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Resumen

En los primeros cinco meses de 2019 la economía costarricense continuó enfrentando condiciones
difíciles, tanto externas como internas.

El contexto externo se caracterizó por un crecimiento moderado de la actividad económica


mundial, con revisiones a la baja por parte de los organismos financieros internacionales de las
estimaciones para el bienio 2019-2020; una inflación cercana al objetivo establecido por los
bancos centrales, un repunte en el precio de las materias primas, en especial metales e
hidrocarburos, y relativa estabilidad de los mercados financieros hasta abril. Sin embargo, a partir
de mayo aumentó la volatilidad en los mercados como resultado del incremento en las tensiones
comerciales entre EUA y China.

En este entorno, los bancos centrales de los países avanzados hicieron una pausa en la
“normalización”1 de su política monetaria, lo cual redujo la presión al alza sobre las tasas de
interés internacionales.

También en el ámbito internacional, la situación política en Nicaragua continuó impactando en


forma negativa la actividad comercial de Costa Rica con ese país y con el resto de los países
centroamericanos. Asimismo, los términos de intercambio de la economía nacional sufrieron un
deterioro (aunque menor en comparación con el 2018) debido a la caída en los precios
internacionales de algunos importantes productos de exportación costarricense como la piña y el
café, así como el aumento de los precios del petróleo en relación con su nivel a finales del año
anterior.

En el contexto interno, la aprobación de la Ley de Fortalecimiento de las Finanzas Públicas en


diciembre de 2018 contribuyó a reducir el clima de incertidumbre que caracterizó el segundo
semestre de 2018, lo cual permitió que este año el Gobierno obtuviera en el mercado local el
financiamiento requerido con tasas de interés más bajas y a plazos más favorables.

La menor incertidumbre se reflejó también en el comportamiento del mercado cambiario, que


mostró relativa estabilidad en el primer semestre del presente año. En este lapso, las operaciones
de los intermediarios cambiarios con el público registraron un superávit acumulado de USD 812,0
millones que, si bien es inferior al de igual periodo del año anterior (USD 928,9 millones), permitió
al BCCR atender los requerimientos de divisas del sector público no bancario y restituir
parcialmente las divisas vendidas por ese concepto en periodos previos sin ejercer presión sobre el
tipo de cambio. Al término de junio, esta variable registró una variación acumulada de -4,7% y una
variación interanual de 2,3%.

Por su parte, el Índice de Confianza del Consumidor, elaborado por la Escuela de Estadística de la
Universidad de Costa Rica, evidenció en febrero de 2019 una recuperación con respecto al valor
registrado en noviembre del año pasado, que es el más bajo desde que inició la encuesta. Sin
embargo, esta mejora resultó frágil, pues el indicador volvió a caer en mayo, aunque sigue siendo
mejor en comparación con el dato de noviembre de 2018. Además, tanto en febrero como en
mayo, el índice se mantuvo en niveles considerados pesimistas.

En el caso de las expectativas de los empresarios, los resultados son mixtos. El Índice Global de
Expectativas Empresariales correspondiente al segundo trimestre de 2019, calculado por el
Instituto de Investigaciones en Ciencias Económicas de la Universidad de Costa Rica se situó en
50,3 (en una escala de 0 a 100), lo que significó un aumento de 2,4 puntos con respecto al
trimestre anterior. Sin embargo, las expectativas sobre el empleo mostraron un resultado
negativo, situación que no había ocurrido antes para un segundo trimestre.

Por otro lado, la Encuesta Trimestral de Negocios realizada por la Unión Costarricense de Cámaras
y Asociaciones del Sector Empresarial Privado, correspondiente al segundo trimestre de 2019,
mostró variaciones negativas con respecto a la encuesta anterior, evidenciando menor optimismo
de este grupo.

En este mismo sentido, según la Encuesta de Desempeño y Perspectiva Empresarial de abril de


2019, elaborada por el Banco Central de Costa Rica, los empresarios estiman que en el 2019 habrá
una variación interanual negativa en la producción y cercana a cero en el empleo.

Los bajos niveles de confianza de los empresarios y consumidores son coherentes con la continua
desaceleración de la actividad económica, que inició en setiembre de 2015, y con el alto nivel de
desempleo, que lleva ya una década de rondar el 10 por ciento, y que ha aumentado
recientemente.

La producción, medida con la tendencia ciclo del PIB real, siguió desacelerando en el primer
trimestre del presente año, si bien a menor ritmo en comparación con los trimestres previos, lo
cual ubicó el nivel del producto por debajo de su potencial.

Este resultado se explica tanto por factores externos como internos, entre ellos: a) el menor ritmo
de crecimiento económico en los principales socios comerciales; b) la caída en los precios de
algunos de nuestros principales productos agrícolas de exportación (en especial, la piña); c) el
aumento en el precio del petróleo; d) la recesión económica y las tensiones sociales en Nicaragua,
que incidieron en la reducción de las exportaciones hacia ese país y al resto de Centroamérica; e)
los choques climáticos que afectaron adversamente la actividad agrícola y f) los bajos niveles de
confianza de los consumidores y empresarios.

En forma congruente con el menor dinamismo de la actividad económica, la tasa de desempleo


aumentó en el primer trimestre de 2019 respecto a igual periodo del año previo, ubicándose en
11,3%, que es de las más altas desde la década de los ochenta y de las mayores a nivel del
continente americano. Otros indicadores como el desempleo ampliado, las tasas de subempleo,
de empleo informal y de presión general también evidenciaron la debilidad del mercado laboral.

En este contexto, la inflación general se mantuvo en niveles bajos, incluso –durante el primer
trimestre-- por debajo del límite inferior del rango meta establecido por el BCCR (3% ± 1 p.p.),
aunque en abril y mayo retornó a dicho rango. Por su parte, la inflación subyacente se mantuvo
durante los primeros cinco meses del año en curso en el rango meta.

Las proyecciones del Banco Central, basadas en su modelo macroeconómico, indican que la
inflación general y la subyacente se mantendrían contenidas en torno al valor medio del rango
meta (3,0%) en lo que resta de 2019 y en el 2020.
Estas proyecciones incorporan la mejor información disponible a junio de 2019. No obstante,
existen riesgos provenientes del contexto internacional e interno que, de materializarse, podrían
desviar la inflación de la proyección central.

Entre los principales riesgos para el contexto externo están: a) un crecimiento mundial menor al
previsto; b) una mayor volatilidad en los precios internacionales de las materias primas, en
especial el petróleo; y c) una intensificación del conflicto político en Nicaragua.

Por otra parte, los principales riesgos internos son: a) un déficit fiscal mayor al previsto, que afecta
la confianza en los mercados financieros; b) tensiones sociales que conlleven a la suspensión de
servicios públicos; y c) choques de oferta no anticipados, relacionados especialmente con
condiciones climáticas adversas.

En la actualidad, el modelo de pronósticos sugiere que los riesgos para la inflación están sesgados
a la baja; es decir, en el balance, los riesgos a la baja superan a los riesgos al alza.

1 Entendida la “normalización” como el abandono paulatino de las medidas de política


monetaria no convencionales (entre ellas la compra de activos por parte de los bancos centrales)
y el aumento de tasas de interés desde los niveles históricamente bajos aplicados por algunos
países avanzados después de la crisis financiera de 2008.

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