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Como vemos, el caballo tiene largos cuello y extremidades. Ojos situados en los
laterales de un cráneo alargado. Entre los dientes incisivos y los molares hay un
gran hueco. Cuello curvado, poderosos omóplatos. La columna vertebral presenta
una suave curva, que se acentúa con la edad. El codo y la rodilla quedan muy
altos, y las manos y pies se alargan hasta el suelo, donde los huesecillos de los
dedos se han unido en una pezuña dura y redondeada, el casco.
La columna vertebral del caballo es bastante rígida. En compensación el cuello es
extremadamente flexible.
El caballo puede mover su cuello y cabeza con amplia libertad. Subir la cabeza,
bajarla hasta el suelo para pastar y beber. Puede asimismo doblar el cuello a
ambos lados del cuerpo hasta alcanzarlo. Veamos, sin embargo cuán limitado es
el juego de su columna que solo puede curvarse ligeramente.
En cuanto a las patas, tanto en el hombro como en la cadera disponen de
articulaciones semiesféricas que permiten una libertad total de movimiento en
todos los sentidos, adelante, atrás y hacia los lados.
Las patas delanteras solo se doblan hacia atrás, mientras que el juego de las
patas traseras es más amplio, pudiendo flexionarse hacia delante y atrás.
Es importante observar la inclinación de los ejes para dibujar con convicción el
caballo. La línea del omóplato suele ser paralela a la de la cuartilla.
Las manos tienen cuartillas más inclinadas que las patas traseras, donde el eje es
diferente, menos inclinado respecto al suelo.
Vemos aquí situados los músculos superficiales del caballo. Tanto huesos como
músculos son similares en humanos y demás vertebrados.
El
tordo es blanco con dibujos en gris y negro formando rosetas. Suelen nacer más
oscuros y aclararse con la edad hasta llegar al blanco. El pelaje negro se
denomina zaíno.
De potrillo el caballo presenta un morro breve, y grandes ojos y orejas. Las crines
y cola están sin desarrollar, y todo el aspecto de la piel es como el peluche.
El tronco es corto, así como el cuello, y las patas, por el contrario, son
exageradamente largas, dando al animal un aspecto desgarbado y torpe.
Vamos a ver ahora el modo de desplazarse del caballo. Para entender bien sus
movimientos los descompondremos en secuencias.
Para empezar el paso, que es un aire en cuatro tiempos. Esto significa que las
cuatro extremidades se desplazan una tras la otra. Al paso, la columna vertebral
ondula y el cuello del caballo se balancea.
En el salto, el caballo reune sus patas ante el obstáculo, se impulsa con los
cuartos traseros, encoge las patas para superar la valla y cae sobre las manos,
saliendo luego al galope.
Por último, entre los caballos encontramos razas con las más diversas
morfologías, seleccionadas a través de los siglos para desarrollar distintas
funciones.
Para empezar a dibujar el caballo será útil practicar con los detalles de su
anatomía, los rasgos que los caracterizan y los hacen únicos.
Empiezo con la cabeza, un óvalo alargado. Sitúo el esqueleto del cuello, el hueso
del hombro y la masa del tronco. Luego voy rellenando con la masa de los
músculos.
Continúo con las patas. Este será un caballo marchando al trote, con sus dos
patas alternas levantadas.
Cuando ya está abocetado el movimiento y situadas las proporciones, dibujo con
mayor firmeza.
Termino el dibujo del caballo al trote, un ejemplar de proporciones esbeltas.
Y para el siguiente dibujo, decido una postura en escorzo. En escorzo, una parte
del animal queda más cerca del espectador, mientras otra se aleja.
Comienzo trazando con soltura óvalos que contienen las masas principales.
El caballo aparece en su típica postura de reposo, con el peso apoyado en una
pata trasera mientras el otro casco se sitúa "de puntillas".
Para dar la impresión de que la cabeza está más lejos, la dejo inacabada, situando
tan solo ojo y borro con un par de líneas.
Para dibujar animales grandes como los caballos, puede ser útil ayudarse con una
estructura geométrica como un cubo rectangular en perspectiva.
Sus formas son toscas, con grandes cabezas de belfos cuadrados. Suelen mostrar
grandes penachos de pelo en las cuartillas, que les cubren los cascos.
Otro ejemplar de tiro, esta vez situado en escorzo, visto desde atrás, con sus
poderosos cuartos traseros.
Usando ahora otra técnica distinta, la aguada de tinta y el pincel, un tipo diferente
de caballo.
Los árabes son una raza pura cuyas características principales son la elegancia y
la belleza.
Las cabezas son de perfil cóncavo, de ojos redondos y grandes y ollares muy
abiertos en un morro delicado.
El cuello tiene una graciosa curvatura y la cola se implanta alta y se alza como un
penacho al moverse el animal.
El caballo árabe de perfil. Comenzamos el dibujo a lápiz.
Terminamos el dibujo con pincel y tinta sepia.
Los ponis son típicamente redondeados, de patas cortas y peludos (suelen ser
animales rústicos que aguantan condiciones duras).
El último caballo que dibujaremos es un poni que se gira para mirarnos, como
despedida.
Terminado el poni.
Para dibujar caballos, existen maniquíes de madera que pueden suponer una
ayuda para situar las proporciones, las sombras, etc.