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B.2.

Sobre los enunciados protocolares (1932)

 Por Rudolf Carnap

En un artículo precedente del mismo título, Otto Neurath ha planteado de nuevo la


cuestión de los enunciados protocolares. Esta cuestión constituye el problema central de
la lógica de la ciencia, esto es, de la teoría del conocimiento, porque comprende los
asuntos que se tratan bajo los términos “fundamento empírico”, “comprobación” y
“verificación”. Para el fisicalismo es especialmente urgente justificar los enunciados
 protocolares y de allí el fundamento empírico de la ciencia. Aquí es donde comienzan
las mayores dudas sobre el fisicalismo, y en efecto, es el punto realmente crítico de esta
concepción.
 Neurath se opone a ciertos rasgos de la concepción acerca de los enunciados
 protocolares que yo defendí en mi artículo sobre el lenguaje fisicalista ( Erkenntnis, vol.
II, p. 432). Quiere contrastarla con otra concepción de acuerdo con la cual los
enunciados protocolares son de una forma diferente y son manipulados de acuerdo con
otros procedimientos. Mi opinión aquí es que este es un asunto, no de dos concepciones
mutuamente inconsistentes, sino antes bien, de dos métodos para estructurar el 
lenguaje de la ciencia, los cuales son ambos posibles y legítimos . En lo que sigue serán
descritos más precisamente ambos procedimientos, y esto mostrará que cada uno de
ellos tiene ciertas ventajas. La primera forma de lenguaje permite una mayor libertad;
yo la discutí en mi artículo anterior. La segunda forma de lenguaje tiene la ventaja de
una mayor unidad del sistema. Parece que Neurath fue el primero en haber reconocido
la posibilidad de este segundo procedimiento, que será de crucial significación para el
desarrollo ulterior de la filosofía de la ciencia. La diferencia puede ser brevemente
caracterizada de la siguiente forma. En el primer procedimiento los enunciados
 protocolares se encuentra fuera del sistema lingüístico; aquí, la forma de los enunciados
 protocolares es arbitraria. Habrán de construirse reglas especiales para traducir los
enunciados protocolares a enunciados del sistema. En el segundo procedimiento
(Neurath), los enunciados protocolares se encuentran dentro del lenguaje de nuestro
sistema; aquí, la forma de los enunciados protocolares no es arbitraria, sino antes bien,
ligada a la sintaxis de nuestro sistema lingüístico. Aquí no hay reglas especiales de
traducción. En orden a presentar no sólo las características abstractas de los dos
 procedimientos (como podría hacerse en una comparación formal), sino también
hacerlas inteligibles, comenzaremos cada discusión con una situación práctica, desde la
cuales se desarrollarán claramente cada procedimiento.
Las cuestiones acerca de si los enunciados protocolares ocurren fuera o dentro
del sistema lingüístico, y de su caracterización exacta no son, me parece, respondidas
mediante afirmaciones sino por postulación. Aunque anteriormente ( Erkenntnis, II, p.
438), dejé abierta esta cuestión e indiqué sólo unas pocas respuestas posibles, pienso
ahora que las diferentes respuestas no se contradicen entre sí. Ellas han de ser 
entendidas como sugerencias para postulados; la tarea consiste en investigar las
consecuencias
consecuencias de esas diversas postulaciones posibles y comprobar su utilidad práctica.

1) La primera forma de lenguaje: los enunciados protocolares fuera del sistema


Asúmase que encontramos una máquina que reacciona en ciertas
situaciones mostrando señales en forma de discos. Los discos podrían ser los numerales
“1”, “2”, etc.; en lugar de estos también podrían ser caracteres sin significado. Mediante
la observación, sin conocer el mecanismo interno de la máquina, podemos determinar lo
siguiente. Las dos señales “1” y “4” son visibles conjuntamente sólo si está lloviendo
ligeramente fuera; “1” y “5” cuando está lloviendo fuerte; “2” y “4” si está nevando
ligeramente; “2” y “5” cuando está nevando fuerte; “3” y “4” si está granizando
ligeramente; la combinación “3” y “5” no ha sido todavía observada. Sobre la base de
esto podemos construir el siguiente diccionario:
1 está lloviendo
2 está nevando
3 está granizando
4 ligeramente
5 fuerte
Con la ayuda de este diccionario podemos traducir ciertas combinaciones de señales a
enunciados de nuestro lenguaje, e.g., “1,5”, como “Está lloviendo fuerte”. Es
importante, más aun, que podamos traducir combinaciones, por ejemplo, “3,5” como
“Está granizando fuerte”, que no ha sido previamente observado.
