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Anteriormente, los medios apostaban más por los géneros de opinión, mientras
que ahora esa importancia ha descendido, lo que a su vez ha provocado que
los géneros informativos tengan una mayor carga de opinión que antes.
No transmiten datos.
Como afirman Armañanzas y Díaz Noci: "los géneros de opinión parten casi
siempre de acontecimientos de actualidad, si bien ésta, en algunos géneros, es
más relativa que en los géneros estrictamente informativos, y ofrecen también
elementos interpretativos. Pero aun van más allá, y se ocupan de la reflexión
profunda que la información de actualidad no puede ofrecer a los lectores".9
Otro de los rasgos que caracterizan a los textos periodísticos de opinión es que
se producen a raíz de un acontecimiento noticioso del que previamente, o a la
par mediante géneros informativos, se ha informado a los lectores. "Se
presupone de esta manera que el receptor dispone de ciertos elementos que
ya sabe; no solamente datos objetivos, también valores, reglas de
interpretación que se suponen compartidas por la empresa periodística o el
autor del texto y los lectores. Será este acervo común, que denominamos
contexto, lo que permitirá que el texto, alternativa entre muchas posibles,
obtenga también una interpretación, la única entre las muchas posibles", como
sostienen Armañanzas y Díaz Noci.10 O al menos, la más aproximada a la
intención inicial del emisor. Es importante el establecimiento de un consenso
por el que para un grupo de personas (por ejemplo, los lectores de un
periódico) se considera que los intereses de toda la población son comunes, y
la expresión de ello es que se asumen determinados valores. Y,
consecuentemente, ello tiene su reflejo en la lengua escrita, ya que se asume
que determinadas expresiones tienen determinados significados. Así, una de
las funciones del periodista (cualquiera, pero máxime para el de opinión) es
conocer con detalle cuáles son esos valores y expresiones de su público, a la
vez que, según Van Dijk, "no omitir circunstancias que puedan influir
negativamente sobre la conclusión final, no garantizar la validez general de
una justificación".11
Según Martínez Albertos, los textos de opinión "no trabajan directamente sobre
hechos, sino sobre ideas, deducen consecuencias ideológicas, culturales,
filosóficas… de unos acontecimientos más o menos actuales".12 Para Lorenzo
Gomis: "La función de los comentarios publicados o emitidos en los medios
impresos y audiovisuales es la de estimular y enriquecer los comentarios del
público, ofrecer argumentos, razones, ejemplos, incitar a la audiencia a
identificarse con unos o con otros. Que el público comente lo que pasa, se
esfuerce por entenderlo, por prever y prevenir e influir en ello".13 Pero los
medios de comunicación, siguiendo a Armañanzas y Díaz Noci,14 no ejercen
tanta influencia a través de los comentarios que ellos mismos emiten en los
textos de opinión, sino al dar cuenta de los hechos que han ocurrido, es decir,
al seleccionarlos, postura que Gomis también sostiene: "La gran capacidad
persuasiva de la prensa no está tanto en aquellos textos a través de los que
trate abiertamente de persuadir de algo por medio de razones y argumentos,
como a través de la imagen continua de la realidad a través de los hechos que
el medio selecciona en cada noticia".15
Por otro lado, Armañanzas y Díaz Noci21 estructuran los textos de opinión
según el método del análisis del discurso de Van Dijk: "El texto se divide así en
macroestructuras y microestructuras. La macroestructura nos permite
comprender, con leer el texto, cuál es o cuáles son los temas expuestos y, de
otro lado, qué tipo de texto es (género)". Hay muchos tipos, pero la que
interesa en este análisis es la argumentativa, que incluye, siguiendo a estos
autores, "tanto la argumentación como la demostración, deudoras de la
retórica clásica y de la nueva retórica de Ch. Perelman".
Aparte de esto, según su forma discursiva, los géneros pueden tener diferentes
tipos de mensaje:
El Artículo
La Columna
El Editorial
La Crítica
El Comentario
El Suelto
El artículo
Su estructura está compuesta por una proposición general que explica el tema
e introduce el texto, continúa con detalles menores, más tarde analiza (es la
fase formativa), a continuación comprueba y por último valora y concluye,
además de apuntar las diversas consecuencias y de hacer una llamada a tomar
postura respecto de lo que se está tratando en el texto.
