varones? Las manifestaciones verbales más frecuentes en rela-
ción a participar en el proceso de labor y parto junto a la adolescente madre han sido:
Que el día del parto los tome por sorpresa o emergencia.

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Temor del ambiente y los protocolos médicos.
Asombro al imaginar el proceso que ocurre en la anatomía de la madre de bebé.
Ansiedad por no saber qué hacer o cómo reaccionar en la sala de parto.
Impotencia al escuchar el dolor de la mujer y no saber cómo ayudarla.
Miedo ante posibles complicaciones del embarazo o en el/la bebé.
Asombro al ver el instante donde sale la cabeza de el/la bebé.
Esperanza e ilusión de tener a su hijo/a en brazos.
Algunas de estas ideas se han reforzado a través de comentarios
de terceras personas, escuchadas de otros hombres que pasaron
por la experiencia y/o han sido transmitidas por generaciones entre
familiares.
Sin embargo, es importante acompañarlos desde el embara-
zo para que puedan afrontar algunos de estos miedos, tanto
desde la preparación para el día del nacimiento, la disposición
simulada para el parto (videos, prácticas, simulacros, foto-
grafías, conocimientos básicos, etc.) y planeamientos de
los recursos inmediatos y necesarios para los instantes
seguidos del parto.
Esto puede ayudarle al muchacho a reducir su ansiedad y temores al momento del parto, que
muchos adolescentes desconocen o no tienen alguien que les apoye en esta preparación.

Equilibrio entre rol de joven y rol de padre


Si bien los jóvenes están en un proceso de construcción de su identidad, es conveniente que asu-
man este proceso de paternidad como un elemento adicional a su identidad, y no que lo perciban
como el bloqueo de sus planes de vida.
Eso quiere decir que el joven puede ser acompañado en sus actividades con respecto a su edad,
siendo coherentes con los derechos de las personas menores de edad; a saber: el derecho a la

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educación, a la salud, el derecho a la cultura, recreación y deporte,
el derecho a la vida familiar, a la identidad, entre otros.
El adolescente padre debe ser informado de estos derechos y
recibir el apoyo en su proceso de construcción del proyecto
de vida que acompaña su paternidad.
Culturalmente podría pensarse que la paternidad es ese
pasaje simbólico de joven a adulto, sin embargo, el pro-
ceso de desarrollo de la persona no finaliza con el ejerci-
cio de su paternidad. Si bien es cierto, deben realizarse
cambios, el proceso de desarrollo del adolescente con-
tinúa y es necesario que no frustre su adolescencia al in-
cluir la paternidad en su vida.
Socialmente se piensa en muchos aspectos que la figura de
proveedor otorgada al hombre (obedeciendo estereotipos
hegemónicos) debe limitarle su sana diversión y ocio. Pero la
vivencia de la paternidad joven (o maternidad) no debe impe-
dirle al muchacho su adecuado desarrollo social y emocional.
Ante ello, es conveniente que el acompañamiento a
estos muchachos no les acuse o censure su pro-
ceso social necesario, pero sí que se le refuerce
la búsqueda de un equilibrio entre responsabili-
dad y vivencia de la juventud.
Algunas familias apoyan el cuido del adolescen-
te para que continúe estudios, para que se diviertan, que compartan con otras personas y que
tengan momentos de relajación, completamente saludables para una adecuada práctica de la
paternidad, paralela a las responsabilidades de esta nueva etapa.

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La relación con la madre de el/la bebé
Existen varias demandas sociales e institucionales que surgen con respecto a los embarazos en
adolescentes. La situación es juzgada socialmente esperando que ambos padres del bebé se man-
tengan obligatoriamente como pareja y conformen una familia “bajo el mismo techo”.
Es decir, que de alguna forma se considera que lo correcto y socialmente esperado y aceptado, es
que el nacimiento de un nuevo ser implica un matrimonio o una convivencia de la pareja con su
niño/a.
Sin embargo, la realidad nos dicta otros contextos diversos en los cuales podría darse exclusiva-
mente una relación como padres de bebé sin que necesariamente tengan un vínculo afectivo de
noviazgo y definitivamente estas decisiones deben ser consensuadas con la madre de bebé, con
la intención de clarificar expectativas y deseos por ambas partes.
Este es uno de los aspectos que en ocasiones lleva a los muchachos a una confusión en su adoles-
cencia, pues ellos perciben la convivencia con la pareja como algo para lo cual no se sienten pre-
parados. Algunos lo hacen por presión familiar o social, o incluso por decisión de la compañera.
Pero ¿qué es lo que incomoda al joven de esta situación? Podemos identificar puntos importantes
para entenderlos en esta situación:

El pensamiento adolescente de que


convivir con una mujer no es una de-
cisión que deseen tomar en este
momento.
Que la convivencia les ge-
nere conflictos de pareja.
Pensar que va a ser la única
mujer en su vida, visualizán-
dose ellos como seres jóvenes
con “mucho por recorrer”.

