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Serie Al Comando del Rey 5


Serie Al Comando del Rey

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Por orden real…

Cuando el alto consejo ordena un desafío de apareamiento en su


nombre, el Rey Críostóir enfurece. Sólo hay un dragón que quiera como su
compañero. Pero para tener al hombre que ha amado durante años,
tendrá que entrar en su desafío de apareamiento como uno de los
concursantes.

Para Kurgan, la confianza no se gana fácilmente. Sólo un hombre le


ha sido siempre leal. Cuando ordenan un desafío de apareamiento, Kurgan
enfurece hasta que llega y descubre que uno de los concursantes es el
hombre con el que ha tenido un amorío intermitente, y entonces
enfurece. Si vence a su amante, se convierte en consorte del rey. Si
fracasa, pierde al hombre que ama.

Cuando son atacados y se cancela el desafío de apareamiento, el 4


verdadero Rey Críostóir que se ha escondido de Kurgan durante veinte
años, es revelado. A pesar de la traición ardiendo en la mirada de Kurgan,
el Rey Críostoir depende del dragón para que le ayude a salvar su reino y
espera que Kurgan le escuche si sobreviven.
CAPÍTULO 1

Desafío: Un llamamiento o citación para participar en un concurso o


competición, por destreza, fuerza, etc.

Se requiere su presencia…

El Rey Críostóir miró del pergamino en su mano a su consejero, y


entonces otra vez, totalmente conmocionado. No podía creer lo que
estaba leyendo. Parecía que el consejo estaba haciendo cumplir la regla
del desafío de apareamiento. Desde que se convirtió en Rey, Críostóir hizo
todo lo que los consejeros de su padre sugirieron en un intento de hacer
el cambio de liderazgo suave para su gente. Pero se encontró con
obstáculos en cada uno de los asuntos. No sólo su gente estaba en un
estado de inquietud, sino que parecía que sus enemigos pensaban que
esta era la oportunidad perfecta para atacar.

Podría no querer ser rey, pero se negaba a ser destronado. No 5


permitiría que nadie tomase su posición o corona. Críostóir lucharía. Ya
hizo todo lo que pudo para asegurarse de que sus fronteras se
consolidasen mediante el enlace de los líderes dragón con los líderes
humanos. Habían podido rechazar a todos los invasores hasta el
momento.

Había estudiado todo lo que había que saber para ser un rey, y
había mucho. Cualquier otra cosa vendría de la experiencia. Incluso
renunció a la vida que había querido para poder liderar a su gente y ser
rey. Y aún así, el consejo no estaba satisfecho. Si fuese por él, Críostóir
destituiría a cada miembro del consejo de su puesto y les mandaría
empacar. Estaba tan cansado de su interferencia como su padre había
estado. Desafortunadamente, parecían ser un mal necesario.

El periodo normal de celebración de un mes que la mayoría de los


nuevos reyes disfrutaban se convirtió en una odisea de un año debido a
que su hermano fue entrenado para ser rey y no él. El consejo quiso darle
tiempo para que aprendiese las leyes y se acostumbrase a llevar la corona.
Si todo iba bien, oficialmente tomaría la corona a un año de la
muerte de su padre. Hasta entonces estaba en una especie de inusitada
prueba real.

—¿Se trata de una broma?

—No, señor—su consejero bajó la cabeza en respeto—. Así es como


se hacen las cosas. Ahora que cada territorio está asegurado, necesita
encontrar un compañero. Es la única forma de…

—¿La única forma de…? —Se quedó mirando al hombre, esperando


a que terminase de hablar.

—Es la única forma en que su gente continuará siguiendo sus


órdenes, señor. Es la única forma de asegurar su posición. Necesita un
compañero y un heredero. Dará la impresión de haberse asentado y ser lo
bastante maduro para tomar la posición de su padre.

—Mi padre me eligió como heredero. No fue decisión mía. Te he


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dado mucha libertad de acción porque eras el consejero de mi padre y te
respetaba, pero esto -Críostóir enrolló el pergamino y lo arrojó en la
habitación- no va a ocurrir. No elegiré un compañero con base en un ritual
arcaico.

—Desafortunadamente, no puede cambiar esta ley en particular, Su


Majestad. Fue creada hace siglos cuando nuestro reino estaba en un
periodo de gran inquietud. Muchos han intentado cambiarla, pero es
imposible.

Crístóir desdeñó la idea de no poder cambiar una pésima ley. Si


había una forma de cambiarla, iba a ser el primero en hacerlo. Él era el
rey, después de todo. Si no podía cambiar las leyes, ¿Para qué servía?

La ley era en el mejor de los casos arcaica, anticuada y obsoleta.


¿Cómo podía alguien esperar encontrar un compañero basado en un
desafío? Hombres compitiendo para ser su amante, era ridículo.
El hombre más fuerte podía ganar, y sin embargo ser una terrible
elección para él y para su reino. Críostóir se negaba a ser compañero de
alguien que no había elegido.

El consejero continuó. —Las citaciones ya han sido enviadas, Su


Majestad. Llegarán dos hombres de cada territorio, un humano y un
dragón, en los próximos dos días.

—¿El consejo espera que encuentre un compañero entre esos


hombres? —Crístóir elevó una ceja. ¿El consejo aceptaría realmente a
alguien de un rango inferior para servir a la corte al lado de Críostóir?— ¿A
cualquiera? ¿Su estatus no importa? ¿El consejo aceptará al ganador sin
rechistar?

—Sí, señor. La actual posición social no importa en un desafío de


apareamiento. Todos los hombres competirán en varios desafíos. No está
basado únicamente en la fuerza física o aptitud mental. Es una
combinación de muchas pruebas. Habrá un sistema de puntuación y el 7
ganador se convertirá en su compañero.

Reclinándose en su trono, Crístóir suspiró irritadamente. No parecía


tener opción. Tenía que cumplir con la última voluntad de su padre y
convertirse en rey. Su hermano mayor no era una opción, su padre lo
había sabido hace años. Crístóir adoraba a su hermano y comprendía la
decisión de su padre, la aceptaba. Siempre tuvo una relación cercana con
su padre. El antiguo rey era uno de los pocos hombres en quien confiaba
Críostóir. Si sólo su padre estuviera aquí, Críostóir le pediría consejo y
guía. No defraudaría a su padre, no ahora.

—¿Cuáles son las condiciones de mi desafío de apareamiento? —


Quería saber con cuanto margen de flexibilidad tenía que trabajar.

—Según la antigua ley, se debe citar a un dragón y un humano de


cada uno de los territorios del reino para participar en el desafío de
apareamiento. Tendrán que realizar pruebas para asegurar que se elige al
más fuerte y sabio como compañero del rey.
—¿Y eso es todo lo que la ley dice?

—Sí, señor.

Perfecto.

—Accederé al desafío de apareamiento bajo dos condiciones.

—Sí, señor.

—Habrá dos participantes de cada territorio, humano o dragón no


importa. Eso incluye este territorio.

—¿Señor?

—Habéis enviado citaciones a los territorios del oeste, norte, este, y


sur. Debes incluir el centro de nuestro reino.

Sorprendentemente, el consejero sonrió. —Sí, señor.

—Quiero que se envíe la notificación a un guerrero llamado Kurgan.


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Será el dragón elegido por nuestro reino para competir. También quiero
que el consejo entienda que ganar el desafío no garantiza que elija al
ganador como mi compañero. Elegiré a la mejor persona para la posición
entre los participantes, como mi compañero y consorte real. Además, el
hombre elegido debe acceder a ser mi compañero sin ser coaccionado. No
me emparejaré con un hombre que no esté dispuesto. No me ataré a
alguien que no quiera ser mi compañero. No nos condenaré a una vida de
miseria.

Crístóir no tenía problema con encontrar un compañero, pero no


estaría con alguien que se sentía forzado. Y definitivamente no quería a un
hombre que fuese tras un título, aunque técnicamente su compañero no
sería su igual a los ojos de su gente. El título de Crístóir seguiría siendo el
de rey y su compañero sería su preciado amante y llevaría sus huevos.

—Por supuesto, Su Majestad —Su consejero se inclinó una vez


más—. Los hombres llegarán pronto. A cada uno se le asignará una
habitación y se les dará un horario con las próximas pruebas.
—Quiero implicarme. —Críostóir sonrió cuando una idea
repentinamente le alcanzó. Era brillante—. No muchos hombres me
conocen. Quiero ser uno de los concursantes.

—¿Señor?

Echándose hacia delante, puso los codos sobre sus rodillas y se frotó
las manos. —Voy a tomar parte en el desafío y no quiero que el resto de
los hombres sepa quien soy.

—¿De verdad cree que es una buena idea?

—Realmente creo que será la mejor forma de conocer a mi


compañero, quien quiera que pueda ser. Seré su igual, no un rey.

—Los desafíos van a ser difíciles, señor. ¿Y si resulta herido o muere


en el desafío?

—He estado en batalla. Creo que puedo arreglármelas. —Crístóir no 9


estaba preocupado por las pruebas. No podían ser tan malas como una
verdadera guerra. Sabía como usar varias armas. Fue entrenado como
guerrero desde su niñez, tanto física como mentalmente. Cualquier cosa
con que viniese el consejo no podría con él.

—No podrá cambiar —su consejero le señaló.

Crístóir asintió. Era cierto. Al ser un dragón de oro, le reconocerían


como de la realeza al instante. Cambiar a su forma de dragón lo delataría.
Para poder participar, no podría transformarse. Crístóir tendría que ser
cauteloso.

—Para que el consejo acepte, tendrá que planear un punto en la


competición en el que perderá. No puede ganar.

Crístóir rodó los ojos hacia el cielo. Su meta no era ganar. Sólo
quería tener la oportunidad de conocer a sus posibles compañeros sin que
conociesen su verdadera identidad.
—Habla con el consejo mientras que empaco mis cosas. Me
inscribiré hoy en el desafío de apareamiento.

—¿Qué nombre debería añadir a la lista?

—Círan —Críostóir sonrió—. Era el segundo nombre de mi padre, el


nombre que usé cuando entré al servicio militar —No muchos se
sorprenderían porque Círan hubiese sido elegido para unirse al desafío,
pero todos los que sirvieron con él se sorprenderían al saber que se había
convertido en rey.

—Hablaré con el consejo y alertaré a los guardias y sirvientes que


conocen su verdadera identidad. —Su consejero se inclinó antes de salir.

Cuando las puertas del salón del trono se cerraron, Crístóir se


levantó y estiró su espalda. Estaba cansado. Desde que se hizo cargo,
Crístóir tuvo que tratar con más de lo que había esperado. Había mucho
trabajo. La mayoría de los días, se preguntaba si su padre tomó la decisión 10
acertada al elegirle sobre su hermano mayor. Mantuvo para sí ese
pensamiento, sin embargo. No quería crear dudas en el consejo o entre
sus consejeros.

Crístóir caminó por el salón del trono, mirando las pinturas colgadas
en las paredes. Cada cuadro representaba a un rey antiguo. El último
cuadro fue añadido recientemente. Su padre. Miró fijamente el rostro del
hombre, sus ojos, una pequeña sonrisa, y anchos hombros. El padre de
Críostóir había sido un rey poderoso.

—Te echo de menos, Padre.

¿Podría estar a la altura de su padre? Lo dudaba, pero Críostóir no


se rendiría. Y no se iba a dejar intimidar por el consejo ni sus consejeros. Si
iba a tener un compañero, iba a ser bajo sus términos. Tomar parte en el
desafío de apareamiento era una ventaja que iba a usar. Críostóir había
sido un guerrero durante muchos años.
Creció en una corte por lo que podía ver fácilmente las verdaderas
intenciones de un hombre. Esta era su oportunidad para librarse de las
manzanas podridas y ayudar a los demás a avanzar en la competición.

Críostóir sonrió.

Por primera vez en meses, empezaba a sentirse como él mismo. No


era el rey. En su lugar, era otro ciudadano. Girando en sus talones, Crístóir
se dirigió al fondo del salón del trono. Abrió la gran puerta de madera,
entró en su suite y cerró la puerta tras él.

Críostóir cogió un baúl desgastado y lo puso sobre la cama. Abrió la


tapa y comenzó a llenarlo con ropa, una armadura, y armas. Antiguas
cosas militares, ropa desgastada, y armas que habían visto días mejores.
Críostóir recogió sus pertenencias, teniendo cuidado de todo lo que
empacaba para que no le delatase a los demás concursantes.

No sabía cuáles serían las pruebas, por lo que aún había un 11


elemento de sorpresa. La excitación le invadió, su corazón galopando.

Esto era lo que le gustaba a Críostóir.

Siempre amó ser un guerrero y siempre estaría agradecido por


haber nacido el segundo hijo para poder ser entrenado para luchar. Su
padre le dio a Críostóir mucho espacio, permitiéndole crecer y madurar,
sin estar encerrado dentro del castillo. Muy pocos hombres sabían que era
de sangre real, lo que se ajustaba muy bien para Críostóir. Prefería que
nadie supiese cuál era su aspecto, al menos hasta que terminaran los
festejos de la coronación.

Facilitaba lo que estaba a punto de hacer.

Un brusco golpe sonó en su puerta antes de abrirse. Críostoir se giró


y vio como su guardia personal Torcuil atravesaba el umbral e inclinaba la
cabeza en respeto.

—Señor, su consejero me envía.


—Edorís trabaja con rapidez —Críostóir musitó. Torcuil se quedó allí
de pie, con una mirada interrogante en su rostro, y Críostóir sonrió—. Se
me ha informado que habrá un desafío de apareamiento. Como uno de los
concursantes, necesito de un séquito. Confío en que mantengas mi
identidad en secreto. ¿Me acompañarías a las pruebas?

—Es un honor servirle, señor.

—Llámame Círan.

—¿Círan, señor?

—Ya no soy el rey, Torcuil. Soy sólo Círan, un hombre que aspira a
convertirse en el consorte del rey.

Torcuil rió. —Eso es muy astuto, Círan. Me gusta.

—Necesitamos salir del castillo sin ser vistos y llegar con el resto de
concursantes. Edorís está hablando con el consejo en este momento. 12
También hablará con quienes conozcan mi verdadera identidad para
asegurarnos de que guarden silencio.

—Estoy a su servicio.

—Llena un baúl —Críostóir dijo—. Y asegúrate de no llevar nada que


revele tu estatus de guardia real.

—Por supuesto. —Torcuil se inclinó rápidamente y salió de la suite


de Críostóir.

Cuando Críostóir había terminado de empacar, se quitó su larga


túnica, y se puso una camisa sencilla y unos pantalones. Se ató la banda de
la cintura y comprobó su reflejo en el espejo. Sin la túnica, Críostíor se
parecía más a sí mismo. El verdadero él, el hombre que sirvió en la milicia
y que raramente se le veía por el castillo.

Fue hacia la cama, y levantó el baúl. Gruñó. La maldita cosa era


pesada. Críostóir lo sostuvo con dos manos y salió con cuidado de su suite.
—Llevaré eso por usted, Círan —Neill, su otro guardia real, dijo tan
pronto como Críostóir pisó el vestíbulo.

—Gracias. —Críostóir rió ligeramente y negó con la cabeza.

—¿Te has enterado ya?

—Torcuill me informó. Está afuera inscribiéndole en el desafío de


apareamiento. ¿Está listo para mudarse a los barracones? —El hombre
parecía divertirse bastante—. ¿De verdad quiere dejar atrás la vida de
lujo?

—No he vivido realmente nunca una vida de lujo. —Se había criado
en el castillo, pero ser el segundo hijo le dio mucha más libertad que su
hermano mayor no tuvo. Críostóir no había sido preparado como el
heredero del rey. Fue libre de ir y venir. Aedan pasó mucho de su tiempo
aprendiendo todo lo necesario para ser rey—. Estuve en el ejército
muchos años. He vivido en los barracones antes. 13
—Es cierto —Neill asintió—. Yo no podría renunciar a mi habitación
en el castillo por los barracones.

—Te han malcriado, Neill. —El hombre rió abiertamente. No negó la


afirmación de Críostóir. ¿Cómo podría cuando era cierto?— No te
preocupes. Sobreviviré a vivir en los barracones con los otros guerreros.

—Si necesita cualquier cosa, sólo mande a Torcuil a buscarme.

—Gracias.

Críostóir se dirigió hacia las escaleras traseras. Cuando sus ojos


aterrizaron en su hermano mayor, Críostóir sonrió. Siempre había tenido
una buena relación con el otro hombre. No había ningún resentimiento
entre ellos. De hecho, el hermano de Críostóir no quería ser rey.

Estaba más interesado en pintar y en tocar música que tratar con la


política.
—Entonces es cierto —Aedan le miró críticamente—. Realmente vas
a tomar parte en el desafío de apareamiento.

—Me conoces. No podía dejar la decisión en manos del consejo.

Aedan borró la sonrisa de su boca un momento, viéndose pensativo.


—¿Hay algo que pueda hacer?

—Edorís podría usar tu ayuda. ¿Quizás podrías pasar algo de tiempo


con él? —Críostóir miró fijamente a su hermano. Cuando las mejillas del
hombre se sonrojaron, Críostóir supo que sus sospechas sobre su
hermano eran correctas. Parecía ser que Aedan tenía sentimientos por
Edorís. Había visto alguno que otro signo de atracción entre los dos
hombres, pero sabía que ninguno de los dos actuaría al respecto. Edorís
era más viejo, y al ser el consejero del rey, no había forma de que
persiguiese ningún tipo de relación con Aedan.

—Como ordene, mi rey. —Sonrió. 14


Críostóir rió. —Hazme un favor. —Alzó su mano y la puso sobre el
hombro de su hermano—. No hagas lo que esperen de ti. Haz lo que te
haga feliz. Si quieres a Edorís, no esperes a que sea demasiado tarde.

—Suena como si hablases desde la experiencia, hermano.

—Lo hago —Críostóir apretó el hombro de su hermano y dejó caer


su brazo—. Sólo espero que no sea demasiado tarde.

Críostóir se imaginó un hermoso dragón de tono marrón en su


mente. Aún podía recordar sus ojos color canela, su melena negra hasta el
cuello, y una sonrisa que tenía la habilidad de derretir su corazón. La
imagen estaba grabada en su mente. Críostóir no había podido olvidar al
dragón, ni siquiera después de años de separación. Dudaba que jamás lo
hiciese.

Kurgan era inolvidable.


CAPÍTULO 2

Se ruega su presencia …

Una simple frase y la vida que Kurgan había planificado para él


como guerrero se había acabado. No parecía importar lo duro que había
trabajado para llegar a donde estaba ahora o cuantos planes había fijado
para su futuro. Una simple pequeña carta del consejo y todo en su vida
había cambiado.

El monarca había muerto, dejando sólo un heredero apto para el


trono. Diez guerreros elegibles habían sido seleccionados por el consejo
asesor del rey para competir en un desafío por la mano del nuevo
monarca. No le dieron nada de tiempo. Nada más recibir el trozo de
pergamino, le dijeron que empacase. Kurgan era escoltado a los
barracones a los pocos minutos de esa orden. 15
Aún no sabía por qué el rey le había elegido, entre los miles de otros
guerreros, o siquiera si el rey lo hizo. Todo esto era muy extraño, y a
Kurgan no le gustaba nada.

Tras dejar su baúl en la habitación que le habían asignado, Kurgan


suspiró malhumorado. No quería tomar parte en un desafío de
apareamiento, pero la presión que había recibido de su familia hizo
imposible que se negara. Convertirse en consorte del rey cambiaría sus
vidas, y era quien tenía más posibilidades de ganar el campeonato.

Cuando abrieron la puerta, Kurgan se giró y se encontró cara a cara


con su nuevo compañero de cuarto. —Círan —exclamó sorprendido.

—Hola, Kurgan.

Círan dejó en el suelo sus pertenencias, y Kurgan corrió hacia él,


para abrazar al único hombre que había amado jamás. —No puedo creer
que estés aquí.
—Es bueno verte de nuevo —Círan respondió.

Escuchar la voz de Círan era un bálsamo calmante para su alma.


¿Cuánto tiempo había estado anhelando y rogando ver al hombre de
nuevo? Su relación había sido un secreto que había durado años. Siempre
que estaban en el mismo territorio, el calor y atracción entre ellos
inmediatamente despertaba y Kurgan se encontraba regresando a la cama
con el hermoso hombre. Ninguna promesa fue alguna vez hecha, pero
Kurgan quería saber cuánto significaba para el otro hombre aún cuando
los dos no pudiesen estar juntos.

Kurgan a regañadientes dejó ir a Círan.

Dando un paso hacia atrás, se permitió el placer de contemplar al


otro hombre de arriba abajo, inspeccionando su cuerpo. Círan medía casi
dos metros, con ojos dorados y pelo negro. Se veía exactamente igual,
incluso después de años de separación. En su mente, Kurgan siempre
había podido evocar la imagen de Círan. Pero con el tiempo, parecía que 16
su memoria no había podido hacer justicia al hombre.

Círan era impresionante.

—Dioses… —Kurgan negó con la cabeza, aún sin poder creer que el
hombre estaba realmente frente a él.

Círan sonrió, mostrando una línea de dientes blancos. —Te he


echado de menos.

Kurgan ahuecó el rostro de Círan con su mano. Sabía que debería


parar y tener una conversación, pero no podía controlarse. Levantando el
rostro del hombre, Kurgan se inclinó y acercó sus labios. No importaba
nada más. Kurgan necesitaba saborear a Círan más de lo que necesitaba
su próximo aliento. Círan parecía fundirse con Kurgan cuando sus cuerpos
se unieron. Su pecho encontró el de Círan, y Kurgan maldijo, deseando
que estuviesen desnudos.
Kurgan movió sus manos, acariciando y tocando, mientras movía sus
dedos. Agarró la parte inferior de la camisa de Círan y tiró de ella. Apartó
sus labios sólo un momento, lo suficiente para quitar la camisa y arrojarla
al suelo, antes de volver a unir sus labios en un apasionado beso. Kurgan
inclinó hacia atrás la cabeza de Círan, dándole mejor acceso a la boca del
hombre, e introdujo su lengua entre los labios de Círan.

Kurgan gimió cuando la lengua de Círan se unió a la suya, danzando


y girando. Llevando una mano a la nuca de Círan, situó la otra en el culo
del hombre, agarrando la musculosa carne aún escondida tras el tejido de
sus pantalones. Atrajo más cerca a Círan, forzando a sus abultadas
erecciones a tocarse. Cuando Círan gimió y comenzó a mover sus caderas,
Kurgan sonrió. Era siempre igual entre ellos. Caliente y erótico. No parecía
importar cuánto tiempo transcurriera, fácilmente caían en la misma rutina
como si no hubiese habido separación alguna.

Kurgan bajó sus manos y tiró del cordón que sujetaba los 17
pantalones de Círan. Un fuerte tirón y el tejido desapareció.

—Por los dioses —Círan susurró.

—Mmm… —Kurgan lamió sus labios, saboreando a Círan—. Quiero


sentirte en mi polla. —Kurgan envolvió su palma alrededor de la dura
polla de Círan, y el hombre se impulsó, jodiendo su mano en salvajes
embestidas. —Cama. Ahora.

Kurgan necesitaba espacio para lo que había planeado. No quería


abandonar a su amante, pero las dos camas pequeñas no bastarían.
Dejando caer su mano, Kurgan inmediatamente comenzó a juntar las
camas. Cuando estaba satisfecho, Kurgan se giró a su amante. Círan
estaba de pie gloriosamente desnudo, con una gran sonrisa en su cara.

—Ven aquí, cariño. —Kurgan raramente usaba palabras cariñosas,


pero con Círan parecía que no podía evitarlo. Anhelaba acariciar y amar.
Quería una infinita cantidad de tiempo para saborear y besar.
Siempre parecía que estaban bajo algún tipo de plazo de tiempo antes de
la siguiente llamada del deber. Hoy, sin embargo, Kurgan planeaba
tomarse su tiempo. No le importaba una mierda el desafío de
apareamiento. Podían comenzar sin él.

Círan fue hacia él, y Kurgan se sentó en el borde de la cama. Acarició


las caderas de Círan, subiendo y bajando sus manos. La piel del hombre
era suave y cálida contra sus manos callosas.

—Eres tan hermoso.

—Siempre dices eso.

—Es porque es la verdad. —Kurgan acarició cada centímetro de piel


que pudo alcanzar, ignorando a propósito la polla que rogaba atención.
Cuando una perlada gota de pre semen rebosó de la cabeza de la polla de
Círan, Kurgan se inclinó hacia adelante y la lamió.

—¡Por favor! —Círan gritó, sus caderas embistiendo hacia adelante.


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Kurgan entendió la súplica. Había sido un largo tiempo desde que
habían estado juntos. No queriendo castigar a ambos por otro segundo,
Kurgan agarró las caderas de Círan y tomó en su boca la polla del hombre.
Tener la necesitada polla de Círan en su boca hizo gemir a Kurgan. Inhaló
el masculino aroma de Círan por su nariz y sintió desmayarse.

—Kurgan…Kurgan…Kurgan… —Círan repetía su nombre como un


rezo. Kurgan envolvió su lengua bifurcada en la polla de Círan mientras le
chupaba. —Ah…ah…ah… —Sonidos eróticos sin sentido salían de los labios
de Círan, estimulándolo.

La boca de Kurgan estaba llena. Tragó, tomando la longitud entera


en su garganta. Círan llevó sus dedos al pelo de Kurgan y agarró el cabello
cuando comenzó a mover sus caderas, jodiendo la boca de Kurgan. Kurgan
abrió la boca todo lo que pudo, permitiendo que Círan hiciera cualquier
cosa que quisiera.
—Voy a … —Esa fue la única advertencia que recibió antes de que
Círan se viniera en su garganta.

Retirándose, Kurgan lamió y besó la vara de Círan. Alzó la mirada a


Círan. Con su boca abierta y sus mejillas sonrojadas, el hombre era
plenamente sexi. Era todo lo que Kurgan había querido siempre en un
amante. Tener de nuevo a Círan hacía que el corazón de Kurgan anhelase
algo que no podía tener, una relación estable. Lo habían discutido antes,
pero siempre llegaban a la misma conclusión. Sus obligaciones familiares
eran demasiado grandes y se interponían en su camino.

—Pensé que ibas a follarme —Círan dijo, rompiendo el silencio.

Kurgan elevó una ceja y sonrió ampliamente. —No he terminado


contigo aún.

—¿Qué estás esperando entonces? —Círan preguntó, arrojando un


reto que Kurgan no podía ignorar. 19
Kurgan envolvió sus brazos en la cintura de Círan y lo tiró a la cama.
Giró a Círan y rodó encima de él. Al tener a Círan de nuevo en sus brazos,
el corazón de Kurgan se abrió ampliamente, permitiendo la entrada del
hombre una vez más. Había intentado una separación emocional, pero era
imposible. Tenía fuertes sentimientos por Círan.

Conectando sus labios, Kurgan deseaba que las cosas pudieran ser
diferentes, pero sabía que era imposible. La vida era como era. Apartó
todos aquéllos pensamientos, concentrándose en el aquí y ahora, y el
hombre bajo él.

Kurgan llevó una mano bajo el culo de Círan y agarró una de las
rollizas mejillas, masajeando la firme carne. Círan comenzó a mover sus
caderas, restregando su polla contra el estómago de Kurgan. Su polla
estaba ya dura y rogaba por la atención de Kurgan. Pero esta vez Kurgan
iba a hacer esperar a su amante. Iba a conducir a Círan hasta el borde una
y otra vez.
Volteando a su amante, Kurgan puso a Círan sobre sus manos y
rodillas, y el hombre gimió profundo en su garganta. Círan trató de
moverse, pero Kurgan lo sujetó.

—Por favor…— Círan rogó.

Kurgan sonrió. Amaba escuchar la voz de Círan cargada de pasión


cuando rogaba por más. Subió sus manos por los brazos de Círan, y
retrocedió. Sus ojos vagaron por la silueta desnuda de su amante mientras
sus palmas calientes recorrían el cuerpo de Círan. Su piel era suave, tan
suave, igual que siempre que Kurgan había tocado a Círan. Kurgan dio un
beso en la nuca a Círan. Besó y lamió una línea bajando la columna de
Círan.

Cuando llegó al culo de Círan, Kurgan agarró las mejillas,


extendiéndolas. Usando su pulgar, Kurgan rondó el agujero de Círan, y su
amante se sacudió, su cuerpo entero con espasmos.
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—¡Por favor! —Círan gritó—. Te necesito.

—Mmm —Kurgan gimió—. Amo que me ruegues.

—¡Jódeme! —Círan ordenó.

—Pronto —Kurgan prometió.

Quería ceder y hundir su dolorosa polla en el apretado culo de


Círan. Quería sentir al hombre estrechar firmemente su vara, pero no
quería que esto llegase a su fin tan pronto. Kurgan no sabía cuando
tendría otra oportunidad para amar y tocar a Círan de nuevo. Su tiempo
juntos nunca parecía durar lo suficiente. Algo siempre los apartaba. Ya
fuese por obligaciones familiares o marchar hacia la batalla, siempre se
separaban al final. Deslizándose fuera de la cama, Kurgan se inclinó hacia
delante y lamió el culo de Círan, cubriendo su agujero con saliva. Empujó
su lengua bifurcada dentro del culo de su amante, jodiéndole con el fuerte
apéndice, y Círan enloqueció.
Círan alcanzó atrás y enganchó sus dedos en el pelo de Kurgan,
tratando de tomar el control, y Kurgan no pudo evitar reír.

Retrocedió, deteniéndose completamente, y Círan comenzó a negar


con la cabeza. —¡No, no, no!

—Mantén tus manos en la cama, amor.

—Me estás torturando.

—¿Torturando? —Kurgan bufó—. Complaciéndote, amor. Estoy


complaciéndote.

Círan gruñó. Sus ojos dorados llamearon, pero desapareció


rápidamente, y Kurgan se preguntó si sería una ilusión de las velas que
parpadeaban en el cuarto. Círan miró fijamente a Kurgan un momento y
finalmente se puso frente a la cama y agarró la manta bajo sus rodillas.
Kurgan quería reír, pero se contuvo, no queriendo enfadar a su amante.
Conocía la desesperación que Círan estaba sintiendo. Era la misma
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necesidad que recorrían las venas de Kurgan.

Agachando su cabeza, Kurgan hundió sus afilados colmillos en la


mejilla del culo de Círan. No podía marcar el hombro del hombre, pero
planeaba marcar el resto de su cuerpo.

—¡Joder! —Círan gritó.

Kurgan se puso de pie y rápidamente se quitó la ropa. Quería jugar


con su amante un poco más de tiempo, pero no tenía la fortaleza para
esperar. Su polla goteaba, su válvula de esperma derramando el lubricante
natural fuera de la cabeza de su polla. Tras untar la sustancia resbaladiza
por la longitud de su vara, Kurgan esparció el resto en el culo de Círan.