 No hay diferencia fundamental alguna si la que da las señales es una máquina así
construida, o cualquier otro objeto que exhibe reacciones regulares observables bajo
condiciones específicas. El objeto puede también ser un organismo, e. g., un árbol que
quizás por la forma y lugar de sus ramas reacciona a ciertas propiedades de la tierra y el
aire. Aun aquí podemos usar la reacción como una señal y construir un sistema de
reglas para la traducción de las señales a enunciados de nuestro lenguaje.
Básicamente se presenta la misma situación cuando encontramos un humano que
reacciona en ciertas circunstancias con verbalizaciones específicas. Asúmase que
encontramos un hombre cuyos sonidos de habla no pertenecen a algún lenguaje
conocido y que establecemos lo siguiente por observación (al hacerlo nos confinamos
 por mor de la brevedad a ejemplos de las reacciones más simples). El hombre dice: “re
 bim” si está lloviendo ligeramente; “re bum” si está lloviendo fuerte; “sche bim” o
“sche bum” si está nevando ligeramente o fuerte, respectivamente; “he bim” si está
granizando ligeramente.
Sobre la base de esto construimos el siguiente diccionario:
re está lloviendo
sche está nevando
he está granizando
 bim ligeramente
 bum fuerte
Con la ayuda de este diccionario podemos traducir ciertas secuencias de sonidos del
hombre – las llamaremos enunciados- a enunciados de nuestro lenguaje; y ciertamente
 bajo ciertas circunstancias también aquéllas que todavía no hemos escuchado en esta
combinación, e.g., “he bum” como “está granizando fuerte”.
Las señales de la máquina y los enunciados del hombre se tratan como
enunciados de un lenguaje en la medida en que se construyen reglas de traducción para
ellos. Las llamamos, por lo tanto, “enunciados protocolares” del “lenguaje protocolar”
de la máquina o del extraño, y distinguimos este lenguaje del lenguaje de nuestro
sistema. Generalmente, todo proceso observable (de una máquina, de un hombre, o de
cualquier otra cosa), para el cual ha sido construido una regla de traducción, es válido
como un enunciado protocolar. Si se sostienen sistemas de reglas diferentes para las
diversas máquinas u hombres, decimos entonces que ellos tienen diferentes lenguajes
 protocolares. Dicho lenguaje puede ser llamado entonces “intersubjetivo” si sus
enunciados para al menos dos cuerpos se les aparecen como reacciones; de otra manera
son “subjetivos” o “monológicos”. (Naturalmente uno puede también proceder de modo
que las señales mismas no son traducidas, sino sólo se usan enunciados acerca de la
apariencia de las señales, e.g., “la máquina está mostrando ahora “1””, “el hombre está
diciendo ahora “re”. Podemos proceder de esta forma dentro de la segunda forma de
lenguaje. Esto es ciertamente legítimo, como lo es el procedimiento de la primera
forma).
A veces la traducción de una señal o de un enunciado produce una oración que
 podemos considerar como incorrecta. Por ejemplo, el hombre diciendo “re”, mientras
comprobamos que no está lloviendo sino que se oyen sonidos de lluvia o se ven
 procesos de lluvia. Parece entonces que la frecuencia de tal desacuerdo difiere para las
diversas oraciones del lenguaje protocolar extraño. Por ejemplo, cuando la traducción
de un enunciado protocolar específico al enunciado del sistema “esto es negro” conduce
menos a menudo a un enunciado falso que en el ejemplo previo. Podemos asignar a las
diferentes formas de lenguaje protocolar un grado más alto o más bajo de confiabilidad
de acuerdo a si constatamos el desacuerdo en ellos con más o menos frecuencia. (Si se
desea, podemos a los enunciados más confiables los “más primitivos”). No obstante,
aun con enunciados protocolares del tipo del último ejemplo (traducción: “esto es
negro”), la traducción produce ocasionalmente un enunciado falso (a saber, en los casos
en los que uno caracteriza los sueños, las alucinaciones, las mentiras, etc.; en nuestra
elucidación, no obstante, no estamos todavía en posesión de esos conceptos). En los
ejemplos ya discutidos las reglas de traducción conducen desde enunciados protocolares
a enunciados que refieren a cosas en el medioambiente del hombre en cuestión; aquí
hablaremos de “T-reglas” y “T-enunciados”. La observación enseña que con el uso de
T-reglas los T-enunciados adquiridos no son muy confiables. Esta determinación puede
inducirnos a construir otras clases de reglas de traducción que llamemos “B-reglas”.
