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Una mirada a El Coloquio de los perros.

Última de las Novelas ejemplares, posee en sus letras una mezcla de un


estilo propuesto por la picaresca de la época con un estilo adelantado para su
época; la genialidad reside en la forma y los personajes que la representan.

Berganza, un perro común que de repente es agraciado por el don del habla,
narra a su amigo Cipión la serie de desventuras que lo han llevado hasta ese lugar,
el Hospital de la Resurrección. Rompiendo la tradición aristotélica, que regía la
mayoría de la producción literaria de la época, Cervantes se atreve a darle un
papel fuera de la naturaleza a una imagen simbólica, que servirá para contagiar al
lector del mensaje que intenta transmitir en su obra y le da una característica
eminentemente humana que señala al principio:

Cipión.- Así es la verdad, Berganza, y viene a ser mayor este milagro en que no

solamente hablamos, sino que hablamos con discurso, como si

fuéramos capaces de razón.1

Cervantes otorga de manera magistral una característica eminentemente


humana a un animal indispensable en la cotidianeidad del hombre. El perro no
solo es el mejor amigo, es un gran confidente y compañero. Y depositar en él la
capacidad del habla es una genialidad digna de señalar. En el comienzo de la
novela, Cervantes trata de justificar el por qué un perro es merecedor de esta
gracia por lo menos, un día. Dan ejemplos de otras especies de las cuales se cree
tienen entendimiento pero ninguna de ellas llega a la cercanía que tienen los

Harry Sieber: Novelas ejemplares II, Editorial Cátedra, Colección Letras Hispánicas,
1

Madrid 2002. Pp. 299.


perros. Su defensa tal vez es el recurso necesario para que el lector no deseche la
obra al momento de enterarse de los protagonistas. En una época donde la lectura
es un ejercicio privilegiado, no solamente servía como recreación sino que era un
goce de las altas esferas sociales. Y era de entenderse que sería complicado que un
noble se diera el tiempo de leer y disfrutar una obra donde dos perros hablan.
Necesitaba una forma de presentar a los protagonistas y que pudieran justificar su
naturaleza desafiante; ambos comprenden que no deberían poseer tal don y que es
probablemente una bendición que no se volverá a repetir, por lo que tratarán de
aprovechar la ocasión narrando lo que han vivido. En lo personal creo que en la
imaginativa, no importando la época, resultaría sumamente interesante, a pesar
del contexto que se pueda dar, lo que un animal tuviera que decir si fuera capaz
de hacerlo. Así que no me importaría ser noble o lacayo, me quedaría a escuchar o
leer su historia.

Cabe señalar la importancia de la elección de los personajes y su imagen,


para fortificar el mensaje descrito en la novela. El perro es el símbolo perpetuo de
la fidelidad y Cervantes usa esa reputación para crear en el lector una atmósfera
de empatía a pesar de lo inverosímil del texto. El can es poseedor de varias
virtudes indiscutibles y es el más noble de los animales, ya hasta es destacado por
su gran entendimiento. El uso de este animal es bastante premeditado e ingenioso,
por las diferentes aristas en las que se puede interpretar su obra.

La primera de ellas se encuentra desde el punto de vista obvio, la fidelidad.


Berganza, a lo largo de sus relatos, no deja de expresar sus buenas intenciones y su
constante aprecio por el trabajo honesto y noble. Su naturaleza le obliga a acatar
las órdenes y la justifica, gracias a la razón, como parte de su destino como can. Y
es allí, con el doble juego de su imagen, que la servidumbre entendida como
destino pone en evidencia a los pobres vasallos que, como el perro, no tienen más
que obedecer y tratar de sobrevivir a costillas de sus amos. Al momento de leer
aquellos fragmentos se nos olvida que el que está narrando es un animal y no un
pobre lazarillo. La intención clara es hacernos ver la suerte de estas pobres almas a
través de los ojos de un animal, que dentro de su fidelidad, la mentira no tiene
cabida. Es otro juego con el concepto y su portavoz. Sería difícil, en el contexto, a
pesar de lo innatural de la obra, creer que los relatos del perro son mentira. La
seguridad y completa entereza de sus palabras no nos permite dudar de lo que se
está leyendo. Entre más nos adentramos a la novela, la empatía se incrementa y no
nos parece inverosímil su relato. Esto es un punto delicado, ya que, como
mencioné anteriormente, el hecho de atreverse a romper los moldes establecidos
pudieron traer para Cervantes resultados contraproducentes. Y es que desde el
título da a entender lo poco común de la obra pero, derivado de otra novela donde
el protagonista es el engaño, es más plausible creer que es parte orquestada y
complementaria de lo que anteriormente nos quiso narrar.

Otra característica que juega con el doble sentido, está en la capacidad de


habla. Los perros, conscientes de que es contra natura su charla, tratan de
aprovechar el tiempo y depositan en su discurso las virtudes propias de los
hombres racionales. A lo largo del relato Berganza es reprendido constantemente
para que no caiga en murmuraciones, que no son bien vistas por la sociedad y
Cipión, que juega muy bien su papel como juez, le recomienda que no caiga en ese
vicio propio de las personas.