―¡Ah…!—Círan gimió—. Puedo sentir ese…hormigueo—Escalofríos


estallaron por todo el cuerpo de Círan, estremeciéndose. —Te he echado
de menos. —Las caderas de Círan se impulsaron hacia delante, y Kurgan se
colocó detrás de su amante, agarrando las caderas del hombre, y
deteniendo su acción.
—¡Maldita sea! No me hagas esperar. No puedo… —Las palabras
murieron en los labios de Círan cuando Kurgan presionó la cabeza de su
polla contra el agujero de Círan. —Sí. Sí. Sí —Círan coreó y Kurgan se
impulsó despacio hacia delante.

Hundió la cabeza de su vara dentro del cuerpo de Círan y se detuvo.


Sus dedos clavados en las caderas de Círan y sus ojos volteados. Casa.
Estoy finalmente en casa, en mi hogar. Siempre que intimaba con Círan, su
corazón se abría y todas las emociones que mantenía custodiadas,
resurgían.

—Oh dios —gimió. —Te sientes tan bien, cariño.

Círan dijo algo en respuesta, pero Kurgan perdió el norte cuando su


polla se hundió dentro del cuerpo de Círan. No podía escuchar ni ver nada.
Estaba perdido en el hombre que amaba. Apretado. Caliente. Resbaladizo.
Absoluta perfección.
22
Con sus bolas profundamente enterradas hasta la raíz, Kurgan tomó
una profunda respiración para concentrarse antes de salir. Lentamente,
comenzó a moverse, un ritmo suave que le dejó aturdido cuando el placer
se precipitó por sus venas. Bajó la mirada, y observó como su polla
entraba y salía del cuerpo de Círan. Era lo más hermoso que había visto
jamás. Kurgan cambió el ángulo de sus embestidas, y golpeó el punto
dulce de Círan. El hombre soltó un grito y comenzó a moverse,
reuniéndose con Kurgan en cada acometida. Golpeó la glándula
repetidamente, conduciendo a Círan a la locura. Escuchar su nombre en
los labios de su amante era el paraíso.

Agarrando las caderas de Círan, Kurgan clavó sus dedos en la carne


del hombre. Se movió más rápido, más duro, dando a Círan todo.

—Kurgan… —Círan dijo su nombre, alertando a Kurgan que estaba


cerca. Lo podía escuchar en la voz del hombre.
—Vente para mí, cariño —ordenó. Los músculos de Círan se
contrajeron al instante y el hombre se inmovilizó, justo antes de que su
cuerpo convulsionase. El aroma de su liberación llenó el aire, y Kurgan
sabía que no iba a durar mucho, no con los músculos del culo de Círan
exprimiendo su polla.

Sus colmillos se extendieron, sus picos afilados hormigueando.


Quería reclamar a Círan. Quería hundir sus colmillos tan profundamente,
que la marca quedase allí para siempre. Pero no podía. Echando su cabeza
hacia atrás, sin embargo, Kurgan rugió su liberación. Su semilla salió
disparada de la cabeza de su vara, llenando a Círan. Embistió una vez, dos
veces, su cuerpo se sacudió cuando sus bolas se vaciaron dentro del dulce
culo de Círan.

Kurgan jadeó pesadamente, dejando caer su cabeza para descansar


en medio de la espalda sudorosa de Círan. Su cuerpo se sentía como si le
hubiesen pasado por el exprimidor, pero nunca se había sentido mejor. 23
Por un breve momento, tuvo a su amante de nuevo en sus brazos. Cuando
todo este asunto del desafío de apareamiento hubiese terminado, quizás
podría convencer a Círan para quedarse.
CAPÍTULO 3

—¿Qué haces aquí? —Kurgan preguntó cuando se abrazaron, sus


cuerpos alineados y sus brazos envolviendo estrechamente al otro.

Círan se quedó callado un momento. Sabía que esta pregunta iba a


surgir, pero no estaba seguro de que decir. Cualquier cosa que saliese por
su boca sería una mentira, y odiaba tener que mentir a Kurgan. Pero no
podía decir la verdad tampoco. Círan sólo esperaba que cuando la verdad
fuese revelada finalmente, Kurgan pudiese perdonarle.

—Como el mejor guerrero que conozco, no tenía ninguna duda de


que serías elegido como el tributo dragón por este territorio, así que me
presenté de voluntario.

Círan no era humano o dragón, sino una perfecta combinación de


ambos. Era considerado distinto como el resto de los miembros de la
24
familia real. Círan poseía una magia que los dragones y humanos no.

—¿Te ofreciste voluntario? —Kurgan se echó un poco hacia atrás y


miró a Círan como si hubiera perdido la cabeza. —¿Por qué querrías
competir para convertirte en el consorte del rey?

—No quiero ser consorte del rey. —Círan quería echarse a reír, pero
no lo hizo. Esta no era una situación divertida. —Quería estar aquí contigo.

Kurgan sonrió, pero no alcanzó a sus ojos. —Yo tampoco quería


estar aquí, pero mi familia… —Se detuvo. Había dicho todo esto antes.
Círan había escuchado las excusas del hombre. Círan tenía las mismas
cuando estaba en el ejército. Sus vidas habían girado alrededor de las
obligaciones familiares y su deber a la corona—. Me alegro que estés aquí.
Quizás los dos podamos perder y pasar algo de tiempo juntos.

—No—Círan automáticamente comenzó a negar con su cabeza.


Kurgan tenía que competir hasta el final. —Los dos haremos nuestro
mayor esfuerzo. Es lo que corresponde hacer.
Círan no permitiría que Kurgan abandonase. Había traído a
propósito al dragón aquí a competir y Círan planeaba tomar a Kurgan al
final. Si trabajaban juntos como hicieron atrás en sus días militares, sería
fácil deshacerse de los otros competidores. Y si todo iba como planeaba,
Kurgan le perdonaría y aceptaría su ofrecimiento de convertirse en
consorte del rey.

—La primera prueba está programada para empezar dentro de poco


—Kurgan murmuró.

Círan asintió. No quería salir de la cama, pero era importante que


ambos participaran. Aunque Círan no sabía qué prueba sería, sabía ciertas
cosas por Edorís.

—Probablemente deberíamos vestirnos—Círan comenzó a


incorporarse, pero Kurgan le detuvo, atrayéndolo de nuevo. Unió sus
labios, empujando su lengua dentro de la boca de Círan, lamiendo y
saboreando como si no pudiese conseguir suficiente. Círan se apartó, sin 25
aliento—. Tenemos que parar. De lo contrario no seré capaz de salir de
esta cama.

—Bueno. —Kurgan sonrió. —Bloqueemos la puerta y quedémonos


aquí.

—Tan pronto como la primera prueba haya finalizado, regresaremos


a la cama —Círan prometió.

—Bien—Kurgan gruñó. Era obvio que el dragón no estaba feliz con


la decisión de Círan, pero lo dejó ir, incorporándose y saliendo de la cama.
Sin los brazos del dragón abrigándole, Círan se sintió frío, hundiéndose
éste en sus huesos. Kurgan le ofreció su mano, y Círan la tomó,
permitiendo al otro hombre sacarlo de la cama.

Ambos se vistieron, poniéndose sus camisas y pantalones. Círan se


puso de espaldas a Kurgan, bloqueando al hermoso dragón de su vista
para no cambiar de parecer. El cuerpo de Kurgan era magnífico.
El hombre podría fácilmente convencer a Círan de hacer cualquier
cosa cuando estaba desnudo. Una campana sonó a la distancia, alertando
a Círan de que los llamaban al castillo. Había llegado la hora. Tras meter
los pies dentro de sus botas, Círan se puso de pie y fue a la puerta. La
abrió y esperó a Kurgan. El dragón le dio un guiño al pasar, y Círan cerró la
puerta.

Hombro a hombro, los hombes marcharon por el pasillo de los


barracones. Otras puertas se abrían cuando humanos y dragones se les
unían. De dos en dos, todos los hombres se dirigieron al castillo. Cuando
llegaron al salón principal, Círan se puso junto a los demás, firme frente al
consejo y al consejero del rey, Edorís.

La multitud guardó silencio cuando Edorís levantó sus manos. —Un


desafío de apareamiento ha sido emitido para nuestro nuevo rey. Cuando
el rey sea coronado al final de la fiesta de Coronación, lo será su consorte
también. Esta batalla desafiará tanto vuestra fuerza como vuestra mente. 26
Que gane el mejor.

Una ovación repicó, resonando en el gran salón antes de que Edorís


mandase guardar silencio a la multitud nuevamente. Continuó hablando, y
Círan contempló a Kurgan por su visión periférica. El hombre alto y fuerte
permanecía imperturbable, con su mirada al frente. A Círan le gustaría
saber lo que pasaba por la mente del dragón. ¿Cómo reaccionaría cuando
finalmente supiera la verdad? ¿La pasión que habían compartido sólo
momentos antes permanecería una vez que Kurgan supiese que Círan
sería el rey?

El anciano con más antigüedad del Alto Consejo, el anciano Morgan,


dio un paso adelante con un manuscrito. Con una enorme teatralidad
desenrolló el grueso pergamino, y Círan quería rodar los ojos. A pesar de
que odiaba la política, Círan era ahora parte de ella.
—El primer desafío tendrá lugar en el campo de batalla con
espadas. En el primer desafío todo el mundo será emparejado con otro
oponente. Hay un sistema de puntuación. Si pierden, no necesariamente
significa que serán eliminados de la competición.

El consejero leyó la lista de nombres. Círan lucharía contra el tributo


humano del territorio del sur, Dino. No le preocupaba mucho. El humano
nunca había visto una verdadera batalla. Sería fácil derrotarlo. Cuando
Círan miró a Dino, el hombre se veía verde, como si fuese a perder el
contenido de su estómago en cualquier momento. Círan casi sintió lástima
por el chico, pero recordó que al final, el último hombre a quedar en pie
debía ser Kurgan. Y Círan estaba dispuesto a hacer todo lo necesario para
conseguir el final que deseaba.

Cuando nombraron a Kurgan, volvió a prestar atención al consejero.

—Kurgan del territorio del rey contra el tributo dragón del territorio
del norte, Teodoir. 27
Círan maldijo para sí. Los dragones azules eran una feroz nidada
liderada por Daineal. Kurgan definitivamente tendría una buena lucha en
sus manos. Afortunadamente, Kurgan era un experto espadachín. De otra
manera, Círan estaría verdaderamente preocupado por el resultado.

—La lucha tendrá lugar en el campo de entrenamiento de los


guerreros dentro de diez minutos. Hemos preparado espadas y armaduras
para cada uno de ustedes—El consejero declaró observando a la multitud.

—Pueden retirarse.

Círan hizo una reverencia junto a los otros hombres y se giró para
dirigirse al campo de entrenamiento. Kurgan iba a su lado. Sus manos se
tocaban mientras se movían, un leve roce de sus dedos. No eran
necesarias las palabras, pero nuevamente, no lo necesitaban. Habían ido
ya antes a la batalla.
El aire cargado del olor de la testosterona y masculinidad, según se
acercaban al campo de entrenamiento. La agresividad parecía aumentar
en los otros hombres. Comenzaron a moverse más rápido, contrayendo
los músculos y gruñendo. Círan se quedó junto a Kurgan, tratando de
mandar al dragón toda su fuerza.

Cuando finalmente llegaron al campo de entrenamiento, se oyeron


vítores y alaridos, extendiéndose por el cielo. Una multitud ya se había
reunido, filas de personas tratando de encontrar el mejor asiento. Círan
negó con la cabeza ante el espectáculo en que se estaba convirtiendo el
desafío de apareamiento.

Y sólo acababa de comenzar.

Suspirando, Círan siguió a la línea de competidores a la armería.


Para su alivio, Torcuil esperaba allí sosteniendo una espada y armadura
para Círan, con una gran sonrisa en su cara. —¿Qué te parecen los
barracones? 28
Círan rió. —Los barracones aquí son geniales. —No tenía ninguna
queja, especialmente considerando su compañero de cuarto.

—Torcuil, me gustaría presentarte al dragón que compite de


nuestro territorio. Este es Kurgan—Círan miró sobre su hombro a tiempo
para verle fruncir el ceño. Estuvo allí sólo un segundo y después
desapareció. —Kurgan, este es mi amigo, Torcuil. —Tomó la espada y
armadura de Torcuil y observó a los hombres evaluarse el uno al otro.
Después de unos segundos, los hombres a regañadientes se dieron la
mano.

—¿Con quién te ha tocado luchar, Círan? —Torcuil puso una mano


sobre el hombro de Círan, conduciéndolo fuera de la armería hacia donde
los otros competidores estaban comenzando a reunirse.

—No estoy seguro de que me guste el modo en que el hombre te


estaba mirando —Torcuil dijo susurrando una vez que se alejaron de
Kurgan.
Esto despertó su interés. —¿Cómo me mira?

—Como si le perteneciese, Su Majestad.

—¿En serio? —Un estremecimiento de placer se elevó por su


columna, y Círan sonrió. Eso era exactamente lo que quería escuchar. La
idea de que Kurgan pudiese estar celoso le complacía enormemente. No
había razón para compartir sus sentimientos con Torcuil, sin embargo.
Círan decidió cambiar de tema—. Me ha tocado luchar con Dino de la
región del sur.

Torcuil resopló. —Tómelo con calma con él.

—¿Qué quieres decir?

—Mira. —Torcuil señaló al lateral de la arena, donde había un


hombre inclinado, vomitando—. Pobre chico.

—No le heriré, si es lo que te preocupa. Sólo planeaba darle unos 29


toques con el lateral de mi espada unas cuantas veces, lo suficiente para
ganar algunos puntos y mantenerme en la lucha por ganar.

—Lastímelo un poco —Torcuil dijo.

—¿Qué? —Círan se detuvo y sorprendido, miró fijamente a su leal


guardia.

—Quiero conocerlo. —Se encogió de hombros, y Círan rodó sus ojos


hacia el cielo—. No quiero que le cause ninguna herida seria, sólo unos
pocos rasguños para que pueda atender sus heridas. —Círan se echó a
reír. No pudo evitarlo—. Ayude a un hombre. Ha pasado demasiado
tiempo, y es mi tipo.

—De acuerdo, de acuerdo. Te ayudaré, pero sólo unas pocas heridas


superficiales. —Círan miró por encima del hombro a su guardia, y el
hombre meneó las cejas. Era un movimiento que Círan nunca había visto
antes.
Sus guardias reales normalmente eran muy profesionales, y Círan
esperaba que eso cambiase ahora que sus roles eran como iguales. Quizás
fuese más fácil para Torcuil hablar abiertamente cuando se refería a
Críostóir como Círan. Tenía que admitir que realmente le gustaba este
lado del hombre.

Cuando los concejales entraron al campo, la multitud guardó


silencio. Edorís dio un paso hacia adelante y dio una vuelta, observando al
grupo tanto de humanos como de dragones que se había reunido.

—Comenzaremos con los dragones. Kurgan y Teodoir por favor


entren a la arena.

Círan se puso tras una de las barreras con Torcuil. Frunció el ceño
cuando vio a Kurgan sujetar la empuñadura. Miró a Círan y sus ojos se
encontraron y sostuvieron la mirada un momento. Círan inclinó su cabeza
animándole silenciosamente antes de que Kurgan regresara la atención de
nuevo a su oponente. 30
—No puedo mirar —Círan murmuró, desviando la mirada al suelo.

—¿Quieres te cuente lo que ocurre? —Torcuil ofreció.

—Seguro—Círan se encogió de hombros.

Círan miraba a los pies de Kurgan. Los dos hombres se movían en


círculos y la multitud comenzó a chillar, gritando el nombre de su
campeón. Cuando metal chocó contra metal, Círan se estremeció. No
quería que le ocurriese nada a Kurgan. A pesar de que tenía fe en las
habilidades del dragón, Círan aún estaba nervioso. En el pasado, siempre
se le revolvió el estómago cuando Kurgan fue a una batalla. ¿Cómo podría
no estarlo? Círan no podía ni imaginarse que algo u alguien hiriese a su
amante.

—Oooh… —Torcuil realizó unos cuantos sonidos, y Círan levantó la


cabeza. No podía soportar no saber lo que estaba ocurriendo.
Teodoir se las arregló para asestar un golpe con su espada bajo el
bíceps de Kurgan. Goteaba sangre de la herida, y Círan gruñó. El bastardo
le hirió. Eso enfureció a Círan. Se aferró a la barrera que le separaba de la
arena para evitar entrar y patear el culo de Teodoir.

—Te gusta —Torcuil dijo.

—¿Quién? —Círan fingió no tener ni idea de lo que Torcuil hablaba.

Torcuil elevó una ceja y simplemente negó con la cabeza. —No diré
nada.

Círan miró a Torcuil un momento y finalmente asintió. —Tiene que


ganar.

Torcuil sonrió. —Ayudaré en lo que pueda.

—No—Círan negó con la cabeza. —Kurgan tiene que ganar por sí


mismo. No podemos interferir. —Sabía en lo profundo de su corazón qué 31
si Kurgan no ganaba el desafío por sí mismo, nunca aceptaría ser el
consorte real, y Círan no creía poder aceptar a ningún otro.
CAPÍTULO 4

Ya había pasado una semana, una semana mientras esperaban que


eligiesen a uno de ellos. Había tareas diarias y actividades, pruebas para
ver quien era el más fuerte, el más rápido, y el más inteligente. Tres de los
aspirantes habían sido descalificados debido a las heridas que habían
recibido durante las pruebas a que se enfrentaron. Eso dejaba siete,
siendo uno de ellos Kurgan.

Y aún esperaban.

El heredero no había hecho acto de presencia aún. Kurgan estaba


empezando a preguntarse si verían en algún momento al esquivo
descendiente del anterior gobernante. Precisamente no es que esperase
con impaciencia conocer al hombre, pero tenía que admitir que sentía
curiosidad.

Kurgan siguió a los otros aspirantes al enorme salón, su paso más 32


lento que los otros mientras observaba y esperaba. Algo pasaba. Lo podía
sentir en sus huesos. Había una tensión en el aire como si algo en el
desafío estuviese a punto de cambiar. Kurgan fue a su habitual punto
cerca de la pared del fondo. No le gustaba tener a nadie a sus espaldas,
especialmente no en esta multitud.

Cada concursante tenía permitido un séquito personal de tres


personas, dos guardaespaldas y un asistente personal. Kurgan había traído
a Jermyn, su mejor amigo, y nada más. No necesitaba un asistente, y sin
duda alguna, no necesitaba un guardaespaldas. La persona
suficientemente estúpida para atacarle sin provocación alguna estaría
buscando que le arrancasen la cabeza.

—¿De qué va todo esto? —Jermyn preguntó por la comisura de su


boca cuando se apoyó en la pared junto a Kurgan.

—Ni idea—Kurgan se encogió de hombros. —Enviaron una nota a


mi habitación esta mañana informándome que había una reunión
obligatoria en el salón principal una hora después del desayuno.
—¿Crees que finalmente vamos a conocer al nuevo rey?

—Lo dudo.

—¿Y por qué piensa eso, Sir Kurgan?

Kurgan gruñó se giró ante la pregunta y se encontró con Edorís tras


él. El pequeño humano le había estado volviendo loco desde que había
llegado. No tanto por las preguntas que el hombre hacía, aunque hacía
muchas, sino porque el hombre siempre estaba hablando y metiéndose en
el medio. Al menos el consejero no le distraía tanto como Círan. Kurgan ni
siquiera quería pensar en lo dura que estaba su polla siempre que estaba
a dos metros del hombre. Se suponía que estaba aquí para ganar la mano
del próximo heredero al trono, no comerse con los ojos a un colega
guerrero.

—Dudo que veamos al nuevo rey porque no creo que los deseos del
heredero tengan ninguna relevancia en este proceso. El consejo elegirá a 33
quien ellos quieran que tome la posición, el desafío de apareamiento, ni
de coña.

—No parece tener una muy buena opinión del consejo consultivo
del rey, Sir Kurgan. —El pelo rubio platino de Edorís rozó sus orejas
puntiagudas cuando inclinó su cabeza a un lado, un ceño estropeando sus
de otra forma facciones perfectas—. ¿A qué se debe?

—He visto lo que pueden hacer de primera mano. —Kurgan apenas


recordaba al muchacho inocente que él había sido cuando se unió a la
armada.

Ya no era ese muchacho. Había visto demasiados conflictos, luchado


en demasiadas batallas, y todo mientras el consejo se sentaba en sus
opulentos palacios, dirigiendo las luchas tras las puertas cerradas.
Comenzó a preguntarse lo que Edorís quería de él cuando el hombre
avanzó y se paró delante de él. Se preguntaba si Edorís podría estar
provocándolo cuando fue junto a él con una elegancia sensual que hizo a
Kurgan rechinar los dientes.
—El consejo consultivo del rey tiene potestad, pero no aquí Sir
Kurgan. El ganador de este desafío no será elegido por ellos.

—Si eso es lo que quiere creer.

—Es lo que sé, Sir Kurgan.

Cambió su peso de lugar, inquietándose cuando Edorís le sonrió y se


acercó a la tarima en el frente de la sala. Kurgan se giró para mirar, una
vez más apoyándose contra la pared. No le iba a gustar lo que el consejero
iba a decir. Podía sentirlo en sus entrañas.

—Si puedo tener su atención —Edorís dijo dirigiéndose a la


multitud, sus brazos juntos tras su espalda en una postura casual aún
cuando la tensión en su cara decía que sentía de otra manera—. Ha
llegado a oídos del consejo que ciertos individuos han comenzado a hacer
apuestas sobre el resultado de este desafío. Como consejero personal del
rey, los aliento firmemente a que se mantengan alejados de tales 34
actividades y tomen este desafío en serio.

La atención de Kurgan se alejó del consejero cuando el embriagador


aroma que anhelaba incluso en sus sueños se arremolinó en torno a sus
sentidos. No se giró cuando Círan se acercó y apoyó en la pared junto a él.
Sabía que el hombre estaba allí. Siempre que Círan estaba cerca, Kurgan
sabía exactamente donde estaba.

—¿Qué ocurre? —Círan preguntó.

—Alguien comenzó a hacer apuestas sobre quien será el consorte


del nuevo rey.

—¿De verdad?

Kurgan se sorprendió un poco ante la sorpresa… de Círan. —¿Qué?


¿No creías que algo así ocurriría? —Era inevitable en situaciones como
esta.

—No, no creía que el consejo lo averiguaría tan rápido.


Kurgan rió. —Hiciste una apuesta, ¿Verdad?

Círan se encogió de hombros.

—¿Crees saber quién va a ganar el desafío?

La risa de Círan era tan intrigante como misteriosa. Kurgan se


preguntó si el hermoso hombre sabía algo que él no. Y después gruñó, no
gustándole las direcciones que sus pensamientos estaban tomando.

Kurgan apretó la mandíbula y miró fijamente al frente, su mente


trabajando horas extras. Que le cuelguen si Círan iba a ganar y ser el
juguete sexual de algún mocoso real.

Círan le pertenecía, maldición.

Podría no ser capaz de reclamar al hombre debido a sus


obligaciones familiares, pero saber que tarde o temprano podría tener a
Círan en sus brazos de nuevo era a veces lo único que lo mantenía en pie. 35
Si Círan se convertía en consorte del rey, Kurgan no vería de nuevo a
Círan, y antes preferiría morir.

—Hmm, combate cuerpo a cuerpo.

—¿Qué? —Kurgan miró a Círan.

—Soy el próximo en el combate cuerpo a cuerpo del desafío.

Kurgan aspiró aterrado y miró a la tarima donde Edorís aún estaba


hablando. —¿Contra quién?

—Santo.

—No —Parecía como si cada onza de sangre de la cara de Kurgan se


drenase mientras buscaba en la pequeña multitud al fuerte dragón. Santo
era ampliamente conocido como un experto combatiente cuerpo a
cuerpo. Barrería el suelo con Círan.

—¿No crees que pueda ganar?


Kurgan estaba jodido sin importar cómo contestase a la pregunta.
¿Realmente creía que Círan podía ganar a Santo en un combate cuerpo a
cuerpo? ¡Infiernos, no!

Kurgan cruzó sus brazos, y miró fijamente a Círan. —Creo que te


enfrentas a un oponente muy bien entrenado. —Ahí. Eso sonaba
diplomático, ¿Verdad?

Sabía que estaba en problemas cuando Círan arqueó una ceja.

—¿Mejor entrenado que yo?

Sip, estaba jodido.

—Sinceramente, sí. Santo lleva décadas perfeccionando su destreza.


Es bueno, muy bueno.

Desapareció la diversión del rostro de Círan, y se puso serio.

—¿Cómo sugieres que le gane?


36
Kurgan realmente no quería que Círan le ganase a Santo. Ganarle al
hombre significaría que Círan ascendería en el desafío, más cerca de
convertirse en consorte del rey. Pero si perdía, Círan se vería obligado a
marcharse y Kurgan se quedaría solo en el palacio.

Tal vez…

—Vigila sus hombros —Kurgan dijo suspirando—. Siempre revela


qué mano va a usar bajando su hombro.

—¿No me digas?

Kurgan deseó no habérselo dicho cuando Círan miró a Santo


especulativamente. —Necesitas tomarte esto en serio, Círan. Santo es
muy bueno.

—Oh, estoy tomando esto muy en serio.


Kurgan habría apreciado la sonrisa que Círan le dio cualquier otro
día, pero no hoy. El pensamiento de su a veces amante enfrentándose a
uno de los mejores luchadores cuerpo a cuerpo le provocaba retortijones
en el estómago. —Ten cuidado, Círan.

Círan le guiñó el ojo, y Kurgan sabía que estaba perdido.

—Tengo que ser cuidadoso. Tengo planes contigo esta noche.

—Suena maravilloso. —Si sobrevivía todo ese tiempo.

—Nos trasladaremos al campo de entrenamiento para comenzar la


parte del combate cuerpo a cuerpo del desafío —Edorís anunció, y los
competidores se dispersaron.

Santo se acercó al fondo de la sala, con una mueca de satisfacción


en sus labios. No miró a Kurgan. En su lugar, los ojos del hombre se
enfocaron en Círan. Kurgan miraba del guerrero dragón a su amante y
regresaba de nuevo. Era difícil no implicarse y ser protector con Círan.
37
Quería ponerse delante del hombre que amaba y protegerle del dragón,
pero no lo hizo. Kurgan no quería dar su relación a conocer.

—No te preocupes, humano. Seré suave.

Círan le mostró una amplia sonrisa a Santo. —Creo que podrías


sorprenderte, Santo. Tengo unos cuantos ases bajo la manga.

Santo alcanzó la camisa de Círan, tensándose Kurgan. Pero el otro


dragón apenas miró bajo la manga de Círan, se echó a reír. —No veo nada
especial.

Círan simplemente se encogió de hombros. —Supongo que tendrás


que esperar a que estemos en la arena.

—O —Santo le dio un guiño—, podrías rendirte ahora, así no tendría


que lastimar tu bonita cara.
—Eres muy amable—La voz de Círan descendió, y Kurgan rechinó
sus dientes. No le gustaba ver a otros hombres coquetear abiertamente
con Círan. Le hacía ver rojo. Quería agarrar a Santo y apartarlo, pero no se
movió. —Pero creo que me arriesgaré.

—Nos veremos ahí fuera —Santo sonrió a Círan antes de salir del
salón principal.

Kurgan permaneció un momento allí, inmóvil. Atrapado en sus


celos. Este no era el momento ni el lugar. Si decía algo ahora, alguien
podría escucharle y enterarse de su relación con Círan. No sabía qué
consecuencias podrían sufrir entonces. Kurgan no haría nada para poner
en peligro a Círan. Kurgan miró fijamente a Círan cuando el salón se vació,
encontrándose sus ojos.

—No te preocupes —Círan finalmente dijo, agarrando su hombro—.


Estaré bien.
38
—Siempre me preocuparé —Kurgan murmuró.

—Ten un poco de fe en mí. Sólo porque Santo sea más grande no


significa que sea más fuerte. —Más grande normalmente significaba más
fuerte, pero Kurgan no señaló eso. En cambio, asintió. No serviría de nada
decir en voz alta sus dudas—. Vamos.

Círan dio un suspiro mientras iba a la puerta. Kurgan le siguió. No


quería ver a Círan en una batalla con Santo.

Cuando llegaron a la arena, Santo ya se había quitado su camiseta.


Flexionaba sus músculos, dando un espectáculo a la muchedumbre. Todo
el mundo aplaudía y vitoreaba, gritando el nombre del hombre. Círan miró
sobre su hombro y sonrió. No parecía preocuparle que pudiesen patearle
el culo. Cuando Kurgan no le sonrió en respuesta, Círan rodó los ojos al
cielo.

—Cuando esta lucha haya terminado, tú y yo vamos a tener una


pequeña charla, dragón.
Círan no dio a Kurgan la oportunidad de responder. Entró a la arena,
dando la espalda a Kurgan. Kurgan sentía que el bulto que se formaba en
su garganta iba a cortarle la respiración. No tenía nada que ver que
estuviese aguantando la respiración.

La lucha era feroz. Los dos hombres se abalanzaban el uno hacia el


otro, cavando sus pies en el suelo de tierra de la arena, el ceño fruncido en
sus caras, y sus puños golpeando cualquier parte de su oponente que
lograban alcanzar. Santo tuvo suerte en más de un golpe. Su talento
natural y años de entrenamiento se mostraban en cada gesto. Parecía que
no hiciese un simple movimiento sin saber exactamente cuál sería el
resultado.

Santo implacablemente conectaba un golpe tras otro, golpeando a


Círan con la suficiente fuerza para hacerle tambalearse y caer unas
cuantas veces. Kurgan sólo sabía que Círan iba a recibir una buena paliza.

Círan retrocedió. Soltó una patada, conectando su pierna en la tripa 39


de Santo, y el dragón cayó al suelo. Santo se levantó de un salto. Kurgan
volvió la cabeza cuando Santo volcó a Círan sobre su espalda, la rodilla del
hombre más grande descansando en el pecho de Círan para fijarlo al
suelo. No podía mirar. Por mucho que no quisiera que Círan ganara el
desafío, tampoco quería ver cómo lo vencían. Era difícil para Kurgan
quedarse atrás. Quería entrar a la arena y proteger a su amante.

—¿Has tenido suficiente? —La profunda voz de Santo resonó en el


campo de batalla.

—No. —La jovial carcajada de Círan le hizo girarse.

—¿Y tú?

Kurgan no sabía exactamente lo que hizo Círan, el movimiento fue


demasiado rápido.

