Pediatría de la Universidad de Granada, Miembro del Comité de Nutrición (CoN) de la Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátricas (ESPGHAN) Poco interés y se enfada si le insisto, pero no para. Este grupo es importante. De hecho, es el más frecuente en la consulta. Hay bebés cuyas madres dicen que come mal, pero que no tienen molestias como los casos anteriores. Son bebés que están alegres, sanos y muy activos. Pero llega la comida y la liamos… Incluso muchas madres me hacen una descripción pormenorizada de las cantidades que toma en el día y objetivamente son escasas comparado con la mayoría de bebés de su edad o peso. Pero ellos están bien. Son activos, no paran y a excepción de las comidas, en las que el niño se pone a la defensiva y no paramos de pelear, el bebé está contento y sin molestias. ¿Qué ocurre? Pues que hay un problema. Pero no es del bebé, es nuestro. Tenemos unas expectativas sobre la cantidad que debería comer que superan lo que él necesita. Y el problema es nuestro, no suyo. Porque si realmente no estuviese cubriendo sus necesidades sería imposible que estuviese bien, activo y sano. Yo suelo decir en broma que hay niños “diesel de bajo consumo”. Lo malo es que ante eso hacemos cosas que sí generan problemas reales con la comida. Los dos errores más frecuentes que cometemos en esta situación son: Pelear con el niño para que coma un poco más. Hacer esto de forma habitual no va a hacer que el niño coma más. En la práctica lo único que logramos es que la comida sea una experiencia desagradable para él. Un día tras otro, durante años. Escoger para ofrecerle al niño aquellos alimentos que sabemos que toma con más facilidad. Cuando lo hacemos estamos empobreciendo la dieta del niño. Ambas reacciones por nuestra parte empeoran realmente la alimentación del niño y generan problemas reales por no entender que cada niño tiene sus propias necesidades. Pediatra Jesús Garrido García Expectativa desmedida de los padres: el bebé come por necesidad, no por obligación. Muchas veces pasa que, con determinada cantidad, el bebé ya satisfizo sus necesidades, pero los padres insisten en que «come poco», cuando en realidad el problema no está en el recién nacido, sino en sus expectativas. Muchas veces la razón por la cual el bebé no quiere comer se debe a las expectativas de los padres. Por otro lado, si la conducta de rechazar los alimentos es nueva, es importante detectar el inconveniente lo más rápido posible para poder subsanarlo cuanto antes. Las causas más frecuentes de este comportamiento son: Problemas digestivos: suelen aparecer con diarrea, retortijones, molestias e incluso vómitos. Padecimiento de algún otro tipo de enfermedad. En este caso, es normal que el bebé sienta menos apetito. Por ejemplo, si tiene gripe o fiebre es común que tenga menos ganas de come Según Dra. Dª. Cristina Campoy El apetito del bebé, cuando no quiere comer Normalmente, los bebés comen bien. Algunos comen más que otros, pero lo importante es que la cantidad que tome cada niño sea suficiente, cosa que se va a reflejar en el peso. En los primeros meses de vida, los incrementos de peso son bastante fijos y regulares. Llegados los 14-16 meses, el apetito baja sensiblemente, ya que la aceleración del crecimiento disminuye y, por tanto, también las necesidades energéticas. Además, a esta edad, el niño ya es capaz de desplazarse caminando y descubre así un fantástico y excitante mundo por explorar que le hace cambiar su escala de valores, por lo que la comida pasa a segundo término. Posteriormente, el tener buen o mal apetito depende de los hábitos y constitución del niño. Debemos intentar que coma con los miembros de la casa, de forma relajada y distendida. Sentirse integrado en la familia, darse cuenta de que todos escuchan y contestan a sus peroratas reforzará su autoestima. Los padres no deben preocuparse demasiado por la cantidad de comida que ingieren sus hijos. No debe existir motivo de preocupación si el niño, a pesar de su aparente desgana, se manifiesta normalmente despierto, vivaz y activo fuera de horas de comida. Si el niño no pierde peso y su aspecto es saludable, la postura más sabia es tomar las cosas con tranquilidad y dejarle en paz, pero sobre todo no hacer de la comida el parámetro o la medida para valorar la actitud general de niño, ni hacer que el momento de la comida sea un tiempo de "confrontación o enfrentamiento". Si persiste el enfrentamiento, los mecanismos de rechazo pueden reforzarse por ambas partes y lo que inicialmente era un rechazo de un tipo determinado de alimento, se puede generalizar. La ansiedad de muchos padres es determinante en la persistencia de una falta de apetito en sus hijos Tipos de rechazo a la alimentación del bebé a) Los que hacen un "rechazo activo" (llanto, desvío de la boca al intentar aproximar el biberón o la cuchara, escupen el alimento o lo expulsan inconscientemente y vomitan si se les obliga a tragarlo). b) Los que manifiestan un "rechazo pasivo" (permanecen quietos, dejan que introduzcan el alimento en su boca, sin tragarlo, y posteriormente cuando ya está llena entreabren la boca lo expulsan) consecuencia de un trastorno reactivo más marcado.