Estas producen “B-enunciados”, a saber, enunciados que refieren al estado momentáneo
del cuerpo B de la persona en cuestión. Por ejemplo, el enunciado protocolar “re” se
traduce al B-enunciado: “El cuerpo B está observando-llover”. Así, el estado físico
“observando llover” puede tal vez caracterizarse como basado en ciertas condiciones (a
saber, cuando está lloviendo, o algún proceso audible o visible de apariencia de lluvia
está presente, y los ojos u oídos de B están en la posición relativa apropiada a esos
 procesos), y como estimulando tales y cuales reacciones corporales observables (e.g.,
 bajo el estímulo apropiado, quizás preguntas, bajo circunstancias apropiadas el
enunciado “re”). Del B-enunciado podemos inferir con probabilidad pero no con certeza
el correspondiente T-enunciado (en el ejemplo: “Está lloviendo”); la probabilidad
aumenta si sabemos que el medioambiente de B se encuentra en un estado “normal”. La
inferencia desde el B-enunciado al T-enunciado no es otra cosa sino la inferencia usual
desde el efecto a la causa probable (cf. aquí también el ejemplo en  Erkenntnis, vol. II, p.
460; p corresponde al enunciado protocolar, P1 al T-enunciado, P2 al B-enunciado).
Como el protocolo de B tomamos la serie de sus enunciados protocolares como
ellos se presentan, sin realizar selección alguna. Cada enunciado protocolar puede ser 
traducido a nuestro sistema lingüístico tanto de acuerdo con las B-relas como con las T-
reglas. La T-traducción es la más común y la más apropiada para la vida práctica, dado
que usualmente lo que nos importa es aprender algo acerca del medioambiente de B. La
B-traducción es la más confiable; se prefiere cuando estamos interesados
 principalmente con la certeza, por ejemplo, con la comprobación crítica. En ambos
casos usamos el enunciado de nuestro vecino B para enriquecer nuestro conocimiento
acerca de los procesos (físicos, intersubjetivamente comprensibles), al igual que
evaluamos los enunciados de la máquina de señales para el mismo propósito.
Ahora bien, ¿qué ocurre si la máquina o una persona hacen dos enunciados
mutuamente contradictorios (Neurath p. 209)? Dado que las señales de la máquina y los
enunciados de B deben entenderse desde el principio como procesos y no como
enunciados en el lenguaje, entonces no habría para ellos literalmente ninguna
contradicción. Sólo podría haber contradicción entre los dos enunciados a los cuales
traducimos las dos señales o los dos enunciados (Ejemplo: 1. La máquina muestra las
señales, 1,4,5; traducción: “Está lloviendo ligeramente”, “Está lloviendo fuerte”. 2. Al
mismo tiempo B hace los enunciados “re bum” y “re bim”- o también “non-re” en el
cual “non” es un sonido que se asocia mediante las reglas de traducción con la palabra
“no”). Si ocurre tal caso concluimos entonces que hemos errado en la interpretación de
las señales. Tal cosa nos inducirá a ajustar las reglas de traducción [En los ejemplos: 1.
O bien la combinación 1,4 ocurre también con lluvia fuerte bajo condiciones especiales
que sería determinadas mediante un examen más cuidadoso, o la combinación 1,5
también ocurre con lluvia ligera bajo condiciones especiales: si se determinan las
“condiciones especiales”, entonces tal vez en el primer caso la traducción para 1,4 se
ajustará como sigue: “Está lloviendo ligeramente, o está lloviendo fuerte y están
 presentes tales y cuales condiciones”. 2. La B-regla cambiará de modo que el B-
enunciado para “re” se lea: “O bien (probablemente) B está observando-lluvia; o
(menos frecuentemente) está presentes tales y cuales condiciones (e.g., B está en
reposo, o la mano de B ha sido forzada para que escriba “re”)].
Asúmase que un enunciado que hemos obtenido al traducir un enunciado
 protocolar se vuelve incompatible con nuestro conocimiento básico, e.g., con otros
enunciados ya admitidos. Dependiendo de condiciones más inmediatas o bien
modificaremos los enunciados admitidos –especialmente si es un asunto no de
traducción sino de enunciados hipotéticamente establecidos- o bien modificaremos
nuestras reglas de traducción para la máquina o para B. Dado que (en el primer 
 procedimiento) los enunciados protocolares están fuera del sistema lingüístico, entonces
siempre es posible, o bien a través de la modificación de los enunciados restantes (a los
cuales también pertenece el enunciado que B formó con sus órganos del habla, el sonido
“re”), o por modificación de las reglas de traducción hacer a los enunciados
 protocolares presentes consistentes en cualquier momento dado. Con el procedimiento
descrito, los enunciados protocolares permanecen incambiados. Es un asunto de
 postulación si uno quiere escoger este procedimiento en lugar del otro, por lo cual en el
caso de incompatibilidad los enunciados protocolares en cuestión pueden ser explicados
 bajo ciertas circunstancias como “falsos” y eliminados.
