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Gustavo Ordaz
Sermon • Submitted 9 years ago
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“El tercer cielo, el segundo cielo, el primer cielo:
¿cuál cielo es cada uno?”
-"El primer cielo" Apocalipsis 21:1 lo identifica como el cielo visible de este
mundo material que habitamos. "El primer cielo y la primera tierra
pasaron." Este “primer cielo” que pasará, ya que es cosa visible, y, por ende,
temporal (2 Corintios 4:18), se compone de la atmósfera que cubre el planeta
Tierra, la luna, el sol, la Vía Galáctica y las demás galaxias.
-"El tercer cielo" parece ser lo mismo que el "paraíso", el del Hades. "Conozco a
un hombre en Cristo, que hace catorce años... fue arrebatado hasta el tercer
cielo", dice Pablo en 2 Corintios 12:2, refiriéndose a sí mismo, sin divulgar
enseguida lo que viera o escuchara allí. En el versículo cuatro, el apóstol arroja un
poquito más de luz sobre su experiencia, añadiendo: "fue arrebatado
alparaíso, donde oyó palabras inefables que no le es dado al hombre expresar".
¿Fue llevado Pablo a dos lugares celestiales distintos? Dudoso, aunque no
imposible. El sentido natural de su relato es que fue arrebatado a un solo lugar
celestial, el cual es identificado por dos nombres: (1) "el tercer cielo" y (2)
el "paraíso". De ser así, "el tercer cielo" sería sinónimo de "paraíso", y si esto es
correcto, entonces se deduce que el apóstol Pablo no fue arrebatado al cielo
donde mora Jehová Dios, ya que el "paraíso" que existe en la actualidad en las
esferas espirituales es la parte del Hades donde aguardan los justos la
resurrección. “Hoy estarás conmigo en el paraíso”, dice Cristo al ladrón
arrepentido (Lucas 23:43; 16:19-31). Desde luego, el Padre Dios no tiene su trono
en el paraíso del Hades sino en el cielo.
-Si "el tercer cielo" es el "paraíso" del Hades, entonces ¿qué número hace el
cielo donde mora Dios? En verdad, este asuntito parece de poca importancia.
Con todo, no carece totalmente de edificación, ya que considerar la pluralidad de
“cielos” e intentar apreciar la relación del uno al otro sirve para enfocar nuestra
atención en lo celestial, ¿cierto?
-En el “mundo venidero” (Hebreos 2:5) habrá “cielo nuevo” para la “tierra
nueva”(Apocalipsis 21:1). ¿Acaso hace este “cielo nuevo” el número dos?
-¿Hace el cielo donde mora Dios el número cuatro o el número cinco? ¿Qué
ganamos con especular? Lo cierto es que el cielo de Dios es el “más alto”, por
encima de todos los demás “cielos”, en términos retóricos terrenales que
entendemos nosotros los seres humanos.
-En "el paraíso de Dios" prometido en Apocalipsis 2:7 "al que venciere", crece "el
árbol de la vida", y este árbol crece en la "tierra nueva" (Apocalipsis 22:1-5; 21:1).
Por lo tanto, "el paraíso de Dios" aludido no es lo mismo que el "paraíso" del
Hades. Este queda vació al resucitar los justos, quienes pasan a ocupar el
nuevo "paraíso de Dios", o sea, la "tierra nueva".
Su servidor en Cristo,
Homero
Samaria
-“Extendí mis manos todo el día a pueblo rebelde, el cual anda por camino no
bueno, en pos de sus pensamientos; pueblo que en mi rostro me provoca de
continuo a ira, sacrificando en huertos, y quemando incienso sobre ladrillos; que
se quedan en los sepulcros, y en lugares escondidos pasan la noche; que comen
carne de cerdo, y en sus ollas hay caldo de cosas inmundas; que dicen: Estate en
tu lugar, no te acerques a mí, porque soy más santo que tú; éstos son humo en mi
furor, fuego que arde todo el día” (Isaías 65.2-5).
