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ME QUEDO CON MI PAPÁ!

Propósito del programa:

Ayudar a que cada Conquistador comprenda el valor que tiene su propio padre, aun cuando a veces no
esté de acuerdo con él.

Himnos:

Padre tu palabra es mi delicia, Himnario Adventista Clásico, #200

Padre, yo vengo a ti, Himnario Adventista Clásico #257

Lectura bíblica:

Mateo 7:7-11

Planes para el programa:

 La conversación “¿No quieres que cambiemos? Será efectiva si los participantes conocen bien
los hechos que aparecen en sus partes y pueden representarlos en forma de conversación,
como si de veras estuvieran hablando acerca de sus propios padres. Se permitirán añadiduras,
siempre que vengan al caso y ayuden a proporcionar agilidad al programa.
 Coloque a los participantes en semicírculo, enfrentando al público. Puede usar sillas alrededor
de, una mesa o bien usar un arreglo más informal, algunos en sillas, otros en el piso, otros
sentados en una mesa, con sus piernas colgando. No se necesita arreglar la escena en forma
demasiado complicada.
 Use la poesía “Un padre cristiano”, para comenzar el programa. No es necesario anunciar este
poema ni a la persona que lo presentará. A continuación, el director del programa puede
presentar los comentarios previos al programa. Termínese el programa con la poesía “Si pudiera
cambiar” y la breve oración final.

Un padre cristiano

“Padre nuestro que estás en los cielos”,

Nos enseñó Jesús a orar;

Pero medio un padre cristiano

Para enseñarme todos los días

Que mis labores y humildes alegrías


Puedan hacerme feliz,

Al dedicar mi vida a servir

Al Padre invisible y celestial.

Música especial:

“Padre, yo vengo a ti”, Himnario Adventista Clásico #257

Director: ¿Cuán bien te llevas con tu papá? ¿Estás tú siempre de acuerdo con él en todo? ¿O a veces
quisieras poderlo cambiar un poquito? ¿O es tu papá perfecto? Seguramente es humano como todos los
otros padres. Escuchemos lo que algunos jóvenes que conozco están diciendo acerca de sus padres.

¿No quieres que cambiemos?

Guillermo: La semana pasada tuve un disgusto con mi padre. Por mucho tiempo había deseado pasar un
día nadando y remando en el lago con mis compañeros del Club de Conquistadores y nuestro consejero.
Mamá y papá dijeron que probablemente podría ir. De modo que pensé que podría ir con seguridad;
aunque a mi padre le cuesta tanto hacer una promesa como le cuesta quebrantarla.

Por fin, el día anterior a nuestro paseo, el tractor se dañó y no pudimos terminar de guardar el pasto que
habíamos cortado. Toda la tarde trabajó mi padre en el tractor. Dijo que tendría que quedarme en casa y
olvidarme de la natación y de los botes, para ayudarle a entrar el pasto en caso de que lloviera. Así fue,
esa noche llovió, de modo que me sentí contento de saber que todo el pasto estaba guardado en el
galpón. A pesar de todo, no entiendo por qué papá no pudo encontrar otra persona que le ayudara, lo cual
me habría permitido este día libre. Después de todo, ¿cuántas veces tiene uno la oportunidad de pasar un
día entero en el lago durante el verano?

Juan: Dices que tu papá no hace promesas muy a menudo. El mío promete toda clase de cosas.
¡Quisiera poder contar con ellas! Pero a veces suceden cosas que están más allá de su control. Y
entonces no puedo estar seguro de cuál será su reacción.

Catalina: Quizás ustedes dos debieran de cambiar papás durante algunos días.

(Guillermo y Juan se miran, levantando las cejas en forma exagerada. Ambos sonríen).

Linda: Mi papá es la sal de la tierra. Con todo se conforma. Pero a veces me gustaría que no me hiciera
tantas bromas. Siempre está diciendo algo acerca de mis vestidos, generalmente me dirige halagos, pero
a veces hace bromas acerca de que mis faldas no me abrigan lo suficiente. Y a veces se ríe de los
colores mezclados y excesivamente vivos. Supongo que lo hace porque no conoce las modas que una
muchacha debe seguir en nuestro tiempo.

Susana: Mi papá siempre me amonesta. Por lo menos, me dice con mucha seriedad que este u otro
vestido no son los apropiados para la escuela o para la iglesia. Cuando tenemos estas pequeñas
discusiones, me gustaría que no las tomara tan en serio. La semana pasada terminé llorando, a pesar de
que mi padre trataba de ser bondadoso.

Bárbara: Quizás ustedes dos debieran cambiar de papá por algunos días.

Esteban: Mi padre siempre me está pidiendo que le ayude a reparar los artefactos caseros. Casi nunca
tengo tiempo para hacer las cosas que me gustaría hacer. Sería lindo tener tiempo para armar modelos
de cosas que me gustaría hacer. Sería lindo tener tiempo para armar modelos de aviones o automóviles,
pero siempre estoy ocupado colocándole una correa nueva a la máquina de coser de mamá o cambiando
el filtro de la calefacción, o algo así.

Eduardo: Mi padre no quiere que yo ni siquiera toque cosas como esas. Supe que tiene miedo de que me
vaya a electrocutar. A veces me hormiguean los dedos por hacer alguna clase de trabajo que valga la
pena, pero mi padre siempre dice que no me preocupe y que me comprará otro juego para armar esto o lo
otro. ¡Quiero construir algo que sea de veras! Quizás cuando cumpla veinte años papá me considerará
suficientemente responsable como para permitirme usar un par de alicates o un soldador eléctrico.

Juan: Quizás ustedes debieran cambiar de papás por algunos días.