En el sentido de la primera concepción presentada podemos también entender 
los propios enunciados protocolares como señales, y traducirlos al lenguaje fisicalista de
acuerdo a reglas de traducción postuladas. Así, quizás la T-traducción para mi
enunciado protocolar “Aquí hay un perro” se leerá como: “Aquí hay un ejemplo de la
especie canis familiaris o un ejemplo que se asemeja a esta especie pero de tal y cual
especie (similar)”; la B-traducción es todavía más compleja. La diferencia entre los
enunciados protocolares y el sistema de enunciados será especialmente clara si se usa
una palabra que pertenece sólo al discurso coloquial (que sirve para el lenguaje
 protocolar) y no pertenece al mismo tiempo al lenguaje de la ciencia ( que sirve como el
lenguaje del sistema). Permítasenos tomar como ejemplo el enunciado “Aquí está
húmedo”. El problema de “fisicalizar” (cf.  Erkenntnis, vol. II, pp. 444 ff.) consiste en
establecer a través de una serie sistemática de observaciones bajo qué condiciones
externas “me parece húmedo a mí”, i.e., bajo qué condiciones estoy predispuesto hacia
el enunciado “Aquí está húmedo”. Si se establecen esas condiciones, entonces
construimos el enunciado que lo designa como la T-traducción para dicho enunciado
 protocolar.
De acuerdo con esto, el trabajo en el sistema de la ciencia tiene la siguiente
forma. Dentro del sistema lingüístico hay enunciados universales, las así llamadas
“leyes de la naturaleza”, y enunciados concretos; fuera del sistema lingüístico hay
señales que son entendidas como “enunciados protocolares” de un “lenguaje protocolar”
de la máquina o el hombre en cuestión. Se establecerán T o B-reglas para traducir desde
el lenguaje protocolar al sistema lingüístico. Con la ayuda de esas reglas pueden
adquirirse en cualquier momento desde los enunciados protocolares enunciados
concretos. Descansando sobre esos enunciados concretos serán construidos ulteriores
enunciados concretos y universales del sistema, aunque como hipótesis, i.e., sin una
derivación estricta y por ello sin la posibilidad de una completa verificación. Desde esos
enunciados (los concretos traducidos, los concretos hipotéticos, y los universales
hipotéticos), se adquirirán ulteriores enunciados concretos por derivación. Esos
enunciados derivados – e indirectamente de allí también los enunciados hipotéticamente
establecidos- pueden ser empíricamente comprobados bajo ciertas condiciones; dicha
comprobación consiste en una comparación con enunciados concretos que son
 producidos por traducción de enunciados protocolares. De allí, por lo tanto, puede
lograrse una corroboración o una refutación del sistema de enunciados a ser 
comprobado. La corroboración (confirmación, verificación) de un sistema de
enunciados significa, por lo tanto, la coincidencia con enunciados protocolares; la
corroboración de enunciados protocolares no puede requerirse (aunque este es el caso
 para el anteriormente mencionado sistema de enunciados que afirmaba que el proceso
de señales en cuestión toma lugar de hecho). Si encontramos una contradicción en el
sistema, entonces hacemos un cambio o bien en los enunciados hipotéticamente
establecidos, o en las reglas de traducción.
 Neurath (pp. 211 f.) y Zilsel (pp. 144 f.) se oponen al uso de expresiones como
“Yo”, “enunciados protocolares propios”, “enunciados protocolares de otros” (en el
modo material de habla: “autopsicológico”, “heteropsicológico”). Ciertamente en
filosofía se ha producido mucho sinsentido por el “Yo”. En nuestras discusiones
antimetafísicas, no obstante, esas expresiones no son sino meras abreviaciones. Esas
abreviaciones son convenientes y pertenecen al uso lingüístico ordinario, de modo que
todo el mundo sabe cuál es su traducción. De este modo, me parece que su rechazo es
innecesario; es suficiente demandar que todo el que use dichas expresiones sea capaz en
todos los casos de dar su traducción (“El procesamiento de los protocolos de otros o de
uno mismo” significa: “Si S1 procesa el protocolo de S1 o S2 respectivamente…”; otros
ejemplos de traducciones son proporcionados por Zilsel con quien estoy completamente
de acuerdo).
2. La segunda forma de lenguaje: los enunciados protocolares dentro del sistema
lingüístico
Comenzamos como antes con una consideración sobre la máquina de señales. En caso
de que estemos en posición no sólo de observar las señales en forma de discos, sino
también de alterarlas, puede parecernos útil en lugar de las señales descubiertas escribir 
 palabras o señales de nuestro sistema sobre las señales de discos como las hemos
asociado sobre la base de una serie de observaciones; por ejemplo, sobre el primer 
disco, en lugar de “1”: “está lloviendo”, etc. La máquina misma hace, si surge la
ocasión, el enunciado “está nevando fuerte”, que ya tiene la forma de un enunciado del
sistema. Con una máquina así alterada ya no tratamos con señales que están fuera del
sistema lingüístico; nos salvamos de la tarea de traducir.
