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4.

Necesidades de alimentos y crecimiento de la población

1. Introducción

¿PODRÁ LA HUMANIDAD HACER FRENTE AL CONTINUO CRECIMIENTO DE SU POBLACIÓN?

1.1 Según las proyecciones de las Naciones Unidas (variante media), la población mundial aumentará en un
72 por ciento entre 1995 y el año 2050. Es de esperar que, para entonces, se haya reducido el déficit
alimentario, haya aumentado el consumo de alimentos per cápita en los países que padecen escasez y se
hayan diversificado los regímenes alimenticios de las poblaciones, con la consiguiente eliminación de las
deficiencias específicas. Todos estos cambios tendrán un gran peso en los sistemas de producción de
alimentos, en los recursos naturales y en el medioambiente.

1.2 El principal problema que se plantea es si el aumento necesario de la producción de alimentos y los
recursos naturales disponibles será suficiente para hacer frente a este crecimiento demográfico de forma
sostenible hasta el año 2050, fecha en la que se prevé una estabilización de la población mundial. La
distribución de los recursos naturales necesarios para la producción agrícola no se corresponde con la
distribución geográfica de la población, y las corrientes migratorias no compensan necesariamente esta
diferencia de distribución, que provoca aun más dificultades. Este problema se plantea a nivel local, nacional,
regional e internacional.

OBJETIVO DEL DOCUMENTO

1.3 El presente documento se centra en la importancia relativa de las tendencias de tres factores: los factores
demográficos que determinan las necesidades de energía alimentaria1, la superación de las diferencias
existentes en las necesidades energéticas, y la diversificación de las modalidades de régimen alimenticio a fin
de satisfacer mejor las necesidades nutricionales. Desde esta perspectiva, la población no es solamente una
suma de personas con características demográficas o socioeconómicas propias, sino un conjunto de
individuos con necesidades nutricionales distintas debido a variables tales como sexo, altura, edad, grado de
actividad física y calidad de la alimentación.

1.4 El presente documento utiliza por lo tanto sobre todo las necesidades mínimas de energía como base para
estimar la energía derivada de las plantas necesaria para hacer frente a las mismas. Estas necesidades
energéticas se evalúan para el año 2050 teniendo en cuenta varios supuestos demográficos y nutricionales y
su influencia mutua.

1.5 Naturalmente, la importancia relativa de estos tres factores demográficos y nutricionales (identificados
anteriormente) depende de los supuestos adoptados. El cambio de los supuestos modificaría los resultados.
Las proyecciones sobre población de las Naciones Unidas presentan tres hipótesis muy diferenciadas que
demuestran la importancia de los factores demográficos. Como contraste, los supuestos nutricionales
adoptados en lo que respecta a superar las diferencias de necesidades energéticas y diversificar el tipo de
alimentación son moderados: el nivel de energía alimentaria alcanzada por los países en desarrollo en el
año 2050 sería el previsto por la FAO para Asia oriental en el año 2010, y el nivel de diversificación de la dieta
adoptado no se diferencia mucho del previsto por la FAO en todo el mundo para el año 2010.

1.6 Tales hipótesis facilitan la evaluación de las consecuencias de los distintos supuestos en lo que respecta a
los cambios demográficos y nutricionales en el año 2050, y han sido adoptados por las siguientes razones:
 Las proyecciones demográficas de las Naciones Unidas llegan hasta el año 2050 y cubren un período
suficientemente largo para que se manifieste plenamente la influencia de los factores demográficos.
 A partir del año 2050 se espera que el crecimiento demográfico experimente una estabilización
generalizada. Por supuesto, desde una perspectiva de equilibrio entre población y alimentos, el
problema de alcanzar el desarrollo sostenible tendrá que estar resuelto para el año 2050, o
preferiblemente antes.

1.7 Estos resultados darán una idea de la magnitud de los problemas demográficos con respecto a la
producción de alimentos para satisfacer las necesidades nutricionales en el año 2050, sin tener en cuenta
otras fechas anteriores. En consecuencia, el documento amplía a la esfera de la nutrición las previsiones
demográficas de las Naciones Unidas.

1.8 Es evidente que el documento no puede considerarse como una ampliación de las proyecciones
demográficas al sector económico.

1.9 Habrá que tener también en cuenta que, al centrarse en el desarrollo sostenible durante un período que
corresponde aproximadamente a dos generaciones, se pone de manifiesto la importancia del desarrollo del
capital humano, y las políticas que afectan a más de una generación.

LAS CLASIFICACIONES UTILIZADAS

1.10 Además de utilizar la distinción común entre países desarrollados y en desarrollo (es decir, de carácter
socioeconómico), o por continentes (es decir, de carácter geográfico), es también útil tratar de clasificar a los
países según las principales fuentes de energía que utiliza en la dieta su población. Los tres modelos de
clasificación pueden considerarse complementarios.

1.11 Al determinar el número de regímenes alimenticios debe encontrarse un punto de equilibrio entre la
precisión derivada de establecer un elevado número de modalidades de alimentación, y la estabilidad de la
clasificación a largo plazo. Por supuesto, al elegir la opción de la estabilidad y reducir así el número de
modelos, pueden presentarse algunas anomalías, que se examinarán a su debido tiempo.

1.12 Debido al pequeño número de modelos adoptados en el presente documento, se registrarán


probablemente pocos cambios en las modalidades de alimentación. Aun cuando algunos países tengan que
importar cereales, para aumentar sus suministros de alimentos (es decir tengan que comprar trigo en lugar de
estructurar de manera diferente su régimen alimenticio), estas importaciones tendrán que ser en una gran
escala a nivel nacional si se quiere cambiar el modelo de alimentación de un país.

1.13 Implícitamente, se acepta un importante supuesto: las poblaciones que consumen sobre todo raíces y
tubérculos (yuca, ñame, colocasia, etc.) no cambiarán ese modelo radicalmente. Este hecho puede explicarse
recurriendo a tres observaciones: los países interesados pueden intensificar esos cultivos sin dañar los
suelos; ellos cuentan todavía con considerables reservas de tierra para la agricultura de secano; y, debido a
su gran pobreza, tal vez no sean capaces de importar cereales suficientes para introducir algún cambio en el
tipo de dieta antes de que pasen varios decenios.

POSIBILIDADES Y LIMITACIONES

1.14 La previsibilidad de los distintos aspectos que intervienen en la cuestión alimentación-población varía
considerablemente.

1.15 Entre estos factores, los cambios demográficos son tal vez los menos difíciles de predecir. Poco después
de la segunda guerra mundial, las Naciones Unidas pudieron prever la población mundial para el año 2000 y
han elaborado proyecciones subsiguientes sin que se hayan producido cambios sustanciales en los resultados
(Cuadro 1).

Cuadro 1

1.16 Debido a las corrientes migratorias internas e internacionales, provocadas a menudo por cambios
económicos, la observación realizada sobre las proyecciones se verifica mejor para las zonas geográficas
más extensas que para otras más reducidas.

1.17 Resulta difícil prever los cambios que se vayan a introducir en las prácticas agrícolas como puedan ser
los cambios tecnológicos, el desarrollo de nuevos cultivares, la selección de nuevas especies animales, el
éxito de investigaciones sobre la adaptación de sistemas de cultivo al medio ambiente o de éste a los
sistemas de cultivo (riego, etc.), la difusión de los conocimientos técnicos y las innovaciones, etc.

1.18 Adoptar un marco cronológico de 50 años, o incluso de 20, plantea dificultades debido al carácter
imprevisible de algunas variables exógenas tales como: las inversiones públicas en infraestructura que
puedan influir en el desarrollo de la agricultura; el suministro de insumos agrícolas; la regulación de los
mercados agrícolas; y la eficacia de las políticas de ajuste estructural que influyan en factores tales como los
ingresos o las deudas de los agricultores. Sin embargo, limitándose a proyecciones demográficas
relativamente sólidas y a los aspectos nutricionales, se pueden sortear en cierta medida estas dificultades.

Las proyecciones se basan en la labor realizada por las organizaciones internacionales

1.19 Las proyecciones utilizadas en el presente documento se fundamentan en una serie de proyecciones
preparadas por las organizaciones internacionales.

1.20 Se han examinado las tres hipótesis de las Naciones Unidas para las proyecciones demográficas hasta
el año 2050, a fin de calcular la importancia relativa o absoluta de algunos factores demográficos para las
necesidades de energía en los cambios dietéticos que influyen en la demanda de alimentos. Incluso
deteniéndose a este nivel, se puede observar ya que la magnitud de los cambios en lo que respecta a la
producción de alimentos es imprevisible y plantea problemas importantes con respecto a posibles soluciones,
según los distintos criterios, como puede ser la mejora de la productividad, la sostenibilidad, los costos
ambientales, etc.

1.21 Las proyecciones para la alimentación y la agricultura hasta el año 2010, elaboradas por la FAO, han
servido de marco para realizar este estudio. Así pues, el documento se basa en Agricultura mundial: hacia el
año 2010 (FAO, 1995b), para sus resultados a nivel nacional y para sus supuestos en lo que respecta a las
tendencias hasta el año 2025.

1.22 Los procedimientos para evaluar las necesidades energéticas han sido elaborados por la FAO.

1.23 La utilización combinada de estas tres fuentes ha permitido una proyección a largo plazo de las
necesidades de energía y de los factores demográficos y nutricionales que determinan esas necesidades.

1.24 Hay que señalar que, según las hipótesis utilizadas en este documento, para hacer frente a los
problemas de la magnitud en él descritos se requiere lo siguiente:

 estrategias holísticas que utilicen esfuerzos nacionales e internacionales por una parte, y movilicen
recursos humanos, técnicos y financieros por la otra;
 un cambio importante y sin precedentes en la escala de la seguridad alimentaria y el desarrollo del
capital humano, que incluya la resolución de aquellos problemas demográficos y relativos al género
que influyen en la seguridad alimentaria.
1.25 En el Capítulo 2 se examina el equilibrio histórico entre población y producción alimentaria y se clasifican
los países según su nivel de desarrollo, el continente al que pertenecen y sus modalidades de alimentación, y
se extraen algunas enseñanzas de las tendencias observadas.

1.26 En el Capítulo 3 se examinan algunas hipótesis que se utilizarán en el futuro para ilustrar el efecto
relativo sobre las necesidades energéticas del crecimiento demográfico y de otros factores afines como la
urbanización. Se pasa seguidamente a exponer la importancia de suprimir las actuales diferencias de
necesidades energéticas y las nuevas que surjan al cambiar los hábitos alimentarios. Por último, se examina
en él la suma de efectos de los factores anteriormente mencionados y se sacan algunas conclusiones. Hay
que señalar que cada uno de los factores se presenta como coeficiente multiplicador de la energía derivada
de las plantas. La suma de los efectos se obtiene multiplicando cada uno de los coeficientes.

2. Equilibrio entre la población y la producción de alimentos desde 1950

2.1 En primer lugar se examinan las tendencias demográficas que pueden haber influido en las necesidades
energéticas de las poblaciones y que, por lo tanto, pueden haber condicionado los suministros de alimentos
que se necesitan para satisfacer esas necesidades. Las variaciones en los suministros de alimentos se
describen más adelante. Por último, se examina si los suministros de alimentos han sido suficientes para
atender estas necesidades.

CAMBIOS DE POBLACIÓN

2.2 Los cambios de población que se han registrado desde la segunda guerra mundial y que afectan a los
suministros de alimentos pueden resumirse como sigue:

 La mortalidad ha descendido en todos los continentes.


 La fecundidad ha disminuido o está disminuyendo, con algunas excepciones en determinadas
regiones.
 Como consecuencia de estas tendencias, ha tenido lugar o se está produciendo una transición
demográfica:
 la población mundial se ha duplicado entre 1950 y 1990;
 el incremento máximo, medido en índices de crecimiento, se registró en los años sesenta;
 el crecimiento máximo del número de habitantes se está registrando en los años noventa;
 la población mundial seguirá creciendo durante varios decenios;
 las estructuras de la población han comenzado ha decrecer, si bien en forma escalonada.
 Hay una concentración masiva de población en las ciudades. Han surgido 15 megalópolis con una
población de más de 10 millones de habitantes cada una.
 Se prevé que la población rural seguirá creciendo hasta el año 2015 en todas las regiones en
desarrollo, excepto América Latina, pero a un ritmo menor. En los países menos adelantados, se prevé
que la población rural seguirá creciendo hasta después del año 2025 (Naciones Unidas, 1995a). La
densidad de la población rural se ha incrementado.
 La migración es una cuestión particularmente compleja, en la que resulta difícil hacer proyecciones.
Hay varias cuestiones de este sector que es preciso subrayar.
 Si bien la seguridad alimentaria es con frecuencia un factor importante de la migración, por ejemplo la
hambruna padecida en Irlanda por la crisis de la papa, con frecuencia los desplazamientos de
población se deben a una combinación de factores. Por ello, en términos más generales la distribución
desigual de los recursos y las oportunidades dentro de los países y entre ellos ha contribuido de
manera importante a las migraciones humanas a lo largo de la historia.
 La migración puede tener consecuencias positivas y negativas para los lugares de origen y de destino
(por ejemplo, la introducción de nuevas ideas y conocimientos, o la escasez de mano de obra) y para
los inmigrantes y sus familias (por ejemplo, las remesas), que pueden modificar el desarrollo de las
comunidades, según las circunstancias.
 Como se ha indicado ya, la falta de seguridad alimentaria, especialmente cuando va acompañada del
agotamiento de los recursos naturales, es un factor importante en el desencadenamiento de las
corrientes migratorias. Las catástrofes naturales, la sequía, los conflictos civiles y la guerra también
originan migraciones.
 El volumen de las migraciones ha aumentado en general a lo largo de los últimos decenios, y la
reciente revolución de las comunicaciones y el transporte está creando condiciones que permiten
desplazamientos rápidos en gran escala de la población: de unas zonas rurales a otras para
desmontar y colonizar tierras todavía disponibles, del medio rural al urbano, de unas zonas urbanas a
otras y de un país a otro.
 Hay que señalar que la migración internacional ya no se limita a los desplazamientos Sur-Norte, ya
que en la actualidad existen también movimientos Sur-Sur, debido a que han ido en aumento las
diferencias en el grado de desarrollo de los propios países en desarrollo.

Por consiguiente, de acuerdo con estas observaciones cabe esperar un aumento del volumen de
desplazamientos de población y una diversificación de los destinos. Será necesario aplicar políticas
nacionales e internacionales adecuadas para velar por que los efectos de las migraciones sean positivos. A
este respecto, hay que tener en cuenta que las políticas concebidas meramente para frenar las corrientes
migratorias, tanto internas como internacionales, en lugar de tener éxito serán con frecuencia
contraproducentes, si no se aplican políticas de desarrollo eficaces en las zonas de origen de los inmigrantes.

EFECTOS DE LOS CAMBIOS CUANTITATIVOS O ESTRUCTURALES DE LA POBLACIÓN SOBRE LAS


NECESIDADES DE ENERGÍA

2.3 Además de las lógicas repercusiones del propio crecimiento de la población, todos los cambios
estructurales que se han señalado hasta ahora han afectado en distinta medida a las necesidades de energía
de las poblaciones.

2.4 El aumento de la esperanza de vida contribuye al crecimiento de la población de todas las edades.
Además, la mejora de la alimentación de los niños permite aumentar su talla y peso, incrementando así sus
necesidades medias de energía cuando sean adultos.

2.5 La reducción de la fecundidad genera dos efectos contrapuestos. De una parte contribuye al descenso de
las necesidades medias de energía de la población, porque las necesidades de las mujeres de la misma edad
son ligeramente mayores cuando están embarazadas. De otra parte contribuye a elevar las necesidades de
energía, porque comporta una disminución del porcentaje del componente más joven de la población, cuyas
necesidades de energía son menores. Sin embargo, a largo plazo, la disminución de la fecundidad contribuye
a elevar las necesidades, debido a que aumenta el porcentaje de la población de edad más avanzada,
aunque el efecto neto no es significativo.

2.6 La actividad física aumenta las necesidades, tendiendo a ser su nivel mayor en las zonas rurales que en
las urbanas. En cambio, las poblaciones urbanas cambian su régimen de alimentación y adoptan hábitos
alimenticios que en general requieren más calorías de origen vegetal (calorías).

2.7 En el presente documento se describen los efectos concretos de estos factores demográficos sobre las
necesidades de energía.

CAMBIOS EN LOS SUMINISTROS DE ALIMENTOS

2.8 Desde 1971, la FAO ha venido perfeccionando un sistema integrado e informatizado para compilar y
mantener, en forma de registros de suministros/utilización, estadísticas agrícolas actuales sobre 30 productos
alimenticios básicos de los sectores de la agricultura y la pesca y 310 productos elaborados derivados de los
anteriores en alrededor de 200 países y territorios, con series de datos desde 1961 hasta 1990.

2.9 Si se suma la cantidad total de productos alimenticios obtenidos en un país a la cantidad total de alimentos
importados se obtiene una cifra que, una vez ajustada de acuerdo con los posibles cambios que puedan
haberse registrado desde el comienzo del período de referencia, indica los suministros disponibles durante
dicho período. Por lo que respecta a la utilización, se distingue entre cantidades exportadas, utilizadas como
pienso o como semillas, destinadas a usos industriales o de otro tipo no alimentario o que se pierden durante
el almacenamiento y el transporte, y suministros de alimentos disponibles para el consumo humano vendidos
al por menor, es decir, la forma en que los alimentos forman o dejan de formar parte de los suministros de
alimentos para el consumo (FAO, 1993a).

2.10 Es importante señalar que las cantidades de alimentos disponibles indican la cantidad que llega al
consumidor, pero no necesariamente la de los alimentos consumidos realmente. Esta puede ser inferior a la
señalada debido a las pérdidas de alimentos comestibles y de nutrientes en el hogar durante el
almacenamiento, la preparación y la cocción (que afectan más al contenido de vitaminas y minerales que al de
calorías, proteínas o grasas), las sobras de la comida, las cantidades destinadas a alimentar animales
domésticos o de compañía o los alimentos que se desechan (FAO, 1993a).

2.11 Por consiguiente, según la evaluación de la FAO, los suministros de alimentos en 1992 se cifraron como
promedio (descontando las pérdidas) en 2 718 calorías/per cápita/día, de las cuales 2 290 eran de productos
vegetales y 428 de productos pecuarios.

