Sei sulla pagina 1di 19

El golpe de ‘55 se gestó con el claro objetivo de terminar con el gobierno de Perón y restaurar el

orden constitucional, y tiene el apoyo de la marina, los comandos del socialismo y el radicalismo, la
sociedad rural, la iglesia y representantes del empresariado más reaccionario. El nuevo gobierno,
autoproclamado Revolución Libertadora, sostiene que su misión es liberar al país de la peor de las
tiranías, que no había vencedores ni vencidos. Eduardo Lonardi cree en una política conciliatoria
con el movimiento obrero; está dispuesto a mantener las conquistas sociales con la condición de
que los trabajadores se mantengan alejados de la figura de Perón. Pero el otro bando dentro del
nuevo gobierno estaba dirigido por Isaac Francisco Rojas, el vicepresidente, de corte liberal, quien
está convencido de que el peronismo fue un movimiento nefasto y perjudicial para el país, y se pro-
pone terminar con todas las políticas implementadas. Para contrarrestar las medidas de apertura al
movimiento obrero impulsado por Lonardi, Rojas promueve la creación de una Junta Consultiva
Nacional, que funcionaba como asesor presidencial. Días después de conformada la Junta, las
tensiones internas entre las dos alas del gobierno estallan y Lonardi es obligado a renunciar; en su
lugar asume Pedro Eugenio Aramburu.

En 1974, los acuerdos monetarios de Bretton Woods establecieron el patrón dólar y los capitales
volvieron a fluir nuevamente y las grandes empresas empezaron a instalarse en los mercados; y,
frente a las economías protegidas y que crecieron hacia adentro, el FMI propuso a grandes rasgos
abrir los mercados y estimular las actividades de exportaciones tradicionales, pero buscando favo-
recerse con las medidas económicas impuestas. En paralelo, se funda la CEPAL (Comisión Eco-
nómica para América Latina) donde los países desarrollados podían ayudar a los subdesarrollados
a eliminar los factores de atraso mediante adecuadas inversiones en sectores claves, que acompa-
ñarían con reformas estructurales. Era necesario modernizar y adecuar la economía, pero había
una grieta entre quienes querían las inversiones extranjeras y quiénes no. Los empresarios coinci-
dían en que cualquier modernización debía modificar el status logrado de los trabajadores desde el
peronismo, ya que habían adquirido mucho poder con los sindicatos y los derechos otorgados des-
de la Constitución, que se acercaba al pleno empleo y con una clara identidad social y política.

Aramburu es un militar profundamente liberal y antiperonista. Si bien su regimiento no se pliega al


golpe del ‘55, tiene tanta predica dentro del nuevo gobierno que termina ocupando el cargo de pre-
sidente. Ni bien asume, lanza una política de persecución y proscripción del peronismo: queda
prohibido en todo el territorio de la nación la utilización de la fotografía, retrato o escultura de los
funcionarios peronistas o sus parientes, la bandera peronista, el nombre de Perón y de sus parien-
tes, peronismo, peronista, justicialismo justicialista, la abreviatura PP, las fechas dispuestas por los
mismos, las composiciones musicales “Los muchachos peronistas” o “Evita capitana” o fragmentos
de las mismas, y los discursos de Perón y Evita. Se interviene la CGT, se disuelve el Partido Justi-
cialista, se inhabilitan a todos sus afiliados a trabajar en el Estado y se suspenden a todos los dele-
gados gremiales nombrados después de 1952; todos los símbolos peronistas deben desaparecer.
Los diarios brindan su total apoyo al gobierno de facto y deben utilizar eufemismos para referirse a
Perón o al partido.

La dictadura de Aramburu se propone volver al país previo a 1945. Una de sus primeras medidas
es derogar por decreto la constitución sancionada en ’49; la firma acaba con una constitución que
estableció los derechos del trabajador, la igualdad jurídica de hombre y la mujer en el matrimonio,
los derechos del niño, de la ancianidad, la estatización del comercio exterior, la nacionalización de
los recursos naturales, la estatización de los servicios públicos y el voto directo. La dictadura em-
pieza una violenta represión contra el movimiento obrero, y los empresarios deciden no cumplir con
los convenios de trabajo y confeccionan listas negras que dejan sin trabajo a cientos de trabajado-
res. La respuesta de los obreros no se hace esperar, a medida que crece la represión y se deterio-
ran las condiciones laborales, empieza a levantarse la resistencia peronista. Las acciones de pro-
testas incluye panfletos, pintadas, huelgas ilegales, sabotajes en las fábricas y detonaciones de
cañas caseras. Los obreros intervienen las pintadas a favor de la libertadora y las transforman en
un símbolo de lucha. Al mismo tiempo, dentro del ejército, surge un grupo que está decidido a de-
fender la obra llevada adelante por el peronismo.

El 9 de junio de 1956, se genera un levantamiento conducido por el Gral. Juan José Valle. Los mili-
tantes peronistas intentan tomar la Escuela de Suboficiales de Campo de Mayo y las principales
guarniciones de Buenos Aires. El levantamiento exige el cese de la persecución al peronismo y
tiene como objetivo crear las condiciones necesarias para el regreso definitivo de Perón al país. La
insurrección es rápidamente sofocada y sus integrantes detenidos; Valle logra escapar. Aramburu
quiere demostrar que la libertadora no va a tolerar ningún movimiento de sublevación y al día si-
guiente establece la Ley Marcial, donde se otorgan facultades extraordinarias a las FF. AA., y todos
los oficiales involucrados en el levantamiento en contra son fusilados y un grupo de obreros y mili-
tantes peronistas son detenidos. En una comisaría del Gran Buenos Aires, se los tortura durante
horas y en el medio de la noche son trasladados a los basurales de José León Suarez donde se los
acribilla a balazos; algunos de los baleados logran sobrevivir y dan su testimonio a Rodolfo Walsh,
quien contará esta historia en Operación Masacre. El 12 de julio, Valle se entrega a quien cree que
es su amigo, el capitán de navío, Francisco Manrique, quien intenta interceder a Aramburu para
que no fusile a Valle pero no cede. Esa misma noche, Valle es fusilado. A esa altura son más de 30
militantes y civiles ejecutados.

Aramburu entendía que el gobierno militar debía administrar el país hasta que éste estuviera en
condiciones de darse un gobierno libremente elegido y que no deberían tomar decisiones que limi-
taran la libertad de éste. Raúl Prebish, mentor de la CEPAL, diagnostica la declinación y obsoles-
cencia de equipamiento de las producciones agropecuaria y petrolera, la ineficiencia de la industria,
las graves carencias en la infraestructura del transporte y la energía, el déficit de la balanza comer-
cial, el crecimiento de la inflación y la falta de crédito para el reequipamiento tecnológico. Luego,
recomendó la reducción de personal, gastos de funcionamiento y obras públicas del Estado; la pri-
vatización de empresas estatales, como Aerolíneas Argentinas; la devaluación del peso y la libera-
ción del mercado de cambios; el aumento de impuestos y del control de la evasión fiscal; la promo-
ción de las inversiones extranjeras, salvo en la industria petrolera; el ingreso al Fondo Monetario
Internacional, entre otros. Las decisiones que se tomaron fueron: el IAPI fue desmontado (pero
mantuvo las Juntas Reguladoras y se creó el CONICET), se suprimieron la comercialización de las
exportaciones con intervención estatal y devaluaron fuertemente el peso que benefició el sector
agrario más concentrado, con el que se confiaba equilibrar las cuentas externas; congelaron los
salarios, suprimió todo subsidio al consumo y estancó la industria. No impulsaron planes para
atraer inversiones extranjeras, logró el ingreso de Argentina al FMI y al Banco Mundial, y los sala-
rios cayeron fuertemente para 1951.