Lo que realmente vio fue el completo asombro mostrado en la cara


de Santo justo antes de salir volando por encima de la cabeza de Círan.
Si fue debido a la sorpresa o por la gran distancia que voló, Kurgan
no lo sabía, pero el hombre no aterrizó bien. Hubo un distintivo crujido
que dijo a todo el que lo escuchó que Santo estaba fuera del desafío de
apareamiento.

Joder. Eso fue malo.

Kurgan rodó los ojos cuando vio a Círan saltar a sus pies. La multitud
se volvió salvaje, coreando el nombre de Círan como si ya hubiese ganado
el desafío de apareamiento. Círan no pareció escuchar una sola palabra.
Se acercó y agachó al lado de Santo, tirando del hombre hasta una
posición de sentado para revisar su lesión. Kurgan no sabía lo que Círan
dijo cuando se inclinó y susurró al oído de Santo, pero los ojos del hombre
se redondearon tan ampliamente, que por poco se le salieron de la cara.
Círan rió cuando Santo asintió rápidamente. Se puso de pie y ayudó a
Santo a levantarse y lo entregó a los curanderos al salir del campo.

Cuando se acercó a Kurgan y sus miradas se encontraron, casi dio un 40


traspié. Los ojos de Círan eran impenetrables. Kurgan no podía leer lo que
su amante pensaba. Pero los pasos lentos hablaban en voz alta. Círan
estaba inseguro de la respuesta de Kurgan a lo que acababa de ver.
Sinceramente, Kurgan no estaba seguro de su respuesta. Aún estaba
tratando de entender lo que acababa de suceder.

—Tuve suerte —Círan dijo cuando estuvo lo bastante cerca.

—Cierto. —Kurgan no se creía ni una palabra, pero tampoco tenía


tiempo para discutir. El locutor gritó su nombre. —Mi turno.

—Sí. —Algo oscuro y peligroso destelló en los ojos de Círan justo


antes de girarse a mirar al campo de batalla. —Buena suerte.

Kurgan le dio un guiño a Círan cuando pasó a su lado.

—¿Vas a besar mis heridas?


—Será mejor que no haya ninguna herida—La voz de Círan era
áspera y profunda e hizo que Kurgan deseara estar de regreso en su
habitación. —Tengo planes para ti más tarde y no implica a ninguno de los
dos en la sala de curas.

Los ojos de Círan llamearon al contemplar a Kurgan de arriba abajo.

—Bueno, quizá1 sí.

—No ayudas —Kurgan gruñó, acomodándose la polla en sus


pantalones. Iba a entregar su cabeza en un plato porque estaba
demasiado atrapado pensando en lo que Círan quería hacerle.

El hombre tenía una imaginación perversa.

El cuerno sonó, exigiendo a los dos guerreros del actual desafío


presentarse. Kurgan se alejó de Círan hasta llegar al círculo de los
luchadores, y se dio la vuelta para afrontar a su oponente, Izo. Quería dar
por terminada esta lucha cuanto antes.
41

1
Be in traction es la frase original: Tiene doble sentido. Primero se refiere a sanar las heridas, ir a la sala
de curas. Después, se refiere a la fricción de un cuerpo. A intimar.
CAPÍTULO 5

La lucha era como las caricias previas al sexo por lo que respectaba
a Círan, dos hermosos hombres andando en círculos el uno alrededor del
otro, el sudor goteando por sus caras, y la ropa rasgada, exponiendo la
carne desnuda. Ver a Kurgan luchar contra Izo era suficiente para ponerle
duro. Presionó su polla, esperando que ninguno de los otros que le
rodeaban pudiese ver lo afectado que realmente estaba.

Mientras que el tiempo seguía corriendo, Círan observó los


movimientos de Kurgan. El dragón verdaderamente era un talentoso
guerrero. Y sería un estupendo consorte, no sólo por el amor que
compartían, sino porque Kurgan realmente sería de valor para la corona.

Cuando Izo soltó una patada, Kurgan la agarró y retuvo con ambas
manos. Los brazos de Izo se sacudieron dando golpes en vano cuando
saltó, tratando de acercarse lo suficiente para poder alcanzar a su
adversario. Kurgan usó su pie, pateando a Izo en las pelotas, y el hombre
42
cayó. Kurgan soltó el pie de Izo y el hombre se retorció de dolor por el
suelo del campo. Kurgan se giró entonces. Miró fijamente a Círan e hizo
una reverencia.

Círan inhaló profundamente y se enderezó, tensando sus hombros.


¿Lo sabía Kurgan? ¿Hacía una reverencia a Círan porque sabía que era el
rey o simplemente se inclinaba porque había ganado? Entró en pánico
cuando Kurgan caminó hacia él. Cuando miró fijamente los ojos ardientes
de Kurgan, Círan comprendió la intención del dragón. Sólo tenía sexo en
su mente.

El siguiente par de guerreros entró a la arena nada más salir Kurgan.


Agarró el bíceps de Círan al pasar a su lado, arrastrándole. Se tambaleó un
par de veces, pero rápidamente cogió el ritmo de las largas zancadas del
dragón. No les tomó mucho llegar a su habitación dentro de los
barracones. Kurgan cerró de un golpe la puerta.
Se volvió hacia Círan entonces. Kurgan arrancó la ropa de su cuerpo.
Desnudo delante de él, su pecho subiendo y bajando, robó el aliento de
Círan. Círan se lamió los labios. Maldita sea, su dragón era hermoso.

—Desnudo. Ahora. —Kurgan ordenó.

Círan pasó a la acción. Se quitó su ropa rápido, rasgando el material


al tratar de moverse más rápido. Estar desnudo era una muy buena idea,
una que Círan apoyaba completamente.

—Cama—Kurgan usaba palabras simples, diciendo a Círan todo lo


que necesitaba saber.

La bestia estaba cerca de la superficie, y a pesar de que Círan quería


alcanzar y tocar a Kurgan, no lo hizo. Kurgan había estado de ese modo en
el pasado. Después de la batalla el dragón era siempre más rudo, más
cerca de la superficie. Era difícil estar calmado cuando la testosterona
recorría sus venas. 43
Círan saltó a la cama. Se puso en sus manos y rodillas, presentando
su culo a su dragón. Círan detuvo su labio inferior dentro de su boca y lo
mordió mientras se balanceaba, moviendo sus caderas, intentando
atraerlo. Quería a Kurgan. Quería que el dragón lo tomase, lo poseyese.
Kurgan gruñó.

—No necesitas hacer eso, cariño. Estoy pendiendo de un hilo. Mi


control está cerca de romperse—El hombre respiró profundamente unas
pocas veces antes de aproximarse a la cama, sus pasos resonando en el
suelo de piedra. Agarró las mejillas del culo de Círan y apretó el músculo,
masajeando la carne. Círan sintió el cálido aliento de Kurgan justo antes de
que la gruesa lengua bifurcada del hombre lamiera su culo.

—Dioses… —Círan jadeó y sus músculos de endurecieron.

Su boca estaba abierta, y sus ojos cerrados. La atención de Kurgan le


dejó sin palabras. No podía pensar. Círan sólo sentía. Con cada lamida,
gimió.
Círan trató de mover sus caderas, pero Kurgan le mantuvo en su
lugar, negándose a permitir que Círan tuviese ningún poder. Su dragón era
el jefe. Levantó una mano sobre la nalga de Círan, y la dejó caer, duro.
Soltó un grito y el golpe agudo se convirtió en inmenso placer. Kurgan
alternó sus manos, golpeando el culo de Círan mientras introducía su
talentosa lengua dentro del agujero de Círan.

—¡Te necesito! —Círan trató de moverse, exigiendo a Kurgan que lo


tomase, pero el dragón continuó su asalto, llevando a Círan a la locura.

—¿A quién perteneces? —Kurgan preguntó cuando la cabeza de su


polla provocó el culo de Círan. Movió su polla, la longitud deslizándose por
el pliegue de Círan, mientras movía sus caderas, su pelvis golpeando hacia
adelante.

—A ti. A ti. A ti —Círan coreó una y otra vez. Siempre pertenecería a


Kurgan. El hombre ya le poseía, aunque Círan no lo hubiese reclamado
oficialmente con el mordisco de apareamiento. 44
—Exacto, cariño. Me perteneces.

Kurgan empujó la cabeza de su polla por el apretado anillo de


músculos, y Círan amplió su postura, relajando su cuerpo. Kurgan no se
detuvo hasta estar enterrado profundamente en el culo de Círan. Círan no
había estado tan lleno en su vida. Era siempre de este modo cuando los
dos estaban juntos. Kurgan le extendía, llenando a Círan completamente,
como si estuviese hecho el uno para el otro.

Kurgan llevó su mano izquierda por la espalda de Círan, y agarró su


hombro. Con su otra mano, cubrió la cintura de Círan, sosteniéndole
cerca. El cuerpo de Kurgan le envolvió completamente, el dragón
moldeándose al cuerpo de Círan. Kurgan dispuso unos pocos besos por el
hombro de Círan, y se estremeció. Nunca se había sentido tan cerca a otra
alma viviente como en este momento. Si sólo el dragón lo mordiera,
estarían unidos para toda la eternidad.
Todo pensamiento desapareció cuando Kurgan movió su cadera
hacia atrás. Las diminutas protuberancias que se extendían a lo largo de su
erección se restregaban contra el interior de Círan. Chispas de placer
atravesaron las venas de Círan, su visión difuminándose, hasta que sintió
como si hubiese bebido unas cuantas botellas de vino de fruta de dragón.

—Kurgan…por favor… —gimió, apenas capaz de enlazar una frase


entera.

Kurgan no lo hizo esperar. El dragón embistió hacia adelante,


enterrando su longitud una vez más. No se movió lento y constante para
aliviar. En cambio, el dragón se movió rápidamente, jodiendo a Círan con
profundas y duras acometidas. Círan se aferró a las sábanas como si le
fuera la vida en ello cuando el dragón le tomó, poseyendo su cuerpo como
ningún otro amante podría. Estaba perdido en una tormenta de
sensaciones.

Círan arqueó su espalda, inclinando sus caderas para reunirse con 45


cada una de las embestidas de Kurgan. Con la nueva posición, la polla de
Kurgan rozaba su próstata.

—Más…dame más.

Kurgan gruñía según se movía. Penetrando más duro y rápido a


Círan, dándole exactamente lo que necesitaba y ansiaba. Una sensación
de hormigueo comenzó en la base de su espina, acumulándose y
consumiéndole. Su polla se sacudió y sus bolas se elevaron apretadas
contra su cuerpo, avisándole que se iba a venir.

—Voy a… —fue todo lo que pudo decir cuando su orgasmo fue


arrancado de su cuerpo por una fuerza más allá de la naturaleza. Sus ojos
se voltearon y gritó el nombre de Kurgan.

Colapsó, cayendo en la cama, su cuerpo tembloroso por las réplicas.


Kurgan lo siguió abajo, su respiración desigual. Tomando respiraciones
profundas de aire, Círan trató de calmar el acelerado latido de su corazón.
—Tomemos una siesta —Kurgan murmuró, llevando a Círan a sus
brazos. Movió sus cuerpos arreglándoselas para quedarse enterrado
profundamente dentro del culo de Círan.

Cerrando los ojos, Círan se durmió.

Círan se despertó poco tiempo después con alguien dándole


golpecitos en el hombro. Trató de alejar la mano, pero la persistente
interrupción no paró. Círan abrió los ojos de un profundo sueño y se
encontró mirando a Torcuil. Círan abrió ampliamente los ojos y giró su
cabeza al lado para ver que Kurgan seguía dormido.

—Afuera. —Los labios de Torcuil se movieron, pero no salió ninguna


palabra. Círan puso mala cara al hombre, pero Torcuil señaló la puerta e
hizo gestos con su mano, señalando a Círan que le siguiera. Asintió, y
Torcuil volvió a salir al pasillo.

Una vez cerrada la puerta, Círan comenzó a moverse despacio, 46


saliéndose sin molestar a Kurgan, que todavía dormía. Odiaba dejar el
confort de la cama y la calidez de los brazos de Kurgan, pero el deber le
llamaba.

Tras agarrar un par de pantalones y una nueva camisa de su maleta,


Círan se vistió. Abrió la puerta y la cerró despacio, esperando que Kurgan
permaneciese dormido hasta que regresara.

—¿Qué ocurre? —Círan susurró cuando dio unos pasos en el pasillo,


alejando un poco su conversación con Torcuil de la puerta.

—No quería molestarle, Su majestad, pero se nos ha notificado


cierta actividad sospechosa. Hablé con el consejo y su consejero antes de
venir aquí. Deberíamos suspender el desafío.

—¿Qué actividad sospechosa? ¿Qué ocurre? —Su reino y gente


eran más importantes que un desafío de apareamiento.
—Nos han empezado a llegar informes de pequeños grupos de
soldados levantando campamentos fuera de las murallas de la ciudad. No
llevan ninguna bandera, Su Majestad. No tienen lealtad alguna a nosotros.
Cuando enviamos a la Guardia Real a investigar, fueron atacados.

—¿Atacados? —Círan bramó y se volteó a mirar la puerta de su


habitación. Rogaba que Kurgan no hubiese escuchado su arrebato.

—Señor, creemos que planean atacar, y puede que ya estén dentro


de las puertas de la ciudad bajo la fachada de atender al desafío de
apareamiento. Edorís en realidad cree que llevan aquí algún tiempo,
esperando su momento hasta reunir suficientes fuerzas y atacar.

La cabeza de Círan dolía, pero no tanto como su corazón. Su tiempo


con Kurgan había llegado a su fin. Tenía que ser el rey ahora, y no un
participante en un tonto desafío. Kurgan no tardaría mucho en saber la
verdad, y entonces Círan perdería lo más importante de su vida. Por
primera vez en su vida, Círan sintió resentimiento hacia su hermano 47
mayor. Aedan era el mayor. Debería haber sido el rey. Y entonces el
corazón de Círan no estaría destrozado.

—Era sólo cuestión de tiempo —Círan finalmente dijo. Frotó su


mano por los tensos músculos de su nuca, preguntándose si la jaqueca
que estaba comenzando finalmente haría su cabeza explotar—. Sabía que
la amenaza era real. Es por lo que me propuse fortalecer nuestras
fronteras con los acoplamientos. Debemos poner fin al desafío de
apareamiento y reunir nuestras fuerzas, prepararnos para atacar. Ha
llegado la hora.

—Sí, Su Majestad. —Torcuil se inclinó justo cuando la puerta se


abrió.
Kurgan escuchó la puerta cerrarse. Incorporándose, se frotó los ojos
y miró a su alrededor. Sabía que Círan había salido, ¿Pero a dónde había
ido el hombre? No había ninguna prueba programada para esta hora.
Saliendo de la cama, Kurgan se apresuró a vestirse, esperando poder
alcanzar a Círan. Cuando agarró el picaporte para abrir la puerta, escuchó
susurros procedentes del pasillo. Apoyándose contra la puerta, Kurgan
trató de enterarse de lo que decían. Rápidamente comprendió que uno de
los hombres era Círan. No pudo comprender la conversación, pero pudo
captar alguna que otra palabra. Cuando uno de los hombres dijo, Su
Majestad, Kurgan abrió la puerta. ¿Estaba el rey en los barracones?
Cuando vio a Círan y Torcuil, frunció el ceño confundido. Miró más abajo
en el pasillo, tratando de ver al rey. No había conocido al hombre y quería
saber por quien estaba luchando en el desafío de apareamiento.

—¿Qué ocurre? ¿Estuvo aquí el rey?

—Uh… —Torcuil tartamudeó mientras trataba de encontrar las 48


palabras adecuadas.

—Nos acaban de informar que se ha suspendido el desafío de


apareamiento —Círan dijo irguiéndose y cuadrando los hombros, como si
esperase un fuerte golpe. —Parece que el castillo va a ser atacado pronto.

—¿Atacado?

Círan tragó. —Sí.

—¿Qué necesitan que hagamos?

—¿Ayudarás? —Torcuil preguntó con escepticismo.

Kurgan gruñó al hombre. —Apoyo a mi rey.

—¿A pesar de que no le hayas conocido? —Círan preguntó.

—Por supuesto —Kurgan se sintió algo molesto de que su lealtad


fuese cuestionada. —¿Alguna vez he dado la impresión de que traicionaría
a mi rey?
—No, no, por supuesto que no. Es sólo que…muchas personas han
hecho comentarios durante este año de espera antes de que el rey sea
coronado oficialmente. —Círan rió nervioso. —Tienes que admitir que es
insólito para un rey llegar al poder y luego tener que esperar un año antes
de aceptar oficialmente la corona.

—Mi entendimiento es que la situación es precaria en los


alrededores de nuestras fronteras y ser coronado oficialmente estaba en
la parte inferior de la lista del rey de las cosas por hacer —los ojos de
Kurgan acechaban al guardia de Círan cuando el hombre habló.

—Asegurarse de que nuestra gente esté a salvo es mucho más


importante que tener una celebración.

—Tal vez —Kurgan asintió su acuerdo, aunque cruzó sus brazos.

—Pero la gente también necesita ver a su rey y saber que está ahí
realmente. Al esconderse de las masas, ha dado origen a conjeturas y 49
rumores. Eso asusta a la gente. El rey tiene una responsabilidad con su
gente. Necesita cumplir esa responsabilidad, con o sin corona.

Algo oscuro y peligroso se expandió por las entrañas de Kurgan


cuando Círan miró a Torcuil. Algo pasaba entre los dos hombres, algo de lo
que no estaba al tanto, y eso le enfureció. ¿Había algo entre Círan y
Torcuil? ¿Cómo de bien se conocían?

—Torcuil, por favor di a Edorís que me reuniré con él a la orilla de la


arena.

—Como desee. —Torcuil lanzó una mirada rápida a Kurgan antes de


alejarse por el pasillo.

—¿Cómo de bien lo conoces?—Kurgan gruñó, a penas


conteniéndose para no ir tras el hombre y darle una paliza.

—¿Torcuil? —Círan elevó las cejas—. Es mi guardia personal.

—¿Eso es todo?
Círan sonrió, acercándose hasta que sus pechos se rozaron.

—Sí, eso es todo. Mi corazón te pertenece a ti, Kurgan, y ha sido así


desde hace muchos años —Algo extrañamente triste brilló en los ojos de
Círan cuando comenzaron a clarear de su normal marrón a un color
dorado que dejó sin aliento a Kurgan. Había visto destellos de ese color
antes, pero nunca a este grado.

—Hay muchas cosas que quiero compartir contigo, Kurgan, muchas


cosas que deseo contarte—Algo que sospechosamente parecían lágrimas
brillaron en los bordes de las pestañas de Círan. —Pensé que tendría más
tiempo, que podría… —Círan negó con la cabeza y dio un paso atrás, y
después otro y otro. —Por favor, no pienses mal de mí.

Kurgan se quedó con la boca abierta cuando Círan dio la vuelta y


bajó por el pasillo, desapareciendo al llegar a la esquina. Se rascó la
cabeza en confusión, mirando a un lado del pasillo y luego al otro.
50
¿Qué mierda acaba de ocurrir?
CAPÍTULO 6

Círan recordaría de por vida la confusión en el rostro de Kurgan. El


hermoso dragón estaba muy desconcertado por lo que estaba ocurriendo,
pero iba a estar aún más cabreado cuando finalmente lo comprendiera.
Círan podía sentir a su amante alejarse cada segundo que pasaba. Siempre
habían sido honestos el uno con el otro, a pesar de que Círan había estado
ocultando la verdad. Nunca había compartido el hecho de que tenía
sangre real. Círan no se lo contó a nadie, pero también sabía que,
omitiéndolo, estaba mintiendo a Kurgan, y Kurgan no soportaba la
mentira.

Ahora que el desafío de apareamiento se había suspendido


oficialmente, la verdad saldría a la luz. Permaneciendo dentro del salón
del trono vestido con su túnica real, seda negra medianoche con
intrincados bordados de oro, Círan escuchaba cómo el alto consejo y sus
consejeros discutían un plan de batalla. Nadie parecía estar de acuerdo en 51
nada.

La mente de Círan se enfocó en Kurgan, sin embargo, y trató de


apartar los pensamientos del dragón. No podía preocuparse por su
amante, no cuando su gente y corona estaban en peligro. El enemigo
estaba muy cerca, y necesitaba descubrir cómo había ocurrido eso, y
después enfrentarlo.

—Necesitamos hacer algo—Edorís demandó, golpeando su puño en


la mesa. Círan miró a su consejero, complacido de que el hombre fuera
tan apasionado sobre la protección del reino. —Debemos actuar. No
podemos sentarnos aquí y esperar a que nos ataquen.

El consejo estalló, elevándose las voces enojadas cuando cada


hombre trataba de hablar sobre los otros. La conmoción era dramática e
innecesaria. No había necesidad de discutir lo que estaba ocurriendo, la
acción era lo único requerido. ¿Por qué tenían que alargar siempre las
conversaciones? Era ridículo. Demasiado tiempo malgastado mientras que
el consejo luchaba entre ellos.
—¡Suficiente! —Círan gruñó tan alto que las ventanas se agitaron, y
los hombres se detuvieron y giraron a mirarle. —Estamos perdiendo el
tiempo, caballeros. Mientras que estamos aquí dentro discutiendo,
nuestros enemigos están ahí afuera atacándonos. No necesito su
aprobación para actuar. Torcuil ya está preparando a mis guerreros.
Vamos a luchar. Prepárense.

Girando sobre sus talones, Círan abrió las puertas del salón del
trono y marchó pasillo abajo. Los guardias reales a su lado, manteniendo
el ritmo cuando marchó con determinación hacia la arena. No sabía como
su padre manejó tratar con el consejo y sus insulsas discusiones. Estaba
enfermo y cansado de ellos ya. Quizás las cosas cambiarían cuando fuese
coronado oficialmente. Si no, siempre podía designar un nuevo alto
consejo.

Cuando salió al exterior, los guerreros llevaban las armaduras


puestas, sus armas listas. Observó a la muchedumbre. Los hombres 52
parecieron sentir su presencia. Giraron las cabezas y se quedaron con la
boca abierta cuando se dieron cuenta de quien era. Vestir la túnica real
reveló a todo el mundo quien era. Los ojos de Círan se encontraron con los
de Kurgan en la multitud. Se miraron fijamente el uno al otro y el tiempo
pareció ir más lento hasta detenerse. El hombre que conocía y amaba
desde hacía casi veinte años miró a Círan de arriba abajo.

Hizo una mueca y negó con la cabeza, apretando su mandíbula


enojado. Círan podía ver el creciente destello de angustia centellear en sus
ojos antes de que Kurgan se alejara, mostrando a Círan su espalda. El
corazón de Círan se hundió. Sabía cual sería la respuesta de Kurgan, pero
ver la mirada de completa traición en los ojos de Kurgan aún desgarraba el
corazón de Círan.

Sabiendo que no tenía otra elección, Círan alejó su atención de


Kurgan y se concentró en la misión que tenía entre manos. Necesitaba
olvidarse de lo que había perdido con su decisión de mentir a Kurgan y
recordar lo que todo el mundo en su reino podía perder si no ganaban
esta batalla.
—Estamos bajo ataque de fuerzas externas —Círan dijo con la voz
severa y contundente que había escuchado a su padre usar miles de veces
a lo largo de los años. Era un tono de voz de no andarse con tonterías, uno
que permitía saber a todo el que le escuchase que estaba seguro de sus
capacidades para liderarlos, y que esperaba que siguieran sus órdenes al
pie de la letra. —Nuestra gente necesita que les defendamos, que les
protejamos de dichos invasores.

El pecho de Círan se llenó de orgullo cuando cada guerrero presente


dio un paso al frente, sus armas a sus lados. No había duda alguna en su
mente de que lucharían hasta la muerte para proteger a la gente de su
reino.

—La gente es lo primero, la propiedad después —Círan dirigió.


Quería asegurarse de que todo el mundo supiese cuales eran sus
prioridades—. Un edificio puede ser reemplazado. Un niño no. Defiendan
lo que puedan, pero no a costa de vidas. 53
Círan buscó e hizo contacto visual con sus comandantes, y les
asintió. —Sigan a sus comandantes. Les dirigirán a donde se les necesite.
Me reuniré con ustedes en el campo de batalla.

Sabía que no era normal que un rey luchara, pero había sido un
segundo hijo toda su vida, dándole la oportunidad de unirse al ejército y
defender su reino. Esa vida sólo se detuvo cuando su padre murió y se
convirtió en rey. Su nuevo estatus no cambiaba el hecho de que fue
entrenado para luchar. Círan esperó hasta que sus guerreros vaciaron la
arena antes de girar y dirigirse a los aposentos. Torcuil y Neill estaban
esperándole tal y como sabía que harían. Ahora que su secreto se sabía,
dudaba que los dos guerreros abandonaran su lado.

—¿Estan preparados? —preguntó cuando entró a sus aposentos


privados.

—Me gustaría que reconsiderara esto, Su Majestad —Neill dijo.


—Necesitamos que dirija la batalla, no que participe. Si le perdemos
ahora…

Sería una bendición, pero Círan no dijo eso. Trataría con su pena en
privado, después de haberse asegurado de que su reino estuviese a salvo.

—Se me necesita en batalla. Eso es lo que sé.

Ser rey apestaba.

Círan se vistió rápidamente, se puso su armadura y después colocó


sus armas en su sitio. La única ventaja de haber sido hijo del rey había sido
su acceso a armas de alta calidad. Sus dagas y espada estaban fabricadas
del acero más fino, formado con el fuego de un dragón. Su armadura
estaba hecha de escamas tomadas de uno de los dragones más antiguos.
La fuerza que había en todos esos artículos era incomparable.

Una vez vestido y armado para la batalla, Círan se dirigió a la puerta.


La abrió, encontrándose a Edorís de pie al otro lado, su mano levantada
54
como si fuese a llamar a la puerta. —¿Edorís?

La cara del hombre palideció cuando vio la armadura de Círan.

—Por favor recapacite, señor. No puede entrar en batalla.

Círan miró sobre su hombro a Torcuil y Neill. Ellos habían dicho


prácticamente lo mismo. —Si quieres un títere como rey, necesitas buscar
en otra parte. Me niego a mantenerme al margen mientras que mis
hombres van a la batalla.

—Pero, señor…

Completamente enojado, Círan empujó a su consejero al pasar y


salió hecho una furia al pasillo. Era un guerrero, maldita sea. ¿Cómo podía
enviar a hombres buenos a sus muertes sin estar dispuesto a estar junto a
ellos? ¿Y por qué le estaban cuestionando tan duro? Su padre había
luchado en muchas batallas. ¿Por qué no podía hacer lo mismo?
Un fuerte estallido se escuchó y los cimientos del castillo
temblaron. Círan conocía ese sonido. Sabía lo que significaba. El enemigo
estaba atacando, y era obvio que estaban bien preparados. Catapultas.
Rápidamente siguió otro estallido. Círan echó a correr por el torreón. Un
muro cayó a su paso, la piedra y hormigón desmoronándose en el suelo.
Las mujeres comenzaron a gritar y los niños lloraban mientras corrían,
tratando de alejarse del peligro.

—¡Edorís! —Círan gritó sobre su hombro. —Pon a esa gente a salvo.

La batalla había comenzado. Cuando alcanzó la puerta principal, los


sonidos de los gritos de la batalla y el ruido metálico de las espadas
resonaban en el aire. Los pocos hombres que habían conseguido pasar el
gran muro sucumbieron demasiado pronto a juicio de Círan.

Esto era sólo el principio.

—¡Hombre a las catapultas!—Círan ordenó. —Fuego a discreción 55


hasta que les tengamos a tiro. —Disparar rocas ardientes al enemigo
debería demorarlos hasta que pudiesen reducirlos con sus armas. Círan
sacó su espada de la vaina en su cintura con su mano derecha. Cortó el
aire, probando su peso. Trató de aparentar calma. No quería que los otros
guerreros supieran la verdad. Enterrado en lo más profundo de su
corazón, tenía que admitir que estaba nervioso. No le asustaba marchar a
la batalla. Había hecho eso bastantes veces.

Había luchado.

Había matado.

Pero esta vez, el resultado de la batalla recaía directamente sobre


sus hombros. Todas las pérdidas de vida serían responsabilidad de Círan.
Cualquier decisión que tomara tendría consecuencias para su gente.
Agarrando con fuerza su espada, Círan se unió a sus hombres. Se abrió
paso hacia la parte delantera del grupo de guerreros. Él los dirigiría a la
batalla. Independientemente del resultado, Círan lucharía junto a sus
hombres hasta su último aliento. Su gente no se merecía menos.
Boom…boom…boom…boom. Los tambores retumbaban a cada paso
que daban. Círan marchó al frente, dirigiéndose a la puerta. Cuando
estuvo cerca, el gran y pesado puente levadizo de hierro se elevó. Círan
condujo a sus hombres fuera por el arco de piedra. Algunos escuadrones
de guerreros se quedarían atrás para proteger y velar por la gente que no
podía protegerse. El resto fue a la batalla con su rey.

Rocas gigantescas atravesaron el aire, golpeando los muros del


castillo, pero esto no detuvo a Círan ni a su misión. Su mirada al frente
cuando marchaban a su salida del castillo. La tierra parecía temblar con
cada paso cuando filas de soldados seguían a Círan a la batalla. Los
hombres continuaron independientemente del caos que les rodeaba. El
enemigo preparado justo detrás de la línea de árboles. Sabía que estaban
esperando a pesar de que no sabía su número. Círan sabía que necesitaba
enfrentarlos. Huir al castillo no era una opción. Su enemigo continuaría
arrojando rocas hasta que fuese reducido a escombros.
56
Círan flexionó los dedos, moviéndolos por el cuero que revestía la
empuñadura de su espada. Se mantuvo en silencio mientras observaba
bolas ardientes volar por el aire. Aterrizaron, arrasando todo a su paso.

Sonaron voces y chillidos. Las voces de su enemigo.

No tardaron mucho en atravesar la línea de árboles. Llegaron a un


campo abierto. Círan guardó para sí la sorpresa. Su enemigo estaba frente
a ellos, cientos de guerreros con armaduras sosteniendo varias armas.
Círan no había esperado que hubiera tantos rebeldes. Los hombres se
movían con precisión militar, marchando en formación hacia el castillo.

Soltó unas cuantas maldiciones.

Alzando su espada al aire, Círan soltó un grito de batalla, y escuchó


a sus guerreros responder a su llamada a su espalda. Señaló con su espada
al enemigo y se lanzó hacia delante. Círan se movió rápido. Cuando
alcanzó la primera línea, levantó su espada y comenzó a abrirse camino
entre ellos. Círan esquivaba y daba vueltas cortando a su enemigo.
Luchó contra muchos oponentes. Con cada guerrero que mataba, la
sangre salpicaba, cubriendo su armadura. Círan molió su mandíbula, con
un ceño en su cara. Sudor goteaba por su cara, la humedad entrando en
sus ojos. Ardía. Usando su brazo, Círan se secó la cara y observó a su
alrededor. Hombres muertos caídos por todas partes, sus cuerpos
destrozados ensuciando la tierra. Era un enorme campo de muertos y
moribundos. No tenía sentido.