Los suministros de alimentos han registrado un considerable aumento

2.12 En conjunto, los suministros de alimentos del planeta se han duplicado con creces durante los 40 últimos
años. Esto ha supuesto que el crecimiento de los suministros mundiales de alimentos haya sido más rápido
que el de la población, lo que ha comportado una elevación considerable de los suministros medios de
alimentos per cápita en calorías. Los datos disponibles indican que entre 1962 y 1991 los suministros diarios
medios de alimentos per cápita subieron más de un 15 por ciento, aunque estos promedios mundiales ocultan
importantes variaciones regionales.

2.13 En los países en desarrollo se ha registrado un importante aumento de los suministros de alimentos per
cápita, subiendo de casi 1 990 calorías en 1962 a 2 500 calorías en 1991, mientras que al mismo tiempo la
población total prácticamente se duplicó, pasando de 2 200 millones de habitantes a más de 4 200 millones.
Hay que señalar que durante el mismo período los suministros de alimentos de los países desarrollados se
elevaron de 2 000 calorías en 1962 a un máximo aproximado de 3 300 en 1982, para luego disminuir a unas
3 150 calorías en 1991. Este aumento fue especialmente importante en Asia, donde se aprovecharon
plenamente las ventajas de la revolución verde, y en América Latina, que se benefició en gran medida de los
avances tecnológicos, como ocurrió con las variedades híbridas de maíz.

2.14 No obstante, hay tres tipos de países que no siguen estas tendencias. En primer lugar, los países
europeos redujeron sus suministros entre 1982 y 1992, mientras que los países de América del Norte
incrementaron enormemente los suyos. En los países africanos, especialmente en los que la población
consume yuca, ñame o colocasia, se registró un descenso de los suministros de alimentos durante el mismo
período. Esta evolución de Africa se debe considerar en particular como una consecuencia de la imposibilidad
de llevar a cabo una revolución verde en este continente. Hay que señalar que, durante el mismo período
(1982-92), en las poblaciones que satisfacen la mayor parte de las necesidades energéticas con el maíz se
registró también una disminución de sus suministros.

Usos distintos del consumo humano de la producción cerealera

2.15 Tan sólo la mitad de los cereales que se producen se destinan al consumo humano: en 1969-71 fue el
48 por ciento y en 1988-90 el 50 por ciento (FAO, 1995a).
2.16 La mayor parte de los cereales que no se destinan al consumo humano se utilizan como piensos. En el
período de 1988-90 se usó como pienso algo más del 20 por ciento de la producción mundial de cereales (el
15 por ciento en 1969-71). Los países en desarrollo destinaron algo menos del 20 por ciento a la ganadería en
1988-90 (algo más del 10 por ciento en 1969-71) (FAO, 1995a). El resto se utiliza como reserva de semillas
(se estima que se necesita alrededor de un 5 por ciento para semillas) (James y Schofield, 1990), se pierde
entre la recolección y la venta al por menor. (Resulta difícil evaluar las proporciones, por lo que el único modo
de hacerlo es observar las cantidades restantes.)

Pérdidas de alimentos

2.17 Nadie conoce con exactitud las pérdidas de las cosechas registradas entre las fases de producción y de
venta al por menor. Existen estudios de casos que se concentran en las pérdidas de rendimiento debidas a las
plagas, si bien resulta difícil generalizar (FAO, 1993b). En la evaluación por parte de los suministros de
alimentos de la FAO se tienen en cuenta diversas pérdidas. Durante el almacenamiento de los alimentos, las
pérdidas pueden ser considerables. Se han observado pérdidas importantes en América Latina (SOLAGRAL,
1995). Algunos autores las cifran entre un 10 y un 20 por ciento, mientras que otros elevan las estimaciones
hasta un tercio de la cantidad producida (Erlich y Erlich, 1991). En cualquier caso, no es inusual que los
almacenes comerciales registren unas pérdidas del 10 al 15 por ciento (James y Schofield, 1992) (véase el
párrafo 3.61).

2.18 Para comparar las necesidades nacionales con los suministros de alimentos per cápita, se debe añadir a
la evaluación de las necesidades un porcentaje correspondiente a las pérdidas de alimentos que se producen
entre la venta al por menor y el consumo en los hogares (en la fase de preparación o de consumo). Con
frecuencia se citan unas pérdidas del 5 al 10 por ciento (James y Schofield, 1990). Estas pérdidas son
mayores en los países desarrollados que en los países en desarrollo, y en éstos hay mayores pérdidas en las
zonas urbanas que en las rurales.

2.19 También hay que tener presentes las pérdidas en las existencias de seguridad familiar, normalmente
acumuladas en las zonas rurales por los propios agricultores. Estas pérdidas son mayores cuando las
reservas son más abundantes y cuando se mantienen durante períodos superiores a un año. En las zonas
rurales con frecuencia se obtienen malas cosechas. Las existencias están expuestas al deterioro o la
destrucción por plagas, moho, etc. Son mayores en los países en desarrollo que en los desarrollados. En los
primeros, son superiores en las zonas rurales que en las urbanas. Las existencias son menores en las
sociedades rurales con un nivel de vida más alto.

2.20 Las cifras disponibles no se pueden utilizar como estadísticas, puesto que son muy poco precisas y
hacen referencia específica a determinados casos. Sin embargo, en ausencia de datos más precisos, cabe
señalar que las pérdidas debidas a la acumulación de existencias y las que se registran entre la venta al por
menor y el consumo doméstico pueden llegar a ser del 10 al 40 por ciento de los suministros totales de
alimentos de una familia (Uvin, 1995).

CONSUMO PARA SATISFACER LAS NECESIDADES ENERGÉTICAS

2.21 Las evaluaciones de los suministros de alimentos per cápita no pueden considerarse evaluaciones de las
necesidades de energía. La evaluación de las necesidades energéticas humanas ha estado a cargo de los
nutricionistas. En un manual destinado a los encargados de la planificación de la alimentación y los
nutricionistas se exponen los conocimientos actuales y se proponen métodos de evaluación a escala
nacional2 (James y Schofield, 1990).

2.22 Hay que recordar que es necesario distinguir entre necesidades energéticas y demanda de alimentos.
Todas las personas consumen alimentos para satisfacer sus necesidades de energía y nutrientes, que varían
en función de la edad, el sexo, la estatura, el peso, etc. Sin embargo, la demanda de alimentos para satisfacer
estas necesidades varía en función de los suministros, así como de los gustos de los consumidores, sus
ingresos, los precios relativos, etc. El crecimiento de la población y los cambios de su estructura, sobre todo
en la edad y el sexo, ocasionan cambios en las necesidades, especialmente de energía, de acuerdo con los
parámetros que se han señalado, pero esas necesidades se pueden satisfacer con numerosas combinaciones
de productos alimenticios.

2.23 Por lo tanto, ¿cuáles son los factores que más afectan a las necesidades energéticas? Con una
población constante, corresponde a la estatura y el peso el 49 por ciento de la asignación nacional media de
energía, a la estructura de edades el 35 por ciento y a la urbanización el 15 por ciento (James y Schofield,
1990). Los principales factores que hay que tener en cuenta son los siguientes:

 estructura de la población por edades;


 peso, que depende en gran medida de la edad, la estatura y el sexo (si todos estos factores son
iguales, el grado de sus necesidades no parece variar en función del sexo);
 emaciación (habría que definir un indicador);
 crecimiento deseable, que corresponde a la evaluación de las necesidades de los niños según la edad,
incluidas las necesidades que dependen del peso, la emaciación y el crecimiento (por consiguiente,
bastaría tomar como referencia las necesidades energéticas de un modelo de población) (James y
Schofield, 1990);
 grado de actividad física.

Tendencias de las necesidades energéticas

2.24 La evaluación retrospectiva de las necesidades energéticas pone de manifiesto que éstas varían
enormemente según los países. En los países desarrollados son mayores que en los países en desarrollo.

2.25 Las necesidades energéticas de los países de América del Norte son de casi 2 400 calorías/per
cápita/día, es decir, algo superiores a las necesidades de las poblaciones europeas. En el otro extremo de la
escala, las necesidades más bajas de energía son las de las poblaciones de Africa (menos de 2 150 calorías),
que están algo por debajo de las poblaciones de Asia y América Latina (casi 2 150 calorías) (véase la Figura
1). Las clases de alimentación se definen en los párrafos 2.42 a 2.48.

Figura 1
2.26 En general, las poblaciones con una alimentación a base de arroz, maíz, trigo, mijo o yuca (Figura 2,
Clases 1, 2, 3, 5 y 6, respectivamente), en su mayor parte de los países en desarrollo, tienen unas
necesidades energéticas casi en 10 por ciento inferiores a las de los países desarrollados, cuya alimentación
es más rica en productos animales.

Figura 2

2.27 Las necesidades de energía de la población han aumentado en general desde 1970 (tras el descenso
registrado durante los decenios anteriores) y han llegado a un nivel de 2 220 calorías/per cápita/día. Esto es
aplicable a las necesidades de los países desarrollados, que han aumentado con mayor rapidez desde 1970.
Las necesidades de los países en desarrollo han crecido de manera aún más rápida que las de los países
desarrollados. Esto se debe al rápido incremento de las necesidades energéticas de los países asiáticos,
sobre todo los que consumen principalmente arroz, y a las mayores necesidades de los países de América
Latina. Desde 1970, estas necesidades han aumentado mucho más rápidamente que las de los países
desarrollados (Figura 1).

2.28 En Africa, las tendencias son distintas (Figura 1). Las necesidades medias de energía per cápita han
disminuido muy ligeramente desde 1960, debido a la pequeña reducción de las necesidades de las
poblaciones que consumen sobre todo mijo o sorgo, así como las de las poblaciones que consumen yuca,
ñame, colocasia o plátanos (Figura 2, Clases 5 y 6, respectivamente). Hay que señalar que también ocurre
esto en las poblaciones que consumen maíz. Los cambios observados en las necesidades medias de energía
se deben sobre todo a las variaciones de las estructuras de la población por edades.

Tendencias de los suministros de alimentos

2.29 Comparando los suministros de energía alimentaria con el valor de las necesidades evaluadas
anteriormente, se observa que a lo largo de la década de 1960 mejoró con rapidez la capacidad para
satisfacer las necesidades energéticas de la humanidad. Esta progresión, sin embargo, redujo su ritmo
considerablemente durante los años setenta. En la década de 1980 incluso disminuyó el índice medio de
satisfacción de las necesidades. Esto no significa que la situación alimentaria de los países en desarrollo
empeorase durante el mismo período. Es en los países desarrollados donde ha disminuido el consumo en
relación con las necesidades constantes de energía. Aún cuando los progresos sean ahora más lentos, la
situación alimentaria de los países en desarrollo considerados en conjunto han mejorado.
2.30 Los suministros de alimentos de los países desarrollados superan cada vez en mayor medida sus
necesidades energéticas. Con un índice de satisfacción de las necesidades que ya en 1980 era superior a
1,35 y en 1990 se acercaba a 1,5, las poblaciones de América del Norte parecen tener garantizados casi en
su totalidad los suministros de alimentos aunque se registren pérdidas masivas durante la fase de producción,
antes o después de la venta al por menor. Sus suministros son en la actualidad casi un 50 por ciento
superiores a sus necesidades (Figura 3). En cambio, en los países europeos se están reduciendo los
suministros. La tasa de satisfacción de sus necesidades ha pasado de 1,4 en 1980 a 1,36 en 1990 (Figura 3).
Dado que las pérdidas que probablemente se producen entre la fase de producción y la de consumo
doméstico de productos alimenticios son moderadas, la situación alimentaria sigue siendo sin duda
excedentaria para la mayoría de la población.

Figura 3

2.31 La situación de la satisfacción de las necesidades en los países en desarrollo ha mejorado


enormemente, pasando de un déficit del 6 por ciento en 1962 a un superávit del 17 por ciento en 1990.

2.32 La mejora fue especialmente apreciable en Asia. La tasa de satisfacción de las necesidades energéticas
pasó de poco más de 0,9 en 1962 a algo menos de 1,2 en 1990, lo que supone una rápida progresión durante
todo el período. En los países de América Latina, donde la situación alimentaria no es por término medio tan
favorable como en los asiáticos, la tasa de satisfacción de las necesidades retrocedió ligeramente entre 1980
y 1990, tras un acusado aumento entre 1962 (1,10) y 1990 (1,25). Más adelante se explica con mayor detalle
la manera de interpretar estas cifras.

2.33 Estos resultados confirman la alarmante situación de los países de Africa. Con unos suministros que en
1962 no eran suficientes para satisfacer sus necesidades, y que nunca han llegado a superar éstas en más de
un 8 por ciento (los índices de satisfacción de las necesidades se han mantenido por debajo de 1,06), la
situación alimentaria es evidentemente inadecuada en la mayor parte del continente africano (Figura 3). Es
indudable que en algunos países la situación es más grave de lo que indican las cifras medias. Los países de
Africa del Norte, donde el trigo constituye una parte importante de la alimentación, pueden importar este
cereal para satisfacer sus necesidades. En cambio, debido a que Africa del Norte forma parte de la media, la
situación tiene que estar por debajo del valor medio en algunas partes del Africa subsahariana.

Zonas críticas
2.34 A pesar de la mejora de la relación entre los suministros y las necesidades para las poblaciones que
satisfacen la mayor parte de sus necesidades energéticas a base de mijo y de sorgo, incluso en 1990 los
primeros no eran suficientes para satisfacer las segundas (tasas de satisfacción de las necesidades inferiores
a 1,00) (Figura 4, Clase 5).

Figura 4

2.35 Aunque la calidad de los datos sea escasa, la tendencia de las poblaciones que consumen sobre todo
raíces o tubérculos, yuca, ñame o colocasia varía con respecto a la de otros tipos de régimen alimenticio. Su
situación alimentaria está empeorando y sus suministros de alimentos fueron inferiores a sus necesidades en
1980 y 1990 (Figura 4, Clase 6).

2.36 La situación alimentaria de las poblaciones del Africa subsahariana es totalmente distinta de la que
tienen las que cultivan arroz. Entre 1962 y 1990, el índice de satisfacción para las Clases 5 y 6 pasó de 0,89 y
1,02 a 1,00 y 0,98, respectivamente, mientras que para la Clase 1 (arroz) creció de 0,88 a 1,18 (Figura 4). Si
se tienen en cuenta las pérdidas de alimentos posteriores a la venta al por menor, que suelen ser
considerables en los países pobres, se constata que con frecuencia estas poblaciones se encuentran en una
situación crítica.

2.37 En los países en desarrollo, las clases comprenden un número elevado de países (con excepción de la
Clase 5, que es pequeña). Representan, pues, valores medios y ocultan situaciones locales. Hay que señalar
que Africa no es el único continente que tiene que hacer frente a una escasez grave de alimentos a escala
nacional. Países como Etiopía, Mozambique, la República Centroafricana, Sierra Leona y Somalia (FAO,
1995b), se encuentran efectivamente en esta situación, pero también lo están algunos países asiáticos, como
el Afganistán, o incluso Mongolia y Nepal. Los boletines de la Organización Mundial de la Salud (OMS) ponen
de manifiesto que también hay otros países, como Bangladesh, Camboya y Myanmar, que sufren de
desnutrición crónica (Erlich y Erlich, 1991). Hay asimismo casos de déficit crónico a escala subnacional en
otros dos países del continente, la India y China. Este es el motivo de que la desnutrición crónica siga
representando un problema importante en Asia oriental y meridional (FAO, 1992).

2.38 El número de personas que siguen padeciendo desnutrición crónica es elevado. Según la FAO, en 1969-
71 sufrían desnutrición 918 millones de personas, en 1979-81 eran 906 millones y en 1988-90 la cifra era de
841 millones (FAO/OMS, 1992).
2.39 Existen desigualdad en la distribución de los suministros de alimentos tanto en pequeña como en gran
escala. Hasta ahora no se ha hecho referencia a las desigualdades generalizadas en cuanto al acceso de la
población a los alimentos, que se producen independientemente del grado de satisfacción de las necesidades
de toda la población. Se da por descontado que las mujeres no siempre tienen el mismo grado de acceso que
los hombres a los alimentos, con lo cual no sólo se ve afectada su salud, sino también el desarrollo y el
crecimiento de sus hijos en el futuro. También se sabe que la alimentación de los niños puede llegar a ser un
20 o un 30 por ciento inferior a sus necesidades (FAO, 1987) y que, en caso de escasez de alimentos, en
ocasiones los hombres tienen acceso preferente a ellos. Es indudable asimismo que las desigualdades
económicas pueden provocar una distribución desigual de los suministros de alimentos.

2.40 En el planteamiento que se ha presentado aquí se ha dado por supuesto hasta ahora que los alimentos
se distribuyen a los individuos exactamente de acuerdo con sus necesidades. Esto rara vez ocurre. Mediante
una distribución más equitativa de los suministros de alimentos, probablemente se eliminaría la desnutrición
en su mayor parte. Ahora bien, de igual modo que se requiere un aumento de los suministros de alimentos
como compensación de las pérdidas aceptadas entre la venta al por menor y el consumo doméstico, cuando
la distribución es desigual los suministros de alimentos deberían ser muy superiores a las necesidades, a fin
de que haya una cantidad suficiente para satisfacer las necesidades de energía de quienes ocupan el último
lugar en la distribución (véase el párrafo 3.62). El aumento de los suministros de alimentos es una condición
que puede facilitar una mejor distribución sólo si va acompañado de políticas apropiadas (véase el párrafo
3.58). El efecto de filtración no se produce automáticamente.

2.41 Las diferencias entre los países van en aumento. La combinación de las diferencias en pequeña y gran
escala en la distribución explica la persistencia del elevado número de personas desnutridas, a pesar de la
mejora general. Las tendencias actuales de la población y la pobreza agravan esta situación en muchos
países en desarrollo.

ALIMENTACIÓN DE LAS POBLACIONES DEL MUNDO: CLASIFICACIÓN DE LOS PAÍSES

2.42 Para clasificar las principales modalidades de consumo de alimentos del mundo y sus dimensiones
socioculturales se ha utilizado la misma información de los países que sirvió para el análisis de los principales
componentes del consumo diario per cápita. Se han definido seis clases utilizando una clasificación jerárquica
ascendente de 151 países sobre los que la FAO tenía información. Se han excluido otros 32 países, por no
disponer de suficiente información. Sin embargo, estos 32 países representan en total únicamente el 0,4 por
ciento de la población mundial, por lo que su exclusión tiene unas repercusiones mínimas.

