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La adicción a Internet y la terapia familiar sistémica como

propuesta para favorecer un buen uso de la red

Internet addiction and systemic family therapy as a proposal to create a good


network usage

Mª Carmen Caro Samada, José María Ariso, Jesús Plaza


Universidad Internacional de La Rioja

Resumen: La presente comunicación presenta una revisión bibliográfica actualizada sobre la adicción a Internet en
adolescentes y el papel de las familias en la colaboración para el tratamiento de los problemas que
pueden tener los jóvenes en la red. En una primera parte se abordará las diferentes estadísticas de
prevalencia y diversas definiciones relacionadas con la adicción a Internet. Un segundo apartado de la
comunicación se centrará en los diferentes perfiles de riesgo que presentan los adolescentes adictos a la
red. Se propone la terapia sistémica para propiciar un uso adecuado de Internet dentro de la dinámica
familiar habitual. Este tema será objeto de análisis en la tercera y última parte de la comunicación.

Palabras claves: ADICCIÓN, INTERNET, TERAPIA SISTÉMICA, FAMILIA, ADOLESCENTES

Abstract: This paper presents an updated literature review on Internet addiction in adolescents and the role of
families in the treatment of the problems that young people may have on the Internet. Firstly, the
different prevalence statistics and various definitions related to Internet addiction will be addressed.
Secondly, we will focus on the different risk profiles that adolescents addicted to the network have.
Systemic therapy is proposed to promote an appropriate use of the Internet within the usual family
dynamics. This topic will be analyzed in the third part of the paper.

Keywords: Addiction, Internet, Systemic Therapy, Family, Adolescents

1. INTRODUCCIÓN
Es un hecho que en los últimos años las diferentes investigaciones han intentado perfilar el concepto de
adicción a la red. Aunque no se contempla como trastorno diagnosticable en la última versión del Diagnostic
and Statistical Manual for Mental Disorders, elaborado por la American Psychiatric Association (DSM-V) este
tema ha adquirido una gran relevancia mediática y en la investigación académica. Las conductas relacionadas
con la adicción a internet deben ser objeto de acciones terapéuticas dirigidas a minimizar su impacto y
prevalencia, especialmente en la etapa de la adolescencia. En este sentido, la revisión bibliográfica apunta a la
influencia de las familias como uno de los principales predictores de adicción a Internet, tanto cuando éstas son
conflictivas como cuando los hijos adictos perciben que no reciben el suficiente apoyo de sus padres. Por otra
parte, el uso excesivo de Internet se entiende no tanto desde el punto de vista de una conducta compulsiva en el
que los rasgos psicológicos sólo tienen un efecto indirecto en el uso inadecuado de la red, sino como una
errónea estrategia de afrontamiento de otros problemas. Por ello la terapia familiar parece muy indicada en la
gran mayoría de este tipo de casos.
2. METODOLOGÍA
Al tratarse de un estudio eminentemente bibliográfico, la elección de las fuentes de información ha sido el
principal aspecto metodológico a considerar en el presente trabajo. Concretamente, hemos usado buscadores
como “GoogleScholar” y “PubMed”, y en lo que respecta a los criterios para seleccionar publicaciones, hemos
seguido un doble criterio: en primer lugar, la adecuación a los tres apartados centrales de este trabajo
(definición y estadísticas de la adicción a internet, patología y perfil previo, y terapia familiar sistémica), y en
segundo lugar, fecha de publicación tan reciente como sea posible.

3. ANÁLISIS DE CONTENIDO
3.1. ADICCIÓN A INTERNET. DEFINICIÓN Y ESTADÍSTICAS
Entendemos por adicción el hábito de dejarse dominar por una conducta de consumo material o de tiempo
respecto a sustancias o aficiones, que en general dañan al sujeto bien en su salud física, bien en su equilibrio
psíquico o en su desenvolvimiento social.