-“Pero vosotros los que dejáis a Jehová, que olvidáis mi santo monte, que ponéis
mesa para la Fortuna, y suministráis libaciones para el Destino; yo también os
destinaré a la espada, y todos vosotros os arrodillaréis al degolladero, por cuanto
llamé, y no respondisteis; hablé, y no oísteis, sino que hicisteis lo malo delante de
mis ojos, y escogisteís lo que me desagrada” (Isaías 65:11-12).
a) “No habrá más allí niño que muera de pocos días… porque el niño morirá de
cien años” (65:20). Las condiciones óptimas de paz y prosperidad en la “nueva
tierra” que Jehová proyecta para los judíos hacen posible una vida normal muy
bendecida. El niño no muere prematuramente. Llega a viejo, pero ¡siempre
muere! En cambio, en la “tierra nueva” de Apocalipsis 21:1-7, “ya no habrá más
muerte”.
b) “No habrá más allí… viejo que sus días no cumpla” (65:20). Sin embargo, por
inferencia, los cumpliría, y esto significa que moriría.
c) “Según los días de los árboles serán los días de mi pueblo” (65:22). A pesar de
vivir algunos árboles largos años, siempre mueren. Asimismo le sucedería a las
personas que habitaran la “nueva tierra” que Jehová promete a su pueblo electo
Israel.
d) Los judíos que habitarían la “nueva tierra” prometida en Isaías 65 serían seres
humanos con cuerpos físicos sujetos al envejecimiento y la muerte. Contrasta
marcadamente la naturaleza de los seres que habitarán la “tierra nueva” de
Apocalipsis 21, pues estos, resucitados y glorificados, tendrán cuerpo espiritual,
poderoso e inmortal (1 Corintios 15:42-44).
a) “Y el pecador de cien años será maldito” (65:20). Sin pecado, no hay pecador;
por lo tanto, el pecado seguiría haciendo estragos en la “nueva tierra” que Dios
proyecta para su pueblo. Además, maldiciones para el pecador, aunque también
viviera cien años, beneficiado, al igual que el justo, por las circunstancias
favorables de la época.
b) Una vez consumado el plan maestro de Dios para su creación, llegando el fin
del tiempo (Apocalipsis 10:7), Satanás será arrojado al lago de fuego y azufre
(Apocalipsis 20:10), vetada para siempre su entrada a la “tierra nueva” que
aparecerá como morada eterna para los santos después de la Segunda Venida de
Cristo.
6. En la “nueva tierra” de Isaías 65, las mujeres siguen engendrando hijos. Por
implicación, los hombres y mujeres siguen casándose. “No trabajarán en
vano, ni darán a luz para maldición; porque son linaje de los benditos de
Jehová, y sus descendientes con ellos” (Isaías 65:23). Los fieles y obedientes de
la nación terrenal de Israel eran el “linaje de los benditos de Jehová” para aquellos
tiempos antes de Cristo. Y “sus descendientes” eran sus hijos carnales. Pero, en
la “tierra nueva” de Apocalipsis 21, los redimidos resucitados y glorificados no se
casan ni engendran hijos. “Los hijos de este siglo se casan, y se dan en
casamiento; mas los que fueren tenidos por dignos de alcanzar aquel siglo y la
resurrección de entre los muertes, ni se casan, ni se dan en casamiento. Porque
no pueden ya más morir, pues son iguales a los ángeles” (Lucas 20:34-36).
(1) Esta interpretación armoniza con el hecho de que habría pecado, pecadores y
maldiciones en la “nueva tierra” de Isaías 65, según señalado en el número dos
arriba.
(2) Sostiene esta Interpretación la última oración del versículo veinticinco: “No
afligirán, ni harán mal en todo mi santo monte, dijo Jehová”. El contexto indica que
“afligir” y “hacer mal” deben entenderse como acciones propias de seres humanos.
El lobo, el león y la serpiente no afligirían ni harían mal, es decir, las personas o
seres espirituales representados por estas criaturas no afligirían ni harían mal,
quedándose trabados, restringidos, atados, aunque no del todo, pues seguiría el
pecado, pero muy limitado en términos de sus repercusiones entre la gente.