A Círan se le cortó la respiración cuando localizó a Kurgan. El


hombre blandía una lanza haciéndola girar como si fuese una batuta,
apuñalando por el extremo afilado y golpeando con el otro. Un pequeño
grupo de hombres se movía hacia Kurgan, y Círan sabía que tenía que
intervenir. Sosteniendo su espada con ambas manos, Círan corrió hacia
Kurgan. Y la blandió sin levantar el brazo para cortar el estómago de un
hombre y alzándola por encima de su hombro para cortar de un tajo la
cabeza de otro hombre.
57
Círan apoyó su espalda en la de Kurgan. —¿Estás bien?—Fue la
primera pregunta que le vino a la mente.

Kurgan resopló. —Un día más en el paraíso.

Círan comprobó el horizonte y vio que se aproximaban más hombres con


intención de plantar batalla. Alzando su espada, Círan flexionó sus rodillas
y se preparó para más. —Lo siento.

—Pendejadas —Kurgan bufó.

—Traté de contártelo—Círan insistió. Había intentado hablar con


Kurgan hace años, pero nunca le salieron las palabras adecuadas.

—No lo intentaste lo suficientemente duro.

Círan quería girarse. Quería mirar a los ojos al hombre mientras


hablaba con él, pero no podía. En su lugar, liberó su frustración en los
hombres que intentaban matarle. Sabía que Kurgan no iba a escucharle.
No importaría lo que Círan tenía que decir, Kurgan iba a ser un culo
testarudo, un rasgo que normalmente Círan admiraba en el hombre. Sólo
que no hoy.

Los guerreros de Círan se abrían paso entre los humanos, matando y


mutilando, hasta que finalmente el resto dio media vuelta y salió
huyendo. Se quedó allí unos minutos observando la carnicería. Percibía
que algo no estaba bien. Respirando pesadamente, Círan sostuvo su
espada preparada.

—Eso fue demasiado fácil—Kurgan dijo, poniendo voz a los


pensamientos de Círan.

58
CAPÍTULO 7

Kurgan continuó de espaldas a Círan mientras examinaba su


entorno. Sabía que debería alegrarse de haber ganado, pero su instinto le
decía que algo no estaba bien y Kurgan siempre seguía a su instinto.

¿Cómo pudieron ganar a los rebeldes tan rápido? ¿Con tanta


facilidad? Sabía que la guardia real estaba bien entrenada, pero aún así,
tenía que haber más. Un ruido familiar hizo cosquillear sus sentidos, y
Kurgan maldijo. Era un rugido que atravesó los cielos.

—¡Dragones!

Tan pronto como la palabra salió de los labios de Círan, dejó caer su
espada y salió corriendo. El hombre cambió mientras avanzaba, y Kurgan
se quedó con la boca abierta cuando un hermoso dragón dorado tomó
vuelo. Se quedó mirando, asombrado, sin creer lo que sus ojos veían.
Sabía que Círan era de la realeza, pero verlo de cerca en su forma dragón 59
fue una sorpresa.

Todo el tiempo que había conocido a Círan había asumido que el


hombre era simplemente humano. Soy un idiota. Nunca había sentido al
dragón dentro de Círan. Pero de nuevo, la realeza poseía magia. Había
muchas cosas que la realeza podía hacer y los demás no, como esconder el
hecho de que podían transformarse en dragones.

Cuando los hombres a su alrededor comenzaron a cambiar a sus


formas de dragón, Kurgan siguió el ejemplo. Volando en el cielo, Kurgan
vio una gigantesca nube negra moverse hacia ellos. Gruñidos de gritos,
sonidos cortantes, y chillidos estridentes perforaron sus oídos. Kurgan
voló a través de las filas de dragones hasta que se colocó junto a Círan.
Aunque estuviese enojado con Círan, su amante, Kurgan siempre
cumpliría con su deber y protegería a su rey.

Kurgan y Círan volaron uno al lado del otro, moviéndose hacia su


enemigo.
Sabía que la batalla en tierra había sido demasiado corta. Hubo
mucho derramamiento de sangre, pero parecía que ahora se acercaba la
segunda oleada. Kurgan no se molestó en mirar sobre su hombro. Según
sus cálculos, su número era mucho más bajo que el del enemigo, pero eso
no significaba nada.

Ahora, más que nunca, Kurgan deseaba poder comunicarse con


Círan mentalmente. Pero eso era algo especial entre compañeros, y Círan
no era el suyo. Cuando la nube negra fue en continuo aumento, Kurgan
hinchó el pecho, tratando de parecer más grande. La cantidad de
dragones que venían a luchar era aterradora.

¿De dónde infiernos habían venido?

Con las garras listas, Kurgan alzó la cara y soltó un grito de batalla.

Voló hacia el enemigo, hundiendo sus garras y colmillos en carne y


escamas. 60
Dos espesas nubes de dragones colisionaron en una lucha de gritos
y sangre. La batalla en el cielo había comenzado.

Fuego azotó su cara, tan caliente que chamuscó su piel. Kurgan


gruñó y descendió, siguiendo a la bestia que trató de achicharrarlo.
Haciendo entrar oxígeno a su conducto de humo, Kurgan lanzó su propia
llamarada. Los dragones chillaron al caer del cielo, aterrizando en el suelo
como rocas catapultadas, hundiendo la tierra.

Un cuerpo colisionó contra el suyo, y Kurgan cayó. Trató de mover


sus alas para volar, pero no parecía poder ascender en el aire. El suelo se
acercaba, y Kurgan trató de permanecer relajado. Se tensó cuando golpeó
un árbol. Las fuertes ramas sostuvieron el peso de su cuerpo. Cambiando
a su forma humana, Kurgan inspeccionó su cuerpo, comprobando sus
miembros. Rasguños y quemaduras se extendían a lo largo del lado
derecho de su cuerpo, pero estaba vivo y relativamente indemne.
Kurgan saltó del árbol. Agarró el arma más cercana, una lanza.
Haciendo girar el arma en su mano izquierda, Kurgan cautelosamente se
abrió paso por la línea de árboles. Redujo a cada oponente que se
encontró. El número de dragones a su lado parecía disminuir rápido. La
sangre cubría el suelo, un río de cadáveres por ambos lados.

No podía terminar así.

Un fuerte grito llamó la atención de Kurgan. Alzó su cabeza y vio


como cuatro dragones volaban hacia Círan. Con el corazón en la garganta,
Kurgan observó impotente como Círan descendía del cielo, cayendo al
suelo a una alta velocidad. Kurgan comenzó a correr, bombeando sus
brazos para empujar con fuerza. No podía permitir que le pasara nada a
Círan. Podía estar enfadado con el hombre, pero no quería que le
ocurriera nada.

Con su última explosión de energía, Kurgan cambió y saltó. El


cuerpo de Círan golpeó el suyo, y Kurgan cayó, tomando el impacto de la 61
caída. Estrellándose en el suelo, Kurgan se deslizó por el polvo e hierba.

Cuando finalmente se detuvo, Kurgan inspiró profundamente y se


quedó allí tumbado un momento. Kurgan agitó su cabeza, tratando de
aclarar su visión. Se movió, cuidando de Círan, quien aún estaba tendido
sobre su espalda. Círan cambió y rodó fuera de él. No se movió, y Kurgan
cambió de nuevo a su forma humana, precipitándose al lado del hombre.
Kurgan se arrodilló cerca de su cabeza.

Tocó a Círan, y los ojos dorados del hombre se abrieron. Círan


lentamente se incorporó, alzando su mirada al cielo. Kurgan tragó con
fuerza cuando siguió la línea visual de Círan. La batalla en el cielo era
intensa.

Dragones. Había numerosos dragones, y Kurgan no podía decir si


iban ganando o perdiendo. Kurgan quería decir algo alentador a Círan,
pero las palabras se le atascaron en la garganta.
Poniéndose de pie, Kurgan rápidamente inspeccionó el área, en
busca de armas. Saltando a sus pies, Kurgan cogió un par de espadas y
dagas. Arrojó a Círan una de las espadas, y los dos hombres salieron
corriendo en busca del enemigo. La batalla no había terminado. No
importaba si estaban heridos. El enemigo no se detendría hasta que todos
estuviesen muertos.

Kurgan luchó al lado de Círan, liquidando a los soldados humanos


mientras que los hombres del rey luchaban contra los dragones en el cielo.
Lo único que le dijo que Círan estaba vivo era el hecho de que Kurgan
podía escuchar los fuertes gruñidos del hombre mientras luchaba. Kurgan
siguió moviéndose, con agilidad en sus pies al girar, matando a los
oponentes delante y detrás de él.

La batalla parecía continuar por siempre. Kurgan estaba exhausto,


en cuerpo y mente.

Un dragón bajó en picado, su boca ampliamente abierta, chillando 62


lo bastante fuerte para perforar los tímpanos de Kurgan. No había ningún
sitio para ocultarse de la bestia, y con su brazo derecho aún dolorido,
Kurgan no confiaba en su habilidad para volar. Kurgan levantó su espada,
listo para defender su posición.

—¡Apártate! —Círan gritó antes de golpear a Kurgan, arrastrándolo


y haciéndolos rodar.

Cuando rodó lejos de las garras afiladas del dragón, Kurgan se


preguntó si podrían ganar. Comenzaba a perder la esperanza.
Incorporándose, Kurgan miró fijamente a Círan.

—¿Tienes deseos de morir? —Ciran irrumpió.

Kurgan no pudo evitarlo. Se echó a reír.

Su esperanza disminuía con rapidez.


Ahora que estaba sentado, Kurgan examinó sus heridas. Estaba
dolorido, su cuerpo magullado. Tenía más cortes y rasguños que piel clara,
impecable. Había algo seriamente mal en su brazo derecho. Y era un lío
sangriento.

—Gracias a los dioses —Círan murmuró hundiendo sus hombros.

Kurgan giró. Observó asombrado como se aproximaban guerreros


desde el norte, sur, este y oeste. Los dragones atravesaban el aire, y los
guerreros humanos iban a caballo, montando duro y rápido. Kurgan
sonrió, su esperanza renovada. No estaba acabado. Saltando a sus pies,
Kurgan alzó su espada y soltó un grito de guerra. Todo el dolor pareció
evaporarse cuando entró a la batalla de nuevo, permaneciendo junto a su
rey.

63

Círan suspiró aliviado cuando se movió pesadamente a sus pies.


Observó como se les unían guerreros a la batalla, desde todas las
direcciones, atacando al enemigo de frente. Permaneció allí un momento,
contemplando como el sinnúmero de dragones y humanos tomaban el
control, dominando al enemigo en cuestión de minutos.

En realidad, podrían tener la oportunidad de derrotar al enemigo.

El orgullo que sintió al ver a su gente -dragones y humanos-


defender su reino, llenó su pecho. Y justo allí, en el centro de la acción
estaba Kurgan. A pesar de que nunca ocurriría, Círan sabía que Kurgan
habría sido el consorte perfecto.

El poderoso guerrero fue hecho para estar al lado de un rey.

Sólo que no de Círan.


Sabiendo que tenía cosas más importantes que hacer que cuidar de
su corazón roto, Círan alejó los pensamientos de lo que podría haber sido
y cambió, volando en el aire para unirse a la batalla. Se unió a los dragones
en la lucha para hacer retroceder al enemigo.

Círan perdió la cuenta del número de dragones a los que se


enfrentó y derrotó. Ignoró los numerosos cortes y rasguños, junto a
marcas profundas de garras hasta el hueso. Incluso echó a un lado el dolor
del fuego del dragón que chamuscó su piel. Años de lucha y servicio en el
ejército le dieron la fortaleza para seguir luchando cuando su cuerpo
quería rendirse.

Para cuando el último dragón cayó del cielo, Círan estaba tan
exhausto que sus globos oculares dolían. Pero la lucha no había
terminado, no aún. Los dragones que les habían atacado ya no vagaban
por el cielo, y los soldados en tierra habían sido acorralados o matados.

Pero el castillo y la ciudad que lo rodeaba estaban en ruinas, un 64


daño masivo tanto a la vida como a la propiedad. Esto no era algo que
pudiese ser limpiado con unas cuantas vendas y un poco de cariño.
Tomaría meses reparar el daño del castillo de Círan y la ciudad. Tomaría
años sanar los corazones rotos de aquellos que habían perdido sus
hogares en la batalla. Necesitaban recordar y llorar a sus muertos antes de
enterrarlos.

Entonces, y sólo entonces, podría comenzar la reconstrucción. La


magnitud de lo que necesitaba ser hecho pesaba fuerte sobre Círan. Casi
se alegraba de que su padre no estuviera aquí para ver el desastre que
había causado siendo rey. Círan ciertamente no había hecho un trabajo
estelar hasta el momento, y hacía menos de un año que era rey.

Círan comenzó a descender, intentando aterrizar y cambiar a su


forma humana para poder comenzar a dirigir la limpieza, cuando vio una
flecha atravesar el aire desde una pequeña arboleda al norte de su
posición.
Dolor explotó en el pecho de Círan cuando vio la mortal flecha volar
por el aire e incrustarse en la espalda de Kurgan, el fuerte grito del
hombre resonando en el aire como una sentencia de muerte. Círan rugió y
aspiró una bocanada de aire en su conducto de humo y luego lo lanzó
sobre la pequeña arboleda, incendiando todos los árboles cuando escupió
fuego a los asesinos escondidos. La bola de fuego que disparó reventó los
árboles con la intensidad del calor.

Círan ni siquiera esperó a ver si había destruido su objetivo. Cambió


de ángulo y descendió a tierra tan rápido como sus alas se lo permitieron,
cambiando cuando sus pies tocaron tierra. Corrió a través del campo y
cayó de rodillas junto al cuerpo inmóvil de Kurgan.

—¿Kurgan?—Su voz era un mero susurro, su esperanza


evaporándose cuando su amante no se movió.

La flecha estaba enterrada profundamente en el costado de Kurgan,


cerca de su corazón. Sangraba profusamente. El pecho de Kurgan se 65
elevaba y caía con dificultad como si respirar fuese un problema. Círan
sabía que la flecha tenía que ser extraída y la herida sanada para que
Kurgan tuviera alguna probabilidad de sobrevivir.

Círan sólo conocía una forma para asegurarse de que Kurgan tuviera
una plena y completa recuperación. Era un riesgo, y algo que sólo alguien
de sangre real podía hacer, pero era un riesgo que estaba más que
dispuesto a tomar. Kurgan podría no quererle más, pero Círan no quería
vivir en un mundo en que no habitase su amante.

Círan partió el final de la flecha, arrojando a un lado el pedazo roto


de madera. Convocó una profunda y purificante aspiración, y después
cambió una mano, extendiendo sólo una garra. Tenía que trabajar con
rapidez o Kurgan se desangraría antes de que Círan pudiera sanarle. Molió
sus dientes cuando insertó su garra en el pecho herido de Kurgan,
enterrándola profundamente hasta que sintió el borde afilado de la punta
de la flecha rozar el canto de su garra. Círan tiró del metal, arrojándolo a
un lado.
Sangre borboteaba de la herida abierta. Círan pudo escuchar un
pequeño sonido de succión cuando el cuerpo de Kurgan luchó por
conseguir aire. La flecha había cortado su pulmón. Kurgan se estaba
ahogando lentamente según sus pulmones se llenaban de sangre.

Círan situó la palma de su mano sobre la herida abierta y cerró los


ojos, concentrándose. Se imaginó el funcionamiento interno del cuerpo de
Kurgan, algo que le habían enseñado a hacer cuando era niño. Siempre
había podido sanar pequeñas heridas, pero las más grandes lo dejaban
agotado.

La habilidad de sanar era un dar y tomar. Tenía que haber un


equilibrio.

Podía sanar, pero tomaba las heridas en su propio cuerpo. Seguro,


él sanaba más rápido que los demás, pero aún sentía cada dolor y
sufrimiento hasta entonces. Sanar una gran herida como esta podía ser
fatal para él, de nuevo un riesgo que estaba dispuesto a tomar. 66
Círan sintió su mano calentarse, un brillo azul apareció entre la
palma de su mano y la piel de Kurgan. Cuando el proceso de sanación
comenzó, Círan aspiró profundamente cuando comenzó a emanar dolor
de su pecho. Podía sentir su cuerpo apresurarse a curar la devastadora
herida que apareció en su pecho. En el momento en que los párpados de
Kurgan comenzaron a agitarse, el dolor en el pecho de Círan consumió su
concentración. Apenas podía acordarse de mantener su mano presionada
en el pecho de Kurgan cuando todo lo que quería hacer era agarrar el suyo
y gritar su dolor.

No lo haría.

Círan apretó los dientes con fuerza, negándose a dar voz a la agonía
que se extendía por cada centímetro de su cuerpo. Sabía a lo que se
enfrentaba cuando entró en esto, pero aún así sabía que merecía la pena,
especialmente cuando los ojos de Kurgan se abrieron y el hombre le miró.

—¿Qué… qué ha ocurrido?


Círan levantó su mano y contempló la perfecta e impecable piel que
acababa de sanar. —Te caíste —susurró al dejase caer sobre su culo. Llevó
su brazo a su pecho, tratando de respirar en lentos y pequeños soplos.
Algo más enviaría llamaradas de dolor a todas partes en su cuerpo.

—Debes haberte golpeado la cabeza.

—¿Estás bien?

Círan desearía más que nada en el mundo que Kurgan sintiera


realmente la preocupación que pensó podría haber escuchado en la voz
del hombre. Sonrió débilmente al ponerse de pie. —Sólo cansado. Fue una
batalla agotadora.

Kurgan resopló al levantarse. —Fue una batalla épica.

Círan apretó el brazo que cubría su torso. Podía sentir sangre


rezumar por el interior de su armadura y sabía que necesitaba buscar un
sanador. Observó la carnicería a su alrededor, estremeciéndose por la
67
cantidad de muertos y heridos que había.

—Sí, épica—Y tan carente de sentido. Muchas personas habían


muerto -tanto guerreros como civiles- ¿Y para qué? ¿Un pedazo de tierra?
¿El derecho a hacer cumplir las leyes que habían sido escritas hace cientos
de años? ¿La habilidad de surcar el cielo por cualquier parte que quisieran
o caminar por las calles sin ser asaltados por gamberros? La guerra era
inútil.

Lo único que Círan podía ver que había salido de esta batalla era
que ahora sabía que tenía el pleno apoyo de los hombres que había
puesto a cargo de sus fronteras. Incluso ahora, dragones de azul, verde,
rojo, y negro se elevaban a lo alto en el cielo, protegiendo su reino. Círan
había escogido bien a los hombres que eligió para proteger sus fronteras.

Se sentía orgulloso de su defensa de la capital y de sus habitantes.


—Gracias por su ayuda, Sir Kurgan—Círan dijo formalmente
inclinando la cabeza. Quería que todos supieran que tenía en alta estima
al hombre. —Es un honor para su familia y su reino.

Círan dio una última mirada a Kurgan, se giró y comenzó a regresar


al castillo. Su necesidad de un sanador se hacía cada vez más apremiante y
sabía que probablemente tenía únicamente la energía justa para regresar
antes de colapsar. Se negaba a desplomarse frente a Kurgan.

¿Testarudo?

Sí.

Pero era todo lo que le quedaba.

68
CAPÍTULO 8

Kurgan empezó a preocuparse cuando observó los pasos cautelosos


y moderados de Círan cuando el dragón real regresaba al castillo. Sabía
que algo iba mal pero no podía poner el dedo en la llaga.

Kurgan escuchó un ruido sordo a su izquierda y al girarse vio a


Jermyn aterrizar a unos pocos pies de distancia. El dragón marrón cambió
y caminó hasta llegar a su lado. —Te ves como si ni siquiera hubieses
sudado.

Las cejas de Kurgan se elevaron cuando se dio cuenta de que


Jermyn tenía razón. No tenía el mínimo dolor. Ni siquiera estaba cansado.
Kurgan claramente recordaba ser alcanzado por espadas y garras en varias
ocasiones. Debería haber necesitado un sanador para algunas de sus
heridas como mínimo. Los ojos de Kurgan fueron a la fugaz imagen de su
rey desvaneciéndose en la distancia. ¿Había hecho algo Círan para
eliminar las heridas de Kurgan? ¿Era eso lo que estaba fuera de lugar en el
69
hombre?

—Jermyn, ¿Crees que…?

—¡Santos dragones escamosos!

—¿Qué? —Kurgan frunció el ceño y siguió la línea visual de Jermyn.

—Infiernos—Jermyn tenía razón. Ver a varios dragones inmensos


volar a escasos metros de ellos era impresionante. La tierra tembló bajo
los pies de Kurgan cuando aterrizaron.

Un dragón azul cambió a un hombre enorme, que sacaba como


mínimo treinta cm a Kurgan. El dragón verde era igual de grande, pero el
acero en sus ojos verde esmeralda decía que podría ser el más peligroso.
Al dragón rojo rápidamente se le unió un hombre de pelo castaño a lomos
de un caballo, los dos se abrazaron. Los dos dragones negros parecían
coincidir en tamaño e intimidación.
Cuando cambiaron, Kurgan se sorprendió al ver que su pelo negro y
ojos hacían juego, prometiendo muerte a cualquiera que les enojara. Casi
pensó que podrían estar relacionados hasta que se abrazaron. El beso
entre los dos hombres abrasó el aire a su alrededor más de lo que podría
hacerlo el aliento de cualquier dragón.

—¿Alguien ha visto al rey? —El dragón azul preguntó.

—Se dirigía hacia el castillo —Jermyn informó.

—Soy Laird Daineal —el hombre respondió. —Custodio el territorio


del norte.

—Kurgan—saludó con respeto. —Sirvo a nuestro rey aquí en la


capital.

—Daimyo Akihiro Shimada —el dragón verde dijo. —Mi compañero

70
y yo custodiamos el territorio del este.

—Don Xavier Antonio Rodríguez—el dragón rojo añadió. Su pelo


corto negro caía a un lado de su cara. El humano que corrió a sus brazos
miraba al dragón como si la cicatriz al lado izquierdo de la cara del dragón,
que iba desde su frente bordeando el ojo hasta la esquina de sus labios,
sólo mejorase su aspecto. —Este es mi compañero, Don Diego de la Vega.
Nosotros custodiamos los territorios del sur.

Kurgan saludó de nuevo y volcó su atención hacia los dos enormes


dragones negros. Los dos hombres estaban hombro con hombro, sus
manos unidas.

—Príncipe Konstantin Victorovich y el Príncipe Mikhail Dubolazov


del territorio del oeste—el más alto de los dos hombres añadió. —Nuestro
compañero, el Príncipe Gregory, habría venido a la batalla, pero se le
necesitaba en casa para cuidar de la incubación de nuestros tres huevos.

—El Rey Críostoir querría darles las gracias por tan oportuna ayuda,
pero le necesitaban en el castillo—Kurgan no permitiría que nadie
cuestionase a su rey ni su comportamiento.
Lo que ocurrió entre los dos hombres quedaría entre ellos. Por lo
que respecta a los demás, el rey tenía su absoluto apoyo.

—Hay mucha limpieza que hacer.

—Ayudaremos —el Príncipe Konstantine dijo.

Si Kurgan recordaba los rumores… —El rey te puso al frente de la


defensa de las fronteras de tu territorio, ¿cierto?

El príncipe asintió. —Efectivamente.

—Entonces es importante que nos aseguremos de que las fronteras


permanezcan intactas, especialmente considerando el ataque que hemos
sufrido hoy—Kurgan sabía que no tenía derecho a ordenar a aquéllos
hombres hacer nada, pero esperaba que les escuchasen. Las órdenes del
rey debían ejecutarse. —Mientras que el rey estaba a la espera de un
ataque, los rebeldes ya estaban aquí dentro de la capital. Debemos
asegurarnos de que no esperan en las sombras para atacar. —Kurgan miró
71
hacia la ciudad. Incluso desde donde él estaba, podía ver la destrucción
causada por la batalla. Columnas de humo negro se elevaban en el aire
sobre la ciudad. Grandes pedazos del imponente castillo en el medio de la
ciudad habían sido destruidos por las enormes piedras lanzadas por el
aire. Secciones del muro principal que rodeaba la ciudad devastados en
montones de escombros.

Pero lo más desalentador de todo era la pérdida de vidas. Cuerpos


tendidos en el suelo alrededor de Kurgan, tanto de humanos como de
dragones. No quería siquiera considerar cuántos muertos podría haber en
la ciudad. Pero sabía que los días venideros iban a estar llenos de trabajo
agotador y desgarradores momentos de aflicción. Kurgan podía ver que
sus palabras convencieron a los hombres que estaban frente a él. Todos
tenían una expresión preocupada en sus caras como si no pudiesen
esperar a regresar a sus territorios. —Hablaré con el rey y le informaré
que han regresado a sus territorios para reforzar sus defensas. Si necesita
su asistencia de nuevo, se les notificará.
—Se lo agradecemos, Sir Kurgan—El Príncipe Konstantine asintió
antes de que él y su compañero diesen la vuelta y se transformaran,
volando en las alturas mientras se dirigían al oeste.

Kurgan era consciente de que la mayor parte de los dragones


encontraban incómodo llevar a humanos sobre sus espaldas debido a la
vulnerable posición en que les ponían. Esa fue una prueba de la confianza
entre los dos hombres cuando, en lugar de subir a lomos de su caballo,
Laird Artur esperó a que Laird Daineal cambiara y luego subió a su
espalda.

—Debo regresar también —Daimyo Akihiro dijo. —Mi compañero y


cría me esperan—Un segundo después, el alto hombre de ojos verdes se
transformó y tomó vuelo.

—Por favor, dele nuestros saludos al Rey Críostóir—Don Xavier


dijo.—Mi segundo al mando, Dino, aún está aquí en la ciudad y desea
permanecer un tiempo. 72
Don Diego rió. —Se ha encaprichado de un soldado llamado Torcuil.

Kurgan recordó las ardientes miradas entre los dos hombres


durante el desafío de apareamiento. No le tomaron por sorpresa las
noticias de que estaban involucrados. —Torcuil es un hombre honorable,
uno de los guardias personales del rey.

—Bien —Don Diego dijo—, al menos tiene buen gusto.

Las cejas de Kurgan se dispararon hacia arriba cuando Don Xavier


gruñó y acercó a su compañero a su lado. Don Diego se echó a reír y se
inclinó en el hombre más grande.

—Si el rey necesita nuestra asistencia de nuevo, por favor hazle


saber que estamos a un mero mensajero de distancia. —Don Xavier
asintió con la cabeza y luego llevó a su compañero con él al alejarse. Tan
pronto como cambió, Don Diego saltó a su espalda, y después los dos se
elevaron y volaron por el aire, desapareciendo en el cielo del sur.
Kurgan dio un fuerte suspiro y regresó hacia la ciudad. Sabía que
debía ir a informar al rey y avisarle de lo que había ocurrido aquí. Y quería
revisar a Círan también, asegurarse de que estaba bien. Kurgan aún seguía
terriblemente preocupado por el dragón dorado.

—Necesitamos traer más hombres aquí —dijo a Jermyn cuando


comenzaron a regresar al castillo. Habría cambiado y volado hasta allí,
pero necesitaba explicar lo que debían hacer. —Voy a dirigirme al castillo
y ver al rey. Necesita saber lo que ocurrió aquí. ¿Puedes reunir unos
cuantos soldados para buscar supervivientes?

—Desde luego —Jermyn respondió. —Si pudieras pedir a uno de los


sanadores que comience a preparar un área de triage2 para tratar a los
heridos, llevaremos a todos allí.

—Llévalos al salón principal—Era el mejor sitio para acoger a un


gran número de heridos. Era lo bastante grande para albergar a mucha
gente—. Si el rey quiere que sean llevados a otro sitio, haré que una 73
persona dirija a todo el mundo a las puertas.

—Suena bien.

—Si te encuentras con algún rebelde que aún respire, tráelo


también. Estoy seguro de que el rey querrá interrogarle. Este ataque
estaba demasiado bien planificado. Sé que el rey se encargó de que sus
fronteras estuvieran mejor protegidas, lo que significa que los rebeldes
estaban ya aquí.

La mano de Kurgan temblaba por la inquietud al pasarla por su pelo.

—Y eso significa que hay alguien en la sombra dirigiendo todo esto.

Jermyn miró al castillo humeante. —¿Estás seguro de que no


quieres que vaya contigo?

2
Triage: proceso mediante el cual un paciente es valorado a su llegada para determinar la urgencia del
problema y asignar el recurso de salud apropiado para el cuidado del problema identificado.
—No. Te necesito aquí. Sabes lo que hay que hacer y eres lo
bastante testarudo para asegurarte de que se haga.

—¿Y si alguien discute conmigo?

—Cómetelos.

Jermyn parpadeó un segundo antes de que una carcajada saliera de


su boca. —Hecho.

Kurgan se echó a reír. —Si alguien tiene un problema, dile que las
órdenes vienen de mí. Si aún tiene un problema, puede venir a buscarme y
yo le aclararé las cosas.

Jermyn seguía riéndose mientras se marchaba. Kurgan le observó un


momento y después regresó su atención al castillo. Ahora que ya había
dado las órdenes necesarias, Kurgan se transformó y salió volando.

74
Necesitaba regresar al castillo lo más rápido posible.

Según volaba sobre el campo de batalla, la magnitud de la


destrucción y masacre provocó que de los ojos de su dragón sangraran
lágrimas. El suelo plagado de cuerpos, soldados y civiles, humanos y
dragones. La pérdida de vidas había sido grotesca.

Esperaba convencer a aquellos que habían atacado la capital de que


abandonaran su lucha y encontrar un modo más diplomático de expresar
sus deseos. Pero lo dudaba. Hombres como los que les habían atacado
poco les importaba la diplomacia. Buscaban la gloria a costa de vidas.

Cuando las puertas principales del castillo se cerraron, Kurgan bajó


al suelo. Se transformó tan pronto como aterrizó, esperando que los
encargados de los muros le viesen venir, y con esperanza de que no
trataran de matarlo. Kurgan sabía que todo el mundo estaba al límite en
este momento, y no quería probar los miedos de nadie. Asintió con la
cabeza a los guardas de la puerta, atravesándola con demasiada facilidad.
Tendría que hablar con Círan para endurecer la seguridad, al menos
en las entradas al castillo. Hasta que supieran que todos los rebeldes
habían sido eliminados o apresados, el reino aún estaba en peligro.

—Edorís —Kurgan gritó tan pronto como entró al gran salón y vio al
consejero atravesar la sala. —¿Dónde está el rey Críostóir?