Bárbara: Mi padre piensa que el estado de nuestro presupuesto no me permite estudiar piano. ¡No veo
por qué no podríamos ahorrar algunos centavos en otra cosa! Todas mis compañeras están aprendiendo
a tocar piano. Para cuando mi padre decida que puede pagar las lecciones, voy a tener vergüenza de
decirle al profesor que soy una principiante.

Catalina: Mi padre ha insistido en que tome clases de piano, desde que tenía cinco años. Y me obliga a
practicar todos los días, de todos modos, no estoy aprendiendo tan rápido como debiera. Quizás no tengo
talento. Quisiera no tener que tomar clases de piano.

Susana: Quizás ustedes dos debieran cambiar de padres por unos días.

Guillermo: Juan, si yo te diera mi padre, tendría que dejar de vivir en la granja. Eso me desagradaría, es
cierto que tú tienes una casa más nueva que la nuestra y la escuela y la biblioteca de la ciudad quedan
cerca. Y tu padre es una gran persona. ¿Pero qué haría yo los domingos? Y… bueno… creo que si papá
no fuera un agricultor de primera clase, yo no pensaría de este modo acerca de la granja. He aprendido a
respetar a mi padre porque coloca primero el trabajo y las diversiones después. También coloca a su
familia primero y a sí mismo después. Trabaja más de lo que espera que nosotros trabajemos.
Juan: Quizás mi padre es demasiado rápido para prometer cosas, muchas veces me llevo chascos, pero
yo sé que él desea que yo lo pase bien. Quiere que obtenga cosas y que haga lo que me cause felicidad.
El a veces se equivoca. Pero yo lo quiero mucho y no lo cambiaría por nadie. Después de todo yo
también me equivoco.

Linda: Susana, me gusta tu familia. Ustedes siempre son muy buenos conmigo cuando voy a visitarlos.
Pero no creo que podría ajustarme en ese ambiente. No estoy acostumbrada… bien, estoy acostumbrada
a la risa, las bromas y los juegos. Mi padre nunca está demasiado ocupado para no cantar con mi
hermano y yo, o para salir a caminar con nosotros o permitir que nuestros amigos llenen la casa. Yo no
podría cambiar a mi padre por nadie en el mundo.

Susana: Supongo que soy un poco tímida. Mi padre también es bastante sosegado. El quiere que yo sea
una dama, una señorita que es refinada y que lo hace todo en la forma correcta. El sabe que yo también
deseo lo mismo. A veces mis sentimientos sufren. ¿No crees tú que yo también hiero los sentimientos de
mi padre a veces?

Esteban: Posiblemente estás en lo cierto, Eduardo. Soy afortunado a tener un papá que me enseña a
usar mis manos. Cuando vaya interno al colegio, sabré lo que es suficiente como para obtener un buen
trabajo allí. Y cuando tenga la edad de mi padre, no voy a tener que gastar una gran cantidad de dinero
en reparaciones. Debido a que mi padre sabe cómo reparar tantas cosas, tenemos dinero extra para irnos
de vacaciones y el año pasado una parte de nuestra ofrenda para fondo de inversión salió del dinero que
ahorramos al no tener que comprar una nueva tostadora.

Eduardo: Todavía creo que me gustaría tener la oportunidad de arreglar cosas. Pero creo que no
cambiaría a mi padre por el tuyo ni por ningún otro. Tenemos mucho en común. Caminamos juntos muy a
menudo. Y aunque tenemos una familia grande a mi padre no le importa privarse de cosas que no son
estrictamente esenciales para él y mamá, para así comprarnos cosas a nosotros. El dice que somos una
familia y donde quiera que él vaya durante el tiempo libre, también va la familia. Eso significa mucho.

Bárbara: Si de veras quiero aprender música, supongo que podré trabajar y pagar las lecciones por mi
propia cuenta. Ni mamá ni papá tocan ningún instrumento musical. No se dan cuenta de lo que significa la
música para mí. Pero papá hace lo mejor que puede para proveer un hogar bueno para nosotros. Y
aunque nuestra casa no es tan elegante como la tuya, Catalina, no cambiaría mi hogar ni mis padres por
nada. Constituimos una unidad, trabajamos juntos para nuestra felicidad mutua y nuestra vida de hogar es
más feliz que la de la mayoría de gente.

Catalina: ¿Elegante? ¡Si no es más que nuestro hogar! ¿Qué es una casa? Hemos tenido una docena de
casas nuevas por lo que puedo acordarme. Y otros tantos sofás y muebles diversos. Casi lo único que
conservamos cuando cambiamos de casa es el piano. Este significa mucho para mis padres, ya que
ambos lo tocan y quieren que yo comparta el placer que les produce. Ahora que me detengo a pensarlo,
puedo comprender su forma de sentir, me parece que no les importa tanto que yo llegue a ser una gran
pianista, o no. Sólo quieren que yo aprecie lo que ellos aprecian. En cuanto a cambiar a mi padre por uno
diferente…¡no, muchas gracias!

(Cada miembro del grupo mira a los demás, cada uno de ellos ostenta una sonrisa con aire de
superioridad y satisfacción).
SI PUDIERA CAMBIAR

Si pudiera cambiar a mi padre por otro papá…

Uno con mucho dinero, o uno que fuera famoso,

Quisiera quedar con el mío,

¡Yo siempre con él me quedara!

La misma amable sonrisa,

La misma bondad en sus manos,

La misma solidez de propósito,

Los mismos mandatos corteses,

El mismo excelente consejo,

La misma honradez en sus pasos.

¡Me quedo con mi propio papá,

Hasta el fin mismo de todos los días!


Tomado de la Revista Perspectiva I trimestre 2001 Page 4

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