Desde el exilio, Perón intenta organizar la resistencia y en noviembre de 1956, designa como dele-
gado personal a John William Cooke, un abogado constitucionalista y ex diputado durante el pero-
nismo. Según él, el peronismo debe transformarse en un movimiento revolucionario. Su designa-
ción preocupa porque el ejército cree que el peronismo puede arrastrar al país al comunismo. Lue-
go de la segunda guerra mundial, el mundo quedó dividido entre los que apoyan a EE.UU. y los
que apoyan a la URSS, quienes se disputan la hegemonía global y representan dos formas anta-
gónicas de ver el mundo.

En 1957, la Revolución Libertadora intenta construir las condiciones para una posible salida demo-
crática y convoca a elecciones para una Convención Nacional Constituyente (fracaso) que tiene
como objetivo reemplazar la Constitución de 1949. Perón pide a sus seguidores votar en blanco
como forma de rechazo a la farsa democrática y el 24% de los votos se los llega el peronismo. Este
resultado demuestra que el peronismo sigue vivo y Perón sigue marcando el ritmo de la política
argentina.

Después de los fusilamientos del ‘56, los obreros abandonan momentáneamente la posibilidad de
la resistencia armada. Con sus principales líderes presos o fuera del país, nace una nueva camada
de dirigentes que surgieron de las segundas líneas de los sindicatos y entre los delegados de la
resistencia. El congreso normalizador de la CGT, convocado por la libertadora, fracasan y se divi-
den en dos centrales: las 62 peronistas y las 32 que nuclea los otros gremios. En Santa Fe se lleva
a cabo la convención nacional constituyente con representación de todos los partidos menos el
peronista. La UCR también está dividida por la UCR del Pueblo, liderada por Ricardo Balbín, que
considera que el peronismo es una enfermedad que debe ser erradicada, y la UCR Intransigente,
por Frondizi, que propone el levantamiento de la proscripción. Frondizi es un abogado correntino
que empieza a militar en el radicalismo tras el golpe de 1930; lidera la línea combativa, que propo-
ne una lucha sin tregua, concurriendo a las elecciones y usando la banca como trinchera. En 1954
es nombrado presidente de la UCR y suma a la democracia política, la democracia social. Sus opo-
sitores creen que éstos están cerca del peronismo o del comunismo.

A fines de 1957, la Libertadora llama a elecciones y Frondizi busca acercarse a Perón. Éste decide
cambiar de estrategia: teme que su ausencia en los comicios debilite su posición en el escenario
político y concreto un pacto secreto con Frondizi. Como enviados de ambos, Cooke y Rogelio Fri-
gerio tienen una entrevista y Frondizi se compromete a levantar la proscripción a cambio de que
Perón aconseje que sus seguidores lo voten. Arturo Frondizi gana la presidencia (con los votos
prestados) y llega al poder con la mayoría del congreso y la totalidad de las provincias en manos de
la UCR Intransigente. A pesar de esto, se encuentra cercado por varios frentes: los militares des-
confían por su pacto con los peronistas, los sindicatos lo presionan por el levantamiento de la pros-
cripción, la UCR del Pueblo no lo apoya y le juega en contra.

Aspiraba a renovar los acuerdos entre los empresarios y los trabajadores, como también a convo-
carlos a abandonar la actitud hostil y compartir los beneficios de un desarrollo económico generado
por las inversiones extranjeras. Además tiene la deuda electoral de una amnistía y el levantamiento
de la proscripción (aunque no incluyera a Perón o al Partido Peronista), y las tensiones que intenta
controlar son inmanejables: su relación con el peronismo se deterioró rápidamente (aunque permi-
tió que varios dirigentes sindicales tomen el control de los gremios) porque no cumplió con lo pac-
tado sobre la proscripción; como consecuencia, padece los paros y las movilizaciones organizados
por las 62.

Durante su primer año, decretó un aumento de salarios del 60%, que equivalía al nivel de aumento
de precios, e impulsó la ley de amnistía que permitía el uso de los símbolos peronistas y legalizar
sus organizaciones, mas no definió la situación el peronismo. En el plan económico, el desarrollis-
mo, elaborado por Rogelio Frigerio, planteaba el impulso del desarrollo de la industria pesada (side-
rúrgica, metalúrgica y petroquímica, como Perón) con el aporte de inversiones de capital y tecnolo-
gía extranjera en áreas estratégicas; modernizar el campo, mejorando la mecanización de tareas
rurales y así aumentar la producción del sector agropecuario (producía un saldo exportable y un
mejoramiento en el saldo de la balanza comercial), como también se incrementaba la demanda
para las nuevas máquinas-herramientas producidas ahora en el país; y firma acuerdos (“la batalla
del petróleo”) para que compañías británicas y norteamericanas exploren y exploten el petróleo
argentino, como también anunció el funcionamiento de universidades privadas, que generó un de-
bate sobre la educación laica y libre.

En 1958, se sancionó una ley que permitía un nuevo tipo de inversiones extranjeras, la Inversión
Extranjera Directa (IED), que permitía la canalización de las mismas hacia la instalación de nuevos
plantas o extender las existentes u otras áreas sin limitaciones y que éstas gozaran de los mismos
derechos que las nacionales. Sí establecía que se consideraba preferenciales las industrias que
produjeran materias primas a partir de recursos naturales. Lo recibido se concentró en la produc-
ción petroquímica y en la fabricación de automotores y tractores, expandiendo el proceso de susti-
tución de exportaciones a áreas donde no se había llegado.

En poco tiempo, las políticas desarrollistas producen un rápido crecimiento en la economía argenti-
na, pero genera un desequilibrio en las cuentas del estado, no pudo evitar el proceso de alta infla-
ción (producto de la reactivación económica y el aumento de salarios), las industrias en expansión
necesitaban más importaciones y para resolverlo, se accede al préstamo del FMI. Para cumplir con
la receta, a principios de 1959, Frondizi autoriza una ley que permite la renta o el arrendamiento del
frigorífico municipal, Lisandro de la Torre, con la excusa de que está mal administrado y no cumple
con su objetivo principal de regular el precio de la carne. El plan de Frondizi es pasarlo a la Corpo-
ración Argentina de Productores (CAP), manejada por grandes ganaderos. El frigorífico se pone en
pie de guerra: más de 6000 obreros toman el lugar y se organizan para resistir la represión pero
luego de unas horas, pierden el control. Tras el desalojo, las 62 reafirman la huelga general. La
amenaza del gobierno es clara: si continua la medida, se aplicara el Plan CONINTES (Plan de
Conmoción Interna del Estado): consiste en la entrega de la facultad de represión de los conflictos
sociales y políticos a las FF. AA., declarar zonas militarizadas en principales distritos industriales, y
además pone al personal civil de la administración pública y las empresas estatales bajo jurisdic-
ción del código de justicia militar. Es decir, en pleno gobierno democrático, quedan suspendidas las
garantías constitucionales. A la semana vuelve a ponerse en marcha pero con un 60% menos.