2.43 En estas seis clases están comprendidas 16, 25, 25, 27, 5 y 21 países, respectivamente (Cuadro 2).
Cabe preguntarse por la utilidad de incluir un grupo con sólo cinco países. Ahora bien, incluso en una tipología
programada con cinco clases en lugar de seis se mantendría este pequeño grupo, puesto que, como se verá
más adelante, sus características son muy importantes. En el caso de una reducción a cinco clases, se
unificaría la Clase 1 y la Clase 2, aunque están compuestas por poblaciones que consumen sobre todo arroz y
maíz, respectivamente.

Cuadro 2

2.44 Para simplificar esta tipología, cada clase ha recibido un nombre de acuerdo con el producto alimenticio
que mejor caracteriza su régimen de alimentación. Así, la Clase 1 se denomina «arroz», la Clase 2 «maíz», la
Clase 3 «trigo», etc. Pero esta simplificación no se debe tomar al pie de la letra. En cada clase figuran países
con estructuras de la alimentación semejantes según las hojas de balance de alimentos de la FAO. Es
importante no olvidar que en este proceso de clasificación solamente se tienen en cuenta los aspectos
energéticos de cada elemento de la alimentación con objeto de comparar las estructuras. No se tienen
presentes los aspectos cualitativos, como las proteínas procedentes del pescado o los glúcidos del trigo.
Debido a que cada alimento se conoce solamente por el valor energético en la estructura de la alimentación,
cada país figurará en una clase concreta si tiene una estructura análoga de régimen alimenticio, aunque
difiera en un elemento importante. Las pocas anomalías que han surgido en el proceso de clasificación tienen
un interés notable, como el caso del Japón, que se explica con cierto detalle más adelante. Las diferencias
entre algunas de las estructuras pueden ser relativamente pequeñas. Por ejemplo, la estructura de la
alimentación de la Clase 1 (consumidores de arroz) es más parecida a la de la Clase 2 (consumidores de
maíz) que a cualquiera de las otras. De esta manera, si sólo se hubieran definido cinco clases, los países que
consumen sobre todo arroz estarían agrupados con los que consumen principalmente maíz. La alimentación
de este grupo combinado es muy distinta del régimen de alimentación de los países que consumen sobre todo
trigo, puesto que en éstos también hay otra fuente de energía. En cambio, si se hubieran programado más de
seis clases habría que separar algunos países, como el Japón, para formar clases independientes. En la
división en seis clases, el Japón está agrupado con los países que consumen principalmente maíz, a pesar de
que su población no come maíz. Este hecho puede explicarse por tres razones: el Japón no se ha clasificado
dentro del grupo de países de altos ingresos (Clase 4) porque su nivel de consumo de energía es menor que
el de aquéllos; el consumo de carne en el Japón es bajo; y el consumo de arroz del Japón es escaso en
comparación con otros países de la Clase «arroz». Por consiguiente, el consumo de productos vegetales
distintos del arroz sitúa al Japón en una clase distinta de la de los países que consumen sobre todo arroz
(Clase 1). El escaso consumo de carne, especialmente de vacuno u ovino, coloca al Japón en una clase
distinta de la de los países que consumen principalmente trigo (Clase 3). Para Malasia podría darse una
explicación parecida.

2.45 En esta tipología se distinguen seis tipos principales de régimen de alimentación (Cuadro 3):

 Las tres primeras clases comprenden países que consumen sobre todo arroz, maíz y trigo,
respectivamente.
 La Clase 4 está formada por los países cuya alimentación se caracteriza por un elevado contenido de
productos pecuarios, principalmente lácteos y a base de carne porcina, así como trigo. Esta clase
corresponde a los países desarrollados.
 Las dos últimas clases comprenden casi todos los países del Africa subsahariana. Las poblaciones de
la Clase 5 consumen sobre todo mijo o sorgo. En la Clase 6 están agrupadas las poblaciones que
consumen principalmente raíces y tubérculos (excluidas las papas).

2.46 Las clases establecidas en esta tipología están estrechamente relacionadas con las principales plantas
de las distintas civilizaciones del mundo, a saber, el arroz, el trigo, el maíz, el mijo (al que se pueda añadir el
sorgo) y la yuca (a la que se pueden añadir el ñame y la colocasia). Los efectos de la diversificación de la
alimentación se pueden observar únicamente en los países desarrollados que han introducido numerosos
productos pecuarios en sus regímenes de alimentación (Clase 4).

2.47 Hay que señalar que en la Clase 4 hay tres países en desarrollo junto con los desarrollados. Sin
embargo, se trata de Arabia Saudita, Israel y el Líbano, países en desarrollo que están en la cuenca del
Mediterráneo o en sus proximidades y están considerados por el Banco Mundial como países de altos
ingresos. Su situación económica ha permitido a sus poblaciones diversificar la alimentación (Banco Mundial,
1994).

2.48 Esta clasificación no es muy diferente de la que se obtiene utilizando datos anteriores. Incluso con
información más antigua es probable que se hubieran obtenido resultados parecidos. Las diferencias habrían
consentido probablemente en los tres países antes mencionados y en algunos países desarrollados, como
Francia, que hasta hace poco consumían una proporción mucho mayor de cereales. Por consiguiente, existe
una cierta estabilidad en la alimentación en los países en desarrollo, aunque pueden observarse algunos
cambios en sus modalidades a medida que los países se desarrollan.

Cuadro 3

Relaciones entre las características sociodemográficas de las poblaciones y su clasificación en


función de la alimentación

2.49 En la clasificación de los países en función de sus hábitos alimenticios también se los organiza de
acuerdo con características demográficas importantes relativas a las necesidades de energía de sus
poblaciones. Estas relaciones son asociativas, no causales. Además, dichas clasificaciones corresponden a
situaciones alimentarias distintas (véase el Cuadro 3):

 Los países de la Clase 1 (arroz) se caracterizan por una densidad de población alta. Como promedio,
su tasa de mortalidad, especialmente la infantil, se ha mantenido muy por encima de la media mundial.
Se prevé un aumento de la esperanza de vida, que conducirá, con un número constante de
nacimientos, a un crecimiento del tamaño de la población. El valor energético de los suministros de
alimentos es el número de calorías realmente consumidas. Los productos pecuarios de este tipo de
alimentación requieren muchas más calorías de origen vegetal que las que consumen las personas. La
conversión de estos suministros de alimentos procedentes de productos vegetales confirma, en este
caso, que todavía es escasa la diversificación de la alimentación en esos países.
 Los países de la Clase 2 (maíz) no deberían en conjunto experimentar el mismo tipo de escasez de
tierra que las sociedades que cultivan arroz, aunque hay grandes diferencias en la distribución de su
tierra cultivable. La capacidad potencial de sustento de la población que tiene las tierras (y los recursos
hídricos) de los países de América del Sur debe ser considerablemente superior a la densidad de
población actual, especialmente en una hipótesis de utilización de niveles medios de insumos
agrícolas, tal como está definida en un estudio de la FAO (1982). Sin embargo, 6 de estos 25 países,
sobre todo de América Central, están experimentando probablemente una fuerte superpoblación (FAO,
1982). En general, la fecundidad de esas poblaciones esta próxima al promedio mundial, mientras que
la mortalidad, especialmente la infantil, es muy inferior a los valores mundiales.
 En los países consumidores de trigo, la transición demográfica está como promedio muy adelantada.
La relativamente baja densidad de población media de los países de la Clase 3 encubre una grave
escasez de agua y de tierra, que afecta a 15 de los 25 países.
 En la Clase 4, a la que pertenecen la mayoría de los países desarrollados del mundo, la única
observación es que los índices de fecundidad, mortalidad y crecimiento demográfico siguen siendo
muy inferiores a los promedios mundiales.
 Los países cuya alimentación se compone fundamentalmente de mijo y sorgo (Clase 5) se
caracterizan por un crecimiento demográfico elevado, una fecundidad alta, una esperanza de vida baja
y unos suministros de alimentos muy cercanos al promedio mundial. En 1980, la FAO comprobó que
casi todos esos países tenían recursos de tierras escasos, a pesar de su baja densidad de población
(FAO, 1982).
 Casi todas las poblaciones cuya situación alimentaria es más crítica y sigue empeorando, pertenecen
a los países de la Clase 6, que consumen sobre todo raíces y tubérculos, yuca, ñame, colocasia, etc.
Sin embargo, esas poblaciones tienen la mayor parte de las reservas mundiales de tierra cultivable no
explotada. Su situación no es alentadora ni para el futuro, debido a la elevada pobreza, las deficiencias
de su infraestructura, los elevados índices de fecundidad y mortalidad y el rápido crecimiento
demográfico.

Países sin seguridad alimentaria

2.50 Aun cuando las mejoras en la satisfacción de las necesidades de energía de los países en desarrollo
hayan sido considerables, se han producido de manera demasiado lenta. Como se ha indicado más arriba, el
aumento de los suministros de alimentos per cápita de los países en desarrollo ha sido notable, pasando
desde casi 1990 calorías en 1962 a más de 2 500 en 1991, lo que representa un número superior a sus
necesidades (2 160 calorías en 1990). En muchos países estas mejoras no han repercutido en la población
pobre.

2.51 Sin embargo, las pérdidas de alimentos que tienen lugar entre la venta al por menor y el consumo en el
hogar han constituido un factor destacado en la reducción de esas diferencias, ya que pueden ser cuantiosas,
sobre todo en el caso de los cereales o las hortalizas. Las pérdidas de raíces y tubérculos son escasas,
debido a que se consumen en países con mercados relativamente pequeños (por lo que hay pocas pérdidas
durante el transporte y el almacenamiento), ya que pueden dejarse en la tierra hasta que se necesitan sin que
se produzcan demasiados daños. Estas pérdidas son mayores cuando los hogares se ven obligados a
acumular reservas como garantía frente a las malas cosechas o a las catástrofes debidas al clima, las
inundaciones o los problemas de suministro. Cuanto más tiempo se mantienen estas reservas, más
vulnerables son. Con pérdidas anuales medias del 10 por ciento aumentaría el promedio de los suministros de
alimentos necesarios a 2 380 calorías, cifra no muy inferior a los suministros de alimentos disponibles en los
países en desarrollo en 1988-90 (2 470 calorías).

2.52 La desigualdad en la distribución de los alimentos dentro de los países también hace aumentar las
diferencias entre las necesidades medias y los suministros de alimentos que necesitan las poblaciones. Como
se ha señalado, en los países en los que existen las mayores desigualdades en la distribución, los suministros
de alimentos per cápita deben ser de un 20 a un 30 por ciento superiores a las necesidades medias para que
desaparezca la malnutrición (FAO, 1995a). Sin embargo, dicho aumento no soluciona automáticamente el
problema de la distribución, por lo que las políticas en este sector son fundamentales.

2.53 Es comprensible, por tanto, que los suministros de alimentos de los países que consumen sobre todo
arroz (alrededor de 2 520 calorías) sean insuficientes y que, debido a que representan a la mayoría de la
población, la mayor parte de las personas de todo el mundo que sufren malnutrición vivan en esos países.
Pero la escasez más grave de alimentos es la de los países que consumen principalmente yuca, ñame o
colocasia. Sus suministros de alimentos, que en 1990 ascendían a 2 090 calorías, no son suficientes para
satisfacer sus necesidades nutricionales medias. En esta clase están incluidos muchos países con
inseguridad alimentaria, que probablemente representarán a la mayoría de la población que sufra desnutrición
en el año 2010 (FAO, 1995a). También son países con un crecimiento demográfico rápido.

FACTORES QUE AFECTAN AL EQUILIBRIO ENTRE LAS NECESIDADES ENERGÉTICAS Y LOS


SUMINISTROS DE ALIMENTOS

2.54 La definición de los factores que determinan el aumento de los suministros de alimentos no entra en el
ámbito del presente estudio. En realidad, no es mucho lo que se sabe acerca de esos factores. Sin embargo,
de los resultados expuestos cabe deducir las condiciones que en el pasado ha favorecido el aumento de la
producción de alimentos. En parte son de carácter demográfico, puesto que el crecimiento de la población
conduce casi automáticamente a un aumento de las necesidades nutricionales totales. En parte son también
de tipo económico.

Desarrollo económico general y reducción de la pobreza

2.55 Desde la segunda guerra mundial, las poblaciones que producen sus propios alimentos mediante la
agricultura, en la que encuentran empleo y tienen su medio de vida, han disminuido de manera constante en
relación con la población total, pero todavía son la mayoría. Sin embargo, las poblaciones más pobres siguen
encontrándose en general en las zonas rurales (Banco Mundial, 1990). Se puede observar que el mayor
crecimiento demográfico se registra en los países con un consumo escaso de alimentos. Esto pone de
manifiesto la importancia de estudiar las interacciones entre el aumento de las necesidades y el crecimiento
de la demanda. Se pueden apreciar los perjuicios causados en la formulación de políticas por el conocimiento
insuficiente de dichos vínculos. Con todo, el crecimiento económico general y la reducción de la pobreza, con
el consiguiente aumento de la demanda de productos alimenticios, parecen ser los principales factores para
conseguir satisfacer con éxito las crecientes necesidades energéticas de muchos países en desarrollo. Las
políticas relativas a la rapidez del crecimiento demográfico también pueden contribuir de manera importante a
esos factores.

Desarrollo rural derivado de la intensificación de la agricultura

2.56 Se ha observado un aumento considerable de los suministros de alimentos, posibilitado por una mayor
productividad y en menor medida por el aumento de la superficie cultivada. Según la FAO (1995a), el 69 por
ciento del aumento de la producción vegetal durante 1970 y 1990 se debió a un rendimiento mayor y el 31 por
ciento a la ampliación de la superficie cultivada.

2.57 Dicho aumento de la productividad se obtuvo sobre todo en el trigo (2,8 por ciento al año), el arroz (2,3
por ciento al año) y en menor medida el maíz (1,8 por ciento al año) y el sorgo (1,5 por ciento al año). El
rendimiento de la cebada, el mijo y la yuca aumentó sólo un 1 por ciento al año (FAO, 1995a). La
intensificación se vio favorecida asimismo por el riego, gracias al cual, además de aumentar directamente el
rendimiento mediante el uso de variedades de alto rendimiento de cereales (híbridos, etc.), ha permitido
obtener un número mayor de cosechas. En 1988-90, en los países en desarrollo (excluida China), había 123
millones de ha de tierra cultivable de regadío, de los cuales 35 millones de ha eran de tierras áridas o muy
áridas (FAO, 1995a). Aunque no se han hecho estudios detallados sobre este tema, también contribuyeron a
elevar la producción de alimentos la sustitución de cultivos de bajo rendimiento por otros de alto rendimiento y
el cambio de productos vegetales.

2.58 Los cambios tecnológicos han abaratado los productos alimenticios y esto ha permitido aumentar el
consumo humano. Los países en desarrollo también han comenzado a utilizar como pienso para el ganado
productos inicialmente destinados al consumo humano, debido a sus menores costos. El crecimiento de la
demanda ha generado innovaciones tecnológicas cuyo uso a su vez se ha abaratado. La creciente
concentración de población ha estimulado probablemente la producción, como consecuencia de un consumo
masivo, aunque todavía no se ha demostrado esta hipótesis.

2.59 A pesar del aumento, la producción de los países en desarrollo no ha sido suficiente para satisfacer las
necesidades. Si se exceptúan algunos grandes países productores de arroz, en particular China, los países en
desarrollo han tenido que importar cereales. Estas importaciones han sido especialmente cuantiosas, puesto
que los precios eran anormalmente bajos debido a las subvenciones concedidas por algunos países a la
agricultura.

2.60 La tendencia a largo plazo ha sido de un descenso de los precios de los alimentos. Esto obedece en
parte al hecho de que, a escala mundial, no existe probablemente ningún obstáculo a que la producción de
alimentos aumente hasta satisfacer la demanda. El descenso mundial de la producción de cereales per cápita
durante los 10 últimos años solamente se puede explicar por una disminución de la producción de los
principales exportadores.

2.61 Se está tratando de alcanzar dos objetivos de políticas que son incompatibles. El primero consiste en
reducir la pobreza y ayudar a los pobres a mejorar el acceso a los alimentos, con el consiguiente aumento de
la demanda. El segundo consiste en mantener los precios a un nivel suficientemente atractivo para estimular
la producción de los grandes exportadores de cereales, lo cual conduce a que se deje tierra en barbecho y se
limite el aumento de los suministros de alimentos disponibles per cápita.

2.62 El aumento de la producción de alimentos y de la productividad agrícola son los principales mecanismos
para reducir la pobreza y mejorar la situación alimentaria de los países en desarrollo. La causa más
importante de la desnutrición crónica ha sido la incapacidad para reducir la pobreza en dichos países. Las
posibilidades de aumento de la producción, por ejemplo en Africa, siguen siendo considerables, pero se
requieren unas políticas apropiadas y eficaces. Mediante dichas políticas es necesario mejorar la situación de
las mujeres del medio rural, que desempeñan la principal función en la producción de alimentos, pero que, en
ausencia de los hombres, tienen que reducir a menudo el número de tareas o el tiempo destinado a cada una
de ellas, lo cual puede provocar, entre otras cosas, la degradación de la tierra.

Aumento de las importaciones de alimentos en los países en desarrollo

2.63 La inmensa mayoría de los países en desarrollo han aumentado, en diversa medida, sus importaciones
de cereales durante los últimos decenios. Los principales exportadores han satisfecho sin dificultades el
aumento de la demanda. El apoyo prestado a la agricultura en los países exportadores explica en parte el
crecimiento de las importaciones de los países en desarrollo. Sin embargo, este apoyo está comenzando a
disminuir.

2.64 A medida que las diferencias entre la producción nacional y las necesidades de energía han ido en
aumento, los países pobres han pasado a depender cada vez más de las importaciones de cereales. Sin
embargo, el volumen de las importaciones depende de la solvencia del país: los efectos del tamaño de la
población sobre esas importaciones se ponen de manifiesto únicamente si los países son solventes.
2.65 Por encima de un cierto nivel de progreso económico, que puede favorecer inicialmente un descenso de
la fecundidad, las importaciones de cereales crecen a medida que desciende la fecundidad y el crecimiento
demográfico son menores. Básicamente, se observa que cuanto más prosperan los países más disminuye la
fecundidad y mayores son las importaciones de cereales.

2.66 Esto no ocurre cuando la fecundidad es alta. La situación de los países del Africa subsahariana es
distinta por dos motivos. En primer lugar, las importaciones son menores cuando el crecimiento demográfico
es rápido, lo cual probablemente se debe a la escasa solvencia de los países con un índice de fecundidad
elevado. En segundo lugar, cuanto más alta es la presión demográfica sobre la superficie cultivada en los
países que consumen yuca, ñame o colocasia, menores son las importaciones de cereales per cápita. Esto
pone de manifiesto la extraordinaria inseguridad de los suministros de alimentos en esos países (Collomb,
1988, 1989). No pueden importar suficientes cereales para alimentar a su población.