—Oh, Sir Kurgan. —El hombre de aspecto preocupado se restregó la


mano por su rostro pálido. —Se ha vuelto loco.

—¿Perdón?

—Está en el salón del trono ahora mismo, eligiendo a su consorte de


entre los competidores restantes del desafío de apareamiento.

Las fosas nasales de Kurgan se ensancharon cuando furia, y un poco


de dolor de corazón le inundó. —¿Él qué?

—El alto consejo le arrinconó cuando regresó de la batalla y le 75


avisaron que podrían despojarle del trono si no aseguraba
inmediatamente que tenía un consorte, y por ende mostraba a la gente, y
a nuestros enemigos, que la casa real aún era fuerte a pesar del peligro
que afrontamos.

—Esas son pendejadas.

—Sí, estoy de acuerdo, pero el rey Críostóir no atendió razones.


Sólo ordenó ir al salón del trono a los competidores que quedaban. Dijo
que elegiría a su nuevo consorte de entre ellos y lo daría por zanjado.

Kurgan gruñó cuando una ira que nunca antes había experimentado
salió a la superficie. —Me pertenece.

El rostro de Edorís se frunció perplejo. —¿Sir Kurgan?

—Soy el consorte del rey Críostóir. —Kurgan apretó los puños y los
sostuvo firmemente a sus costados para evitar golpear el muro más
cercano. —Y tú vas a ayudarme a asegurar de que sea así.
CAPÍTULO 9

El rey Críostóir permaneció rígido en su trono, viendo a los hombres


restantes que participaron en el desafío de apareamiento. Ninguno de
ellos le atraía al mismo nivel que Kurgan, pero Kurgan ya no era una
opción. Tenía que elegir a su consorte real de entre los tres hombres que
tenía frente a él. No se perdió el hecho de que los tres hombres que
quedaban en el desafío eran humanos. Verdaderamente encontraba ese
hecho de algún modo divertido.

—Domhnall del norte. Tomiji del este. Y Barentsev del oeste. Los
tres hacen honor a sus líderes y a su entrenamiento. No sólo han llegado
hasta aquí en el desafío de apareamiento, sino que han ayudado a
defender esta ciudad y a su gente. Por eso, y sólo por eso, deben estar
orgullosos. Cualquier rey estaría orgulloso de llamarles compañero.

Círan no se perdió las miradas que intercambiaron los tres hombres.


Sabía que todos habían sido enviados a la capital para participar en el
76
desafío de apareamiento por sus líderes. Pero se preguntaba cuántos de
ellos realmente deseaban estar allí. Había dicho desde el principio que se
negaba a forzar a alguien a ser su compañero, y hablaba en serio. Si
ninguno de aquéllos hombres deseaba estar aquí, liberaría a todos, y
luego renunciaría al trono a favor de su hermano. No sería difícil para
Aedan elegir a su consorte y Círan sabía que Edorís aceptaría. Los dos
hombres llevaban años enamorados el uno del otro. El cambio de
liderazgo no sería malo tampoco. Aedan era un buen hombre. Con la
ayuda de Edoris, Aedan podría ocupar su lugar en el trono.

—Han llegado lejos en el desafío de apareamiento, demostrando su


valía. —Círan daba golpecitos con sus dedos sin parar a los brazos de su
trono mientras contemplaba a los tres hombres nerviosos. —Lo que les
preguntaré ahora podría ser la tarea más difícil.

Esperó a que los tres hombres asintieran antes de continuar.


—Quiero su completa honestidad. No habrá ninguna represalia por
decir la verdad.—Círan dio un pequeño suspiro. Un suspiro que dolía
profundamente. —¿Honestamente desean estar aquí, sabiendo que
podrían ser elegidos como mi consorte real?

De nuevo, los tres hombres intercambiaron miradas, miradas


nerviosas.

—Por favor, quiero su honestidad.

—Lo siento, Su Majestad —Domhnall dijo dando un paso al frente, y


el corazón de Círan inmediatamente comenzó a desplomarse ante el rubor
que llenó la cara del hombre. —No es que no lo respetemos o a la posición
que ocupa, pero…

Círan alzó su mano para evitar que el hombre siguiera hablando.


Estaba muy seguro de que ya sabía lo que Domhnall iba a decir. —No hay
necesidad de decir más. Les agradezco por haber acudido en defensa del 77
reino hoy. Me aseguraré de informar a sus líderes de su valentía. Pueden
marcharse.

Círan esperó a que los tres hombres salieran de la sala y que


cerraran las puertas tras ellos antes de desplomarse en su sillón. Echó su
cabeza hacia atrás para descansar en el respaldo del trono y cerró los ojos.
La añoranza que sentía por tener a su padre a su lado era tan fuerte, que
casi podía sentir el doloroso vacío en su pecho. Su padre sabría qué hacer
en esta situación. El poderoso hombre siempre tenía respuestas a todo.

Y Círan sentía que era un inútil.

Levantó la cabeza y abrió los ojos cuando escuchó pasos a su


espalda. Suspiró, preparándose para discutir con Edorís hasta que sintió
algo deslizarse alrededor de su cuello, cortando el aire de sus pulmones
hasta que no podía respirar. Círan gruñó y agarró la cuerda que oprimía su
garganta. De algún modo, se las arregló para meter sus dedos entre su piel
y la cuerda, empujando lo justo para llevar una bocanada de aire a sus
pulmones.
Sabía por la fuerza que tenía que usar para sostener la cuerda que
rodeaba su garganta que quien fuera que estuviese tratando de
estrangularlo era fuerte.

Él era más fuerte, incluso herido.

Círan cambió y se elevó de su silla. Dudaba que el hombre que


sostenía la cuerda lo esperase, y cruzó volando la habitación con un
chillido lleno de dolor. Círan rugió lo bastante fuerte para sacudir los
tapices que colgaban en las paredes.

Escuchó el ruido metálico al abrirse las puertas al otro lado del salón
del trono cuando avanzaba hacia el hombre que trataba de alejarse a
rastras. Abriendo su boca, mordió la pierna y lo levantó en el aire. Estuvo
tentado a lanzar al hombre por el aire y después tragárselo entero, pero
seguramente sabría repugnante.

En su lugar, Círan balanceó su cabeza de un lado a otro hasta que 78


escuchó algo romperse y el hombre chilló. Círan, sin miramientos, dejó
caer al tipo al duro suelo de mármol antes de cambiar. Permaneció allí un
momento, sosteniendo su costado con una mano mientras que con la otra
se frotaba su garganta dolorida.

—¿Quién eres?—Gruñó con una voz salvaje. —¿Por qué has tratado
matarme?

El hombre continuó gritando mientras se sostenía el tobillo,


intentando alejarse del avance de Círan.

—¡Te he hecho una pregunta! —Círan se estaba hartando de que le


atacasen a él o a su gente. Su vida desde que su padre murió no fue más
que una pesadilla tras otra. Si esto era lo que significaba ser rey, no lo
quería. Infiernos, estaba listo para pasar el liderazgo a su hermano y
terminar con ello de una vez.

Cuando el hombre siguió lloriqueando, Círan bajó sobre su pierna,


justo encima del tobillo.
—¡Respóndeme! —¿Cruel? Que se joda. Estaba cansado de no
saber quien iba tras él. —¿Quién te mandó asesinarme?

—Kurgan —el hombre gritó. —Sir Kurgan me mandó a asesinarte.

—¡Mientes!—Círan enloqueció. Estaba seguro de que el hombre


mentía. Kurgan tenía más honor que enviar a alguien tras él. Si quería a
Círan muerto, lo haría él mismo. Círan estaba más preocupado por cómo
el asesino siquiera sabía quien era Kurgan.

—¿Cómo sabes que miente?—Una voz preguntó por detrás de


Círan.

—Si me quisieses muerto —Círan respondió sin darse la vuelta para


mirar al hombre—, me matarías tú mismo.

—Cierto—Kurgan estaba cruzado de brazos cuando entró en el


campo de visión de Círan. —Y creo que una daga en el corazón es mucho
más poética que una soga.
79
Círan cerró los ojos apretándolos un momento, tratando de armarse
de valor para el odio de Kurgan. Aunque había sabido que este momento
llegaría, aún estaba sorprendido de cuánto dolía.

—Tienes razón, desde luego—Círan dijo y abrió los ojos. Rezaba por
mantener ocultas sus emociones. No necesitaba que Kurgan supiera
cuánto dolían sus palabras. —Sir Kurgan, me gustaría que llevara a este
hombre a la mazmorra. Quiero interrogarle hasta que hable. Quiero saber
quien lo envía.

—Oh, será interrogado, pero no por mí.

Círan se giró. ¿Kurgan iba en contra sus órdenes delante de


testigos? ¿No comprendía la severidad de sus acciones? Podría ser
condenado a muerte por desobedecer las órdenes de su rey. —Kurgan…

—Déjame ver tu mano.


—¿Por qué? —Círan preguntó, aunque extendió su mano. Jadeó con
indignación cuando Kurgan retiró una daga con joyas incrustadas de su
túnica, la misma daga que Círan había usado para emparejar a los
dragones y humanos, y sin esfuerzo alguno cortó su palma. Antes de que
Círan pudiera apartarse, Kurgan hizo lo mismo a su propia palma.

Espanto le golpeó como un puñetazo en el estómago cuando Kurgan


unió sus dos manos. —¡No!

—Aliento de mi aliento, sangre de mi sangre, hueso de mi hueso,


alma a alma—Los ojos marrones de Kurgan comenzaron a brillar mientras
tarareaba, hipnotizando a Círan hasta que no podía moverse u objetar.

—Por la vida que fluye dentro de mí y el amor que reside en mi


corazón, toma mi mano, mi corazón, y mi espíritu, para ser mi elegido. Te
entrego mi cuerpo para que seamos uno. Te doy mi espíritu hasta que
cumpla nuestra vida. Juro de corazón a corazón y de mano a mano,
confirmando mí voto sagrado. 80
Una luz brillante blanca destelló, cegando a Círan con su intensidad.
Todo pensamiento en su cabeza fue expulsado violentamente por el dolor
que explotó en su cráneo. Círan sintió un brazo en su cintura cuando sus
rodillas cedieron y comenzó a caer al suelo. Cuando su mente finalmente
se despejó, algo más llenó la mente de Círan, una presencia que no era él.

Trató de enderezarse desconcertado. ¿Cómo había sabido Kurgan


de la daga y de las palabras ceremoniales?

—¿Qué has hecho? —Círan no podía creer que Kurgan los había
emparejado de verdad. ¿No quería el dragón librarse de él?

—He reclamado lo que es mío.


CAPÍTULO 10

Kurgan podía ver shock escrito en toda la cara de Círan. Él ya había


estado pensando en hacer suyo al rey antes de entrar al salón del trono.
Edorís había tenido la amabilidad de suministrarle la daga y los votos
ceremoniales necesarios para cimentar su enlace. Escuchar las palabras de
Círan confirmaba todo lo que Kurgan ya sabía. Círan confiaba en él.

Aún cuando confrontaba a un asesino que reclamaba ser enviado


por Kurgan, Círan no había creído que fuera cierto.

Este era el hombre que amaba, y planeaba pasar el resto de su vida


al lado de Círan como consorte del rey.

—Edorís—Kurgan miró sobre su hombro al consejero. —¿Puedes


por favor conseguir un par de guardias para que escolten a este hombre a
la mazmorra para el interrogatorio?

El hombre se puso a trabajar. Sólo cuando el asesino había sido


81
escoltado fuera del salón del trono, Kurgan rodeó la cintura de Círan con
su brazo.

—Apóyate en mí—Ahora que estaban acoplados, Kurgan podía


sentir el dolor y las emociones de Círan. Su amante estaba herido, y a
pesar de que estaba haciendo un muy buen trabajo en esconderlo, Kurgan
sabía la verdad.

Kurgan ayudó a Círan a ir a sus aposentos. Con cada inestable paso,


la respiración de Círan se volvía más fatigosa. Kurgan se enfureció consigo
mismo. Debería haber sabido que Círan estaba herido. No conocía toda la
magia que poseía Círan, pero cuando Kurgan abrió los ojos estando
tendido en el suelo, sabía que debería haber sufrido un gran dolor. En
cambio, se sintió genial.

Con cuidado tendió al rey sobre su cama y comenzó a retirarle su


armadura.
Cuando el acero estuvo fuera del camino, Kurgan jadeó. La ropa de
Círan estaba empapada en sangre.

—Joder —gruñó.

Quería gritar a Círan, pero la preocupación le consumió hasta


sentirse mareado. Cortando con cuidado la ropa de Círan, Kurgan
inspeccionó la herida. Comenzó a rasgar las sábanas blancas en tiras
cuando vio que la sangre seguía goteando lentamente de la herida. Kurgan
colocó la tela en el costado de Círan, añadiendo presión. Necesitaba
detener el sangrado.

—Se ve peor de lo que es —Círan jadeó, pero Kurgan podía ver la


tensión en la cara de su compañero. Kurgan sabía que Círan no estaba
siendo completamente honesto con él.

—¡Sanador! —Kurgan gritó. No quería dejar el lado de Círan, no


cuando el hombre se veía tan débil. Podía haber otro asesino escondido 82
dentro del castillo. No dejaría a Círan vulnerable ante posibles ataques—.
¡Sanador!

—Kurgan —Círan tocó su mano. —Voy a estar bien. Mi cuerpo está


sanando ya.

—¿Cuándo ocurrió esto? —Kurgan se devanó los sesos tratando de


recordar cuando Círan sufrió una herida tan grave, pero no pudo
acordarse. Había estado al lado de Círan durante toda la batalla.

—No es nada —Círan trató de mitigar la preocupación de Kurgan.

Normalmente, no presionaría. Habría creído a Círan, pero Kurgan


sabía que su amante no estaba siendo completamente honesto con él.
Podía sentirlo en el fondo de su corazón. —Puedo sentir tus emociones,
Círan. Eres parte de mí ahora, al igual que yo de ti.

—Tomé la herida de ti.


Kurgan se tambaleó hacia atrás. Sus cejas se juntaron mientras
observaba el costado de Círan. —¿Me sanaste?

—Sí—Círan susurró. —Hubo una flecha. Te golpeó, y caíste. No


podía dejarte morir.

—¿Por qué harías eso?—Los ojos de Kurgan se llenaron de


humedad. No podía creer el sacrificio que Círan había hecho por él. ¿No
comprendía el hombre que era mucho más importante que un viejo
guerrero?

—Puedo sanarme—Círan tendió su mano. Kurgan la tomó,


entrelazando sus dedos. —El único inconveniente de sanar a alguien
usando magia es que siento su dolor.

—¿Puedes hacerte a un lado, por favor? —Una voz suave preguntó


y Kurgan miró sobre su hombro. Evaluó al hombre y supo que no era un
peligro. Se parecía mucho a Círan excepto que era más bajo y delgado. 83
—Aedan —Círan exclamó. —¿Qué haces?

—Voy a ayudarte—Aedan subió a la cama y se sentó junto a Círan.


Puso sus manos sobre el costado de Círan.

—No. No lo hagas—Círan trató de alejar sus manos. —No quiero


que resultes herido.

—Voy a tomar lo justo para detener el sangrado para que así


puedas sanar. No eliminaré la herida del todo.

—No —Círan insistió.

—Círan—Kurgan se arrodilló junto a la cama. —Por favor —no


quería que Círan siguiera sufriendo. Se sentía responsable, aunque no
fuese directamente su culpa. Círan había tratado de salvarlo.

Círan suspiró. Parecía que iba a rechazar la ayuda de Aedan, pero


finalmente asintió. Aedan miró a Kurgan. Sonrió y se concentró en su
hermano.
Las manos de Aedan comenzaron a brillar, una luz blanca que
pronto se volvió azul, creando un halo alrededor de sus dedos. Círan
inhaló profundamente, absorbiendo una bocanada de aire. Su respiración
se volvió más fácil, y el color comenzó a regresar a sus mejillas. Círan ya no
aparentaba estar a las puertas de la muerte.

—Es suficiente, Aedan.

Aedan retiró sus manos. Se desplomó al lado de Círan e hizo una


mueca. Kurgan buscó sangre, pero no sangraba ninguna herida en el
cuerpo de Aedan. Al menos ninguna que Kurgan pudiera ver. Kurgan
levantó la tela que cubría el costado de Círan. Soltó el aire que había
estado reteniendo. El sangrado había parado y la piel se estaba cerrando,
la herida reconstruyéndose sola.

—¿Qué ocurre? —Edorís preguntó al entrar en el aposento de Círan.


Cuando Edorís se puso al lado de Círan, jadeó. —¿Qué ha ocurrido? —Esta
vez la voz de Edorís estaba llena de pánico. 84
—¿Aedan? ¿Aedan? —Edoris corrió al otro lado de la cama para
estar junto al hermano de Círan. Llevó a Aedan a sus brazos, meciendo al
hombre gentilmente contra su pecho.

—Está bien, Edorís —Círan se incorporó lentamente. Kurgan bajó su


mano para ayudar, impulsándole a subir. —Aedan tomó parte de mi dolor
para que pudiese sanar más rápido.

—Estoy bien—Aedan dijo. Edorís miró hacia abajo al hombre que


sostenía, y Kurgan lo vio entonces. Edorís miraba a Aedan del mismo
modo en que él miraba a Círan. Había tanto amor en esa mirada que lo
dejó sin respiración. —Sólo necesito descansar. ¿Podrías llevarme a mis
aposentos?

—Desde luego—Edorís asintió y ayudó a Aedan a ponerse de pie. No


miró a Kurgan ni a Círan mientras acompañaba al príncipe a la puerta. En
su lugar, el hombre salió del cuarto dejando a Kurgan solo con su
compañero.
Kurgan comenzó a quitarse su ropa. Dejó caer la armadura al suelo
junto con sus mugrientos pantalones y túnica. —Voy a bañarte.

—No podemos, Kurgan. No tenemos tiempo. Mi gente me necesita


en este momento.

—Sólo tenemos veinticuatro horas para cimentar nuestro enlace,


Círan. Ahora mismo, te necesito.

—¿Cómo hiciste…?—Círan paró un momento, su frente


arrugándose con el ceño fruncido por la confusión. Sus ojos dorados
rodaron. —Edorís.

—Combinar nuestra sangre es sólo el principio. Edorís me dijo que


después de pronunciar las palabras ceremoniales, sólo tengo veinticuatro
horas para hacer nuestro enlace oficial. Y maldición si vamos a romper
este enlace porque no terminamos el acoplamiento a tiempo.

Kurgan levantó a Círan de la cama. Sostuvo a su compañero en sus


85
brazos, aliviado de que el hombre estuviese sanando. Había tenido sus
dudas antes. Honestamente, Kurgan pensó que perdería a Círan. No había
dicho lo que pensaba, sin embargo. Pero ahora, Kurgan no iba a perder el
tiempo. Ambos necesitaban recibir el mordisco de apareamiento, y Kurgan
no iba a dejar los aposentos hasta que Círan tuviese el suyo.

Cuando llegó al cuarto de baño, Kurgan dejó ir a Círan, ayudándolo a


apoyarse en la pared como soporte. Giró las palancas y el agua salió,
llenando la gigantesca tina de cobre. La cosa era diferente a cualquier cosa
que hubiese visto antes. Podrían entrar fácilmente cuatro hombres de su
tamaño. Descubrió un pequeño frasco de cristal junto a la tina y lo abrió.
El olor de flores silvestres y hierbas llenó su cabeza, y Kurgan sonrió,
añadiendo unas cuantas gotas al flujo de agua. Girando sobre sus talones,
Kurgan llevó a Círan a sus brazos para después pasar sobre el borde de la
tina y hundirse en el agua caliente.

—Mmm —Círan gimió y cerró los ojos.


El cuerpo de Círan se relajó, sus músculos volviéndose laxos como si
toda la energía que había estado conteniendo desapareciese en el agua.
Kurgan sostuvo a su amante cerca. Sabía que estaba siendo egoísta. Círan
tenía razón. Deberían estar con los demás, ayudando a recomponer el
castillo, pero el caos aún seguiría allí cuando abriese la puerta del
dormitorio. Tomaría más de unas cuantas horas arreglar todo. El
acoplamiento era mucho más importante para Kurgan en este momento
que cualquier otra cosa. Quería cimentar su unión hasta que nada pudiera
separarlos, ni siquiera la muerte.

Kurgan agarró una pastilla de jabón de un estante pequeño junto a


la tina. Se frotó las manos, con cuidado de no incomodar mucho a Círan.
Kurgan comenzó a lavar a Círan, recorriendo ambas manos por su cuerpo,
esforzándose en eliminar la sangre, suciedad, y sudor de la batalla. El agua
cristalina pronto quedó asquerosa. Sostuvo a Círan con un brazo y tiró del
tapón para dejar que la mayor parte del agua sucia se fuera por el
desagüe. Girando las palancas, añadió más agua limpia. 86
Kurgan inclinó la cabeza de Círan bajo el grifo, y usando la pastilla de
jabón, lavó el pelo de su amante. Masajeó el cuero cabelludo del hombre,
y una letanía de gemidos, gruñidos, y suspiros manaron de los labios de
Círan. Permaneció con los ojos cerrados, permitiendo que Kurgan le
mimase y cuidase de él. En momentos como estos, Kurgan podía
reconocer al amante que conoció durante años.

Estaba orgulloso de ser el consorte del rey, pero más que eso,
Kurgan se sentía feliz por finalmente poder reclamar al hombre que
siempre había amado. Después de todos los años ocultando su relación,
Kurgan y Círan podían acoplarse y estar juntos en público. Eso era algo
sobre lo que Kurgan sólo había fantaseado hasta el momento.

Círan abrió los ojos. Se quedó mirando fijamente a Kurgan, una


sonrisa tirando de sus labios. —Puedo oler tu excitación.
—No puedo evitarlo—Kurgan se encogió de hombros
despreocupadamente. —Voy a reclamarte. Finalmente vas a ser mío. No
tendré que ocultarlo de nadie más.

—Y tú serás mío, también —Círan levantó una mano y ahuecó la


mejilla de Kurgan.

—Sí —susurró. —Seré tuyo.

¿Cuánto tiempo había orado por que Círan fuese suyo? ¿Toda la
vida? Sentía que había estado esperando que llegase este momento desde
que conoció a Círan hace tantos años. Aún tenían obstáculos que superar,
más de uno. Pero puede que, con el enlace consolidado, superar los
tiempos difíciles fuese un poco más fácil.

—Intenté decírtelo—Círan murmuró en el pecho de Kurgan.

—Muchas veces abrí mi boca para decirte quién era en realidad,


pero las palabras nunca vinieron.
87
Kurgan se puso rígido, sus músculos relajándose sólo cuando
escuchó sorber al hombre metido en su pecho. —¿Por qué no podías
decirme quien eras?

—Tenía miedo de perderte—Círan admitió. —Amabas a un soldado,


no a un príncipe.

—Amaba, amo al hombre, Círan, no al soldado o al príncipe. No me


importa si te dedicas a perforar agujeros en la tierra —Kurgan rió—, o eres
un rey. Te amo. Amo quien eres, no lo que eres.

Cuando Círan levantó la cabeza y sus miradas se cruzaron, Kurgan


vio algo en los ojos del hombre que nunca pensó que vería, miedo. Círan
era conocido en todas partes como un guerrero supremo. Otros guerreros
trataban de ser como él, respetándole como alguien a seguir, a emular. No
era un hombre conocido por temer nada.

—¿Todavía me amas, incluso ahora?


Los labios de Kurgan se curvaron en las esquinas. Extendió la mano y
metió un mechón de pelo húmedo tras el oído de Círan.

—Sí —La emoción obstruyó su garganta y tuvo que tragar antes de


poder continuar. —Aún me duele que me escondieses una parte de ti
durante tantos años, pero no lo suficiente para que deje de amarte. No
digo que vaya a ser fácil perdonar tu falta de confianza en mí, pero con el
tiempo lo haré.

Los ojos dorados se llenaron de lágrimas. —Lo siento.

—Lo sé—Kurgan atrajo la boca de Círan a la suya, rozando sus


labios.

—Por favor, por favor, no me dejes. Prometo que, de ahora en


adelante, nunca te mentiré sobre nada, sin importar qué. Te contaré todo.
Sólo no… —Su cuerpo se estremeció contra el suyo. —Por favor, no me
dejes. 88
Kurgan sintió sus ojos llenarse de lágrimas ante la angustia en el
susurro desgarrado de Círan. No había comprendido hasta este momento,
lo duro que había sido esto para el hombre. Años de esconder quien
realmente era había hecho mella en Círan. El hombre literalmente estaba
temblando en sus brazos.

—Sshhh, amor—Kurgan susurró en la frente de Círan. —Cálmate.


No voy a ninguna parte—Dio pequeños besos por la piel de Círan. —Me
perteneces, ¿recuerdas? Y me niego a dejarte por nada. He esperado
demasiado tiempo para llamarte mío.

La mano de Círan acarició la piel de Kurgan, la caricia tierna y


desesperada. —Siempre quise ser tuyo.

—¿Sí? —Kurgan respiró, sintiendo su polla surgir a la vida ante la


admisión en voz baja.
Ahuecó el lado de la cabeza de Círan y atrajo los labios del hombre
hasta encontrar los suyos. Sus lenguas se batieron en duelo, ambas
luchando por dominar. Kurgan pensaba ganar y tenía un arma secreta.

Deslizó su mano libre sobre la suave curva del culo de Círan,


introduciendo un dedo entre los dos globos redondeados. Una caricia de
ese dedo en la entrada fruncida de Círan y el hombre se derritió, su alto
gemido coincidió con el arqueo de su cuerpo cuando elevó su culo.

—¿Es esto lo que quieres, cariño? —Kurgan murmuró en los labios


de Círan mientras acariciaba con su dedo de nuevo el agujero del hombre.
Empujó su dedo contra el apretado anillo de músculos, introduciendo sólo
la punta. —¿Quieres que llene este hermoso pequeño culo?

—Por favor —Círan rogó y retrocedió contra Kurgan de nuevo.

—Extiende tus piernas sobre las mías —Kurgan mandó. —Dame ese
culo. 89
Kurgan casi se vino encima cuando Círan levantó sus piernas,
plantando una a cada lado de la cintura de Kurgan. Las piernas del hombre
estaban tan altas que sus rodillas casi tocaban las axilas de Kurgan. Las
mejillas de su culo extendidas para la misión de los dedos de Kurgan.
Kurgan acarició con sus dedos a Círan una vez más, antes de apoyarse y
buscar por el cuarto de baño, hasta que sus ojos cayeron sobre la botella
de aceite aromático que había vertido en el baño antes. Un poco floreado,
pero les sacaría del apuro. Kurgan cogió la botella y quitó la tapa antes de
verter una generosa cantidad en sus dedos.

Su válvula de esperma proveería lubricante que aflojaría a su


amante y le daría más placer, pero la necesidad que se abría camino
dentro de Kurgan era fuerte. Necesitaba asegurarse de que Círan estaba
preparado para él porque una vez que su polla estuviera dentro del culo
del hombre, nada le detendría de tomar a Círan hasta que ambos gritaran
de placer.

—Mantén ese culo arriba.


Kurgan vertió un poco más del aceite en la parte de arriba de la
grieta del culo de Círan y después dejó la botella de nuevo en el estante.
Esta vez cuando presionó de nuevo los dedos en el culo de Círan, se
deslizaron sin esfuerzo entre sus mejillas. Kurgan se aseguraría de proveer
el exceso de aceite por cada centímetro de la entrada fruncida, antes de
tantear la resistencia del apretado anillo de músculos de Círan.

Cuando introdujo nuevamente su dedo dentro, esta vez hasta el


primer nudillo, el cuerpo de Círan le succionó como si lo hubiesen hecho
para estar allí. La polla de Kurgan se sacudió en respuesta al sedoso calor
que envolvía su dedo, la anticipación montándolo con fuerza.

—Tan apretado, amor.

Kurgan observó como el calor de la pasión llenaba la cara de Círan


mientras movía su dedo dentro y fuera del culo del hombre, moviéndolo
más profundo, más rápido. La polla de Círan era como una barra de acero
contra su abdomen. Kurgan sabía qué si no estuviesen en la tina, su piel 90
estaría húmeda del pre semen de Círan. Kurgan presionó un segundo
dígito dentro del apretado agarre. Los gemidos del hombre casi le
arrasaron. Saber que daba tanto placer a su compañero era una sensación
embriagadora, una que se asentó en la base de su polla, e hizo que sus
bolas se preparasen apretadas a su cuerpo.

Folló a Círan con sus dedos repetidamente, y luego alternó con un


dígito y después dos. Movía sus dedos a un ritmo constante, asegurándose
de golpear la glándula de Círan tantas veces como podía.

Cuando Kurgan presionó un tercer dedo en la entrada fruncida, el


hombre comenzó a temblar. Sus manos agarraron el borde de la tina tan
fuerte, que Kurgan temió que fuese a romperla. Círan estaba a punto de
desmoronarse en los brazos de Kurgan.

Y eso era exactamente lo que Kurgan quería.

—¿Quieres sentir mi gran y gruesa verga en tu culo, abriéndote de


par en par?
Círan se estremeció.

—Kurgan, por favor, necesito… —el gimoteo de Círan fue música


para los oídos de Kurgan.

Alzó a Círan hasta que el hombre quedó arrodillado frente a él.


Nada más sacar los tres dedos del culo del hombre, Kurgan se inclinó hacia
adelante y tragó su polla hasta que sintió la cabeza golpear la parte
posterior de su garganta. Trabajó duro la polla de Círan mientras metía y
sacaba sus dedos del culo del hombre con rapidez.

El rugido de la liberación de Círan resonó en el cuarto de baño, sus


caderas embistiendo hacia adelante mientras hundía su polla en la boca
de Kurgan. Kurgan tragó cada pedazo de crema salada que llenaba su boca
mientras continuaba embistiendo sus dedos dentro y fuera del pulsante
culo. Usando su lengua, Kurgan bañó la tierna depresión bajo la hinchada
corona y después folló con su lengua la diminuta raja con un sensual
entusiasmo que nunca supo que poseía. Lamer el gusto salado del deseo 91
de Círan era más que un acto. Lo sentía como un jodido privilegio.

Justo cuando Círan comenzó a desplomarse encima de él, Kurgan


sacó sus dedos, le sujetó las caderas, y lo llevó hacia abajo, embistiendo su
polla profundamente en el agujero con que había estado jugando hace un
sólo momento. El profundo rugido que expulsó, cuando su polla fue
revestida de un fuerte calor, rivalizó con el rugido de un dragón.