Luego de esto, Frondizi corta su relación con el peronismo y también se enfrenta con las FF. AA.
porque consideran que el presidente los hace cargar con la represión. El gobierno se sumerge en
una crisis política y los rumores de un golpe se hacen más fuertes. Para apaciguar la relación con
los militares, se cambia el gabinete: el nuevo ministro de economía es Alsogaray (1959-1961) que,
ni bien asume y según su Plan de Estabilización, devalúa la moneda, congela los salarios y reduce
el control del Estado sobre la actividad privada. Esto se agrava con el aumento del costo de vida, el
congelamiento de los salarios y el despido de miles trabajadores públicos termina con un paro ge-
neral con un acatamiento masivo. El gobierno aplica el Plan CONINTES y encarcela a 3500 perso-
nas. En abril de 1961, Frondizi pide la renuncia de Alsogaray y, al mismo tiempo, se toma conoci-
miento de la reunión secreta del presidente con el Che Guevara, en ese momento, Ministro de in-
dustria de Cuba, desde la revolución.

La tendencia socialista del nuevo gobierno cubano enciende la alarma en EE.UU. que teme un
avance del comunismo sobre América latina. John Kennedy –quien en ese año promocionó la
Alianza para el Progreso, un programa de ayuda económica, militar, política y social de EE. UU.
para América Latina efectuado entre 1961 y 1970–, llama a todos los países del continente para
aislar a Cuba pero Frondizi no se suma (pero sí estaba adherido en la Alianza). Los países lati-
noamericanos son amenazados con la Doctrina Guani (1943, “actividades subversivas antidemo-
cráticas”) y frente a la revolución en Cuba, es expulsado por “dictadura” de las Conferencias.
EE.UU. corta relación con Cuba y quiere que el resto haga lo mismo; después, con la Doctrina
Truman apoyaría a “los pueblos libres [que resisten] contra la subversión”. La decisión reaviva la
sospecha de las FF. AA., quienes identificaron de comunistas al peronismo, a Frigerio y a los uni-
versitarios, y lo obligan a romper relaciones con Cuba.

En 1962, los peronistas se sienten traicionados (quienes, además, empiezan con una renovación
ideológica hacia la Revolución Cubana), los militares desconfían y endurecen los planteos en rela-
ción a su gobierno; Balbín también lo enfrenta. Frondizi decide levantar la proscripción del peronis-
mo para las próximas elecciones provinciales, pero el resultado no es el esperado porque el pero-
nismo se impone en nueve provincias, incluyendo Buenos Aires, y profundiza el malestar de las FF.
AA. Frondizi cambia todo el gabinete e interviene en las provincias peronistas. El 29 de marzo de
1962, es detenido y llevado a la isla Martín García.

Ese día asume José María Guido, el presidente del Senado, que estuvo completamente subordi-
nado por las FF. AA. y él sólo estaba como fachada de legalidad democrática; esto correspondía
una gran inestabilidad en las políticas públicas, que profundizó las crisis económicas (Federico Pi-
nedo dura 15 días pero apuntó a una devaluación atroz que benefició a los sectores agroexporta-
dores), sociales y políticas. Fuertemente condicionado por las FF. AA. y le exigen prometer por
escrito mantener la proscripción del peronismo y agregar la del comunismo. Alsogaray asume nue-
vamente como Ministro de Economía y decide posponer todos los pagos a los empleados públicos
y de las jubilaciones, y al mismo tiempo, aumenta la inflación, los impuestos y toma nuevos créditos
del FMI.

En ese momento, los militares están divididos: por un lado, los colorados (comandado por Juan
Carlos Lorio – Marina, infantería y artillería del Ejército) quieren erradicar al peronismo de la política
del país; y por el otro, los azules (por Juan Carlos Onganía – Fuerza Aérea y caballería del Ejérci-
to), estaban de acuerdo con la inserción de algunos dirigentes peronistas con el fin de normalizar la
institución, proponen el alejamiento de las FF. AA. de la política y pide un próximo llamado a elec-
ciones. Si bien al principio el conflicto era por el peronismo, luego se profundizó para lograr el con-
trol de las FF. AA. y así estar en condiciones de ejercer la tutela del gobierno y establecer el rumbo
de la política nacional. Desde Frondizi, Guido estaba controlado por los colorados, quienes cerraron
el Congreso el 6 de septiembre de 1962 y comienzan a ser vistos como golpistas. El 22 hubieron
varios enfrentamientos y los colorados se rinden.

Guido nombra como Comandante en Jefe del Ejército al líder de los azules, el general Juan Carlos
Onganía, un autoritario, integrista católico y un ferviente anticomunista. Junto a Onganía trabaja
Mariano Grondona, quien redacta los comunicados afirmando respetar la Constitución y estar a
favor de un próximo llamado a elecciones. Guido logra unos meses de estabilidad hasta que una
crisis internacional renueva la crisis entre azules y colorados: Isaac Rojas y Benjamín Menéndez
dirigen una sublevación militar contra la apertura política al «Frente Nacional y Popular». Triunfan
los azules pero el grado de enfrentamiento llevó a buscar la unidad y esto significa dejar nueva-
mente afuera de las elecciones al peronismo.

Las nuevas elecciones se convocan para el 7 de julio de 1963. El peronismo, quien está bajo el
control de Vandor, trata de armar un frente con la UCR Intransigente y otros partidos menores y
busca imponer su candidato; cambia su nombre por Unión Popular. Perón designa como candidato
a Vicente Solano Lima, un antiguo conservador devenido en peronista pero Guido mantiene la
proscripción e impide la nueva fórmula. El voto en blanco vuelve a ganar las urnas con un 19,4%.

Con el 25% de los votos, Arturo Illia (1963-1966), candidato de la UCR del Pueblo, asume como
presidente con mayoría en el Senado, mas no es Diputados, y controlaba algo más de la mitad de
las provincias. Le da mucha importancia al Congreso aunque no haya logrado una alianza consis-
tente desde el radicalismo porque Balbín intuyó que cualquier gobierno que gane las elecciones va
a tener muy poco poder; pero se definió por el respeto a las normas, de no abusar de sus poderes
presidenciales.

Illia tenía una fuerte influencia de la CEPAL, haciendo énfasis en el mercado interno, las políticas
de distribución y la protección del capital nacional, y combinaba elementos keynesianos como un
Estado muy activo en el control y la planificación de la economía. Se benefició con el avance y la
recuperación industrial (donde creció aceleradamente el petróleo, el acero, la petroquímica y los
automotores), aumentó la concentración industrial (sobre todo en las nuevas ramas) y el aumento
de las exportaciones. Aprobó el salario mínimo, vital y móvil, reinstala la copa de leche en las es-
cuelas, impulsa una revolucionaria ley de medicamentos (que busca regular los precios y la calidad
de los mismos), establece el control de precios de alimentos de primera necesidad, anula los con-
tratos petroleros firmados por Frondizi e intenta su renegociación. Además, procuró reducir el capi-
tal extranjero, que provocó resistencias en los sectores empresariales.