Esta llamada de atención me parece curiosa, ya que es inevitable, al hablar


de la sociedad, señalar y encontrar culpables cuando se trata de juicios de moral.
Cada uno de los amos por los que pasa el can tienen en su haber varios defectos y
al momento de narrarlos es inevitable desprender el juicio del hecho. La decepción
constante de Berganza por la forma en que los humanos distorsionan su moral para
sacar ventaja de cualquier forma, olvidándose de los preceptos que pregonan la
religión y la moral. Desde aquellos lobos/pastores hasta el alguacil/ladrón,
muestran la dualidad de la vida común, donde la sobrevivencia justifica la maldad
depositada en figuras universales portadoras del bien. Cada pasaje que narra el
can está inmiscuida la denuncia social, que, como fuerza inevitable, pone en el
lector la capacidad de ver y entender el porqué de su reclamo. Y de nuevo, el
animal es salvado de las características humanas por su nombre y naturaleza, el
perro, a pesar de poder razonar, no se le puede culpar de sus acciones y decisiones
por ser precisamente, animal, y, ser el más fiel y noble de los que el hombre
conoce. Su proceder está encaminado a la servidumbre y no al beneficio propio. Y
en sus palabras la decepción por la falta de respeto hacia su nobleza hace
enternecer al lector quien reafirma la empatía por el perro.

Cipión juega un papel muy importante en la obra. Es el juez pasivo y


censurador que toda obra necesita. En sus palabras están los dichos de las
personas que analizan los textos y tratan de descubrir los vicios y malas
intenciones que en ellos se puede albergar. Este juego de Cervantes es bastante
interesante. El narrador es un ente que hace fluir su historia a través de sus
vivencias, narrándolas en un orden previamente establecido pero con guiños hacia
lo que acontecerá en un futuro. Se detiene constantemente para hacer
observaciones de carácter moral y para expresar sus sentimientos. Esto pudo
haber sido un monólogo completamente válido, y hubiese quitado el plural en el
título pero, no hubiera tenido el mismo efecto. Esta charla amena e intima de los
dos animales es mucho más atractiva que haber leído a un solo can, irónicamente,
hubiera sido menos creíble. Y es que el hecho de que el narrador tenga como
compañero a un mediador le da un toque atractivo a la obra. Ya que desde el
principio se deja ver qué papel jugará cada uno. Como lector de la época, tal vez
hubiese sido muy cansino repasar la vida y obra del can sin escuchar una voz que
le convide a no detenerse en sus juicios y desgracias. Tal vez es por la búsqueda de
fluidez en el texto pero, no hay que dejar de señalar la practicidad que tiene el
hecho que exista más de una voz narrativa en la obra. Esto convierte a Cipión en
un recurso magistral del juego de autor/lector. Muchas de las recomendaciones
que menciona el can son pensadas por los lectores, dado el contexto y la época, ya
que la mayoría de las personas que tuvieron la oportunidad de hacerse con las
obras eran personas que poseían las virtudes que tanto mencionan los perros.
Serían hombres que no dan paso a murmuraciones y que abrazan con vehemencia
el buen discurso y retórica alejados de las malas intenciones. Es por eso que las
llamadas de atención de Cipión se convierten en la balanza agradable que hacen de
la novela un disfrute agregado para esa esfera social, que buscaría en una obra
inverosímil un poco de sensatez aunque esta viniera de un perro.

Uno de los pasajes que roba mi atención es sin duda el que vive el perro con
la bruja Cañizares.

Este episodio, lleno de magia y misticismo, trata de darle sentido a toda la


obra y deja al lector la su interpretación. Narra el can, que tras dar señas de ser un
perro sabio, logró que los rumores de sus proezas llegaran hasta la bruja de la
localidad y que esta se viera obligada a secuestrarlo para buscar en él al hijo
perdido. Le cuenta su origen y que es posiblemente su capacidad de habla, fruto
de una maldición y que él es probablemente un humano convertido en un perro
desde su nacimiento.

Lejos de justificar a la obra este episodio demuestra la necesidad del


hombre del saber. Ambos canes desde el principio de la novela, explican que esta
es una obra milagrosa que difícilmente se va a repetir. Era a mi parecer,
innecesario que Cervantes usara este recurso mágico para justificar algo que ya
estaba dicho. Era claro, que si los perros tendrían esta capacidad era por la gracia
de Dios, quien en su benevolencia dejó que inocentes criaturas disfrutaran un solo
día de la capacidad del ser humano más importante: la comunicación y el
lenguaje. Pero era necesario, dada la naturaleza de los protagonistas, que su
historia tuviese algún tinte que oscureciera el panorama.

Cervantes usó esta parte para dar un giro a la empatía hacia el protagonista.
Sabes pues, que este es un relato fantástico escrito por un hombre, que según él, es
algo que en verdad pasó y que no es inventado. Es una ficción dentro de una
ficción. Bajo este contexto tenemos que el autor quiso en su anterior obra,
ejemplificar el engaño como motor de desgracias, y que es curioso que la obra que
la procede sea precisamente una que pareciera es fruto del engaño pero es la que
más verdades posee.