El editorial
Es el género que expresa el criterio del medio sobre los hechos más
destacables. Ofrece el punto de vista institucional y, como consecuencia de
ello, la redacción se ve afectada por un cierto protocolo, empleando un
lenguaje menos personal. Suele tratar temas de eminente actualidad aunque
no se limita a ellos. La finalidad de este género es la de intentar influir en la
opinión pública.
La columna
Este tipo de género ha de reunir ciertos rasgos: ha de ser original, nueva, tiene
que captar el interés del público, no debe estar escrita en un tono
propagandístico y ha de estar dirigida hacia un beneficio social.
La crítica
El comentario
El suelto
Se trata de una variante del editorial, que ocupa algunos huecos de las páginas
de opinión y que son pequeños apuntes sobre cuestiones de actualidad que lo
que hacen es ofrecer una opinión sintética del medio con respecto a algún
tema. Pero el suelto no es lo mismo que el editorial, pues, aunque coincidan la
mayoría de las veces en su autoría institucional política, el editorial suele tener
una mayor extensión y una argumentación y unos rasgos estilísticos
diferenciados.
Por otro lado, el hecho de que cada articulista tenga un estilo propio bien
diferenciado repercute en la afiliación de los lectores al medio. Es interesante
constatar aquí la complementariedad que ejercen entre sí los textos
informativos que se publican en un diario con los argumentativos.
Normalmente refuerzan una misma idea, aunque trazada con distintos matices.
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Notas:
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Volveremos sobre cada uno de estos puntos en el desarrollo del artículo. Por
ahora, nuestra primera conclusión es una gran paradoja:
José Luis Martínez Albertos (1983) divide a la historia del periodismo en tres
grandes etapas: periodismo ideológico, informativo y de explicación o
interpretativo. Respecto del ideológico, lo ubican hasta fines de la Primera
Guerra Mundial y lo caracterizan como moralizador, proselitista, al servicio de
ideas políticas o religiosas. Se corresponde, genéricamente, con el comment
inglés. En esta etapa, el periódico es unipersonal, "unipágina", opinión personal
del propietario-editor-periodista. En un principio, periódico es sinónimo de
opinión.
Para Casasús (1991), la escasa cantidad de noticias en los siglos XVII y XVIII es
lo que potencia el desarrollo del periodismo de ideas. Los desarrollos
tecnológicos (telégrafo, agencias, rotativa, linotipia, fotografía, ferrocarril)
contribuyen luego, según este autor, a la hegemonía del periodismo
informativo y el cambio de los modelos de los relatos.
Podemos discutir si este fenómeno tiene que ver más con el periodismo de
interpretación o de opinión, pero sería como el perro que quiere morderse la
cola porque ¿cuál es la frontera entre uno y otro? Cuando el periodista escoge
qué datos de contexto incluir, qué antecedentes, desde qué perspectiva
analizar los hechos, ¿acaso no lo hace desde una visión del mundo –propia y de
la empresa periodística– que tiñe su trabajo? No existe un "interpretómetro" ni
un "opinómetro" que nos permitan cuantificar la dosis de información,
interpretación y opinión de un texto periodístico y ubicarlo dentro de una u otra
categoría. No existen indicadores exactos que nos permitan decir: hasta aquí,
información; a partir de aquí, opinión. En la práctica no hay ni información pura
ni opinión pura; en todo texto es posible encontrar vestigios de una u otra
forma. Lo que define su encuadramiento es la finalidad, porque de acuerdo al
propósito del periodista son los recursos escogidos y las huellas que podemos
descubrir en el enunciado.
No es el medio quien persigue las noticias, sino las noticias las que asedian al
medio. El periodista no es esencialmente el hombre que busca las noticias, sino
el que las selecciona (Gomis,1991:76).
En realidad, son las dos caras de una moneda. La competencia entre medios y
exige que las noticias se difundan en el mismo instante en que se producen.
Los periódicos en sus versiones on line incluyen, en primer lugar en sus
portadas virtuales, las de último momento. Es tal el valor de la variable
"tiempo" que las informaciones aparecen con hora y minutos de emisión;
incluso ofrecen servicios de "noticias urgentes" por correo electrónico.