2.67 Una observación específica en relación con los países árabes es que cuanto mayor es el índice de
fecundidad o el crecimiento demográfico más elevadas son las importaciones de cereales (la pendiente de las
curvas de regresión es pronunciada) (Collomb, 1988, 1989). Probablemente tales importaciones sean posibles
gracias a los ingresos procedentes del petróleo y el turismo.

LECCIONES APRENDIDAS

2.68 La principal lección es que la pobreza es el factor económico más importante que impide que mejore el
acceso a los alimentos, situación que se ve agravada por un crecimiento demográfico rápido.

2.69 En los países en desarrollo puede observarse una mejora general en la satisfacción de las necesidades
energéticas mediante los suministros de alimentos. El caso más ilustrativo es el de Asia, con un índice de
cobertura cada vez mayor durante el período de 1962-92. En un período más reciente, el ritmo de mejora
disminuyó en América Latina.

2.70 Africa constituye una excepción en cuanto a estas tendencias positivas, sin mejora en la satisfacción de
las necesidades durante el período de 1962-92. En la Clase 6 hubo una disminución efectiva de la satisfacción
de las necesidades durante el período de 1970-80.

2.71 Se puede considerar que esas tendencias son consecuencia de la revolución verde en Asia y en menor
medida en América Latina. La ausencia de dicha revolución verde en Africa resulta evidente. Estos resultados
tendrán consecuencias sobre la situación en el futuro.

2.72 El desarrollo insuficiente del capital humano está probablemente relacionado con esto. La salud y la
satisfacción de las necesidades energéticas de las poblaciones son evidentemente condiciones preliminares
para el desarrollo rural y agrícola. La humanidad dista mucho de garantizar la «salud para todos» para el año
2000, como se estableció en Alma Ata (URSS). El elevado índice de analfabetismo y la falta de información
sobre las nuevas técnicas y las innovaciones dificultan el desarrollo. Está demostrado el efecto positivo de la
capacitación sobre la producción y la productividad. Sin embargo, los efectos en el producto interno bruto
varían mucho de un país a otro. Cuanto más alto es el nivel inicial de educación, más productivas son las
inversiones en la enseñanza. Al parecer, el Africa subsahariana constituye una excepción a esta regla, debido
probablemente a la falta de infraestructura e instituciones apropiadas (Banco Mundial, 1990).

2.73 Debido a esto, la garantía de que los países que sufren déficit de alimentos puedan realizar progresos en
sus políticas demográficas y de desarrollo de manera sostenible, lo cual es condición necesaria para
mantener el orden social en el mundo, representa un gran desafío para la producción agrícola. También
constituye un importante reto para el desarrollo general de los países en los que los factores demográficos,
aislados de los efectos del régimen de alimentación o combinados con ellos, desempeñan una función
importante, como se demostrará en el resto del presente documento. Estos factores ponen de relieve el plazo
de tiempo necesario para el desarrollo, que puede llegar a ser de dos generaciones.
3. Algunas situaciones hipotéticas futuras

INFLUENCIA DE LOS FACTORES DEMOGRÁFICOS EN LA MODIFICACIÓN DE LAS NECESIDADES


ENERGÉTICAS PARA EL AÑO 2050, EN LA HIPÓTESIS DE QUE LA DIETA PERMANEZCA CONSTANTE

3.1 Contrariamente a una opinión muy extendida, las necesidades energéticas per cápita son distintas en
unas y otras poblaciones y varían en función de los cambios en la estructura de la población,
independientemente de los efectos del crecimiento demográfico sobre las necesidades mundiales.

3.2 Hay que recordar que desde la segunda guerra mundial, los nutricionistas no han cesado de reevaluar a la
baja las necesidades energéticas humanas.

3.3 Es importante examinar primero los efectos de los cambios demográficos sobre las necesidades
energéticas de la población. En una situación de crecimiento demográfico rápido, el factor dominante es
obviamente el aumento del número de personas. Sin embargo, se ha concedido demasiada importancia al
efecto del aumento en términos absolutos y no se ha prestado la debida atención al efecto de los cambios en
la estructura de la población. Como se verá, la consecuencia de ello ha sido una evaluación deficiente del
proceso de modificación de las necesidades energéticas.

Tendencias demográficas

3.4 Según las últimas proyecciones de las Naciones Unidas (variante media), entre los años 1995 y 2050 se
registrará de nuevo un gran aumento de la población (el 72 por ciento), que pasará de 5 700 a 9 800 millones
de habitantes (Cuadro 4) (Quesnel et al., 1991).

Cuadro 4

3.5 Esta proyección contempla una variación de unos 2 000 millones de habitantes por encima o por debajo
del promedio estimado, como consecuencia de las posibles variaciones en el descenso de la fecundidad
(variante media: población de 9 800 millones de personas; variante baja: 7 900 millones; variante alta:
11 900 millones) para el año 2050 (Naciones Unidas, 1995a).

3.6 Las dos hipótesis extremas (variantes alta y baja) se basan en el supuesto de que todos los países
adoptarán simultáneamente planes para reducir la fecundidad de forma lenta (variante alta) o rápida (variante
baja). Como es poco probable que se verifique alguna vez cualquiera de estas dos hipótesis, se debe incluir
también la variante media porque, si bien algunos países tratarán de reducir lentamente la fecundidad, otros
adoptarán un plan de disminución rápida.

3.7 Si se toma como punto de partida la variante media, en el año 2050 la gran mayoría de la población
mundial se concentrará en dos continentes, Asia y Africa (Figura 5), con lo que el peso demográfico de la
población consumidora de arroz será mucho mayor (Figura 6, Clase 1). También aumentará notablemente el
número de personas que consumen principalmente trigo (Figura 6, Clase 3). El peso demográfico de la
población que consume principalmente yuca, ñame o colocasia (Figura 6, Clase 6) se acercará al de la
población que consume maíz (Figura 6, Clase 2).

Figura 5
El futuro crecimiento demográfico es ya visible en gran medida en la pirámide de edades

3.8 La estructura actual de edades de la población mundial se debe a que la tasa de fecundidad se ha
mantenido alta durante los últimos decenios (Naciones Unidas, 1995a). La estructura actual de edades,
caracterizada por su juventud, lleva a pensar que el aumento de la población será muy importante en los
próximos decenios, aun en el caso de que la fecundidad se reduzca rápidamente. Muchas de las mujeres
nacidas durante el período en que la población mundial se duplicó por primera vez están llegando ahora a la
edad de procrear y asegurar su reemplazo por sus propias hijas, quienes, al ser también numerosas, darán
origen, gracias a su capacidad de procrear, a un rápido aumento de la población. Es obvio que el número de
niños tendrá una gran importancia, dado que la fecundidad de estas generaciones de mujeres seguirá siendo
alta. Probablemente, ésta será la situación en el Africa subsahariana.

3.9 Según la variante media de las proyecciones de las Naciones Unidas, entre los años 1990 y 2050 la
población mundial aumentará en 4 700 millones de personas (Naciones Unidas, 1992). Casi la mitad de este
aumento es inevitable. Aun en el caso de que se redujera súbitamente la fecundidad hasta el nivel
estrictamente necesario para el reemplazo de la población, la población mundial aumentaría en más de
2 000 millones de habitantes.

Figura 6
Las proyecciones demográficas son independientes de las tendencias de los recursos naturales

3.10 Al evaluar la tasa de crecimiento demográfico (o los factores que la determinan como la mortalidad y la
fecundidad) para efectuar las proyecciones demográficas no se tienen en cuenta los cambios en los recursos
naturales disponibles per cápita. La escasez de tierras de cultivo o de suministros renovables de agua puede
impedir a algunos países que dependen de la agricultura cubrir sus necesidades nutricionales. Deberían
revisarse los límites mínimos relativos a la disponibilidad de suministros renovables de agua por habitante (el
«nivel de tensión» se sitúa por debajo de 1 700 m3 de agua por habitante y año, mientras que el de «escasez
crónica» se sitúa por debajo de 1 000 m3). La definición de estos límites mínimos se basa en estudios
realizados por el hidrólogo Malin Falkenmak y utiliza normas aplicadas por los países más desarrollados. Sin
embargo, el nivel de consumo podría ser más bajo, como el que se observa en Israel, especialmente en lo
que respecta a las aplicaciones agrícolas, si se utilizara tecnología y equipo adaptados y se llevara a cabo una
meticulosa ordenación de los recursos hídricos.

Proyecciones de las Naciones Unidas sobre mortalidad

3.11 Un examen más detallado de la metodología utilizada para efectuar estas proyecciones revela que
generalmente se basan en el supuesto de un aumento de la esperanza de vida de 2,5 años cada quinquenio,
en ausencia de información que indique una estabilización o disminución de la esperanza de vida a comienzos
del decenio de 1990. Si existen indicaciones de que la esperanza de vida ha dejado de aumentar, se puede
prever su estancamiento o incluso su disminución a partir de 1990. En ciertos casos se han utilizado otros dos
modelos en relación con las tendencias de la mortalidad, basados en el supuesto de un aumento rápido y un
aumento lento, respectivamente, de la esperanza de vida. Se supone que a partir del año 2025, la esperanza
de vida al nacer aumentará con arreglo a un modelo en el que el aumento medio será común a todos los
países.

3.12 Partiendo de la experiencia histórica, todos estos modelos dan por sentado que el aumento de la
esperanza de vida será más lento a medida que se reduzca la mortalidad y la esperanza de vida sea mayor.
La más alta esperanza de vida al nacer que prevén estos modelos es de 87,5 años para las mujeres y
82,5 para los varones. El modelo intermedio supone que la esperanza de vida al nacer para los varones
aumentará 2,5 años cada cinco años, hasta llegar a los 60 años. El aumento por quinquenio se reduce
gradualmente a partir de entonces a 0,4 años, hasta que se alcanzan los 77,5 años y desde entonces se
mantiene en 0,4 años por cada cinco años. En el caso de la mujer, el aumento de la esperanza de vida al
nacer se cifra en 2,5 años cada quinquenio hasta llegar a los 65 años, y desde esa edad el aumento por
quinquenio se reduce gradualmente a 0,4 años, hasta una esperanza de vida de 82,5 años y a partir de esa
edad.
3.13 Este es el motivo de que las proyecciones indiquen una reducción considerable de las diferencias en la
mortalidad o esperanza de vida entre los distintos países del mundo (Cuadro 5). Por ejemplo, la esperanza de
vida de la población de Africa para el año 2050 sólo es 8 años menor que la de la población de América del
Norte.

Cuadro 5

3.14 El cambio previsto para Africa se debe a una aceleración del aumento de la esperanza de vida a partir
del período 1995-2000. De un aumento de 1,2 años para los períodos 1995-2000 y 2000-2005, Africa pasará
a un incremento de 2,2 años en los períodos 2000-2005 y 2005-2010, y de 2,5 años en los años 2005-2010 y
2010-2015.

3.15 Al parecer, estas proyecciones de la mortalidad se basan en el supuesto de que en los próximos
decenios Africa experimentará un crecimiento económico sistemático y una mejora constante de la situación
alimentaria. Ello supone que se cubrirán las necesidades energéticas de la población, lo cual no está
garantizado en los países con unas tasas de fecundidad elevadas o en los países donde un fuerte crecimiento
demográfico puede provocar la escasez de recursos naturales.

3.16 De acuerdo con el supuesto de las Naciones Unidas sobre los cambios en la esperanza de vida al nacer
en los países del Africa subsahariana, especialmente los países que consumen yuca, ñame o colocasia
(Clase 6), se prevé un aumento de 20 años en la esperanza de vida, lo que parece indicar que se eliminarán
las principales carencias alimentarias típicas de estos países. Este dato parece estar en contradicción con las
proyecciones económicas de la FAO, que indican una estabilización de los suministros de alimentos promedio
per cápita para el año 2010 en todo el continente africano.

3.17 Estas proyecciones tienen en cuenta el presunto efecto de la pandemia de SIDA en los países
gravemente afectados por esta enfermedad. La importancia del SIDA radica también en que facilita el
desarrollo de otras enfermedades como la tuberculosis o el paludismo. Teniendo en cuenta que el SIDA afecta
a un grupo de edad determinado, en los modelos de tablas de vida no se representa la estructura de
mortalidad por edades y sexos dominante en estos países.

3.18 Un modelo elaborado por la OMS permite estimar el número de personas que morirán a causa del SIDA.
En este modelo se utilizan estimaciones de infecciones por el VIH y tasas observadas y estimadas de
progresión anual de la infección por el VIH al SIDA y del SIDA a la muerte.

3.19 Al aplicar el modelo, las Naciones Unidas se basaron en el supuesto de que no habría nuevas
infecciones de adultos por el VIH después del año 2010, pero que seguirían produciéndose infecciones de
madre a hijo después de esa fecha y que el largo período de latencia entre la infección por el VIH y el SIDA
determinaría que durante muchos años seguirían produciéndose muertes a causa del SIDA.

3.20 Los modelos utilizados en este caso deben ser elaborados más a fondo, pues si es cierto que explican la
evolución del fenómeno en las zonas urbanas, tal vez no dan una idea precisa del ritmo de la evolución de la
pandemia en las zonas rurales. Otra incógnita importante es el curso que puede seguir la pandemia en Asia.

Proyecciones de las Naciones Unidas sobre la reducción de la fecundidad

3.21 Se han utilizado tres hipótesis. En la variante media se supone que la fecundidad se estabilizará en el
índice de reemplazo de 2,1 hijos por mujer. En la variante alta, se supone que la fecundidad se estabilizará
aproximadamente en 2,6 hijos (o aumentará hasta ese nivel en caso de que actualmente sea inferior), y en la
variante baja se supone que se estabilizará en unos 1,6 hijos, es decir, por debajo del índice de reemplazo.

3.22 En las tres variantes, el período en el que se supone que la fecundidad se estabilizará se ha determinado
en función de una variedad de factores socioeconómicos, como por ejemplo las políticas y programas
demográficos, la alfabetización de adultos, las tasas de matrícula escolar, las condiciones económicas
[producto interno bruto (PIB) o producto nacional bruto (PNB) per cápita], la mortalidad infantil y la nupcialidad,
así como de factores históricos, culturales y políticos.

3.23 Las previsiones sobre fecundidad se basan en la labor de expertos, y no en modelos matemáticos, dado
que los datos, cuando existen, son de desigual calidad y en algunos casos tienen un carácter cualitativo.

3.24 Uno de los hechos notables que revelan las proyecciones es la reducción de las tasas de fecundidad en
los países de Africa. Según las proyecciones de las Naciones Unidas, en la variante media, la reducción de
las tasas de fecundidad que podría registrarse en los países de Africa entre 1990-95 y 2045-2050 sería casi
tan rápida como la observada y estimada para los países de América Latina durante un período de la misma
duración, entre 1960-65 y 2015-2020 (Cuadro 6).

3.25 Hay que señalar que es sumamente difícil predecir los niveles de fecundidad y las modificaciones que
experimentará. El descenso de la fecundidad que tuvo lugar en América Latina al final de los años sesenta
sorprendió a muchos expertos. Una vez que observaron el fenómeno, convinieron en que el aumento del
desarrollo urbano y la alfabetización, indicadores relacionados con la reducción de la fecundidad, habían
contribuido de modo decisivo a producir ese descenso y podrían haber servido para predecir la tendencia
(Chesnais, 1985). Así pues, aunque se conozcan relativamente bien los factores que determinan las tasas de
fecundidad de las diferentes categorías sociales en un país determinado, se sabe poco sobre los factores que
determinan la reducción de la fecundidad. Esto ha hecho que las publicaciones científicas mostraran los
efectos del desarrollo y de la pobreza extrema sobre la reducción de la fecundidad (Cosio-Zavala, 1992;
Quesnel et al., 1991), lo que ha modificado gradualmente el sentido original de la expresión «transición
demográfica».

Cuadro 6

3.26 El hecho de que algunas poblaciones sigan siendo reacias a aceptar programas de planificación familiar
dificulta la elaboración de proyecciones. Por este motivo, como indican las declaraciones presentadas por la
delegación china a la Comisión de Población en 1994 y 1995 (Peng, 1994, 1995), es difícil predecir los
cambios en la fecundidad en un país de las dimensiones de China. El hecho de que la fecundidad actual,
especialmente en la China rural, está tal vez subestimada, dificulta aún más esa predicción. Las iniciativas de
planificación familiar podrían encontrar resistencia en algunos grupos de la población. Según los datos del
Instituto Chino de Planificación Familiar, basados en una encuesta realizada en 32 aldeas, la fecundidad en
las zonas rurales de China podría estar subestimada en un 37 por ciento. También podría estar subestimada
la fecundidad de las zonas urbanas (el 19 por ciento). Si estas observaciones se verificaran en gran escala,
los datos sobre fecundidad para toda China podrían estar subestimados (Zeng, 1995; Wang y Wang, 1995).
Las proyecciones de las Naciones Unidas tienen en cuenta esta posible subestimación.

3.27 Por otra parte, algunos expertos afirman que la fecundidad en los países en desarrollo disminuirá tan
rápidamente que sería necesario hacer referencia a la variante baja de la proyección de las Naciones Unidas
(Chesnais, 1985), pero cabe preguntarse en qué se basan sus argumentos.

El crecimiento demográfico es el principal factor determinante del aumento de las necesidades


nutricionales

3.28 Durante este período en que, según las previsiones, la población continuará aumentando a un ritmo
elevado, como ha sucedido durante los últimos cincuenta años, el aumento de la población que se producirá
entre los años 1995 y 2050 será el factor que más influirá en el incremento de las necesidades energéticas. A
nivel mundial, este aumento será del 72 por ciento según la variante media, del 38 por ciento según la baja y
del 108,4 por ciento según la alta (Figura 7).

Figura 7
Efectos de otros factores demográficos

3.29 La modificación de las necesidades energéticas que se ha registrado desde la segunda guerra mundial
se ha evaluado retrospectivamente aplicando el método de evaluación de la FAO.

3.30 Los resultados que se presentan en este documento se obtuvieron aplicando el programa ENREQ 2
sobre evaluaciones demográficas por años de edad a las tres variantes utilizadas en las proyecciones de las
Naciones Unidas (Naciones Unidas, 1995a). Para calcular las necesidades futuras se han tenido en cuenta los
efectos del desarrollo urbano descritos en las proyecciones de las Naciones Unidas (Naciones Unidas,
1995b), así como las posibles consecuencias del aumento de la estatura de la población.