Si aplicamos el término al uso de Internet y de las nuevas tecnologías (TIC), haríamos referencia a una
utilización abusiva, en cuanto al número de horas dedicadas, o en cuanto a los contenidos que pueden afectar
negativamente al desarrollo de la persona (pornografía, apuestas, juegos, violencia, etc.); si bien no es sólo la
cantidad de tiempo utilizado, sino la pérdida de calidad de vida que supone, cuando se produce, el consiguiente
deterioro de otras actividades.

Diversos autores señalan cómo los mismos síntomas que describen adicciones a sustancias psicotrópicas
pueden ser observados en la adicción a Internet: relajación con su uso y malestar cuando no se tiene acceso,
descuido del trabajo o del estudio, de la salud y el contacto social habitual, irritabilidad y aislamiento, intentos
fallidos de disminuir la dependencia, negarse a reconocer la situación, etc. (Kimberly y Young, 1998; Fu,
Chan, Wong y Yip, 2010; Ko, Yen, J. Y, Yen, C. F., Chen, C. S. y Chen, C. C, 2012; Marco y Chóliz, 2013;
Cía, 2013). Por otro lado, en el ámbito de las TIC los factores interpersonales parecen influir más que los
intrapersonales en el proceso de adicción (Seo, Kang y Yom, 2009; Carbonell, Chamarro et al., 2012; Casasa,
Ruiz y Ortega, 2013), en relación estrecha con la construcción de la autoestima.

El desarrollo exponencial que siguen teniendo las TIC está afectando especialmente a los adolescentes
(Chóliz y Villanueva, 2011), pues a las peculiaridades conocidas de esta etapa evolutiva de su personalidad se
unen las posibilidades de relación, comunicación y entretenimiento que Internet les ofrece (accesibilidad,
disponibilidad, intimidad, estimulación, anonimato) (Echeburúa, 2012; Muñoz-Miralles et al., 2013).

Son precisamente las alteraciones asociadas al uso de las diversas TIC: ordenador, móvil, redes sociales,
etc. lo que ha llamado la atención de los investigadores para reconocer este nuevo tipo de adicción, a Internet, y
proponer incluirla en el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM) (Block, 2008; Van
Rooij, Schoenmakers, Vermulst, Van den Eijnden, y Van de Mheen, 2010; Kuss, Van Rooij, Shorter, Griffiths
y Van de Mheen, 2013; Cía, 2013).

Por otro lado hablamos de un conocimiento práctico que en sí mismo tiene enormes ventajas (Rodríguez et
al., 2012; Rey, Casas y Ortega, 2012), por lo que algunos autores han distinguido entre “sobre-uso”, “uso
intenso” y “uso adictivo” (Israelashvili, Kim y Bukobza, 2012), siendo problemático tan sólo este último. De
ahí que debamos entender la adicción a Internet como un modo no adecuado de enfrentarse con otros
problemas, más que como un modo simplemente compulsivo de consumirlas (Kardefelt-Winther, 2014). Las
motivaciones psicológicas serían en este caso una mediación más que una causa.

Jóvenes y adolescentes priman el aspecto lúdico de las nuevas tecnologías y su potencial comunicador
(Garitaonandia, Fernández y Oleaga, 2005), de forma que el intercambio de experiencias placenteras las dota
de valor específico, bien sea a través de los videojuegos, los contactos por medio del móvil, o las redes
sociales.

Junto con la investigación académica la relevancia mediática que han adquirido algunos problemas graves
ocasionados por el uso inadecuado de las TIC, así como la brecha digital entre generaciones (la pérdida de
control por parte de los padres -Andréu, 2003; Liu, Fang, Deng, y Zhang, 2012; Sergentani, Lamprou, y
Geroukalis, 2012; Pace et al., 2014- y la incertidumbre ante lo nuevo) han contribuido a la preocupación
generalizada, lo que sociológicamente se ha denominado “pánico moral” (Marciales y Cabra, 2011).