B. Conclusiones.
b) ¿Cumplió Dios su promesa de “nueva tierra” para Israel? Sin duda, aunque
fuera en parte. Las promesas de Dios suelen ser condicionadas. Así pues, para
que Israel recibiera y disfrutara a plenitud aquella “nueva tierra” prometida, debía
poner de su parte, retornando a su Dios, humillándose y purificándose. Después
del cautiverio babilónico, gran número de judíos fue restaurado a su tierra, donde
reconstruyeron el templo, la ciudad de Jerusalén y otras ciudades, comenzaron de
nuevo a cultivar sus campos y reestablecieron su economía, como también sus
instituciones religiosas, sociales y culturales. Comparativamente poco se sabe
acerca de aquel pueblo después de la restauración del templo y las obras hechas
por Zorobabel y Esdras. Durante los dos siglos después de la restauración, fue
conquistado primero por los egipcios, luego, en repetidas ocasiones, por los sirios.
En el Siglo II antes de Cristo fue librado por los Macabeos, expandiendo sus
territorios y alcanzando cierto poderío, quizás haciéndose realidad en alguna
medida lo de “nueva tierra”.
a) “Para siempre” no siempre quiere decir “por toda la eternidad, sin límite de
tiempo”. Su alcance el contexto lo determina.
(1) El vocablo “perpetuo” cae en la misma categoría. Por ejemplo,
quemar “incienso aromático” los levitas debían tenerlo como “rito perpetuo delante
de Jehová”, pero el alcance de “perpetuo” no es “por las edades de las edades,
eternamente”, sino “por vuestras generaciones” (Éxodo 30:8). “Rito perpetuo
delante de Jehová por vuestras generaciones.” Estas generaciones llegaron a su
fin al morir Cristo en la cruz, y, por ende, lo “perpetuo” del rito duró solo hasta la
cruz.
(2) Asimismo, los hijos de Israel debían guardar el séptimo día, “celebrándolo por
sus generaciones por pacto perpetuo” (Éxodo 31:12-17). “Perpetuo”, pero ¿hasta
cuándo? “Por sus generaciones.” Terminadas sus generaciones en la cruz, ya no
hay que guardar el día de reposo.
(1) “Las cosas que yo he creado”, ¿qué abarcan? ¿Solo los “nuevos cielos y
nueva tierra” que describe Dios para Jerusalén e Israel? Posiblemente, mucho
más, aun “los cielos nuevos y tierra nueva” de Apocalipsis 21 y 2 Pedro 3.
a) “Nunca más.” A pesar de sonar como absoluta esta expresión, opinamos que
quizás apliquen las observaciones hechas anteriormente sobre “para
siempre” y “perpetuo”. “Nunca más”, condicionado en el cumplimiento de la ley
divina.
(2) A Jerusalén Dios no la predestinó a tanto lloro y clamor. De haber sido más
sumiso Israel, el relato de su historia traería mucho más gozo. Pero, desde la
Antigüedad el pueblo se puso “duro de cerviz” ante Dios, carácter que le ha
causado sufrimiento más de la cuenta. En la Jerusalén terrenal se escucha hasta
el día de hoy “voz de lloro… voz de clamor”.
c) Pero, también hay una Jerusalén celestial, “la ciudad del Dios vivo” (Hebreos
12:22), “la santa ciudad, la nueva Jerusalén”, que desciende del cielo de Dios, no
al planeta Tierra, sino a la “tierra nueva”. Al decir Dios “me alegraré con
Jerusalén… nunca más se oirán en ella voz de lloro, ni voz de clamor”,
¿contemplaba solo a la terrenal, o solo a la celestial, o acaso a ambas? Pensamos
que tal vez a ambas. A la terrenal, cuando ella andaba en sus caminos. Pero
quizás mucho más a la celestial –gloriosa, perfecta, santa, grandísima- cuyos
habitantes le sirvieron en la tierra hasta la muerte, granjeándose la corona de
inmortalidad y el privilegio de andar por las calles de oro y morar en las mansiones
celestiales.
Homero.
Amado (a) estudiante de las Sagradas Escrituras, ¿encuentra usted de valor este
estudio, aunque no concuerde con toda explicación? ¿Piensa hacer uso de él para
estudios o conferencias? Quisiéramos saber. iglesia_de_cristo@msn.com.
I. Introducción.
2. Supongamos que tomen la silla por turno todos los presentes en esta ocasión,
sometiéndose a la misma maniobra. ¿Cuántas páginas se requerirían
para imprimir todos los conocimientos de cada persona adulta?