Kurgan puso sus pies en la base de la tina de cobre y la usó para


hacer palanca mientras conducía sus caderas hacia adelante, hundiéndose
dentro de Círan. Podía sentir el canal apretado estrechar su polla con una
intensidad casi brutal. Embistió su polla más y más duro dentro de Círan,
sin importarle una pizca el agua que chapoteaba por el borde de la tina y
caía al suelo.

Sus embestidas vacilaron cuando se encontraba cerca. Se inclinó


hacia adelante y hundió sus colmillos en la jugosa carne del hombro de
Círan.
Sangre caliente y dulce llenó su boca. Kurgan tomó sólo lo justo para
cimentar su enlace antes de retirar sus dientes y echar su cabeza hacia
atrás, gritando su liberación, sus movimientos frenéticos cuando su polla
explotó, llenando a Círan con su semilla.

Enterró su cara en el hombro de Círan, oliendo su dulce aroma, y


sintiendo su resbalosa piel contra su pecho. Su cuerpo convulsionó y se
estremeció cuando un dolor repentino quemó en su propio hombro, y
comprendió que Círan le había mordido.

Kurgan llevó su mano a la cabeza de Círan, que descansaba sobre su


cuello, sus dedos acariciando el pelo oscuro del hombre. Alcanzó abajo
con su otra mano para acariciar suavemente la suave curva de su culo,
sonriendo para sí mismo.

Había sido reclamado.

92
CAPÍTULO 11

Círan tragó con fuerza cuando vio a Kurgan coger su ropa y


comenzar a vestirse. Las horas dedicadas a amarse llegaron a su fin. Por
mucho que Círan deseaba que pudiesen permanecer escondidos en sus
aposentos, no podían. El mundo iba a golpear su puerta en cualquier
momento, y lo sabía. También sabía que necesitaba discutir unas cuantas
cosas con su compañero antes de salir y enfrentarse al mundo.

—Kurgan —Dios, necesitó de todo su valor para mirar a Kurgan a los


ojos cuando este se dio la vuelta y sus miradas se encontraron. —Necesito
niños.

Kurgan elevó las cejas.

—Era una de las razones para el desafío de apareamiento. El alto


consejo quiere que aparente estabilidad y que haga eso, quieren que
tenga un compañero y niños. 93
—De acuerdo—Kurgan soltó la palabra como si tratara de
comprender lo que insinuaba.

—Eres mi compañero.

—Cierto —Kurgan continuaba mirándolo fijamente.

Círan se restregó la mano por su cara. —Necesito… —lamió sus


labios secos, mordiendo nerviosamente el inferior mientras trataba de
mantener sus ojos clavados en Kurgan, pero los bajó en el último
momento. —Necesito… —No. Eso no era cierto. —Quiero que lleves mi
huevo—Círan levantó sus ojos, inseguro.

En todas las veces que estuvieron juntos, nunca había jodido a


Kurgan. Estaba más que seguro de que el hombre era estrictamente un
top. Él aún tenía que preguntar.

—Por favor.
La sonrisa de Kurgan podía ser tanto buena como mala. Círan no
podía imaginarse cuál era. Estuvo cerca de tragarse la lengua cuando el
hombre caminó hasta la cama con un pavoneo que mostraba lo seguro de
sí mismo que era el hombre. Cuando Kurgan subió a la cama y se puso a
horcajadas sobre su regazo, Círan olvidó de lo que había estado hablando
hasta que el hombre le sonrió. —Entonces, jódeme ya.

—¿No te molesta?

—Me habría molestado si estuvieras haciendo esto simplemente


para complacer al alto consejo, pero…

—No—Círan negó rápidamente con su cabeza. —Quiero niños


contigo. Siempre he querido tener niños contigo —Círan tomé aire y miró
al abdomen de Kurgan.

—El pensamiento de que lleves mi huevo es… —No podía expresar


la fuerte emoción con palabras. 94
—Y eso es por lo que estoy de acuerdo con esto —Kurgan dijo.

—Pero espero que tú hagas lo mismo en algún momento.

Los ojos de Círan se dispararon hacia arriba. —¿Sí?

—Quizá es algo que deberíamos hacer juntos.

Círan se quedó con la boca abierta.

—¿No te gusta la idea de que los dos llevemos el huevo del otro al
mismo tiempo?

Círan gruñó y rodó a Kurgan sobre su espalda, su polla poniéndose


tan dura que dolía. —¿Dónde está el aceite?

Kurgan se echó a reír. Cruzó la cama y agarró la pequeña botella de


aceite de la mesita de noche, sosteniéndola en la palma de su mano.

—Odio ser la voz de la razón, ¿pero estás seguro de que tenemos


tiempo?
Círan gruñó. Sus ojos se movieron subiendo y bajando por el cuerpo
de Kurgan, deseando que su compañero no hubiese sido la voz de la
razón. No quería abrir la puerta de su dormitorio y permitir que el mundo
entrase. Una vez que estuviese fuera de sus aposentos, Círan sabía que no
iban a poder estar solos por un tiempo. Había mucho por hacer. Su castillo
era un caos y su gente le necesitaba o al menos necesitaba sentir su
presencia.

—Imagino que tendremos que esperar. —Inclinándose hacia abajo,


Círan besó a Kurgan.

El beso comenzó como un simple pico, pero pronto se volvió salvaje


y apasionado. Círan se derritió en su compañero. Agarrando la almohada a
ambos lados de la cabeza de Kurgan, Círan movió sus caderas, moliendo
su erección contra la de Kurgan. Gimió.

Su cerebro le decía que se alejase, saliese y ayudase con la limpieza,


pero su cuerpo le rogaba que se hundiera dentro del culo de Kurgan. Círan 95
batalló consigo mismo. Justo cuando estaba a punto de seguir a su gran
cabeza y salir de la cama, Kurgan pellizcó sus pezones y Círan maldijo.

No.

No iba a salir de la cama.

—Hazme tuyo —Kurgan susurró en sus labios.

Círan se echó hacia atrás, con la intención de lamer el culo del


hombre cuando Kurgan comenzó a darse la vuelta. —No —Círan se
detuvo—. Quiero hacerte el amor cara a cara. A menos…

No quería que Kurgan se sintiera incómodo. Estaba seguro de que


esta era la primera vez de Kurgan. A pesar de que habían tenido sexo
muchas veces, nunca había tomado a Kurgan. El dragón siempre había
tomado a Círan. Esta era la primera vez para los dos.

—Quiero verte, también —Kurgan extendió sus piernas como una


clara invitación para continuar.
Círan sonrió. Tomando el aceite de Kurgan, Círan bajó al cuerpo de
su compañero hasta que su boca envolvió la hermosa vara de Kurgan.
Círan estrechó su mano en la base de la polla de Kurgan, metiendo en su
boca la cabeza. Usando los labios, tragó a su amante. Subía y bajaba su
cabeza, tragando la longitud de Kurgan en su garganta y disfrutando el
sabor del pre semen de su compañero.

—Círan…oh dios, Círan… —Kurgan decía su nombre como una


plegaria mientras movía sus caderas, jodiendo la boca de Círan. Kurgan
llevó sus dedos al pelo de Círan y agarró con fuerza su cabello.

Círan levantó su mirada a Kurgan, observando las expresiones que


cruzaban su cara. Sus ojos conectaron y se sostuvieron mientras Círan
lentamente movía su cabeza. Desplazó su lengua por la longitud, frotando
las protuberancias y Kurgan soltó un profundo gemido. Círan sonrió. Usó
cada truco que poseía, burlándose y complaciendo a su compañero. Sabía
lo que le gustaba a Kurgan. Círan lamió su camino hacia las bolas de 96
Kurgan. Kurgan elevó sus piernas, presionando sus rodillas contra su
pecho. Círan se movió más abajo y lamió el agujero fruncido de Kurgan.
Hundió su lengua dentro de su amante, y Kurgan soltó un chillido,
meciendo sus caderas. Círan abrió la botella de aceite y embadurnó sus
dedos. Círan cubrió una línea de besos en la parte interna del muslo de
Kurgan e introdujo lentamente un dedo dentro del culo del dragón.

—Oh…ah… —Sonidos embriagadores se derramaron de la garganta


de Kurgan.

Círan comenzó a mordisquear la piel del hombre. Fue cuidadoso


mientras estiraba a su amante, tomándose su tiempo para asegurarse de
que Kurgan estuviese listo. Un dedo se convirtió en dos, y finalmente en
tres. Círan continuó moviéndose despacio, bombeando sus dígitos.
Cuando Kurgan comenzó a moverse, jodiéndose con los dedos de Círan,
paró. Sabía que su amante estaba preparado.
Echándose hacia atrás, Círan tomó el aceite. Abrió la tapa y roció un
sendero escurridizo por la longitud de su polla. Sostuvo la base con su
mano derecha y se puso en posición. Círan situó su mano izquierda junto a
la cabeza de Kurgan. Conectó sus labios y alineó la cabeza de su verga en
la entrada fruncida de Kurgan.

Círan presionó su lengua dentro de la boca de Kurgan y lentamente


se hundió en el culo de su compañero. Mientras se abría paso, Círan
sostuvo los muslos de Kurgan en un agarre mortal.

Trató de ir lento, pero era duro. Extendiendo las piernas del


hombre, Círan se echó hacia atrás para observar su polla hundirse en el
cuerpo de Kurgan. El culo del hombre lo abrazó fuerte y Círan tuvo que
apretar los dientes para contener su orgasmo. Círan alineó sus pechos,
situando sus manos a los lados de la cabeza de Kurgan. Miró abajo a su
compañero, observando el placer que mostraba su rostro.

—¡Dioses! —Kurgan gritó. —Te sientes tan bien dentro de mí. 97


—Mmm—Círan no podía formar palabras. Estar dentro de su
compañero volvió su cerebro papilla y le dejó sin palabras.

Círan llevó sus caderas hacia atrás y luego embistió hacia adelante,
enterrándose una vez más. Se movió despacio al principio y después
estableció un ritmo más rápido. Embistió más duro. El placer era intenso, y
Círan no podía esperar para hacerlo una y otra vez.

Kurgan impulsó sus caderas, reuniéndose con las embestidas de


Círan. Se movieron juntos, estableciendo un ritmo que volvió loco a Círan.
Círan golpeó el punto dulce de Kurgan, y el hombre gritó, todo su cuerpo
poniéndose rígido. Balanceando sus caderas, Círan bombeó sus caderas,
apuntando a la glándula de nuevo.

—¡Círan! Muy…cerca—Kurgan ladeó su cabeza, exponiendo su


hombro.
Los colmillos de Círan surgieron. Jodió a Kurgan más rápido, más
duro y más profundo mientras su propio orgasmo se extendía en su
espina. —Vente para mí. Quiero sentir que te vienes en mi polla.

Inclinándose hacia abajo, hundió sus dientes en el hombro de


Kurgan. Kurgan gritó su nombre y su verga se sacudió. La liberación de
Kurgan llenó el espacio entre ellos, disparando por el estómago y pecho
de Círan.

Círan pistoneó sus caderas, embistiendo salvajemente a su


compañero, mientras llenaba el culo de Kurgan. Cuando su orgasmo
remitió, Círan extrajo sus colmillos y lamió la herida. Apoyando su frente
en el pecho de Kurgan se tomó un par de minutos para recuperar el
aliento.

—No sabía lo que me estaba perdiendo, Kurgan dijo dejando caer


sus piernas, envolviendo a Círan con su brazo.
98
Círan se derrumbó contra Kurgan, dejando caer su peso sobre el
dragón. —Yo tampoco.

Se tendieron juntos, sus miembros enredados. Círan bostezó y cerró


los ojos. Por mucho que quisiera dormir, sabía que era hora de levantarse.
Dejando salir un fuerte suspiro, Círan se movió hacia atrás, alejándose de
Kurgan.

—Es hora de volver a la realidad —Kurgan señaló, rompiendo la


apasionada burbuja que les había resguardado.

Círan simplemente asintió. Se había aislado demasiado tiempo.


Saliendo de la cama, fue hasta su baúl y levantó la tapa. Hurgó entre sus
pertenencias hasta que encontró lo que quería y después sacó un par de
pantalones y una túnica.

—¿Me dejarás que interrogue al prisionero? —Kurgan preguntó.


—¿Estás seguro de que quieres interrogarle? —Círan se vistió con
rapidez y se giró para afrontar a su compañero. —Hay otros que pueden
interrogar al preso y obtener las respuestas que necesitamos.

—El asesino me acusó—la expresión de Kurgan se volvió mortal, y


Círan verdaderamente sintió lástima por el asesino.

—No importa. Es un mentiroso. Sé que tú nunca me harías daño.

—Desafió mi honor.

Círan comprendía el orgullo de Kurgan, y ahora que estaban


acoplados, Kurgan tenía algo que demostrar, a sí mismo y al mundo
entero. —Si quieres interrogar al prisionero, tienes mi bendición.

—Gracias —Kurgan se vistió sin mencionar otra palabra.

Círan vio como el hombre cubría su hermoso cuerpo.


Instantáneamente lloró la pérdida de la carne desnuda. Deseaba que 99
pudiesen pasar más tiempo en la cama, pero era imposible. Ya había
pasado demasiado tiempo aislado con Kurgan para cimentar su enlace.

Agarrando la mano de Kurgan, Círan entrelazó sus dedos.

Kurgan besó la frente de Círan y salieron del cuarto. Cruzaron el


vestíbulo con paso decidido. No parecía que la batalla hubiese tocado esta
parte del castillo. No hasta que Círan llegó al salón principal y vio todo el
daño. Un sentimiento de culpa le invadió, asfixiándolo. Los dedos de Círan
se aflojaron y dejó caer sus manos a los costados. Los heridos yacían sobre
las largas mesas de madera. Austeras vendas blancas cubrían piernas,
brazos, abdómenes, y cabezas. Círan se adentró en el salón, su corazón
desolado por la miseria que veía a su alrededor.

Recorrió la sala, comprobando a sus guerreros y sanadores.

—Edorís—Círan dijo al ver a su consejero. El hombre estaba


echando una mano, alimentado a un herido con Aedan a su lado.
Círan estaba decepcionado consigo mismo. Había sido tan egoísta al
quedarse en los aposentos con Kurgan. ¿Qué clase de rey era? Había
abandonado a su gente cuando más lo necesitaban.

—Su Majestad—Edorís inclinó su cabeza en saludo, una débil


sonrisa mostrada en sus labios. —Es bueno ver que tiene tan buen
aspecto. Hemos estado preocupados por las heridas que sufrió.

—Gracias por tu preocupación y por tu ayuda—Círan restó


importancia a la preocupación del hombre, sabiendo que aún había
quienes los necesitaban. No podía retroceder en el tiempo, pero estaba
aquí ahora y no defraudaría a su gente nuevamente.

Círan se detuvo junto a una de las mesas. Extendió su mano y tocó a


uno de sus guerreros. La mano de Círan destelló sobre la herida y la piel
lentamente se unió. Dio unos golpecitos al hombre en el brazo cuando
terminó y después continuó. Círan deambuló por el salón. Con cada herido
que sanaba, Círan sentía el dolor en su propio cuerpo. Eliminar el dolor de 100
alguien siempre tenía un coste. No demoró mucho en sentirse débil y
aturdido. Respiró profundamente y se balanceó. Se habría caído al suelo si
no hubiese sido por el brazo que sostuvo su cintura.

—Estás haciendo demasiado —Aedan le regañó y ayudó a Círan a


sentarse.

—No he hecho suficiente por mi gente—Círan inspeccionó la sala,


deseando tener más poder. Quería sanar a todos, sin importar el coste
que tenía que pagar.

Aedan le miró críticamente. —No piensas realmente eso, ¿verdad?

—Debería haber estado aquí con mi gente, ayudándoles. En su


lugar, estuve en mis aposentos con Kurgan. —Círan seguía castigándose.
No creía que pudiese perdonarse nunca.
—Eres el rey, Círan. Resultaste herido después de salvar la vida de
tu consorte. Y estuviste en una batalla, luchando por tu gente. Date un
respiro. Aquí, nadie espera la perfección de su rey. Eres un hombre, no un
dios.

Círan suspiró.

La cabeza de Aedan se ladeó, con un ceño en su rostro. —¿Crees


que eres mejor que el resto de nosotros porque eres el rey?

Círan movió bruscamente la cabeza. —¿Qué?

—¿Honestamente crees que eres mejor que nosotros?

—¡No! —Un arranque de cólera brotó de sus entrañas. —¿Qué te


haría pensar algo así?

Aedan agitó su mano para abarcar la sala llena de heridos y de


quienes ayudaban a atenderlos. —Nos tomaron por sorpresa, Círan. 101
Perdimos familiares y amigos. Nuestras casas resultaron dañadas y
destruidas. Pero aún estamos aquí. Aún seguimos luchando.

Las cejas de Círan se dispararon hacia arriba cuando su pacífico


hermano plantó las manos en sus caderas, una mirada furiosa brillaba en
sus ojos dorados. Nunca había visto a Aedan así.

—Ahora, o estás con nosotros, lloras con nosotros y nos ayudas a


reponernos, o hazte a un lado y deja que el todopoderoso Críostóir se
encargue de todo. —Se cruzó de brazos y empezó a dar golpes con su pie.

—¿Qué va a ser, Su Majestad?

De repente, recordó Círan lo testarudo que podía ser su hermano


mayor. Aedan podía ser considerado el tranquilo, el pacífico, pero tenía
nervios de acero. No entraba en muchas discusiones porque la mayor
parte de las cosas no le molestaban. Pero cuando algo lo hacía…
Círan juntó sus manos e hizo una reverencia a su hermano. —Mis
disculpas, Aedan. Haré todo lo posible para abstenerme de…

Aedan arqueó la ceja. —¿Meterte la cabeza en el culo?

Los labios de Círan se crisparon con diversión cuando jadeos de


asombro sonaron a su alrededor, recordándole que no estaban solos. —Sí.
Haré todo lo posible para abstenerme de…meterme la cabeza en el culo.

—Bien—Aparentemente satisfecho tras haberlo dejado claro,


Aedan giró sobre sus talones y se alejó, con un Edorís con los ojos abiertos
como platos corriendo tras él.

—Es un manojo de problemas en un hermoso paquete.

Círan se echó a reír y se inclinó hacia los brazos de su compañero.

—Sí, la mayoría de la gente no ve la verdadera profundidad de mi


hermano. Ven lo quieren ver y no quien realmente es. Sólo espero que 102
Edorís se pueda hacer con él.

—Yo me hice contigo —Kurgan dijo, acariciando con sus labios el


lateral de la garganta de Círan.

—No te menosprecies, mi amor—Círan se dio la vuelta para mirar a


Kurgan y ahuecó la cara de su amado. —Me ganaste en un desafío de
compañero.
CAPÍTULO 12

Kurgan gruñía a todo el que se ponía en su camino mientras se abría


paso por el castillo hacia los despachos del rey. Los guardias debieron
haber visto la furia en su rostro. Tenían las puertas abiertas de la oficina
antes de llegar allí.

—Nada de visitas —gruñó al pasar por delante de ellos, dirigiéndose


directamente hacia el vino de dragón sobre el aparador. Se sirvió una copa
y se la bebió de un tirón. Después de servirse otra copa, volvió a colocar el
tapón en el decantador de cristal y se dio la vuelta.

Círan estaba sentado tras su escritorio, una ceja elevada en


pregunta. —¿Día complicado?

—Está muerto—Kurgan trató de contener el gruñido en su voz, pero


se dio cuenta que no tuvo éxito cuando Círan le miró con el ceño fruncido.

—¿Quién ha muerto?
103
—El asesino.

Ambas cejas se dispararon hacia arriba a la vez. —¿Y está muerto


debido a..?

Kurgan resopló cuando su compañero no preguntó abiertamente si


había matado al hombre. Debería. Le habría hecho sentirse mucho mejor
que ahora. —Llamaron al guardia por la noche. Cuando regresó, la puerta
de la celda estaba abierta y el asesino estaba tendido allí en un charco de
sangre, su garganta rajada de oreja a oreja.

—¿Interrogaste al guardia?

—Sí—Kurgan hizo una mueca al recordar el puño que había


conducido a la cara del hombre por dejar su puesto. Probablemente no
debería haber hecho eso, pero había estado realmente cabreado. —Vivirá.

—Ya veo —Círan dejó su pluma sobre su escritorio y se recostó en


su silla, sus manos entrelazadas sobre su estómago.
Kurgan observó a su compañero, su ira disminuyendo cuando
comenzó a imaginar cómo se vería su compañero cuando ese estómago se
redondeara con su huevo. —¿Te ha dicho alguien algo sobre nuestro
enlace?

—No— Círan respondió. —¿Deberían?

Kurgan se encogió de hombros. —Si el alto consejo estaba tan


empeñado en que encontrases un compañero, habría pensado que
estarían aquí para hablar contigo sobre la cancelación del desafío de
apareamiento antes de que todas las pruebas se hubiesen cumplido o al
menos demandar la verificación de nuestro acoplamiento.

—Sí—Círan se inclinó hacia adelante, frotando la mano por su


barbilla.

—Es un poco extraño, especialmente considerando lo firmes que


eran sobre encontrar un compañero. 104
―Comprendo que sólo llevamos acoplados un par de días, pero si
esto era tan importante para que ellos promulgaran una ley milenaria… —
Kurgan se encogió de hombros y tomó otro sorbo de su vino. —Sólo es mi
opinión.

—No, no, tienes un punto muy válido.

Círan se puso de pie y salió de detrás del escritorio. Kurgan se quedó


sin aliento cuando su compañero paseó hacia él. A pesar del asunto entre
manos, no podía evitar admirar la firme construcción de su amante. Círan
tenía músculos en todos los sitios correctos.

Cuando Círan llegó a su lado, el guapo hombre le quitó el vaso de su


mano y tomó un sorbo del líquido azul antes de devolvérselo. Kurgan
quedó hipnotizado cuando la lengua salió para lamer el líquido de sus
labios.

—Estás realmente alterado —Círan dijo.


—Sí.

—¿Ordenaste a los guardias que no dejasen entrar a nadie?

Kurgan frunció el ceño. —Sí—esperaba no haber sobrepasado los


límites.

—Bien—Círan le dio un guiño antes de hundirse a sus rodillas y


desatar los pantalones de Kurgan. Sin que a Kurgan le diese tiempo más
que para gemir, Círan le había tragado hasta la raíz.

—Círan—Dios, el hombre tenía la habilidad de hacerle rogar por


piedad con esa hermosa lengua bífida. Círan había evitado chuparlo antes.
Kurgan no había comprendido hasta hacía poco que estar acoplado al
hombre involucraría una lengua bífida que era un don de los dioses.

Kurgan sintió una sacudida eléctrica recorrer su columna vertebral


mientras Círan lamía y succionaba su polla, haciendo sus rodillas temblar.
Su cabeza cayó y sus ojos rodaron cuando Círan lamió la cabeza,
105
presionando su lengua bífida por sus protuberancias. Un largo gemido
profundo vibró en el pecho de Kurgan cuando su compañero deslizó dedos
lubricados en su culo. Sus dedos agarraron el pelo de Círan y extendió más
amplias sus piernas. La sensación de que Círan siguiera amándolo era algo
de lo que nunca se cansaría.

Su verga pulsó al ritmo de su corazón. Tiró del pelo de Círan,


comenzando a embestir sus caderas hacia adelante, conduciendo su
gruesa vara en la deliciosa boca de su compañero. El placer tenía a su piel
hormigueando, y su corazón corría con tanta fuerza que podía sentir el
sudor formarse en sus sienes.

—¡Mi vida! —Kurgan gritó y echó su cabeza hacia atrás, su semilla


estallando en una ola que lo dejó sin aliento. Su orgasmo no parecía tener
fin, su polla pulsando casi hasta el punto que pensó se desmayaría.
Cuando su corazón finalmente dejó de tratar de salir de su pecho,
Kurgan miró a su amante, comenzando a sonreír. La vista de Círan
arrodillado allí en el suelo ante él, la gastada polla del hombre pulsando
en su mano, fue suficiente para dejarle sin aliento.

Un ángel libertino, eso era su amante. Cuando Círan alzó la mirada,


y un sensual destello iluminó sus ojos dorados, Kurgan decidió que su
compañero era un demonio. Círan lentamente se puso de pie. Se inclinó
hacia adelante y dio un beso a Kurgan en sus labios antes de ir al pequeño
cuarto de baño a un lado de su oficina.

—¿Te sientes mejor? —preguntó poco después cuando salió con un


paño.

—Si digo que no, ¿me la chuparás de nuevo?

Círan rió mientras que con delicadeza limpió la verga de Kurgan y


después la metió de nuevo dentro de sus pantalones. —Te la chuparé 106
siempre que quieras. Todo lo que tienes que hacer es pedirlo.

—¿Cómo crees que se sentiría el resto del mundo si supieran que el


rey se arrodilla ante un simple plebeyo?

Círan mostró una sonrisa maléfica. —No me importa.

Kurgan rió. Aún seguía riendo cuando fue a la puerta y la abrió,


asintiendo a los guardias para hacerles saber que la costa estaba limpia.

—Diles que envíen a alguien a buscar a Aedan y Edorís —Círan dijo.

—Me gustaría saber su opinión en algunas cosas.

Kurgan miró sobre su hombro, encontrándose con los ojos de Círan.

—¿Puedo ayudar en algo, compañero?

Círan sonrió cariñosamente. —Ya lo haces.


La ira de Kurgan desapareció y un sentimiento de calidez le inundó,
y se dio la vuelta para entregar el mensaje del rey a los guardias. Después,
cerró la puerta y regresó a apoyarse en un lado del escritorio de Círan.

—¿Trabajando en algo interesante?

—En realidad no —Círan suspiró pesadamente. —Edorís me trajo


antes una lista de todos los daños ocasionados por la batalla. Voy a
repasar los números. Quiero asegurarme de que todo el mundo tenga un
sitio mientras reconstruimos.

—¿Qué puedo hacer para ayudar? —Kurgan sabía que acababa de


hacer la misma pregunta hacía un momento, pero nunca está de más
repetir.

—Bien, echa un vistazo a esto—Círan se inclinó hacia adelante y


anduvo buscando entre los papeles sobre el escritorio hasta que encontró
un pergamino descolorido. Lo sacó y extendió sobre la mesa. 107
—Me pregunto si deberíamos ampliar esta área en lugar de
reconstruir el núcleo de la ciudad.

—¿Por alguna razón en particular?—Kurgan preguntó mientras


examinaba el mapa. Círan señalaba un área sin usar antese en las afueras
de la ciudad. Hasta donde podía recordar, era un campo vacío y parte era
un coto reservado para los cazadores del rey.

—Hemos construido mucho, levantando casi una casa encima de


otra, para acomodar el crecimiento de nuestra población en los últimos
años. Creo que, si nos expandimos a esta área de aquí, podríamos no sólo
disminuir la densa población en el centro de la ciudad, sino que podríamos
crear más espacios verdes y mercados agrícolas. Quiero que haya sitios en
que pueda reunirse la gente y puedan llegar a conocerse. Esto es
realmente importante para mis planes de unir a más dragones y humanos.
Es necesario que haya más espacio para todos ellos.
—Suena un buen plan si consigues llevarlo a cabo—Kurgan desplazó
su dedo por el mapa, deteniéndose en el área en que debería estar el
terreno desocupado.

—¿A quién pertenece esta tierra? ¿Estarían dispuestos a renunciar a


ella?

La sonrisa de Círan fue suficiente respuesta. —Sí, estoy dispuesto.

—¿Y en cuanto al coto de caza? Suministra carne al castillo. No es


exactamente algo de lo que queramos prescindir.

—Hay tres reservas que sirven al rey. —Círan señaló los tres puntos
aislados en el mapa, todos a diferentes distancias del castillo—. Si
hacemos algunos acuerdos comerciales con los territorios de la periferia,
no sólo generará ingresos para nosotros, sino que traerá artículos que de
normal no tenemos aquí en la ciudad.

Kurgan miró a su compañero mientras elegía cuidadosamente sus


108
palabras. No quería aplastar el entusiasmo de Círan, pero quería
asegurarse de que el hombre había pensado en todos los problemas que
conllevaban un proyecto tan enorme.

—Has pensado mucho en esto.

—En realidad, fue idea de mi padre. Era algo en lo que estaba


trabajando antes de su muerte. Se sentó a mi lado una tarde y me lo
explicó, su gran plan de unir a toda su gente, al igual que a los dragones y
humanos.

—Pensaba que era idea tuya.

Círan se encogió de hombros y negó con la cabeza. —No, esto fue


idea de mi padre. No creo que ser tan listo.

—Lo eres—Kurgan sonrió cuando su compañero lo miró. —Te


acoplaste conmigo.
Kurgan casi se echa a reír tontamente cuando Círan rodó los ojos.

Su mirada podría haber sido de desesperación, pero sus ojos


dorados se habían llenado de diversión. Así era como se suponía debía ser,
risas y amor y planear un gran futuro para ellos y para su gente. Cuando
alguien llamó a la puerta, Kurgan fue a atender, esperando hasta que
Círan se sentó tras su escritorio y se mostraba regio nuevamente.

Dios, amaba alborotar al hombre.

—Aedan, Edorís. —Kurgan saludó a los dos hombres y les permitió


entrar, después comenzó a cerrar la puerta tras ellos. Antes de que
pudiese cerrarla del todo, un fuerte peso empujó contra ella, haciéndole
retroceder. Gruñó y forcejeó para cerrar la puerta. —¡Voy a chamuscar a
esos malditos guardias!

—¡Déjame entrar!—una fusiosa voz gritó mientras aporreaban la


puerta. 109
—Oh cielos — Edorís dijo y se apresuró a acercarse. —Es el anciano
Morgan.

—¿Quién?—Kurgan preguntó y se giró para mirar al hombre.


Alguien que trataba de forzar su entrada a la oficina del rey necesitaba
que le examinaran la cabeza.

—Es el anciano de más antigüedad en el alto consejo.

A Kurgan no le importaba. —¿Y eso le da derecho a abrirse paso a


los aposentos del rey a empujones?

Edorís hizo una mueca como si hubiese sido su culpa cuando


claramente lo era del imbécil al otro lado de la puerta. —El anciano
Morgan no acostumbra a pedir permiso.

—Será mejor que empiece —Kurgan gruñó. Dio un paso hacia atrás,
manteniendo una mano en la puerta.
La siguiente vez que sintió a alguien golpearla, Kurgan simplemente
retrocedió y caminó hasta pararse tras el rey, su mano descansando en el
hombro de Círan. Quería que no hubiese dudas de que el dragón le
pertenecía. La puerta se abrió y un hombre con una larga vaporosa túnica
dorada entró enfurecido a la sala. Dio un traspié, agarrándose a la mesa
justo a tiempo.

—Anciano Morgan—Círan dijo en un tono que claramente mostraba


su descontento por ser interrumpido. —¿A qué debo este honor?