Fundamentalmente se sostiene la misma cosa para los sonidos del hombre B. En
el caso en que seamos exitosos no sólo al observar sus sonidos, sino al cambiar sus
disposiciones a realizar sonidos, entonces será útil proceder en la siguiente forma.
Provocamos que B reemplace la reacción “re” por la reacción “está lloviendo” y
correspondientemente para los restantes sonidos. Esta es una operación (habituación,
adiestramiento, “discondicionamiento” y “condicionamiento”, por así decirlo,
“transcondicionamiento”) que, como es bien sabido, es exitosa con varios animales y
seres humanos en diversos casos y en otros no. Debemos asumir ahora que esta
operación es exitosa dentro del círculo en el cual la ciencia intersubjetiva puede ser 
construida y aplicada. Entonces, hay dentro de este círculo sólo el sistema del lenguaje
unificado, y ya no los lenguajes privados como en el primer procedimiento (“re”, etc).
 Neurath fue el primero en prestar atención a la posibilidad del segundo
 procedimiento descrito; en mi opinión es, no obstante, sólo uno de varios
 procedimientos legítimos. En particular, Neurath parece tener en mente una forma de
lenguaje que no está en completo acuerdo con la segunda forma de lenguaje descrita
aquí. En los “conglomerados” de su “lenguaje trivial” parece permitir la posibilidad de
formas de lenguaje libres y quizás también la aparición de expresiones arbitrarias en los
enunciados protocolares; esto, no obstante, iría más en la dirección de la primera forma
de lenguaje. Otra diferencia será discutida más tarde.
Mientras que en la primera forma de lenguaje las formas de ciertas reacciones
que ocurren espontáneamente son interpretadas como enunciados protocolares, en la
segunda forma de lenguaje se toman como enunciados protocolares ciertos enunciados
concretos del sistema lingüístico, i.e., como una base de comprobación, como
enunciados más allá de los cuales no se puede ir en la comprobación de los enunciados
del sistema (tanto para enunciados universales como para el resto de los enunciados
concretos). La pregunta se lee ahora: ¿qué enunciados concretos son enunciados
 protocolares?
Como ya se estableció, la pregunta acerca de la forma de los enunciados
 protocolares ha de ser respondida no mediante una aserción, sino por postulación. Esto
se sostiene también para la misma pregunta dentro de la segunda forma de lenguaje;
esto es, para la pregunta acerca de qué enunciados concretos del lenguaje fisicalista han
de ser tomados como enunciados protocolares. Aquí la elección es esencialmente entre
dos opciones: A) con restricción: se postulará qué enunciados concretos de tal y cual
forma completamente especificada servirán como enunciados protocolares; B) sin
restricción: se especificará que cualquier enunciado concreto puede ser tomado bajo
ciertas circunstancias como un enunciado protocolar. Neurath escoge la opción A.
Dentro de A hay todavía varias posibilidades para las condiciones de la forma de los
enunciados protocolares. La condición seleccionada por Neurath, que en cualquier 
enunciado protocolar aparezca el nombre del sujeto y una expresión como “percibe”,
“ve”, o semejantes, sería práctica con la elección de la opción A. Por otro lado, parece
dudoso si la forma de enunciado protocolar especialmente propuesta por él, con sus tres
componentes anidados, resulta práctica; tiene el defecto, desde el punto de vista de la
sintaxis, que un enunciado que refiere a otro contiene a este último como cláusula. Es
importante notar que no se trata de una cuestión de corrección de afirmaciones, sino
antes bien del carácter práctico de ciertos postulados. No deseamos ahondar más
 profundamente en la cuestión de si A o B es la opción más apropiada; ni en la
elaboración de las diversas posibilidades para la postulación de formas de enunciados
 protocolares en el caso A.
En lo que sigue se adoptará la opción B. Karl Popper desarrolló la posibilidad de
este procedimiento en conversación conmigo. Se espera que sus instructivas
investigaciones acerca de “Deductivismo e inductivismo”, cuyos resultados me ha
comunicado, encontrarán pronto una oportunidad para su publicación. Ellas forman una
contribución importante a la clarificación de asuntos actualmente apremiantes de la
lógica de la ciencia: el carácter de las leyes naturales como hipótesis y los métodos de
comprobación empírica. Procediendo desde un punto de vista diferente del de Neurath,
Popper ha desarrollado la opción B como un componente de su sistema. Ambas
interpretaciones todavía me parecen básicamente semejantes a pesar de sus diferencias.
En mi opinión, la segunda forma de lenguaje puede ser comprendida con especial
facilidad usando la sugerencia de Popper de la opción B.