Son muchos los estudios estadísticos que se están desarrollando en diversos países. En Líbano (Hawi, 2012)
la aplicación del Young’s Internet Addiction Test (YIAT) observó un 4.2% de la muestra con problemas
significativos; en Holanda (Van Rooij et al., 2010) fueron un 3% los adictos a juegos on-line, lo que supone un
1,5% de los niños de 13 a 16 años; en 2008 en Argentina, un estudio estimaba en un 6.6% los adolescentes
tecnodependientes de 13 a 16 años (Luque, 2008); otro estudio longitudinal llevado a cabo en Corea indicaba
cómo el patrón conductual de la adicción a Internet es estable en el tiempo (Seo et al., 2009; Ko, Yen, J. Y.,
Chen, Yeh y Yen, C. F., 2009), lo que hace aconsejable un tratamiento preventivo.

En cuanto al contexto español, hace cinco años (Villadangos y Labrador, 2009) los menores de entre 12 y
17 años manifestaban una alta frecuencia de uso de Nuevas Tecnologías (una media de 6,41 horas diarias), un
6,7% de encuestados dedicaba más de 4 horas diarias a Internet, y un 10.2% seguía conectado después de
medianoche (Viñas, 2009). Aunque el tiempo de uso no es por sí sólo un buen indicador de adicción, sí está
relacionado con una utilización problemática y con diversos trastornos psicológicos. Dado que ya en 2013 tanto
el acceso a la red como el hecho de tener móvil son circunstancias masivamente extendidas entre los alumnos
de la ESO (en torno al 98% -Muñoz-Miralles et al., 2013), las conductas relacionadas con la adicción a internet
deberán ser objeto de acciones terapéuticas dirigidas a minimizar su impacto y prevalencia.

Por otro lado, aunque los adolescentes españoles se reconocen enganchados en un pequeño porcentaje, son
más los que manifiestan que les resultaría molesto prescindir de las nuevas tecnologías (Labrador y
Villadangos, 2010). En 2009 el cálculo de adictos de 12 a 17 años se situaba entre un 3% y un 6%, mientras en
2012 un 40% declara que se molestaría mucho de no poder conectarse diariamente a su red social (García
Jiménez, Beltrán y Pérez Pais, 2012). Informes de la UE sitúan en un 21.3% el número de menores españoles
en riesgo de adicción, junto con un 1.5% de ya adictos (Protégeles, 2013). Aunque queda indicado que un uso
abusivo no genera siempre adicción, resulta al menos inquietante el elevado porcentaje de los que muestran
conductas de riesgo, así como que un 13.5% manifieste su intención de “desengancharse” –datos de la encuesta
“Internet, redes sociales y educación”, 2013).