Obviamente que esta rutina de lo "urgente" impide tomar distancia de los
hechos, ponerlos en contexto, relacionarlos con otros, hacer lecturas de sus
implicancias y significaciones. De allí que la reflexión y el análisis se impongan
como una necesidad. Necesidad que aprovechan los medios impresos. Dicho
en otras palabras: los diarios convirtieron una debilidad (el "atraso" hasta en
casi 24 horas en informar determinados sucesos frente a la instantaneidad de
la radio, la televisión e internet) en una fortaleza: explicar esos hechos,
hacerlos comprensibles al público, agregar valor a la noticia escueta,
despojada.
Quienes más licencia suelen tomarse en este sentido son los comentaristas o
analistas que, por la naturaleza de su trabajo, realizan panoramas semanales
relacionando distintos acontecimientos y otorgándoles un sentido que
individualmente no tienen o, por lo menos, no es fácil descubrir.
En el caso de la columna caben las dos opciones: cuando acompañan la
noticia, la emergencia es en el día; cuando prescinden de ella (como en el caso
de los grandes periodistas y/o escritores, la actualidad puede desaparecer.
Tercera paradoja: ¿Para qué enseñar opinión si pocos serán los que puedan
opinar en un diario?
Con el riesgo que implican las generalizaciones, y con las excepciones que
confirman la regla, nos animamos a decir que se ha tendido a desvalorizar la
enseñanza del periodismo de opinión en las Escuelas y Facultades. El propio
Alex Grijelmo3 (1998) reconoce que no le interesa formar a sus alumnos en la
redacción de editoriales, por ejemplo.
Personalmente nunca he considerado muy útiles para los alumnos las clases y
tratados sobre los editoriales de periódicos y revistas. Por una razón
puramente práctica: desde que los estudiantes de Periodismo acaben la
carrera hasta que tengan la oportunidad de escribir un editorial habrán pasado
tantos años que seguramente para entonces se les habrá olvidado lo que
aprendieron; y además si el director de un periódico les dio la oportunidad de
escribir un editorial habrá sido porque, habiendo olvidado lo que aprendieron,
lo pueden aplicar por mera intuición, profesionalidad y experiencia (Grijelmo,
1998: 121).
Conclusiones
El fuerte que tiene la prensa gráfica es poder reflexionar con mayor tiempo.
Hay una comunicación entre el lector y el texto que no se da entre la pantalla y
el televidente o entre el parlante y el oyente. La persona que lee el diario
puede acompañar la lectura con una reflexión pausada, con un análisis propio
de lo que está leyendo, con más tiempo para la interpretación y yo creo que los
diarios van aportando más valor agregado a la información que el que aportan
los otros medios (Jornet, entrevista, septiembre de 2001).
Por su parte, el escritor y periodista Tomás Eloy Martínez plantea que el desafío
de la prensa escrita es volver a contar historias, recuperar el papel de
narradora más que de organizadora de las cinco W:
Las palabras escritas en los diarios no son una mera rendición de cuentas de lo
que sucede en la realidad. Son mucho más. Son la confirmación de que todo
cuanto hemos visto sucedió realmente, y sucedió con un lujo de detalles que
nuestros sentidos fueron incapaces de abarcar.
(...)
Los diarios del siglo XXI prevalecerán con igual o mayor fuerza que ahora si
encuentran ese difícil equilibrio entre ofrecer a sus lectores informaciones que
respondan a las seis preguntas básicas e incluyan además todos los
antecedentes y el contexto que esas informaciones necesitan para ser
entendidas sin problemas, pero también, sobre todo, un puñado de historias,
seis, siete o diez historias en la edición de cada día, contadas por cronistas que
también sean eficaces narradores (Tomás Eloy Martínez, 2001).
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Notas:
3 Redactor jefe de la edición del domingo del diario El País, de España y (ex?)
profesor de Redacción en la Escuela de Periodismo UAM – El País.
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Bibliografía:
- Majul, Luis (1999). Periodistas. Qué piensan y qué hacen los que deciden en
los medios. Editorial Sudamericana. Buenos Aires.
- Ulanovsky, Carlos (1997). Paren las rotativas. Historia de los grandes diarios,
revistas y periodistas argentinos. Cía Editora Espasa Calpe Argentina S.A.
Buenos Aires.
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