2. Este último experimento, aplicado a todos los habitantes de este lugar, daría,
incuestionablemente, el siguiente resultado general: mucho conocimiento
sobre muchos temas y asuntos MATERIALES; poco conocimiento correcto
de la voluntad de Dios y su verdad para la humanidad, precisamente todo lo
contrario de lo que el Creador quiere para nosotros. ¿Qué quiere él de
nosotros? Hemos aquí sobre este planeta Tierra, seres vivientes supuestamente
inteligentes, capaces de adquirir enormes conocimientos. Él nos tiene aquí. ¿Qué
quiere para nosotros? Nos lo ha dicho con sencilla claridad y concisión.
a) Dos cosas quiere, según 1 Timoteo 2:4. “Dios… quiere (1) que todos los
hombres sean salvos y (2) vengan al conocimiento de la verdad.” Señor de los
cielos, ¿qué quieres de mí? Y del alto cielo se hace escuchar la respuesta
divina: “Que seas salvo y vengas al conocimiento de la verdad”. Esto, para “todos
los hombres”, es decir, para todo varón, dama y joven.
(2) ¿Es inteligente Jehová Dios, Creador de todo lo visible e invisible? ¿Nos creó
él a “su imagen y semejanza”? Pues, quiere que cada ser humano sea inteligente,
sabio y lleno del conocimiento de su voluntad, y no bruto, torpe, tosco o ignorante.
c) Además, no quiere “que ninguno parezca, sino que todos procedan al
arrepentimiento” (2 Pedro 3:9). Por lo tanto, es “paciente para con nosotros”,
guiándonos al arrepentimiento “las riquezas de su benignidad, paciencia y
longanimidad” (Romanos 2:4).
Esto es lo que quiere Dios para mi, y para usted. Ahora bien, mi “querer”, su
“querer”, ¿armoniza con el del Ser que nos creó?
A. Primer paso primordial: querer ser salvo. Tanto nos ama Dios, y tanto quiere
nuestra salvación, que dio a su unigénito Hijo en rescate por nosotros. ¿Reciproca
usted su amor, deseando también ser rescatado del infierno y puesto a salvo
eternamente en el glorioso nuevo mundo venidero? Querer esto con toda el
alma es el primer paso inicial crucial. Ser fuertemente motivado. Amar la vida.
Anhelar y buscar afanosamente “gloria y honra e inmortalidad” (Romanos 2:6-11).
Temer a Dios. Amar a Dios.
(1) Esta mentalidad es típica no solo de mucha juventud sino además de muchos
adultos y mayores de edad.
-A nuestro tiempo le dicen la “Edad Informática”. Con tan solo presionar unas
pocas teclas de esta computadora, están al alcance literalmente billones de
páginas de información. Pese a esta tecnología asombrosa, ciertamente
acertamos al observar que, irónicamente, en nuestro mundo, entre la vasta
mayoría, está menguando el conocimiento correcto de lo realmente
importante, bien sea del universo material o del espiritual.
-“¡Mi Dios no es serio! ¡Mi Dios es divertido!”, me escribió cierta dama. Pues
bien, temo que esté creando un “dios” a su propia imagen y mentalidad humana,
¿no le parece? Con todo, no dudo de que el único y verdadero Dios se divierta,
se goce, se regocije, disfrute o se ría. Al leer su Palabra en la Biblia, entiendo
que entre las cosas que más deleite le traen figuran “todas las riquezas de
pleno entendimiento”, como además “todos los tesoros de la sabiduría y del
conocimiento”, expresiones tomadas de Colosenses 2:2.
III. Es divertido explorar, y hacer suyos, “todos los tesoros de la sabiduría y del
conocimiento”, “todas las riquezas de pleno entendimiento”. Satisface.
Deleita. Llena. Como ninguna otra experiencia. Y son inigualables, invaluables y
ricos en sumo grado los beneficios, dividendos y bendiciones, tanto para esta vida
como para la venidera. Por cierto, es necesario usar la mente. ¿Y qué? ¿Va
usted a llegar a la muerte, no habiendo aprovechado en casi nada los poderes
fenomenales de su magnífico intelecto? ¡Qué vergüenza! ¿Casi vacía su mente?