3.2. VERTIENTE PSICOLÓGICA (PATOLOGÍA Y PERFIL PREVIO)


En este apartado se va a abordar la cuestión de la vertiente psicológica de la adicción a Internet. Tal y como
se comentó anteriormente, ha habido una discusión en los últimos años acerca de la posibilidad de que la APA
(American Psychiatric Association) recogiera la adicción a Internet entre los trastornos diagnosticables.
Diversas investigaciones han defendido su inclusión en el manual DSM-V (Diagnostic and Statistical Manual
for Mental Disorders), publicado en 2013. Sin embargo, hasta ahora no se ha contemplado este
comportamiento como una categoría propia, probablemente por las aún recientes investigaciones llevadas a
cabo en este campo.
Hay ciertas características en el uso de Internet que lo hacen particularmente adictivo. Lo que motiva
especialmente a las personas jóvenes es su accesibilidad, disponibilidad, intimidad, alta estimulación y la
sensación de anonimato que ofrece Internet. Interesa conocer asimismo cuáles son los principales predictores
de adicción a la red. Como casi siempre estamos ante una cuestión multifactorial, en la que destacan factores
relativos a las relaciones interpersonales, familiares o a cierta vulnerabilidad psicológica.
Uno de los principales predictores es la depresión. Los estudios de Kimberly y Young en 1998 ya lo
señalaron como uno de los rasgos más destacados en el perfil del usuario adolescente adicto. Fu et al. (2010)
apuntan que la adicción a la red está asociada a la idea de suicidio y síntomas depresivos. La depresión durante
la infancia junto con la ansiedad y retraimiento constituyen predictores de adicción a Internet en adolescentes
varones (Cho, Sung, Shin, Lim y Shin, 2013), al igual que la timidez y agresividad (Odaci y Çelik, 2013). En
este sentido merece la pena subrayar las investigaciones que señalan a los problemas interpersonales como uno
de los factores de riesgo (Seo et al., 2009). Según Yan, Li y Sui (2014) los sujetos con tendencia a la
introversión y rasgos neuróticos muestran más vulnerabilidad psicológica y están más expuestos a situaciones
estresantes que los sujetos que no presentan esta adicción.
Por otra parte, la investigación de Viñas (2009) apunta que los mejores predictores del uso elevado de
internet son navegar por Internet desde el propio ordenador a partir de medianoche junto con un afrontamiento
centrado en buscar alivio en los demás y la presencia de sentimientos de desesperanza. La tendencia a la
vespertinidad y a sufrir de ansiedad es también confirmada como perfil de riesgo por el estudio de Lin y Gau
(2013). Asimismo, la investigación de Rodríguez et al. (2012) asocia los patrones adictivos de los adolescentes
con estados y rasgos de ansiedad.
La adicción a la red va unida con hábitos nocivos (consumo de alcohol, por ejemplo) o abuso de sustancias
(Ko et al., 2012; Ko et al., 2009), al igual que el uso de juegos online y aplicaciones sociales, que incrementan
el riesgo de adicción a Internet (Kuss et al., 2013).
Además de estos predictores, la mayoría de las recientes investigaciones sobre el tema hacen referencia al
ámbito familiar y al tipo de relaciones que se establecen en ella como uno de los factores fundamentales. En
cuanto a la familia, en diversos estudios se muestra cómo las familias disfuncionales son uno de los predictores
más claros de la adicción a la red (Echeburúa, 2012; Yan et al., 2014), al igual que el ser hijo de padres
divorciados (Li, Garland y Howard, 2014; Tsitsika et al., 2011).

La importancia de un buen ambiente familiar se mostró como un factor sumamente importante en el estudio
de Wartberg et al. (2014) para una muestra de adolescentes entre 14 y 17 de años sin que se apreciaran
variaciones entre ambos sexos. La carencia de un buen ambiente familiar se manifiesta en conflictos entre
padres e hijos y escasa atención de los progenitores hacia sus hijos o falta de implicación emocional (Yen, J.,
Yen, C., Chen, C., Chen, S. y Ko, 2007; Pace et al., 2014). En este sentido, el estudio de Siomos et al. (2012)
afirma que los adolescentes mostraban con mayor frecuencia adicción a internet si los padres no habían tomado
medidas durante los dos últimos años para evitar este fenómeno. La adicción a internet estaba más relacionada
con variables de la vinculación con los padres que con prácticas parentales de uso seguro de internet. Las
medidas parentales de seguridad sólo tienen un papel preventivo mínimo y no pueden proteger a los
adolescentes de ser adictos a internet.

Por su parte, Senormanci, Ö, Senormanci, G., Güçlü, y Konkan (in press) mostraron que los sujetos adictos
a internet tienen estilos de apego más ansiosos a sus familias. Li et al. (2014) concluyen que los jóvenes adictos
a internet se muestran más insatisfechos con sus familias, además de percibir a los progenitores como menos
colaboradores y cálidos que aquellos jóvenes que no son adictos a Internet. Abundan de nuevo los conflictos
entre padres e hijos y las familias están menos cohesionadas.