3.31 Los cambios en la estructura por edades están provocando un aumento de las necesidades energéticas
en los países en desarrollo. Las necesidades energéticas aumentan durante los primeros 25 años de vida de
una persona (hasta los 18 ó 25 años, según los casos y las fuentes), y disminuyen ligeramente a partir de los
60 años.

3.32 Así pues el envejecimiento de la población, determinado inicialmente por la disminución de la fecundidad
y de la proporción de niños, produce un aumento de las necesidades energéticas per cápita (véase el párrafo
2.5). Mas tarde, el envejecimiento depende sobre todo de la disminución de la mortalidad y del aumento de la
proporción de personas de más edad, lo cual genera un descenso de las necesidades energéticas per cápita.
Este último es el caso de los países desarrollados, donde el número de personas ancianas tiende a reducir las
necesidades energéticas medias de la población (Cuadro 7). A la inversa, en los países en desarrollo la
tendencia será a un aumento de las mismas en el futuro.

Cuadro 7

3.33 La influencia de estos factores sobre las necesidades medias per cápita sigue siendo moderada a nivel
mundial (+2 por ciento), pero oculta importantes variaciones regionales.

3.34 Por consiguiente, los efectos de la estructura por edades oscilan entre dos extremos: un aumento del
7 por ciento en la ingesta media de calorías entre los años 1995 y 2050 en Africa (el 7,8 por ciento entre las
poblaciones que consumen yuca, ñame o colocasia, el 8,1 por ciento entre las poblaciones que consumen
mijo o sorgo, el 8,2 por ciento en el Africa central y el 8,5 por ciento en el Africa oriental) y una reducción del
1 por ciento en los países desarrollados.
3.35 El aumento de la estatura de las personas provoca un aumento de las necesidades energéticas per
cápita. La mejora de la alimentación en los primeros años de vida se traduce en un aumento de la estatura
media. La estatura de la población depende, pues, en parte, de la alimentación de los niños. Se han
observado respuestas muy rápidas a cambios en la alimentación (Piazza, 1986). Por ejemplo, en algunas
regiones de China se han registrado aumentos de la estatura muy superiores a 1 centímetro por decenio.

3.36 En la hipótesis de una mejora de la alimentación en los países en desarrollo y de la desaparición gradual
de la malnutrición hacia el año 2050, la estatura media de la población podría aumentar 1 centímetro por
decenio. Este es el crecimiento previsto en el documento, con un límite establecido en una estatura de 1,75
metros. Un incremento de esta magnitud en la estatura media de la población haría aumentar en promedio las
necesidades energéticas.

3.37 Este aumento de la estatura haría que entre 1995 y 2050 las necesidades energéticas mundiales
aumentaran un 1 por ciento en promedio. El incremento de las necesidades de los países en desarrollo sería
del 2 por ciento, y podría alcanzar incluso el 3 por ciento en el Africa austral o en el Asia oriental.

3.38 Al parecer, el desarrollo urbano reduce las necesidades energéticas. La reducción sería especialmente
notable en los países en desarrollo, donde el proceso sería probablemente rápido (Popkins, 1994), y se
cifraría en el 3 por ciento entre los años 1995 y 2050. Los efectos más apreciables del desarrollo urbano se
registrarían en Asia (-4 por ciento) y Africa (-3 por ciento). Hay que señalar también que las nuevas
tecnologías y los nuevos estilos de vida pueden tener otros efectos sobre las necesidades nutricionales (por
ejemplo, podrían modificarse las normas tradicionales sobre la alimentación de las embarazadas y de los
lactantes). Sin embargo, no se han recogido datos sobre estos efectos a escala nacional.

3.39 Se ha llegado a la conclusión de que las consecuencias de la reducción del número de embarazos
(producido por el descenso de la fecundidad) sobre las necesidades energéticas de la población serían
insignificantes (Cuadro 7), y que supondrían una disminución del 1 por ciento aproximadamente en los países
en desarrollo. En caso de un fuerte descenso de la fecundidad, por ejemplo en Asia occidental, la reducción
podría llegar al 2 por ciento. Aunque en el presente documento no se hace ninguna distinción entre
embarazos, es necesario analizar más pormenorizadamente la cuestión de los embarazos de las
adolescentes.

3.40 En general, los factores que dan lugar a un aumento de las necesidades energéticas tienen una
repercusión mayor que los factores que dan lugar a una disminución. Los efectos acumulativos de los
primeros pueden hacer aumentar las necesidades energéticas más del 10 por ciento, mientras que en el
segundo caso, las necesidades energéticas nunca disminuyen más del 5 por ciento.

3.41 Un hecho que se debe destacar es que la modificación de la estructura por edades de la población puede
reducir las necesidades energéticas medias, al aumentar el porcentaje de personas de más edad. Por
consiguiente, el efecto combinado del envejecimiento y el desarrollo urbano reducirá las necesidades
nutricionales en Europa en un 2 por ciento.

3.42 Los cuatro efectos demográficos estructurales que se han analizado anteriormente actúan en sentidos
opuestos en los países en desarrollo, lo que contribuye a atenuar su repercusión final. Las tendencias de la
estructura por edades tienen siempre mayor repercusión que los demás efectos. Los efectos positivos del
aumento de la estatura sobre las necesidades energéticas de la población anulan los efectos negativos del
desarrollo urbano y de la reducción de la proporción de mujeres embarazadas en los países que tienen una
fecundidad elevada. Estos factores tienen el mismo efecto que la estructura por edades, que en Africa, por
ejemplo, es de +7 por ciento. Esto mismo sucede, aunque en mayor medida, en los países de Africa donde la
fecundidad es más elevada, por ejemplo los países que consumen yuca, ñame o colocasia, en los cuales los
efectos resultantes son también iguales a los de la estructura por edades, pero llegan a +8 por ciento.

Efecto total de los factores demográficos sobre las necesidades nutricionales mundiales
3.43 Salvo en los países desarrollados en su conjunto, los efectos del crecimiento demográfico sobre las
necesidades energéticas son más importantes que los efectos de los cambios en la estructura de la población
(Cuadros 7 y 8).

3.44 En los países desarrollados, el aumento del 4 por ciento de la población entre los años 1995 y 2050,
previsto en la variante media de las Naciones Unidas, compensa los cambios en la estructura de la población
(-2 por ciento).

3.45 El panorama es completamente distinto en los países en desarrollo, en los que el aumento de las
necesidades derivado del aumento de la población podrá ser de hasta el 95 por ciento, mientras que los
efectos de los cambios en su estructura apenas superarán el 3 por ciento.

3.46 Esto dará lugar a un aumento de las necesidades, a escala mundial, del 76 por ciento, del que un 74 por
ciento corresponderá al crecimiento demográfico y un 2 por ciento a los cambios en la estructura de la
población.

3.47 A nivel mundial, los efectos de los cambios demográficos hacen prever un aumento del 75 por ciento en
las necesidades energéticas. Esto no es sorprendente ni especialmente preocupante, pues la estabilización, o
incluso la regresión, de la producción agrícola total, o de la producción agrícola per cápita, en todo el mundo,
se debe a que los grandes exportadores de cereales frenan el aumento de la producción, que limita sus
posibilidades de expansión. Sin embargo, esta conclusión no figura entre las más importantes de este estudio.

Cuadro 8

3.48 Esta variación de las necesidades nutricionales como promedio oculta diferencias regionales muy
acusadas (Cuadro 8), (Figura 8). Las necesidades de los países de Europa disminuirán, y las de los países de
América del Norte aumentarán tan sólo un tercio. En cambio, es probable que en los países de Asia y
América Latina y el Caribe el aumento de las necesidades energéticas alcance el 69 y el 80 por ciento,
respectivamente. Por otra parte, según la variante media de las proyecciones de las Naciones Unidas, en
Africa se triplicarán las necesidades nutricionales entre 1995 y 2050 (Figura 8).

Figura 8
3.49 Las necesidades energéticas de los países que las cubren por medio del trigo, principalmente los países
árabes y en especial los de cuenca del Mediterráneo, aumentarán un 142 por ciento (Cuadro 8), (Figura 9,
Clase 3). Por tanto, estos países habrán de aumentar considerablemente las importaciones de cereales,
mientras sean solventes.

3.50 Previsiblemente, en Africa se agudizará el contraste entre los países que pertenecen a la Clase 3 y los
de las Clases 5 y 6. Los primeros tendrán que afrontar una duplicación de sus necesidades nutricionales, y en
los segundos las necesidades energéticas se triplicarán con creces a causa de los cambios demográficos. Los
países que consumen sobre todo mijo o sorgo (Figura 9, Clase 5) y aquellos que cubren la mayor parte de sus
necesidades nutricionales gracias a la yuca, el ñame, la colocasia o los plátanos registrarán aumentos del
243 y 251 por ciento, respectivamente (Figura 9, Clase 6).

Figura 9

La importancia crucial de un descenso de la fecundidad

Incertidumbre que suscita el supuesto de una tasa de fecundidad de 2,1 hijos por mujer

3.51 La variante media de las proyecciones de las Naciones Unidas ha permitido hasta el momento realizar
cálculos basados en la premisa de que la fecundidad tendería a estabilizarse en el nivel de reemplazo, esto
es, en 2,1 hijos por mujer. Como se ha mencionado anteriormente, esta hipótesis favorable a nivel mundial
está basada en la suposición de que un pronunciado aumento de la esperanza de vida, debido a la mejora de
las condiciones de vida y de la alimentación, se conjugará con un marcado descenso de la fecundidad. Es
poco probable que todos los países del mundo se ajusten a las proyecciones. En algunos de ellos, los
cambios se producirán más rápidamente que en otros.

Un supuesto alternativo, la estabilización de la fecundidad en 1,6 hijos por mujer

3.52 La estabilización del número de hijos en un nivel mucho menor que el de reemplazo influiría
notablemente en las necesidades nutricionales (Figura 7). En los países en desarrollo no se duplicarían (como
ocurriría en el caso de la variante media) sino que aumentarían tan sólo el 59 por ciento, y en Africa el
aumento sería del 165 por ciento (Figura 10). Pero no se modificarían sustancialmente las situaciones
extremas debidas a la ausencia o el retraso de la transición demográfica. Entre 1995 y 2050, las necesidades
energéticas de los países consumidores de mijo o sorgo, o de los países que consumen yuca, ñame,
colocasia o plátanos se triplicarían, mientras que con arreglo a los cálculos basados en la variante media se
incrementarían en un 250 por ciento (Figura 11, Clases 5 y 6). La magnitud del problema a que se
enfrentarían los países con un déficit de alimentos tan pronunciado seguiría siendo enorme. Lo esencial en
este caso es la modalidad del desarrollo. Ahora bien, si se adoptan las medidas oportunas, la población podría
aumentar de acuerdo con la variante baja de las Naciones Unidas, pues, como se indica en el Programa de
Acción (véase el párrafo 1.8), adoptado por la Conferencia Internacional sobre la Población y el Desarrollo
realizada en El Cairo en 1994 (Naciones Unidas, 1995c), existen estrategias que permitirían reducir el
crecimiento demográfico, sobre todo a largo plazo. Entre ellas hay que mencionar la salud reproductiva,
incluida la planificación familiar, que facilita también la consecución de la seguridad alimentaria y el
cumplimiento de los objetivos previstos en materia alimentaria.

Figura 10

Otro supuesto alternativo, la estabilización de la fecundidad en 2,6 hijos por mujer

3.53 Si por alguna razón se aplaza la transición demográfica, una proporción mucho mayor de países tendría
que hacer frente a problemas de dimensiones incomparables. Africa podría tener que afrontar un aumento de
sus necesidades energéticas de más del 250 por ciento (Figura 12). En los países consumidores de maíz, o
incluso en los que consumen arroz, sus necesidades podrían duplicarse, en los países consumidores de trigo
podrían triplicarse y en los países que consumen mijo, sorgo, yuca, ñame, colocasia o plátanos, se
multiplicarían por cuatro entre 1995 y 2050 (Figura 13, Clases 5 y 6). Esas hipótesis ponen de relieve la
importancia de aplicar plenamente el Programa de Acción de la Conferencia Internacional sobre la Población y
el Desarrollo (Naciones Unidas, 1995c; FNUAP, 1995).

Figura 11
Figura 12

3.54 También podrían registrarse desviaciones con respecto al supuesto medio. Por ejemplo, las estimaciones
sobre las tasas de fecundidad futura en Asia oriental son tan inciertas como las estimaciones del nivel de
fecundidad actual. Un elevado nivel de fecundidad en Asia oriental llevaría a duplicar nuevamente sus
necesidades energéticas, lo que exigiría otra revolución verde que tendría ante sí dificultades aún mayores,
dado que la revolución verde precedente ya se benefició de la asignación de las mejores tierras,
especialmente tierras de regadío.

Figura 13
3.55 Es posible que la transición demográfica se posponga en determinados países africanos, con
consecuencias que podrían resultar sumamente graves. Para hacer frente a la cuadruplicación de las
necesidades nutricionales que se ha mencionado anteriormente sería necesario que la infraestructura y el
contexto macroeconómico fueran completamente distintos, si los países no estuvieran en condiciones de
importar cereales.

3.56 Parece que la transición demográfica está teniendo lugar en Africa y es alentador observar que a pesar
de la pobreza y de las dificultades de muchos de los países afectados, los programas demográficos son
aceptados y se están difundiendo con rapidez. En las zonas pobres está produciéndose un descenso de la
fecundidad, aspecto en el que también incide notablemente la urbanización.

REDUCCIÓN DEL DÉFICIT DE NECESIDADES ENERGÉTICAS

3.57 No se dispone de información que permita predecir las tendencias dietéticas para el año 2050. No
obstante, a menos que se produzca una degradación ambiental notable y que la humanidad sea incapaz de
lograr el desarrollo preciso para satisfacer sus necesidades nutricionales, cabe esperar dos tendencias
básicas. La primera consistiría en un cambio de los suministros alimentarios disponibles para satisfacer las
necesidades energéticas de la humanidad. Esta tendencia se estudia en el presente capítulo. La segunda
tendencia consistiría en la diversificación de la composición de la dieta. Esto determinaría una serie de
cambios de los modelos dietéticos, en parte inducidos por la urbanización, y ayudaría a proporcionar a las
poblaciones importantes suplementos nutritivos (vitaminas, aminoácidos esenciales, etc.). Esta segunda
tendencia se abordará en el capítulo siguiente.

El aumento de los suministros de alimentos no puede considerarse la única solución al problema de la


alimentación

3.58 Es necesario subrayar un aspecto esencial: las proyecciones realizadas en el presente documento no
entrañan en modo alguno que el problema de la alimentación deba resolverse únicamente aplicando medidas
que permitan aumentar los suministros alimentarios per cápita. Al margen de la proyección del nivel de
suministros de alimentos que se adopte, estas medidas deben considerarse parte integrante de políticas
directamente encaminadas a atajar el problema de la alimentación en sus raíces: la pobreza, los aspectos de
ésta relacionados con el género, y la falta de acceso a los alimentos que sufren los pobres, tanto en las zonas
rurales como urbanas; esas dos políticas funcionan al unísono en países en los que la mayoría de los pobres
trabajan actualmente en el sector agrícola.
Suministros de alimentos complementarios en países en desarrollo para el año 2050

3.59 A fin de atender las necesidades energéticas medias, los suministros alimentarios en los países en
desarrollo deberán exceder considerablemente las necesidades energéticas en el año 2050. La demanda de
alimentos aumentará más, incluso, si la distribución interna es más equitativa. Asimismo, tomará en
consideración las pérdidas domésticas (debidas a la elaboración de los alimentos, al almacenamiento
doméstico de alimentos básicos, etc.).

3.60 ¿Cómo habría que evaluar, por tanto, el esfuerzo necesario? La FAO (1992) ha calculado el número de
personas que sufren de malnutrición en el mundo, combinando, en relación con cada país, los suministros
alimentarios medios, un indicador de distribución de alimentos y una evaluación de las necesidades mínimas.
Sin embargo, ese cálculo no proporciona información relativa al alcance de los déficit de alimentos de los
países en donde el hambre aún prevalece. Tampoco indica en qué medida se reduciría la proporción de
personas malnutridas si los suministros de alimentos se incrementaran en un 10 por ciento, un 20 por ciento o
un 30 por ciento. Es necesario, a efectos del presente estudio, indicar un orden de magnitud. No es una tarea
fácil, porque los dos factores principales que explican la diferencia entre las necesidades energéticas de las
poblaciones y los suministros de alimentos disponibles que precisan (las pérdidas entre el momento de la
compra y el consumo de los productos, y las debidas a las desigualdades en la distribución dentro de los
países) varían de forma considerable de un país a otro, según el nivel de pobreza.

3.61 Es sabido que las pérdidas entre el momento de la compra y el consumo pueden variar en gran medida
de un país a otro y entre un año y el siguiente. Se han calculado unas pérdidas de alrededor del 10 por ciento
cuando se almacenan reservas para prevenir la inseguridad. Las pérdidas de alimentos en el ámbito
doméstico se reducirán probablemente para el año 2050. Cabe esperar que mejoren los aparatos
electrodomésticos y que la regulación de los mercados haga innecesario que las familias tengan que
almacenar alimentos durante largos períodos.

3.62 Según la FAO (1992), cuando la distribución de alimentos es desigual, la proporción de la población que
sufre de malnutrición alcanza el 10 por ciento si los suministros alimentarios per cápita ascienden a
2 700 calorías, y entre el 15 y el 35 por ciento cuando los suministros alimentarios medios nacionales se
sitúan entre 2 200 y 2 500 calorías. Por consiguiente, para garantizar una seguridad total de los suministros de
alimentos, éstos deberían situarse por encima de las 2 800 calorías, tal vez entre 2 900 y 2 950 calorías si se
tiene en cuenta que en condiciones mucho mejores las pérdidas se reducirían considerablemente (quizás por
debajo del 5 por ciento). Este tipo de evaluación sólo podría realizarse sobre la base de información técnica lo
suficientemente fiable para eliminar todo riesgo de error.

3.63 Es de temer que en el 2050 persistan problemas de distribución. Lo cierto es que dichos problemas no se
han eliminado nunca por completo en las sociedades humanas. Cabe esperar que para el 2050, las
poblaciones hayan abordado esas desigualdades y las hayan reducido aún más. De ello depende la salud de
una gran proporción de la población mundial y la posibilidad de que pueda controlar su propio futuro.

