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El gran tablero mundial - Zbigniew Brzezinski

Capítulo 7. Conclusión:

Nociones geográficas importantes:


- Eurasia.
- Balcanes euroasiáticos.

Este apartado inicia con una afirmación del autor acerca de que ha llegado la hora de que
Estados Unidos formule y ejecute una geoestrategia integrada, extensa y largo plazo para
toda Eurasia debido a la interacción de dos realidades fundamentales: La primera, Estados
Unidos es la única súper potencia global, la segunda, Eurasia es el principal campo de juego
de todo el planeta. Entonces todo lo concerniente a la distribución de poder en el
continente euroasiático tendrá una importancia decisiva para la primacía global y el
legado histórico estadounidense.
Entonces, podemos asumir que la manera en la que Estados Unidos manipule y haga
reconciliarse a los principales jugadores geoestratégicos del tablero euroasiático y la forma
en la que gestione la relación con los pivotes geopolíticos clave de Eurasia serán
fundamentales para lograr mantener estable y duradera la primacía global estadounidense.

¿Cómo se manifiesta esta primacía global?


Nueva clase de hegemonía que refleja muchos rasgos del sistema democrático
estadounidense: pluralista, permeable y flexible.
Por otra parte, hay pocas probabilidades de que el estatus principal de potencia del mundo de
los Estados Unidos se vea amenazado por un único aspirante1. Esto porque ningún Estado-
nación puede medirse y competir contra Estados Unidos en las cuatro dimensiones clave de
poder (militar, económico, tecnológico y cultural) que acumulativamente, dan lugar a una
influencia global decisiva.
¿Cómo se manifiesta esta primacía global en la geopolítica?
En el papel sin precedentes de los Estados Unidos en la masa territorial euroasiática, hasta
ahora el punto de todos los anteriores contendientes por el poder global. Esto se manifiesta,
por ejemplo, en el papel que tiene Estados Unidos de árbitro de Eurasia, por lo que ni existe

1
Recordemos que este libro fue escrito en 1997, por lo que hoy en día, el panorama internacional puede ser
muy diferente a como aquí se plantea.
ninguna cuestión importante en dicho territorio que no pueda solucionarse sin la participación
de Estados Unidos o de manera contraria a sus intereses.

Entonces, Estados Unidos como la nación indispensable frente a la cual, la única


alternativa real es la anarquía global.

Las consecuencias perjudiciales de:


- La explosión de la población.
- Las migraciones motivadas por la pobreza.
- La urbanización radical.
- Las hostilidades étnicas y religiosas.
- La proliferación de armamento de destrucción masiva.
Pasarían a ser incontrolables si:
El marco existente y subyacente basado en los Estados naciones —pese a su rudimentaria
estabilidad política— pasara a fragmentarse. Sin una participación estadounidense sostenida
y directa, antes de mucho tiempo las fuerzas de desorden global podrían dominar la escena
mundial. Y la posibilidad de tal fragmentación es inherente a las tensiones geopolíticas, no
sólo a las de la Eurasia actual sino a las del mundo en general.
Estas condiciones constituyen lo que el autor cataloga como anarquía global.

Como respuesta a esto, una estrategia estadounidense para Eurasia tendrá que competir, con
las fuerzas generadoras de turbulencias que puedan desencadenar anarquías globales. Para
esto, la política estadounidense deberá centrarse en Eurasia y guiarse por un diseño
geoestratégico.

Una geoestrategia para Eurasia


El punto de partida de esta política es el reconocimiento de las tres condiciones sin
precedentes que definen en la actualidad el estado geopolítico de los asuntos mundiales, estas
son:
1. Sólo un Estado es una verdadera potencia global.
2. Un Estado no euroasiático es el Estado preeminente a nivel global.
3. El principal campo de juego del planeta, Eurasia, está dominado por una potencia no
euroasiática.
Entonces, como en una partida de ajedrez, los planificadores globales estadounidenses deben
pensar varios movimientos por anticipado, anticipando los posibles contraataques. Una
estrategia sostenida debe, por lo tanto, distinguir entre la perspectiva a corto plazo (los
próximos cinco años, aproximadamente), el medio plazo (hasta dentro de veinte años,
aproximadamente) y el largo plazo (más de veinte años). Además, estas fases deben ser
consideradas no como compartimentos estancos sino como partes de un continuum, la
primera debe conducir a la segunda y la segunda a la tercera.
En ese sentido, las tareas son:
- Corto plazo, asegurarse de que ningún Estado o combinación de Estados obtenga la
capacidad de expulsar a los Estados Unidos de Eurasia o de limitar significativamente
su decisivo papel de árbitro.
- Medio plazo, impulsar unas genuinas asociaciones, especialmente con una Europa
más unida y más definida a nivel político y con una China preeminente a nivel
regional, así como (esperemos) con una Rusia postimperial y orientada hacia Europa
y, en el extremo sur de Eurasia, con una India democrática y que desempeñe un papel
estabilizador en la región.
- Largo plazo, no es muy claro este punto en el texto pero habla de la ampliación del
número de miembros de la OTAN con el fin de aumentar el ámbito de influencia
estadounidense.