Se entiende por lo tanto que los factores de protección se centren en las habilidades de afrontamiento así
como en la proporción de un entorno social sano y un buen apoyo familiar, tal y como defiende Echeburúa
(2012). Se sugiere así en la última parte de nuestra comunicación la terapia sistémica familiar para tratar el
problema de la adicción a Internet en el adolescente.

3.3. LA TERAPIA FAMILIAR SISTÉMICA EN EL CONTEXTO DE LA


ADICCIÓN A INTERNET
Spada (2014) y Huang, Li y Tao (2010) advierten que hasta la fecha se han hecho pocos estudios sobre la
eficacia de tratamientos farmacológicos y psicoterapéuticos para afrontar la adicción a internet, si bien Marco y
Chóliz (2013), entre otros autores, ya han propuesto el tratamiento cognitivo-conductual como alternativa
terapéutica. No obstante, y teniendo en cuenta tanto los principales predictores de riesgo de adicción a internet
entre los adolescentes que acabamos de describir, como el hecho de que la adicción a internet se ha tomado
como una estrategia de afrontamiento más que como una conducta compulsiva (Kardefelt-Winther, 2014),
planteamos la posibilidad de recurrir a la terapia sistémica para hacer frente a este problema con el apoyo de las
familias de los adolescentes. Como es sabido, la terapia sistémica no se centra en el trastorno o problema de un
sujeto puntual, sino en las relaciones establecidas en un sistema dentro del cual cada acción o intervención de
uno de sus miembros provoca automáticamente una variación en el sistema, por lo que éste se halla en
constante evolución. No obstante, cuando se consolida una pauta característica de relación que resulta
desagradable o molesta para los miembros del sistema, nos hallamos ante una fórmula de equilibrio que, desde
la perspectiva sistémica, se podrá sustituir si dentro de ese sistema se desarrollan una o varias pautas de
relación alternativas. En el caso que nos ocupa, queremos plantear brevemente algunas de las ventajas que el
hecho de que la familia juegue junta en internet puede aportar para alterar su estilo comunicativo y relacional.
De hecho, podemos señalar los rasgos básicos de esta pauta alternativa a partir de los siguientes predictores de
riesgo de la adicción del adolescente a internet:

- Suelen ser familias conflictivas con poca comunicación entre sus miembros. Pero el juego en internet
(sobre todo cuando se trata de juegos en los que todos los miembros participan en el mismo equipo)
puede contribuir a crear un contexto en el que los miembros del sistema actúen y se relacionen
buscando un fin común.
- El adolescente percibe que sus padres no sólo no le apoyan, sino que además son menos cálidos e
implicados emocionalmente que los padres de adolescentes que no son adictos a internet. Sin
embargo, jugar juntos a través de internet puede facilitar que surjan situaciones en las que padres e
hijos compartan emociones y se apoyen mutuamente.
- Los padres no respetan las normas de uso de internet que ellos mismos imponen al adolescente. Pero si
internet se usa de forma compartida y consensuada, los hijos podrán comprobar cómo los padres
respetan esas mismas normas que ellos impusieron.

A esto hay que añadir que, según Young (1999), la terapia familiar que afronte la adicción del adolescente
a internet se debe centrar en dos aspectos a los que queremos añadir algunas matizaciones:

- Concienciar a las familias de lo adictivo que puede llegar a resultar internet y reducir la culpa que el
adicto siente por su conducta. Desde nuestro punto de vista, se pueden sentar las bases para solventar
estos problemas si el adolescente ve cómo sus padres comparten con él una afición que, dentro de
unos límites prefijados, no tiene por qué ser adictiva y mucho menos aún generadora de culpa.
- Ayudar a las familias a que traten abiertamente los problemas latentes que llevaron a los hijos a buscar
satisfacción o desahogo en internet. En nuestra opinión, es evidente que jugar juntos no constituirá el
contexto más adecuado para tratar estos problemas, pero sí creará un clima de mayor cercanía y
complicidad para abordar estas cuestiones con posterioridad.

