Sei sulla pagina 1di 3

La expresión ‘el poder de las llaves’ se deriva de las palabras de Cristo a San

Pedro: ‘A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos, y lo que ates en la tierra
quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los
cielos’ (Mateo 16:19).

EL PODER DE LAS LLAVES Y LOS PADRES DE LA IGLESIA


En los escritos de los Padres aparecen con frecuencia referencias a la promesa
de Jesús contenida en Mateo 16:19, los cuales son prueba del poder de la Iglesia
para perdonar los pecados. Por otra parte, la facultad de otorgar o de negar el
perdón puede compararse con un abrir o cerrar las puertas del Cielo.

San Agustín decía: ‘¿Cómo podría Él haber mostrado mayor liberalidad y


misericordia mayor que por el don del perdón total a los que se arrepienten de
sus pecados? Él dio estas llaves a su Iglesia para que cualquier cosa que redima
en la tierra sea redimida en el Cielo’ (PL XXIV, 25).

Los Padres de la Iglesia en sus referencias a la ‘potestas clavis’ o ‘llaves del


poder’, por lo general intentan indicar el poder inherente a la Iglesia para
perdonar. Por ello San Agustín declara que la autoridad para atar y desatar era
un don concedido a San Pedro, que le fue conferido como representante de la
Iglesia.

La promesa de Cristo no se limita a denotar el poder de perdonar los pecados,


sino que abarca más ampliamente el don de la autoridad sobre la Iglesia. San
Máximo, en un sermón en la fiesta de los santos Pedro y Pablo, dijo que a Pedro
se le dio la llave del poder, la ‘clavis potentiae’, y a San Pablo la llave del
conocimiento, la ‘clavis scientiae’. La idea de una llave del conocimiento se
deriva claramente de las palabras de Cristo a los fariseos: ‘¡Ay de vosotros, los
legalistas, que os habéis llevado la llave de la ciencia!’ (Lucas 11:52). Esta
distinción entre ‘clavis potentiae’ y ‘clavis scientiae’ se repite con frecuencia
entre los escritores medievales, aunque sin hacer referencia a San Pablo,

EL PODER DE LAS LLAVES Y LA TEOLOGIA ESCOLASTICA

Según Francisco Suárez, el teólogo y Doctor Eximius (1548-1617), la frase que


empleó Cristo en su promesa a San Pedro denota el don de la autoridad
eclesiástica en su más amplio alcance. Suárez entendía que la ‘potestas clavium’
incluye:

.- El poder del orden, o sea, el poder ejercido en relación con el sacrificio y


sacramento.

.- El poder de jurisdicción.

.- El poder de definir en cuestiones de fe y de moral.


Según él, los diversos poderes así conferidos a la Iglesia se consideraban como
pertenecientes al ‘clavis potentiae’ o al ‘clavis scientiae’, entendiéndose que
este último significa el poder de enseñar, mientras que los otros ámbitos de
autoridad pertenecían a la ‘clavis potentiae’.

Santo Tomás de Aquino en su Suma Teológica dice que el poder de las llaves
es una consecuencia necesaria del carácter sacerdotal, en esencia idéntico al
poder de consagrar. La definición generalmente aceptada en el período
escolástico es que las llaves son un poder especial para atar y desatar, por el
cual el juez eclesiástico debe recibir a los dignos en el Reino de los Cielos, y
excluir de allí a los indignos. Aquí se entiende que la ‘clavis scientiae’ es la
autoridad sacerdotal para interrogar al penitente y así obtener el conocimiento
de los hechos, y el ‘clavis potentiae’ es la autoridad de conceder o denegar la
absolución.

EL PODER DE PERDONAR CONCEDIDO A LA IGLESIA

Las palabras de Jesucristo a los apóstoles: ‘Dicho esto, sopló sobre ellos y les
dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan
perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos’ (Juan 20:22-23).
Esto indica la naturaleza judicial del poder que les confiere de perdonar y de
retener los pecados.

El Concilio de Trento definió que la absolución sacramental es eficaz y perdona


los pecados, puesto que constituye un discernimiento y sentencia pronunciada
por el ministro ordenado, quien ha recibido de Cristo un poder judicial sobre
los fieles.

La sentencia de los ministros es autoritativa y eficaz, dado que perdona o retiene


los pecados ante Dios. El sentido del vocablo ‘retener’ no es una omisión del
perdón, sino una potestad positiva en cuanto a la necesidad de recurrir al
tribunal de la misericordia, dado que el pecador puede comenzar un proceso de
cambio que torne su situación en el tiempo, en el proceso de conversión
cristiana.

El ejercicio del poder judicial absolutorio es la penitencia reúne todos los


elementos que entran en la definición de Sacramento:

.- Es un rito sensible ejercido ante el penitente por el ministro consagrado, quien


manifiesta sus pecados, y la absolución exterior es de índole indicativa y
constituye el signo apto del perdón interior.

.- Confiere la gracia interior, porque la absolución es perdón y causa la remisión


de los pecados.

El carácter judicial de la Penitencia expresa la dimensión sacramental del juicio


histórico y salvífico del Padre, realizado en Cristo crucificado, que nos obtuvo
la salvación para la remisión de los pecados. La absolución constituye una
auténtica sentencia de reconciliación que mueve al penitente a la esperanza del
perdón. Se celebra la Pasión del Señor de tal modo que el sacerdote manifiesta
la misericordia de Dios ante el penitente que es consciente de su pecado. La
satisfacción, junto a la contrición por los pecados cometidos y la absolución que
dimana del poder de las llaves, es efecto del Sacramento de la Reconciliación y
signo del perdón de los pecados.

A modo de resumen podemos decir que sólo hay un camino para el perdón de
los pecados, el cual pasa por la mediación de la Iglesia y por la conversión
personal, que es indispensable para la persona que haya pecado mortalmente
después del Bautismo. Es necesario resaltar que el sacramento no suple lo que
le falta al penitente, sino que le auxilia para que el dolor de la contrición
imperfecta o atrición se adapte a la gracia de la contrición que justifica al
pecador.

CONCLUSIÓN

Las llaves de San Pedro son un símbolo de la Iglesia Católica y, más


específicamente, del Papado. Simbolizan las llaves del Cielo confiadas a Simón
Pedro; son de oro y plata para representar el poder de atar y desatar,
confirmando lo manifestado bíblicamente por Jesús a Pedro: “Te daré las llaves
del Reino de los Cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los Cielos, y
lo que desates en la tierra quedará desatado en los Cielos” (Mateo 16:19).

“Si en la Iglesia no hubiera remisión de los pecados, no habría ninguna


esperanza ni tampoco ninguna expectativa de una vida eterna y de una
liberación eterna. ¡Debemos dar gracias a Dios que ha dado a la Iglesia
semejante don!”
(San Agustín, Sermón 213,8).

Potrebbero piacerti anche