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Temor al compromiso de pareja.
Temor al qué pensará de mí la familia de ella, o la propia familia.

Esto es muy cuestionado desde múltiples puntos de vista, ya que no necesariamente la conviven-
cia conjunta de los progenitores de el/la niño/a implica su adecuado desarrollo.
Podemos conversar con el muchacho para conocer cuáles son sus deseos, sus planes con respec-
to a su hijo/a, las disposiciones necesarias con las que cuenta (apoyo familiar, dinero, tiempos
libres, etc.) facilitarle la expresión de sus temores y sentimientos de culpa asociados a las expec-
tativas familiares y sociales, en aras de ayudarle a que tome una decisiones entre su “deber” y su
“querer”, adecuada para su función de padre.

Preparación para el crecimiento del/a bebé

Escuchar al adolescente en el proceso de su paternidad y facilitarle herramientas para ejercerla


positivamente, va a ayudarle a comprender que desde que su hijo nace va a necesitar de su cerca-
nía amorosa, de su tiempo para compartir con él, conocerlo, verlo crecer.
Conforme pase el tiempo, debe proponerse nuevas metas con respecto al desarrollo de su hijo/a

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y de él como papá. Eso quiere decir que desde el acompañamiento que le hacemos al muchacho,
la paternidad debemos mostrársela como un proceso de creatividad, donde puede innovar accio-
nes en el desarrollo de su hijo/a, y en el cual pueda proponerse a sí mismo metas con respecto a
su interés por ser papá.
Así, él podría notar que su paternidad no va a ser siempre como en el primer año del niño/a, y
que el segundo año no será igual que a los 4 años. Podemos sugerirle que realice una búsqueda
de apoyo, instrucción o recomendación para prepararse a los cambios que posiblemente tenga
su bebé conforme vaya creciendo, y así comience a conocerse a sí mismo en su vivencia de pater-
nidad.
Esto es conveniente, ya que algunos muchachos cuando el niño o niña crece, no están preparados
o desconocen los cambios en la niñez, como cuidarlos o como entender a su hijo/a. por eso es
bueno que le recomendemos que la labor de paternidad se construye, y que puede investigar con
curiosidad y motivación, el desarrollo maduracional y social de su niño/a.

Participación en la salud del niño/a


Quizá este es uno de los aspectos que en los primeros años de la infancia se ha delegado princi-
palmente a la madre, dado que socialmente se ha asignado el cuido a un rol materno. No obstan-
te, participar en el cuido de la salud no es únicamente velar por lo económico que se ve implicado.
A los hombres se les ha educado en la proveeduría y con ello se desentienden de otros aspectos
necesarios en el afecto y el vínculo paterno.
Por ejemplo, las citas de control postnatal, las fechas de vacunas, la administración de medicinas
o incluso los cuidados de higiene de el/la bebé parecen tareas en las cuales algunos jóvenes no se
involucran. Este rol es reforzado muchas veces por patrones machistas asumidos por hombres y
mujeres en su proceso de educación y socialización.
A esto le sumamos que también las preocupaciones de los jóvenes rondan en otras necesidades,

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tanto así que lo controlado que debe ser el cuido de la salud de el/la niño/a pasa en muchas oca-
siones a ser ignorado por la figura paterna, no tanto así por la adolescente madre.
Por ello es necesario apoyar al muchacho para que pueda tomar motivación y curiosidad en el
cuido de la salud de el/la bebé, que se involucre no solo como responsabilidad, si no como una
forma de amar, de querer y de mostrar la importancia que también tiene él como adolescente
padre.