Esto generó una brecha entre los sectores modernos y los tradicionales frente a la presencia o no
de empresas extranjeras. La decisión de Illia de controlar a los internacionales provocó un estan-
camiento en el empleo industrial y se deterioraran los ingresos de los asalariados por razones eco-
nómicas y políticas: un desahogo de los empresarios y la capacidad de negociar de los sindicatos.
Por otro lado, los inversores nuevos vieron una industria a nivel capital atrasada porque los tipos de
fábricas que venían con el peronismo eran pequeñas y no representaban la modernidad actual. Las
empresas nuevas tuvieron que adaptarse a esta nueva realidad.
Las crisis se dieron casi cada tres años desde 1952 e intentaron controlarse con políticas de estabi-
lización que provocaban un déficit en la balanza de pagos (por endeudamiento externo, un creci-
miento sostenido que estaba determinado por un aumento de las importaciones y la falta de au-
mento de divisas) pero que consistían, determinadas por el FMI, en una fuerte devaluación, sus-
pensión de créditos, paralización de obras públicas, reducción del empleo industrial y los salarios, y
el aumento de las importaciones. Los ciclos de avance, detención y nuevo avance deterioraban a la
sociedad y a los gobiernos pero creó la posibilidad de aprovechar la coyuntura

Desde lo social, se pueden detectar una fuerte migración del campo a la ciudad y los inmigrantes
de los países limítrofes; el empleo industrial se estancó y se sustituyó con la construcción (obras
públicas, etc.) o con el armado de pequeños comercios lo que aumentó la cantidad de trabajadores
en ambos espacios; aumentan las villas miserias en las grandes ciudades como una nueva margi-
nalidad; la demanda de técnicos y profesionales, no necesariamente universitarios (que ya el título
no era símbolo de prestigio intelectual y político ya que la matricula aumentó descomunalmente y
éstos perdían valor), por ende el aumento de la clase media por encima de la clase alta; las discu-
siones se ampliaban hasta la crítica social y política, producto de las revoluciones socialistas y co-
munistas; la producción en masa, la propaganda y el marketing.

Durante el gobierno se da un paso importante en el reclamo histórico por las islas Malvinas: en di-
ciembre de 1965, se aprueba una resolución de la Asamblea de Naciones Unidas que reconoce la
disputa de soberanía entre Inglaterra y Argentina, e invita a las partes a dialogar para resolver el
conflicto.

Illia buscaba controlar el manejo de los fondos sindicales y las elecciones internas de la CGT con la
esperanza de que surjan dirigentes dentro del movimiento obrero con tendencias opuestas al pero-
nismo, pero la respuesta de los gremios fue un nuevo paro general. En 1964, la CGT aprobó un
plan de lucha que incluía la lucha directa y la ocupación de los lugares de trabajo y los centros de
producción (agropecuarios, industriales y comerciales) en el caso de que el gobierno no tuviese en
cuenta las medidas económicas reclamadas. Vandor es el dirigente de la Unión Obrera Metalúrgi-
ca, de las 62 organizaciones de la CGT y la principal figura del peronismo organizado aprovechó el
eventual levantamiento de la proscripción y reorganizó el Partido Justicialista a su estilo. Esto lo
llevó a tener conflictos con Perón porque Vandor consideraba que era el único que podía controlar
al movimiento obrero y porque, además, quería reemplazar a Perón.

El operativo retorno en 1964 de Perón falla cuando las FF. AA. se enteraron de que el general es-
taba en un avión volviendo al país de incognito, y tuvo que volver desde Brasil a España. El fallido
regreso complica la situación para Illia: los peronistas le critican la negativa del regreso de Perón y
los militares lo acusan de débil. Dentro del sindicalismo, Vandor queda fortalecido porque el fracaso
del retorno demuestra la imposibilidad de la vuelta y empieza a crecer la idea de un peronismo sin
Perón (neoperonismo). Vandor se refuerza en las elecciones legislativas de 1965 cuando el go-
bierno aprueba que los peronistas compitan bajo el nombre de Unión Popular, partido formado por
sindicalistas y caudillos provinciales neoperonistas. El objetivo es que el conflicto dentro del pero-
nismo se profundice, dividirlos y tratar de triunfar. La Unión Popular gana con el 36% de los votos.

Perón no está dispuesto a quedarse solo y manda a Estela Martínez a reunirse con todos los oposi-
tores a Vandor (que si imponía sus candidatos en las principales provincias y lograba reunir a los
grupos neoperonistas, habría logrado el Peronismo sin Perón fuerte) para imponer sus candidatos
e intentar sacarle el control de la CGT. En la elección de 1966, para gobernador de Mendoza, el
candidato de Estela gana ampliamente al de Vandor y éste, entendiendo el mensaje, intenta unifi-
car la CGT.

Durante el gobierno de Illia, se estrecha el vínculo entre las FF. AA. y EE.UU. Onganía adhiere a la
Doctrina de Seguridad Nacional, que asigna a las FF. AA. de los países latinoamericanos la tarea
de enfocar sus esfuerzos represivos en el orden interno con el objetivo de defender los valores de
la nacionalidad amenazadas por el comunismo, que se infiltra dentro de la sociedad. Con la ayuda
de estas fuerzas, EE.UU. empieza a derrocar a los gobiernos que tengan alguna tendencia antico-
munista. Los medios están en contra de Illia y consolidan la de Onganía, quien prioriza la recons-
trucción de la institución, el establecimiento del orden y la disciplina y la consolidación de la autori-
dad de comandante.

El 28 de junio de 1966 se produce el golpe de la Revolución Argentina, que se propone objetivos


pero no plazos. Destituyen a Illia, cierran el Congreso, obligan a renunciar a toda la Corte Suprema
de Justicia, crean un Estatuto de la Revolución Argentina que reemplaza la Constitución, prohíbe
todas las actividades políticas, sindicales y estudiantiles. Todo el poder está concentrado en Onga-
nía. Consideraba necesario reorganizar el Estado y hacerlo fuerte y controlable.

El gobierno considera que la inflación es consecuencia de las resistencias que no aceptaron la caí-
da de sus salarios y de consumo, y que dificultaron el proceso; también lo relacionaban con la in-
tervención del Estado en la economía. Los estructuralistas, como Aldo Ferrer, creían que la infla-
ción, el déficit fiscal y el desequilibrio de la balanza comercial y de pagos tenía que ver con el es-
tancamiento del sector agropecuario e industrial no integrados y problemas de base de Argentina.
De esta manera, se lleva a cabo un plan económico que integre ambas posturas, liderado por Krie-
ger Vasena: atacó la inflación (que complicaba las inversiones extranjeras y la modernización inter-
na) mediante la racionalización del Estado, la reducción del déficit y el congelamiento de los sala-
rios; se suprimieron subsidios, se realizó una fuerte devaluación y se aplicó la retención a las ex-
portaciones agropecuarias (subordinación de la burguesía agropecuaria a la dirección económica
de la burguesía industrial y financió las obras públicas) y disminuyó los aranceles a las importacio-
nes. Sin embargo, con esa recaudación, se realizaron muchas obras públicas que solucionaban
graves problemas para el crecimiento del sector industrial (no solo los productos destinados al con-
sumo final sino reemplazar los insumos y los bienes de capital que viene de afuera para producir-
los), manejados por corporativistas, e impulsó el crecimiento.

Además, se toman dos decisiones que tuvieron serias repercusiones sociales: en Tucumán, 10
ingenios azucareros fueron intervenidos y dejó a gran parte de la población provincial hundida en la
pobreza y la desocupación; y se impuso un reglamento, para reducir los costos, que buscaba regu-
lar las relaciones laborales y un incremento de la productividad: ampliación de la jornada y un des-
pido masivo. Se rechazó el reglamento y declararon huelga por tiempo indeterminado.

Desde el comienzo de la dictadura, estudiantes y universitarios participan activamente en repudio


de sus políticas. En respuesta, Onganía firma un decreto donde se puede intervenir las universida-
des nacionales, ya que se habían convertido en promotoras de la subversión comunista, con gru-
pos tradicionalistas, clericales y autoritarios que en 1918 se había repudiado. La comunidad univer-
sitaria de la UBA ocupa varias facultades, peleando en contra de las reformas, y el 29 de julio de
1966 los profesores y alumnos son echados de la universidad a los golpes y permanecen detenidos
por días o semanadas, acusados de comunistas. Muchos renunciaron, fueron despedidos o se exi-
liaron y esto quedó registrado como la mayor fuga de cerebros. La educación pública argentina
tardará en recuperarse de la Noche de los Bastones Largos. Por otro lado, el 28 de septiembre
de 1966, un grupo de jóvenes toman el control de un avión de Aerolíneas Argentinas y lo desvían
hacia Malvinas, conocido como el Operativo Cóndor. Plantan siete banderas argentinas y flamean
durante 36 horas como símbolo de la soberanía.

