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Pedro: ‘A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos, y lo que ates en la tierra
quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los
cielos’ (Mateo 16:19).
.- El poder de jurisdicción.
Santo Tomás de Aquino en su Suma Teológica dice que el poder de las llaves
es una consecuencia necesaria del carácter sacerdotal, en esencia idéntico al
poder de consagrar. La definición generalmente aceptada en el período
escolástico es que las llaves son un poder especial para atar y desatar, por el
cual el juez eclesiástico debe recibir a los dignos en el Reino de los Cielos, y
excluir de allí a los indignos. Aquí se entiende que la ‘clavis scientiae’ es la
autoridad sacerdotal para interrogar al penitente y así obtener el conocimiento
de los hechos, y el ‘clavis potentiae’ es la autoridad de conceder o denegar la
absolución.
Las palabras de Jesucristo a los apóstoles: ‘Dicho esto, sopló sobre ellos y les
dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan
perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos’ (Juan 20:22-23).
Esto indica la naturaleza judicial del poder que les confiere de perdonar y de
retener los pecados.
A modo de resumen podemos decir que sólo hay un camino para el perdón de
los pecados, el cual pasa por la mediación de la Iglesia y por la conversión
personal, que es indispensable para la persona que haya pecado mortalmente
después del Bautismo. Es necesario resaltar que el sacramento no suple lo que
le falta al penitente, sino que le auxilia para que el dolor de la contrición
imperfecta o atrición se adapte a la gracia de la contrición que justifica al
pecador.
CONCLUSIÓN