Recomendaciones
Escuche al muchacho con empatía y tranquilidad. Tomar un espacio para conocerlo en
esta situación y así poder ayudarle mejor. A la hora de la escucha es conveniente que podamos
mostrarle gestos de escucha y de entendimiento. No le juzgue con la mirada, con los gestos facia-
les o con opiniones autoritarias. Mejor empatizar, intente “ponerse en sus zapatos” y desde ahí se
le puede ayudar para que sean excelentes padres.
Intente entender las emociones del muchacho. Puede ser una tarea continua y a veces
lenta, ya que no estamos en su misma situación. Posiblemente sienta temores, vergüenza, culpa o
tristeza al hablar. Pero puede ayudarle entendiéndolo y apoyándolo, para que poco a poco afron-
te sus emociones y pueda llegar a sentirse orgulloso y feliz. No queremos un adolescente padre
lleno de culpas o tristezas.
Hágale ver que en la situación tiene apoyo, y que no va a estar solo, que si fue algo planeado o no
planeado va a tener ayuda necesaria porque el bebé va a ser parte importante de la familia. Que
el bebé no es un error y que él muchacho no es culpable de lo que pasa. Pero si es necesario que
se asuman algunas responsabilidades.
Contribuir a que el joven no se frustre. El cambio de planes de vida en la adolescencia
le va a restringir algunas de sus actividades, o la cantidad de tiempo que les dedicaba. Apoye al
muchacho para que la paternidad no se convierta en una frustración de él como individuo. Pue-
de motivarle a que siga con sus metas, con sus actividades de recreación y con su vida de joven.

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Tampoco queremos un padre joven frustrado o acumulando enojos.
Motívelo a que incluya dentro de sus actividades, la de ejercer su paternidad y responsabilidad
ante su hijo/a, que balancee su responsabilidad y vida de adolescente, que tenga espacios para
hablar de sus frustraciones y ayudarle a que aprenda a manejar sus frustraciones y enojos.
Ayudarle a que no se considere un adulto. El muchacho simbólicamente puede asumir
roles diferentes a los de su etapa de desarrollo. Permítale espacios para que sea adolescente en
actividades individuales o con otros muchachos de su edad, que pueda compartir sus experien-
cias así como escuchar la de otros. No todo es trabajo, paternidad o responsabilidad. También es
necesario que viva su diversión, recreación, amistades, entre otras cosas que le ayuden a ser un
padre integro.
Motívelo a mantener sus estudios, proyectos y ac-
tividades. Puede ayudarle a que elabore planes próximos
con respecto a su vida. Invítele a que dentro de su periodo
de cambios, pueda siempre dedicar momentos para
ser un mejor hombre adolescente, y así llegar a
ser un buen padre. Que construya su identidad
para que pueda afrontar situaciones en su vida y
estar seguro de sí mismo. Así mismo, puede mo-
tivarle a que continúe poco a poco con sus metas
para alcanzarlas y sentirse seguro de sí mismo y de
sus decisiones. Esto ayudará a que sea un mejor
padre y un mejor hombre.
Conozca sobre sus derechos. Muchas
veces cuando no se conocen sus derechos, no se
sabe cómo guiarles o como apoyarles.
La Ley para la protección de los derechos de los adolescentes (re-
dactado por la Unicef) menciona los derechos innegables para las
personas menores de edad. Los derechos buscan permitirles un

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desarrollo pleno e integral, que incluye su formación física, mental, emocional y social (Unicef,
2000). Esto incluye todas las áreas que beneficien al joven en su desarrollo y crecimiento adecua-
do.
Las personas encargadas del adolescente, deben orientar al muchacho para que conozca sus de-
rechos, aprenda a defenderlos y a respetar los de las otras personas (Artículo 13). El Estado, así
como las madres, padres, tutores o personas responsables deben velar para el desempeño de sus
facultades y desarrollo (Artículo 10) como el desarrollo emocional y velar por su salud psicoló-
gica. Los adolescentes en procesos de paternidad necesitan de este apoyo y muchas veces las
instituciones no brindan los espacios, o las personas encargadas no saben cómo apoyarlos en
este derecho.
Entre estos derechos aplicados a los padres adolescentes podemos resumir el derecho a la no
discriminación, sin importar sus intereses, gustos, características, elecciones, o bien, por su condi-
ción de padre. A sí mismo en esa condición de paternidad, es un derecho vivir en condiciones que
permitan su crecimiento sano y armonioso en familia (Artículo 19).
Los adolescentes cuentan con el derecho a vivir en familia y no distanciado de los familiares con
los que convive y así puedan tener un pleno y armónico desarrollo de su personalidad en el seno
de la familia (Artículo 11). Retirar al joven de su hogar debido a su situación de paternidad inclui-
ría una contradicción a este derecho como menor de edad, muchas veces dificultándole un sano y
adecuado desarrollo de identidad como joven, o restándole otros derechos como la economía. El
apoyo económico para el adolescente incluye la mantención de necesidades básicas de alimen-
tación, habitación, educación, vestimenta, salud, entre otros (Artículo 11) por lo que vivir en el
ambiente familiar le facilitaría estos derechos.
Los padres adolescentes también necesitan ejercer su derecho a que se les de la educación que
por su madurez y circunstancias especiales requirieran para su pleno desarrollo (Articulo 32). Las
circunstancias de paternidad no deben exonerar al muchacho de recibir la educación que nece-
sita.
Es un derecho de los adolescentes tener una vida digna, donde su crecimiento pleno sea el objeti-