Al peronismo, que lleva más de 10 años proscripto, se le suman todos los demás partidos que no
pueden realizar ningún acto público. Una gran parte de la sociedad argentina va a contramano del
régimen. Los años ‘60 son tiempos de cambios, los jóvenes buscan diferenciarse de sus padres y
se nota en la ropa y en la música. El rol social de la mujer atraviesa por grandes cambios con la
aparición de la píldora anticonceptiva y cada vez son más las que trabajan o pudieron terminar la
universidad, lo que les garantiza mayor independencia económica. La juventud habita un mundo
propio que no se corresponde en lo más mínimo con el orden moral y los valores de Onganía, vol-
viéndose peligrosos para los ojos de la dictadura. En respuesta, el estricto control social no se cen-
tra sólo en la juventud sino también en la censura, la proscripción y la represión policial se aplica a
cualquier grupo social en contra de la dictadura. Otro actor social importante son los sindicatos:
para 1968, la CGT se divide en Vandor, quien se muestra abierto a dialogar con la dictadura de
Onganía, y la CGT de los Argentinos de Raimundo Ongaro, combativa contra el régimen.

Surge un movimiento, a partir de 1968, dentro de la iglesia católica que toma un gran protagonis-
mo: sacerdotes para el tercer mundo (el socialismo cristiano o la teología de la liberación), que pro-
fundizan las actividades sociales en muchas iglesias y las transforman en lugares de reunión y dis-
cusión política. Además, en mayo de 1968, en Francia, se dio una secuencia de protestas de mo-
vimientos estudiantiles (surge el Movimiento 22 de Marzo) en contra de las políticas sociales y eco-
nómicas de De Gaulle, del contexto político mundial de enfrentamientos imperialistas sin sentido y
en apoyo a las resistencias que surgieron en Indochina y Argelia (colonias francesas). En el Barrio
Latino en París, un movimiento estudiantil recibe el apoyo del movimiento obrero francés frente al
avance de la policía, que terminaron enfrentándose en barricadas. Lo que comienza con una pro-
testa contra el sistema y las prohibiciones políticas crece hasta volverse una revuelta de rechazo al
sistema político y social en su totalidad que se vuelve mundialmente conocido como el Mayo Fran-
cés. En todo ese año, las manifestaciones obreras y estudiantiles se multiplican en México (masa-
cre de Tlatelolco), en Checoslovaquia (Primavera de Praga), EE.UU. (Vietnam, las Panteras Ne-
gras y el Black Power), la Revolución Iraní, etc.

En nuestro país, tanto estudiantes como trabajadores confrontan con la dictadura. A mediados de
mayo de 1969, se da el Correntinazo. En la Universidad Nacional del Nordeste, el interventor or-
denó la disolución de los centros de estudiantes y anunció un aumento del 500% en los precios del
comedor universitario que, inmediatamente, los estudiantes universitarios protestaron. La Federa-
ción Universitaria del Nordeste, perteneciente a la Federación Universitaria Argentina, declaró la
huelga universitaria para reclamar contra el cierre del comedor universitario, impidiendo el inicio de
las clases. El 13 de mayo, la Policía del Chaco disuelve una asamblea masiva dentro del predio de
la Universidad en Resistencia y, en respuesta, los gremios docentes y las organizaciones estudian-
tiles convocan a una movilización para el 15 en la ciudad de Corrientes. En poco tiempo contaron
con el apoyo de la CGT, los docentes, los estudiantes secundarios, los sacerdotes tercermundistas
y de la población correntina y chaqueña. La población se solidarizaba con los universitarios abrien-
do las puertas de sus casas para que eludieran la represión policial. El día 15 de mayo de 1969 se
convocó a una marcha al rectorado pero fue violentamente reprimida. Luego del mediodía, las fuer-
zas de seguridad abrieron fuego directamente contra los estudiantes, resultando muerto Juan José
Cabral y varios heridos. Se logró que no se privatice el comedor de la UNNE y dos años después,
en 1971, se consiguió derogar el ingreso eliminatorio en la Facultad de Medicina.

El primer Rosariazo se desencadenó en protesta por el Correntinazo. En la Facultad de Medicina


se suspenden las actividades y se convoca a asamblea para las 10:30, donde se decide el paro
estudiantil para el día 20. Luego se movilizan por el interior de la facultad, acompañados por los
médicos y los pacientes. El 16 de mayo, el rector de la Universidad Nacional de Rosario decidió la
suspensión de las actividades durante tres días. Los estudiantes se congregaron en el Comedor
Universitario, desde donde marcharon por el centro de la ciudad. Mientras tanto, desde la Capital
Federal se anunció que se habían despachado refuerzos policiales a Corrientes y que la Gendar-
mería Nacional de Formosa estaba acuartelada en previsión de acontecimientos similares. Al día
siguiente, un grupo de unos 400 estudiantes se reunió nuevamente frente al Comedor Universitario,
lanzando volantes y haciendo estallar artefactos de estruendo. La policía reprimió la movilización y
terminaron con el asesinato del estudiante Adolfo Bello.

El 20 de mayo, los estudiantes rosarinos anunciaron un paro nacional y medidas similares tuvieron
lugar en otras provincias: en Córdoba se realizó una marcha del silencio, en Corrientes, los docen-
tes pidieron la destitución de las autoridades universitarias y en Mendoza se dispuso un paro de
actividades y una marcha del silencio. El 21 de mayo, las agrupaciones estudiantiles universitarias
y de enseñanzas secundarias de Rosario y la CGTA convocaron a una nueva marcha de protesta.
Las fuerzas de seguridad, mientras tanto, acordonaron disolver la concentración. Cuando iniciaron
la movilización fueron reprimidos con gases lacrimógenos y fuerza física por la policía y el enfren-
tamiento devino campal, montándose barricadas en las calles y encendiéndose hogueras. Un bala-
zo policial abatió al obrero y estudiante Luis Norberto Blanco, de 15 años y las fuerzas de seguri-
dad atacaron también al médico que lo asistía.

El segundo Rosariazo fue en septiembre de 1969, causado por un conflicto obrero que mantenía
la Unión Ferroviaria Rosarina como consecuencia de los paros y las movilizaciones de mayo, dis-
puestos por la CGT, además de los convenios de trabajo fueron modificados unilateralmente, los
dirigentes gremiales fueron encarcelados y se aplicó una reducción universal de sueldos. Mario
Horat, delegado gremial de la UFR, había sido suspendido por promover la adhesión a los paros
efectuados contra el gobierno y el gremio declaró huelga por tiempo indeterminado. Se le suman
los estudiantes que realizaban protestas en homenaje al estudiante y obrero Santiago Pampillón,
quien se había movilizado por la Noche de los Bastones Largos. Frente a la amenaza del gobierno
de reprimir las demandas de obreros y estudiantes, la CGT convoca a los mismos, profesionales,
intelectuales y al pueblo a acatar el paro y la movilización para el 16 y 17 de septiembre. Ante la
resistencia policial, los manifestantes volvieron a erigir barricadas y a enfrentarse abiertamente a
las fuerzas de seguridad pero no fue hasta el 17 cuando el Ejército reemplazó a las fuerzas de se-
guridad, que abrió fuego contra cualquier grupo que se le opuso. La resistencia en algunos barrios
continuó aún otro día más, hasta que los militares tomaron control de toda la ciudad.