Todo enunciado concreto del sistema lingüístico fisicalista puede servir, bajo
ciertas circunstancias, como un enunciado protocolar. Sea L una ley (i.e., un enunciado
universal de un sistema lingüístico). Para los propósitos de la comprobación se derivan
de L enunciados que son ante todo concretos y relacionados a posiciones espacio-
temporales (a través de la inserción de valores concretos para las coordenadas x, y, z, t
que aparecen en L como variables libres). De esos enunciados concretos, con la ayuda
de otras leyes y reglas de inferencia lógico-matemáticas, se derivan otros enunciados
concretos, hasta que se llega a enunciados que se quieren admitir en el caso presente. De
este modo, es una cuestión de decisión qué enunciados se quieren usar en diversos
momentos como los puntos finales de reducción, y por ende, como enunciados
 protocolares. Tan pronto como se quiera – si aparecen dudas o si se desea establecer un
fundamento más seguro para las tesis científicas- uno puede tomar los enunciados
 previamente interpretados como puntos finales y reducirlos por grados a otros
enunciados que son interpretados como puntos finales. En ningún caso se está forzado a
detenerse en algún lugar específico. Desde cualquier enunciado siempre es posible
continuar reduciendo; no hay enunciados iniciales absolutos para la estructura de la
ciencia.
EJEMPLO. Prueba de la ley L: “En un lugar y tiempo arbitrario: si T es el
 periodo de un péndulo irregular de longitud 1 en el campo de gravedad g, entonces T= 2
π √1/g”. “Ahora quizás mi prueba protocolar se lea: “(P1) Aquí (en un laboratorio sobre
la superficie de la tierra) hay un péndulo de tal y cual clase; (P2) la longitud del péndulo
es 245.3 cm. (P3) Empujo ligeramente, el péndulo comienza a balancearse un poco.
Dejo que el péndulo se balancee sin ningún contacto ulterior. (P4) Observo 20
 balanceos; al comienzo el reloj muestra: 5 hr. 37 min. 4 sec.; después de 20 balanceos: 5
hs. 38 min. 7 secc.”. De L con ayuda del enunciado “Sobre la superficie de la tierra, g=
981 cm. sec-2” podemos derivar: “En un punto arbitrario sobre la superficie de la tierra
T= 2 π √1/981”. Desde esto, con la ayuda de los enunciados protocolares P1 y P2
 podemos derivar: “El periodo Ta de este péndulo llega a 2 π √245.3/981; de esto, de
acuerdo a teoremas matemáticos (que pertenecen a las reglas de inferencia lógica): “Ta
= 2 π √1/4 = π = 3.14”. Sea Tb el periodo observado; de P4 se derivará: “20 Tb = 63”, y
de esto “Tb = 3.15”. La diferencia entre el periodo calculado de acuerdo con la ley L y
el periodo observado llega a 0.01 secc.; esto es pequeño (en relación a la exactitud
observacional del pequeño arreglo observacional). Por lo tanto, vemos al protocolo
como corroborando un caso de L.
Queremos ahora clarificar la relatividad de los enunciados protocolares. Tan
 pronto uno de los enunciados de un protocolo no se reconoce, sino que debe ser 
comprobado, lo reducimos a otros enunciados. El enunciado temporal en P4 puede, por 
ejemplo, ser reducido a los siguientes enunciados; (Q1) “este instrumento es (de
acuerdo a las instrucciones de la compañía…) un reloj preciso”; (Q2) “Al comienzo del
experimento el primer apuntador estaba en 5, el segundo en 37, el tercero en 4”. Si se
deseara podemos reducir Q1 al enunciado que expresa la observación de un testigo en
un observatorio, o un enunciado que describe una calibración propuesta por nosotros
mismos. Podemos reducir Q2 a los siguientes enunciados; (R1) “He percibido tal o cual
revisión del contador”, (R2) “Aquí hay un evento en un laboratorio fisiológico de
acuerdo con el cual mi lectura de la segunda mano como una regla no muestra ningún
error mayor que…”. Si fuera necesario, en orden a llegar a resultados obtenidos más
cuidadosamente, podemos ordenar el arreglo experimental en diferentes formas desde el
comienzo y obtener en consecuencia otro protocolo más comprehensivo. Por ejemplo,
 podemos obtener la ayuda de un segundo observador del péndulo y el reloj y hacer uso
de sus enunciados protocolares; o un fisiólogo que está conmigo antes, durante y
después que el experimento sea observado, y cuyo protocolo corrobora que no tengo
fiebre, que no estoy bajo la influencia de algún narcótico, que observé cuidadosamente e
inmediatamente después de la observación escribí el reporte temporal P4, y así
sucesivamente. Sobre la base de ulteriores y más extensas observaciones de mi
conducta, se realizarán enunciados acerca de mi grado de conciencia durante la
formación de protocolos científicos. De esto se derivará un enunciado acerca de mi
confiabilidad. Con la ayuda de este enunciado y los enunciados del fisiólogo, mis
enunciados protocolares P4 serán confirmados (con tal o cual grado de certeza).