3.64 Se da por supuesto que los países en desarrollo aumentarán sus suministros de alimentos hasta un 30
por ciento por encima de sus necesidades nutricionales, lo que crearía las condiciones para la reducción de la
malnutrición. Dado que en 1990 las necesidades medias de los países en desarrollo eran de 2 160
calorías/per cápita/día, los suministros de alimentos deberían alcanzar un mínimo de 2 808 calorías. Esta
estimación es mayor que la actual estimación de suministros alimentarios per cápita disponibles en el mundo
(2 700 calorías con arreglo a la estimación de la FAO correspondiente a 1988-90) y superior a las
necesidades energéticas medias proyectadas por la FAO para todos los países en desarrollo en el 2010
(2 730 calorías), pero inferior a las necesidades energéticas medias proyectadas por la FAO para el mundo en
su conjunto en el año 2010 (2 860 calorías). Para el año 2050 se ha adoptado también el supuesto de un
incremento del 30 por ciento en los suministros de alimentos.

3.65 Dichos ajustes se aplican pese a que los países interesados presentan diferencias considerables en lo
tocante al nivel de pérdidas de alimentos y al acceso a los alimentos. Dos razones, que están relacionadas
con la lógica que subyace al presente estudio, explican dicha elección. En primer lugar, esos incrementos de
los suministros alimentarios deben evaluarse en función de las necesidades medias de las poblaciones de
cada país. El método empleado para calcularlos debe ser el mismo para todos los países y no debe verse
influido por la falta de información sobre un país dado (especialmente respecto a la pérdida de alimentos y a la
desigual distribución de los recursos). El procedimiento no implica que el aumento de los suministros
alimentarios vaya a resolver el problema de la malnutrición. El verdadero reto es solucionar el problema del
acceso a los alimentos para los pobres. Pero como la mayoría de los pobres del mundo viven en zonas
rurales y se ganan la vida mediante la agricultura, el suplemento al que se alude es necesario.

Suministros de alimentos per cápita en el 2050 en los países en desarrollo al nivel proyectado para
Asia oriental en el año 2010

3.66 Si se establece un suministro de alimentos mínimo para los países más pobres, se incrementa
considerablemente el promedio de suministros per cápita en el mundo. Esto supondría un aumento mundial
del 14 por ciento entre 1995 y 2050. De esta forma, el promedio de suministros energéticos aumenta en un 18
por ciento en los países en desarrollo. En conjunto, dichos países alcanzarían el nivel de ingesta energética
proyectada por la FAO para Asia oriental en el año 2010 (FAO, 1995a), es decir, 3 040 calorías.

3.67 La magnitud del retraso que debe superarse depende de la situación actual y varía considerablemente
según la región. Supondría que aumentaran un tercio los suministros de alimentos en el conjunto de Africa,
pero por lo que respecta al Africa oriental, dicho aumento debería ser tan sólo del 50 por ciento. El aumento
de los suministros necesario es menor en Asia (14 por ciento) y en América Latina y el Caribe (8 por ciento).

3.68 Los países que consumen principalmente mijo o sorgo y los que consumen principalmente yuca, ñame,
colocasia o plátanos tendrían que aumentar los suministros de alimentos disponibles en un 40 por ciento. Este
hecho aumenta los problemas –ya considerables– a los que deben enfrentarse aquellos países en los que se
espera que se produzca un elevado crecimiento de la población.

Tendencias en los países desarrollados

3.69 No se dispone de más información sobre las tendencias futuras de las dietas de los países desarrollados
que sobre las relativas a los países en desarrollo.

3.70 En algunos países desarrollados, la ingesta energética es aún muy superior a las 3 500 calorías, lo que
da lugar a un aumento de los problemas de obesidad. Otras poblaciones están reduciendo su ingesta
energética, limitándola a 3 200 o incluso 2 900 calorías. Después de incrementarse durante una o dos
décadas, la ingesta promedio de calorías de las poblaciones de los países desarrollados podría situarse en
una cifra próxima a la de algunos países de Europa septentrional (3 000 a 3 200 calorías). La FAO (1995a)
proyecta asimismo un elevado promedio de ingesta calórica para el 2010, que cifra en 3 470. A falta de
información más detallada, en el presente estudio se da por supuesto que en los países en los que, en 1990,
los suministros superaban en más de un 30 por ciento las necesidades nutricionales proyectadas para el
2050, la ingesta calórica no variará entre 1990 y el año 2050 (3 400 calorías).

CÓMO SUPERAR LAS DEFICIENCIAS CUALITATIVAS

Cambios en los regímenes alimenticios

3.71 Las tendencias de las modalidades de alimentación están evolucionando actualmente en direcciones
opuestas. Los especialistas en nutrición han observado descensos considerables de las cantidades de
energía alimentaria consumida en algunos países desarrollados. En cambio, una parte importante de la
población mundial está diversificando su dieta, y podría continuar haciéndolo. Esta diversificación permite a
las poblaciones introducir componentes dietéticos indispensables para la salud tales como los aminoácidos,
las vitaminas y los micronutrientes. Tal es el caso de algunos grandes países como China y la India o algunas
subregiones, donde se está experimentando un crecimiento económico sólido y constante y cuya demanda
efectiva está aumentando. Dichas poblaciones constituyen una gran parte de la humanidad y su número sigue
incrementándose. Con toda probabilidad contribuirían a que continué esa tendencia y, a su vez, influirán en el
nivel de alimentos disponibles necesarios para proporcionar sustento a las poblaciones.

Cambios concretos de los hábitos alimentarios según el país

3.72 El crecimiento económico trae consigo cambios de las hábitos alimentarios. Con la introducción de la
carne, el pescado, la fruta y las verduras, las raciones de alimentos diarios han pasado a tener un menor
contenido de cereales. El consumo de carne no aumenta siempre que hay un incremento del consumo de
alimentos. Este hecho puede verificarse clasificando todos los países según la energía alimentaria disponible
y aislando tan sólo los dos deciles en relación con los cuales se ha incrementado más la disponibilidad entre
1962 y 1990, es decir, un incremento de 535 a 789 calorías por habitante en relación con el noveno decil
(promedio: 630 calorías) y una progresión de 814 a 1 629 calorías por habitante en relación con el décimo
decil (promedio: 995 calorías). De esta manera puede observarse que la carne, que oscila entre un 0,79 y un
56,56 por ciento, contribuye en grado muy diferente a esos aumentos, según los países. Además, los países
en los que la contribución de la carne es menor (entre 0,79 y 4,89 por ciento) son los que en 1962 tenían
menos alimentos disponibles que los países en los que la carne representa una proporción mayor que la dieta
(contribuciones cifradas entre el 5 por ciento y el 56,56 por ciento). La diferencia es de unas 350 calorías. Los
países en los que la carne representa un porcentaje menor (menos del 5 por ciento) son aquéllos en los que
los cereales aportan un mayor porcentaje y los cultivos destinados a la producción de aceite aportan el
porcentaje menor.

3.73 Esta demostrado que en los países donde el incremento de la ingestión energética fue elevada, la
estructura de consumo evolucionó de forma distinta según se tratara de países desarrollados o países en
desarrollo. Egipto, por ejemplo, pasó de 2 290 calorías en 1962 a 3 310 calorías en 1989, mientras que el
consumo de carne se duplicó prácticamente, pasando de 10 a 18 kilos por habitante al año, cantidad que
sigue siendo baja en comparación con la de los países desarrollados, donde el consumo de carne alcanza los
80 kg. El aumento de energía en los países en desarrollo se obtuvo principalmente por el incremento del
consumo de cereales.

3.74 La historia y la cultura tienen una gran influencia en las modalidades de la alimentación. La modificación
de la dieta depende de cambios económicos y del nivel de exposición de las sociedades a ideas, personas y
productos extranjeros. Cualquier predicción a largo plazo ha sido siempre arriesgada. En el presente
documento, por lo tanto, no se desarrolla una hipótesis sobre el consumo de alimentos en el año 2050.

3.75 No obstante resulta útil observar que la urbanización influye en las modalidades de alimentación
considerablemente. Las tendencias del consumo de alimentos se verán probablemente afectadas en gran
medida por los suministros que llegan a las ciudades. En ocasiones, resulta más fácil comprar alimentos en
los mercados de importación que en los mercados locales. La diversidad de los alimentos disponibles así
como las presiones sufridas por las mujeres a consecuencia de los cambios en el estilo de vida podrían tener
efectos importantes en las tendencias alimentarias ya que son las mujeres las que suelen decidir los alimentos
que se producen, compran y cocinan. Sería muy útil realizar estudios sobre la relación existente entre la
evolución de la situación de la mujer y la seguridad alimentaria para establecer políticas adecuadas. También
las condiciones del mercado influyen en las tendencias alimentarias. Por ejemplo, puede resultar menos
costoso pedir prestado para el corto período necesario entre la compra y la venta, que para períodos más
largos debido a los acuerdos a largo plazo realizados con los productores locales. Esto puede hacer aumentar
la importación de suministros de alimentos en lugar de producirlos localmente. Además los cambios en las
modalidades de alimentación de las poblaciones de los países en desarrollo estarán probablemente
vinculados al creciente número de granjas avícolas y de cría de ganado porcino de alto rendimiento.

Algunas consecuencias de las modificaciones de la estructura de los regímenes alimentarios

3.76 Como es obvio, en las necesidades energéticas de las poblaciones no influyen los cambios introducidos
en la estructura del régimen alimenticio. El número de calorías necesarias para satisfacer las necesidades
nutricionales puede obtenerse en una dieta rica en productos pecuarios en lugar de obtenerse mediante una
dieta rica en calorías de origen vegetal. Sin embargo, para obtener cantidades similares de ingesta energética,
una dieta rica en productos pecuarios exige la producción de más calorías de origen vegetal destinadas a
producir alimentos derivados de productos pecuarios.

3.77 El consumo de productos pecuarios significa una mayor presión sobre los recursos naturales. Dichas
presiones aumentan con mucha mayor rapidez que el consumo energético de la propia población, por lo cual
es necesario ampliar el alcance del estudio, calculando también el número de calorías de origen vegetal
necesarias para producir las raciones de alimentos. Lógicamente, la falta de datos hace difícil poder realizar
un estudio de ese tipo, pero es necesario tener una idea del ritmo en que se incrementarán las presiones
sobre los recursos naturales con la diversificación de los regímenes alimenticios.

3.78 Al tiempo que aumenta el valor energético de las raciones diarias de las poblaciones, aumenta también la
calidad de los productos y, simultáneamente, la demanda de los recursos naturales parece aumentar con más
rapidez que el consumo. Se trata de un fenómeno de difícil interpretación y el problema no puede abordarse
directamente en el presente documento. En cualquier caso los datos disponibles resultan insuficientes.

El papel de los productos pecuarios

3.79 La diversificación de las modalidades de alimentación hace que se incluyan productos de origen animal
en las raciones diarias, y la producción de ganado requiere grandes cantidades de calorías de origen vegetal.

3.80 Debido a la falta de información sobre la composición de las cabañas ganaderas de cada uno de los
países (especies y razas clasificadas por sexo, edad y peso), se han adoptado arbitrariamente la siguientes
tabla de correspondencia, basándose en los documentos de trabajo utilizados por la FAO; es decir, que se
necesitan:

 11 calorías de origen vegetal para producir 1 caloría derivada del vacuno;


 11 calorías de origen vegetal para producir 1 caloría derivada del ovino;
 4 calorías de origen vegetal para producir 1 caloría derivada del porcino;
 4 calorías de origen vegetal para producir 1 caloría derivada de las aves de corral;
 8 calorías de origen vegetal para producir 1 caloría derivada de la leche;
 4 calorías de origen vegetal para producir 1 caloría derivada de los huevos.

3.81 La base utilizada para los cálculos es discutible y estas cifras deberían considerarse estimaciones
aproximativas. Estas tablas de correspondencia varían según la constitución de los rebaños y los métodos
utilizados para la cría de ganado. Un hato de ganado vacuno criado sin prestar demasiada atención a la
productividad puede dar una relación de 50 o más calorías vegetales para producir 1 caloría animal. Es
probable además que haya descendido la media sobre todo para el ganado criado con métodos industriales,
que cada vez es más frecuente. Sin embargo, tal como se menciona, no se dispone de información
correspondiente a cada país y, de hecho, no existen estadísticas por países a este respecto. Los científicos de
la FAO no disponen de evaluaciones nacionales a partir de las cuales estudiar la nutrición animal.

3.82 Considerando las consecuencias que los cambios del régimen alimenticio tienen en la producción
agrícola, una estimación aproximada es mejor que ninguna. Es por lo tanto interesante, a efectos del presente
estudio, calcular el número de calorías necesarias para producir una determinada ración de alimentos y
evaluar el proceso de transformación de las calorías de origen vegetal en calorías consumidas.

3.83 Los resultados así obtenidos deberán interpretarse teniendo en cuenta los siguientes factores:

 el ganado de pasto se alimenta generalmente de calorías vegetales que los seres humanos no
consumen;
 el ganado de pasto tiene a menudo otros usos, en especial relacionados con la alimentación, y por lo
tanto son una reserva de seguridad;
 el ganado monogástrico como el ganado porcino o las aves de corral, pueden mejorar los alimentos
que consumen los seres humanos, y contribuir a aumentar el rendimiento técnico de aquéllos cultivos
de cereales que forman parte de la ingesta calórica de origen vegetal de los seres humanos;
 el ganado criado por métodos industriales intensivos puede asimismo mejorar otros subproductos.

3.84 La dificultad radica en evaluar la importancia relativa de esos efectos y las condiciones en que se
producen. Debe mencionarse aquí que la extensión de los pastizales para alimento del ganado vacuno,
realizado mediante la deforestación, puede provocar costos ambientales.

Repercusión sobre el nivel de energía alimentaria disponible necesaria

3.85 Las cifras que figuran anteriormente indican que la adición de cualquier cantidad de productos de origen
pecuario a las raciones alimentarias representa una demanda sobre los recursos naturales que es al menos
cuatro veces mayor que el nivel de energía que puede proporcionar. El resto del presente estudio está basado
en este tipo de observación.

3.86 Para que las observaciones anteriores sean completas debe señalarse que este método de cálculo de
las necesidades energéticas de origen vegetal no toma en consideración el pescado de agua salada o dulce ni
los alimentos productos de la acuicultura ni tampoco se tiene en cuenta la caza, ya que habría resultado difícil
cuantificar dichos productos.

3.87 Sería posible contabilizar los productos derivados de las actividades acuícolas, especialmente en sus
formas más intensivas en las que se usan alimentos artificiales para peces. Estas prácticas se emplean
particularmente en la producción china. Otros países en desarrollo no emplean en gran escala los
conocimiento especializados desarrollados en China. No obstante, estos factores no podrían medirse con la
información disponible.

Hipótesis sobre los cambios de alimentación introducidos en los países en desarrollo

Hipótesis sobre los cambios de composición en las modalidades de alimentación

3.88 No es posible efectuar ninguna proyección para una fecha tan distante como el año 2050, por lo cual se
puede aventurar solamente una hipótesis. En esta hipótesis se tienen en cuenta los problemas de la
urbanización que contribuyen a la diversificación de la alimentación e impulsan las importaciones de
suministros de alimentos de otros países. Se ha tenido en cuenta la relación entre el número de calorías de
origen vegetal necesarias para producir el aporte calórico de una ración alimentaria media, y el número de
calorías de dicha ración, por ejemplo 1 783 en 1990. Con el fin de simplificar esos cálculos, se da por
supuesto que todos los países que se encontraban por debajo de este nivel en 1990, lo alcanzarán para el
año 2050. De acuerdo con esta suposición, los países en desarrollo tendrán un régimen alimenticio que
contendrá las 5 477 calorías de origen vegetal necesarias para producir los distintos alimentos de esta dieta
más rica en productos pecuarios que la de 1990. Esta cifra es netamente superior que el número de calorías
de origen vegetal necesarias para cubrir las necesidades energéticas medias en todo el mundo (4 900
calorías en 1995). En el año 2050, con 5 477 calorías de ori-gen vegetal necesarias para producir 3 040
calorías consumibles, las poblaciones de los países en desarrollo tendrán una dieta similar a la de México en
1988-90.

Hipótesis sobre la estabilización de la composición de la alimentación

3.89 No se dispone de datos o análisis fiables que permitan establecer si la dieta media de un país contiene
todos los nutrientes necesarios para mantener la población en buena salud. No se puede citar ningún país
como modelo sobre estos temas. Por consiguiente, no es posible proponer metas para los países, por lo cual
se eligirá una hipótesis aproximada. A efectos del presente estudio, se supone que, dentro de los niveles
existentes de suministros energéticos, el actual nivel de diversificación del modelo mundial de alimentación
asegura la eliminación de graves deficiencias nutricionales. Así pues, dentro de la tasa media de conversión
de las calorías de origen vegetal en calorías consumidas (1 783 en 1990), se supone que la composición de la
dieta de cada país sería la misma en al año 2050 que lo era para la población mundial en 1990. Más allá de la
tasa de conversión media de calorías de origen vegetal en calorías consumidas, se supone que la
composición de la alimentación de cada país será constante entre 1990 y el año 2050, a menos que el nivel
energético de sus regímenes alimenticios aumente (tal como se indica en los párrafos 3.59 a 3.65). Tal como
sugerido para la ración energética, y debido a la falta de información más fidedigna, se puede suponer que las
poblaciones cuya relación entre calorías de origen vegetal necesarias y calorías consumidas por ración, sea
superior a 1 783 en 1995, no modificarán sus regímenes alimenticios de aquí al año 2050. Evidentemente la
situación es distinta para aquellos países cuyas necesidades energéticas en 1990 no eran un 30 por ciento
superiores a las necesidades que, según las previsiones, tendrán en el año 2050.

Resultados

La diversificación de la alimentación comporta un fuerte incremento de la cantidad necesaria de


calorías de origen vegetal

3.90 Por lo tanto, la hipótesis básica para el año 2050 es que todos los países tendrán acceso a una
alimentación que comporte una relación mínima entre las calorías de origen vegetal necesarias y las calorías
consumidas por ración media y habitante. Esta relación mínima es de 1 783, calculada a partir de las
observaciones hechas a escala mundial en 1990.

3.91 Ello comporta las siguientes consecuencias:

 La cantidad de calorías de origen vegetal utilizadas por país desarrollado se mantiene invariable. Esta
suposición puede no ser del todo exacta puesto que, en el futuro, probablemente esta cifra se
incrementará primero y descenderá posteriormente. Además, las cifras de las estimaciones hechas en
este caso son de distinta magnitud que las de otras estimaciones del presente estudio.
 En cambio, este objetivo comporta un incremento del 19 por ciento de las calorías de origen vegetal
disponibles en los países en desarrollo entre 1995 y 2050, lo que supone un incremento del 12 por
ciento a escala mundial.