Según Doctora ligia cortes Gómez, Decana facultad de salud
universidad de los andes y magister en pediatría y análisis en énfasis de bebes en sus primeras 10 etapas 5 CONSEJOS PARA CUANDO TU BEBÉ NO QUIERE COMER 1. Recuerda que su alimentación no sólo depende de los alimentos sólidos. Antes de preocuparte en exceso si tu bebé no come, piensa que está en una etapa de alimentación complementaria y de experimentación con la comida sólida. La leche materna o artificial es su principal fuente de alimento, por lo que no le van a faltar nutrientes. ¿Y cuándo empezará a comer? Cada niño es un mundo, hay algunos que desde los 6 meses ya dan sus primeros bocados y otros que hasta los 8 meses o incluso más siguen igual. En esta etapa, lo importante es tener paciencia y entender que forma parte del proceso de aprendizaje y que, antes o después, comerá. Quizá veas que aplasta demasiado la comida, revisa que no le estés ofreciendo los alimentos demasiado blandos, a veces es cuestión solo de cambiar la textura para que tenga más interés. ¿Y el hierro? Si te preocupa el hierro, prioriza alimentos que lo contengan cuando le ofrezcáis comida. Sin embargo, tranquilos, el hierro ¡no se esfuma cuando cumplen 6 meses! En este post sobre primeros alimentos os hablo también sobre este tema. 2. Escucha a tu bebé y no le presiones. Una vez que pasamos la primera fase y empezamos a ver como nuestro bebé empieza a comer lo que le ofrecemos, llega un día que de repente no quiere nada o que algo que ayer le encantó, hoy no quiere probarlo. Los bebés, igual que por una crisis de lactancia, pasan por una crisis de alimentación. Habrá días que parezca que hemos vuelto al principio y que no quiera probar bocado, sino solo “teti” o biberón. ¿Es esto normal? Sí. Al igual que los adultos, a veces tu bebé tiene menos apetito o simplemente ese día está más cansado, está malito, … La solución es no presionarle. En estas situaciones tanto el biberón como la teta sí suelen aceptarlo. Ofrécele leche y comprende que está bien alimentado. Cuando vuelva a sentir apetito, volverá a comer. 3. Recuerda que a partir de los 12 meses las reglas cambian. En este post de hace un tiempo hablé sobre este tema en detalle. En primer lugar, al cumplir los 12 meses todo cambia. Ya no crecen y engordan al mismo ritmo, por lo que sus necesidades también varían. A esto se le suma que su capacidad de explorar el mundo cada día es más grande y que, muchas veces, tendrán cosas mucho más interesantes que hacer que sentarse a comer. Sus ganas de probar cosas nuevas también serán menores a partir de ahora. Y además, cada vez será más independiente y sabrá expresar mejor lo que quiere y lo que no. ¿El resultado? Muchos días parecerá que no come nada. 4. Ten siempre la nevera llena de alimentos saludables. Son muchas las mamás que dicen que sus niños no comen y luego me cuentan que sí que comen galletas, aspitas, patatas, etc. En el caso de que tu bebé no tenga mucho apetito, ten preparada tu nevera llena de comida sana. Así, cuando decida comer estará alimentándose bien. 5. Da ejemplo De nada sirve que hagamos todo lo anterior, si nosotros no comemos lo mismo que ellos. Es importante sentarse a la mesa a comer juntos, y que los alimentos que le ofrezcas, sean igual que los tuyos, o tan parecidos como sea posible. Si le pones verduritas hervidas y tú cenas pollo con patatas, no lo entenderá, y si le interesa algo, será lo de tu plato, no lo del suyo. En definitiva, casi todas las situaciones relacionadas con su alimentación son normales. Siempre que el niño mantenga su actividad y esté feliz, lo más probable es que no tenga ningún problema, y si tenéis dudas, siempre podéis consultar con un nutricionista pediátrico. Mi pediatra dice algo que siempre me ha gustado: “tranquilos, los niños vienen con un sistema infalible incorporado que les hace comer cuando lo necesitan: “el hambre”. https://naturalwean.com/recetario/ las amo mucho mis amores, más de lo que piensan. algún día lo entenderán, aunque ya deberían saberlo