El ejemplo hace claro que con este procedimiento ningún enunciado es un punto
final absoluto para la reducción. Enunciados de todo tipo pueden, si fuera necesario, ser 
reducidos a otros. La reducción procede en cualquier momento dado hasta que se llega a
enunciados que se reconocen por decisión. De ese modo, todo toma lugar en el lenguaje
fisicalista intersubjetivo. Aun los enunciados de observación del sujeto protocolizador S
no son sino conexiones igualmente importantes en la cadena. En la práctica S estará con
frecuencia completamente satisfecho con los suyos propios. No obstante, esto no tiene
una significación fundamental, antes bien, ocurre sólo debido a que la comprobación
intersubjetiva de los enunciados acerca de percepciones (procesos cerebrales) es
relativamente intrincada y difícil, y en varios casos, con observadores científicamente
entrenados no parece tan necesaria como la comprobación de enunciados todavía no
reducidos a enunciados de observación. Usualmente, en el procedimiento práctico de la
ciencia se va hacia atrás, hacia enunciados de observación, sólo en casos críticos,
mientras que la mayoría del tiempo –como en el protocolo del ejemplo anteriormente
mencionado- se está satisfecho con enunciados acerca de cosas observadas, i.e.,
tomando esos enunciados como enunciados protocolares. Con el procedimiento descrito
aquí [la segunda forma de lenguaje, opción B (Popper), en contraste a la opción A
(Neurath)] los protocolos pueden ser válidos como protocolos en sentido fuerte en la
forma en que ellos son actualmente escritos por físicos, biólogos, geógrafos, sociólogos,
etc. (siempre que especialmente los sociólogos dejen su metafísica fuera de sus reportes
fácticos, aunque no fuera de sus teorías). De este modo, los protocolos pueden contener 
enunciados de un tipo arbitrario: enunciados acerca de las percepciones o sensaciones,
enunciados acerca de procesos observados o acerca de procesos inobservados inferidos
de procesos observados, enunciados acerca de procesos observados por otros, etc. Si un
enunciado protocolar tentativo no es consistente con los enunciados protocolares
restantes o con otros enunciados concretos ya admitidos, entonces tenemos la elección o
 bien de modificar este enunciado protocolar, o el grupo de los otros enunciados
concretos, o modificar el grupo de leyes que ayudaron a derivar esos enunciados. Con la
última elección- ya completa o iniciada- se evaluará la comprobación de todos esos
enunciados así como de los enunciados protocolares, en la medida en que es
 prácticamente posible y conduce a resultados relativamente ciertos.
Este artículo está dirigido primordialmente a aquéllos que aceptan básicamente
el fisicalismo pero que buscan todavía clarificar algunas cuestiones específicas aisladas.
Para aquellos que dudan de la tesis del fisicalismo sólo deben hacerse unas pocas
observaciones en orden a responder dos objeciones repetidamente planteadas. La
 primera de ellas es la objeción: “Toda comprobación consiste todavía en la reducción a
los contenidos de la experiencia; sobre esto no hay en absoluto ninguna discusión; el
fisicalista puede claramente reconocer los colores: ¿deben los enunciados de
observación referir al cuerpo del observador o a sus experiencias?”. La pregunta es
 puesta en el modo material de habla y en esta forma no puede responderse
correctamente. En el modo formal de habla se puede decir: el nombre B del cuerpo de la
 persona en cuestión aparece en los enunciados de observación; dicho enunciado de
observación puede también ser formulado de modo que ocurran las palabras “observa”,
“ve”, “escucha”, etc. Las confusiones y contradicciones en las que se cae usualmente
cuando se trata con la pregunta en el modo material han sido discutidas en otro lugar 
( Erkenntnis, vol. II, pp. 453-457).
La segunda objeción es: “Mi percepción de rojo, mi hambre, mi enojo, están
 presentes sólo a mí pero no a mis vecinos. Por lo tanto, en el fisicalismo todos los
enunciados son intersubjetivos. ¿Dónde localizamos el hecho acerca de la separación
inalterable de los sujetos unos de otros?”. Este hecho no debe negarse; pero debe ser 
cuidadosamente formulado. “S está hambriento” es sinónimo de “El sistema nervioso de
S está en un estado de hambre”; “S ve rojo” es sinónimo de “El sistema nervioso de S
está en un estado de ver rojo”. “Sólo S es inmediatamente conciente de su hambre”
significa “Sólo S es capaz de hacer el enunciado “S está hambriento” directamente
sobre la base del hambre, i.e., sin conexión causal alguna con procesos fuera del cuerpo
de S”. Este enunciado es correcto, pero no es nada más que un caso especial del
enunciado universal: “Si A es un sistema físico arbitrario, y V1 es un proceso arbitrario
de A, entonces sólo un proceso V2 de A, y nunca un proceso V3 fuera de A, puede ser 
conectado con V1 mediante una cadena causal “directa”, i.e., por una que nunca sale de
A”. Pero esto es trivial. Sólo los órganos del habla de S, y no los de alguien más pueden
ser influidos por los estados estomacales y cerebrales de S sin desviarse a través de un
 proceso fuera de S.