3.92 La tasa de crecimiento varía considerablemente de una región a otra. En Asia es del 20 por ciento y en
Africa del 23 por ciento. Asimismo, varía de forma considerable dentro del continente africano. Por ejemplo, en
los países cuyas poblaciones consumen principalmente arroz, alcanza el 29 por ciento, y en aquéllos cuya
alimentación se basa en la yuca, el ñame o la colocasia, el 46 por ciento.

Las necesidades energéticas aumentan enormemente debido a la suma de los efectos de dos clases
de evolución de la alimentación (mayor contenido energético y diversificación social)

3.93 La repercusión de las dos tendencias que se han examinado, a las que se suman el incremento de las
necesidades calóricas per cápita y la diversificación de los regímenes alimenticios amplía considerablemente
los efectos de los cambios demográficos. Las poblaciones de los países en desarrollo podrían ser la causa de
un incremento medio del 28 por ciento de las calorías de origen vegetal necesarias para cubrir las
necesidades mundiales y de un incremento del 40 por ciento de sus propias necesidades.

3.94 Los efectos de estas dos posibles tendencias varían considerablemente de una región a otra. No tienen
ningún efecto en América del Norte y Europa, y tan sólo afectan en un 7 por ciento a América Latina. Sin
embargo, Asia tendría un aumento del 38 por ciento y Africa uno del 64 por ciento. Las poblaciones que
consumen yuca, ñame o colocasia deberán duplicar las calorías de origen vegetal necesarias para satisfacer
sus necesidades.

EFECTO GLOBAL DE LOS FACTORES DEMOGRÁFICOS, LAS NECESIDADES ENERGÉTICAS Y LOS


CAMBIOS EN LA ALIMENTACIÓN

Los factores demográficos tienen mayor importancia que los cambios de alimentación
3.95 En todos los países y regiones, las consecuencias de los cambios demográficos sobre las necesidades
energéticas son mucho más importantes que los cambios en los modelos alimentarios. Esto se debe en parte
a la prudencia con que se han hecho las suposiciones en el capítulo anterior. Los efectos de los cambios
demográficos sobre las necesidades de energía de origeVn vegetal, aumentan en los países que tienen una
elevada tasa de fecundidad, por ejemplo Africa, puesto que los factores de multiplicación son de 2,94 para
toda clase de efectos demográficos y de 1,64 para los efectos de los cambios en la alimentación. En los
países que registran los grados más altos de escasez de alimentos, cuyas poblaciones se alimentan sobre
todo a base de raíces o tubérculos, los factores son 3,51 y 2,04, respectivamente. También en estos países
los efectos demográficos tienen consecuencias más importantes que las modificaciones en la alimentación.

3.96 Los efectos de los cambios en la estructura de edad sobre las necesidades energéticas pueden parecer
insignificantes en comparación con los del crecimiento demográfico. En el caso de los países en desarrollo,
los aumentos respectivos del 3 por ciento para los primeros y el 90 por ciento para los últimos no son de la
misma magnitud (Cuadro 7). No obstante, no deben ignorarse los efectos debidos a los cambios en la
estructura de edades. Por ejemplo, el incremento de las necesidades generadas por este tipo de cambios que
se registrará hasta el año 2050 correspondería al los de añadir la superficie de Bangladesh a un nuevo país.
Además, estos efectos variarán de un país a otro y, en algunos casos, provocará un aumento de más del
8 por ciento de sus necesidades energéticas.

Cuadro 9

Cuadro 10

Cuadro 11

Algunas formas de establecer un equilibrio entre alimentos y población

3.97 Los efectos combinados de los cambios demográficos y las modificaciones en la alimentación sobre las
necesidades de energía de origen vegetal conducen a resultados cuya fiabilidad debe examinarse (Cuadros 9
a 11).

3.98 En la región de Asia y América Latina y el Caribe habrá que duplicar la energía de origen vegetal (la
energía de origen vegetal se multiplicará respectivamente por 2,34 y 1,92). Esto corresponde a una tasa de
crecimiento anual del 1,6 por ciento en Asia y del 1,2 por ciento en América Latina y el Caribe durante un
período de 55 años. Esta es la tasa de crecimiento de la producción de calorías de origen vegetal necesaria
para producir suministros de alimentos de origen vegetal o animal. Dichas tasas de crecimiento de calorías de
origen vegetal son más bajas que las de la producción agrícola derivadas de la revolución verde del Asia
productora de arroz, o de la introducción del maíz híbrido en América Latina. Un factor básico para mantener
el actual nivel durante 55 años en aquellas regiones cuyas infraestructuras son más favorables que en Africa,
será un avance más rápido en las investigaciones sobre nuevas variedades de cereales. Sigue por
demostrarse si estas tasas de crecimiento son sostenibles.

3.99 El incremento de la energía derivada de las plantas necesario para los alimentos, que se ha multiplicado
por cinco (exactamente por 5,14) en Africa y por siete (exactamente 7,17) en los países cuyo régimen
alimenticio se basa en la yuca, el ñame, la colocasia o los plátanos, tiene un significado completamente
distinto. Dicho incremento comporta unos índices de crecimiento anual del 3,0 por ciento y del 3,6 por ciento,
respectivamente, durante 55 años. Estos resultados indican un cambio radical en la escala de desarrollo.
Dicha tasa de crecimiento se acercará a la registrada en Asia oriental entre 1975 y 1990, que fue la mayor de
la historia en esa región: un 4,3 por ciento anual. Sin embargo, el contexto general de crecimiento económico
de Asia en esos momentos, creó una situación enormemente propicia al desarrollo rural. En el Africa
subsahariana la situación económica no es en absoluto tan favorable; el índice de crecimiento más alto
observado en la región durante un período de 15 años fue del 2,4 por ciento entre 1971 y 1990 (FAO, 1995a).

3.100 Este cambio de escala comporta la aplicación de medidas internacionales decididas para aumentar el
potencial nacional que permita la creación de una infraestructura básica, la aplicación de políticas agrarias y
políticas internacionales de suministros, adaptadas a este tipo de situación extrema. Ante esta amenaza, es
necesario señalar la ineficacia de las actividades nacionales e internacionales para luchar contra la pobreza,
ineficacia que ha sido la causa de los retrasos en la transición demográfica.

3.101 A este respecto, cabe señalar que la FAO ya anunció en 1980 que algunos países de estas regiones
corrían graves riesgos por lo que respecta a la seguridad alimentaria antes del año 2000 (FAO, 1982).
Algunos han experimentado ya graves conflictos étnicos y religiosos que probablemente se debieron en cierta
medida a la competencia por los recursos naturales. Estos países forman parte ahora de las regiones o
grupos de países señalados anteriormente, expuestos a graves riesgos a largo plazo, pero esta vez en mayor
escala. ¿Pueden evitarse los conflictos locales? ¿Pueden contenerse las migraciones internacionales? ¿Es
posible realmente seguir ignorando el grave riesgo que significan estos graves desordenes sociales para
subregiones enteras? La consecuencia lógica de la falta de capacidad para importar alimentos sería una
solución absurda a los problemas demográficos, a saber: incremento de la mortalidad, que es lo contrario de
lo que persiguen las Naciones Unidas.

La decisiva importancia del nivel de las tasas de fecundidad

3.102 La estabilización de la tasa de fecundidad en 1,6 (variante baja de las Naciones Unidas), 2,1 (variante
media) o 2,6 niños por madre (variante alta), significaría que en el continente africano la energía de origen
vegetal debe multiplicarse por 4,5 ó 6. Las poblaciones que consumen sobre todo yuca u otras raíces o
tubérculos deberían multiplicar las actuales cantidades de energía de origen vegetal disponible por 6,0, 7,2 ó
incluso 8,4.

3.103 Estas perspectivas de presión sobre los recursos pueden hacer que se llegue a la conclusión
apresurada de que, por mucho que se reduzca el nivel de fecundidad, no existe solución posible. Se quiere
hacer hincapié en que esta observación es contraria a toda lógica.

3.104 Es cierto que estos resultados muestran la inercia de los fenómenos demográficos y sus efectos de
transmisión de unas generaciones a otras: la elevada fecundidad de una generación determina el número de
mujeres en edad de procrear de la generación siguiente, unos 15 ó 20 años más tarde, y comporta un número
mínimo de nacimientos en esta segunda generación, aun suponiendo que la fecundidad se reduzca. Por este
motivo, en el Cuadro 8 figuran las consecuencias de los cambios demográficos sobre la demanda creciente de
energía alimentaria en condiciones de fecundidad alta y baja, a pesar de que estos casos hipotéticos
extremos serían meramente teóricos si se aplicaran a escala mundial.

3.105 No obstante, es necesario afrontar los hechos: la reducción de las tasas de fecundidad hace que los
cambios económicos necesarios parezcan menos ilógicos y entren en la esfera de lo posible. Por lo tanto, en
el caso de Africa, a cada descenso hipotético de la fecundidad corresponde un modelo de desarrollo y una
tasa de crecimiento diferentes. Esta tasa de crecimiento se refiere a la producción de calorías de origen
vegetal necesarias para la producción de suministros de alimentos, y llegaría a ser en cada caso del 2,6, 3 y
3,3 por ciento al año a lo largo de 55 años. Cada uno de estos valores supera la tasa máxima de producción
agrícola registrada entre 1971 y 1990 en el Africa subsahariana (2,4 por ciento), pero sigue siendo menor que
la tasa máxima registrada en el Asia oriental durante el mismo período (4,3 por ciento). No obstante, esta
zona de Asia registra la mayor densidad de población del planeta y dispone de más infraestructura básica
modernizada y de un mayor grado de desarrollo de los recursos humanos (por lo que respecta a la
alfabetización); el contexto general del desarrollo es más dinámico que en Africa. La situación parece más
grave en los países cuyas poblaciones consumen yuca, ñame, colocasia o plátano, porque el incremento de la
energía de origen vegetal necesaria llegará a alcanzar niveles de 3,3, 3,6 y 3,9 por ciento al año,
respectivamente, índices de crecimiento que se acercan al máximo alcanzado en el Asia oriental.
Probablemente será muy difícil, quizás imposible, lograr estos objetivos en la situación económica y
estructural en la que se encuentra Africa actualmente.

3.106 El retraso de la transición demográfica en Africa, y por lo tanto de su desarrollo, explica los diferentes
resultados con respecto a los obtenidos en Asia oriental. Esta región es la más poblada del planeta, donde la
situación alimentaria seguirá siendo un problema en el año 2010 y donde el crecimiento de la producción
agrícola debería mantenerse a un ritmo del 2,2 por ciento anual hasta el año 2010. Es por lo tanto evidente
que, en el caso de Africa, se está ante una situación grave, que pondrá a prueba su capacidad de desarrollo
sostenible.

3.107 La racionalización de las opciones presupuestarias y la prioridad otorgada a los problemas urgentes de
seguridad alimentaria explican por qué las fuertes inversiones en investigación agrícola se han centrado sobre
todo en regiones de alta densidad de población (especialmente en aquellas donde se cultiva el arroz).
Actualmente los esfuerzos deben orientarse hacia las regiones donde la agricultura se ha descuidado y se
necesitan urgentes inversiones debido al rápido crecimiento de la población. Estas regiones contienen ya el
mayor número de pobres del mundo y las inversiones deberían dedicarse a cultivar raíces, tubérculos y
legumbres que proporcionen el contenido proteínico indispensable para poblaciones que consumen poca
carne, o sobre todo plátanos. No obstante, estos cambios técnicos probablemente no sean suficientes. Será
necesario aunar todos los factores necesarios que influyen en las infraestructuras para conseguir el desarrollo
de estos países.

MÁS ALLÁ DEL PRESENTE ESTUDIO: NECESIDAD DE INFORMACIÓN

3.108 Es necesario ir más allá del presente estudio. A lo largo de todo del documento se ha señalado el
problema de la insuficiencia de datos, estimaciones e información.

3.109 La mejora más importante es el análisis de los efectos que los límites de los recursos disponibles (en
recursos humanos, tierras y agua) tendrían sobre las distintas hipótesis de productividad de los factores del
desarrollo rural. Para ello cada país tendría que contar con la información necesaria para analizar todos los
factores de influencia mutua: población, capacitación básica, capacitación profesional, situación alimentaria,
evaluaciones cualitativas y cuantitativas de los recursos naturales renovables de que se dispone,
infraestructura, vegetación, etc.

3.110 La tecnología necesaria para llevar a cabo dichos estudios está avanzando rápidamente. Los datos
disponibles han aumentado enormemente. Las técnicas de compilación de datos también han cambiado. Por
ejemplo, la teledetección permite obtener una cantidad considerable de información geográfica y sobre la
población que puede resultar útil a este respecto.

3.111 Las técnicas de análisis han mejorado. Los estudios sobre interrelaciones han proliferado a escala local
en forma de estudios experimentales, especialmente en lo que respecta a estudios sobre la relación entre los
cambios de la cubierta vegetal y las variaciones demográficas. Dichos estudios podrían servirse de la
teledetección.

Información insuficiente sobre los principales factores que determinan la seguridad alimentaria

3.112 No obstante, actualmente los datos y análisis suelen ser incompletos. No se conocen bien los
elementos determinantes de la mortalidad, sobre todo la relación entre desnutrición y mortalidad. No se ha
estudiado suficientemente la interacción entre la disponibilidad y utilización del agua y la mortalidad. Con
frecuencia, la calidad de las estimaciones de la fecundidad es insuficiente. Además, no se han establecido
claramente los elementos determinantes del descenso de la fecundidad. La situación en cuanto a la
compilación de datos es alarmante. En muchos países no se avanza en los registros y la calidad de las
estadística demográficas. Con frecuencia, la evaluación de la estructura socioeconómica de las poblaciones
es deficiente y el número de personas activas en la agricultura o la pesca sólo se conoce por estimaciones
aproximadas.

3.113 Desde una perspectiva agrogeográfica, la situación no es tan buena como en 1980, año en que se
realizó el estudio agrodemográfico de la FAO (1982), ya que la ampliación de los datos geográficos basados
en las condiciones de los suelos y la mejora de su calidad han sido mínimas. Todavía no se ha determinado la
cubierta vegetal a escala mundial. Existen todavía lagunas importantes en los datos relativos a los recursos
agrícolas, la utilización de la tierra por zonas agroecológicas, el estado de deterioro de las tierras de regadío,
los daño que la erosión provoca en las zonas de secano, así como datos cuantitativos y cualitativos sobre los
recursos hídricos. Debido a esta falta de información sobre la situación actual, es difícil determinar las
tendencias en la degradación, el mantenimiento y el mejoramiento de los recursos agrícolas.

3.114 Son también insuficientes los conocimientos sobre las condiciones ambientales y resulta inexacta la
información disponible relativa a los efectos de la humanidad sobre el estado actual de la fotosíntesis del
planeta, los datos decisivos sobre la densidad máxima de población que permiten las distintas regiones, los
efectos de la intensificación de la agricultura en el clima, los cambios de la diversidad genética, etc.

3.115 Todas estas cuestiones son fundamentales para determinar el estado y la evolución de los recursos
naturales y señalar qué factores son necesarios para establecer las condiciones del desarrollo sostenible
(FAO/UNESCO/OMM, 1977; UNESCO, 1985a, 1985b; CMMAD, 1977).

No existen suficientes estudios sobre las interacciones

3.116 Los estudios sobre la relación entre los distintos factores que afectan a la producción agrícola son con
frecuencia inexistentes. A continuación se dan algunos ejemplos relacionados con los fenómenos
demográficos.

 Con frecuencia se afirma que la urbanización favorece la productividad. Probablemente, la


concentración de recursos y las economías de escala, permiten unas condiciones de inversión en la
producción que no serían posibles de otro modo. Es preciso aclarar este tipo de interacción entre la
concentración demográfica y la productividad agrícola.
 Se está mal informados sobre las relaciones entre el crecimiento demográfico, la explotación de la
tierra y la productividad de la agricultura en los países en desarrollo, incluidos los datos relativos a las
diferencias por razón de sexo, como los cambios en los hogares encabezados por mujeres y las
diferencias en la migración (Boserup, 1965, 1985; Jolly y Torrey Boyle, 1993).
 Las posibilidades de alcanzar un desarrollo sostenible dependen especialmente del horizonte temporal
necesario para lograr una transición demográfica que a su vez se consigue en parte gracias al
desarrollo. Pero se carece también de información sobre las relaciones existentes entre el crecimiento
demográfico, el desarrollo y la situación de los recursos naturales que pongan de relieve el efecto del
tiempo (el tiempo para crear infraestructuras de desarrollo, programas de educación y capacitación,
fundar cooperativas, establecer sistemas de crédito, adaptar las variedades de animales y vegetales a
las condiciones locales, etc.).
 ¿Qué necesidades surgen al examinar el ritmo al que se producen y se difunden las innovaciones
técnicas en la agricultura?
 Es importante averiguar con qué rapidez se producían los cambios tecnológicos en el pasado, si ahora
se producen a una velocidad más lenta, igual o mayor en sectores fundamentales, si su ámbito de
aplicación se ha ampliado o reducido, o si se llegará al límite de los cambios tecnológicos que pueden
esperarse, por ejemplo en la ingeniería genética. Esta investigación acerca del ámbito y del ritmo con
que se producen las innovaciones tecnológicas es de capital importancia para el futuro de la
productividad agrícola.

REPERCUSIONES POLÍTICAS DE LOS CAMBIOS EN LAS NOVEDADES SOBRE AGRICULTURA Y


ALIMENTACIÓN

3.117 El objetivo del presente documento es describir ampliamente las tendencias de las necesidades de
energía y de los suministros de alimentos necesarios para cubrir tales necesidades. No se pretende proponer
soluciones políticas o económicas a los problemas enunciados. No obstante, es importante exponer algunas
de las repercusiones políticas de las tendencias señaladas.
3.118 Algunas regiones del mundo –y por ende toda la humanidad– tendrán que hacer frente a un verdadero
problema social y económico debido a su retraso en el desarrollo y a la consiguiente lentitud en la transición
demográfica.

3.119 Quienes están amenazados son los más débiles y los menos capaces de hacer frente a las dificultades.
Son los que apenas (o en absoluto) han comenzado la transición demográfica y sufren de escasez de
alimentos y de continuas altas tasas de mortalidad. Estas poblaciones tienen que hacer frente a tremendas
dificultades para romper el círculo vicioso de pobreza, tasa de fecundidad y tasa de mortalidad altas. Por
ejemplo, para escapar de la pobreza, es frecuente que resulte irresistible la tentación de emigrar. Además de
los problemas éticos que ello supone, el éxito o el fracaso de estas poblaciones tendrán una repercusión
regional y mundial.