Pero Córdoba es el segundo polo industrial del país y también es la cuna de un movimiento sindi-
cal altamente combativo. El conflicto empieza cuando el gobierno intenta privatizar la empresa pro-
vincial de energía eléctrica, la EPEC, y esto provoca el levantamiento del sindicato Luz y Fuerza y
de su principal dirigente de la CGT de los argentinos en su provincia, quien convoca un plan de
lucha, Agustín Tosco. A fines de mayo, la CGT de Vandor y de Ongaro organizan una huelga gene-
ral de 24 horas en contra de las políticas económicas de Onganía pero, en Córdoba, se decide un
paro de 48 horas con movilización. El 29 de mayo de 1969, obreros y estudiantes cordobeses salen
a la calle, acompañados también por los vecinos, y el centro de la ciudad es un campo de batalla,
una rebelión popular y cada esquina es una barricada. Se puede decir que el Cordobazo, que duró
dos días y necesitó el apoyo del Ejército para pararlo, es el comienzo de los años ‘70.

La acción comienza la mañana del 29, en las principales fábricas automotrices de Córdoba y, des-
de allí, comienzan la marcha hacia el centro de la ciudad donde los esperan los estudiantes en el
Barrio Clínicas y el sindicato de Luz y Fuerza. Obreros y estudiantes van a marchar por separado
pero tienen en común la plaza San Martín que esta custodiada por la policía. Al acercarse los pri-
meros manifestantes, comienza la represión y luego, se da la orden de disparar, que cobra su pri-
mera víctima. La protesta se transforma en una rebelión que se extiende por más de 150 manzanas
y se resiste con elementos y armas caseros. Los manifestantes atacan supermercados y empresas
norteamericanas que son el símbolo de la política económica de Onganía y Krieguer Vasena. Pa-
sado el mediodía, es una guerra civil con la policía sobrepasada y el gobierno nacional da la orden
de avanzar hacia la ciudad al tercer cuerpo del Ejército. En las últimas horas de la tarde, el Ejército
vuelve a tomar el control de Córdoba con tanques, jeeps, ametralladoras y armas de guerra como
si se tratara de un país enemigo. A la mañana siguiente, solo resiste el Barrio Clínicas, bastión de
la militancia estudiantil pero, horas más tarde, es sofocada. Deja un saldo de 1000 detenidos y 12
muertos, aunque las cifras no oficiales hablan de más de 60. Agustín Tosco es condenados 8 años
de prisión. Da el comienzo a una época de un nuevo activismo sindical que no se limitaba en lo
salarial sino que se extendieron a las condiciones de trabajo, los impuestos, el aumento de tarifas,
un conjunto de demandas, etc. Y todos los males de la sociedad se concentraban en un punto: el
poder autoritario y los grupos minoritarios que lo apoyaban, responsables directos y voluntario de
todas y cada una de las formas de opresión, explotación y violencia de la sociedad. El cordobazo
había mostrado los límites de la estrategia liberal y "sin contenido social" que venían impugnando
previamente, en oposición a su propuesta "socialmente justa del desarrollo nacional", y permitió
vislumbrar la emergencia de una crisis social, cultural y política por medio de la cual la sociedad
avanzaba sobre un Estado.

Vandor es asesinado a cinco balazos un mes más tarde.

Clandestinamente, se empieza a gestar una nueva resistencia. Desde más de 30 años, la mayoría
de los trabajadores se identifica con el movimiento peronista, pero en los ‘70 se incorporan los jó-
venes. Luego del asesinato del Che Guevara, la violencia revolucionaria y la revolución misma em-
piezan a aparecer como una opción y aumentaba la atracción hacia el peronismo, incluso actuali-
zado. Es por eso que Perón alienta la formación de grupos armados que hagan tambalear la dicta-
dura de Onganía. Las experiencias de la Revolución Cubana y las luchas de liberación de Argelia
inspiran la creación de las primeras organizaciones armadas peronistas, marxistas y comunistas
revolucionarias contra la opresión, la injusticia y la entrega se encontraba en el poder, monopoliza-
do por unos pocos, y que llevaba a interpretar la política con la lógica de la guerra. Las primeras
organizaciones armadas surgieron con la convicción de que no había alternativas más allá de la
acción armada y fueron influenciados por la Revolución Cubana, la separación de la China de Mao
de la URSS y la lucha del Che en Bolivia, entendiendo que se podía instalar el socialismo adaptado
al país. Desde 1967 surgieron las Fuerzas Armadas Peronistas, Descamisados, las Fuerzas Arma-
das Revolucionarias (FAR) y las Fuerzas Armadas de Liberación.

En 1967 se crea Montoneros, que surgieron del Colegio Nacional de Buenos Aires como una orga-
nización estudiantil nacionalista católica y luego se aproximó al peronismo como una manera de
insertarse en el movimiento de masas porque buscaban acercarse al pueblo. Todos coincidían que
los intereses del país estaban representados por una alianza popular pero multiclasista y por eso
impulsó el frente de liberación nacional por encima de la lucha de clases. A medida que pasaban
los meses, Montoneros logró absorber a varias agrupaciones, entre ellas las FAR, y comenzó ser el
referente de las agrupaciones más antiguas como la JP (el sindicalismo y la extrema derecha se
apoyaba en la vieja tradición peronista y a su viejo estilo político, pero Montoneros, que había sur-
gido en contexto de guerra, se incorporó al movimiento con la crítica radical de la sociedad y se
disputaba la “patria peronista” o la “patria socialista”). El 29 de mayo de 1970, hace su aparición
con el secuestro y asesinato del ex presidente Pedro Aramburu y esto responde a varias significa-
ciones: fue responsable de los fusilamientos de 1956 y por el secuestro del cadáver de Eva Perón.

Unos meses más tarde, el Partido Revolucionario de los Trabajadores decide conformar el ERP, el
Ejército Revolucionario del Pueblo, organización de masas antiimperialista, anticapitalista y demo-
crático (mientras que el programa del PRT es clara y definidamente socialista, aunque la dirija polí-
tica y militarmente) para la guerra civil quien no creía en la vocación revolucionaria del peronismo
(tildado de movimiento burgués) y consideraba superar a través de la revolución socialista. Y fue la
que menos se sentía atada por tradiciones y lealtades políticas previas, los que le permitió funcio-
nar con plena eficiencia como aparato militar y desarrollar la guerrilla en el monte tucumano.

Hasta 1973, los actos de violencia fueron en crecimiento, tanto en número como en magnitud ya
que intentaban insertarse en los conflictos sociales y profundizarlos, y muchos tenían que ver con
el equipamiento de las organizaciones (dinero, armas, material médico). Otros eran demostraciones
de poder, que desnudaban la impotencia del estado. Entre las organizaciones había grandes dife-
rencias teóricas y políticas, pero todas aspiraban a transformar la movilización espontanea de la
sociedad en un alzamiento generalizado, y todas coincidían en una cultura política que retomaba y
potenciaba la de los grupos de izquierda. La idea del verdadero militante era el heroísmo y la dis-
posición de una muerte gloriosa y redentora, además que hiciera del asesinato un arma política.
Esta llamada Tendencia Revolucionaria tenía protagonismo en las universidades, en las villas y en
los sindicatos, con una rápida conformación y acelerado crecimiento.
El asesinato de Aramburu provoca la caída de Onganía y su reemplazo por Roberto Levingston,
quien gobernó hasta 1971 y reveló tener pocas ideas propias y muy distintas a Lanusse. Aldo Fe-
rrer, el ministro de Obras Públicas y después Economía, se propuso “argentinizarla”: la propuesta
de política económica de la junta otorgaba un papel protagónico al Estado y a las FF. AA. para
promover el desarrollo de la industria pesada y la operación de empresas de energía, comunicacio-
nes, transportes y producción metalúrgica, e impulsar de la infraestructura básica (como la autopis-
ta Buenos Aires-La Plata o la electrificación del ferrocarril General Roca), además de separarse del
capital extranjero. Dadas la conflictiva situación político-social, las crecientes presiones inflaciona-
rias y sobre el balance de pagos, la apuesta de Ferrer de apoyo a la industria nacional apenas pu-
do desenvolverse.