¡Honor, mi culo! Kurgan quería rodar los ojos, pero se negaba a


deshonrar a su amor de esa manera. Sabía antes incluso de reclamar a
Círan que se le requeriría un cierto decoro como consorte del rey, y no
deshonraría a su compañero.

—Tenemos a gente durmiendo encima de las mesas en el salón


principal, gente apilada en los cuartos de invitados como montones de
leña, e incluso alguien les ha permitido dormir en el salón del trono. 110
—¿Qué vas a hacer sobre esto?

—Nada —Círan respondió. —Yo lo ordené.

Los ojos del anciano se abrieron como platos. —¿Ordenaste esto?

—Lo hice—cuando Kurgan sintió los hombros de Círan tensarse,


supo que el hombre estaba enojado. —¿Tienes algún problema con eso?

—Simplemente no es apropiado, Su Majestad—El anciano enderezó


los hombros, su postura rígida, pero Kurgan apreció un ligero temblor en
sus manos. El anciano no tenía tanta seguridad como quería hacer creer.

—¿Qué quería que hiciéramos, anciano Morgan?—Kurgan


preguntó. —Esa gente ha perdido sus hogares y no tiene donde ir. ¿Quiere
que les arrojemos a la calle?

Las grises cejas del hombre se unieron. —¿Quién eres tú?


Kurgan no veía cómo el anciano no sabía quién era, y sospechaba
que probablemente lo hacía y su pregunta era simplemente por pura
apariencia.

Pero lo que fuese. —Soy Kurgan.

Estuvo a punto de echarse a reír cuando el hombre estrechó los


ojos.

La mano de Círan acarició la suya. —Es mi consorte real, Sir Kurgan.

—¿Él?

Kurgan gruñó.

Círan gruñó más alto.

Kurgan abrió enormemente los ojos cuando Círan saltó fuera de su

111
silla, y por encima del escritorio agarró la garganta del anciano a la
velocidad del rayo.

—¿Cómo osas insultar a mi compañero? —el rey gruñó y empujó al


anciano a través del escritorio. —Un insulto a Kurgan es un insulto a mí.

El orgullo hinchó el pecho de Kurgan. Quería ver la cabeza del


horrible hombrecillo arrancada, pero sabía que su compañero lo
lamentaría más tarde.

—Círan, amor, tienes que dejarle ir antes de que le explote la


cabeza. Su cara se está volviendo púrpura.

—¿Y?

Kurgan rió. —Y hará un lío sobre tu hermoso tapete.

Por un momento, Círan no se movió. Kurgan comenzó a dar un paso


al frente para evitar que su compañero matara al hombre cuando Círan
alejó su muñeca y el anciano cayó al suelo. Kurgan rápidamente echó un
vistazo sobre el borde del escritorio, soltando un suspiro de alivio cuando
el anciano se incorporó y comenzó a toser.
Kurgan negó con su cabeza cuando el anciano levantó su cabeza y le
lanzó una mirada glacial. —No creo que quieras enojarle.

—Esto es inaceptable —el anciano escupió—. No puede hacer esto.

Kurgan dio al anciano la misma mirada gélida que había recibido.

—Ahora, no creo que quieras enojarme.

112
CAPÍTULO 13

Los labios de Círan se torcieron al tratar de contener su sonrisa


cuando vio a su compañero llamar la atención al insolente anciano. El
hombre ciertamente necesitaba que le sacaran afuera y le bajaran los
humos con el látigo, pero el padre de Círan había abolido ese castigo hace
años.

Quizá debería restaurarlo.

—Kurgan.

El alto dragón no dijo nada. Simplemente se colocó detrás de Círan,


situando su mano sobre el hombro de Círan de nuevo. El apoyo silencioso
significaba mucho para Círan. Sabía que su futuro era incierto. Saber que
Kurgan estaría a su lado cambiaba todo.

Círan regresó su atención al anciano. No le gustaba el insípido


hombrecillo. No le había gustado antes de convertirse en rey tampoco. El
113
anciano Morgan siempre despreciaba a cualquiera que no fuese de su
rango, e incluso a unos cuantos que lo eran. Considerando que se suponía
estaban allí para mejorar el reino, Círan no estaba de acuerdo con esa
línea de pensamiento.

Tampoco estaba de acuerdo con las miradas furtivas que el anciano


dirigía a Aedan. Aedan había tomado medidas para asegurarse de no estar
nunca a solas con el anciano Morgan, y Círan no le culpaba en lo más
mínimo. El hombre era espeluznante como el infierno.

Con ese pensamiento en mente… —Aedan, Edorís, ¿podrían por


favor, vean si todo el mundo está instalado para pasar lo noche,
verificando que todo el mundo tiene un sitio en que dormir? Debemos
asegurarnos de que nadie se quede afuera en el frío de la noche.

Los ojos de Aedan destellaron de alivio antes de hacer una


reverencia. —Como desee, Su Majestad.
Círan esperó hasta que los dos hombres hubieran salido antes de
ponerse de pie. Agarró el mapa sobre su escritorio cuando vio que el
anciano lo miraba y lo enrolló. Hasta que hubiera decidido exactamente lo
que iba a hacer con la reconstrucción, no quería que nadie supiera de ello.
Bueno, nadie más a parte de su compañero, hermano y consejero.

—Ahora, Anciano, ¿necesitaba algo más?

Los labios del hombre mayor se estrecharon. —Tu padre estaría


horrorizado si pudiese ver lo que has hecho al reino que trabajó tan duro
para construir.

—Mi padre sería el primero en sugerir el salón del trono.

Círan iba a matar al tipo. Podía verlo. Cómo su padre aguantaba al


hombre, nunca lo sabría, pero su respeto por el reinado de su padre
estaba creciendo rápidamente. —Si eso es todo, Anciano Morgan, tengo
trabajo que hacer. 114
El anciano resopló, después giró sobre sus talones y salió enfurecido
de la habitación.

Los ojos de Círan se ampliaron cuando el hombre abrió con tal


fuerza las puertas que golpearon contra las paredes. Uno de los guardias
echó un vistazo al marco de las puertas.

—¿Señor?

—Creo que fue algo que dije.

La profunda risa de Kurgan resonó en el aire. —Definitivamente fue


algo que dijiste.

—Ese hombre es un imbécil.

—Cierto —Kurgan dijo y caminó hacia el lado del escritorio de Círan


y se sentó en el borde, sus brazos cruzados sobre su amplio pecho—, pero
es un imbécil poderoso. Como el mayor de los ancianos en el alto consejo,
su palabra tiene mucho peso.
Círan frunció el ceño y se quedó mirando a la puerta cerrada. —Lo
sé, y eso es lo que me preocupa. Mientras que estoy de acuerdo en que
nadie debería tener un poder total sobre el reino, hombres como ese no
deberían tener ningún poder.

—Entonces expúlsale del consejo.

—No es así de fácil, mi amor—Círan desearía que lo fuese. —No


puedo destituir a nadie del consejo sin una audiencia ante el pueblo y una
moción de censura. Es una medida de seguridad para que el rey no pueda
eliminar el consejo si no hacen lo que quiere.

—Eso apesta.

Círan rió. —Sí, es cierto.

—Apostaría un buen dinero a que Edorís sabe donde están


enterrados los cuerpos. Si le preguntaras amablemente, podría hacerte un
mapa.
115
—¿Quieres decir si hiciera que Aedan le preguntara
amablemente?—Círan rió. —Pensé que aquellas miradas ardientes que
intercambiaban los dos hombres iban a derretir mi armadura.

—Edorís mira a tu hermano de la misma forma en que yo te miro a


ti.

—Lo sé —Círan se frotó la barbilla y frunció el ceño, mirando


ausentemente hacia la puerta cerrada. —Aunque no puedo entender por
qué no ha mostrado a mi hermano su interés. Está claro que se adoran el
uno al otro.

—Puede que debieses considerar un desafío de apareamiento para


la mano de Aedan, con Edorís como el único concursante.

Carcajadas chisporrotearon de Círan como de una fuente


agujereada. Esa era una idea perfecta, pero no pensaba que pudiese
hacerlo en realidad, no a su hermano.
Pero seguro que habría disfrutado viendo la reacción de Aedan si lo
hiciese. Sacudiendo su cabeza, Círan se sentó tras el escritorio. Desenrolló
de nuevo los papeles, inspeccionando el plan de su padre. Realmente era
una buena idea. Y uniría a toda la gente como un reino. No sería una tarea
difícil de lograr ahora que estaban reconstruyendo y arreglando el castillo
y la ciudad circundante.

—Quiero ser tu guardia personal—Kurgan dijo de inesperadamente.

Círan levantó la cabeza. —De acuerdo.

—Me preocupa tu seguridad —Kurgan se sentó en el borde de la


mesa de Círan. —La única razón de que estuviese enfadado es que no
conseguí las respuestas que quería del asesino. Alguien le mató antes de
que pudiera señalar a la persona que lo envió.

—Comprendo tu preocupación, cielo—Círan se acercó y tocó el


muslo de Kurgan, apretando el duro músculo. A pesar de que era un 116
guerrero, Círan no iba a alejar a su compañero. Si el hombre quería ser su
sombra, él podría manejar la atención extra.

—¿No vas a discutir conmigo?

—Nop—Círan sonrió.

—¿Tienes enemigos?

Círan se encogió de hombros. ―Soy el rey. Estoy seguro de que hay


mucha gente que no me quiere como su líder. Pero no puedo pensar en
alguien que esté dispuesto a pagar a un asesino para que me mate.

—Tiene que ser alguien de dentro, alguien que tenga acceso a los
calabozos y que conozca el funcionamiento interior del castillo. —¿Puedes
pensar en alguien?

Círan se recostó en su silla. ¿Había alguien que le confrontara?


¿Había alguien cercano a él que estuviese dispuesto a cometer asesinato
para deshacerse de él? Le parecía demasiado extremo.
Sí, había personas que abiertamente se le opusieron en el consejo y
por todo su territorio, pero contratar a un asesino y permitir su entrada al
salón del trono. No creía que alguien le odiase tanto. Esperaba que nadie
lo odiase tanto.

—¿Y qué opinas del Anciano Morgan?

Círan automáticamente comenzó a negar con su cabeza. —El


hombre puede ser un idiota, pero tratar de matarme, es excesivo incluso
para él.

—¿Cómo de bien lo conoces?

—Lleva años en el consejo, Kurgan. Designaron al Anciano Morgan


cuando yo era sólo un niño. Puede ser un idiota pretencioso, pero no creo
que contratase a alguien para asesinarme.

Durante unos segundos, Kurgan observó a Círan. —¿Sería Aedan rey


si algo te ocurriese?
117
—Mi hermano no quiere ser rey. Es una de las razones por las que
mi padre me eligió. Aedan prefiere pintar y permanecer alejado del
público. No le gustan mucho las confrontaciones.

—Entonces el consejo podría usarlo. Podrían tomar decisiones sin


tener que preocuparse de que Aedan les hiciera frente. Podría ser un
portavoz del alto consejo dirigiendo desde las sombras.

Círan elevó una ceja. Su hermano no era un ignorante porque


prefiriese evitar los enfrentamientos. La mayoría de la gente subestimaba
a Aedan. Una naturaleza pacífica no se equiparaba con ser un pelele.

Kurgan alzó una mano. —No quiero faltarle al respeto, Círan. Aedan
es tu hermano. No lo conozco bien, pero sé que es un buen hombre. Salvó
tu vida. Pero creo que el consejo está involucrado de algún modo.

—Comprendo lo que dices. El consejo quiere más poder. Pero es


difícil creer que algunos miembros del consejo me quieran muerto.
Los labios de Kurgan se curvaron un segundo. Cruzó los brazos sobre
su pecho y se apoyó contra el escritorio de Círan. —¿Tiene Aedan algún
enemigo?

—El único hombre en que puedo pensar es el Anciano Morgan.

Círan estaba comenzando a pensar que quizá Kurgan tenía razón.


Quizá el consejo estaba involucrado, ¿pero con qué fin?

—¿Por qué pensarías en el Anciano Morgan?

—Realmente no conozco toda la historia, pero cada vez que están


en la misma habitación, Aedan se escabulle rápidamente. ―Círan había
preguntado a su hermano con anterioridad, pero el otro hombre nunca
quiso hablar de ello.

—¿Qué le ocurrió a tu padre?

Círan se puso rígido. La muerte de su padre aún era un tema 118


doloroso. Sólo pensar en el hombre destrozaba el corazón de Círan. —No
estaba aquí cuando mi padre murió —era algo que siempre lamentaría—.
Estaba lejos de la comarca. Falleció antes de que el mensajero pudiera
llegar a mí.

—¿Podemos hablar con el sanador real? Me gustaría hacerle unas


cuantas preguntas. Podría darme otro enfoque.

—Si es lo que deseas. —Círan asintió. No sabía si el sanador podría


ayudar, pero puede que fuese hora de hablar con el hombre, de todos
modos. Círan se había sentido culpable durante mucho tiempo. Si hubiese
estado en el castillo, habría podido sostener la mano de su padre cuando
falleció. Círan habría podido decirle cuánto le amaba y respetaba.

Forzándose a ponerse de pie, Círan enrolló los documentos que


había estado revisando. No quería que nadie viese sus proyectos antes de
hacer las cosas oficiales. Por supuesto, probablemente necesitaría la
aprobación del consejo en algún momento, pero no iba a preocuparse por
eso en este momento.
Después de guardar los planos, Kurgan llevó su brazo a la cintura de
Círan, complacido por el apoyo. Juntos, salieron de su oficina y bajaron
por el vestíbulo hacia los cuartos del sanador. Cuando atravesaron la
puerta, el sanador alzó la mirada y sonrió.

—Su Majestad—Se levantó despacio, sus ojos desplazándose de uno


al otro. —¿Se siente indispuesto?

—Estoy bien, gracias por la preocupación y por ayudar a nuestra


gente. —El hombre se veía desfallecido. Círan podía ver sus ojos rojos e
hinchados, y tenía círculos negros bajo ellos. —Probablemente debería
descansar.

—Puede que tenga razón —se restregó una mano por su cara y se
sentó nuevamente. —Estoy exhausto. Aunque estoy seguro que no quiere
escuchar eso —rió. —¿Y qué le trae a la enfermería hoy, Señor?

—Me gustaría preguntarle sobre mi padre. 119


—¿Su padre?—Sus cejas se juntaron. —No estoy seguro de qué
pueda decirle.

—Quiero saber lo que sucedió. ¿Cómo murió? ¿Qué ocurrió?

—¿Su Majestad? —El sanador se veía confuso.

—No pregunté antes porque me sentía culpable. Debería haber


estado aquí para mi padre.

—Pero… —el hombre frunció el ceño. —No sé cómo murió.

—Eres el sanador real, ¿verdad? —Kurgan interrumpió la


conversación.

—No me permitieron entrar en los aposentos.

La mandíbula de Círan cayó. —¿Quién dio la orden? ¿Te impidió


Aedan entrar al cuarto?

—No…fue el Anciano Morgan.


Círan se tambaleó. Sintió como si una roca hubiese impactado
contra su estómago por el shock de las noticias. —¿El Anciano Morgan?
¿Por qué no te permitió que sanases a mi padre?

—No lo sé, Su Majestad. Cuando llegué a los aposentos de su padre,


me bloqueó la entrada. Sus guardias personales me prohibieron acceder al
interior.

La visión de Círan se nubló cuando imágenes de asesinar al Anciano


destellaron en su mente. Iba a arrancar la cabeza del hombre. Todo este
tiempo y nunca había preguntado al sanador por su padre. Si lo hubiese
hecho, quizás habría sospechado del Anciano Morgan antes.

Bilis ascendió en su garganta, y Círan pensó que podría perder el


contenido de su estómago.

—Gracias por su honestidad, señor. —Kurgan estrechó la mano del


sanador. —dejaremos que descanse. 120
Círan no podía hablar cuando Kurgan le dirigió fuera de la
enfermería. ¿El Anciano Morgan asesinó a su padre? ¿Estuvieron
involucrados todos los miembros del consejo?

—¿Te encuentras bien? —Kurgan preguntó en tono bajo.

—No lo sé ―Círan agitó su cabeza como si tratara de digerir toda la


nueva información.

—Aclararemos esto, mi amor. Quien quiera que haya sido el


responsable, pagará.

—Sí — Círan estuvo de acuerdo. —Pagarán con sus vidas.


CAPÍTULO 14

Kurgan podía sentir el dolor de Círan. Emanaba de su compañero en


oleadas, sacudiendo el corazón de Kurgan. Condujo a Círan a sus
aposentos, sabiendo que el hombre necesitaría algún tiempo a solas, lejos
de todo el mundo. En la privacidad de sus habitaciones, Círan sería capaz
de desahogarse sin la preocupación de que alguien pudiera escucharlo.

Los miembros del consejo ya tenían una diana en la espalda de


Círan. Kurgan no quería que aquéllos hombres supiesen que estaban tras
ellos. Tenía un mal presentimiento respecto al Anciano Morgan, y no sólo
porque el tipo fuese un imbécil. Algo en el hombre incomodaba a Kurgan.
Ahora se alegraba de haber seguido sus instintos. Una vez dentro de sus
aposentos, Kurgan cerró la puerta y puso el cerrojo, aislándose en el
interior. Círan se veía aturdido mientras caminaba por la habitación. Se
detuvo cuando estaba frente a la gran pared de piedra.

—Lo siento, amor.


121
Círan alzó sus manos, presionándolas en la pared. Apretó con
fuerza, empujando la pared. Kurgan no sabía lo que hacía, pero
rápidamente lo comprendió cuando la pared se movió. Era un pasaje
secreto.

—¿A dónde lleva?

—Nadie sabe de este pasaje excepto la familia real. Creo que es


hora de que investiguemos al consejo. Si mataron a mi padre, cada uno de
ellos será colgado. No mostraré piedad.

Los ojos de Círan se volvieron dorados. La luz de las velas no estaba


engañando a su mente. Nop, era el dragón, y estaba listo para asesinar.

Círan agarró una vela de una mesa cercana antes de dirigirse a la


entrada. Agachó la cabeza, encorvándose para caminar sin golpearse la
cabeza en el techo. El suelo estaba sucio y las paredes hechas de roca.
Se parecía más al túnel de una cueva que a un pasaje secreto para la
realeza. Kurgan asumió que se debía a que nadie sabía de este sitio. No
era como si el rey fuese a invitar a nadie a su dominio secreto.

Círan no dijo una palabra, así que Kurgan mantuvo su boca cerrada.
No haría preguntas, por si alguien pudiese llegar a escucharlos. Según
seguía a su compañero, el aire en el interior del pasaje se volvía apestoso,
e hizo una mueca. Era obvio que el pasaje no se había usado en mucho
tiempo. La curiosidad de Kurgan estaba en alerta cuando Círan se detuvo y
fue hasta un pequeño trozo de madera en la pared. Sus cejas se
dispararon hacia arriba cuando Círan apagó la vela y luego tiró del borde
de la madera.

No fue hasta que estaba detrás de su compañero que comprendió


que estaba viendo a través de una especie de pantalla de madera. Si
miraba atentamente, podía ver todo el interior de las cámaras del consejo.

Y estaba bastante concurrido. Cinco hombres con túnicas de 122


diferentes colores llenaban la habitación, siendo uno de ellos el Anciano
Morgan. Kurgan estrechó los ojos sobre el odiado hombre cuando
comenzó a escuchar su conversación, y cada palabra que decía le
encolerizaba más. —Si tu asesino no hubiese fracasado—un hombre
estaba diciendo—, no estaríamos en esta posición.

El Anciano Morgan giró la cabeza, sus ojos fijos en el hombre con la


túnica verde. —El asesino ha pagado por su error. No cometerá ninguno
más.

—¿Y cuánto tiempo crees que va a pasar hasta que el Rey Críostóir
comience a sospechar que nosotros lo matamos? ¿Hmm?

—Ha pasado casi un año y ni siquiera ha preguntado cómo murió su


padre —la perversa sonrisa del Anciano Morgan hizo que Kurgan quisiera
alcanzar a través de la pantalla y arrancar la cabeza del anciano. —Poner
fin a la miseria del Rey Críostóir será tan fácil como asesinar a su padre.
—¿Sospecha algo? —el hombre con la túnica roja preguntó.

—No—el Anciano Morgan negó con su cabeza, su túnica dorada


ondulándose cuando caminó hasta la mesa en el centro de la sala y cogió
una copa de plata en su mano. —Es un incompetente igual que su padre,
el maldito idiota.

—Deberías ser cuidadoso, Morgan—el otro hombre miró por la


habitación como si temiera que alguien pudiera escucharlos. Si sólo
supiese que efectivamente Círan y Kurgan escuchaban su conversación.

—Tan pronto como el rey Críostóir se mofó del nombre de Círan-


esté muerto, asumiremos el reino entero. Aedan será mío. Hará
exactamente lo que le diga.

—¿Crees de verdad eso?—el hombre con la túnica azul parecía


escéptico.

—Desde luego —el Anciano Morgan se mofó. —Es un eslabón débil.


123
Forzaremos un desafío de apareamiento como hicimos con Críostóir, y
seré el vencedor. No tendrá elección el mocoso.

—Qué si Aedan no hace lo que le digamos.

—Confía en mí —la sonrisa del Anciano Morgan envió un escalofrío


premonitorio por la espina de Kurgan. —Hará exactamente lo que le diga
o sufrirá las consecuencias.

—No sé, Morgan—una túnica de un rojo profundo ondeaba


alrededor de las piernas del hombre cuando comenzó a pasear. —Este
plan puede ser demasiado incluso para nosotros. Envenenar al Rey
Thamhais fue una cosa, pero tratar de hacernos con el poder del reino es
algo completamente diferente. Es peligroso.

—No temo un poco de peligro —Morgan respondió.

—Yo sí —el otro anciano respondió. —Podríamos perder todo lo


que hemos logrado.
El rostro de Morgan se sonrojó de ira. —Ese insípido pequeño
bastardo ya está deshaciendo todo por lo que hemos trabajado tan duro
para lograr. Ha emparejado dragones con humanos y los ha puesto a cargo
de las fronteras de los territorios, y aún no ha sido coronado. ¿Qué crees
que va a hacer una vez que sea oficialmente rey?

—Puede que si…

—¡Puede que nada! —Cristal se destrozó contra la pared cuando el


Anciano Morgan arrojó su copa. —Si los dragones y humanos se alían, es
cuando perdemos todo. Sólo manteniéndolos alejados hemos podido
lograr tanto. Nuestros acuerdos comerciales, nuestra habilidad para
mandar a nuestra gente dentro y fuera de los territorios sin una pregunta,
e incluso los tratos de tierras que hemos hecho con los consejos del oeste
y este para nosotros. Con el Rey Críostóir en el poder, todo será en vano.

Kurgan estaba muy enojado. Sabía que el consejo estaba


involucrado, pero escuchar sus palabras llenas de odio era casi demasiado 124
para poder soportar. Quería romper algo. Quería echar abajo la pared y
reducir a cenizas a cada miembro del consejo. Estaba a punto de hacerlo,
pero Círan sujetó su brazo y negó con la cabeza.

Moliendo los dientes, Kurgan contuvo su ira. Círan era el rey, y


Kurgan debía seguir sus órdenes. Lo que fuera que su compañero
decidiera, Kurgan estaría a su lado y le mostraría su apoyo. Era complicado
no estar enojado, sin embargo, especialmente cuando los miembros del
consejo habían admitido no sólo asesinar al padre de Círan, sino tratar de
asesinar a Círan también. Y ese bastardo, el Anciano Morgan, quería
aprovecharse de Aedan.

Era demasiado.

Círan comenzó a bajar por el pasillo, dirigiéndose hacia sus


aposentos, y Kurgan le siguió. Tan pronto como puso un pie dentro de su
dormitorio, Kurgan gruñó, columnas de humo saliendo de sus fosas
nasales.
—¿Por qué no me dejaste matarlos a todos?

—Tengo una idea mejor —Círan sonrió, un destello malvado en sus


ojos. —Voy a enviar un guardia real a cada uno de mis territorios.

Kurgan estaba completamente confundido. —¿Para qué podría


servirte hacer eso?

—Voy a iniciar un nuevo consejo con miembros que se preocupan


por la gente, no por llenar sus bolsillos de oro.

Kurgan verdaderamente no comprendía el plan de Círan, pero


confiaba en su compañero. Círan era más político que él. Si Kurgan lo
hiciese a su modo, habría cambiado y se habría comido a cada uno de
aquellos miembros. Círan tenía más contención que él, que era
probablemente, por lo que era el rey.

Respirando profundamente un par de veces, Kurgan se calmó. —De


acuerdo, ¿qué necesitas que haga?
125
Círan elevó una ceja. —Dijiste que querías ser mi guardia personal.

—Sí.

—Entonces cuida de mi cuerpo —los ojos de Círan se oscurecieron


peligrosamente, y era una mirada que hacía gruñir y venir a la superficie al
dragón de Kurgan. La tensión en el aire era espesa, y el dragón quería salir.

—Las cosas se acaban de poner interesantes.

Dos días después, Kurgan seguía confundido. Círan evitaba al alto


consejo como la plaga. Si un anciano entraba en la sala, Círan salía.
Aedan no lo estaba haciendo mucho mejor. Kurgan no sabía lo que
Círan había dicho a su hermano, pero el hombre había optado por
esconderse en sus habitaciones. Los guardias personales del rey
permanecían fuera de la puerta, impidiendo que nadie entrara. Las únicas
personas que tenían permitido entrar o salir eran Círan, Kurgan y Edorís,
aunque Kurgan estaba bastante seguro de que Edorís había entrado y aún
no había salido. El Anciano Morgan se había subido por las paredes
cuando se había enterado, su ultraje sonando por todo el castillo.

A salvo dentro de sus habitaciones, Círan se sentó y echó a reír.


Kurgan fue sorprendido por el comportamiento de su compañero, y
extrañamente excitado. Pasaron el resto de la tarde enredados entre las
sábanas mientras se demostraba a sí mismo que su rey dragón aún era el
dulce hombre que gritaba su nombre y rogaba ser tomado.

Los dos caminaban de una forma graciosa al día siguiente.

Kurgan se echó a reír cuando vio que su amante se sentaba 126


cuidadosamente mientras se instalaban en las oficinas reales y esperaban
a que llegasen sus invitados. Los guardias tenían órdenes de traer a sus
invitados directamente ante el rey. No debían detenerse por nadie ni
nada.

—¿Estás listo para esto, mi amor?

Kurgan asintió, aún cuando su estómago estaba hecho un nudo. —


Tan listo como alguna vez podría estar, supongo.

Sinceramente, temía la confrontación que se acercaba. Había


demasiadas variables. La probabilidad de que las cosas podrían salir mal
eran mayores que las oportunidades de que no. Al momento en que el
Anciano Morgan averiguase que estaban al tanto de los planes suyos y del
alto consejo de asumir el reino, se desataría el infierno. Kurgan estaba
preocupado por quien quedaría atrapado en el medio de esa batalla. Le
aterraba que fuese el hombre que sostenía su corazón.
Rogaba que no fuesen más inocentes. Círan tenía ya demasiadas
preocupaciones. La muerte de más civiles sólo podría ser lo que
finalmente rompiera al hombre.

—¿Estás listo de verdad?

—¿Para acabar con el alto consejo?—Círan asintió. —Asesinaron a


mi padre. No puedo probarlo. Infiernos, no puedo probar nada de lo que
han hecho, pero en última instancia, tengo el derecho de restituir al
consejo si no los considero aptos.

—Pensaba que no podías hacer eso. —¿No le había dicho eso Círan?

—No puedo eliminar el consejo totalmente, pero puedo reemplazar


a los miembros en el caso de que perjudiquen o causen daños a un
miembro de la casa real. Y no creo que haya un hombre, mujer, o niño en
este castillo que no haya visto al Anciano Morgan ir tras mi hermano —
Círan sonrió y se sentó inclinándose hacia adelante, descansando sus 127
manos sobre el escritorio. —Eso es lo que va a acabar con ese hombre.

—¿Y qué hay del resto de los ancianos? —Kurgan preguntó.

—¿Cómo planeas deshacerte de ellos?

—Están atemorizados, Kurgan. Lo viste. Creo que una vez que el


Anciano Morgan sea derribado, los demás se quebraron—Círan se encogió
de hombros—. Además, hay una pequeña ley de la que no creo que sepan
que estoy al tanto. Como un rey recién nombrado, tengo derecho a
sustituir al consejo entero, pero sólo una vez, y sólo cuando sea coronado.
Con mi nuevo consejo presente, ya que he cumplido todos los requisitos
para ser rey, puedo tomar posesión de la corona y renovar el viejo
consejo.

A Kurgan comenzaba a gustarle este plan cada vez menos con cada
pedacito que escuchaba. Maldita sea, ni siquiera estaba seguro de que
tuvieran un plan. Parecía que Círan iba improvisando en el camino.
—Círan, ¿de verdad crees…?

—¿Sabes que nunca me llamas por mi nombre real?

Kurgan frunció el ceño. —¿Qué?

—Nunca me llamas Críostóir. Siempre me llamas Círan.

—Porque es de quien me enamoré.

Círan le miró fijamente un momento, y después el placer que las


palabras de Kurgan trajeron al hombre comenzó a brillar en sus ojos
dorados. —Me gusta eso.

—¿El qué?

—Que no me convirtiese en otra persona para ti cuando supiste que


era rey.

Kurgan suspiró. Levantó su mano para masajear su nuca, la tensión 128


en sus músculos haciendo que doliese. —Seré honesto contigo, cariño.
Esta no es la vida que imaginé para nosotros. Pensaba que combatiríamos
en la milicia un tiempo, y con el tiempo nos retiraríamos a algún sitio en el
cual estar juntos.

Kurgan agitó su mano al aire, señalando al mundo en que ahora


habitaban. —¿Esto? —Kurgan negó con su cabeza. —Esto no es donde nos
vi.

La sonrisa que había estado en el rostro de Círan comenzó a


evaporarse, tristeza nublando sus ojos. Y Kurgan no podía permitir eso.

—Pero, más allá de cualquier cosa, tenerte como mi compañero es


más importante para mí que dónde o cómo vivimos. Caminaría por este
castillo vistiendo una faja dorada si eso significase mantenerte.

Esperanza destelló en aquéllos ojos dorados. —¿Sí?

—En un suspiro.
La respiración de Círan se entrecortó al imaginárselo, y el brillo había
comenzado a regresar a sus ojos. —Una faja dorada, ¿eh?

—Por lo menos, un taparrabos dorado.

El sensual calor que de repente iluminó la sonrisa de Círan robó la


respiración de Kurgan e hizo que su polla se sacudiera. Llevó su mano
abajo y se ajustó, deseando no estar esperando la llegada de nadie.