4. CONCLUSIONES
Dadas las similitudes que los comportamientos propios de la adicción a las sustancias químicas tienen con
aquellos otros que han ido apareciendo en el entorno de las nuevas tecnologías y su impacto psicológico,
especialmente por parte de la cohorte adolescente, nos ha parecido conveniente abordar un estudio
bibliográfico-descriptivo de la cuestión a que nos enfrentamos, con el propósito de proponer alguna línea de
tratamiento terapéutico. Tanto el consumo intensivo como la aparición de estos problemas de adicción se han
ido incrementando, así como los estudios académicos que abordan diversas variables de incidencia.

Aunque podríamos pensar que el grupo de iguales, cuya interacción mediada por las tecnologías es en gran
parte el origen de las conductas disruptivas, sería también el entorno en el que proponer medidas terapéuticas
adecuadas, el estudio de la bibliografía ha mostrado que la familia tanto en su configuración estructural, como
sobre todo en cuanto a su papel activo, está directamente relacionada con el problema y por tanto con algunas
de las posibles soluciones. Se observa así que los conflictos en el hogar y la falta de soporte de los adultos en
los entornos primarios predicen adecuadamente conductas adictivas. Parece a su vez que la impulsividad
irresistible psicológica sería un componente indirecto, si lo comparamos con el intento de solucionar otros
problemas refugiándose en ese uso aparentemente compulsivo, tanto respecto al volumen de tiempo invertido,
como la orientación desviada hacia determinados contenidos nocivos. De los diversos estudios se deduce que
entre un 1,5% y un 6,6% de adolescentes experimentan actualmente algún tipo de tecnodependencia, más allá
del simple uso intensivo; que un porcentaje mayor manifiesta conciencia de esta dependencia, y que la
población adolescente en riesgo de adicción se puede situar en torno al 20%.
El estudio del perfil de estos jóvenes adictos acentúa rasgos de la nueva generación de nativos digitales:
proclividad a la depresión y ansiedad, complejidad de las relaciones interpersonales, mayor exposición de
adolescentes ya psicológicamente vulnerables, incremento del consumo de sustancias nocivas, etc. Pero junto
con estos factores, el ambiente familiar aparece con una importancia clave: su funcionalidad, la calidad de las
relaciones que desarrolla, la implicación emocional y práctica en el hogar, o la cohesión entre sus miembros.

De ahí que este estudio proponga abordar la adicción de los adolescentes a las nuevas tecnologías desde la
terapia familiar. Sin olvidar que otros tratamientos de tipo médico o conductual-cognitivo pueden ser eficaces
en casos determinados, medidas de tipo sistémico podrían mejorar las relaciones del grupo familiar que se han
mostrado relevantes cuando su calidad se deteriora. Frente a la falta de comunicación en el entorno cercano del
adicto, se propone un uso compartido de internet a través del juego en equipo que genere metas compartidas.
Precisamente los juegos virtuales en familia pueden facilitar el apoyo emocional y la implicación que el adicto
echa en falta. Consensuar familiarmente el uso de la red precisa concretar y respetar normas comunes que de
ese modo adquieren el valor del ejemplo vivido. Finalmente si la familia desciende al mundo virtual del
adolescente puede minimizar el sentido de trasgresión o de culpabilidad que a los ojos del joven pueden tener
estas conductas, en el momento en que se les da una orientación adecuada y unos límites compartidos.
Evidentemente las causas que llevan a estos muchachos a refugiarse en la red quizá no se solucionen con la
terapia sistémica familiar, pero ésta puede mejorar enormemente el clima necesario para ello, y por supuesto
evitar que la adicción a internet se convierta en una alternativa de riesgo.

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