Perón y Balbín, entre otros partidos, firmaron un acuerdo llamado “La hora del pueblo”, un docu-
mento multipartidario para presionar a la Revolución Argentina a abrir una salida electoral que in-
cluya al peronismo para tener un gobierno democrático, además de hablar de la redistribución del
ingreso y del proteccionismo económico. Además, en 1971, en Córdoba, se produce un nuevo le-
vantamiento que tomó el control de unas 500 manzanas de la ciudad, el Viborazo, contra el nuevo
interventor de la provincia, Camilo Uriburu, y donde hubo enfrentamientos entre trabajadores y es-
tudiantes con fuerzas represivas. Esto provocó la caída de Levingston y lo reemplaza Agustín La-
nusse.

Lanusse, quien fue el primero en disolver el Ministerio de Economía en la historia, comienza a tra-
mar una salida electoral que le permita a las FF. AA. seguir teniendo el poder tutelar sobre la políti-
ca nacional, ya que las puebladas son cada vez más fuertes y la dictadura se deteriora. El Gran
Acuerdo Nacional proponía un acuerdo entre las principales fuerzas políticas a fin de restablecer
las reglas del juego electoral y del régimen político democrático, además de una condena general
de la subversión y garantías sobre la política económica (desatada por inflación, caída de salarios,
fuga de divisas y desempleo). Continuaron los enfrentamientos con las organizaciones armadas y
las protestas sociales, y sectores estatales y de las fuerzas empezaron con los secuestros, torturas
y desapariciones de militantes, como con la masacre de Trelew en 1972. El 15 de agosto de 1972,
un grupo de militantes de organizaciones guerrilleras logran escaparse del penal de Rawson. En el
aeropuerto, un grupo de fugados secuestran un avión y lo desvían a Chile, otro grupo no puede
alcanzar la nave y se rinde en el lugar. Una semana más tarde 16 de los 19 fugados que no logra-
ron escapar son asesinados en la base naval de Trelew. Este suceso marca un antes y un después
en la historia de la luchar armada: los militantes son vistos por parte de la población como jóvenes
idealistas capaces de dar su vida por la causa popular.

Además, Perón se vuelve una figura muy popular no sólo para sus simpatizantes de siempre sino
también para la militancia juvenil, que comienza a verlo como un líder revolucionario, y para los
sectores de clase media, candados de la falta de libertad y de las políticas económicas de las últi-
mas dictaduras. En julio de 1972, Lanusse anuncia la llamada a elecciones pero aplica una cláusu-
la que impide presentarse a elecciones a personas que hayan estado fuera del país durante mucho
tiempo, como Perón. El 17 de noviembre de 1972, Perón vuelve después de 17 años de exilio y
avanza con su frente electoral que se llamará FREJULI, Frente Justicialista de Liberación. Para
José Luis Romero, la figura simbólica de Perón había llegado a reemplazar la figura real: era el
líder histórico, el líder revolucionario del Tercer Mundo y conduciría a la liberación, el pacificador.
Imposibilitado de entrar en las elecciones por la cláusula, designa como candidato a Héctor Cám-
pora, peronista de la primera línea, quien mantiene una estrecha relación con los grupos militantes
de la juventud peronista. El 11 de marzo de 1973, los argentinos vuelven a las urnas, siendo las
primeras elecciones limpias y sin proscripciones en 22 años. La fórmula del FREJULI, Cámpora-
Solano Lima, gana con el casi 50% de los votos.

La victoria de Salvador Allende en Chile abre un nuevo escenario en América Latina. En medio de
la Guerra Fría, a EE.UU. no le conviene que su patio trasero empiece a buscar su propio camino
político y menos si es socialista. El 25 de mayo de 1973, asume Cámpora y asisten Allende y el
presidente cubano, Osvaldo Dorticós Torrado. El retorno a la democracia se vive como una fiesta a
los que concurren los peronistas de la vieja guardia como la juventud peronista. Esa misma noche,
el gobierno presenta un proyecto de ley para amnistiar a los presos políticos encarcelados por la
dictadura, pero antes de que el congreso la convierta en ley, manifestantes se reúnen frente a la
cárcel de devoto y fuerzan la salida de los presos.

Perón sigue todo desde Madrid y el gabinete de Cámpora representa toda la complejidad del pero-
nismo, que va desde el ministro de economía, José Ber Gelbard, hasta el ministro de bienestar so-
cial, José López Rega. Le economía del país tuvo un desempeño satisfactorio, especialmente el
crecimiento del sector agropecuario que permitió abrir nuevos mercados para los granos y los acei-
tes en los países socialistas, aunque la exportación de carne se estancó. Hubo efectos de moderni-
zación general de la economía como el aumento de la producción, de exportaciones industriales
(maquinarias agrícolas y herramienta, automotores, productos siderúrgicos y químicos) y de mano
de obra que si bien fue un proceso lento funcionó y permitió un crecimiento industrial (relacionado
con la concentración y depuración, y con el aumento de inversión del Estado, las compras de em-
presas públicas, las nuevas obras de infraestructura o la expansión del sector consumidor pudien-
te) y que se fortalecieran las relaciones con los comercios externos. Por ende, también hubo un
crecimiento del mercado interno con aumento del empleo industrial y de construcción, con la recu-
peración de ingresos. Muchas de estas cuestiones tenían que ver con las inversiones realizadas
luego de 1958 y con la sostenida y equilibrada producción nacional.
Hacia 1973, la expansión se acercaba a los límites por la falta de inversión privada frente a la fuerte
conflictividad social y se confiaba que Perón contralara la situación y la disciplinara, igual que en
1945. De esta manera, se fue cayendo representación política para el pueblo, además porque La
hora del Pueblo no fue más que una salida electoral, cuando también se estimaba que fuese un
espacio de discusión y negociaciones. A esta altura, la idea de democracia carecía de prestigio
luego de cambios permanentes y a diálogos individualistas. Sin embargo, el sindicalismo ve el go-
bierno de Cámpora muy cercano a la tendencia revolucionaria. El 20 de junio de 1973, regresa de-
finitivamente Perón al país pero termina de evidenciar las profundas diferencias que hay dentro del
movimiento, entre los que sueñan con la patria socialista y la patria peronista. La masacre de Ezei-
za se da entre la ultraderecha peronista de López Rega repelan el avance de la JP, Montoneros y
la CGT simplemente porque querían ser la primera cara peronista que viera Perón cuando bajara
del avión, que termina desviándose a la base aérea de Morón; el grupo de López Rega secuestra-
ron, torturaron y asesinaron a decenas de militantes. Al día siguiente, Perón usa la cadena nacional
para hablarle al país: no hay nuevos rostros para tomar el poder.