Círan le dio un guiño. —Creo que puedo arreglar eso.

129
CAPÍTULO 15

El corazón de Círan subió a su garganta cuando el guardia llamó a la


puerta y anunció que sus invitados habían llegado. Era el momento, el
comienzo del fin del Anciano Morgan y de su consejo. Si salía como Círan
esperaba, los hombres que habían tomado tanto de su reino estarían
muertos o presos al final de este día.

—Escóltenlos al salón del trono. Quiero cuatro guardias situados


fuera de las puertas, y que nadie entre sin mi permiso —Círan ordenó al
guardia. —Estaré allí en un momento.

No era consciente de que sus dedos golpeaban con inquietud la


superficie del escritorio hasta que Kurgan alcanzó y los sujetó. Rió
nervioso. —Supongo que no estoy tan preparado como pensaba.

—Hay mucho en juego, compañero—Kurgan apretó su mano.

—Creo que tienes derecho a estar nervioso.


130
—Supongo—Pero eso no significaba que tuviera que gustarle. A
Círan no le gustaba no saber lo que iba a ocurrir o cuándo exactamente
iba a ocurrir. Se frotó la cara con la mano, sintiéndose mucho mayor de lo
que realmente era.

Kurgan le ofreció su mano. —¿Listo, mi amor?

Círan sonrió al tomar la mano de su compañero y se puso de pie.

—No realmente, pero supongo que no podemos alargar esto mucho


más.

—Pronto habrá terminado todo —los ojos de Kurgan contemplaron


la cara de Círan antes de levantar su mano y deslizar sus dedos por la
mejilla izquierda de Círan—. Y después podemos pensar en poner puntos
de incubación en esta hermosa cara.

Círan alzó sus cejas. —¿Qué te hace pensar que esos puntos van a
estar en mi cara?
La sonrisa de Kurgan era pura sensualidad masculina. —Porque te
gusta tener mi verga en tu culo.

Círan verdaderamente no podía discutir eso. Le gustaba tener la


polla de su compañero en su culo. De hecho, estaba ahora mismo más a
favor de eso que de cualquier otra cosa. No le importaba tomar a Kurgan
ocasionalmente, pero realmente prefería estar en la parte de abajo.

—De acuerdo, estoy de acuerdo con ello, pero no voy a ser el único
que lleve un huevo aquí.

La risa de Kurgan era profunda, estremecedora, y fue directa a la


polla de Círan. —Dios no lo quiera, mi amor. Debemos asegurar que
nuestra permanencia en este reino dura generaciones. El modo más fácil
de conseguirlo es llenarlo con nuestro legado.

—Nuestro legado —Círan meditó. —Me gusta eso.

Tan cálido y confuso como se sentía interiormente, ningún signo de


131
sus emociones interiores se mostraba en la cara de Círan cuando dejó su
oficina y recorrió los pasillos con su compañero. Saludó aquí y allí según
pasaban junto a gente que trabajaba o que vagaba por los pasillos. Había
aún tantas personas que no tenían a donde ir que le hizo querer arrancar
la cabeza del Anciano Morgan un poco más.

Cuando finalmente llegaron al salón del trono, Círan se dirigió a uno


de los guardias.

—Por favor, que mi hermano y Edorís se nos unan―cuando Círan


comenzó a entrar al salón se detuvo, buscando a su alrededor hasta que
localizó a su guardia personal. —Torcuil, te quiero conmigo. Neill, dobla la
guardia en la puerta. Nadie, y quiero decir nadie, tiene permitida la
entrada sin mi permiso expreso.

Neill asintió. —Sí, Su Majestad.


Círan suspiró profundamente para tomar fuerza y después atravesó
las puertas dobles que conducían al salón del trono. La conversación se
detuvo, todos los ojos se giraron hacia ellos mientras caminaba por la
larga alfombra roja que conducía al estrado donde estaba su trono. Una
leve curva vino a sus labios cuando vio el trono idéntico que había ahora
junto al suyo.

Perfecto.

Círan asintió a su compañero cuando subió al estrado y se giró para


enfrentar al pequeño grupo de hombres que había convocado. Se sintió
bien al ver la felicidad en sus caras. Mientras que había estado tratando de
fortalecer sus fronteras, el amor que podía ver brillar en los ojos de los
hombres que estaban ante él, le hizo sentir orgulloso de las elecciones que
había tomado.

Tal vez, ser rey no era tan malo.


132
—Gracias por acudir con tan poca antelación.

A excepción de Kurgan, todos los hombres se arrodillaron, cruzaron


su brazo sobre sus pechos, sus puños descansando sobre sus corazones.

—Por favor, levántense.

Los ojos de Círan se desviaron a las puertas cerradas al otro lado del
salón. —Vamos a esperar a mi hermano y después explicaré por qué he
pedido que asistan hoy.

El más pequeño de los hombres que estaban frente a él dio un paso


hacia adelante, sus manos temblorosas aún cuando se mantenía con la
cabeza en alto. —¿Puedo hablar, Su Majestad?

Círan ondeó su mano. —Por favor hable, Isei.

—Quería darle las gracias.

—¿Darme las gracias?


Las mejillas del hombre se sonrojaron cuando miró al alto hombre
de cabello moreno que estaba de pie a su lado. La completa adoración en
los ojos verdes de Daimyo Akihiro cuando miró a su compañero humano
fue suficiente para dejar sin respiración a Círan.

—Quiero agradecerle mi enlace con Akihiro. Si no lo hubiese hecho,


nunca lo habría conocido y … —Isei se encogió de hombros. — Me ama.

Círan sonrió indulgentemente. —No veo cómo no podría, Isei.

Isei lanzó una mirada más a Akihiro.

Círan juntó sus manos y las puso al frente. —Mientras que sé que no
todo ha sido fácil, me alegra ver que vuestros acoplamientos han salido
bien. Es de buen agüero para el futuro de nuestro reino. Yo…

Un ruido en la parte trasera del salón del trono captó su atención.

133
Círan sonrió cuando las puertas se abrieron y Aedan y Edorís entraron.

—Creo que estamos listos para empezar—Círan señaló cuando las


puertas se cerraron. — Aedan, ¿puedes hacer el favor de unirte?

Los ojos de Aedan se ampliaron un poco cuando vio a todos los


hombres que había en el salón, pero se apresuró a subir los escalones para
unirse a Círan en el estrado, permaneciendo de pie pacientemente a su
lado.

—Cuando mi padre falleció, yo no estaba en la ciudad. Le tomó


varios días a un mensajero poder localizarme. Desafortunadamente,
falleció antes de que pudiese regresar a casa. Pensé que había fallecido de
una enfermedad, pero mi compañero y yo recientemente descubrimos
que mi padre fue envenenado.

Aedan jadeó, sus ojos llenos de lágrimas. Antes de que Círan


pudiera ir, Edorís estaba a su lado, confortándole. Los ojos de Edorís
destellaron, su dragón rondando la superficie. Círan esperó a que los dos
hombres se calmaran para continuar.
—Mi padre tenía un plan para el futuro de nuestro reino, uno que
discutió conmigo antes de ser asesinado. Ese plan incluía acercar a los
dragones y humanos y unir a nuestra gente. El acoplamiento de ustedes
era parte de ese plan.

Círan miró sobre su hombro, encontrándose con los ojos marrones


de su compañero.

Kurgan asintió. Círan respiró profundamente y se giró a su


audiencia. —Hay quienes quieren mantener separados a los dragones y
humanos. Se están llenando los bolsillos a través de la miseria de otros, y
ustedes van a ayudarme a detenerlos.

Se acercó a una mesa auxiliar de mármol y piedra dispuesta junto a


la pared y abrió la caja de plata ornamentada con gemas incrustadas de la
que había sacado la daga cuando enlazó a todo el mundo. Sacó una caja
de terciopelo dorada y regresó, deteniéndose en frente de Edorís. Los ojos
del hombre se redondearon al reparar en la bolsa. 134
—Neceito tu ayuda, Edorís. Sabes lo que se necesita hacer.

El hombre tragó y cogió la bolsa, sus manos temblando. —Sí, Su


Majestad.

La garganta de Círan se obstruyó de los nervios cuando se acercó y


sentó en su trono. Mantuvo sus ojos en Kurgan cuando el hombre caminó
hasta quedarse en el escalón bajo él. El hombre le ofreció una débil
sonrisa.

—Señores—Edorís gritó en una voz alta que resonó por todo el


salón del trono. —Estoy aquí para presentar a Críostóir, vuestro rey
indiscutible. Por lo tanto, todos los que habéis venido en este día para
hacer vuestro homenaje y servicio, ¿estáis dispuestos a hacer lo mismo?

El corazón de Círan se hinchó cuando cada cabeza asintió.


Edorís dio un paso al lado de Círan, sosteniendo una corona con
gemas incrustadas en sus manos. —¿Prometes y juras solemnemente
gobernar los pueblos de Tulyra de acuerdo con sus respectivas leyes y
costumbres de nuestra tierra?

Círan tragó fuerte antes de contestar, consciente de que su


respuesta cambiaría su vida para siempre. —Prometo solemnemente
hacerlo.

—¿Qué harás todo cuanto esté en tú poder —Edorís continuó—,


para que las leyes, la justicia y la verdad prevalezcan en todos tus actos?

—Lo prometo solemnemente —la voz de Círan se hizo más fuerte


mientras hablaba, las palabras fluyendo más fácilmente, con más
confianza. —Las cosas que antes he prometido, las cumpliré y mantendré.

Cerró sus ojos un momento al sentir descender la corona cuando


Edorís la colocó firmemente sobre su cabeza. Edorís dio un paso atrás, 135
juntando sus manos como si quisiera atraer la atención de todos. A pesar
de estaban sólo unos pocos en el salón, el consejero estaba siguiendo la
ceremonia como si Círan estuviese siendo presentado ante todo el reino.

La voz de Edorís era fuerte y orgullosa cuando gritó, —Presento, a


Su Majestad Críostóir Seaghan Eimhin, rey de Tulyra.

Círan capturó los ojos de Kurgan con los suyos. —Eres el siguiente.

La sonrisa se borró de la cara de Kurgan.

Círan disfrutó inmensamente cuando vio a su compañero recibir la


mucho más simple corona del consorte real. Estaba muy seguro de que
Kurgan ni siquiera había considerado que tendría una posición oficial en la
familia real una vez que se acoplasen. Círan no podía esperar a ver la
reacción del dragón la primera vez que alguien lo llamara príncipe.

Una vez que se habían encargado de las requeridas costumbres


ceremoniales, Círan se levantó y se acercó de nuevo a la caja de plata
ornamentada con gemas incrustadas.
Sacó los brazaletes de oro que había encargado cuando decidió
sustituir al alto consejo. Cada uno de ellos había sido elaborado e
impregnado con una gota de su sangre. Esto le ataría al alto consejo.
También evitaría que les sustituyera a menos que traicionaran la corona.

Círan regresó y puso un brazalete alrededor de la muñeca derecha


de cada hombre que había allí, incluyendo a su compañero, hermano, y
consejero. Nadie dijo una palabra cuando volvió a establecerse de nuevo
en lo alto de los escalones sobre el estrado, juntó las manos detrás de su
espalda y se enfrentó a ellos.

—Caballeros, como rey de Tulyra, les he elegido para servir como mi


alto consejo―ignoró cuando abrieron desmesuradamente los ojos y
continuó. —Son los más bravos, los más fuertes, y los más honorables
entre nosotros. Como tal, pongo el destino de Tulyra bajo su recaudo.

—¿Incluido yo? —Una voz suave susurró.


136
Círan sonrió. —Sí, Isei, incluido tú.

—Pero no soy fuerte como ustedes.

—Isei, sospecho que eres más fuerte que cualquiera de nosotros.

—Pero…

Akihiro se inclinó a susurrar en el oído de Isei. Tras un momento, Isei


asintió y se quedó callado, la sonrisa en su cara radiante.

Círan arqueó una ceja. —¿Ahora lo entiendes?

No sabía exactamente lo que Akihiro había dicho al hombrecillo,


pero el pecho de Isei se hinchó de orgullo. —Sí, Su Majestad.

Círan se giró y ofreció la mano a su compañero, su corazón se


hinchó cuando Kurgan ni siquiera dudó en ir hacia él. —Les he elegido
para servir como mi alto consejo —dijo cuando giró de nuevo para estar
frente a todos.
—Sustituiran a aquellos que sostuvieron el cargo bajo el reinado de
mi padre.

Su mandíbula apretada cuando la furia que había alejado para la


ceremonia resurgió.

—Asesinaron a mi padre y traicionaron a nuestro reino ayudando a


nuestros enemigos a invadir nuestras tierras. No tengo pruebas más allá
de lo que mi compañero y yo hemos sospechado Y de lo que hemos
escuchado de sus propios labios. Cada uno de los miembros del alto
consejo está involucrado en esta traición.

Círan se alegró al ver la ira destellar en los ojos de quienes le


rodeaban. La confianza que depositaron en él sin ninguna duda hizo que
toda la angustia sufrida mereciera la pena. —Hasta que todo esto haya
terminado, Aedan debe ser protegido.

Cuando su hermano fue a protestar, Círan levantó su mano para 137


detenerlo. —Me he enterado de que Morgan tiene planes para ti, los
cuales no implican tu consentimiento. Si caes en sus manos… —Lo que
ocurriría no era necesario ponerlo en palabras. El Anciano Morgan estaba
loco.

Aedan se estremeció, asintiendo con la cabeza haber comprendido.


Edorís gruñó. Era una parte de su consejero que Círan no había visto
antes. Esperaba que fuera un buen agüero para el futuro de su hermano.
Necesitaba a alguien protector que velara por él.

—La mayoría de los soldados que invadieron nuestra tierra han sido
asesinados o capturados, e incluso ahora ocupan nuestro calabozo.
Imagino que habrá rezagados y serán perseguidos hasta que tengamos
hasta el último de ellos. Pero eso es deber de mis soldados. Necesito que
me ayudéis a acabar con los ancianos. Quiero que sean castigados por lo
que han hecho, por lo que han tomado de nosotros, de nuestra gente.
Círan respiró profundamente cuando cada uno de los hombres allí
se dejó caer sobre una rodilla, su brazo cruzando su pecho, sus puños
sobre sus corazones.

—¿Qué necesita que hagamos, Su Majestad?—Sorprendentemente,


las fuertes palabras vinieron de Edorís. —Hable, y será hecho.

138
CAPÍTULO 16

Kurgan se apoyó en el costado del trono de Círan, sus brazos


cruzados. Nunca fue bueno en esperar. Y esperar a que el alto consejo
llegara al salón del trono sólo lo enfureció.

Su piel hormigueaba, su dragón rondando bajo la superficie de su


piel. Su dragón podía sentir la tensión en el aire. La necesidad de salir y
proteger a su compañero le estaba consumiendo.

—Señor.

Le tomó a Kurgan un momento darse cuenta de que Don Xavier


estaba hablándole. Kurgan dio al hombre una sonrisa forzada. —Por favor,
llámame Kurgan.

El alto hombre con cicatrices asintió. —Soy Xavier. Hablamos en el


campo de batalla.
139
—Sí, lo sé —esta vez, la sonrisa de Kurgan era real. —Te vi en batalla
hace varios años también. Luchas bien.

—Gracias —Xavier se giró y señaló al humano detrás de él. Los ojos


de Kurgan instantáneamente cayeron en los tres puntos rojos en la mejilla
izquierda del hombre. —Mi compañero, Diego.

—Felicidades por el bebé.

Durante un momento, angustia centelleó en los ojos marrones del


hombre antes de desaparecer. —Gracias. Estamos muy entusiasmados.

—A pesar de que mi compañero discutirá conmigo, me preguntaba


si podría colocarse donde no corra peligro —la mano de Xavier fue hacia el
estómago aún plano de Diego. —Si hay una lucha, temo por su seguridad.

—Xavier—Diego gruñó y clavó el codo en el costado del dragón.

— No estoy incapacitado.
—No, desde luego que no, mi amor, pero… —Había tanta súplica en
los ojos del dragón que Kurgan tuvo que apartar la mirada.

Los expresivos ojos marrones de Diego rodaron. —Bien.

—¿Quizás podría ir con Aedan y Edorís?—Kurgan dijo. —Les vendría


bien tener una espada extra.

—Oh, pero…

Kurgan sonrió. —Van a estar protegidos por varios de los guardias


reales del rey en los aposentos personales del rey. Estarán a salvo allí.

—Gracias —Xavier respiró aliviado. —Mi compañero es un luchador


consumado, pero ya hemos perdido un niño. No podríamos soportar
perder otro.

A Kurgan se le rompió el corazón. —Lamento la pérdida—estaba


seguro de que estaría hecho polvo si Círan perdiera un niño. Hoy en día, 140
no ocurría muy a menudo, pero aún sucedía. Era un sufrimiento del que
un padre nunca se recuperaba.

Diego puso su mano en su estómago y sonrió. —Gracias. Fue


lamentable, pero estamos muy emocionados por nuestra nueva cría.

—Los aposentos personales del rey están justo tras esas puertas —
Kurgan señaló el fondo del salón. Aedan y Edorís estaban entrando ya al
cuarto y los guardias estaban tomando sus posiciones en la puerta.

—Gracias —Xavier rodeó la cintura de Diego con su brazo y lo llevó.

—Su Majestad—una profunda voz resonó por el salón, rompiendo


la charla, y pareció que todos se dieron la vuelta hacia las puertas
principales. Uno de los guardias reales hizo una reverencia antes de
continuar. —El Anciano Morgan demanda una audiencia con usted. Está
acompañado por el resto del consejo.

—Por supuesto, déjeles entrar —Círan se sentó derecho, su espalda


rígida.
Círan podría aparentar estar tranquilo y relajado, pero Kurgan
conocía a su compañero.

Círan apenas podía contener sus emociones. El hombre estaba más


tenso que un muelle. No tardaría mucho en cambiar a su forma de dragón
y atacar. Cuando el guardia abrió las puertas, el Anciano Morgan entró al
salón del trono como si fuese el dueño del lugar. Era seguido por el resto
de los miembros del consejo, sus túnicas arremolinándose a su alrededor
cuando entraron a la sala. Kurgan reconoció a todos inmediatamente. No
sabía sus nombres, pero recordaba sus caras, y las cosas que habían dicho.

Pronto, el alto consejo por completo sería sustituido y esos


traidores se habrían ido.

—Rey Críostóir—el Anciano Morgan hizo una reverencia, pero


Kurgan no se perdió la mirada de desprecio en la cara del hombre antes
de poder enmascararla. El hombre odiaba a Círan con una pasión que
calaba hasta los huesos. Kurgan no dudaba que, si tenía la oportunidad, el 141
Anciano Morgan no dudaría en atravesar con una espada el corazón de
Círan.

—Anciano Morgan —Círan imitó el tono del hombre, su voz llena de


repulsión. Parecía que el odio fluía en ambos sentidos.

—Parece que una vez más, el consejo no ha sido invitado a unirse a


una decisión importante. Se supone que los miembros del consejo deben
trabajar con usted, Su Majestad. Es nuestro trabajo para crear un sistema
de controles y equilibrios, para asegurar…

—No —Círan gruñó. —Me enfermas.

Un jadeo colectivo sonó entre el consejo, y Kurgan sonrió.

—No te atrevas a entrar en mi salón del trono y proceder a decirme


que hacer. Controles y equilibrios… —Círan bufó.
—Ese es un término que no comprendes. Se usa sólo para prevenir
la avaricia dentro de la familia real. Es un paso suplementario para
asegurar que los intereses de la gente sean prioritarios. A ninguno les
preocupa la gente. Mientras que egoístamente se llenan los bolsillos de
oro, otros sufren. Ustedes causaron esta guerra, la planearon desde fuera,
¿y para qué?

Círan hizo una pausa, pero no lo bastante larga para que alguien le
contestase. —No querían que el plan de mi padre tuviera éxito. No
querían que los dragones y humanos se unieran debido a su avaricia, y
mucha gente perdió la vida. Mi padre era un buen hombre, y sufrió en las
manos de ustedes por ello. Nuestra gente ha sufrido en sus manos y eso
va a terminar, ¡hoy!

El Anciano Morgan y los otros miembros del consejo comenzaron a


retroceder, dirigiéndose a la salida, y Círan se puso de pie. Kurgan se
acercó, situándose al lado de su compañero, sólo en caso de que uno de 142
ellos fuese lo suficientemente estúpido y atacase al rey.

Los guardias se movieron delante de las puertas dobles, bloqueando


la salida. Kurgan pudo ver el momento exacto en que el miedo y el pánico
traspasó los rasgos de los miembros del consejo. Sabían que su reinado de
poder había llegado a su fin.

—Ahora que he sido oficialmente coronado, he elegido un nuevo


consejo, un dragón y un humano de cada uno de mis territorios. Sus
servicios ya no son necesarios ni queridos. Por la presente, les despojo de
sus títulos, tierras, y fortunas. Todo lo que han ganado ha sido debido a
sus actos criminales, y por tanto, seran ejecutados.

—¡Guardias!—Círan señaló a los hombres al frente. —Por favor,


escolten a estos traidores a los calabozos.

Kurgan se preparó, esperando y rogando que alguno de los


miembros del consejo atacara.
Quería un motivo para combatir y hacer que los hombres pagasen
con su sangre por la angustia que habían traído, no sólo al reino, sino a su
compañero. Los guardias rodearon a los miembros del consejo,
sosteniendo sus armas preparadas. Círan bajó del estrado. Caminó hacia el
grupo, y Kurgan ansiosamente lo siguió. Mantuvo su mano sobre la
empuñadura de su espada, pero tenía el presentimiento de que no tendría
la oportunidad de usarla.

—Serán colgados por el asesinato de mi padre y por intentar


asesinarme. Pueden rezar a los dioses que quieran para que tengan
piedad de sus almas porque yo no la tendré. Guardias, llevénselos.

Girando sobre sus talones, Círan se enfrentó a Kurgan. Kurgan


extendió su mano, y Círan agarró con fuerza sus dedos.

Círan se mantuvo de espaldas a los antiguos miembros del consejo


cuando los escoltaron a la salida. Un revuelo llamó la atención de Kurgan,
y se giró. 143
—¡Te mataré! —Morgan gritó colérico. —Eres una deshonra para la
corona —levantó su brazo, y Kurgan vio que sostenía una espada. Morgan
intentó abalanzarse sobre Círan, la mirada en sus ojos mostrando sus
intenciones.

Quería matarlo.

Con un movimiento fluido, Kurgan llevó a Círan tras su espalda. Sacó


su espada de la funda a su costado. Isei se puso en frente de Morgan y le
detuvo. La batalla no duraría mucho. Un momento, el hombre más
pequeño estaba en frente de Morgan, y al siguiente, la daga de Isei estaba
enterrada en el corazón de Morgan. El antiguo miembro del consejo cayó
al suelo con un golpetazo tremendo.

El resto de hombres que habían permanecido de pie al lado de


Morgan se quedaron en silencio por la conmoción. Inclinando sus cabezas,
siguieron a los guardias fuera del salón del trono.
Cuando las puertas se cerraron, un silencio incómodo colgaba en el
aire. Kurgan dudaba que nadie supiese muy bien que decir.

Kurgan sí.

Dio un paso adelante y se dejó caer sobre una rodilla antes de que
el hombre mucho más pequeño, inclinase su cabeza respetuosamente.

—A pesar de que sea rey, el rey Críostóir aún es mi compañero y el


corazón que late en mi pecho. Has salvado su vida, y por consiguiente la
mía. Si alguna vez necesitas algo, Daimyo Isei, dilo y será hecho.

—Oh, yo no… —Isei lamió sus labios y miró al hombre alto que
estaba junto a él. Y—o…uh…

—El rey Críostóir nos enlazó a Isei y a mí —Akihiro dijo y continuó


sonriendo con completa adoración en sus ojos verdes. —Es él a quien
tenemos que dar las gracias. Sin él, la vida que ahora tenemos no habría
sido posible.
144
Con sus ojos más abiertos que nunca, Isei señaló a su compañero.

—Lo que él ha dicho.

Kurgan se echó a reir, se inclinó de nuevo y se puso de pie. Ofreció su


mano al hombre pequeño. —Es imposible compensar la vida de un
compañero, pero con gusto tomaría tu amistad.

No se perdió la mirada que Isei dirigió de nuevo a Akihiro antes de


darle la mano. Era obvio para cualquiera que mirara que Isei confiaba
enormemente en su compañero, como Kurgan en Círan.

Kurgan se alegraba de que el gran dragón verde mirara a Isei con


tanto amor en sus ojos. Isei merecía ser feliz. Kurgan rogaba porque
pudiese decir lo mismo de su enlace. Giró y caminó al lado de Círan,
silenciosamente de pie como apoyo.
—Gracias a todos por vuestro apoyo y lealtad—Círan dijo a los
hombres reunidos. —Con su ayuda, podemos hacer los cambios
necesarios para unir a los dragones y humanos. Haremos que la visión de
mi padre sea una realidad.

Los nuevos miembros del consejo hicieron una reverencia, y Círan


sonrió. Era la primera sonrisa verdadera que Kurgan había visto en un
tiempo. Con la batalla y luego lidiar con las consecuencias -los heridos,
muertos, y la destrucción del castillo- las cosas habían sido agotadoras
como menos. Pero sin importar las circunstancias, Círan manejaba cada
momento con gracia y elegancia.

Era un verdadero rey.

Escuchar a Círan hablar al nuevo consejo de sus planes llenó de


orgullo a Kurgan. Se mantuvo erguido y orgulloso mientras miraba a su
compañero, la emoción oprimió su garganta. Kurgan seguía sin saber lo
que había hecho para ganar el corazón de Círan, pero pasaría el resto de 145
su vida demostrando que merecía ser el consorte del rey.

Kurgan sonrió mientras trazaba sus dedos sobre los tres pequeños
puntos marrones sobre la mejilla izquierda de Círan. A excepción de ver a
su amante en la cúspide de la pasión, no creía haber visto algo tan
maravilloso. Su compañero llevaba su huevo. Pronto, tendrían la prueba
palpable de su enlace.

Saber que tenía tres puntos dorados en su propia mejilla, divertía


enormemente a Kurgan. Nacidos de dos padres distintos, sus niños
crecerían juntos. Dudaba que pudiera haber pedido un mejor resultado
cuando reclamó a su rey en un desafío de apareamiento.
Su mundo no era lo que pensó que sería cuando se enamoró de un
simple guerrero hace muchos años, pero tenía al hombre que amaba en
sus brazos, y eso lo hacía casi mejor. Kurgan aún no estaba feliz con ser el
consorte del rey, pero la aceptación vendría con el tiempo. Sospechaba
que terminaría acostumbrándose a ello tarde o temprano, especialmente
si dejaban de inclinarse ante él y llamarle príncipe.

Círan había disfrutado demasiado la primera vez que ocurrió. El


hombre se partió de risa. Pero ver la diversión centellear en los ojos de su
compañero había merecido la pena cualquier molestia que sintiera.

Valía la pena hacer cualquier cosa por la felicidad de su compañero.


Con el anterior alto consejo pagando por sus crímenes con sus vidas y el
nuevo trabajando junto para conseguir una vida mejor para la gente de su
reino, Círan sonría cada día más.

Aún había momentos en que gobernar todo un reino era demasiado


para él, y en esos momentos, Kurgan simplemente jodía al hombre hasta 146
que apenas podía recordar su propio nombre.

Como hoy…

—Tu sonrisa es demasiado engreída —Círan murmuró sin abrir los


ojos. Una dulce sonrisa tiró de sus labios.

Una carcajada salió de la garganta de Kurgan. Se sentía satisfecho.


Se sentía alegre y feliz. —Me puedo permitir ser engreído.

Ojos del color del oro hilado parpadearon al mirarle hacia arriba, las
pestañas oscuras de Círan agitándose contra sus mejillas. Kurgan estuvo a
punto de tragarse la lengua cuando Círan se movió, arqueando su pecho
bronceado mientras estiraba los brazos por encima de su cabeza. Sus
piernas desnudas se rozaron, entrelazándose cuando Círan se arrimó más
cerca. La polla de Kurgan tomó un profundo interés en el cuerpo que se
presionaba junto al suyo, endureciéndose inmediatamente. Gotas de pre
semen se esparcían por el abdomen de Círan.
Círan sonrió cuando pasó su dedo sobre los puntos dorados en el
rostro de Kurgan. Sus ojos se iluminaron de la emoción, resplandeciendo.

—Quizá tenga que replantearme todo este asunto de estar abajo.


Te ves muy bien así.

Kurgan sujetó la mano de Círan y la atrajo a su boca, presionando un


beso en la palma de Círan. —Me veo mejor con mi polla dentro de tu culo.

La risa de Círan era pura felicidad. —Te sientes mejor con tu verga
dentro de mi culo.

—¿Deberíamos probar esa afirmación? —Kurgan meneó sus cejas


de manera insinuante cuando se deslizó entre las piernas de Círan, y
acomodando su cuerpo sobre el de él, levantó las piernas del hombre. Su
polla se deslizó sin esfuerzo dentro del apretado culo de Círan. Kurgan
gimió cuando se deslizó todo el camino con una embestida de sus caderas.
Su polla estaba envuelta en el agarre más caliente y sedoso que alguna vez 147
había encontrado o fantaseado en su vida. Kurgan renunciaría a respirar
por tener esta sensación, esta cercanía con su compañero.

—Dios—Círan gimió cuando envolvió sus piernas en la cintura de


Kurgan, sus brazos alrededor del cuello de Kurgan. Con una sacudida de
las caderas de Kurgan, Círan jadeaba—. ¿No acabamos de hacer esto hace
diez minutos?

—¿Quejándote, mi amor?

—Sí —Círan rió.

FIN
Sobre los Autores

Stormy cree que la única cosa más sexy que un hombre en botas de
vaquero es dos o tres hombres en botas de vaquero. Ella también cree en
el amor a primera vista, compañeros del alma, el verdadero amor y los
finales felices.

Generalmente, tú puedes encontrarla acurrucada en la cama con un libro


en la mano y un perrito en su regazo o en su portátil, creando al próximo
hombre sexy para una de sus historias. Stormy da la bienvenida a los
comentarios de los lectores.

148
Me enamoré de las novelas románticas hace años y leía todo lo que podría
tener en mis manos, de alternativa a Menaje y todo entre medio. Miles de
libros más tarde, sigo siendo una ávida lectora en la búsqueda de un buen
libro.

Me encanta despertar en la mañana, conseguir mi café con hielo, y


sentarme frente a mi computadora portátil. El ir en aventuras con mis
personajes hace que escribir sea el mejor trabajo en el planeta. Mi
esperanza es que los lectores encuentren algo positivo en todos los libros
que escribo y disfruten el viaje a lo largo del camino.
Creditos

149

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