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¿Qué está ocurriendo? Sea lo que sea, los que mandan cruzan los dedos y
esperan a que pase. En un reciente artículo publicado en el "British Medical
Journal", titulado "¿Hay una epidemia del cáncer?, los autores, David Coggon y
Hazel Inskip, concluyen que el aumento de esta enfermedad se debe meramente
al envejecimiento de la población. Esto es, sencillamente, falso.
El primer país que se dio cuenta de que algo iba mal y se asustó fue Estados
Unidos. Como consecuencia, en 1980, la Academia Nacional de Ciencias de
Estados Unidos (NAS) llamaron al rescate a los británicos Doll y Peto,
epidemiólogos estrella que, además, actúan de "bomberos" contra las campañas
alarmistas de los ecologistas, para que se encargasen de la investigación.
Existe al menos una explicación clara de este fenómeno. Los cánceres fueron
provocados por una mutación producida por la exposición a radiaciones
provenientes de las pruebas atmosféricas de la bomba nuclear que tuvieron lugar
entre los años 1955 y 1963. Las bombas fueron detonadas por las superpotencias
de la energía nuclear en Kazakistán, Nevada y el sur del Pacífico. La fuerza de
las explosiones lanzó grandes cantidades de material radiactivo a la estratosfera,
el cual circuló por todo el planeta y cayó a tierra en todas partes, pero
especialmente en zonas de muchas lluvias.
Pero, a pesar de Doll (1), los bebés se morían, y sus madres, que fabricaban
leche para ellos, acumulaban estroncio 90 en el tejido mamario. Esta es la
cohorte de mujeres, las madres lactantes expuestas durante el apogeo de las
pruebas, que recibió las dosis más altas de estroncio 90 y que también muestra el
mayor aumento en cáncer de mama. Informé de este descubrimiento en el
Congreso Mundial sobre el Cáncer de Mama.
(...) A medida que el vínculo entre las radiaciones a bajos niveles y el cáncer se
hace cada vez más descaradamente obvio, se trae a gente como Doll para que
ridiculicen la hipótesis de que somos víctimas del escándalo de salud pública
más grande del siglo XX. Pero, como dijo Joseph Conrad, "Todos los voceríos
son transitorios, al final, queda el inexorable silencio de los hechos".
(...) Los guardianes del paradigma del "no hay riesgo" en el Reino Unido son la
"National Radiological Protection Board" (NRPB, "Consejo Nacional de
Protección Radiológica") que opera desde Harwell en Oxfordshire, conocida con
el sobrenombre de la "Torre Oscura" para aquellos de nosotros que nos
oponemos al proyecto nuclear. Hasta hace bien poco, y en el período durante el
cual ocurrió lo de Chernóbil, el presidente era Sir Richard Southwood.
Southwood, otra lumbrera de Oxford como Doll, también presidió el comité de
la EEB (Encefalopatía Espongiforme Bovina) del gobierno británico, que nos
aseguró que la EEB no podía cruzar la barrera de las especies. El director actual
del NRPB es también presidente del Comité Internacional sobre Protección
Radiológica, y por lo tanto es el líder en riesgo radiactivo del mundo. Pero sus
comités están cada vez más aislados por el inexorable silencio de los hechos.
Las mutaciones también son provocadas por la radiación ionizante -de hecho, la
radiación es el mutágeno más importante.
Mientras tanto, ¿Qué decir de las asociaciones benéficas contra el cáncer, cuyas
tiendas están colonizando las ciudades y los pueblos de Inglaterra y Gales?. ¿Por
qué no buscan la causa del cáncer, en lugar de gastar nuestro dinero en nuevos
tratamientos tóxicos que destruyen el cáncer al mismo tiempo que al paciente?
Me atrevería a decir que no quieren encontrar la causa. No hay dinero en
perspectiva en el descubrimiento de la causa; es malo para el negocio. Pero sí
que hay dinero, y mucho, en la venta de tratamientos para personas
desesperadas. El dinero de la investigación del cáncer termina siempre cayendo
en las manos de cualquiera que sea la rama del negocio tecnológico que se esté
desarrollando en ese momento. Primero fue la radioterapia -más de lo mismo-,
luego la quimioterapia y ahora la terapia genética.
Y, finalmente, si después de todo resulta que toda esa gente, mayores, jóvenes y
niños, sufren y mueren porque expertos como Sir Richard Doll menospreciaron
los peligros medioambientales, a pesar de existir pruebas abrumadoras de lo
contrario, ¿Se nos permitirá poner a estos expertos en el banquillo, al estilo del
juicio de Nuremberg, e investigar su participación en crímenes contra la
humanidad? Espero que sí.
Notas:
(*) Sobre el autor.
El doctor Chris Busby está especializado en química, física y es un investigador
independiente de los efectos de las radiaciones a bajos niveles. Su libro "Wings
of death: Nuclear pollution and human health" ("Las alas de la muerte:
contaminación nuclear y salud humana"), de 1995, explicó de forma general las
pruebas que apuntan a la contaminación radiactiva como causa principal de la
mortalidad infantil en la década de 1960 y los aumentos actuales de cáncer y
otras enfermedades, especialmente en zonas muy lluviosas.