Cámpora renuncia a la presidencia 40 días después de asumir y, cuatro meses después, en las
nuevas elecciones, nadie discute la candidatura de Perón y se acomoda en la vicepresidencia a
Estela Martínez de Perón, convirtiendo la formula Perón-Perón. El 23 de septiembre arrasa con el
62% de los votos. Pero la situación del país es muy distinta a la de sus primeros dos mandatos: las
disputas no son sólo contra los enemigos históricos sino dentro del propio movimiento. Dos días
después del triunfo, José Ignacio Rucci, secretario general de la CGT y el dirigente sindical más
cercano a Perón, es asesinado a balazos. Enfurecido, Perón comienza a distanciarse de la Ten-
dencia Revolucionaria. Mientras los sectores ortodoxos buscan desplazar a la izquierda del movi-
miento, gobernadores, intendentes y legisladores asociados con la JP y Montoneros son intimados
a renunciar, y son reemplazados por dirigentes sindicales ortodoxos o próximos a López Rega.
Desplazados, la Tendencia se lanza a una lucha de aparatos donde se trataba de demostrar quién
tenía más poder, quién movía más gente y quién pegaba más duro, desarrollándose desde actos
violentos.

El 1 de mayo de 1974 se vuelve a festejar el día del trabajador junto al pueblo pero el reencuentro
se vuelve mucho más tenso de lo que se espera. En medio del discurso, y mientras las columnas
de Montoneros y la JP insultan a López Rega y reclaman por la liberación nacional, denuncian que
el gabinete está lleno de gorilas y no les gusta Estela como la “nueva Evita”, y Perón considera que
Montoneros tuvo que ver con el asesinato de Rucci. Abandonan la plaza y se rompe la relación. El
12 de junio, Perón vuelve a convocar a la plaza y el 19 Perón delega la presidencia a Estela.

Hasta ese momento, Perón armó su proyecto con el ministro de Economía, José Ber Gelbard, en
base a un acuerdo democrático con las fuerzas políticas, un pacto social con los grandes represen-
tantes corporativos y una conducción más centralizada de su movimiento pero necesitaba una eco-
nomía satisfactorio y que pudiera reforzarse el poder del Estado, y los mecanismos e instrumentos
estaban desgastados y Perón había perdido el poder de control porque era constantemente desa-
fiado por las fuerzas. En mayo se presenta el Programa de Reconstrucción y Liberación Nacional
que pretendía superar las limitaciones al crecimiento de una economía que en rasgos generales no
pensaba modificar mediante intervenciones nacionalistas y distributivas. Las exportaciones indus-
triales seguían creciendo y sosteniéndose y el mercado externo lo aseguraba, las empresas nacio-
nales fueron apoyadas por el Estado, se aumentó el gasto público para obras sociales e incremen-
tó el número de empleados públicos.

Los primeros resultados de este programa son espectaculares porque la inflación se frenó brusca-
mente, el comercio exterior permitió superar la situación de la balanza de pagos y acumular un su-
perávit, mejorar los salarios y los incrementos de los gastos estatales estimulaban el aumento de la
actividad interna. Pero para diciembre de 1973 empezaron los problemas porque el incremento del
consumo hizo reaparecer la inflación, se sumó la crisis del petróleo a nivel mundial que encareció
las importaciones y el Mercado Común Europeo dejó de comprar carne argentina. Además, los
empresarios encontraron varias formas de romper el pacto social desde los sobreprecios, el mer-
cado negro, las exportaciones clandestinas, entre otros. Y la CGT no se hallaba cómoda con el
gobierno peronista y los trabajadores estaban acostumbrados a lograr sus demandas con otras
herramientas, así que volvieron con las tomas de fábricas o plantas.

Perón muere el 1 de julio de 1974 y el desamparo atraviesa a todo el pueblo argentino. Parece ha-
berse ido el único líder capaz de conducir a la Argentina en tiempos revueltos. Estela asume la pre-
sidencia y los movimientos políticos comienzan a disputarse la herencia política de Perón y la iz-
quierda peronista confronta directamente con el gobierno. Para esto, Estela se lanzó a construir
una base propia de poder, rodeada de fieles con escaza tradición peronista, encabezada por José
López Rega, que se alejó totalmente a las políticas de Perón.

López Rega comienza a crear un movimiento parapolicial paralelo y de accionar clandestino, la


Triple A (Alianza Anticomunista Argentina), que centra su accionar represivo en militantes y dirigen-
tes de la izquierda, ya sea peronista, comunista o marxista, y se adjudican más de 400 muertes.
Pasa septiembre de 1974, Montoneros anuncia su pase a la clandestinidad y realiza una serie de
acciones de acto impacto: asesina al ex ministro de Lanusse, Arturo Mon Roig; vuela el yate del
jefe de la policía federal, Alberto Villar; y secuestran a los empresarios Juan y Jorge Born. Pero
este salto a la clandestinidad deja sin protección a gran parte de los militantes de las organizacio-
nes políticas de superficie y así, militantes de la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), el Movi-
miento Villero Peronista y la Juventud Universitaria Peronista (JUP) quedan librados a su merced.
La muerte de Perón también abre una brecha en la CGT: están los que apoyan a Estela y están los
que creen que cambiar la política económica para cambiar las condiciones de los trabajadores.
López Rega busca avanzar sobre los sindicatos y tomar el control del dinero de las obras sociales;
los sindicalistas ortodoxos pasan a ser sus enemigos. Estela se termina aliando con las FF. AA. y
en febrero de 1975, firma un decreto que establece la aniquilación de la subversión en Tucumán;
así comienza el Operativo Independencia que autoriza a los ejércitos a desmantelar los campamen-
tos guerrilleros que el ERP instaló en el monte tucumano. En este operativo, las fuerzas ensayan
las el modelo de represión ilegal e instalan sus primeros centros de detención y tortura.

La situación económica sigue desbarrancándose: la balanza de pagos está en una situación grave,
la inflación es un desastre, igual que la puja distributiva y el Estado totalmente desbordado. Pero el
nuevo ministro de Economía, Celestino Rodrigo, provocó un shock económico al devaluar la mone-
da un 100%, la inflación se encontraba en un 777% anual, aumentar un 75% las tarifas de los ser-
vicios públicos y subir los combustibles y la nafta un 175%; así comienza el Rodrigazo. De un día
para el otro, los ahorros de años no sirven para nada y la inflación es tal que se devora cualquier
aumento salarial conseguido por los sindicatos. El 7 de julio de 1975, la CGT convoca un paro ge-
neral de 48 horas. Rodrigo es expulsado por las movilizaciones obreras y con él, abandona el go-
bierno López Rega.

El 13 de septiembre de 1975, la presidenta pide una licencia y ocupa su lugar Ítalo Lúder, el presi-
dente del Senado. El 5 de octubre, como parte de su creciente militarización, Montoneros comienza
un ataque el regimiento 9 de infantería de monte en Formosa. La acción es militar y políticamente
desastrosa: Montoneros pierde 10 hombres y de los 16 militares, 10 son conscriptos que están ha-
ciendo el servicio militar. La acción genera una fuerte condena social y sirve de excusa a Lúder
extender por decreto el Operativo Independencia por todo el país. Así se vuelve a abrir las puertas
a las intervenciones del ejército en asuntos de seguridad interior. Estela vuelve a la presidencia y
anuncia las elecciones para el 17 de octubre de 1976. En las últimas horas del 23 de marzo de
1976, la situación está definida: en plena noche, Estela aborda un helicóptero desde cada de go-
bierno con destino a la quinta de olivos pero se desvía en aeroparque.

Potrebbero piacerti anche