Es tal vez una forma de bajar un poco la fantasía y condenarla por el temor
a la censura. El hecho de que el orden aristotélico se rompa es de por sí un
escándalo, trataría de alguna forma de solapar tal atrevimiento. Dejaría entonces
Cervantes la interpretativa de la obra al lector, dándole los recursos para juzgar
que tan inverosímil hecho como el que dos perros hablen es más un producto de la
magia que una bendición del cielo. Y es que es más creíble atar a un desafortunado
el hecho de proceder de una maldición, justificando su aberrante existencia y
negarse a creer que Dios comienza a desproteger a los hombres dándoles las
virtudes que le regaló a los hombres a otras especies que no son a su imagen y
semejanza. Tal vez el mismo Cervantes creyó pertinente autocensurarse para
evitar la polémica y estar bien con sus creencias y con la de los lectores. Le otorga
una funesta historia a un animal ya hechizado porque como menciono, es muy
difícil, dado el contexto y la época, comprender que fue un milagro divino el
hecho de que un animal hable, así que esta salida que nos otorga el autor es
mucho más cómoda y sutil que el preguntarse el por qué Dios juega con su
creación. El final trágico de la hechicera es sin duda la llamada de atención y
castigo para los que practican esas artes oscuras. Como una descripción total de
una sociedad con rasgos todavía medievales, era necesario poner en evidencia
cada sector de la misma y dar ejemplos que llevaran al lector a emitir un juicio de
valor aunque este no fuera necesario.

Los perros lograron en un soberbio coloquio, dar un panorama amplio


sobre la sociedad española de la época y su forma de subsistencia. Pasa por casi
todos los escalones sociales y no deja que ninguna virtud y defecto se escape.
Es una novela picaresca dotada de muchas innovaciones que
posteriormente veremos en otros autores, sobre todo el desafío del escritor a los
moldes prestablecidos. Está en sus entrañas una visión panorámica de una
sociedad aquejada de muchos males y pocas bondades, gastada por las guerras y
la injustica; una monarquía más preocupada por sus conquistas que por su
pueblo.

Es claro que la intención de Cervantes al escribir la novela era la de darle a


los lectores la oportunidad de la autocrítica acerca de lo que se vive y se hace por y
para la sociedad en la viven. Que la mayoría de esos anónimos sirvientes sufren el
infortunio y tratan, como todos, de esquivar y mejorar su desdicha y que la suerte
es alguien que siempre apostará en su contra. Que cuando da una breve reseña de
cada uno de los amos es con la firme intención de que el lector haga un ejercicio de
reflexión y que si se ve reflejado, es porque algo está haciendo mal. Y no es porque
la moral y la justicia lo dicten, sino que si hasta un perro que habla se dio cuenta
que está mal, algo debe de estar mal.
Bibliografía:

1.- SIEBER, Harry: Novelas ejemplares II, Editorial Cátedra, Colección Letras
Hispánicas, Madrid 2002.

2.- Zimic, Stanislav: Las novelas ejemplares de Cervantes. Siglo Veintiuno de España
Editores, S.A, Madird, 1996.
Universidad Autónoma de Baja California Sur

Departamento de Humanidades

Lic. en Lengua y Literatura

Materia: Literatura Española, siglo de oro.

Ensayo: Una mirada a El coloquio de los perros.

Prof. Héctor Santiestéban Oliva.

Alumno: Jesús Antonio Robles Corona.

La Paz, B.C.S. a 6 de Junio del 2012


Amadís de Gaula. Control de lectura.

Historia mágica, vertida en el tiempo sin barrera alguna. Narra las


peripecias de un héroe que cada hombre quisiera ser, con el amor de una mujer
que todos quisiéramos poseer y con el destino que todos quisiéramos tener.

En su verde espada descansa la justicia y en sus relatos el encanto de una


época que aun en nuestros tiempos se niega a morir. El Amadís representa esa
corriente eterna e indivisible de la literatura que enamorará a los lectores por
generaciones. Su carisma reside en la capacidad de atrapar al lector con la fuerza
de sus historias y con el uso magistral de los arquetipos universales. El amor lleva
a sus protagonistas a desafiar a cualquier mal y muestra que la constancia es la
mejor arma contra la incertidumbre. El Amadís es agraciado por Dios y reina entre
los hombres, en él se depositan los favores que los inmortales han manifestado a lo
largo de la humanidad y sobre el descansa la tradición medieval. En Oriana se
encuentra la idolatría femenina y el incremento de la cultura Mariana. Es el
arquetipo ideal de la Virgen y redentora que abraza con humildad y eterno amor a
los desdichados.

Novela sublime, llena al lector de ejemplos y divierte con sus proezas,


dejándonos con un exquisito sabor de boca al contemplar la pasión y fidelidad con
la que viven sus historias y siembran ese deseo impetuoso de salir al mundo y
buscar sin descanso el amor y la gracia de la Sin Par, Oriana.

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