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vo para ayudarlos a ser mejores hombres y seres humanos. Procurar la adecuada salud, también
incluye procurar espacios para la recreación del muchacho (Artículo 11) siendo parte de su ado-
lescencia que mantenga buenas relaciones sociales, amistades y actividades deportivas y de ocio
para desarrollo de su salud mental y física. No obstante, se puede contribuir a que el adolescente
padre pueda integrar estos espacios junto con su paternidad, y esto le permitiría no solo el ejerci-
cio de sus derechos, sino un crecimiento y desarrollo adecuados para su edad.
SI desea conocer más sobre sus derechos, diríjase a las instancias estatales en pro de los derechos
de los adolescentes u otras entidades especializadas en el tema.
Grupos de apoyo y búsqueda acompañamiento emocional. Siempre es conveniente
que el oven pueda tener varios espacios para hablar de sus emociones y de sus sentimientos en
el proceso de paternidad. No siempre puede tener la misma confianza con todas las personas, o
no puede sentir vergüenza de conversar ciertos temas con algunas personas. Por lo tanto puede
sugerirle y ayudarle a buscar grupos de apoyo o ayuda desde la psicología, trabajo social, enfer-
mería, orientación, u otros.
El Instituto Wëm, en coordinación con la Clínica de Adolescentes del Hospital Calderón Guardia
(San José, Costa Rica) ofrece grupos de apoyo para padres adolescentes, donde podrán aprender
sobre sus derechos, sus emociones, sexualidad, masculinidad, pareja, entre otros temas que el
muchacho necesite conversar y que estén vinculados a sus emociones, a su paternidad y a su
manera de ser hombre.
Para tener información de estos grupos puede llamar al Instituto Wëm al (506) 2234-2730 o a la
Clínica de Adolescentes al (506) 2233-6238.

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Bibliografía
Campos, A, Salas, J. (2002). Masculinidades en Centroamérica. San Josçe. Costa Rica, Lara Segura
Editores.
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Fierro, A. (1997). Identidad personal. Psicología del desarrollo: el mundo del adolescente. Barce-
lona, ICE/Horsori (Educación secundaria, 8), pp. 88-94.
Johnson, Sara B., et al.(2009) Adolescent Maturity and the Brain: The promise and pitfalls of neu-
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de www.unicef.org/
UNICEF (2006) Development: Perspectives and frameworks – A summary of adolescent needs,
an analysis of the various programme approaches and general recommendations for adoles-
cent programming. Learning Series:1. Nueva York.

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Proyecto Wëm Juvenil en coordinación con la Asociación Pro Clínica de Adolescentes del
Hospital Calderón Guardia y con el patrocinio de la Embajada de Suiza en Costa Rica.
2015© Instituto Wëm. San José, Costa Rica.

Lic. César Cordero. Coordinador Wëm Juvenil.


Tel.: (506)2225-7511. Correo Electrónico: cesar.cordero@institutowemcr.org

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El proyecto WËM JUVENIL surge como propuesta en el 2013, con intención de brindar espacios para
que los adolescentes varones aprendan y reflexionen acerca de su masculinidad, su comportamiento
con respecto a la equidad de género, el respeto a las diferentes masculinidades y la vivencia de una
cultura de paz, tanto consigo mismos, con sus familias, la comunidad y la sociedad en general.
WËM juvenil le ofrece al joven una oportunidad de aprender del sano entretenimiento, participar de
actividades deportivas, trabajo en equipo, retos y motivación física en contacto con la naturaleza y
actividades artísticas que ayudan al crecimiento personal y a la salud mental.

Invite a un joven a llamar a la línea de apoyo para adolescentes varones del Instituto Wëm.

Tel.: (506) 2234-2730 o al 9-1-1


Instituto Wëm Costa Rica: (506) 2225-7511

Padresadolescentes
¿Cómo apoyarlos en sus necesidades emocionales?

2015
San José, Costa Rica

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