Un problema que podría resolverse a través de la producción agrícola mundial

3.120 El descenso de las tasas de crecimiento de la producción agrícola observado desde mediado de los
años ochenta, se debe exclusivamente a una menor producción de los principales exportadores netos de
cereales. Este hecho no hizo que se elevaran los precios mundiales, que de hecho han descendido. Por lo
tanto no puede interpretarse como un presagio de escasez de alimentos, o como algunas limitaciones de la
producción alcanzada debido a las condiciones ambientales que regulan las actividades agrícolas. Con el
ritmo de producción observado se podrá hacer frente a la reciente demanda efectiva. El descenso de la
producción puede explicarse en su mayor parte por el retraso del crecimiento de la producción por parte de
algunos de los principales países exportadores, con el fin de evitar un descenso de los precios que podría
resultar de la insuficiencia de las ventas y de la acumulación de los excedentes.

3.121 Por lo tanto, un problema importante es el lento crecimiento de la demanda efectiva, en otras palabras,
el tema de la pobreza. Se observa entonces que las tendencias de los grandes países exportadores provocan
limitaciones en el aumento de los alimentos disponibles por habitante en un contexto social donde más de
800 millones de personas deberían poder consumir más para satisfacer sus necesidades energéticas, pero no
cuentan con los ingresos necesarios para comprar más alimentos. La pobreza actúa como freno sobre la
demanda y, por ende, sobre la producción de alimentos. Los mecanismos de producción agrícola del mundo
son plenamente capaces de aumentar la cantidad de alimentos pero, para que esto suceda, debe aumentar la
demanda. Al mismo tiempo, es también importante contener el crecimiento de las necesidades de energía
alimentaria mediante la desaceleración del crecimiento demográfico.

3.122 El desarrollo es, por encima de todo, un aumento de la demanda de los consumidores. El desarrollo
económico, al menos en sus fases iniciales, descansa sobre todo en el aumento de la demanda del
consumidor interno y especialmente en el crecimiento de la producción necesaria para cubrir dicha demanda.
Depende sólo de manera marginal del desarrollo de las exportaciones, sobre todo cuando existe malnutrición
crónica (Asia oriental, Asia meridional, Africa subsahariana, etc.).

3.123 El aumento del consumo interno depende considerablemente del continuo descenso de los precios
reales de los alimentos y, para que esto suceda, del continuo apoyo de los gobiernos y de la comunidad
internacional al desarrollo agrícola sostenible. Este esfuerzo requiere unos estímulos suficientemente fuertes
en los diferentes factores de la producción (recursos humanos, tierra y agua) para generar aumentos
significativos de los ingresos y un incremento de la demanda efectiva, además de políticas destinadas a
promover la salud, la nutrición y la educación de toda la población. En el contexto de la malnutrición, dichas
inversiones en los factores de producción podrían dar altos rendimientos (Rosegrant et al., 1995).

3.124 La agricultura sigue siendo la primera actividad del mundo en desarrollo. La población activa agrícola ha
dejado de ser la mayoría de la población económicamente activa desde 1980-84, pero sí constituye la mayor
parte de la población activa de los países en desarrollo (más del 55 por ciento) (FAO, 1993a). Con el
crecimiento demográfico, sigue aumentando la población del mundo en desarrollo, que ha superado los
1 000 millones desde 1980.
3.125 Además, la gran mayoría de la población más empobrecida del mundo habita en las zonas rurales y
trabaja la tierra (Banco Mundial, 1990). La población rural de los países en desarrollo se estimaba en 1995 en
3 100 millones de habitantes.

3.126 Esto significa que, para la mayor parte de la población del mundo en desarrollo, la agricultura aporta a
la vez alimentos para la familia y los ingresos necesarios para comprar los artículos básicos que la población
no puede producir por sí misma.

3.127 El crecimiento de la población agrícola es un medio fundamental para combatir la pobreza. Resulta
sabido que las personas deben cubrir las necesidades nutricionales básicas que les permitan mantener un
nivel mínimo de actividad, lo que constituye una condición que rige la capacidad de las poblaciones para
controlar su destino. También es evidente que, mientras los países en desarrollo dependen fuertemente de la
agricultura, la lucha contra la pobreza dependerá del aumento de la producción de alimentos y de la
productividad agrícola, así como de la capacidad de las mujeres para producir alimentos en mejores
condiciones. La lucha contra la pobreza y los esfuerzos por aumentar la producción de alimentos no pueden
separarse a este nivel del desarrollo, en el cual la agricultura desempeña el papel principal.

3.128 Sigue siendo accesible una mayor capacidad para intensificar la producción agrícola. Como
consecuencia de la insuficiencia de nuestros métodos para prever los cambios y las innovaciones
tecnológicas, cualquier proyección que se intente establecer en esta esfera será incierta. En el pasado, este
hecho ha provocado a menudo una infraestimación sistemática de los aumentos de productividad.

3.129 Para el año 2010 la producción de cereales aumentará probablemente en un 40 por ciento (FAO,
1995a). Los rendimientos medios de los tres cereales principales (arroz, trigo y maíz) podrían aumentar
considerablemente entre 1988-89 y el año 2010 (36, 42 y 39 por ciento, respectivamente). Se puede por lo
tanto prever un aumento anual de los rendimientos de cereales de más del 1,5 por ciento.

3.130 Los factores que desempeñarán un importante papel al respecto son los siguientes:

 La investigación se ocupará de desarrollar el rendimiento de los cultivos que hasta ahora se han en
parte descuidado.
 Los estudios sobre las variedades mejoradas del mijo y el sorgo deberán ocuparse también de las
variedades cultivadas en climas desfavorables. En este caso, la estabilización de los rendimientos
sería más importante que el aumento de rendimientos máximos.
 Habría que realizar investigaciones sobre las raíces, los tubérculos y los plátanos (Griffon, 1995).
Estos cultivos seguirán siendo importantes para cubrir las necesidades energéticas de extensas
poblaciones, sobre todo en el Africa subsahariana y en algunos países de América Latina y el Caribe,
donde la desnutrición es muy grave. El principal problema para cultivar raíces y tubérculos es
mantener las plantas libres de enfermedades. Los esfuerzos realizados para desarrollar cultivares
mejorados de estas plantas han sido insuficientes.
 Los rendimientos medios podrían aumentar si se dedicara al cultivo de regadío una mayor proporción
de tierra agrícola, incluso sin aumentar los rendimientos de los cultivos de regadío o de secano.
 El aumento de los rendimientos en todo el mundo procederá básicamente de los rendimientos de
aquellos países a los que corresponde la media de la producción mundial. Ni los países con mayores
rendimientos ni los que obtienen rendimientos más bajos influirán mucho al respecto.
 En su mayor parte, el aumento de los rendimientos se derivará de la mejora de los cultivares. Las
investigaciones se orientan a aumentar al máximo los rendimientos y a reducir la diferencia entre los
rendimientos máximos y la producción efectiva en las fincas. Las modernas variedades de cultivos han
desempeñado un papel cada vez más importante: del 30 al 74 por ciento en el caso del arroz en los
países en desarrollo, y del 20 al 70 por ciento en el caso del trigo (excluida China) entre 1970 y 1990
(FAO, 1995a). También contribuirá a ello la protección contra las plagas (FAO, 1993b). Estos temas se
examinarán en el marco de los documentos No 6 y 9 de la CMA, titulados
respectivamente Enseñanzas de la revolución verde: hacia una nueva revolución verde y La función de
la investigación en la seguridad alimentaria y el desarrollo agrícola a nivel mundial. Resulta por lo tanto
imprescindible adoptar métodos modernos de producción.
3.131 El uso eficaz de los fertilizantes es otro factor importante para aumentar los rendimientos (Treche,
1995). Es difícil prever el futuro desarrollo de este sector. Sin embargo, el estudio de tales cuestiones resulta
fundamental dada la cuantía de las inversiones realizadas y las cuestiones conexas sobre los costos de
producción, transporte etc. En muchos países en desarrollo, se aplican cantidades insuficientes de
fertilizantes, lo cual provoca la degradación de la tierra. Habría que tener en cuenta el hecho de que la
rehabilitación es una labor muy costosa y larga. Uno de los problemas pendientes es la intensificación de la
agricultura en un contexto de subsistencia.

3.132 Estas afirmaciones no deben llevar a la conclusión de que los mejoramientos genéticos constituyen una
panacea. Son también pertinentes algunas características fundamentales del desarrollo rural de los países de
la Clase 6 (yuca, ñame, colocasia y plátano). Estos países tienen en general importantes reservas de tierras
húmedas donde se pueden extender los cultivos. A este respecto hay que tener en cuenta que la calidad del
suelo puede constituir un problema grave. Algunos de estos países, por ejemplo el Congo, tienen una
población muy reducida y, en estas condiciones, la extensión de los cultivos de raíces y tubérculos puede
constituir una solución para su situación alimentaria (Lee et al., 1988). Hay que señalar que el cultivo de la
yuca no requiere un elevado grado de tecnología, pero que el cultivo del ñame, practicado sobre todo en
Nigeria, requiere una mayor capacidad tecnológica. Además, las reservas de tierra en países como Camerún,
Gabón, Côte d’Ivoire y Togo son limitadas, y por lo tanto, es necesario elevar los rendimientos. Por último,
Rwanda y Burundi se enfrentan con una situación diferente debido a la fuerte presión que ejercen sobre sus
recursos naturales. Estos dos países satisfacen una gran parte de sus necesidades energéticas con las raíces
y los tubérculos, pero complementan su dieta eficazmente con legumbres ricas en proteínas. Por lo tanto,
estos países necesitan aumentar la productividad de cada uno de los factores de producción (mano de obra,
tierra y agua).

3.133 Se dispone todavía de una considerable proporción de tierra de secano explotable. Muchos países en
desarrollo cuentan todavía con una importante cantidad de tierra sin explotar disponible que está bien
adaptada para los cultivos de secano. La tierra disponible es aproximadamente equivalente a la superficie ya
cultivada (más de 700 millones de ha). Estas tierras no incluyen zonas habitadas, ni bosques, ni zonas
protegidas y, para habitarlas, se necesitarían grandes movimientos de población.

3.134 Este tipo de tierras se encuentran sobre todo en el Africa subsahariana y, en menor medida, en Asia
oriental (a excepción de China), en América Latina (que cuenta con una gran extensión de tierra forestal de
reserva) y en menor grado el Asia meridional. Sin embargo, hay que tener asimismo en cuenta que los
bosques desempeñan un papel que puede ser importante en cuanto aumentan los ingresos agrícolas.
Parecería que estas tierras no tienen sin embargo una gran fertilidad natural y que los programas de
colonización destinados a las nuevas tierras en los últimos años nunca han absorbido grandes grupos de
población rural en exceso. Además, parte de estas tierras se utilizarán para el asentamiento de nuevas
poblaciones. Según la FAO, en el año 2010 el aumento de las tierras de labor cultivadas no sobrepasará
probablemente el 12 por ciento.

3.135 El futuro desarrollo depende en gran parte de la difusión de los conocimientos técnicos. La aceleración
del desarrollo rural dependerá en gran parte de la difusión de las técnicas de cultivo y de la distribución a bajo
costo de cultivares mejorados. Esto se aplicará sobre todo a países que poseen sobre todo tierra de labranza
y donde la tierra disponible es más escasa. Los factores que estimulan esta difusión son una buena
infraestructura, acceso a los mercados y competencia en el costo de la mano de obra.

La función desempeñada por los recursos humanos

3.136 En el presente documento no se incluyen los factores que influyen en el desarrollo, como creación de
infraestructura agrícola, políticas de suministro de insumos, métodos de protección, políticas de extensión y
capacitación, reglamentación del mercado agrícola, desarrollo de los servicios bancarios e infraestructura
política y crediticia.

3.137 Sin embargo, resulta necesario señalar el hecho de que, una vez aumentada la productividad como
resultado de los mayores insumos y mejores cultivares, la lucha continua por aumentar la productividad
depende cada vez en mayor medida de los recursos humanos. Solamente reconociendo el valor del desarrollo
de los recursos humanos puede tener éxito esta búsqueda de la productividad. Para mejorar las condiciones
de salud, la situación nutricional y aumentar el nivel de alfabetización de las poblaciones, hay que introducir
actividades tales como la capacitación profesional y la integración de las poblaciones agrícolas en el proceso
de desarrollo.

Respuestas holísticas a los problemas planteados

3.138 En el presente documento se considera que las poblaciones están integradas por individuos que no
solamente tienen características de fecundidad, mortalidad o migración a ciertas edades, sino que también
tienen necesidades de energía alimentaria y de regímenes alimenticios que cambian con el tiempo. Desde
esta perspectiva es suficiente plantear problemas sobre estrategias de desarrollo, considerando la magnitud
de los problemas demográficos directos, sobre todo debido al crecimiento demográfico, y los problemas
demográficos indirectos de factores tales como las modalidades de alimentación. Es cierto que en todos los
niveles hay que adoptar estrategias holísticas en lugar de estrategias sectoriales aisladas. Se pueden resolver
los problemas, pero no si se aplican las políticas demográficas o agrícolas sin tener en cuenta cada uno de
ellos. Es preciso adoptar urgentemente una sinergia planificada de estos sectores. Para actuar de forma más
eficaz, en los programas demográficos hay que tener en cuenta la seguridad alimentaria y las circunstancias
biofísicas, sociales, económicas e institucionales de las poblaciones rurales que pueden influir en su
comportamiento demográfico. Las estrategias agrícolas pueden ser facilitadas o entorpecidas según las
características y tendencias demográficas de las poblaciones a las que están destinadas. En este documento
se subraya con frecuencia la magnitud de los problemas: para ser eficaces, los encargados de adoptar las
decisiones tendrán que aplicar soluciones que sean realmente coherentes con las magnitudes señaladas. Por
último, dada la inercia de los factores demográficos, y los distintos marcos cronológicos necesarios para el
desarrollo agrícola y humano, el tiempo es un factor fundamental. El punto crucial de la cuestión es encontrar
y aplicar soluciones en las que se combinen las magnitudes en relación con los problemas del tiempo.

4. Conclusiones

4.1 Al final del segundo milenio el mundo heredará una situación alimentaria de carácter muy diversificado.

4.2 Se puede hacer el siguiente resumen del aspecto positivo de la situación: después de un déficit
alimentario muy agudo registrado en 1962, Asia ha mejorado continuamente su tasa de cobertura de las
necesidades energéticas mediante sus propios suministros de alimentos y está alcanzando la situación de
América Latina donde, después de un período de aumento de la cobertura, se observa una tendencia a la
estabilización.

4.3 Con respecto al aspecto negativo de la situación, Africa no ha logrado mejorar su situación alimentaria.
Además, algunos países que consumen sobre todo yuca, ñame o colocasia, han sufrido un agudo
empeoramiento de la misma. La transición demográfica de Africa facilitaría el proceso de alcanzar la
seguridad alimentaria. En tal caso, la tasa de crecimiento anual de energía de origen vegetal sería del 2,6 por
ciento en la variante baja, en lugar del 3,3 por ciento en la variante alta, según las proyecciones sobre
población de las Naciones Unidas.

4.4 Hacia el año 2050, las necesidades de energía de los países en desarrollo aumentarán debido al
crecimiento demográfico y también, en menor grado, como consecuencia de un cambio de estructura. El
envejecimiento de la población y el aumento de su altura física como consecuencia de una mejor nutrición son
factores que influyen en el aumento de las necesidades energéticas, mientras que el descenso de la
fecundidad y el aumento de la urbanización reducen esas mismas necesidades. Como consecuencia de lo
anterior, para el año 2050, las necesidades de energía se multiplicarán por dos en los países en desarrollo en
su conjunto (y por más de tres en el Africa subsahariana).

4.5 Los países en desarrollo tendrán que complementar su dieta a fin de crear las condiciones previas
necesarias para eliminar la desnutrición crónica. Debido a las diferencias en la distribución de alimentos
dentro de los países, este proceso podría requerir un aumento del 30 por ciento en Africa (40 por ciento para
las poblaciones subsaharianas), 15 por ciento en Asia y menos del 10 por ciento en América Latina.

4.6 Para que las dietas sean equilibradas (aminoácidos, vitaminas y nutrientes), hay que diversificarlas. Por lo
tanto, Africa tendría que aumentar en otro 25 por ciento la energía de origen vegetal (46 por ciento para los
países que consumen sobre todo raíces y tubérculos) y Asia en un 21 por ciento.

4.7 En total, los países en desarrollo tendrían que aumentar su energía de origen vegetal en un 174 por
ciento, lo que significa que, si bien en los países de América Latina y Asia se debería duplicar
aproximadamente la energía de origen vegetal, Africa tendría que multiplicarla por cinco, y por siete en los
países que consumen sobre todo raíces y tubérculos.

4.8 Si bien en el caso de Asia o América Latina tal perspectiva significa una tasa de crecimiento de la
productividad más baja que durante los últimos 15 años, Africa tendría que acelerarla.

4.9 El cambio climático podría constituir un factor crucial para la producción de alimentos en el futuro. Este
complejo asunto creará nuevos problemas para satisfacer las necesidades humanas de energía alimentaria e
introducir cambios en su régimen alimenticio y podría modificar las patologías de las plantas, los animales y
los seres humanos, así como la distribución y situación de los asentamientos humanos.

4.10 Donde la tierra escasee, los aumentos de productividad se conseguirán en su mayor parte recurriendo en
mayor medida a los recursos naturales y al desarrollo de las capacidades humanas. Debido a su actual nivel
de educación, muchos países de Asia parecen estar bien preparados para cambiar el tipo de desarrollo. En
cambio, el actual nivel de desarrollo de la infraestructura económica y de los recursos humanos, constituirá
una grave desventaja en el caso de Africa, que se enfrentaría por lo tanto con el obstáculo de mejorar sus
recursos humanos y su infraestructura al mismo tiempo que tendría que hacer frente a una difícil situación. Al
hacerlo así, Africa prepararía también las bases para resolver su problema de seguridad alimentaria a largo
plazo, a partir del año 2025.

4.11 Dada la importancia de las interrelaciones entre las tendencias demográficas y la alimentación, los
encargados de adoptar las decisiones y de realizar las investigaciones se enfrentan con el continuo problema
de armonizar las políticas y programas agrícolas y demográficos a fin de avanzar y aproximarse a la seguridad
alimentaria universal, en beneficio de la humanidad.
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