¿Sin riquezas? ¿Sin tesoros? ¿Ignorante su espíritu? ¡Inconcebible! No sea
mentalmente ocioso, se lo ruego. Eche su intelecto a funcionar. “¡Ah! Pero la
Biblia es tan grande, misterioso y difícil”, replica usted. ¡Qué va! Usted puede
adquirir, con un poco de trabajo mental, los “tesoros… del conocimiento” bíblico
indispensables para la salvación eterna de su alma. Le reto a hacer la prueba en
esta ocasión con solo tres textos de la Biblia.
-“Ministerio.” Observamos que se nombran dos: (1) “el ministerio grabado con
letras en piedras” y (2) “el ministerio del espíritu”. ¿Correcto?
-El primero fue “grabado con letras en piedras”. Esta es la primera clave para
identificarlo acertadamente. La segunda clave es que “fue con gloria”. La tercera
clave es que hacía resplandecer el rostro de Moisés. Estas tres pistas apuntan
hacia los Diez Mandamientos que Dios grabó en dos tablas de piedra en el monte
de Sinaí, entregándoselas a Moisés. ¿Cierto? Ya sabemos el significado
de “ministerio” en este contexto. Es sinónimo de “ley”, “testamento” o “pacto”.
-“De muerte… fue con gloria… la cual había de perecer.” Nos concentramos
en estas tres frases descriptivas del “ministerio” de los Diez Mandamientos. “De
muerte”, y no de vida. “Fue”, tiempo pasado, y no presente. “Fue con gloria”, o
sea, en una época tenía gloria, pero, por implicación, ya no la tiene. “Perecer”, o
sea, acabar, fenecer, dejar de ser.
-¿Qué enseña todo esto? Una verdad divina muy sencilla y de gran importancia
que usted mismo puede discernir sin mayor trabajo mental: que la gloria del
ministerio de los Diez Mandamientos perecería. ¿Cuándo? Razonemos un poco.
Lógicamente, al llegar el segundo “ministerio” nombrado en el texto. ¿Y cuál es el
segundo? Se identifica como “el ministerio del espíritu”. ¿De qué “espíritu”? Del
único que obra de parte de Dios, del Espíritu Santo. “El ministerio del
espíritu”es, pues, la nueva ley espiritual revelada por el Espíritu Santo.
-¿Y dónde se encuentra este nuevo “ministerio del espíritu”, el que, sí, en
definitiva, actualmente tiene “gloria”?
-El Antiguo, con todo y Diez Mandamientos, perdió su gloria al ser clavado en la
cruz. Ninguno de sus estatutos, mandamientos, ritos, etcétera, está en vigor. Esta
verdad aplica tanto a diezmos y sábados como al sacerdocio levítico y sacrificios
de animales.
c) ¿Cuál de los dos testamentos de la Biblia debe usted obedecer? ¡El Nuevo! He
aquí “conocimiento de la voluntad de Dios” que alumbra con luz fulgurante su
mente. ¡La porción de la Biblia que está vigente para el tiempo que vivimos es el
Nuevo Testamento! Usted está en la libertad de leer el Antiguo, pero el que rige es
el Nuevo. Este “conocimiento” simplifica notablemente el entendimiento de toda la
Biblia.
3. Marcos 16:15-16. “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
El que creyere y fuere bautizado será salvo; mas el que no creyere, será
condenado.” Mandamientos y cláusulas expresadas con diáfana claridad.
(1) Creer.
(2) Bautizarse.
-No establece creer con única condición para salvación. Antepone también el
bautismo a ser “salvo”, haciendo el bautismo un requisito indispensable para
alcanzar el perdón.
-Todo texto del Nuevo Testamento relacionado con el propósito fijado por la
Deidad para el bautismo (inmersión) armoniza con lo legislado por el Señor en
Marcos 16:16.
c) ¿Quiere usted que sus pecados sean borrados? No lo logra sin conocer las
condiciones, entendiéndolas correctamente y obedeciéndolas. Pero, son tan
elementales que aun el analfabeto, escuchándolas expuestas sin tergiversaciones,
las entiende enseguida.
IV. Invitación.
-“Yo sé que la Biblia dice que el bautismo es para perdón de los pecados. Mi
iglesia no lo enseña así, ni fui yo bautizado con ese propósito, pero…
-“… cada iglesia tiene sus errores, algunas más que otras…”
-“… mi pastor me asegura que amar a Dios y a los hermanos es suficiente para
que seamos salvos eternamente…”