Un sistema de seguridad transeuroasiático


La estabilidad de un pluralismo geopolítico de Eurasia que impida la aparición de una única
potencia dominante se vería reforzada con el eventual surgimiento, quizás en los primeros
años del próximo siglo, de un Sistema de Seguridad Transasiático (SSTA).
En este acuerdo de seguridad transcontinental deberían participar una OTAN ampliada,
vinculada a Rusia mediante un acuerdo de cooperación, China y Japón.
Para lograr esto, la OTAN debe ampliarse llevando al mismo a Rusia a participar en un marco
regional de cooperación en materia de seguridad más amplio. Además, estadounidenses y
japoneses deben consultarse y colaborar estrechamente para poner en práctica un diálogo
triangular en materia política y de seguridad en el Lejano Oriente en el que participe China.
A su vez, estas colaboraciones entre Estados Unidos, Japón y China, podrían ampliarse a
otros participantes asiáticos. Finalmente, estos diálogos abonarían el terreno para que se
celebraran diversas conferencias internacionales en todos los Estados europeos y asiáticos,
con lo que comenzaría el proceso de institucionalización de un sistema de seguridad
transcontinental.
Con el tiempo empezaría a tomar forma una estructura más formal que desembocaría en el
surgimiento de un Sistema de Seguridad Transeurasiático que, por primera vez, se extendería
por todo el continente. De esta manera, la constitución del SSTE podría aliviar gradualmente
a los Estados Unidos de algunas de sus cargas, por más que perpetuara su papel decisivo
como estabilizador y árbitro de Eurasia.
Más allá de la última súperpotencia global
A largo plazo, las políticas globales tenderán a ser cada vez más incompatibles con la
concentración de poder hegemónico en manos de un único Estado. De ahí que los Estados
Unidos no sólo son la primera y la única verdadera superpotencia global sino que,
probablemente, serán también la última.
Esto es así no sólo porque los Estados-nación están volviéndose poco a poco cada vez más
permeables, sino también porque el conocimiento como-poder es cada vez más difuso, más
compartido y menos limitado por las fronteras nacionales.
Además, debido a que Estados Unidos ha universalizado su hegemonía, ya que no la ha
presentado como una hegemonía estrictamente nacional (cualquier puede ser
estadounidense), una vez que el liderazgo estadounidense empiece a declinar, es improbable
que algún Estado individual pueda ostentar la actual preeminencia global estadounidense.
Otro punto importante radica en que el cambio cultural en Estados Unidos puede resultar
incompatible con el ejercicio sostenido de un poder imperial genuino en el exterior.
Entonces aparece la pregunta ‘‘¿Qué legado durable de su primacía dejarán los Estados
Unidos al mundo?’’ A lo que es posible responder que depende del tiempo que dure esa
primacía y de cuán enérgicamente los Estados Unidos establezcan un marco de asociaciones
de poder fundamentales que con el tiempo pueda institucionalizarse más formalmente.
Pero la oportunidad histórica que tiene Estados Unidos para la explotación constructiva de
su poder global podría ser relativamente breve por razones internas y externas.
- La persecución del poder y los costos económicos y humanos que esto requiere, a
menudo resulta incompatible con la democracia

- La multiculturalidad dificulta forjar un consenso de política exterior.

En conclusión:
Estados Unidos como principal potencia se enfrenta a una estrecha ventana de oportunidad
histórica ya que la relativa paz global podría durar poco. Hay una necesidad urgente de que
la actuación de Estados Unidos se centre en el intento de aumentar la estabilidad geopolítica
internacional y hacer revivir un sentimiento de optimismo en Occidente, el cual requiere una
capacidad de hacer frente a amenazas sociales internas y amenazas geopolíticas externas.

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