Esto se conecta con el siguiente hecho-fisicalistamente considerado, y por ello
obvio. Si S1 (hablando, escribiendo, o pensando) presenta y comprueba un enunciado
específico, entonces tal cosa acontece inmediatamente sólo sobre la base de su propia
experiencia. Aun si S1 evalúa enunciados de S2 esto siempre acontece a través de la
mediación de las propias percepciones de S1, quizás el que escuche los enunciados de
S2. (Por las expresiones “pensamientos”, “percepciones”, “escuchar”, obviamente
quiere decirse los procesos físicos en el sistema nervioso de S1.) Más precisamente: la
cadena causal desde la percepción de S2 al pensamiento o discurso de S1 ocurre por el
camino del acto de habla de S2, el proceso sobre el órgano sensorial de S1 y los
 procesos de percepción en el cerebro de S1. Este hecho, que la comprobación descansa
en las percepciones del sujeto comprobador, forma el centro legítimo de verdad en el
“solipsismo metodológico”; concedo que se pueden tener recelos sobre el retenimiento
de esta terminología debido a sus connotaciones idealistas.

3. Comparación de las dos formas de lenguaje.


Hemos investigado dos formas diferentes de lenguaje, y visto que cada una de
ellas puede ser llevada adelante consistentemente, y es por lo tanto legítima. La primera
forma de lenguaje, en la cual los enunciados protocolares están fuera del sistema
lingüístico, tiene la ventaja de que no plantea demandas en relación a la forma de
 protocolizar: aquí las preferencias de un Negro en un lenguaje desconocido, las
 preferencias de un niño, de un animal o una máquina, pueden ser evaluadas en la misma
forma tras haber construido reglas de traducción apropiadas sobre la base de
observaciones satisfactorias. La segunda forma de lenguaje (Neurath, Popper), en la
cual los enunciados protocolares pertenecen al lenguaje del sistema, tiene la ventaja de
que uno trata sólo con un lenguaje unificado, de modo que no son necesarias reglas de
traducción alguna.
En todas las teorías del conocimiento hasta ahora ha permanecido un cierto
absolutismo: en las realistas un absolutismo del objeto, en las idealistas (incluyendo la
fenomenología) un absolutismo de lo “dado”, de la “experiencia”, de los “fenómenos
inmediatos”. Hay también un residuo de este absolutismo idealista en el positivismo; en
el positivismo lógico de nuestro círculo – en los escritos sobre la lógica de la ciencia
(teoría del conocimiento) de Wittgenstein, Schlick, y Carnap, publicados hasta ahora-
toma la forma refinada de una absolutismo de ur-enunciados (“enunciados elementales”,
“enunciados atómicos”).
 Neurath ha sido el primero en volverse decisivamente contra este absolutismo,
en la medida en que rechazó la irrevisabilidad de los enunciados protocolares. Desde
otros puntos de partida, Popper fue más exitoso: en su procedimiento de comprobación
no hay enunciado último; su sistema describe, por lo tanto, la más radical eliminación
del absolutismo. Me parece que el absolutismo puede ser eliminado no sólo con la
segunda, sino también con la primera de las dos formas de lenguaje tratadas aquí. No
obstante, podría ser correcto que con el uso de la segunda forma de lenguaje, y
especialmente de la opción B de Popper, que el peligro que “los jóvenes”, en la
 búsqueda de enunciados protocolares “caigan en puntos metafísicos muertos” (Neurath
 p. 207). Al sopesar los diversos puntos mencionados, la segunda forma de lenguaje con
la opción B tal como fue descrita aquí, me parece ser la más apropiada entre las formas
del lenguaje de la ciencia que son corrientemente discutidas en la filosofía de la ciencia
(Ellas son usualmente formuladas no como sugerencias para una forma de lenguaje,
sino como una “teoría de la estructura de la experiencia”).
Esas investigaciones en la lógica de la ciencia no culminan con la eliminación
del absolutismo, porque hemos mostrado sólo que debe ser purificada en un punto
definido pero decisivo. La eliminación de las impurezas es importante, aun
indispensable, pero sólo forma el lado negativo de la tarea. Ahora que estamos
trabajando en una forma más positiva y unificada, la filosofía de la ciencia será
desarrollada aun más lejos.

Traducción de Álvaro J. Peláez

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